OCP: ¿dónde está el problema? Hace pocos días se produjo un

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OCP: ¿dónde está el problema?
Hace pocos días se produjo un derrame petrolero más en la Amazonía ecuatoriana. Casi no era
noticia pero, lo notable, es que el derrame se produjo bajo tierra, en el oleoducto de crudos
pesados, OCP, y que los técnicos que operan el sistema han demorado varios días en encontrar el
lugar de la fuga.
Mientras encontraban el “caliche” en el tubo que saca la sangre negra de la pacha mama, las
especies animales y vegetales alrededor del derrame seguían sufriendo las consecuencias letales
del baño mortal con petróleo.
Hace años, cuando comenzaron las negociaciones para la construcción del oleoducto de crudos
pesados, OCP, cruzando la selva, los ríos y los campos de nuestra Amazonía, se vendió la idea
de que era la “última tecnología” y que no habría ninguna consecuencia para el ambiente. A
veinte metros bajo tierra, se dijo que el OCP transportaría petróleo sin derrames ni fugas, sin
dañar la naturaleza ni perturbar a los habitantes de los bosques.
OCP: tecnología limpia y segura, era el último grito de la moda petrolera y los que estaban en
contra, los ambientalistas “infantiles” y “radicales”, eran los que se oponía y exigían mil y un
cambios al proyecto multimillonario de las empresas transnacionales.
Los que se opusieron a la construcción del OCP fueron los ecologistas empedernidos que,
actualmente, se oponen a la minería en gran escala y que son vistos de lado porque el presidente
manifiesta que se empeñan en defender “las aves y las ranas por encima de la vida de las
personas” o, peor aún, “rebeldes sin causa”.
Las propuestas gubernamentales de implantar la explotación minera a gran escala en el Ecuador,
por parte de empresas transnacionales que ofrecen la última y más alta tecnología, que dicen ser
las mejores defensoras de la verde naturaleza y que dicen que, por poco, luego de la explotación
minera todo seguirá igual, o quien sabe mejor, tienen que ser puestas en remojo.
El derrame del OCP y sus consecuencias en la vida lo demuestran: no hay ninguna tecnología
segura y que garantice cero contaminación. También, revela que la causa de los y las ecologistas
no es infantilismo.
Se ha demostrado, señor presidente, que el modelo de desarrollo basado en la extracción
petrolera y minera tiene consecuencias irreparables en la vida de la gente y de la naturaleza.
Es indispensable, ahora y con urgencia, discutir y encontrar un modelo alternativo de desarrollo
para la economía del Ecuador, sin poner en riesgo la vida humana y la naturaleza que, al fin y al
cabo, son lo mismo.
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