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Los políticos son sirvientes de los ricos
Es imposible ver el presente grupo de políticos aspirantes a la Presidencia de los Estados Unidos y no ser pasmado por
su nivel de servilismo a los deseos y necesidades de la clase adinerada.
22.09.2015
Por Mumía Abú-Jamal. - Es imposible ver el presente grupo de políticos aspirantes a la Presidencia de los Estados Unidos y no ser pasmado por su nivel de
servilismo a los deseos y necesidades de la clase adinerada.
Como perritos falderos que hacen piruetas en la presencia de sus amos, los políticos, con la dudosa libertad que les da la decisión Ciudadanos Unidos (Citizens
United) de la Corte Suprema, se tiran a los pies de billonarios por mendrugos para servir mejor a sus amos.
Por eso, un billonario puede mantener media docena de aspirantes, y haciéndolo, puede determinar no solo quien es candidato, si no también, quien gana -- y
que leyes serán promulgadas.
¿Y por qué no? Ellos son sus dueños. ¿No?
Sin embargo, eso no es suficiente. Porque viene al caso la aparición del ejecutivo de bienes raíces de Nueva York, Donald Trump.
Donald Trump se jacta todo el tiempo de su enorme fortuna. Haciendo eso, Trump intimida a sus potenciales rivales, que están acostumbrados a arrodillarse
ante los millonarios.
Pero él también representa la desconfianza de su clase, porque en lugar de emplear a políticos, él se hace candidato para asegurar que su clase social domina.
En verdad, éste no es solamente asunto de Republicanos, porque los Demócratas, que consiguen con sus discursos sentimentales el apoyo de los sindicatos y
de la clase trabajadora, una vez en el poder, se dedican a defender los intereses de Wall Street -- que es la fuente de la mayoría de las donaciones que los
llevaron al poder.
La estrategia de los Demócratas, de hablar de asuntos laborales mientras favorecen al capital, fue vista en el destructivo Tratado de Libre Comercio de América
del Norte, (NAFTA/TLCAN), que hizo desaparecer millones de empleos manufactureros de los Estados Unidos.
El ex Presidente Bill Clinton vendió febrilmente el tratado NAFTA como traficante ambulante de cocaína crac, vendiendo sueños que terminan siendo pesadillas.
Hoy, los Clinton están de vuelta, presentándose como redentores de la clase trabajadora, cuando su preciado NAFTA se roba anualmente decenas de miles de
trabajos, socava los sindicatos, y gana inmensas riquezas para Wall Street.
Cuando el texano H. Ross Perot, hombre de negocios y candidato a la presidencia en 1992-96, predijo que NAFTA iba a producir un "gigantesco ruido de
aspiradora" por los trabajos que iban a transferirse al extranjero, los sabelotodo de los medios de comunicación se rieron de él, haciéndolo aparecer como un
estúpido.
Hoy la historia prueba que sus palabras fueron la verdad.
Tomado de Alainet
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