Ricitos de oro en el hotel “los tres osos” Por April Grochowalski Lejos muy lejos, en la ciudad de Las Vegas había una joven llamada Ricitos de oro. Rizos de oro estaba en Las Vegas para la semana de su cumpleaños 22. Ella se hospedaba en un hotel muy grande y hermoso. El hotel tenía cerca de 1.000 habitaciones. ¡Este hotel era tan grande que tenía diez ascensores! El gerente del hotel le había dicho a Ricitos de oro que usara solamente el ascensor dos para llegar a su habitación. Esta información era muy importante, pero ella era una rubia olvidadiza. Ricitos de oro fue rápidamente hacia el ascensor dos para ir a su habitación. La habitación del hotel era hermosa, con una cama enorme y una vista maravillosa de la ciudad de Las Vegas. Pero ella no tenía tiempo de ver toda la belleza. Ella debía cambiarse de ropa y maquillarse muy rápido porque eran las ocho y media de la noche y en media hora más habría una fiesta en el club. En veinte minutos ella estuvo lista. Ricitos de oro era una mujer muy alta y delgada. Ella llevaba un vestido de cumpleaños largo y brillante. También ella tenía aretes de plata y un collar de diamantes. A las 9.00 Ricitos de oro llegó al club llamado vanidad. Había música fuerte, luz de muchos colores, y mucha gente. Ricitos de oro estaba muy feliz y empezó a bailar. Después de tres horas y diez bebidas mezcladas, Ricitos de oro decidió volver a su habitación a dormir. Llegó a los ascensores pero en ese momento para ella los números eran muy confusos, entonces trató de enfocar su vista y fue al ascensor número cinco. Cuando las puertas se abrieron, corrió a la última habitación de la derecha y entró. Ricitos de oro entró al baño para cepillarse los dientes. Con los ojos medio cerrados cogió un cepillo de dientes y comenzó a cepillarse. “¡Ay, este cepillo de dientes es muy duro!” Entonces cogió otro cepillo de dientes y comenzó a cepillarse. “¡Ay, este cepillo de dientes es muy suave!” Finalmente ella cogió otro cepillo de dientes y comenzó a cepillarse. “Si, este cepillo es perfecto para mí.” Luego fue al armario para buscar una pijama. Se puso los pantalones y dijo, “Esta pijama es demasiado grande para mí.” Ella tomó otra pijama y dijo, “Esta pijama es demasiado pequeña para mí.” Finalmente ella tomó la última pijama y dijo, “¡Esta pijama es perfecta para mí!” Por fin Ricitos de oro se dispuso a dormir. Ella se acostó sobre la primera cama y dijo, “esta cama es dura para mí. ¡No me gusta dormir en las rocas!” Ella era una mujer muy exigente y fue a la cama de al lado. Se acostó sobre la cama y dijo, “este cama es demasiado suave para mí.” Finalmente cansada Rizos de oro se acostó sobre la tercera cama y dijo, “¡esta cama es increíble para mí!’ En un minuto ella se quedó dormida. Mientras Rizos de oro dormía, una familia de tres entró a la habitación del hotel. El padre dijo, “¡alguien ha usado mi cepillo de dientes! La madre dijo, “¡alguien ha usado mi pijama!” La jóven de la misa edad de Ricitos de oro dijo, “¡hay una chica en mi cama!” El padre le gritó a Ricitos de oro en ingles, ella no comprendió pero salió por la puerta en un abrir y cerrar de ojos. Ricitos de oro estaba muy molesta. Ella decidió bajar las escaleras y quejarse con el gerente del hotel. ¡Ella iba a hablarle sobre el mal servicio de los cuartos en el hotel!