El gobierno del gran ducado de Sajonia-Coburgo ha anlorizado en toda la exlenáion de su territorio i¿ cremación de l u cadáveres. Un despacho de Perpifian anuncia haber sido repuesto ei cónsul de España en aquel punto Sr. García, que habia sido separado recieniemente. La actitud de D. RamoQ Cabrera está produciendo el mejor resultado en las filas carlistas. Varios generales y muchos jefes y oficiales de esfe partido están firmando un acta adhiriéndose al manifiesto de Cabrera, la cual se publicará en breve. ' El- domingo fué gravemente herido en "Valderrobres, según de Alcañiz escriben al «Diario de Avisos» de Zaragoza, el propietario y ali:alde que foó D. Cosme losa, habiendo sido preso el agresor por el comandante de armas carlista de Beceite. •^Tiene entendido el «Tiempo» que muy en breve tendrá lugar en Palacio la solemne ceremonia de hacer entrega é. S. A. R. la princesa de Asturias de la CTJBZ de Pílayo q»e conserva en su poder S. M. ¿ Rey. ;, Asistirán á este acto los grandes de España, alltos dignatarios de Palacio y la comisión de Asturias, que preside el se ñor Mon, quien con tal motivo duipirá la palabra á. S. A. En la madrugada del jueves, una TIferma de 80 años de edad del hosjiilal de Santa Cruz de Barcelona se arrí'jó á un palio desdo la galena ó crucero que separa la sala de medicina de la de cirujia de mugeres, quedando muerla en el acto. La inMii mujer habia ingrcsapo la víspera en el establecimienfc, y llevó & cabo el suicidio aprovechándose del momento en que las hermanas de la caridad y enfermeras de vela estaban repartiendo el caldo. El dia 24 fueron muertos por ol alférez de escopeteros de la Mancha, don Sinforiano Raoiirez, Jos cuatro criminales de aquella provineia Félix Romero (a) Bigotes, Salomé Sanchfz (a) el Medio, Bal'asar del Campo y Fernando üillan (a) Quinquilleros, itristementíi célebres por sus horiibles fechorías. Los tres primeres. fueron autores del secuestro de un.canóiiigo, de que oporlunamenie dimos'eusnta; el ¿onecido por -42— una buena posición, y vivia soltero, y retraído de la escogida sociedad de que era el íntimo confidente. Juan de Albarado, á quien tendremos ocasión de conocer tenia unos sentimientos generosos inimitables 5^ por todos conceptos dignos del apresto general. Al abandonar el Suizo los tres amigos, dos de ellos se dirigieron á !a calle do las Infantas, dondj m raba la aristocrática baronesa del Ciprés, en cuyos salones se reunía aquella noche todo lo mas distinguido de la buena sociedad madrileña. £1 otro, que^fué Luis de Pimentel, se dirigió solo y meditabundo, por la calle de Preciados, a l a retirada travesía del Reloj. Una lluvia menuda, regaba las calles de la capital que estaba casi solitaria. Fl frío era grande y un airecillo friosco y suave, bacía aun mas desapacible aquella noche, en la qus era inútil todo abrigo, pa- el Medio fu$ el que mató á un diputado Malagueño que se encontraba en los baños de Fuen-Santa, y el, ultimo toiftú parte en el robo üel tren de la Cañada. El nuevo manifiesto de Cabrera anunciado por el íijiurac-bat» debe s e el mismo que publica la «Liberte» y de que hace ^un largo estracto el «Diario Español», proponiéndose darle á conocer íntegro en cuaalo se reciba el lestoen castellano. El nuevo manifleslo del general Cabrera, del que no basta á dar una idea el estracto del «Diario Espado'», si bien está cuidadosamente hecho, termina con estos párrafos: «Españoles, tened compasión de la patria, que es nuestra madre. Mí partido, el mas perseverante, secundará muy piouto, asi lo espero, mi determinación, cada cual con sus convicciones y luchando noblemente protegidos por la ley. Rechacemos de una vez para siempre la injuria que hacen á nuestra dignidad aquell.'S-que ñus (;aiificari de ini,'oberaables, y nosotros, conquistadores por tradición y ¡!or carácter, nosotros llevaremos acabo la mejor conquista que puede hacer un puoi)lo: el triunfar de sus propias debilidades. Aquel di*, el mas brillante entre lo =.i5i-a librarse del helado aire del Guadarrama, del que mata á un hombre y no apaga un candil. Pocas personas se permiUan transitar por las calles, aquella noche en que se sentia un frió de la Siberia. Aquella noi-.he solo los que tenian carruajes y estos estaban bien confortados, eran ios Únicos que podiau llamarse felices y no recordarianel frioque sufriera eid-sgraciado que liambrieato y harapiento, atravesaba la via pública implorando una limosna. Ese es el mundo, el neo, el hombre feliz, no 'piensa jamás en el que sufre. El que va en coche envuelto, en rico abriiro de cachemir, no comprende la desgracia Uel que se adhiere á la pared de una estufa l'ara no helarse. Luis de Pimentel como hemos |dicho, se dirigió á buen paso á la solitaria travesía del Reloj. En esa calle, vivía en un una modesta casa, vieja y lóbrega, la hermosa niña que adoraba.