Intervención de Victoria Prego en la celebración de San Francisco

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Intervención de Victoria Prego en la celebración de San Francisco de
Sales 2016
Buenas tardes a todos.
Lo primero, muchísimas gracias por venir a esta reunión porque los periodistas somos,
en contra de lo que pueda parecer, individuos solitarios, poco aficionados a juntarnos y
a sumar nuestros esfuerzos para algún objetivo común. Es verdad que pasamos mucho
tiempo juntos porque nuestro trabajo nos lo impone casi siempre, pero en esos casos
actuamos sabiendo que quien está a nuestro lado es ni más ni menos que un competidor
frente a quien tenemos que medirnos con nuestras propias, exclusivas y solitarias armas.
Pero precisamente hoy no sucede eso, sino todo lo contrario. Hoy estamos aquí
despojados de aparejos defensivos, juntos para celebrar el Día del Patrón de los
periodistas, San Francisco de Sales, que cada año que pasa tiene más trabajo con
nosotros.
Ya sabemos que este es un oficio con mala prensa. Y cuyo ejercicio comporta riesgos
para la propia vida si se ejerce en las muchas zonas de conflicto. Son muchos, siempre
demasiados, pero cada vez son más los periodistas asesinados, torturados o secuestrados
por intentar contar al mundo lo que los regímenes dictatoriales, las ideologías
totalitarias, quieren impedir que se conozca. El periodista es siempre un ser incómodo,
esa es casi su obligación, pero en determinadas partes de mundo es un objetivo a abatir.
Como dijo un día nuestro colega Enric González: “Hay gente que se juega la vida
informando sobre las guerras para que la idiotez y la ignorancia sean solamente una
opción no algo obligatorio”.
En España tuvimos a tres de nuestros colegas sometidos a un secuestro cruel durante
casi 200 días. Felizmente en marzo de 2014 Javier Espinosa, Marc Marginedas y
Ricardo García Vilanova volvieron a casa sanos y salvos. No sin haber sido sometidos a
terribles pruebas y sufrimientos.
Ahora son otros tres compañeros nuestros: Antonio Pampliega, José Manuel López y
Ángel Sastre, quienes llevan más de seis meses secuestrados en Siria. No podemos, en
el día del Patrón, dejar de recordarles y esperar que las gestiones que puedan estar
llevándose a cabo conduzcan lo antes posible a su liberación.
Como tampoco podemos pasara el celebrar este día sin hacer un homenaje lleno de
afecto a todos los compañeros que nos dejaron este año.
Un año más hay que decir lo que llevamos repitiendo mucho tiempo ya: El oficio está
en horas bajas, muy bajas si nos atenemos a las cifras de pérdidas de puestos de trabajo,
que han alcanzado niveles escalofriantes. Y si nos atenemos también a las escalas
retributivas. Teniendo en cuenta estos dos factores tendríamos necesariamente que
concluir que este oficio está en trance irreversible de desaparición. Que va camino de
convertirse en eso que se llama un oficio muerto.
Y sin embargo, y siendo terriblemente ciertos ambos parámetros, la pérdida de puestos
de trabajo y los sueldos a veces directamente insultantes que se pagan a muchos de
nuestros colegas, sobre todo a los que forman parte de lo que ya es una inmensa legión,
la de los colaboradores, la realidad nos dice, nos denuncia, que este oficio nuestro no
solo es más necesario que nunca sino que está más vivo que nunca. A pesar de todo.
Y digo esto porque no habrá quien sea capaz de discutir que si no hubiera sido por el
trabajo insistente, profesionalmente arriesgado y en todo caso valeroso de muchos de
nuestros colegas, la sociedad española estaría hoy viviendo todavía en el más oscuro de
los engaños. Y que si no ha sido es porque el periodismo español ha cumplido fielmente
su función.
De tal manera que el panorama político actual es consecuencia directa del efecto que ha
producido en el electorado la acción del periodismo. No me refiero, claro está, al
panorama salido de las recientes elecciones, que esa es una cuenta que corre a cargo de
los votantes, no faltaba más. Me refiero a que los españoles han tenido cumplida
información del verdadero, y penoso, estado de salud de nuestra democracia gracias a
que la prensa ha desvelado todos y cada uno de los casos de corrupción que ahora se
está juzgando ante los tribunales de Justicia, o están siendo investigados por las Fuerzas
y Cuerpos de Seguridad del Estado y entrarán a continuación en el ámbito de actuación
de un juez. Digo todos los casos de corrupción y digo bien. Todos los casos han sido
sacados a la luz por la prensa.
Y de esa manera, el periodismo ha servido al saneamiento del sistema que no otra cosa
es la legislación aprobada y los compromisos de transparencia asumidos hoy por todas
las fuerzas políticas en España. De n existir el oficio, o de estar más sometido de lo que
es verdad que lo está en este momento a intereses políticos o económicos, la democracia
española habría seguido su proceso de deterioro sin que la sociedad fuera consciente de
que el mal avanzaba y corría el riesgo de convertir al sistema en un enfermo
desahuciado.
Este es solo un ejemplo pero podría poner muchos más para sostener que nos maltratan
económica y laboralmente hablando. Que la sociedad ha perdido la consideración que
hace años tuvo del periodismo y que tiene algunas razones para haber cambiado tan
radicalmente de opinión. Que el futuro no vislumbra prometedor sino oscuro para el
oficio de informar. Pero que las nubes se abrirán más pronto que tarde porque no hay
democracia que se pueda llamar tal que sobreviva sin un periodismo independiente,
libre y valiente, que es la única garantía de que el poder no se corrompa de manera
irreversible.
Así que la preocupación por la salud de nuestro oficio es obligada. Pero también los es
el orgullo pertenecer a una profesión que, en medio de tantas dificultades, sigue
cumpliendo, y muy dignamente, con su papel insustituible.
El periodismo, el buen periodismo, sobrevivirá. En cualquier formato, con cualquier
modelo de negocio. Sobrevivirá. Y de eso es de lo que tenemos que alegrarnos, que es
lo que hemos venido a hacer hoy aquí.
Muchas gracias.
25-01-2016
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