la leyenda de las hadas del ebro

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LA LEYENDA DE LAS HADAS DEL EBRO
Las hadas del Ebro escogieron este río para morar en el por
su espléndido caudal.
. Les gustaba nadar a sus anchas, y
que el volumen hídrico las rodeara como un amante que da un
abrazo a su querida. Se sentían tan bien en su seno que muchas se
enamoraron de él. Un día, una de estas hadas aseguró a las demás
que el río le había manifestado su preferencia hacia ella. Dio como
muestra la creación de un nuevo torbellino en su corriente.
“¿Veis?”, decía, “ha creado este nuevo torbellino nada más que
para mí”. Las demás hadas lo miraban desde la ribera y se
interrogaban unas a otras. “Bien”, dijo una de ellas, “si realmente
este torbellino lo ha creado para ti el río Ebro, no tendrás
inconveniente en que te tiremos hacia él. Sin duda, el río, que
tanto te ama según tú, no permitirá que te ahogues y parará la
fuerza de la corriente. Así lo hicieron y la incauta hada comenzó a
manotear con todas sus fuerzas. Boqueaba, intentaba mantenerse
a flote por todos los medios pero la fuerza le abandonaba. Las
ninfas miraban sin reaccionar, entre satisfechas y culpables.
De repente, el río Ebro se manifestó y les dijo:
-Crueles seres, ninfas merecedoras del nombre de las Arpías.
Sufrid lo que deseasteis para vuestra compañera y envidiadla de
aquí a la eternidad. La convertiré en parte de mí y me esperará en
mi desembocadura como la más fértil tierra que se pueda
imaginar.
El río ensanchó de repente su cauce. Al hacerlo, ahogó a
todas las ninfas que antes tanto reían. Y a la que había sido
arrojada anteriormente, viendo que ya estaba entre los muertos,
la convirtió en tierra, como había prometido, de las más fértiles
que se conocen: el Delta del Ebro.
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