CHINA NO DEJA DE SORPRENDER Pablo Rovetta * A pesar de la paulatina revalorización del yuan, en el año 2007 las exportaciones chinas crecieron un 25,7% y las importaciones un 20,8%, lo cual generó un superávit en la balanza comercial de 262.000 millones de dólares. La inversión extranjera directa no financiera creció un 13,6%, y las reservas de divisas alcanzaron la cifra record de 1,53 billones de dólares, un 43,3% de incremento en relación con el 2006. Otro de los factores positivos de la economía ha sido una disminución en la tasa oficial de desempleo (del 4,1 al 4%) y un incremento por cuarto año consecutivo de la producción de cereales. Desde el año 1985 China no había experimentado cuatro años seguidos de incremento en la producción de cereales. El aspecto más negativo de los resultados económicos ha sido la tasa de inflación, que alcanzó la cifra del 4,8%. Aunque no parece una cifra alarmante para las referencias occidentales, hay que tener en cuenta dos aspectos: - En primer lugar, el incremento en el IPC fue muy destacado ya que pasó en sólo un año del 1,5 al 4,8%. - En segundo lugar, se trata del incremento del IPC más alto en los últimos once años. China, pues sigue sorprendiendo a propios y extraños, y deja en cierto modo mal parados a la mayoría de analistas internacionales y seguidores de la realidad del país y a sus previsiones y análisis sobre la economía del país. La historia una vez más se repite. Mientras a comienzos de cada año prácticamente todos los organismos y observadores internacionales pronostican un menor crecimiento del PIB para el año siguiente, al final el crecimiento de China siempre es mayor que las estimaciones más optimistas. Tampoco hay un año en que no se enciendan las señales de alarma, en que no surjan acontecimientos desfavorables para China tanto en el interior como en la política internacional y que lleven a los observadores a pronosticar épocas difíciles para el país. Y sin embargo, estamos a punto de que se cumplan ya tres décadas desde que China comenzó su política de apertura al exterior y reformas económicas, y el proceso se ha mantenido constante. En estas tres décadas ya han sido tres los líderes chinos que han dirigido el proceso (Deng Xiaoping, Jiang Zeming y Hu Jintao) y que han garantizado su continuidad. Muchos han sido los retos internos que ha tenido que hacer frente el gobierno, entre ellos la reforma de las empresas estatales, del sistema financiero o de la seguridad social, o la entrada en la Organización Mundial de Comercio y la apertura de muchos de los sectores más cerrados y menos competitivos de su economía a la competencia extranjera. En el marco internacional, China ha tenido que hacer frente a la crisis financiera de 1997 en el Sudeste Asiático, a la subida de los precios de petróleo –del que se ha transformado en un importador neto-, o a la “competencia” de otras economías asiáticas –como India o Vietnam. Sin embargo, con infinidad de problemas y dificultades –que por otro lado las autoridades reconocen de forma pública-, el avance de China sigue siendo impresionante e imparable. Quizás uno de los aspectos más destacables de este avance es el creciente papel de China en la política y la economía mundial. Al fin y al cabo son muchos los países que crecen a tasas similares o superiores a las de China, pero que sin embargo no tienen la misma repercusión global que la República Popular. El proceso de China la ha transformado en una de las primeras economías del mundo – es posible que este año llegue a superar a Alemania y se transforme en la tercera economía del planeta- y en una potencia comercial, cuando hasta no hace muchos años era un país cuya economía y comercio representaba una proporción insignificante en la economía global. Uno de los mejores ejemplos de este cambio en la posición internacional de China es la creciente actividad de sus empresas en los mercados internacionales, empresas que actúan muchas veces de forma discreta y prudente pero que poco a poco van tomando posiciones estratégicas, mientras una parte importante del mundo sigue viendo a las empresas chinas como meros fabricantes y vendedores de productos de una tienda de “todo a cien”. Los retos y dificultades que ha tenido que enfrentar la economía china en el 2008 son muchos. Entre ellos, la crisis económica y la recesión de la economía de Estados Unidos, la presión inflacionista interna, la presión internacional para una mayor revalorización de su moneda, las dificultades en la producción agrícola (después de cuatro años seguidos de incrementos, lo más probable es que este año tenga lugar una caída cíclica en la producción de cereales). En el año presente, la dirigencia china tuvo que hacer frente a nuevos retos y problemas. Sin embargo, como viene ocurriendo desde hace casi 30 años, las autoridades han sido capaces de seguir controlando la situación. China sigue sorprendiendo al mundo. Los Juegos Olímpicos de Agosto en Beijing fueron en este sentido una importante prueba de fuego. * El autor es Director del portal Iberchina