sindicato y poder politico

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Seminario: Hacia una Asamblea Constituyente Sindical
(16 y 17 de Julio de 2007)
Ponencia: Sindicato y Poder Político
Ponente: Oliver Belisario
1.- Definiciones Básicas y Significación del Tema.
La palabra sindicato será utilizada en este texto para referirnos a aquellas
asociaciones integradas por propietarios solo de sus respectivas fuerzas
de
trabajo, ocupadas o no, cuyos programas y acciones las conforman, al menos,
como organizaciones con propósitos defensivos del Trabajo frente al Capital, en lo
relativo a las condiciones materiales de existencia de los trabajadores en el corto
plazo (defensa del empleo, del nivel de los salarios, etc.) sin que este alcance
reivindicativista
deba entenderse como limitante para la formulación de sus
plataformas de lucha o para el desarrollo de sus actividades
(1)
. Se trata de
organizaciones nacidas en el capitalismo cuya extinción solo podría ocurrir en la
fase consolidada del socialismo, es decir, en el contexto de una sociedad de
trabajadores, liberada de la explotación del trabajo ajeno y de la división social
capitalista del trabajo.
En cuanto al poder político, lo definiremos como el ejercicio efectivo, por una
clase o alianza de clases, de la autoridad del Estado, es decir, de la capacidad de
imponer su voluntad o de inducir su reconocimiento como clase(s) dominante(s) y,
por tanto, de procurar el consentimiento de las dominadas, mediante el control y
la administración del régimen jurídico-político vigente, la “socialización” de su
sistema de valores ideológico-culturales y, en última instancia, mediante el uso del
“monopolio legítimo” de la fuerza. (2)
Desde el surgimiento de los primeros sindicatos en la Inglaterra de inicios del siglo
XIX hasta nuestros días, lo relativo a la participación o no de estas organizaciones
en la lucha política y, más específicamente, el objeto de esa participación, ha sido
la cuestión central en sus polémicas fundamentales y constitutivas, no solo como
movimiento internacional sino también en sus diferentes expresiones nacionales.
1
En general y en apretada síntesis, a lo largo de la historia del movimiento sindical,
se han conformado, en esta materia, tres corrientes fundamentales: la “apolítica”,
la reformista y la revolucionaria. (3)
En el caso venezolano, el papel de los principales partidos del siglo XX (AD,
Copey y PCV) en el nacimiento y desarrollo de los sindicatos nacionales,
colocaron en el centro de la discusión de nuestro movimiento sindical, desde muy
temprana hora, no el tema general de la conveniencia de su participación en la
lucha política, sino el más sustantivo de cuya orientación debía privar en esa
participación, la reformista o la revolucionaria.
2.- Sindicato, Estado y Revolución
El planteamiento del papel protagónico-dirigente de la clase obrera y de sus
organizaciones, en el proceso de destrucción y superación del sistema y del
Estado Capitalista, ha sido un postulado fundamental del pensamiento socialistacomunista a lo largo de toda su existencia. En la realidad histórica, la relación
Sindicato-Estado Capitalista-Revolución, no ha sido nada coherente
En particular, la relación Sindicato-Estado Capitalista
ni simple.
ha experimentado
diversidad de formas que van desde la abierta confrontación
hasta el
colaboracionismo de clases, incluso con regímenes fascistas o de extrema
derecha, pasando por períodos de “tensa coexistencia”, siendo lo más común la
experiencia de largos períodos de relaciones “normales” obrero-patronales,
bendecidas por el Estado Capitalista en el marco de la llamada “armonía social”.
Ese fenómeno -el de la ambigüedad o ambivalencia política de los sindicatosfue estudiado, en sus respectivos tiempos, por Marx y Engels, Lenin, Rosa
Luxemburgo, Trostky, Gramsci y otros líderes del movimiento obrero y
revolucionario
internacional
(4).
Estas
opiniones
constituyen
referencias
fundamentales para profundizar y actualizar el conocimiento de la naturaleza de
los sindicatos, de sus potencialidades y limitaciones para la lucha política
revolucionaria de los trabajadores contra el Capital y por el Socialismo. En todo
caso, se trata de un fenómeno que, a juzgar por su recurrencia, tiene causas
objetivas y subjetivas de cierta profundidad, indispensables de ser estudiadas a la
hora de repensar y de reconceptualizar a las organizaciones del movimiento
2
obrero venezolano, tal como se lo ha planteado la Constituyente Sindical. El tema
requiere, de un “análisis concreto de las realidades concretas” que le han dado
origen, entre otros, de los factores que han incidido en el desarrollo de la lucha de
clases en los diferentes espacios y tiempos del capitalismo mundial (5)
3.- Imperialismo, Liberación Nacional y Sindicatos
En la etapa
del Capitalismo pre-monopolista, predominantemente industrial y
objeto de estudio directo de Marx, la dominación política de la burguesía sobre
los trabajadores asalariados se ejerció básicamente en el marco del Estado
nación pero, desde finales del siglo XIX y comienzos del XX, en el contexto del
surgimiento y desarrollo de la fase imperialista del Capitalismo, los trabajadores y
los pueblos oprimidos del mundo, en las luchas por su liberación y progreso social
, se han enfrentado en cada país, no solo a sus respectivas burguesías y otras
clases dominantes nacionales, sino también a un sistema internacional de alianza
de clases reaccionarias, dirigidas por las burguesías imperialistas de los
principales países capitalistas y de sus respectivos Estados. Estas burguesías se
repartieron al mundo en zonas de influencia durante el siglo pasado, desataron
dos guerras mundiales y diversas guerras zonales y locales por la conquista de
mercados y de espacios de influencia e inculcaron odios inter-nacionales y el más
primitivo patrioterismo entre los trabajadores y sus organizaciones, colocándolos
al servicio de sus respectivas ambiciones e intereses de dominación mundial. En
el desarrollo de estas políticas, particularmente las burguesías europeas en los
años previos a la primera guerra mundial, lograron la complicidad de la mayoría
de las organizaciones y de los dirigentes políticos-sindicales del viejo continente,
produciendo la división del movimiento obrero de mayores implicaciones y
alcances, hasta ahora conocidas, para la causa del socialismo en el mundo.
A su tiempo, el imperialismo norteamericano como
nuevo líder del sistema
capitalista mundial, dio continuidad a estas políticas divisionistas y diversionistas
en el seno del movimiento sindical mundial. Con estos métodos, las burguesías
imperialistas lograron detener la revolución socialista en los países capitalistas
céntricos, apoyándose en la “aristocracia obrera” y en la burocracia sindical. Lo
que el imperialismo no pudo prever y mucho menos contener fue el
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desplazamiento del eje de la revolución mundial a los países de la periferia
capitalista, sometidos a las más diversas y combinadas formas de explotación y
de discriminación. Desde América Latina y el Caribe, África y Asía se produjo,
durante buena parte del siglo XX y continúa produciéndose en los inicios del siglo
XXI, la respuesta revolucionaria al sistema capitalista-imperialista mundial. En
estos continentes con muchos menos éxitos, que los alcanzados en los países
capitalistas céntricos, el imperialismo también ha recurrido y recurre al método de
la división del movimiento obrero y sindical, alternando consignas y programas
reformistas con planteamientos izquierdistas, buscando separar a los obreros del
conjunto del movimiento de liberación nacional y, en los casos de los países de
economía básicamente agrícola, boicoteando la alianza obrero campesina.
El “Socialismo de Estado”, conformado y consolidado en la URSS con
posterioridad a la muerte de Lenin, convertido en modelo y en modelo único de
socialismo para todos los pueblos del mundo, si bien contribuyó al desarrollo de
las luchas de liberación nacional y por el progreso social en los países periféricos
del capitalismo, en lo interno, liquidó la democracia obrera y popular e integró a
las estructuras sindicales a ese modelo burocrático. El efecto a la larga, como
sabemos, fue la acentuación de las deformaciones burocráticas del Estado
Obrero-Campesino inicial, perdiendo fuerza de atracción y de referencia válida
para los trabajadores de los países capitalistas avanzados. Algunos contenidos de
la llamada “coexistencia pacífica”, entre dos sistemas teóricamente antagónicos,
la división
del trabajo entre Partido y Sindicato, tan cara a los partidos
socialdemócratas y comunistas del siglo XX, así como la institucionalización de
poderosas formaciones de la izquierda política de Occidente
(6),
aunadas a las
prácticas divisionistas y diversionistas ya mencionadas de las burguesías
imperialistas con la complicidad de buena parte de la burocracia sindical
internacional, también
contribuyeron a “congelar” la revolución social en los
países capitalistas centrales.
4.- Sobre la Crisis Actual del Sindicalismo Reformista
Una de las líneas principales de las políticas imperialistas para congelar la
Revolución Social, tanto en los países del centro como en los de la periferia
4
capitalista, fue el recurso de la conformación y desarrollo del Capitalismo de
Estado, bajo el influjo de la obra de John Maynard Keynes, Teoría General de la
Ocupación, el Interés y el Dinero. En el Kyneisianismo como “nueva filosofía
social del capitalismo” y en el Capitalismo de Estado, el sindicalismo reformista,
particularmente el de orientación socialdemócrata, encontró un gran soporte no
solo ideológico sino también logístico-operativo. Específicamente, en el caso
venezolano, el sindicalismo socialdemócrata logró la aprobación de una
legislación que estableció la obligación de designar a representantes del
sindicalismo en los directorios de las empresas e institutos autónomos del Estado.
Al mismo tiempo, con artificios como “la economía de interés general” se impulsó
un sistema de empresas propiedad de sindicatos que incluían compañías de
seguros, de construcción de viviendas y bancos. Se trataba de conformar “un
poder compensador”, según Galbraith, al poder de la burguesía convencional. Si
bien esta orientación generó, en el caso venezolano, no pocas intrigas y
contradicciones mercantiles con la oligarquía y la burguesía tradicional, fue
sostenida por el imperialismo y el sistema político dominante como mecanismo
clave para garantizar la estabilidad del sistema capitalista en Venezuela. Esta
orientación cambió radicalmente con el desmembramiento de la URSS y del
llamado “socialismo real” a fines de la década de los ochenta. El mesianismo
neoliberal, encarnado en el Consenso de Washington, se lanzó en América Latina
y en el mundo contra el Capitalismo de Estado y todos sus aderezos, incluyendo
las empresas del sistema “de economía de interés general” y, por supuesto,
contra las empresas de propiedad de los sindicatos. Otro elemento decisivo en la
crisis estructural actual
del movimiento sindical mundial, con manifestaciones
claras en América Latina y en Venezuela, ha estado relacionado con la
orientación del capitalismo-imperialismo neoliberal, en materia de desregulación
y de informalización del mercado de trabajo. Estos factores, entre otros, han
determinado lo que podría concluir siendo la crisis terminal del sindicalismo
reformista y, por tanto, de la relación funcional Sindicato-Estado Capitalista. Dicho
con palabras de Alain Touraine “..el sindicalismo profesional o corporativo no
tiene futuro. Y no lo tiene porque solo defiende “intereses particulares” y se cobija
al interior de un estado neo-corporativista que es la forma degradada de la
socialdemocracia.” (7)
5
¡A confesión de parte, relevo de pruebas!
Notas de pie de página
(1) Esta definición está formulada en términos tales que permita incluir en los sindicatos a los
trabajadores
desocupados o con empleos precarios, los cuales conforman un componente
estructural de la clase obrera como producto inevitable de la extensión de las relaciones sociales
de producción capitalistas en cualquier país, fenómeno denominado por Marx en El Capital como
“ejercito industrial de reserva". De igual manera permite incluir a los técnicos y profesionales
contratados por el capital privado o por el Estado Capitalista como trabajadores subordinados en
la división capitalista del trabajo. Por otra parte excluye a cualquier clase o grupo social
contratante de fuerza de trabajo ajena como los campesinos medios, los pequeños y medianos
empresarios urbanos, también explotados o sometidos a las inestabilidades propias del Sistema
Capitalista. Es importante advertir, sin embargo, que en las realidades concretas de las
formaciones económico-sociales actuales de la mayoría de los países capitalistas, incluido
Venezuela, hay una fuerte rotación en el empleo, entre las clases y capas sociales explotadas,
rotación está de gran importancia política
(2) Como puede observarse asimilamos la expresión poder político al concepto marxistagramsiano del Estado, destacando de él no solo el componente relacionado con la coerción sino
particularmente el relativo a la dominación cultural y a los mecanismos de “consenso” tan efectivos
para el capitalismo actual y también tan obsesivamente percibidos y desarrollados por Gramsci
como claves de la hegemonía burguesa en occidente
(3) La diferencia esencial entre la política reformista y la política revolucionaria en los sindicatos
está en que la en que la primera reduce o trata de reducir la lucha de los trabajadores a conquistas
económicas o políticas que , en todo caso mejoren las posiciones de negociación del sistema
sindical con las diferentes fracciones de la burguesía y del estado Capitalista sin poner en riesgo la
estabilidad o cuestionar la existencia misma del sistema del capital; por el contrario la política
revolucionaria valora las luchas económicas políticas y culturales de la fuerza de trabajo como
pequeños grandes ensayos hacia la conquista del poder político para los trabajadores.
(4) Una selección importante de textos de los autores nombrados o sobre sus opiniones en
relación al tema será publicada próximamente por Ediciones Constituyente Sindical.
(5) Un análisis de esa magnitud y significación debe ubicar el fenómeno en las diversas etapas
del capitalismo, en sus ciclos económicos y en los de la revolución mundial, en el papel del los
estados capitalistas en esos ciclos, la experiencia de lucha de los trabajadores y su asimilación en
términos de conciencia de clase, la inteligencia y nivel de formación de los lideres políticos y
sindicales de cada tiempo, el nivel de presencia de los valores ideológicos – culturales –
burgueses o pequeños burgueses en el seno de los trabajadores, la mayor o menor amplitud y
alcances de la organización sindical en cada tiempo, etc.
(6) Un ejemplo ilustrativo de la Institucionalización conservadora de formaciones políticas de
izquierda, la mostró el partido Comunista Francés en su vergonzosa actuación en el mayo francés
de 1968
(7) Trabajo, Derechos y Sindicatos en el Mundo. Dialogo Norte-Sur. Pág. 7. Edición conjunta
Instituto Latinoamericano de Investigaciones Sociales (Iidis), la Organización Regional
Interamericana de Trabajadores (ORIT) afiliada a la CIOSL y la editorial Nueva Sociedad.
Charcas, 1996.
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