cria cuervos

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45.1
CRIA CUERVOS
Ricardo Vera C.
Cría Cuervos, título áspero,
elfptico para una obra áspera,
elípttca. El director, Carlos Sanra, hace gala de economía y efi-
cacia Expresiva. Excelente trabajo del tiempo fílmico graduado
en sus velocidades y tensiones, a
través de las cuales se entrega
una fluencia rítmica del acontecer que se modula según la índolé del tema. A este fin concurren las superposiciones témpora-
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les que aportan agilidad, fuerza
y complejidad a la presentación
de la anécdota. Esta se ordena
con fluidez, descansando en dos
polos, una niña y una anciana,
en tal forma que uní suerte di'
indiferencia temporal ÍI la postre
deviene flujo regresivo al tiempo
pasado. Se muestra además un
inusual equilibrio de desenvoltura y contención en los personajes
infantiles. De entre estos, es admirable el buceo un la interioridad dado a trates de los primeros planos del rostro de la pequeña Ana, de sus ojos, en su
brillo y en su inmovilidad. Ojos
condenados a descubrir lo que
está vedado descubrir y decir.
Condenados a ver a lodo hora,
de día y de noche, y desbordados por lo visto.
Aspereza sorprendente la de
este film que trata del tema de
la infancia. La infancia ingenua,
ilusionada, dulce no da la tónica en esta película. Aparece esporádicamente como en la escena del baile de las tres niñas,
modelo de naturalidad, con titubeos gestuales que destilan verdad. Pero lo dominante es una
atmósfera de temor, desamparo,
muerte.
Sobre todo esta última extiende su dominio desde el comienzo hasta el final, Al comienzo,
con la muerte del padre, al final,
con el sueño de la mayor de las
hermanas. Estas muertes son signos de una situación general en
que la vida está muerta o gravemente amenazada. La casona donde ocurre la acción no es un espacio vital ciertamente, salvo, en
parte, las habitaciones de las niñas y los dominios de la criada.
Como en el Bergman de Gritos y
Susurros, la zona de vida se irradia desde los personajes más humildes. Habría otros puntos de
coincidencia con este film, que
no comentamos por el momento,
como el trabajo magnífico en los
primeros planos, la rebeldía ante
la proximidad de la muerte, etc.
Vida vuelta hacia atrás
Interesa, en cambio, detenerse
en el ral que desempeña la
abuela. Extraordinaria la elaboración de este personaje cuya
Buceo en la interioridad
fuerza emana de su inmovilidad,
de su mudez, cié su precaria expresividad. Es imagen de la vida en un estadio regresivo máximo y, desde este, paradojalmente, surgiendo su arraigo a la vida, su adhesión a su edad juvenil con su música, sus postales,
y dentro de éstas, los paisajes luminosos, lugares de felicidad.
Se podría decir que toda la
película muestra una vida vuelta
hacia atrás. Ocurre que el futuro
está bloqueado. Abren la película postales, o sea, instantes congelados, esclerotizados. A esto se
vuelve, se vuelve a la nada, porque aquello es pasado y no hay
en los personajes posibilidad de
revital izarlo.
Se muestra en el film un contrapunto entre naturaleza vegetal
y ambiente urbano. La protagonista, en hallazgo expresivo de
la cámara, sobrevuela el parque
de grandes árboles verdes, en el
comienzo, más tarde en panorámica, se regocija en un paseo
campestre. Son instantes fugaces,
agostados por las acciones humanas que filtran aridez. Ambiente
natura] abierto, luminoso, respirado ansiosamente por la cámara contra ambiemes interiores,
humanos, oscuros, tortuosos. La
vida, pareciera decirse, no anda
precisamente por donde andan
los humanos.
Los niños nacen a la vida y
con la vida pero se van encontrando con la anti-vida de los
mayores. Van descubriendo sus
inseguridades;1 sus temores, sus
contradicciones, su hipocresía. Sobre todo esta última. Esto produce desconcierto y quiebre. Esle desconcierto no es entendido
por los mayores. Es su forma de
seguir defendiendo su antivida.
Los niños descubren la fragilidad
de los que creían fuertes, la doblez de los que veían íntegros,
escuchan el mandato de mentir,
o sea, de aceptar que no existe
lo que ellos han presenciado como cuando la tía ordena que la
muerte del padre no sea como
fue.
Algunos niños todavía no se
dan cuenta de lo que ocurre, otros
como que lo pasan por alio, otros
no lo aceptan y, al oponerse, son
destruidos por el peso de la imposición. Es lo que pasa con Ana,
personaje trágico que se rebela y
frente a la anti-vida que la acosa
reacciona aliándose con la muerte para despejar su horizonte.
Está convencida que la muerte
es la solución y se la propone a
la abuela y trata de imponérsela
a la tía.
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Una de las reacciunes cié ios
mayores será, posiblemente, concluir que los niños son naturalmente malos. Eso es tranquilizante. Pero también cabe pensar que
no nacen naluralmente malos sino que van aprendiendo a ser
malos y ¿de dónde lo aprenden,
de dónde proceden su mentira, su
crueldad, su dcscunFianza, su inseguridad?
Los padres de los cuervos
La película se llama Cría Cuervos. El proverbio, ciertamente, lo
acuñaron los mayores para sacudirse la responsabilidad. Pero los
cuervos los crían sus padres y
los padres de los cuervos son los
cuervos. El proverbio tendría una
intención autocompasiva. Pero en
el fondo es autocondenatorio. Los
cuervos te sacarán los ojos. Te
los sacarán porque le vieron sa-
carlos y según la ley del Talión
corresponde que le los saquen.
La ley de la selva, del egoísmo,
de la lucha por la vida, vida que
se nutre de muerte; vista que
se alimenta de la vista de los demás no tiene otro término que
terminar en la ceguera y en la
muerte.
Una forma de ceguera es no
ver, no poder mirar ni ver el adelante, el futuro y entonces vivir
mirando hacia atrás, o sea. una
forma de no vivir. De vivir la
vida retrocediendo, mirando los
pasos dados y alejándose cada
vez más de sí mismo en la medida en que queda cada vez más
lejos aquel que fuimos en algún
tiempo. Uno de los signos de
nuestros días es el anclar la mirada en épocas pasadas, liliimamente en obras que reviven los
años veinte, los años treinta. ¿No
parece un síntoma de lo que estamos diciendo? ¿No será que
el hombre, los mayores, no
nos atrevemos a mirar al fuserá que el hombre, los mayores,
no nos atrevemos a mirar al fin
turo por presentir que !o hemos
bloqueado y buscamos seguir vi-1
viendo la anti-vida a que nos hemos adaptado recurriendo hasta
a la administración da la muerte, si es necesario, para seguir
subsistiendo? Quien ha criado
cuervos ya incubó su propia ceguera.
El final de la película de Carlos Saura son sombras que pasan,
fugaces y fragmeniadas. Lo trágico es que son sombras de niños. En lugar de niños, sombras;
en lugar de integridad, fragmentos. Somhras, fragmentos, a tan
temprana edad, en la aurora de
la vida. Esto nos lleva a recordar aquella maldición del Evangelio: "¡Ay. del que escandalizare a uno de estos pequeños. Más
le valiera amarrarse al cuello una
piedra de molino y arrojarse al
mor".
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