UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID FACULTAD DE MEDICINA HOSPITAL GENERAL UNIVERSITARIO GREGORIO MARAÑÓN ALTERACIONES OFTALMOLÓGICAS DE LA INFECCIÓN POR ELVIH EN LA EDAD PEDIÁTRICA TESIS DOCTORAL CARLOS PELAEZ MORALES MADRID, FE~RERO 1995. UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID FACULTAD DE MEDICINA HOSPITAL GENERAL UNIVERSITARIO GREGORIO MARAÑÓN ALTERACIONES OFTALMOLÓGICAS DE LA INFECCIÓN POR EL VIH EN LA EDAD PEDIATRICA Trabajo que, dirigido por los Profesores Julián García Sánchez y Carlos Cortés Valdés presenta Carlos Peláez Morales para optar al Grado de Doctor Madrid, febrero 1995. oa MARIA ROSA VILAS DIAZ, Director del Departamento de Cirugia ¡¡(Especialidades quirúrgicas) de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid: CERTIFICO: Que el presente trabajo de el licenciado Carlos Pelaez Morales, presentado para optar al Grado de Doctor en Oftalmología, bajo el titulo Alteraciones oftalmológicas de la infección por el VIH en la edad pediátrica reúne las condiciones necesarias para ser defendido ante el Tribunal correspondiente. Y para que conste, lo firmo en Madrid en Febrero de mil novecientos noventa y cinco. Fdo.: Maria Rosa Vilas Díaz D. JULIAN GARCIA SÁNCHEZ, Catedrático de Oftalmología y Profesor Numerario de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid: CERTIFICO: Que D. Carlos Peláez Morales ha realizado bajo mi dirección el trabajo de investigación correspondiente a su Tesis Doctoral: ‘ Alteraciones oftalmológicas de la infección por el VIH en la edad pediátrica Revisado el presente trabajo quedo conforme con su presentación para ser juzgado, y para que conste y surta los efectos oportunos firmo el presente certificado en Madrid en Febrero de mil novecientos noventa y cinco. ián García Sánchez AGRADECIMIENTOS En primer lugar quiero agradecer al profesor Julián García Sánchez, director de la presente tesis, sus continuas orientaciones y magisterio durante la elaboración de la misma. Tengo especial deuda de gratitud con el doctor Carlos Cortés Valdés por su incesante apoyo profesional y humano, no solo durante la realización de este trabajo, sino desde que me introdujo en el apasionante mundo de la Oftalmología. Deseo expresar también mi agradecimiento a todo el equipo de la Sección de Inmunopediatría, especialmente a la doctora M8 Dolores Gurbindo, Isabel Cordobés y Rosa Vázquez, que me enseñaron a dar a estos niños el amor que la vida les niega. Sin su colaboración este trabajo nunca se habría llevado a cabo. A M~ Jesús, la enfermera ejemplar que me acompañó en todas las exploraciones oftalmológicas y puso todo el empeño en la. No puedo olvidar a la Doctora Clara Jiménez Serrano, con quién empecé el difícil arte de explorar y tratar a los niños, y a Vicenta Garrido, ambas posibilitaron la inclusión del grupo de niños del Hospital del Niño Jesús en la presente tesis. A la Doctora MB Angeles Muñoz Fernández, infatigable trabajadora> que no escatimó esfuerzos para aportar todo lo que este trabajo contiene en relación a inmunología. A las doctoras MB Paz Rodríguez y Pilar Balado, de quienes partió la idea original de este trabajo y pusieron los medios materiales para la realización del mismo. A mi padre, a mi madre y a mis hermanos ÍNDICE AGRADECIMIENTOS. 1.- INTRODUCCIÓN 1 1.1.- LA INFECCIÓN POR EL VIH EN LA EDAD PEDIÁTRICA 2 1.1.1. EPIDEMIOLOGíA ... 2 1.1.2. ETIOLOGíA 5 1.1.3. PATOGENIA 6 1.1.4. CLiNICA 7 1.1.5. CLASIFICACIÓN 10 1.1.6. DIAGNÓSTICO 13 1.1.7. TRATAMIENTO 14 1.2.- ALTERACIONES OFTALMOLÓGICAS EN LA INFECCIÓN POR ELVIH 18 1.2.1. GENERALIDADES 18 1.2.2. CASIFICACIÓN 19 1.2.3. MANIFESTACIONES DEL SEGMENTO ANTERIOR 23 1.2.3.1. Párpados Infecciones * Molluscum contagiosum * Herpes zóster oftálmico •Otras 23 23 23 23 24 1.2.3.2. • • • Conjuntiva Conjuntivitis infecciosas Queratoconjuntivitis secas Microangiopatía VIH 24 24 25 25 26 1.2.3.3. Córnea • Queratitis infecciosas * Queratitis viricas 1.2.3.4. Úvea anterior.. 26 26 . 27 . 1.2.4. MANIFESTACIONES DEL SEGMENTO POSTERIOR 1.2.4.1. Microangiopatia retiniana . 28 28 .. 1.2.4.2. Infecciones no oportunistas • Candidiásica . 30 30 1.2.4.3. Infecciones oportunistas • Toxoplasma gondi • Citomegalovirus • Cryptococo neoformaris 32 34 1.2.4.4. Miscelánea 35 • Síndrome de necrosis retiniana aguda 2.- . 30 30 35 1.2.5. MANIFESTACIONES NEURO-OFTALMOLÓGICAS 37 1.2.6. MANIFESTACIONES ORBITARIAS 39 1.2.6.1. Lesiones infecciosas 39 1.2.6.2. Lesiones no infecciosas 39 HIPÓTESIS DE TRABAJO. OBJETIVOS 41 3.- PACIENTES. MATERIAL Y MÉTODO 44 3.1.- PACIENTES 45 3.2.- .. . MATERIAL Y MÉTODO 3.2.1. DESCRIPCIÓN 45 45 . 3.2.2. PROTOCOLO DE TRABAJO 3.2.2.1. Datos generales. 47 . 3.2.2.2. Protocolo oftalmológico 3.2.3. ANÁLISIS ESTADÍSTICO 4.- RESULTADOS 4.1.- 48 50 53 57 DATOS GENERALES 58 4.1.1. FILIACION 58 4.1.2. CLÍNICOS 58 4.1.3. HEMATOLÓGICOS 59 4.1.4. INMUNOLOGICOS 60 4.1.5. TRATAMIENTO 62 4.2.- DATOS OFTALMOLÓGICOS 62 4.2.1. ANTECEDENTES 62 4.2.2. OFTALMOESTATOMETRIA 62 4.2.3. AGUDEZA VISUAL Y ESTADO REFRACTIVO 63 4.2.4. MOTILIDAD OCULAR EXTRÍNSECA 63 4.2.5. MOTILIDAD OCULAR INTRÍNSECA 63 4.2.6. BIOMICROSCOPIA 64 4.2.6.1. Párpados y pestañas 64 4.2.6.2. Conjuntiva 64 4.2.6.3. Córnea 65 4.2.6.4. Secreción lagrimal 65 4.2.6.5. Iris . 4.2.6.6. Cristalino 65 65 4.2.7. POLO POSTERIOR 66 4.3.- ANÁLISIS ESTADÍSTICO 5.- DISCUSIóN . 66 69 . 5.1.- AGUDEZA VISUAL Y ESTADO REFRACTIVO . 69 5.2.- PÁRPADOS Y PESTAÑAS. 71 5.3.- CONJUNTIVA Y CÓRNEA 71 5.4.- CRISTALINO Y CUERPO VÍTREO ... 75 5.5.- COROIDES Y RETINA 76 . 6.- CONCLUSIONES . 80 7.- LÍNEAS DE INVESTIGACIÓN FUTURAS 83 8.- TABLAS 85 9.- FIGURAS 95 10.- LAMINAS 99 11.- BIBLIOGRAFíA 115 11.1.- BIBLIOGRAFÍA POR ORDEN DE APARICIÓN 116 11.2.- BIBLIOGRAFÍA POR ORDEN ALFABÉTICO 148 12.- ABREVIATURAS. 180 . 1- INTRODUCCIÓN 1 INTRODUCCIÓN 1.1.- LA INFECCIÓN POR EL VIH EN LA EDAD PEDIÁTRICA. 1.1.1. EPIDEMIOLOGÍA El comienzo de la epidemia se suele situar en 1981 en los Estados Unidos (Gottl¡eb,19811; Siegal,19812; Masur,19813). Los primeros casos se agruparon por tratarse de pacientes que tenían el factor común de ser varones homosexuales y presentar enfermedades relativamente raras hasta ese momento como la neumocistosis pulmonar o el sarcoma de Kaposi (CDSTF,19824; Jaffe,19835). Rápidamente, se constató la extensión del síndrome en otras poblaciones como hemofílicos (Davis,19836; Poon,19837; E lliot,19838) y otros receptores de hemoderivados (Curran,19849), haitianos (Pape,198310>, usuarios de drogas por vía parenteral (UDVP> (CDSTF,19824), mujeres que mantuvieron relaciones sexuales con individuos de otros grupos de riesgo (Harris,198311> e hijos de madres pertenecientes a los anteriores grupos de riesgo (Rubinstein, 198312). El primer caso de sida pediátrico se declaró al Center for Disease Control (CDC) en noviembre de 1982, unos 18 meses más tarde que el primero en adultos. Si bien, el primer caso de infección perinatal conocido se produjo en 1977, y el primero de infección por transfusión en 1978 (Rogers,198713). Los primeros casos de niños infectados por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) registrados por el CDC habían contraído la infección a través de productos plasmáticos contaminados (CDC,198214. Desde 1985, el riesgo de infección por derivados sanguíneos es mínimo, debido al despistaje serológico de 2 las sangres donadas y al tratamiento por calor de los factores de coagulación (Rubinstein,19861J por lo que en la actualidad, la casi totalidad de los niños han adquirido la infección a través de las madres (Friedland,198716). El hecho de que el número de niños infectados aumente de forma tan importante, a pesar de los controles de sangre y hemoderivados, se debe al aumento de mujeres infectadas ya que más del 80% de éstas se encuentran en edad fértil. En los países desarrollados la infección de niños por el VIH refleja la prevalencia de mujeres infectadas en edad fértil (Lambert,199317). En España, se consideran casos pediátricos los niños menores de 16 años, pero respecto a la infección por el VIH, siguiendo los criterios del CDC, sólo se incluyen niños hasta los 13 años de edad (CDC,198418). En Octubre de 1993 existían en España un total de 550 casos acumulados de niños con infección VIH, de los que 157 (28.5%) corresponden a la Comunidad de Madrid. De estos 157 casos, 12 son receptores de hemoderivados, 6 receptores de transfusiones y 136 (86.6%) hijos de madre seropositiva. En la Comunidad de Madrid el 95.4% de las mujeres infectadas se encuentran en edad fértil (entre 15 y 39 años) (VES, 1 993w). La transmisión vertical, que es por lo tanto la más importante en la edad pediátrica, puede ocurrir a través de diferentes vías. En primer lugar consideramos la transpíacentaria, que a pesar de estar bien documentada, aún no se ha establecido con exactitud el momento del embarazo en que se producen la mayoría de los contagios (CDC,198415; Lapointe,1985~). En cualquier caso, existen evidencias de que la infección puede darse antes de las 12 semanas de gestación 989v). Marion describe alteraciones (Maury,198921; Rubinstein,198615; Nicholas, 1 embrionarias y fetales específicas del VIH (Marion, 198723). La segunda vía de contagio se produce durante el parto, por exposición del feto a sangre o secreciones de la madre. Aproximadamente el 65% de los niños que se infectan por vía vertical> excluyendo los infectados durante la lactancia, lo 3 hacen de esta forma, en el resto (35%) la infección se produce intraútero, considerándose que el 95% lo hacen en los 2 últimos meses del embarazo (Rouziuox, 1 Por último, otra posible forma de transmisión vertical, es la susceptible de ocurrir en el postparto o en el período perinatal, a través de la lactancia materna (Ziegler, 196525; Lepage, 1 987~). Las tasas de transmisión para este grupo oscilan entre el 6.3% y el 29% (Van de Perre, 1991 27 Dunn,199228), dependiendo si la madre estaba previamente infectada, o bien se infectá en el postparto inmediato (Indacochea>1992~). Teóricamente, cuando una madre se infecta a través de una transfusión en el postparto, estaré lactando durante el periodo de viremia inicial y antes de que se hayan producido anticuerpos secretores y suero; bajo estas circunstancias, las posibilidades de transmisión se pueden incrementar (Indacochea,199229). Se habla de infección intraútero cuando un niño nacido de madre seropositiva para el VIH, presenta cultivo viral o reacción en cadena de la polimerasa (PCR) positiva dentro de las primeras 48 horas tras el nacimiento, y la repetición del cultivo o PCR son positivas. Se cataloga la infección por el VIH como intraparto, cuando el cultivo viral o la PCR son negativas en la primera semana, y las pruebas subsiguientes son positivas (Bryson,1992~). Las tasas de transmisión del virus de la madre al hijo varían enormemente según las distintas referencias y países, oscilando entre el 12% y el 65% (Ryder, 198931). Recientemente, se ha comunicado una disminución de las tasas de transmisión de un 255% a un 8>3% tratando con zidovudina a la madre durante el embarazo y parto, y al niño durante las primeras 6 semanas de vida (CDC,1994~; Connor,199433). Existen factores que potencialmente incrementan el riesgo de transmisión vertical. Por parte del niño la edad gestacional (Goedert, 1989~89; ECS,199235; 4 Newell, 1994~> y bajo peso al nacer (ECS,1992~); haber recibido lactancia materna (IMS,198837; NeweII,1994~), y la mayor duración de ésta (TlRHIVC,19943~); ser el primer nacido de un embarazo gemelar (Goedert, 1991 ~). Por parte materna el aumento de carga viral (Borkowsky,199%j; antigenemia p24 + (ECS,199235); bajo número de linfocitos T CD4~ (Ryder, 198931; Lindgren,1991 41~ ECS,199235; Thomas,199442); estado clínico avanzado (Mok, 198743; Ryder, 198931; Lindgren, 199141; ECS, 199235; Lambert, 199317~ Newell,1994L~; Lallemant, 1 994~); deficiencia de vitamina A (Semba,199445). El parto vaginal supone un riesgo de infección mayor para el niño que la cesárea (Thomas,199442). Para Kind las primíparas tienen mayor riesgo de transmitir la infección (Kind,199446), aunque otros estudios no encuentran diferencias entre las tasa de infección del primer hijo y los siguientes (TIRHIVIC,199447). Se ha observado en África un incremento significativo del riesgo de transmisión vertical asociado a la promiscuidad (Lallemant, 199444) 1.1.2. ETIOLOGÍA Se ha demostrado que eJ VJH es el agente causal del sida (Gallo,1988~; Blattner,198849). Fue aislado en 1983 de pacientes con sida y complejo relacionado con el sida (CRS). En 1986, el Comité Internacional de Taxonomía de Virus estableció el nombre actualmente aceptado de virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) (Coifin, 1986~). Se le añadió también el apellido de “tipo-1 (VIH-1) para distinguirlo del “tipo-2” (VIH-2), aislado en 1986 de pacientes con sida de Africa Occidental (Clavel, 1986~~; Brun-Vezinet, 198752). La enfermedad inducida por estos dos virus es clínicamente idéntica y en nuestro medio se da casi exclusivamente la infección por el VIH-1. En lo sucesivo nos referiremos a éste como VIH. 5 El VIH se clasifica dentro de la familia de lentivirus de los retrovirus humanos. Como tal retrovirus, es un virus RNA que se caracteriza por precisar para su ciclo biológico de la acción de un enzima que sintetiza el DNA complementario del RNA virico, es decir, una DNA-polimerasa-dependiente de RNA. Este enzima se llama transcriptasa inversa o retrotranscriptasa por funcionar en sentido contrario al flujo “normal” de la información genética que es de DNA a RNA. Esté codificada por el gen “poí”. El virión tiene en su centro dos hebras de RNA monocatenario junto con sendas moléculas de transcriptasa inversa. Están rodeadas por unas proteínas centrales, la p24 y la pl 8, ambas producto del gen “gag>’. Este core vírico está cubierto por una membrana lipídica derivada de la membrana externa de las células infectadas. Sobre esta membrana se enclavan las proteínas gpl2O y gp4l producto del tercer gen principal del genoma vírico, el “env” (Shaw,1990~; Levy, 1 99254>. 1.1.3. PATOGENIA. El virión VIH contada con sus células huésped gracias a la interacción entre la gpl2O y una proteína de membrana celular denominada CD4 Tras esta adsorción, las membranas de cobertura virica y la célula se funden y permiten la entrada al citosol del “core” vírico. La transcriptasa inversa sintetiza partiendo del RNA virico su DNA complementario de doble cadena. Este DNA es el que se integra en el genoma celular y se expresa como RNA mensajero que codifica las proteínas víricas que con el RNA vírico formarán los nuevos viriones (Shaw,1990 53; Levy, 1992~; Levy,199355). El efecto final del VIH es inducir un estado de inmunodepresión profunda. Ya antes de 1981 se conocía que la subpobíación de linfocitos T CDC desempeña un papel principal e insustituible en el sistema inmune humano (Peña-Martínez, 1983~). Esto se ha visto corroborado por la aparición del VIH. Las 6 alteraciones funcionales y la disminución progresiva del número de linfocitos T CD4~ son fundamentales en el proceso de la enfermedad (Castillo,199157). Se han propuesto diversos mecanismos para explicar la disminución del número de linfocitos T CD4~ y su alteración funcional en el seno de la infección por el VIH. Estos son: 1) efecto citopático directo mediado por el virus; 2) formación de sincitios; 3) respuestas del sistema inmune inducidas por el VIH: linfocitos T citotóxicos específicos del VIH, citotoxicidad celular dependiente de anticuerpos, células “natural-killer”; 4) mecanismos de autoinmunidad; 5) alteraciones de los subgrupos de células T mediadas por superant[genos y 6) muerte celular programada (apoptosis) (Levy,19935g Fauci,198%~; Fauci 1991 ~; Pantaleo,1993~) 1.1.4. CLÍNICA. Existen dos formas clínicas de aparición o de comienzo de síntomas, una temprana, debido probablemente a la infección intraútero en los primeros meses de embarazo, y otra de evolución más lenta, en que la infección sería perinatal (Blanche,198661; Blanche, 1 ~ Lindgren, 199141; Español, 1 994~4 La primera forma debuta clínicamente en el periodo perinatal o durante los primeros seis meses de vida, desarrollando un sida florido en el primer año de vida. Se producen con más frecuencia infecciones oportunistas, encefalopatía progresiva y datos analíticos compatibles con inmunodeficiencia severa; se consideran signos 1986M; de mal pronóstico la nefropatía, cardiopatía y hepatopatía crónica (Pahwa Blanche,199O~; Español,1994~). Ocasionalmente, estos pacientes pueden cursar con hipogammaglobulinemia y por lo tanto serología negativa, pudiendo presentar problemas de diagnóstico, al que ayudará la serología materna (Bertrán,1994 65). La otra forma de presentación es tardía, sin síntomas hasta después del primer año de vida, con una fase de estabilización y una calidad de vida aceptable, 7 desarrollando sida después de los 24 meses. Muestran manifestaciones linfoproliferativas como adenopatías múltiples, infiltración parotídea y neumonía intersticial linfoidea (NLI); no suelen padecer infecciones oportunistas ni encefalopatía severa, y su situación inmunológica es más estable <Scott,1989~; Blanche, 1 990~). El porcentaje de niños incluidos en ambos grupos es variable según las series, siendo la media de un 15% a un 20% para el primer grupo y de un 80% a un 85% para el segundo; la rapidez de progresión de la enfermedad, en niños con infección adquirida de la madre, está directamente relacionada con la severidad de la enfermedad de la madre en el momento dei parto (Blanche, 1 994~~). El período de incubación es diferente de unos casos a otros, habiéndose descrito casos de hasta 7 años sin sintomatología alguna. En los niños varía con el modo de adquisición del virus; así, en los infectados por transmisión vertical suele ser más corto que en adultos y que en los niños infectados por transfusión de sangre o hemoderivados (Roger,198713; Blanche, 1989~; Indacochea, 1992~). La mayoría de los niños presentan signos inespecíficos con adenopatías, hepatoesplenomegalia, bajo peso al nacimiento, pérdida de peso, retraso del crecimiento, dermatitis crónica, fiebre, diarrea y parotiditis <Indacochea, 1 992~). Entre las manifestaciones más frecuentes detacan las infecciones bacterianas recurrentes de carácter grave como neumonías, meningitis, abscesos, celulitis y sepsis; siendo los gérmenes más frecuentes Streptococo pneumon¡ae, Hemófilus ¡nfluenzae y Salmonella spp. En niños hospitalizados o tratados con antibióticos son frecuentes las infecciones por gérmenes gram negativos y las infecciones bacterianas de menor gravedad como otitis, infecciones urinarias e infecciones dérmicas (Blanche,198%~>. 8 Uno de los aspectos más característicos de la infección por VIH en los niños, es la presencia de neumonitis intersticial linfoide, caracterizada por la presencia de un infiltrado reticulonodular bilateral difuso, acompañado a veces de adenopatías hiliares y mediastínicas. Clinicamente, el comienzo suele ser insidioso> aparece tos como síntoma principal, se desarrolla de forma lenta y progresiva, con sintomatología escasa; puede evolucionar a una neumopatía crónica con bloqueo alveolocapilar e hipoxemia severa (Falloon,198%~; Villota, lSg3~~). El pronóstico de los niños con ML es mucho mejor que el de los niños que padecen infecciones oportunistas y la media de supervivencia es de aproximadamente 5 años (CDC, 19877~). Entre las infecciones oportunistas que se presentan con más frecuencia sobresalen la infección diseminada por citomegalovirus (CMV), la esofagitis por cándida, la infección crónica por herpes simple, la criptosporidiosis y la neumonía por Pneumocystis carinil (Rernstein, 198972~ N¡cholas,199S 3); esta última, a pesar del tratamiento y profilaxis sigue siendo la enfermedad definitoria de sida más frecuente en niños infectados por el VIH (Rogers,199474). Las manifestaciones neurológicas y neuropsicológicas son indicadores pronóstico importantes y tempranos de la infección sintomática, la encefalopatía por VIH es una manifestación frecuente y en ocasiones la primera en los niños infectados por este virus (Villota,199370; Fowler, 199475). Cl inicamente se caracteriza por retraso psicomotor, deterioro en las funciones intelectuales o motoras ya adquiridas, signos de afectación piramidal, microcefalia adquirida, signos cerebelosos y signos extrapiramidales (Epstein,198676; Legido,1994~). El hallazgo más común en la tomografia axial computadorizada (TAC) y resonancia nuclear magnética <RNM) es la atrofia cerebral con aumento secundario del tamaño de los ventrículos y espacio subaracnoideo (Mintz, 198978). A veces muestran calcificaciones bilaterales de los ganglios basales y de la sustancia blanca periventricular (Belman, 198679). 9 En el curso de la infección es común la aparición de anemia, leucopenia y trombocitopenia (Indacochea, 199229). 1.1.5. CLASIFICACION. Dependiendo de los datos de laborarorio en cuanto a que esté testada la infección positivamente, negativamente, o no se haya realizado, y en relación con la situación de la función inmune y los hallazgos clínicos, la clasificación de la infección por VIH es la siguiente (CDC,198771): Clase PO: INFECCIÓN INDETERMINADA. Incluye los recién nacidos de madre infectada, los cuales nacen con anticuerpos frente al VIH, y que no pueden considerarse definitivamente infectados hasta la edad de 15 meses, que es cuando pierden los anticuerpos maternos que han adquirido a través de la placenta. Clase Pl: INFECCIÓN ASINTOMÁTICA. Niños infectados que no presentan signos ni síntomas clínicos. ~‘5ubclaseA: Función inmune normal. *Subclase B: Función inmune anormal. *Subclase C: Función inmune no estudiada. Clase P2: INFECCIÓN SINTOMÁTICA. Pacientes infectados y con manifestaciones clínicas. Deben excluirse otras causas de dichas manifestaciones clínicas. 10 *subclase A: Manifestaciones inespecíficas. Niños con dos o más manifestaciones inespecificas no explicables, que persisten más de dos meses, incluyendo: fiebre, retraso del crecimiento, pérdida de peso de más deI 10%, hepatomegalia, esplenomegal ia, linfadenopatía generalizada (ganglios lifáticos que midan al menos 0.5 cm, presentes en dos o más localizaciones), infiltración parotídea, dos o más episodios de diarrea y deshidratación en un periodo de tiempo de dos meses. *Subclase B: Enfermedad neurológica progresiva. Niños con una o más de las siguientes situaciones clínicas progresivas: Deterioro intelectual. Disminución del desarrollo cerebral medido por la presencia de - - microcefalia adquirida yio atrofia cerebral demostrada por TAC o RNM. Déficits motores simétricos y progresivos que se manifiestan por dos o más de los siguientes síntomas: paresia, tono anormal, reflejos patológicos, ataxia o trastornos de la marcha. - *Subclase C: Neumonía intersticial linfoide. Incluye niños con neumonía demostrada histológicamente y caracterizada por infiltración intersticial y peribronquial difusa por linfocitos y células plasmáticas, sin patógenos identificables. En ausencia de diagnóstico histológico se acepta una neumonitis crónica con presencia de infiltrado bilateral intersticial reticulonodular, con o sin adenopatía hiliar> presente en la radiografía de tórax durante al menos dos meses y que no ha respondido a la terapéutica antimicrobiana. Deben excluirse otras causas del cuadro> tales como tuberculosis, neumonía por Pneumocystis carinhl, infección por CMV y otras infecciones víricas o parasitarias. 4Subclase O: Enfermedades infecciosas secundarias. Incluyen a niños con enfermedades que ocurren como consecuencia de la inmunodeficiencia causada por la infección VIH. 11 -Categoría Dl: Niños que padecen enfermedades infecciosas de las que se incluyen en la lista de la definición de sida: neumonía por Pneumocyst¡s carinhl, cryptosporidiasis crónica, toxoplasmosis diseminada con comienzo después de los treinta días de vida, estrongiloidiasis extraintestinal, isosporiasis crónica, candidiasis (esofágica, bronquial o pulmonar), cryptococosis extrapulmonar, histoplasmosis diseminada, infección diseminada, extrapulmonar y no cutánea por micobacterias (cualquier especie salvo la lepra), infección por CMV que comienza después de los treinta días de vida, coccidioidomicosis extrapulmonar o diseminada, nocardiosis y leucoencefalopatía multifocal progresiva. -Categoría D2: niños con infecciones bacterianas graves (dos o más en un periodo de dos años), no explicadas y recurrentes, tales como sepsis, meningitis, neumonía, abscesos de un órgano interno e infecciones osteoarticulares. -Categoría D3: pacientes con otras enfermedades infecciosas, tales como candidiasis oral que persiste durante dos o más meses, dos o más episodios de estomatitis herpética en un año o infección diseminada por herpes zóster. *subclase E: cánceres secundarios. Incluye niños con cualquier cáncer descrito en las siguientes categorías: -Categoría El: niños con neoplasias indicadoras de un defecto de la inmunidad celular contempladas en la definición de sida, tales como el sarcoma de Kaposi> linfomas no hodgkinianos de células B y linfoma cerebral primario. -Categoría E2: niños con el diagnóstico de otras enfermedades malignas posiblemente asociadas con la infección por VIH. tSubclase F: Otras enfermedades. Engloba niños con otras condiciones debidas a la infección por VIH no incluidas en las subclases anteriores, como pueden ser la hepatitis, miocardiopatía, nefropatía, trastornos hematológicos (anemias, trombocitopenia) y enfermedades de la piel. 12 1.1.6. DIAGNÓSTICO. Para el diagnóstico de la infección por el VIH se utilizan generalmente dos pruebas secuencialmente en una muestra de suero del paciente. La primera es test de enzimoinmunoanálisis (ELISA) que detecta la presencia en suero anticuerpos frente al VIN. En los casos en los que esta prueba es positiva, emplea una segunda prueba confirmatoria, generalmente un análisis un de se de Western-Blot, que detecta la presencia de anticuerpos frente a varias proteínas específicas del virus. Normalmente el ELISA se positiviza de 1 a 3 meses tras la infección; pero hay casos descritos en los que este período “Ventana” ha llegado a ser de 36 meses (Saag,1992~,). Estas de hijos de transmitidos 15 y hasta pruebas detectan IgG anti-VIH, siendo su utilidad limitada en el caso madres seropositivas, ya que la presencia de anticuerpos maternos pasivamente puede llevar a un falso diagnóstico positivo, durante los los 18 primeros meses de vida, tiempo en que todavía pueden detectarse anticuemos de origen materno en el suero del niño (Furlini, 198981). El tiempo medio para la desaparición de anticuemos es de aproximadamente 10 meses (ECS>199182). En los recién nacidos, se pueden realizar dos aproximaciones diagnósticas: 1) Búsqueda directa del virus o sus elementos (cultivo viral, PCR, detección de antígeno p-24). 2) Estudio de la respuesta inmune específica frente a la infección viral (producción in vitro-test IVAP, IgA e lgM específicas anti-VIH). Estas dos aproximaciones no son excíuyentes y con frecuencia debe aplicarse más de una técnica para llegar a un diagnóstico definitivo. Las técnicas ‘3 diagnósticas utilizadas en el neonato y su rendimiento dependen del momento en que se produce la infección. Si la transmisión del virus fue al comienzo de la gestación> el recién nacido tendrá una carga viral y una respuesta inmune que se está estableciendo. En el caso de transmisión al final del embarazo o durante el parto, la respuesta inmune específica se desarrollará en los meses que siguen al nacimiento (Gurbindo, 1 994~4 Actualmente se recomiendan técnicas de búsqueda directa de virus para realizar el diagnóstico en las das primeras semanas de vida, momento en que la carga viral es mayor y menor la respuesta inmune; a partir de los 2 meses se puede añadir la búsqueda de la respuesta inmune específica como contribución al diagnóstico de la infección. Hoy parece definitivamente aceptado que entre los 3 y los 6 meses de edad, la mayoría de los niños infectados pueden ser diagnosticados por uno u otro método (Gurbindo,1994~; Ammann,1994~; Brandt,1994~). En los niños menores de 18 meses se puede realizar cualquiera de los métodos descritos para el recién nacido, ya que la sensibilidad es muy alta para niños mayores de 3 meses de edad (Gurbindo, 1994). Es muy importante el diagnóstico precoz de la infección por VIH dado que un seguimiento exhaustivo, el inicio de las medidas profilácticas y el tratamiento especifico cambiarán considerablemente el pronóstico de estos niños (Rosen,199O~). Antes de tomar una decisión clínica, cualquier ensayo positivo debe confirmarse con un segundo cultivo o PCR realizado con otra muestra de sangre (Kline, 199487>. 1.1.7. TRATAMIENTO. Incluimos dentro de este apartado la profilaxis, que en cualquiera de sus aplicaciones dentro de la infección por el VIH tiene un papel primordial en la infancia> pues estos niños no han tenido en muchos casos contacto con los agentes 14 infecciosos y la infección aguda suele cursar con gravedad extrema en pacientes inmunodeprimidos. En la actualidad se recomienda vacunar a todos los niños infectados por el VIH, con excepción de la vacuna de varicela y de la tuberculosis (BCG) que no se aconsejan de rutina; se debe utilizar inmunización pasiva en niños VIH~ y en contacto con sarampión, varicela y tétanos (MelIado,1993~). La terapia nutricional es importante porque la recurrencia de infecciones, la participación de éstas a nivel digestivo, el deterioro inmunológico y el tropismo directo del VIH sobre la mucosa intestinal conllevan una elevada prevalencia de malnutrición y peor pronóstico de la enfermedad (Uílrich,198989). Las alteraciones de la inmunidad humoral aparecen en el niño antes que las de la inmunidad celular. Como respuesta a la activación policlonal de los linfocitos B, los niños manifiestan muy pronto una hipergammaglobulinemia que junto con la alteración de la respuesta inmunitaria a mitógenos, hacen que el niño se comporte como un hipogammaglobulinémico y padezca infecciones sobre todo por bacterias encapsuladas (Bernstein,198%c~). Está indicada la administración de gammagíobulina intravenosa hiperinmune (400 mg/kg cada 3-4 semanas), en niños 3, con síntomas de leves a moderados y con linfocitos CDC mayor o igual a 2001mm para prevenir las infecciones bacterianas (TNICHHDIISG,1991 91). En niños con enfermedad avanzada, en tratamiento con zidovudina (ZDV), la gammaglobulina hiperinmune intravenosa disminuye la incidencia de infecciones bacterianas graves (Spector,199492). En los niños que han presentado bacteriemia o sepsis por Sa/monella spp. se aconseja profilaxis de por vida con cotrimoxazol o amoxicilina (Mellado,199%~). Dentro de las infecciones oportunistas, la neumonía por Pneumocyst¡s carinhl, merece especial atención por su frecuencia y gravedad; se recomienda profilaxis con Cotrimoxazol en los siguientes casos: neumonía por Pneumocyst¡s cahn¡¡ previa; menores de 12 meses cuando el número absoluto de linfocitos T CDC es 3 o su porcentaje es menor del 20% del total de linfocitos; entre menor de 1500/mm 15 los 12 y 24 meses cuando los linfocitos T CDC están por debajo de 750/mm3 o menos del 20%; entre 24 meses y 5 años si los linfocitos T CD4~ están por debajo de 500/mm3 o menos deI 20% del total de linfocitos; y en mayores de 6 años cuando los linfocitos T CDC están por debajo de 200/mm3 o menos deI 20% deI total de linfocitos (CDC,1991 93; Kovacs, 1991 ~; Nicholas,199473>. La pentamidina en aerosol, que también se ha utilizado como tratamiento profiláctico en niños, parece un tratamiento seguro y bien tolerado, presentando los mismos efectos indeseables que en adultos (Hand,1994~). La introducción de los antirretrovirales y, en especial de la zidovudina, ha cambiado la evolución de la enfermedad, mejorando la calidad de vida de estos enfermos (Pizzo,1988~), pero debe considerarse paliativa, más que curativa (Krasinski,199497). La zidovudina sigue siendo el fármaco de elección para el tratamiento antirretroviral en niños, utilizándose la didanosina o zalcitabina en los que presentan intolerancia o no responden a la zidovudina (Butíer,1991 ~; Tudor-Wiíliams, 1992~; Spector,19941~,). Actualmente, la terapeútica antirretroviral se recomienda cuando existe (Krasinski, 199497): >~ Infección oportunista. Retraso de crecimiento o caquexia severa. Encefalopatía o anomalías del desarrollo neurológico progresivos. ~ Miocardiopatía y tumores. > Los datos de laboratorio que aconsejan la instauración de tratamiento específico incluyen (Krasinski, 199497): * Hipogammaglobulinemia. Menos del 20% de linfocitos T CD4~ a cualquier edad. * Descenso rápido de linfocitos T CDC (50% o más en 6 meses>. 3 en menores de 11 meses. 1500 T CD4~/mm * 1000 T CDC/mm3 entre 11 y 24 meses: * c 500 T CD4~Imm3 oor encima de 24 meses. * * < < 16 Las dosis de antirretrovirales recomendadas para niños son (Krasinski>1 99497): A. Zidovudina: • 2 mg/kg/6h yo, en menores de 2 semanas. • 3 mg/kgl6h v.o. entre 2 y 4 semanas. • 180 mg/m2/ 6h yo, entre 4 semanas y 13 años. • 500 mg/24h, repartidos en 5 tomas, a los de 13 años o más y los que pesan más de 50 ¡cg. B Didanosina (ddí): • 90-1 20 mg/m2/12h. C. Zalcitabina: • 0’005-001 mg/kg 3 veces al día. La utilización de terapias combinadas parece ser una alternativa importante dentro del tratamiento antirretroviral. Se ha observado ganancia de peso e incremento del número de linfocitos T CD4~ con la utilización de zidovudina y zalcitabina, y ganancia de peso, aumento del número de linfocitos T CDC y reducción de la carga viral con la utilización de zidovudina con didanosina (Spector, 1 994~). El efecto secundario más frecuente de la zidovudina en la edad pediátrica es la supresión de la médula ósea (anemia y neutropenia), que es dosis dependiente y ocurre en un tercio de los niños con enfermedad avanzada (Krasinski, 199497>. A nivel ocular, en adultos> se han descrito edema macular quistico y retinopatía hemorrágica (Landone, 1991 ~ España, 1992~~>. Los efectos secundarios del ddl en los niños son iguales que en los adultos con la excepción de la aparición de atrofia periférica del epitelio pigmentario retiniano, que obliga a realizar examen funduscópico cada 2 o 3 meses para descartar esta eventualidad (Whitcup,1992 103). 17 1.2.- ALTERACIONES OFTALMOLÓGICAS EN LA INFECCIÓN POR ELVIH. 1.2.1. GENERALIDADES Desde el inicio de esta epidemia las manifestaciones oculares se han considerado frecuentes en estos enfermos (Holland, 1 982~~; Holland,19831~; Freeman,19841~; Palestine, 1984107). La mayoría de las alteraciones oculares en los pacientes con sida se encuadran en cuatro categorías principales: lesiones asociadas con alteraciones de la microvascularización; infecciones oportunistas; tumores; y alteraciones neuro-oftalmológicas asociadas a infecciones y tumores intracraneales (Jabs, 1989~~; Holland,19821~<). Como resultado de la epidemia, se han descrito algunas enfermedades oculares nuevas, como la coroiditis por Pneumocyst¡s carin¡í (Rao, 1989~~; Dugel, 1991 ~ Shami,1991111). En la mayoría de los casos, las alteraciones oculares asociadas a la infección por el VIH habían sido previamente enfermedades raras, o manifestaciones poco comunes de enfermedades que aparecían en otros grupos de pacientes. Así, por ejemplo, la retinocoroiditis por toxoplasma (Holland,1988112> y la retinitis por herpes zóster (Forster,1990113; Margol is, 1991114) que aparecían en individuos previamente sanos, pueden tener un curso y cuadro clínico diferente cuando se desarrollan en pacientes con sida (Holland,1992115). En España, tanto los factores de riesgo, como las manifestaciones sistémicas y oftalmológicas de los pacientes infectados por el VIH son distintas estadísticamente de la población estadounidense. La retinitis por toxoplasma y la endoftalmitis por cándida son más frecuentes en la población española, mientras que la retinitis por CMV y el sarcoma de Kaposi ocular presentan una incidencia menor (Adán,1993116; Cano,1994117). 18 El VIH se ha detectado en varias estructuras oculares: lágrima (Fujikawa,1985118; Fujikawa,1986119), conjuntiva (Fujikawa, 1985118. Cantrilí, 1968124 córnea (Doro>1986 121; Salahuddin,1986122), humor acuoso (Kestelyn,1986123; Farrell, 1986124), iris (Cantrilí, 1988120), vítreo (Srinivasan, 1989125; Gupenmacher, 1991126~ Mietz,1993127), retina (Pomerantz,1987128, Schuman,19871~; Cantrill>1988120; SkoInik,19891~; Rummelt1994131) y coroides (Rummelt, 1 ~ A diferencia de los adultos, en los niños las alteraciones oftalmológicas han sido poco estudiadas, o al menos existen muy escasas publicaciones al respecto. En 1986, Daus y cols. publican un caso de retinitis por CMV en un niño de 9 meses de edad; es la primera publicación encontrada sobre la afectación ocular en infección por el VIH en niños (Daus,1986132), cuando ya en 1982 se habían publicado alteraciones oculares en adultos (Holland, 1982í~.4. La incidencia de manifestaciones oftalmológicas en niños oscila entre el 20% y el 46% según las tres series publicadas hasta el momento (Denehy, 1989133; Kestelyn,1990~; lordanescu,1993135>; incidencia significativamente menor que en los adultos, en que oscilan entre el 50% y el 100% (Holland,19821 04 Holland ,1983~~~; Rosenberg,1 ~ Schuman,1983137; Khadem, 1984~~; Pepose, 1985139; Palestine,1 991 ~. 1.2.2. CLASIFICACIÓN Podemos clasificar las manifestaciones según su localización, siguiendo a Olea y cois (Olea,1993141> 19 MANIFESTACIONES DEL SEGMENTO ANTERIOR: Párpados: Infecciones: Molluscum contagiosum. Herpes zóster oftálmico. Tumores: Carcinomas. Linfomas. Sarcoma de kaposi. Otras. Conjuntiva: Queratoconjuntivitis infecciosas: hliperaguda bacteriana. Vírica. Protozoos. Queratoconjuntivitis secas. Queratoconjuntivitis tróficas. Queratoconuntivitis granulomatosas. Carcinomas. Microangiopatía. Córnea: Queratitis infecciosas: Queratitis bacterianas. Queratitis víricas. Queratitis fúngicas. Queratitis no infecciosas Úvea anterior. 20 • MANIFESTACIONES DEL SEGMENTO POSTERIOR: Microangiopatia retiniana. Infecciones no oportunistas: Bacterias endógenas. Sifilítica. Candidiásica Herpéticas: Herpes simple. Herpes zóster. Tuberculosa. Infecciones oportunistas: Pneumocistis carinii Toxoplasma gondi. Citomegalovirus. Cryptococo neoformans. Mycobacterium-avium intracelulare. Histoplasma capsulatum. Miscelánea: Síndrome de necrosis retiniana aguda. Infección retiniana VIH. Infecciones retinianas mixtas. Linfoma maligno ocular primario. • MANIFESTACIONES NEURO-OFTALMOLÓGICAS: Nervio óptico: Papiledema por hipertensión intracraneal. Perineuritis óptica. 21 Papilitis. Neuritis retrobulbar. Neuropatía óptica sida. Lesiones del SNC: Meníngeas. Cerebrales: Hemisféricas. Tálamo-cerebro medio. Tegmento-pontinas. Cerebelo. Otras: Anomalías pupilares. Parálisis y paresias oculomotoras. Centrales. Periféricas. Nistagmus. • MANIFESTACIONES ORBITARIAS: Infecciones. Tumores. Otras. Nos limitaremos a detallar, de entre las alteraciones descritas hasta el momento, las que se han referido en los pacientes pediátricos. 22 1.2.3. MANIFESTACIONES DEL SEGMENTO ANTERIOR. 1.2.3.1. PÁRPADOS. • INFECCIONES PALPEBRALES. * MOLLUSCUM CONTAGIOSUM. Aparece como una o varias lesiones tumorales umbilicadas, pequeñas (3-5mm), blanco nacaradas, de aspecto perlado. En inmunocompetentes es un proceso autolimitado, generalmente con menos de 10 lesiones y de resolución espontánea en meses (Katzman, 1985142; Kohn,1987143). En pacientes con sida las lesiones son más numerosas, grandes, confluentes y duraderas, apareciendo en un 10-20% de los mismos 987~~). La localización palpebral es frecuente, cuando lo (Katzman,1985142; Kohn, l hacen en el borde libre pueden producir una conjuntivitis folicular crónica o una queratitis (Robinson, 1 992~«). Se ha descrito también la localización en conjuntiva bulbar (Charles, 1992~). En niños se han descrito varios casos de afectación palpebral por molíuscum contagiosum (Dennehy, 1 989~~; lordanescu, 1 993 1~g Vila> 1994~~>. Dennehy, en su serie pediátrica, describe 2 casos de lesión unilateral afectando a párpados superior e inferior, y con extensión a mejillas (Dennehy, 1989133). - HERPES ZÓSTER OFTÁLMICO. En pacientes infectados por el VIH es una infección frecuente, a menudo la primera manifestación (Cole, 1984147), y aunque no es criterio diagnóstico, se debe 23 sospechar esta asociación en toda persona joven sin otra causa que justifique una inmunodepresión transitoria (Meíbye,1987148>. lesiones cutáneas severas y Se caracteriza habitualmente por prolongadas, queratitis y uveítis anterior (Cole,1984147), habiéndose descrito también queratitis dendritiforme crónica por infección persistente por el virus de la varicela-zóster (WZ) (Engstrom, 1988149). En niños se han descrito 3 casos herpes zóster con implicación ocular <Awan, 1990~~~ lordanescu, 1 993~). • OTRAS Incluimos en este apartado las alteraciones de pestañas, de las que no hemos encontrado referencias bibliográficas pediátricas, pero que aparecen también en los niños. Están descritas la madarosis y el aumento de tamaño, esto podría deberse a deficiencias nutricionales o estar relacionadas con tratamientos farmacológicos (Casanova, 1987~~~; Kíutman,1991 ~ Mansour,1 Janier>1987152; Roger,1988153; ~~~í55)• 1.2.3.2. CONJUNTIVA • CONJUNTIVITIS INFECCIOSAS. Como única diferencia clínica en el examen físico neonatal, se ha descrito una mayor incidencia de conjuntivitis dentro de las primeras 48 horas de vida en neonatos nacidos de madres seropositivas, comparados con niños nacidos de madres seronegativas (Bulterys, 1994~~). 24 • QUERATOCONJUNTIVITIS SECAS. La queratoconjuntivitis seca, sin asociación a xerostomía o enfermedades del tejido conectivo, está presente en el 21% de los pacientes infectados por VIH, según un estudio realizado por Lucca y cols. (Lucca, 1990157; Lucca,19921~), incidencia mucho mayor que en la población normal en que ronda el 1%. Estos mismos autores refieren una posible correlación entre la linfadenopatía generalizada y la queratoconjuntivitis seca. Kestelyn, en su serie africana, encuentra disminución de la secreción lagrimal en el 20% de los pacientes. Las glándulas lagrimales se afectarían por el mismo proceso patológico que las salivares, que con tanta frecuencia están alteradas en los niños (KesteIyn,199O1~). Esta disminución de la secreción lagrimal no es referida en las otras series publicadas (Dennehy,1989133; lordanescu, 1 ~~~135)• • MICROANGIOPATÍA VIH. La incidencia de los cambios vasculares conjuntivales en los pacientes infectados por el VIH oscila entre el 75% (Teich, 1987~~) y el 100% (Engstrom,1 g90160). La causa de estas alteraciones sigue sin conocerse. El incremento de niveles de fibrinógeno en los pacientes VIH contribuye al espesamiento sanguíneo y enlentecimiento del flujo al aumentar la agregación eritrocitaria, causando daño vascular conjuntival (Engstrom, l99O~). Se han propuesto, también como causa de daño vascular> el depósito de inmunocomplejos circulantes <Pepose,19851~> y la infección de las células endoteliales por el VIH (Pomerantz, 1987137). 25 Los cambios vasculares en conjuntiva incluyen dilatación capilar, fragmentos vasculares aislados, segmentos de calibre irregular, microaneurismas, aspecto granular de la columna sanguínea y estancamiento o disminución del flujo. Estos cambios son más manifiestos en la conjuntiva bulbar perilimbar inferior (Shuler,1989161; Rodríguez,19941~). La significación clínica de estas alteraciones vasculares se desconoce (Engstrom, 1 99O~). 1.2.3.3. CÓRNEA. • QUERATITIS INFECCIOSAS. QUERATITIS VÍRICAS. No parece que la infección corneal por herpes simple sea más frecuente en pacientes infectados por el VIH, pero en éstos existen particularidades como la predilección por afectar la periferia corneal o el limbo, las recurrencias múltiples y el curso de cada episodio más prolongado (Young, 1989~~). Se ha descrito un caso de infección corneal simultánea por herpes simple tipo 1 y 2, bien resuelta con trifluridina en 3 semanas (Rosenwasser, 1992164). Nos hemos referido previamente al herpes zóster oftálmico. A nivel corneal ocasiona queratitis severas y prolongadas cuando se asocia a infección VIH (Cole,1984147)~ Engstrom y cols. publican en 1988, un caso de queratitis dendritiforme debida a infección persistente por VVZ, en que se cultivó virus a partir de raspados corneales a las 11 semanas del comienzo de la queratitis, cuando en individuos normales sólo se puede aislar en las primeras 48 horas del proceso. Este hallazgo sugiere que la inmunodeficiencia por la infección VIH podría permitir la persistencia de infección viral activa en el epitelio corneal (Engstrom,1988149). 26 lordanescu y CoIs describen 1 caso de queratitis herpética en su serie de 33 niños (Iordanescu,1 993~~). 1.2.3.4. UVEA ANTERIOR. La causa más frecuente de uveitis anterior en pacientes infectados por el VIH es su afectación concomitante con una infección retiniana. En las retinitis por CMV las uveitis son poco frecuentes y leves> con precipitados queráticos escasos o ausentes, y sin formación de sinequias. Ante una iridociclitis se debe cuestionar el diagnóstico de CMV <Chang,19861~). Las uveitis importantes nos hacen pensar en otro diagnóstico, como retinocoroiditis par toxoplasma, (Holland,1988112; Passo19881~). retinitis sifilítica o endoftalmitis fúngica Se ha descrito una iridocilcitis con cultivos negativos a toxoplasma, CMV y sífilis, y con cultivo positivo a VIH. La respuesta al tratamiento con ZDV resultó favorable, por lo que se ha descrito como iridociclitis por VIH (Farrelí >1988124). En niños se ha comprobado un caso de iridociclitis granulomatosa aislada (O’Hara,1991 167). Los casos de retinitis por CMV, al igual que en los adultos, parecen no acompañarse de participación uveal, y si aparece es mínima (Levin, 1989~). Saran describe un caso de uveitis aguda con hipopion en un niño de 10 añas en tratamiento con rifabutin y claritromicina a causa de una infección sistémica por Mycobacter¡um av¡um (Saran, 1 994~). 27 1.2.4. MANIFESTACIONES DEL SEGMENTO POSTERIOR. 1.2.4.1. MICROANGIOPATiA RETINIANA. Es la manifestación más frecuente en los pacientes con sida, encontrándose en aproximadamente el 50% de los mismos (Holland,1983105; Rosenberg, l983~~; Freeman,19841~; Palestine,1984107; Pepose, 1985139; Newsome,1984170; Jabs,1989108). Su aparición está relacionada con el estado evolutivo del enfermo, aumentando su prevalencia a medida que disminuye el número de linfocitos T CD4~ (Freeman,1989171; Kupperman, 1993172). La causa de las alteraciones microvasculares que aparecen en los pacientes infectados por el VIH es desconocida; se han implicado entre ellas el depósito de inmunocomplejos circulantes (Holland,19831~; Newsome,1984170; Pepose, 1985j39), la infección de las células endoteliales por el VIH (Pomerantz,1987128) y alteraciones en el flujo sanguíneo (Engstrom,199O1~). Clínicamente se caracteriza por la aparición de exudados algodonosos, hemorragias, microaneurismas y anomalías microvasculares intrarretinianas (Palestine,1984107; Pepose19851~; 173~ Freeman,1989171). Mediante angiografía con fluoresceína (AFG) se demuestra la formación de microaneurismas, vasos teleangiectásicos y focos de no perfusión capilar (Newsome,1984170; Pepose,1 985~~~; Kreiger,1 988173). Los exudados algodonosos aparecen en el poío posterior, generalmente a lo largo de las arcadas vasculares principales (Kreiger,1988173; O’Donnell,1989174), son áreas focales de tumefacción de la capa de fibras nerviosas que aparecen como respuesta a la isquemia retiniana asociada a la microangiopatia retiniana difusa (Holland, 1992115). 28 En general, estos exudados algodonosos no causan sintomatología, pero pueden ser un factor contribuyente a la pérdida axonal del nervio óptico que aparece en pacientes con sida y a los defectos asociados de visión de colores y sensibilidad al contraste de los pacientes infectados por el VIH (Quiceno, 1992175; Tenhula, 1992176). La microangiopatía puede afectar a la mácula provocando maculopatía isquémica (Pepose,19851~; Kreiger, 1988173)0 edema macular <Palestine,1991140>. Las alteraciones microvasculares son transitorias resolviéndose espontáneamente en un plazo de dos meses (Holland, 1983~~; Pepose, 1985~~; Newsome,1984170; O’Donnell,1989174). Pueden aparecer lesiones nuevas a la vez que las antiguas están desapareciendo (Schuman> 1987~~). La incidencia de anomalías microvasculares retinianas en los niños es del 8% aproximadamente (Dennehy,19891~; Kestelyn,19901~; Iordanescu,19931~). Dennehy, en su serie, encuentra exudados algodonosos en el 8% de los niños estudiados, y hemorragias retinianas en el 5%. Los exudados algodonosos aparecen en asociación con retinitis por CMV, sólo en un caso los encontró aislados (Dennehy,19891~4 Para Kesteíyn, la incidencia es menor, siendo para los exudados algodonosos del 09% y del 1 ‘8% para las hemorragias retiníanas (Kestelyn, 1 99O~). El envainamiento perivascular y perivasculitis de vasos retinianos periféricos que aparece en el 46% de los niños africanos (Kestelyn, 1 985~4 no es referido en 1989ír; lordanescu, 1993~~>. las otras dos series (Dennehy, 29 1.2.4.2. INFECCIONES NO OPORTUNISTAS. • CANDIDIÁSICA. La endoftalmitis por Cándida albicans es una de las infecciones oculares endógenas más frecuentes, es secundaria a diseminación hematógena. El cuadro clínico es el de una coriorretinitis acompañada de iridociclitis más o menos llamativa. Oftalmoscópicamente, se ve una lesión blanquecina pequeña (menor de un milímetro) en poío posterior, con organización vítrea sobre ella. A veces existen abscesos vítreos por rotura de uno o varios focos retinianos. Es bilateral en 2/3 de los casos, la evolución puede dar lugar a desprendimiento de retina y vitreorretinopatía prol iferativa (Mateos, 199017S~ Olea,1993141). Recientemente se ha publicado un caso de endoftalmitis candidiásica, sin confirmación analítica, en un niño hemofílico de 12 años que acudió a consulta por pérdida de visión en ojo derecho (OD). Oftalmoscópicamente presentaba turbidez vítrea, que impidió visualizar la retina, con hemorragias, restos de fibrina y reacción inflamatoria muy marcada. Se trató inicialmente con anfotericina B y vitrectomía, y posteriormente se mantuvo con ketoconazol y ZDV (España, 1994179). 1.2.4.3. INFECCIONES OPORTUNISTAS. • TOXOPLASMA GONDII. La corioretinitis por toxoplasma es la segunda infección retiniana en frecuencia en pacientes con sida, afectando aproximadamente al 3% de los infectados por el VIH (Cochereau-Masin, 1992180). 30 Una característica importante en los pacientes con sida es que puede ocurrir en ausencia de infección ocular previa (congénita) (Smet, 1994181); tan sólo se encuentra cicatriz ocular previa en el 4% de los casos (Cochereau-Masin,19921~). Oftalmoscópicamente, se observa un área de necrosis retiniana blanco-amarillenta, edematosa con bordes difusos (Cochereau-Masin>1992 rnJ• La mayoría de las lesiones, en pacientes con sida, son unifocales y se localizan en poío posterior (Cochereau-Masin ,1992 ~ pero puede presentarse como lesiones multifocales o como áreas de necrosis retinianas difusas (Holland,1988112), e incluso progresar a panoftalmitits y celulitis orbitaria (Moorthy,1993182). Alrededor del 40% de los pacientes tienen afectación concomitante del sistema nervioso central, por lo que se recomienda realizar siempre un TAC o una RMN (Smet,1994181). Ante la sospecha de una retinitis por CMV, el principal diagnóstico diferencial que debemos plantearnos es la toxoplasmosis, ya que ésta semeja en muchos casos la anterior (Smith, 198818g Pivetti-Pezzi,19941~). La retinitis por toxoplasma produce opacificación retiniana densa y gruesa> los bordes de la lesión son lisos y no granulares y> sobre todo, ocasionan inflamación de humores vítreo y acuoso; además las hemorragias retinianas, tan frecuentes en la retinitis CMV, son raras en la toxoplasmosis (Eíkins, 1994185; Cochereau-Masin>1992 La clínica en los niños es similar. De los tres casos encontrados en la literatura, uno fue observado en fase inactiva como cicatrices maculares típicas (Dennehy, 1989133). Los otros fueron tratados, uno con sulfametopirazina y pirimetamina, sin que se pudiera observar el efecto por fallecer el paciente rápidamente (Bottoni,199O1~); y otro, se resolvió satisfactoriamente con atovacuone (Mepron®) (López, 1992187). 31 • CITOMEGALOVIRUS. La retinitis por CMV es la infección ocular oportunista más frecuente en los pacientes adultos con sida, apareciendo entre el 15 y el 48% de los mismos (HoIland,19831~; Palestine, 1984 ~ Freeman,19B41~; Pepose,19851~; Schuman,19871~; Jabs, 1989~~; Jabs, 1989~~; Nagata, 1993~~>; puede ser la primera manifestación de la enfermedad (Henderly, 1 987~ ~; Sison ‘~~~‘í9í) y es la causa de ceguera más común en estos enfermos (Kuppermann,1993172). En los niños> la incidencia es claramente menor, situándose en el 5% (Dennehy,19891~; KesteIyn,19901~); sin embargo, la aparición de retinitis en el curso de una infección diseminada por CMV parece ser más frecuente en los niños <Dennehy,19891~). La incidencia aumenta hasta el 16% con la disminución de linfocitos T CDC por debajo de 100, pero sigue siendo menor que en la población adulta con el mismo recuento de linfocitos T CD4~ en que aparece en el 50% Desde 1987 es un criterio diagnóstico de sida, incluido en la definición del CDC (CDC,198771). La retinitis por CMV, en adultos, se relaciona estrechamente con el estado de inmunodeficiencia del paciente, apareciendo cuando el recuento de linfocitos T CD4~ es menor de 50 células/microlitro (Palestine,1984107; Kuppermann, 1 ~~~172)- Inicialmente puede no ocasionar sintomatología, o cursar con miodesopsias, fotopsias, disminución de agudeza visual (AV) o escotomas (Culbertson,19891~; Hennis, 1989193). La disminución de AV se puede producir por necrosis retiniana con afectación macular, infiltración del nervio óptico y desprendimiento de retina (Dugel .1991 ~ Palestine, 1984107>. 32 La lesión principal de la retinitis por CMV es la retinitis necrosante, que se define como una zona de retina opacificada, de color blanco amarillento, con borde granular o difuso que se extiende sobre la retina sana; las hemorragias son importantes en el polo posterior, siendo escasas o estando ausentes en las formas periféricas, en que predominan el edema y la necrosis (Kreiger,1988173 Culbertson,1989192; Dugel, 1993194; Andreu ,1993~95; Olea, 1993141). Generalmente> las lesiones se extienden a lo largo de las arcadas vasculares y progresan centrípetamente hacia el polo posterior; el vítreo, a diferencia de lo que ocurre en otras infecciones, por lo general, no sufre alteraciones significativas (Kreiger,19881~; Culbertson, 1989192; Dugei,1993194; Andreu,19931~; Olea,1993141>. La retinitis por CMV se acompaña con frecuencia y en grado variable de vasculitis, que inicialmente consiste en envainamiento perivenoso, siendo la afectación arteriolar menos frecuente (Culbertson,1989192). Se ha descrito una forma de retinitis por CMV asociada a angeitis en “escarcha” (Spaide,19921~; Secchi, 1992197; Del Rio y Pardo,1994198). La retinitis comienza con frecuencia en áreas donde previamente existían exudados algodonosos (Dugel, 1 ~~~í94)~ Al resolverse, la necrosis retiniana deja zonas de atrofia con áreas de dispersión pigmentaria (Pepose,1985139, Schuman, 1 983~37). Las manifestaciones son semejantes en adultos y niños. En niños, al igual que en adultos, son frecuentes los casos bilaterales (Daus,19861 32~ Dennehy,l9891~; Levin, 1989~~; Butler,19921~), quizá más que los monolaterales (Jonkheer,199O~; Salvador,1993~c4, y tampoco es rara la aparición de desprendimiento de retina (Butíer,1992~~; Salvador 1993~~) Pahwa observó la existencia de cuadriplejia espástica y coriorretinitis en dos de tres niños con microcefalia e infección por CMV congénita (Pahwa, 198664). 33 Se han descrito en niños dos casos de glaucoma tras retinitis por CMV <Dennehy,19891~3; Levin,19891 El tratamiento se realiza con ganciclovir y foscarnet, si bien, se han obtenido buenos resultados con ZDV más gammaglobulina <Jonkheer, 1 990~) y con immunoglobulina específica anti-CMV (Salvador, 1993~~). La combinación de ganciclovir y foscamet permite la administración de dosis menores, disminuyendo los efectos secundarios. Butíer ha utilizado esta combinación satisfactoriamente (Butíer,1992~~). • CRYPTOCOCO NEOFORMANS. En pacientes con infección VIH se ha descrito papiledema (la más frecuente), parálisis de pares craneales, neuropatía óptica, atrofia óptica y afectación coroidea (Kestelyn,1993~; Jabs,19891~). La coroiditis puede diagnosticarse antes de la aparición de los signos y síntomas sistémicos, y sin que exista lesión del nervio óptico (Schulman,1988~; Stone, 1988~; Morinelli,1993~). La coroiditis por cryptococo en pacientes con sida, se manifiesta de forma similar a la producida por el pneumocistis carinii (Carney, 1 990~), aunque la producida por cryptococo se acompaña con más frecuencia de uveitis <Schulman, 1988~3; Stone,1988~4). La pérdida de visión bilateral es la complicación más grave, se ha descrito por atrofia óptica, neuropatía óptica y de causa cortical (Lipson, 1989~7; Cohen, 1993~; Kestelyn, 1 993~). En niños se ha descrito un caso de papiledema bilateral postmeningitis cryptocócica que evolucionó a atrofia óptica (España, 1 994~>. 34 1.2.4.4. MISCELÁNEA. • SíNDROME DE NECROSIS RETINIANA AGUDA. Es una retinitis necrotizante aguda periférica, asociada a vasculitis arteriovenosa importante, que cursa con oclusión vascular y áreas de hemorragia acompañada de reacción vítrea más o menos intensa y uve[tis anterior leve o moderada. Con mucha frecuencia se asocia también tumefacción papilar aguda y edema macular (Fisher,1982~), y puede ser la primera manifestación de sida (Martínez, 1991210>. El germen más frecuentemente implicado ha sido el virus de la Varicela-Zóster, seguido por el virus del herpes simple tipo 3, y por último el CMV, que en determinadas circunstancias puede dar lugar a este síndrome (Culbertson,1982211; Freeman,1986212; Pepose,1 992213; Laby,1993214). La sintomatología consiste en fotofobia, dolor ocular y periocular intenso> enrojecimiento por inyección epiescleral y disminución de visión (Culbertson,19891~; Yoser,1993215). En los pacientes con sida la inflamación intraocular es menos intensa que en los pacientes sanos (Forster,1990113). La oftalmoscopia muestra áreas de retinitis blanco amarillentas de extensión variable, confluentes, situadas en periferia, con hemorragias aisladas, oclusiones vasculares sobre todo arteriolares y a veces papilitis. Las lesiones progresan rápidamente, afectando en pocos días a toda la retina (Forster, 1990113; Freeman,1986212; Yoser,1993215>. Inicialmente suele ser unilateral, pero la evolución hacia la bilateralización es la regla (Dugel,1993194). Típicamente> la presentación de las lesiones es en periferia retiniana; sin embargo, se han descrito formas de comienzo en polo posterior> caracterizadas además por la ausencia o escasez de vasculitis (Margolis,1991114). 35 La complicación más frecuente, y la primera causa de pérdida de visión, es el desprendimiento de ra+,rNó ~ (Culbertson, 1989192,. Yoser 1993 Forster, 1990113; Freeman, 1984~~). 215’ Duker,1990 216> El diagnóstico es clínico, pudiendo ayudar los antecedentes de patología dermatológica, ya que la afectación ocular viene acompañada o precedida en muchas ocasiones de dermatitis por Varicela-Zóster (Pepose, 1984217; Chess, 1988218; Forster,1990113). Recientemente el Comité de Investigación y Educación de la Sociedad Americana de Uveitis ha establecido criterios diagnósticos para diferenciar el síndrome de necrosis retiniana aguda (SNRA) de otras retinopatías herpéticas necrotizantes. El término SNRA hace referencia exclusivamente al aspecto clínico y curso de la infección. Las características clínicas de este síndrome incluyen (Holland, 1994219): * Uno o más focos de necrosis retiniana de bordes separados en periferia * retiniana. Progresión rápida (puede verse enlentecida con tratamiento). Extensión circunferencial alrededor de la periferia retiniana. * Vasculopatia oclusiva con afectación de arteriolas. * Reacción inflamatoria importante en vítreo y cámara anterior. * Otras características no requeridas para el diagnóstico pero que lo apoyan * son: atrofia o neuropatía óptica, escleritis, dolor. El único caso de SNRA pediátrico encontrado en la literatura se produjo tras la aparición de lesiones dérmicas por varicela. La exploración mostró defecto pupilar aferente relativo en OD, vítreo claro y un cuadro de necrosis retiniana atípica por vasculitis hemorrágica, con papiledema, tortuosidad vascular, hemorragias y edema profundo. El tratamiento, tanto con aciclovir como con 36 foscarnet, no dio resultado, y evolucionó a desprendimiento de retina (DR) total (España, 1 ~~~22O)~ En el síndrome de necrosis retiniana periférica progresiva (SNRPP) las lesiones son multifocales con opacificación retiniana profunda y ausencia de bordes granulares, puede haber muchas áreas confluentes de opacificación, las lesiones se localizan en periferia retiniana con o sin afectación macular, la progresión de las lesiones es extremadamente rápida, no se produce inflamación vascular y la inflamación intraocular es nula o mínima (Engstrom, l9g4~~). Engstrom publica, en su serie de SNRPP, un caso de un niño de 6 años (Engstrom,1994~ 1). 1.2.5. MANIFESTACIONES NEURO-OFTALMOLÓGICAS. Las manifestaciones neuroftaímológicas se producen como consecuencia de afectación primaria del sistema nervioso central (SNC) por el VIH, infecciones oportunistas o tumores intracraneales. Las lesiones más frecuentes son las paresias o parálisis oculomotoras y la afectación del nervio óptico. Además se han descrito alteraciones pupilares, defectos de campo visual, nistagmus, pérdida de visión de causa neurológica y enlentecimiento de los movimientos sacádicos (Freeman,19841~; Palestine, 1984107; Nagata, 1993~~; Olea, 1 Kreiger,1988173; Jabs,19891~; Los pacientes con infección por el VIH pueden presentar papiledema por hipertensión intracraneal de etiología diversa. El papiledema es el signo ocular más frecuente en la meningitis cryptocócica, el 31 % de los pacientes con cryptococosis y sida cursan con papiledema por hipertensión intracraneal (Kestelyn,1993,~). La descompresión de las vainas del nervio óptico es un tratamiento alternativo del papiledema con disminución de visión que ocurre en la 1993m). meningitis cryptocócica (Garrity, 37 La perineuritis óptica es una inflamación de las vainas del nervio óptico sin lesión del tejido neural. Con frecuencia se asocia a sífilis, aunque se ve en otras enfermedades (Winward, 1989v3>. Se puede apreciar aumento de mancha ciega, similar al del edema de papila. Cuando es bilateral, y la presión intracraneal normal, puede ser el único signo diferencial con el edema de papila de la hipertensión intracraneal (Olea, 1 ~~~141). La aparición de papilitis en pacientes con infección por el VIH se asocia con frecuencia a CMV (Grossniklaus,1987~ 4>, pero también se ve en sífilis <Carter, 1 987~g Passo, 1988~~) y SNRA (Sergott, 1 9852~). Se han descrito neuritis retrobulbar en sífilis <Zaidman>1986227), CMV 98%~~~). En el (Friedman,1984228> y cryptococosis (Winward,19892~; Lipson, 1 diagnóstico diferencial de neuritis óptica en infección por VIH se debe incluir también la toxoplasmosis y tuberculosis (Winward, 19892z3)~ Existe en pacientes con sida una pérdida del 40% de las fibras en el nervio óptico que> a diferencia del glaucoma o la enfermedad de alzheimer, no es selectiva. Es una degeneración directa de los axones de las células ganglionares, sin intervención de infecciones oportunistas (Tenhula,1992 176). No se conoce la patogenia, se baraja la posibilidad de que el VIH destruya directamente las células ganglionares de la retina, que sea por efecto del propio virus en el SNC, o por mecanismos inmunológicos (Tenhula, 1992176). En estudios recientes se ha encontrado disminución de la discriminación de los colores, alteración en los tests de sensibilidad al contraste (Quiceno, 1992175; Geier,1993~9> y alteración del tiempo de reacción pupilar (Maclean,1993~) que indicarían una neuropatía óptica primaria (neuropatía óptica sida). 38 1.2.6. MANIFESTACIONES ORBITARIAS. 1.2.6.1. LESIONES INFECCIOSAS. En adultos se han descrito celulitis orbitaria por Sta filococaus (Dennehy 1989~~; Mansour, 1 ~ Pseudomona (Cano, l994~2L Leishmania (Mateos, 1 ~~~233)’ Pneumocisfrs cariníl (Friedberg, 1 992~) y Aspergillus En niños, Dennehy describe en su serie un caso de celulitis preseptal con cultivo positivo para Stafhioccocus aúreus (Dennehy,19891~). 1.2.6.2. LESIONES NO INFECCIOSAS La lesión orbitaria más frecuente en pacientes con infección por VIH son los tumores, y dentro de estos, los linfomas (Brooks, 1 984~7; Jabs,19891~; Antle, 1990~; Mansour, 1990~~; Schanzer, 1991 fl9; Tien ,1991 ~ Turok, 1992241; Stanton, 1992 242> Desai 1992243’ Font,1993244’ Reifler, 1994 245’ Mateos,1994~). Los pocos casos publicados se han producido en adultos jóvenes, varones, con antecedentes de homosexualidad ylo UDVP. El linfoma orbitario en pacientes con sida es de curso más rápido y virulento> semejando incluso un proceso infeccioso o inflamatorio (Reifler, 1 ~ (Matzkin, 1 ~~~246) inusualmente puede coexistir con linfoma intraocular Además de los linfomas se han descrito sarcoma de Kaposi (Freeman,19841~ Mansour, 1 ~~~í55)> pseudotumor orbitario (Benson, 1988247), granuloma eosinófilo (Gross, 1 9892~), y metástasis orbitaria de adenocarcinoma gástrico (Singer, 1990249). 39 Se ha descrito un caso de miositis orbitaria autoinmune como primera manifestación de infección VIH <Fabricius, 1991 250) En niños hemos encontrado dos casos publicados de linfoma de Burkitt con implicación ocular> uno con exteriorización palpebral (lordanescu,19931~), y otro que debutó con inyección conjuntival y exoftalmos, hallándose en el aspirado de cámara anterior células mononucleares patológicas, y que fue tratado con radioterapia (Nadal, 1 994~). 40 2.- HIPÓTESIS DE TRABAJO. OBJETIVOS 41 HIPÓTESIS DE TRABAJO. OBJETIVOS Debido a las especiales y frecuentes alteraciones oculares que se producen en los pacientes con infección VIH> los estudios y publicaciones sobre afectación ocular en infección VIH y sida no han cesado desde hace más de una década. Si bien esto es válido para adultos, no ocurre lo mismo con los niños. En toda la literatura mundial de que hemos dispuesto apenas una docena de artículos se referían a las alteraciones oftalmológicas de los niños con infección VIH, y de estos solo tres eran series, una de 1101 otra cJe 40 y la última de 33 niños; siendo el resto de las publicaciones casos aislados. El hecho de encontrar tan escasa documentación, en principio por la poca incidencia de alteraciones oculares en niños con infección VIH, y el poder disponer cte un número de niños elevado> nos llevó a intentar realizar un protocolo de exploración oftalmológica completo a todos los niños infectados por el VIH del Hospital General Universitario Gregorio Marañón. A este grupo se sumó otro, del Hospital del Niño Jesús, para aumentar el número de casos y conseguir una serie algo más amplia. En base a esto, nos planteamos una serie de objetivos que se enumeran a continuación: 1. Estudiar la incidencia de alteraciones oftalmológicas sintomáticas y asintomáticas en pacientes pediátricos infectados por el VIH. 2. Describir las distintas alteraciones oftalmológicas que aparecen en los niños infectados por el VIH. 3. Comparar los resultados obtenidos en la investigación con los estudios realizados hasta el momento. 42 4. Correlacionar las alteraciones oftalmológicas con parámetros clínicos, de laboratorio y terapeúticos. 5. Valorar la utilidad o necesidad de realizar controles oftalmológicos periódicos en los niños infectados por el VIH. 43 3.- PACIENTES, MATERIAL Y MÉTODO 44 . PACIENTES. MATERIAL Y MÉTODO 3.1.- PACIENTES. Se estudian un total de 57 pacientes pertenecientes a dos centros hospitalarios de la Comunidad Autónoma de Madrid. El primer grupo, de 50 pacientes> corresponde a los enfermos seguidos en el “Servicio de Inmunopediatria” del Hospital General Universitario Gregorio Marañón (HGUGM>; y el segundo, compuesto por 7 pacientes, pertenecientes a la “Unidad de Infecciosos’> del Hospital del Niño Jesús (HNJ). La totalidad de los pacientes estudiados se diagnosticaron como VIH-1 positivos por métodos de laboratorio (PCR-reacción en cadena de la polimerasa- y Western-BIot), y cumplieron los criterios clínicos de infección según el CDC (CDC,198771), se descartaron todos los pertenecientes al grupo PO (infección indeterminada). Todos los pacientes estaban incluidos dentro de la edad pediátrica, que se considera hasta los 13 años siguiendo igualmente al CDC (CDC, 198771). 3.2.- MATERIAL Y METODO. 3.2.1. DESCRIPCIÓN. Se ha realizado un estudio transversal de los pacientes atendidos en policlínica y de los ingresados durante un periodo de 10 meses, desde Enero hasta Noviembre de 1994. Se considera el estudio como transversal ya que estos 10 meses es el tiempo que se ha empleado en la exploración completa de todos los 45 enfermos, si bien en algunos casos, como al encontrar errores de refracción no tratados, en procesos infecciosos, o en enfermos encamados, ha existido seguimiento de los mismos. Se revisan las historias clínicas que nos permite recoger los datos necesarios para cumplimentar el protocolo, que se expone más adelante> comenzando por los datos personales y de filiación. Siguiendo con las enfermedades padecidas hasta el momento, el tratamiento seguido y el estadio clínico en el que se encontraban cuando fueron sometidos a la exploración oftalmológica. De las determinaciones analíticas más próximas al momento de la exploración oftalmológica se han recogido datos del hemograma, serológicos e inmunológicos. La exploración oftalmológica de los pacientes ambuiatorios se ha llevado a cabo en las consultas externas de oftalmología del HGUGM (48 planta del edificio de consultas externas del HGUGM). Los ingresados que pudieron trasladarse a la consulta se sometieron al mismo protocolo, y el resto fueron estudiados encamados. Estos enfermos, tras el alta hospitalaria, en caso de producirse, se han vuelto a estudiar en la consulta de oftalmología. Los enfermos que no han podido estudiarse con lámpara de hendidura por falta de colaboración se han explorado en quirófano con microscopio quirúrgico. La mayoría de los pacientes se han estudiado al menos dos veces con un intervalo de tiempo mínimo de dos meses. Con los datos de filiación, situación global de la enfermedad y sintomatología ocular, así como exploración oftalmológica completa, se ha cumplimentado el protocolo que se expone a continuación. 46 3.2.2. PROTOCOLO DE TRABAJO DATOS GENERALES • FILIACIÓN fecha / Caso n0 N0 de historia Apellidos Fecha de nacimiento / 1 Dirección Mecanismo de transmisión: 1 cama policlínica nombre edad sexo tlf * transfusión *vertical otros * • SITUACIÓN GLOBAL Enfermedades previas: Tratamiento previo: Estadio de la enfermedad: Enfermedad actual: Tratamiento actual: Estudios de laboratorio: leucocitos hematíes hematocríto plaquetas CD4 C08 IgA lgG gammaglobulinas: PCR W-blot • PROTOCOLO OFTALMOLÓGICO Antecedentes oculares: Sintomatología: Exploración: Oftalmoestatometr[a: Agudeza visual: OD sc 01 sc Refracción: Motilidad extrínseca: Motilidad intrínseca: Test de schirmer: OD Biomicroscopia: hemoglobina linfocitos %.. C04/CD8 IgM Agp24 * * cc cc ae.. ae * * * * mm 01 mm * párpados: conjuntiva: OD hiperemia microangiopatía dilataciones columna granular estancamiento otras 47 01 * * córnea: camara anterior: iris: cristalino: BUT: 00 seg 01 vítreo: Esquiascopia: Fondo de ojo: 00 papila mácula árbol vascular parénquima especificación de lesiones: seg 01 Pruebas complementarias: Diagnóstico: 3.2.2.1. DATOS GENERALES Se revisan las historias clínicas de los pacientes para recoger datos de filiación, así como estado clínico previo y actual> datos clínicos y de laborarorio. La clasificación de los casos se hace con números según el orden en que se someten a la exploración oftalmológica. La fecha corresponde a la primera exploración. Según sean ambulantes o ingresados se especifica con el número de cama o con una cruz en “policlínica>’. El número de historia corresponde al del registro general del HGUGM o del HNJ; para evitar confusiones, en caso de pertenecer al Hospital del Niño Jesús se han añadido las siglas HNJ a continuación del último número de la historia clínica. Los apellidos y nombre reflejados en los protocolas son los que aparecen en las historias clínicas, en caso de ser adoptados se ha tomado el nombre y apellidos utilizados tras la adopción. La fecha de nacimiento se recoge de forma numérica en día, mes y año respectivamente. La edad en meses para los menores de 1 año y en años sin precisar meses para los mayores de esta edad. El teléfono del lugar 48 de residencia (padres, abuelos o residencia) con prefijo en caso de no pertenecer a la provincia de Madrid. El mecanismo de transmisión se precisa colocando una cruz en “transfusión” si el contagio es por esta vía, o en “vertical” si se produce a través de la madre; en caso de ser distinto se especifica (sexual, UDVP, etc) escribiéndolo en “otros”. La situación global incluye: “enfermedades previas” donde se anotan las enfermedades padecidas hasta el momento de la exploración oftalmológica; “tratamiento previo”, obviando tratamientos de duración menor a 1 mes y anotando todos los seguidos hasta la exploración. La clasificación se realiza siguiendo los criterios del CDC en estadios PO, Pl y P2, con subclases y categorías. A continuación se especifican las enfermedades que padezcan y el tratamiento a que estén sometidos en el momento de la exploración oftalmológica. Los pacientes que se encuentren en estadio PO se eliminan del protocolo si no progresan a estadios posteriores (Pl o P2). Determinaciones de laboratorio que incluye la recogida de valores de parámetros hematológicos: leucocitos (células/mm3), hematíes (células/mm3), hemoglobina (gr/dl), hematocrito (%), plaquetas (células/mm3), linfocitos (% de leucocitos>; realizadas en el laboratorio del pabellón infantil del HGUGM, empleándose un analizador diferencial Coulter JS. Parámetros inmunológicos: linfocitos T CDC (células/mm3 y %), linfocitos T CD8~ (célulasfmm3 y %), cociente CD4/CD8 e inmunoglobulinas IgA, lgG e lgM (mg/dl). La cuantificación de las subpoblaciones linfocitarias se ha realizado por inmunofluorescencia directa> utilizando anticuerpos monoclonales de la serie T y citometría de flujo (FACScan, Becton-Dickinson). La concentración sérica de inmunoglobulinas (lg A, lg G e lg M) se ha cuantificado por nefelometría (Array Protein System, Beckman). Estas dos últimas se han llevado a cabo en el laboratorio de inmunología del mismo centro <HGUGM). 49 Se han incluido en el apartado de estudios de laboratorio la pruebas PCR, Western-Blot y Ag p24, todas realizadas en el laboratorio de Inmunologia del HGUGM. La presencia de anticuerpos anti-VIH en el suero de los niños se determinó por inmunotransferencia o Western-BIot (Pasteur-Sanofl). La PCR se llevó a cabo a partir de células mononucleares de sangre periférica (CMSP) y se utilizaron oligonucleótodos para amplificar las regiones pal (JA 17-20), env (JA9-12) y gag (SK380-390) del genoma del virus VIH-1. La detección de Ag p24 en el suero fue evaluada por un enzima inmuno ensayo (Elavia-Ag 1, Diagnostics Pasteur). 3.2.2.2. PROTOCOLO OFTALMOLÓGICO A. OFTALMOESTATOMETRÍA. Inspección de la estática de párpados, órbitas y globos oculares> sin obviar el resto de las estructuras faciales. B. DETERMINACIÓN DE LA AGUDEZA VISUAL. La agudeza visual (AV> se toma a 5 metros de distancia en los niños mayores de 3 años y a 3 metros en los menores de 3 años. Utilizándose optotipos de Snellen y dibujos de M. Pigassou, según la edad y colaboración. Para la toma de AV con optotipos de Snellen se utiliza un proyector Bobes anastigmático. Se considera normal la AV de 0’8 o mayor (Cortés,1992252). Con los de menor edad y no colaboradores se valora la AV con el test de la preferencia visual o de la dominancia ocular, que no es más que realizar un ‘cover tesV’, es decir, intentar que el enfermo fije la mirada en un punto y ocluir uno y otro ojo observando la fijación a dicho objeto, este método da un valor cualitativo, pero parece fiable y fácil de realizar en estos enfermos (Wright, 1 986~3). 50 C. EXPLORACIÓN DE LA MOTILIDAD OCULAR. Con linterna se estudian las motilidades oculares extrínseca e intrínseca, valorando ducciones, versiones y vergencias, observando a la vez los reflejos pupilares tanto directo como consensual. Se realizan además pruebas de oclusión-descubrimiento y oclusión alterna para estudiar las posibles desviaciones, ya sean manifiestas o latentes. 1). ESTUDIO DE LA SECRECIÓN LAGRIMAL Se mide la secreción lagrimal mediante el test de Schirmer tipo 1 sin instilación de anestésico tópico, que mide la secreción basal y refleja. Utilizando tiras de papel de 4Omm de largo por Smm de ancho (Schirmer Tear Test de Eagle Vision), considerándose normales los tests mayores de lSmm. Al test de Schirmer se añade el estudio del tiempo de ruptura lagrimal <BUT) utilizando fluoresceína sódica al 2% en colirio (Colircusí fluoresceína) o tiras de papel (Haag-Streit) considerándose normal cuando fue mayor de 10 segundos. E. ESTUDIO DEL POLO ANTERIOR. Para el estudio del polo anterior se emplea una lámpara de hendidura Topcon SL-7F, comenzando la exploración por párpados y pestañas. A continuación se examina la conjuntiva bulbar, objetivando principalmente lesiones microangiopáticas (columna granular, dilataciones> estancamiento), tan frecuentes en los pacientes adultos, cuantificándolas con cruces de O a +++ según intensidad, correspondiendo a O la ausencia de microangiopatía, + microangiopatía leve, ++ moderada, --++ severa; conjuntivas tarsales y reflejas; córnea; cámara anterior, cuantificando la presencia de tyndall con cruces de O a por último el iris. 51 ++++ según intensidad; y En un segundo momento se utiliza fluoresceína en colirio o tiras de papel para el estudio del BUT y posibles lesiones corneoconjuntivales que se tiñan con dicho colorante. Tras la dilatación pupilar provocada para estudiar la refracción y la funduscopia se valora el estado del cristalino y el cuerpo vítreo. EV ESTUDIO REFRACTIVO. Bajo ciclopléjia, instilando ciclopentolato al O’5% en niños menores de 1 año y al 1% en los mayores de esa edad, una gota cada 10 minutos en fondo de saco conjuntival inferior hasta un total de 3 en cada ojo, y esperando 30 minutos después de la última gota, se realiza esquiascopia con espejo plano y lámpara de Siegrist, prescribiéndose lentes correctoras en los casos necesarios. G. ESTUDIO DEL POLO POSTERIOR. Para el estudio del polo posterior se ha aprovechado la midriasis farmacológica provocada para el estudio refractivo. Una vez obtenida una buena midriasis se realiza examen funduscópico con oftalmoscopio directo Welch-AIlyn y oftalmoscopio binocular indirecto Heme EN 30 y lentes Nikon de 28D y Volk de 22D, valorando el estado del parénquima retiniano y el árbol vascular, comenzando el examen por la periferia retiniana, continuando con el ecuador y finalmente la papila y la mácula. Para la obtención de retinografías utilizamos el retinógrafo Kowa RC-Xv. Con los enfermos que se estudian encamados se utiliza un optotipo de pared con la E de Snellen, gafa lupa para observación del polo anterior y oftalmoscopio directo Welch-AIIyn y binocular indirecto portátil “Heme ProV” para el 52 examen funduscópico. Dispusimos también de una cámara fotográfica para fondo de ojo portátil Kowa RC-2. Las fotografías de fondo de ojo se realizaron con película Kodak Ektacrhome 200 y las de polo anterior con Kodak Ektacrhome 400. 3.2.3. ANÁLISIS ESTADÍSTICO. Los datos de los protocolos se introducen en un ordenador ICL ErgoPro 04133d. Se ha utilizado como base de datos el programa “Paradox”, como procesador de textos el programa “Ami Pro 3.0” y como paquete estadístico el “SPSS”, todos para “Windows” De las variables cuantitativas se estudie como estadística descriptiva su media, desviación típica y rango. De las cualitativas su frecuencia Se utilizan la prueba exacta de Fisher (tablas 2x2), la prueba de Chi cuadrado de Pearson (tablas de dimensiones mayores de 2x2) y la prueba de la T de Student (comparación de medias de variables numéricas) para buscar posibles asociaciones entre las alteraciones oftalmológicas y los parámetros que se citan a continuación: “clínicos” (edad, sexo, pertenencia a estadios P2B, P2C y P2D), (leucocitos, hematíes, plaquetas y linfocitos), serológicos (antigenemia p24), inmunológicos (número absoluto de linfocitos T CD44 y T CD8~, número porcentual de los mismos y cociente CD4/CD8; inmunoglobulinas G, M y A) y tratamiento (ZVD, trimetropim+ sulfametoxazol y gammagíobulinas IV> (Martín, 1989254). Todos los valores de P de la prueba exacta de Fisher y de la hematológicos prueba de la T de Student son de “dos colas”. El nivel de significación se fija por debajo de 0>05; considerándose valores de P entre 005 y 0>1 “casi significativos”. 53 El recuento de linfocitos T CD4~ es considerablemente mayor en niños sanos que en adultos. Esto puede ser especialmente relevante en niños infectados por el VIH en los que el número de los linfocitos T CD4~ juega un papel fundamental en la monitorización de la progresión de la enfermedad y las decisiones terapeúticas (Denny, 1992~). Para correlacionar los niveles de linfocitos T CD4~ con las alteraciones oftalmológicas hubo que transformar el valor numérico en categórico. Lo mismo se hizo con el resto de las variables numéricas cuyos rangos de normalidad cambian con la edad (parámetros hematológicos e inmunológicos). Esta conversión de variables numéricas en variables categóricas se realizó tomando los valores utilizados en el laboratorio del HGUGM que se expresan en las tablas 3.1, 3.2 y 3.3. Tabla 3.1 Variables hematológicas. Rangos de normalidad por edades. Leucocitos (no/mmS) Hemoglobina (g/dl) Edad 1-11 m 5000-19500 1-3 a 4-7 a 8-13 a 6000-1 7500 5500-1 5500 4500-1 3500 Edad 5-7 m g/dl 101-129 8-10 m 11-13’5m 15-3 a 4-Sa 6-10 a 11-12a 13-15 a Plaquetas (no/mm6) 104-129 10’7-13’1 10’8-12’8 11’1-14’3 119-147 118-150 12’8-16’8 15000350000 54 Hematies (no/mm3) Hematocrito (%) Edad mil//I 3~ m 3.145 7-24 m 3-6 a 7-12 a 13-18 a Edad 3.7-5.3 3.9-5.3 4.0-5.2 4.1-5.1 2m 28-42 6-12 a 13-18a 35-45 36-46 Tabla 3.2 Variables inmunológicas (1j Rangos de normalidad por edades. Variables Linfocitos CD4 (no/mm3) Linfocitos CD4 (%) Linfocitos CD8 (no/mmS) Linfocitos CD8 (%) Linfocitos CD4ICD8 1 día-li meses 1700-2800 1-6 años 1000-1800 7-16 años 700-1100 38-50 30-40 33-41 800-1200 800-1500 600-900 18-25 25-32 27-35 1’5-2’9 1’0-1’6 1’1-1’4 Tabla 3.3 Variables inmunológices [2]. Rangos de normalidad por edades. Edad 4-6 meses 7-12 meses 13-24 meses 25-36 meses 3-5 años 6-8 años 9-11 años 12-16 años lgM 20-107 32-1 55 29-221 60-225 42-212 44-242 36-240 39-330 IgG 55-799 223-1099 344-1180 526-1258 473-1385 411-1435 654-1594 698-1500 55 IgA 1-64 3-73 8-98 8-145 31 -1 47 45-214 31-251 37-274 Estos parámetros se han escogido por su relación con el estado clínico y pronóstico dentro de la infección por el VIH, así como por su posible asociación con lesiones oculares. Son indicadores de mal pronóstico la antigenemia p24 positiva (Butler,1992~), la pertenencia a estadios B (Villota,1993,3; Fowler, 199475) y D (BIanche,1989~; Bernstein>198912; Nicholas,199473), la disminución de linfocitos T CD4~, T CD8~ y del cociente CD4/CDS (Moss, i988~; Fahey,l99O~¡ Mackewicz, 1991 ~ Denny,199%j Bour> 1994~,). Mientras que el pronóstico es mejor en los pacientes pertenecientes al estadio P2C (CDC>198771), cuando la antigenemia p24 es negativa y cuando el número de linfocitos T CD4~, T CD8~ y cociente CD4ICD8 son normales. Los niveles altos de gammaglobulinas, frecuentemente observados en estos enfermos> se han relacionado con la microangiopatía (Engstrom, l99O~,). Se incluyen los tratamientos con Septrin, ZVD y gammaglobulinas pensando en la posible existencia de algún efecto tóxico ocular, como el demostrado con el ZVD en adultos (Landone, 1991101; España, 1992~) o el ddl en niños (Whitcup,1992103). Se tienen en cuenta solamente estos tres tratamientos por ser los más generalizados en estos enfermos en cuanto a frecuencia y temporalidad. 56 4.- RESULTADOS 57 . RESULTADOS 4.1. DATOS GENERALES 4.1.1. FILIACIÓN. El total de los 57 niños estudiados tenían PCR y Western-Blot positivas para el VIH y se encontraban en estadio P2 según los criterios del CDC (CDC, 198771); 39 eran de sexo femenino y 18 de sexo masculino (gráfico 4.1), con una edad media de 5’57 años, rango 0’5 a 13 años, desviación típica 364 (gráfico 4.2). Durante el estudio fallecieron 3 pacientes, que están incluidos en el estudio al haberse sometido al protocolo completo de exploración oftalmológica, y se eliminaron 4 pacientes que no se sometieron a dicho protocolo en su totalidad. En cuanto al mecanismo de transmisión, la mayoría de los pacientes se contagió por vía vertical (49 pacientes, 92>5%), y en tan solo 4 la transmisión fué horizontal, 3 por transfusión y uno por vía sexual (gráfico 4.3). Los datos de filiación, mecanismo de transmisión y estadio clínico se expresan en la tabla 4.1. 4.1.2. CLÍNICOS. De los parámetros “clínicos” evaluados con vistas a una posible relación con las alteraciones oftalmológicas (edad, sexo, pertenencia a estadios P2B, P2C y P2D) se encontraban en estadio P2B 6 enfermos <10’5%), en P2C 19 (33>3%) y en P2D 42 (73>7%) (gráfico 4.4). Los resultados de edad y sexo están referidos previamente (Tabla 4.1). 58 4.1.3. HEMATOLÓGICOS. Las variables hematológicas analizadas incluyeron los linfocitos totales (células/mm3), hematíes (células/mm3), hemoglobina (gr/dl), hematocrito (%), plaquetas (célulaslmm3) y leucocitos (%) (Tabla 4.2). En la tabla 4.9 se recoge la estadística descriptiva (máximo, mínimo, media y desviación típica) de cada una de estas variables, y en la tabla 4.10 la conversión en variables categóricas (aumentados, normales y disminuidos). Tabla 4.9. - Variables hematológicas. Estadística descriptiva. Variables Mínimo Leucocitos (no/mm3) Hematies (no/mm3) Hemoglobina (g/dl) Hematocrito (%) Máximo Media Desv. Típica 2.200 2.500 8’3 26 17.000 5.800 13’9 41’7 6.150 3.971 11’12 33’85 3.107 730 1’41 4’28 Plaquetas (no/mm3) 30.000 Linfocitos (%leucos.> = 7.200 607.000 65.700 267.890 39.030 120.670 14.600 Tabla 4.10.- Variables hematológicas. Conversión categórica. Leucocitos Hematies n n % Hemoglobina Hematocrito Plaquetas % n % n % n A 1 18 2 3’5 1 1’8 0 10 N 31 544 31 54>4 29 50’9 41 71’9 41 - -25j 43’9 -c 24 42’1 —27 47’4 =16 28’1 = 6 A: aumentado; N: normal; D: disminuido. 59 Linfocitos n % 173 3 VS 71’9 48 842 10’5 6 =10>5 4.1.4. INMUNOLÓGICOS. Se estudió como posible predictor serológico de la aparición de alteraciones oftalmológicas el antígeno p24 del VIH. El antígeno p24 fue positivo en 44 casos (77’2%). En la tabla 4.3A se recogen los resultados de las pruebas diagnósticas (Western-BIot y PCR), la antigenemia p24 y los valores serológicos de las inmunoglobulinas A, O y M. No fue posible recoger determinaciones de niveles de inmunoglobulinas (mg/dl) de los subtipos A, G y M en todos los pacientes. La estadística descriptiva de estas variables se especifica en la tabla 4.11 y la conversión en variables categóricas en la tabla 4.12. Tabla 4.11.- Variables inmunológícas [1]. Estadística descriptiva. Inmunoglobulinas IgA (mg/dl) lg G (mg/dl) lg M (mg/dI) Mínimo Máximo Media Desv. Típica 13 1.930 305’51 30659 310 4.790 2041’57 837’71 41 3.650 263’3 48783 Tabla 4.12.- Variables inmunológicas [1]. Conversión categórica. lgG IgA n Aumentado Normales IgM n 44 9 77’2 15’8 n 32 21 561 36’8 16 37 28’l 649 Notestados 4 7 4 n: número de enfermos; %: porcentaje de enfermos. 7 4 7 60 En la tabla 4.3B se especifican los niveles en sangre periférica (número absoluto y porcentaje) de linfocitos T CD4~ y T CD8~, así como su cociente. La tabla 4.13 recoge la estadística descriptiva de estas variables y la tabla 4.14 su conversión categórica. Tabla 4.13.- Variables inmunológicas (2]. Estadística descriptiva. Variables Linfocitos 0D4 (no/mm2) Linfocitos 0D4 (%) Linfocitos 0DB (no/mmS) Linfocitos 0DB (%) Linfocitos CD4ICD8 Mínimo 7 1 1 0 001 Máximo Media Desv. Tipica 3.054 588’72 711 ‘11 54 17>84 13>56 4.185 91 5’93 760’37 57 3539 1301 20 1 2’69 Tabla 4.14.- Variables inmunológicas [2]. Conversión categórica. A 14 D 004 (no/mm$) CD8(no/mm3) CD4 (%) n % n n 3 5>3 14 24’6 3 5’3 6 10’5 13 22’8 7 123 48 84’2 30 52’6 47 825 008 (%) C04/CDB n n 32 56’1 3 53 13 22>8 12 211 12 21’1 42 73>7 A: aumentado; N: normal; D: disminuido; n: número de enfermos; %: porcentaje de enfermos 61 4.1.5. TRATAMIENTO. Otro de los parámetros seleccionados para el análisis estadístico fue el tratamiento con ZDV, trimetoprim + sulfametoxazol y gammaglobulina intravenosa, 30 habían sido tratados con ZDV (52’6%), 37 con trimetoprim + sulfametoxazol (649%) y 33 con gammaglobulinas IV (figura 4.5). 4.2. DATOS OFTALMOLÓGICOS. 4.2.1. ANTECEDENTES. Con antecedentes oftalmoiógicos, según constaba en las historias cínicas, hubo 22 enfermos. La conjuntivitis fue el más frecuente, existió conjuntivitis previa en 10 pacientes (casos 2-5-9-1 4-1 7-1 9-23-45-50-51); 7 usaban corrección óptica (casos 1-6-21-22-40-48-49); 3 padecieron celulitis orbitaria (casos 2-19-23); 2 endotropias (casos 2 y 34); 1 blefaritis (caso 24); 1 molluscum contagiosum parpebral (caso 57); 1 amaurosis (caso 23). 4.2.2. OFIALMOESTATOMETRÍA. Se observó desviación ocular manifiesta en 2 pacientes, en ambos casos eran esotropias. Se refieren posteriormente en el apartado de la motilidad ocular extrínseca. 62 4.2.3. AGUDEZA VISUAL Y ESTADO REFRACTIVO. La agudeza visual se pudo obtener en 41 pacientes, los 16 restantes no colaboraron. Considerando normales visiones de 08 o mayores, 31 enfermos tenían visiones normales y 10 enfermos presentaron baja visión. De los que no colaboraron la paciente 23 era amaurótica y la 34, que tenía estrabismo, se consideró ambliope tras la realización del test de la preferencia visual. El número total de enfermos ambliopes fue 12 (tabla 4.4). Las exploraciones realizadas dieron los siguientes resultados: 38 pacientes eran emétropes y 19 presentaban algún tipo de ametropía, diagnosticada previamente, o descubierta durante la exploración. De los amétropes 13 eran astígmatas, 7 hipermétropes y 5 miopes. Con asociación de defectos de refracción se encontraron 9 de los 19 enfermos, 5 de ellos astigmatismo con hipermetropía y 4 astigmatismo con miopía (gráfico 4.6). No se encontraron anisometropías mayores de 2 dioptrias (tabla 4.4). 4.2.4. MOTILIDAD OCULAR EXTRINSECA. En 2 enfermos se encontró hiperfunción de músculos oblicuos inferiores y otros 2 presentaron endotropia, uno de ellos (caso 2) por parálisis del músculo recto externo del ojo izquierdo (tabla 4.5). 4.2.5. MOTILIDAD OCULAR INTRiNSECA. Estaba abolida en la paciente amaurótica y enlentecida en otro enfermo sin otra clínica reseñable (tabla 4.5). 63 4.2.6. BIOMICROSCOPÍA. 4.2.6.1. Párpados y pestañas. Ef aumento de fa longitud de las pestañas o “tricomegafia» se observó en 23 de los enfermos (lámina 4.1). Presentaron blefaritis 6 de los pacientes estudiados (tabla 4.5). El caso 57 presentó afectación facial por molluscum contagiosum con lesiones en párpados superiores de ambos ojos (lámina 4.2). 4.2.6.2. Conjuntiva. Merece especial atención la microangiopatía conjuntival, que en forma de columna granular, estancamiento, dilataciones o tortuosidad se observó en 43 pacientes, lo que supone el 75>4%. La alteración microvascular más frecuente fue la columna granular (68>4%), seguida del estancamiento (26>3%) y las dilataciones (22’8%) (tabla 4.6) (láminas 4.3, 4.4 y 4.5). Se encontró conjuntivitis en 9 pacientes, en 2 casos la conjuntiva estaba hiperémica, con reacción papilar y secreción purulenta; y en 6 casos se objetivó epiteliopatía conjuntival, 3 de ellas intensas. Hubo 1 caso de necrosis conjuntival focal. En 3 casos se observaron quistes conjuntivales (uno de ellos probablemente dermolipoma). Hubo 2 pacientes con melanosis conjuntival. Por último, 1 paciente presentó engrosamiento focal de conjuntiva bulbar de origen desconocido (tabla 4.6). 64 4.2.6.3. Córnea Las alteraciones corneales halladas fueron queratopatias puntatas inespecíficas en 8 casos, pannus en 4 y un caso de embriotoxon posterior (tabla 4.7). 4.2.6.4. Secreción lagrimal. La valoración de la secreción lagrimal se realizó en 28 pacientes mediante el uso del test de Schirmer sin anestésico> acompañado del tiempo de ruptura de la película lagrimal. El test de Schirmer estaba alterado en un solo paciente y el BUT en 2 (tabla 4.7). 4.2.6.5. Iris. A nivel de iris se observó la presencia de restos de membranas iridopupilares en 6 enfermos (8’7%) (tabla 4.7). 4.2.6.6. Cristalino. El cristalino estaba ligeramente alterado en 14 pacientes (24>5%), observándose refuerzo difuso, con predominio central, de la cápsula posterior del mismo (lámina 4.6). En un caso se objetivó pigmento depositado en la cápsula anterior del cristalino (tabla 4.7). 65 4.2.7. POLO POSTERIOR. Se encontraron alteraciones vítreas en 42 casos (73>6%), en forma de degeneración fibrilar (38 casos) (lámina 4.6 y 4.7), depósitos vítreos finos a modo de tyndall crónico (13 casos> <lámina 4.8) y vitreodonesis (5 casos) (tabla 4.8). A nivel coriorretiniano la lesión más frecuente fue el moteado pigmentario retiniano que se observó en 9 casos (15’7%) (lámina 4.9), seguido de las cicatrices coriorretinianas que aparecieron en 8 ocasiones (14%)(tabla 4.8> (láminas 4.10, 4.11, 4.12, 4.13 y 4.14). En ningún caso se vió retinitis o coroiditis activas, todas las cicatrices coriorretinianas se mantuvieron estables en las exploraciones sucesivas. Estas lesiones oscilaron entre 1/5 de diámetro papilar y algo más de un diámetro papilar; ninguna de ellas se localizó en región maculo-papilar, tendiendo más a localizarse en la región ecuatorial de la retina sin llegar a periferia extrema. En un caso se observó la presencia de 3 hemorragias puntiformes en ecuador (caso 21), desapareciendo estas en la siguiente exploración que se realizó a los dos meses. El caso número 23 presentó exudados algodonosos acompañado de discreto envainamianto perivascular, sin sufrir cambios hasta el fallacimiento del paciente que se produjo a los tres meses (lámina 4.15). 4.3.- ANÁLISIS ESTADÍSTICO. Se han buscado asociaciones entre los “clínicos” (edad, sexo, pertenencia a estadios P2B, P2C y P2D>, hematológicos (leucocitos, hematíes, hemoglobina, hematocrito, plaquetas y linfocitos), serológicos (antigenemia p24), inmunológicos (número absoluto de linfocitos T CD4t y T CD8~, número porcentual de los mismos y cociente CD4/CD8; inmunoglobulinas G, M, y A) y tratamiento (ZDV, trimetoprim+ sulfametoxazol y gammaglobulinas encontradas con mayor IV) y las alteraciones oftalmológicas frecuencia (microangiopatía, 66 alteraciones vítreas, tricomegalia, alteraciones cristalinianas y moteado pigmentario retiniano) También se buscaron las oftalmológicas. posibles relaciones existentes entre las alteraciones Se encontró asociación estadisticamente significativa, tras realizar el test de Fisher, entre la presencia de ambliopía y la positividad de la antigenemia p24 (P=O’049), así como entre la ambliopía y la pertenencia al estadio P2B (P~0’O14>. La presencia de microangiopatía conjuntival, utilizando la prueba de Chi-cuadrado de Pearson, se ha asociado con la disminución del número total de leucocitos <P=0’024), con la disminución del número de linfocitos T CDC (P0’034) y con la disminución del número de linfocitos T CD8~ (P=0’0048). Dentro de la microangiopatía, la columna granular se asociá casi significativamente con la disminución de linfocitos T CD8~ (P=O’060). Entre las alteraciones microangiopáticas destaca la asociación entre la presencia de estancamiento de la columna sanguínea y la elevación de los niveles de inmunoglobulina M (P=O’O1 3). La epiteliopatía conjuntival se asoció con la epiteliopatía corneal con significación estadística (P=0’033). Ha existido asociación casi significativa entre la existencia de tyndall y el aumento del porcentaje de linfocitos (P=0’080>. Igualmente se encontró asociación casi significativa entre las alteraciones vítreas y el refuerzo de la cápsula posterior del cristalino (P=O’084). Los pacientes con refuerzo de la cápsula posterior del cristalino tenían una edad significativamente mayor que los que no presentaron esta alteración (P=0’006). La aparición de moteado pigmentario se relacionó con el aumento del número de linfocitos (%) (P=O’O1 5) y con la edad avanzada (P=0’002), existiendo significación estadística en ambos casos. Al igual que ocurrió con el refuerzo cápsular posterior del cristalino, los pacientes en que se objetivó motedo pigmentario también tenían una edad significativamente mayor (P=O’004). 67 TABLA 4.15.- Resultados del análisis estadístico. Amb Tric Mang ECJ Eco RO VTR MP CC EDAD 0898 0890 0>109 0’777 0’085 0’006 0>137 0’004 0’484 SEXO 1 0>890 0>333 O’072 0246 1 0>520 0>704 1 P24 0049 0’869 1 0610 1 0>270 0726 0187 0666 P2B 0’014 0676 0>628 0’503 1 0’151 0>648 0’575 1 P2G P20 0>186 0>485 0’633 0>341 0>108 0>738 0652 0>648 0246 1 1 0’31 1 0>338 0’306 1 0’685 0>101 0686 Ig A 0’750 1 1 1 1 0’461 1 0’279 0’696 lg G 0672 0’075 1 1 0627 1 0’433 0339 1 Ig M 0’734 0817 0>182 0’359 1 0’741 O’754 0’434 0691 LEUC 0’876 0’749 0’023 0>388 0>120 1 0>207 0>716 0’279 GR 0430 0>396 0’293 0418 0779 0134 0>636 0597 0779 LINF 0>510 0858 0>800 0’306 0>018 0’325 0’240 O’015 0590 PLAQ 0>953 0>373 0>834 0270 0>162 0>197 0>133 0>315 0’800 CD4a 0372 0>303 0’034 0533 0>383 0847 0’827 0’743 0383 CD4% 0234 0>980 0’588 0>225 0’410 0’445 0’216 0’484 0350 D8a 0’574 O’880 0>004 0>776 0525 0>329 0>180 0789 0>738 CD8% 0’912 — — CD 418 0>632 0>807 0341 0’726 0’475 0>162 0>779 0510 0>189 0726 0417 0>934 0’772 0995 0’543 0530 0590 DV 0>904 0>195 0>592 1 0’708 0>485 0>812 0’722 0’456 SEP 1 0’807 0>530 0>410 0238 0>335 0>881 1 0>238 GB — 0>768 — 0>517 0>805 1 0>446 0>384 0910 1 0>261 P24: antigenemia p24; P2B: estadio P2B; P2C: estadio P2C; P2D: estadio P2D; lg A: inmunoglobulina subtipo A; lg 6: inmunoglobulina subtipo G; lg M: inmunoglobulina subtipo M; LEUC: leucocitos totales; GR: hematíes; LINF: linfocitos; PLAQ: plaquetas; CD4a: linfocitos T CD4+ absolutos; CD4%: linfocitos T CD4+ porcentual; CD8a: linfocitos T CD8 absolutos; C08%: linfocitos T CD8 porcentual; CD418: cociente de linfocitos T CD4+ y T CD8+; ZDV: zidovudinat; SEP: trimetoprim-sulfametoxazol; 6GB: gammaglobulina hiperinmune; Amb: ambliopía; Tric: tricomegalia; E Cj: epiteliopatía conjuntival; M ang: microangiopatía conjuntival; E ce: epiteliopatía cameal; RO: refuerzo de la cápsula posterior del cristalino; VTR: degeneración vítrea; M P: moteado pigmentario retiniano; O C: cicatrices coriorretinianas. 68 5.- DISCUSIÓN 69 . DISCUSIÓN 1.- AGUDEZA VISUAL Y ESTADO REFRACTIVO. La ambliopía se ha constatado en 12 pacientes, es decir el 21% de los niños estudiados, este porcentaje dista mucho de los encontrados en otras series consultadas, de niños sanos, en que oscilan entre el 0’4% y el 6’65% (Oliver> 1971 ~ Garchitorena,1978~; Cortés,1992252). De los 6 pacientes afectos de encefalopatía (estadio P2B), 2 no colaboraron para la toma de AV y se consideraron no ambliopes, los 4 restantes eran ambliopes en grado variable, oscilando las visiones entre 07 y NPL (no percepción de luz). La realización del test de Fisher ha dado como resultado una asociación estadísticamente significativa entre la ambliopía y la positividad de la antigenemia p24 (P=0’049), así como entre la ambliopía y la presencia de encefalopatía por VIH (estadio P2B) (P=O’01 4). Aún obviando los pacientes con encefalopatía, queda un alto porcentaje de enfermos ambliopes (14%) en comparación con otras series publicadas. Esto podría deberse a una afectación neurológica que el CDC no considera lo suficientemente severa como para clasificar a los pacientes en el estadio P28. Con la toma de la AV que, según nuestro estudio, es un parámetro más sensible que los empleados por el CDC (CDC,198771) (deterioro intelectual, disminución del desarrollo cerebral o déficits motores simétricos y progresivos), se podría clasificar a los enfermos en dicho estadio (P2B). La toma periódica de la AV en estos enfermos puede tener una gran relevancia, ya que la disminución de la misma sin otra causa que la justifique, nos podría alertar sobre el comienzo de una encefalopatía progresiva por VIH. 70 En lo que al sida infantil se refiere, la inclusión en el estadio P26 es, dentro de las alteraciones asociadas a la infección por el VIH, un indicador importante de mal pronóstico (Villota, 1993~~; Fowler, 199475). La primera indicación para el tratamiento con ZDV en niños infectados por el VIH ha sido la presencia de encefalopatía progresiva. La relación con la antigenemia p24~ se explicaría por la progresión de la enfermedad y el deterioro clínico que esta implica, ya que se ha demostrado que la detección de Ag p24 está asociada con la progresión de la infección VIH a sida (Moss, 1988; Fahey, 1990; Butíer, 1992>. La positividad del Ag p24 implica replicación viral activa, esta junto a la disminución de los linfocitos T CD4~ y T CD8~ es uno de los marcadores de laboratorio más importantes de progresión de la enfermedad. Según estos datos podemos pensar que la ambliopía se relaciona no solo con la encefalopatía, sino también con el deterioro clínico de los enfermos. Por otro lado, ambos factores> antigenemia p24~ y encefalopatía están imbricados, ya que los 6 enfermos con encefalopatía tenían antigenemia p24~. La incidencia de los errores de refracción se encuentran dentro de las descritas en la población normal (Gil del Rio,1984~; Cañamares, 1 ~ 2. PÁRPADOS Y PESTAÑAS. En el 40’4% de los casos ha existido aumento en la longitud de las pestañas (“tricomegaliaj. No hemos encontrado referencias sobre la misma en niños, aunque sí ha sido descrita en adultos (Casanova,1987151; Janier,1987152; Roger, 1988153; Klutman, 1991 ~54; Mansour, 1993~). Las causas que se barajan son deficiencias nutricionales o tratamientos farmacológicos. En el análisis estadístico 71 no se ha encontrado relación con los tratamientos farmacológicos usados con más frecuencia (gammaglobulinas, ZDV, trimetoprim-sulfametoxazol), ni con otras variables estudiadas. La incidencia de molluscum contagiosum de localización palpebral en nuestra serie ha sido del 1>7%, solamente una paciente presentó esta lesión. Kestelyn no refiere ninguno en su serie de 110 pacientes (Kestely,19901~) y Dennehy encuentra una incidencia del 5% (Dennehy,19891~), por lo que podemos considerar el porcentaje dentro de los limites publicados hasta el momento en las series pediátricas. En el momento de la exploración presentaba afectación bilateral de párpados superiores, con lesiones en borde libre de párpados superiores de ambos ojos. Las lesiones del borde libre palpebral eran las de mayor tamaño. Además de estas presentaba extensión a otras zonas faciales incluyendo nariz, labio superior, ceja y mejillas, hasta un total de 14 lesiones. Los dos casos publicados por Dennehy eran unilaterales con extensión a mejillas (Dennehy,1989133). 3.- CONJUNTIVA Y CÓRNEA. Llama la atención el alto porcentaje de alteraciones microvasculares a nivel de conjuntiva observada en nuestra serie. La microangiopatía conjuntival, evidenciada en pacientes adultos con infección VII-E por Teich en 1987 (Teich, 1987~~), no ha sido descrita en niños. Esta, al igual que la microangiopatía retiniana, se encuadra dentro de la “microangiopatía-sida”, o mejor dicho, microangiopatía por VIH, ya que aparece en infectados por el VIH sin que sea necesaria la evolución a sida para observarla. Se ha encontrado microangiopatía conjuntival en el 75.4% de los niños, porcentaje igual al descrito por Teich (Teich, 1 ~~~159) en pacientes adultos, y menor 72 al descrito por Engstrom, también en adultos, para el que estos cambios microvasculares ocurren en mayor o menor grado en la totalidad de los pacientes infectados por el VIH (Engstrom, 1990~~). Dentro de las alteraciones microangiopáticas conjuntivales la más frecuente ha sido la columna granular> seguida del estancamiento y las dilataciones. Estas lesiones, al igual que en adultos> se han localizado con más frecuencia e intensidad en la conjuntiva perilimbar. Nosotros, en los niños, no hemos apreciado mayor intensidad de las lesiones en la zona perilimbar inferior como se ha constatado en adultos <Teich, 1987~; Engstrom, 199O~~; Rodríguez,1994162), siendo más fácil de apreciar en la conjuntiva perilimbar de las zonas intermarginales palpebrales. La hipergammagtobulinemia es uno de los factores que pueden contribuir al aumento de agregación de células sanguíneas y flujo anormal de la sangre, ambos implicados en la etiología de las alteraciones microangiopáticas en pacientes con infección VIH (Engstrom, 1990~~,). No hemos encontrado relación estadísticamente significativa entre los niveles de inmunoglobulinas y la aparición de microangiopatia considerada globalmente, si bien, considerando el estancamiento de la columna sanguínea aisladamente, se ha observado relación con el aumento de lgM. Esta asociación es esperable por ser las lgM las inmunoglobulinas de mayor peso molecular y las que más contribuyen al aumento de la viscosidad sanguínea. La aparición de microangiopatía retiniana en pacientes adultos se ha relacionado con el estado evolutivo de la enfermedad, su prevalencia aumenta con la disminución del Kupperman,1993172). número de linfocitos T CD4~ (Freeman, 1989171; Recientemente se ha descrito también asociación entre la microangiopatía conjuntival y la disminución de linfocitos T CD4~, igualmente en pacientes adultos (Rodríguez, 1 994~). La relación estadísticamente significativa entre la aparición de microangiopatía conjuntival y la disminución del número absoluto linfocitos T CD4~ (P=0’034) encontrada en los niños de nuestro estudio 73 concuerda con las descripciones hechas en adultos tanto para la microangiopatía retiniana como para la conjuntival. En los pacientes en estadios avanzados de infección por VIH se ha demostrado que un descenso en el número absoluto de linfocitos T CD8 por debajo de 370 cels/mm3 aumenta en riesgo de muerte (Schlumpberger,19942~). La presencia de microangiopatia conjuntival en niños con infección VIH se asoció de forma más importante con la disminución de los linfocitos T CD8 que con la de los T CD4~ (P=O’004 y P=0’034 respectivamente). Nuestros datos sugieren que los linfocitos T CD8~ podrían tener valor pronóstico, no reconocido hasta ahora y que apuntan trabajos recientes en los que se considerarían mejores predictores de progresión de la infección por VIH que los linfocitos T CD4~ (Schlumpberger, 1 994~5). La microangiopatía conjuntival se asoció con el número absoluto de linfocitos T CD4~, pero no con el porcentaje de los mismos, ni con el cociente CD4/CD8. Esta asociación podría explicarse por el hecho de que el número absoluto de linfocitos T CDC tiene un valor pronóstico superior al del porcentaje de los mismos y al del cociente CD4/CD8 (Fahey,199O2~). La asociación de la microangiopatía conjuntival con la disminución del número total de leucocitos (P=0’024) se puede explicar, al igual que la existente con los linfocitos T CD4~ y T CD8~, con la progresión de la enfermedad. Con la evolución de la infección el virus destruye células blancas, lo que se traduce en disminución de leucocitos totales. Buscar otra razón es difícil; por ejemplo, si pensamos en las alteraciones microvasculares de las leucemias, que son similares a las observadas en la infección VIH> estas cursan con niveles elevados, a veces exageradamente, de leucocitos, al contrario de lo que ocurre en la infección VIH. Este aumento de leucocitos circulantes explica, al menos parcialmente, las alteraciones en la 74 dinámica del flujo sanguíneo y las consiguientes alteraciones microvasculares que ocurren en las leucemias. Para la infección por el VIH la asociación de microangiopatía con leucopenia debemos entenderla como una asociación indirecta> no representando la leucopenia más que un agravamiento del estado clínico. Se ha demostrado también asociación con significación estadística entre la epiteliopatía corneal y la epiteliopatía conjuntival (P= 0030), la razón de estas lesiones corneoconjuntivales nos es desconocida, puede estar en relación con la microangiopatía conjuntival, que condicione un defecto de oxigenación y nutrición de estas estructuras oculares, pero no se ha encontrado asociación estadística con la misma. 4.- CRISTALINO Y CUERPO VÍTREO. En 14 de los 57 casos (24’6%) se ha observado refuerzo de la cápsula posterior del cristalino, alteración que no se ha encontrado descrita, al menos aisladamente, en pacientes VIH. El refuerzo capsular posterior del cristalino se ha asociado con las alteraciones del vítreo de forma casi significativa (P=0’08). Esta asociación es esperada debido a las importantes relaciones anatomofisiológicas entre ambas estructuras, tanto más cuanto que las alteraciones vítreas son más intensas en la porción anterior del mismo. La degeneración vítrea, que en forma fibrilar o de depósitos, se dió en el 73’7% de los enfermos, porcentaje ligeramente menor que la microangiopatía, ha sido la alteración más importante del poío posterior. No hemos encontrado referencias respecto a estas alteraciones en niños o adultos. El porcentaje parece lo bastante alto como para pensar que se deba a la infección por el VIH, pero no disponemos aún de estudios anatomopatológicos ni histoquimicos que puedan sugerirnos la causa de estas alteraciones. 75 Los depósitos a modo de tyndall crónico pudieran ser debidos a infecciones oculares abortadas que dejen restos de pigmento o acúmulos de células inflamatorias que se eliminen muy lentamente> y se hayan observado en exploraciones sucesivas sin producirse variaciones apreciables. De hecho, se ha encontrado asociación (P=0’080) con el aumento del porcentaje de linfocitos. Esta linfocitosis se manifestaría a nivel ocular, de modo que se aprecia un número de células vítreas mayor de lo normal, lo suficiente como para objetivarías biomicroscópicamente. A esto ayudaría el proceso infeccioso, pues se ha demostrado la presencia del VIH en el gel vítreo (Srinivasan,19891~; Gupenmacher, 1991 ~; Mietz,1993127). La presencia de tyndall no indicaría más que el resultado de un proceso infeccioso no lo suficientemente intenso como para provocar una endoftalmitis manifiesta, pero sí para desencadenar una reacción defensiva por parte del organismo que seria mas intensa en el caso de disponer de mayor número de células “defensivas>’, como ocurre cuando existe linfocitosis. La degeneración fibrilar> más frecuente que la anterior, sugeriría más bien una alteración estructural, quizá durante la formación y desarrollo del cuerpo vitreo en sus etapas finales, que podría deberse también a factores relacionados con fenómenos inmunológicos. Esta hipótesis estaría apoyada por dos hechos, uno el aparecer en los enfermos infectados por vía vertical con mayor incidencia que en los infectados por vía horizontal, ya que de los 4 pacientes que contrajeron la enfermedad por vía horizontal, solo 2 presentaban alteración vítrea, y además, ambos eran amétropes; y otro el que no se hayan descrito estas lesiones en los pacientes adultos. 4.- COROIDES Y RETINA. A nivel corioretiniano la alteración más frecuente ha sido el moteado pigmentario, hallado en 9 pacientes (1 5’8%), se ha correlacionado con el aumento 76 del porcentaje de linfocitos totales (P=O’015), al igual que ha ocurrido con el tyndall vítreo. La aparición de pigmento en la retina se detecta tras procesos inflamatorios, infecciosos o degenerativos. En 1987 se aisló el VIH de la retina, y se le ha considerado como causante de las lesiones microangiopáticas retinianas (Pomerantz,1987128). Esta presencia del virus en la retina implica infección de la misma, y aunque la afectación de la retina por el VIH no provoca lesiones importantes, si debe originar una respuesta por parte de los mecanismos de defensa del organismo. Entre los fenómenos desencadenados por esta reacción puede estar la presencia de moteado pigmentario, que en este estudio se asocia a la existencia de linfocitos aumentados, por lo que la respuesta inflamatoria puede que sea mayor. Suponemos que el resto de enfermos cuyos valores de linfocitos son normales o están disminuidos no tendrán capacidad para desencadenar una respuesta inflamatoria suficientemente intensa como para dejar lesiones retinianas que sean objetivables biomicroscópicamente. La asociación del moteado pigmentario con edad más avanzada de los niños (P= 0.002)> indica una relación con la evolución de la infección, ya que el aumento de edad está correlacionado con la progresión de la enfermedad. El único caso de exudados algodonosos observado en una paciente de 4 años se acompañó de envainamiento perivenoso leve. Según De Smet (De Smet, 1994181), aparecen exclusivamente en niños por encima de los 8-10 años> aunque Dennehy los ha observado en niños menores de 1 año (Dennehy, 1 989~). Otra particularidad de este caso ha sido la permanencia de los exudados algodonosos desde la primera exploración hasta el fallecimiento, que se produjo 12 semanas después, cuando normalmente desaparecen en el plazo de 4 a 6 semanas. Este caso aislado de exudados algodonosos supone un 17%; además encontramos un caso de hemorragias retinianas puntiformes que desaparecieron 77 en el plazo de un mes. En conjunto> las alteraciones microvasculares retinianas, suponen un 3’5%, porcentaje que, excluyendo la serie africana, se aproxima al resto de las publicadas hasta el momento (Dennehy, 1989133; lordanescu, 1 ~~~í35>• En este estudio se corroboran los resultados obtenidos previamente por otros autores> demostrándose que las alteraciones de la microvascularización retiniana son mucho menos frecuentes en niños que en adultos, ya que en pacientes adultos la microangiopatía retiniana es la manifestación ocular más frecuente con una Rosenberg, 1983136~ incidencia aproximada Freeman ,1984~~; al 50% Paestine, 1984107; (Holland, 1983105 Pepose,19851~, Newsome, 1984~7Q; Jabs, 1989~~), si obviamos la microangiopatía conjuntival que, como se ha expuesto previamente, incide en la totalidad de los pacientes infectados por el VIH (Engstrom,19901~,). Igualmente las infecciones oculares oportunistas> y en definitiva casi todas las alteraciones oculares que aparecen en la infección por el VIH son menos frecuentes en los niños que en los adultos. Una de las primeras alteraciones oftalmológicas descrita en niños ha sido precisamente la perivasculitis de vasos retinianos, que refiere Kestelyn en el 33% 985~~). de niños africanos con complejo relacionado con el sida (CRS) (Kestelyn, 1 Posteriormente, este mismo autor, en una serie de 110 pacientes africanos, encuentra perivasculitis o envainamiento perivascular en el 46% de los mismos, hemorragias retinianas en el 1>8%, exudados algodonosos en el 0>9% y otras anomalías microvasculares en el 8% (Kestelyn, 1 990~>. Este alto porcentaje de perivasculitis no es encontrado en otras series> americana y europea, que refieren entre un 5% y un 9% de alteraciones microvasculares retinianas (Dennehy,1989 1~; lordanescu, 1 993~). Nos lleva esto a pensar que puedan existir variaciones en la afectación ocular por el VIH-1 y el VIH-2. El VIH-1 es el más frecuente, casi exclusivo, en los pacientes infectados por el VIH de América y Europa, mientrás que en Africa predomina el VIH-2. No sólo se encuentran diferencias en lo que a las lesiones vasculares retinianas se refiere, la disminución de la secreción lagrimal encontrada en el 20% de los niños africanos no se ha observado en las series 78 americana y europea, y tampoco se ha constatado en el presente estudio, en el que tan solo un paciente presentó un test de Schirmer alterado de los 30 en que se realizó dicho test. Sobre la posible etiología de las diversas cicatrices coriorretinianas sólo podemos teorizar. El aspecto oftalmoscópico en la mayoría de ellas semeja más una infección antigua que fenómenos de tipo isquémico, pero no podemos ignorar la posible existencia de estos últimos, e incluso podríamos pensar en una causa mixta. A favor de que fueran cicatrices postinfecciosas estaría, además de su aspecto oftalmoscópico, el hecho de que debido a los múltiples tratamientos empleados en estos enfermos y la precocidad en la instauración de los mismos, las infecciones se atajarían en sus estadios iniciales. Lo que no parece discutible es que el porcentaje en que aparecen estas cicatrices es suficientemente alto como para pensar que se deban a la infección por el VIH, sin embargo, no se ha encontrado correlación estadística con parámetros clínicos, de laboratorio o tratamientos utilizados. Ninguna de ellas se ha localizado en región maculo-papilar, tendiendo más a localizarse en la región ecuatorial de la retina, sin llegar a periferia extrema. El tamaño de las lesiones ha oscilado entre 1/5 de diámetro papilar y algo más de un diámetro papilar. 79 6- CONCLUSIONES 80 CONCLUSIONES 1.- Las infecciones oculares en los niños infectados por el VIH son mucho menos frecuentes que en los adultos. 2.- La ambliopía presenta una incidencia mucho mayor en los niños infectados por el VIH que en los niños pertenecientes a otras poblaciones sanas. Y se relaciona estadísticamente con la presencia de encefalopatía progresiva por VIH. 3.- El registro periódico de la agudeza visual en los niños infectados por el VIH puede tener una gran relevancia, ya que la disminución de la misma sin otra causa que la justifique, nos podría alertar sobre el comienzo de una encefalopatía progresiva por VIH. 4.- La microangiopatía conjuntival tiene una incidencia similar en los niños infectados por el VIH que en los pacientes adultos. 5.- La presencia de microangiopatía conjuntival se correlaciona significativamente con la disminución del número absoluto de linfocitos T CD8~ y con la disminución del número absoluto de linfocitos T CD44. 6.- A diferencia de la infección en adultos, en los niños se produce afectación del cuerpo vítreo, y esta lo hace con una frecuencia muy 81 elevada, siendo la segunda lesión en frecuencia tras la microangiopatía conjuntival. 7.- En los niños infectados por el VIH se afecta la cápsula posterior del cristalino en ausencia de infecciones o inflamaciones ntraoculares obietivables. 8.- Las alteraciones a nivel del cuerpo vítreo se asocian con la afectación de la cápsula posterior del cristalino. 9.- El moteado pigmentario es la alteración coriorretiniana más frecuente en los niños infectados por el VIH, y se relaciona con el aumento del porcentaje de linfocitos y el aumento de edad. 10.- Tanto la ambliopía como la microangiopatía conjuntival se asocian a factores pronóstico importantes dentro de la infección VIH. 82 7.- LÍNEAS DE INVESTIGACIÓN FUTURAS 83 . 7.- LÍNEAS DE INVESTIGACIÓN FUTURAS 1.- Reclasificar de los enfermos según la nueva clasificación de la infección por el VIH en pacientes pediátricos del CDC. 2.- Estudiar la histoquimica e inmunologia de las alteraciones vítreas con la finalidad de buscar él o los factores que originan estas lesiones. 3.- Detectar y aislar el virus en las diversas estructuras oculares. 4.- Seguimiento de los niños con vistas a la ejecución de un estudio longitudinal, observando como progresan las lesiones visuales con la evolución de la enfermedad; y fundamentalmente, determinación de la AV para corroborar la relación de esta con la presencia de encefalopatía progresiva VIH. 84 8.- TABLAS 85 TABLA 4.1.- FILIACIÓN Y CLÍNICA. 0 HISTORIAl INIcIALESIFT~T ji = cASOS N = 1210349 MME 03.09.80 01 121053 MPL 02.10.86 02 127966 04.01 .85 AEM 03 1518803 GOM 12.05.93 04 1507001 MGA 07.07.92 05 101613 ROE 2303.86 06 10108880 GPS 27.12.87 07 1124652 RHL 23.03.89 08 1461169 MBL 08.05.88 09 1534969 AGM 03.07.92 10 111535 cia 15.04.85 11 127142 DLA 02.03.87 12 81327 MSS 18.05 .81 13 1023071 DRM 06.07.86 14 1300779 GMN 01.06.90 15 1307033 MPB 09.01.91 16 1527677 MBG 08.09.91 17 131200 FPA 27.07.85 18 118317 GAJ 10.04.84 19 1324269 ROS 30.06.89 20 149026 QGN 12.06.81 21 129845 coy 12.02.87 22 1287201 TOS .10.89 23 1524450 DM0 28.09.89 24 1091789 BLM .02.89 25 1300608 BLC 04.02.91 26 1530672 HAS 22.06.92 27 1483371 12.03.92 28 1075639 BSM ¡22 10.88 29 151 9186 DES 18.11 .92 30 1288774 SMR 18.02.83 31 1321317 OSO 16.01.91 32 1507733 ODF 12.04.92 33 1275158 JMT 01.10.90 34 1551110 MOR 26,04.92 35 1005076 JOL 17.12 .87 36 1569351 FBA 05.05.93 37 1329017 RSD 08.12.82 38 1411587 RVC 03.03.83 39 1421145 SBc 01 .01 .86 40 1509923 SOS 24.12.91 41 1572814 0W 25.08.88 42 1571639 8SF 11.11.89 43 19061 3HNJ RMA 10.07.92 44 1 18652HNJ HLA 04.07.85 45 184083HNJ POM 24.09.80 46 1 52733HNJ PJT 30.01 .90 47 163749HNJ MPT 31.07.86 48 166554HNJ plJ 28.12.88 49 19491 5HNJ MML 13.11.93 50 1564915 MGJ 20.01.94 51 1199777 GPO 14.04.84 52 1563458 PMS 12.12.93 53 MLI 149514HNJ 07.10.89 54 1574164 HGJ 04.06.88 55 1508430 SLM 03.03.84 56 1318114 SCA 10.01.89 57 ==== I SEXO IOONT 1 EDAD = = = 13 7 9 1 8 6 5 6 1 9 6 13 7 4 3 3 9 9 4 13 7 4 .4 5 3 2 2 5 2 12 3 2 3 F F F M F F F F F F F M F 8 2 5 4 2 8 13 4 8 E F E F F M F M F F M M F M E M M F F E E E M F E F 6 M 10 F 5 y y y y ~1~ y y M F M F F F M 4 y y y E 6m 6m Orn y y y 5 10 y y M F 2 6 1 11 11 $ F ESTADIO P2AD3 P2ACD2D3 P2AOD3F P2ABD1 D2 P2ABD1 03 P2ACD2D3F P2AD2 P2AD3F P2AD1 D203 P2A P2ACD2F P2AOD2D3 P2AD1D2D3 P2ABOD2D3F P2ACD3 P2AD1 P2ACD3 P2A y y P2A002D3 y y 1 y y y y y y y y y P2ACD2D3F y y P2AD1 02 P2ACD1 02 P2ABCD2D3 P2AD2F P2ACD2 P2A P2A P2AOD3 P2A P2AD2F P2AD3F P2ABD2F P2A P2AD1 0203 P2A02 P2A02 P2A P2AD2 P2AD1D3 P2AOD3F P2A y y y y y y y y y y y y y 1 y y y y y y y y y y y — P2A00203 P2ABD2 P2AD1 P2AD1 ‘P2ADID3 P2A P2AcD1 03 P2A P2AD1 P2A P2A P2AF P2AOF ¡ P2A :P2A03 P2ACDI INIcIALES: primer apellido, segundo apellido y nombre; FN: fecha de nacimiento; ¿ZONT: mecanismo de contagio; m: meses; E: femenino; M: masculino; 5: sexual; T: transfusión; V: vertcal. 86 TABLA 4.2.- VARIABLES HEMATOLÓGICAS I G H 1 1 M 1 P I ir LEU LEU O GR GRO HGB MS clF~~T5 MIO O PLO PLO clrijjiw LINEO’ ji = n= = = = = = = = = D 32.3 N 2.5 ji 3.3 O 10.6 O 103 O 28.3 O 32.7 N 3.0 D 4.2 N 10.6 O 348 N 25 D 27.6 D 14. A o 2.6 8.3 O 222 N 20.6 O 29.1 N 5.2 O 3.0 O 9.7 N 449 A 24.1 A 41.7 N 6.9 N 4.2 N 13.2 iN 487 A. 39.7 29.9 O N 4.3 o 4.6 N 8.9 O 487 A 30.9 D 38.4 9.7 N 5.0 N 11.8 N 290 N 48.4 NN N 38.7 6.0 N 4.9 N 12.5 N 265 N 47.4 D 26.1 N 3.0 D O 2.5 8.3 O 258 N 25.6 N 34.3 N 7.1 N 4.8 N 10.8 N 386 A 58 O 31.9 N 4.9 N 4.0 N 11.1 O 294 N 29.7 O 26.4 D 4.6 O O 3.5 9.3 D 42 O ‘10.7 N 39.7 3.5 D 3.6 o 13.3 N 204 N 34.5 NN D 38 3.3 o 3.4 O 10 N 321 N 49 N 35.1 N 6.5 N 4.5 N 12.2 N 306 N 43.6 N N 34.6 6.2 N 4.4 N N 350 N 11.4 49.7 N 34.2 N 9.5 N 4.1 N 11.2 N 240 N 52.9 N 39.3 N 5.3 N 4.8 N 13.1 N 175 N 45 N 36.6 N 5.6 N 3.4 O 11.9 N 208 N 41.5 N 34.1 4.4 O 4.1 N 11.2 N 189 N 22.9 NN D 31.1 5.4 N 3.1 O 10.3 D 324 N 32.8 N O 33.4 2.6 O 3.2 O 11.2 D 173 N 42 N 36.9 6.3 N N N 115 4.0 12.4 O 22.7 NN O 28.6 24 4.3 O 3.2 O 9.8 N 269 N 24.3 N N 39.1 25 5.2 O 4.8 N 12.8 N 241 N 49.7 N 37 N 26 5.1 O 4.4 N 12 N 242 N 35 o 30 N 27 15. N 4.4 N 10 N 268 N 60.6 O 29.4 N 28 17. N 4.4 N 9.6 N 412 A 23.6 N 40 N 29 7.7 N 5.3 N 13 N 193 N 46 D 31 30 10. N 3.6 D 10.1 N 30 O 65.7 NA N 38.4 31 5.2 N 4.6 N 12.6 N 212 N 52.8 O 30.1 N 32 8.9 N 3.3 O 10.2 N 323 58.9 N 35.5 33 7.3 N 4.3 N 11.7 N 204 N 37.4 NN N 36.3 34 8.3 N N N 4.6 11 607 A 33.3 N 30.6 35 6.0 N 4.3 N 10.8 N 299 N 47,3 NN O 32.6 36 4.4 O 3.3 O 11.4 D 273 27.4 O 26 37 5.0 D 2.6 D 8.7 O 478 A 57.8 NA D 30.8 38 2.3 O 3.2 O 10.3 O 177 N 52.2 N N 41.1 39 6.2 N 5.0 N 13.9 N 103 O 26.4 N N 35.4 N 40 2.2 O 3.7 o 12.7 132 O 36.1 O 28.6 N N 41 7.3 N 3.0 D 9.7 151 N 47.1 O 27.3 o 42 11 N 2.8 O 9.2 o 547 A 9.1 o 31.2 43 6.3 N 4.0 10.8 N 299 N 29.9 No O 27 44 8.9 N 3.3 ‘o 8.6 o 203 N 7.2 N 39.3 N 45 2.7 O 4.1 N 12.9 N 199 N 36.4 N 40.3 A 46 3.0 D 4.6 N 12.8 N 180 N 64 40.5 NN N 47 5.0 o 4.3 13.1 286 N 60 N 36 48 3.8 o 3.9 o 12.1 N 182 N 21.7 oN N 34.6 49 3.8 D 3.3 O 11.7 219 N 49 N 33.6 NN N 50 8.5 N 4.6 A 10.1 324 N 62 N 32.3 N 51 9.0 N 4.2 N 11.0 N 407 A 49.8 o 29.8 52 4.8 N 3.4 ‘o 9.9 O 202 N 48.1 NN N 33.8 9.8 N N 53 N 4.3 11.4 N 484 A 46.8 O 34 54 3.2 O 3.6 O 12 N 258 N 19.1 D 32.9 55 4.8 O 4.5 N 11.3 O 174 N 42.4 NN N 37 56 4.6 N 4.4 N 12.6 O N 204 N 47.8 N 37 4.3 A 57 O 5.8 10.5 N 252 N 29.3 — == =GR: hematíes — — - HGB: —hemoglobina — = = — — 0/mm3); (n0/mm3); (gr/dI);HTO:hematocrito (%); LEU: leucocitos (n PQL: plaquetas (n0/mm3); LINE: linfocitos (%); O: variables categóricas; A: aumentado; N: normal; D: dism¡nuldo. OASOS 01 02 03 04 05 06 07 08 09 10 11 12 13 14 15 16 ‘17 18 19 20 21 22 23 87 TABLA 4.3A.- VARIABLES DIAGNÓSTICAS, SEROLÓGICAS E INMUNOLÓGIOAS = = = — = — CASOS — r~E5T POR — P24 IgA ‘~WgG = ~~-~ ia~ ¡ 1 ¡ .4+ + 01 527 A 1860 A 123 i~í .4. + + 02 N 2150 A 87 77 N + + 03 44 N 4790 A 3650 A I 04 05 06 07 08 09 lo 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 13 N + 267 + 103 + + 82 + + 109 + + + + + + + + + + + + .4. + + + + + + + + 4 + 4 + + A N N N A N A N A N A N A A A N A N A N A A N N A N A N A A A A A N A A A A A N A A A N A + + + + + + + + -4- + + + 591 147 + + + + + + 23 + + + + + + + + + 28 4 + + 29 30 31 32 33 + + + ~1~ + + + + + + + + 4- + + + + + + + 4 36 + + + 37 38 39 40 41 + + + + + + + + + 4 + 42 43 44 45 46 -4- + + + + + + + + + + + 47 + + + 48 + + + 49 + + + 50 51 + + + 119 137 180 235 206 106 333 179 353 317 388 100 184 169 + + 312 205 64 446 279 333 113 179 N 102 N 1780 A A 113 179 N N N N N A N N A A N N A N N N A N A A N A N N N N N N N N N A N 14 A N A A N N N N N N A 2540 1310 1580 2460 2240 1890 1620 3180 2640 1840 ‘2240 ‘1820 ‘1620 2420 1280 4790 955 1950 3470 2110 2120 2430 1340 752 2200 3170 2180 1740 1850 1650 1430 1560 756 1760 1800 1710 1880 2090 1530 1350 2130 2020 1410 1520 N A A A A A A A A A A A A N A N A A A A A N N A A A A A A A N N A A A A A A N A A A A 167 195 125 422 139 154 531 235 76 121 243 239 200 196 257 144 246 387 95 251 130 78 .218 288 .157 106 163 102 91 174 172 41 251 118 237 285 156 61 299 125 187 92 232 + 1930 + + + + + 54 + + + 55 + + + + + + + — —— 56 57 — 141 238 579 519 4 52 53 225 134 695 + + 34 35 983 588 299 194 + 25 26 27 829 70 154 77 22 24 369 224 310 + 227 443 105 435 434 — A A A N A A — 3380 2000 1910 2980 2620 1370 — A A A A A N — 599 145 377 166 209 198 — A A A N N N — W-Blot Westem-BIot; PcR: lgG: reacción en cadena deG(mg/dl>; la polimerasa; P24: antigenemia MQng/dI>; p24; IgA: inmunoglobulina A(mgldl>; inmunoglobulina lgM: inmunoglobulina O: conversión en variables categóricas; +:pasitivo; -:negativo; A: aumentado; D: disminuido. 88 TABLA 4.36.- VARIABLES DIAGNÓSTICAS, SEROLÓGICAS E INMUNOLÓGICAS C CASOS — ~01 02 03 04 05 06 07 08 09 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31 32 33 34 35 36 37 38 39 40 41 42 43 44 45 46 47 48 49 50 51 52 — 004% = — 004%0 = 2 O 5 o 1 o 2 24 4 26 D D 3 1. 15 4 1 1 7 43 46 16 24 20 1 1 13 2 8 34 30 22 19 31 9 14 27 27 O D D O O O O O D A A o o o O O O o O N N O O N O C CDSVo — 34 49 .8 .1 16 36 26 50 31 37 34 22 52 41 37 40 46 50 45 21 57 45 15 25 39 20 53 43 31 34 56 37 32 27 23 43 29 35 26 42 52 31 54 48 37, — OD8%O’ — N A D O o A N A N A N D A A A A A A A D A A O N A O A A N A A A N N o A N N O A A N A A A A A A N N O A O A — 004 — 35 15 29.8 25 657 68 1674 106 .22 617 58 7 12 113 2550 1417 933 595 551 10 34 141 28 202 878 559 1293 762 1776 600 C CD4C — O O O O O O N D D O O O o O A N O O O O o O O O o O N O N O 0 008 = ir 240 367 238 1.2 438 591 1674 1422 310 1523 494 152 627 662 2220 1232 2682 .124 1239 211 1910 491 214 630 1020 780 2024 .1725 1776 2200 1537 4185 892 584 989 797 838 420 418 333 1787 :313 1017 308 361 756 1026 338 595 C CDSCj = O O :0 O D O A N O A O D N N A N A o A O A O D o N O A A A A A A N D N O 7.4 O O O A 0 004/008 — 014 0.04 0.12 20 1.5 0.11 1 0.07 0.05 0.4 0.12 0.04 0.02 0.17 1.1 1.15 0.35 4.79 0.4 0.04 0.01 0.28 0.13 0.3 0.86 1 .5 0.63 0.44 1 0.26 0.25 0.7 0.85 1.22 1.17 0.44 1 0.08 0.63 0.14 0.10 0.19 0.18 0 004/0080 — D O O A N O N O o O D O D D N N O A D D O O O O O N O O N O O O O N N O N O O D O 384 O 3054 A ID 758 O 33 714 O 27 O 1170 N 19 D 352 O 29 ,0 838 O 3 .0 36 O 16 0 265 O 6 O 47 O 5. o 192 o 6 O 60 o O o 10 O 188 O 7.4 O 26 O 167 O D 0.05 O 32 o 321 O o 0.86 O 33 N 42 633 O N 0.83 D 26 ,0 34 845 O N 0.82 O 29 O 41 239 O o 0.7 O 35 N 651 1.09 N 32 O D 54 A 22 2875 A 1171 N 2.45 N 38 N 13 1703 1~4 682 O 2.92 A 7 .0 109 0.13 D 52 O .815 N 53 25 15 1114 O 687 O 1.62 N 54 28 174 O 286 O 0.6 O 46 55 12 20 D O 24.4 O 407 o 0.6 O 56 26 O 43 A 571 O 945 A 0.6 O 57 7 ,0 48 88 •0 .604 o 0.14 A p (nt’/mm3); 008: 004%: linfocitos 004+ <%>; cD8%: linfocitos 008+ (%); cD4: linfocitos 004+ cociente de linfocitos 004+/linfocitos c08+; c: afladido a los Unfocitos 008+ (n0/mm3>; 004/0DB: anteriores indica conversión en variables categóricas; A: aumentado; N: normal; O: disminuido. O O 89 TABLA 4.4.- AGUDEZA VISUAL Y ESTADO REFRACTIVO AVscI K~D Avocí AVaeD Avael E T~¡~WR MIOPIAIIASTIG ANIS AMBL CASOS AVscO’1ji=_=_= = ji II N II = = 01 0.9 1 0.9 1 N N 5 N N 0.9 1 02 1 o .e 1 NO 6 N N $ 03 0.9 0.9 0.9 $ N N N N N 0.9 04 NC NO $ N N N N N NC os NC $ N N N N N 06 1 N N N 5 1 N N 0.9 07 0.9 0.9 0.9 N 5 0.9 5 N N N 06 1 1 NO NO $ N N N N N 09 1 1 5 N N N N N 1 NC 10 NC NC N $ N N N N 11 1 1 1 1 5 N N N N N 12 0.7 0.6 NO N N $ N NO $ N 0.9 1 13 1 1 1 N N 1 $ N N N 14 0.7 0.7 0.7 0.7 N N N $ N 6 15 1 1 N N NC NC $ N N N 16 0.8 0.8 NC NO 5 N N N N N 17 NC Nc 5 N N N N 18 1 1 1 N 1 $ N N N N 19 1 1 1 1 $ N N N N N 20 1 0.8 NC 5 N N N NC N N 21 07 0.8 N N $ $ N $ 0.4 0.8 22 1 N N 5 $ N N 1 0.4 0.8 23 AM AM 5 N N 5 N N 24 1 1 1 N 1 N 5 N N N 25 1 1 1 1 $ N N N N 26 0.6 NC N N N 0.6 Nc N N $ 27 NC NC 5 N N N N N 28 NC NC 5 N N N N N 29 0.9 1 5 N N N N N 30 NO NC N $ N $ N N 1 1 N 31 1 1 $ N N N N 32 0.7 0.8 0.7 0.8 5 N N N N 5 33 NC NC N N N N N 7.4 NC N 34 NC $ N N N $ 35 NC NC N N $ 5 N N 36 0.9 0.9 o9 0.9 5 N N N N N 37 NO NO 5 N N N N N 38 1 0.8 0. 9 0.7 N N $ $ N N 39 1 1 1 1 5 N N N N N 40 .9 0.9 ,1 N 5 N N N N O 1 41 0.8 0.8 NC NC 5 N N N N N 42 0.5 0.6 NO $ N 5 NO N N N 43 0.2 0.2 NC NO N N N N N 5 44 NC NO N N 5 N N N 1 1 45 1 1 s N N N N N 06 46 0,9 0.8 1 N N $ N 6 N 1 47 ¡0.9 NO NO 5 N N N N 0.9 N 48 .6 0.6 0.8 N N 5 ¡.4 N 5 0 0.8 49 1 0.4 NC NO N 5 N 5 N 5 1 0.6 NO $ N N N 50 NO N N 51 NO NO $ N N N N N 52 1 1 1 1 5 N N N N N NC 5 N N 53 NO N N N 54 0.9 0.9 NO NO 5 N N N N N 55 1 1 1 1 $ N N N N N 56 1 1 1 1 s N N N N N 57 0.4 1 0.4 1 5 N N N N AV: agudeza visual; sc: sin corrección; CC: con corrección; ae: agujero estenopeico; 0: derecho; 1: izquierdo; AM: amaurosis; NO: no colabora; -: sin determinar; EMET emetropía; HIPER: hipermetropía; ASTIG: astigmatismo; ANIS: anisometropía; AMBL: ambtiopía; 6: si; N: no. I I I 90 it u TABLA 4.5.- OPTALMOESTATOMETRiA Y MOTILIDAD OCULAR C == M CASOS ENDO EXO 1 —— PARP it PES1 MOE =MOI — 01 N N N N Ni 02 5 N N N 5 N 03 N N N 1 Ni 04 N N N T N 05 N N N N Ni 06 N N N N N N 07 N N N N Ni N N 08 N N N N Ni 09 N N N 1 Ni Ni 10 N N Ni B Ni N 11 N N N N Ni 12 N N 1 N 13 N N N N 14 N N Ni N N 15 N N Ni N Ni N 16 N N N 1 Ni N 17 N N N Ni Ni 18 N N N 1 Ni Ni 19 N N N N Ni N 20 N N N N Ni N N 21 N N 1 N Ni N 22 N N 1 N N 23 N N N 1 A A 24 N N 1 6 N Ni 25 N N N N N N N 26 N N N O N 27 N N N Ni N N 28 N N 1 6 N N 29 N N N 1 Ni Ni 30 N N N 1 Ni Ni 31 N N N N Ni Ni 32 N N N N Ni N 33 N N N 1 N Ni 34 $ N 1 N N N 35 N N N N N 36 N N 6 1 N ‘Ni 37 N N Ni N Ni Ni 38 N N N N N Ni 39 N N Ni N O Ni N 40 N N 1 Ni Ni 41 N N N Ni Ni Ni 42 N N 1 N Ni N 43 N N N 1 N Ni 44 N N N N Ni Ni N 45 N N N Ni N 46 N N 7.4 1 N Ni 47 N N N N N N 48 N N a N N N 49 N N N N N Ni 50 N N N N Ni 51 N N N N E 52 N 1 N N Ni 53 N N N Ni N Ni 54 N N N Ni Ni Ni 55 N N N N Ni Ni 56 N N N Ni N Ni N 57 N M 1 Ni N = a — = a — = ENDO: endotrop¿a; EXC: exotropia; PARP: párpados; PE5T: pestaflas; MOE: motilidad ocular extrínseca; MOI: motilidad ocular intrinseca;N: no; 5: sI; 6: blefaritis; 1: tilcomegalia; A: abolido; O: hiperfunción de oblicuos. !~1 1 91 1 JI TABLA 4.6.0ONJUNTIVA C c CASOS = col gran = 1P CONJ 1 $MANO I 5 D u$ = Dilat I =Ni Tort Estano i~1 =_ I Ni Hipere Ni Ni Ni 6 $ $ 6 6 Ni 6 05 Ni E Ni 06 s Ni s 5 07 o Ni Ni Ni Ni 08 5 N 6 Ni Ni 09 Ni 5 $ Ni Ni 10 Ni Ni Ni Ni Ni 11 oM $ N Ni Ni 12 Ni N Ni N Ni 13 Ni 5 Ni Ni 5 14 N 5 6 6 $ 15 Ni 5 5 Ni Ni 16 Ni s Ni Ni 6 17 N Ni Ni Ni Ni 18 Ni 5 5 $ Ni 19 Ni 5 s Ni Ni Ni 20 pE $ Ni 6 Ni Ni 21 M $ Ni 6 E 6 22 F 6 s Ni Ni Ni 5 23 Ni 5 s Ni 5 5 Ni 24 E $ s Ni $ $ Ni 25 E 5 5 Ni Ni $ Ni 26 Ni 5 5 Ni Ni Ni $ 27 Ni Ni Ni Ni Ni Ni Ni 28 Ni 5 Ni Ni E Ni 5 29 N Ni Ni Ni Ni Ni Ni 30 N Ni Ni Ni Ni Ni Ni 31 Ni Ni Ni Ni Ni Ni Ni 32 Ni Ni Ni Ni Ni Ni Ni 33 N 5 s Ni Ni Ni Ni 34 N Ni Ni Ni Ni Ni Ni 35 Ni Ni Ni Ni Ni Ni Ni 36 Ni 5 5 Ni 6 Ni Ni 37 N $ 5 5 Ni N 6 38 5 5 EU $ $ Ni E 39 o 8 s Ni 5 $ 6 40 Ni 5 Ni Ni 5 $ Ni 41 E 6 5 Ni 5 Ni Ni 42 Ni 6 6 $ 5 6 Ni 43 Ni E Ni Ni Ni Ni Ni 44 Ni Ni Ni Ni Ni Ni Ni 45 P N Ni Ni Ni Ni Ni 46 5 5 o $ N Ni Ni 47 Ni $ Ni Ni 5 Ni Ni 48 p 6 $ Ni Ni Ni Ni 49 E 6 E $ 6 Ni Ni 50 Ni 6 5 Ni Ni Ni 5 51 Ni 5 s Ni N 5 Ni 52 F 5 $ $ Ni 5 $ 53 Ni 5 Ni 5 6 Ni 6 54 N 5 5 Ni Ni Ni Ni 55 6 5 Ni $ 6 Ni Ni 56 F E $ Ni Ni 5 $ Ni 6 5 $ 5 N $ ‘57 OONJ: conjuntiva; MANG: microangiopatía; Ool gran: columna granular; Dilat: dilataciones; íart: tortuosidad; Estanc: estancamiento; Hiere: hiperemia; P: papilas; O: cicatriz; O: quiste; M: melanosis; E: epiteliopatía; U: úlcera; 5: si; Ni: no. 01 02 03 04 Ni Ni Ni N N 5 $ 5 5 $ $ Ni $ 5 Ni 6 6 Ni 5 Ni 5 6 6 6 Ni 6 5 $ $ 92 Ni Ni Ni 5 Ni Ni Ni $ Ni 6 Ni Ni 5 Ni Ni Ni Ni TABLA 4.7.- CÓRNEA, IRIS Y CRISTALINO OASOS 01 02 03 04 ¡ O OORNEA = N P Ni Ni Ni P Ni Ni ir S = N Ni 09 10 11 N Ni Ni N Ni Ni N N N N 12 1.4 op Ni Ni Ni Ni PE N Ni Ni Ni Ni Ni OP Ni Ni Ni Ni D Ni 05 06 07 08 13 14 15 16 17 16 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31 32 33 34 35 36 37 38 39 40 41 42 43 44 45 46 47 48 49 50 51 52 53 54 55 56 57 N Ni Ni Ni Ni Ni sp ‘Ni Ni Ni Ni Ni OP N N P OP Ni Ni Ni OP OP N Ni Ni Ni Ni Ni Ni N OP Ni Ni Ni N Ni Ni N Ni N Ni Ni Ni N Ni Ni N Ni E SOH 1! Ni = Ni Ni Ni Ni Ni Ni Ni O Ni Ni Ni Ni Ni Ni Ni Ni Ni Ni Ni o Ni Ni Ni Ni Ni Ni Ni Ni Ni Ni Ni Ni Ni Ni Ni Ni Ni Ni Ni Ni Ni Ni Ni Ni Ni N Ni Ni Ni Ni Ni Ni N N N Ni I EUT u MP = IRIS Ni Ni Ni MP Ni Ni Ni Ni Ni Ni MP Ni MP Ni Ni MP N Ni Ni Ni Ni Ni Ni Ni Ni Ni Ni Ni Ni Ni Ni Ni Ni Ni Ni Ni Ni Ni Ni Ni Ni Ni MP N Ni Ni Ni Ni Ni Ni Ni Ni Ni Ni Ni O = ORI$T 4c Ni Ni Ni Ni Ni RO Ni RO Ni Ni N RO RO Ni Ni Ni Ni RO Ni RO Ni RO Ni RO Ni Ni Ni Ni Ni RC RO Ni Ni Ni Ni Ni Ni P RO Ni Ni Ni Ni Ni Ni Ni ‘Ni Ni Ni Ni RO RO Ni Ni Ni N $OH: schirmer; Buí: tiempo de ruptura lagrimal; ORISI: cristalino; N: normal; P: pannus; OP: queratitis puntata; E: embriotoxon; D: disminuida; MP: restos de membrana iridopupilar; RC: refuerzo capsular pastenor. 93 TABLA 4.8.- VITREO, PCOROIDES Y RETINA O OA$O$ — VITREO = jirvo g PAPILA = MAcuLAD VASO II — n M EXUD — HEMORR =w Ni Ni Ni .Ni Ni Ni N Ni Ni Ni Ni Ni Ni Ni Ni Ni Ni MOI MG Ni Ni 5 Ni Ni Ni Ni Ni Ni Ni Ni 6 Ni Ni Ni Ni Ni $ Ni Ni 6 Ni Ni Ni 6 Ni Ni Ni $ Ni 6 Ni Ni N Ni Ni Ni OORIORREI Ni 5 ‘Ni 5 03 ‘Ni Ni :04 N ‘Ni Ni 05 DF VO Ni Ni 06 DE N Ni 07 DF VO Ni Ni 08 N Ni Ni .09 OF 1 Ni Ni la Ni N Ni $ ~11 DF Ni Ni Ni 12 DF Ni Ni Ni Ni 13 N Ni Ni ‘Ni Ni 14 DE 1 Ni Ni Ni 5 15 DF T Ni Ni Ni 6 16 N Ni Ni Ni Ni 17 DE N Ni Ni Ni 18 DF N Ni Ni Ni 19 DE N Ni Ni Ni Ni 20 DEI N Ni Ni Ni 5 21 T Ni Ni Ni 5 Ni 22 DF Ni Ni Ni Ni Ni 23 DF N Ni $ Ni Ni 24 yo Ni Ni Ni Ni Ni 25 DF Ni Ni Ni Ni Ni 26 DF Ni Ni Ni Ni Ni 27 Ni Ni Ni DF Ni Ni 28 N Ni Ni Ni Ni Ni 29 DF T Ni Ni Ni Ni Ni 30 Ni N Ni Ni Ni Ni 31 Ni Ni Ni DF 1 Ni Ni 32 OF Ni Ni Ni Ni Ni 33 Ni DF Ni Ni Ni Ni 34 N Ni Ni Ni Ni Ni 35 DF Ni Ni Ni Ni Ni 36 DF Ni Ni Ni Ni Ni 37 N Ni Ni Ni Ni Ni 36 DF 1 N N Ni Ni N $ $ 39 Ni Ni Ni Ni Ni Ni N Ni 40 DE N Ni Ni Ni Ni Ni Ni 41 DF 1 N Ni Ni Ni Ni Ni Ni 42 DE yo Ni Ni N N Ni N 5 43 Ni Ni Ni N N Ni Ni Ni 44 N Ni Ni Ni Ni Ni Ni Ni 45 DF Ni Ni Ni Ni Ni Ni Ni 46 Ni Ni Ni Ni DF Ni Ni Ni 47 1 Ni Ni Ni N Ni N Ni 48 Ni N N Ni Ni Ni Ni Ni 49 N N Ni Ni N Ni DF Ni 50 Ni Ni Ni Ni Ni Ni Ni Ni 51 DE N Ni ‘Ni Ni N Ni Ni 52 DF Ni Ni N Ni Ni 9 Ni 53 DF 1 Ni Ni N Ni Ni Ni Ni 54 Ni Ni N N Ni N N DF 55 DF 1 Ni Ni Ni N N Ni Ni 56 DF N Ni Ni Ni Ni Ni 57 DF [Ni Ni ‘Ni N Ni Ni Ni — — — — —— — — VASO: vasculitis; EXUD: exudados; HEMORR: hemorragias; MOT PIG: moteado pigmentado; OORIORREI: cicatrices cortorreflnianas; DF: degeneración fibrilar; 1: tyndall; yO: vitreodonesis; N: nao normal; 5: si. ~01 02 1 N N Ni Ni Ni Ni Ni Ni N Ni Ni Ni N Ni Ni Ni Ni Ni Ni Ni Ni Ni Ni Ni Ni Ni Ni Ni Ni Ni Ni Ni Ni Ni Ni Ni Ni Ni Ni Ni Ni Ni 5 Ni Ni Ni Ni Ni Ni Ni Ni Ni Ni Ni Ni Ni Ni 94 9.- FIGURAS 95 DISTRIBUCION POR SEXOS FEMENINO 39 68% MASCULINO 18 32% Gráfico 1 EDAD a 7 6 5 4 3 2 1 o 6m la 2a 3a 4a Sa 6a 7a Edades 96 8a Oa lOallal2al3a Gráfico 2. MECANISMOS DE TRANSMISION Sexual 1 25% VERTICAL 49 92% Transfusión 3 75% Gráfico 3 ESTADIOS - P2B, P2C, P2D, P2BC, P2BD, P2CD, P2BCD 50 40 30 20 10 o P2B P20 P20 P2BO ESTADIOS 97 P2BD P200 P2BOD Gráfico 4. TRATAMI ENTO 37 40 33 L 30 26 22 23. A A A 16 20 A 10 0 AZT TP[METOPPIN SULFAM. GAMMAS. AZT+ TIMEGPRJN SULFM.4 AZT+ GAMMAS. TPIMETOPRIN AZT + +GAMMAG TR~METOPRIN + 5AM Gráfico 5. Nota: hay pacientes que han recibido mas de un tratamiento. ALTERACIONES DE LA REFRACCION Astigmatismo 13 52% EMÉTROPE AMÉTROPES 35 66% — t Y Nota: hay pacientes que presentan mas de una alteración 98 Hipe rmetro p 7 28% M¡op(a y 5 20% Ñ 10.- LÁMINAS 99 ,—rr.1\t r~ t\0Z=2CQQVL4 4J t%&eu~yt~ tk¼ht ~ y~&J ~tcY=ct~t DE lA G ,MMQ~ fZwd~o ~ LS> ~m~t;$ OBTU~/C POR e”’ rl ‘‘ci) ~ÉttQ-.~ ~ “JQM Pre~¡donIe, (-tiVc,cal, ______________ 1’ ~ ‘1-- cot,. ~~3~ FI Voeo¶, ¼‘ 11.- BIBLIOGRAFÍA 115 . BIBLIOGRAFÍA 11.1. BIBLIOGRAFÍA POR ORDEN DE APARICIÓN. Gottíieb MS, Schroff R, Schnker HM, Weisman JD, Fan PT, Wolf RA, et al. 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SNC: sistema nervioso central. SNRA: síndrome de necrosis retiniana aguda. SNRPP: síndrome de necrosis retiniana periférica progresiva. TAC: tomografia axial computadorizada. UDVP: usuarios de drogas por vía parenteral. 181 VIH: virus de la inmunodeficiencia humana. VVZ: virus de la varicela-zóster. ZDV: zidovudina. 182