Acerca de programas de discusión sobre fútbol en la televisión contemporánea: el show de la vena hinchada vs. el foro de la libre expresión o dos lecturas diversas de un mismo conjunto de textos pioneros1 Víctor Miguel Algunos rasgos históricos de un texto fundacional: Polémica en el fútbol Los programas televisivos donde se discute sobre fútbol reconocen en la televisión argentina un título decano de larga vigencia: Polémica en el fútbol. A lo largo de las cuatro décadas que van de 1961 a 1999, más allá de transitorias ausencias, regresó periódicamente a la pantalla en diversos canales observando tanto diferencias como continuidades. “Es un hito ineludible en cualquier revival de los programas deportivos emitidos por la televisión. Fue uno de los primeros que abrió las puertas del estudio para que el público tuviera participación activa discutiendo sobre un tema del que cualquier argentino se siente experto”, afirmaba hace unos años una síntesis periodística de la historia del programa.2 El cuerpo principal de aquella nota reproducía un reportaje a Alfredo Rutschi (Apo), junto a Carlos Fontanarrosa, uno de los creadores del programa en 1961. Según Apo, inspirados en los debates que se desarrollaban entre el público asistente al Teatro del Pueblo de Leónidas Barletta y advertidos de la extensión creciente del medio televisivo, decidieron impulsar el proyecto. “Pensamos que se podía hacer algo similar en tevé. Y el fútbol nos pareció ideal porque siempre brinda muchas posibilidades de discusión. Enseguida nos imaginamos la impresión que causarían esos energúmenos, a los que se les hincha la vena del cuello cuando se ponen a discutir de fútbol. Nos pareció una imagen muy cinematográfica.”3 Esta "confesión de intenciones" por parte de Apo resulta observable como rasgo estable tanto del programa en cuestión como de otros que más adelante reconocieron una adscripción genérica semejante: por un lado el fútbol como escenario propicio para el conflicto, por el otro la puesta en escena del cuerpo y la palabra como show, exposición, mostración. No resulta extraño que la idea inspiradora haya provenido del ámbito teatral. El fútbol, constituiría aquí una suerte de telón de fondo o escenario que a la vez alimenta la rivalidad, el desacuerdo, la disputa: dados la escena y el conflicto sólo restaría jugar el drama del cuerpo y la palabra En el mismo reportaje, cuando se indaga si tras la discusión generada se alcanzaba alguna conclusión, Apo responde: “No, con Fontanarrosa siempre nos opusimos a eso porque, en definitiva, si lo hacíamos, la nuestra iba a ser una opinión más. Lo que siempre pretendimos fue que los periodistas invitados y el público presente pudieran expresarse con la mayor 1 El presente trabajo ha sido producido en el marco de la cátedra de Semiótica de los Géneros Contemporáneos, Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, cuyo profesor titular es Oscar Steimberg. Las observaciones realizadas sobre este tipo de programas televisivos se apoyan en un ejercicio de análisis propuesto en comisiones de trabajos prácticos y desarrollado durante 1999 por docentes y alumnos de la cátedra. 2 Rafael, Eduardo; “Apo y la historia de `Polémica en el fútbol’” en Revista La Maga Colección, TEA, Bs.As., enero de 1995. 3 Ibíd. 1 libertad. Así se hizo siempre. Se escuchaban todas las campanas.”4 Se trata de otro rasgo que ha prevalecido a lo largo de la historia en diversos programas de discusión sobre fútbol. La diversidad de opinión expuesta, la escucha de "todas las campanas", rara vez conducen hacia una clausura, siquiera provisoria, de la cuestión: como ha señalado Kirchheimer, parece no haber “voluntad de cierre, reflexión o palabra final, a diferencia de lo que sucede en otros registros, como por ejemplo, en los programas políticos de opinión”5. En un trabajo reciente, Martínez Mendoza señala como rasgo de este tipo de programas “la manifestación de la pasión en ese traqueteo propio de la conversación en presencia […] donde se muestra que no es el mejor argumento el que tiene la última palabra y gana la discusión”6. En oposición a lo que implican los géneros de la argumentación verbal, la palabra no pretende aquí persuadir sino exponer(se). También provocar, agraviar, increpar, ofender7. La confrontación que implica este debatir sobre fútbol suele resultar menos una estrategia persuasiva que deportiva: todo el juego consistiría en desarmar al oponente, en una suerte de esgrima verbal en la cual el último toque indica la derrota de la capacidad de réplica ingeniosa por parte del ocasional adversario. No en vano, bajo el subtítulo de “Opiniones y discusiones que hoy son anécdotas”, el metadiscurso periodístico da cuenta de una serie de episodios de esgrima discursiva entre grotescos y circenses, incluido un reto a duelo “en medio del delirio de la tribuna”8. Polémica en el fútbol, Tribuna Caliente, La última palabra: tres metadiscursos publicitarios en la prensa gráfica La nota referida incluye la reproducción de un aviso gráfico que publicita Polémica en el fútbol alrededor de 1970. La imagen fotográfica, que podría estar arrancada de una emisión cualquiera del programa, muestra al entonces conductor del ciclo, Juan Carlos Rousselot, de pie frente a una poblada tribuna que ocupa todo el cuadro. Se trata de una imagen sugerentemente parecida a la que ilustra los orígenes de Polémica en el fútbol en una reciente publicación de retrospectiva televisiva, en la cual la nutrida tribuna enmarca por completo las figuras de los entonces moderadores Fontanarrosa y Apo. Importa también la sintética caracterización que en este trabajo se hace del programa: “Periodístico- 4 Ibíd. 5 Kirchheimer, Mónica; “Dos años después, el límite de la noticiabilidad. El caso de Mauro Viale”, presentado en las 4tas Jornadas de Investigadores en Comunicación, UN de Jujuy, agosto de 1999. La observación refiere a El equipo de primera que ese año se emitía en la trasnoche de Telefé. 6 Martínez Mendoza, Rolando; “Conversaciones mediáticas y estilo de época: relaciones entre talkshows y programas televisivos donde se discute sobre fútbol”, presentado en el IV Congreso Internacional de la Federación Latinoamericana de Semiótica y III Simposio de la Asociación Gallega de Semiótica, La Coruña, setiembre de 1999. 7 Goffman, Erving; “El orden social y la interacción” en Los momentos y sus hombres. Textos seleccionados y presentados por Yves Winkin, Paidós Comunicación, Barcelona, 1991: “[…] en la interacción conversacional, contrariamente a otros muchos tipos de órdenes sociales, la ofensa es del todo corriente”. Citado en Martínez Mendoza, Rolando; op.cit. 8 Rafael, Eduardo; op.cit. 2 deportivo. Tribuna de discusión futbolística […] con participación del público opinando libremente.”9 Esta presencia fotográfica corporal y masiva en el estudio se complementa con la invitación que realizan los trazados gráficos: “Si usted tiene algo que decir en Fútbol, venga y dígalo aquí”, dice el título del aviso que mediante un asterisco remite al pie de la pieza: “Para participar en el programa, concurrir a Pavón 2444 los Domingos a las 21:00” –el programa iba en vivo, como todos los de su tipo, a las 23:15 horas. Por su parte, el copy sostiene: “La más amplia tribuna para opinar y discutir sobre el más popular de los deportes”.10 Décadas más tarde, un programa inicialmente producido por Gerardo Sofovich apareció en la pantalla. Su título, Tribuna Caliente, parecía dar cuenta de al menos dos rasgos pertinentes al registro: el carácter de foro de discusión en presencia y el voltaje de la pasión puesta en juego. El programa tomó de algún modo la posta de Polémica en el fútbol constituyendo casi una versión de aquel original e incluso incorporando a figuras como Julio Ricardo que había sido conductor de aquel título11. No obstante, hacia fines de los ’90 y emplazado los domingos a las 13:00 en la pantalla de Azul Televisión, el programa se basaba en la polémica entre panelistas fijos y con autoridad profesional12 quienes tomaban la palabra en detrimento de una tribuna sin voz que incluso desaparecía relativamente de la pantalla al quedar relegada a los breves paneos que acompañaban su presentación verbal o a la ya clásica apertura focal que caracteriza la finalización de las emisiones en diversos textos televisivos. Respecto de este programa, entre fines de 1995 y principios de 1996, Abraham observaba no sin ironía: “Juvenal pide la palabra, Antonio Carrizo interrumpe su consistencia oratoria y espera, estamos en un Senado Romano, entre Cicerones, Tribuna caliente es un foro clásico [...] Tribuna caliente tiene la virtud de parecerse a una sinfónica, a un coro polifónico [...] el moderador Julio Ricardo habla al mismo tiempo que los otros, la orquesta está en su plenitud, todos hablan juntos”13. Ya entonces el foro polifónico parecía reducirse a la puesta en escena de voces con autoridad profesional, interruptas y superpuestas. 9 Hermida, Luis M. y Satas, Valeria; TVManía. Programas inolvidables de la televisión argentina, Sudamericana, Bs.As., 1999. 10 Rafael, Eduardo; op.cit. 11 El intercambio de conductores y panelistas entre títulos parece constituir un rasgo fuerte de este tipo de producto: además de Julio Ricardo, también Antonio Carrizo, José Sanfilippo y el eterno Guillermo Nimo, entre otros, constituyen figuras canónicas de esta clase de programas. Actualmente Elio Rossi reparte su presencia entre Tribuna caliente y La última palabra. En este último asiste en la conducción a Fernando Niembro, como lo hiciera durante 1999 en El equipo de primera. En el 2000, Gustavo López es columnista en La última palabra y movilero de exteriores en Tribuna Caliente. 12 En Tribuna caliente se suman dos tribunas con público que, en general, no interviene […] aplaude las intervenciones de los panelistas, murmura, grita, se ríe, y al final del programa -¿habría que decir al final de la función?-, les pide autógrafos, se saca una fotografía o se conforma con tocar y saludar a sus ídolos del periodismo y del fútbol”: Martínez Mendoza, Rolando; op.cit. Esta observación corresponde a emisiones de 1999; a partir del 2000 las tribunas han sido definitivamente suprimidas del programa. 13 Abraham, Tomás; La aldea local, Eudeba, Bs.As. 1998. 3 Durante 1999 las publicidades gráficas de este ciclo se centraban en la imagen fotográfica posada de sus dos figuras protagónicas14: Julio Ricardo, el moderador y Guillermo Nimo, el polemista por antonomasia –"el crítico número uno" es el epíteto que le asigna el metadiscurso interno del programa– que vino a ocupar el rol central de ofensor que en otros momentos supieron encarnar, entre otros, Pepe Peña y José Sanfilippo. Lo polémico en la imagen apenas puede leerse en la posición relativa de los cuerpos. Nimo, en primer plano, da la espalda a Ricardo; Ricardo, detrás, ubica el eje de sus hombros a noventa grados respecto de la espalda de Nimo: ambas figuras forman una suerte de ángulo recto cuyo vértice apunta al espectador, tienen girada su cabeza y su mirada a cámara y se sonríen. La sonrisa introduce un componente lúdico que de algún modo desmiente lo caliente del debate. Un fondo blanco y neutro ocupa el espacio que en el aviso de Polémica en el fútbol ocupaba la tribuna: tribuna que subsiste exclusivamente en el trazado gráfico en tanto título del programa. Esas piezas gráficas tienen ciertas similitudes con otro aviso, esta vez del programa La última palabra, que durante el 2000 se emite para América Latina por Fox Sports –un canal deportivo de televisión por cable–, en vivo y en simultáneo con la radio La Red de lunes a viernes a las 20:00 horas15. En la imagen fotográfica aparecen posando sus dos conductores, Fernando Niembro y Elio Rossi, señalándose mutuamente con gesto irónico y sendas sonrisas. Rossi, en mangas de camisa, luce sus ya clásicos tiradores de colores que, como en Tribuna caliente las corbatas, anillos y boquillas de Nimo, tienden a convertirse en una tópica a comentar durante las emisiones del programa. El fondo también es neutro. No obstante, una diferencia: el aviso retoma la interpelación a la actividad de los espectadores que realizaba el antiguo aviso de Polémica en el fútbol y que el de Tribuna caliente había abandonado: “Un programa donde tu opinión es la que vale”16. Incluye además la dirección de la página web de la institución emisora. En efecto, la estructura del programa, más allá de la presencia eventual de algún invitado se sostiene en la "interactividad" con el espectador: llamados telefónicos al aire que fijan posición alrededor del tema propuesto o discuten con los conductores, lecturas que Niembro hace de faxes recepcionados por la producción y lecturas que Rossi hace de e-mails enviados por espectadores, desde la pantalla de una notebook –ponchada mientras el mensaje es verbalizado– que descansa sobre su escritorio. Cierto tipo de "interactividad" –menos central en la organización del programa– había sido ensayada durante 1999 por la versión de Polémica en el fútbol que, ya sin presencia de tribuna, Mauro Viale condujo por ATC. En ocasiones, su hijo operaba una terminal de computadora desde la cual informaba periódicamente los resultados de un televoto respecto de una pregunta de opinión propuesta para ese día. 14 Por ejemplo en Diario Página/12 del 23 de mayo de 1999. 15 Por ejemplo en Suplemento Clarín Deportivo, Diario Clarín del 13 de marzo de 2000. Esta pieza gráfica, casi sin variaciones, aparecía como afiche en carteleras de vía pública de la ciudad de Buenos Aires. 16 Por supuesto, la pieza reformula la invitación en términos de un tuteo hace 30 años inaceptable, estrechando enunciativamente las distancias. 4 El retorno de la voz incondicional de una camiseta: el lugar desde el cual se habla Durante mucho tiempo Polémica en el fútbol contó con un sector relativamente estable de la tribuna en el que cada uno de los invitados encarnaba la voz del simpatizante de un club17. Martínez Mendoza ha señalado como antecedente de este registro televisivo el programa ficcional radiofónico Gran Pensión El Campeonato que en los años ’40 y ’50 “recreaba las discusiones entre distintos personajes identificados con los clubes de fútbol […] que se desarrollaban en el patio de una pensión los domingos al mediodía. La discusión siempre subía de tono hasta que se producía una pelea.”18 Este tipo de disputa verbal entre voces cristalizadas y fidelizadas a un color futbolístico, también ha observado una inclusión frecuente y sostenida en otros textos adscriptos a otros géneros televisivos. Hace unos años, un bloque de la telecomedia Los Benvenutto se dedicaba a la discusión de la inminente jornada futbolística –iba en vivo los domingos al mediodía y también se desarrollaba en el patio casi público de una casa "chorizo"– y cada personaje del debate encarnaba la simpatía por un club; también el humorístico Polémica en el bar supo incluir segmentos de debate sobre actualidad futbolística durante los cuales la defensa de cada cuadro era asumida por un personaje fijo, de manera más o menos virulenta en sus ataques al adversario. En ambos casos se trataba de un momento de relativa ruptura en el registro ficcional. Guillermo Francella y Jorge Porcel, por ejemplo, encarnaban la voz de Racing Club; Rolo Puente la de Ferrocarril Oeste. Estas adscripciones coincidían con las confesas adhesiones de esos actores a esos clubes en otros textos. La operación no dejaba de construir un cierto efecto de "realidad" toda vez que las pasiones puestas en juego se reconocían "auténticas". La diversidad de opinión en La última palabra recupera este rasgo histórico abandonado por Tribuna Caliente con el desplazamiento de la tribuna: la voz incondicional de una camiseta. Desaparecida en tanto cuerpo en presencia, retorna vía telefónica "impuesta" por el hincha19 o exigida por el conductor –cuando la manifestación no es espontánea, Niembro interroga al respecto como requisito previo a la exposición de opinión– y también en la escritura de la posición remitida vía fax o e-mail. Esta suerte de previa confesión de parte como condición para la opinión implica el supuesto de que la pasión por un cuadro es condición de la opinión: cada voz asume así la representación de una clase de opinión a la vez habilitada y restringida por la adhesión pasional a una camiseta. La declaración de simpatías deviene así reconocimiento de una sujeción y, en La última palabra, se articula, con el nombre y la geografía, en la triple identificación del lugar desde el cual se habla. 17 “El viejo Colucho y Cheché, fanáticos de Huracán, Lorenzo de Boca Juniors, el carnicero Sopa de Independiente, el Viejo Esquina Homero Manzi de San Lorenzo, entre otros, concurrían todos los domingos a defender a sus respectivos equipos”: Martínez Mendoza, Rolando; op.cit. 18 Martínez Mendoza, Rolando; op.cit. 19 Por ejemplo, el 24 de marzo de 2000, pudo escucharse a modo de presentación y en clave de polémica: “Yo soy hincha de Boca […] para mí ese es un hincha de River encubierto, habló muy en contra de Boca”; “Tengo un problema en mi casa: mi viejo es de Chicago y yo soy de Morón. Tengo un problema”. También leerse en pantalla, en vísperas del clásico platense: “Soy fanático de Estudiantes LP […] aguante en el clásico EL PINCHA”; “Un saludo grande y otro para el ‘Loco’ [Gatti, presente en el estudio] y que no se olvide que también fue tripero”, etc. 5 Por su parte, el carácter profesional explícito de los conductores, panelistas e invitados de Tribuna Caliente proscribe la posibilidad de encarnar en los debates la voz del hincha: es justamente el reconocimiento social de las restricciones que la pasión impone a la opinión el que inhibe en el periodista deportivo la manifestación pública de su simpatía futbolística bajo la pena de debilitar o quebrar su "credibilidad"20. Proscripción que no deja de ser paradojal, toda vez que es la pasión la que, se pretende, motoriza la polémica. Podría sugerirse que, mientras La última palabra articula los motivos y pasiones privadas del simpatizante con el emplazamiento público de su opinión, en Tribuna Caliente lo privado y lo íntimo sólo pueden emerger en las interlíneas de la polémica, cuando un panelista “indaga en las fallas del discurso de su personaje [su adversario], para obligarlo a exponer la finalmente inocultable mentira o el motivo vergonzoso que aparecerá como el motor de sus palabras y sus actos”21. En Tribuna Caliente, una vez desplazada y suprimida la tribuna, el lugar desde el cual se habla es el de un saber profesional específico perforado por unas pasiones que no quieren ser del todo dichas ni calladas y por “las imprevisibilidades tonales y gestuales de alguien que conversa en presencia”22. Una hipótesis a precisar: dos lecturas divergentes de una misma serie de textos Polémica en el fútbol, allá en sus comienzos, cabalgaba entre la puesta en escena de la discusión y la apertura a la opinión diversa del público. Tribuna Caliente parece haberse inclinado hacia el sketch y el paso de comedia jugado por profesionales del show en desmedro de la "libre expresión" que Apo también pregonara soporte y garantía del espectáculo. La última palabra, en cambio, atenúa las dramatizaciones pero se estructura alrededor de la diversidad de opinión, ya no de un público masivo y presente en el piso televisivo sino conectado al estudio por medio de una serie de hiperdispositivos23 que relegan el cuerpo a su indicialidad vocal cuando la palabra proviene del llamado telefónico, o bien borran la corporalidad por completo cuando opera la lectura verbal de un fax por los conductores o la exposición de un mensaje de e-mail en la pantalla. 20 En los últimos tiempos parece extenderse un nuevo estilo de periodista deportivo –Alejandro Fantino, Gonzalo Bonadeo, Nacho Goano, entre otros– cuyo discurso pone en primer plano su adhesión futbolística y construye su "credibilidad" mediante mecanismos distintos a los tradicionales. No es el caso de ninguno de los conductores y panelistas del tipo de programa que aquí se focaliza. 21 Steimberg, Oscar; “Naturaleza y cultura en el ocaso (triunfal) del periodismo amarillo”, presentado en el VI Congreso Internacional de la Asociación Internacional de Estudios Semióticos, Guadalajara, México, julio de 1997. La proposición de Steimberg refiere a un nuevo tipo de entrevistador periodístico respecto de la relación con su entrevistado. 22 Ibíd. 23 Carlón, Mario; “Construcciones del sujeto en medios gráficos a partir de transmisiones televisivas”, presentado en las 4tas. Jornadas de Investigadores del Área Cultura del Instituto Gino Germani, Facultad de Ciencias Sociales, UBA, noviembre de 1998: “Llamamos hiperdispositivo a la articulación de dispositivos que permite generar un efecto de feedback: por ejemplo, la intervención del llamado telefónico en la radio o en la televisión”. 6 En hipótesis, entonces, dos lugares de lectura diferenciales de aquellos textos pioneros de Polémica en el fútbol, es decir, dos gramáticas de reconocimiento distintas y complementarias que estos discursos aplicarían respecto de una misma serie histórica de textos24. Tribuna caliente recupera centralmente el show circense, la palabra ofensora, la puesta en escena, la figura del "energúmeno al que se le hincha la vena del cuello cuando se pone a discutir de fútbol", según el decir de Apo. Lectura que parece marcada por ciertos rasgos de época: extensión del “amarillismo”25, disrupción, exposición de las pasiones del cuerpo y la palabra; rasgos observables, por ejemplo, en buena parte de los productos adscriptos al talk y al reality-show como así también en el tratamiento estilístico que los noticieros contemporáneos suelen dar a lo noticiable. Por el contrario la tribuna, su carácter de foro público, de libre expresión y de opinión diversa, queda reducida, por un lado, al nombre del producto; por el otro, a una tribuna privada de palabra, cuya imagen se retacea y cuyo rol se limita a mirar cómo otros instalan el show de la vena hinchada. En definitiva, tribuna espectadora, como el tablón futbolero que ilustra la presentación y los separadores del programa26. La última palabra, en cambio, recupera otros rasgos constitutivos de aquellos textos pioneros: la atenuación del drama escénico se complementa con el retorno de la multiplicidad de voces, de la palabra fraccional del hincha y de la interpelación interactiva al público. Lectura esta vez marcada por otros rasgos de época: por un lado, respeto –y elogio– de la diversidad, participación interactiva, derecho a la expresión, componentes de cierto democratismo new age en auge desde mediados de los ’80 y aún vigente; por otro, apelación al uso de nuevos dispositivos tecnológicos ligados a la extensión de las redes informáticas tales como el correo electrónico. Rasgos que, además, parecen marcar cierto estilo de canal toda vez que la interpelación a un espectador interactivo mediante conexión informática es recurrente en publicidades y separadores de Fox Sports. La tribuna conserva, aquí, su pretensión de foro de opinión libre y heterogénea, pero ha perdido su carácter de reunión de cuerpos copresentes: tribuna mediatizada, entonces, más asimilable a los crecientes foros electrónicos de discusión que a las gradas corporalmente compartidas o a las reuniones asamblearias en presencia. Abril de 2000. 24 Verón, Eliseo; La semiosis social. Fragmentos de una teoría de la discursividad, Gedisa, Bs.As., 1987: “[…] la cuestión de saber cuál es, concretamente, la gramática de reconocimiento aplicada a un texto en un momento dado, sigue siendo insoluble a la sola luz de las reglas de producción: sólo puede resolverse en relación con la historia de los textos”. 25 Un rasgo exclusivo de la prensa amarilla “[…] era el hecho de que su superficie textual fuera cotidianamente horadada por esas disrupciones enunciativas, que instalaban el fantasma de un locutor pasional y corporal como el de la conversación, en un más allá del texto”: Steimberg, Oscar; op.cit. 26 La observación pretende valer, con las especificidades de cada caso, tanto para la "tribuna textual" que aún subsiste en la pantalla de 1999 como para la construcción enunciativa que los textos hacen respecto del público destinatario de los programas. 7