A nna’s story is the kind we love to hear—not only is it a good one, she seems to glow as she recounts it. While she and future husband, David, were still dating, they scheduled a trip to Puerto Vallarta to test their compatibility. It was New Year’s and short-notice accommodations were hard to come by. However, by fluke, they benefited from a last-minute cancellation at the scenic Cuatro Vientos Hotel overlooking El Centro. Intrepid self-promoters with a strong business sense, Anna and David travelled the world for two decades, accepting employment in several Asian and Latin American countries and taking in their cultural and spiritual surroundings in between leaves of absence. Anna’s curiosity about everything around her led her to discover yoga through a chance encounter with an instructor in 1991. Ever since, she has been in constant search of how to be in her body and how to help others do the same. Eventually, she and David married. A narrow list of criteria—good schools, clean air, safety, security, and accepting of yoga, of course—led them back to Puerto Vallarta some eight years ago. Interestingly enough, they found themselves standing at a hilltop corner, barely half a block from Cuatro Vientos Hotel, where they had confirmed their mutual love years ago. A former restaurant, La Nube, stood before them, for sale. “I looked at it, and I could see our home and our yoga practice as clear as day,” she recalls. They purchased and built their home. Two years later, she opened Davanna Yoga, one of Puerto Vallarta’s most successful yoga studios. When asked for advice for people considering a life outside the United States or in Vallarta, she smiles and promptly answers, “Close your eyes and jump.” PO E l relato de Anna es de los que disfrutamos más—no sólo es una buena historia, ella parece deslumbrar cuando la platica. Antes de casarse, ella y su pareja, David, tomaron vacaciones a Puerto Vallarta para ver si disfrutaban viajar juntos. Era fin de año y no había mucha disponibilidad de alojamiento. Sin embargo, de casualidad encontraron hospedaje en el Hotel Cuatro Vientos, en las colinas detrás de El Centro. Siendo emprendedores y viajeros incansables, Anna y David recorrieron el mundo por dos décadas, aceptando empleos en varios países asiáticos y latinoamericanos, absorbiendo la esencia cultural y espiritual de cada lugar cuando les era posible. Gracias a su curiosidad por todo lo que la rodea, Anna descubrió el yoga en 1991 a través de un instructor y desde entonces ha estado en la búsqueda constante de cómo “estar” en su cuerpo y cómo ayudar a otros a hacer lo mismo. Eventualmente, ella y David contrajeron nupcias. Gracias a una específica lista de requisitos—buenas escuelas, aire limpio, seguridad y una comunidad interesada en yoga, por supuesto—regresaron a Puerto Vallarta hace unos ocho años. Curiosamente, se encontraban parados en la cima de una colina, a menos de una cuadra del Hotel Cuatro Vientos donde habían consolidado su relación años atrás. Frente a ellos estaba el antiguo restaurante La Nube, que estaba en venta. “Recuerdo que lo miraba y claramente pude ver en local nuestro hogar y nuestro estudio de yoga,” nos comenta. Compraron el inmueble y lo convirtieron en residencia. Dos años después, abrió Davanna Yoga, uno de los estudios de yoga más exitosos de Puerto Vallarta. Anna Laurita CLOSE YOUR EYES AND JUMP CIERRA TUS OJOS Y BRINCA Al preguntarle qué le recomendaría a alguien considerando una vida de tiempo completo lejos de los Estados Unidos o en Vallarta, nos sonríe y no vacila en responder, “Cierra tus ojos y brinca.” Visite: www.virtualvallarta.com VALLARTA Lifestyles | 17