UNIVERSIDAD VERACRUZANA LA CRIMINOLOGÍA CRÍTICA EN EL PENSAMIENTO DE FOUCAULT, ZAFFARONI Y ELBERT. CRIMINOLOGÍA Irma Aurora Pérez Sánchez Erika González Tello Sergio Silvano Pérez 12/03/2013 Criminología crítica en el pensamiento de: Foucault, Zaffaroni, Elbert INTRODUCCIÓN Desde los años ’30 la sociología norteamericana venía demoliendo la visión convencional de la sociedad. En este clima que se extendió por más de dos décadas, la criminología sociológica empezó a reparar en la importancia del poder punitivo. Hasta ese momento el delito podía atribuirse a muchos factores, incluso al poder mismo, pero nadie se ocupaba del sistema penal en particular. No obstante, no se podía seguir avanzando sin tomarlo en cuenta. A esta criminología académica que incorporó al poder punitivo se la llamó “criminología de la reacción social” o “criminología crítica”. Su crítica al sistema penal puede circunscribirse al aparato represivo (la policía, los jueces, los penitenciarios) o elevarse a diferentes niveles del poder (social, económico, político) y por lo tanto al poder en general. La criminología crítica es entendida como aquel movimiento no tan homogéneo del pensamiento criminológico contemporáneo que busca la construcción de una teoría materialista de la desviación y que tiene en cuenta instrumentos, conceptos e hipótesis elaborados en el ámbito del marxismo.1 La criminología crítica opone un enfoque macrosociológico a uno biopsicológico del comportamiento desviado, evidenciando su relación funcional o disfuncional con la estructura social, superando de esta manera el paradigma etiológico de la vieja criminología. En los últimos tiempos, el derecho penal se convirtió en el objeto de estudio principal de la criminología crítica por ser aquel un instrumento injusto, desigual, reproductor de desigualdades, creador de más problemas respecto de los que resuelve, etc. La Criminología Crítica surge en los años sesentas del siglo pasado a la par de movimientos desestructurales de formas institucionales establecidas por el poder en la sociedad -hippies, panteras negras, pacifistas o protestas antibélicas, etc.Por tanto la Criminología Crítica es una tendencia reciente fundamentada en la bautizada como filosofía crítica del Derecho Penal, expuesta por Quinney y en la naturaleza problemática de la ley de las instituciones. Debido a que es por excelencia política, se denomina también politología del delito o criminología crítica. 1 Rojas Bautista, Sandra, Criminología critica, Agosto 2008. Su atención no se dirige a la modificación del delincuente, que es secundario, sino al sistema total y a la ley, que constituye el principal instrumento del Estado. 1. EL PENSAMIENTO DE MICHEL FOUCAULT Michel Foucault fue un filósofo, historiador y psicólogo francés, poseía una concepción crítica del derecho heredada en gran parte por el marxismo y la filosofía nietzscheana. Toda esta concepción crítica, sin duda incide en cuestionamientos sobre la historia penal que abarca el pensamiento penal europeo y su derecho criminal. Pero igualmente su pensamiento puede ser analizado en razón del cambio de óptica en la reflexión penal en los países de la Región, y en específico en Chile, sobre todo en relación a las últimas modificaciones legales en materia criminal, tanto por la reforma procesal penal como por el cambio de paradigma en materia de adolescentes infractores. De ahí que cobre importancia el debate sobre la visión foucaultiana del derecho penal. Tres textos de Foucault son los más centrales en su pensamiento penal, siendo ellos “Vigilar y Castigar”, “La verdad y las formas jurídicas”, que son más bien un grupo de conferencias publicadas, y “Microfísica del poder”. Principal es a este respecto “Vigilar y Castigar”. En dicho libro, pasa revista a las penas y la forma de ejecución de éstas en la historia, específicamente en la historia de Francia. Pero ante todo es una “indagación” y una “genealogía” de la historia de la penalidad y del pensamiento penal europeo, cuestión que, en todo caso, no se extiende sólo a “Vigilar y Castigar” sino al resto de su pensamiento. A grandes rasgos, el pensamiento de Foucault explora las posibilidades y las relaciones del poder y la historia a través de la genealogía. La genealogía, de cuño nietzscheano, es, de acuerdo a Foucault, una forma de historia con énfasis en los discursos y saberes en cuanto objeto, sin preocupación de sujeto alguno. Señala que la genealogía consiste en el “acoplamiento de los conocimientos eruditos y de las memorias locales que permite la constitución de un saber histórico de la lucha y la utilización de ese saber en las tácticas actuales” como forma de “hacer entrar en juego los saberes locales, discontinuos, descalificados, no legitimados, contra la instancia teórica unitaria que pretende filtrarlos, jerarquizarlos, ordenarlos en nombre del conocimiento verdadero y de los derechos de una ciencia que está detentada por unos pocos”. Álvarez Uría señala que: “La genealogía foucaultiana es modesta y sectorial: lejos de cuestionar el todo social, el análisis enfoca y distingue distintos poderes y diferentes territorios en los que se articulan saberes y poderes específicos”. La genealogía no sólo permite “descubrir en la historia continuidades históricas invisibles, pero también discontinuidades y metamorfosis allí donde aparentemente no hay cambios profundos o transformaciones radicales” (Álvarez-Uría, “Introducción”, en Foucault 1999:20-21). En suma, su búsqueda es lo aparentemente invisible en la historia; o si se quiere, la historia invisible. Hunde, entonces, sus uñas en la genealogía de la penalidad, o mejor aún, en la genealogía de la historia del derecho penal. 1.1 LAS ERAS DEL PODER PUNITIVO Y SUS RELACIONES CON LA SOBERANIA, LA PENALIDAD Y EL DELINCUENTE Foucault hace notar dos períodos o eras con los que segrega la historia del derecho penal: la era del “teatro del castigo” y la era de la “economía del castigo. La Era del teatro del castigo, supone, como teatro, representación escénica de la ejecución de las sanciones: pública ilustración de los efectos de la desobediencia penal. Para Foucault esta época abarcaría la etapa monárquica hasta comienzos del siglo IX. Durante toda esta época es la monarquía el eje definitorio, en su estrecha relación con el concepto de soberanía, la cual funda a aquella. Para Foucault la soberanía es una teoría jurídico-política que se desarrolló en diversas etapas de la historia: a) en los tiempos de la monarquía para fundamentar el poder; b) como mecanismo de poder en las monarquías feudales; c) De justificación de las monarquías que él llama administrativas; d) en el siglo XVI y XVII, se ha utilizado la soberanía como instrumento para reforzar el poder, o bien en algunos casos, para limitarlo. La característica común de la soberanía durante todo este período monárquico, es su ejercicio por un único ente, quien era visible a todos los súbditos, ejerciendo su poder sin contrapeso alguno. Derivado de esto, el delincuente que no era más que la “cosa del Rey”, y sobre el cual “el soberano imprimía su marca y dejaba caer los efectos de su poder”, manifestando en él la presencia de aquel soberano. Como el delincuente, se situaba por el delito fuera de la ley, se dejaba caer sobre él la venganza de este soberano. Así, con el castigo, se trata de establecer una “simetría de la venganza”, donde se iguala lo horrendo del delito con un castigo igualmente horrendo. De ahí la crueldad de los castigos. Así el suplicio era la manifestación del castigo, y el objeto, el cuerpo del delincuente, estableciéndose una relación íntima entre éste y aquel. El dolor que significa la imposición del castigo, está directamente dirigido al cuerpo. El verdugo, representa así y por ende, la realidad de dicho castigo. La Era de la “economía del castigo”, también llamada por el pensador como la era de la “sobriedad punitiva”, la sitúa históricamente, en un primer momento, cerca de los años 1830 a 1848, reconoce que se produce con anterioridad, un movimiento de reformas legislativas desde 1769 en Rusia, y que se expande por Europa, constituyendo una filosofía de la sobriedad punitiva. Es necesario poner en relieve el hecho que esta era de la economía del castigo, es un segmento referido sólo al pensamiento, la legislación penal y la penalidad en general, segmento que constituye parte de lo que Foucault llama edad de ortopedia social o sociedad disciplinaria. Foucault entiende que la teoría de la soberanía moderna no se funda en la concentración del poder en un solo individuo (como las antiguas formas monárquicas donde el rey era el soberano), sino que pretende democratizar el poder distribuyéndolo en todos los miembros asociados. Pero para que dicho cuerpo social, depositario de la soberanía, se encuentre unido y se ejerza la soberanía conforme a la política dominante, se hace necesario el fenómeno de la vigilancia, y además, de un poder que persiga la imposición de un regla de conducta, una “sociedad de normalización” , donde los sujetos sean corregidos y puestos en la medida de la regla de lo que la sociedad burguesa pretende de cada individuo. Este poder, es el poder disciplinario, considerado por Foucault como “una de las grandes invenciones de la sociedad burguesa” . De ahí que las técnicas del poder disciplinario se distribuyan en diversas instituciones en las capas de la sociedad, como las clínicas psiquiátricas, las escuelas, y en lo que concierne al derecho, los establecimientos penitenciarios y el derecho penitenciario o ejecutivo. La idea de la soberanía, así, no fue desechada, sino que por el contrario, fue reformulada por los pensadores ilustrados, a los que Foucault llamo “reformadores” con el fin de crear un modelo alternativo a las monarquías: las democracias modernas. Pero además, esta idea de la soberanía subsistió conjuntamente con el poder disciplinario, a razón de dos objetivos: a) servir de instrumento crítico permanente contra la monarquía y contra los obstáculos que impedirían una sociedad disciplinaria; b) establecer un sistema de derecho que ocultara los mecanismos de poder de la sociedad disciplinaria. El poder, en este contexto, se produce en los “cuerpos periféricos y múltiples”, en otras instituciones de carácter regional, institucional, local, etc. El poder es transversal y no inmóvil, como si simplemente se dirigiera a los individuos, sino que circula a través ellos. El poder, así, “se construye y funciona a partir de poderes de multitud de cuestiones y de efectos de poder”. La modificación del paradigma del poder y la soberanía, incide igualmente, en la modificación del paradigma de la penalidad. Ante el pensamiento penal tradicional, el cambio del paradigma es producto de una postura humanista, benigna e igualitaria, lo cual redunda finalmente, en menos crueldad de las penas y, como contrapartida, mayor benignidad de las sanciones penales, mayor “dulzura de las penas” y humanidad en la formulación del derecho penal. Pero para Foucault, el cambio está movido, más bien, por una “nueva justificación moral o política del derecho de castigar” , siendo los efectos morigerantes o suavizadores de las penas, una consecuencia de nuevas tácticas de poder y de nuevos mecanismos penales. Por ende, el derecho de castigar habría de ser reformulado, no por ser las penas crueles e inhumanas, sino por ser aquel una distribución mal ordenada del poder, una “mala economía del poder”. De este modo, la pretensión es posibilitar una mejor distribución del poder: ni concentrar este poder, ni dividirlo demasiado, sino que esté repartido en circuitos homogéneos susceptibles de ejercerse en todas partes, de manera continua, y hasta el grano más fino del cuerpo social. Por ende, la finalidad no es castigar menos, sino castigar mejor, castigar con más universalidad y necesidad; introducir el poder de castigar más profundamente en el cuerpo social. Así se pretende fijar nuevos principios con este fin que disminuyan los costos económicos y políticos aumentando la eficacia penal. Es por ello que piensa Foucault, que la verdadera aspiración de los reformadores a la proporcionalidad de los castigos, se mira no a la reducción del dolor del castigo en relación al delito, sino en relación a la utilidad conseguida con la pena: a mayor efecto disuasivo mayor la utilidad del castigo y su intensidad. Así, la sociedad disciplinaria perseguiría evitar que las penas fueren extensas, a menos que se logre el objetivo de la corrección y la disciplina. La duración de la pena sólo tiene sentido en reacción con una corrección posible y con una utilización económica de los criminales corregidos. 2. EL PENSAMIENTO DE ZAFFARONI Para Zaffaroni cuando los comerciantes, industriales y banqueros se asentaron en el poder, la concentración urbana de los extremos de riqueza y miseria que provocaban alta conflictividad, requerían para su control la creación de una nueva y poderosa estructura de control y disciplinamiento urbano, y así nace la policía, que en alianza con los médicos -corporación que siempre había intentado apoderarse de la cuestión criminal con discursos que no lograron hegemonía-, en competencia discursiva contra los jueces, juristas y filósofos, elaboraron un discurso funcional a su creciente poder. El llamado positivismo criminológico fue ese discurso médicopolicial, de naturaleza biológica, que con matices fue hegemónico hasta el siglo XX y aún sobrevive en parte de la criminología europea y latinoamericana. Según Zaffaroni el paradigma biológico-racista sometió al Derecho penal, a la sociología y a la antropología, en un conjunto de discursos que legitimaban el disciplinamiento en las sociedades centrales y el neocolonialismo en las de las periferias. Este reduccionismo criminológico bio-social o bio-antropológico del Derecho penal, entró en crisis con la ruptura de sus presupuestos físicos, biológicos y políticos, acabado el mecanicismo y la ilusión del progreso lineal e indefinido, los sociólogos se fueron liberando del reduccionismo biologicista de su disciplina. La Criminología Crítica busca esclarecer la realidad social del fenómeno criminal, de tal suerte que se pongan en evidencia los procesos de criminalización y victimización, que se presentan como condiciones de violencia estructural e institucional inherentes a los actuales mecanismos de control social. Eugenio Zaffaroni, cuando escribe: “El sistema penal opera ejerciendo un poder punitivo represivo en forma de criminalización primaria y secundaria. Criminalización primaria es la formalización penal de una conducta en una ley, o sea que es un acto legislativo de prohibición. Criminalización secundaria es la acción punitiva ejercida sobre personas concretas. Es el acto del poder punitivo por el que éste recae sobre una persona como autora de un delito” Para Zaffaroni el poder punitivo, antes que ser asunto del sistema judicial penal, lo es de las agencias policiales, y en ese caso las acciones judiciales se ocupan de los llamados delincuentes y menos de que la policía no se exceda del límite legal del uso del poder y, del respeto a los derechos de los ciudadanos. La deslegitimación del derecho penal sustantivo es el factor determinante que justifica una eventual desactualización de la criminología crítica. Elemento crítico que fue identificado por este autor. Consecuentemente existe una crisis pero no se trata de una crisis de la ciencia criminológica crítica sino de una crisis del sistema penal latinoamericano. Zaffaroni señala en primer lugar que la deslegitimación del sistema penal vigente, es característico de los países subdesarrollados que pertenecen al margen (como así se denomina al conjunto de países latinoamericanos), afirmación que se ampara en el realismo jurídico-penal marginal por el acuñado. Así mismo, señala que la causa fundamental, origen de la deslegitimación, es el hecho de que los sistemas penales latinoamericanos provocan más la violencia de la que previenen (mediante abusos represivos, prisiones preventivas que se convierten en verdaderas penas, etc.).2 Afirma que la deslegitimación se produce cuando se castiga a grupos humanos que, debido a las pautas de su propio grupo cultural, no pueden adecuar su comportamiento a unas pautas jurídicas y culturales dominantes. 2.2 TEORIA NEGATIVA O AGNÓSTICA DE LA PENA (ZAFFARONI) Eugenio Raúl Zaffaroni, parte de la concepción que en toda sociedad existen relaciones de poder que intervienen en la solución de conflictos. Toda sociedad o cultura tolera que en la mayoría de los conflictos no intervenga el poder formalizado o, mejor dicho ninguna sociedad admite que en todos los conflictos intervenga ese poder”. 3 Explicando que las agencias políticas programan su intervención sobre una parte de la conflictividad mediante los principales modelos Decisorios¨: A) El Reparador B) El Conciliador C) El Coercitivo D) El Terapéutico E) El Punitivo. ARTICULO: “DEBATE ENTRE CARLOS NINO Y EUGENIO ZAFFARONI” RÉPLICA DE EUGENIO ZAFFARONI. RESPUESTA DE CARLOS NINO. CIERRE DE EUGENIO ZAFFARONI. PUBLICADO EN “NO HAY DERECHO”. TOMO II, 4. 1991. 2 ZAFFARONI EUGENIO RAUL -ALAGIA ALEJANDRO-SLOKAR ALEJANDRO “Derecho Penal Parte General” Editorial Ediar Buenos Aires 2000 pag 35 3 No Obstante cabe aclarar que dentro de estos cinco modelos mencionados “el modelo punitivo es poco apto para la solución de los conflictos, pues cuando prisioniza no resuelve el conflicto, sino que suspende, o sea lo deja pendiente en el tiempo, dado que por definición excluye la víctima”. De esta manera “todos los inconvenientes de las teorías positivas se eluden si se adopta un criterio de construcción Teleológica que tenga por meta la protección de los bienes Jurídicos (Seguridad Jurídica) pero en lugar de caer en la ilusión que protege a la victima de las demás, asume el compromiso real de proteger los que son efectivamente amenazados por el crecimiento incontrolado del poder punitivo”.4 El Maestro argentino Eugenio Raúl Zaffaroni, señala, que los ejemplos de los Sistemas Penales, en los Países de América Latina, existen, fundamentalmente, para provocar sufriendo en las personas condenadas, afirma que la pena no sirve para todo lo que nos han dicho que sirve, es un hecho político, que debemos aceptar para poder reducirlo.5 3. EL PENSAMIENTO DE ELBERT El trabajo de Carlos Alberto Elbert, desarrolla su visión dentro del campo del estudio criminológico, mediante cuatro cuestiones: a) b) c) d) La criminología: ¿es ciencia?; El objeto: ¿lo define la sociología?; El método: ¿debe ser empírico e interdisciplinario?; ¿Cuál es el futuro epistemológico, científico y académico de la criminología? Hasta el siglo xx, la criminología era considerada como ciencia, pero esto cambió cuando se meditó en que existen diferentes saberes que dificultan o niegan la posibilidad de un objeto y un método propios, razón por la cual la criminología no puede ser ya definida como ciencia, sin embargo, está legitimada como disciplina científica e interdisciplinaria, pues está en condiciones de tratar temas relativos al crimen y el control social con coherencia científica, valiéndose de objetos y métodos de distintas disciplinas. Las ciencias sociales no han alcanzado objetos precisos, y su objetividad es dudosa, porque siempre involucran al observador. En un principio, la criminología también se constituyó como ciencia proclamando poseer un objeto y métodos 4 ZAFFARONI EUGENIO RAÚL Ob cit pag 35 5 ZAFFARONI, EUGENIO RAÚL. “En busca de las penas perdidas”. Editorial Temis. Bogotá, 1990. pags. 71-73. propios, presentándolos de modo tal que pudieran ser admitidos en el modelo de las ciencias naturales. El objeto de estudio, es el sector o ámbito de la realidad estudiada, así como a la perspectiva o punto de vista que interesa en la investigación. Existen varias disciplinas que se enfocan en el hombre como objeto de estudio, pero todas desde una perspectiva diferente y, es por ello la necesidad de precisar en el objeto, pues la posesión de este y un método brindan un mayor grado de seguridad y economía en la investigación. Provisoriamente, se sostiene la postura de que la criminología es una disciplina científica y que las ciencias sociales no son exactas, pero si rigurosas, por aplicar métodos, aun cuando no todas puedan valerse de uno mismo ni el mismo método. Sostiene que el objeto a estudiar por la criminología es: 1) 2) 3) 4) El delincuente; El delito; Las causas del delito; Las causas y los tratamientos destinados a la cura y prevención de la conducta delincuente. Estos son objetos propuestos desde el paradigma etiológico, y otros nacen cuando comenzaron a buscar explicaciones de naturaleza sociológica, filosófica e histórica. La irrupción sociológica admitida en América Latina a finales del siglo, evidencio la importancia de las estructuras y el funcionamiento real del Derecho vigente como parte del objeto de estudio. Saltaba a la vista que el derecho penal había estado fijando el objeto a una criminología que no tenía, o por lo menos que no debía de tener un objeto delimitado normativamente. En consecuencia, el espejismo de una ciencia autónoma, nuestra y con un objeto propio, se esfumó. La sociología ha alcanzado a todas las ciencias sociales, provocándoles crisis de identidad epistemológica. Desde sus inicios, la sociología se entendió como ciencia comprensiva y sinóptica, capaz de “interpretarle” a las demás ciencias sociales los fenómenos singulares de sus investigaciones internas, a tal grado de obtener el título de superciencia de lo social. El sistema metodológico es imprescindible en toda disciplina social, por ser el eje de la investigación y sus resultados. En la criminología está admitido que los métodos aplicables son empírico-inductivos, con poca diferencia de los aplicados en otras ciencias. Los principales modelos de razonamiento: el deductivo y el inductivo. El método deductivo es usual en las ciencias formales, pero también se emplea en las empíricas, mientras que el método inductivo predomina en las ciencias fácticas, pero sin que excluya su aplicación en las formales. La criminología también tiene carácter interdisciplinario, es decir, de convergencia de varias disciplinas sobre un objeto común, con cierto grado de integración. Barrata, tiene la idea de que hay órdenes de realidades que conforman el objeto de la criminología; que se puede trabajar etiológicamente, sobre situaciones o hechos sociales problemáticos, siempre que la muestra no sea tomada de las definiciones legales. Schumann, sostiene que la criminología debe ser la ciencia del derecho penal, abordándolo como objeto, mas no como está estructurado, sino incluyendo también sus instancias, ideologías y la lógica decisoria de sus autores. Elbert propone que el derecho penal, no brinda eficaces soluciones en la gran mayoría de los asuntos sometidos a su competencia y de que es preciso reducir el espacio punitivo a los casos que no tengan, circunstancialmente, otra solución. El estado de la criminología latinoamericana exige la urgente necesidad de repensar desde las bases el perfil de la disciplina en las actuales circunstancias, profundizando en la naturaleza científica, su objeto y su límite. Bibliografía; 1. Rojas Bautista, Sandra, Criminología critica, Agosto 2008. 2. Artículo: “Debate entre Carlos Nino y Eugenio Zaffaroni” réplica de Eugenio Zaffaroni. respuesta de Carlos Nino. Cierre de Eugenio Zaffaroni. publicado en “no hay derecho”. tomo II, 4. 1991. 3. ZAFFARONI EUGENIO RAUL -ALAGIA ALEJANDRO-SLOKAR ALEJANDRO “Derecho Penal Parte General” Editorial Ediar Buenos Aires 2000 pag 35 4. ZAFFARONI, EUGENIO RAÚL. “En busca de las penas perdidas”. Editorial Temis. Bogotá, 1990. pags. 71-73.