Belis Araque: Don Tulio Febres Cordero estará siempre vigente Deysi Godoy A través de sus ovalados lentes, María Martha, una joven estudiante universitaria, recorre con su mirada cada espacio de la biblioteca. La motiva conocer el legado de Don Tulio Febres Cordero. Allí, es recibida por Belis Araque, directora de la biblioteca que lleva el nombre de este célebre merideño. Para Belis Araque, quien ha estado vinculada a esta biblioteca desde su fundación en 1978, es una Belis Araque, directora de la Biblioteca Febres satisfacción enorme hablar de Don Cordero (Foto: Deysi Godoy) Tulio, pues él forma parte de la historia de Mérida y del país, y porque hizo un aporte fundamental a la cultura intelectual venezolana. Esta investigadora e historiadora ha realizado un estudio acucioso de la actividad desarrollada por este merideño del siglo pasado, cuya obra como docente, escritor, historiador, profesor universitario y periodista, permanece vigente. “Don Tulio fue un docente nato, era una cosa que llevaba por dentro. En este campo él podía incentivar y motivar a sus estudiantes al estudio de la historia y otras áreas del conocimiento. El difundía en su cátedra de la universidad el producto de sus investigaciones”, agrega. Dice que él se preocupó mucho por la educación de los más pequeños en este país y dejó escritos al respecto. En sus artículos denominados “El Tríptico de la Educación”, hace algunas recomendaciones sobre cómo debe ser la educación de los niños. Don Tulio se destacó además como profesor en el colegio de niñas “San José”, de la ciudad de Mérida. Afinidad con universidad En la armoniosa serenidad que brinda la Biblioteca, la voz entusiasta de Belis Araque no descansa al referirse a don Tulio. Dice que desde muy pequeño tuvo un vinculo especial con la Universidad de Los Andes, bien a través de su familia ya que su tío Fabio Febres y su padre el doctor Foción Febres Cordero, eran profesores en esta institución o, porque máxima casa de estudios superiores. Mérida giraba en torno a la Al salir de sexto grado a los 11 años ingresó de una vez a esta institución a estudiar latinidad o los estudios de lo que hoy es bachillerato hasta 1875, que la Universidad fue exclaustrada por el presidente Guzmán Blanco y se creo el Colegio de varones, graduándose allí en 1878 de Bachiller. Después siguió la carrera de Derecho, la cual nunca ejerció porque decía que no tenía carácter para ello. Su primer discurso lo dio en la Capilla de la Universidad en un acto de distribución premios a los estudiantes en el año 1880. Para Belis Araque es fascinante hablar de la obra de don Tulio (Foto: Deysi Godoy) En 1892 don Tulio ingresa como docente de la Cátedra de Historia Universal con muy poco sueldo, que a veces hasta dejaban de pagarle porque en algunas oportunidades no había presupuesto. De modo que, en ocasiones, dio clase sin cobrar nada. Pero su labor en esta institución fue larga y productiva. Sus méritos lo llevaron a ser nombrado Vicerrector Interino en 1912, además de Rector Honorario en 1935, señala Araque. Pasión por la imprenta La joven estudiante continúa atenta a las explicaciones de Araque, quien afirma que don Tulio sentía un amor especial por el arte de la tipografía. “Desde muy joven él se inició en el trabajo de la imprenta y contó con un gran maestro que fue Juan de Dios Picón Grillet. Crea la técnica de la Imagotipia o arte de representar imágenes con tipos de imprenta y perfecciona la Foliografía que consiste en la reproducción de las hojas de las plantas mediante impresión de las planchas de la imprenta, este arte tipográfico fue inventado por su maestro”. Con esta técnica editó la obra Foligrafía de las plantas de Los Andes Venezolanos en 1896, como un homenaje a Miranda en su apoteosis, de esta obra hizo dos ejemplares uno lo envió al Museo Nacional de Caracas y el otro, lo expuso en Mérida, en el Salón Artístico. Esta obra constituye una de las joyas tipográficas de Venezuela y reposa en las colecciones de esta Biblioteca, agrega. Su quehacer tipográfico lo proyectó también como intelectual, escritor y periodista, porque tuvo la oportunidad de imprimir sus propias obras y canjearlas con sus colegas de otras latitudes. Esta actividad la comenzó en su periódico “El Lápiz”, el cual tuvo mucha fama ya que se distribuyó en el ámbito, regional, nacional e internacional. En lenguaje sencillo escribió cuentos, mitos y tradiciones los cuales publicó en ese y otros periódicos, después los recopiló y publicó en forma de libro. Igual hizo con los datos e investigaciones sobre la historia de Mérida, las editó en los libros: Archivo de Historia y Variedades, Clave Histórica de Mérida y Décadas de la historia de Mérida. Don Tulio inició otro proyecto editorial como fue la publicación de folletos de colección sobre diferentes temas, de los cuales sólo publicó la Leyenda de Don Gregorio de la Rivera, quizá, por falta de recursos o por su delicada salud, señala, Araque. Historiografía en su literatura Entre libros y documentos la especialista de esta biblioteca muestra a la estudiante universitaria como don Tulio sentó las bases para el estudio de la historiografía regional. Sus obras históricas y literarias expresadas en distintos géneros como crónica, ensayo, cuento, novela y poesía contienen la historia de todos los días, por ejemplo, en “Memorias de un Muchacho”, que es en parte un poco su historia autobiográfica, está reflejada la Mérida de su época y, en “Don Quijote en América”, da una visión de lo que aquí y en el mundo estaba pasando en ese momento, como era la pérdida de los valores nacionalistas. Asimismo en “Páginas Intimas” se conoce al personaje desde el punto de vista humano, como esposo, como padre, como hijo, como abuelo. Menciona que don Tulio tenía una nieta huérfana llamada Consuelo muy querida. Esa niña fue su alegría y cuando enviudó la llevaba a todas partes. Era como la bordona de don Tulio, a ella le escribió varios artículos muy bonitos, entre ellos: “De viejo a niño”. “Al estudiar a Don Tulio vemos que en su producción intelectual aborda conjuntamente los hechos de la historia formal: conquistas, fundaciones, revoluciones y guerras, con los de la historia cotidiana: costumbres, creencias y modos de vida”. Refiere que él era una persona muy humilde, él no solamente se relacionaba con los intelectuales, sino también con cualquier persona de la ciudad, hasta con las amas de casa a quienes, por cierto, les escribió un libro de cocina Criolla, para ayudarlas, según dice él mismo, en lo que iban a cocinar en el día para el desayuno, almuerzo o cena. Algunas anécdotas Junto a otros jóvenes merideños que se iniciaban en la escritura y la literatura, don Tulio escribía, con seudónimo, en periódicos que circulaban en la capital, donde publicaba, entre otras cosas, poemas de amor para su enamorada que era Doña Teresita Carnevali, quien luego fue su esposa, comenta Araque. Pero Gonzalo Picón le decía a don Tulio que esos poemas cursiles que se escribían en Mérida daban pena, pues él estaba en Caracas para ese tiempo. También le hizo varias críticas fuertes a “Don Quijote en América”, sin dejar de reconocer lo bueno de este libro. Otra faceta en que incursionó don Tulio y que ha sido poco investigada, fue la de orador. Expresa que en este arte fue muy criticado porque al parecer su voz era “chillona”, lo cual no le favorecía, según dice un escritor merideño. Sin embargo, por ser muy religioso siempre lo buscaban para dar discursos en la Sociedad Hijas de Maria, en la de San Rafael y en la del Carmen, donde muchas veces reflejaba su pensamiento y su sentimiento sobre la mujer y la familia. (Prensa-Mumcoa-CNP 6.255). Museo de la Memoria y la Cultura Oral Andina MUMCOA Unidad: Archivo de la Palabra Serie: Historia Inmediata Línea de Investigación: Pensamiento Urbano Colaborador: (Estudiantes de la Maestría en Historia de Venezuela, Cátedra Historia Oral)