libro muy extraño - conferencia general

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Conferencia General Octubre 1979
UN "LIBRO MUY EXTRAÑO"
por el élder Gordon B. Hinckley
del Consejo de los Doce
A menudo cantamos en la Iglesia un himno cuyas palabras fueron escritas hace
más de un siglo por Parley P. Pratt. (Himnos de Sión, 112.) Nos hablan del milagroso
advenimiento de un libro maravilloso. Hace exactamente 150 años que ese libro fue
impreso en Palmyra, Estado de Nueva York.
Permitidme relataros como fue que Parley P. Pratt llego a conocer el libro sobre
el cual escribió estas estrofas. En agosto de 1830, siendo un predicador de la Iglesia
Bautista Reformada, Parley Pratt viajaba del Estado de Ohio al de Nueva York. En
Newark, dejo el barco y camino dieciséis kilómetros internándose en el campo; poco
después conoció a un diácono bautista de nombre Hamlin, quien le habló de "un
libro, un libro extraño, un LIBRO MUY EXTRAÑO". Ese, según le dijo, parecía que
había sido escrito originalmente en planchas de oro o bronce, por una de las ramas
de las tribus de Israel; y se decía que había sido descubierto y traducido por un joven
de las proximidades de Palmyra, en el Estado de Nueva York, por medio de visiones, o
de la ministración de ángeles. Parley Pratt continua el relato de este incidente de la
siguiente forma:
"Le pregunte a Hamlin como o donde se podía obtener el libro, y me respondió
prometiéndome que averiguaría y me lo comunicaría al día siguiente... A la mañana
siguiente fui a verlo a su casa, donde, por primera vez, mis ojos vieron E L LIBRO DE
MORMON, ese libro de libros . . . que fue el medio principal, en las manos de Dios,
por el cual cambio por completo el curso de mi vida futura.
Lo abrí con sincero interés y procedí a leer el prólogo. Luego leí el testimonio de
varios testigos en cuanto a la manera en que fue encontrado y traducido, y una vez
completada esa lectura comencé con el contenido. Leí durante todo el día; el tener
que detener mi lectura para alimentarme, significaba un verdadero sacrificio; no
tenía ningún deseo de comer, ni tampoco de dormir cuando llegaba la noche, pues
prefería seguir leyendo.
Mientras leía, el Espíritu del Señor descanso sobre mí, y supe y entendí que el
libro era verdadero, de forma tan simple y manifiesta como un hombre sabe y
comprende que el mismo existe..." (Autobiografía de Parley P. Pratt, 3ra. edición,
Deseret Book Co., 1938, págs. 36-37.)
Parley P. Pratt tenía entonces veintitrés años de edad. El contenido del Libro de
Mormón le llegó tan pro fundamente que transcurrió poco tiempo hasta que fue
bautizado en la Iglesia para llegar a ser uno de sus más dedicados y enérgicos
defensores. En el curso de su ministerio viajo de costa a costa a través de lo que hoy
se conoce como los Estados Unidos; también estuvo en Canadá e Inglaterra; inicio la
obra en las islas del Pacifico y fue el primer élder mormón en pisar tierra
sudamericana. En 1857, mientras servía como misionero en el Estado de Arkansas,
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murió asesinado de un balazo en la espalda, recibido de un asaltante. Se le dio
sepultura en un área rural próxima a la comunidad de Alma, lugar identificado hoy
por una gran lapida de granito pulido. En uno de los lados de dicha lapida se
encuentran talladas las estrofas de otro de sus proféticos himnos, que representan su
visión de la obra en la cual se hallaba embarcado:
El alba rompe de verdad
Y en Sión se deja ver
Tras noche de obscuridad,
Bendito día renacer.
De ante la divina luz
Huyen las sombras del error.
La gloria del gran Rey Jesús
Ya resplandece con fulgor.
(Himnos de Sión, No. 1.)
La experiencia vivida por Parley P. Pratt con el Libro de Mormón, no puede
considerarse única en su género. Al circular los volúmenes de la primera edición,
hombres y mujeres de gran calibre espiritual que los leyeron, se sintieron
conmovidos al punto de deshacerse de todas sus posesiones; y en los años
subsiguientes muchos sacrificaron hasta su vida, a causa del testimonio que llevaban
en su corazón de la veracidad de este extraordinario volumen.
Hoy día, un siglo y medio después de su primera publicación, este libro es más
leído que nunca. En contraste con las primeras 5.000 copias, las ediciones actuales
alcanzan un tiraje de hasta un millón de ejemplares, debiéndose aclarar que el libro
se publica en la actualidad en una gran variedad de idiomas.
Su mensaje es tan actual como la verdad misma, y tan universal como la
humanidad. Es el único libro que contiene entre sus tapas la promesa de que
mediante el poder de Dios, el lector sabrá con certeza que es verdadero.
Su origen es milagroso; cuando se comparte la historia de ese origen con alguien
que no esté familiarizado con ella, resulta casi increíble; no obstante, el libro está en
nuestro poder para que quien lo desee, lo palpe y lo lea. No hay nadie que pueda
refutar su existencia; todos los esfuerzos hechos por acreditarlo a un origen diferente
del que José Smith nos da a conocer en su relato de los hechos, han sido echados por
tierra por carecer de elementos válidos. El Libro de Mormón es un registro de la
antigua América; es un compendio de Escrituras del Nuevo Mundo, del mismo modo
que la Biblia contiene las Escrituras del Viejo Mundo. En ambos volúmenes se
encuentran mutuas referencias; cada uno lleva consigo el espíritu de inspiración, el
poder de convencer y convertir, y juntos llegan a ser dos testigos mancomunados de
que Jesús es el Cristo el Hijo resucitado del Dios viviente.
El relato del Libro de Mormón nos habla de naciones extinguidas hace mucho
tiempo; sin embargo, la descripción que da de los problemas que enfrentaban
aquellos pueblos, se aplica a la sociedad actual y es tan vivida como la que aparece
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en los diarios de hoy día, aunque mucho más exacta, inspirada e inspiradora en
cuanto a la manera de solucionarlos.
No sé de ningún otro escrito que establezca con tanta claridad las consecuencias
trágicas que pagan aquellos pueblos que transitan por senderos contrarios a los
mandamientos de Dios. Sus páginas trazan la historia de dos diferentes civilizaciones
que florecieron en este hemisferio occidental; sus comienzos fueron humildes.
Mientras el pueblo se apegó a los designios del Señor, prosperó, más de la mano de
la prosperidad llegó el incremento de la maldad. Su gente sucumbió ante los engaños
de ambiciosos e intrigantes líderes que oprimían a los pobres con agobiantes
impuestos, engañándolos con promesas falsas, que les permitían y hasta los
animaban a llevar una vida liviana y lasciva, conduciéndolos a terribles guerras que
resultaron en la muerte de millones de personas y en la total exterminación de dos
grandes civilizaciones, en dos eras distintas.
No hay ningún otro testamento escrito que ilustre de forma más clara el hecho de
que cuando los hombres y las naciones aman al Señor y se apegan a sus enseñanzas
obedientemente, de seguro prosperaran y creerán; más cuando hacen caso omiso de
Su palabra, por cierto les sobrevendrá la decadencia, que a menos que sea erradicada
por medio de la justicia, no conduce a otra cosa que a la impotencia y la muerte. El
Libro de Mormón es una afirmación del proverbio del Antiguo Testamento que dice:
"La justicia engrandece a la nación; mas el pecado es afrenta de las naciones."
(Proverbios 14:34.)
En los Estados Unidos escuchamos actualmente arduos debates en cuanto al
tratado tendiente a reducir las posibilidades de un ataque nuclear contra este
continente. Mucho se habla concerniente a un equilibrio del poder y a un equilibrio
del terror. En lo que concierne al tema de referencia, desearía leeros lo que el Dios
de los cielos dijo hace mucho tiempo con respecto a este continente, según se
encuentra escrito en el Libro de Mormón:
"He aquí, esta es una tierra escogida, y la nación que la posea se verá libre de la
esclavitud, del cautiverio y de todas las otras naciones debajo del cielo, si tan solo
sirve al Dios de la tierra, que es Jesucristo. . ." (Eter 2:12.)
Aun cuando habla con enérgica autoridad en cuanto a los temas que afectan a
nuestra sociedad moderna, la esencia de su mensaje es el testimonio, vibrante y
verdadero, de que Jesús es el Cristo, el prometido Mesías que camino por los
polvorientos senderos de Palestina sanando a los enfermos y enseñando las doctrinas
de salvación; Aquel que murió en la cruz del Calvario, y al tercer día se levantó de la
tumba apareciéndose a muchos que le habían conocido durante Su ministerio
terrenal, y quien antes de Su ascensión final, visito a las gentes de este hemisferio
occidental, a quienes se refirió en los siguientes términos mientras aún se encontraba
en Palestina
"También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquellas también debo
traer, y oirán mi voz; y habrá un rebano y un pastor." (Juan 10:16.)
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Durante siglos, la Biblia se conoció como el único testimonio escrito de la
divinidad de Jesús de Nazaret; mas ahora, a su lado, se levanta un segundo y
poderoso testigo con la misión de "convencer al judío y al gentil de que Jesús es el
Cristo", el Redentor del mundo. (Véase la portada del Libro de Mormón.)
Como lo he mencionado anteriormente, en esta misma época hace 150 años, en
una pequeña imprenta de Palmyra, Estado de Nueva York, se preparaban para
imprimir la primera edición del Libro de Mormón, el cual fue traducido mediante "el
don y el poder de Dios". Dicha publicación fue el camino preparatorio para la
organización de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Ultimos Días el 6 de abril
de 1830. El 6 de abril de 1980, celebraremos con gran gozo el sesquicentenario, o
ciento cincuenta aniversario de dicha organización.
En preparación para tan significante evento desearía extender un pedido e instar
a todo miembro de la Iglesia en todo el mundo, y a nuestros amigos en todas partes,
a que lean el Libro de Mormón.
Contamos con 183 días a partir de hoy hasta el próximo 6 de abril de 1980. Si
leéis un capitulo por día de lunes a sábado, y tres capítulos los días domingo, leyendo
los seis últimos capítulos el mismo 6 de abril, completaréis la lectura de este libro en
tan histórico día para encontraros con el extraordinario desafío hecho por el profeta
Moroni, al concluir sus escritos siglos atrás:
"Y os exhorto a que os acordéis de estas cosas; pues se acerca rápidamente el
tiempo en que sabréis que no miento, porque me veréis ante el tribunal de Dios; y el
Señor Dios os dirá: ¿No os declare mis palabras, que fueron escritas por este hombre,
como si fuese uno que clamaba de entre los muertos si, como uno que hablaba desde
el polvo?
Y Dios os mostrara que lo que he escrito es verdadero." (Moroni 10:27-29.)
Mis queridos hermanos, os prometo solemnemente que si cada uno de vosotros
observa este simple programa de lectura, no obstante las veces que haya leído ya el
Libro de Mormón, habrá en su vida y en su hogar un incremento del Espíritu del
Señor, una resolución más firme de obedecer Sus mandamientos, y un testimonio
más fuerte de la viviente realidad del Hijo de Dios, y esta promesa os hago en Su
santo nombre, el nombre de Jesucristo. Amén.
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