el futuro reglamento de planes y fondos de pensiones y la

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EL FUTURO REGLAMENTO DE PLANES Y FONDOS DE PENSIONES Y LA ISR
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Cada vez más planes de pensiones de tipo empleo adoptan criterios de responsabilidad social (ISR en
adelante) en la gestión de sus inversiones. Hace unos años el desconocimiento de qué es la ISR era
generalizado en España, a diferencia de otros países europeos donde los aspectos medioambientales, de
buen gobierno corporativo y sociales ( ASG en adelante) eran tenidos en cuenta en la gestión de
inversiones desde hace décadas.
La creación de unos principios ISR por parte de una agencia de Naciones Unidas, los Principles for
Responsible Investment UN-PRI, han sido el desencadenante a nivel mundial del cambio de perspectiva
en la gestión de inversiones. Un cambio que ha impulsado la responsabilidad corporativa.
Por ejemplo, en marzo, un grupo de inversores que suponen un volumen de 3 billones de dólares se han
coaligado para demandar a las empresas en las que invierten un informe de responsabilidad social
conforme a las bases del Global Compact.
En España, aunque tarde, nos hemos hecho eco de esta nueva forma de interpretar la gestión de
inversiones. El pertinente desarrollo legislativo hubiera tenido un adecuado encaje en la Ley de Economía
Sostenible. Una característica básica de los criterios ambientales consiste en evaluar que las empresas
son sostenibles desde el punto de vista medioambiental.
No fue posible, pero la semilla fructificó en dos normas relativas a los fondos de pensiones del sistema de
empleo, añadidas dentro de la Ley de Reforma de la Seguridad Social.
Conforme a estas normas, exclusivamente los fondos de pensiones de tipo empleo, deberán:
a)
Mencionar en su política de inversión si se tienen en consideración, en las decisiones de inversión,
los riesgos extra financieros (aspectos ASG) que afectan a los diferentes activos que integran el
fondo de pensiones.
b)
Dejar constancia en su informe de gestión anual de la política ejercida en relación con tales
criterios.
Con esta regulación se da un paso hacia delante para los fondos de pensiones de empleo, sin embargo,
se pierde la oportunidad para los fondos personales. Se ha puesto una indicación nueva en un cruce de
sendas.
Se señala la existencia de una nueva dirección, pero no se fuerza a ir por ella. En esto se ha seguido la
tendencia mundial que no obliga a introducir criterios ASG en la política de inversiones, pero que sí que
implica que las Comisiones de Control de los fondos de pensiones anoten en su agenda si deciden seguir
con una definición tradicional de gestión financiera en sus inversiones o si amplían su visión a los riesgos
colaterales derivados de la actividad de las empresas.
Con todo, la ley marca una dirección a seguir para la ISR, pero necesita una senda. Unos requisitos
mínimos que aseguren que la ISR es algo más que un brindis al sol. Que existe un compromiso no sólo
en las palabras, sino también en los hechos. Para ello, la ley necesita de su desarrollo reglamentario, en
el que se está trabajando.
Como principios básicos, al menos dos: transparencia y proceso continuo.
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Ya se han comenzado a dar pasos hacia los mismos. Existe una obligación de información en el informe
de gestión de las cuentas anuales de los fondos de pensiones, en relación a las actividades realizadas en
las Juntas de Accionistas en las que hayan intervenid. Especialmente en relación al ejercicio de los
derechos políticos inherentes a las acciones en cartera del fondo de pensiones.
Sin embargo, ahora se puede dar un paso más. La ISR conlleva transparencia con todos los implicados en
un fondo de pensiones.
Ante todo transparencia hacia los partícipes y beneficiarios, puesto que en su favor se crean los planes de
pensiones. Por lo tanto, deben estar informados tanto de la declaración de política de inversiones como
de los pasos dados en su ejecución. Y para ello, nada mejor que la conocida frase: cumplir o explicar. O
bien se ejecuta la política de inversiones siguiendo los criterios fijados o bien se explican las razones de
excepcionalidad que concurren para no poder seguirla con el rigor debido.
En segundo lugar, transparencia ante la sociedad en general, que se logra dando cuenta de la ejecución
de la ISR en las cuentas anuales. Dado que éstas son públicas, al depositarse en el Registro Mercantil,
tener acceso a su consulta vía internet y además archivarse copia en la sede del órgano supervisor. Todo
quedará registrado y en manos del público por muchos años.
Un tercer paso, aconsejable aunque no obligatorio, sería comunicar directamente con las empresas
afectadas, cuando el fondo de pensiones compra o vende sus activos emitidos.
Además, el futuro reglamento de planes y fondos de pensiones debería añadir una referencia a que la ISR
debe ser un proceso continuo y que por tanto requiere unos procedimientos escritos detallados, no sólo
de los objetivos, sino del proceso de gestión de las inversiones. El uso de una metodología de evaluación,
que dé lugar a decisiones consistentes.
Si el próximo reglamento de planes y fondos de pensiones contemplase todo lo anterior, se habría dado
un gran paso puesto que no sólo se suscita el debate en torno a la ISR en los planes de empleo, sino que
también se apunta a los pasos mínimos obligados para dar coherencia a la inversión responsable.
El siguiente paso sería usar esta arquitectura jurídica para desarrollar la ISR en los planes de pensiones
individuales.
En definitiva, la reforma de reglamento de planes y fondos de pensiones puede suponer una ayuda clave
a su implementación y desarrollo.
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