D O M I N G O D E PA S C UA • A ÑO / A • J n 2 0 , 1 - 9 ● Primera lectura ● Hch 10, 34a.37-41 ● “Hemos co- ● Segunda lectura ● Col 3, 1-4 ● “Buscad los bienes mido y bebido con Él después de su resurrección”. de allá arriba, donde está Cristo”. ● Salmo responsorial ● Sal 117 ● “Éste es el día que ● Evangelio ● Jn 20, 1-9 ● “Él había de resucitar de actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo”. entre los muertos”. Jn 20, 1-9 1 El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro. 2 Echó a correr y fue donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien quería Jesús, y les dijo: - Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos donde lo han puesto. 3 Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. 4 Los dos corrían Juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro, 5 se adelantó y llegó primero al sepulcro; 6 y, asomándose, vio las vendas en el suelo y 7 el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas, sino enrollado en un sitio aparte. 8 Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro, vio y creyó. 9 Pues hasta entonces no habían entendido las Escrituras; que El había de resucitar de entre los muertos. Notas sobre el texto * Al destacar el estado en que se encontraban las vendas y el sudario, excluye el rumor que circuló en torno al robo del cadáver. ● Las tradiciones del sepulcro vacío y de las apariciones son las dos formas más antiguas de expresar la fe en la resurrección. Este relato lo hace a tra* El sepulcro vacío no vés del sepulcro vacío. se debe a un hurto, ni es Con ello, el evangelista, invención de mujeres. aparte de confirmar la re● Para el discípulo ideal, surrección de Jesús, nos representado en aquel al está transmitiendo un doque amaba Jesús, ver el ble mensaje: sepulcro vacío, las vendas y el sudario son pruebas suficientes de la resurrección. En la ausencia, descubre ya su presencia. Por eso se dice: «Vio y creyó». No se dice, sin embargo, lo mismo de Simón Pedro. Él y otros discípulos necesitarán apariciones, y hasta tocar Notas para fijarnos en Jesús y el Evangelio Este Evangelio nos presenta dos escenas: la primera (1-2), con “María Magdalena” como protagonista, conduce a la segunda (39), con “Simón Pedro y el otro discípulo”. En la primera se destaca “el primero día de la semana” o “el domingo” (1). Esta expresión sugiere comienzo, nueva creación. También se destaca que todavía era oscuro “antes de salir el sol” (1), es decir, simbólicamente, que todavía no brilla la luz de la fe. María Magdalena “vio que la piedra había sido quitada” (1) e intuye alguna novedad. Con sólo este “ver”, se va corriendo para avisar “Simón Pedro y al otro discípulo” (2). María quiere encontrar el Señor. Sobre “el otro discípulo” (2), dice el texto que es “aquel que Jesús estimaba” (2). En Jn 13,23 se habla por primera vez del discípulo a quien “Jesús quería” (otros lugares: Jn 19,25-27; 21,7.20-24). No se llama en ningún momento que sea uno de los Doce, aunque la tradición muchas veces lo ha identificado con Juan. Es probable que sea la misma persona designada como el otro discípulo en el relato de la Pasión (Jn 18,15-16). En cualquiera caso, es una figura capital del Evangelio y sirve de modelo para los creyentes. El capítulo 21 de Jn, que es un apéndice añadido (se nota que es escrito por una mano diferente al conjunto de la obra), lo presenta como al autor del Evangelio (Jn 21, 24). En los versículos que siguen (vv. 3ss.) hay un contraste entre Pedro y este “discípulo amado”. Pero el texto respeta los datos de la tradición cristiana primitiva, que recuerda a Pedro como el primero de los testigos de la Resurrección. Este Evangelio pone en un lugar de privilegio a una mujer: “Maria Magdalena” (Jn 20,11-18). Hay varias mujeres que tienen un lugar destacado en el Evangelio según Juan: la Madre de Jesús, a comienzos de la actividad de Jesús (Jn 2,1-12) y al pie de la cruz (Jn 19,25-27); la samaritana (Jn 4); Marta y María (Jn 11); y Maria Magdalena (Jn 19,25; 20,1-18). En la segunda escena, los dos discípulos, motivados por el aviso de María, salen “corriendo” (3-4). También quieren “ver” lo que ha pasado Pedro y el otro discípulo “vieron” (5-6) las mismas señales de la Resurrección de Lázaro (Jn 11,44); pero Lázaro sale atado, es decir, vuelve a la vida para morir; en cambio aquí “la sábana de amortajar” estaba por el suelo” (6), que significa que Jesús se ha desatado de las ligaduras de la muerte. Ni María, ni Simón Pedro, ni el otro discípulo han visto Jesús. Sólo ven el sepulcro vacío. En este mismo momento, uno de ellos, “el otro discípulo” (8) “vio y creyó”. Son los ojos de la fe, y la luz de la Palabra de Dios (9) los que permiten de ver la Resurrección de Jesús en el sepulcro vacío. María se acerca con amor, pero “todavía era oscuro”. Más adelante podrá decir que le ha visto (v. 18), como también los Apóstoles: “hemos visto el Señor” (Jn 20,25). Jesús tenía que resucitar de entre los muertos (9). Solamente tras la glorificación de Jesús se puede hablar de creencia. Es una enseñanza compartida por todo el NT. El Evangelio según Juan lo remarca de varias formas (Jn 12,16; 13,7.19; 14,29; 20,9). Pero lo enseña mediante la promesa del Espíritu (Jn 7,39; 14,16.26; 15,26-27; 16,7-15): tan solos tras la venida del Espíritu será posible creer en Jesús, porque sólo entonces se podrá conocer su misterio. Creer y conocer van unidos (Jn 4,42; 6,69; 10,38; 16,30; 17,7-8). “El Evangelio en medio de la vida” (Domingos y fiestas del ciclo-A) José María Romaguera Colección Emaús Centro de Pastoral Litúrgica Ruego para pedir el don de comprender el Evangelio y poder conocer y estimar a Jesucristo y, así, poder seguirlo mejor Apunto algunos hechos vividos esta semana que ha acabado Leo el texto. Después contemplo y subrayo. Ahora apunto aquello que descubro de JESÚS y de los otros personajes, la BUENA NOTICIA que escucho...veo. Los que corren para ver (la Magdalena, Pedro, el otro) ¿me entran ganas de “ver” a Jesús, de tenerlo conmigo? ¿Qué hago para verlo? Y vuelvo a mirar la vida, los HECHOS vividos, las PERSONAS de mi entorno... desde el Evangelio ¿veo? En la Revisión de Vida, cuando el ver es iluminado por la Palabra de Dios, ¿hago experiencia de “ver” al Señor en la vida, en los acontecimientos? Llamadas que me hace -nos haceel Padre hoy a través de este Evangelio y compromiso. Plegaria. Diálogo con Jesús dando gracias, pidiendo su ayuda... CREEMOS EN CRISTO RESUCITADO Puesto que Cristo ha resucitado, creemos en la Vida, ¡para siempre! Puesto que Cristo ha resucitado, no creemos en la muerte, ¡en ninguna muerte, para nadie que quiera vivir! Puesto que Cristo ha resucitado, creemos que el hombre es un proceso ilimitado, y que nada de cuanto podamos imaginar es demasiado grande para Él. Puesto que Cristo ha resucitado, creemos en Él. Puesto que Cristo ha resucitado, la fuerza del presente es el futuro. Puesto que Cristo ha resucitado, el mundo está en marcha y no lo detendrán las conquistas logradas ni los intereses de los vencedores. Puesto que Cristo ha resucitado, estamos en la revolución permanente y es preciso cambiar el mundo desde sus cimientos. Puesto que Cristo ha resucitado, hay que construir una ciudad sin clases, donde el hombre no sea lobo para el hombre sino compañero y hermano. Puesto que Cristo ha resucitado, hay un amor y una casa ¡para todos! Puesto que Cristo ha resucitado, creemos en una Tierra Nueva. Y porque creemos y esperamos, no tenemos nada que conservar; y afirmamos que el mejor modo de conseguirlo todo es perderlo todo por una sola cosa: por Ti. P. Loidi umanas h s e n io ic d a “Tr tólica (4)” s o p A n ió ic y Trad VER D esde el Domingo de Ramos hemos estado reflexionando acerca de la diferente entre las tradiciones humanas que rodean toda la Semana Santa, y lo que la Tradición Apostólica nos dice respecto a ella. Porque las tradiciones humanas son las costumbres conservadas en un pueblo y que se han transmitido de padres a hijos, y la “Tradición Apostólica” (del latín tradere: transmitir), como dice el Catecismo es la transmisión del mensaje de Cristo llevada a cabo por la predicación, el testimonio, las instituciones, el culto y los escritos inspirados, y que se realiza de dos modos: con la transmisión viva de la Palabra de Dios y con la Sagrada Escritura. Y lo que da sentido y contenido a la Semana Santa no son las tradiciones humanas, sino la Tradición Apostólica que hemos recibido. JUZGAR E ntre las tradiciones humanas del Domingo de Resurrección figura sobre todo la del “Encuentro”, en la que la piedad popular escenifica el encuentro entre Cristo Resucitado y su Madre, del que no encontramos noticia en los Evangelios. También en este día hay desfiles festivos, reparto de caramelos, y en muchos lugares es costumbre salir de excursión para comerse la “mona”. Pero lo que hace grande de este día, el Domingo por excelencia para todos los cristianos, nos lo ha indica la Tradición Apostólica, tanto en la Vigilia Pascual como en el Domingo de Resurrección. En la Vigilia Pascual hemos escuchado (escuchamos anoche) en la monición a la bendición del fuego: En esta noche santa… La Iglesia invita a todos sus hijos… a que se reúnan para velar en oración. Y sobre todo, la Tradición Apostólica nos ha transmitido el gran anuncio que hemos escuchado (escuchamos anoche) en el Evangelio: buscáis a Jesús el crucificado. No está aquí: ha resucitado, como había dicho… Alegraos… No tengáis miedo. Y la Tradición Apostólica también nos ha hecho llegar la consecuencia que este gran anuncio tiene para nosotros: así como Cristo fue despertado de entre los muertos… así también nosotros andemos en una vida nueva. Porque si nuestra existencia está unida a Él en una muerte como la suya, lo estará también en una resurrección como la suya… Consideraos muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús. Y en el Domingo de Resurrección, la Tradición Apostólica nos ha transmitido en el Evangelio que los discípulos, representados por Pedro y Juan, no eran unas personas crédulas, que ellos no esperaban la Resurrección, y que el sepulcro vacío fue para ellos el comienzo de su comprensión, pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que Él había de resucitar de entre los muertos. Y la Tradición Apostólica también nos transmite el cambio profundo que eso supuso para ellos, como hemos escuchado (escucharemos mañana) en la 1ª lectura: Nosotros somos testigos de todo lo que hizo… Lo mataron colgándolo de un madero. Pero Dios lo resucitó… Nos encargó predicar al pueblo… Y de nuevo en este día la Tradición Apostólica nos indica las consecuencias que esta predicación debe tener para nosotros: Ya que habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba… Nuestra vida no puede seguir como antes de recibir este anuncio. También nosotros debemos entender la Escritura y, de palabra y obra, ser apóstoles, testigos de la Buena Noticia: Ha resucitado. ACTUAR A unque humanamente nos gustaría, nosotros no necesitamos tener un “encuentro” físico con Cristo Resucitado. Nuestro encuentro con Él por la fe, es tan real como el que tuvieron los Apóstoles. Y lo experimentaremos en la medida en que nuestra vida lo refleje: ¿Qué significa para mí el anuncio: “ha resucitado”? ¿Me siento unido a su Resurrección? ¿Qué debo hacer, o dejar de hacer, para “andar en una vida nueva”, para “buscar los bienes de allá arriba? ¿Mi estilo de vida, mis palabras y obras, dan testimonio de Cristo Resucitado? Vivamos este día con todo el sentido que la Tradición Apostólica nos ha transmitido, y que durante el tiempo de Pascua continuemos profundizando en ello para que, siendo testigos creíbles de la Resurrección, se cumpla lo que pediremos (hemos pedido) en la oración colecta de la Misa del Día: concede a los que celebramos la solemnidad de la resurrección de Jesucristo, ser renovados por tu Espíritu para resucitar en el reino de la luz y de la vida.