TEXTO 11 Me encogí de hombros y sin replicar puse doce federicos. El platillo giró largo tiempo. La abuela observaba temblando. "¿Se imagina que el "cero" va a ganar de nuevo?", pensé, contemplándola con sorpresa. La certeza absoluta de ganar se reflejaba en su rostro, la espera infatigable de que se iba a gritar: ¡" Cero"! La bola paró dentro de una casilla. -¡" Cero"! -cantó el croupier. - ¡Lo ves! -gritó triunfalmente la abuela. Comprendí en aquel momento que yo también era un jugador. Mis manos y mis piernas temblaban. Era realmente extraordinario que en un intervalo de diez jugadas el "cero" hubiese salido tres veces, pero sin embargo había sucedido así. Yo mismo había visto, la víspera, que el "cero" había salido tres veces seguidas y un jugador, que anotaba cuidadosamente en un cuadernito todas las jugadas, me hizo notar que la víspera, el mismo "cero" no se había dado más que una vez en veinticuatro horas. FEDOR DOSTOIEVSKI. El jugador 1. Exponga el tema del fragmento y relaciónelo con la obra a la que pertenece. El texto narra la primera experiencia de la abuela en el juego. Tras aparecer inesperadamente en Ruletenburg, cuando todos la creían a punto de morir, la abuela se propone conocer personalmente en qué consiste la ruleta, y para ello toma como guía a Alexei. Su presencia en la ciudad acabará con las esperanzas económicas y sentimentales del resto de los personajes. La escena se sitúa en el capítulo X, en la parte central de la novela. Acompañada por Alexei, la abuela visita el casino. Una vez informada de las reglas del juego de la ruleta, comienza a jugar compulsivamente al cero: La abuela observaba temblando. "¿Se imagina que el "cero" va a ganar de nuevo?", pensé, contemplándola con sorpresa. La certeza absoluta de ganar se reflejaba en su rostro, la espera infatigable de que se iba a gritar: ¡" Cero"! Alexei observa sorprendido la actitud de la abuela, convertida ya desde sus primeras apuestas en una auténtica jugadora: la impaciencia de la espera, que se manifiesta incluso físicamente; el convencimiento de ganar; y, finalmente, el entusiasmo cuando su apuesta resulta ganadora: - ¡Lo ves! -gritó triunfalmente la abuela. Alexei reflexiona entonces, asumiendo por vez primera que también él es un jugador: Comprendí en aquel momento que yo también era un jugador. Sus sensaciones son similares a las de la abuela, a pesar de que no es su dinero el que se arriesga: Mis manos y mis piernas temblaban. Concluye con una observación que ya ha hecho en sus anteriores experiencias con la ruleta: el jugo está determinado absolutamente por el azar, sin reglas ni lógica alguna. Posteriormente, la abuela seguirá ganando en esta primera visita al casino; convencida de que esto es lo habitual, continuará jugando hasta acabar por perder una fuerte suma de dinero, ocasionando así el desastre. El tema del texto es el reconocimiento de Alexei de su condición de jugador, después de haber jugado únicamente dos veces por cuenta de Paulina. Precisamente El jugador es un retrato de la ludopatía, descrita como un proceso de dependencia anímica y psicológica del individuo convertido en jugador. Tiene un evidente trasfondo autobiográfico, por la experiencia con el juego del propio autor. La abuela juega sin control, dominada por sus emociones y el impulso del riesgo. El propio Alexei, pese a no ser más que un observador, comparte las mismas sensaciones. Ese modo compulsivo de jugar, junto con la idea del juego como solución vital, es lo que caracteriza según Dostoievski al verdadero jugador. En la novela distingue otros tipos de jugador: el social, que juega por diversión, o el que juega por dinero sin disfrutar realmente del juego. Pero la novela es un retrato del jugador adicto, del que se ve arrastrado más allá de su razón y de su voluntad por el vértigo del riesgo, sensaciones que Dostoievski conocía bien por ser él mismo el modelo de la obra. Dostoievski critica en la obra la obsesión de los diferentes personajes por el dinero, que se convierte en motor principal de las acciones de casi todos, vinculando a unos con otros de maneras diversas: la deuda del General con Des Grieux; la misteriosa necesidad de Paulina, que llevará a Alexei a iniciarse como jugador; la relación interesada de Blanche con el General; o la dependencia de todos de la herencia de la abuela… El dinero acaba por envilecer a las personas: la preocupación de los personajes por las visitas de la abuela al casino no nacen del cariño, sino del propio interés. El dinero de la herencia es el único recurso para no perder su modo de vida, e incluso, en el caso del General, el amor. El valor fundamental del dinero en la novela es su capacidad para establecer categorías sociales, y por tanto personales: el dinero es el gran diferenciador social, y de ahí el interés codicioso de los personajes por poseerlo. Interés que se manifiesta en las continuas referencias a monedas y cantidades concretas: Me encogí de hombros y sin replicar puse doce federicos. La novela se completa con otros temas que no aparecen en el texto: el amor y las identidades nacionales. En cuanto al amor, en claro paralelismo con el juego, aparece como un sentimiento sujeto a azar: El amor en El jugador es, pues, inestable, destructor, mucho más cercano a la realidad que el amor idealizado de Werther o la arrolladora fuerza de Romeo y Julieta. Por otra parte, Dostoievski describe el carácter “nacional” de distintos países: se ve entonces lo que opina de rusos, ingleses, franceses, alemanes y polacos. Dostoievski muestra en El jugador una visión pesimista del ser humano. No se trata de la propia naturaleza del hombre lo que cuestiona, sino de una concepción del hombre como ser sometido al azar de las circunstancias, incapaz de controlar su propia vida. Esta visión pesimista nace de la propia experiencia de Dostoievski, ambientada en los balnearios alemanes. 2. Analice las características formales del texto: técnicas narrativas y recursos expresivos. Se trata de un texto narrativo. El narrador es Alexei, protagonista de la novela; es, por tanto, un narrador en primera persona: Me encogí de hombros y sin replicar puse doce federicos Comprendí en aquel momento que yo también era un jugador. En la obra, Alexei alterna dos perspectivas narrativas diferentes: es un narrador central cuando describe sus sentimientos, sus sensaciones como jugador, los hechos que le van ocurriendo a él mismo o a su alrededor. Y es un narrador testigo cuando se enfrenta a ciertos aspectos de la acción cuyos detalles desconoce y que, por tanto, no puede transmitir de manera completa. En el texto aparece como narrador central, especialmente en su reflexión sobre su condición de jugador, en la que alterna sensaciones (Mis manos y mis piernas temblaban) y experiencias propias (Yo mismo había visto, la víspera, que el cero había salido tres veces seguidas…). El texto presenta dos procedimientos discursivos diferentes: la primera parte es narrativa, mientras que en la segunda predomina la digresión. La técnica narrativa es la técnica de diario: Alexei expone los acontecimientos narrados en primera persona a medida que van sucediendo. La distancia entre los hechos y su narración varía: a veces Alexei resume lo ocurrido en ese mismo día, y en otras ocasiones deja pasar meses entre ambos. La acción transcurre principalmente en Ruletenburg, ciudad con nombre simbólico – “ciudad de las ruletas”- que se corresponde con Wiesbaden, ciudad casino alemana frecuentada por Dostoievski. En Ruletenburg se suceden distintos escenarios: el hotel, el parque o el casino, escenario del texto, cuyo ambiente suele describir Alexei antes de jugar. Además de Ruletenburg, el capítulo XVI se desarrolla íntegramente en París, y parte del XVII en Homburg. Se mencionan, finalmente, otros lugares como Suiza, Inglaterra, Roma o Moscú. El tiempo histórico no es explícito, más allá de referencias a la estación de año. Por el contexto se entiende que se trata de un momento contemporáneo a la propia escritura de la novela, en el segundo tercio del siglo XIX. Su desarrollo es lineal con presencia de flash-backs y elipsis. En la obra son numerosos los personajes relevantes: el General, Blanche, el francés Des Grieux, el inglés Mr. Astley o Paulina. En el texto aparecen Alexei, narrador y protagonista, preceptor de los hijos del General, que acabará arruinando su vida y su relación con Paulina por su adicción al juego; y la abuela, de cuyo dinero todos dependen y que casi lo pierde todo también por causa del juego. Como es característico en las novelas realistas, el lenguaje de la obra es asequible y escasamente retórico. Llama la atención el empleo de palabras y expresiones en otros idiomas, especialmente en francés. La sintaxis es sencilla, con predominio de periodos breves a partir de la yuxtaposición. Son frecuentes las exclamaciones e interrogaciones retóricas, tanto en los diálogos como en las reflexiones de los personajes, a menudo exaltadas: "¿Se imagina que el "cero" va a ganar de nuevo?" ; - ¡Lo ves! -gritó triunfalmente la abuela. Además de estos recursos ya señalados, en el texto se observan otros, como los paralelismos: Me encogí de hombros y sin replicar puse doce federicos, La certeza absoluta de ganar se reflejaba en su rostro, la espera infatigable de que se iba a gritar: ¡" Cero"! ; la enumeración: Mis manos y mis piernas temblaban; o la antítesis: Yo mismo había visto, la víspera, que el "cero" había salido tres veces seguidas y un jugador, que anotaba cuidadosamente en un cuadernito todas las jugadas, me hizo notar que la víspera, el mismo "cero" no se había dado más que una vez en veinticuatro horas. 5. Exprese su valoración personal del texto y relaciónelo con otras manifestaciones artísticas y temas de actualidad. Alexei representa el alma atormentada de Dostoievski: entregado al juego y apasionado a la vez. En el texto se habla de la primera vez que Alexei renonoce su condición de jugador, con nervios, temblores, latidos acelerados,…. Vemos cómo lo material es el punto de mira de todos los personajes, incluida la abuela. En esa obsesión por el dinero no se salva nadie. Los sentimientos personales quedan relegados a un segundo plano. El juego de azar es una de las adicciones más graves. El punto de partida en este tema es que el juego patológico, aunque pueda parecer un vicio, es una enfermedad. Porque, aunque el juego en general es algo normal y deseable, cuando se constituye en adicción se convierte en enfermedad. Muchas personas han llegado a perderlo todo, dinero, familia, trabajo, relaciones, por culpa de su dependencia del juego. Para estos enfermos, el juego es una obsesión que puede considerarse como un descontrol de los impulsos, lo mismo que sucede con el impulso de robar (cleptomanía) o de quemar cosas (piromanía). Hay ludópatas que hallan placer en el hecho de jugar, otros que dicen ganar dinero jugando y también los hay que afirman ser unos expertos en los trucos del azar. Si se llaman juegos de azar es porque no hay forma de controlar sistemáticamente los resultados del juego y, por tanto, apenas intervienen las habilidades de la persona para saber si la ruleta se detendrá en tal o cual número. Por otro lado, algunos ludópatas se excusan asegurando que jugar les libera de tensiones cotidianas, que les divierte, les distrae o les permite albergar la esperanza de un futuro sin problemas económicos. No existe un perfil tipo del jugador compulsivo: la enfermedad puede afectar a cualquier persona, sea hombre, mujer, joven o mayor. Pero se ha demostrado que la mayoría de los casos suele tener en común una personalidad marcada por la inmadurez y una tendencia hacia la depresión. El ludópata no es el único que sale perjudicado por el juego, su entorno familiar se va deteriorando a medida que él se adentra en la enfermedad. El estado de locura del jugador patológico le lleva a mentir, estafar y endeudarse. Llega un punto en el que se cree sus propias mentiras y se va aislando del resto de la sociedad pensando que nadie lo entiende. En el juego encuentra una escapatoria y un desahogo a sus problemas. El camino de salida de este callejón es difícil y largo y los especialistas reconocen que esta adicción no se puede curar, pero existen mecanismos para controlarla y detenerla. Sin embargo, hay un requisito básico: el jugador tiene que ser consciente de que está enfermo y de que necesita ayuda para superarlo. En la actualidad, podemos observar cómo la ludopatía se ha extendido por todas las clases sociales a través de la diversificación de los juegos de azar para abarcar también a las clases menos adineradas a través de, por ejemplo, las apuestas por Internet o las máquinas tragaperras. Al contrario que en siglo XIX, hoy somos conscientes de que se trata de una enfermedad que puede ser tratada médicamente. Sin embargo, con frecuencia el ludópata no es visto como un enfermo a quien hay que ayudar sino que se lo desprecia tachándolo de carecer de valores y voluntad propia. El tema de la ludopatía parte de un valor esencial en la sociedad capitalista y que aparece a lo largo de toda la novela: la codicia y el prestigio social que otorga el dinero. Esta situación ha mejorado, pero sólo parcialmente. Por un lado, los jóvenes de familias humildes afrontan menos dificultades que hace un siglo para estudiar, conseguir un trabajo y desarrollar una carrera laboral prestigiosa. Pero, por el contrario, el ser rico o disfrutar de desahogo económico continúa otorgando prestancia social a una persona. Esta mentalidad dominada por el dinero se refleja también en el clasismo con que actúan gran parte de los personajes de El Jugador, situación que se repite en la actualidad aunque sin tanta rigidez para progresar en la escala social. El Jugador presenta las características principales de la novela realista aunque matizadas por estar narrada la historia por su propio protagonista en lugar de por un narrador omnisciente como es habitual en dicho movimiento. Dostoievski es uno de los escritores más influyentes en la narrativa posterior: Hesse, Proust, Mann, Faulkner, el propio Kafka... Fue reconocido como un maestro de la literatura ya en vida. Tras la revolución del 17 mantuvo su lugar de privilegio: sin embargo, durante el estalinismo fue proscrito en los estudios soviéticos. En la actualidad, vuelve a ser estudiado y admirado. Como Kafka, es precursor del existencialismo. Su idea de que “Si Dios no existe, todo está permitido” (Los hermanos Karamazov), fue recogida por los existencialistas del siglo XX (Sartre, Camus), tanto en su filosofía como en su literatura. El cine se ha ocupado de la obra: versiones de Claude Autant-Lara en 1958, del argentino León Klimovski (1947) o del húngaro Karoly Makk en 1997. La más reciente es la del alemán Sebastian Binek, de 2007. Ese mismo año se rodó la película Los demonios de San Petersburgo, inspirada en la vida de Dostoievski mientras escribía El jugador.