440 Héctor Julio Prieto Cely quien se dedique directamente o por interpuesta persona al comercio con el ánimo de obtener ventaja para sí con la especulación, independientemente de si se trata de una sociedad, corporación, fundación, asociación, es decir, el concepto de empresa debe cubrir cualquier forma de unión que tenga como objetivo la explotación de una actividad que genere lucro pues la diferencia que hoy existe entre entidades con ánimo de lucro y las que no lo tienen debe desaparecer para dar paso a la distinción entre empresas que reinvierten el lucro en la misma entidad y las que buscan su distribución entre quienes las conforman2. También es preciso reconocer que el hombre es un ser colmado de necesidades insatisfechas por lo que siempre habrá consumidores, por ende, el concepto de comerciante en nuestro modelo, que es quien contribuye a satisfacer las diversas necesidades, debe ser sustituido por el concepto de empresario que puede ser individual o colectivo; el primero podrá ser simplemente empresario unipersonal, con personalidad jurídica; el segundo, denominado empresario colectivo se puede presentar a través de una empresa pluripersonal con personalidad jurídica; en los dos casos, de no existir personalidad jurídica, serán empresas de hecho. En el modelo, además, debe involucrarse de una manera directa, no solo la participación de los consultorios jurídicos sino otros consultorios creados por las universidades como podría ser el de gestión empresarial para coadyuvar la organización del empresario, especialmente individual. De igual forma, la participación activa de las Cámaras de Comercio será fundamental porque a través de ellas se podrá llevar un registro único, no para que el empresario sea considerado como tal sino para coadyuvarle al mismo en la constitución y desarrollo de la empresa. Por otro lado, consideramos que en el mundo capitalista actual no es necesaria la existencia de la gran variedad de tipos sociales (Sociedad Colectiva, Sociedades Comanditarias y de Responsabilidad Limitada) justificadas hasta hace algún tiempo; en consecuencia, recomendamos que 2 los productores de servicios, la responsabilidad por productos y servicios, la protección contractual, el sistema nacional de protección del consumidor y el funcionamiento de las organizaciones de consumidores y usuarios. De lo anterior se desprende que el empresario puede ser civil o comercial en donde la distinción ya no será ni el acto de comercio ni el ánimo de lucro sino la destinación de las utilidades, es decir, que la clasificación dependerá única y exclusivamente de la destinación de las utilidades obtenidas en cada ejercicio social, en otras palabras, si éstas se distribuyen o reinvierten.