EL PAÍS

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O.J.D.:
E.G.M.:
Tarifa:
Área:
441814
1812000
41510 €
791 cm2 - 70%
Fecha: 02/02/2014
Sección: DOMINGO
Páginas: 11
DON DE GENTES
Juan Cruz
Los otros todos
Lizzy Caplan, a la izquierda, interpreta a la sexóloga Virginia Johnson, la protagonista de Masters of Sex. Foto: P.Iovino
Enemigos del sexo
Elvira Lindo
NO DEBERÍAMOS dar nada por sentado. Y es
difícil, porque en esta vida nos rodeamos
de amigos que piensan como nosotros,
que han disfrutado y sufrido experiencias
parecidas, que comparten las mismas pasiones, que son el resultado de las mismas canciones, películas, lecturas, tentaciones y correrías nocturnas. Vamos buscando por la vida a nuestros iguales, y los
reconocemos por el olor que emanan,
por cómo respiran ante cualquier asunto.
Si yo le preguntara a cada uno de mis
amigos cómo abordan la sexualidad de
sus hijos, no creo que distara mucho una
respuesta de otra, pero el resumen vendría a ser que no quieren para su descendencia la perturbadora o inexistente información sexual que ellos tuvieron de niños. Somos la generación que abiertamente contó cómo los curas indagaban
sobre los malos hábitos solitarios y prevenían de malformaciones físicas si el niño
se tocaba. A las niñas no se nos hacía esa
pregunta en el confesionario porque se
ve que directamente no se concebía que
tuviéramos fantasías sexuales.
Los hijos, los nuestros, los de quienes
todavía padecimos una educación en la
que el sexo era sucio, hemos procurado
que ellos afrontaran su experiencia
sexual de manera nada traumática. Pero
claro, estoy hablando de mis colegas generacionales, de esos padres y esas madres que se parecen a mí. A raíz de debates como el del aborto hemos escuchado
respirar a otra España, dicen que minoritaria en su fanatismo, pero que existe y a
la que la clase política y algunos medios
de comunicación adulan, como no queriendo perder a ese grupo rocosamente
reaccionario que a punto está de adquirir personalidad política con intenciones
de sentarse en el Parlamento.
Esta semana me llegó un artículo que,
confeccionado por el aula de sexualidad
de la Universidad de Navarra y publicado en Abc, ofrecía a los lectores consejos
prácticos para evitar la masturbación. El
texto no estaba escrito en un tono religioso amenazante, sino que obedecía a la
comprensiva pluma de quien entiende
que el ser humano está sometido a tentaciones y han de ofrecérsele los mecanismos para rechazarlas: eligiendo bien las
compañías, evitando el aburrimiento, llevando una vida saludable y haciendo caso omiso de esta cultura erotizada que
nos invade.
Esta información penetraba (con perdón) en mis neuronas en una semana en
la que las palabras excitación, masturbación, penetración, orgasmo, paredes vaginales o contracciones musculares incontrolables han venido colonizando mi
tiempo diario dedicado a la ficción. Bueno, se trata en realidad de una ficción
basada en personajes reales. En unos
La Universidad de
Navarra ha escrito un
artículo en el que se
ofrecen consejos para
evitar la masturbación
‘Masters of sex’ es la
serie que contiene más
polvos de la historia
de la televisión, pero
rodados con elegancia
ocho días he visto la primera temporada
de la serie Masters of sex, inspirada en el
libro sobre la vida y experimentos que el
doctor Masters y la trabajadora social Virginia Johnson realizaron a finales de los
cincuenta en Washington University,
Saint Louis. Masters comenzó haciendo
trabajo de campo observando a las prostitutas en acción a través de un agujero en
la pared, pero gracias a la habilidad social de su ayudante Johnson empezó a
reclutar a parejas de todo tipo que, anónimamente y, a veces, pícaramente, se ofre-
cían a colaborar con la ciencia, dejándose colocar electrodos en distintas partes
de su anatomía que registraban los cambios que las emociones sexuales provocan en el cuerpo. A pesar de que es posiblemente la serie que contiene más polvos de la historia de la televisión, estos
están rodados con elegancia y un elemento aún más difícil de introducir (perdón)
cuando se contempla el sexo: sentido del
humor.
Dejando a un lado la admiración que
provoca el hecho de que un tema tan
insólito pueda construir una trama y a su
vez observar lo íntimo y lo social de una
época a través de las relaciones sexuales
de los individuos, Masters of sex nos conduce, en un primer momento, a la engañosa idea de que la sociedad siempre
progresa hacia la apertura de costumbres. Y no. En Estados Unidos salta a la
vista que hace tiempo la extrema derecha decidió comerse a la derecha moderada, o al menos mantenerla amenazada, para liderar aspectos de moral, medio ambiente y política exterior; esa corrosiva influencia ha acabado atando de
pies y manos al país entero.
En España, aun siendo más difícil ese
azote de la reacción, porque por mucho
que se empeñe la Iglesia católica los ciudadanos vivimos hoy de manera menos
atormentada nuestra vida espiritual, se
perciben signos de que hay quien no
quiere perder un momento que puede
ser óptimo para la regresión. Si Masters,
en un estudio por el que fue expulsado
de la universidad y que hoy a algunos
nos podría parecer candoroso, afirmó
que el tamaño no importa, que las mujeres tienen capacidad de disfrutar orgasmos múltiples y que el desahogo de la
masturbación no provoca en quien la
practica ninguna consecuencia adversa,
ahora, medio siglo después, la puerta se
ha abierto para quienes están dispuestos
a difundir que el sexo solo debe practicarse para procrear y que hay que apartar a
nuestros jóvenes de esa costumbre tan
fea. Opino que frente a dicho desacomplejado reaccionarismo hay que adoptar
una desacomplejada respuesta.
Mío es el aforismo que sigue: “La masturbación bien entendida empieza por
uno mismo”. Pero estoy convencida de
que lo hubiera firmado la intrépida señora Johnson. O
EL ÚLTIMO MIÉRCOLES tenían que habla
vio Paz en el Instituto Cervantes
Juan Villoro y el español Fernando Sa
atascó al español en Roma y el mex
allí a tiempo. Luego habló Savater, p
para que lo escuchara la sala, y cont
ner colofón a una de las conferencias
sas que yo haya escuchado en much
esta ciudad en la que, decía Eugenio
hora de la tarde o das una conferenci
Era porque ahora México y Españ
centenario del gran poeta de Águi
hombre que es una enciclopedia d
anécdotas, pues vivió algo menos
pero tenía dentro de su cabeza bien
nios de cultura. El discurso de Villor
en esas antologías que recogen lo
dijo Ortega, o lo que dijo Unamuno,
Paz propiamente dicho. Pero estará g
todo grabado, y ustedes lo pueden ve
diversas webs. Así que lo que yo que
muy subrayado es algo de lo que Vi
de Paz y que ya ha sido destacado e
de Winston Manrique en este mism
el ventarrón de la historia arrojó a O
ese rincón de la historia de los que p
dice Savater, “a aquellos que tuviero
tes de tiempo”. Y es cierto, tuvo razó
opuso a los nacionalismos extremos
nunció el estalinismo, y tuvo razón
empezaron a dar hace rato los jóve
nos) cuando estableció su norma d
juntarse con aquellos con los que pu
tir. “A mí lo que me interesa”, le di
Villoro, que dirigía un suplemento l
más izquierdista de los diarios mexic
nada, “es colaborar donde voy a esta
Esa saludable proposición, que él
minuciosamente, es algo exótico en
Y por eso he traído aquí la buena v
me dejó esa evocación de Paz que
Nosotros vivimos ahora (y ahora esp
en un nubarrón de descréditos: el qu
tinto de mí es mi enemigo; el que d
digo es mi amigo. Ahora se ve, en el á
co, con qué fuerza se tiran las puert
por ejemplo) los amigos en cuanto n
El escritor mexicano Octavio Paz.
otros aquello que parece dogma d
Mayor, entre otros, han juzgado opo
valer su disgusto y no descender a
aquellos que los han disgustado. La
separa, y parece que para un rato la
En este mismo renglón de planton
ciones sitúo la persecución a la que s
do al músico Albert Pla, que una vez
país no le gustaba y ya por eso lo han
calendarios hasta tal punto que su ac
vista (y suspendida por infarto del ca
Círculo de Bellas Artes había sido am
manera pertinaz y aviesa. Jamás di
dijo de España, ni de nada, ni de
daría cualquier cosa porque lo dije
haciendo un país cejijunto: los que j
escuchar a Pla estiman oportuno qu
exista Pla. Permitir que eso ocurra es
ceder a este país a los límites de los
queremos acordar.
Tuvo la inteligencia Villoro de reg
verso de Paz: “Los otros todos que
mos”. Los otros todos somos nosot
Incluido Pla. O jcruz@elpais.es
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