HIJO DE DAVID, HIJO DE ABRAHAM ROM 1:3­4 INTRODUCCION: Según vemos en Mt 1:1 la Biblia nos explica la genealogía , la genética de Jesús quien era hijo de David, hijo de Abraham; Dios separa estos dos personajes importantes del A.T. debido a que representan una promesa diferente dada a cada uno, las cuales se cumplirían en Jesús porque en él todas las promesas de Dios son sí y amén (2Co 1:19­20); promesas que el Señor había preparado para el pueblo judío, pero que les fueron quitadas por no haber aceptado al unigénito de Dios, al Mesías, a Jesús. DESARROLLO: La palabra de Dios nos enseña que nosotros como pueblo gentil estábamos separados de las promesas (Ef 2:12), del pacto de Dios, estábamos sin Dios en el mundo; pero ahora en Cristo Jesús somos co­herederos juntamente con el y somos hijos de David e hijos de Abraham por cuanto somos simiente de Cristo (Is 53:10), ahora somos judíos en el espíritu (Ro 2:29). PROMESAS DE DAVID: REINO ETERNO: 2SA 7:12; HE 1:8 Dios le promete a David que le levantaría un hijo (Jesús) a quien le afirmaría su reino para siempre, es decir eternamente. Los judíos del tiempo de Jesús creían que este reino sería para sus días y por eso no creyeron en el; pero el plan del padre era que la primera venida de su hijo fuera para establecer su reino en los corazones, luego el reino literal se cumplirá cuando regrese con todo poder y sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies y luego será el reino eterno en el cual todos aquellos que le recibieron en su primera venida estarán reinando juntamente con el y los que lo desecharon serán destruidos (1Co 15:25; Ap 22:5). CASA ETERNA: 2SA 7:16 Dios le dice a David que en su descendencia (Jesús) su casa sería afirmada para siempre; esta casa ahora somos nosotros siendo templo de Dios (1Co 3:16), estamos siendo preparados para que como piedras vivas (1Pe 2:5) seamos parte del templo, de la casa de Dios eterna y nunca más saldremos de allí (Ap 3:12). PROMESA DE ABRAHAM: LA RESURRECCION: HE 2:16; GE 22:5;8 En He 2:16 vemos que Dios había prometido socorrer a la simiente de Abraham y no dice a las simientes (Ga 3:16) porque se estaba refiriendo al Señor Jesucristo. Entendemos que Jesús estando en su ministerio terrenal cuando estaba siendo perseguido por sus enemigos podía pedirle ayuda al Padre y no lo hizo (Mt 26:53), luego dijo que él tenía poder para poner su vida y volverla a tomar (en la tumba Jn 10:18), es decir que esto era sin ayuda del Padre; pero cuando desciende a las profundidades de la tierra, al lago de fuego a pagar la muerte segunda por nosotros y a ser consumido por fuego en holocausto (Le 1:13) entonces fue necesario que se cumpliera lo que estaba escrito en Sal 139:15­16, cuando el Señor lo levantó de la cenizas (Za 3:1­4). Esta promesa la vemos en figura en Ge 22:5; 8 cuando Abraham le piden que sacrifique a su único hijo en holocausto; pero él creía que Dios era poderoso para resucitarlo y devolvérselo ya que según vemos en estos textos el le dice a sus siervos que ofrecerían sacrificio y regresarían los dos. Una de las promesas de Abraham es entonces ser hijo de la resurrección, lo cual se cumple en el Señor Jesucristo al ser él las primicias de la resurrección (1Co 15:20) y todos los que mueren creyendo en Jesucristo, solamente duermen porque serán resucitados por cuanto tienen vida eterna (1Co 15:52; Jn 11:25) y los que estemos vivos cuando el regrese seremos transformados. CONCLUSIONES: En Ap 1:5­6 el Señor Jesucristo es primogénito de los muertos, esto es la promesa de ser simiente de Abraham, la resurrección; luego dice que es el soberano de los reyes de la tierra, esto es la promesa de ser simiente de David, el reino eterno. Cuando el Señor Jesucristo nos salva por su sangre, estas promesas se cumplen también en nosotros al hacernos reyes (linaje de David) y sacerdotes eternos (linaje de Abraham), según el orden de Melquisedec ya que los sacerdotes antiguos se morían; pero por cuanto nuestro sumo sacerdote es eterno, nosotros también somos sacerdotes eternos. Los fariseos del tiempo de Jesús decían que eran hijos de Abraham; pero el Señor les dice que si fueran hijos de Abraham sus obras harían; estos al rechazar a Jesús les fueron quitadas las promesas (Ro 11:20­21); ahora nosotros somos linaje de Abraham porque somos simiente de Cristo (Ga 3:29). OTRAS PROMESAS HECHAS A ABRAHAM QUE SE CUMPLEN EN NOSOTROS POR CRISTO: Ser padre de simiente celestial: Ge 15:4­5; la cual se cumple en Cristo en Is 53:10; 11:1 cuando después de poner su vida, todos los que creemos en él, su simiente, somos salvos. El pacto de La circuncisión: Ge 17:10­14; Esta promesa se cumple cuando al estar en Cristo somos circuncidados desechando el cuerpo pecaminoso carnal de nosotros (Co 2:11) estando así en un nuevo pacto y heredamos el reino de Dios.