315 The Harts of Men ¿Corazones de hombre?

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EN LA MIRA
NORBERTO ÁLVAREZ ROMO
The Harts of Men
¿Corazones de hombre?
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El periodo coincide con la posguerra, que trajo una dinámica muy compleja de cambios que por falta de
espacio no son considerados ampliamente. En particular, nos lleva por el
Barbara Ehrenreich. The harts of men
recorrido paralelo del “movimiento fe-
Double day, Anchor books
minista” (con su anverso “antifeminis-
Nueva York, 1983.
ta”) y “la rebelión masculina”.
La introducción sirve de inducción
The Hearts of Men es un recorrido breve y sustancioso que revisa la transformación de la “masculinidad en la
sociedad y cultura de los Estados Unidos” en las décadas que van desde los
años cincuenta a los ochenta. Esta perspectiva de una mujer, Barbara
Ehrenreich, cuyo tema es “los hombres”, es bienvenida frente a la acostumbrada visión inevitablemente
miope que tiene un hombre, cómplice
de sí, al hablar de “el hombre”. En sus propias palabras: ”Este libro es sobre la
ideología que forjó la ética del ‘ganador
del pan’”, y sobre cómo esa ideología se
colapsa en un conjunto persuasivo de
expectativas en tan sólo treinta años.
general a la temática del feminismo
moderno, para luego girarnos la vista
al vecino quietamente rebelde, a lo que
sucede casi simultáneamente con la
masculinidad.
La historia comienza a partir de la
utopía nostálgica de un “clima moral”
donde cada hombre es trabajador, responsable, autodisciplinado y comprometido a la protección de su mujer e
hijos; un empleado obediente en la
renaciente industrialización, que cumple con el peculio semanal, el pan diario y el compromiso eterno del
liderazgo familiar. Una época cuando
el destino de cada uno de sus congéneres está prescrito: “nacer, casarse y
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mantener a su esposa, ad infinitum».
gunos hombres dan sus espaldas
Atreverse a cualquier otra cosa (con
“frías” a la médula espinal de los va-
todo lo que la autora implica por omi-
lores de occidente y comienzan su pro-
sión) es ser menos que hombre. Ésta
pia rebeldía silenciosa, alimentada por
es la reinante opinión sustentada por
los recorridos a ultramar de los antes
igual en círculos de opinión experta y
soldados aliados que en sus campa-
sentimiento moral, tanto en la cultu-
ñas militares visitaron tierras y cultu-
ra popular como en los centros aca-
ras exóticas, esotéricas y extramaritales
démicos de mayor prestigio.
en África, Asia y Oceanía.
Cada capítulo nos adentra en lo
Luego aparecen, generados por el
que casi es (y no sólo podría serlo, sino
desafío machista: la subcultura play-
que lo es en porciones) la biografía de
boy y el movimiento hippie con sus
revoluciones sexuales opuestas; aparecen las revelaciones de la cardiología
moderna y la teoría de la “personalidad tipo A” que adjudican a la vida de
escritorio industrial (con todo y su
dieta) los males del corazón, física y
emocionalmente; aparecen la “nueva
psicología humanísta” y la contracultura que avalan (incluso científicamente donde pueden) el valor del desarrollo
personal, individual y la relatividad de
los “roles” que las personas juegan en
la tendencia andrógina del teatro social en la vida diaria. La masculinidad
cualquiera de nosotros que somos hijos varones en el llamado baby boom
de los occidentales y las culturas afectadas por ello, que prácticamente ninguna se escapa en el proceso de
influencia global.
Así pasamos por los paisajes del
beat, la renuncia al patrón con el empleo monotono y rutinario, a la familia, a la pareja perpetua, a la sociedad
de consumo, al Estado y a Dios. Mientras las discusiones sobre la liberación
femenina comenzaban a tomar calor
en la segunda mitad del siglo XX, al-
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es desenmascarada... y también desnu-
sarse, aun hasta su edad ya madura,
dada y comercializada.
al que evita a las mujeres que “llevan
La transformación masculina se
alta probabilidad de volverse depen-
cristaliza amplia y curiosamente, co-
dientes financieras”, al que se dedica
incidiendo con una “contraofensiva”
a sus propios placeres... ya no se le ve
del movimiento “antifeminista”, en
como un individuo “desviado” como
una especie de lucha libre de mujeres
antes lo hubiera sido, sino como al-
contra mujeres en los foros políticos
guien “saludable” y hasta admirable-
sobre la iniciativa de enmienda a la
mente desenvuelto. Y este juicio, como
constitución de los Estados Unidos
el anterior, nos recuerda efectivamen-
que hubiera asegurado la igualdad indi-
te la autora, es “una opinión susten-
vidual respecto al género: la ERA (Equal
tada por igual en círculos de opinión
Rights Amendment).
experta y sentimiento moral, tanto en
Como resultante, apunta Ehrenreich,
la cultura popular como en los cen-
“han habido dos luchas paralelas con-
tros académicos de mayor prestigio”;
tra el sistema que ata al hombre a su
el cambio aparece consagrado, irrever-
trabajo y a la mujer al hombre... y de-
sible y certificado.
bemos reconocer que los hombres ganaron su libertad primero”.
Si bien el libro inteligentemente
“abre los ojos” con un estilo elegante,
Finalmente, echa luz sobre la di-
en sus conclusiones se deja ver el hue-
misión de una ética tradicional cuan-
co que a la distancia de una década
do, ya al inicio de los años ochenta, el
—nada irrelevante— recorrida desde
hombre adulto ya no lleva el peso de
su edición nos permite a los lectores
la expectativa automática del matri-
mismos reformular y completar, cada
monio y del “ganador-del-pan”. Para
quien a su entender, mejores solucio-
entonces, al hombre que pospone ca-
nes finales. Se trata de salvar algo más
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que el objetivo feminista; ya no sólo
ex-machina —no sin arbitrariamente
la lucha por desatar a la mujer del hom-
reconocerlo como un mal menor— al
bre, sino la lucha por avanzar la liber-
“Estado Benefactor” que justamente
tad a todo individuo . Una lucha que
en esos días ya ve desvanecer su po-
ya no se limita a la «batalla entre sexos»
pularidad global. Sin embargo, no toca
sino que al volverse la lucha entre las
aquí revisar los lamentos que provoca
posturas generales tipificadas aquí con
vivir bajo los inevitablemente gigan-
la feminista contra la antifeminista, se
tescos aparatos gubernamentales bu-
ha reubicado del hogar al terreno del
rocráticos.
debate político público, reconociendo
Finalmente, a pesar de su ejercicio
el origen del esfuerzo en la mejor tradi-
loable, la autora traiciona el proceso
ción del espíritu libertario humanista.
creativo intelectual por su lealtad po-
La posición socialista de la autora
lítica a la acostumbrada posición de
—que cortésmente se mantiene leve
refugio habitual de izquierda sin vis-
en el grosor del texto— se impone al
lumbrar siquiera, a pesar de sugerirlo
“cierre” resignadamente, como si re-
de manera soslayada, aquellas posibi-
accionase a la premura de los tiempos
lidades allende la cirquesca polaridad
editoriales o al agotamiento intelec-
que se arrastra desde la revolución
tual o a la falta de perspectiva históri-
francesa, incluyendo las paranoias es-
ca. En un gesto de solidaridad a la
tadounidenses del tiempo de Macarthy
mujer abandonada, con hijos meno-
y las memorias trágicas de las purgas
res y llevando con desventaja la carga
stalinistas que arrinconaron a muchos
financiera de un hogar física y
intelectuales y académicos hacia las
emocionalmente desprotegido, enton-
menos inseguras posturas resguarda-
ces se propone la salida —hoy pasada
das de las amenazas violentas del po-
de moda— de recomendar como deus-
der monopolizado.
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Maquiavélicamente, se podría sos-
Gracias al cambio acelerado en es-
pechar de un resentimiento feminista
tos años transcurridos desde su edi-
surgido contra el “hombre liberado” a
ción, queda al lector la apremiante
costas de la mujer (luchadora o no) y
tarea, no sin el permiso de la ventaja
cuya venganza desesperada es atar a
histórica, de reformular sus conclusio-
ambos, a él y a ella, al paternalismo
nes. Entre tantas posibilidades, el mar-
estatal; algo que deja un mal sabor al
co nuevo incluirá los cambios
percatarse que las hojas restantes son
tecnológicos, políticos, económicos, la
ya muy pocas y que las notas biblio-
globalización de nexos entre pueblos
gráficas se acercan demasiado rápido
por las comunicaciones, la liberación
sin alcanzar la “solución de conti-
de las economías nacionales, la
nuidad”.
regionalización de la administración
Afortunadamente para el lector
pública, los tratados en convenios in-
empático —y no es, sino justamente
ternacionales, los avances en las cien-
hasta la última página y media— apare-
cias, el proceso democrático y la
ce el reconocimiento de la posibilidad
libertad individual. Especialmente no-
de reconciliación e innovación creativa
toria es la creciente influencia y res-
basada en la experiencia personal di-
ponsabilidad de la sociedad civil
recta: un número creciente de mujeres
mediante organizaciones no-guberna-
conocidas por la autora le revelan casos
mentales e iniciativas privadas en aten-
en las que ellas mismas están elabo-
ciones y servicios públicos. Y quizá lo
rando, creando, formulando respuestas
más importante es el ejemplo particu-
particulares a sus circunstancias particu-
lar de individuos que deciden actuar y
lares. ¡El espíritu emprendedor emerge!
contribuir por sí mismos, con sus pro-
Así, el bocado final de letras se toma
puestas y respuestas personales a las
con un aire de optimismo sensato.
necesidades propias y de su comunidad.
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Por último, nos queda a los hom-
de se revela y rebela la dinámica in-
bres agradecer y reconocer a Barbara
cierta que vivimos en nuestro cora-
Ehrenreich haber pintado «un retrato
zón... donde ella se ha merecido su
hablado» con esa perspectiva ajena, sin
lugar especial.
complicidad y con amor de mujer, don-
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