En Colombia: paro agrario y tratados de libre comercio

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En Colombia: paro agrario y tratados de libre
comercio
Carlos Martínez
Colaborador Semanario Virtual Caja de Herramientas
Con ley seca, y en algunos casos con toque de queda, el Gobierno colombiano
ha enfrentado el justo paro agrario que adelantan hace 13 días los campesinos,
especialmente de la región de Boyacá, con el viejo argumento de la infiltración
que oculta y cultiva los conflictos, pero que no los resuelve. Se ha querido
negar el paro como en el Gobierno anterior se quiso negar el conflicto. Los
resultados de esa forma de intervención estatal han puesto en evidencia que
los conflictos socio-económicos como el paro nacional agrario son inapropiados
por manejarse con un lenguaje y medios guerreristas con fuerzas armadas sin
adiestramiento apropiado cuando es evidente el carácter pacífico de los
campesinos colombianos. Lo que contradice en los hechos la idea de la paz
que se dice construir y especialmente si pretende hacerla sostenible mediante
acuerdos justos y transparentes.
Boyacá es tierra de libertad donde se selló hace 200 años el proceso de
independencia de las Américas, donde todos entonan el himno nacional y
existe un culto al Libertador Simón Bolívar. Por esta razón se exalta el principio
de unidad nacional propuesto por los dirigentes boyacenses al incorporar en las
negociaciones a sus compañeros de Nariño y Cundinamarca como principio
básico para las negociaciones de un problema que es de carácter nacional y
hace parte de un signo cultural vital en la canasta familiar colombiana como es
la producción y consumo nacional de papa, equivalente en importancia
económica y cultural a la tortilla mexicana.
Este movimiento social es producto de varios factores que resumen bien la
situación de la economía del país en su proceso de privatización mediante
despojo y debilitamiento del Estado. En efecto, la situación del campesinado es
insostenible por cuanto los altos costos de insumos, los costos financieros, los
altos costos de los combustibles, la acción depredadora de la intermediación
acompañada de la eliminación de la asistencia técnica a la producción
campesina y la acción voraz de los tratados de libre comercio que han allanado
el camino con el despojo de las tierras de los campesinos, hoy se ha traducido
que el coeficiente de Gini en el sector rural sea de 0.85. Para los gobiernos del
aperturismo económico son aceptables los salvamentos del sector financiero
en sus momento de crisis o el 4 por mil para la guerra, mientras que un sector
productivo de la entraña cultural del país como el sector campesino productor
de alimentos no hace parte de las prioridades en políticas de desarrollo del
país, pese a que una importante proporción de los alimentos consumidos por
los colombianos se hace gracias al acto heroico de producir en estas
condiciones desventajosas, que da vergüenza cuando se comparan con las
ganancias del sector financiero.
Los 11 tratados de libre comercio han sido un escenario creado por el gran
capital para construir sobre los restos del Estado su carrera hacia planes de
inversión con seguridad jurídica, lo que ha provocado la baja depredadora de
los precios de los bienes importados, generado la quiebra del sector productor
de alimentos de Colombia. Los tratados, por otra parte, han asegurado la venta
continua y regular de tecnologías vigentes u obsoletas al incorporar en una de
sus principales cláusulas el compromiso universal del respeto al régimen
jurídico de propiedad industrial propuesto por los países industrializados,
consagrando conductas inaceptables de abuso de monopolio especialmente en
el régimen de patentes y eventualmente marchitar cualquier intento de
invención e innovación tecnológica propias.
Los tratados han negociado la mitad de lo negociable al ocuparse sólo del
mecanismo del arancel cero en las relaciones comerciales, sin negociar el
subsidio cero en particular con Estados Unidos y Europa. Podría decirse
entonces, que en medio de una competencia totalmente asimétrica de la
economía campesina en la economía nacional, se ha complementado con otra
situación asimétrica e injusta en el comercio exterior colombiano. En ésta
situación pareciera que la dirigencia colombiana quiere resolver la provisión de
alimentos en el mercado externo o en la provisión nacional, previa expulsión de
los productores campesinos, para ser reemplazados por empresarios de nuevo
tipo que asumen la conducción de los agronegocios, especialmente de los
biocombustibles que han sido elevados a la condición de un derecho de la
ciudadanía, como lo promovía el esquema empresarial inducido del
Agroingreso Seguro, con el apoyo del capital trasnacional mediante la
extranjerización de las tierras que han sido despojadas como producto del
conflicto armado de más de 60 años y con el aporte estatal de las denominadas
tierras baldías, tierras de la nación que deberían ser administradas por el
Estado. El dirigente campesino de Boyacá Cesar Pachón, resumió de esta
forma su percepción frente a la problemática que ha provocado el paro: ¨los
políticos en el parlamento fueron los que vendieron la patria con los TLCs y
resultan ahora haciéndose los buenitos¨. En Colombia hoy se vive una etapa
preelectoral.
En estas condiciones podría afirmarse que las razones del paro son de carácter
estructural debido a la ausencia de política agraria en las últimas décadas, al
abandono institucional para el apoyo necesario y estratégico a los productores
nacionales de alimentos, agravado por la puesta en marcha de un esquema de
despojo violento de la tierra en nombre de la modernización del campo como la
quintaesencia del modelo de producción con exclusión social, donde el motor
de la economía es la ganancia individual en desarrollo de la agricultura
comercial. Las negociaciones que iniciaron con el movimiento social campesino
se deben aprovechar para construir una política duradera que contribuya a la
seguridad y soberanía alimentaria del país, que pasa por una reforma agraria
integral y justa. Debe entonces crearse una mesa de trabajo con monitoreo y
evaluación periódica por las partes siempre actuando de manera pública y
actuando en nombre del interés nacional, con el apoyo de organismos
internacionales de Naciones Unidas relacionadas con producción y provisión de
alimentos y de movimientos sociales homólogos de la región para crear
condiciones de complementariedad productiva apropiadas e incluyentes.
Edición N° 00366 – Semana del 30 de Agosto al 5 de Setiembre de 2013
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