PiiiilüO i ü IIÜOI - Hemeroteca Digital

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Miércoles lU <¿e Setiembre de 1 8 4 4 .
(N.° 55.)
PiiiilüO i ü IIÜOI,
PERIÓDICO
RELIGIOSO , POLÍTICO
Y
LITERARIO.
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Una nueva fase de la revolución. Intolerancia
de ciertos hombres. Quiénes son los verdaderos amigos del trono.
La revolución española acaba de presentar
una nueva fase, cuya importancia se ha de calcular, no tanto por lo que es en sí, como por lo
que espresa y anuncia. Espresa profunda mudanza en la opinión pública, y anuncia acontecimientos de la mayor trascendencia. Por primera vez
el partido que se apellida monárquico-constitucional, ó sea parlamentario, ha encontrado en
la arena electoral una oposición que no es la de
los progresistas. Hasta aquí en las urnas no se
habia entablado mas lucha que entre los progresistas y los moderados; ahora aquellos se han
abstenido de votar, y sin embargo ha continuado
también la lucha; pero ha sido entre hombres
que, ó hablan estado acordes, ó solo hablan resuelto sus contiendas en el terreno de los hechos.
La oposición a! partido dominante se ha formado de la combinación de dos elementos; la
mayoría de los antiguos moderados que, no deseando mas que orden y buen gobierno se han
penetrado profundamente de la necesidad de emprender otro camino muy diferente del que se
ha seguido; y el partido monárquico. Esto indica la descomposición del antiguo partido moderado que tanta influencia ha ejercido desde 1833
y anuncia la aparición de otro enteramente nuevo, sometido á condiciones desconocidas hasta
ahora. En los últimos diez años si los monárquicos acudieron una que otra vez á las urnas fue,
ó para derribar á los progresistas 6 para detenerlos; nunca hablan procedido de otra manera
que como simples auxiliares de los moderados,
y esto en un orden muy secundario: mas ahora
en su alianza con los moderados no parlamentarios, han obrado conforme á sus principios; y si
han transijido en algo, ha sido tratando de igual
á igual, no de inferior á superior: han cesado
de ser instrumento.
La gravedad de este suceso la han comprendido los defensores de la situación actual, y si
bien es verdad que al empeñarse en contrariar
un hecho cuyas consecuencias preveían, han procedido con poco acierto, acrecentando lo mismo
que se proponían disminuir, su yerro ha dimanado de la impresión en ellos causada por la
aparición de un adversario con quien conocen
cuan difícil les será medir sus fuerzas con esperanza de buen resultado. Han clamado que ame-
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