¿PROMETE LA PALABRA DE DIOS CUMPLIR CUALQUIER PETICIÓN A LOS CREYENTES? Para conocer las verdaderas enseñanzas de Dios debemos escudriñar la Palabra en su totalidad y no sacar versículos de contexto para justificar lo que nosotros queremos que diga. Encontramos en la Biblia promesas de Dios de preveer para las necesidades de sus hijos y además, los creyentes en Cristo ya hemos sido bendecidos “con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo” Ef. 1:5, como vemos, en este último versículo, se habla de necesidades espirituales, no materiales. Dios tiene toda la capacidad para proveernos y todo el poder, El es dueño de todo (Sal. 50:10-12) y está dispuesto a dar, el que Dios nos conceda o no alguna de nuestras peticiones, tiene que ver con nosotros y por eso tenemos que considerar algunas cuestiones: Tenemos que distinguir entre lo que deseamos y lo que necesitamos. Hay cosas que podemos desear y sin embargo no son necesarias para nuestra vida como creyentes y entonces no deberíamos pedirlo. Un creyente no debe desear nada que no sea la voluntad de Dios, en tal caso, deberíamos pedir a Dios que quite ese anhelo de nuestro corazón, puesto que no previene de Él. En cambio Dios da al creyente conforme a su voluntad, todo aquello que le ayuda en su desarrollo espiritual y esto no siempre es lo que nosotros pediríamos, a veces una dificultad, una enfermedad nos lleva a aferrarnos más a Dios y aprender cosas que no aprenderíamos cuando no hay carencias. Esto nos lleva a aceptar la manera que Dios tiene de satisfacer nuestras necesidades, ya que Él todo lo sabe, es soberano y sus pensamientos no son como nuestros pensamientos ni sus caminos como los nuestros (Is. 55: 8-9). Así que lo primero a considerar es la voluntad de Dios. “Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que él nos oye en cualquier cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho.” 1 Juan 5: 14 y 15 Lo que pidamos a Dios debe ser de acuerdo a su voluntad. El Señor Jesucristo, así mismo, ofrece conceder las peticiones que hagamos a Dios en su nombre (Jn. 14:13-14; Jn. 16:23-24). Las peticiones deben hacerse en nombre de Jesús, esto significa que él es el mediador, y nunca intervendría para que se nos conceda algo que no esté de acuerdo con la voluntad del Padre, para “que el Padre sea glorificado en el Hijo” (Jn.14:13). Nuestras peticiones tienen que tener un motivo puro, no egoísta. “Codiciáis y no tenéis; matáis y ardéis de envidia….pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites.” Stg. 4:2-3 En segundo lugar, hay una condición de obediencia y rectitud muy importante que Dios pide de sus hijos. “…No quitará el bien a los que andan en integridad” Sal. 84: 11 “Deléitate así mismo en Jehová, y él te concederá las peticiones de tu corazón” Sal. 37:4 Concederá las peticiones del que se deleita en Jehová, el que se deleita en Dios es porque conoce a Dios, confía en él, anda en integridad, este buscará agradarle y con seguridad pedirá conforme a la voluntad de Dios. El Señor Jesucristo pone como condición para recibir, el permanecer en Él y en su Palabra: “Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho.” Jn. 15: 7 ¿Qué significa permanecer en Cristo? Obedecer sus mandamientos. “Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor.” Jn. 15:10 “y cualquier cosa que pidiéremos la recibiremos de él, porque guardamos sus mandamientos, y hacemos las cosas que son agradables delante de él.” 1 de Jn. 3:22 Así que si no respetamos los mandamientos de Dios, viviendo conforme a la corriente de este mundo y no según Dios, no recibiremos de parte de Dios. Muchos poseen muchas cosas materiales, abundancia y prosperidad pero con seguridad no provienen de Dios en esos casos. Debemos dar prioridad a las cosas de Dios en nuestra vida y no a nuestros deseos. Nuestras necesidades principales deben ser las espirituales y no las materiales. “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. Así que, no os afanéis por el día de mañana…” Mt. 6:33-34 Debemos acudir a Dios en oración antes que hacer algo, aunque tengamos los medios para resolver nuestros problemas, para que todo sea en su voluntad. “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas nuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.” Fil. 4: 6-7 Al orar, debemos hacerlo con una actitud recta, confiando totalmente en la voluntad de Dios y su sabiduría, creyendo que recibiremos de Él. “Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá.” Mr. 11:24 No tenemos que pedir que Dios haga por nosotros aquellas cosas para las que ya nos capacitó y solo tenemos que trabajar para obtenerlas. “…Si alguno no quiere trabajar, tampoco coma:” 2 Tes. 3:10 La pereza no merece provisión ni bendición de Dios. Cuando nuestra petición no contraviene la voluntad de Dios, tiene un principio puro, confiamos en su provisión, obedecemos sus mandamientos, nos gozamos en Dios y sin embargo no hay respuesta, debemos esperar, Él sabe cuál es el momento adecuado para concedernos nuestra petición, no se atrasará ni se adelantará. Si nos adelantamos y tomamos decisiones que no debiéramos tomar, podemos perder lo que tenía preparado para darnos. “Guarda silencio ante Jehová, y espera en él. No te alteres con motivo del que prospera en su camino, por el hombre que hace maldades….Pero los que esperan en Jehová, ellos heredarán la tierra.” Salmos 37: 7-9 “Ciertamente ninguno de cuantos esperan en ti será confundido; Serán avergonzados los que se rebelan sin causa.” Salmos 25:3 “Ni nunca oyeron, ni oídos percibieron, ni ojo ha visto a Dios fuera de ti, que hiciese por el que en él espera.” Is. 64:4 Finalmente podemos concluir que el creyente debe vivir bajo la voluntad de Dios, obedeciendo, orando y estudiando la Palabra. Pensando más en servirle a Él que en nuestras necesidades o deseos y tener presente que cuando el Señor no nos concede alguna de nuestras peticiones esto será de mayor bendición para nuestras vidas. El objetivo final de Dios para el creyente es transformarlo conforme a la imagen de su Hijo. Nuestras mayores necesidades no son las más evidentes, sino las internas, las que no vemos. Nos va formando como el alfarero a la vasija de barro para que le seamos útiles. Generalmente pedimos cosas a Dios para nuestros deseos o necesidades, pensemos en pedirle que nos dé un carácter santo, íntegro, generoso, que empecemos a dar más allá de nuestras fuerzas, que nos ayude a rendirnos a Él, a andar en los caminos que quiere que andemos con gratitud y amor. W.P.B. (adaptado)