Los novelistas rusos de 1 «LA VOZ

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EHJ TIEMPO.—^En
M a d r i d : Máxima, IB,3; mínima, T,0".—En p r o T i n d a s : Máxima, 22" en Sevilla; m í n i m a — I" «n Zamora
^Tiempo
proTwble en 24 horaa: Vientos flojos <1« dirección varlabl* y buen
tleanpo. Algunas nl&blae.—Presiones b a r o m é t r i c a s : Máxima, 704,8;
minlma, 70S,5.—^Vientos: N N E . ; fuerza, 4-S.—Olelo: Cubierto.—Uavlas: 0.—^Hcxras do Insolación: 1.50,
/
J
Año IX.—Núm. 2.568 :: Precio: 10 céntimos el ejemplar.
L E T R A S E IDEAS
Los novelistas rusos
Dobo hacer una aclaración o adición de índole bibliográfica a las
notíis de lectura que dediqué a las
nuevas ediciones de Dostoyewski.
Antes que las ediciones Bossard, se
liabía publicado una versión española completa y directa de "Los
posesos", en la Colección Univer6al de Calpe. E s t a traducción española se titula "Los endemoniados". E s una equivalencia, no menos exacta que la francesa, del título ruso. So puedo decir, sin a p a r tarse de la exactitud: "'Los endemoniados", "Los posesos" o " L o s
energúmenos". E n castellano no
faltan equivalencias p a r a el caso.
E s t a abundancia de sinónimos o
casi sinónimos es u n a consecuencia iTistórica de supersticiones que
aquí tuvieron gran desarrollo y dojaron u n a huella lúgubre y sangrienta en los archivos de la Inquisición.
No se extrañe el lector do que
no tuviera présente osa edición española perteneciente a una colección en cuyo catálogo figura uno
de mis libros. L a Colección Universal de Calpe consta de u n millar de números. E s el mayor esfuerzo de divulgación literaria realizado en E s p a ñ a , que hace recordar, por la variedad y el volumen,
las series de Tauchnitz y Everyman's Library. No he leído todos
los volúmenes do esta biblioteca española. Cada día va siendo más
Verdad en el dominio bibliográfico
el " A r s longa, vita brevis". Las
horas son breves p a r a la muchedumbre de los libros.
^
Las traducciones de los autores
rusos han sido uno de los éxitos
de la Colección Universal de Calpe. Estas ediciones, p o r su economía y esmero y p o r la extensión
do sus tiradas, han popularizado
en E s p a ñ a a los nuevos novelistas rusos, e indirectamente han estimulado a la publicación de otras
ediciones. H o y se leo con mayor
ÍMtcrés que nunca a los rusos y
so les x>"-icdc leer con más aproximada csBctilud en lenguas extranjeras.
En razón a la tormentosa historia (> Ivusia en todo el siglo X I X y M. continnacióu, hace
i^iempo que liaj' eniígrados rusos
diseminados p o r E u r o p a . Después
do la Revolución, desenlac-e trágico
de una conspiración seculífr, esos
emigrados h a n aumentado y se han
extendido p o r todas partes. No están, ya sólo -en Zuxlch, en Londres
y en P a r í s . E n todos los países
hay • refugiados de esta nacionalidad, fugitivos del g r a n incendio del
Este, o a v e e ^ emisarios del comunismo moscovita. También en la
emigración anterior a la revolución ge mezclaban con los conspiradores y los emigrados políticos
agentes secretos del Gobierno zarista. Muchos de estos rusc« emigrados pei-tenecen a las clases intelectuales. E l ruso se hace fácilment e poliglota, ti«ne el don de lenguas do los pueblos del oriente de
Eui'opa. Se comprende fácilmente
ol g r a n impulso que ha dado a las
traducciones de la literatura de su
país, esa legión de emigrados, on
general despro\'istos de recursos y
obligados a ganarse el p a n en el
extranjero.
• • •
Ss reproduce en esta dispersión de los emigrados rusos un fenómeno histórico que repetidamente ha influido en la culÍTira. Los sabios bizfyitinos que se refugiaron
en el Occidente, en las postrimerías del Imperio de Constantinopla, fueron los introductores de los
humanistas en la cultura griega,
los abrieron las p u e r t a s de la H e lada clásica e i n a u g u r a r o n la fase
helenista del Renacimiento. "Grecum est, non legitur", se decía en
la E d a d Media, .v todavía en pleno
humanismo, el P e t r a r c a conservaba amorosamente, antes de iniciarse en el idioma griego, un manuscrito homérico, como vaso cerrado
de belleza, puesto que podía leerle.
Antes se habían conocido emigraciones en algo semejantes. Los
griegos se esparcieron por el imperio romano y helenizaron al duro pueblo del Lacio, cuando Grecia quedó reducida a la provincia
de Aca3"a. E l Imperio, en sentido
de vasto dominio territorial sobre
pueblos diversos (y no de institución), existía ant«3 de Julio César.
L a República, con sus conquistas,
se hizo imperial e imperialista. Los
emigi'ados griegos hicieron del
mundo romano el cuerpo del lieienismo, en que ellos pusieron'el espíritu.
Tambiéa la emigración judía,
anterior a la g r a n dispersión, en
p a r t e histórica y en p a r t e simbólica, que sucede a las insensatas sublevaciones contra los romanos y
a la destrucción del Templo, ejerció un g r a n influjo en los destinos
de la humanidad. L a diseñiinación
de los^ judíos favoreció la p r o p a gación del Cristianismo e influyó en
la formación de la dogmática cristiana con ol elemento judoo-alejandrino. San Pablo, el apóstol de los
gentiles, viaja de sinagoga en sinagoga, on sus misiones de prop.aganda, y los judíos lo introducen
en el mundo gentil.
• * «
L a emigración rusa parece un
fenómeno diminuto comparada con
esos grandes ejemplos históricos.
Debemos considerar, sin embargo,
que es u n hecho próximo y p r e sente, cuyas consecuencias no podemos prever, y, p o r o t r a p a r t e ,
que a medida que la ci\nlizaeión
se h a hecho rflás sólida y más densa, las causas regulares y constantes han afirmado su imperio sobre
la mudanza de los hechos. E l margen de lo extraordinario se h a reducido. Las grandes trasformaeiones se disuelven en u n lento "devenir".
DIARIO
eompa""ar juí.tamente a la emigmción francesa de la época de la Revolución, que fué un fenómeno secundario y pasajero. Los emigrados franceses (no hablo, naturalmente, do los que formaron el
ejéi'cito de Conde) no podían trasmitir a E u r o p a nada nuevo, puesto que E u r o p a estaba empapada
de cultura francesa.
Los rusos es distinto. Los nuevos autores realistas de la genoración o la constelación de Gorki
están mostrando zonas del alma eslava, donde no dominan el "asiatismo" y el misticismo rusos, que
eran p a r a algunos como u n a marca espiritual de la raza. Estos
epígonos son tí\n interesantes como
los gi'andes maestros, aunque no
los igualen en genialidad. Descubren iiu sentido naturalista y europeo, lejano del cristianismo primitivo, evangélico, emancipado de
la noción de Iglesia, y anterior, espiritualmente, a la historia de las
Iglesias, do Tolstoi, y en p a r t e
también de Dostoycwski. Al mismo
tiempo esos autores, Andreicv,
Chejov, Ivrnpin, entre otros, ofrecen u n incomparable documento
psicológico de la Revolución rusa.
L a literatura rusa es una liter a t u r a joven, que todavía no puede ponerse a p a r de las grandes literaturas de E u r o p a , como la española, la francesa, la inglesa, la
italiana y a alguna distancia la alemana. Acaso con el tiempo las supero, si hemos de j u z g a r por lo
ya realizado, por ese g r a n florecimiento de la novela rusa, heraldo o profeta de u n a revolución,
que empozó a gei^minar en los albores del siglo X I X .
E . Gt)MEZ DE RAQUERO
(Frotiibida la reproducción.)
^
Asesinato de un
sabio austríaco en
Turquía
VIENA ::3 (12 n.).—Ha sido
asesinado en Turquía el sabio austríaco Jorge Weilli, cuando realizaba una excursión a la ciudad de
Zile.
El Gabinete turco h a enviado su
pésame al Gobierno austrl a c ó .
•ítffr,.i
—
Catástrofe ferroviaria
Veinte muertos y veinticinco heridos
NUEVA YORK 29 (11 n.).—E!
expreso de Florida a Kansas-Citv
ha descarrilado, a unos cincuenta
kilóraeti-o-s de Menphis. El convoy
constaba de ocho vagones. Primero
se salieron de la vía dos furgones,
y en segTjida todos los coches, menos dos, cayeron .por u n terraplén
de diez metros de altura, en el momento en que dormían casi todos los
viajeros.
El número de víctimas se eleva
a veinte muertos y veinticinco h e ridos. (Radio.)
Madrid, viernes 30 de octubre de 1925
INDEPENDIENTE
Los mejores libros y los
mejores autores de 1a
Amenea hispaanica
No sé por qué los escritores hispanoamaricanos habríamos de escribir en cierto diapasón p a r a
América y en tono distinto p a r a
España.
P o r mi p a r t e j a m á s lo hice.
Y ya estoy demasiado viejo p a r a
adquirir nuevas costumbres; nuev a s malas costumbres. Las quetengo me b a s t a n .
Así es que a las interrogaciones
de ''El I m p a r c i a l " , de Montevideo, puedo responder desde las
columnas de E l i SOL, de Madrid.
Y empiezo. Aquí lo mando mi
contestación a las tres p r e g u n t a s
de su encuesta.
1." ¿Que cuáles son los cinco
o seis primeros libros de HispanoAmérica?
Los mayores escritores de nuest r a América han sido h a s t a ahora
escritores políticos, o que se rozaron rnucho con l a política y tuvieron, no un perenne sueño de ai-te
puro, sino marcada intemción social. Los t r e s grandes poetas de
nuestro período clásico—Olmedo,
Bello, Heraáia—no me dejarán
mentir. Diré p a r a precisar, que,
oon rai-as excepciones, nuestra,,-''t e r a t u r a , h a s t a el pi-ssente, tiene
un aspecto social inconfundible.
L a s condiciones de n u e s t r a vida
ooleotiva ezplicarían este fenómeno.
Algunas de las mayores obras
de la literaitura americana deben
buscarse entre autores no exclu¡.ívaniente litaratos. Coloco en primer término, por su belleza de expresión y por su importancia en
todo orden, las C a r t a s de Bolívar,
m á x i m e l a s de 1823 a 1827. Después h a b r í a que h u r o n e a r y decidir en personajes como Martí,
como Albgrdi, como González P r a da, como Cecilio Acosta, como J o sé Vascongelos, como Francisco j
García Calderón, mitad políticos,
mitad literatos. El grano, como se
mira, h a y qus descubrirlo en la
paja.
E n t r e los podtas se disputarían
la palma Gutiérrez Nájera, Casal,
Rubén Dai-ío, Jcsé Asunci&i Silva, Choca.no, Valencia, H e r r e r a
Reissig, Salvador Díaz Mirón- _
Los comediógrafo>3 se inclinarían, casi todos de buen grado,
ante Florencio Sánchez. ¿NoveSist a s ? Ahí e s t á n A k i d e s Arguedas,
Javier de Viana, Díaz Rodrtguez,
otros. Cuentistas, lo's contamos
muy estimables en Méjico, en Centroamérica, en Colombia. E n t r e los
historiadores, los hay jocosísimo?
—jocoisisimos a "contre-coeur"—.
Todo en el vasto mundo lo ha hecho su país. Lx>s argentinos estilo
Mitre v a n ' a la cabeza de estos divertidos historiadores.
Pero menguada seria la literatura que no contara en un período
de ciento y tantos años con cinco
o sais obras maestras. Nosotros
las tenemos. Me parece que podrían diputarse, cada una en su
género, como obras de p r i m í r orden en cualquiera liter-atTira las
siguientes:
a ) "Tradiciones peruanas", por
Ricardo P a l m a (del P e r ú ) .
b) "Siete Tratados", p o r J u a n
Montalvo (del E c u a d o r ) .
c) "Facundo", por D. F . Sarmiento (de A r g e n t i n a ) .
d) "Biografía del general José
Félix Iíiba,s", por J u a n Vicente
González (de Venezuela).
e) "Motivos da Proteo", iwr
J. E. Rodó (de U r u g u a y ) .
f) "Cantos de vida y esperanza", por Rubén Darío (de Nicaragua).
Plabría más.
F a l t a n en la lista una obra de
teatro y una novela. P e n g a usted,
si le parece, p a r a representar el
,.'|5;íro, "Barranca abajo", da Fioreíilio Sánchez, y p a r a represent a r la novela ¡jonga la romántica
"María", de J o r g e Isaac, traducida
en casi todas las lenguas de E u ropa e imitada por el poeta español Núñez de Arce en el poema
"Un idilio".
n u e s t r a lengua. Seremos originales cuando seamos dignos y no
nos arrodillemos con espíritu coloníail ante Europa y ante los E s tados U n i d o s . ' Literariamente
Francia, después de habernos hecho mucho ,bien, nos h a causado
perjuicio enoi-ms. P a r í s es para
nosotTos la sombra del manzanillo.
3." L a s literaturas extranjeras
que m á s influencia han ejercido
.sobre nuestros escritores h a n sido
la española y la francesa. Creo
que nadie lo duda. Por eso lo afirmo t a n rotundamente.Dejo contestadas sus tres preguntas. Sobre cualquieta de las
tres podría escribirse u n libro..., y
aun dos, p a r a no perder n u e s t r a
hispanoamericana costumbre do
ser pesadibos..., de saber volar con
la gracia del elefante.
R. BLANCO-POMBONA
(Frohihida la reproducción.)
La tumba de Tutankamen
H a aüio abierto ol sarcófago
E I J C A I R O 20 (11 n.).—Ha vuelto
a abrirse la tumba de Tutankameri.
Sil lia levantado la cubierta del sareófag-o y ss lia descubiorto un segundo sarcófago en el interior del
primeru. Est,tba cubierto con un
lienzo fino, f=obre el que había ramos
de flores relativamente bien conservadas. (Radio.)
—^^»—
uevos mmiS"
tros alemanes
Añadiré que una colección de
discursos de Jo'sé Martí, quo tai
vez no exista, podría sólo compararse con una coilección de Sonatas
de Beethoven. Apartando a Castelar, m u y diferente de Marti en
virtudes y defectos, pero otro
Amazonas lírico, ¿de qué orador,
en qué lengua cabría decir otro
tanto ?
2.' La obra hispanoamericana
que conceptúo máis originaá está
aún en el espíritu de futuros creadores. Hemos vividos cien años de
préstamo. Lo hemos imitado todo.
Hemos saqueado a los es,pañolos.
Nos hemos prostituido a los pies
de los franceses. Aun lais botas
i t a l i a n a s e inglesas h a n conocido
.tiEiiniiiiiiiiiiiiiiiiiiiiHiunuHiiinh
En segunda plana:
DISTRIBUCIÓN GEO: GRÁFICA DE L A P O BLACIÓN EN,GAL!.
C Í A , por Juan Dantín
Cereceda.
VI oaiic Uer 1 u ü u n , qii'> «¿e critarga del m l n K t t i . o .le U.i<'jcii'la.
PANORAMAS INGLESES
Las deudas
interaliad as
ES ministro (le la Kcichswelir, señor Gessler, encargado d e la cartera del Interior
ENTRE COLABORADORES, por Bagaría
. ; ¡Oh,
»sí. Dor
AD. Francisco Cambó
Muy admirado señor m í o : E n
Fjspaña hemos pasado p o r u n largo período de bocas cerradas. Pero usted mismo inauguró, hace poco, el de las cartas abierta.?. L a
que me atrevo a dirigirle hoy ii
usted, aun cuando no tenga el honor de conocerle personalmente, es
una modesta eontribueióa a este
nuevo período de nuestra vida pública. Y como sé que a usted no le
gustan los preámbulos, iré al grano en seguida.
Se ha estado discutiendo mucho
en toda E s p a ñ a , y especialmente
en Cataluña, sobre el verdadero
propósito, sobre la razón secreta
de la carta que dirigió usted al
rsoñor marqués de Estella. No ignora usted, seguramente, que goza
usted de una cierta fama de hombro enrevesado, habilidoso y maquiavélico. A mí, en feambio, siempre me ha parecido usted casi todo
lo contrario. Yo lo tengo a usted,
diga lo que quiera el vitlgo, por un
temperamento muy entusiasta y
emotivo. Su historia política, en los
momentos culminantes, es la más
cordial quo pueda hallarse entre los
estadistas españoles modernos. P e ro, en fin, j ' a sabe usted que Sagasta n o usó nunca tupé, y usted
pareos destinado a c a r g a r con el
saco de la malicia ajena. Lo cierto es que a su carta dirigida al
marqués de Estella se le han dado
las más complicadas, las más absurdas, las más fantásticas interpretaciones. E l común de las gentes suele verlo todo, menos lo esencial. Y lo único esencial, a mi juicio, de esa carta t a n discutida, lo
único que demostraba a las claras, poi^que n o p o d í a demostrar
otra cosa, es que usted, en la actualidad y en la esfera política,
representa una g r a n energía cesante,
Significaba, por encima de todo,
que usted, tarde o temprano, ha
do volver a la vida pública que
abandonó, pues y a le está t a r d a n do el reingreso en ella. Como todo
verdadero hombre de acción, usted
no puede permanecer largo tiempo
con los brazos cruzados. Intervino
usted activamente en la vida pública española, interviene usted en
elia ahora mismo, a pesar de las
circunstancias, e intervendrá usted
mucho más aún el día menos pensado. Y aquí asoma un interesante, u n importante problema que usted mismo planteó con su carta, de
una manera implícita y quizás sin
quererlo. E s éste: ¿cómo intervend r á usted, cuando le llegue la h o r a
de hacerlo de nuevo?
Sólo caben dos r e s p u e s t a s : o p o r
el "mismo camino que signió usted
en su anterior etapa, como leader
del regional ¡.smo catalán, o p o r u n
camino distinto. Examinemos, le
ruego, ambas posibilidades.
El teatro del West-end
IX)NDRES. (De nuestro redactor-corresponsal).—Comienza
a h o r a la
t e m p o r a d a t e a t r a l en Londres, y comienza oon ella la lucha silenciosa entre la l i t e r a t u r a d r a m á t i c a y la i n d u s t r i a t e a t r a l . Londres no es
una excepción de las o t r a s capitales europeas. Lo mismo que en casi
todas, el t e a t r o es u n a industria. Sólo que como Londres es la capital
L a emigración rusa parece, oon
del primer país industrial de Europa, la i n d u s t r i a del teatro se hace
todo, llamada a difundir las ideas
en g r a n estilo. Los teatros del West-end l e p r e s e n t a n todas l a s noches
y las letras de u n pueblo no bien
WASHINGTON 29 (9 n.).—La cientos de mile« de libras. U n a comedia insigniftcante cuesta mucho
conocido en E u r o p a , novicio en la
consolidación de la deuda de gue- m á s que <!ualquiera de las óperas del Goven Garden. P a r a a d o r n a r
vida europea, y, según algunos,? r r a de Estonia h a quedado fijada unos cuantos chistes de buena o mala calidad se g a s t a n m ü e s de liapenas europeo. No se .la podría en 13.830.000 dólares. (Fabra.)
bras en sedas, en papeles, en maderas, en joyas y en mujeres bonitas.
Las sedas, los papeles, las maderas, las joyas y las mujeres bonitas
tüUiUUUÍtiS
constituyen el verdadero espectáculo. IJOS chistes son n a d a m á s que el
pretexto. Le ocurre al t e a t r o igual que al libro. Quien vea l a s refe- |
rencias bibliográficas de los diarios e n c o n t r a r á , sin duda, el índice de ,
u n a g r a n labor l i t e r a r i a . Pero ninguno de estos libros logna nunca '
difundirse t a n t o como las novelas que se venden en las estaciones del
Subterráneo. L a única diferencia entre el t e a t r o y el libro es que las
comedias del West-end son l a s m á s c a í a s , y l a s novelas d e l ' S u b t e r r á neo son, por el contrario, las m á s b a r a t a s . L a lógica está de p a r t e
del libro.
E n este c o m e r d o del t e a t r o h a habido un cambio de frente. H a s t a
hace poco el modelo lo daba P a r í s . Lo mismo p a r a l a s modas femeninas que p a r a l a s m a n u f a c t u r a s literarias. Los g r a n d e s t e a t r o s del
niundo, como el español, el inglés y el italiano, desaparecieron bajo la
invasión de las exportaciones francesas. E n E s p a ñ a hemos tenido
la f o r t u n a de que l a s m a n u f a c t u r a s modelo francés de Benavente merecieran u n premio Nobel. P e r o en Italia, seg-ún lo h a dicho m u y bien
Pirandello, n o c o n s i g n ó sino modificar el lenguaje del escenario y
acabar con l a deliciosa comedia italiana. E n I n g l a t e r r a no h a logrado
nada. Se h a ido sin d e j a r r a s t r o . A h o r a vienen las modas norteamericanas. L a g u e r r a h a destruido l a influencia de P a r í s y h a creado, en
eam.bio, l a influencia de N u e v a Yoi"k. E s t e e s u n o de los aspectos d« la
p o s t g u e r r a que no sería inútil e s t u d i a r a fondo. Porque t a n t o como
antes las plumas no se movían m á s que p a r a describir l a s diferentes
modalidades del adulterio, no sería r a r o que pronto no se muevan
sino p a r a decir estupideces contra la teoría de la evolución.
Londres es, n a t u r a l m e n t e , contra quienes dudan de l a s correspondencias sociales de la época, donde con m á s extensión se difunde
el ejemplo norteamericano. Los t e a t r o s del West-end son u n a especie
de sucursales de los t e a t r o s de Broadway. Si no económicamente, lo
son, por lo menos, en s u adhesión a l gusto yanqui. E n s u s s a l a s se
cantan las m i s m a s t o n a d a s que en l a s del otro lado del m a r , y ese derroche de dinero en telas, plumas, joyas y mujeres es u n reflejo del de
Broadway. N u e v a Y o r k da el tono. Las mujeres se cortan «1 pelo, los
t e a t r o s se<estuipid¡zan y unos cuantos desgraciados a n d a n pregonando
por allí que el único valor intangible es el del dinero. Como es m á s
fácil entender el "No tenemos b a n a n a s " que u n a escena de B e m a r d
Shaw o las c o r r e r í a s de u n a pelícukf d i s p a r a t a d a , que "Richard I H " ,
la multitud sigue el compás.
P e r o E u r o p a no t e r m i n a a h í . A ú n queda lo mejor de su espíritu,
luchando contra la invasión. E s t e a ñ o el l)Uen t e a t r o inglés h a dado
un paso adelante. A poca distancia de u n a s tablas en las que dos seres
perfectamente norteamericanos se dedican t^odas las noches a t i r a r s e
los t r a s t o s a la cabeza u n a compañía de repei-torio h a iniciado u n a
t e m p o r a d a de B e m a r d Shaw. L o s compañías de repertorio son en
cierto modo compañías de aficionados. P e r o de aficionados que no
compiten, como los de Madrid, con los profesionales. Los de Madrid
se dedican a p e r d e r el tiempo con l a s t o n t e r í a s de L i n a r e s Rivas.
Estos se consagran a reivindicar el t e a t r o . Debido al esfuerzo de una
d'; ellas, Londres h a visto en estos días, p o r p r i m e r a vez, " L a profesión de M r s . W a r r e n " , y está asistiendo eji el Regent de King's Cross
a u n a revista ordenada e inteligente de la o b r a de Shaw. Gladys Cooper, por otro lado, r e p r e s e n t a con Gerald du M a u r í e r la última obra
de Lonsdale. Poco a poco el buen espíritu ya g a n a n d o un sitio en e!
centro de Londres. L a t a r e a no es blanda. Todavía hay miles de personas que esiseran seis h o r a s a la p u e r t a de u n t e a t r o del West-end,
mientras en el glorioso Oíd Vic j a m á s se agotan los billetes. E l pueblo n oquiei-e que le compliquen sus horas de esparcimiento. Lo malo
es que, eff este caso, el pusMo es l a clase media, m.adre ubérrima y
mon amí! En votre peple son tres fclises: han chambiado de gouvemaman; propicia de todas las insensateces.
no chambiar. ni la chemise nos chaitjbiamos. (Francés de Bagaría.)
, ^ ^ ^ .
,
César FALCON
CARTA ABIERTA
E l ministro de Trasportes, señor
Krone, que d e s e m p e ñ a r á la c a r tora ílo Economía púlilica
Vianas di
dimisiones
CASTE|.LON 29 (12 n.).—Han
preí5entád{) la dimisión de sus cargos el presidente de la Diputación
provincial, general T>. José Girón,
y los diputados que forman la Comi.^ión provincial, Srea. CJarreras,
G<inzalvo, Alegro y Domeq.
Al aceptar las dimisiones de cetos señorea, el gobernador ae.stituyó al ricepreaidente, I>. José
Heuso, médico militar retirado.
(Febus.)
_
.
^Sí.
——
CUATRO H E R I D O S
UN C H O Q U E
DE T R E N E S
CÓRDOBA 30 (2 m.).—Por reíorencias traídas por varios viajeros
se sabe que en la estación de Doña
iMencía ha ocurrido un choque entre dos trenes mixtos, a los que por
equivocación se dio entrada en
afuiella estación por la misma vía.
Del accidente resultaron oon heridas graves un jefe de tren y con
lesiones meno.s graves vino de los
maquinistas y dos empleados más.
Kl material ha suirido grandes dos-
E l camino que usted siguió antes
de retirarse de la vida pública quedó perfectamente demostrado que
era u n camino demiísiado estrecho
p a r a usted. U n a de d o s : o la Lliga
Begionalista
era poco p a r a usted,
o usted era demasiado p a r a ella.
Dígalo como usted quiera, la realidad es la misma. Y lo que le oeuÍTÍÓ a usted con respecto a ese organismo político (que prestó no
pocos sen-icios en sus buenos tiempos, p e r o que hoy es, incluso en
Barcelona, u n a entidad ligeramente arqueoiógica), llegó a ocurrirlc
también con relación a Cataluña.
F u é inútil quo usted se amoldase, .=50 refrenase, se empequeñeciese, haciendo todo lo humanamente
posible por acortar el paso. Ni la
Lliga ni Cataluña podían seguirle
a usted. Tenían las alas demasiado
cortas y el área do visión demasiado pequeña.
solvió usted plegar moiaeDtfcM»mente las alas.
P e r o ha pasado algún ttoapo, y
ahora tratamos de que iistied ha
de volver a abrirlas, forzosameate,
porque su sino es volar. Será, puee,
necesario que usted escoja n a camino, u n espacio más ancho. Y
¿cuál podría s e r ? ¿ H a pensado nfited en ello?
No quisiera equivocarme, p a r e
mo parece que E s p a ñ a n ^ s e á t a ,
con sobrada urgencia, de u n M e n
p a r t i d o federal, i Sobre qué bases? Sólo dos esenciales: reconocimiento y respeto de las diversidades peninsulares y afirmacidn de
u n a sola unidad estatal que sea
capaz de contenerlas a todas, i Con
qué fin inmediato? P a r a formar u n
E s t a d o fuerte y vigoroso, cuyas
raíces se hinquen en las tierras varias y n u t r a n da savias diversas al
tronco eomún,^|,Coa qué ideal lej a n o ? E l de la anhelada federaoiSn
ibérica, peninsular.
Me atrevería a asegurar qtw usted ha .soñado más de traa vez ea
esa ancha y luminosa perapeotiva.
Cuando usted crea, pues, llegado el
momento de remontarse de nuevo,
i, no le gustaría a usted tender el
vuelo hacia ella?... Y o cseo sinceramente que las grandes facultades dinámicas do que usted está
dotado hallarían en la roturación
necesaria p a r a abrir u n nuevo surco, y ©n las afanosas t a r e a s de
sembrar la semUla y recoger más
tarde la cosecha, u n magnífico camp o de expansión. Y sobre todo, me
parece que en" esa faena podría usted extender las alas a sus anchas,
sin miedo alguno de chocar con las
paredes o los barrotes de u n a jaula.
L a personalidad de usted experimentaría u n a dilatación natural,'
p u r a y simple, n o una trasformación dudosa. No renegaría usted de
sus orígenes, porque el federalismo, como doctrina y como t r a d i ción política, en E s p a ñ a es esencialmente catalán. No renegaría usted de su viejo partido, p o r q u e el
regionalismo cabe perfectamente
dentro del federalismo. Y no reneg a r í a usted de lo sust.entado durante toda su vida, porque la mejor solución que puede tcjcier «fl
problema de Cataluña, la encontraría en u n a organización federal de
la Península Ibérica. No haría usted, en el fondo, más que tomar de
nuevo y refundir en un molde adecuado aquella _ su eitipresa de la
E s p a ñ a grande, que fracasó p r i n cipalmente p o r una falta de táctica, p o r u n error en el escoger laa
tropas que debían afrontarla. E n
la vida política de ustied, ^ e empeño representaría algo muy p a recido a lo que p a r a Venizelos
—con quien tiene usted algunos
puntos de semejanza, y a quien usted y yo conocemos y admiramos de
vera.s—-representó la salida de su
Creta natal, p a r a ir a encarnar gloriosamente el ideal panhelémco. Y
en la historia de E s p a ñ a , de toda
la Península Ibérica, la decisión
de usted podría marcar, quizás, si
no u n paso decisivo, pues esto fs
siempre u n a incógnita, cuando menos un nobilísimo intento hacia una
incalculable ascensión...
Los publicistas modernos nos parecemos, en el oficio, .a aquel Sócrates famoso que s y u d a b a a p a rir a los espíritus p o r las calles
de Atenas. Nosotros haoemos de comadronas del espíritu público..., y
también muchas veces, p o r t o á a
recompensa, nos dan a beber la cicuta de la ingratitud. P e r o , cu fin,
si^yo lograse alumbrar u n poco a
la opinión pública, acerca de uno
de los problemas más importantes
que en nuestro p a í s se pueden
plantear el día de mañana, daría
por nniy bien empleadas las horas
Aquella generosa y amplia con- que faltan p a r a el amanecer.
cepción de una E s p a ñ a grande, que
Mande usted siempre a su afeeusted quiso, e intentó organizar
tísimo a.dmirador, q. e. s. m.,
TJráetieamente, fué al mismo tiemGAZIEL
po el mayor acierto j el mayor
(Trolixbiáa la r«proáu<xA6n.)
fracaso de su carrera pública.
Acierto, como visión política; fra•M^W
caso, como p l a n de campaña. Usted quiso conquistar la E s p a ñ a
grande con t r o p a s únicamente catalanas y catalanistas. P e r o esas
t3
tropas, de espíritu demasiado enrarecido o apocado, se le rindieron
al Hogar al Ebro. Y no sólo se le
rindieron entonces, al quererlas hacer salir de sus atrincheramientos
H a tcrmiJiaao sus trabajos
exclusivistas, sino que se le suble- • ROMA 29 (12 n.).—Ha terminAvaron a usted poco después. E s t a do suB trabajos la Conferenol» M
fué la verdadera y a m a r g a causa Agencias Telegráflcaa IntemaísUXQíiles.
de su retirada política. E n la carLa próxima i^unlfio se cel«í>lwrA
ta explicativa que publicó usted al en Var.'sovia.
El presidente de la Coníepaada,
renunciar la j e f a t u r a y el mando,
daba usted dos razones: la enemi- Sr. Cnppelletta, leyó a los delegados
un telegrama deil Rey Víctor Maga irreductible de la política cen- nuel agradeciendo el mensaje As
tralista y la discordia en Catalu- respeto que éstos dirigieron al Moña. P e r o el verdadero motivo fuá narca al empe7Ar la Conferencia sus
el sqjundo n a d a más. Usted no se tralxijo?.
Los delegados siaklrán c ^ a noch»
habría cansado nunca de luchar, para Ñapóles desda donde Iráa a viaunque fuese encarnizadamente, sitar las ruinas de Pompeya. (Facontra una política hostil, mien- bra.)
tras se hubiíse sentido apoyado 4lilll!!iliIUi!i3illll3llillilli:iilil!IIfl!k
con firmeza por lo mejor de Cataluña. Pero nna buena p a r t e de Cataluña iba abandonándole a usted.
No sabía, no podía, no quería seguirle. P o r eso, p a r a no verse
ñnalraento abandonado y aun escarnecido en su misma tierra, re'lllIIlUlSUlilüflIlllllülllllilfiliililil'
La Conferencia
de A gencias tel egráficas
LCA USTI=D
«LA VOZ"
lodas las noches
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