ESTE NUMERO HA SIDO REVISADO POR LA CENSURA EHJ TIEMPO.—^En M a d r i d : Máxima, IB,3; mínima, T,0".—En p r o T i n d a s : Máxima, 22" en Sevilla; m í n i m a — I" «n Zamora ^Tiempo proTwble en 24 horaa: Vientos flojos <1« dirección varlabl* y buen tleanpo. Algunas nl&blae.—Presiones b a r o m é t r i c a s : Máxima, 704,8; minlma, 70S,5.—^Vientos: N N E . ; fuerza, 4-S.—Olelo: Cubierto.—Uavlas: 0.—^Hcxras do Insolación: 1.50, / J Año IX.—Núm. 2.568 :: Precio: 10 céntimos el ejemplar. L E T R A S E IDEAS Los novelistas rusos Dobo hacer una aclaración o adición de índole bibliográfica a las notíis de lectura que dediqué a las nuevas ediciones de Dostoyewski. Antes que las ediciones Bossard, se liabía publicado una versión española completa y directa de "Los posesos", en la Colección Univer6al de Calpe. E s t a traducción española se titula "Los endemoniados". E s una equivalencia, no menos exacta que la francesa, del título ruso. So puedo decir, sin a p a r tarse de la exactitud: "'Los endemoniados", "Los posesos" o " L o s energúmenos". E n castellano no faltan equivalencias p a r a el caso. E s t a abundancia de sinónimos o casi sinónimos es u n a consecuencia iTistórica de supersticiones que aquí tuvieron gran desarrollo y dojaron u n a huella lúgubre y sangrienta en los archivos de la Inquisición. No se extrañe el lector do que no tuviera présente osa edición española perteneciente a una colección en cuyo catálogo figura uno de mis libros. L a Colección Universal de Calpe consta de u n millar de números. E s el mayor esfuerzo de divulgación literaria realizado en E s p a ñ a , que hace recordar, por la variedad y el volumen, las series de Tauchnitz y Everyman's Library. No he leído todos los volúmenes do esta biblioteca española. Cada día va siendo más Verdad en el dominio bibliográfico el " A r s longa, vita brevis". Las horas son breves p a r a la muchedumbre de los libros. ^ Las traducciones de los autores rusos han sido uno de los éxitos de la Colección Universal de Calpe. Estas ediciones, p o r su economía y esmero y p o r la extensión do sus tiradas, han popularizado en E s p a ñ a a los nuevos novelistas rusos, e indirectamente han estimulado a la publicación de otras ediciones. H o y se leo con mayor ÍMtcrés que nunca a los rusos y so les x>"-icdc leer con más aproximada csBctilud en lenguas extranjeras. En razón a la tormentosa historia (> Ivusia en todo el siglo X I X y M. continnacióu, hace i^iempo que liaj' eniígrados rusos diseminados p o r E u r o p a . Después do la Revolución, desenlac-e trágico de una conspiración seculífr, esos emigrados h a n aumentado y se han extendido p o r todas partes. No están, ya sólo -en Zuxlch, en Londres y en P a r í s . E n todos los países hay • refugiados de esta nacionalidad, fugitivos del g r a n incendio del Este, o a v e e ^ emisarios del comunismo moscovita. También en la emigración anterior a la revolución ge mezclaban con los conspiradores y los emigrados políticos agentes secretos del Gobierno zarista. Muchos de estos rusc« emigrados pei-tenecen a las clases intelectuales. E l ruso se hace fácilment e poliglota, ti«ne el don de lenguas do los pueblos del oriente de Eui'opa. Se comprende fácilmente ol g r a n impulso que ha dado a las traducciones de la literatura de su país, esa legión de emigrados, on general despro\'istos de recursos y obligados a ganarse el p a n en el extranjero. • • • Ss reproduce en esta dispersión de los emigrados rusos un fenómeno histórico que repetidamente ha influido en la culÍTira. Los sabios bizfyitinos que se refugiaron en el Occidente, en las postrimerías del Imperio de Constantinopla, fueron los introductores de los humanistas en la cultura griega, los abrieron las p u e r t a s de la H e lada clásica e i n a u g u r a r o n la fase helenista del Renacimiento. "Grecum est, non legitur", se decía en la E d a d Media, .v todavía en pleno humanismo, el P e t r a r c a conservaba amorosamente, antes de iniciarse en el idioma griego, un manuscrito homérico, como vaso cerrado de belleza, puesto que podía leerle. Antes se habían conocido emigraciones en algo semejantes. Los griegos se esparcieron por el imperio romano y helenizaron al duro pueblo del Lacio, cuando Grecia quedó reducida a la provincia de Aca3"a. E l Imperio, en sentido de vasto dominio territorial sobre pueblos diversos (y no de institución), existía ant«3 de Julio César. L a República, con sus conquistas, se hizo imperial e imperialista. Los emigi'ados griegos hicieron del mundo romano el cuerpo del lieienismo, en que ellos pusieron'el espíritu. Tambiéa la emigración judía, anterior a la g r a n dispersión, en p a r t e histórica y en p a r t e simbólica, que sucede a las insensatas sublevaciones contra los romanos y a la destrucción del Templo, ejerció un g r a n influjo en los destinos de la humanidad. L a diseñiinación de los^ judíos favoreció la p r o p a gación del Cristianismo e influyó en la formación de la dogmática cristiana con ol elemento judoo-alejandrino. San Pablo, el apóstol de los gentiles, viaja de sinagoga en sinagoga, on sus misiones de prop.aganda, y los judíos lo introducen en el mundo gentil. • * « L a emigración rusa parece un fenómeno diminuto comparada con esos grandes ejemplos históricos. Debemos considerar, sin embargo, que es u n hecho próximo y p r e sente, cuyas consecuencias no podemos prever, y, p o r o t r a p a r t e , que a medida que la ci\nlizaeión se h a hecho rflás sólida y más densa, las causas regulares y constantes han afirmado su imperio sobre la mudanza de los hechos. E l margen de lo extraordinario se h a reducido. Las grandes trasformaeiones se disuelven en u n lento "devenir". DIARIO eompa""ar juí.tamente a la emigmción francesa de la época de la Revolución, que fué un fenómeno secundario y pasajero. Los emigrados franceses (no hablo, naturalmente, do los que formaron el ejéi'cito de Conde) no podían trasmitir a E u r o p a nada nuevo, puesto que E u r o p a estaba empapada de cultura francesa. Los rusos es distinto. Los nuevos autores realistas de la genoración o la constelación de Gorki están mostrando zonas del alma eslava, donde no dominan el "asiatismo" y el misticismo rusos, que eran p a r a algunos como u n a marca espiritual de la raza. Estos epígonos son tí\n interesantes como los gi'andes maestros, aunque no los igualen en genialidad. Descubren iiu sentido naturalista y europeo, lejano del cristianismo primitivo, evangélico, emancipado de la noción de Iglesia, y anterior, espiritualmente, a la historia de las Iglesias, do Tolstoi, y en p a r t e también de Dostoycwski. Al mismo tiempo esos autores, Andreicv, Chejov, Ivrnpin, entre otros, ofrecen u n incomparable documento psicológico de la Revolución rusa. L a literatura rusa es una liter a t u r a joven, que todavía no puede ponerse a p a r de las grandes literaturas de E u r o p a , como la española, la francesa, la inglesa, la italiana y a alguna distancia la alemana. Acaso con el tiempo las supero, si hemos de j u z g a r por lo ya realizado, por ese g r a n florecimiento de la novela rusa, heraldo o profeta de u n a revolución, que empozó a gei^minar en los albores del siglo X I X . E . Gt)MEZ DE RAQUERO (Frotiibida la reproducción.) ^ Asesinato de un sabio austríaco en Turquía VIENA ::3 (12 n.).—Ha sido asesinado en Turquía el sabio austríaco Jorge Weilli, cuando realizaba una excursión a la ciudad de Zile. El Gabinete turco h a enviado su pésame al Gobierno austrl a c ó . •ítffr,.i — Catástrofe ferroviaria Veinte muertos y veinticinco heridos NUEVA YORK 29 (11 n.).—E! expreso de Florida a Kansas-Citv ha descarrilado, a unos cincuenta kilóraeti-o-s de Menphis. El convoy constaba de ocho vagones. Primero se salieron de la vía dos furgones, y en segTjida todos los coches, menos dos, cayeron .por u n terraplén de diez metros de altura, en el momento en que dormían casi todos los viajeros. El número de víctimas se eleva a veinte muertos y veinticinco h e ridos. (Radio.) Madrid, viernes 30 de octubre de 1925 INDEPENDIENTE Los mejores libros y los mejores autores de 1a Amenea hispaanica No sé por qué los escritores hispanoamaricanos habríamos de escribir en cierto diapasón p a r a América y en tono distinto p a r a España. P o r mi p a r t e j a m á s lo hice. Y ya estoy demasiado viejo p a r a adquirir nuevas costumbres; nuev a s malas costumbres. Las quetengo me b a s t a n . Así es que a las interrogaciones de ''El I m p a r c i a l " , de Montevideo, puedo responder desde las columnas de E l i SOL, de Madrid. Y empiezo. Aquí lo mando mi contestación a las tres p r e g u n t a s de su encuesta. 1." ¿Que cuáles son los cinco o seis primeros libros de HispanoAmérica? Los mayores escritores de nuest r a América han sido h a s t a ahora escritores políticos, o que se rozaron rnucho con l a política y tuvieron, no un perenne sueño de ai-te puro, sino marcada intemción social. Los t r e s grandes poetas de nuestro período clásico—Olmedo, Bello, Heraáia—no me dejarán mentir. Diré p a r a precisar, que, oon rai-as excepciones, nuestra,,-''t e r a t u r a , h a s t a el pi-ssente, tiene un aspecto social inconfundible. L a s condiciones de n u e s t r a vida ooleotiva ezplicarían este fenómeno. Algunas de las mayores obras de la literaitura americana deben buscarse entre autores no exclu¡.ívaniente litaratos. Coloco en primer término, por su belleza de expresión y por su importancia en todo orden, las C a r t a s de Bolívar, m á x i m e l a s de 1823 a 1827. Después h a b r í a que h u r o n e a r y decidir en personajes como Martí, como Albgrdi, como González P r a da, como Cecilio Acosta, como J o sé Vascongelos, como Francisco j García Calderón, mitad políticos, mitad literatos. El grano, como se mira, h a y qus descubrirlo en la paja. E n t r e los podtas se disputarían la palma Gutiérrez Nájera, Casal, Rubén Dai-ío, Jcsé Asunci&i Silva, Choca.no, Valencia, H e r r e r a Reissig, Salvador Díaz Mirón- _ Los comediógrafo>3 se inclinarían, casi todos de buen grado, ante Florencio Sánchez. ¿NoveSist a s ? Ahí e s t á n A k i d e s Arguedas, Javier de Viana, Díaz Rodrtguez, otros. Cuentistas, lo's contamos muy estimables en Méjico, en Centroamérica, en Colombia. E n t r e los historiadores, los hay jocosísimo? —jocoisisimos a "contre-coeur"—. Todo en el vasto mundo lo ha hecho su país. Lx>s argentinos estilo Mitre v a n ' a la cabeza de estos divertidos historiadores. Pero menguada seria la literatura que no contara en un período de ciento y tantos años con cinco o sais obras maestras. Nosotros las tenemos. Me parece que podrían diputarse, cada una en su género, como obras de p r i m í r orden en cualquiera liter-atTira las siguientes: a ) "Tradiciones peruanas", por Ricardo P a l m a (del P e r ú ) . b) "Siete Tratados", p o r J u a n Montalvo (del E c u a d o r ) . c) "Facundo", por D. F . Sarmiento (de A r g e n t i n a ) . d) "Biografía del general José Félix Iíiba,s", por J u a n Vicente González (de Venezuela). e) "Motivos da Proteo", iwr J. E. Rodó (de U r u g u a y ) . f) "Cantos de vida y esperanza", por Rubén Darío (de Nicaragua). Plabría más. F a l t a n en la lista una obra de teatro y una novela. P e n g a usted, si le parece, p a r a representar el ,.'|5;íro, "Barranca abajo", da Fioreíilio Sánchez, y p a r a represent a r la novela ¡jonga la romántica "María", de J o r g e Isaac, traducida en casi todas las lenguas de E u ropa e imitada por el poeta español Núñez de Arce en el poema "Un idilio". n u e s t r a lengua. Seremos originales cuando seamos dignos y no nos arrodillemos con espíritu coloníail ante Europa y ante los E s tados U n i d o s . ' Literariamente Francia, después de habernos hecho mucho ,bien, nos h a causado perjuicio enoi-ms. P a r í s es para nosotTos la sombra del manzanillo. 3." L a s literaturas extranjeras que m á s influencia han ejercido .sobre nuestros escritores h a n sido la española y la francesa. Creo que nadie lo duda. Por eso lo afirmo t a n rotundamente.Dejo contestadas sus tres preguntas. Sobre cualquieta de las tres podría escribirse u n libro..., y aun dos, p a r a no perder n u e s t r a hispanoamericana costumbre do ser pesadibos..., de saber volar con la gracia del elefante. R. BLANCO-POMBONA (Frohihida la reproducción.) La tumba de Tutankamen H a aüio abierto ol sarcófago E I J C A I R O 20 (11 n.).—Ha vuelto a abrirse la tumba de Tutankameri. Sil lia levantado la cubierta del sareófag-o y ss lia descubiorto un segundo sarcófago en el interior del primeru. Est,tba cubierto con un lienzo fino, f=obre el que había ramos de flores relativamente bien conservadas. (Radio.) —^^»— uevos mmiS" tros alemanes Añadiré que una colección de discursos de Jo'sé Martí, quo tai vez no exista, podría sólo compararse con una coilección de Sonatas de Beethoven. Apartando a Castelar, m u y diferente de Marti en virtudes y defectos, pero otro Amazonas lírico, ¿de qué orador, en qué lengua cabría decir otro tanto ? 2.' La obra hispanoamericana que conceptúo máis originaá está aún en el espíritu de futuros creadores. Hemos vividos cien años de préstamo. Lo hemos imitado todo. Hemos saqueado a los es,pañolos. Nos hemos prostituido a los pies de los franceses. Aun lais botas i t a l i a n a s e inglesas h a n conocido .tiEiiniiiiiiiiiiiiiiiiiiiiHiunuHiiinh En segunda plana: DISTRIBUCIÓN GEO: GRÁFICA DE L A P O BLACIÓN EN,GAL!. C Í A , por Juan Dantín Cereceda. VI oaiic Uer 1 u ü u n , qii'> «¿e critarga del m l n K t t i . o .le U.i<'jcii'la. PANORAMAS INGLESES Las deudas interaliad as ES ministro (le la Kcichswelir, señor Gessler, encargado d e la cartera del Interior ENTRE COLABORADORES, por Bagaría . ; ¡Oh, »sí. Dor AD. Francisco Cambó Muy admirado señor m í o : E n Fjspaña hemos pasado p o r u n largo período de bocas cerradas. Pero usted mismo inauguró, hace poco, el de las cartas abierta.?. L a que me atrevo a dirigirle hoy ii usted, aun cuando no tenga el honor de conocerle personalmente, es una modesta eontribueióa a este nuevo período de nuestra vida pública. Y como sé que a usted no le gustan los preámbulos, iré al grano en seguida. Se ha estado discutiendo mucho en toda E s p a ñ a , y especialmente en Cataluña, sobre el verdadero propósito, sobre la razón secreta de la carta que dirigió usted al rsoñor marqués de Estella. No ignora usted, seguramente, que goza usted de una cierta fama de hombro enrevesado, habilidoso y maquiavélico. A mí, en feambio, siempre me ha parecido usted casi todo lo contrario. Yo lo tengo a usted, diga lo que quiera el vitlgo, por un temperamento muy entusiasta y emotivo. Su historia política, en los momentos culminantes, es la más cordial quo pueda hallarse entre los estadistas españoles modernos. P e ro, en fin, j ' a sabe usted que Sagasta n o usó nunca tupé, y usted pareos destinado a c a r g a r con el saco de la malicia ajena. Lo cierto es que a su carta dirigida al marqués de Estella se le han dado las más complicadas, las más absurdas, las más fantásticas interpretaciones. E l común de las gentes suele verlo todo, menos lo esencial. Y lo único esencial, a mi juicio, de esa carta t a n discutida, lo único que demostraba a las claras, poi^que n o p o d í a demostrar otra cosa, es que usted, en la actualidad y en la esfera política, representa una g r a n energía cesante, Significaba, por encima de todo, que usted, tarde o temprano, ha do volver a la vida pública que abandonó, pues y a le está t a r d a n do el reingreso en ella. Como todo verdadero hombre de acción, usted no puede permanecer largo tiempo con los brazos cruzados. Intervino usted activamente en la vida pública española, interviene usted en elia ahora mismo, a pesar de las circunstancias, e intervendrá usted mucho más aún el día menos pensado. Y aquí asoma un interesante, u n importante problema que usted mismo planteó con su carta, de una manera implícita y quizás sin quererlo. E s éste: ¿cómo intervend r á usted, cuando le llegue la h o r a de hacerlo de nuevo? Sólo caben dos r e s p u e s t a s : o p o r el "mismo camino que signió usted en su anterior etapa, como leader del regional ¡.smo catalán, o p o r u n camino distinto. Examinemos, le ruego, ambas posibilidades. El teatro del West-end IX)NDRES. (De nuestro redactor-corresponsal).—Comienza a h o r a la t e m p o r a d a t e a t r a l en Londres, y comienza oon ella la lucha silenciosa entre la l i t e r a t u r a d r a m á t i c a y la i n d u s t r i a t e a t r a l . Londres no es una excepción de las o t r a s capitales europeas. Lo mismo que en casi todas, el t e a t r o es u n a industria. Sólo que como Londres es la capital L a emigración rusa parece, oon del primer país industrial de Europa, la i n d u s t r i a del teatro se hace todo, llamada a difundir las ideas en g r a n estilo. Los teatros del West-end l e p r e s e n t a n todas l a s noches y las letras de u n pueblo no bien WASHINGTON 29 (9 n.).—La cientos de mile« de libras. U n a comedia insigniftcante cuesta mucho conocido en E u r o p a , novicio en la consolidación de la deuda de gue- m á s que <!ualquiera de las óperas del Goven Garden. P a r a a d o r n a r vida europea, y, según algunos,? r r a de Estonia h a quedado fijada unos cuantos chistes de buena o mala calidad se g a s t a n m ü e s de liapenas europeo. No se .la podría en 13.830.000 dólares. (Fabra.) bras en sedas, en papeles, en maderas, en joyas y en mujeres bonitas. Las sedas, los papeles, las maderas, las joyas y las mujeres bonitas tüUiUUUÍtiS constituyen el verdadero espectáculo. IJOS chistes son n a d a m á s que el pretexto. Le ocurre al t e a t r o igual que al libro. Quien vea l a s refe- | rencias bibliográficas de los diarios e n c o n t r a r á , sin duda, el índice de , u n a g r a n labor l i t e r a r i a . Pero ninguno de estos libros logna nunca ' difundirse t a n t o como las novelas que se venden en las estaciones del Subterráneo. L a única diferencia entre el t e a t r o y el libro es que las comedias del West-end son l a s m á s c a í a s , y l a s novelas d e l ' S u b t e r r á neo son, por el contrario, las m á s b a r a t a s . L a lógica está de p a r t e del libro. E n este c o m e r d o del t e a t r o h a habido un cambio de frente. H a s t a hace poco el modelo lo daba P a r í s . Lo mismo p a r a l a s modas femeninas que p a r a l a s m a n u f a c t u r a s literarias. Los g r a n d e s t e a t r o s del niundo, como el español, el inglés y el italiano, desaparecieron bajo la invasión de las exportaciones francesas. E n E s p a ñ a hemos tenido la f o r t u n a de que l a s m a n u f a c t u r a s modelo francés de Benavente merecieran u n premio Nobel. P e r o en Italia, seg-ún lo h a dicho m u y bien Pirandello, n o c o n s i g n ó sino modificar el lenguaje del escenario y acabar con l a deliciosa comedia italiana. E n I n g l a t e r r a no h a logrado nada. Se h a ido sin d e j a r r a s t r o . A h o r a vienen las modas norteamericanas. L a g u e r r a h a destruido l a influencia de P a r í s y h a creado, en eam.bio, l a influencia de N u e v a Yoi"k. E s t e e s u n o de los aspectos d« la p o s t g u e r r a que no sería inútil e s t u d i a r a fondo. Porque t a n t o como antes las plumas no se movían m á s que p a r a describir l a s diferentes modalidades del adulterio, no sería r a r o que pronto no se muevan sino p a r a decir estupideces contra la teoría de la evolución. Londres es, n a t u r a l m e n t e , contra quienes dudan de l a s correspondencias sociales de la época, donde con m á s extensión se difunde el ejemplo norteamericano. Los t e a t r o s del West-end son u n a especie de sucursales de los t e a t r o s de Broadway. Si no económicamente, lo son, por lo menos, en s u adhesión a l gusto yanqui. E n s u s s a l a s se cantan las m i s m a s t o n a d a s que en l a s del otro lado del m a r , y ese derroche de dinero en telas, plumas, joyas y mujeres es u n reflejo del de Broadway. N u e v a Y o r k da el tono. Las mujeres se cortan «1 pelo, los t e a t r o s se<estuipid¡zan y unos cuantos desgraciados a n d a n pregonando por allí que el único valor intangible es el del dinero. Como es m á s fácil entender el "No tenemos b a n a n a s " que u n a escena de B e m a r d Shaw o las c o r r e r í a s de u n a pelícukf d i s p a r a t a d a , que "Richard I H " , la multitud sigue el compás. P e r o E u r o p a no t e r m i n a a h í . A ú n queda lo mejor de su espíritu, luchando contra la invasión. E s t e a ñ o el l)Uen t e a t r o inglés h a dado un paso adelante. A poca distancia de u n a s tablas en las que dos seres perfectamente norteamericanos se dedican t^odas las noches a t i r a r s e los t r a s t o s a la cabeza u n a compañía de repei-torio h a iniciado u n a t e m p o r a d a de B e m a r d Shaw. L o s compañías de repertorio son en cierto modo compañías de aficionados. P e r o de aficionados que no compiten, como los de Madrid, con los profesionales. Los de Madrid se dedican a p e r d e r el tiempo con l a s t o n t e r í a s de L i n a r e s Rivas. Estos se consagran a reivindicar el t e a t r o . Debido al esfuerzo de una d'; ellas, Londres h a visto en estos días, p o r p r i m e r a vez, " L a profesión de M r s . W a r r e n " , y está asistiendo eji el Regent de King's Cross a u n a revista ordenada e inteligente de la o b r a de Shaw. Gladys Cooper, por otro lado, r e p r e s e n t a con Gerald du M a u r í e r la última obra de Lonsdale. Poco a poco el buen espíritu ya g a n a n d o un sitio en e! centro de Londres. L a t a r e a no es blanda. Todavía hay miles de personas que esiseran seis h o r a s a la p u e r t a de u n t e a t r o del West-end, mientras en el glorioso Oíd Vic j a m á s se agotan los billetes. E l pueblo n oquiei-e que le compliquen sus horas de esparcimiento. Lo malo es que, eff este caso, el pusMo es l a clase media, m.adre ubérrima y mon amí! En votre peple son tres fclises: han chambiado de gouvemaman; propicia de todas las insensateces. no chambiar. ni la chemise nos chaitjbiamos. (Francés de Bagaría.) , ^ ^ ^ . , César FALCON CARTA ABIERTA E l ministro de Trasportes, señor Krone, que d e s e m p e ñ a r á la c a r tora ílo Economía púlilica Vianas di dimisiones CASTE|.LON 29 (12 n.).—Han preí5entád{) la dimisión de sus cargos el presidente de la Diputación provincial, general T>. José Girón, y los diputados que forman la Comi.^ión provincial, Srea. CJarreras, G<inzalvo, Alegro y Domeq. Al aceptar las dimisiones de cetos señorea, el gobernador ae.stituyó al ricepreaidente, I>. José Heuso, médico militar retirado. (Febus.) _ . ^Sí. —— CUATRO H E R I D O S UN C H O Q U E DE T R E N E S CÓRDOBA 30 (2 m.).—Por reíorencias traídas por varios viajeros se sabe que en la estación de Doña iMencía ha ocurrido un choque entre dos trenes mixtos, a los que por equivocación se dio entrada en afuiella estación por la misma vía. Del accidente resultaron oon heridas graves un jefe de tren y con lesiones meno.s graves vino de los maquinistas y dos empleados más. Kl material ha suirido grandes dos- E l camino que usted siguió antes de retirarse de la vida pública quedó perfectamente demostrado que era u n camino demiísiado estrecho p a r a usted. U n a de d o s : o la Lliga Begionalista era poco p a r a usted, o usted era demasiado p a r a ella. Dígalo como usted quiera, la realidad es la misma. Y lo que le oeuÍTÍÓ a usted con respecto a ese organismo político (que prestó no pocos sen-icios en sus buenos tiempos, p e r o que hoy es, incluso en Barcelona, u n a entidad ligeramente arqueoiógica), llegó a ocurrirlc también con relación a Cataluña. F u é inútil quo usted se amoldase, .=50 refrenase, se empequeñeciese, haciendo todo lo humanamente posible por acortar el paso. Ni la Lliga ni Cataluña podían seguirle a usted. Tenían las alas demasiado cortas y el área do visión demasiado pequeña. solvió usted plegar moiaeDtfcM»mente las alas. P e r o ha pasado algún ttoapo, y ahora tratamos de que iistied ha de volver a abrirlas, forzosameate, porque su sino es volar. Será, puee, necesario que usted escoja n a camino, u n espacio más ancho. Y ¿cuál podría s e r ? ¿ H a pensado nfited en ello? No quisiera equivocarme, p a r e mo parece que E s p a ñ a n ^ s e á t a , con sobrada urgencia, de u n M e n p a r t i d o federal, i Sobre qué bases? Sólo dos esenciales: reconocimiento y respeto de las diversidades peninsulares y afirmacidn de u n a sola unidad estatal que sea capaz de contenerlas a todas, i Con qué fin inmediato? P a r a formar u n E s t a d o fuerte y vigoroso, cuyas raíces se hinquen en las tierras varias y n u t r a n da savias diversas al tronco eomún,^|,Coa qué ideal lej a n o ? E l de la anhelada federaoiSn ibérica, peninsular. Me atrevería a asegurar qtw usted ha .soñado más de traa vez ea esa ancha y luminosa perapeotiva. Cuando usted crea, pues, llegado el momento de remontarse de nuevo, i, no le gustaría a usted tender el vuelo hacia ella?... Y o cseo sinceramente que las grandes facultades dinámicas do que usted está dotado hallarían en la roturación necesaria p a r a abrir u n nuevo surco, y ©n las afanosas t a r e a s de sembrar la semUla y recoger más tarde la cosecha, u n magnífico camp o de expansión. Y sobre todo, me parece que en" esa faena podría usted extender las alas a sus anchas, sin miedo alguno de chocar con las paredes o los barrotes de u n a jaula. L a personalidad de usted experimentaría u n a dilatación natural,' p u r a y simple, n o una trasformación dudosa. No renegaría usted de sus orígenes, porque el federalismo, como doctrina y como t r a d i ción política, en E s p a ñ a es esencialmente catalán. No renegaría usted de su viejo partido, p o r q u e el regionalismo cabe perfectamente dentro del federalismo. Y no reneg a r í a usted de lo sust.entado durante toda su vida, porque la mejor solución que puede tcjcier «fl problema de Cataluña, la encontraría en u n a organización federal de la Península Ibérica. No haría usted, en el fondo, más que tomar de nuevo y refundir en un molde adecuado aquella _ su eitipresa de la E s p a ñ a grande, que fracasó p r i n cipalmente p o r una falta de táctica, p o r u n error en el escoger laa tropas que debían afrontarla. E n la vida política de ustied, ^ e empeño representaría algo muy p a recido a lo que p a r a Venizelos —con quien tiene usted algunos puntos de semejanza, y a quien usted y yo conocemos y admiramos de vera.s—-representó la salida de su Creta natal, p a r a ir a encarnar gloriosamente el ideal panhelémco. Y en la historia de E s p a ñ a , de toda la Península Ibérica, la decisión de usted podría marcar, quizás, si no u n paso decisivo, pues esto fs siempre u n a incógnita, cuando menos un nobilísimo intento hacia una incalculable ascensión... Los publicistas modernos nos parecemos, en el oficio, .a aquel Sócrates famoso que s y u d a b a a p a rir a los espíritus p o r las calles de Atenas. Nosotros haoemos de comadronas del espíritu público..., y también muchas veces, p o r t o á a recompensa, nos dan a beber la cicuta de la ingratitud. P e r o , cu fin, si^yo lograse alumbrar u n poco a la opinión pública, acerca de uno de los problemas más importantes que en nuestro p a í s se pueden plantear el día de mañana, daría por nniy bien empleadas las horas Aquella generosa y amplia con- que faltan p a r a el amanecer. cepción de una E s p a ñ a grande, que Mande usted siempre a su afeeusted quiso, e intentó organizar tísimo a.dmirador, q. e. s. m., TJráetieamente, fué al mismo tiemGAZIEL po el mayor acierto j el mayor (Trolixbiáa la r«proáu<xA6n.) fracaso de su carrera pública. Acierto, como visión política; fra•M^W caso, como p l a n de campaña. Usted quiso conquistar la E s p a ñ a grande con t r o p a s únicamente catalanas y catalanistas. P e r o esas t3 tropas, de espíritu demasiado enrarecido o apocado, se le rindieron al Hogar al Ebro. Y no sólo se le rindieron entonces, al quererlas hacer salir de sus atrincheramientos H a tcrmiJiaao sus trabajos exclusivistas, sino que se le suble- • ROMA 29 (12 n.).—Ha terminAvaron a usted poco después. E s t a do suB trabajos la Conferenol» M fué la verdadera y a m a r g a causa Agencias Telegráflcaa IntemaísUXQíiles. de su retirada política. E n la carLa próxima i^unlfio se cel«í>lwrA ta explicativa que publicó usted al en Var.'sovia. El presidente de la Coníepaada, renunciar la j e f a t u r a y el mando, daba usted dos razones: la enemi- Sr. Cnppelletta, leyó a los delegados un telegrama deil Rey Víctor Maga irreductible de la política cen- nuel agradeciendo el mensaje As tralista y la discordia en Catalu- respeto que éstos dirigieron al Moña. P e r o el verdadero motivo fuá narca al empe7Ar la Conferencia sus el sqjundo n a d a más. Usted no se tralxijo?. Los delegados siaklrán c ^ a noch» habría cansado nunca de luchar, para Ñapóles desda donde Iráa a viaunque fuese encarnizadamente, sitar las ruinas de Pompeya. (Facontra una política hostil, mien- bra.) tras se hubiíse sentido apoyado 4lilll!!iliIUi!i3illll3llillilli:iilil!IIfl!k con firmeza por lo mejor de Cataluña. Pero nna buena p a r t e de Cataluña iba abandonándole a usted. No sabía, no podía, no quería seguirle. P o r eso, p a r a no verse ñnalraento abandonado y aun escarnecido en su misma tierra, re'lllIIlUlSUlilüflIlllllülllllilfiliililil' La Conferencia de A gencias tel egráficas LCA USTI=D «LA VOZ" lodas las noches