¿quien cuida a los hijos

Anuncio
EN PRENSA: Francoise Lestage y María Eugenia Olavarría (coordinadoras),
Parentescos en un mundo desigual: adopciones, lazos y abandonos en México
y Colombia, Miguel Ángel Porrúa/UAM, Colección Las ciencias sociales,
México, ISBN en trámite.
TODO QUEDA EN FAMILIA (TRANSNACIONAL):
NIÑOS MEXICANOS A CARGO DE CUIDADORES ALTERNATIVOS
Gail Mummert
RESUMEN
Alrededor del globo, cada vez más familias atraviesan períodos prolongados de
separación física entre padres e hijos, en un intento de los progenitores migrantes de
proveerles una vida mejor a su prole. ¿Cuáles arreglos alternativos generan los grupos
familiares para asegurar el cuidado de estos niños en ausencia de sus padres? Con un
lente transnacional y prestando atención a las ideologías de género que subyacen
nociones acerca de la paternidad y la maternidad, este capítulo explora cómo los
miembros de familias transnacionales reorganizan sus tareas productivas y
reproductivas –particularmente los cuidados a los niños- a través de fronteras
internacionales. Tomando el caso del centro-occidente mexicano, se compara la práctica
añeja de paternidad transnacional con la menos común y más reciente de maternidad
transnacional o bien la parentalidad transnacional (la separación de padre y madre de
algunos o todos sus hijos). Como situación límite, se estudia la adopción –formal o
informal- del niño por un familiar.
A partir de relatos de vida recabados con nueve familias transnacionales
localizadas en dos comunidades de migrantes michoacanos al Norte (y de algunos casos
documentados en la literatura), se analizan las circunstancias económicas, políticas y
familiares que engendran estos arreglos fluídos y multisituados, tanto a nivel local como
global. Se escuchan los dilemas y justificaciones expresados por los padres y madres así
como las opiniones de las personas encargadas de los niños (típicamente abuelas, tías o
hermanas) quienes tienen la responsabilidad de fungir como padres sustitutos, en
ocasiones por tiempo indefinido. También se toman en cuenta los puntos de vista y
experiencias vitales de los menores de edad, depositados en los lugares de origen o bien
reenviados al país de origen de sus padres, porque -a juicio de los adultos- “es lo mejor
para ellos”. El seguimiento de estos casos a través de varios años revela la naturaleza
contingente y volátil de los arreglos de paternidad y maternidad transnacionales o bien
de la adopción, frecuentemente producto de tensiones en el seno familiar.
INTRODUCCIÓN
Ángel es un joven tímido de 16 años que reside con su abuela materna en una
pequeña localidad agrícola del noroeste michoacano en el centro-occidente de México.
Hijo de madre soltera, desde que nació en 1994 su abuela ha sido su de facto cuidadora
y la única madre que él reconoce. Su madre biológica le dio a cuidar a su propia madre
mientras ella trabajaba como empleada de una empacadora de fresas en la ciudad
cercana de Zamora y posteriormente como migrante indocumentada en un restaurante
de comida rápida en las afueras de Chicago. Ángel ha vivido principalmente en
Michoacán, pero también por períodos en la zona metropolitana de Los Angeles con sus
tíos y en los suburbios de Chicago con la abuela; ha asistido a la escuela en los tres
lugares, adquiriendo fluidez en español y conocimientos básicos del inglés. A su abuela
le llama “Mamá Elena” y se niega a reunirse con su madre biológica (quien vive en
1
unión libre en Chicago y tiene otros dos hijos), a pesar de los intentos de la abuela de
lograrlo.
El propósito de este capítulo es relatar la historia de Ángel y otros niños como él
que son encargados con cuidadores “sustitutos” por uno u ambos padres biológicos
migrantes mientras éstos trabajan en otro país. Generalmente los hijos son
“depositados” en el país de origen cuando salen los padres, pero también abarcaremos el
caso contrario: niños “devueltos” al país de origen (de ellos y/o de sus padres)1. El
conjunto diverso de prácticas de paternidad y/o maternidad a distancia implica que las
tareas de crianza sean llevadas a cabo en un campo social transnacional2 por varios
actores sociales, engendrando varias modalidades de formación de familias
transnacionales3. Exploraremos dichas modalidades y las valoraciones diferenciales que
de ellas formulan familiares y no familiares en sus discursos anclados en ideologías de
género y jerarquías generacionales. Como caso límite, consideraremos la práctica de dar
a un hijo en adopción –tanto formal como informal- a un familiar cercano cuyo status
migratorio le ofrecerá mejores opciones de vida en otro país.
Típicamente el fenómeno de los niños a cargo de cuidadores alternativos es
juzgado desde dos discursos diametralmente opuestos: o bien son presentados
acríticamente como arreglos acordados entre dos o más adultos, guiados por su
percepción del interés supremo del niño; o bien de manera sensacionalista como el
abandono de los hijos por parte de padres irresponsables que se han equivocado en sus
prioridades.4
En vez de enjuiciar las prácticas de paternidad y maternidad
transnacionales o de adopción por un familiar, proponemos comprenderlas como formas
alternativas de organizar la crianza de los hijos - igualmente válidas que el modelo de
maternidad intensiva5. Un examen cuidadoso revelará que dichas prácticas son
productos de negociaciones y entendimientos precarios entre padres, hijos, cuidadores
sustitutos, demás familiares e incluso instancias gubernamentales de más de un Estadonación. En situaciones tensas y frecuentemente desgarradoras, madres, padres, abuelas,
abuelos, tíos, tías, sobrinos, nietos, hijas e hijos se hallan en un torbellino de emociones,
responsabilidades y reciprocidades que se entrecruzan con ideologías de género y
jerarquías generacionales.
1
Los menores de edad devueltos al país de origen de sus padres abarcan desde recién nacidos (Cf. Hagan
1994:XV) hasta adolescentes (Levitt 2001).
2
Siguiendo a Glick Schiller et al. (1992:1-2), por campo social transnacional entenderemos “los procesos
mediante los cuales inmigrantes construyen campos sociales que vinculan su país de origen con su país de
asentamiento. Llamamos a estos inmigrantes “transmigrantes”. Los transmigrantes desarrollan y
mantienen múltiples relaciones- familiares, económicas, sociales, organizacionales, religiosas, políticasque atraviesan fronteras. Actúan, toman decisiones, y se sienten comprometidos e identificados con redes
sociales que los conectan simultáneamente con dos o más sociedades. Sus vidas se desarrollan a través de
fronteras internacionales, produciendo como resultado la creación de un solo campo social que abarca a
las dos sociedades.” Nota: todas las traducciones del inglés de obras citadas en tal idioma son de la
autora.
3
Reservo el término familia transnacional para grupos de parientes que organizan sus tareas productivas
y reproductivas a través de una frontera político-administrativo internacional y experimentan la
separación física (temporal o prolongada) de uno o más hijos de uno u ambos padres biológicos. Otros
autores han acuñado categorías para referirse al fenómeno de la realización de la reproducción social a
través de fronteras geopolíticas internacionales, sin centrarse en las actividades de crianza per se: e.g. la
casa dividida (López Castro 1984) u hogares divididos (Kanaiaupuni 2000).
4
El titulo de Artico (2003), Latino Families Broken by Immigration, encierra la relación causal
implícita en esta segunda posición.
5
La maternidad intensiva se refiere a una ideología generalizada en Occidente según la cual la
madre biológica se encarga exclusiva y “naturalmente” de la crianza de sus hijos; se juzga
como la más adecuada para proporcionar esta labor de cuidados supuestamente por formar
parte intrínseca del sentimiento de amor materno. Cf. Solé y Parella 2005:5.
2
El capítulo se divide en tres partes. En la primera se exploran las circunstancias
históricas que han propiciado la expansión de la crianza a distancia a nivel mundial en
las últimas décadas del Siglo XX y la primera del XXI, poniendo especial atención en
los estudios que documentan movimientos de madres y padres de América Latina y de
Asia hacia determinados países del Primer Mundo. Se presenta una tipología de las vías
de formación y morfología de familias transnacionales alrededor del globo para insistir
en su creciente diversidad. Luego, en la segunda parte, con base en una investigación
etnográfica en dos localidades agrícolas de emigrantes mexicanos de la región centrooccidente hacia Estados Unidos y Canadá, se comparan las tres prácticas que engendran
familias transnacionales y que no suelen distinguirse: la práctica añeja de paternidad
transnacional; la menos común y más reciente de maternidad transnacional; y la
parentalidad transnacional, neologismo que utilizaremos para designar a la
combinación de ambas, es decir la separación de padre y madre de alguno(s) o de todos
sus hijos.6 Se muestra cómo las tres prácticas con sus modalidades específicas son
evaluadas diferencialmente, en función de ideologías y jerarquías de género. Lejos de
enjuiciar a las personas involucradas en estos arreglos de organización de cuidados, se
argumenta que, en el marco de la nueva economía política global, determinadas
prácticas de reclutamiento de una mano de obra flexible obligan al padre o a la madre a
separarse de su prole, fomentando la creación de familias transnacionales. En la tercera
parte, se exploran los múltiples dilemas y lealtades cruzadas que caracterizan a la
paternidad, maternidad y parentalidad transnacionales, a partir de relatos de vida
recabados con nueve familias en las dos comunidades estudiadas de migrantes
michoacanos al Norte, complementados con observaciones de las vidas transnacionales
que llevan hombres y mujeres michoacanos en Chicago y en California. En dichas
narrativas polífonas se escuchan los dilemas y justificaciones expresados por los padres
y madres así como las opiniones de las personas encargadas de los niños (típicamente
abuelas, tías o hermanas) quienes fungen como padres sustitutos, en ocasiones por
tiempo indefinido. Se toman en cuenta también los puntos de vista y experiencias
vitales de los menores de edad, depositados en los lugares de origen o bien reenviados
al país de origen de sus padres, supuestamente porque “es lo mejor para ellos”. El
seguimiento de las nueve familias a través de varios años revelará la naturaleza
contingente y volátil de estos arreglos de crianza, frecuentemente asociados con
tensiones conyugales y en el grupo familiar.
I. TIPOLOGIA DE LAS VÍAS DE FORMACIÓN
TRANSNACIONALES: UNA VISIÓN GLOBAL
DE
FAMILIAS
Durante las últimas décadas del Siglo XX e inicio del XXI las familias de clase
trabajadora han estado en creciente movimiento. En esta era marcada por procesos de
globalización, urbanización, reestructuración económica y conflictos interétnicos, así
como por un desarrollo vertiginoso de los medios de comunicación y el abaratamiento
de las vías de transporte, sus miembros viajan cada vez más a través de fronteras
internacionales en búsqueda de empleo. Generalmente los migrantes proceden de países
latinoamericanos, africanos y asiáticos y se dirigen hacia los países más
industrializados, huyendo de la persecución política o étnica, epidemias y falta de
oportunidades económicas, esperanzados con la posibilidad de construir una vida mejor
allende el mar o sus fronteras. Estos desplazamientos se complican y se vuelven más
6
El término parentalidad es más común en el campo de la psicología en donde alude al trabajo
mismo de parentesco (las actividades que realizamos como personas enlazadas por la sangre
o por vínculos culturalmente definidos); nuestro uso es más morfológico.
3
peligrosos cuando se efectúan de manera ilegal, situación que va en aumento a nivel
mundial. Los medios masivos de comunicación continuamente dan cuenta del volumen
fenomenal de indocumentados que intentan ingresar a países industrializados con
sueldos varias veces mayores que los países de origen de los migrantes, no obstante
medidas legislativas y hasta militares para detener los flujos.7 En este contexto de
tensión internacional y de claros peligros, los padres migrantes enfrentan la difícil
decisión de llevarse a los hijos o bien de encargarlos con alguien, temporalmente o por
un período extendido.
La creciente literatura sobre el fenómeno de familias transnacionales ha esclarecido
las razones de su expansión global, vinculadas con procesos de desindustrialización,
reestructuración económica y expansión de un sector de servicios dependiente de mano
de obra (principalmente femenina) del Tercer Mundo.8 Pero el grueso de los estudios se
ha centrado exclusiva o preferentemente en la maternidad transnacional (con menciones
pasajeras a la paternidad transnacional) y desde una sola perspectiva: la de las madres
mismas.9 En base a nuestro estudio realizado en una parte de la zona tradicional de
emigración mexicana, argüiremos que es crucial distinguir y contrastar la maternidad y
la paternidad transnacionales así como la parentalidad transnacional. En primer lugar,
es necesario desentrañar las distintas pero traslapadas circunstancias históricas que
propician estas tres prácticas que dan lugar a diferentes modalidades de formación de
una familia transnacional y subrayar que las familias pueden transitar entre una forma y
otra. Segundo, las ideologías de género han moldeado juicios muy distintos de cada
modalidad. Una de las consecuencias ha sido la formulación de dudosos supuestos: por
ejemplo, que madres y padres experimentan la separación física de sus hijos de distinta
manera, sin contar con los testimonios de unas y otros. La literatura emergente ha
documentado cómo sensaciones de culpabilidad, resignación y arrepentimiento de
madres transnacionales se mezclan con otras de orgullo, satisfacción y logro, pero los
puntos de vista y vivencias masculinas están ausentes o, en el mejor de los casos,
reportados únicamente por sus cónyuges.
INSERTAR CUADRO 1
En nuestro análisis de la formación de familias transnacionales, continuaremos en la
dirección trazada por los estudios pioneros, pero ofreceremos una reflexión más
pormenorizada sobre maternidad, paternidad y parentalidad transnacionales como
procesos de toma de decisión a nivel individual y familiar necesariamente enmarcados
en una economía política global. Desde esta perspectiva, las condiciones de mercados
de trabajo, políticas migratorias, leyes sobre nacionalidad y ciudadanía, controles
implementados en puntos de cruce en fronteras internacionales así como otros factores
7
Para un estudio comparativo de los esfuerzos de los Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Francia,
Alemania, Bélgica, Italia, España y Japón para controlar los flujos de inmigrantes a sus territorios, cf.
Cornelius, Martin y Hollifield (1994).
8
En el Cuadro 1 citamos algunos estudios ilustrativos de este corpus que privilegia casos de migrantes
latinoamericanos y asiáticos hacia Europa , Estados Unidos y Canadá.
9
Existen algunas excepciones importantes: Dreby (2006 y 2010) contrasta las vivencias de la paternidad
y maternidad transnacionales de mexicanos (entrevistados en Nueva Jersey, Estados Unidos y en la
Mixteca en el sur de México) en el marco de ideologías de género que enaltecen el papel materno de
cuidadora y asocian el papel paterno con el ser proveedor económico. Pribilsky 2007 documenta
magistralmente las vivencias de la paternidad transnacional entre campesinos ecuatorianos deseosos de
alcanzar “ la modernidad” mediante la realización de trabajos mal remunerados en la ciudad global de
Nueva York. Salazar Parreñas (2010) , pionera en el estudio de la diáspora filipina, estudia la paternidad
transnacional de filipinos,
4
sociales, políticas y culturales moldean cómo y por qué algunos padres optan por
encargar a sus hijos con otros cuidadores en el país de origen o bien mandarlos de
regreso “a casa”. En otras palabras, las madres y los padres no suelen abandonar a sus
hijos ni encargarlos por comodidad ni irresponsabilidad; toman esta decisión cuando
juzgan que solamente así podrán proveerles lo necesario para su crianza y evitar
exponerlos a peligros mayores. De hecho, documentaremos cómo determinadas
prácticas de reclutamiento de mano de obra obligan a los progenitores que aceptan
ciertos trabajos a dejar a sus hijos en el lugar de origen.
Nuestra revisión de la literatura sobre familias transnacionales alrededor del mundo
subrayó la importancia de distinguir entre varias situaciones que las engendran. La
tipología que proponemos (ver cuadro 2) pone en evidencia las distintas morfologías
que presentan estas familias y sus vías de formación. Aún así, insistimos en su
dinamismo: las modalidades no deben concebirse como estáticas ya que una misma
familia puede transitar de una a otra. Además, en apoyo a nuestro análisis de niños
mexicanos encargados a cuidadores alternativos, la tipología pone los cimientos para
posteriormente desmenuzar cómo cada modalidad es juzgada diferencialmente, desde
cánones culturales de la maternidad y paternidad y de las relaciones filiales e
intergeneracionales. Argumentaremos en este apartado que los juicios y justificaciones
expresados por los involucrados en estos arreglos de crianza así como por sus
observadores se entretejen con construcciones cambiantes de la crianza de los hijos
profundamente enraizadas en jerarquías de género y generacionales.
INSERTAR CUADRO 2.
Padre proveedor. Este arreglo de crianza surge cuando se ausenta únicamente el padreesposo, encargando los hijos a la madre-esposa. En este arreglo “clásico” y bastante
común de separación de las tareas productivas y reproductivas, el padre es el
responsable de cubrir las necesidades materiales del grupo familiar mediante su envío
de remesas; con base en su cumplimiento de esa responsabilidad él mantiene la
autoridad paterna y debe ser consultado en todas las decisiones importantes.
Padre solo. Sucede cuando el padre solo (por viudez, abandono o divorcio) se separa de
sus hijos, juzgando que trabajando en el extranjero podrá sostenerlos adecuadamente.
Aparentemente poco común dado la prevalencia de una naturalización de los cuidados
maternos, algunos estudios (Dreby 2010:89) reportan que los padres forjan nuevas
relaciones de mayor atención a sus hijos e involucramiento emocional no obstante la
distancia.
Madre-esposa sola. Cuando una madre unida en pareja emigra sin su marido e hijos,
suele ser porque ella calcula que sus oportunidades de empleo en el extranjero son
mayores que los del varón. Su movimiento puede ser por vía indocumentada generalmente en respuesta a una creciente demanda de mano de obra femenina en
cadenas globales de cuidados (Salazar Parreñas 2001, Hondagneu-Sotelo 2001)- o bajo
contrato. En un estudio seminal publicado en una revista feminista en 1997,
Hondagneu-Sotelo y Avila catapultaron la maternidad transnacional de empleadas
domésticas de nacionalidad mexicana, salvadoreña y guatemalteca en Los Angeles a la
agenda de debates académicos y políticos sobre la vida de inmigrantes indocumentados
en California. Con base en entrevistas con mujeres migrantes pobres y sin papeles, las
autoras descubrieron los factores que obligan a estas trabajadoras a dejar a sus propios
hijos con “otras madres” al mismo tiempo que se convierten en “otras madres”
5
remuneradas para los hijos de sus patronas, generalmente mujeres de raza blanca y clase
alta. Subrayan la ironía del fenómeno así como la vulnerabilidad y humillación que
experimentan las domésticas que limpian y cuidan de las casas y de las familias
empleadoras en el Primer Mundo. No obstante, Hondagneu-Sotelo y Avila (1997)
también encontraron que las domésticas lograban forjar estrategias para enfrentar su
situación de desventaja; una de ellas es la redefinición de la maternidad. Aún estando a
distancia física de sus hijos, encuentran avenidas para estar involucradas en su crianza;
en palabras de una de ellas, “Estoy aquí pero estoy allá.”
Es evidente que las representaciones sociales de la maternidad están
íntimamente relacionadas con las de la paternidad, pero la literatura existente no ha
explorado sistemáticamente estas vinculaciones. Como establecimos en el apartado
anterior, el papel de proveedor material único había sido la piedra angular de la
paternidad, pero conforme más madres-esposas (migrantes y no migrantes) realizan
un trabajo remunerado, esta imagen va perdiendo vigencia puesto que el padre ya no
es el único que aporta al ingreso familiar. Curiosamente, el papel proveedor de la
madre ha sido incorporado a la representación social materna de manera distinta al
caso del padre-esposo: en vez de ocupar el centro, se asocia inextricablemente con la
guía emocional y moral que ofrece la madre. Como arguyen Hondagneu-Sotelo y
Avila (1997:562):
“En vez de reemplazar cuidados con definiciones de la maternidad centradas en
la provisión material, [las empleadas domésticas] parecen expandir su definición de
la maternidad para abarcar una provisión que requiere de prolongadas separaciones
físicas. Para estas mujeres, una creencia central es que la mejor manera de cumplir
con sus tradicionales responsabilidades de cuidados es mediante trabajo remunerado
en los Estados Unidos mientras sus hijos se queden “en casa” [en el lugar de origen].
Madre sola. Una mujer sola se define por no tener hombre y abarca a quienes nunca se
han unido así como las que han disuelto su lazo matrimonial o de concubinato. Como
proveedora única de su prole puede ver en la emigración una solución a su
predicamento. Los deseos de escaparse de una situación de opresión y estigmatización
(que sufre la madre soltera o la esposa abandonada) y de rehacer su vida aparecen
frecuentemente entre los motivos que desencadenan esta modalidad.
Parentalidad desfasada. Muchas familias transnacionales se forjan de manera
escalonada, es decir ya sea que la paternidad transnacional anteceda a la maternidad
transnacional o vice versa. Uno de los miembros de la pareja toma la iniciativa y
emprende lo que puede ser o llegar a ser un proyecto familiar de tratar de forjar una vida
nueva lejos del país de origen. Generalmente es aquel que tenga mayores posibilidades
de obtener un empleo, dadas las características de los mercados de trabajo en el país de
destino. Cuando el varón es el iniciador del proceso migratorio, él tramita formal o
informalmente la eventual venida de su esposa al país de destino. Esta “llamada del
marido” frecuentemente forma parte de una estrategia de legalización, como sugiere
Woo (2001: 55) en su estudio de mujeres mexicanas (nacidas en Jalisco) que migraron a
Los Angeles en la década de los 1980. La literatura sobre migración tiende a presentar
esta práctica como una decisión unilateral por parte del marido -él decide cuándo y
cómo; él paga los gastos - mientras que la esposa sigue al pie de la letra sus indicaciones
sin expresar ni siquiera su opinión. En efecto, las mujeres mexicanas -especialmente en
zonas rurales- han sido inculcadas a adoptar una actitud abnegada ante los deseos del
marido y a seguirle sin reparos. Pero, tras bambalinas, cada vez más esposas reportan el
haber negociado con sus parejas el proyecto de vida familiar. De hecho, no es raro
6
encontrar casos de esposas que insistieron durante años para que el marido reunificara a
la familia en el Norte.
Sin embargo, la llamada del marido puede suscitar la reacción contraria de parte
de la esposa: resistencia o abierto rechazo. El meollo del conflicto tiende a estar
relacionado precisamente con la crianza de los hijos – si todos, algunos o ninguno de los
hijos viajarán junto con la madre al extranjero. De hecho el proceso de reunificación
entre padres e hijos suele ocurrir también de manera escalonada- algunos de los hijos
son llevados y otros encargados, en función de varias consideraciones: su edad, estatus
legal, escolaridad, salud, las finanzas familiares, etc.10 En esta situación la madre-esposa
se siente jalada en dos direcciones- como esposa debe irse pero como madre debe
quedarse. La separación física de los hermanos entre sí también puede ser una
preocupación de la madre-esposa. La siguiente frase de una de las madre-esposas de la
región de estudio que se enfrentaba precisamente a su separación de cuatro de los cinco
hijos y la separación de los hermanos entre sí es ilustrativa de esta sensación de
lealtades cruzadas:“Me voy con el corazón hecho pedazos.”11
En el caso en que la esposa es iniciadora del flujo migratorio, ella calcula encontrar más
fácilmente empleo que el varón. Una vez afianzada su situación y pagada la deuda que
contrajo para el viaje, ella hará lo posible por facilitar la ida del marido y de los hijos
para lograr la reagrupación. Ha seguido este patrón la reciente y explosiva emigración
andina hacia Europa –particularmente el éxodo de mujeres ecuatorianas hacia España e
Italia para emplearse en servicios de cuidados a niños y a ancianos. 12
Parentalidad simultánea. En familias trabajadoras, la partida conjunta del padre y de la
madre ocurre en situaciones muy específicas, típicamente cuando juzgan que sus
crónicas dificultades económicas sólo se resolverán con los esfuerzos concertados de
dos trabajadores y se abre una ventana de oportunidad para irse. Esta decisión de
ausentarse ambos miembros de la pareja puede ser detonada al fijarse una meta concreta
en el proyecto de vida familiar, e.g. construir una casa propia. Al igual que en las
modalidades de parentalidad desfasada, alguno(s) hijo(s) acompañará(n) a los padres y
otros no. Así se generan trayectorias y oportunidades de vida muy distintas entre los
hermanos que fueron llevados y los que fueron encargados. 13
Pero una decisión aparentemente acordada por la pareja puede encerrar violencia
de género si el hombre amenaza a su esposa con terminar la unión y buscar a otra
compañera si ella no acepta su propuesta de irse con algunos de los hijos o bien sin
ellos. De hecho esta diferencia de opiniones entre cónyuges ha provocado algunas
rupturas. Por ejemplo, en el caso mexicano, Ramírez (2001:154) discute cómo estos
dilemas y desenlaces entre maridos migrantes y esposas depositadas en la localidad
purhépecha serrana de Cherán, Michoacán son agudizados por los temores de
infidelidad de la pareja.
Hagan (1994) reporta la parentalidad simultánea entre migrantes maya de la
sierra guatemalteca a Houston, Texas que participaron en procesos de legalización
abiertos por la Ley Simpson-Rodino (IRCA) de 1986. Los padres y madres
10
Artico (2003) llama estas migraciones escalonadas “piecemeal”; es decir, poco a poco y no
sistemático.
11
Palabras de una madre de cinco hijos a su suegra, estando a punto de partir con el menor de
ellos a reunirse con el marido en Chicago y encargándole a los otros cuatro. Entrevista en
Valle de Ecuandureo, 2005.
12
Cf. Pedone (2003), Herrera et al. 2005.
13
Cf. Mummert 2009 para un estudio de los “hermanos por teléfono” que destaca los
formidables obstáculos que enfrentan ellos en la convivencia a distancia.
7
frecuentemente acordaban devolver a sus hijos nacidos en EE.UU. a Guatemala para
que fueran criados por las abuelas u otros parientes. La autora señala tres motivaciones
expresadas por las parejas: 1) permitía que la madre iniciara o retomara un trabajo
remunerado de tiempo completo en Houston; 2) valoraban la inmersión cultural en una
matriz auténticamente maya para que el niño aprendiera el idioma, la forma de vestir y
demás costumbres; y 3) ofrecían a sus propios padres en su vejez la compañía del nieto
en compensación por su propia ausencia.
La parentalidad, ya sea escalonada o simultánea, puede generar un nuevo grupo
familiar en el lugar de origen conformado por dos generaciones no continuas: los
abuelos y los nietos. Son designadas familias “donas” por Escobar y González de la
Rocha (2004) ya que está ausente la generación de en medio- el hoyo de la dona. En un
estudio (coordinado por González de la Rocha) que evalúa el programa Oportunidades
del gobierno federal mexicano (de combate a la pobreza), Triano (2006:280) reporta la
existencia de estas familias dona (beneficiarias de Oportunidades) precisamente en
zonas de México con altas tasas de emigración, tanto dentro del país como hacia
Estados Unidos, argumentando “la importancia de este arreglo doméstico porque
facilitaba la emigración laboral de la generación intermedia, la de los hijos en edad de
trabajar, quienes encontraban dificultades para emplearse en sus localidades de origen.”
Hijo paracaidista
En una inversión del patrón de partida de padres y madres, esta modalidad se refiere a
los hijos que emigran para realizar estudios en países del Primer Mundo, sin su padre.
Pueden ser acompañados temporalmente por la madre, pero ésta eventualmente
regresará a reunirse con el padre que se quedó atrás. Se trata de familias que cuentan
con recursos suficientes para ofrecerles a sus hijos las ventajas de una educación en el
Primer Mundo como parte de una apuesta de movilidad social. Este fenómeno reciente
ha sido documentado con jóvenes chinos y koreanos en Canadá y en Estados Unidos y
se conocen en los medios masivos como “hijos paracaidistas”.
II.
LA FORMACIÓN Y VALORACIÓN DIFERENCIAL DE PATERNIDAD,
MATERNIDAD Y PARENTALIDAD TRANSNACIONALES EN EL
CENTRO-OCCIDENTE DE MEXICO
Caracterizada como la región tradicional de origen de flujos migratorios de
mexicanos hacia el Norte, el Centro-Occidente está conformado por cinco estados
(Guanajuato, Michoacán, Jalisco, Aguascalientes y Colima), de los cuales los tres
primeros históricamente han destacado por ocupar los primeros lugares en tanto
entidades federativas de origen de emigrantes. Como tal constituye una zona
adecuada para explorar los orígenes de las prácticas de paternidad, maternidad y
parentalidad transnacionales, sus cambios a través de varias generaciones y su
vinculación con determinadas modalidades en los flujos migratorios. Aunque no es
posible medir la frecuencia de cada práctica en el conjunto de la población
mexicana, la literatura sobre flujos migratorios y las entrevistas de este estudio
sugieren que las prácticas están presentadas a continuación aproximadamente en
orden de aparición en la región Centro-Occidente.
Paternidad transnacional
Aunque hubo emigraciones masculinas desde el Centro-Occidente a partir de
principios del Siglo XX, fue con la implementación del Programa Bracero (19421964) que la ida al Norte, generalmente de hombres casados entre los 20 y 50 años
8
de edad, se instaló como un modus vivendi para muchos padres-esposos
desesperados por la pobreza rural y las vicisitudes de la agricultura. Este sistema de
reclutamiento de mano de obra mediante el otorgamiento de permisos temporales
para hombres sin sus familias produjo el fenómeno de la paternidad transnacional en
el Centro-Occidente de México. Las prolongadas ausencias del paterfamilias no
sólo continuaron una vez concluida oficialmente el Programa Bracero sino que se
generalizaron. Como se puede apreciar en narrativas de migrantes y en el cancionero
popular14, las idas al Norte eran consideradas por el migrante y por su esposa e hijos
como un mal necesario; unos y otros se resignaban a las visitas más o menos
esporádicas en las cuales el hombre conocía a la adición más reciente de la familia y
solía encargar al siguiente hijo. En ocasiones el padre no consultaba su decisión de
probar suerte en el Norte con su familia, sino que abruptamente anunciaba su partida
para el día siguiente o sigilosamente se iba de madrugada para no enfrentar una
difícil despedida de los seres queridos.
Estos movimientos oscilantes del padre-esposo fueron catalogados por los
especialistas como migración circular del hombre solo con una meta (e.g. comprar
más tierra o animales de tiro para seguir siendo campesino, poner un negocio
propio). Esta visión resignada y naturalizada de la paternidad transnacional
prevaleció durante largas décadas y poca atención era prestada a las consecuencias
emocionales para el padre, la esposa o la familia. Sostenemos que no llamó la
atención de los académicos la práctica de la paternidad transnacional debido a la
naturalización de la maternidad: los hijos eran “naturalmente” encargados por el
padre a los cuidados de la madre-esposa para su crianza. Si, después de algunos
años, el padre afianzaba su posición laboral y/o mejoraba su estatus migratorio en
Estados Unidos, podía contemplar la posibilidad de reunificación familiar:
“mandaba llamar” a su esposa y/o hijos para que fueran a vivir con él en el Norte.
Pero, en la mayoría de los casos, los hombres se oponían a la idea de
reunificación familiar en el Norte. Justificaban el dejar a la familia en México por
dos motivos – el primero de orden económico y el segundo cultural. Argumentaban
que el alto costo de la vida en el Norte aplazaría el logro de la meta; por ello había
que aprovechar la menor carga de gastos de reproducción familiar que implicaba
dejar a la familia en México. Segundo, pesaba fuertemente el temor a los efectos
negativos de vivir en el Norte para la esposa y los hijos, particularmente el
cuestionamiento de la autoridad masculina. Los peligros imaginados para los
jóvenes incluían el caer en comportamientos delincuentes (pandillas, drogas) o el
cuestionar el respeto hacia los mayores. Temían también los padres-esposos que
sus cónyuges, aconsejadas por amistades y apoyadas por programas e instancias
gubernamentales, desdeñarían su imagen de proveedor y autoridad únicos.
Sin duda, la separación física prolongada que vivían padres, madres e hijos
produjo consecuencias serias en la relación afectiva conyugal y entre el jefe de
familia y su prole. Aunque los hijos aprendían a respetar al jefe quien se sacrificaba
por lograr el bienestar de ellos, la distancia impedía la forja de lazos emocionales
14
Desde tiempos de los braceros se daba la difícil separación familiar como atestigua la
canción “Yo fui bracero” de Rosa Martha Zárate Macías: “Dejamos tierra y familia/ quedó sola la
mujer/ pobre y cuidando a los hijos/Triste fue su padecer.” La primera y tercera estrofas de la
canción Me voy de México de Los Gavilanes del Norte aluden a la despedida del padre, quien
encarga a sus propios padres a su familia que se queda:“Yo ya me voy/ de mi México querido/
Dejo lo que yo más quiero/ a mi esposa y a mis hijos.” “Padres de mi corazón/les encargo a mi
familia/ya no llores güerita/esta triste despedida.”
9
fuertes.15 En entrevistas realizadas en el Valle de Ecuandureo con hijos de los
migrantes del período 1940-1980s, éstos lamentan el distanciamiento emocional que
sienten con sus padres al mismo tiempo que reconocen la mejora en la calidad de
vida que les ofrecía la ausencia paterna. Para las esposas, la separación implicaba
un aumento en la carga de trabajo, lo cual las llevó en muchas ocasiones a asumir
nuevas responsabilidades y a transgredir espacios considerados propios del hombre.
Muchas tuvieron que generar ingresos monetarios para mantener a sus hijos cuando
no llegaba el cheque o cuando su monto era insuficiente.16
El fenómeno conocido como “el padre de cheque” empezó a criticarse en el
Valle de Ecuandureo en la década de los 1990, por parte de las esposas, los hijos y
los párrocos. Las mujeres, en vez de resignarse, empezaron a externar sus quejas de
la difícil carga que llevaban en frases como éstas: “Yo hacía de hombre y de mujer.”
“Vivíamos como viudas.” Muchas de las esposas de generaciones más recientesfrecuentemente hijas de migrantes que vivieron en carne propia el distanciamientono están dispuestas a justificar la ausencia masculina: “Nos casamos para estar
juntos”. Los párrocos, que han escuchado de boca de sus feligreses las dificultades
maritales y filiales que implica la separación, suelen segundar esta visión y
aconsejan a los novios que vivan juntos – aquí o allá.
Las críticas al “padre de cheque” se han elevado en el marco de procesos de
redefinición de la paternidad y del ideal de la figura paterna. Durante décadas y
generaciones, un buen padre era ante todo un buen proveedor; un padre migrante,
por lo tanto, debía ser constante en el envío de remesas decorosas. Delegando el
cuidado de los hijos a su pareja, el padre reducía su comunicación con la familia así
como su involucramiento en la crianza de la prole. No obstante, entrevistas
recientes realizadas con padres, madres e hijos en el Valle de Ecuandureo17
revelaron que “un buen padre” debe no sólo ser proveedor (evitando despilfarrar el
dinero en vicios) sino también guía emocional y espiritual de sus hijos. Los
procesos de redefinición del ideal de la paternidad generan representaciones sociales
que hoy día vinculan la provisión material con una presencia física y cercanía
emocional. Por ende, se espera que el padre de familia mantenga comunicación por
teléfono, los visite con regularidad y, de ser posible, fomente la reunificación
familiar –aquí o allá. Incluso los suegros son más reticentes a aceptar la
responsabilidad de vigilar a la nuera y tienden a recomendar al hijo que se lleve a la
esposa con él al Norte.
Maternidad transnacional
Si bien durante décadas los padres habían encargado a sus hijos a sus esposas, la
idea de que una madre, al emigrar, los encargue a otra persona se ha considerado más
escandalosa y desnaturalizada, aún cuando la principal motivación de la madre sea la
misma que para el padre: proveer una mejor vida para su prole. Es decir, las ideologías
15
En un estudio de los impactos de las prácticas migratorias masculinas en la dinámica de los
grupos familiares que se quedan en los Altos de Jalisco, González de la Rocha (1993: 328-330)
presenta dos narrativas de hijas de familia que expresan dramáticamente este distanciamiento
afectivo con el padre y revelan manifestaciones de rechazo a la autoridad paterna que se
intenta ejercer desde la distancia.
16
Mummert (1988) trata en detalle estas nuevas responsabilidades para las que se quedaban.
17
Mediante un guión de entrevista aplicado en 2003 a hombres y mujeres de dos generaciones
en una localidad agrícola con altos niveles de emigración, se exploraron representaciones
sociales acerca del buen padre, la buena madre, la buena hija, y el buen hijo en el Valle de
Ecuandureo, Michoacán. Agradezco la colaboración de Alejandra Camarena Ortiz en la
realización de estas entrevistas.
10
de género que naturalizan el papel cuidador de la madre contribuyen a un discurso que
inmediata y globalmente evalúa la maternidad transnacional en términos más negativos
que la paternidad transnacional. De hecho, coloca ambos fenómenos en casilleros
separados que dificulta su yuxtaposición y análisis como dos caras de un mismo
fenómeno.
Parentalidad transnacional
La práctica más reciente y paralelamente la más vilificada ha sido la partida de
ambos padres biológicos quienes encargan a los hijos (o algunos de ellos) a un
cuidador alternativo. En el caso del Centro-Occidente mexicano, se ha dado
principalmente de manera escalonada, con la ausencia paterna durante un período
luego la materna. Pero también se presenta entre parejas jóvenes que emigran juntos
sin los hijos. En estos casos es común la complicada convivencia o bien la
separación de miembros familiares con diferentes estatus migratorios, conforme van
naciendo hijos en el país receptor.18
III.
NEGOCIACIONES ACERCA DE LA CRIANZA A DISTANCIA:
LECCIONES ETNOGRÁFICAS DEL VALLE DE ECUANDUREO,
MICHOACAN
¿De qué maneras negocian e implementan los diferentes miembros del grupo familiar
modalidades de crianza a distancia? Una exploración de nueve estudios de caso de
familias transnacionales19 (que corresponden a la mayoría de las vías de formación
presentadas en nuestra tipología) nos permitirá mostrar que participan en dichas
negociaciones un conjunto variable de actores sociales, invocando discursos de
jerarquías generacionales y de género, lealtades y responsabilidades. Asimismo
permitirá ilustrar algunos de los tránsitos entre un tipo y otro. A fin de entender los
distintos y en ocasiones encontrados puntos de vista de los actores involucrados, se
entrevistaron al mayor número de familiares posible a lo largo de varios meses y, en
algunos casos, años. El seguimiento de los arreglos de crianza a través del tiempo
reveló su carácter fluido, contencioso y contingente. Esta perspectiva diacrónica y
abarcadora de todos los actores sociales (incluidos los niños) también es útil para no
caer en juicios tendenciosos de las prácticas alternativas de paternidad y maternidad.
Lejos de encontrar pactos claros y no problemáticos entre los familiares, el
común denominador en las nueve familias transnacionales fue la precariedad de los
arreglos. Al contemplar la decisión de irse, los padres de los menores recurren a sus
parientes, invocando deberes de parentesco; éstos suelen encontrarse en una situación
hasta cierto punto forzada, en la cual es difícil negar la ayuda para la crianza de los
niños sin poner en entredicho los vínculos consanguíneos o de afinidad. No parece ser
común que algún pariente se ofrezca a asumir la responsabilidad de cuidados en
18
Estas configuraciones familiares son conocidas en la literatura en lengua inglesa como
“mixed-status households”.
19
Los relatos de vida se recogieron en 1999, 2005, 2006 Y 2007 en dos pueblos agrícolas del
Valle de Ecuandureo, Michoacán mediante veintisiete entrevistas con miembros de nueve
familias transnacionales. Los casos fueron detectados mediante técnicas etnográficas en el
marco de una investigación mayor enfocada en las transformaciones en modelos culturales de
familia a lo largo del Siglo XX en esta zona caracterizada por altas tasas de emigración, trabajo
remunerado femenino en mercados de trabajo regionales y comercialización de la agricultura.
Agradezco la colaboración de los auxiliares de investigación Alejandra Camarena Ortiz, Alberto
Flores Hernández y Eduardo Santiago Nabor en la realización y transcripción de las
entrevistas.
11
ausencia de los padres biológicos. Los nueve casos confirman que cuando uno o ambos
padres biológicos consideran la decisión de emigrar solicitan invariablemente el apoyo
de algún familiar cercano. Los cuidadores sustitutos (algunos de ellos francamente
renuentes a asumir la responsabilidad) generalmente narraban las circunstancias del
inicio del arreglo de crianza en términos resignados: “¿Cómo podía NO ofrecer ayuda a
mi pariente?” Poco a poco, los cuidadores se insertaban en una red de apoyo tejida por
los padres biológicos y por ellos mismos y se iban involucrando cada vez más
emocionalmente con el niño.
Tejiendo una red de apoyo de cuidadores
Levitt (2001), en su libro Transnational Villagers, sigue los movimientos de
parejas dominicanas y sus hijos entre la isla caribeña y Boston, argumentando que se ha
creado una matriz cultural en la cual “muchas madres” participan en la crianza de las
nuevas generaciones. 20 En varias sociedades caribeñas (entre ellas la puertorriqueña
estudiada por Alicea 1997:620) la reciente distribución transnacional de las tareas
reproductivas y productivas de crianza y cuidados se ha erigido sobre una tradición de
maternidad compartida entre madres biológicas y otras madres. El menor de edad con
“muchas madres” se beneficia de una red de apoyo amplia, pero –como reporta Levitt
(2000) para adolescentes devueltos a República Dominicana- la falta de una sola figura
de autoridad crea también confusión para el menor. Además, aunque la madre biológica
se mantenga en contacto (vía teléfono, cartas, videos, visitas, etc.), debe reconocer que
sus hijos desarrollarán lazos más estrechos con las “otras madres”.
En el Centro-Occidente de México, sin que exista tal tradición de crianza
colectiva como en el Caribe, hallamos que los padres migrantes y cuidadores
designados tejían una red de apoyo constituida por familiares de diferentes generaciones
en torno al niño. Por ello, resulta importante distinguir entre el cuidador sustituto
principal y los demás encargados que con el tiempo son reclutados o se ofrecen para
asumir otras responsabilidades. En vista del modelo matriarcal de crianza en México,
típicamente la “otra madre” es la abuela, de preferencia la materna – como se refleja en
el Cuadro 3. Junto con el abuelo, ella es considerada la autoridad suprema en todos los
asuntos relacionados con los nietos que le fueron encargados, si bien consultará el
parecer de los padres ausentes cuando sea posible. Sin embargo, debido a la edad
avanzada, enfermedad o dificultades para desplazarse, los abuelos no siempre pueden
resolver los problemas cotidianos ni atender las necesidades de sus nietos. Entonces,
son reclutados otros parientes (generalmente tías y en menor grado tíos) para ayudar con
tareas, asistir a reuniones en la escuela, llevarlos al médico, ir al banco y manejar las
remesas, etc.
Las tías solteras, particularmente si ya tenían una relación cercana con la madre
biológica, también son cuidadoras alternas en familias transnacionales. Con el paso del
tiempo, la línea divisoria entre madre y tía llega a borrarse, como en el estudio de caso 4
de Dalia. (Ver Cuadro 3.) Amelia es una tía soltera21 que ha criado a su sobrina Dalia
desde que ésta tenía 5 años y sus padres se fueron juntos para emprender la travesía
como indocumentados hasta Chicago. La madre biológica reconoce que Amelia es “la
verdadera madre” de su hija. El abuelo paterno, viudo y también migrante activo a sus
20
Entre estos migrantes dominicanos Levitt encuentra inclusive casos de dos generaciones de
familias transnacionales; es decir, padres que fueron criados por sus abuelos en los años sesenta y setenta
que ahora encargan a sus hijos a la siguiente generación de abuelos.
21
Dada su edad de cuarenta y tantos años, en este medio rural Amelia es considerada una solterona, con
pocas posibilidades de casarse.
12
67 años, ha sido el sostén económico de Dalia pues las remesas de sus padres han sido
irregulares, incumplimiento que él ha criticado abiertamente con su hija y yerno. Dado
que él es residente legal en Chicago, el abuelo consideró la posibilidad de adoptar
legalmente a Dalia para poder tramitar sus papeles, pero no fructificó esta solución.
Cuando el joven matrimonio se encontró en dificultades debido al alcoholismo del
padre de Dalia y se separaron, su madre le propuso a la tía Amelia que se llevara a Dalia
consigo a Chicago y cuidara a ella y sus dos hermanas (la mayor llevada de Michoacán
a Chicago con documentos falsos y la menor nacida en EE.UU.) mientras la madre
trabajaba. Amelia ha dudado sobre el camino a tomar: le gustaría seguir viviendo con
Dalia en México, pero comprende las razones de su hermana para preferir quedarse
donde tiene trabajo y apoyo gubernamental para la bebé ciudadana estadounidense. Si
trajeran a las otras dos sobrinas a reunirse con Dalia en Michoacán (permitiendo que
Dalia conociera a su hermana más pequeña), extrañarían a la madre biológica. El drama
de esta familia transnacional es claro: los diferentes estatus legales de la madre y sus
tres hijas dificultan cualquier solución de reunificación familiar y en razón de ello las
tres hermanas van emprendiendo trayectorias de vida muy distintas. El caso también
ilustra cómo diferentes miembros del grupo familiar extenso invocan lealtades de
parentesco, de género y generacionales para criticar negligencia, movilizar apoyo o
justificar una petición de ayuda.
INSERTAR CUADRO 3
Adopciones formales e informales
En las últimas décadas, algunas familias migrantes del Centro-occidente han
optado por otro arreglo de crianza de sus hijos: la adopción formal o informal
por parte de un familiar cercano. A diferencia de prácticas de circulación de
niños entre diferentes hogares predominantes en algunas sociedades africanas
y caribeñas, se trata de una colocación intencional del menor de edad bajo el
cuidado de algún miembro de la familia extensa considerado mejor situado
para ofrecerle un futuro mejor. Tiende a presentarse más frecuentemente con
hijos de madres solteras, quizá porque no hay hombre quien reclame la
paternidad. Además, la familia extensa suele involucrarse en la crianza del
menor de edad hijo de madre soltera, tejiendo a su alrededor una densa red de
apoyos. Un recurso que el grupo familiar puede poner en común es
precisamente el estatus migratorio legal, en beneficio del niño. Este desenlace
(considerado feliz por todos los familiares) sucedió en el caso de Damián
(estudio de caso 8).
Hijo de madre soltera, Damián creció en la casa de sus abuelos maternos;
mientras su madre laboraba como enfermera, él fue cuidado por su abuela y
una tía, madre de dos niñas. Pasados algunos años dicha tía y su familia se
fueron radicar a Texas ya que su marido tenía “papeles” y tramitó la
reunificación familiar. Cuando Damián tenía seis años de edad, la tía le
propuso a su marido adoptar al sobrino para que pudiera contar con los
beneficios de una vida en el Norte. La madre biológica y los abuelos estuvieron
de acuerdo; incluso un tanto sorprendidos de la bondad del cuñado/yerno de
aceptar la responsabilidad. Ante el Registro Civil del gobierno mexicano, si un
varón se declara padre a posteriori a la expedición del acta de nacimiento de
un hijo de madre soltera, se “corrige” el acta original y se sustituye por uno
13
nuevo. De esta manera, Damián pudo obtener la residencia legal en Estados
Unidos a través de su “padre”/tío y fue a vivir con su tía (a quien le dice Mamá
Ana) y sus primas como si fuesen sus hermanas. Aunque la madre biológica
no tiene estatus legal, ella se ha ido a vivir a dos horas de distancia de su hijo
en Estados Unidos; tiene dos empleos y recibe los fines de semana a Damián
en su casa propia en donde él cuenta con una recámara. La adopción formal y
su reconocimiento oficial por parte de los dos Estados-nación le han abierto un
mundo de posibilidades futuras para Damián, mismas que no hubiera tenido de
haberse quedado en México. Los acuerdos intrafamiliares le han permitido
crecer en una familia formada por padre, madre e hijos, sin perder la
convivencia paralela con su madre biológica. El niño dice que tiene un padre y
dos madres, pero con el paso de los años claramente se ha integrado en la
familia del tío, la “madre”-tía y las “hermanas”-primas. Su relación con su
madre biológica no es cotidiana.
Como vimos anteriormente en el caso de Dalia (estudio de caso 4), la opción
de adopción por parte de su abuelo materno – un septuagenario con residencia
legal en Estados Unidos- fue contemplada para tratar de destrabar el impasse
en el cual se encuentra esta adolescente separada de sus padres y dos
hermanitas quienes viven en Chicago desde los cinco años de edad. Aunque
no procedió el trámite legal, el hecho de que los familiares estén dispuestos a
“compartir” el estatus migratorio legal para beneficiar a otro colateral o
descendiente ilustra prácticas novedosas de recreación de lazos familiares en
campos sociales transnacionales. Claramente los codiciados “papeles”
constituyen un capital social movilizado por familias transnacionales que viven
sujetas a dos o más Estados-nación.
En otras familias transnacionales, se han dado “préstamos” de niños a través
de la frontera, práctica que podría considerarse una adopción informal, es decir
no sancionada por ninguna autoridad civil de ningún Estado-nación. Al
contrario son acuerdos verbales entre familiares y, como veremos, no
familiares. Dichos acuerdos suceden generalmente cuando los miembros
cuentan con diferentes estatus migratorios y por tanto enfrentan grandes
dificultades para lograr una reunificación familiar. El niño Ángel mencionado en
las primeras líneas de este capítulo ha sido “adoptado” informalmente y por
tiempo indefinido por su abuela materna, pero cuando murió el abuelo y la
abuela rebasó los setenta años de edad y tuvo algunos problemas de salud, el
grupo familiar extenso se volcó sobre el asunto y ofreció “soluciones”. Unos
opinaron que el niño debería vivir con su madre biológica; se intentó pero el
rechazo de Ángel fue violento. Por unos meses Ángel vivió con un tío materno
residente en Los Angeles y “arreglado” quien se ofreció para adoptarlo; su
esposa estuvo de acuerdo con la única condición de que tanto la madre
biológica como la abuela cedieran todo derecho sobre el menor de edad. La
mayoría de los hermanos encuentran injusta esta exigencia pues desconocería
la labor constante de crianza por parte de la abuela desde que Ángel fue bebé.
Ángel mismo está consciente de este juego de ping pong y que su abuela
podría fallecer antes de que él cumpliera la mayoría de edad. “Entonces
veremos quién me quiere”, dice encogiéndose los hombros.
Por evidencia anecdótica de otros contextos migratorios sabemos de la
existencia de niños al cuidado de personas con las cuales no mantienen ningún
lazo consanguíneo. Por ejemplo, un caso que conocimos en Quintana Roo es
14
el de una hija de madre soltera que vivía con la familia de su padrastro (nueva
pareja de su madre) y con sus dos medios hermanos más chicos mientras su
madre y padrastro trabajaban en Estados Unidos. Cuando la pareja se separó
en el Norte, la abuela materna de la niña quiso “recogerla” pero la abuela
sustituta (madre del padrastro) a quien la niña llama “mami” se negó,
argumentando que se había creado derechos al haberla criado desde bebé.
Estos ejemplos de “adopciones informales” con o sin lazos consanguíneos con
el cuidador subrayan la existencia en familias transnacionales de sistemas
paralelos de reconocimiento de “derechos” al margen de las leyes
concernientes la patria potestad.
CONCLUSIONES
Este estudio de prácticas de paternidad, maternidad y parentalidad
transnacionales con un aterrizaje etnográfico en el Centro-occidente de México
ha explorado la paradoja que enfrenta un número creciente de padres y madres
de familia mexicanos y otros alrededor del globo: de sentirse atrapados en la
necesidad de separarse físicamente de sus hijos a fin de asegurar su futuro,
encargando su crianza a cuidadores alternos escogidos dentro de la familia
extensa. Los arreglos de organización de tareas de crianza en campos sociales
transnacionales se fundamentan en responsabilidades repartidas entre varios
miembros dispersos del grupo familiar, pero la carga principal es asumida por
abuelas, tías y hermanas. Al tejerse una red de apoyo en torno al menor de
edad, el estatus legal migratorio del individuo se vuelve un recurso familiar a
ser invocado, ofrecido o negado a los demás. La práctica de adopción formal
–en donde uno o ambos padres biológicos ceden la patria potestad a un
familiar cercano- ilustra dramáticamente esta puesta en común de los
codiciados “papeles” en tanto capital social.
Los análisis del fenómeno requieren de un diseño que abarque no sólo a
padres y madres, sino también a los cuidadores y a los niños mismos, ya que
las negociaciones entre los familiares involucrados, entendibles éstos como
una serie de círculos concéntricos- son cambiantes y mucho más complejas
que un acto de paso de la estafeta de un adulto a otro pensando en el “interés
supremo del niño”. Igualmente es necesario incluir a otros familiares directa o
indirectamente involucrados en los arreglos así como instancias
gubernamentales que lleguen a intervenir.
Como otras familias trabajadoras del Tercer Mundo, enfrentadas con
oportunidades disminuidas y mecanismos de reclutamiento y explotación de la
mano de obra propios del capitalismo global en el Siglo XXI que los obligan a
separar las labores productivas de las reproductivas (Cf. Wilson 2000), los
padres y madres migrantes analizados aquí toman decisiones desgarradoras,
forjan formas de familias transnacionales inéditas y negocian frágiles acuerdos
con familiares en su búsqueda de un mejor porvenir para su prole. Hemos
abogado por desestigmatizar a las familias transnacionales, siguiendo a
Salazar Parreñas (2005) en su demostración que la decisión aparentemente
personal de los padres y las madres se enmarca en procesos de globalización
y reestructuración de los mercados de trabajo y de los mecanismos de
reclutamiento de la mano de obra que imponen la separación de los familiares.
La desestigmatización es particularmente importante en el caso de las madres
transnacionales, quienes son duramente enjuiciadas y experimentan
15
contradicciones sumamente fuertes en su lucha por ser “buenas madres” al
mismo tiempo que transgredan modelos culturales de la maternidad intensiva.
Dentro de la agenda pendiente sobre la crianza a distancia, la realización de
mas comparaciones interculturales arrojaría nueva luz sobre las
ilimitadas y cambiantes reinvenciones de la familia.
BIBLIOGRAFÍA
ALICEA, Marixsa, 1997. “’A chambered nautilus’. The Contradictory Nature of Puerto
Rican Women´s Role in the Social Construction of a Transnational Community”,
Gender and Society Vol. 11, No. 5, Octubre, pp. 597-626.
ARTICO, Ceres I. 2003. Latino Families Broken by Immigration. The Adolescents´
Perceptions. New York: LLB Scholarly Publishing.
BARNDT, Deborah, 2002. Tangled Routes. Women, Work and Globalization on the
Tomato Trail. Lanham, Maryland: Rowman and Littlefield.
Carrillo E., M. Cristina. 2005. “El espejo distante. Construcciones de la
migración en los jóvenes hijos e hijas de emigrantes ecuatorianos” En Herrera,
Carrillo y Torres (editoras) La migración ecuatoriana. Transnacionalismo, redes
e identidades. Quito: FLACSO, Ecuador, pp. 361-373.
CORNELIUS, Wayne, Philip L. Martin y James F. Hollifield, 1994. Controlling
Immigration. A Global Perspective. Stanford: Stanford University Press.
DREBY, Joanna, 2006. “Honor and Virtue: Mexican parenting in the transnational
context”, Gender and Society, Vol. 20, No. 1, Febrero, pp. 32-59.
________________. 2010. Divided by Borders. Mexican migrants and their children.
Berkeley: University of California Press.
ESCOBAR, Agustín y Mercedes GONZALEZ DE LA ROCHA, 2004. Evaluación
cualitativa de mediano plazo del programa Oportunidades en zonas rurales:
Evaluación externa de impacto del programa Oportunidades 2004, Instituto Nacional
de Salud Pública, Cuernavaca.
GONZALEZ DE LA ROCHA, Mercedes, 1993. “El poder de la ausencia: Mujeres y
migración en una comunidad de los Altos de Jalisco, en Jesús Tapia (coord.), Las
realidades regionales de la crisis nacional, Zamora: El Colegio de Michoacán, pp. 317334.
HAGAN, Jacqueline M., 1994. Deciding to be legal: a Maya community in Houston.
Philadelphia: Temple University Press.
Herrera, Gioconda, María Cristina Carrillo y Alicia Torres (editoras) 2005. La
migración ecuatoriana. Transnacionalismo, redes e identidades. Quito:
FLACSO, Ecuador.
16
HONDAGNEU-SOTELO, Pierrette, 1994. Gendered Transitions. Mexican Experiences
of Immigration. Berkeley: University of California Press.
_____, 2001. Doméstica. Immigrant Workers Cleaning and Caring in the Shadows of
Affluence. Berkeley: University of California Press.
HONDAGNEU-SOTELO, Pierrette y Ernestina AVILA, 1997. “I’m Here, but I’m There:
The Meanings of Latina Transnational Motherhood”, Gender & Society. Vol. 11, Num. 5,
Octubre; pp. 548- 571.
LEVITT, Peggy, 2001. The Transnational Villagers. Berkeley: University of California
Press.
LÓPEZ CASTRO, Gustavo, 1984. La casa dividida. Un estudio de caso sobre la
migración a Estados Unidos en un pueblo michoacano. Zamora: El Colegio de
Michoacán.
KANAIAUPUNI, Shawn Malia, 2000. “Sustaining Families and Communities:
Nonmigrant Women and Mexico-U.S. Migration Processes”, Center for
Demography and Ecology, University of Wisconsin-Madison, CDE Working
Paper No. 2000-13. http://www.ssc.wisc.edu./cde/cdewp/2000-13.pdf
LAN, Pei-Chia, 2003. “Maid or Madam? Filipina Migrant Workers and the Continuity
of Domestic labor”, Gender and Society, Vol 17, No. 2, abril, pp. 187-208.
MARTÍNEZ, Rubén, 2001. Crossing Over: a Mexican family on the migrant trail, New
York, Metropolitan Books.
PEDONE, Claudia. (2003) “Tú siempre jalas a los tuyos”. Cadenas y redes
migratorias de las familias ecuatorianas hacia España. Tesis doctoral
presentada en la Universidad Autónoma de Barcelona, Barcelona, España.
PREIBISCH, Kerry, 2000. “La tierra de los (no) libres: migración temporal MéxicoCanadá y dos campos de reestructuración económica neoliberal” en Leigh Binford y
María Eugenia D’Aubeterre (coords)., Conflictos migratorios transnacionales y
respuestas comunitarias, México, Gobierno del Estado de Puebla, Instituto de Ciencias
Sociales y Humanidades, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, pp. 45-66.
PRIBILSKY, Jason. 2007. La Chulla Vida: Gender, Migration, & the Family in Andean
Ecuador and New York City. Syracuse: Syracuse University Press,
RAIJMAN, Rebeca, Silvina Schammah-Gesser y Adriana Kemp. 2003. “International
migration, domestic work and care work. Undocumented Latina Migrants in Israel.”
Gender and Society, Vol 17, No. 5, Octubre, pp. 727-749.
RAMÍREZ, Ana María. 2001. “Migración ilegal de mujeres de la comunidad de Cherán
hacia los Estados Unidos”, en Ochoa Serrano, Álvaro (coord.), ...Y nos volvemos a
encontrar, Zamora, Michoacán, El Colegio de Michoacán, Centro de Investigación y
Desarrollo del Estado de Michoacán, pp. 153- 161.
17
SALAZAR-PARREÑAS, Rhacel. 2000. “Migrant Filipina Domestic Workers and the
internacional division of reproductive labor. Gender and Society Vol. 14, No. 4, Agosto,
pp. 560.581.
________. 2005 Children of Global Migration. Transnational Families and Gendered
Woes. Stanford: standard University Press.
SMITH-NONINI, Sandy. 2002. “Nadie sabe, nadie supo: El programa federal H2A y la
explotación de mano de obra mediada por el Estado”. Relaciones. Estudios de Historia y
Sociedad, Núm. 90, Vol. XXIII. Zamora: El Colegio de Michoacán.
SOLÉ, Carlota y Sonia Parella. 2005. Discursos sobre la “maternidad transnacional” de
mujeres de origen latinoamericano residentes en Barcelona, ponencia presentada en el
Congreso Mobilités au féminin, Tánger, Marruecos, 15-19 noviembre.
TRIANO ENRIQUEZ, Manuel, 2006. “Reciprocidad diferida en el tiempo: Análisis de los
recursos de los hogares dona y envejecidos” en Mercedes GONZALEZ DE LA
ROCHA (coord.), Procesos domésticos y vulnerabilidad. Perspectivas
antropológicas de los hogares con Oportunidades , México: Publicaciones de la
Casa Chata, CIESAS, pp. 277-342.
VIDAL, Laura; TUÑÓN, Esperanza; ROJAS, Martha y Ramfis AYÚS, 2002. “De Paraíso
a Carolina del Norte. Redes de apoyo y percepciones de la migración a Estados
Unidos de mujeres tabasqueñas despulpadoras de jaiba”, Migraciones
Internacionales. Vol. 1, Núm. 2, enero-junio; pp. 29-61.
WILSON, Tamar Diana, 2000. “Anti-immigrant Sentiment and the Problem of
Reproduction / Maintenance in Mexican Immigration to the United States”,
Critique of Anthropology. Vol. 20 (2), pp. 191-213.
WOO,OFELIA, 2001. LAS MUJERES TAMBIEN NOS VAMOS AL NORTE. GUADALAJARA:
UNIVERSIDAD DE GUADALAJARA.
18
Descargar