REYERTA En la mitad del barranco las navajas de Albacete bellas de sangre contraria, relucen como los peces. Una dura luz de naipe recorta en el agrio verde, caballos enfurecidos y perfiles de jinetes. En la copa de un olivo lloran dos viejas mujeres. El toro de la reyerta se sube por las paredes. Ángeles negros traían pañuelos y agua de nieve. Ángeles con grandes alas de navajas de Albacete. Juan Antonio el de Montilla rueda muerto la pendiente, su cuerpo lleno de lirios y una granada en las sienes. Ahora monta cruz de fuego carretera de la muerte. El juez, con guardia civil, por los olivares viene. Sangre resbalada gime muda canción de serpiente. Señores guardias civiles: aquí pasó lo de siempre. Han muerto cuatro romanos y cinco cartaginenses. La tarde loca de higueras y de rumores calientes, cae desmayada en los muslos heridos de los jinetes. Y ángeles negros volaban por el aire de poniente. Ángeles de largas trenzas Y corazones de aceite. LORCA, Romancero gitano ¡Quién cabalgara el caballo de espuma azul de la mar! De un salto ¡quién cabalgara la mar! ¡Viento, arráncame la ropa! ¡Tírala, viento, a la mar! De un salto, quiero cabalgar la mar. ¡Amárrame a los cabellos, crin de los vientos del mar! De un salto, quiero ganarme la mar. R. ALBERTI El alba del alhelí. Cuando se abre en la mañana, roja como sangre está: el rocío no la toca porque se teme quemar. Abierta en el mediodía es dura como el coral: el sol se asoma a los vidrios para verla relumbrar. Cuando en las ramas empiezan los pájaros a cantar y se desmaya la tarde en las violetas del mar, se pone blanca, con blanco de una mejilla de sal; y cuando toca la noche, blando cuerno de metal, y las estrellas avanzan mientras los aires se van, en la raya de lo oscuro se comienza a deshojar. LORCA, Doña Rosita la soltera Del barco que yo tuviera serías la costurera. Las jarcias, de seda fina; de fina holanda, la vela. -¿Y el hilo, marinerito? -Un cabello de tus trenzas. ALBERTI, Marinero en tierra