LIBERTAD DE EXPRESIÓN EN ALPEDRETE La democracia es “el predominio del pueblo en el gobierno político de un Estado” (RAE). No entiende lo mismo el Ayuntamiento de Alpedrete, que considera que la democracia consiste en votar y callar durante cuatro años. Pero se equivocan, porque ejercer el poder amparándose en la imposición y la mentira, dando la espalda al pueblo, debilita los fundamentos de su representatividad y traiciona la confianza otorgada por los ciudadanos. Si los representantes de un Ayuntamiento impiden la legítima expresión del pueblo, algo está fallando en el ejercicio de la democracia. Si además un cargo público, la Alcaldesa, falta al respeto e insulta a los ciudadanos, porque se oponen pacífica y cívicamente a sus decisiones, entonces se están violando los principios de la democracia. Lamentablemente, esa ha venido siendo la norma de quienes han gobernado Alpedrete a lo largo de esta legislatura. Por eso hoy es preciso demostrar, con nuestra presencia aquí, que la democracia es un derecho activo y no pasivo, que tenemos derecho a la palabra, que no vamos a permitir que se coarte nuestra libertad de expresión. Hay diversas formas de impedir la libertad de expresión. Basta con aplicar medidas discriminatorias contra quienes se oponen a una determinada política, como ha hecho el Ayuntamiento de Alpedrete: frente a quienes no comparten sus ideas; frente a quienes no aceptan la restricción de la participación ciudadana; frente a quienes se oponen a la construcción desaforada e injustificada; frente a quienes denuncian el apoyo municipal a la destrucción del medio ambiente. Los hechos hablan por sí solos: → Se ha prohibido a los vecinos tomar la palabra en los Plenos, un acto de democracia que sí aplican muchos otros pueblos de España. Cuando se ha intentado protestar por esa mordaza, se ha echado a los discrepantes a la calle sin miramientos y con insultos. → Se ha impedido que las asociaciones ciudadanas puedan utilizar los espacios públicos, que son de todos, en beneficio de la comunidad. Incluso se cobra por el uso de la Casa de la Cultura, donde en cambio se permiten los actos de propaganda del PP. → Se han denegado locales para reuniones, charlas y actividades culturales, discriminando a quienes no se someten a la ideología partidista del PP, como le ocurrió al grupo de teatro alpedreteño Alkimetría Teatteri. → Se ha perseguido al movimiento ciudadano por denunciar la existencia de actividades neofascistas en esta localidad. La Alcaldesa, en lugar de poner coto a esos grupos violentos, presentó una querella criminal contra el Foro Social de la Sierra de Guadarrama. Su demanda fue sobreseída por los tribunales al carecer de fundamento. → Se ha sancionado a miembros de Alpedrete Sostenible por pegar carteles fuera de los lugares autorizados, aplicándoles una ordenanza municipal destinada a mantener limpio el pueblo. Pero nadie más había sido multado durante meses por causas similares, aunque las calles del pueblo estaban recubiertas de carteles de todo tipo. Tampoco se ha hecho nada desde entonces por evitar las pintadas fascistas, graffitis y actos de vandalismo que deterioran la imagen estética de nuestra localidad. → Y para rematar la faena, se ha ignorado la voluntad expresada por los vecinos, avalada por las firmas que dictamina la Ley y certificada por la Secretaria del Ayuntamiento, para que se realice una consulta ciudadana sobre el Plan General de Ordenación Urbana. La Alcaldesa se niega a ello, en lugar de asumir su papel de representante de la voluntad popular y dar cauce a sus legítimas aspiraciones. La Alcaldesa actúa como si su cargo le permitiera saltarse la ley ¿Porqué tanto interés en eludir esa consulta? ¿Porqué tanto furor contra los ciudadanos discrepantes? ¿Cómo se justifica ese acto de autoritarismo y falta de confianza en los ciudadanos? El Ayuntamiento de Alpedrete pretende deformar la realidad para adaptarla a sus propósitos, emplea la mentira para encubrir sus actos de despotismo. Pero la tergiversación y la manipulación suponen un pésimo ejemplo de comportamiento democrático. Defender la libertad de expresión es, aquí y ahora, oponerse a medidas discriminatorias que restringen la participación ciudadana y el derecho a la discrepancia. Defender la libertad de expresión es, aquí y ahora, enfrentarse a quienes mienten para confundir a los ciudadanos, en una práctica que se esta haciendo costumbre en las filas del PP. La negativa de la Alcaldesa a someter el Plan General de Urbanismo a una Consulta Ciudadana significa menospreciar la opinión legítimamente expresada de un elevado porcentaje de vecinos, significa acrecentar las sospechas de connivencia entre constructores y ediles municipales sin escrúpulos denunciadas por representantes del Parlamento Europeo. Desde Alpedrete Sostenible nos parece una actitud deplorable y un flaco servicio al ejercicio de la democracia local. Confiamos en que los ciudadanos reflexionen y tomen medidas que acaben con esa deriva autoritaria y ese grave quebranto de la tolerancia, el respeto a las opiniones ajenas y la preservación de nuestro entorno natural.