¿Provoca la globalización un agudo proceso de deterioro de las normas ambientales? http://www.bancomundial.org/temas/globalizacion/cuestiones4.htm Según algunos críticos, debido a que el aumento en el comercio y la inversión extranjera directa estimulan un mayor crecimiento de los países en desarrollo necesariamente se producirá más contaminación industrial y degradación ambiental. De acuerdo con observaciones prácticas, ciertos contaminantes, como las emisiones ácidas o el material particulado, tienen una relación de ‘curva en U invertida’ con el ingreso: primero la contaminación aumenta a medida que el país transita de ingresos bajos a medios para caer nuevamente cuando el país logra altos niveles de ingreso. Por lo tanto ¿es la contaminación el precio inevitable que debemos pagar por el desarrollo económico? Es necesario aclarar que éste es un argumento contra el crecimiento económico en general y no contra la globalización en sí. Sin embargo ¿será cierto que el crecimiento en los países en desarrollo necesariamente debe ir acompañado de grave degradación ambiental? La información disponible recientemente indica la presencia de una relación más sutil y compleja entre desarrollo económico y protección ambiental. La observación empírica de una ‘U invertida’ en algunas instancias no aporta mucho en cuanto a aclarar cuáles son las políticas ambientales que subyacen a la observación ni el potencial para aplicar mejores medidas que moderen o incluso eliminen la amenaza. Por lo tanto, resulta sorprendente descubrir que numerosos países en desarrollo ya han superado la peor parte de la lucha contra la contaminación con niveles de ingreso mucho más bajos que los que ostentaban los países ricos en su momento. Según un estudio sobre contaminación de las aguas con material orgánico, realizado en 1998 por el Banco Mundial, la intensidad de la contaminación disminuyó en un 90% a medida que aumentó el ingreso per cápita de US$500 a US$20.000, con una reducción más acelerada antes de que el país alcanzara una situación de ingresos medios (Figura 6. Hettige, Mani y Wheeler, 1998). La calidad promedio del aire en China se ha estabilizado o incluso mejorado desde mediados de los años ochenta en las ciudades sometidas a monitoreos, especialmente aquellas de gran tamaño. Y en este mismo período, China ha experimentado un crecimiento económico acelerado y una mayor apertura al comercio y a la inversión. Al parecer no hay una regla estricta que establezca que un cierto nivel de desarrollo estará asociado con cierto nivel de contaminación. El resultado depende en gran medida de las políticas ambientales que aplique cada país. Por cierto, muchos países en desarrollo parecen haber descubierto que los beneficios que trae el control de la contaminación superan a los costos y están por lo tanto adoptando estrategias innovadoras y de bajo costo para limitar la polución y expandir el crecimiento económico simultáneamente. Por ejemplo, los nuevos proyectos piloto que consisten en la divulgación pública de información sobre la contaminación de las industrias ha tenido bastante éxito en la reducción de la polución en Indonesia y Filipinas. Más aun, la apertura al comercio y a la inversión de los países en desarrollo puede convertirse tanto en un incentivo como en la forma de acceder a nuevas tecnologías con las cuales se podría producir el bien en cuestión de manera más limpia y amigable con el medioambiente. Por ejemplo, gran parte de la inversión extranjera se destina a los mercados de exportación y los requisitos de calidad de esos mercados estimulan el uso de tecnologías más modernas, que por lo general son más limpias que los métodos convencionales. Según un estudio realizado por el Banco Mundial sobre la producción de acero en 50 países, las economías abiertas superaban por un amplio margen a las economías cerradas en la adopción de tecnologías más limpias, gracias a lo cual las primeras eran un 17% menos intensivas en contaminación en este sector que las segundas (Wheeler, Huq y Martin 1993). Este debate sugiere que los países en desarrollo tienen el potencial de alcanzar altos niveles de crecimiento económico y desempeño ambiental mucho antes de lograr los niveles de ingreso de los países industrializados. Con esto no queremos decir que no exista una concesión recíproca entre crecimiento y medioambiente, puesto que incluso con buenas políticas ambientales y tecnologías limpias, el aumento constante del producto puede tender en muchos casos al incremento del volumen total de diferentes tipos de contaminantes. Por lo tanto, cada sociedad debe decidir por sí misma el valor relativo que le asigna a la producción económica y al medioambiente. Sin embargo, el punto a favor de la apertura económica parece ser que, en general, este proceso hace que la compensación sea menos dolorosa para los países en desarrollo, permitiendo más protección ambiental para el mismo nivel de crecimiento o más crecimiento para la misma cantidad de protección ambiental. ¿La liberalización devastará a aquellos sectores ambientalmente delicados? Un segundo tema de preocupación es que la liberalización del comercio y de las inversiones en sectores sensibles en términos medioambientales, como el forestal y el pesquero, exacerbarán el actual nivel de sobreexplotación de los recursos. Este uso excesivo se produce cuando se aplica un régimen normativo de acceso ilimitado y el costo total que esta explotación tiene para la sociedad no se ve reflejado en el precio que pagan los usuarios privados (por ejemplo, los pescadores no consideran el impacto de sus actividades en la población total de peces). De esta manera, la apertura de esta actividad al comercio y a la inversión internacional puede agravar la pérdida irreversible de recursos ambientales. Una pregunta importante que cabe hacerse en este punto es que si hay preocupación por proteger un recurso ambiental escaso, entonces ¿porqué gravar o regular sólo el comercio internacional del producto? En el caso ideal, la aplicación de impuestos o la regulación sin discriminación de ambas actividades, el comercio internacional y nacional del producto, sería por lo general una manera más eficaz o efectiva de protegerlo. Sin embargo, con cierta frecuencia los países en desarrollo carecen de la capacidad institucional para aplicar estas políticas de protección ambiental no discriminadoras e ideales. En ciertos casos, entonces, el mantener el sector cerrado por el momento se convierte en la segunda mejor alternativa realista mientras se crea la capacidad institucional y reglamentaria que entregue una protección ambiental de mejor calidad. ¿Acaso la competición por la inversión convertirá a los países en desarrollo en ‘paraísos de contaminación’? Otra de las preocupaciones se relaciona menos con los resultados ambientales y más con los reglamentos ambientales y el argumento plantea que la mayor competencia internacional por la inversión hará que los países reduzcan sus reglamentos ambientales (o que mantengan reglas débiles), una verdadera carrera por reducir las normas ambientales a fin de atraer capitales extranjeros y mantener la inversión interna en el país. Sin embargo, no hay pruebas de que el costo de la protección ambiental haya sido alguna vez el factor determinante en las decisiones de inversión extranjera. Los factores tales como el mercado laboral y los costos de las materias primas, la transparencia de la reglamentación y la protección de los derechos de propiedad parecen ser mucho más importantes, incluso para aquellas industrias contaminantes. Por cierto, las instalaciones de capitales extranjeros en los países en desarrollo, precisamente aquellas que de acuerdo con la teoría se sentirían más atraídas por el bajo nivel de las normas, suelen ser menos contaminantes que las propias instalaciones nacionales del mismo sector. La mayoría de las empresas multinacionales adoptan estándares casi uniformes a nivel global, que a menudo superan a aquellas normas fijadas por el gobierno (Dowell, Hart y Yeung 2000; Schot y Fischer 1993). Esto indica que la reubicación de sus plantas en países en desarrollo responde a motivos distintos al bajo nivel de las normas ambientales. Paradójicamente, el efecto de paraíso de contaminación puede tener más peso dentro de las fronteras nacionales de un país desarrollado que entre países ricos y pobres, por cuanto al interior de un país muchos de los demás factores que deciden la ubicación pierden importancia y las regulaciones ambientales pueden cobrar más trascendencia. (Globalization, Growth, and Poverty, Banco Mundial, 2001) En la década de los setenta, los llamados tigres del Este asiático (Corea, Taiwán (China), Singapur y Hong-Kong) crecieron a un ritmo acelerado y comenzaron a exportar más en ciertos sectores altamente contaminantes, mientras que Japón comenzó a reducir sus exportaciones en esos mismos sectores. Sin embargo, esta tendencia disminuyó en los años ochenta cuando surgió un patrón estable conforme al cual los ‘tigres’ importaban más de lo que exportaban en estos sectores. Un patrón similar se produjo en el comercio de productos de rubros contaminantes entre América del Norte y América Latina. Por su parte, en China ha disminuido la proporción de los cinco sectores más contaminantes respecto del total del producto industrial, mientras que las importaciones de productos intensivos en contaminación ha aumentado (Banco Mundial, 1997). Las conclusiones de dos recientes estudios empíricos (Wheeler 2001; Jaffe y otros 1995) no apuntan a que los países hayan reducido sus normas para atraer inversión extranjera o aumentar las exportaciones. En ellos, Wheeler analiza los datos sobre la calidad del aire en el corazón industrial de tres importantes países que recientemente se incorporaron al proceso globalizador: Brasil, China y México, descubriendo que lejos de haber participado en un agudo proceso de deterioro de las normas medioambientales, los tres han registrado mejoras en la calidad del aire. Los países no se convierten en permanentes paraísos de contaminación gracias a que el aumento en el ingreso viene acompañado de una mayor demanda por calidad ambiental y mejor capacidad institucional para administrar una reglamentación ambiental. Un estudio realizado por el Banco Mundial en 145 países identificó una fuerte correlación positiva entre los niveles de ingreso y la rigurosidad de la regulación ambiental (Figura 7. Dasgupta, Mody, Roy y Wheeler, 1995). Por cierto, el así llamado "Efecto California" en EE.UU. demuestra que no se puede evitar el proceso que lleva a un agudo deterioro de las normas medioambientales. Una vez aprobadas las modificaciones de la Ley sobre la Calidad del Aire de 1970 en Estados Unidos, California aplicó en reiteradas ocasiones normas de emisión más estrictas que los demás estados. En lugar de una fuga de inversiones y disminución del empleo, los otros estados comenzaron a aplicar normas de emisión más rigurosas. Se produjo entonces un proceso de agudo aumento de las restricciones que se nutría a sí mismo, por lo cual el caso de California ayudó a elevar los estándares en todo el país. Vogel (1995) atribuye esto en gran medida a la “tentación de los mercados verdes”, lo que implica por ejemplo que los fabricantes de autos están dispuestos a cumplir con las normas más estrictas de California con el fin de no perder ese gran mercado; una vez que ya han cumplido con las normas de un estado es fácil cumplirlas en el resto. Apertura y políticas amigables con el medio ambiente Parece ser que no existe un relato simple de una globalización que necesariamente origine daño ambiental, puesto que si se combina con reglamentos internos innovadores, tanto formales como informales, la liberalización del comercio y de la inversión puede ayudar a aumentar más que a reducir las normas ambientales. El aumento en los ingresos incrementa la habilidad y disposición de los países para proteger su medioambiente y la apertura al comercio y a la inversión extranjera puede mejorar el acceso a nuevas tecnologías más limpias y perfeccionar los incentivos para aplicarlas y seguir siendo competitivos. Además, es posible combinar la apertura económica con reformas que apunten directamente a objetivos ambientales, tales como retirar los subsidios de aquellas actividades que resulten dañinas para el medioambiente, crear instituciones dedicadas al tema a nivel local para monitorear y proteger a los sectores sensibles e incorporar enfoques innovadores y eficaces en función de los costos a los reglamentos ambientales formales, tales como permisos de contaminación transables y otros mecanismos de mercado. Estos reglamentos formales pueden complementarse con mecanismos reguladores informales tales como la publicación de información clara sobre la contaminación y sus efectos y la educación de las comunidades locales respecto de los problemas ambientales. La relación entre liberalización comercial, inversión y normas ambientales es un área de estudio relativamente nueva y es necesario profundizar mucho más para comprenderla. ¿Están todas las multinacionales elevando la normas? Si no es así ¿qué tipos de inversión efectivamente elevan las normas? ¿Porqué? ¿Cuál es el impacto de las transferencias tecnológicas? De igual manera, se necesita mucho más trabajo para comprender las fortalezas y debilidades de las técnicas de gestión ambiental en las diferentes condiciones que viven los países en desarrollo. Referencias Banco Mundial (1997). Clear Water, Blue Skies: China's Environment in the 21st Century. Banco Mundial. (1999). Greening Industry: New Roles for Communities, Markets and Governments Banco Mundial. (1999). Trade, Global Policy and the Environment. Per G. Fredriksson. Documento de discusión del Banco Mundial Nº 402. Banco Mundial. (2001). Globalization, Growth, and Poverty. Informe de investigación del Banco Mundial sobre políticas. Dasgupta, S, A. Mody, S. Roy y D. Wheeler, 1995, "Environmental Regulation and Development: A Cross Country Empirical Analysis" Departamento de investigación sobre políticas del Banco Mundial, Documento de Trabajo Nº 1448 Hettige H, M. Mani y D. Wheeler (1998) "Industrial Pollution in Economic Development: Kuznets Revisited", Grupo de investigación sobre desarrollo del Banco Mundial, Documento de Trabajo Nº 1876 Vogel, David. (1995). Trading Up: Consumer and Environmental Regulation in the Global Economy. Harvard. Wheeler, D, M. Huq y P. Martin, 1993, "Process Change, Economic Policy and Industrial Pollution: Cross Country Evidence from the Wood Pulp and Steel Industries" presentado ante la reunión anual de la American Economic Association. Wheeler, D. (2001). “Racing to the Bottom? Foreign Investment and Air Pollution in Developing Countries.” Esta serie de reseñas informativas del Banco Mundial tiene por objeto definir la globalización y ponderar tres interrogantes primordiales acerca de ella, considerando las evidencias de numerosos países, a saber: ¿La globalización está provocando un aumento de la pobreza en el mundo? ¿Está agudizando la desigualdad, quizá mediante la eliminación de empleos y la rebaja de las remuneraciones para los pobres y quienes carecen de preparación? ¿Está menoscabando las normas ambientales? Estas reseñas se concentran en la dimensión de la globalización que atañe al comercio internacional. En trabajos posteriores se examinarán otras dimensiones de la globalización y cuestiones conexas, por ejemplo, el impacto de las inversiones extranjeras de las empresas multinacionales y de otros flujos de capital hacia los países en desarrollo. Abril 2000, PREM Grupo de políticas económicas y Grupo de economía para el desarrollo