ACTUALIDAD ECONÓMICA Cristina a la

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ACTUALIDAD ECONÓMICA
Cristina a la Presidencia, Néstor al poder
Por Flavio Buchieri
Aunque mañana asume formalmente el cargo de Presidente de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner
ya ha anunciado -como dejado entrever- que su Gobierno será una clara continuación de lo realizado
hasta ahora por su esposo, tanto en materia de los lineamientos de la política económica instrumentada
como en los ejecutores de la misma. Si alguien tenía alguna esperanza de que el slogan de campaña del
oficialismo (“el cambio recién comienza”) fuera a convertirse en verdad, la realidad parece indicar lo
contrario. Y esto es una clara señal de que su esposo seguirá controlando los aspectos vitales de la
política y la economía nacional, mientras que ella sólo retendrá el manejo institucional -interno y externodel país. Parece así una relación donde el poder seguirá concentrado en las manos de Néstor mientras
Cristina guarda las formas y comunica las acciones tomadas con más elegancia y cuidado. Ese parece
ser sólo el cambio por venir.
Si bien ciertas acciones inevitables serán tomadas -otras ya lo han sido hechas, como el reajuste tarifario
para el consumo residencial (a partir de Enero próximo) y la contención del gasto público-, ya que sería
un error tremendo no reconocer los ajustados límites que la coyuntura de ahora en más tendrá -en
relación al pasado mediato-, lo cierto es que el modo de hacer y acumular política así como concebir el
esquema de distribución de la riqueza sigue intacto: se considera como sano e imprescindible que ésta
última sea producto de la intervención en casi todos los mercados, de tal forma que el Estado (es decir,
los Kirchner) sea quien indica cómo y cuándo se realiza dicha distribución. Aunque los resultados, por
ahora, no sean plenamente satisfactorios a la hora de hablar de una distribución más equitativa de los
frutos económicos logrados.
Si alguien tenía dudas al respecto, basta con ver quiénes se quedan y quiénes se van en el nuevo
gobierno por venir. La mayoría de los Ministros se quedan o bien son acomodados en áreas sensibles del
nuevo gobierno. Guillermo Moreno, el poderoso controlador de las estadísticas oficiales, sigue ocupando
su espacio aunque parece haber ganado más poder- mientras Julio de Vido, cuestionado por el manejo
de la importante obra pública, lo seguirá haciendo, a pesar de las internas palaciegas digitadas por
Alberto Fernández, que pujan por desalojarlo de su silla cercana al máximo poder. Por su parte, Martín
Losteau deberá lidiar con Guillermo Moreno ya que Néstor Kirchner seguirá siendo el verdadero Ministro
de Economía de la Nación. Por ende, más que hablar de un nuevo gobierno se puede decir que, o bien,
este nuevo período es nada más y nada menos que la re-elección de los Kirchner ó, en caso contrario,
que Cristina asume la Presidencia mientras Nétor retiene el poder. La marcha de los acontecimientos por
venir dictarán la verdad.
“Todo cambia para que nada cambie”
Dos señales de que nada va a cambiar. Por un lado, el aumento de las retenciones, abarcando ahora a
más bienes como es el caso de la exportaciones de minerales. El gobierno sigue apostando a desvincular
los mercados locales de los internacionales para evitar el traspaso a precios internos de los elevados
precios internacionales. Pero aquí hay un problema de inconsistencia temporal: la medida es efectiva en
el corto plazo pero atenta negativamente contra los incentivos a largo plazo para, precisamente,
aumentar la producción nacional de tal forma de abastecer al mercado doméstico a precios razonables
como los mercados mundiales a los precios vigentes. Sólo escapa de este contexto la producción
industrial y los servicios no transables internacionalmente que abastecen al mercado interno sin
competencia del exterior, por el alto valor del dólar como de los costos de transporte y otros
determinantes que impiden su importación a precios razonables.
El segundo ejemplo lo brinda la aprobación en la Cámara de Diputados (sólo falta en la Cámara de
Senadores aunque, por la nueva composición de la misma, será un mero trámite), por un nuevo período,
de la Ley de Emergencia Económica, que fue sancionada por primera vez el 6 de Enero de 2002 por el ex
Presidente Eduardo Duhalde. Para la mayoría de la población, el detalle más saliente de esta ley fue la
derogación de la Convertibilidad aunque, desde el punto de vista político, esta Ley le otorgó al Poder
Ejecutivo facultades extraordinarias para manejarse con cuotas de poder casi ilimitadas con un muy bajo
control por parte del Congreso, al limitar gastos, endeudamiento y estimaciones conservadoras de la
evolución económica del país. Néstor Kirchner tiene un gran afecto a esta medida y, por lo tanto, no sólo
la norma se ha venido prorrogando ininterrumpidamente desde que asumió su gobierno sino que ahora
se la ha regalado a su esposa. Sin embargo, lo más llamativo es que Cristina Fernández de Kirchner
nunca votó esta ley, aunque ahora estará forzada, como Presidente, a promulgarla. ¿Es una señal de que
los tiempos que se avecinan son difíciles, con lo cual hay que cubrirse ante el hecho evidente de que
ahora Cristina no podrá echarle la culpa a la “herencia recibida” por su esposo? . ¿O es una muestra
adicional de que lo que viene es “más de lo mismo”?.
El contexto económico en el 2008
La actual situación económical, si bien puede definirse todavía como positiva, muestra algunas falencias
que merecen atención, si bien el gobierno está actuando sobre ella. En ese marco, se debería tanto
moderar el aumento del gasto público para que éste no crezca más que la recaudación, moderar los
aumentos salariales para que sean coherentes con la tasa de devaluación y los aumentos de
productividad y ajustar las tarifas de servicios para moderar la demanda y proveer los fondos necesarios
para la inversión. Este debería ser, a grandes rasgos, los puntales del continuismo económico por venir.
Existen argumentos para estas consideraciones. Lo negativo de la situación actual es que los equilibrios
“gemelos” (fiscal y externo) se están sosteniendo gracias a una generosa coyuntura de precios
extraordinarios de exportación, que han permitido un crecimiento notable de las exportaciones y de la
recaudación fiscal. Si estas condiciones extraordinarias desaparecieran, estaríamos con importantes
déficits fiscales y externos que conducirían a un ajuste severo y traumático. Por otro lado, la abundante
liquidez internacional ha permitido hasta ahora la renovación de vencimientos de deuda, pero estos
vencimientos son crecientes en los próximos años y su refinanciamiento se complicaría si las condiciones
financieras internacionales se deterioraran y la situación fiscal no mostrara solvencia.
Una actitud prudente aconsejaría entonces rehacer los superávits perdidos, para estar preparados para
una eventual desmejora de los precios internacionales y de la liquidez internacional. Pero claro, un ajuste
importante requiere devaluar y ajustar más agresivamente las tarifas públicas, mientras se moderan los
aumentos salariales. Deshacer los excesos distribucionistas de los últimos años sería una operación
políticamente delicada, ya que se podría desatar una puja distributiva que descontrole la inflación.
El contexto político y el porvenir inmediato
Pasadas las urgencias electorales del 2007, los intereses políticos de la pareja presidencial deberían
coincidir con un ajuste que reestablezca los superávits perdidos aunque la continuidad del oficialismo ha
reducido las urgencias por consolidar el poder habrán. Ahora el nuevo objetivo debería ser contar con
una economía a prueba de crisis internacionales y permita mejorar las principales variables macro que
tienen incidencia en la inversión y el aumento continuado de la productividad.
Así las cosas, ¿qué puede visualizarse para el 2008?. Pues, en primer lugar, todo parece indicar que se
continuará con las inconsistencias recientes, esto es, aumentos de salarios y de gasto público que
exceden el crecimiento de la recaudación y la devaluación, profundizando los desequilibrios. Sin
embargo, Cristina Kirchner está insistiendo con la necesidad de una mesa de concertación que tendría un
objetivo de mínima, que consistiría en evitar el deterioro fiscal y externo, y un un objetivo de máxima, que
supondría reconstruir los superávits perdidos y superar las restricciones energéticas. El ajuste del 2008,
¿se limitará a evitar un daño mayor o procurará revertir el daño ya hecho?. ¿Dependerá de cómo se
produzca el mencionado Pacto o, más bien, de cómo llegan al mismo los agentes intervinientes?.
Por ahora toda es una incógnita. Lo que sí se sabe es que el oficialismo sigue disfrutando de un forma de
hacer política y manejar la economía que, hasta ahora y principalmente por méritos externos, tan buenos
resultados le ha dado. Habrá que ver si la suerte dura toda la vida y la dinámica política interna lo permite.
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