22 de agosto Es algo fatal, Guillermo. Mi actividad se consume en una inquieta indolencia; no puedo estar sin hacer nada y sin embargo nada hay que pueda hacer. Mi imaginación y mi sensibilidad no se conmueven ante la naturaleza y los libros me causan aburrimiento. Cuando el hombre no se encuentra a sí, no halla nada. Te juro que muchas veces me encantaría ser un jornalero para tener, por lo menos, al despertar, la perspectiva de un día ocupado, un móvil, una ilusión. Envidio a menudo a Alberto, cuando lo veo lleno de papeles hasta los ojos y creo que sería feliz en esa posición. Más de una vez he estado tentado a escribirte y de escribir al mismo tiempo solicitando ese empleo en la embajada que, por lo que me dices, me concederían en el acto. Así lo creo. Hace tiempo que me estima el ministro y antes me ha insistido para que acepte un empleo. Suele preocuparme esto durante una hora; pero cuando lo pienso y recuerdo la fábula del caballo que harto de su libertad, se deja poner la silla y la brida, para estar poco después rendido de cansancio… no sé lo que debo hacer. Por otro lado, querido Guillermo, este deseo de cambiar de estado que me subyuga, ¿no será una oculta e intolerable impaciencia que me seguiría a todo lugar? J.W.GOETHE: Las desventuras del joven Werther 3. Exponga el tema del fragmento y relaciónelo con la obra a la que pertenece. El texto se sitúa en la parte final del Libro Primero. Recoge las dudas e incertidumbre de Werther respecto a su futuro y su temor de arrastrar siempre consigo la indolencia que en este momento lo domina. Se enmarca en la lucha interior del protagonista entre sus sentimientos por Carlota y la imposibilidad de esa relación, conflicto más intenso tras la llegada de Alberto. Werther expone a Guillermo su estado de ánimo actual, lleno de contradicciones: se debate entre la inactividad y el deseo de hacer cosas que lo saquen de su apatía: “...no puedo estar sin hacer nada y sin embargo nada hay que pueda hacer”. Llega al punto de envidiar a otros simplemente porque están ocupados y llenan sus horas con el trabajo: “Envidio a menudo a Alberto, cuando lo veo lleno de papeles hasta los ojos y creo que sería feliz en esa posición”. Se plantea entonces aceptar un empleo en la embajada, sobre el que Guillermo le ha hablado anteriormente y que sabe que le concederían de inmediato: “Más de una vez he estado tentado a escribirte y de escribir al mismo tiempo solicitando ese empleo en la embajada que, por lo que me dices, me concederían en el acto”. Pero, pese a que esta opción resolvería su situación -personal y respecto a Carlota-, no termina de decidirse por ella, por temor a arrepentirse después, tal como expresa a través de la fábula del caballo, tras la que concluye “...no sé lo que debo hacer”. A través de la última pregunta, dirigida a Guillermo pero en realidad a sí mismo, Werther expone su verdadero temor: que su estado de indolencia y descontento no tenga que ver con su situación presente, sino que se trata de un rasgo de su personalidad que no le abandonaría en ninguna circunstancia: “Por otro lado, querido Guillermo, este deseo de cambiar de estado que me subyuga, ¿no será una oculta e intolerable impaciencia que me seguiría a todo lugar?” El tema del texto es, pues, la incertidumbre de Werther ante su futuro, que se fundamenta en su compleja relación con Carlota y Alberto, pero también en su propia personalidad romántica. Esta obra es un anticipo de los grandes temas del Romanticismo: la visión idealizada del amor, el mal del siglo, la interacción entre el paisaje exterior y el mundo interior, la inutilidad de la razón frente a los sentimientos… En el texto aparece de manera destacada uno de los principales temas de la novela: el mal del siglo, la actitud desencantada ante la vida propia de los románticos, el descontento permanente en cualquier situación y circunstancia porque brota de su propia naturaleza, que les lleva al alejamiento de las relaciones humanas. Así, Werther declara su temor a no poder librarse de esa “oculta e intolerable impaciencia” puesto que teme que lo seguiría “a todo lugar”. Reconoce las contradicciones de su ánimo, sumido en la paradoja de “una inquieta indolencia”. Todo ello, en el texto, al margen de sus sentimientos por Carlota. En un segundo plano en el texto también se hace referencia a otros dos importantes temas de la novela: el papel de la naturaleza y el arte y el conflicto entre la razón y la pasión. Para los románticos, el arte y la naturaleza actúan como reflejo y correspondencia de los sentimientos humanos; de esta modo, Werther afirma que “Mi imaginación y mi sensibilidad no se conmueven ante la naturaleza y los libros me causan aburrimiento”, de manera acorde a su estado de ánimo. La razón y la pasión representan las diferentes formas de entender la vida, representadas por Alberto y Werther respectivamente. Goethe defiende la superioridad de los sentimientos, pese a que en el texto Werther dice: “Envidio a menudo a Alberto, cuando lo veo lleno de papeles hasta los ojos”. El tema del amor, probablemente el más importante en la obra, aparece implícitamente en el texto, como motor último de los sentimientos, reflexiones y decisiones de Werther. Desde el instante en que conoce a Carlota toda la vida del protagonista gira en torno a ella, de la que llega a decir “Ella es sagrada para mí”. Más allá de los planteamientos puramente carnales del Decamerón , la concepción petrarquista e incluso el amor trágico de Romeo y Julieta, los románticos propones una visión del amor como algo absoluto, y del verdadero enamorado como héroe romántico, precisamente porque su capacidad de amar lo distingue de los demás. Finalmente, hay que hacer mención a otros temas de la novela que no aparecen en el texto, como el ideal femenino, representado por Carlota, y el suicidio, solución final y única al desengaño amoroso y el vacío existencial del protagonista. 4. Analice las características formales del texto: técnicas dramáticas y recursos expresivos El texto pertenece a una obra narrativa. En la novela existen dos narradores diferentes, con sus correspondientes narratarios: Werther, narrador en las cartas, primera persona central, cuyo narratario es Guillermo, destinatario expreso de las cartas. Y un narrador anónimo, en el libro tercero, tercera persona omnisciente. Su función es completar la historia y focalizar en otros personajes, especialmente Carlota, cuyos sentimientos son ahora revelados. Su narratario es el lector, al que dirige explícitamente este tercer libro ya desde el título. El texto es una de las cartas del Libro Primero. Su narrador será por tanto, Werther, y lo hará en primera persona: “Mi actividad se consume en una inquieta indolencia” ; “Hace tiempo que me estima el ministro y antes me ha insistido para que acepte un empleo” … En el texto se observa también la presencia del narratario, bien nombrado expresamente: “Es algo fatal, Guillermo”, “ Por otro lado, querido Guillermo...”, bien en forma de segunda persona a la que Werther se dirige directamente: “Te juro que muchas veces...” , “... por lo que me dices...” Aunque la obra es narrativa, en el texto predomina el procedimiento discursivo de la digresión. Como es habitual en sus cartas, Werther abandona la narración de los hechos para centrarse en expresar sus sentimientos y emociones. La presencia de los dos narradores viene determinada por el empleo en la novela de dos técnicas narrativas diferentes: la epistolar (cartas), en los dos primeros libros, que expresa muy adecuadamente el conflicto interior de Werther. Y la técnica del narrador-editor, en el libro tercero: más objetiva, completa la historia y aclara aspectos de la misma. El texto es una de las cartas del Libro Primero, ejemplo pues de la técnica epistolar. El escenario principal de la novela es Wahlheim: lugar inexistente, de nombre simbólico -“lugar elegido”-. En este entorno están la casa de Werther, la casa de Carlota, el campo, la aldea y otros escenarios secundarios. En Wahlheim, aunque si precisar el lugar exacto, habría que situar la escritura de la carta que recoge el texto. Aparecen también otras ciudades alemanas, cuyo nombre nunca se indica. Destaca especialmente la ciudad donde Werther trabaja con el embajador, escenario de la primera parte del Libro Segundo. El tiempo histórico está perfectamente definido: entre el 4 de mayo de 1771 y el 26 de diciembre de 1772. Precisamente el texto se fecha el 22 de agosto y, por estar situado en el Libro Primero, se corresponde con el año 1771. El desarrollo de la acción es lineal, con ritmo irregular. En cuanto a los personajes, destacan en la novela los tres protagonistas: Werther, Alberto y Carlota, además de Guillermo cuya presencia es constante aun sin intervenir directamente. Entre los personajes secundarios están el padre de Carlota, el embajador, el conde C. , la señorita B., el mozo de la viuda… En el texto aparece, en primer lugar, Werther, narrador y protagonista del texto. Asimismo, y mencionado explícitamente, Guillermo, su amigo y destinatario de sus cartas. Se menciona a Alberto, prometido y después marido de Carlota, amigo inicialmente de Werther y luego rival. También se cita al embajador, con el que Werther acabará finalmente trabajando, en la primera parte del Libro Segundo, y un jornalero cuya actividad Werther envidia desde su apatía. Estilísticamente, destaca especialmente la unidad del estilo, al contrario que en el Decamerón o Romeo y Julieta. Es importante señalar los elementos propios del mundo romántico, abundantes en la obra, tanto iconográficos: ruinas, la noche, las tempestades, las inundaciones… como sentimentales y emotivos: dolor, lágrimas, sufrimiento, alegría, emoción, pasión… Aunque de los primeros no aparecen ejemplos en el texto, sí los hay de los segundos: indolencia, imaginación, sensibilidad, aburrimiento, impaciencia... Se observan en el texto recursos retóricos propios de la literatura romántica, encaminados a la expresión de la subjetividad: antítesis, para mostrar las contradicciones y el conflicto interior del protagonista: “inquieta indolencia”; hipérbole, que refleja su ánimo exaltado: “lleno de papeles hasta los ojos”; reticencia, para expresar sus dudas: “...pero cuando lo pienso (…), para estar poco después rendido de cansancio...”; interrogación retórica: “¿no será una oculta e intolerable impaciencia que me seguiría a todo lugar?”; o apóstrofe, en este caso dirigido a Guillermo. Además de estos recursos, cabe destacar la presencia de enumeraciones: “Mi imaginación y mi sensibilidad...”, “...un día ocupado, un móvil, una ilusión...”, “Y la fábula del caballo puede entenderse como símbolo o metáfora de la situación de Werther. 5. Exprese su valoración personal del texto y relaciónelo con otras manifestaciones artísticas y temas de actualidad Con la interrogación retórica que cierra el texto, Werther expresa su inadaptación al mundo y la realidad, su temor a ser un perpetuo elemento extraño en medio de su entorno. Su descontento vital, en definitiva. Esto es algo que puede observarse en muchos momentos de la novela: a su llegada a Wahlheim,por ejemplo, cuando tras su éxtasis ante la naturaleza del lugar y sus elogios a los habitantes de la aldea, comienza a mostrar signos de extrañeza, de tomar conciencia de que en realidad él no pertenece a ese mundo que retrata de forma idílica. Lo mismo le ocurre en la primera parte del Libro Segundo, en la que tras trabar amistad con el conde C. y la señorita B. acaba desengañado de ambos y toma la decisión de abandonar su empleo y marcharse. El Romanticismo supone una actitud ante la vida. El ser humano, insatisfecho se refugia en su propio yo, en su intimidad, sentimientos, emociones y sueños. Nadie puede imponer normas que coarten su libertad, y se resiste a poner límites a su imaginación. Junto a lo corriente y habitual, existe lo excepcional y lo extraordinario, por lo que no basta sólo la razón para explicar la complejidad de la vida y la naturaleza. El romántico no encuentra su lugar en el mundo. Su descontento con el presente le hace chocar con una realidad hostil que no responde a sus ilusiones, y el desengaño y el pesimismo le causan un estado de gran confusión que en ocasiones le lleva al suicidio. Es lo que se denominó "mal del siglo". La vida para los románticos no es un bien, sino un mal. El alma romántica es un alma atormentada, triste, moralmente enferma, en busca de un ideal inalcanzable, de un sueño que no se ha de realizar. El pesimismo lo envuelve todo. Si se mira la juventud, el tiempo la destruye. Si se sueña con el amor, el desengaño lo carcome; si se cree en la riqueza o en la fama, pronto se desvanecen. Si se alzan los ojos al más allá, la duda y el misterio nos invaden. Si se cree que la sociedad puede salvarnos, la injusticia y el dolor ponen su nota de amargura. Vivir ¿para qué? Una angustiosa melancolía, una incontrolable desesperación se sitúan en el corazón. De un lado está el yo con sus sueños e ilusiones y, del otro, la triste realidad. Eros y tánatos. Los románticos se sienten abandonados por Dios, culpables y solos. Se mueven en el vacío y van a la autodestrucción. El estado espiritual romántico estaba constituido por una insatisfacción del mundo contemporáneo, de inquietud ante la vida, de tristezas sin motivo y de una no aceptación de la vida y la sociedad. Este estado anímico producía el desequilibrio de las facultades. En su última etapa, Goethe sostenía que los sanos son los clásicos y los enfermos los románticos. Werther resolverá su problema vital con el suicidio. Si la vida es un mal, la muerte, en consecuencia, es la gran amiga de los románticos. Es la libertadora, la que trae la paz al alma atormentada. Algunas veces se la busca deliberadamente. Russell P. Sebold comenta que es la actitud del suicida y no el suicidio en sí lo claramente romántico: "... lo más romántico no es el mismo acto de privarse del aliento, sino imaginarse la propia muerte como respuesta irrebatible del mal comprendido idealista joven, noble, ambicioso a un mundo indigno, frío, indiferente". En cierto modo, es también la culminación de su aspiración a lo infinito, puesto que la muerte es el camino para alcanzarlo. A pesar de ser un libro perfectamente ubicado en su época, Werther es una obra que guarda evidentes relaciones con la actualidad, por razones diversas, además. Por ejemplo, el impacto social del libro (influyó en los gustos de la juventud, que copió vestuario, objetos y hasta la opción por el suicidio: la Werther-Fieber), recuerda en cierto modo a cómo los medios imponen los modelos sociales en nuestro presente, a veces, como en caso de Werther, representando valores muy discutibles. Cuando un programa de televisión, o un libro, o una película tienen éxito, las figuras que en ellos aparecen se convierten fácil e inmediatamente en referentes. Y las redes sociales actúan como amplificador de esa mitomanía, convirtiendo en trendig topic noticias y personajes de dudoso, que en la mayoría de las veces son famosos porque son famosos, sin haber hecho nada que justifique su influencia social. Otro tema de la obra muy vinculado a la actualidad es el suicidio. El suicidio es una cuestión ante la cual es difícil adoptar una postura única e inamovible. Los argumentos contrarios al suicidio son numerosos y de muy distintos tipos. Por una parte, podemos atenernos a cuestiones vitales: la vida es bella, desconocemos lo que el futuro puede depararnos, siempre hay otras soluciones… Por otra parte, también existen argumentos morales: es un derecho que no nos pertenece, perjudicamos a otras personas, es un acto egoísta, o cobarde. Asimismo existen cuestiones de carácter legal: el suicidio se condena en casi todas las culturas no sólo como acto reprobable, sino incluso en algunos países como delito, al considerarlo un intento de homicidio en caso de no tener éxito. De la misma manera, puede haber argumentos que defiendan y justifiquen el suicidio. Tal vez el más importante sea el criterio de que, en cualquier circunstancia, debe prevalecer el derecho libre a elegir, siempre que no se perjudique a terceros. Además, hay sentimientos y situaciones personales que los demás no siempre podemos alcanzar a comprender: el sufrimiento humano tiene límites. También podemos considerar que hay acciones próximas al suicidio que sí son aceptadas socialmente –aunque no unánimemente-: es el caso del suicidio asistido en el caso de enfermedad terminal. En definitiva, el suicidio es un hecho que, pese a su apariencia de impulso irreflexivo, encierra una gran complejidad. El éxito de la novela fue inmediato, y se sucedieron las imitaciones y continuaciones en Alemania, Francia, Italia y España. Un caso especial lo constituyó Las alegrías del joven Werther, novela en la que el crítico Nicolai Friedrich propone un final alternativo. Y feliz, a la obra: Alberto evita el suicidio de Werther y le cede a Carlota, asumiendo el carácter superior de su amor por ella. Goethe rechazó absolutamente esta versión. En España la influencia del Werther se manifiesta en todos los géneros: en el teatro, en obras como Don Álvaro o la fuerza del sino, cuyo protagonista se suicida al final; en la novela, en personajes como Andrés Hurtado, el nihilista y desencantado protagonista de El árbol de la ciencia, de Pío Baroja, cuyo final es también el suicidio; o en la relación entre amor y naturaleza, en este caso simbolizada en las estaciones de la año, de las Sonatas de Valle-Inclán; y en la poesía en temas como el simbolismo de Antonio Machado o la visión de la naturaleza de Juan Ramón Jiménez, especialmente en su etapa inicial. Son varias las versiones musicales de la novela: la más importante es la ópera compuesta en 1892 por Jules Massenet. También es destacable la influencia del Werther en la creación del lied, género musical alemán que pone música a poemas cultos y populares, cultivado por compositores de la talla de Schubert o Schumann. También el cine ha versionado la novela de Goethe, tanto en Alemania como en otros países. La versión más interesante es la que hizo el francés Max Ophuls en 1938. Y en España, Pilar Miró dirigió en 1986 Werther, inspirada libremente en la obra original.