¿Tiene el hombre las emociones de Dios? E l propósito de Dios al crear la vida humana es el de reproducirse a sí mismo mediante el nacimiento de hijos compuestos de espíritu en su familia (Juan 3:3, 6, 8). Cuando Dios nos hizo a su imagen, nos dio el potencial para adquirir las mismas emociones que Él posee: la capacidad de reír cuando estamos felices, de llorar cuando estamos tristes, de enojarnos cuando los pecados aumentan, de ser celosos cuando alguien es infiel, de sentir indignación cuando las cosas andan mal y de amar cuando somos amados. La diferencia entre Dios y nosotros es que Él controla sus emociones, mientras que con frecuencia nuestras emociones nos controlan a nosotros. Uno de los principales propósitos que Dios tuvo al crearnos como seres humanos sujetos a la muerte, antes de darnos vida eterna como seres espirituales, es el de enseñarnos a controlar nuestras emociones. Dios quiere saber, antes de darnos vida eterna que siempre controlaremos nuestras emociones, nuestros impulsos y nuestros actos. La obediencia a los 10 mandamientos y el guardar todas las otras leyes que Dios nos dio, con frecuencia no es más que el ejercer el debido control sobre nuestras emociones. A su vez, estas leyes controlas nuestros impulsos y nuestros actos. Las emociones de Dios La emoción más poderosa de Dios es el amor (1Juan 4:8, l6). Toda acción de Dios está basada en el amor. Toda la filosofía de Dios consiste en darse Él mismo, con todo lo que está en el universo, a aquellos a quienes Él ama. La emoción más poderosa del hombre también es el amor. Pero el hombre ha pervertido su amor y lo ha convertido en una fuerza egocéntrica que sigue la filosofía del “obtener” en lugar de seguir el camino del “dar”, el cual es la filosofía de Dios. Aun las formas más elevadas del amor humano, como el amor de una madre por su hijo, están basadas en la preocupación y el cuidado de lo que es una extensión del yo. Amamos a Dios porque Él nos amó primero (1 Juan 4:19). El mayor mandamiento es amar a Dios con todo nuestro corazón, con toda nuestra mente y nuestra fuerza. El segundo mandamiento es amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos (Marcos 12:29-31). Dios también expresa odio. Salomón dice que hay un tiempo para odiar (Eclesiastés 3:8). Dios odia el mal y cada manifestación de él, como el orgullo, el engaño, la violencia, el egoísmo (Salmos 5:5-6; 11:5; 45:7). Dios manifiesta ira cuando afronta la rebeldía y el mal. Pero Él jamás pierde el control, y su ira produce resultados positivos (Nahum 1:2, 6; Salmos 32:21). La ira no es una emoción que siempre debemos reprimir y jamás usar. Dios nos dice que hay veces en que debemos airarnos, pero sin permitir que la ira nos conduzca al pecado (Efesios 4:26). El temor también es una emoción que Dios manifiesta, mas no en la manera como temen los humanos. Un tipo erróneo de temor, como falta de fe, paranoia y simple temor al castigo porque hemos pecado, es algo que nos impedirá la entrada en el reino de Dios (Apocalipsis 21:8). Dios no puede pecar porque ha determinado no hacerlo; en ese sentido, Él teme hacer el mal o causar consecuencias malas. Esta es una emoción que nosotros debemos poseer (11 Samuel 1:4). El temor humano de Dios es el principio de la sabiduría (Proverbios 1:7; 9:10). Dios se complace en aquellos que le temen (Salmos 147:11). Dios es un Dios celoso (Éxodo 20:5; Deuteronomio 4:24). Uno de sus nombres es Celoso (Éxodo 34:14). Los primeros dos de los diez mandamientos prohíben la idolatría y expresan la intolerancia de Dios a la infidelidad entre esposos (Éxodo 20:3-6, 14). Uno de los principales atributos de Elías era su celo por Dios (1 Reyes 19:10). El celo tiene una aplicación correcta entre nuestras emociones (11 Corintios 11:2). Cuando se usa correctamente, debe provocarnos a las buenas obras (Romanos 11:11). Los celos nunca deben ser dirigidos a la competencia sino a la protección (Cantares 8:6). Usos positivos Dios expresa dolor (Génesis 6:6; Salmos 78:40, Versión Popular). Jesús lloró (Juan 11:35). Dios expresa gozo supremo (Mateo 25:21, 23; Lucas 15:10; Gálatas 5:22). Dios expresa indignación (Isaías 34:2) y conoce la tristeza “La tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación, de que no hay que arrepentirse; pero la tristeza del mundo produce muerte” (11 Corintios 7:10). Dios anhela (Deuteronomio 5:29). Tiene paciencia y da consuelo (Romanos 15:5; 11 Pedro 3:9). Dios es humilde y misericordioso, a veces pasivo o vengativo. Pero, sobre todo, siempre está en control de sus emociones, como nosotros deberíamos estarlo, utilizándolas propiamente y para propósitos rectos y positivos. Dios siempre irradia los maravillosos frutos de su Espíritu (Gálatas 5:22-23).