¿Quiénes votaron por Peña Nieto? Somos el reflejo de lo que en verdad somos y, en política, dice Humberto Eco, el pueblo elige al gobernante en el cual se ve potencialmente reflejado. Esto me recuerda la observación de don Samuel Ramos: “el mexicano se representa en su comportamiento la inseguridad, debido a que no conoce realmente quién es y se niega constantemente a sí mismo”. Porque reflejarse en Peña y votar por él es negarse en la gran simulación. Es albergar la falsa esperanza de que la “negociación”, la “conciliación” con el nuevo PRI podrían generar las condiciones apropiadas para acabar con el régimen establecido por los poderes fácticos. Quizá Peña resultase un hombre razonable y comprendiera que debe reducir el dominio de su partido poco a poco hasta finalmente ceder por completo el paso a una democracia auténtica. Fue el voto de militantes y seguidores mejores intencionados pero inseguros y carentes de fuerzas. Era preferible negociar que asumir el riesgo de la propia liberación puesto que liberarse del PRI es liberarse de uno mismo, de la extraña disposición de colaborar con el egoísmo cínico y la impunidad1. El votoreflejo tenía que justificarse con argumentos imposibles de sostener al menos que un arbitrario impulso hiciera a la gente imaginar que votar por Peña es votar por un proyecto, una trayectoria y un partido; por construir el país que todos deseamos; por un Estado de paz, seguridad y bienestar; por el desarrollo social y el crecimiento económico2. Sin embargo, la paz antidemocrática es una paz simulada. Ofrece una seguridad de opresor y un bienestar de oprimido. Además, en materia de gobierno, el gobernante es el proyecto y Peña es apenas una proyección de dudosa trayectoria. De manera que negociar es imposible. Vino entonces, paradójicamente, el voto de los que vendieron su 1 En plena campaña electoral, un sujeto que aclaró ser un desempleado de Mexicana de Aviación, abordó el camión en el que viajábamos varias personas para discurrir a favor del movimiento Yo Soy 132 y del voto razonado. Tras mencionar las violaciones de los derechos constitucionales ocurridas en los últimos doce años de gobierno, le aclaré algo indignada que nuestros derechos se vienen violando desde hace décadas. Al comprender que me refería al PRI, el hombre vociferó que este partido robaba pero dejaba robar. Esta percepción latente en muchas personas refleja cierta debilidad colectiva de avalar como natural e irremediable acciones que deberíamos rechazar abiertamente en nosotros mismos y en nuestros gobernantes. La aceptación popular y la justicia vendida quizás contribuyeron a que crímenes descarados cometidos durante los gobiernos priístas como la matanza de Tlatelolco, de Acteal y de Aguas Blancas permanezcan impunes. Incluso sus representantes permanecen en la escena política como los hacedores de una democracia moderna y efectiva, y prometen un México exitoso. 2 Resumo la opinión de priístas y simpatizantes de Peña Nieto que fueron difundidas en chat, blog y, principalmente, en las redes sociales. En general, coinciden con los comentarios que oído en las calles. Un comerciante de la colonia me confesó que luego de asistir a una conferencia sobre economía su hijo tuvo un cambio repentino de opinión y votó por Peña Nieto, al igual que su esposa. Es sólo un ejemplo. voto. De quienes en el intento de reafirmarse y esconder sus temores cayeron en el cinismo y se denigraron a sí mismo. No fue el voto de los ignorantes y pobres, como muchos suponen. La pobreza no es vileza. Ni la carencia redunda en ignorancia. Fue el voto de la voluntad doblegada. La picardía peligrosa de desafiar la corrupción tornándose corruptibles. Esto explica la alegría con que aquellas personas recibían sofás y sillones a cambio de entregar su credencial de elector. O la ostentación de las mujeres que se abrían la blusa para mostrar un billete de 500 pesos pegado al pecho: “¡Vean que Peña Nieto sí cumple! Yo recibí el dinero, hice mi despensa y ya ni fui a votar porque total de todos modos ni respetan mi voto”. “El voto por Peña Nieto es una moneda que damos a cambio de todos los regalos que el PRI nos da” dice María, una vecina de Yucatán. “Democracia comprada” escribe Ramírez Cuevas3. Triste realidad de que existan vendedores, concluimos. Pero en un sistema envilecido no cabe la razón. La violencia es el sostén de los impostores. La dictadura democrática requiere votos y la negociación y el consentimiento no bastan. Vino entonces el voto del miedo. El de las víctimas de siempre. Los vulnerables y no los doblegados. Aquellos que en una democracia respetable siendo pobres no dejarían de ser libres ni siendo plebe perderían su dignidad. Me refiero a los campesinos, indígenas, trabajadores que fueron obligados a votar por el PRI bajo intimidación y amenazas. En definitiva, votaron por Peña si no los ignorantes, sí los confundidos. Si no los corruptibles, sí los seducidos por el régimen. Los vulnerables que no se animan a quitarse las cadenas del miedo. Y otros tantos, quizás millones, que confunden patria con partido y se aferran a los tres colores de la indignidad. Y me acuerdo otra vez de don Samuel: “la virtud que más urgentemente hay que aconsejar al mexicano actual es la sinceridad, para que arranque el disfraz con que se oculta a sí mismo su ser auténtico.” 3 Estos datos fueron tomados del folleto Fraude 2012 publicado por el Movimiento de Regeneración Nacional. El material reúne historias y testimonios de ciudadanos involucrados en la compra de votos durante el proceso electoral y constituye una síntesis de lo que el Movimiento Progresista presentó al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación para solicitar la invalidez de la elección presidencial.