33 LATERCERA Domingo 18 de mayo de 2014 TESIS PERUANA Mundo Carga de la prueba Al inicio del proceso se decidió que la carga de la prueba fuera transferida a la defensa chilena. “Que fueran ellos quienes probaran que sí existía un tratado de límites, tal como aseguraban”, dice Martin Riepl. El último cartucho Marco Sifuetes/Martín Riepl 140 páginas Edit. Planeta Libro revela detalles inéditos del proceso de Chile y Perú en La Haya R El último cartucho, escrito por dos periodistas peruanos, narra una serie de anécdotas en La Haya, Lima y Santiago. RR Humala sigue por TV el fallo del 27 de enero pasado, junto a su canciller y su ministro de Defensa. FOTO: AFP Alejandro Tapia C. No sólo se planteó como un “manual didáctico para entender en qué consiste el fallo” de La Haya, sobre la delimitación marítima entre Chile y Perú, sino que la idea era revelar también los errores que ambas partes cometieron durante el proceso, que culminó el pasado 27 de enero. De eso se trata El último cartucho, un libro escrito por dos periodistas peruanos (Marco Sifuentes y Martín Riepl) que narra la trastienda de la demanda peruana y que fue presentado, esta semana, en Lima. La obra contiene “revelaciones y detalles exclusivos desde La Haya, Lima y Santiago de Chile”, según sus autores. ¿Cuáles fueron los principales errores que cometieron Chile y Perú? Sifuentes responde a La Tercera: “Por el lado peruano, en los tratados balleneros de 1952 y 1954, Perú dejó abierta la puerta para que después Chile dijera que eran tratados de límites. Por ahí se establecía que la frontera estaba trazada desde el paralelo y Perú firmó eso tal cual. Ese fue el primer error”. La segunda imprudencia peruana ocurrió entre 1968 y 1969, cuando se firmaron unos acuerdos sobre faros “en los que abiertamente se menciona que el límite es el paralelo que sale del Hito 1”. El libro sostiene que hubo también dos momentos en que el Estado chileno reconoció que había una controversia marítima. Ambos episodios son conocidos, pero han sido muy destacados en Perú. El primero ocurrió en mayo de 1986. Ese año, el diplomático José Miguel Bákula viajó a Santiago para exponer la posición marítima peruana y fue recibido por Jaime del Valle, el canciller del gobierno de Augusto Pinochet. El ministro de RR.EE. chileno le pidió a Bákula que dejara todo por escrito en un memorando y su silencio fue interpretado como una aceptación del diferendo. Una jugada similar hizo años después el canciller Manuel Rodríguez Cuadros con su par chileno Ignacio Walker. “El Torvo”, como le dicen a Rodríguez Cuadros, logró en noviembre de 2003 (durante una cumbre en Brasil) que el entonces canciller chileno suscribiera una declaración en la cual se hacía referencia a la existencia de una controversia, algo que ha sido negado por Walker. “En la cancillería peruana aún no se explican cómo Rodríguez Cuadros logró esto. Lo consideran inaudito”, sostiene Sifuentes. El libro también revela una serie de detalles “detrás de cá- mara”, como dicen en Perú. Así, se relata que en 2006, por ejemplo, el nuevo canciller de Alan García, José Antonio García Belaunde, viajó a Santiago para entrevistarse con su par chileno Alejandro Foxley. Durante el encuentro, García Belaunde sacó a colación el tema del diferendo marítimo y una “letra chica” del Tratado de 1929 respecto a la frontera terrestre. Este acuerdo estableció que cualquier consulta sería arbitrada por el Presidente de EE.UU. y el jefe de la diplomacia peruana sugirió seguir ese camino. Entonces, según el libro, Foxley señaló “¿Cómo te imaginas tu que vamos a someter un tema así a un hombre tan tonto como George Bush?”. Consultado por La Tercera, Foxley desmintió esta versión, que también aparece en un texto que publicó el ex canciller limeño. “Para García Be- launde este fue un indicador de que en Santiago no estaban tomando en serio la postura peruana”, dice el libro. Y en abril de 2007, cuando el entonces líder de la oposición Ollanta Humala convocó a la “Marcha de Afirmación de la Soberanía” en Tacna, el Presidente Alan García le dijo a su canciller: “Puedo controlar una, dos marchas, pero a la larga esto va a ser un problema permanente”. Entonces, García decidió demandar a Chile. “Sin quererlo, fue Humala quien disparó la demanda”, concluye Sifuentes. Tres días antes de la presentación de la demanda, en enero de 2008, la diplomática peruana Marisol Agüero improvisó un altar en su casa y llamó a un sacerdote para bendecir el documento oficial de la demanda de Perú. Según el libro, “Agüero sentía que aún faltaba la firma de Dios”.b ¿Filtración del fallo? RR “A los chilenos sí les filtraron el fallo antes del 27 de enero”, sostiene en el libro José Antonio García Belaunde, ex canciller y miembro clave del equipo de Perú en La Haya. Según el texto, Perú sospechó de esto después de que al entonces vocero Andrés Chadwick se le quebrara la voz al referirse al tema y porque el canciller Alfredo Moreno habló con insistencia de la “costa seca” antes del fallo. De acuerdo con El último cartucho, todas las sospechas de la filtración apuntan a Francisco Orrego, el juez ad hoc nombrado por Chile para el proceso en la Corte. Chile ha desmentido cualquier filtración del fallo.