LOS HOMBRES, EL AISLAMIENTO Y EL SEXO Extraído de una conferencia dada por Mac Parker en el taller para hombres y mujeres conducido por él y Diane Valfer en Plainfield, Vermont. Octubre de 1985. El elemento subyacente a toda opresión es el aislamiento. Si no resultara, de algún modo, rota nuestra conexión natural con los otros seres humanos y con el Universo en el proceso de ser heridos u oprimidos, nosotros podríamos, natural y rápidamente, desahogar y reevaluar la experiencia que nos lastima y, simplemente, dejarla atrás. Ninguna angustia es por si misma una cosa tan terrible: es la angustia en combinación con el aislamiento y, por lo tanto, el privarnos de nuestra habilidad natural de autocuración lo que crea el problema. En los grupos que son forzados a desempeñarse en el rol de opresor en la sociedad, el aislamiento es particularmente intenso, dado que es tan extraño a nuestra naturaleza herir a otro ser humano. Sólo podemos hacerlo en una atmósfera de profundo aislamiento y confusión. Debo decir aquí que yo defino aislamiento de modo muy particular. Generalmente lo concebimos sólo como algo físico, como estar sólo, pero esa es una definición incompleta. Yo defino es aislamiento más ampliamente como la pérdida de nuestro sentido de conexión con el mundo y el universo donde vivimos. Más específicamente en nuestras relaciones mutuas, estoy definiendo el aislamiento como no ser comprendido o considerado a partir de nuestra verdadera humanidad o por las luchas por las cuales hemos pasado. Creo que esta es una definición importante; en sus dos partes. En última instancia, nuestro sentido de conexión y de pertenencia es para con el Universo entero. En la práctica, sin embargo y sobre todo, en tanto pensamos en nosotros mismos como coescuchas, nuestras relaciones con otros seres humanos son una manera de expresar y de recordarnos esa conexión. Entonces, ¿estamos los hombres aislados? Por supuesto que lo estamos. Todo el proceso de crecer, hacernos hombres, es un proceso de irnos separando de nuestro sentido innato de cómo deberían ser las cosas en el mundo. Tenemos la expectativa de que las cosas funcionen bien, esperamos ser humanos, abiertos, querer a los demás, entusiasmarnos, llorar cuando nos hieren. Cuando ésta no es la manera como la -realidad se revela, nos quedamos con el sentimiento de que somos la única persona en el mundo que puede ver las cosas de esta manera. Esto es el aislamiento y es congelado en su lugar por una profunda amargura. La grabación nos dice algo como: si esa es la manera en que se me va a tratar me voy a asegurar de que nunca más puedan llegar a afectarme. Este es el motivo por el que a menudo a otras personas, especialmente a las mujeres, les parece que estamos protegiendo nuestro aislamiento o que estamos destinados a sentirnos mal. Esta es la pared contra la que chocamos. Para salir de esta situación, lo primero, necesitamos aprovechar toda oportunidad que se nos brinda de confiar en las demás personas y permitir a la gente acercarse a nosotros, apartando la idea de que si hacemos esto ponemos nuestras vidas a riesgo de muerte. Todavía actuamos como si la confianza fuese muy arriesgada y, para la mayor parte de nosotros esto ya no es verdad. Necesitamos establecer relaciones seguras, pacientes y comprensivas para que podamos desahogar la profunda desilusión que sentimos al ver cómo fuimos heridos cuando éramos todavía vulnerables y teníamos tantas ilusiones. Necesitamos recuperar nuestras conexiones con las demás personas y con nuestro sentido de formar parte de y ser bienvenidos por todo el universo. También necesitamos desmalezar todos los senderos que engañosamente nos incitaron a buscar falsas co- nexiones, conexiones que, en realidad, no contradicen nuestra propia angustia ni nos liberan de ella. En esta sociedad opresiva, compleja y altamente evolucionada, a menudo se nos engaña y confunde para adoptar puntos de vista o actividades que nos mantienen pegados a nuestra opresión en lugar de arrancarnos de ella. Quiero hablar acerca de un modo particular en que esto opera sobre los hombres. Uno de los grandes engaños que mantiene en su lugar el aislamiento de los hombres es la angustia acumulada alrededor del sexo. El sexo, para usar una expresión popular “nos tiene agarrados por las pelotas”. Crecemos en un entorno que sistemáticamente nos priva de casi todas nuestras conexiones humanas verdaderas -estamos virtualmente muertos de hambre en esta área— y luego se nos ofrece el sexo como el unico contacto intimo que podemos tener, incluso se supone que debemos tenerlo. No nos sorprendamos, pues, si en este punto tenemos las cosas un poco confusas. Lo que quiero establecer acerca de esto es que el sexo, tal y como lo conocemos hoy en nuestra sociedad, es una distorsión interesada y perversa de nuestra conexión natural con los demás seres humanos. La sexualidad, como la estamos definiendo ahora, es una de las mayores herramientas de nuestra opresión como hombres, y ha sido muy astutamente disfrazada como la cosa que nosotros más deseamos Si pensamos sobre esto nos damos cuenta de que es la trampa perfecta. Esta fantasía ha sido organizada y cuidadosamente promovida, por lo que caemos en la trampa de ir detrás de ella. Pero tiene poco o nada que ver con nuestras verdaderas conexiones con los demás seres humanos. Se nos mantiene persiguiendo una fantasía en lugar de construir verdaderos vínculos humanos que contradigan nuestro aislamiento. No se equivoquen con lo que digo, el sexo no es malo, no estoy diciendo eso. Hemos escuchado eso ya muchas veces. Quiero establecer simplemente que el sexo es todavía nuestro. La mentira ha sido que el sexo es la única manera por la cual podemos acercarnos verdaderamente a otra persona. Nosotros nunca tuvimos gran oportunidad, (si es que alguna vez la tuvimos), de decidir nada acerca del sexo o de pensar sobre ello por nosotros mismos. Recibimos desinformación, recibimos abuso, heredamos las grabaciones angustiosas de otra gente sobre el sexo y, en consecuencia, el sexo no es nuestro. Por supuesto que es completamente posible recuperarlo y hacerlo nuestro pero, para llegar a ello, necesitamos mirar directamente a toda la confusión que hay alrededor de él y a cuán profunda e insidiosamente ha sido usado como un arma en contra nuestra. La manera en la que esta confusión socialmente impuesta en torno al sexo afecta a las mujeres ya esta muy bien documentada. El hacer de las mujeres objetos sexuales nos impide verlas como seres humanos; Esta es una de las piedras angulares del sexismo. Lo que no se ha comprendido muy bien es que nosotros los hombres tampoco sacamos de ello mucho beneficio. ‘Los patrones de objetuación sexual nos impiden vivir la auténtica conexión. El mensaje que recibimos es que somos malos porque usamos como objetos a las mujeres, pero el tema es que éste es simplemente un patrón que nos mantiene pegados a este comportamiento. Este es un punto de vista más exacto y más útil para que podamos salir de esa situación. Piensen acerca de esto: cuando ustedes entablan una relación de atracción mutua ¿Cuánto tarda el sexo en aparecer? Está allí todo el tiempo, ¿no es cierto? No creo que hayamos considerado. realmente cuán profundamente nos gobierna esta angustia. Qué papel tan importante juega el sexo en toda relación entre dos seres humanos! Sea este papel reconocido o no, hemos aceptado esto como normal, pero no lo es. No podemos aceptar ser manipulados por la reestipulación sexual. Hay mucha vergüenza aquí. Nos sentimos avergonzados de que podamos ser tan manipulados, tan dirigidos por el sexo, incluso que podamos dañar a otra gente por su causa. Ese es el motivo por el que actuamos tan raro y nos ponemos a la defensiva cuando cualquiera nos desafía o nos confronta sobre nuestro comportamiento sexual. Sabemos que esto no está completamente bien, sabemos que esto no es ser completamente humano, pero no podemos ver la salida. Ciertamente no tenemos muy buenos ejemplos, por lo menos en el conjunto de la sociedad. ¿Cuántos de ustedes se sienten raros después de haber tenido una relación sexual o tras masturbarse? Es como si no fuera eso lo que realmente buscaban, lo que ustedes quieran hacer. Sin embargo, les da una cierta idea, algo sienten. El sexo les permite echar un vistazo a la posibilidad de sentirse próximos, cercanos a alguien, y esto es motivo de que esa trampa haya sido tan -efectiva. Tener sexo con alguien nos da un cierto contacto humano. Somos tocados, estamos físicamente próximos. Pero, en tanto actuar sexualmente sea nada más que dejarse llevar por una grabación angustiosa, ello no nos va a permitir llegar a estar realmente próximos y sentir el tipo de conexión que hemos estado buscando. Para muchos hombres esto funciona como una droga: les hace sentirse mejor mientras hace efecto. Pero no ofrece un bienestar duradero; no satisface la auténtica necesidad de contacto auténtico Echemos un vistazo, breve y parcial, a algunos de los efectos que el sexo, tal y como lo conocemos en nuestra sociedad, tiene sobre nosotros los hombres. Nos aleja de los otros hombres por la actitud general de que es con las mujeres con quienes tenemos que buscar intimidad y esto nos lleva a la homofobia a oprimir a quienes no se comportan así, los gays. También crea en nosotros, una actitud de rivalidad y,,de envidia por las conquistas sexuales. También nos aísla de las mujeres de un modo u otro. En tanto sigamos contemplando a las mujeres como objetos sexuales, no conseguiremos una relación plenamente humana con ellas. También nos puede aislar completamente de las mujeres hacia las que nos sentimos sexualmente atraídos. Nuestras relaciones con éstas están, a menudo, basadas —al menos en gran parte— en la reestimulación sexual. Por lo tanto, si no esperamos hallar esa satisfacción evitaremos tratar con ellas. Esto crea un falso estándar de hombría. Nuestra proeza sexual con las mujeres, se supone que es un índice importante de cuan hombres somos. Por lo tanto, si somos gays o célibes o, simplemente, no estamos obsesionados con el sexo, de alguna manera, resultamos sospechosos. Todo esto hace que se nos considere como animales y, por lo tanto, les resulte más difícil a las mujeres ver y comprender cómo somos realmente. Permite que entremos en el ciclo repetitivo de violación, exhibicionismo y abuso sexual. Últimamente ha habido un apoyo creciente a las victimas de estos crímenes, pero aún hay muy poca comprensión de la devastadora trampa en que están los hombres que actúan así. Todo esto limita nuestras posibilidades relacionales. A veces nos mantiene focalizados sobre sólo una persona, excluyendo otras relaciones buenas e importantes. En c ocasiones nos mantiene totalmente sujetos a la promiscuidad y nos impide que alguna vez lleguemos a estar verdaderamente cerca de alguien. Ocupa una inmensa porci6n de nuestra atención, nos distrae de enfrentarnos con asuntos reales, importantes de nuestra vida y nuestro mundo. También nos desvía de otras alegrías, del entusiasmo que es parte del estar vivo. Obviamente, es mucho más de lo que se podría decir de nuestro modelo de cómo son los seres humanos. Nos amamos naturalmente los unos a los otros y tenemos gran capacidad de relacionarnos satisfactoriamente. El modelo de comportamiento sexual aceptado en nuestra sociedad simplemente no tiene ningún sentido. Es confuso, hiriente, limitador, aislante y nos aleja de la verdadera alegría de ser humano, de estar vivo/a en este planeta. Entonces, ¿Qué hacemos con todo esto? Bien, desde luego no intentar justificar nuestro comportamiento sexual, sea cual sea. Tanta es la vergüenza alrededor de este tema, tanto hemos sido heridos, tantas veces se nos ha dicho que somos malos, que tengamos cuidado con lo que hacemos, que hay una verdadera tendencia entre los hombres a sentirse acorralados y de actuar a la defensiva en este área. Este pensamiento no es útil; por supuesto que no somos malos. Es necesario mirar directamente a la manera en que hemos sido heridos, confundidos y manipulados en este área, para que podamos aclarar las cosas y ver claramente cómo queremos ser en realidad. Un compromiso que yo he trabajado y ha funcionado muy exitosamente entre los hombres es; A partir de este momento prometo renunciar a todas las mentiras, confusiones, distorsiones acerca del sexo... iAh!, ya mis más queridas fantasías sexuales, para poder, de ahora en adelante, sentirme verdaderamente cercano. Hasta ahora ha funcionado muy bien y les invito a adoptarla. Su efecto es que comienza a separarnos del hecho de ser engañados y entrar en la senda de las fantasías una vez más. En lugar de ello nos dirige hacia donde está la verdadera confusión. La parte donde digo el “rAh!, y a mis más queridas fantasías...” es especialmente importante, porque es, a menudo, la parte a la que los hombres no estamos dispuestos a renunciar. Por ello es la parte donde somos más vulnerables al engaño y al delirio. Pienso que esto es importante, centralmente importante para nuestra liberación como hombres. Es interesante notar que la respuesta, que la reacción que provoca en algunos hombres es: “Debes de estar bromeando... yo no podría renunciar a eso”. Es como si se les estuviera pidiendo renunciar a la posibilidad de ser humanos. Yo creo que es un reflejo de cuán hambrientos hemos estado en este área. No estoy sugiriendo que renunciemos a nada de nuestra humanidad. Sugiero que renunciemos a la angustia y a las ilusiones que nos han mantenido lejos de ella. No debemos culparnos por nuestra confusión es el tema pero, en tanto sigamos actuan- do en función de nuestras grabaciones angustiosas acerca del sexo, seguiremos perpetuando nuestro propio aislamiento y permitiendo que la opresión continúe. En tanto tomemos una decisión clara y definitiva de renunciar a esta insensatez, podremos descubrir cómo hacer para que el sexo vuelva a ser nuestro otra vez, cómo disfrutarlo como una parte integrada y especial de nuestra humanidad, no como algo que nos distrae, nos aleja la atención de aquello que realmente importa o nos mantiene aislados.