6 ¿Estoy listo para morir? El Papa Francisco nos da consejos para ese último adiós “Cuándo será, no se sabe, pero vendrá el momento en el que ‘hasta luego’, ‘hasta pronto’, ‘hasta mañana’, ‘hasta la vista’ se convertirá en ‘adiós’”, meditó el Pontífice ¿Estoy preparado para encomendarme a Dios?, ¿para hacer la última despedida cuando Cristo me llame a la otra vida?, fueron las preguntas que hizo el Papa Francisco en la Misa de la Casa Santa Marta, donde reflexionó sobre las despedidas, grandes y pequeñas, que tiene el ser humano durante y al final de su vida. “Cuándo será, no se sabe, pero vendrá el momento en el que ‘hasta luego’, ‘hasta pronto’, ‘hasta mañana’, ‘hasta la vista’ se convertirá en ‘adiós’”, meditó el Pontífice. El Santo Padre centró su homilía en el discurso de Jesús antes de la Pasión y en la despedida de Pablo en Mileto antes de ir a Jerusalén. Además recordó a los cristianos perseguidos y demás migrantes que son obligados a huir de sus lugares de origen. “Jesús se despide, Pablo se despide, y esto nos ayudará a reflexionar acerca de nuestras despedidas”. En la vida “hay tantas despedidas”, pequeñas y grandes y hay también “tanto sufrimiento, tantas lágrimas” en algunos casos, señaló Francisco. “Pensemos hoy en aquellos pobres rohingyas de Myanmar. En el momento de dejar su tierra para huir de las persecuciones no sabían qué les habría sucedido. Y desde hace meses están en barcazas, allí… Llegan a una ciudad en la que les dan agua y comida y les dicen: ‘Váyanse’. Es una despedida. Entre otras cosas, hoy se produce esta despedida existencial grande. Piensen en la despedida de los cristianos y de los yazidis, que no piensan volver a su tierra, porque fueron expulsados de sus casas. Hoy”. Francisco señaló que también hay pequeñas y grandes despedidas, como la “despedida de la mamá, que saluda y da el último abrazo al hijo que va a la guerra; y todos los días se levanta con el temor” de que alguien venga a decirle: ‘Le agradecemos mucho la generosidad de su hijo que ha dado la vida por la patria’”. También está “la última despedida que todos nosotros debemos hacer, cuando el Señor nos llama a la otra vida. Yo pienso en esto”. Estas grandes despedidas de la vida, “también la última, no Benedicto XVI cumplio 38 años como Obispo Ordenado Obispo en la Catedral de Múnich (Alemania) y se cumplen 38 años de aquel momento en la vida del ahora Papa Emérito Benedicto XVI El 28 de mayo de 1977, el entonces P. Joseph Ratzinger fue ordenado Obispo en la Catedral de Múnich (Alemania) y se cumplen 38 años de aquel momento en la vida del ahora Papa Emérito Benedicto XVI. Entre los principales consagrantes de Benedicto XVI se encontraban el Obispo de Wuzburg, Mons. Josef Stangl; el Obispo de Ratisbona, Mons. Rudolf Graber; y el Obispo Auxiliar de Munich, Mons. Ernst Tewes. En aquel tiempo, luego de 80 años, la cátedra episcopal era confiada nuevamente a un sacerdote de la gran diócesis bávara. En el consistorio del 27 de junio del mismo año, el futuro Papa Benedicto XVI fue creado cardenal por Pablo VI. Benedicto XVI –Cardenal Joseph Ratzinger-, nació en Marktl am Inn, en la Diócesis de Passau (Alemania) el 16 de abril de 1927. Entre las importantes labores que desempeñó al servicio de la Iglesia destaca que en 1962 participó en el Concilio Vaticano II como consultor teológico del entonces Arzobispo de Colonia (Alemania), Cardenal Joseph Frings. Además sirvió durante años como Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Presidente de la Pontificia Comisión Bíblica y de la Pontificia Comisión Teológica Internacional, así como Decano del Colegio Cardenalicio. El 11 de febrero de 2013 anunció su renuncia al pontificado, la que se hizo efectiva el jueves 28 del mismo mes. Actualmente Joseph Ratzinger vive en el monasterio Mater Ecclesiae en el Vaticano, en donde se dedica a la lectura y la oración. Una de sus últimas y más recordadas apariciones fue al lado del Papa Francisco durante la canonización de San Juan Pablo II y San Juan XXIII, considerado por la prensa como “el día de los cuatro Papas”. son las despedidas de un ‘hasta pronto’, ‘hasta luego’, ‘hasta la vista’, que son despedidas que uno sabe que vuelve, o inmediatamente o después de una semana. Hay despedidas de las que no se sabe cuándo y cómo volveré –dijo también el Santo Padre–. Y afirmó que el tema de la despedida también está presente en el arte y en las canciones. “Me viene una a la mente, esa de los alpinos, cuando aquel capitán se despide de sus soldados: el testamento del capitán. ¿Yo pienso en la gran despedida, en mi gran despedida, no cuando debo decir ‘hasta luego’, ‘hasta más tarde’, ‘hasta la vista’, sino ‘adiós’? Estos dos textos dicen la palabra ‘adiós’. Pablo encomienda a Dios a los suyos y Jesús encomienda al Padre a sus discípulos, que permanecen en el mundo. ‘No soy del mundo, pero custódialos’. Encomendar al Padre, encomendar a Dios: éste es el origen de la palabra ‘adiós’. Nosotros decimos ‘adiós’ sólo en las grandes despedidas, tanto de la vida como en la última”. “Creo que con estos dos íconos, el de Pablo que llora de rodillas en la playa, todos allí; y en Jesús, triste, porque le esperaba la Pasión, con sus discípulos, llorando en su corazón, podemos pensar en nuestra despedida. Nos hará bien. ¿Quién será la persona que cerrará mis ojos?”, expresó. “¿Qué dejo? Tanto Pablo como Jesús, ambos, en estos pasajes hacen una especie de examen de conciencia: ‘Yo he hecho esto, esto, esto…’. ¿Yo qué he hecho? Pero me hace bien imaginarme en aquel momento. Cuándo será, no se sabe, pero vendrá el momento en el que ‘hasta luego’, ‘hasta pronto’, ‘hasta mañana’, ‘hasta la vista’ se convertirá en ‘adiós’. ¿Yo estoy preparado para encomendar a Dios a todos los míos? ¿Para encomendarme a mí mismo a Dios? ¿Para decir aquella palabra que es la palabra del encomendarse del hijo al Padre?”. Francisco concluyó aconsejando leer las lecturas sobre la despedida de Jesús y la de Pablo, y a “pensar que un día”, también nosotros, deberemos decir aquella palabra, “adiós”. “A Dios encomiendo mi alma; a Dios encomiendo mi historia; a Dios encomiendo a los míos; a Dios encomiendo todo”, expresó. ¿Por qué el apego a la riqueza genera corrupción? Responde el Papa Francisco El Santo Padre dijo que “el apego a las riquezas es el inicio de todo tipo de corrupción, por doquier: corrupción personal, corrupción en los negocios, también la pequeña corrupción comercial, la de aquellos que quitan 50 gramos al peso justo, corrupción política, corrupción en la educación… ¿Por qué? Porque aquellos que viven apegados al propio poder, a las propias riquezas, creen que están en el paraíso. Están cerrados, no tienen horizonte, no tienen esperanza. Y al final, deberán dejar todo”. Así lo indicó el Papa comentando el pasaje del joven rico que le pide a Jesús seguirlo y le asegura que quiere vivir desde siempre los mandamientos, pero después cambia totalmente su humor y actitud cuando el Maestro le dice que el último paso que debe cumplir, eso que le falta es vender sus bienes, darlos a los pobres y entonces seguirlo. De golpe, “la alegría y la esperanza” desaparecen en aquel joven, porque él, no quiere renunciar a su riqueza. El Pontífice observó que “hay un misterio en la posesión de las riquezas”. Porque “las riquezas tienen la capacidad de seducir, de llevarnos a una seducción y de hacernos creer que estamos en un paraíso terrenal”. En cambio, afirmó Francisco, aquel paraíso terrenal es un lugar sin “horizonte”, semejante a aquel barrio que recordó haber visto en la década de los años setenta, en que vivía gente acomodada que había fortificado los límites para defenderse de los ladrones. “Y vivir sin horizonte es una vida estéril, vivir sin esperanza, es una vita triste. El apego a las riquezas nos da tristeza y nos hace estériles. Digo ‘apego’, no digo ‘administrar bien las riquezas’, porque las riquezas son para el bien común, para todos. Y si el Señor a una persona se las da es para que las utilice para el bien de todos, no para sí mismo, no para que las encierre en su corazón, que después con esto se vuelve corrupto y triste”. El Santo Padre insistió en que las riquezas que carecen de generosidad, “nos hacen creer que somos poderosos, como Dios. Y al final nos quitan lo mejor, la esperanza”. Pero Jesús, dijo el Papa, en el Evangelio indica cuál es la justa modalidad para vivir una abundancia de bienes.