TEMAS DE COMPOSICIÓN ARQUITECTÓNICA. RAZÓN, RACIONALIDAD, RACIONALISMO. Juan Calduch Título: Temas de Composición Arquitectónica: Razón, Racionalidad, Racionalismo. Autor: © Juan Calduch Fotos Portada: Escuela de Arquitectura de Alicante, (Dolores Alonso, arq.) fotos de la autora. I.S.B.N.: 84-8454-109-6 Depósito legal: A-1548-2001 Edita: Editorial Club Universitario www.ecu.fm Printed in Spain Imprime: Imprenta Gamma Telf.: 965 67 19 87 C/. Cottolengo, 25 - San Vicente (Alicante) www.gamma.fm gamma@gamma.fm Reservados todos los derechos. Ni la totalidad ni parte de este libro puede reproducirse o transmitirse por ningún procedimiento electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación magnética o cualquier almacenamiento de información o sistema de reproducción, sin permiso previo y por escrito de los titulares del Copyright. El contenido de este libro corresponde a uno de los temas del curso de Composición II impartido en la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Alacant. Es, por lo tanto, en ese contexto y para esa finalidad, como hay que entenderlo. A los alumnos de ese curso va dirigido y dedicado. ÍNDICE 1.- INTRODUCCIÓN: EL CONOCIMIENTO RACIONAL. ...................... 7 2.- RAZÓN Y RACIONALIDAD ............................................................... 11 2.1.- El racionalismo en la antigua Grecia: Logos y Ratio .................. 11 2.1.1.- Lo real y la realidad................................................................... 12 2.1.2.- Consecuencias: el principio y el fin. Teología y Teleología. .... 13 2.2.- La razón ilustrada o moderna....................................................... 14 2.2.1.- Razón y racionalismo................................................................ 15 2.2.2.- Racionalismo tópico y utópico.................................................. 16 2.2.3.- Racionalidad y finalidad. .......................................................... 17 2.2.4.- Racionalismo reductivo (según fines) y racionalismo sustancial. ............................................................................................ 20 2.2.5.- Racionalidad y lógica................................................................ 22 2.2.6.- Racionalismo y naturaleza. ....................................................... 25 2.3.- Características fundamentales del pensamiento racionalista. ... 27 2.3.1.- El fundamento extra-lógico....................................................... 27 2.3.2.- El ansia de certeza..................................................................... 27 2.3.3.- La exigencia de generalidad...................................................... 28 2.3.4.- La limitación / reducción........................................................... 28 2.3.5.- Conocer y actuar. ...................................................................... 29 2.4.- Los métodos del pensamiento racional......................................... 29 2.4.1.- El análisis. ................................................................................. 32 2.4.2.- Elaboración de pautas, normas, leyes: la teoría......................... 35 2.4.3.- La utilización racional del conocimiento adquirido: la práctica. ............................................................................................ 35 3.- EL RACIONALISMO EN ARQUITECTURA...................................... 37 3.1.- Racionalismo y clasicismo. ............................................................ 37 3.1.1.- La arquitectura clásica antigua.................................................. 39 3.2.- El racionalismo moderno............................................................... 44 5 3.2.1.- El racionalismo estricto en el campo de la disciplina arquitectónica...................................................................... 46 3.2.2.- El racionalismo como actitud en la arquitectura moderna. ....... 55 4.- EL RACIONALISMO ARQUITECTÓNICO HOY: CRÍTICA Y VIGENCIA.............................................................................................. 71 6 1.- INTRODUCCIÓN: EL CONOCIMIENTO RACIONAL. Existen diferentes maneras de enfrentarse a lo real con el fin de conocerlo. A nosotros, como arquitectos nos interesan principalmente dos: el modo racional y el enfoque artístico. Son sustancialmente dos formas que difieren en los procesos cognoscitivos y en los resultados. Pero eso no significa que uno tenga prioridad sobre el otro. Parten de puntos de partida distintos y pretenden llegar a fines diversos1. Un ejemplo podrá aclarar todo esto. Ante un mismo hecho, la planta del jazmín, podemos intentar comprenderlo de dos formas distintas. El Deodendron2, con un planteamiento pragmático, a fin de suministrar la información necesaria para el proyecto de jardinería, escribe: “Jazmín (oleácea; especies de jasminum) Origen: Regiones tropicales y subtropicales de Europa, África y Asia. Exigencias: viven en una gran cantidad de tierras, prefiriendo las situaciones asoleadas. Son delicados a las heladas pero pueden recuperarse a través de una poda de las ramas dañadas. El más resistente es el Jasminum officinalis. Crecimiento: medio. Características: Son arbustos y plantas sarmentosas o trepadoras, de forma irregular y ramas verdes y angulosas. Se cultivan por su agradable perfume, apoyados contra muros o en soportes. Existen unas 200 especies. Hojas: C o P opuestas y alternas, simples o compuestas de folíolos enteros en número impar; color verde medio o verde oscuro. Flores: Amarillas o blancas (raramente rosadas) en grupos terminales, muy perfumadas. Frutos: baya genralmente negra, de dos lóbulos.” Etc. 1 Gilles DELEUZE y Felix GUATTARI dicen que la filosofía piensa mediante conceptos, la ciencia mediante funciones y el arte mediante perceptos y “los tres pensamientos se cruzan, entrelazan, pero sin síntesis ni identificación” (¿QUÉ ES LA FILOSOFÍA?, Anagrama, Barcelona, 1993, pág. 200). 2 CHANES, Rafael, DEODENDRON. PLANTAS Y ARBUSTOS DE JARDÍN EN CLIMA TEMPLADO, Blume, Barcelona 1979, pág. 376 7 Y sigue enumerando toda una serie de características y especies diferentes, explicando la forma concreta de utilización. Pero Juan Ramón Jiménez, refiriéndose a esta misma realidad, el jazmín, escribe: “¡Jazmín blanco, jazmín sonrosado en el fresco jardín! ¡Jazmín de cinco hojas, de siete hojas! Esencia de jazmín blanco, amarillo, en el Estío, en un rincón verde, de húmeda sombra! -Flor limpia, alegre y triste, de carne y de crepúsculo que con tu olor sensual y divino, me evocas no sé qué historias pálidas, medio borradas ya por los senderos de la bruma de mi memoria...¡Limo de fuente, con jazmines que han caído, jazmín al sol, caliente, escalado de rosas, jazmines que sus manos románticas cogieron cuando el aire jugaba con la tarde mimosa! -...Aquella mujer lánguida que me quiso, dejaba un olor de jazmín... En su besada boca dos hileras de duros jazmines se reían bajo los ojos, bellos cual lunas melancólicas...-”3 En este poema, Juan Ramón Jiménez, mediante unas pinceladas sueltas, quiere transmitirnos una idea global y sensible de una realidad concreta, el jazmín, evocado por los recuerdos. Realidad concreta y sensible, por lo tanto, de algo específico y único: aquel jazmín que el poeta rememora. Por el contrario, en el Deodendron, se han ido seleccionando una serie de características clasificables de todos las plantas de jazmín, con el fin de establecer con una certeza suficiente aspectos que nos pueden resultar útiles para su manipulación, por ejemplo en un proyecto. Desde este enfoque, la realidad concreta, sensible y particular del poeta, se ha reducido a algunos aspectos simples, abarcables de forma lógica para su conocimiento y manipulación, cuantificables. Ambos enfoques nos aportan un conocimiento distinto de una misma realidad. Uno sería asimilable al conocimiento racional, científico, botánico. El otro es un conocimiento artístico, particular, concreto. La diferencia entre 3 JIMÉNEZ, Juan Ramón, PRIMEROS LIBROS DE POESÍA, Aguilar, Madrid, 1964, pág. 1319 8 ellos está en que el primero, reduciendo la realidad a aspectos simples, cuantificables y generalizables, pretende elaborar un conocimiento lógico que resulte útil para su manipulación. Mientras que el segundo, nos proporciona un conocimiento rico y complejo de ese hecho a costa de sacrificar su posible utilidad inmediata, es decir, no nos aporta pautas para actuar con esta planta. En resumen, el conocimiento racional o científico nos da pautas de intervención sobre la realidad con un cierto grado de certeza, a costa de simplificarla a los aspectos que son fácilmente comprensibles y cuantificables. Por el contrario, el conocimiento llamado artístico nos da una visión profunda de la realidad, pero no nos ayuda a intervenir de un modo objetivo sobre ella. En este caso, el objeto (el jazmín) y el sujeto (el poeta) se funden en una relación íntima y sensible, donde afloran recuerdos, situaciones únicas, sensaciones, donde es imposible establecer un distanciamiento entre ambos. Y esta es, precisamente, su aportación. El científico, se distancia de la realidad que quiere conocer y experimentar, no se implica sentimentalmente con ella. Un biólogo, por ejemplo, no se enfada con las bacterias cuando no se ajustan a las previsiones de su experimento. Sin embargo, Miguel Ángel golpeaba con su martillo a la estatua de Moisés que estaba esculpiendo gritándole “¡Habla!” porque se implicaba con todo su ser en su trabajo. Tenemos, por lo tanto, por un lado, un conocimiento racional que acotando la realidad nos proporciona pautas ciertas de actuación. Y frente a él, un conocimiento artístico que actúa en profundidad, abarcando la complejidad de una realidad concreta, aunque no nos puede servir directamente como algo utilizable. 9 2.- RAZÓN Y RACIONALIDAD 2.1.- El racionalismo en la antigua Grecia: Logos y Ratio La cultura moderna, durante los tres últimos siglos, apostando abiertamente por la racionalidad y el conocimiento científico, parece que antepone este modo de aproximación a la realidad a cualquier otro. La “Razón” adquiere el estatuto de ser el único, o al menos, el predominante criterio de juicio en esta cultura moderna. Con todo lo que esto implica de reducción y simplificación de esa realidad para hacerla manipulable. Una apuesta por la racionalidad, que sin duda nos ha aportado el avance tecnológico y científico que ha disfrutado nuestra cultura. Descartes, el “padre” de racionalismo, empieza su Discurso del método con estas palabras: “El buen sentido es la cosa que mejor repartida está en el mundo, pues todos juzgan que poseen tan buena provisión de él que aún los más difíciles de contentar en otras materias no suelen apetecer más del que ya tienen. En lo cual no es verosímil que todos se engañen, sino más bien esto demuestra que la facultad de juzgar bien y de distinguir lo verdadero de lo falso, que es propiamente lo que llamamos buen sentido o razón, es por naturaleza igual en todos los hombres; y por lo tanto, que la diversidad de nuestras opiniones no procede de que unos sean más racionales que otros, sino tan sólo de que dirigimos nuestros pensamientos por caminos distintos y no consideramos las mismas cosas.”4 Es evidente que el concepto de razón no es una aportación de la cultura moderna sino que, en nuestra tradición cultural, se remonta a Grecia. Pero hay matices particulares que diferencian este concepto en la antigüedad del significado que nosotros ahora le asignamos. 4 DESCARTES, René DISCURSO DEL MÉTODO PARA DIRIGIR BIEN LA RAZÓN Y BUSCAR LA VERDAD EN LAS CIENCIAS, Alianza, Madrid, 1979, pág. 69 11 Aristóteles ya establece que lo que caracteriza al hombre es, precisamente, su racionalidad. El hombre es un animal racional, o sea, dotado de razón. Y utiliza la razón para conocer la realidad, para comprender el mundo. 2.1.1.- Lo real y la realidad. La mente humana razona proyectando unos esquemas sobre “lo real” para interpretarlo. Se trata, en definitiva, de usar la razón para comprender, interpretar, evaluar y actuar. José Ramón Morales escribe: “... a la teoría le incumbe formular los supuestos que otorgan sentido a cierto campo real (...) Lo real es previo a la realidad puesto que ésta es el orden en que disponemos lo real para entenderlo de alguna manera. Las ‘cosas’ –res- o las ideas, se convierten en realidad – abstracción que representa el orden de las cosas o las ideas- según lo que de ellas se supone sistemáticamente (...) La esfera de lo dado (...) el mundo de lo hecho (...) lo dado carece de sujeto y, por ello, carece de intenciones.”5 Entender “lo real” es decir, convertirlo en realidad, significa proyectar un esquema racional. Un esquema que, el pensamiento griego, basó en el “logos” (la lógica) y las relaciones de causalidad. En definitiva, el pensamiento lógico, o sea, racional, mediante el establecimiento de cadenas causales (que ligan causas con efectos), establece un orden en “lo real” convirtiéndolo en realidad. La realidad, es, por lo tanto, lo real ordenado racionalmente mediante la lógica causal. Igualmente, mediante la medida, el número, como concepto abstracto, es posible establecer relaciones entre las cosas. Relaciones dimensionales que nos permiten compararlas en cuanto a sus medidas. El metrón de los pitagóricos, reduce las cosas (“lo real”) a medidas. Es decir, convierte lo particular y concreto en una realidad mensurable haciendo así posible la comparación entre las cosas al igualarlas respecto a ese concepto abstracto, su medida o metrón. Compararlas significa establecer “razones” (ratios) numéricas entre ellas. La diversidad, individualidad y singularidad de las cosas concretas se sustituye por algo común que las hace comparables: sus medidas. 5 MORALES, José Ricardo, ARQUITECTÓNICA. SOBRE LA IDEA Y EL SENTIDO DE LA ARQUITECTURA, Biblioteca Nueva, Madrid, 1999, pág. 135-136 12 Lo que caracteriza el pensamiento racional clásico son estos dos aspectos: 1) La ordenación de lo real mediante cadenas lógicas causales, convirtiéndolo en la realidad comprensible; 2) Y la reducción de esta realidad a una idea abstracta común a todas las cosas (la medida) para poderlas comparar entre sí. Causalidad, lógica racional y medida (o mejor: ratios, razones) son las bases del razonar que nos permite encontrar pautas de conocimiento y actuación sobre lo real convertido así en realidad. Un razonar que busca la certeza, es decir, establecer razones o relaciones ciertas entre las cosas. Una certeza sujeta a cifras y mesuras fijas, objetivas, estables y comprobables. Según Morales, con el “logos” del pensamiento clásico, el mundo, las cosas y los hechos entraron en razón. 2.1.2.- Consecuencias: el principio y el fin. Teología y Teleología. Este racionalismo que en el campo de la arquitectura dio origen al clasicismo, que es fundamentalmente racionalista, tiene algunas consecuencias que es importante señalar. La primera es, que aquello que es un modo para comprender (es decir, el establecimiento de cadenas causales) se convierte en la imagen mental de lo real. O sea, se tiende a identificar lo real y la realidad, el pensamiento o imagen del mundo con los hechos y las cosas. Y así, por ejemplo, se le atribuye a la misma naturaleza la finalidad y los objetivos que descubrimos en nuestra imagen del mundo organizada mediante cadenas de causas y efectos. Esto conduce a pensar que lo real, tiene, en sí mismo, un fin que nosotros le atribuimos. Como si estuviera dotado de voluntad que se manifestaría en la lógica de los sucesos encadenados por causas y efectos. Cuando, de hecho, esta lógica pertenece a la imagen que nosotros nos hacemos. A partir de esto, interpretamos el universo como dotado de voluntad y finalidad que apuntan a una idea de destino, avance, mejora o progreso. Con esto, estamos asignando al mundo real una finalidad, que sólo corresponde a nuestra imagen de ese mundo, a nuestro modo de comprenderlo. Fragua así una interpretación teleológica del mundo. Pero surge también la imagen opuesta. Si olvidamos que es nuestra interpretación del mundo la que establece las conexiones de causas y efectos, y asignamos estas relaciones de causalidad a lo real, éste se nos presenta como una cadena ininterrumpida que enlaza los hechos y las cosas, y en la 13 que es posible remontarnos hasta la causa primera, el “arjé”, el origen de todo. Aquello que no es efecto de nada y es la causa original. El Ser inmutable. Por esta vía se abre camino una interpretación teológica. En definitiva, suplantar el mundo, lo real, por nuestra imagen o interpretación de ese mundo sobre el que proyecta un orden racional y lógico de causas y efectos (la realidad), nos conduce a atribuirle un principio (arjé) y un fin. Un origen primero, causa de todo (teología) y un fin, una voluntad de progreso, un destino (teleología). Las consecuencias de este planteamiento en lo que a la teoría de la arquitectura se refiere, son evidentes. La búsqueda de los orígenes de la arquitectura, de los principios primeros e inmutables sobre los que se asienta, capaces de aportar certeza, objetividad, estabilidad y verdad, es la manifestación más evidente de estas ideas. Basta pensar en Laugier, y en Lodoli, pero también en la Bauhaus o en Gropius, para encontrar ecos de esta postura. Y junto a esto, la idea del progreso, del avance de la arquitectura para contribuir a la mejora de la sociedad (posturas defendidas por los expresionistas alemanes, por Le Corbusier, y por casi todos los arquitectos de las vanguardias) es la otra cara de esta actitud. 2.2.- La razón ilustrada o moderna. Para el pensamiento griego, razonar es reducir lo real a un orden y a una medida, mediante la lógica y la causalidad. Y razón (ratio) es la relación objetiva, mensurable –mediante el uso del concepto abstracto del númeroque se puede establecer entre las cosas. Todas las cosas que existen en el mundo se pueden reducir a medidas. Estas medidas se pueden comparar y relacionar entre sí. Y estas comparaciones o relaciones son las razones que hay entre ellas. En el pensamiento moderno, de Descartes a Kant, el concepto de razón adquiere un matiz distinto. Razón ya no es sólo las relaciones objetivas y numéricas que se pueden establecer entre las cosas para ordenarlas, sino que se convierte, principalmente en una cualidad de la mente humana que se considera, por lo tanto, como fundamentalmente racional. Recordemos la frase antes citada de Descartes: “La facultad de juzgar bien y de distinguir lo verdadero de lo falso, que es propiamente lo que llamamos buen sentido o razón...”6 6 Ver antes nota 4. 14 Esto aporta matices particulares a esta idea moderna de razón. Además, esta cualidad de la mente humana, la razón, va a adquirir el máximo protagonismo en el pensamiento moderno. A partir de ahora, sólo lo razonable, es decir, sólo aquello que es posible someter a los criterios de la razón humana, se podrá considerar como verdadero. La razón, como facultad de la mente humana, se convierte en el único juez capaz de establecer criterios de juicio válidos, frente a otros criterios que se utilizaban en etapas anteriores como la revelación, la tradición, la autoridad, la costumbre, etc. Por lo tanto, si la razón actúa mediante el uso de la lógica causal y la reducción de la realidad a lo mensurable, todo lo que no se pueda encajar en estos límites (como la analogía, lo inconmensurable, lo casual, el arte, lo creativo, etc.) adquiere un valor secundario o marginal en la cultura moderna. En resumen, en nuestro pensamiento moderno lo no-racional queda relegado a una posición secundaria en la medida que es la razón la clave principal de este pensamiento. La razón como facultad humana tiene, para Kant, tres ámbitos en donde se manifiesta: la razón pura, es decir, la búsqueda de la verdad mediante la lógica y la causalidad; la razón práctica, o sea, la búsqueda del bien mediante la ética; y lo que podríamos llamar la razón estética, o como Kant la denomina, la capacidad de juzgar, el juicio. En Hegel, esta razón adquirió el carácter de concepto absoluto. Es sintomático que, en esta tradición hegeliana, todavía se usan expresiones como razón de estado, razón económica, etc. como si fuera algo que está por encima de la voluntad de los hombres. 2.2.1.- Razón y racionalismo. Estos son sólo unos ligeros apuntes sobre lo que ha caracterizado el pensamiento racionalista moderno. La esencia del pensamiento racionalista es el uso de la lógica y la causalidad. Una lógica basada en el pensamiento de Aristóteles, pero también en otras lógicas, como por ejemplo, la lógica borrosa. Pero hay también otros usos que extienden el racionalismo más allá de este ámbito definido por la lógica. Y así, por ejemplo, decimos “tengo razón” o “el tiempo me ha dado la razón”. En este tipo de expresiones, utilizamos la razón no como algo regido por la lógica y la causalidad, sino como algo ajeno a estos requisitos, que se predice y se confirma. En estos casos, hay 15