TEORÍA GRAMATICAL III. IDIOMA ESPAÑOL Profs. Carmen Acquarone – Alicia Gil UNIDAD 10 LECTURA Nº35 Alfredo I. Álvarez LAS CONSTRUCCIONES CONSECUTIVAS Arco Libros, S.L. Madrid, 1995 CAPÍTULO I LAS CONSECUTIVAS EN LA ORACIÓN COMPLEJA Con pocas excepciones, las descripciones efectuadas por nuestras gramáticas de las consecutivas han pivotado sobre dos consideraciones fundamentales: su tratamiento conjunto con las estructuras comparativas y su ubicación en el seno de las subordinadas adverbiales llamadas «impropias» o «no circunstanciales» de la mano de condicionales, concesivas y causales. Si, como se irá viendo a lo largo de estas páginas aquella queda avalada por un conjunto de rasgos de los que la afinidad léxico-semántica es sólo una parte, su inclusión entre las adverbiales, basada en la consideración de su posible simetría con los «oficios» o funciones oracionales del adverbio en la oración «simple», no sólo se ha mostrado. como modelo de análisis, incapaz de resolver las diferencias entre las que llama adverbiales «propias» –temporales, locativas y modales– y las que, por no hallar el oportuno correlato ni en el paradigma de los adverbios reconocidos ni en el modelo de sus «oficios», resultan «impropias», sino totalmente inadecuada tanto para dar cuenta de las peculiaridades que estas estructuras manifiestan respecto de condicionales, causales o concesivas como para determinar su «lugar» dentro de la sintaxis oracional. 1.1. LA CONSTRUCCIÓN TANTO / TAL… QUE 1.1.1. La significación consecutiva Ciertas gramáticas, no obstante, las recogen dentro de las adverbiales cuantitativas, haciéndose eco, por otra parte, de la evidente proximidad de dos enunciados como Juan tiene tantos discos como quiere y Juan es tan alto que llega al techo a aquellos grupos sintagmáticos nominales que encierran algún procedimiento de cuantificación o intensificación de su núcleo: Juan tiene algunos/pocos/muchos discos, Juan es muy alto (altísimo). Con independencia de otros paralelismos funcionales (§ 1.1.2.2), comparativas cuantitativas y consecutivas parecen constituirse en instrumentos lingüísticos no menos aptos para “medir” el grado o la cantidad en que se considera lo referido desde un cierto lexema ve rbal o nominal. Unas y otras permiten, de este modo, su explicación como procedimientos analíticos de cuantificación o intensificación alternativos a la síntesis que representan los cuantificadores léxicos o, si de la intensificación se trata, otros mecanismos como la afijación, composición, reiteración léxica, etc. 1.1.1.1. Comparativas y cuantificación En las comparativas la cuantificación es el resultado de la triple referencia de los fóricos más, menos, tan(to) hacia un segmento oracional transpuesto (el «segundo término de la comparación», con verbo elíptico o explícito) en el que, como si de una especie de «norma» o «baremo» se tratase, descansa la expresión referencial absoluta del grado o cantidad en que se considera aquél: es así como en la comparativa es más alto que su padre, el segundo término –que su padre– asume como significados de construcción no sólo la “cantidad” de su «antecedente» (más) sino también la significación léxica de la «base» que determina (alto): esto es, en virtud de su relación con el cuantificador comparativo que su padre significa unta cierta cantidad de altura, de ahí la equivalencia entre las dos variantes de la comparación: es más alto que su padre = es más alto de lo [alto] que es su Padre. En tales condiciones, la comparación con más y menos se registra como la indicación del grado de “desviación” respecto a dicha “norma” (más/menos alto que su padre), mientras que con tanto se resuelve en la indicación de su “adecuación” o igualdad: tan alto como su padre. 1.1.1.2. Consecutivas e intensidad En las consecutivas, la cuantificación se torna en la ponderación o intensificación propia del superlativo merced a la referencia catafórica de los intensivos tan(to), tal, etc. (§ 1.1.2.3.1) hacia un proceso verbal conformado como «efecto» o «consecuencia» en la «oración» transpuesta por que: en ella se expresa, como ya advierten algunos de nuestros gramáticos, cierta consecuencia que se deduce de la intensidad con que manifestamos una cualidad, circunstancia o acción. Al igual que el comparativo, el «segundo término» consecutivo asume también como contenidos de construcción la expresión referencial de la misma circunstancia o cualidad aludida en el término “medido”: cantidad de altura; a diferencia de aquel, sin embargo, el “baremo” consecutivo constituye para el hablante, desde su subjetiva – pero lingüísticamente objetivada– estimación, el máximo grado de lo representado en el término intensificado; con independencia de las diferencias referenciales objetivables en cada “efecto” (tan alto que llega al techo, tan alto que llega a la mesa, tan alto que usa pantalones, tan alto que se sale de la cuna), este representa en cada situación de habla el exponente superlativo con el que, desde su afectiva valoración, se iguala e identifica la base intensificada. En cualquiera de los casos, resultará, pues, equivalente a otras conformaciones del superlativo: es muy alto, es altísimo, es requetealto, es alto de narices, es alto con ganas; es alto, alto; etc. Si la cuantificación comparativa es sensible a la desviación expresada por más y menos, la determinación consecutiva encierra como valor subyacente la “igualdad” de la comparación con tanto –no en vano coinciden en el uso no sólo de esta unidad sino también de otras como tal, o así–, entendida ahora como la equivalencia del grado en que se considera la base (la “altura” en el ejemplo anterior) con aquel que exige la consecución del proceso-efecto expresado en el «baremo» (‘llegar al techo’). Igualdad y superlativo son, pues. las dos notas de contenido que definen la llamada intensidad consecutiva, contenido, que, como luego veremos, define la pertinencia significativa de este tipo de construcciones frente a las más próximas comparativas y que en determinadas condiciones se manifiestan analítica y formalmente desglosadas en la expresión de ciertas construcciones a medio camino entre comparativas y consecutivas: no es tan alto como para que llegue al techo (§ 1.4.2). Desde la expresión de intensidad se explican algunos hechos harto ilustrativos del carácter de estas construcciones, en las que repetidamente la expresión de múltiples y variados matices emotivos relega a un segundo plano la mera representación de la realidad objetiva; en primer lugar el uso y hasta el abuso con el que las consecutivas se ponen al servicio de la expresión hiperbólica (y hasta histriónica) de actitudes y cualidades estereotipadas en secuencias de por sí tan expresivas como los chistes de la lengua coloquial: era un loco tan, tan, tan que se volvió campana, era tan feo que hacía los recados por la noche, era tan suyo que no salía de sí, era tan bueno que no quería nacer para no molestar. En segundo lugar, la frecuente sustitución en registros coloquiales de la oración transpuesta por simples unidades de valor exclamativo: llegué tan cansado que… ¡buff!, está que… ¡caramba con el niño!, estoy que… ¡jo, con la espalda! Por último, y sobre todo, la siempre posible alternancia del segundo miembro consecutivo con el tonema de suspensión en oraciones de modalidad exclamativoadmirativa, respecto de las cuales las consecutivas constituyen un desarrollo léxico de la intensidad que en estas se presenta en estado «puro», desnuda de toda concreción (§ 1.1.2.3.1): ¡es tan alto…!, ¡dice tales cosas…!, ¡llegué tan cansado…! 1.1.2. Las consecutivas como construcción nominal 1.1.2.1. Oración y construcción La inadecuación ya apuntada de las habituales caracterizaciones de las oraciones consecutivas se nos revela ya en la propia denominación de oraciones, y se torna en contradicción cuando la descripción que sigue señala a la correlación existente entre una suerte de antecedente encarecedor o intensivo tan, tanto o tal y una oración introducida por que como estructura responsable de las que el Esbozo académico llama consecutivas de «segundo tipo». En efecto, si el concepto de oración resulta inapropiado para designar el estatus funcional de la oración encabezada por que, integrada en el texto como un segmento transpuesto y adaptado a función nominal, más aún para caracterizar al conjunto del enunciado que la contiene, cuya estructura no coincide necesariamente con la oracional, de suerte que, en contextos adecuados, la secuencia consecutiva sobrevive aislada como sustituto de oración sin la presencia formal de verbo alguno y sin merma por ello de sus valores originarios: Limpia-hornos Centella; ¡tan potente, que limpia en frío! ¿Corrieron mucho? –Tanto, que llegaron exhaustos. ¿Llegaron sus amigos? –Y tales, que mejor no molestarlos. 1.1.2.2. La correlación y las subordinadas adverbiales Las consecutivas no son, pues, oraciones sino construcciones nominales contenidas generalmente como constituyentes propios de un enunciado más amplio que, al mismo tiempo, las supera; de ahí la segunda imprecisión de nuestras gramáticas al agruparlas con causales, concesivas o condicionales como adverbiales igualmente impropias. Si estas constituyen junto con sus transpositores una unidad de función autónoma en el esquema oracional –no de modo distinto de como las subordinadas sustantivas o adverbiales de tiempo, lugar o modo funcionan como complementos autónomos respecto del núcleo verbal–, las oraciones transpuestas por que consecutivo, y como ellas las comparativas, se integran en la oración a través de su peculiar correlación con los intensivos tan(to), tal, etc. (§ 1.1.2.3), –o con los cuantificadores más, menos, tan(to), respectivamente–, con los que constituyen un grupo sintagmático de naturaleza nominal y cuyo valor determinan, pero nunca como segmentos adverbiales de función oracional independiente, esto es, como términos directamente dependientes del núcleo verbal; así se explica que la elusión del elemento encarecedor desencadene secuencias tan improbables como las que siguen: Es tan alto que llega al techo à *es alto que llega al techo Habla con tal vehemencia que convence à *habla con vehemencia que convence Tiene cada ocurrencia que te partes à *tiene ocurrencia que te partes Tiene unos humos que no se le aguanta à *tiene humos que no se le aguanta. En estas condiciones, las consecutivas, como las comparativas, se nos revelan más cercanas a las «subordinadas adjetivas» o de relativo, oraciones transpuestas –como es sabido– sin función oracional autónoma, que se integran en el enunciado merced a su dependencia respecto de otro sintagma –el llamado «antecedente»– con el que constituyen un grupo de categoría nominal y funciones diversas dentro de la oración. 1.1.2.3. Estructura interna En cualquier caso, como grupo sintagmático, el consecutivo no está exento de ciertas particularidades que lo diferencian tanto de las con construcciones de relativo como de las más cercanas comparativas. 1.1.2.3.1. Consecutivas de solidaridad En primer lugar la que se refiere al tipo de relación establecida entre los dos miembros del grupo; en las construcciones comparativas la oración introducida por que o como –frecuentemente con verbo elidido– funciona sistemáticamente como término subordinado que se limita a completar la experiencia expresada en él «antecedente» comparativo –más, menos, tanto–, núcleos, por ello, de la construcción y cuya función y significado no se ven alterados por la elusión de aquella: Es más alto que [es] su padre à es más alto El patrón trabaja menos que manda à el patrón trabaja menos No es tan bebedor como su hermano à no es tan bebedor. El mismo comportamiento se observa en las construcciones de relativo: ni el valor ni la función del núcleo antecedente dependen de la oración de relativo: no le gustan las flores que huelen à no le gustan las flores. Por el contrario, el correlato consecutivo, lejos de permitir la simple elusión de la oración transpuesta, encuentra en ella el sustento de su propio valor intensivo: valor que, en ausencia del segundo miembro de la estructura, daría paso a los contenidos léxicos originales de cada unidad –deixis cuantitativa en tanto, modal en tal, indefinido en un o distributivo en cada–, perdiéndose toda referencia superlativa o encarecedora (§ 1.2) y, en algunos casos –como en los de cada y un–, generando secuencias de dudosa aceptabilidad: Es tan alto Tales son sus deudas (?) Dice unas cosas (?) Cuenta cada chiste. Así pues, la oración de que consecutivo no sólo no se limita a completar el significado de su correlato como un simple adyacente sino que constituye la garantía de su valor intensivo; frente al endocentrismo de comparativas y relativas, los dos términos de la construcción consecutiva se exigen mutuamente como términos interdependientes; es esta solidaridad la que garantiza no sólo su viabilidad gramatical sino también semántica: lo peculiar de la significación consecutiva, al contrario de la comparativa, no depende tanto del valor léxico de alguno de sus miembros como de la construcción considerada en su conjunto; no es la intensidad un valor conformado en entidad léxica alguna, sino una significación de estructura cuya subsistencia no permite la supresión de ninguno de los términos. En condiciones favorables, no obstante, la supresión es posible si viene compensada por una curva exclamativo-suspensiva (§ 1.1.1.2): ¡Es tan alto...!, ¡Son tales sus deudas...!, ¡Dice unas cosas..., ¡Cuenta cada chiste...! Las oraciones resultantes no son, en rigor, consecutivas –para ello seria necesario que se desencadenase la correlación sintáctica– pero constituyen enunciados no menos intensivos que los anteriores o que ¡Corre... !, ¡Llovía...!, ¡Me puso…! –ahora sin correlación y sin intensivo; estamos, pues, ante dos procedimientos formalmente diferenciados –uno de naturaleza sintáctica y otro de carácter entonativo– pero semánticamente equivalentes, donde la objetiva aserción de sus contenidos es sustituida por la subjetiva estimación afectiva en la que termina por resolverse el encarecimiento, la intensificación o, si se prefiere, la «superlativización» de contenidos proporcionada por los diferentes medios. 1.1.2.3.2. Consecutivas de subordinación También las consecutivas conocen la subordinación como función que explica su estructura interna, precisamente en aquellas secuencias donde la presencia del segmento de que no es imprescindible para el sostenimiento del valor intensivo en su antecedente; tal ocurre en enunciados que, como los dos tipos que siguen, se desarrollan ineludiblemente bajo contorno exclamativo y con la forma verbal generalmente asociado a una forma de futuro o condicional (por algunos autores llamados de «sorpr esa») como expresión referencial y cronológicamente presente de “intensidad”: ¡Qué tomaría, que no podía ni hablar! ¡Quién habrá venido, que hay tanta policía! ¡Cuál habrá sido el resultado, que andan todos eufóricos! ¡Cómo será de feo, que es más feo que Picio! ¡Dónde lo habré metido, que no lo encuentro! ¡Cuándo serán los comicios que andan todos revueltos! ¡Cuánto les habrá pedido, que se volvieron atrás! ¡Si será necio, que ha vuelto a jugar! ¡Lo feo que será, que hace los recados por las noches! ¡Las cosas que le habrán contado, que no quiere saber nada de nosotros! ¡Lo bien que le habrá venido, que aún no se lo ha devuelto! En las primeras el papel de intensivo queda confiado ahora al si consecutivo o a los tónicos exclamativos que, con frecuencia, ven reforzado este carácter con expresiones exclamativas propias sólo de un lenguaje afectivo: ¡Qué demonios tomaría que...!, ¡Quién narices habrá venido, que...!, ¡Dónde diablos lo habrá metido que...! En las segundas, son, sin embargo, los adjetivos, sustantivos o adverbios extrapolados de sus oraciones de relativo (§§ 1.1.4.2, 1.5.1.2) los que actúan como correlatos; pero en ambas unos y otros aseguran por sí mismos, en combinación con la curva exclamativa y el futuro de énfasis, el encarecimiento que en las anteriores requería de la oración transpuesta: el resultado es, por ello, que su libre elusión –como la de cualquier elemento adyacente– no varía un ápice el efecto encarecedor de aquellos: ¡Qué tomaría!, ¡Quién habrá venido!, ¡Cuál habrá sido el resultado!, ¡Cómo será de feo!, ¡Dónde demonios lo habré metido!, ;Cuándo serán los comicios!, ¡Cuánto les habrá pedido!, ¡Si será necio!, ¡Lo feo que será!, ¡Las cosas que le habrán contado!, ¡Lo bien que le habrá venido! La peculiaridad de esta variante consecutivo-exclamativa alcanza también al segundo miembro de la construcción, que sólo ahora resulta conmutable no sólo «por cero» –como acabamos de ver– sino también por segmentos oracionales transpuestos por otros medios, permitiendo así que el consecutivo se sincretice en esa posición con otros valores como el explicativo-temporal o el final: ¡Qué tomaría, para que/cuando no pudiese/podía ni hablar! ¡Quién habrá venido, para que/cuando haya/hay tanta policía! ¡Cuál habrá sido el resultado, para que/cuando anden/andan tan eufóricos! ¡Lo feo que será, para que/cuando haga/hace los recados por las noches! ¡Las cosas que le habrán contado, para que/cuando no quiera/quiere saber nada de nosotros! ¡Lo bien que le habrá venido, para que/cuando aún no se lo haya/ha devuelto! ……………………………………………………………………………………………………………….. 1.1.4. Función y contenido del que consecutivo 1.1.4.1. Los transpositores del verbo a función «suboracional» El otro extremo de la construcción es por lo general una oración transpuesta y capacitada para contraer una función nominal por el llamado que consecutivo. Junto a los relativos y los comparativos que y como, constituye la clase de los transpositores del verbo capaces de insertar la oración en el interior de un grupo sintagmático nominal en funciones ya de término subordinado a otro sintagma ya de término solidario con él: Le fascinan las luces que brillan ( RELATIVO – SUBORDINACIÓN ) Lo perdimos todo el año que granizó ( RELATIVO – SOLIDARIDAD ) Nos sorprendió lo vieja que estaba ( RELATIVO – SOLIDARIDAD ) El patrón trabaja menos que manda No es tan bebedor como su hermano ( COMPARATIVO – SUBORDINACIÓN ) Es tan alto que llega al techo ( CONSECUTIVO – ¡Lo alto que es, que llega al techo! ( CONSECUTIVO – SOLIDARIDAD ) SUBORDINACIÓN ) Como tal clase se oponen a la de las llamadas «conjunciones subordinantes», capacitadas para (y definidas por) habilitar al verbo como segmento de función autónoma dentro del esquema oracional, es decir, como término dependiente en primera instancia de su núcleo; a esta clase pertenecen no sólo los sustantivadores que «conjunción» y si «completivo» sino también el relativo cuanto (cuya oración nunca se subordina como término suboracional) y todos cuantos transpositores a categoría adverbial capacitan al verbo para funcionar ya como aditamento del verbo ya como complemento incidental a toda la oración: si «condicional», como, aunque, puesto que, pues [que], con que, según, conforme, mientras, apenas, etc. Dentro de su clase, los transpositores comparativos y el consecutivo se distancian de los relativos por la evidente incapacidad para contraer función en el interior del segmento transpuesto. La ausencia entre sus rasgos del valor pronominal no les permite actuar como unidades conmutantes con su antecedente, lo que, sin embargo, sí les es dado a los relativos una vez que se invierte la relación de subordinación entre sus respectivas oraciones: Ya había leído el libro que le regalaron à le regalaron el libro que ya había leído Le regalaron tantos [libros] que no sabía cuál leer à *no sabía leer tantos que le regalaron Podía elegir entre tantos que no supe con cuál quedarme à *no supe elegir con cuál quedarme tantos que había. Aun cuando remiten anafóricamente a sus respectivos correlatos no los representan como unidad lingüística categorizada, como sintagma capaz de contraer función en el interior del segmento transpuesto; se limitan a referir su significación cuantitativa o intensiva. 1.1.4.2. Valores anafóricos de que En el contenido de las respectivas anáforas, por último, es donde nace la oposición entre el que consecutivo y los transpositores comparativos; en estos el común valor transpositor a función «suboracional» se combina con la significación cuantitativa del «antecedente» (más, menos, tanto) referida de forma autónoma e independiente de las que este contraiga en la oración, sintetizando así los mismos valores que en las construcciones comparativas con de son reproducidos explícita y analíticamente por la combinación artículo más que relativo: Es más/menos alto que su padre à Es más/menos alto de lo {alto} que es su padre Es tan alto como decía su padre à Es tan alto como lo {alto} que decía su padre. En el transpositor consecutivo, sin embargo, la anáfora del valor intensivo se suma al causal, de modo que esta unidad reproduce la intensidad de tanto, tal, etc., como causa de lo expresado en su oración; esta síntesis de valores es analíticamente expresada mediante la preposición de (causa) más la estructura de relativo con extraposición de sintagma nominal (intensidad), estructura a la que sistemáticamente se llega al invertir la relación de subordinación entre oración «principal» y oración «subordinada» consecutivas (§ 1.5.1.2) y con la que es correferente el transpositor consecutivo: Es tan alto que llega al techo à Llega al techo de tan alto como/que es Tiene tales deudas que no podrá pagarlas à No podrá pagarlas de tales deudas que tiene Dice unas cosas que te mueres à Te mueres de las cosas que dice Cuenta cada chiste que te partes à Te partes de los chistes que cuenta. 1.2. CONSECUTIVAS ELÍPTICAS 1.2.1. La elipsis del intensivo La ausencia en el sistema de unidades que den expresión como entidad léxica a la intensidad consecutiva no sólo hace de esta, como ya vimos, un valor de estructura y de la oración de que su garante solidario sino que convierte a las significaciones cuantitativa, modal, distributiva, etc., con las que necesariamente se combina en los intensivos al uso en compañeras ineludibles; por ello, el deseo o la necesidad de expresar la intensidad corno contenido puro acaba por transformar estas significaciones en un lastre no deseado del que la construcción sólo puede liberarse prescindiendo del correlato. El resultado es un tipo de construcción generalmente reconocido por nuestras gramáticas como consecutivas «sin intensivo» o elípticas donde la oración transpuesta se presenta como segmento directamente dependiente del núcleo verbal en alguna de las funciones de aditamento o atributo: a) b) c) d) e) Llueve que es una bendición Viene que echa humo Lleva la chaqueta, que da pena verlo Está que se come solo Es que no quiero ni verlo. No incluimos entre las construcciones elípticas las del tipo de cuenta cada chiste que te partes, tiene unas ocurrencias que es tremendo, puesto que, en ausencia de tal – con el que inicialmente se combinarían–, son un y cada los que asumen su valor y función de intensivos y, por lo tanto, los que se muestran como unidades solidarias con la oración transpuesta. 1.2.2. Configuración melódica En líneas generales, la configuración melódica de estos enunciados no difiere de la que caracteriza a las consecutivas «plenas» va descritas: como en ellas, el esquema tonal sufre una inflexión ascendente –de anticadencia o semianticadencia– antes de que, de manera que en unas y otras la oración transpuesta suele constituir una unidad fónica independiente. En condiciones de homofonía con distintos esquemas sintagmáticos, esta configuración adquiere una evidente función diacrítica capaz de preservar la secuencia consecutiva de su confluencia con las estructuras de relativo explicativas o especificativas, evitando así que la referencia de que se efectúe sobre el sustantivo como si de un relativo se tratase: Tan grande es la deuda que no podremos pagar (relativa) / Tan grande es la deuda (↑), que no podremos pagar[la] (consecutiva) Tales son los objetivos que no podremos cumplir (relativa) Tales son los objetivos (↑), que no podremos cumplir[los] (consecutiva). Por ello, la elipsis del elemento intensivo, lejos de deshacer la estructura, le confiere a la pausa y a la entonación –como señal inequívoca de la significación intensiva– el cometido de factor correctivo que no sólo suple su ausencia sino que también puede evitar la confusión de estas secuencias –sobre todo las del tipo c) y d)– las que algunos autores llaman “relativo consecutivas”, en realidad, oraciones de relativo explicativas –pausa de semicadencia o suspensión antes ,de que– o especificativas –sin pausa– pero de cuyos valores léxicos y referenciales pudiera percibirse un cierto sentido consecutivo: # Lleva la chaqueta, que da pena [verlo] # (consecutiva) # Lleva la chaqueta, [la] que da pena (explicativa) # Lleva la chaqueta que da pena # # (especificativa) Construcciones que sin intensivo no serían aceptables se preservan en el coloquio gracias a una mayor duración de la pausa y a un aumento de la amplitud del ascenso tonal; concomitantemente, el sintagma intensificado suele registrar una mayor intensidad acentual acompañada del alargamiento de la vocal tónica: –Qué tal la niña? ¡La niña…! Una mujer hecha y derecha, y guapa... que no te la imaginas No volvían hasta el lunes. Borrachos… que daba gloria verlos Está cambiado... que no lo reconocería ni su madre. 1.2.3. La restitución de intensivos El registro de la solidaridad consecutiva exige en estas secuencias la restitución de los elementos elididos, restitución que sólo alcanza al intensivo en su forma más simple (tanto, así, tal o de tal modo), de suerte que la función del conjunto catalizado no difiera de la que contrae por sí sola la oración transpuesta, toda vez que entre una y otra ha de existir sustitución, es decir, libre alternancia: Llueve [tanto ≡ de tal modo ≡ así] que es una bendición Viene [tanto ≡ de tal modo] que echa humo Lleva la chaqueta [de tal modo] que da pena verlo Está [tal ~ de tal modo] que se come solo Es [tanto ≡ tal ≡ así] que no quiero ni verlo. Aunque razones de sentido pudieran hacer preferible en algunos de estos ejemplos la interpolación de tan + adjetivo o adverbio (viene tan irritado que echa humo, lleva la chaqueta tan sucia que da pena verlo, está tan rico que se come solo, es tan pesado que no quiero ni verlo), no creemos, sin embargo, que el registro de la cohesión o solidaridad consecutiva lo permita, puesto que el resultado modificaría la función inicial de la oración transpuesta, que ahora pasaría a funcionar en el interior de un grupo sintagmático nominal que es segmento adyacente de un adjetivo, vulnerando así la exigencia de sustitución (y no conmutación) entre la entidad reponente y la entidad repuesta, esto es, que el conjunto formado por la entidad presente en el texto y la que se repone debe mantener el valor y la función de aquella. Así, pues, el carácter más afectivo que en secuencias como está que se come solo o lleva la chaqueta que da pena expresan los atributos consecutivos respecto de otras secuencias con simples adjetivos (está rico, lleva la chaqueta sucia) obedece a razones de estructura y función gramatical, es decir, a la naturaleza consecutiva del transpositor que, y no a simples razones léxicas o de contexto; no olvidemos que en una oración con adjetivo o adverbio «normales» (está enfadado, está bien, la lleva bien) la mayor expresividad del atributo es potestativa, y depende, en todo caso, de factores externos a la propia estructura: está enfadado / ¡está enfadado…!; sin embargo, cuando se trata, por ejemplo, de la secuencia estar + que… no cabe elección posible; el mencionado valor afectivo no sólo surge como algo consustancial con su estructura, sino que esta tampoco se presenta con un carácter «neutro», no enfático; la mayor afectividad de estos enunciados no es algo potestativo, de uso, sino que está ligada a la naturaleza consecutiva de su atributo.