Editorial Un fantasma recorre el mundo… La inflación Dicen que a lo bueno se acostumbra uno. Debe ser cierto. Nuestra historia de inflaciones bajas, digamos de un dígito, se remonta al 2001. Lo que llevamos del siglo ha sido suficiente para que nos acostumbremos a la estabilidad, incluso a tasas de 3 o 4% de incrementos en los precios al consumidor. Atrás quedaron las épocas de la hiperinflación, como en 1995, cuando llegamos a tasas de 160% al año. Hoy parece que la inflación empieza a rondar otra vez. Probablemente lo notemos menos en las compras que en las declaraciones y los informes que nos llegan a través de los medios públicos. En México podemos ser particularmente escandalosos. Todavía con sobriedad escuchamos al Banco de México preocupado por las dificultades para mantener los incrementos del índice de precios al consumidor bajo el límite de 4%. Luego vienen los analistas y los periodistas que amplían todas las estimaciones corregidas al alza. Finalmente vienen lo políticos clamando por medidas de toda índole. Desde el control de precios hasta la de “sugerir” al Banco de México que baje las tasas de interés para aumentar la producción, como se oyó recientemente al Presidente Calderón en un gesto que se podría interpretar de intervencionismo del gobierno en la política monetaria. No cabe duda, el fantasma de la inflación anda por ahí. Pero no es cosa nada más de México, sino de todo el mundo. Lo comprobé en mi participación en el BIAC (Consejo Consultivo de las Empresas y la Industria) el mes pasado, en vísperas de la reunión ministerial de la OCDE. El fantasma recorre el mundo y tiene preocupados a todos. [ Ricardo González Sada Presidente de la Coparmex ] Por supuesto que hay causas concretas. Los economistas señalan insistentemente al petróleo. Pero también a las materias primas en general y a los alimentos, debido a que el crecimiento acelerado de economías como la China han venido a incrementar la demanda de manera permanente. Así que debemos estar preparados para una período de aceleración del crecimiento de los precios en todo el mundo; no nada más en México. Lo más importante es no abandonarse al pánico. Hay errores que no debemos repetir. Como los controles de precios. Tienen efectos inmediatos muy populares, pero a la larga destruyen el aparato productivo en los mercados en que se imponen. El objetivo debe ser asegurar que los precios transmitan efectivamente y lo más pronto posible sus señales. Por ejemplo, las alzas en alimentos deben provocar incrementos en la producción. El proceso puede ser lento, pero seguro en el largo plazo. Además, implicaría crear empleo. Por supuesto, el gobierno y el Banco de México deben mantener la disciplina fiscal y la política monetaria adecuada, aunque signifique posponer un tiempo el crecimiento. La alternativa es crecer ahora o provocar los problemas de estancamiento, inflación acelerada y crisis de los que venimos saliendo a penas. Sí, viene un período de inflación. México lo ha estado sorteando muy bien. Están en todos nosotros entenderlo por su naturaleza económica y actuar prudentemente para adaptarnos a un mundo con muchos más consumidores con niveles de vida creciente y más oferta en los mercados globales. Al final de eso se trata: mejorar el bienestar de todos. 2 ENTORNO Foto: Ana Lourdes Herrera Muy importante. Debemos cuidar las expectativas sobre el crecimiento de los precios. Las inflaciones pueden tener por causas cambios en las condiciones de los mercados. Pero son las expectativas de todos nosotros las que hacen las hiperinflaciones. Por eso es vital hacer todo lo necesario para que en nuestros cálculos como trabajadores, empresarios o productores no caigamos en la tentación de introducir factores de “protección” por precios cada vez más altos. En otras palabras, no podemos caer en una espiral salarios—precios que invariablemente terminan en hiperinflaciones y causan daños enormes a la economía y a la prosperidad.