1 MATERIALES DE PAZ Y DERECHOS HUMANOS Documento de trabajo, 1 EL INSTITUTO CATALÁN INTERNACIONAL POR LA PAZ Y EL MOVIMIENTO SOCIAL EN CATALUÑA Robert Gonzàlez y Esther Vivas Institut de Govern i Polítiques Públiques (IGOP) 2 3 El Instituto Catalán Internacional por la Paz y el movimiento social en Cataluña PROYECTO DE DIAGNOSIS INFORME FINAL EL INSTITUTO CATALÁN INTERNACIONAL POR LA PAZ Y EL MOVIMIENTO SOCIAL EN CATALUÑA Modelos de relación Robert Gonzàlez i Esther Vivas Institut de Govern i Polítiques Públiques (IGOP) Documento de trabajo, 1 4 Materiales de Paz y Derechos Humanos Documento de trabajo, 1 Barcelona, marzo de 2008 © del autor © de la edición: Generalitat de Catalunya. Departamento de Interior, Relaciones Institucionales y Participación Oficina de Promoción de la Paz y los Derechos Humanos Avda. Diagonal, 409, 2 08008 Barcelona Tel. 93 552 60 00 Fax 93 552 60 20 oficinapauddhh@gencat.cat http://www.gencat.net/direp Estudio encargado a: Esta colección se ha editado para ser distribuida, con la intención de que sea cuanto más utilizada, mejor. Si se citan y reproducen algunas partes de este trabajo, hay que hacerlo de la manera siguiente: GONZÁLEZ, R.; VIVAS,E. L’Institut Català Internacional per la Pau i el moviment social a Catalunya. Barcelona: Oficina de Promoción de la Paz y de los Derechos Humanos, Generalidad de Cataluña, 2008. (Materiales de Paz y Derechos Humanos; 1). Las opiniones expresadas en estas publicaciones no representan necesariamente la opinión de la Oficina de Promoción de la Paz y de los Derechos Humanos. 5 El Instituto Catalán Internacional por la Paz y el movimiento social en Cataluña La Oficina de Promoción de la Paz y de los Derechos Humanos es la estructura gubernamental de la Generalidad de Cataluña que tiene como misión principal desarrollar políticas públicas de fomento de la paz y de promoción de los derechos humanos. La colección "Materiales de Paz y Derechos Humanos" recoge documentos de trabajo con el objetivo de proporcionar una visión nueva y original de los dos ámbitos, a través de la edición de investigaciones elaboradas por centros especializados y personas expertas. 6 Materiales de Paz y Derechos Humanos, 1 Oficina de Promoción de la Paz y de los Derechos Humanos 7 El Instituto Catalán Internacional por la Paz y el movimiento social en Cataluña ÍNDICE 1. INTRODUCCIÓN 9 2. MARCO CONCEPTUAL: LAS RELACIONES ENTRE EL MOVIMIENTO POR LA PAZ Y LAS INSTITUCIONES 10 10 2.1. Una definición operativa del concepto movimiento social 2.2. El proceso de creación del ICIP: ¿hacia una institucionalización flexible del movimiento catalán por la paz? 2.3. El ICIP i las redes de acción colectiva crítica 12 14 3. EL MOVIMIENTO CATALÁN POR LA PAZ Y EL ICIP 3.1. Una propuesta de mapa de actores 3.2. Percepciones i expectativas 3.2.1. La visión del ICIP 3.2.2. La misión del ICIP 14 14 18 19 23 4. MOVIMIENTO POR LA PAZ, INSTITUCIONES Y PARTIDOS POLÍTICOS 4.1. El impulso de las políticas de paz en Cataluña 4.2. El ICIP: ¿una arquitectura institucional reciente? 28 28 30 5. CONCLUSIONES: ¿QUÉ MODELOS DE RELACIÓN HAY QUE ESTABLECER? 34 6. BIBLIOGRAFÍA 36 7. ANEXOS 7.1. Lista de personas entrevistadas 38 38 8 Materiales de Paz y Derechos Humanos, 1 Oficina de Promoción de la Paz y de los Derechos Humanos 9 El Instituto Catalán Internacional por la Paz y el movimiento social en Cataluña 1. INTRODUCCIÓN La aprobación, el 4 de julio de 2003, de la Ley de Fomento de la Paz (21/2003) por parte del Parlamento de Cataluña supuso un paso adelante en el apoyo de las instituciones públicas al movimiento catalán por la paz. La Ley 21/2003 estableció las bases que permitieron crear el Consejo Catalán de Fomento de la Paz y abrió el proceso para crear el Instituto Catalán Internacional por la Paz (ICIP). La Ley de Fomento de la Paz supuso el reconocimiento institucional del trabajo desarrollado por el movimiento por la paz en Cataluña, a la vez que puso de relieve la voluntad de las instituciones catalanas de poner en marcha una tarea sostenida en el tiempo en materia de paz. El Anteproyecto de Ley aprobado por el Gobierno reitera de manera explícita que el ICIP nace a raíz de una demanda social y que quiere integrarse en las distintas expresiones sociales del movimiento por la paz que existen en Cataluña, apoyarlas y complementarlas. Este espacio social vinculado a la actividad, la reflexión y la acción por la paz tiene una larga tradición en Cataluña, y actualmente está representado de manera muy heterogénea por una serie muy amplia de organizaciones y colectivos. Así pues, el proceso de creación del ICIP merece una reflexión con cierta profundidad sobre cuáles pueden ser las relaciones que se establezcan entre el ICIP y el movimiento social por la paz en Cataluña. Éste es el objetivo del informe. En primer lugar, hemos elaborado un marco conceptual para poder analizar con el máximo rigor posible un proceso de institucionalización como el que tratamos sin caer en la visión peyorativa de este tipo de procesos que la literatura de los movimientos sociales suele ofrecer. La creación del ICIP conlleva retos importantes y puede abrir espacios para una gobernanza participativa en los cuales tengan cabida las redes de acción colectiva crítica por la paz. A continuación, hemos intentado clasificar los distintos actores de la red por la paz en Cataluña. Hemos querido analizar el movimiento partiendo de dos dimensiones: el grado de institucionalización y la centralidad de la cuestión de la paz en la actividad de cada organización. En este sentido, hemos elaborado un mapa de actores que incluye ambas dimensiones y en las que situamos los distintos actores teniendo en cuenta dichas dimensiones. Con este mapa podemos trazar una cartografía de las posibles relaciones entre los actores y el ICIP, incluso antes de la creación definitiva del Instituto. Acto seguido explotamos al máximo nuestro trabajo de campo (consistente en 15 entrevistas semidirigidas, hechas con profundidad, a expertos o participantes en el movimiento por la paz). El análisis de las entrevistas llevadas a cabo nos permite, junto con el mapa de actores, establecer los modelos de relación entre el ICIP y el movimiento por la paz. En este análisis abordamos las cuestiones referentes a la percepción que tienen del ICIP los distintos actores del movimiento por la paz, las expectativas que han puesto y cómo quieren relacionarse. El siguiente apartado tiene una función doble: por un lado, describir el proceso de formación del ICIP, poniendo un énfasis especial en el papel de los distintos actores colectivos que se han implicado (partidos, ONG y movimientos), y por el otro, comparar el ICIP con dos organismos del Gobierno catalán de características similares, como son el Consejo General de la Juventud de Cataluña y el Instituto Catalán de las Mujeres. De la comparación, podemos extraer prácticas óptimas y pésimas en las relaciones entre instituciones, partidos y movimientos sociales en este tipo de procesos de institucionalización. 10 Materiales de Paz y Derechos Humanos, 1 Oficina de Promoción de la Paz y de los Derechos Humanos Finalmente, el último apartado pretende concluir el informe con algunas recomendaciones sobre los modelos de relación entre el futuro Instituto y el movimiento catalán por la paz. Queremos acabar agradeciendo la colaboración y la paciencia de todas las personas entrevistadas, de las cuales presentamos una relación en el anexo final. 2. MARCO CONCEPTUAL: LAS RELACIONES MOVIMIENTO POR LA PAZ I LAS INSTITUCIONES ENTRE EL Para definir un modelo de relaciones entre el movimiento catalán por la paz y el futuro Instituto Catalán Internacional por la Paz, en primer lugar habrá que delimitar el significado del término movimiento social, que siempre resulta controvertido. Tal y como veremos más adelante, nosotros adoptaremos una concepción muy amplia, que tiene como pilar la literatura clásica de los movimientos sociales. Por otro lado, nos aproximaremos al fenómeno de los movimientos sociales poniendo un énfasis especial en sus relaciones con las instituciones y sus intervenciones en la esfera política, pero no tanto en otros aspectos, que también son fundamentales en la actividad de los movimientos sociales (como por ejemplo la creación de contracultura, de valores, etc.), puesto que nos desviarían del objetivo de esta investigación. En segundo lugar, con la intención de establecer un marco conceptual para llevar a cabo el estudio, haremos una aproximación a los debates que abren procesos de institucionalización de movimientos como el que abordamos. Así pues, pondremos sobre la mesa, de manera muy breve, la naturaleza de estos procesos; para hacerlo, huiremos de concepciones simplistas y presentaremos aportaciones recientes de la ciencia política (Pruijt, 2003; Jiménez, 2005; Kriesi, 2001). Avanzamos ahora que la institucionalización es un fenómeno complejo que, per se, no puede considerarse ni positivo ni negativo para el futuro de los movimientos sociales, sino que presenta toda una serie de retos para los que intentaremos plantear los interrogantes y ofrecer las respuestas adecuadas a lo largo de este informe. Finalmente, queremos acabar la descripción del marco conceptual considerando el estudio de la creación del ICIP y de sus futuras relaciones con el movimiento catalán por la paz desde la óptica de las redes de acción colectiva crítica, puesto que eso supone una manera innovadora y pragmática de analizar las relaciones entre movimientos e instituciones en el seno de la gobernanza de sociedades complejas como la nuestra. 2.1. Una definición operativa del concepto movimiento social Los movimientos sociales pueden ser definidos de muchas maneras. Para Pastor (2002), todo movimiento social se caracteriza por el hecho de surgir en condiciones de conflicto y convertirse en un desafío para las autoridades o los poderes mediante una acción colectiva, no institucionalizada, que pretende promover cambios y en la que participa un número de personas significativo. Ibarra, Gomà y Martí (2002) definen movimiento social como un actor político colectivo de carácter movilizador (y, por lo tanto, un espacio de participación) que persigue objetivos de cambio a través de acciones (generalmente no convencionales) y que, para hacerlo, actúa con cierta continuidad, con un nivel alto de integración simbólica y con un nivel bajo de especificación de funciones, a la vez que se nutre de formas de acción y organización variables. Por lo tanto, un movimiento social es un agente de influencia y persuasión que desafía las interpretaciones dominantes sobre varios aspectos de la realidad. 11 El Instituto Catalán Internacional por la Paz y el movimiento social en Cataluña Las ideas conflicto, desafío, cambio y acción colectiva en el espacio público son básicas para distinguir un movimiento social de una ONG o de un partido político, aunque este tipo de organizaciones puede formar parte de un movimiento social, junto a otros tipos de colectivos. Por ejemplo, la Plataforma Aturem la Guerra (Paremos la guerra) es una organización del movimiento por la paz que agrupa, además de un gran número de colectivos y personas a título individual, ONG como Sodepau y partidos políticos como ERC, ICV o EUiA. Ahora bien, algunos autores consideran necesario diferenciar el concepto movimiento social del de protesta política, que es más amplio. De este modo nos presentarán una definición más delimitada, muy útil para relacionar, más adelante, movimientos sociales e instituciones públicas. Así pues, Jiménez (2005) define protesta social como la «acción colectiva pública de actores no estatales a favor de un interés común excluido del proceso de toma de decisiones». El objetivo principal de la protesta es incidir sobre los actores con poder (las autoridades), de cuya acción puede depender la inclusión de los intereses defendidos en el proceso de toma de decisiones. El proceso de normalización y legitimación creciente de la protesta hace que, cada 1 vez más, recurran todo tipo de actores, incluso los institucionales. Para Jiménez, la especificidad del concepto movimiento social en comparación con el concepto protesta radica en dos calidades esenciales: por un lado, el objetivo último e inherente de un movimiento social es cambiar un orden social (u oponerse al cambio de este orden), y por el otro, los movimientos sociales se basan en una red amplia de relaciones entre colectivos y personas que comparten una identidad colectiva. En este sentido, algunos analistas consideran que las movilizaciones contra la guerra de Iraq, en su punto álgido (entre febrero y mayo de 2003), eran más un fenómeno de protesta que no un movimiento social (Bonet y Ubasart, 2004). Aun así, no se puede negar que el movimiento por la paz tenía mucho que ver con aquellas protestas. Jiménez (2005:20) define, pues, los movimientos sociales como una red informal de interacciones entre una pluralidad de grupos (más o menos formalizados) y de individuos que, sobre la base de una identidad colectiva común, tienen como objetivo la consecución del cambio social (por ejemplo, la paz mundial y el final de los ejércitos en el caso del movimiento por la paz). Por lo tanto, también nos quedamos con las ideas de red e identidad como elementos capitales para abordar el estudio de los movimientos sociales. En el último epígrafe de este apartado recuperaremos la idea de red, aplicada, en este caso, a las relaciones entre movimientos e instituciones. La importancia de la interacción con las instituciones políticas es evidente, y esta relación, una vez superada la fase inicial del conflicto, puede evolucionar hacia escenarios de negociación. Pero, ¿qué pasa con este aspecto cuando se abordan procesos de institucionalización? 1 Desde esta óptica, podríamos mencionar las movilizaciones de la derecha española (en torno al PP) contra los matrimonios homosexuales, a favor del trasvase del Ebro o a favor de la obligatoriedad de la religión en las escuelas durante esta legislatura (2004-2008). Por otra parte, todas las movilizaciones antiterroristas promovidas por los gobiernos políticos (independientemente de su talante) tienen un carácter marcadamente institucional. En este sentido, nos parece interesante mencionar la distinción que establece Adell (2003) entre manifestaciones de adhesión y manifestaciones de contestación. Finalmente, estas movilizaciones también encajarían en el concepto de contramovimiento de Tilly (2002), concebido como respuesta de las clases dominantes ante los movimientos que amenazan a sus intereses. 12 Materiales de Paz y Derechos Humanos, 1 Oficina de Promoción de la Paz y de los Derechos Humanos 2.2. El proceso de creación del ICIP: ¿hacia una institucionalización flexible del movimiento catalán por la paz? A menudo, cuando se dice que un movimiento se está institucionalizando, se suele hacer referencia, de manera inmediata, al hecho de que da mucha importancia a aspectos como la interlocución con las instituciones públicas, en detrimento de las acciones que tienen más tendencia a la confrontación. Lo que permite hablar de movimiento social es el mantenimiento de la acción colectiva por parte de los actores que lo conforman y de los desafíos ante los opositores. Cuando estos desafíos no se mantienen, lo que suele pasar es que perduran formas de resistencia más aisladas con las cuales no acaba de haber lo suficiente para crear un movimiento social. Y cuando el desafío se mantiene en el tiempo, se acaba debatiendo entre conseguir objetivos concretos para el movimiento o bien adoptar posiciones de enfrentamiento. En definitiva, se trata de moverse en la tesitura entre mantener relaciones con las instituciones y entrar en procesos de negociación y decisión con los opositores (con riesgo de debilitar posiciones de desafío y permanencia), o bien no hacerlo y correr el riesgo de caer en el aislamiento y el sectarismo que también amenaza a estos movimientos (Tarrow, 2004:289). Desde una perspectiva teórica distinta y desde el conocimiento directo de la militancia y la institucionalización progresiva de algunos movimientos de la década de los setenta en los Países Bajos, Hans Pruijt (2003) considera que las relaciones entre el Estado y los movimientos sociales pueden ser de represión o de integración. Respecto a estas últimas, podemos encontrar dos variantes: la institucionalización y la cooptación. Intentaremos definirlas, porque a veces se confunden y eso da lugar a muchos equívocos en este tema. a) Cooptación. Para López, Echat et al. (2006), la cooptación consiste, en definitiva, en la incorporación y la normalización de algunas de las demandas del movimiento, lo cual implica, al mismo tiempo, la pérdida de la fuerza reivindicativa inicial del movimiento en cuestión. La cooptación tiene efectos ambivalentes, es decir, por un lado, se produce una cierta desmovilización (por dos motivos: algunos dirigentes del movimiento se ven atraídos por nuevas oportunidades, mientras que los sectores más radicales son reprimidos con más dureza), y por el otro, se crean nuevas oportunidades políticas para la movilización social de determinados sectores de la población, puesto que el conjunto de la ciudadanía puede ver que el Estado resuelve problemas haciendo concesiones a un movimiento antagonista. Éste sería el caso, según algunos autores (Ricard Martínez, 2004), del movimiento vecinal de las décadas de los setenta y los ochenta en Cataluña. De todos modos, sólo asumiendo las alternativas principales expresadas por las movilizaciones en las calles de Barcelona, Sabadell, Gerona y tantas otras ciudades (democracia, derechos laborales, infraestructuras para los barrios, etc.), podía garantizarse la supervivencia política y económica de las principales élites del país, aunque eso significara la transformación absoluta del régimen político franquista y la entrada a las instituciones municipales de algunos líderes del movimiento vecinal (Xavier Domènech, 2004). 13 El Instituto Catalán Internacional por la Paz y el movimiento social en Cataluña b) Institucionalización. Podemos definirla como la canalización del movimiento en un patrón estable basado en normas y leyes formalizadas. La institucionalización implica pérdida de identidad (Castillos, 2001) y cambio del repertorio de acción (Kriesi, Koopmans e. al., 1995). La institucionalización puede surgir por iniciativa del Estado o del propio movimiento. En el primer caso, la institucionalización pretende o bien integrar un movimiento que goza de bastante aceptación social o bien abaratar los costes políticos de una represión como fórmula para eliminar el movimiento (Platt, 1980). Otro tipo de institucionalización es la que nace de la voluntad del movimiento social. En este caso, hay tres clases de motivaciones que empujan a los movimientos hacia la institucionalización: 1. Las necesidades económicas (Cherki, 1973) respecto a los movimientos que se mueven en el eje de la redistribución, como por ejemplo el movimiento vecinal de la década de los setenta. 2. La dureza de la represión o la debilidad del movimiento. Un contexto de sensación de derrota como el que imperaba a mediados de la década de los ochenta en el Estado español, puede empujar a los movimientos a iniciar procesos de institucionalización que los hagan más efectivos a la hora de satisfacer algunas de sus demandas. 3. La moderación ideológica del movimiento. Según Lowe (1986), algunos movimientos cambian sus planteamientos iniciales de transformación social y ruptura por otros que tienden más a la reforma y la consecución paciente de objetivos. Éste ha sido el caso, por ejemplo, del movimiento de cooperación al desarrollo. La teoría de los movimientos sociales ha tendido a ver la institucionalización como un proceso negativo. La mayoría de los estudios nos alertan de los peligros que suponen estos procesos para algo tan necesario como es la autonomía de los movimientos. Pero, ¿todos los procesos de institucionalización tienen los mismos resultados? Según Kriesi et al. (1995), la institucionalización puede entenderse, dentro de la teoría de los ciclos de movilización, como la fase intermedia entre la protesta y la reforma. Castells (2001) sitúa la institucionalización en el declive del movimiento social. Otros autores, en cambio, afirman que, en los procesos de institucionalización, suele quedar un ala radical del movimiento que continúa haciendo uso de la disrupción y que se complementa con el ala institucionalizada (Tarrow, 1997). Para abordar esta disyuntiva, nos parece absolutamente acertada la distinción que establece Pruijt (2003) entre institucionalización terminal e institucionalización flexible. Podemos definir la institucionalización terminal como un proceso a través del cual un movimiento determinado se modera ideológicamente, pierde sus signos de identidad y se integra en la esfera institucional para lograr sus objetivos. La institucionalización flexible, en cambio, prevé la institucionalización del ala moderada del movimiento (por cualquiera de los tres motivos que hemos expuesto antes) y el mantenimiento de un ala radical y disruptiva. Entre estas dos alas se produce una relación de complementariedad, de modo que el movimiento puede continuar avanzando en sus objetivos y mantener la tensión movilizadora al mismo tiempo que recoge recursos legales, económicos y de legitimidad de parte de las administraciones. 14 Materiales de Paz y Derechos Humanos, 1 Oficina de Promoción de la Paz y de los Derechos Humanos 2.3. El ICIP i las redes de acción colectiva crítica Para acabar este breve marco conceptual, que orientará nuestro análisis, querríamos introducir un concepto que ya es un clásico en los análisis del equipo de movimientos sociales del Instituto de Gobierno y Políticas Públicas (IGOP): el de redes de acción colectiva crítica (en lo sucesivo redes críticas). Peláez (2006:6) define red crítica como: «el entramado de relaciones entre actores políticos y sociales que, con la inclusión de varios grados de radicalidad ideológica y formalización organizativa, crea espacios de movilización amplios, introduce nuevos discursos y diversifica las estrategias participativas, incidiendo, inevitablemente, en las políticas públicas». Según esta aproximación, hay cuatro elementos que ayudan a caracterizar el concepto de red crítica: en primer lugar, el potencial que tiene la red para incidir en el ámbito de las políticas públicas, entendidas desde el punto de vista de la gobernanza (lo quieran o no, estas redes son espacios de movilización que acaban creando canales de incidencia e impactos reales); en segundo lugar, la capacidad de las redes para abrir temas nuevos y enfoques renovados dentro del espacio social y político; en tercer lugar, la morfología de las redes, más compleja que la de los actores políticos tradicionales (las redes incluyen los movimientos sociales) y, para acabar, el recurso del espacio simbólico como elemento clave en la capacidad de incidencia de las redes. La propuesta analítica que relaciona este concepto con los objetivos de este estudio consiste en considerar el proceso de creación del ICIP como una de las plasmaciones más claras de una red crítica. Las redes críticas serian, según este punto de vista, el espacio de interacción de los movimientos sociales con otros actores en el ámbito de la gobernanza en las sociedades postindustriales. Los conceptos movimiento social y red crítica son distintos, pero no excluyentes entre sí. De hecho, uno y otro corresponden a momentos y miradas también distintas de los fenómenos de acción colectiva. Así pues, el ICIP sería un momento –que tiende a estabilizarse– de relación máxima entre el movimiento catalán por la paz y las instituciones políticas. El estudio de las futuras acciones del ICIP y su impacto en la sociedad catalana, así como el estudio de las interacciones entre instituciones y movimientos que se generen en el seno del Instituto, se tendrán que abordar también desde esta perspectiva de red. No hay que perder de vista que la creación del ICIP ha sido posible gracias a la complicidad entre ciertas entidades y personas del movimiento por la paz y actores del ámbito institucional. O, por decirlo con palabras de Sabatier y Jenkins (1993), «la existencia de una coalición promotora entre sectores del movimiento y de las instituciones ha generado la posibilidad de crear este Instituto». Desde esta perspectiva de red, mantener esta dinámica es una de las condiciones que garantizarán el impacto político y social del ICIP una vez se ponga en marcha. 3. EL MOVIMIENTO CATALÁN POR LA PAZ Y EL ICIP 3.1. Una propuesta de mapa de actores Es a partir de la década de los ochenta, cuando podemos empezar a hablar de movimiento pacifista catalán. Este movimiento está propiciado por un contexto internacional de guerra fría, el rechazo de la entrada del Estado español a la OTAN, la influencia de los movimientos pacifistas europeos y la existencia de una conciencia pacifista creciente entre la población catalana, junto a la confluencia de personas y organizaciones concretas en el movimiento por 15 El Instituto Catalán Internacional por la Paz y el movimiento social en Cataluña la paz en Cataluña, movimiento que tiene los orígenes en los grupos cristianos de base por la paz que aparecieron en plena época franquista, como por ejemplo Pax Christi, Amigos del Arpa y los primeros objetores de conciencia (Prat, 2006). Desde entonces, el movimiento ha experimentado una evolución creciente: durante la década de los ochenta, espoleado en buena medida por las movilizaciones por el no al referéndum de la OTAN; en el transcurso de la década de los noventa, por las protestas contra la guerra de los Balcanes y el movimiento insumiso, y hoy en día, por las importantes movilizaciones contra la guerra de Iraq (en los años 2003 y 2004) en un contexto de globalización neoliberal y de guerra global contra el terrorismo. Desde sus orígenes, el movimiento catalán por la paz se ha caracterizado por integrar un amplio abanico de actores de varias tradiciones políticas e ideológicas, que han optado por modelos organizativos distintos y han evolucionado hacia un grado más o menos elevado de institucionalización. Por otro lado, hay que decir que los límites del movimiento catalán por la paz han sido más bien difundidos respecto a las organizaciones que lo integran: ¿dónde empieza y dónde acaba el movimiento por la paz? ¿Hay una sola consideración política e ideológica del término paz? ¿Movimiento por la paz es igual a movimiento pacifista? ¿Las organizaciones para el desarrollo son organizaciones de paz? ¿En qué medida tiene que dedicarse a las cuestiones de paz una organización por el hecho de ser considerada integrante del movimiento por la paz? Evidentemente, en este estudio no pretendemos abordar todos estos interrogantes, pero sí que queremos ponerlos de relieve para mostrar la dificultad de establecer unos límites claros a la hora de definir cuáles son los actores que integran el movimiento por la paz en Cataluña. Como punto de partida, en este informe hemos considerado como actores del movimiento catalán por la paz a todos los que son miembros de la Federación Catalana de ONG por la Paz y también de otras que, pese a que no forman parte de ella, han tenido un papel destacado en las movilizaciones a favor de la paz en Cataluña en el transcurso de su historia. Obviamente, se trata de una selección con unas limitaciones claras y que deja de lado a colectivos que, con más o menos intensidad, han estado involucrados en procesos de paz tanto en el ámbito regional como global, a la vez que integra otras cuya actividad a favor de la paz es muy tangencial. De todos modos, consideramos que estos límites tienen que ver con el carácter difundido del movimiento en sí y con la dificultad de establecer una frontera clara entre los colectivos que lo integran y los que no. A partir de la clasificación establecida, hemos querido analizar el movimiento por la paz en Cataluña desde dos dimensiones: el grado de institucionalización del colectivo y la centralidad del tema de la paz en la actividad que lleva a cabo cada organización. En este sentido, hemos elaborado un mapa de actores que incluye ambas dimensiones, que nos sirven para situar a los actores. Desde luego, el mapa tiene ciertas limitaciones: los grupos que surgen fruto de esta clasificación no son homogéneos y presentan diferencias que también pondremos de relieve en este estudio, pero, pese a eso, creemos que se trata de una buena manera de aproximarnos a los actores que integran el movimiento por la paz en Cataluña y, de hecho, nos facilita el estudio a la hora de definir qué percepción tienen del ICIP, qué expectativas han puesto en el Instituto y cómo se quieren relacionar. El mapa de actores ha sido elaborado a partir de entrevistas semidirigidas a personas de referencia del movimiento catalán por la paz y a personas que han tenido un papel destacado en el proceso de definición del ICIP. Aparte, se ha hecho un análisis documental de textos, materiales y documentos de las organizaciones que integran el mapa para establecer la ubicación. 16 Materiales de Paz y Derechos Humanos, 1 Oficina de Promoción de la Paz y de los Derechos Humanos 17 El Instituto Catalán Internacional por la Paz y el movimiento social en Cataluña A partir del análisis de los datos que nos ofrece el mapa de actores, podemos considerar que el movimiento catalán por la paz está integrado por tres grupos de referencia: 1. El primer grupo está formado por organizaciones que tienen un grado alto o medio de institucionalización y en las que la centralidad del tema de la paz en las actividades llevadas a cabo es alta. 2. El segundo grupo está formado por organizaciones que tienen un grado alto o medio de institucionalización y en las que la centralidad del tema de la paz en las actividades llevadas a cabo es media. 3. El tercer grupo está formado por organizaciones que tienen un grado medio o bajo de institucionalización y en las que la centralidad del tema de la paz en las actividades llevadas a cabo es alta. Hay que decir que en el seno de cada grupo, especialmente en el primero y el tercero, hay diferencias considerables respecto al grado de institucionalización de las organizaciones que los integran. En el grupo 1, el grado de institucionalización de algunas organizaciones es muy elevado en comparación con el de otras; por otro lado, en el grupo 3 hay algunas organizaciones con un grado de institucionalización prácticamente nulo, mientras que hay otras que tienen un grado de institucionalización medio. Así pues, consideramos que es importante tener en cuenta estos aspectos a la hora de interpretar el mapa y tener bien presente la no homogeneidad de los colectivos que se incluyen en cada grupo. A partir de ahí, si hacemos un análisis más detallado de los grupos, podremos observar que todas las entidades que forman parte del grupo 1 son miembros de la Federación Catalana de ONG por la Paz, a excepción de la Escuela Cultura de Paz y de la Fundación Cultura de Paz de Federico Mayor Zaragoza, creada recientemente. En este grupo, encontramos las organizaciones que se han implicado más en el proceso de definición del ICIP, como por ejemplo la Fundación por la Paz y Justicia y Paz, por mencionar las más destacadas. Por lo tanto, todos los actores que forman parte de ella conocen el proyecto del ICIP porque han sido partícipes de su lanzamiento, aunque sólo sea por el hecho de ser miembros de la Federación Catalana de ONG por la Paz. De todos modos, hay que subrayar las diferencias en el grado de institucionalización de los distintos actores que forman parte de este grupo. Así pues, mientras que tenemos actores con una clara vinculación a las instituciones internacionales, como es el caso del Centro Unesco de Cataluña, ANUE (Asociación de las Naciones Unidas en España) o la Escuela Cultura de Paz (vinculada a la Universidad Autónoma de Barcelona), también encontramos otros actores con un grado de institucionalización medio, como por ejemplo Justicia y Paz, Fundación por la Paz, Universidad Internacional por la Paz o la propia Federación Catalana de ONG por la Paz. En el grupo 2 encontramos organizaciones que tienen un grado de institucionalización medio y alto y en las que la centralidad del tema de la paz en las actividades llevadas a cabo es media. Todas las organizaciones de este grupo forman parte de la Federación Catalana de ONG por la Paz, a excepción del CEDRE (de la Coordinadora de ONG de las Comarcas Gerundenses y el Alt Maresme), y tienen un conocimiento medio de la creación del ICIP. En este grupo, la mayoría de los actores han seguido el proceso de definición del Instituto como miembros de la Federación Catalana de ONG por la Paz, si bien el tema de la paz no es el eje central de sus actividades. Para acabar, la mayoría de las organizaciones que forman parte del grupo 3 no pertenecen a la Federación Catalana de ONG por la Paz y, si pertenecen, es a título de observadores (a excepción del Servicio de Información de la Objeción Fiscal, que es miembro de pleno 18 Materiales de Paz y Derechos Humanos, 1 Oficina de Promoción de la Paz y de los Derechos Humanos derecho). Dentro de este grupo, hay que destacar las diferencias que hay entre las organizaciones con un grado de institucionalización medio (que reciben subvenciones y tienen un contacto regular con las instituciones) y las que tienen un grado de institucionalización bajo (con un contacto escaso o nulo con las instituciones públicas y, en algún caso, incluso con un discurso contrario a las instituciones). Este grupo se caracteriza por el hecho de haber tenido una participación baja (o, incluso, por el hecho de no haber participado en absoluto) en el proceso de definición del ICIP. Así pues, mientras que las organizaciones con un grado de institucionalización medio (Dones x Dones —Mujeres x Mujeres—, Fuerzas de Paz no Violentas, etc.) conocen el proyecto del ICIP y han participado en algunas reuniones de definición del Instituto, otros actores (como por ejemplo la Plataforma Aturem la Guerra — Paremos la Guerra—, la Red de Enlace con Palestina, etc.) tienen un conocimiento escaso de la propuesta o la desconocen totalmente. Precisamente a partir de esta clasificación, en el próximo apartado abordaremos las cuestiones referentes a la percepción que tienen estos actores del ICIP, las expectativas que han puesto y cómo se quieren relacionar. Al mismo tiempo, este análisis nos permitirá elaborar propuestas de modelos de relación que el Instituto deberá tener en cuenta. 3.2. Percepciones i expectativas La percepción que tienen del ICIP los actores que integran el movimiento por la paz en Cataluña y las expectativas que han puesto vienen determinadas, principalmente, por dos variables: el grado de institucionalización de estos actores y la centralidad del tema de la paz en las actividades que llevan a cabo. El grado de institucionalización, como indicábamos en el punto 2, nos permite analizar la importancia que atribuyen los actores a la interlocución con las instituciones públicas, al grado de relación con estas instituciones y al trabajo conjunto. La centralidad del tema de la paz nos permite observar la vinculación de las entidades al movimiento de la paz estrictamente. Cuanto más alto es el grado de institucionalización (como sería el caso de los colectivos incluidos en los grupos 1 y 2 identificados en el mapa de actores), más alta debería ser la vinculación con una institución como el ICIP, y cuanta más importancia tiene el tema de la paz (como es el caso de los colectivos de los grupos 2 y 3), más intensa debería ser la relación que se tendría que establecer con el Instituto, puesto que éste es un ente que se dedica íntegramente al tema de la paz. Pero estos supuestos no se llegan a cumplir si no tenemos en cuenta la relación dialéctica entre las dos variables: ciertamente, las organizaciones más institucionalizadas y en las que el tema de la paz tiene una centralidad más alta se han integrado en el grupo 1; estas organizaciones son las que tienen una vinculación más importante con el proyecto del ICIP, las que han participado en el proceso de elaboración de la propuesta y las que tienen un buen conocimiento de las tareas que puede llevar a cabo el Instituto partiendo de los principios aprobados en sus estatus. En cambio, las organizaciones que integran los grupos 2 y 3, pese al elevado grado de institucionalización en el primer caso y la centralidad del tema de la paz en el segundo, se sitúan a una mayor distancia del ICIP por el hecho de que no hay una relación directa entre las dos variables. En conclusión, los actores más institucionalizados no son siempre los más involucrados en el proyecto, ni todos los actores para los cuales el tema de la paz es el eje central de la actividad tienen el mismo grado de conocimiento de la iniciativa. La dialéctica entre institucionalización y centralidad del tema de la paz es lo que determina el grado de conocimiento del ICIP y la vinculación con el proyecto. 19 El Instituto Catalán Internacional por la Paz y el movimiento social en Cataluña 3.2.1. La visión del ICIP En general, la percepción y la visión que tienen del ICIP los actores que integran el movimiento por la paz en Cataluña es positiva. Pese a que hay posiciones más favorables y otras más escépticas, podríamos decir que no hay ninguna organización que considere que la existencia del ICIP será negativa para el movimiento. Así pues, las organizaciones que se muestran más favorables a la existencia del ICIP, las que forman parte de los grupos 1 y 2, tienden a señalar que la constitución de un instituto de estas características permitirá fortalecer el movimiento, puesto que a partir de ahora habrá una institución que se hará eco de su discurso, sus acciones, sus demandas, etc., y que podrá acceder más fácilmente a los medios de comunicación y a las instituciones públicas. Se considera que el ICIP tendrá una envergadura, tanto en el ámbito financiero como en el de recursos humanos, que le permitirá llevar a cabo una actividad con un impacto social, político y mediático más importante que el que puedan tener las organizaciones sociales: «El hecho de que haya una institución importante, con credibilidad, con un cierto peso y con una cierta proyección que se dedica a la paz refuerza automáticamente a todos los que trabajan por la paz y les da mayor credibilidad», Jordi Armadans, director de la Fundación por la Paz. «Yo creo que puede favorecerlo [haciendo referencia al movimiento por la paz], porque le dará herramientas de trabajo, le dará esa información que no siempre ha tenido y que debe servir para hacer campañas concretas», Arcadi Oliveres, presidente del Consejo Catalán de Fomento de la Paz. Además, se considera que el ICIP podrá servir de paraguas para los distintos actores del movimiento por la paz, puesto que se convertirá en un punto de encuentro que permitirá el debate y el intercambio de ideas: «El Instituto debe ser como un paraguas que ayude a los centros [...] [y debe] poder ser una alternativa de apoyo económico», Vicenç Fisas, director de la Escuela Cultura de Paz. «Como modelo, en lugar de crear un elefante de la nada, más bien se tiene la idea del paraguas: una institución que, teniendo en cuenta lo que hay y teniendo en cuenta lo que se hace, obviamente, haga las cosas que no se están haciendo y les dé más impulso, pero que no sea autista respecto a la realidad que lo rodea», Jordi Armadans, director de la Fundación por la Paz. Las actitudes más escépticas respecto a la creación del ICIP las encontramos entre las organizaciones que configuran el grupo 3, puesto que se trata de actores con un grado de institucionalización medio o bajo y, por lo tanto, con una relación poco importante, o incluso nula, con las instituciones públicas. Es en este grupo que hemos encontrado las posiciones más reticentes respecto a la creación del Instituto; son ejemplos de ello la actitud de la Coordinadora Tarragona Patrimonio por la Paz o, en algunos aspectos, la de las Brigadas Internacionales por la Paz. Aun así, es interesante observar que, pese a la poca información sobre el ICIP que tienen algunas de las organizaciones del grupo 3, la mayoría muestran una buena predisposición hacia una propuesta de estas características: 20 Materiales de Paz y Derechos Humanos, 1 Oficina de Promoción de la Paz y de los Derechos Humanos «–Y por qué no habéis participado? [pregunta de la entrevistadora] »–No porque no nos parezca muy interesante, porque nos lo parece (porque creemos que puede tocar muy directamente aquello que estamos haciendo), sino porque nadie nos lo ha comentado», Marc Jamal, de la Red de Enlace con Palestina. «Yo, la idea, la veo interesante; lo que pasa es que estoy en un momento personal y político en el que tomo muchas precauciones respecto a determinadas cosas institucionales», Pilar Massana, de PASI (Plataforma Aixequem les Sancions a l’Iraq —Levantemos las Sanciones en Iraq—) y la Plataforma Aturem la Guerra. «Nuestra relación con el ICIP ha sido una relación desde fuera. Más que nada, porque es una cosa que se está haciendo y que puede cambiar. Los posicionamientos no son ni claros ni definitivos por parte del ICIP [...]. Una vez se presenta el proyecto y se abre la oficina para la creación del ICIP, se ponen en contacto con nosotros por el tema de las jornadas, y a mí me parecía una idea interesante», Fermín Rodrigo Lázaro, de las Brigadas Internacionales por la Paz. Pero la percepción positiva que tienen del ICIP la mayoría de los actores que integran el movimiento catalán por la paz no esconde temores sobre cómo puede evolucionar la iniciativa y cómo puede afectar el movimiento. De hecho, tanto las organizaciones integrantes del grupo 1 como las de los grupos 2 y 3 expresan algún tipo de inquietud; podríamos decir que hay tres clases de temores: el temor de que el grado de institucionalización del movimiento aumente, el temor de que las prácticas del movimiento sean absorbidas o sustituidas y el temor de que el proyecto pueda ser utilizado de manera partidista. Respecto al temor de que el grado de institucionalización aumente, algunos de los entrevistados consideran que el hecho de que el Instituto disponga de recursos económicos y humanos importantes puede cooptar a determinados sectores del movimiento por la paz y, en consecuencia, acabar debilitando el propio movimiento. En la mayoría de los casos, se trata de análisis que expresan un cierto recelo hacia las instituciones públicas y su capacidad de incidir en el movimiento y debilitar la acción y el discurso: «Evidentemente, cuando una cosa se institucionaliza y tiene más recursos y mucha fuerza, hay el peligro de que tenga más capacidad y más resonancia que el propio movimiento por la paz, y eso nos ha pasado con todas las instituciones”, Montserrat Cervera, de Dones x Dones. «Me da miedo que, si desde los diversos gobiernos vamos haciendo tanto eso de “yo me lo quedo todo y lo pongo todo dentro del sistema”, eso perderá espontaneidad [...]. Yo no estoy de acuerdo con tanta tutela», Àngels Mataró, directora de ANUE. «En principio, no nos consideramos vinculados al proyecto; vamos siguiendo el tema con cierto escepticismo y cierto temor por lo que puede suponer de institucionalización del movimiento y, por qué no, de posible manipulación», Josep Maria Yago, de la Coordinadora Tarragona Patrimonio de la Paz. «Es una buena iniciativa y, en todo caso, hay que mirar que no quede engullida, institucionalizada –en el peor sentido de la palabra– en poco tiempo», Pilar Massana, de la Plataforma Aixequem les Sancions a l’Iraq y la Plataforma Aturem la Guerra. 21 El Instituto Catalán Internacional por la Paz y el movimiento social en Cataluña Algunos entrevistados expresan cierto recelo hacia la posibilidad de que el ICIP acabe llevando a cabo tareas que ya desarrollan otros actores del movimiento catalán por la paz. Los entrevistados ponen un énfasis especial en el hecho de que el Instituto debe recoger lo que ya se está haciendo en Cataluña en el tema de la paz y potenciarlo y que, en ningún caso, debe repetir ni copiar las prácticas que ya se están aplicando: «Cuando se crea una iniciativa de este tipo, que tiene ambición, que tiene posibilidades de obtener recursos de la Administración, lo que no puede hacer es ahogar trabajos o iniciativas que ya existen o encabalgarse. Es decir, lo que debe hacer –teniendo en cuenta lo que ya hay– es intentar evaluar la calidad de las cosas que se hacen y, si hay cosas que se están haciendo bien, no pisarlas. En segundo lugar, la creación del Instituto no debe significar, para usar términos económicos, opas hostiles hacia otros centros [...] como el nuestro», Vicenç Fisas, director de la Escuela Cultura de Paz. «A mí, lo que más me preocupa de todo es la relación entre lo que hará el ICIP y lo que ya están haciendo las organizaciones actuales [...]. Entonces, ¿de qué manera evitaremos duplicidades? ¿De qué manera uno no se comerá el terreno del otro? Es, quizá, la parte que será más difícil de mantener; más por una cuestión de no duplicar trabajos que no por una contradicción en la manera de hacer», Arcadi Oliveres, presidente del Consejo Catalán de Fomento de la Paz. «Una cosa que no han hecho los otros institutos, pero que éste podría hacer –no creo que lo haga, pero en estos inicios podría ser que lo hiciera–, es que acabara sustituyendo algunas de las cosas que hacen los movimientos sociales», Tica Font, vicepresidenta de Justicia y Paz. Finalmente, otro temor manifestado por algunos de los entrevistados es la posible utilización partidista de la iniciativa una vez ésta empiece a funcionar. Como indicaremos más adelante, uno de los elementos más bien valorados por los actores del movimiento catalán por la paz es la independencia de un instituto como el ICIP de los partidos políticos. Ahora bien, la posibilidad de que este punto fuerte pueda acabar torciéndose es otro de los miedos que ponen encima de la mesa los entrevistados: «Depende de quienes pongan al frente, eso irá hacia un lugar o hacia otro», Tica Font, vicepresidenta de Justicia y Paz. «A veces, estas cosas se politizan de manera partidista, se utilizan como moneda de cambio, para hacerse favores y, entonces, me da respeto [...]. Pero son sólo temores; no he visto nada que pueda indicar esto [...]. La partidización sería el peligro», Pilar Massana, de la Plataforma Aixequem les Sancions a l’Iraq y la Plataforma Aturem la Guerra. «Lo que puede ser es que, sin querer, con el tiempo, se pase a una actuación más dirigida. Yo creo que el Instituto debe ser muy transparente, que no se vea que hay un partido detrás», Àngels Mataró, directora de ANUE. «Según cómo vaya la cosa; también dependerá mucho de la correlación de fuerzas gubernamentales en Cataluña en cada momento. Lo que sería interesante es que el Instituto tuviera la suficiente autonomía respecto a los gobiernos de turno», Fermín Rodrigo Lázaro, de las Brigadas Internacionales por la Paz. 22 Materiales de Paz y Derechos Humanos, 1 Oficina de Promoción de la Paz y de los Derechos Humanos Uno de los elementos más bien valorados del ICIP por parte del movimiento catalán por la paz es la autonomía del Instituto respecto a los partidos políticos. Los entrevistados creen que ésta es una novedad importante respecto a otras iniciativas de este tipo, y a la vez la consideran un triunfo del movimiento: «Nosotros estábamos convencidos de que el aspecto central del ICIP –es decir, que el Gobierno asumiera el control no gubernamental de la institución– caería segurísimo y, de hecho, en las primeras conversaciones que tuvimos con Saura y su equipo, había un problema serio de comprensión de todo el tema. Ellos, en el fondo, entendían más una dirección general que tocara temas de paz que no una institución de este tipo, pero, con el trabajo que hicimos, o se convencieron o se dejaron convencer, porque las angustias fuertes que tenían respecto a este tema se desactivaron, hasta el punto de que, ahora, el diseño institucional que se ha definido está muy bien, porque hay una oficina que es gubernamental, que dará subvenciones y hará actividades, pero se asume que el ICIP, una vez se cree, desaparecerá del Gobierno», Jordi Armadans, director de la Fundación por la Paz. «A mí, lo que me parece más interesante de este Instituto es que tiene la vocación de no ser una cosa institucional, de no ser un órgano dependiente de las instituciones, sino de ser autónomo, pese a la gran vinculación que tiene con el Parlamento [...]. Y no creo que el Instituto pretenda, ni pueda, suplir nada de las relaciones que hay en el movimiento por la paz, desde el punto de vista de cada movimiento. Yo creo que el hecho de que haya una institución que sea autónoma en algún sentido, aunque esté muy implicada en el Parlamento y el Gobierno de Cataluña y éstos le den mucho apoyo, puede ser una cosa útil», Montserrat Cervera, de Dones x Dones. «La parte positiva de los estatutos es que no sea gubernamental. Eso es un elemento importante», Tica Font, vicepresidenta de Justicia y Paz. Respecto a la percepción que tienen de la creación del ICIP los actores entrevistados, todos coinciden en señalar la vinculación directa entre el lanzamiento del ICIP y el auge del movimiento por la paz en el último ciclo de movilizaciones. Según la opinión de los entrevistados, pese a que el proyecto de creación del ICIP se remonta a un periodo anterior a las grandes movilizaciones contra la guerra de los años 2003 y 2004, estas movilizaciones supusieron, sin duda, un impulso indispensable para el proyecto, sin el cual quizá hoy no se hablaría de la existencia del Instituto: «Eso de las movilizaciones, lo veo clarísimo. Hay un antes y un después en muchísimas cosas, pero en ésta se ve claro. Y, para mí, es una de aquellas cosas sobre si los movimientos sociales tienen capacidad o no de incidir en las políticas, claramente. Otra cosa es que la incidencia no la controles al cien por cien o no sea la que te esperas o la que querías inicialmente, pero lo que queda claro es que, sin aquellas movilizaciones contra la guerra de Iraq tan masivas, probablemente hoy en día no estaríamos hablando de eso», Jordi Armadans, director de la Fundación por la Paz. «Si miramos fechas, veremos que las manifestaciones de Iraq se produjeron en febrero de 2003 y la Ley de Fomento de la Paz fecha de octubre o noviembre de 2003. Por lo tanto, quien mire las fechas verá que hay cierta coincidencia, que seguramente propició que el Parlamento –que, por otro lado, era un Parlamento en el que la mayoría era de Convergència, porque todavía estábamos en la 23 El Instituto Catalán Internacional por la Paz y el movimiento social en Cataluña legislatura de Jordi Pujol– aprobara una ley de fomento de la paz», Arcadi Oliveres, presidente del Consejo Catalán de Fomento de la Paz. «Entonces hubo un hecho desagradable, pero que fue positivo, que fue la Guerra de Iraq. Puesto que la gente salió a la calle [...], eso supuso un cambio de actitud y puede decirse que se aprobó la Ley por unanimidad; fue en el último pleno de la legislatura, en el último que yo estaba. Digo eso porque creo que tiene su importancia, puesto que tanto el ICIP como el Consejo Catalán dependen y salen de dicha Ley», Joan Surroca, de Justicia y Paz de Gerona. En conclusión, la percepción que tienen del ICIP los actores que integran el movimiento catalán por la paz, en general, es positiva, pese a que se expresan algunos temores respecto a la evolución que puede tener el proyecto (como por ejemplo la posible institucionalización del movimiento, la absorción de las actividades de las organizaciones por la paz o la partidización del Instituto). De todos modos, los entrevistados expresan afinidad con el proyecto y valoran la independencia partidista del Instituto como uno de los elementos más positivos, a la vez que vinculan el nacimiento de la propuesta al último ciclo de movilizaciones contra la guerra de Iraq. 3.2.2. La misión del ICIP Este informe tiene mucho de ejercicio augural, en el sentido de que pretendemos establecer las relaciones entre un instituto que todavía no existe y un movimiento que, por definición, será cambiante, vivo e imprevisible. Pero no podemos confiar en antiguas artes adivinatorias, y por eso hemos considerado que era adecuado sistematizar las respuestas que nos han dado en las entrevistas distintas personas del movimiento catalán por la paz sobre las expectativas que han puesto en la creación del ICIP. Se trata de impresiones sobre lo que las personas entrevistadas creen que debería hacer el Instituto, sobre cómo creen que debería funcionar y sobre qué tareas consideran que debería llevar a cabo. Pese a que los documentos anteriores a este informe ya abordan el tema de la definición 2 estratégica del futuro Instituto, creemos que vale la pena contribuir con más opiniones, especialmente con las de los actores que han tenido menos presencia en el proceso de creación del ICIP, que corresponden a lo que hemos definido como grupo 3 en nuestro mapa de actores (organizaciones con un grado de institucionalización bajo en las que el tema de la paz tiene una centralidad alta en las actividades llevadas a cabo). Si en el apartado 3.2.1 abordábamos lo que en los informes anteriores se denomina la visión del ICIP, en este apartado queremos mostrar y organizar la diversidad de posiciones alrededor de la misión del ICIP. Así pues, intentaremos ver qué ventajas comparativas puede aportar el ICIP, según opinión de las personas entrevistadas, y también, obviamente, qué es lo que estas personas creen que no debería hacer el ICIP. En definitiva, se trata de una clase de carta a los Reyes de las personas entrevistadas sobre lo que debería ser un instituto por la paz que puede orientar los modelos de relación entre los movimientos, las ONG y el propio Instituto. 2 Véase, aparte del Anteproyecto de ley del ICIP, los informes de la comisión de expertos del día 29 de julio de 2005 (informe inicial) y del día 23 febrero de 2006 (informe final). 24 Materiales de Paz y Derechos Humanos, 1 Oficina de Promoción de la Paz y de los Derechos Humanos Organizaremos las opiniones recibidas en seis bloques de deseos respecto al ICIP (los bloques se refieren tanto a las tareas como a la composición). Las opiniones no han sido siempre coincidentes, por lo cual también se expresarán las divergencias constatadas en algunos aspectos. 1. Autonomía e independencia política. Relación partidos-movimientos Todas las personas entrevistadas coinciden en pedir que el Instituto sea autónomo e independiente del Gobierno, el Parlamento de Cataluña y los partidos políticos. Es una opinión que comparten las personas entrevistadas de todas las organizaciones, independientemente de que formen parte del grupo 1, 2 o 3 de nuestro mapa de actores. En pos de estos deseos de autonomía para un instituto que –como nos recuerda Tica Font– surge por iniciativa del movimiento por la paz, se esconde el debate sobre las relaciones entre partidos y movimientos sociales: «Otra cosa, diría, es que este Instituto ha nacido con el apoyo de los movimientos sociales, porque los movimientos hemos puesto esperanzas en este Instituto, cosa que no ha pasado con otros institutos de carácter público», Tica Font, vicepresidenta de Justicia y Paz. Algunas citas ya se han analizado en el apartado anterior, por lo cual nos ahorraremos hablar más detalladamente de este punto, en el cual el consenso es total. En todo caso, presentamos las intervenciones más significativas: «Nosotros, en el modelo que planteamos y que la Ley recoge de alguna manera, vemos que hay tres sectores, principalmente, que, por motivación o por obligación, tienen el tema de la paz como una cuestión de fondo: [en primer lugar,] obviamente, la sociedad civil, los movimientos y las ONG; [en segundo lugar,] los gobiernos, con su responsabilidad sobre el tema, [y en tercer lugar,] las universidades, por su actividad de docencia, de investigación, etc. Nosotros, lo que planteábamos es que, en la junta de gobierno, hubiera estas tres patas representadas, teniendo en cuenta, además, un carácter catalán e internacional», Jordi Armadans, director de la Fundación por la Paz. «Lo que me parece es que el Instituto debería tener capacidad de análisis independiente sobre lo que se mueve, lo que se cuece..., y las organizaciones y los movimientos podrían darle orientaciones, por decirlo de alguna manera», Íñigo Prieto, de las Brigadas Internacionales por la Paz. «Yo creo que lo que sería útil [...] es que fuera un puente entre las asociaciones que trabajamos por la paz y los partidos políticos representados en los parlamentos, tanto para hacer preguntas como para recibir información sobre todas las políticas que se están llevando a cabo en relación, en este caso, con Palestina», Marc Jamal, de la Red de Enlace con Palestina. 2. Responsabilidad, transparencia y control de la gestión Que el ICIP sea una institución dinámica, transparente, responsable de sus actos y que pueda ser fiscalizada de alguna manera por el conjunto del movimiento por la paz es un deseo compartido pero difícil de llevar a cabo. El hecho de que el futuro Instituto pueda dar fe de su actividad ante la sociedad civil y de que disponga de mecanismos de transparencia en la gestión ha sido tema de debate con las personas entrevistadas. Y las opiniones no han sido 25 El Instituto Catalán Internacional por la Paz y el movimiento social en Cataluña siempre coincidentes. En todo caso, casi todos los entrevistados insisten en que es la sociedad civil, y no el Gobierno o el Parlamento, la que tiene que evaluar la gestión del ICIP: «[...] eso no es trabajo del ICIP; eso es trabajo del Consejo de la Paz. Quien ha de intervenir asesorando al Gobierno en determinadas cosas es el Consejo de la Paz, [...] porque es aquí donde hay representación paritaria entre la sociedad catalana y la política catalana», Arcadi Oliveres, presidente del Consejo Catalán de Fomento de la Paz. «Lo que es importante es que todo el mundo esté convocado y que todo el mundo tenga toda la información, que el Instituto sea conocido y que tenga control social, control por parte de los movimientos por la paz», Fermín Rodrigo Lázaro, de las Brigadas Internacionales por la Paz. «Desde el punto de vista de nuestro grupo, es importante el hecho de que tenga conectado todo el movimiento por la paz. El tipo de investigaciones que hay que llevar a cabo, las iniciativas que hay que adoptar, el hecho de que sean consensuadas con todo el movimiento por la paz, etc., eso es una ventaja [...]. Puede contribuir a que el tema de la investigación por la paz, la educación por la paz y algunas iniciativas adquieran más importancia y sean una clase de recurso más consensuado y más de todo el mundo, sin que se tenga que eliminar nada de lo que está haciendo cada uno autónomamente», Montserrat Cervera, de Dones x Dones. 3. Complementariedad y principio de subsidiariedad El peligro de que la actividad del Instituto pueda sustituir la que ya llevan a cabo las ONG, el movimiento por la paz o las universidades, o que pueda competir, también ha sido tema de debate. El Anteproyecto de ley deja muy claro que el principio de subsidiariedad guiará la actividad del ICIP y que, por lo tanto, no hay intención de sustituir ni repetir ninguna de las actuaciones que ya lleva a cabo la sociedad civil catalana en el tema de la paz: «[Otro tema es el de] la subsidiariedad y el hecho de no hacer nada que puedan hacer los otras [...], de no hacer lo que deben hacer los movimientos [...]. Todos los que tenemos cultura de los movimientos sociales somos conscientes de [...] hasta qué punto fue malo para los movimientos sociales que los dirigentes del movimiento vecinal fueran todos a las listas a las primeras elecciones municipales; el movimiento vecinal quedó desmantelado y nunca ha vuelto a ser lo que había sido, porque quedó decapitado sin que hubiera los líderes naturales de repuesto, y eso no hay ningún movimiento social que lo aguante [...]. Yo creo que eso lo han entendido con la creación de la Oficina de la Paz, que es una cosa pequeña, etc.», Rafael Grasa, presidente de la comisión de expertos. Otras personas entrevistadas insisten en el hecho de que la actividad del ICIP debe tener en cuenta necesariamente la tarea que desde hace muchos años llevan a cabo otros sectores de la red crítica pacifista, como la universidad, y sobre todo el propio movimiento por la paz: «En segundo lugar, la creación del Instituto no debe suponer, para usar términos económicos, opas hostiles hacia otros centros [...] como el nuestro. Ya hace unos cuantos años que nuestra entidad está en funcionamiento; empezamos desde cero, pero hemos hecho una inversión muy grande en las personas, y no sería congruente, pues, que la creación del Instituto pudiera llevarse personas de otros centros que funcionan relativamente bien [...]. Y un cuarto aspecto es que el 26 Materiales de Paz y Derechos Humanos, 1 Oficina de Promoción de la Paz y de los Derechos Humanos Instituto, lo que sí debería hacer es cubrir los agujeros, las ausencias, las cosas que no se están haciendo [...]. Por ejemplo, en estos momentos no hay nadie que dé becas para la investigación», Vicenç Fisas, director de la Escuela de Cultura de Paz. «Justamente ahora que está naciendo, hay que manifestar la voluntad explícita de no cooptar nada, porque si no nos equivocaríamos y, entonces, ya vale más que el Instituto no exista, porque anularíamos iniciativas ciudadanas. Hay cosas que se pueden hacer desde la sociedad, que no se pueden hacer desde la institución [...]. Si lo que quiere la institución es sustituir la sociedad civil o competir, entonces nos equivocamos», Pilar Massana, de la Plataforma Aixequem les Sancions a l’Iraq y la Plataforma Aturem la Guerra. 4. Fuente de recursos e institución tipo paraguas El ICIP se ve como una buena oportunidad respecto a la generación de recursos para la red crítica por la paz en Cataluña. Los recursos que puede aportar el ICIP son de varios tipos: económicos, de conocimiento, de legitimación y de apoyo político. Otra idea que casi todas las personas entrevistadas han subrayado es que el Instituto debe ser una clase de paraguas que dé cobijo a las distintas actividades de la red crítica por la paz en Cataluña: «Pero no esta idea de duplicarlo todo [...], sino la idea algo anglosajona de paraguas en el que se puedan cobijar cosas muy distintas», Rafael Grasa, presidente de la comisión de expertos. «Pero, básicamente, lo que debería hacer el Instituto es conocer, potenciar, respetar y animar lo que surja de la sociedad civil [...]. Puede servir para dar algo de cuerpo y apoyo económico, técnico, político y de nombre; puede servir como paraguas; hay muchas maneras de apoyar», Pilar Massana, de la Plataforma Aixequem les Sancions a l’Iraq y la Plataforma Aturem la Guerra. 5. Investigación y acción: traducción de conocimientos Muchas intervenciones reclaman que el ICIP vaya mucho más allá que un instituto de investigación y se implique directamente en la acción política de fomento de la paz, defensa de los derechos humanos y acompañamiento de procesos de paz. Muchas de las personas entrevistadas quieren que el ICIP ofrezca datos al movimiento por la paz para que pueda utilizarlas en su tarea de sensibilización y acción. No obstante, no se quiere que sea un espacio esencialmente académico, sino una fuente de información rigurosa que, con la colaboración de la universidad, produzca conocimientos que puedan convertirse en acción social transformadora: «Lo que también necesitamos es que haya gente que trabaje con rigor, pero es necesario que este trabajo pueda trasvasarse para que nosotros podamos utilizarla de la manera que consideremos, como queramos, sin el rigor de los académicos, puesto que nosotros somos los que podemos traducirla a la lengua de la calle. Y es en este sentido en el que necesitamos este Instituto y que puede ser una herramienta útil […]. Para mí, el reto de un instituto como éste es si podemos hacer posible este trasvase [en el sentido de pasar la información al movimiento por la paz]. Si eso, al final, queda como otro CIDOB, en el que [...] el 27 El Instituto Catalán Internacional por la Paz y el movimiento social en Cataluña sector en el cual se quiere incidir como instituto son los altos cargos, o sea, la alta política, pues no lo sé...», Tica Font, vicepresidenta de Justicia y Paz. «Sí [ es cierto] que el ICIP debe ser crítico con la política [...] y el ICIP que coordina las ONG debería remover las conciencias, ir mucho más allá que lo académico con lo que todos estamos de acuerdo», Joan Surroca, de Justicia y Paz de Gerona. «El intercambio que podría haber con sociedades muy avanzadas en este extremo si se hacen convenios con el SIPRI, con los centros de estudios que tienen más experiencia que nosotros en el tema del desarme y la paz, si se hace con los Países Bajos, con el Centro de Investigación por la Paz, etc., eso sí, te abre oportunidades, y unas oportunidades económicas que a nosotros no nos llegaban [...]. Aquí habrá aportaciones en los presupuestos para poder desarrollar actividades y para poder realizar una buena investigación», Àngels Mataró, directora de ANUE. «Hablando con Enric Prat, por ejemplo, parece que podría ser interesante todo lo que hace referencia a la recopilación de datos sobre el movimiento», Josep Maria Yago, de la Coordinadora Tarragona Patrimonio de la Paz. «Nosotros siempre hemos dicho [...] que el movimiento por la paz, para poder trabajar, debe tener una base informativa adecuada [...] que tiene que ver con los bloques militares, con el gasto, con el comercio de armas, con la OTAN [...], porque, a veces, al movimiento por la paz le ha faltado este trasfondo de reflexión [...]. Ha habido un activismo severo [...], pero que debía tener una reflexión detrás, y eso lo hace el ICIP. Bien, no sólo el ICIP: Vicenç Fisas hace 20 o 30 años que está haciendo esta reflexión», Arcadi Oliveres, presidente del Consejo Catalán de Fomento de la Paz. «[...] la actitud, el peso del Instituto, la consistencia informativa, de apoyo, incluso técnico [...]; hay muchas cosas que pueden hacerse y, desde luego, como instituto, puede constituir un observatorio de guerras, de luchas, de nuevos actores, de la influencia cada vez mayor del tema de las violaciones de los derechos humanos por parte del estado nacional, de la influencia de la globalización en todo esto [...], de las resistencias, de las nuevas herramientas [...]. No sé, depende de la gente que lo lleve [...], que no se convierta en una lucha política por el espacio. Eso se tiene que evitar», Fermín Rodrigo Lázaro, de las Brigadas Internacionales por la Paz. 6. Representatividad y máxima amplitud política en la composición del Instituto Finalmente, queremos presentar toda una serie de consideraciones sobre el deseo de que el ICIP sea tan variado como sea posible respecto a la composición política. Consideramos que eso sería la garantía de la no partidización y que, al mismo tiempo, supondría una buena contribución para conseguir una institucionalización flexible como la que hemos explicado en el segundo apartado de este trabajo. Por otra parte, en este epígrafe, queremos constatar, además, la necesidad de un relieve generacional en el movimiento catalán por la paz, cosa que también han manifestado las personas entrevistadas. Algunos de los actores de la red crítica por la paz que han participado en el proceso de una manera más tangencial, o que no han sido ni convocados, ahora tienen la palabra: 28 Materiales de Paz y Derechos Humanos, 1 Oficina de Promoción de la Paz y de los Derechos Humanos «Lo que me daría más miedo es que fuera demasiado cerrado o que fueran siempre los mismos, que eso muchas veces ha sido un problema. Que no es una ruptura, pero, claro está, Cataluña es un país pequeñito y, entonces, en el mundo de las ONG [...], bien, a ver, qué sombrero llevo hoy: hoy estoy a favor de la paz, a favor de los derechos humanos y, como somos egocéntricos, etc., bien, hay un momento en el que veo que todo se está ligando con los mismos de siempre (que son gente fantástica: Arcadi, Grasa, Armadans, etc.). Es que son los que han trabajado siempre este tema», Àngels Mataró, directora de ANUE. «Para mí es complicado. Porque, si algo se vio en las jornadas, es que somos un movimiento por la paz bastante plural, aquí en Cataluña. Recoger todas estas sensibilidades, pues, no sé, a ver qué pasa, ¿no? Yo creo que no es un momento de grandes movilizaciones [...]. Siempre será una dialéctica entre más institucionalización o más autonomía, independencia y representatividad –participación—», Fermín Rodrigo Lázaro, de las Brigadas Internacionales por la Paz. «Y la clave es que esta junta directiva sea representativa del movimiento, porque, si no, sí puede haber el problema de que sólo represente una parte del movimiento... [...] la Federación de ONG por la Paz –que la propia palabra lo dice: son ONG, son un sector [...], y después habría todo otro sector que estaría encabezado por la Plataforma Aturem la Guerra y todas las asociaciones que provienen del movimiento insumiso, de los movimientos juveniles o de movimientos más locales que no están representados dentro de la Federación de ONG por la Paz, pero que deberán tener su peso en la junta directiva del ICIP», Marc Jamal, de la Red de Enlace con Palestina. 4. MOVIMIENTO POR LA PAZ, INSTITUCIONES Y PARTIDOS POLÍTICOS En este apartado hemos querido ver la relación entre los movimientos sociales, los partidos políticos y las instituciones en el proceso de creación del ICIP y de definición de cómo debería ser el Instituto en el futuro para garantizar el buen funcionamiento y la consecución de los objetivos que se han planteado. Hemos dividido este análisis en dos partes muy diferenciadas. La primera explica las dinámicas políticas que han operado en la creación del ICIP y el papel de los actores políticos colectivos, tanto de los partidos políticos como de los movimientos sociales, y pone un énfasis especial en la influencia del último ciclo de movilizaciones contra la globalización y la guerra. En la segunda parte hemos intentado hacer una clase de política comparada para extraer enseñanzas para el funcionamiento futuro del ICIP a partir de experiencias de otros organismos que, a priori, presentan similitudes con el ICIP. 4.1. El impulso de las políticas de paz en Cataluña La aprobación, el 4 de julio de 2003, de la Ley de Fomento de la Paz (21/2003) por parte del Parlamento de Cataluña supuso un paso adelante en el apoyo de las instituciones públicas al movimiento catalán por la paz. La aprobación de esta Ley fue el resultado de una tarea larga e intensa en el Parlamento de Cataluña y del impulso del ciclo de movilizaciones iniciado a principios del año 2000: 29 El Instituto Catalán Internacional por la Paz y el movimiento social en Cataluña «Ahora, vista la dinámica de cómo aparece el ICIP, de cómo aparece ante la Ley de Fomento de la Paz, yo pienso que eso, aunque sí, que el caldo de cultivo, el background, era propicio (por el tema de Iraq), lo que también es cierto es que la Ley se la trabajaron tres o cuatro diputados [...], que entonces la promovieron con la colaboración de todos [...]. Finalmente, la Ley se aprueba, curiosamente, por unanimidad, creo», Arcadi Oliveres, presidente del Consejo Catalán de Fomento de la Paz. «Después llegó todo el lío de la guerra en Iraq y muchas de las cosas que se habían dicho tuvieron mucha fuerza. El hecho de que Cataluña había apostado por la paz, que la sociedad civil se encontraba un paso más adelante que el Gobierno y que, por lo tanto, quizá el Gobierno se tenía que mover [...]. Y en este caso no creemos que ni los partidos ni los gobiernos se hubieran comprometido con eso sin todo lo que supuso la movilización por Iraq», Jordi Armadans, director de la Fundación por la Paz. La Ley 21/2003 estableció las bases que permitieron la creación del Consejo Catalán de Fomento de la Paz, que se puso en funcionamiento en julio de 2005 y abrió el proceso para la creación del ICIP a través del Programa para el Instituto Internacional por la Paz. Un conjunto de representantes del movimiento se ocupó de la actividad de asesoramiento mediante una comisión de expertos. La Ley de Fomento de la Paz supuso el reconocimiento institucional del trabajo hecho por el movimiento por la paz en Cataluña, a la vez que puso de relieve la voluntad de las instituciones catalanas de iniciar una actividad en materia de paz sostenida en el tiempo. Tal y como indicábamos anteriormente, las movilizaciones contra la guerra de Iraq fueron un elemento determinante para la aprobación de esta Ley y para el impulso de políticas de paz en Cataluña por parte de las instituciones públicas. Respecto al organigrama, el Consejo Catalán de Fomento de la Paz, según la Ley aprobada, pasó a depender del Departamento de Relaciones Internacionales de la Generalidad de Cataluña, a manos de ERC (durante la legislatura 2003-2006). Partiendo de esta estructura, la Agencia Catalana de Cooperación al Desarrollo, que depende del propio Departamento, asumió el impulso. De este modo, el Plan director de cooperación 2003-2006 incluyó la construcción de paz como uno de los ejes de la cooperación catalana –una línea de trabajo que hasta entonces no había tenido una estrategia explícita–, a la vez que se abrió una convocatoria específica de subvenciones para la construcción de paz. Por otra parte, el Departamento de Relaciones Institucionales y Participación, a manos de ICVEUiA (legislatura 2003-2006), asumió el compromiso de impulsar el ICIP a través del Programa para el Instituto Internacional por la Paz y, por lo tanto, de abrir una línea de fomento de la paz en el ámbito institucional a través de la cual se apoyara a las organizaciones sociales que se dedican a esta materia. Además, también creó una convocatoria específica de subvenciones para la realización de actividades de fomento de la paz y de cultura de la paz. En este sentido, podemos afirmar que, durante la primera legislatura del tripartito, hubo cierta dualidad en el impulso de las políticas de paz en Cataluña: tanto desde el Departamento de Relaciones Internacionales, a manos de ERC, como desde el Departamento de Relaciones Institucionales y Participación, a manos de ICV-EUiA. Esta situación se puede explicar por el contexto de las importantes movilizaciones contra la guerra y a favor de la paz que hubo durante los años 2003 y 2004, movilizaciones que ambas formaciones políticas quisieron capitalizar: 30 Materiales de Paz y Derechos Humanos, 1 Oficina de Promoción de la Paz y de los Derechos Humanos «Si hiciéramos un análisis de partidos, podríamos decir que había como dos carreras para ver quién se llevaba el tema y que eso, probablemente, fue fruto de una mala negociación política del acuerdo de gobierno. A la larga, la cuestión se ha ido racionalizando», Jordi Armadans, director de la Fundación por la Paz. Esta dualidad inicial se ha ido reconduciendo y, mientras que la Agencia Catalana de Cooperación al Desarrollo ha acabado impulsando un eje de construcción de paz centrado en la realidad sur, la Oficina de Paz y Derechos Humanos del Departamento de Interior (en el contexto de la legislatura 2006-2010) ha asumido el apoyo a las entidades que llevan a cabo proyectos de sensibilización y campañas de fomento de la paz en Cataluña: «Obviamente, esto todavía está algo mezclado, pero, si las cosas van bien, dentro de tres o cuatro años, dentro de los proyectos de cooperación de la Agencia, del mismo modo que hay aspectos que hay que tener en cuenta en temas de género o de medio ambiente, también habrá cosas para tener en cuenta en temas de paz; pero, fundamentalmente, el impulso de políticas de fomento de la paz o la relación preferencial con entidades que quieran hacer proyectos de paz irá con cargo a esta Oficina. Finalmente, ha habido un cierto orden y, respecto al discurso, todos estos temas pueden empezar a abordarse por una parte y acabar por la otra», Jordi Armadans, director de la Fundación por la Paz. 4.2. El ICIP: ¿una arquitectura institucional reciente? Ahora que ya hemos dibujado el panorama actual del movimiento por la paz en Cataluña, y teniendo en cuenta la naturaleza del ICIP, queremos pasar a estudiar varios modelos de relación entre organismos parainstitucionales y movimientos sociales de otros ámbitos y sectores en Cataluña. No se trata de un análisis comparativo profundo sobre modelos de relación entre organismos parainstitucionales ya existentes y redes sociales referentes. Simplemente, hemos intentado analizar dos organismos con modelos de relación muy distintas para poder extraer, en cada caso, las buenas y las malas prácticas que pueden observarse en los modelos de relación. Por otra parte, los materiales utilizados han sido los propios conocimientos de las personas entrevistadas (que, como activistas sociales o expertos en temas de movimientos, han conocido o conocen de primera mano estos organismos que, por sus características legales o relacionales, podemos comparar con el ICIP). En estas entrevistas, al formulárseles preguntas abiertas o semidirigidas, los entrevistados han indicado, sobre todo, dos instituciones que podríamos comparar de alguna manera con el ICIP: el Consejo Nacional de la Juventud y el Instituto Catalán de las Mujeres. Así pues, pasamos a describir estos organismos y sus relaciones con el tejido asociativo. Acto seguido, veremos qué opinan nuestros entrevistados y elaboraremos un cuadro comparativo a partir de dos conjuntos de variables: por un lado, la definición legal del organismo y su relación con las instituciones de gobierno y los partidos políticos institucionales y, por el otro, la naturaleza de sus relaciones con la red social de referencia. El Consejo Nacional de la Juventud de Cataluña (CNJC) es, sin la menor de duda, el organismo que, a priori, presenta más similitudes con el futuro ICIP. El CNJC fue creado en 1979 mediante una ley del Parlamento de Cataluña, y es una «plataforma independiente, crítica, plural y democrática» (www.cnjc.cat) que agrupa más de 70 entidades juveniles del 31 El Instituto Catalán Internacional por la Paz y el movimiento social en Cataluña Principado. Las entidades que forman parte son de los ámbitos de la educación (especialmente esplais y escoltas, pero también hay entidades de carácter religioso), el sindicalismo estudiantil y los trabajadores, las juventudes de los partidos políticos institucionales y las organizaciones culturales en el sentido más amplio de la palabra (desde agrupaciones excursionistas hasta asociaciones de jóvenes inmigrantes). La relación del CNJC con las instituciones es sobre todo económica, pero la estructura del organismo es totalmente independiente del Parlamento y el Gobierno de Cataluña. El presidente y la junta directiva se eligen en una asamblea general de las entidades que forman parte de él. Ahora bien, el fuerte peso que tienen las juventudes de los partidos políticos en esta asamblea es muy evidente y, por lo tanto, la autonomía política del CNJC en cuanto que paraguas institucional del movimiento juvenil se relativiza. De hecho, algunas de las personas entrevistadas que consideran el CNJC como el modelo más semejante al futuro ICIP ya alertan de este peligro de politización partidista, aunque creen que en el movimiento por la paz, en el que el peso de los partidos institucionales es mucho menos importante, no es tan probable que eso pase: «Yo creo que es un modelo muy nuevo en tres dimensiones: [en primer lugar] la de los objetivos y las finalidades; [también] es nuevo por la fórmula, porque aparentemente se asemeja al CNJC, pero no es eso, porque aquello se puede politizar mucho más fácilmente, en el sentido partidario, y no debe ser esto – queremos evitarlo–: es la única organización que crea el Parlamento y después la deja de lado, por lo tanto, [es nuevo] por el modelo de organización, y también lo es por esta idea de que sea un lugar de encuentro habitual, de búsqueda de complicidades, sin evitar los problemas», Rafael Grasa, presidente de la comisión de expertos. «En el caso del Consejo, hay un aspecto que en el ICIP incluso se puede mejorar, y es que en el Consejo las juventudes de los partidos políticos u organizaciones afines a los partidos políticos se encuentran dentro del Consejo [...], pero eso, en el caso del ICIP, es más difícil que pueda pasar [...]. Sobre el papel no son tan diferentes; lo que pasa es que en el ICIP la representación gubernamental que pueda haber en la junta siempre será minoritaria y, por lo tanto, su capacidad de condicionar será muy poco importante», Jordi Armadans, director de la Fundación por la Paz. El Instituto Catalán de las Mujeres (ICD) es otro organismo de características similares al ICIP por el hecho de estar vinculado a un movimiento social, en este caso, al feminismo. La creación del ICD en 1985 fue uno de los hitos más importantes en la institucionalización de gran parte del feminismo de la década de los setenta. El ICD forma parte de la estructura del Gobierno: organismo vinculado históricamente al Departamento de la Presidencia, en esta legislatura (2006-2010) se adscribe al Departamento de Acción Social y Ciudadanía. Por lo tanto, su relación con las instituciones es directamente de pertenencia. El ICD es el organismo del Gobierno que diseña, impulsa, coordina y evalúa las políticas de mujeres y para las mujeres que desarrolla la Administración de la Generalidad. Al mismo tiempo, el ICD también tiene una línea de investigación respecto a temas de género y ofrece formación continua mediante una serie de estudios distintos. Respecto al funcionamiento, el ICD se define como «organismo autónomo administrativo» (http://www.gencat.net/icdona/opcio3.htm). Su junta de gobierno está formada por una presidenta, una directora y 12 vocales. Estas vocales son las representantes del resto de los 32 Materiales de Paz y Derechos Humanos, 1 Oficina de Promoción de la Paz y de los Derechos Humanos departamentos que forman el Gobierno en la Comisión Interdepartamental para la Igualdad de Oportunidades para las Mujeres. Como órganos de participación, el ICD tiene un consejo de mujeres que se reúne dos veces al año y una comisión permanente que se reúne cada dos meses. En estos órganos, pueden participar mujeres de cualquiera de las asociaciones de mujeres legalizadas en Cataluña. La fuerte vinculación del ICD con el Gobierno de la Generalidad hace que puedan diferenciarse muy claramente dos etapas respecto a la línea política del organismo: la primera coincide con la larga etapa de CIU en el poder, y la segunda, con la etapa del tripartito o gobierno de entendida entre los partidos progresistas. Este hecho genera diversidad de opiniones entre las personas entrevistadas, pero, en todo caso, evidencia el fuerte peso de los partidos políticos institucionales en el futuro del ICD: «Claro, en el Instituto de la Mujer hay dos etapas: la anterior y la actual, que no tienen nada que ver. Para mí, la de ahora, la del tripartito o la entendida, que es lo mismo, es mucho mejor. En primer lugar, la dirección del Instituto ha sido ocupada por mujeres procedentes del movimiento feminista a propuesta de varios grupos del movimiento que pedían: “No partidicéis el Instituto, poned mujeres que provengan del movimiento con las que todas podamos identificarnos, seamos del partido que seamos y del grupo que seamos”. Eso, el Gobierno lo aceptó, y aquí hay un primer gesto de complicidad [...]. En la etapa anterior, en cambio, “la presidenta” del ICD era Jordi Pujol... Eso suponía, también, una lectura determinada. Yo creo que en esta etapa actual se ha hecho un esfuerzo muy grande por incorporar a todos los grupos y dialogar», Pilar Massana, de la Plataforma Aixequem les Sancions a l’Iraq y la Plataforma Aturem la Guerra. «Ellas lo han abierto muchísimo, antes sólo podían ir las que tenían no sé cuántos socios [...]; han hecho un esfuerzo muy grande para que sea territorial, y tienen muchas comisiones de trabajo sobre temas concretos: sobre el tema de la salud, sobre el tema de la violencia [...]. El Gobierno de Cataluña crea un Instituto Catalán de las Mujeres y, según quienes haya, pueden hacerse más cosas o menos [...]. Por ejemplo, en toda la época de Convergència no notamos ni que estaban, en el mal sentido de la palabra. Iba bien porque queríamos hacer cosas en contra y era una cosa muy ligada a Convergència [...]. Con el cambio de Gobierno ha habido más relación [...]. Yo creo que una de las cosas nuevas más importantes y directas que ha aportado el Instituto Catalán de las Mujeres es asumir e integrar el movimiento feminista [...], y eso es positivo porque es el discurso feminista trasladado desde el Gobierno a toda Cataluña [...]. La contradicción se crea cuando todo el mundo empieza a decir las mismas palabras; entonces se confunde mucho qué es movimiento y qué es gobierno [...]», Montserrat Cervera, de Dones x Dones. «Espero que sea diferente, porque, si tenemos que ir a parar a los parámetros del ICD..., no me hagas hablar, porque te diré barbaridades [...]. Éste es el gran peligro: este Instituto tiene un concepto distinto según quién se pone al frente. Yo, que lo conozco desde la Fundación, [puedo decir que] ha habido cambios según la persona que lo dirigía, según el gobierno que ganaba, que gobernaba en aquellos momentos», Àngels Mataró, presidenta de ANUE. 33 El Instituto Catalán Internacional por la Paz y el movimiento social en Cataluña Sea como sea, parece que, en el caso del movimiento por la paz, algunos de los peligros de la institucionalización que quedan tan bien ejemplificados en estas citas no es tan probable que se presenten, al menos en una primera etapa: «El Instituto por la Paz es algo muy sencillo, porque, grupos de mujeres, hay muchos y muy diversos, muy institucionalizados, que dependen mucho de una subvención [...] y que llevan a cabo las actividades que marcan las subvenciones. Y en el movimiento por la paz no todo es así: hay mucha gente que no está vinculada a una subvención, y [...] en este sentido lo veo más sencillo», Pilar Massana, de la Plataforma Aixequem les Sancions a l’Iraq y la Plataforma Aturem la Guerra. Por lo tanto, a partir del análisis de las experiencias del CNJC y el ICD y con la información extraída de las entrevistas, podemos decir que habría que evitar que el ICIP se convierta en la única fuente de recursos económicos del movimiento por la paz y que la presencia de partidos políticos institucionales en el seno del Instituto perjudique su autonomía e independencia. En el cuadro comparativo que reproducimos a continuación, vemos resumido lo que hemos querido explicar en este apartado. Obviamente, las relaciones que establecerá el ICIP se han proyectado a partir de documentos anteriores a la creación del Instituto (todavía no son una realidad), por lo cual son más una aproximación normativa que una descripción. Cuadro 1. Naturaleza de las relaciones entre el ICIP (y organismos similares) y las instituciones de gobierno, los partidos y la red social de referencia. Naturaleza de las relaciones principales con: Organismo Las instituciones de gobierno Los partidos políticos La red social de referencia CNJC Independencia formal, rendición de cuentas Dirección Económica (financiación), cooptación ICD Pertenencia a Acción Social, interdepartamentales Influencia Económica (financiación), institucionalización ICIP Autonomia i independencia Respeto a la autonomía i participación Paraguas, colaboración, institucionalización flexible Fuente: elaboración propia 34 Materiales de Paz y Derechos Humanos, 1 Oficina de Promoción de la Paz y de los Derechos Humanos 5. CONCLUSIONES: ¿QUE MODELOS DE RELACIÓN HAY QUE ESTABLECER? Tal y como hemos puesto de relieve en el transcurso de este informe, la mayor parte de los actores que integran el movimiento catalán por la paz tienen una visión positiva del ICIP y, pese a los temores que pueda haber e incluso algunas críticas a determinados aspectos de la iniciativa, no hay ningún actor con una actitud de oposición frontal o de boicot hacia el Instituto. Eso nos permite afirmar que el proyecto del ICIP empieza con buen pie sus relaciones con el movimiento catalán por la paz; por un lado, porque es una propuesta que surge de los propios movimientos y, por el otro, porque se define con un carácter autónomo respecto a los partidos políticos y las instituciones. Esta buena predisposición ya se evidenció en las jornadas «El movimiento por la paz en Cataluña», organizadas por el Programa para el Instituto Internacional por la Paz del Departamento de Relaciones Institucionales y Participación de la Generalidad de Cataluña, que se celebraron del 10 al 12 de febrero de 2006 y en las que participaron todos los actores del movimiento catalán por la paz, tanto los más entusiastas con la iniciativa como los más reticentes. De hecho, hemos analizado el intríngulis institucional catalán y no hemos encontrado ninguna institución pública con un carácter similar al del ICIP, a excepción del Consejo Catalán de la Juventud. Aun así, en este último, en comparación con el Instituto, el peso de los partidos políticos, a través de sus juventudes, es más importante (lo veíamos en el análisis del punto anterior). Así pues, podemos afirmar que el ICIP es una propuesta institucional innovadora y que su desarrollo en los próximos años nos permitirá descubrir los retos y las dificultades que habrá que afrontar. Si partimos de la clasificación establecida en el mapa de actores, podemos afirmar que las organizaciones que hemos incluido en los grupos 1 y 2 están muy bien predispuestas a trabajar con el Instituto, gracias al hecho de tener un grado más alto de institucionalización. Esta actitud favorable se ha evidenciado en las entrevistas hechas al conjunto de actores del movimiento catalán por la paz y, especialmente, a los representantes de las organizaciones que integran estos grupos. Por otra parte, entre los colectivos que integran el grupo 3 constatamos una situación más heterogénea respecto a las percepciones hacia el Instituto. En este grupo encontramos desde actores que, aunque no participan activamente en el proyecto, han hecho un seguimiento más o menos regular de la iniciativa y conocen los aspectos más destacados (Dones x Dones, Plataforma Aixequem les Sancions a l’Iraq, Plataforma Aturem la Guerra) hasta actores que prácticamente no conocen la propuesta pero tienen una buena predisposición hacia la cuestión (Red de Enlace con Palestina), pasando por actores que, a pesar de conocerla, se muestran bastante críticos con la iniciativa (Tarragona Patrimonio por la Paz, Brigadas Internacionales por la Paz). Es en este grupo 3, donde consideramos importante prestar algo de atención, principalmente, respecto a los actores que muestran una buena predisposición hacia la iniciativa pero que hasta ahora no han sido incluidos, como es el caso de la Red de Enlace con Palestina. Respecto a los actores con una actitud más desconfiada hacia el ICIP, es importante establecer puentes de diálogo (como entendemos que ya se ha estado haciendo hasta ahora invitando a estos colectivos a participar en las jornadas «El movimiento por la paz en Cataluña» o en el seminario que se ha celebrado en el primer semestre de 2007). Respecto a la buena predisposición general del movimiento hacia el ICIP, aunque la valoramos muy positivamente, consideramos que eso no nos tiene que impedir ver los temores que, 35 El Instituto Catalán Internacional por la Paz y el movimiento social en Cataluña igualmente, expresan los representantes de las organizaciones integrantes del movimiento catalán por la paz respecto a una iniciativa de estas características y prestar atención. En este sentido, como ya hemos indicado, observamos tres tipos de temores: temor a que aumente el grado de institucionalización del movimiento, temor a que se absorban o sustituyan las prácticas y temor a que el proyecto pueda politizarse de manera partidista. El ICIP deberá tener en cuenta estos toques de atención que ha expresado el movimiento y trabajar para que los miedos no se materialicen. Aparte de eso, también es importante que los promotores del ICIP recojan las expectativas que han expresado los actores del movimiento por la paz en relación con el Instituto. Tal y como refleja este informe, los representantes de las organizaciones entrevistadas han puesto de relieve seis propuestas sobre cómo querrían que fuera el ICIP. En concreto, han afirmado que quieren un instituto autónomo y con independencia política y partidista, un instituto dinámico con responsabilidad y transparencia, un instituto que lleve a cabo una actividad complementaria a lo que ya se está haciendo (cumpliendo con el principio de subsidiariedad), un instituto que sea una fuente de recursos (económicos, de conocimiento, de legitimación y de apoyo político) y que sirva como paraguas de las actividades de la red crítica por la paz en Cataluña, un instituto que no sólo desarrolle la investigación sino que también sea fuente de acción política de fomento de la paz y un instituto que sea tan amplio como sea posible respecto a composición política. En los términos que hemos definido en nuestro marco teórico y alejando el miedo clásico que tienen los movimientos sociales de las relaciones fluidas entre la política institucional y la acción transformadora de base, podemos decir que el ICIP abre las puertas a una institucionalización flexible del movimiento catalán por la paz. Este modelo de institucionalización garantiza la autonomía del movimiento, aunque las políticas públicas de fomento de la paz adquieren la relevancia que se merecen. Por otro lado, habría que concebir el propio ICIP como un actor de la red crítica por la paz tan permeable como sea posible, un actor cuyos rasgos característicos –pese a la existencia de un marco normativo claro que lo regula– sean la flexibilidad, la apertura y la independencia del Gobierno. En definitiva, el movimiento catalán por la paz muestra una predisposición muy buena para trabajar y colaborar con el futuro Instituto Catalán Internacional por la Paz, pese a que expresa determinadas inquietudes y pone de relieve ciertas percepciones y expectativas que los responsables del Instituto tendrán que tener en cuenta. 36 Materiales de Paz y Derechos Humanos, 1 Oficina de Promoción de la Paz y de los Derechos Humanos 6. BIBLIOGRAFIA ADELL, Ramón. «El estudio del contexto político a través de la protesta colectiva. La transición política española en la calle». En: FUNES, Maria Jesús, y ADELL, Ramón (ed.). Movimientos sociales: cambio social y participación. Madrid: UNED Ediciones, 2003. BONET, Jordi, y UBASART, Gemma. «Ambivalencia de la potencia». En: Contrapoder. Madrid: Traficantes de Sueños, 2004, n.º 8. CASTELLS, Manuel. Movimientos sociales urbanos. Madrid: Siglo XXI, 2001. CHERKI, E. «Le mouvement d’occupation de maisons vide en France». 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Lista de personas entrevistadas Nombre Cargo Organización Fecha de la entrevista Lugar de la entrevista Jordi Armadans Director Fundación por la Paz 14/3/2007 Barcelona Xavier Badia Director Oficina de Promoción de la Paz y los Derechos Humanos 24/1/2007 Barcelona Montserrat Cervera Miembro Dones x Dones 26/3/2007 Barcelona Vicenç Fisas Director Escuela Cultural de Paz 5/2/2007 UAB Tica Font Vicepresidenta Justicia i Paz 7/3/2007 Barcelona Rafael Grasa Experto UAB 20/2/2007 UAB Marc Jamal Miembro Red de enlace con Palestina 6/4/2007 Barcelona Pilar Massana Miembro Plataforma Aturem la Guerra / Plataforma Aixequem les Sancions a l’Iraq 13/3/2007 Barcelona Àngels Mataró Directora ANUE 7/5/2007 Barcelona Arcadi Oliveres Presidente Consejo Catalán de Fomento de la Paz 16/3/2007 Barcelona Enric Prat Experto Historiador especialista en el movimiento por la paz 20/12/2006 Barcelona Íñigo Prieto Miembro 16/5/2007 Barcelona Fermín Rodrigo Miembro 16/5/2007 Barcelona Joan Surroca Miembro Justicia i Paz (Gerona) 24/3/2007 Barcelona Josep Maria Yago Miembro Coordinadora Tarragona Patrimonio por la Paz 25/3/2007 Por correo electrónico Brigadas Internacionales por la Paz Brigadas Internacionales per la Paz 39 El Instituto Catalán Internacional por la Paz y el movimiento social en Cataluña 40 Materiales de Paz y Derechos Humanos, 1 Oficina de Promoción de la Paz y de los Derechos Humanos