La madre de todas las crisis: una gran oportunidad para nuestro

Anuncio
La madre de todas las crisis:
una gran oportunidad para nuestro mercado laboral
De la dictadura política a la dictadura de los mercados
Corría el año 1980 y en España cualquier cosa que hiciéramos tenía que ser radicalmente opuesto a nuestro
oprobioso pasado, y en el mercado de trabajo pasamos de una Ley de Relaciones Laborales mejorable pero
muy correcta a un Estatuto que no era del mercado laboral sino solo de los trabajadores, despreciamos
en ese texto bajo mi punto de vista a la Empresa como núcleo de la organización, Directivos y demás
elementos del Mercado Laboral que eran susceptibles de ser suprimidos. La Ley del péndulo volvió a
funcionar en nuestra piel de toro, “cualquier cosa era mejor si se alejaba de la anterior”.
En ese punto empezó todo: convenios positivos hasta hace 20 años y nocivos a partir de entonces. La
tiranía de los convenios masacró la competitividad y el esfuerzo individual consagrando el “café para todos”.
Se creó una sensación de que después de regular los salarios y las condiciones de seguridad en el trabajo,
había que insistir en ese camino, olvidando la ley suprema del mercado: “no se puede pagar lo que no se
puede trasladar al cliente”.
Nuestros sindicatos que tanto hicieron en nuestra transición política en la mejora de las condiciones de
trabajo, se pasaron de frenada creando dos castas laborales; multinacionales, grandes empresas y
funcionarios, y la pequeña y mediana empresa.
Los primeros crecieron y crecieron en salarios y condiciones, y los segundos los miraban desde la azotea
de su situación, sabiendo que jugaban en otra liga.
Pero los sindicatos siguieron obcecadamente machacando en la herida, año tras año IPC+2 puntos,
(olvidándose de la repercusión en los clientes), de aquellos polvos estos lodos, el único problema es que
la ley de Pareto también funciona en el mercado laboral, 20% multinacionales y 80% pequeñas y medianas
empresas, ésta también es la relación real de trabajadores en nuestros mercados, no queda claro si los
matemáticas son la parte fuerte de los agentes sociales a la hora de apoyar a sus “ teóricos representados”.
La crisis de estos 30 años, fueron crisis sucesivas debidamente orquestada por los agentes sociales y por
la gran miopía empresarial que acuño otra frase maldita en nuestra historia laboral, “El comité y los
sindicatos no nos dejaron aplicar la medida”. No todos podían ser buenos, pero ningún empresario quiere
autolesionarse, creo yo.
Los pájaros disparan a las escopetas (la paradoja del mercado laboral)
Las empresas controlaban su estrategia financiera, la inversión en máquinas herramientas, comunicación
y técnicas de control informático etc., pero, queridos amigos, estaréis conmigo que el coste de mano de
obra no parecía que fuera tan importante, craso error, cuando la mano de obra muchas veces es el primer
componente de coste de nuestros escandallos. Los agentes sociales solo hablaban de mejoras económicas,
justas todas ellas si se combinan con la realidad del mercado en que vives, pero dulce veneno de efectos
retardados que combinado con la ceguera de inversiones en I+D y junto con la cultura del pelotazo, han
dejado nuestra economía en este último quinquenio como un solar.
Llevo 40 años clamando en el desierto, diciendo que los costes laborales deben ser custodiados y controlados
por la empresa y no solo por los sindicatos como otro cualquier centro de coste de su presupuesto, esta
relajación nos ha llevado a que nos impongan una reforma laboral que como no podía ser de otra manera,
corrimos a criticar antes de su aplicación, la denostamos sin pensar que dicha reforma la escribimos
nosotros en parte con nuestra total dejadez en el control de esa partida tan importante.
La madre de todas las crisis:
una gran oportunidad para nuestro mercado laboral
Debemos reflexionar y pensar que cuando un problema es tan grande como nuestra actual crisis, no valen
las herramientas que pudieron anteriormente ser efectivas. Juntos, sindicatos y empresarios, deberíamos
plantear nuestro sistema de convivencia laboral, atacando de raíz este sistema de valores laborales que
ya no sirve, porque generan inquietud en la inversión empresarial y hay 6,5 millones de razones humanitarias
que piden un cambio. Tenemos que profundizar en un nuevo marco laboral, centrado en la negociación,
centro a centro, porque cada empresa tiene una realidad diferente, mantengamos las conquistas sociales
en la medida que esas conquistas no lleve a la pérdida de cualquier atisbo de recuperación.
Por ahí va la reforma aunque como nadie se atrevió a leerla y desarrollarla (ni siquiera el estado que la
creó) seguimos como plañideras, quejándonos de falta de flexibilidad. Las nuevas contrataciones son ya
objeto de mejora de costes en algunos casos, pero seguimos sin atacar el núcleo duro de nuestras plantillas
que por el efecto de los convenios están fuera de mercado. Esto es el origen de los ERES, herramienta
estúpida para tapar nuestras vergüenzas de una mala gestión y contratación laboral. Un Director General
de una gran empresa donde trabajé me dijo un día “José hay que evaluar el coste social de esta medida, y
quizás no la pongamos en práctica”, yo le dije “¿El coste social de hoy o el futuro de la compañía?“. El
verdadero gestor ante esta crisis debe asumir riesgos para que el futuro de su empresa exista, no solo el
valor de la decisión del momento. Ya sé que cuesta, pero por no hacerlo, así nos luce el pelo.
6 millones de parados, cerca ya del 30% de la población activa, no lo trae solo una crisis del ladrillo, ni una
reorganización bancaria, es la larva que hemos creado, al no acotar la relación coste, oferta e I+D, etc.
Yo no creo que únicamente la Reforma Laboral sea la panacea, incluso creo que es corta, pero opino que
esta es una crisis de valores y valores profundos, que tenemos una gran oportunidad para cambiar las
reglas del juego, hagámoslo poco a poco, no perdamos otra vez el tren.
Llevo visitando clientes y amigos empresarios que en la cercanía me comentan que están de acuerdo y que
no pueden acometer reformas por la posible conflictividad y por lo tanto no pueden realizar proyectos
dado que no son competitivos. Por ese motivo no generan empleo y no generan ilusión, es una espiral
complicada y el reflejo de una realidad, que evidentemente no es políticamente correcta. Por eso seguimos
mirándonos el ombligo y aceptando nuestra propia destrucción como tejido empresarial y acercándonos
al record Guinness del desempleo en el mundo industrializado.
“Toda acción genera reacción, reaccionemos”
Tenemos que hacer correcciones en nuestra conducta empresarial formar y cambiar en nuestros empleados
la visión de que cualquier decisión empresarial, ya sea de contratación o de cambio productivo es lesivo
para ellos. Basta ya de adjetivos peyorativos en la Empresa, ¿qué es eso de la representación de los
trabajadores y la de la Empresa?, ¿acaso no es lo mismo?, cada cual en su desempeño.
Yo hoy quiero recordar cosas que han ocurrido en el mercado laboral, pero que su coste en tiempo ha
sido excesivamente largo y costoso. La intermediación laboral (agencias de empleo) ha tenido un retraso
de veinte años con respecto a Europa, siendo España el país con mayor porcentaje de temporalidad en
la Europa comunitaria (30%). La contratación laboral ha tenido y todavía tiene excesivos problemas a la
hora de definir, motivo, tiempo, causa, etc. Las ETT que hace 20 años eran consideradas casi como agentes
del diablo y ahora ocupan el lugar del INE, que cambió su nombre y que es denominado “la oficina del
paro”, las dobles escalas salariales que cuestan Dios y ayuda y cuando se pactan ya no tienen efecto en
la compañía, etc. Podría estar horas hablando de medidas que se tomaron tarde y que ya no fueron exitosas,
pero quiero creer que a la fuerza ahorcan y esta crisis dichosa nos va a dejar marcados para muchos años.
La madre de todas las crisis:
una gran oportunidad para nuestro mercado laboral
”Solo los que saben que tienen un problema, tienen posibilidades de arreglarlo”. Nosotros lo tenemos. Nos
ha costado años y más de 6 millones de personas el entenderlo, pero creo que existe salida, si nos ponemos
todos a gestionar el cambio. Primero dejemos de criticar la forma de atajarlo, hagamos cosas para cambiar
si no la historia nos pasara factura y nos cambiará a nosotros.
¿Cómo hemos llegado a esto? y ¿Cómo salimos de aquí?
Ocupo mi lugar en el espacio
Como dije anteriormente, nuestro pasado marcó nuestro presente y nos condujo a decisiones de negociación
colectiva muy radicales que quizás eran necesarias en aquel momento. Negociamos condiciones y salarios
elevados porque la base de partida era mínima. El mercado y la sociedad absorbían estos costes porque,
a parte de ser justos, reflejaban una nueva situación económico-social de España. Dado que la medida de
Convenio Sectorial podía ser absorbida por nuestras compañías, cometimos un tremendo error, dimos por
bueno un sistema de convivencia empresarial asimilando nuestros convenios como si fuera la Constitución.
La actividad principal que rige en cualquier negociación quedó atrás y hoy es muy común ver compañías
de venta en la red con convenios de metal, operadores logísticos con el convenio de transporte o de la
madera, etc., porque originariamente esa podía ser su actividad principal. Esto nos ha llevado a una espiral
de costes laborales ficticios e innecesarios que en algunos casos no se ajustan a una legalidad estricta.
Para intentar solucionar este galimatías de estructuras salariales, no hay receta única. Debemos analizar
cada caso y aplicar soluciones creativas en cada empresa, pero tenemos la obligación para con nuestros
accionistas y para con nosotros mismos, de abrir el debate del coste laboral y encontrar nuestro lugar en
el espacio. Podemos mantener situaciones en algunos casos, pero no hipotecar nuestro futuro. Debemos
ponernos rojos una vez, mejor que permanecer amarillos siempre.
Entre el 8 y 10 % de la población activa se baraja como la real representación sindical que abona sus cuotas,
aunque bien es verdad que cuando tocan diana son muchos los que acuden a la llamada, pero siguen
siendo insignificantes ante la gran misión de ordenar por si solos la encrucijada salarial de nuestro mercado
laboral. Nuestros proyectos empresariales son pocos, pero nos da pavor acometerlos; la incertidumbre
bancaria, los costes salariales y la poca flexibilidad laboral etc. lastran las decisiones. Es el momento de
analizar los riesgos adecuando costes y oportunidades.
El convenio colectivo no es siempre el más acertado para nuestro mercado laboral, cercenó en algunos
casos la iniciativa privada e individual de las personas, aunque no obstante sentó las bases de una justa
convivencia laboral de mínimos. No considero positivo para el mercado laboral una desaparición de dichos
convenios, sino que más bien deben ser revisados en muchos casos adaptándolos a las necesidades de
cada empresa y sector. Como decía Descartes: “nada es más injusto que tratar iguales a los desiguales”.
Mi propuesta de estudio y reflexión para los próximos años es la siguiente:
a) Adecuemos salarios y ventajas sociales, en función del mercado, no fuera de él
b) Acerquemos con información a nuestros representantes sociales sobre la estrategia
de nuestras compañías, para que den soluciones y no formen parte del problema
c) Hagamos presupuestos en nuestras compañías tomando el coste de nuestras plantillas como un
elemento flexible, en la medida que el mercado nos obligue a flexibilizarlo
d) Seamos creativos cuando los cambios y las reformas nos lo posibiliten. Los “legisladores legislan”,
pero no pueden obligarnos a aplicar sus normas y yo opino que no todas son negativas para las empresas
La madre de todas las crisis:
una gran oportunidad para nuestro mercado laboral
La crisis es profunda, pero España va a salir y lo hará reforzada, no tengo la menor duda. Solamente
debemos comprender que la crisis ha cambiado un ciclo de nuestra economía productiva y las normas
laborales que se deben aplicar han de ser otras. Lo que no pactemos con nuestros agentes sociales, nos
lo obligará a pactar el mercado, si se quiere seguir en el claro.
Tenemos que iniciar un camino lógico y rentable para nuestra compañía pero ha de ser también posible,
porque como decía François de La Rochefoucauld: “Prometemos según nuestras esperanzas y cumplimos
según nuestros temores”.
José Martínez
Presidente Grupo Martinalia
Descargar