Un mundo en cambio, ¿hacia el multipolarismo? DEBATE Mariano Aguirre Director del área de paz, seguridad y derechos humanos, FRIDE. El desarrollo tecnológico, el fuerte crecimiento económico, el comercio y las inversiones han permitido que un grupo de países, a los que se prestó poca atención al finalizar la Guerra Fría, hayan pasado a ocupar un lugar central en el sistema global. Estados Unidos tendrá que compartir el poder global hacia el año 2025 debido al auge de estas potencias emergentes, a la transferencia de riqueza del Oeste al Este y a la creciente influencia de los actores no estatales. El mundo en cambio que se dibuja camina hacia el multipolarismo, como la fórmula más adecuada para resolver las crisis globales. cieron diversas predicciones sobre el futuro del sistema internacional. Se dijo que se avanzaría hacia un sistema unipolar, en el que Estados Unidos sería la potencia dominante. Francis Fukuyama anunció el fin de la historia: el sistema liberal político y económico había triunfado y finalizaban las grandes confrontaciones que se habían vivido en el siglo XX: capitalismo contra comunismo, democracia contra fascismo. Por su parte, Samuel Huntington predijo un choque de civilizaciones y que las identidades culturales serían el factor dominante que desplazaría a las confrontaciones entre los Estados y sus intereses. El regreso a las particularidades (étnicas, nacionales, religiosas) llamó la atención de algunos autores, pero pocos predijeron que la religión como marco de organización social y visión del mundo cobraría una gran fuerza. El análisis sobre la supremacía de Estados Unidos se basaba en la supuesta continuidad de la Gue- Nº 170. ENERO 2009 C. BARRIOS Al finalizar la Guerra Fría se hi- rra Fría: si durante casi cuatro décadas dos grandes potencias habían dominado la geopolítica mundial, y una desaparecía, entonces la otra seria la dominante. El triunfo de Washington en la primera guerra contra Iraq (1991) y el anuncio del entonces presi- dente George Bush (padre) sobre un “nuevo orden mundial” permitieron creer que se avecinaba otro siglo americano. A esto se sumó ver al sistema internacional como una foto fija con dos polos, en vez del producto complejo de las relaciones entre actores y tendencias. 23 Un mundo en cambio, ¿hacia el multipolarismo? Descuidos históricos El período de 1989 a 1991 tuvo numerosos momentos atractivos, desde la caída del Muro de Berlín y la retirada de las fuerzas soviéticas de Afganistán hasta los avatares de Mijail Gorbachev tratando de modernizar la URSS sin perder la hegemonía del Partido Comunista. Pero el carácter llamativo de los sucesos no tendría que haber quitado relevancia a las raíces de cuestiones como, por ejemplo, la crisis de legitimidad que sufrió el sistema soviético. Como ha escrito Fredric Jameson, “Los eventos históricos no son puntuales, sino que se extienden antes y después del tiempo que les revela de forma gradual”. les, se dejaba de lado el conocimiento sobre las realidades internas de esos países. Otros eran simplemente olvidados. Por ejemplo, Ruanda, donde su desintegración violenta fue tan brutal, que la onda expansiva continúa todavía hoy en la República Democrática de Congo y Burundi. El segundo aspecto que se descuidó fue el impacto que tendría el desmoronamiento de la URSS en las repúblicas y entidades territoriales y comunidades que durante décadas habían sido forzosamente sometidas, al igual que el efecto que iba a tener el fin del dominio del régimen del Mariscal Tito sobre la diversidad potencialmente conflictiva de los Balcanes. Al observar el final de la Guerra Fría como un conjunto de sucesos espectaculares, y como el principio de una nueva era, en vez de analizar los procesos pasados y futuros, se perdieron de vista las raíces de los problemas que se avecinaban. Por ejemplo, la situación de los países postcoloniales, y el efecto que tendría el cruce de la herencia colonial, la formación incompleta del Estado postcolonial, y los modelos económicos liberales impuestos desde fuera en alianza con las elites locales. En la medida en que Afganistán, Angola, Nicaragua, ex Zaire o Mozambique, entre otros, eran vistos como terrenos de enfrentamiento entre las grandes potencias y sus aliados loca24 C. BARRIOS Contemplar el final de la Guerra Fría como el principio de una nueva era, en lugar de analizar los procesos pasados y futuros, ha conducido a perder de vista las causas de los problemas que se avecinaban. En el caso de la ex URSS las recetas rápidas para pasar de un sistema comunista centralizado a la economía liberal de mercado produjo un alineamiento de fuer- zas económicas y políticas que, en un plazo de quince años, permitieron que de la reforma frustrada de Gorbachov se pasara al monopolio autoritario, político y económico de una nueva clase dirigente formada por ex funcionarios del antiguo régimen con nuevos miembros de la elite económica (financiera y energética). Ambos pilares, apoyándose en la red clientelista de poderes regionales, las mafias controlando una doble economía en la sombra y las fuerzas armadas, son los impulsores del renacimiento ruso que está planteando serios desafíos a Estados Unidos y a Europa en el antiguo espacio soviético y Europa Oriental. El post-colonialismo complejo En los años 90 se produjo el colapso del Estado en Somalia, Liberia, Sierra Leona, Costa de Marfil, ex Zaire y Haití. Al mismo tiempo, el modelo de dependencia soviético también entró en crisis, se desintegraron los Balcanes y explotaron las periferias de Rusia (desde Chechenia y Nagorno-Karabak hasta Abjasia y Osetia del Sur y del Norte) y las identidades en Indonesia. Era necesario tener respuestas para situaciones y elites que ya no se controlaban desde el eje Washington-Moscú, al tiempo que la influencia de las potencias coloniales como Francia y Gran Bretaña se había vuelto más difusa, debido a la rápida, y violenta, sucesión del poder. La crisis en los Estados post-coloniales es uno de los problemas más graves para sus poblaciones y para el sistema internacional. La respuesta desde los Estados del Norte y Naciones Unidas es T E M A S PA R A E L D E B AT E Un mundo en cambio, ¿hacia el multipolarismo? el intervencionismo humanitario (limitado y tardío) para proteger a sociedades en peligro, desplegar en algunos casos misiones de mantenimiento y construcción de la paz, y canalizar ayuda al desarrollo para ayudar a construir el Estado a través de prácticas de buen gobierno. Un caso extremo ha sido el discurso neoconservador: democratizar a través de la guerra y el cambio violento de régimen. A estos planes les suele faltar, sin embargo, la perspectiva histórica. ¿Por qué algunos Estados han colapsado? ¿Cuál ha sido la combinación de elementos propios con políticas coloniales que favorecieron la fragilidad? ¿Qué papel han tenido las instituciones financieras internacionales en las últimas tres décadas para que una serie de países se volvieran frágiles, fragmentados y más dependientes? ¿No repiten las estrategias de construcción del Estado y de la paz los modelos económicos que ya han fallado? La guerra errada contra el terrorismo Desafortunadamente, los sucesos pesan más que los análisis de largo plazo. En este sentido, septiembre de 2001 sirvió para hacer grandes simplificaciones y manipulaciones. La mayor fue que ante un enemigo difuso y aparentemente sin valores, y sin base nacional como el nuevo terrorismo islamista, era necesario que Estados Unidos tomase el liderazgo mundial y lo ejerciera sin temor, inclusive saltándose el derecho internacional y las normas sobre derechos humanos. El resultado de esa simplificación se pagará muy caro durante mucho tiempo, espe26 cialmente en Oriente Medio y próximo, y en la relación entre Occidente y las sociedades árabes. Además de ese intento de legitimar un liderazgo en decadencia de Estados Unidos, septiembre de 2001 dio lugar a políticas que adjudicaron una importancia suprema al terrorismo por encima de otros problemas como la pobreza, la desigualdad, el crimen internacional organizado, la proliferación nuclear, el tráfico de armas ligeras y el cambio climático. de reforma y ascenso global de China, la democratización conviviendo con violencia social en gran parte de América Latina, el declive interno y externo de Estados Unidos, o la complejidad africana y el ascenso de otros países emergentes. El desarrollo tecnológico, el fuerte crecimiento económico y los flujos de capital (comercio e inversiones) han permitido a una serie de países a los que no se prestó atención al final de la Gue- La actual guerra contra el terrorismo internacional liderada por Estados Unidos es un gran error que se pagará muy caro durante mucho tiempo, especialmente en Oriente Medio y Próximo, y en la relación entre Occidente y las sociedades árabes. Inclusive las explicaciones sobre las raíces del terrorismo, y la adhesión a líderes religiosos fanáticos en el mundo islámico fueron desechadas por Washington y sus aliados. También en el plano de las posibles respuestas al terrorismo se optó por el autoritarismo y la guerra contra una forma de violencia, en vez de afianzar la posición del Estado democrático y de Derecho ante las amenazas. Guantánamo y Abu Ghraib son consecuencias de esa elección. El escenario reformado La revisión de las continuidades entre la época anterior y posterior a la Guerra Fría requiere un paciente trabajo para entender casos como el fin de la URSS y, en un breve plazo de veinte años, el fuerte retorno de Rusia a la escena internacional pese a grandes debilidades internas. Igualmente importantes son el largo proceso rra Fría ocupar un sitio central en el sistema global. Un reciente estudio del National Intelligence Council, organismo oficial de Estados Unidos, indica que este país tendrá que compartir el poder global hacia el año 2025, debido al auge de las potencias emergentes, la transferencia de riqueza del Oeste al Este y la creciente influencia de los actores no estatales. El dólar será una moneda más entre otras y habrá rivalidades sobre comercio, innovación tecnológica, pero también carrera de armamentos y expansiones territoriales. Diversos estudios confirman que este panorama global ya está aquí. En este sentido, la llegada de Barak Obama a la Casa Blanca marca el inicio del multipolarismo, realidad que va en contra, una vez más, de los discursos simplificadores, dentro y fuera de ese país a favor de un nuevo liderazgo positivo de Washington. TEMAS T E M A S PA R A E L D E B AT E