Los antiguos discos de vinilo se pusieron otra vez de última moda

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Clarín Sociedad 44 2/5/2006
Sociedad
LA TENDENCIA INCLUYE A LOS TOCADISCOS WINCO, QUE SE COMPRAN
POR ALGO MAS DE 60 PESOS
Los antiguos discos de vinilo se pusieron otra vez de última
moda
El grueso del público se distribuye entre los coleccionistas locales y los turistas. La
compraventa se da en el Parque Centenario y en las galerías de San Telmo.
Tenés lo mío?
—No.
—¿Y algo de Gino Soccio?
—No, tampoco.
Quien pregunta es Ariel Godoy, un artista plástico de 40 años que, cada vez que puede,
se da una vuelta por Parque Centenario en busca de otro vinilo. Horacio Díaz, quien
responde, hace 15 años que cada domingo atiende un puesto callejero de venta y canje
de discos. Antes de Ariel, por allí han pasado melómanos, coleccionistas extranjeros,
jóvenes vestidos estilo años 70, revendedores que tienen sus locales en el centro y
señoras que preguntan cuánto se paga por unos discos viejos que guarda en su casa.
La razón de tanta concurrencia es que los vinilos están otra vez de moda.
Parque Centenario es sólo uno de los nichos donde puede conseguirse este soporte
musical que comenzó a perder protagonismo con la llegada del cassette y que completó
su escalada descendente cuando, a principios de los 90, se extendió el uso del CD en el
país.
"Hay un lento pero firme resurgimiento en las ventas de vinilos", confirma Fernando
Pau, dueño de la disquería Abraxas, que funciona en la Galería 5ø Avenida, en Santa Fe
al 1200. Los motivos de este repunte son diversos. Muchos, como Godoy, creen que
"tienen mejor calidad de sonido".
"Si suenan mejor o no es una discusión bizantina, porque el tipo de grabación de un LP
y un CD es diferente, lo que hace que ofrezcan panoramas y experiencias de escucha
también diferentes", explica Pau, quien prefiere atribuir el fenómeno a esa relación
única y cuasi fetichista que se puede establecer con el disco en tanto objeto.
En ese vínculo particular se establece la esencia del coleccionismo, un sector del
mercado que es capaz de pagar grandes sumas de dinero por una figurita difícil. Aunque
el precio de un long play va de 1 peso en adelante —con un promedio de 10 por placa—
, los discos raros pueden llegar a costar 800 pesos o más. Pero estos valores siempre se
mantienen en secreto: los compradores no los dicen por pudor y los vendedores, para
evitar los comentarios de la competencia.
Lo que determina que un vinilo "no tenga precio" (afirmación que equivale a decir que
es carísimo) puede derivar de que hayan tenido una edición original limitada o que
tengan un arte de tapa —por algún motivo— extraño. "Para un coleccionista no importa
el valor. Se cambia o se paga", dice Javier Rivello, puestero en Parque Centenario.
Cacho Iovanetti y Andrés Kazi hace 25 años que regentean la disquería Bonus Track, en
la que hoy se conoce como "la galería del vinilo", en Corrientes al 1200. Sobre las
paredes atiborradas de discos se expone una joyita a la que no muchos han visto en su
versión original. Se trata de Artaud, de Pescado Rabioso, que tenía una cubierta
irregular a la que muchos denominaban "deforme". "Como no entraba en las discotecas
les cortaban las puntas que sobresalen. Por eso quedan muy pocos ejemplares tal cual
salieron", explica Kazi.
Otra portada rara que ha pasado por la disquería y que se ha vendido muy bien fue la de
"Sus majestades satánicas", de los Rolling Stones, que está compuesta por una imagen
tridimensional que oculta los rostros de los Beatles.
Dentro de los discos que cotizan muy bien están los pictures (long plays cuya portada
está incluida en el mismo vinilo) y los discos de colores. Pero también están esos
volúmenes por los que la mayoría de la gente no daría un centavo pero que para un
coleccionista se convierte en el objeto más preciado.
Para Oscar Morgade, quien vende discos en Parque Centenario y acredita una de las
más grandes colecciones infantiles compuesta por unos 8.000 vinilos, su joyita es una
placa doble de la Guerra de los Mundos, en español.
A los coleccionistas, que los hay para todos los géneros y grupos musicales, se les han
sumado, en los últimos tiempos, otras dos vertientes que ayudan a consolidar el
fenómeno de ventas: la moda que recupera lo retro como actual y la afluencia de
turismo extranjero.
"Todo lo retro viene para acá", dice Rivello. "También se está volviendo a usar el
tocadiscos Winco, que se encuentra desde 60 pesos para arriba", agrega Abel Neira, que
tiene su local de venta de antigüedades en el Mercado de San Telmo.
Los extranjeros, fascinados por el tango, compran discos de Gardel, Piazzolla o del
Tano Genaro Espósito. Pero también buscan placas de los inicios del rock nacional,
tríos de jazz y ediciones locales de grupos de sus países. ¿Se les cobra más caro a los
clientes que tienen euros en sus bolsillos? "En ningún país del mundo los compradores
comen vidrio, no se puede mentir en los valores", dice Chiche De Luca, dueño, también
desde hace 25 años, de Rockavilly, otra disquería de la "galería de los vinilos".
"Descubrí todo esto gracias a Dios"
Lo de Elena Santillán empezó de casualidad o, como prefiere decir, "gracias a Dios".
Hace cuatro años, cuando se quedó sin su trabajo como gestora de seguros, empezó a
vender cosas antiguas que habían pertenecido al almacén de su papá. Como en aquella
época todo se vendía suelto, lo primero que vendió en San Telmo fue una balanza
comercial. "Me dolió en el alma, pero la vendí", cuenta. Durante dos domingos estuvo
en la calle, y aunque le habían dicho que a los vendedores callejeros los sacaba la
policía, a ella no la corrió nadie. Luego se acercó al Antiguo Mercado, que ocupa el
interior de la manzana de Defensa, Estados Unidos, Bolívar y Carlos Calvo. "Me
emocioné, este lugar es maravilloso", dice. Alquiló un local en el que vendía de todo y,
al poco tiempo, otro puestero le pidió que le guardara una gran cantidad de discos, sólo
por un tiempo. El plazo se extendió y a Elena empezaron a molestarle esos paquetes que
tenía que mover de un lado al otro. Un día, ya cansada, sacó "esa porquería" al pasillo.
Inmediatamente la gente empezó a comprarle. A ellos les siguieron vendedores y pronto
se armó una cadena.
Pero a esta mujer de 51 años todavía le quedaba otro golpe de gracia que, esta vez,
llegaría de la mano de una señora paqueta que bajó de su camioneta importada una
cantidad de discos chicos, de pasta, con etiqueta bordó: eran los discos 78 rpm, gracias a
los cuales hoy Elena es reconocida como una de las referentes en la materia. "Entró a
venir más y más gente, y dije: 'por acá va la cosa'. Yo creo mucho en Dios y no creo que
ésta sea una casualidad". Por su local, el número 134, han pasado discos de Gardel de
1930, de Juan Maglio "Pacho" o una versión de "Pobre mi madre querida" interpretada
por su autor y compositor: José Betinotti.
En busca de esos u otros discos de pasta llegan clientes locales y extranjeros. Con unos
colombianos, por ejemplo, muchas veces intercambia placas aprovechando que allá el
vinilo tuvo una vida más larga que en la Argentina. "Una vez trajeron un montón de
discos 78 de Sandro". En el próximo viaje prometieron traerle vinilos de Luis Miguel,
Leo Dan y Palito Ortega. Además, claro, de un paquete de café colombiano.
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