Temple Grandin, PhD y Autista Colaboración: DMV Elena de Varona.Universidad de Camagüey. Cuba. Temple Grandin es una autista que se integró a la sociedad en forma sobresaliente. Ha publicado decenas de artículos, escrito varios libros, tiene un doctorado y múltiples innovaciones para la industria agropecuaria. Es uno de los primeros casos que ha permitido a los estudiosos conocer la mente de los autistas y como tal es conferencista frecuente en foros donde se estudia el autismo. Sostiene que ha logrado esto con base al apoyo que recibió de sus maestros y en particular de su madre, y ha ayudado a establecer buenas prácticas para la educación y apoyo a los autistas. Algo que era desconocido y difícil de imaginar por los estudiosos del autismo es la forma en que los autistas perciben el mundo. Gracias a Temple Grandin se entendió con mayor claridad la enorme capacidad de visualización que tienen. Ahora se sabe que la mayoría de los autistas interpretan el mundo en forma visual, incluyendo las palabras habladas. Temple Grandin ha explicado con detalle cómo traduce las palabras en forma inmediata en imágenes, y cómo funciona su memoria fotográfica que le permite notar patrones que para la mayoría de nosotros pasan desapercibidos. Por ejemplo, al estudiar su primer posgrado en Animal Science notó los costos que implicaba a la industria ganadera el nerviosismo de las reses a la hora de desparasitarlas o directamente en el rastro. Observó cómo los reflejos de charcos, metales colgantes en los rastros y cercas abiertas hacían muy inefectivo y costoso el transporte. Notó que las reses caminan en círculos, así que ideó un sistema circular para hacer natural su traslado. En la actualidad, el 50% de los rastros y ganaderías en E.U. utilizan sistemas de transporte ideados por Grandin. Gracias a su desarrollo interpersonal, poco frecuente en autistas, logró conectarse con grupos de estudiosos de autismo y pudieron comprenderse por primera vez las razones por las que los autistas se comportan de esta manera, cuáles son sus temores y cómo puede crearse una situación controlada para ellos, incluyendo algunas conductas que les tranquilizan como girar sobre ellos mismos. Por la importancia de sus investigaciones, a continuación se exponen algunas relacionadas con el comportamiento, la conducta, el sistema de manejo y el bienestar animal en particular del ganado vacuno. HÁGALA FÁCIL Dra. Temple Grandin He aquí algunas maneras simples de mejorar el manejo del ganado. Es una maravilla ver que los ganaderos tienen cada vez más interés en el manejo de la hacienda sin estrés. El manejo calmo del ganado tiene muchos beneficios, que incluyen la mejora en la ganancia de peso y la mayor seguridad para los trabajadores. El ganado se fija en los detalles, y cosas pequeñas que uno puede pasar por alto hacen que el buen manejo sea difícil y hasta imposible. He aquí unas pocas medidas simples para mejorar tanto las instalaciones como el manejo de la hacienda. Elimine las distracciones visuales Los vacunos son muy sensibles a los movimientos bruscos y a los contrastes de luces y sombras. Una pequeña cadena colgando en la entrada de una manga, por ejemplo, puede hacer que los animales reculen, y debería ser quitada. Hace años que vengo llamando la atención sobre las cadenas colgantes, y sin embargo mucha gente todavía no se da cuenta de que son otro pequeño detalle más que asusta al ganado. Recomiendo meterse en la manga y mirar lo que ven los animales. Puede haber, por ejemplo, papelitos en el piso, o camperas colgadas sobre el cerco. El ganado también puede negarse a avanzar si ve gente adelante, o vehículos en movimiento. Por esta razón muchas mangas funcionan mejor cuando tienen paredes ciegas. Si la manga tiene muchas puertas colgantes rebatibles, para que el ganado no pueda retroceder, el avance se puede retardar. En muchas instalaciones he podido mejorar el movimiento del ganado atando algunas de estas puertas para que queden siempre abiertas. Cuando esas puertas están justo en la entrada de la manga, conviene dotarlas de un mecanismo de control remoto, como una soga, para mantenerlas abiertas mientras entran los animales, de modo que no tengan que empujarlas cada uno de ellos para abrirlas. Los reflejos de luz en pisos mojados o en metales también pueden ser un problema. Las superficies opacas son mejores para el movimiento de la hacienda. Lo recomendable es pintar las instalaciones de un color simple y uniforme. A veces, los animales también se resisten a pasar de un piso de tierra a uno de cemento. Este problema se puede resolver echando un poco de tierra sobre el hormigón para reducir el contraste entre ambas superficies. Al vacuno no le gustan los edificios oscuros Las instalaciones ubicadas dentro de edificaciones suelen tener más problemas con ganado que recula que las que están en espacios abiertos. En un día soleado, los animales frecuentemente se rehúsan a entrar a una construcción oscura, por algo que yo denomino el efecto “agujero negro”. Para resolver este problema, se necesita que la luz natural llegue al interior del edificio. Esto se puede resolver retirando alguna parte de las paredes laterales, o instalando paneles de plástico transparentes en el techo o paredes, para permitir la entrada de mucha luz solar en los lugares sombreados. El movimiento mejora si se eliminan las sombras. En un día luminoso, la luz artificial dentro de la construcción no proveerá suficiente claridad como para eliminar el efecto “agujero negro” porque la luz solar es mucho más fuerte que la artificial. A la noche, la iluminación eléctrica indirecta es muy efectiva para atraer al ganado de modo que entre a los edificios o camiones. Pisos antideslizantes Los animales entran en pánico si comienzan a resbalarse. Un piso antideslizante es esencial para manejar el ganado con poco estrés, debido a que los animales tranquilos se manejan más fácilmente. Cuando los animales se agitan, les lleva entre 20 y 30 minutos recuperar el ritmo cardíaco normal. Si el cepo o la manga tienen piso resbaladizo, el ganado suele agitarse cuando sus pezuñas tienen pequeños resbalones repetidos. Los resbalones tienden a ser el principal problema en los espacios pequeños de encierro, como las balanzas, mangas y toriles. Un piso de hormigón alisado por el uso se puede convertir en antideslizante instalando una malla de neumáticos usados a modo de felpudo, o una rejilla hecha con barras de acero. Si se usan las barras de acero, se las debe cortar y soldar de modo que la grilla quede apoyada completamente plana sobre el piso. No hay que soldar las barras cruzadas unas sobre otras, porque se forman rendijas y los animales se pueden lastimar las pezuñas cuando quedan atrapadas entre la barra y el piso. Aproveche el comportamiento de seguimiento del vacuno Los vacunos tienden a seguir al líder. Por eso, entrarán a la manga más fácilmente si ésta está parcialmente o casi totalmente vacía antes de intentar llenarla. Si en la manga hay lugar para que entren tres o más animales, se puede aprovechar el comportamiento natural seguidor del vacuno. El corral de encierre, embudo o toril que precede a la manga no debería cargarse antes de que haya lugar en la manga para permitir que algunos animales entren inmediatamente en ella. El “corral de encierre” debería rebautizarse como “corral de paso”. El ganado entrará más fácilmente a la manga si no ha sido retenida en el corral porque la manga está llena. Si los animales son retenidos mucho tiempo en el corral de encierre, se puede hacer más difícil hacerlos entrar a la manga debido a que se han dado vuelta durante la espera. Todos los corrales de encierre, independientemente de su diseño, deben llenarse sólo hasta la mitad. Uno de los errores más comunes en el manejo del ganado es llenarlos completamente. La gente a veces hace esto para caminar menos, pero el buen manejo de la hacienda requiere caminar más. Medir el manejo de la hacienda Sólo se puede manejar lo que se mide. A lo largo de mi carrera he trabajado con muchos ganaderos y corrales de engorde para mejorar el manejo del ganado. Yo puedo mejorar drásticamente el manejo mientras estoy en el lugar, pero cuando regreso al año siguiente, frecuentemente han vuelto los gritos y el uso de la picana eléctrica. En general, la gente no se da cuenta de que ha pasado esto, porque el regreso a las viejas prácticas suele suceder lentamente. Para prevenir esto, el manejo debería medirse con números. La medición hace posible determinar si las prácticas están mejorando o empeorando. Para medir el manejo, hay que anotar el número de animales que sufren las siguientes fallas de manejo, y determinar los porcentajes: Porcentaje que cae al piso durante el manejo. Porcentaje que es movido más rápido que al trote. Porcentaje que atropella una puerta o cerco. Porcentaje que es movido con la picana eléctrica. Porcentaje que vocaliza (bala o muge) cuando lo sujetan en el cepo. No hay que anotar a los animales que balan cuando se los caravanea u otros procedimientos similares. Si se está haciendo un buen trabajo en el manejo de bajo estrés, el porcentaje de animales que sufren alguno de estos problemas es muy bajo. La guía de la National Cattlemen’s Beef Association establece que las prácticas de manejo necesitan ser revisadas si más del 2% de los animales se cae o se mueve más del 10% usando la picana eléctrica. Numerosos ganaderos y corrales de engorde están trabajando mucho mejor que eso. La conducta animal y su importancia en el manejo del ganado Por Temple Grandin Departamento de Ciencia Animal Colorado State University Fort Collins, CO 80523-1171, EE.UU. Es muy importante que las personas que se dedican a la crianza y al manejo del ganado conozcan y comprendan su comportamiento natural, para facilitar su trabajo y evitar accidentes. Los bovinos dependen en alto grado de su visión (10) y son sensibles a los contrastes bruscos entre luz y oscuridad en los corrales y mangas de manejo, razón por la cual con frecuencia se rehusarán a cruzar un área sombreada o de luz muy brillante en una manga. Tienen visión periférica en un ángulo amplio, de 360°, y pueden ver hacia atrás de ellos sin necesidad de voltear la cabeza. Fig. 1. El ganado tiene visión panorámica. El área gris clara muestra el campo de visión del animal donde no tiene percepción de la profundidad. El sector gris oscuro frente a la cabeza del animal representa el campo de visión binocular. Tiene percepción de profundidad en un ángulo de 25 a 50 grados. En las plantas de faena, el drenaje debe situarse fuera de los cercos, porque el ganado puede retroceder al tener que pasar sobre las rejillas de desagüe. Es frecuente observar que al retroceder el primer animal de un grupo, la situación se vuelva un problema colectivo. Una vez que un animal se rehúsa, la tendencia a hacerlo se manifiesta en el siguiente, que está parado junto a él en la manga de manejo (5). Cuando los animales son colocados en una manga de una sola fila, no se les debe forzar a avanzar, a menos que puedan ver un espacio abierto hacia donde dirigirse. Un animal que se rehúsa a moverse una vez, continuará haciéndolo con cierta frecuencia. Las paredes cerradas en mangas y corrales de encierro Las paredes de las mangas de trabajo de una sola fila, las rampas de embarque y los corrales de encierro deben ser cerradas. Con ello se evita que el ganado se distraiga con personas, camiones u otros objetos fuera de la manga, que percibe con su visión periférica, y los animales se moverán con mayor fluidez (8). Los animales se rehusarán a avanzar si la manga parece un callejón sin salida, por lo que deben poder ver una vía de escape (9). Las puertas corredizas al final de una manga de una sola fila deben construirse con tubos, a fin de que el ganado que se aproxima vea animales al otro lado de la misma, estimulando en esta forma la conducta de seguimiento. Es muy importante contar con un corral de encierro bien diseñado, ya que facilitará la entrada de los animales a la manga en una sola fila. Las paredes y la puerta trasera del mismo deben ser cerradas (2, 16). Para evitar aglomeraciones en la puerta de acceso a la manga, una de las paredes del corral de encierro debe formar una línea recta con un lado de la manda, y la otra pared debe estar en un ángulo de 30° (figura 2). Fig. 2. Corral de encierro circular con paredes cerradas y puerta giratoria sólida. Una persona puede operar la puerta desde afuera del corral. Se deben instalar pequeñas puertas de escape para los trabajadores. El corral de encierro debe terminar en un embudo a la entrada de la manga, con una pared recta y la otra en ángulo de 30°. Los animales tenderán a atascarse si ambos lados están en ángulo respecto de las paredes de la manga. El corral de encierro debe estar construído sobre piso plano. Un corral hecho en declive provocará resbalones y caídas. Si se requiere una rampa, ésta debe situarse en la manga en una sola fila. La eliminación de sitios oscuros El ganado con frecuencia se rehusará a entrar a edificios, porque adentro éstos están más oscuros que el exterior. De noche, se facilitará la entrada a un edificio o vehículo si se ilumina su interior. Las luces no deben ser dirigidas directamente a los ojos de los animales que se acercan. El ganado tiende a acercarse a la luz, pero no si ésta los deslumbra, como lo hace el sol, por ejemplo. Las rampas de embarque y las mangas deben por ello orientarse al norte o al sur para evitar que tengan al sol de frente. Durante el día, la conducción del ganado hacia un edificio, como por ejemplo, una planta de faena, será más fácil si la manga de una sola fila, que sale del corral de encierro, se extiende 3 o 4 m hacia afuera de la pared o del techo. Los animales se movilizarán con mayor facilidad si están ya alineados en una sola fila antes de entrar al edificio. La pared del edificio jamás debe coincidir con la unión de la manga y el corral de encierro (6 ). Las mangas deben techarse únicamente con materiales cerrados, al igual que las básculas y otros sitios donde se maneja ganado. No deben usarse techos con espacios abiertos, pues los animales se rehusarán a circular por áreas de luz y oscuridad alternadas, que produzcan sombras en el piso. Los efectos del ruido El ruido excesivo distrae mucho a los bovinos, ya que escuchan frecuencias más elevadas que el humano (1, 2). La sensibilidad auditiva del ganado alcanza su máximo a los 8000 hz, mientras que los humanos somos más sensibles entre los 1000 y 3000 hz. El bovino se moverá con mayor facilidad si se reducen los gritos y otros ruidos. Las puertas metálicas ruidosas pueden recubrirse con material de caucho para reducir el nivel de ruido. Las mangas curvas La manga curva (Fig. 3) tiene ventajas sobre la recta por dos razones. Primero, evita que el animal vea el acoplado, el cepo o el cajón de noqueo antes de estar casi adentro de ellos. Segundo, la manga curva también utiliza la tendencia natural a caminar en círculo alrededor de una persona. Cuando alguien entra a un corral, generalmente los animales se voltean y lo miran. Conforme la persona camina por el corral, los animales se moverán en círculo alrededor de él (5). Fig. 4. Manga curva de una sola fila. El trabajador ganadero camina por la pasarela ubicada en el lado interno. Las paredes deben ser cerradas, pero la puerta corrediza de ingreso a la manga debe estar construida de tal forma que los animales vean a través de ella. Los bovinos pueden ser arreados con mayor facilidad si la persona se ubica en ángulo respecto de la parte posterior del animal (Bud Williams, Comunicación personal, 1978) (Fig. 4). Fig. 4. Posiciones para manejar a un solo animal más eficientemente. La figura 5 muestra la mejor posición para el vaquero cuando se mueve al hato a lo largo de un cerco. Si la persona se acerca demasiado al grupo, los animales tenderán a escaparse de él hacia afuera. Fig. 5. Posiciones para manejar más eficientemente a un grupo de bovinos a lo largo de una barda. Una manga de manejo de una sola fila debe contar con una pasarela a lo largo del radio interno para uso de los trabajadores (ver Fig. 3). Esta pasarela debe ir a lo largo de toda la manga y debe estar por lo menos un metro por debajo de su borde superior. Cuando la persona camina a lo largo de ella está obligada a mantenerse en el ángulo mostrado en la figura 4. Las paredes cerradas eliminarán todas las distracciones visuales, salvo la persona en la pasarela. Las figuras 6 y 7 muestran corrales curvos para manejo del ganado. El diseño de la ilustración 7 puede utilizarse en un rancho o en un corral de engorda. Si se elimina la rampa de embarque el diseño puede utilizarse para una planta de faena. Fig. 6. Diseño de un corral curvo. La manga curva y el corral de encierro circular de las figuras 2 y 3 pueden usarse en este diseño. El corral de encierro circular tiene 3,5 m de radio. La manga curva, el corral de encierro circular y el pasillo curvo se diseñan dibujando tres semicírculos a lo largo de la línea punteada. Fig. 7. Vista aérea de un corral curvo que conduce a un bañadero. Es el mismo diseño básico de la figura 6. Se pueden bañar 600 animales por hora en este sistema. La distancia de fuga Cuando una persona invade los límites de la zona de fuga de un animal (Fig. 4), éste tenderá a cambiar de lugar. Si se penetra más profundamente en esta zona, el animal escapará o bien se volverá para perseguir a la persona. Kilgour (l0) demostró en sus experimentos la existencia de una zona de fuga. Unos toros, al moverse, mantenían una distancia constante entre sí y una pared móvil. Cuando la pared se les aproximaba mucho, los toros se alejaban corriendo. El mejor lugar para trabajar es el límite de la zona de fuga (Fig. 4). La persona penetra esta zona para obligar al animal a moverse y se retira de ella para que el animal se detenga. La figura 8 muestra la zona de fuga de los ovinos, que tienen principios de comportamiento similares a los bovinos: Fig. 8. Un hato de borregos rodea a dos personas. El área libre alrededor de ellos es la zona de fuga. La amplitud de la zona de fuga depende de la domesticidad o ferocidad del animal. Para determinarla, camine lentamente hacia el animal; cuando éste empiece a moverse, se habrá alcanzado el límite de la zona de fuga. Un animal manso que permite que la persona lo toque será difícil de arrear. Se recomienda guiar a este tipo de animales atados con una cuerda o atrayéndolos con alimento. En ocasiones, el ganado llega a tratar de saltar afuera de la manga de manejo. La causa más común es la invasión profunda de su zona de fuga, por lo que trata de huir. El trabajador ganadero debe retirarse de esta zona, logrando así que el animal se tranquilice. Lo peor que puede hacer es tratar de sujetar al animal para forzarlo a que baje, ya que con ello se encabritará aun más al invadir más profundamente su zona de fuga. Si se arrea ganado por un pasillo o hacia un corral de encierro, el trabajador ganadero debe ser muy cuidadoso y evitar penetrar en la zona de fuga (6 ). Los animales, al ver una persona muy cerca, se sentirán atrapados y tratarán de enfrentarla o de huir. Cuando el operario observa que el ganado que lleva en arreo empieza a darse vuelta y trata de retroceder, debe retirarse y salir de la zona de fuga que ha penetrado. Bajo ningún concepto debe acercarse más al animal, sino que siempre deberá retroceder al percibir el primer indicio de inseguridad en los animales. Cuando se maneja ganado en un área confinada, tal como una manga o corral de encierro, no deben usarse perros. En estas situaciones el perro suele penetrar profundamente en la zona de fuga, y los bovinos no tienen posibilidad de huir de él. El perro que penetra la zona de fuga provoca una situación que causa gran tensión para el ganado que está confinado en un área reducida, y sólo deben utilizarse perros en áreas abiertas y en corrales espaciosos, donde los animales tengan lugar para escapar (7). Los bovinos son animales gregarios, y si se aísla a un individuo, éste se tornará sumamente excitado y agitado. El animal que se queda solo en el corral de encierro una vez que sus compañeros han entrado a la manga, intentará saltar hacia afuera porque no quiere quedarse solo. Si un animal aislado se rehúsa a entrar en la manga, deben ponerse más animales junto con él. Reducir el miedo aumenta la producción de leche La gente ha sabido durante mucho tiempo que el manejo rudo y el estrés perjudican al ganado lechero. Hace más de 100 años, W.D. Hoard, fundador de Hoard's Dairyman, escribió que la gente que trabaja con vacas lecheras debería tener paciencia y benevolencia. Sabía que el tratamiento rudo disminuía el flujo de leche. De la misma manera, Jack Albright, profesor emérito de la Universidad de Purdue, señaló que las vacas lecheras mansas y dispuestas a acercarse a la gente darán más leche. A pesar de estos hechos bien conocidos, la gente ha olvidado el mensaje de Hoard y Albright. A lo largo de los años, los investigadores han documentado, usando métodos estadísticos, los efectos perjudiciales del manejo rudo. De hecho, asustar a una vaca o pegarle puede reducir la producción de leche un 10%. Las vacas que tienen miedo a la gente son menos productivas, demostró el australiano Paul Hemsworth. El miedo fue medido según el grado de inquietud que mostraba una vaca cuando una persona estaba cerca de ella durante el ordeño. Las vacas que evitaban a la gente y que se mostraban inquietas cuando había una persona cerca tenían menos producción de leche. Más aun, sus observaciones en una granja lechera grande indicaron que las vacas mansas daban más leche. Cómo se forma la memoria del miedo ¿Qué hace que una vaca tenga miedo de la gente? Los animales tienen excelente memoria de sus experiencias, tanto buenas como malas. Investigaciones de Joseph LeDoux, de la Universidad de Nueva York, sobre el cerebro animal, han demostrado que los animales tienen recuerdos imborrables de sus experiencias de miedo. La memoria del miedo se ubica en un lugar del cerebro llamado las amígdalas, que son la parte inferior y más primitiva del cerebro, debajo de la corteza. Los recuerdos ligados al miedo son permanentes. En los tiempos en que los bovinos eran animales salvajes, era más probable que sus predadores se los comieran si no recordaban adonde habían visto a un león. Con el tiempo, los animales pueden aprender a superar un recuerdo del miedo, y asustarse menos del lugar en que tuvieron una experiencia atemorizante. Pero solamente pueden superar ese recuerdo del miedo, jamás lo podrán borrar. Por ello, el esfuerzo debe apuntar a prevenir recuerdos del miedo. Los vacunos, como otros animales, tienden a desarrollar recuerdos del miedo que están ligados tanto a lugares malos como a objetos prominentes. Es muy probable que adquieran miedo a un lugar específico, o a una persona que usa cierto tipo de vestimenta, si ellos están asociados a una experiencia dolorosa o atemorizante. Sería muy perjudicial para la producción de leche que la vaca adquiriera miedo a la sala de ordeño. Es esencial que la primera experiencia de una vaquilla en la sala de ordeño sea buena. La primera experiencia marca una gran impresión en los animales. Si una vaquilla se cae o recibe un choque de picana eléctrica la primera vez que entra a la sala, es posible que desarrolle un recuerdo del miedo asociado a ese lugar. Investigaciones realizadas con ratas demuestran el poderoso efecto que tiene la formación de un recuerdo del miedo. Se colocó a ratas en un laberinto, y se les permitió explorar todos los pasillos. Si una rata recibía un choque eléctrico la primera vez que entraba a un pasillo nuevo, jamás volvería a entrar al mismo. Por otro lado, cuando una rata entraba a un pasillo varias veces y siempre hallaba comida, esto le producía un recuerdo positivo. Si recibía un choque eléctrico después de la quinta vez de haber entrado, y todavía encontraba comida, la rata probablemente seguiría entrando a ese pasillo. Si un animal tiene una experiencia dolorosa o atemorizante la primera vez que está en un lugar nuevo, el recuerdo del miedo estará asociado a ese lugar. Sin embargo, si esto le sucede en un lugar conocido que hasta entonces ha sido seguro, lo más probable es que el vacuno asocie la mala experiencia con alguna otra cosa, como ser una persona que lleva un impermeable amarillo. El recuerdo del miedo quedará ligado al impermeable amarillo y no al lugar, y podrá aflorar nuevamente en cualquier situación en que la vaca vea un impermeable amarillo. Cómo entrar las vaquillas a la sala de ordeño? Se debe tener cuidado de asegurar que nada malo ocurra a una vaquilla nueva la primera vez que entra a la sala. Los animales son naturalmente temerosos de los lugares nuevos. Si el animal es lanzado bruscamente a la nueva experiencia, lo más probable es que tenga miedo. Para presentar a los animales un lugar nuevo sin provocarles estrés, una de las mejores formas es dejarlos que la exploren voluntariamente. En granjas lecheras pequeñas, se puede dejar que las vaquillas nuevas exploren la sala de ordeño y caminen dentro de ella antes de parir. Es posible que esto no sea práctico en granjas grandes. Investigadores franceses han descubierto que las terneras que han sido manejadas frecuentemente por personas (y que han tenido experiencias favorables con éstas) se convierten más adelante en vacas más tranquilas, que tienen una distancia de fuga más pequeña. En una granja lechera grande, se podría contratar una persona para que maneje a las terneras y las trate como mascotas. Es indispensable que se trate de una persona tranquila y protectora. Una vez que las vaquillas crecen, se las podrá seguir amansando y apaciguando haciendo que una persona camine todos los días dentro de sus corrales. Eso hará que aprendan a reconocer la voz y la forma de caminar de esa persona. Quien haga este trabajo debería también usar la misma vestimenta que los operarios de la sala de ordeño, por ejemplo, un delantal amarillo. Esto ayudará a que las vaquillas asocien la ropa del ordeñador con una buena experiencia. Cuando vayan por primera vez a la sala de ordeño, serán calmadas por el sonido y la vista de una persona conocida, atenta y de su confianza. A veces, las vacas necesitan tratamientos veterinarios que pueden causarles algún dolor o molestia. Es importante que esas experiencias no queden asociadas al ordeño. Para ello, nunca hay que dar una inyección cuando la vaca está en su puesto de ordeño: hay que llevarla a una zona de tratamiento veterinario. De esta forma, la vaca aprende que el resto de la granja es "seguro". Dentro de lo posible, los ordeñadores no deben dar inyecciones. En caso contrario, el ordeñador deberá usar una vestimenta muy diferente, por ejemplo, sacarse el delantal amarillo y ponerse un gran sombrero azul. Así, las vacas aprenderán que pueden estar tranquilas cuando ven el delantal amarillo, y solamente se pondrán ansiosas cuando observen el sombrero azul. Este sombrero debería ser algo realmente insólito, que nadie querría usar en circunstancias normales. Después de usarlo, habría que guardarlo en un lugar donde las vacas no puedan verlo. Esto dará resultado siempre que la vaca no haya tenido una mala experiencia con delantales amarillos cuando era ternera. Las vacas no reconocen caras humanas; reconocen lugares, olores, voces, vestimentas llamativas y algunos objetos. Los recuerdos son como fotografías Como los animales no tienen lenguaje, almacenan sus recuerdos como fotografías en un álbum, o como mensajes cortos en una grabadora. Por ejemplo, si una vaca adquirió miedo a los impermeables amarillos cuando era ternera, todo aquello que se asemeje a un impermeable amarillo podrá atemorizarla. Este miedo se podría extender a los delantales amarillos. Básicamente, la vaca coteja lo que está viendo u oyendo con los recuerdos del miedo que hay en su cerebro. Algunos encargados de granjas lecheras han comprobado que los cepos para sujetar a las vacas del cuello aumentan los niveles de estrés. Esto puede deberse a los métodos empleados la primera vez que los aplica a las vacas. Antes de aplicarlo, siempre hay que hacer que los animales los asocien con la comida. Si el cepo es asociado con inyecciones, es más probable que la vaca le tenga miedo. Para evitarlo, la primera experiencia del animal en el cepo debe ser alimentarse. Si los terneros son entrenados con suavidad a comer en los cepos, lo más probable es que no los asocien con inyecciones, aun en el caso de que hayan recibido inyecciones estando en el cepo. Es más probable que las vacas asocien las inyecciones con objetos tales como un estuche rojo que contiene las agujas. Mientras no vean ese estuche, estarán en calma. Decía W.D. Hoard: "La regla a ser cumplida siempre en mi granja lechera con los animales, jóvenes o viejos, es la paciencia y la amabilidad. La utilidad de una persona con los animales cesa en el instante en que pierde la calma y les imparte un trato rudo. Las personas deben ser pacientes. Los vacunos no son seres que razonan. Recuerden que este es el Hogar de las Madres. Traten a cada vaca como una Madre debería ser tratada. Dar leche es una función de la Maternidad; el trato rudo disminuye el flujo. Eso me hiere a mí tanto como a la vaca. Tengan siempre presentes estas ideas al trabajar con mi ganado." La sabiduría de W.D. Hoard ha sido comprobada por la ciencia. Los científicos han trazado los circuitos del miedo en el cerebro, y saben cómo operan dichos circuitos. Los administradores de granjas lecheras pueden usar esta información para entrenar a sus empleados acerca de la importancia de tratar bien a las vacas lecheras. TRES SOLUCIONES PARA LOS PROBLEMAS DEL MANEJO DE ANIMALES Basándose en 20 años de experiencia personal, la autora describe tres caminos para mejorar el manejo del ganado vacuno y porcino: seleccionar animales de temperamento calmo, corregir los problemas de las instalaciones que interfieran con el movimiento del ganado, y entrenar al personal. Para resolver problemas en el manejo de animales, los veterinarios deben determinar si las dificultades surgen de uno o más de los siguientes factores: 1. Un problema de temperamento del animal 2. Un problema de las instalaciones 3. Un problema del personal Durante los últimos años, he observado que una cantidad creciente de problemas de manejo se debe a porcinos o vacunos nerviosos, huidizos y excitables. Tanto los productores como los criadores de reproductores deberían ser alentados a seleccionar animales con un temperamento calmo. Si los animales reculan o se rehúsan a avanzar por una manga u otra instalación, ello también puede deberse a una amplia gama de defectos en las instalaciones, que van desde las grandes fallas de diseño a problemas fácilmente subsanables, como una iluminación inadecuada. En relación con el personal, los problemas más comunes son el manejo rudo, el uso excesivo de la picana eléctrica y el hacinamiento de animales en el corral de encierro. Los vacunos y los porcinos recuerdan las experiencias malas, y aquellos animales que han sido manejados con rudeza se harán más difíciles de manejar en el futuro.1,2 El éxito en la identificación y corrección de los factores que contribuyen a generar problemas en el manejo de los animales podrá ayudar a producir carne de mejor calidad, así como proveer un medio ambiente más seguro, tanto para los animales como para los trabajadores. La agitación durante el manejo inmediatamente anterior a la matanza aumenta la frecuencia de defectos en la calidad de la carne, tales como la carne de cerdo pálida, suave y exudativa y la carne vacuna de color oscuro. Ambas condiciones reducen la calidad y el valor de la carne. 1. La elección de líneas genéticas menos excitables Un factor que contribuye a crear problemas de manejo es el temperamento excitable de los animales. Los cerdos de líneas genéticas excitables son más difíciles de arrear a lo largo de las mangas, porque tienen la tendencia a amontonarse.3 Tanto los porcinos como los vacunos de genética excitable tienen una mayor tendencia a recular o a retroceder cuando se las trata de hacer avanzar por una manga, o cuando deben entrar a un dispositivo de inmovilización. Los animales excitables parecen tener una actitud más vigilante y cautelosa ante las cosas novedosas (como los sonidos que nunca habían oído anteriormente) que los animales de temperamento más calmo. He observado cómo los animales excitables reculan ante pequeñas distracciones, tales como una sombra o un charco, que un animal más tranquilo pasaría por alto. El ganado de temperamento nervioso también es más propenso a agitarse y a lastimarse cuando se lo somete a una experiencia nueva, como el manejo en un local de remates. El ganado excitable que ha sido tratado cuidadosamente puede ser tranquilo y sereno mientras está en un entorno conocido, pero también puede ponerse muy agitado cuando se lo lleva a un mercado ganadero o a un corral de engorde. El temperamento nervioso o excitable parece causar problemas de manejo que son algo diferentes del comportamiento agitado provocado por una experiencia de manejo rudo. Cuando se inmoviliza a los animales excitables, su comportamiento se asemeja al de un caballo frenético que ha metido una pata entre las tablas de la cerca. Estos animales de temperamento nervioso son más propensos a vocalizar o a lastimarse cuando se trabaja con ellos. Recientemente observé un grupo de vaquillonas que balaba incesantemente en el corral de encierro de una planta de faena. Los animales estaban muy nerviosos, y saltaban o se encabritaban mucho más que otros animales que habían pasado antes por ese corral. Estas vaquillonas tenían una apariencia masculina, probablemente a causa del uso excesivo de implantes de crecimiento androgénicos. Otro día, observé un segundo grupo de vaquillonas de cruzas europeas continentales, que balaban constantemente y pateaban a los trabajadores. Tres animales habían llegado a la planta con graves lesiones en las pezuñas, pero el ganado parecía normal en otros aspectos. Estas lesiones habían ocurrido al llegar al corral de engorde, cuando los animales entraron en pánico cuando sus patas quedaron trabadas en la rampa de bajada del camión. La presencia creciente de animales huidizos y excitables coincide con la tendencia a producir porcinos y vacunos cada vez más magros. En mi opinión, la selección indiscriminada en favor de animales de crecimiento rápido y baja deposición de grasa produce individuos de temperamento más excitable. Mis observaciones en plantas de faena indican que la creciente excitabilidad está generando graves problemas de manejo. Algunos lotes de vacunos o de cerdos son fáciles de arrear, y otros reculan constantemente y muestran señales de agitación. Esto último no sólo puede reducir la calidad de la carne, sino también generar un problema de bienestar animal, pues los animales que se rehúsan a avanzar en las instalaciones de manejo son los candidatos más probables a ser tratados abusivamente por empleados frustrados. La experiencia práctica demuestra que los animales huidizos y excitables son más propensos a tener carne de calidad defectuosa (por ejemplo, la carne de cerdo PSE o la carne vacuna oscura). Los problemas más graves de temperamento en bovinos tienden a presentarse con las razas europeas continentales. Algunas líneas genéticas de estas razas producen animales excitables. La historia de las razas continentales puede explicar por qué son más propensas que las británicas a ponerse frenéticas cuando se las sujeta en la manga de compresión. Mi hipótesis es que las razas de países como Francia e Italia presentan más problemas de temperamento que las razas de Gran Bretaña porque no han sido desarrolladas bajo condiciones extensivas, en tierras abiertas donde tenían escaso contacto con la gente. Durante siglos, el ganado vacuno francés ha sido amansado, sujetado con bozales y ordeñado a diario. Hoy en día, en las plantas de faena de Francia, los animales son llevados a corrales pequeños, donde se los ata con un bozal como si estuvieran en una de nuestras. Los veterinarios deberían informar a los criadores de ganados generales y de reproductores, de modo que seleccionen animales que además de ser magros tengan buen temperamento. Un método sencillo para calificar el temperamento del ganado reproductor consiste en fijarles un puntaje según su reacción cuando se lo sujeta en una manga de compresión o una balanza. Cada animal debe ser calificado individualmente, porque las diferencias de temperamento son menos manifiestas cuando los animales están en su grupo. La que sigue es una escala simple de puntaje, basada en el comportamiento del animal: 1. 2. 3. 4. 5. Permanece en calma, se queda quieto Se pone levemente inquieto Se pone muy inquieto Sacude vigorosamente la manga de compresión y trata de escapar Se pone frenético, enloquecido También es indispensable que se evalúe más de una vez el temperamento de cada animal. En un estudio, el 9 por ciento un lote de 53 toros obtuvo un puntaje de 4 o 5 en cuatro sesiones distintas de trabajo, mientras casi la mitad del conjunto se mantuvo siempre en calma, recibiendo puntajes de 1 o 2 en las mismas mediciones. El resto de los animales tuvo puntajes mixtos.4 Resultados similares se obtuvieron con un lote de 102 novillos: el 6 por ciento siempre se puso muy agitado, mientras que el 64 por ciento siempre se mantuvo en calma. Por esta razón, las decisiones sobre selección y descarte por temperamento deberían estar basadas en dos o tres evaluaciones. Los animales que exhiben una mala disposición de manera persistente cuando se trabaja con ellos son los que hay que descartar. La selección sobre la base de una sola evaluación puede descartar un buen animal que se puso nervioso solamente porque otro animal cercano estaba excitado. La excitación tiende a desparramarse por todo el grupo de vacunos o porcinos, y un animal nervioso puede excitar a otros animales que normalmente estarían tranquilos. 2. Cómo resolver problemas de las instalaciones El primer paso para resolver problemas de las instalaciones es distinguir entre los errores graves de diseño y las fallas fáciles de corregir. El error de diseño más serio es que la manga de una sola fila que conduce a la manga de compresión parezca un camino sin salida. La manga no debe tener una curva cerrada en su unión con el corral de encierro. Unas instalaciones cuya manga parece un callejón sin salida funcionarán con muchas dificultades, porque los animales se rehusarán a entrar a la manga. Para inducirlos a entrar, los vacunos y los porcinos que están en el corral de encierro deben ser capaces de ver al menos dos largos de cuerpo hacia adelante en la manga de una sola fila. Para los vacunos, la manga curva es más efectiva porque les impide ver la gente que está hacia adelante. La figura 1 muestra unas instalaciones curvas diseñadas por mí para el manejo de ganado de engorde a corral. Figura 1: Instalaciones curvas de un corral de engorde Para facilitar el movimiento del ganado, la manga, el corral de encierro y el callejón curvo de acceso tienen paredes cerradas. Las curvas mejoran el flujo del ganado porque los animales no pueden ver a las personas que están esperándolos en la manga. La manga debe estar diseñada de manera tal que los animales que están en el corral de encierro puedan ver hacia adelante una distancia equivalente a dos largos de cuerpo. Los cerdos se rehusarán a salir del galpón para ser embarcados en el camión cuando hace mucho frío o está muy luminoso afuera. Si las instalaciones para el embarque son incluídas dentro del galpón de engorde, el el movimiento de salida de los cerdos suele mejorar. EVALUACIÓN DEL ESTRÉS DURANTE EL MANEJO Y TRANSPORTE RESUMEN El miedo es un poderoso causante de estrés, y la gran variación en los resultados de los estudios sobre manejo y transporte puede deberse a diferencias en los niveles de estrés psicológico. El estrés psicológico se debe al miedo. Algunos ejemplos son la inmovilización, el contacto con la gente o la exposición a novedades. En muchas especies animales, la estimulación de la amígdala cerebral mediante electrodos implantados desencadena un patrón complejo de comportamiento, y respuestas autónomas que se asemejan a las del miedo en los seres humanos. Tanto las experiencias previas como los factores genéticos que afectan el temperamento interactúan de maneras complejas para determinar cuánto miedo va a tener un animal cuando se lo maneje o transporte. El ganado vacuno entrenado y habituado a pasar por una manga de compresión puede tener niveles de cortisol normales y mantenerse en calma al ser inmovilizado, en tanto que otros animales, criados extensivamente, pueden tener niveles elevados de cortisol en la misma situación. La manga de compresión es percibida como neutral y carente de amenazas en un caso, mientras que en el otro puede desencadenar un miedo intenso. La novedad es un gran factor de estrés cuando el animal es súbitamente expuesto a la misma. Para evaluar con exactitud la reacción de un animal, se debe hacer una combinación de mediciones del comportamiento y las reacciones fisiológicas, que proveerán una mejor medida general de la incomodidad que está sufriendo. Los estudios para determinar el nivel de estrés de los animales de granja durante el manejo de rutina y el transporte suelen arrojar resultados altamente variables, que son difíciles de interpretar desde el punto de vista del bienestar animal. Este artículo trata algunos de los factores que influyen sobre la forma en que el animal reacciona durante el manejo. Gran parte de la variabilidad en los resultados de los estudios sobre manejo animal posiblemente se deban a las diferencias en los niveles de estrés psicológico. Los animales pueden padecer de estrés psicológico debido a: Restricción en sus movimientos Manejo Novedades O también padecer de estrés físico por: Hambre Sed Fatiga Lesiones Extremos térmicos Los procedimientos tales como la restricción de movimientos en una manga de compresión no causan dolor, por lo general, pero el miedo puede ocasionar un gran estrés psicológico al ganado que ha sido criado bajo métodos extensivos. Muchos resultados aparentemente contradictorios de distintos estudios pueden ser explicados si se tienen en cuenta las variaciones en los niveles de estrés psicológico y físico que se producían en cada uno de ellos. Las respuestas de miedo en cada situación particular son difíciles de predecir, porque dependen de la forma en que un animal percibe la experiencia de manejo o de transporte. Las reacciones de cada animal están regidas por una interacción compleja entre su constitución genética y sus experiencias previas. Por ejemplo, los animales con experiencias previas de manejo rudo las recordarán, y en el futuro, cuando se las exponga al manejo, podrían sufrir más estrés que los animales cuyas experiencias previas de manejo fueron benignas. Las experiencias previas de manejo interactúan con los factores genéticos. El manejo rudo puede ser más dañino y estresante para los animales que tienen un temperamento excitable, en comparación con los animales que tienen un temperamento más plácido. Por ejemplo, el ganado de cruzas con Brahman tiene niveles más altos de cortisol que el de razas británicas cuando se lo sujeta en una manga de compresión (Zavy y otros, 1992). El rango social de un animal dentro del grupo también puede afectar sus niveles de estrés. McGlone y otros (1993) hallaron que los cerdos sumisos y subordinados sufrían más estrés que los cerdos dominantes luego de cuatro horas de transporte. Este artículo solamente considera el estrés debido a acciones de corto plazo, como el manejo y el transporte, pues la medición del estrés crónico impuesto por el medio ambiente o los diferentes sistemas de alojamiento es un problema mucho más complejo. La importancia del miedo y los efectos de la novedad El miedo es una emoción universal en el reino animal, y mueve a los animales a evitar a sus predadores. Todos los vertebrados pueden ser condicionados por el miedo (LeDoux, 1994). La amígdala, en el cerebro, es probablemente el sistema central del miedo, que influye tanto en la reacción ante el miedo como en la adquisición de miedos condicionados (Davis, 1992). Davis (1992) cita más de 20 diferentes estudios de laboratorio sobre animales, que muestran cómo la estimulación eléctrica de la amígdala mediante electrodos implantados desencadena una secuencia compleja de comportamientos en reacciones autónomas, que se asemejan a las del miedo en los seres humanos. En la especie humana, la estimulación eléctrica de la amígdala suscita sensaciones de miedo (Gloor y otros, 1981). Hay estudios que también han mostrado que la estimulación eléctrica de la amígdala incrementa la corticosterona en el plasma de gatos (Setekliev y otros, 1961; Matheson y otros, 1971) y de ratas (Redgate y Fahringer, 1973). Las lesiones en la amígdala bloquean las respuestas ante el miedo, sean o no condicionadas (Davis, 1992). Si estas lesiones son grandes, se reduce la respuesta emocional en las ratas, medida a través de la distancia de fuga (Kemble y otros, 1984). Kemble y otros (1984) también han notado que las lesiones en la amígdala tenían un efecto amansador sobre ratas salvajes. LeDoux (1994) explica que el acondicionamiento del miedo se desarrolla a través de un circuito subcortical, y que es muy difícil erradicar una respuesta condicionada de miedo porque eso requiere que el animal suprima el recuerdo del miedo mediante un proceso activo de aprendizaje. Un único suceso muy atemorizante puede producir una respuesta condicionada muy fuerte, pero es mucho más difícil extinguir esta reacción de miedo. Observaciones realizadas por la autora en ranchos ganaderos muestran que para evitar que el ganado bovino u ovino adquiera sentimientos de rechazo o miedo frente a una nueva manga de compresión o un sistema de corrales, es necesario evitar que los animales reciban un tratamiento doloroso o muy atemorizante la primera vez que pasan por dichas instalaciones. El mismo principio también vale para las ratas. Las ratas que reciben un choque eléctrico fuerte la primera vez que ingresan a un pasillo nuevo de un laberinto se rehusarán a entrar en él otra vez (Miller, 1960). Sin embargo, si la rata es sometida a una serie de choques gradualmente crecientes en intensidad, continuará entrando al pasillo en pos de una recompensa alimenticia. Por ello, Hutson (1993) sugiere que se puede reducir el estrés de las ovejas durante tratamientos de rutina si los animales son condicionados gradualmente a los procedimientos de manejo. Los procedimientos menos severos deben ser aplicados primero (Stephens y Toner, 1975; Dantzer y Mormede, 1983). La novedad es una causa muy poderosa de estrés (Stephens y Toner, 1975; Moberg y Wood, 1982; Dantzer y Mormede, 1983). Esto es especialmente cierto cuando el animal es enfrentado súbitamente a ella. En la vida salvaje, las novedades y los sonidos o imágenes extrañas suelen ser señales de peligro (Grandin, 1993a). Durante el movimiento a través de instalaciones de manejo, el ganado suele recular ante las sombras o las diferencias en el piso (Grandin, 1980). Los cerdos que han sido entrenados a seguir procedimientos de laboratorio responderán a las desviaciones en su rutina diaria con aumentos de presión sanguínea (Miller y Twohill, 1983). Reid y Mills (1962) han sugerido que el ganado puede ser entrenado para que acepte cambios en las rutinas de manejo que provocarían aumentos significativos en las mediciones fisiológicas de otros animales no entrenados. La exposición gradual de los animales a las experiencias novedosas permite que éstos se acostumbren a estímulos indoloros que anteriormente les habían provocado una reacción de fuga. Grandin y otros (1995b) informan que el entrenamiento del antílope Nyala para que coopere durante la toma de muestras de sangre debe hacerse muy lentamente para evitar que se desencadene una reacción masiva de fuga. Los animales están muy alertas y reaccionan ante cualquier sonido o imagen que no reconozcan. En algunas situaciones, lo novedoso atrae a los animales. El ganado vacuno y porcino suele acercarse y tocar pedazos de papel arrojados en el piso. La autora ha observado que el mismo pedazo de papel hace que los animales reculen y salten para alejarse si se los obliga a caminar hacia él. Por lo tanto, el papel puede ser percibido como una amenaza en una situación y como algo inofensivo en otra. En las Filipinas, la autora ha observado que el ganado rara vez reacciona ante automóviles, camiones y otras distracciones mientras pastorea la franja intermedia de las autopistas. Los vehículos ya no son novedosos, porque los ven desde que nacen. En el caso de los antílopes Nyala, los animales nacidos después de que los adultos fueron entrenados a cooperar con las tomas de muestras de sangre aprendieron más rápidamente a cooperar (Grandin y otros, 1995b). El ganado vacuno puede acostumbrarse a procedimientos repetitivos que no generan rechazo, tales como los pesajes o las extracciones de sangre mediante una sonda (Peischel y otros, 1980; Alam y Dobson, 1986). Las ovejas, los cerdos y las jirafas han sido entrenados a entrar voluntariamente a un dispositivo de restricción de movimientos (Panepinto, 1983; Wienker, 1986; Grandin, 1989). Sin embargo, los animales no se habitúan a procedimientos que les generan mucha aversión (Hargreaves y Hutson, 1990a). Un procedimiento puede causarles aversión sin necesariamente ser doloroso. La inversión completa, poniendo al animal con las patas para arriba, provoca una aversión extrema a las ovejas. El tiempo que se requería para hacer que las ovejas atravesaran una manga a cuyo final había un dispositivo de sujeción que las invertía aumentaba al segundo año (Hutson, 1985). Cuando los vacunos eran sometidos varias veces a viajes en camión en los que se caían al piso, sus niveles de cortisol no disminuían con la experiencia (Fell y Shutt, 1986). Hargreaves y Hutson (1990a) encontraron que la repetición de unos ensayos falsos de esquila no disminuía la respuesta de estrés de las ovejas. Estas tampoco se habituaban a 6 horas de inmovilización en las que se les ataban las patas (Coppinger y otros, 1991). Apple y otros (1995) hallaron que en las ovejas, 6 horas de estrés de inmovilización hacían que aumentara la carne oscura (dark cutters) y los niveles de cortisol se elevaran mucho (>110 ng/mL). La aplicación epidural de lidocaína, que impide que los animales contraigan sus músculos y luchen contra la inmovilización, no lograba inhibir el metabolismo del glucógeno. Este experimento indica que el estrés psicológico fue probablemente un factor significativo. Los bovinos son muy sensibles a la aversión que provocan las distintas partes de los procedimientos de manejo. Cuando se trabajó con ellos cada 30 días en una manga de compresión y una balanza individual, la tendencia a recular a la entrada de la balanza fue disminuyendo con cada experiencia sucesiva, mientras que aumentaba levemente la resistencia a entrar a la manga de compresión (Grandin, 1992). Los animales aprendieron que la balanza nunca les causaba malestar. El ganado que había sido maltratado en una manga de compresión, y que se había golpeado con fuerza contra la puerta de salida, era más propenso a resistirse a entrar en el futuro (Grandin y otros, 1994), en comparación con el ganado que nunca se había golpeado con la puerta. La adaptación al manejo: efectos en el estrés Los animales amansados, que están acostumbrados a un manejo frecuente y a un contacto estrecho con gente, tienen por lo general menos estrés que los animales que rara vez ven gente cuando se los sujeta y se trabaja con ellos. Binstead (1987), Fordyce y otros (1985) y Fordyce (1987) informan que el entrenamiento de terneras al destete producía animales más calmos y fáciles de manejar cuando eran adultos. El entrenamiento de estas terneras, que habían sido criadas extensivamente, incluyó caminar lentamente entre ellas mientras estaban encerradas en corrales, enseñarles a seguir a un jinete líder y a pasar en calma a través de la manga. La forma en que un animal es manejado en las etapas tempranas de su vida tendrá un efecto perdurable en su respuesta fisiológica a situaciones de estrés en el resto de su vida. En una estación experimental universitaria, unos terneros que se habían acostumbrado a que los visitantes los acariciaran tuvieron, tras ser inmovilizados, niveles de cortisol más bajos que otros terneros que habían tenido un contacto menos frecuente con gente (Broadlee y otros, 1989). Lay y otros (1992a) hallaron que, para el ganado criado extensivamente, la sujeción en la manga de compresión era casi tan estresante como la marca con un hierro al rojo. Para terneros criados artificialmente, en cambio, la marcación era mucho más estresante que la inmovilización (Lay y otros, 1992b). El amansamiento puede reducir la reactividad fisiológica del sistema nervioso. Hastings y otros (1992) comprobaron que los ciervos criados artificialmente tenían, tras ser inmovilizados, niveles más bajos de cortisol que los ciervos criados en libertad. Aunque la respuesta fisiológica a la sujeción era más baja en los animales amansados, los ciervos criados artificialmente se resistieron en la manga casi tan violentamente como los ciervos salvajes (Hastings y otros, 1992). Las asociaciones que los animales hacen parecen ser bastante específicas. Mateo y otros (1991) encontraron que las ovejas amansadas se acercaban más rápidamente a una persona, pero otras mediciones del comportamiento de lucha indicaron que el amansamiento no se generalizaba a otros procedimientos de trabajo. Descubrimientos similares de Hargreaves y Hutson (1990a y b) demuestran que el buen trato y la reducción de la zona de fuga de las ovejas no alcanzaba a reducir su aversión a la esquila. Los animales amansados pueden a veces tener reacciones extremas de fuga cuando se los enfrenta a novedades que son percibidas como una amenaza. Informes de rancheros y de domadores de caballos indican que tanto equinos como vacunos que son tranquilos y fáciles de manejar en su campo de origen se ponen a veces sumamente agitados cuando enfrentan la experiencia desconocida de un concurso o un remate. La reacción de comportamiento del animal parece ser menos susceptible de generalizar a otros procedimientos que su reacción fisiológica. Moberg y Wood (1982) descubrieron que las experiencias durante la crianza afectaban fuertemente el comportamiento de unos corderos en un ensayo a campo abierto, pero tenían escaso efecto en su reacción adrenocortical. La exposición de cerditos a ruidos nuevos durante 20 minutos aumentó tanto su ritmo cardíaco como su actividad motriz. Su pulso se habituó más rápidamente que su motricidad a una grabación con los sonidos de una planta de matanza (Spensley y otros, 1995). Los efectos de las experiencias previas sobre la respuesta de un animal ante el miedo pueden aportar una explicación de los resultados a menudo divergentes de los estudios sobre manejo y transporte. Por ejemplo, los animales que se han criado en condiciones extensivas pueden tener más estrés psicológico o por miedo que los criados más intensivamente cuando se los carga o descarga para transportarlos. Los investigadores británicos han descubierto que la carga y descarga de corderos o terneros era la parte más estresante del proceso de transporte (Trunkfield y Broom, 1990; Knowles, 1995). En un estudio irlandés sobre ganado bovino, Kenney y Tarrant (1987) informaron en cambio que el viaje en sí era más estresante que la carga y descarga. Las causales físicas de estrés durante la travesía, como los barquinazos, tenían más impacto que el estrés del embarque y desembarque. Una posible explicación de esta discrepancia entre estos dos estudios puede ser el nivel de contacto que cada grupo de animales había tenido con la gente. Puede haber una gran diferencia en el grado de estrés por miedo entre ganado norteamericano, criado en campos extensivos donde rara vez ven gente, y ganado europeo, criado en pasturas pequeñas. Las diferencias en el nivel de estrés psicológico pueden explicar por qué el exceso de paradas durante viajes de larga distancia es perjudicial para la salud de terneros de destete criados en las condiciones típicas de EE.UU. Los operadores de corrales de engorde han aprendido a través de la experiencia práctica que los terneros de 200 a 300 kg, enviados a Texas desde los estados del sudeste, tendrán menos problemas de salud si se los transporta sin escalas durante las 32 horas que dura el viaje. Para estos terneros criados extensivamente, las paradas de descanso se pueden convertir en paradas de estrés. Hacen falta investigaciones que determinan de manera concluyente qué factores hacen que las paradas de descanso causen estrés. La legislación que impone muchas paradas de descanso puede ser perjudicial para la salud. Una hipótesis es que se produzca estrés por miedo durante las descargas y vueltas a cargar de las paradas de descanso, y otra hipótesis es que los terneros se contagien las enfermedades en los corrales de las paradas de descanso. Muchos de los terneros embarcados en estos viajes no están adecuadamente vacunados. Puede haber una interacción entre paradas y enfermedades. Las paradas frecuentes pueden ser beneficiosas para terneros plenamente inmunizados. La genética Los factores genéticos, como el temperamento, interactúan de maneras complejas con las experiencias de manejo previas y el aprendizaje que haya tenido el animal, determinando la forma en que éste reaccionará durante un procedimiento. HAY QUE PENSAR COMO LOS ANIMALES Publicado en Western Horseman, noviembre de 1997, pp.140-145 Temple Grandin es profesora asistente de Ciencia Animal en Colorado State University. Es autora del libro Thinking in Pictures. Sus presentaciones televisivas incluyen los programas 20/20, CBS This Morning y 48 Hours. La Dra. Grandin padece de autismo, y su propia experiencia le ha servido para entender el comportamiento de los animales. Dicta un curso sobre manejo de animales en la Universidad y es consultora sobre diseño de instalaciones para el trabajo con ganado. Este artículo presenta una visión única, propia de una persona dotada de una comprensión singular. Siendo una persona que padece de autismo, me resulta fácil entender cómo piensan los animales, pues mis procesos de pensamiento son similares a los de ellos. El autismo es un trastorno neurológico con que nacen algunas personas. Los investigadores científicos del autismo creen que es causado por el desarrollo inmaduro de algunos circuitos cerebrales, junto con el desarrollo excesivo de otros circuitos. Es un trastorno complejo, cuya gravedad varía entre las versiones leves (como la mía) y las graves, en las que el niño está incapacitado para aprender a hablar. La película Rain Man describe a un hombre que sufre de una versión bastante grave de la enfermedad. Yo carezco de todo tipo de pensamiento basado en el lenguaje. Mis pensamientos son en imágenes, como si tuviera una cinta de video en la mente. Cuando rescato algo de mi memoria, solamente veo imágenes. Durante mucho tiempo, pensé que todo el mundo pensaba así, hasta que comencé a hablar con otras personas sobre la forma en que pensaban. Comprendí que hay una escala muy amplia en los estilos de pensamiento, desde el pensamiento totalmente visual, como el mío, hasta el pensamiento totalmente verbal. Los artistas, los ingenieros y los buenos entrenadores de animales, tienden a tener un pensamiento muy visual; los contadores, los banqueros y la gente que opera en los mercados de futuros tienden a desarrollar un pensamiento muy verbal, y sus procesos mentales contienen escasas imágenes. La mayoría de las personas usan una combinación de ambas herramientas, las visuales y las verbales. Varios años atrás, ideé un pequeño test para descubrir qué estilo de pensamiento tiene una persona. La consigna era pensar en campanarios de iglesias. La mayoría de las personas tendrán en mente la imagen de un campanario genérico. Yo sólo puedo pensar en campanarios específicos, no puedo formarme una imagen genérica de campanario. Las imágenes de campanarios que mi memoria guarda comienzan a fluir por mi mente como si fueran diapositivas que uno pasara muy rápidamente, o como imágenes en la pantalla de una computadora. En el otro extremo, los pensadores altamente verbales llegan a "ver" la palabra "campanario", o ven una imagen simplificada con forma de campanario. Una vez, en una estación de radio, hablé con una persona que me dijo que jamás había tenido una imagen en su mente. Ella pensaba en términos de emociones y de palabras. He comprobado que las personas cuyo pensamiento es muy verbal y que trabajan en profesiones abstractas, como los agentes de bolsa o los vendedores, suelen tener dificultad para entender a los animales. Dado que sólo piensan en palabras, les resulta difícil imaginar que un animal pueda pensar. He descubierto que los entrenadores de animales que son realmente buenos tienden a imaginar campanarios más detallados. Me resulta claro que las aptitudes para el pensamiento visual son indispensables para el entrenamiento de caballos, pero suele suceder que los pensadores visuales no tienen la capacidad para verbalizar y explicar a otros qué es lo que ellos "ven". El pensamiento asociativo Una vez, un entrenador de caballos me dijo: "Los animales no piensan, solamente hacen asociaciones". Yo le respondí a esto diciéndole "Si hacer asociaciones no es pensar, entonces debería llegar a la conclusión de que yo no pienso". Tanto la gente que padece de autismo como los animales piensa mediante asociaciones visuales. Estas asociaciones se asemejan a fotografías de sucesos, y tienden a ser muy específicas. Por ejemplo, un caballo puede tenerle miedo a los hombres con barba cuando los ven dentro del galpón, pero tolerarlos en la pista de equitación. El animal teme a los barbudos en el galpón porque en el pasado tuvo una mala experiencia con un barbudo en un galpón. Los animales también tienden a hacer asociaciones que son específicas para un lugar determinado. Esto significa que si un caballo tuvo anteriormente malas experiencias en un galpón con claraboyas, quizás le tenga miedo a todos los galpones con claraboyas pero no tenga problemas en un galpón de techo cerrado. Por esta razón es muy importante que la primera asociación de un animal con algo nuevo sea una buena experiencia. Hace unos años, un científico llamado N. Miller descubrió que si una rata recibía un choque eléctrico la primera vez que entraba a un pasillo de un laberinto, jamás volvería a entrar a ese pasillo. Lo mismo puede suceder con los caballos, Por ejemplo, sin un caballo se cae al suelo la primera vez que se lo sube a un acoplado de transporte, posiblemente le tome miedo a todos los acoplados en que se lo quiera hacer subir. En cambio, si se cae en un acoplado para que viajen dos caballos lado a lado, la vigésimo quinta vez que es embarcado en uno de ellos, es probable que haga una asociación más específica. En vez de asociar a todos los acoplados con una experiencia dolorosa o atemorizante, podrá tenerle miedo a los acoplados dobles, o a una persona asociada con el "acoplado malo". Ya ha aprendido, en experiencias previas, que los acoplados son seguros, de modo que es difícil que desarrolle un miedo genérico hacia ellos. El miedo es la principal emoción En los autistas, el miedo es la emoción más importante, y también lo es en los animales de presa, como los caballos y las vacas. Las cosas que asustan a equinos y bovinos también asustan a los niños autistas. Cualquier cosa que parezca fuera de lugar, como un pedazo de papel llevado por el viento, puede causar temor. Los objetos que se mueven bruscamente son los que más miedo provocan. En la vida salvaje, los movimientos bruscos son temibles porque los predadores hacen movimientos bruscos. Tanto los animales como las personas que padecen de autismo también tienen miedo a los ruidos agudos. Yo misma todavía tengo problemas con estos ruidos. La alarma que tienen los camiones recolectores de basura cuando marchan hacia atrás aún hoy me acelera el pulso si me hace despertar en medio de la noche. El estruendo de los truenos, en cambio, no me afecta. Las especies de presa, como los vacunos y los equinos, tienen oídos muy sensibles, y un ruido fuerte puede hacerles doler. Cuando era niña, el sonido del timbre en la escuela era como un torno de dentista en mi oído. Es posible que el sistema de altavoces en una exposición equina tenga un efecto similar en los oídos de los caballos. La gente que tiene autismo posee emociones, pero son más simples y más parecidas a las emociones de un miembro de una especie animal de presa en estado de vigilancia. Los investigadores en neurología han localizado los circuitos del miedo en el cerebro de los animales. Cuando un animal fija un recuerdo del miedo, éste se almacena en la amígdala, que está ubicada en la parte inferior, más primitiva, del cerebro. J.E. LeDoux y M. Davis han descubierto que los recuerdos del miedo no pueden ser borrados del cerebro. Por eso es tan importante impedir la formación de recuerdos de miedo asociados a ser montados por un jinete o subir a un acoplado, etc. Para que un caballo que ya ha sufrido miedo a los acoplados pueda superarlo, es preciso que los centros superiores de la corteza cerebral envíen a la amígdala una señal supresora del miedo. Esto se denomina sobreimposición cortical, y es una señal que bloqueará el recuerdo del miedo, pero no lo borrará. Si el animal se torna ansioso el viejo recuerdo del miedo puede aflorar nuevamente, pues la corteza cerebral deja de enviar la señal supresora del miedo. Los comportamientos basados en el miedo son complejos. El miedo puede hacer que un caballo luche o huya. Por ejemplo, muchas veces cuando un caballo patea o muerde, se debe al miedo y no a la agresión. En una situación atemorizante en la que el caballo no tiene posibilidades de huir, aprende a luchar. Los entrenadores de perros han descubierto que cuando castigan una conducta basada en el miedo, la reacción puede ser peor. Cuando un caballo retrocede, patea o se porta mal durante el entrenamiento, puede hacer que el entrenador se enoje, y piense, equivocadamente, que el caballo también está enojado. Pero es mucho más probable que el caballo esté asustado. Por eso es importante que los entrenadores equinos sean personas tranquilas. Un entrenador enojado puede darle miedo al caballo. Hay muchas situaciones donde un caballo puede ser realmente agresivo hacia la gente, pero cuando retrocede, patea o se desboca mientras es entrenado o montado, es mucho más probable que tenga miedo. El efecto de la genética En todos los animales, tanto los factores genéticos como la experiencia determinan cómo se comportarán ante una situación que les provoque miedo. La temerosidad es un rasgo estable de la personalidad y el temperamento de los animales. Los animales de temperamento levantisco, nervioso, son generalmente más temerosos, y forman recuerdos del miedo más fuertes que los animales de temperamento calmo y plácido. Las investigaciones sobre porcinos realizadas por Ted Strong y sus estudiantes en Texas A&M University han demostrado que algunos cerdos se habitúan a un procedimiento forzado pero no doloroso, mientras que otros se tornan cada vez más miedosos ante el mismo. Por ejemplo, se puso a los cerdos en un estanque donde tenían que nadar por un breve tiempo. Al principio, esta tarea era atemorizante para todos los cerdos, y hacía que les subiera el nivel de adrenalina, que es una sustancia que segregan tanto animales como humanos cuando tienen miedo. Luego de varias pruebas de natación, algunos cerdos se habituaban y ya no sentían miedo, mientras que otros seguían teniendo miedo en las pruebas sucesivas. En los cerdos que no se acostumbraban, el nivel de adrenalina seguía siendo alto, lo que demuestra que seguían teniendo miedo. Es posible que los caballos pudieran responder de manera similar a distintos métodos de entrenamiento. Los caballos de carácter plácido y sereno tendrán más probabilidades de adaptarse a métodos rudos de manejo y de entrenamiento que aquellos que tengan un carácter tenso y fogoso. Estos, en cambio, pueden ser arruinados por los métodos de manejo rudos, pues adquieren tanto miedo que no logran aprender o habituarse. En igual sentido, un animal dotado de un sistema nervioso calmo y poco reactivo se habituará más fácilmente a una serie de prácticas de entrenamiento forzosas pero indoloras, a las que el animal huidizo, tenso y nervioso quizás no logre adaptarse nunca. Los caballos que están constantemente sacudiendo sus colas aunque no haya moscas, o que mantienen levantadas sus cabezas, suelen ser animales temerosos. En la vida salvaje, los equinos alzan sus cabezas para detectar el peligro. Los efectos de la novedad Como criatura de fuga que es el caballo, sus reacciones ante situaciones novedosas o inusuales, o cuando se encuentra en lugares que no conoce, pueden servir para captar su verdadero temperamento. El científico francés Robert Dantzer descubrió que una novedad súbita, arrojada sin preámbulos en la cara del animal, puede ser muy estresante. Un caballo de naturaleza tensa y temerosa puede ser tranquilo y bien educado cuando se lo monta en su hogar. Sin embargo, su verdadero temperamento está oculto, pues se siente distendido y seguro en su entorno familiar. Cuando se lo enfrenta bruscamente con las imágenes y los sonidos desconocidos de una exposición equina, puede estallar sin aviso previo. Los caballos que tienen más dificultades en situaciones novedosas son los más tensos y temerosos. En la exposición, habrá muchas imágenes y sonidos que no son habituales, como los globos y los altavoces, que jamás han sido vistos u oídos en su hogar. Un animal nervioso está en calma mientras permanece en un entorno familiar, que ha aprendido a reconocer como seguro, pero probablemente entre en pánico cuando se lo enfrente súbitamente con cosas nuevas. Lo paradójico de la novedad es que puede ser extremadamente atractiva a un animal cuando éste puede acercarse voluntariamente a ella. Un pedazo de papel en un pastizal puede hacer que un caballo curioso se acerque a verlo, pero el mismo papel, tirado en la senda de equitación, puede inhibirlo. La gente que trabaja con caballos y otros animales necesita pensar más sobre la forma en que ellos perciben las situaciones en que los ponemos. LA GENÉTICA DEL COMPORTAMIENTO ANIMAL Publicado en: Temple Grandin (comp.), Genetics and the Behavior of Domestic Animals. San Diego, California: Academic Press, 1998 (Cap. 1) Un sol anaranjado brillante se está poniendo en el horizonte prehistórico. El cazador solitario vuelve al hogar tras un mal día de caza. Mientras atraviesa la última loma antes de llegar a casa, un movimiento rápido en unas rocas, a su derecha, atrae su atención. Al ir a mirar, descubre unos cachorros de lobo escondidos en una guarida poco profunda. Exclama "¡Huy... qué bueno! El enemigo... en su versión infantil". Luego de una rápida revisión del lugar para ver si hay lobos adultos, se acerca con cautela. Los cachorros están visiblemente asustados y se amontonan unos contra otros mientras él se arrodilla ante la guarida... todos, excepto uno. El cachorro de pelaje más oscuro no demuestra ningún temor ante el acercamiento del hombre. "¡Ven aquí, pequeño enemigo! Déjame echarte un vistazo", le dice. Tras un intercambio mutuo de caricias del hombre y lamidas del cachorro, el hombre tiene una idea. "Si te llevo a casa conmigo esta noche, quizás mi mujer y mis hijos me perdonen por no haber cazado la cena... otra vez". INTRODUCCIÓN Los párrafos antecedentes describen un escenario hipotético sobre el primer hombre que domesticó al lobo. Aunque hemos tratado de poner claridad en este asunto, el hecho es que nadie sabe con precisión cómo o por qué se produjo este primer encuentro. La estimación arqueológica más remota indica que sucedió en el Período Glacial tardío, aproximadamente 14.000 años AC (Boessneck, 1985). Otro escenario sería que los lobos se hayan domesticado a sí mismos. La presunción es que lobos tranquilos, con bajos niveles de miedo, fueron más propensos a alimentarse de carroña cerca de los agrupamientos humanos. Tanto Coppinger y Smith (1983) como Zeuner (1963) sugieren que las especies salvajes que luego fueron domesticadas comenzaron como seguidores de campamentos. Se cree que algunos lobos se alimentaban cerca de los grupos humanos o seguían a las partidas de cazadores; el ganado vacuno salvaje supuestamente invadía los sembradíos, y los felinos salvajes podrían haber incursionado en los graneros en busca de ratones. Sin embargo, las evidencias más recientes, obtenidas mediante secuencias del ADN mitocondrial de 67 razas de perros y lobos de 27 distintos lugares indica que los perros podrían haberse separado de los lobos hace más de 100.000 años (Vita y otros, 1997). En cualquier caso, los lobos convertidos en acompañantes tendrían que haber sido fáciles de tratar y dispuestos a relacionarse con los seres humanos. En el transcurso de unas pocas generaciones, los primitivos humanos podrían haber convertido a los lobos en perros mediante la selección y la crianza de los más mansos. Miles de años atrás, los seres humanos no sabían que el comportamiento animal era heredable. Sin embargo, incluso hoy las personas que crían perros, caballos, cerdos, vacunos o pollos notan que hay diferencias en el comportamiento de las crías. Algunos animales son amistosos y se acercan fácilmente a la gente, mientras que otros son tímidos y nerviosos. EFECTOS GENÉTICOS DE LA DOMESTICACIÓN Price (1984) definió la domesticación como un proceso por el cual una población de animales se adapta al hombre y al ambiente de cautiverio mediante una combinación de cambios genéticos, que suceden a lo largo de generaciones, y acontecimientos evolutivos inducidos por el ambiente, que se repiten en cada generación. En experimentos selectivos a largo plazo, diseñados para estudiar las consecuencias de la selección de animales de comportamiento del tipo manso o domesticado, Belyaev (1979) y Belyaev y otros (1981) estudiaron los zorros criados para la producción de pieles. El zorro colorado (Vulpes fulva) ha sido criado en granjas peleteras seminaturales durante más de 100 años, siendo seleccionado por características de su piel, no del comportamiento. Sin embargo, exhiben tres respuestas características distintivas en su respuesta al hombre. El 30% eran extremadamente agresivos hacia el hombre, el 60% eran temerosos o agresivos-temerosos, y el 10% demostraban una reacción exploratoria tranquila, sin miedo ni agresividad. El objetivo de los experimentos era producir animales cuyo comportamiento fuera similar al de los perros domésticos. Mediante la selección y la reproducción de los individuos más mansos, en 20 años el experimento logró convertir zorros salvajes en zorros-perros mansos, del tipo de los Border Collies. La población altamente seleccionada por mansedumbre de estos zorros-perros buscaba activamente el contacto humano, y gimoteaban y movían la cola cuando la gente se les acercaba (Belyaev, 1979). Esta conducta contrastaba totalmente con la de los zorros salvajes, que exhibían una respuesta altamente agresiva y temerosa hacia los seres humanos. Keeler y otros (1970) describieron este comportamiento: El zorro colorado salvaje (Vulpes fulva) es un manojo de nervios discordantes. Habíamos observado que el zorro colorado, cuando se lo somete por primera vez al cautiverio como adulto, despliega una cantidad de síntomas que se parecen mucho a los observados en casos de psicosis. Se parecen a una amplia gama de fobias, especialmente el miedo a los espacios abiertos, al movimiento, a los objetos de color blanco, a los sonidos, a los ojos, a los anteojos, a los objetos grandes y al hombre. Los animales exhiben pánico, ansiedad, miedo, aprehensión, y una desconfianza profunda en el entorno, que se manifiestan a través de: 1) posturas congeladas, de tipo cataléptico, acompañadas de una mirada perdida; 2) miedo a sentarse; 3) conducta retraída; 4) reacciones de fuga descontrolada, y 5) agresividad. Algunas veces, la tensión del cautiverio hace que se tornen profundamente perturbados y confusos, o les produce un estado de tipo depresivo. En algunos individuos, también se puede observar una excitación o inquietud extrema en respuesta a cambios múltiples en su entorno físico. Poco después de ser capturados, la mayoría de los zorros colorados adultos rompen sus dientes caninos contra las aberturas de nuestros cubículos de metal desplegado, en sus intentos por escapar. En un caso, un zorro recién capturado atacó frenéticamente la puerta de madera de su cubículo hasta caer muerto por agotamiento. Aunque el estrés de la domesticación es grande, Belyaev (1979) y Belyaev y otros (1981) concluyeron que la selección por mansedumbre era efectiva a pesar de los muchos rasgos indeseables asociados con la mansedumbre. Por ejemplo, los zorros mansos tenían cría en la estación menos conveniente del año, desarrollaban un pelaje negro con rayas blancas y mostraban cambios en su patrón hormonal. Esto significa que su ciclo monoestral (celo una vez al año) se había perturbado, y los animales podían reproducirse en cualquier época del año. Además, hubo cambios de conducta simultáneos a los cambios en la posición de la cola y el perfil de las orejas, y a la aparición del hocico blanco, la raya blanca en la frente y el pelaje blanco en el hombro. El patrón de distribución del pelo blanco en la cabeza es parecido al de muchos animales domésticos (Belyaev, 1979). Los zorros más parecidos a los perros tenían manchas y franjas blancas en la cabeza, orejas caídas y colas alzadas en rulo, y se asemejaban más a los perros que a los zorros que evitaban a la gente. Los cambios en el comportamiento y en la morfología (apariencia externa) también se correlacionaron con cambios en los niveles de las hormonas sexuales. Los zorros mansos tenían niveles más altos de serotonina neurotransmisora (Popova y otros, 1975). La serotonina es reconocida como inhibidora de ciertos tipos de agresión (Belyaev, 1979), y los niveles de serotonina aumentan en el cerebro de quienes consumen Prozac (fluoxetina). El estudio de la genética del comportamiento puede contribuir a explicar por qué la selección a favor del temperamento calmo se relacionó con cambios físicos y neuroquímicos en los zorros de Belyaev. Los genetistas del comportamiento y los zootécnicos están interesados en entender los efectos que tienen sobre la conducta animal las influencias genéticas y los cambios en el ambiente o en el aprendizaje. BREVE REVISIÓN HISTÓRICA DEL ESTUDIO DEL COMPORTAMIENTO ANIMAL Esta revisión histórica no pretende ser exhaustiva; nuestro objetivo es considerar algunos de los descubrimientos previos que tienen importancia para nuestro conocimiento actual del comportamiento animal, con énfasis particular en el tema de la influencia genética en la conducta de los animales domésticos. En la primera mitad del siglo XVII, Descartes llegó a la conclusión de que "los cuerpos de los animales y los hombres actúan enteramente como máquinas, y se mueven de acuerdo con leyes meramente mecánicas" (citado en Huxley, 1874). Luego de Descartes, otros tomaron la tarea de explicar la conducta como una reacción a sucesos puramente físicos, químicos o mecánicos. Durante los siguientes tres siglos, el pensamiento científico acerca del comportamiento osciló entre la visión mecanicista, según la cual los animales son "autómatas" que se mueven por la vida sin conciencia ni sentido de su propia existencia, y una visión opuesta según la cual los animales tienen pensamientos y sentimientos similares a los de los seres humanos. En El origen de las especies (1859), las ideas de Darwin sobre la evolución comenzaron a despertar serias dudas acerca de la visión mecanicista del comportamiento animal. Darwin observó que los animales comparten muchas características físicas, y fue uno de los primeros en ocuparse de la variación dentro de una misma especie, tanto en el comportamiento como en la apariencia física. Él creía que la selección artificial y la selección natural estaban íntimamente asociadas (Darwin, 1868), y delineó con gran sagacidad la teoría de la evolución sin tener ningún conocimiento de genética. En El origen del hombre (1871), llegó a la conclusión de que los rasgos del temperamento de los animales son heredados. También creía, como muchos otros científicos de su época, que los animales tienen sensaciones subjetivas y que pueden pensar. Escribió: "Las diferencias entre la mente del hombre y la de los animales superiores, por grandes que sean, son por cierto de grado y no de clase". Otros científicos se hicieron eco de las implicancias de la teoría de Darwin en cuanto al comportamiento animal, y llevaron a cabo experimentos para investigar los instintos. Herrick (1908) observó el comportamiento de las aves salvajes con el objeto de determinar, primero, cómo se modifican sus instintos por obra de su capacidad de aprender, y segundo, el grado de inteligencia que alcanzan. Respecto del tema del pensamiento animal, Schroeder (1914) concluyó: "La solución, si algún día llega, difícilmente evite ilustrar, si no la mente animal, al menos la del hombre". Para los científicos que estudiaban el comportamiento animal en situaciones naturales, ya era evidente a fines del siglo XIX que el enfoque mecanicista no podía explicar todas las conductas. El conductismo A mediados del siglo XX, el pensamiento científico revirtió nuevamente hacia el enfoque mecanicista, y en Estados Unidos se impuso el conductismo. Los conductistas dejaban de lado tanto los efectos genéticos sobre el comportamiento como la capacidad de los animales para adentrarse en soluciones flexibles a los problemas. El fundador del conductismo, J.B. Watson (1930), afirmó que las diferencias en el ambiente pueden explicar todas las diferencias en el comportamiento, y no creía que la genética tuviera efecto alguno sobre la conducta. En The Behavior of Organisms (El comportamiento de los organismos), el psicólogo B.F. Skinner (1958) escribió que todo comportamiento puede ser explicado por medio de los principios de estímulo-respuesta y del condicionamiento operativo. La autora principal entrevistó al Dr. Skinner en la Universidad de Harvard en 1968. Ante una pregunta de ella sobre la necesidad de hacer investigación sobre el cerebro, él respondió: "No necesitamos saber acerca del cerebro, porque tenemos el condicionamiento operativo" (T. Grandin, comunicación personal, 1968). El condicionamiento operativo utiliza recompensas y castigos alimenticios para entrenar a los animales y modelar su comportamiento. En un experimento simple de la caja de Skinner, una rata puede ser entrenada a empujar una palanca para obtener comida cuando se enciende una luz verde, o a presionar muy rápidamente una palanca para evitar un choque eléctrico cuando se enciende una luz roja. La señal lumínica es el "estímulo condicionado". Las ratas y otros animales pueden ser entrenados para cumplir con una secuencia compleja de comportamientos, mediante el encadenamiento de una serie de respuestas condicionadas simples. Sin embargo, el comportamiento de una rata en una caja de Skinner es muy limitado. Se trata de un mundo con muy pocas variantes, y la rata tiene pocas oportunidades de utilizar sus comportamientos naturales. Sólo aprende a empujar una palanca para obtener comida o evitar un choque. Los principios de Skinner explican por qué una rata se comporta de cierta manera en los confines estériles de una caja plástica de 30 cm x 30 cm, pero no revelan mucho sobre el comportamiento de una rata en el basural local. Fuera del laboratorio, la conducta de una rata es más compleja. Instintos versus aprendizaje La influencia de Skinner en el pensamiento científico se debilitó en 1961, tras la publicación del artículo "The misbehavior of Organisms" (La inconducta de los organismos), de Breland y Breland. En él se describía cómo los principios skinnerianos chocaban con los instintos. Los Breland eran conductistas de la línea de Skinner, que trataron de aplicar los principios fundamentales del condicionamiento operativo a los animales amaestrados de las ferias y las exhibiciones circenses. Diez años antes de este artículo clásico, los Breland (1951) habían escrito "somos totalmente afirmativos y optimistas en el sentido de que los principios derivados del trabajo de laboratorio pueden ser aplicados al control extensivo del comportamiento animal en condiciones diferentes a las del laboratorio". Sin embargo, para 1961, luego de entrenar más de 6000 animales tan diversos como renos, cacatúas, mapaches, delfines y ballenas para ser exhibidos en zoológicos, museos de historia natural, muestras en grandes tiendas, convenciones de negocios y ferias, y programas de televisión, los Breland escribieron un segundo artículo, que fue publicado en la revista American Psychologist en 1961, en el cual sostuvieron "nuestra preparación en el conductismo no nos había preparado para el choque de algunos de nuestros fracasos". Uno de estos fracasos ocurrió cuando los Breland trataron de enseñar a unos pollos a permanecer quietos durante 10 a 12 segundos sobre una plataforma antes de recibir una recompensa alimenticia. Los pollos se quedaban quietos sobre la plataforma al principio del entrenamiento, sin embargo, una vez que aprendían a asociar la plataforma con la recompensa alimenticia, la mitad de ellos (50%) comenzó a arañar la plataforma, y otro 25% desarrolló otras conductas tales como picotear la plataforma. Los Breland salieron del paso de este desastre al desarrollar una prueba totalmente imprevista, que realizaba un pollo que encendía un aparato de música y bailaba. Comenzaron por enseñarles a los pollos a tirar de un gancho de goma que ponía en marcha una música. Cuando ésta arrancaba, los pollos saltaban sobre la plataforma y empezaban a arañarla y a picotearla hasta que se les entregaba la recompensa alimenticia. La prueba aprovechaba el comportamiento instintivo de los pollos en su búsqueda de alimento. La autora principal recuerda haber visto, en su adolescencia, una prueba similar en la Feria Estadual de Arizona, en la cual una gallina tocaba un piano en un pequeño granero rojo. La gallina picoteaba las teclas de un piano de juguete cuando se metía una moneda de un cuarto de dólar en una abertura, y dejaba de hacerlo cuando le llegaba la comida por una canaleta. Esta prueba funcionaba porque era muy parecida a la caja de Skinner de los ensayos de laboratorio. Los Breland experimentaron otro fracaso notable cuando trataron de enseñar a mapaches a poner monedas en una alcancía. Dado que los mapaches son propensos a manipular objetos con las manos, esta tarea fue fácil al principio. A medida que el entrenamiento avanzaba, sin embargo, los mapaches comenzaron a frotar las monedas entes de depositarlas en la alcancía. Este comportamiento era semejante al movimiento de lavar, que los mapaches hacían instintivamente para pedir comida. Los animalitos tenían dificultades, al principio, para largar las monedas, y las retenían y frotaban. Cuando los Breland introducían una segunda moneda, los mapaches se hacían casi imposibles de entrenar. Mientras frotaban una moneda contra la otra "de una manera muy avarienta", los mapaches se pusieron cada vez peores a medida que pasaba el tiempo. Los Breland llegaron a la conclusión de que los comportamientos innatos se suprimían en las etapas iniciales del entrenamiento, y a veces, durante buena parte del mismo, pero a medida que éste avanzaba, los comportamientos instintivos para la obtención de alimentos reemplazaban gradualmente a los condicionados. Los animales eran incapaces de superar sus instintos, y entonces ocurría un conflicto entre los comportamientos condicionados y los instintivos. La etología Mientras Skinner y sus compatriotas norteamericanos refinaban los principios del condicionamiento operativo trabajando con millares de ratas y ratones, en Europa comenzaba a desarrollarse la etología. Esta consiste en el estudio del comportamiento animal en su ambiente natural, y el interés primario de los etólogos es el comportamiento instintivo o innato (Eibl-Eibesfeldt y Kramer, 1958). Básicamente, los etólogos creen que los secretos del comportamiento se encuentran en los genes del animal y en la forma en que esos genes han sido modificados a lo largo de la evolución para enfrentar entornos particulares. La tendencia etológica se originó en Whitman (1898), quien consideraba a los instintos como reacciones congénitas, que son tan constantes y características de cada especie que pueden tener significación taxonómica, al igual que las estructuras morfológicas. Una opinión similar fue sostenida por Heinroth (1918). Este entrenó pájaros que acababan de salir del cascarón, separándolos de ejemplares adultos de su misma especie, y comprobó que había movimientos instintivos que estas aves hacían sin haber observado a otras, tales como limpiarse las plumas, trinar o rasguñar. El interés primario de los etólogos es entender los mecanismos y la programación que producen patrones innatos de comportamiento, y las motivaciones por las cuales los animales se comportan de la forma en que lo hacen. Konrad Lorenz (1939, 1965, 1981) y Niko Tinbergen (1948, 1951) catalogaron el comportamiento de numerosos animales en su medio ambiente natural. Juntos desarrollaron el etograma, que es una lista completa de todas las conductas que un animal despliega en su entorno natural. El etograma incluye los comportamientos innatos tanto como los adquiridos. Una contribución interesante a la etología provino de los estudios sobre la conducta de hacer rodar huevos que tiene el ganso gris (Lorenz, 1965, 1981). Lorenz observó que cuando una gansa clueca veía un huevo fuera de su nido, se le desencadenaba un programa instintivo para recuperarlo. La gansa se concentraba en el huevo, se erguía para extender su cuello más allá del mismo, y lo hacía rodar hacia atrás hasta meterlo en el nido. Este comportamiento se desenvolvía de una manera muy mecánica. Si se retiraba el huevo mientras la gansa comenzaba a extender el cuello, igualmente ella completaba el patrón de hacer rodar un huevo inexistente hacia el nido. Lorenz (1939) y Tinbergen (1948) llamaron a esto "patrón fijo de acción". Sorprendentemente, Tinbergen también descubrió que una gansa clueca puede ser estimulada a hacer el trabajo de rodar el huevo con cosas tales como una lata de cerveza o una pelota de béisbol. El patrón fijo de acción de hacer rodar el huevo de vuelta al nido puede ser desencadenado por cualquier cosa que haya fuera del nido que se parezca aun marginalmente a un huevo. Tinbergen constató que las gansas poseen un mecanismo genético de activación de este patrón fijo de acción. Lorenz y Tinbergen denominaron "estímulo señal" al objeto que desencadena la activación de un patrón fijo de acción. Cuando un ave madre ve la boca abierta de sus crías, esto desencadena el comportamiento maternal de alimentarlas, y la madre alimenta a sus crías. La boca abierta es otro ejemplo de estímulo señal, que actúa como un interruptor que enciende un programa determinado genéticamente (Herrick, 1908; Tinbergen, 1951). Los etólogos también explicaron la respuesta innata de escape de los gansos pequeños. Entender la motivación del animal Publicado en Rural Heritage 2002, Vol. 27, Número 2, pp. 22-23 Es más fácil entrenar a un caballo, una mula, un buey o cualquier otro animal si uno antes descubre qué lo motiva. Los caballos, así como otros animales, se mueven a partir de cuatro impulsos básicos: (1) el miedo; (2) la agresión; (3) las respuestas aprendidas y (4) los instintos. El miedo y la agresión suelen ser malinterpretadas. ¿Nos pateó el caballo porque estaba asustado o porque estaba agresivo o malo? Neurológicamente, el miedo y la agresión son dos emociones diferentes que pueden terminar en comportamientos semejantes, tales como patear o plegar las orejas hacia atrás. Es importante definir cuál emoción motiva las patadas o las orejas plegadas, porque si se castiga a un caballo por patear se empeorará su comportamiento ante el miedo. Si las patadas ocurren durante un ejercicio de entrenamiento, es probable que se originen en el miedo. También es probable que sea el miedo el que haga que el animal se agite cuando se queda solo, se lo ata o se lo sujeta en una manga de compresión. Otro factor es la genética. Un caballo o un buey de temperamento nervioso o arisco serán más propensos a comportarse a partir del miedo que otros animales de temperamento calmo y plácido. Es una lástima que algunos criadores seleccionen caballos de tiro con temperamentales, porque este criterio selectivo tiende a acarrear problemas debido a las reacciones basadas en el miedo. Un animal temperamental puede fácilmente estallar cuando se lo enfrenta súbitamente con una experiencia amenazante desconocida. Mucha gente me ha dicho: “Mi caballo se porta bien en casa, pero se vuelve loco en los concursos”. Esto sucede porque en los concursos hay muchas cosas amenazantes que el animal jamás ha visto en su hogar. Un animal asustadizo deberá ser habituado a las banderas, los globos y a las motocicletas corriendo carreras antes de ser llevado a un concurso. Una forma segura de acostumbrar al caballo a los globos y las banderas es poner algunas en una pastura grande y dejarlo que las explore. Una práctica peligrosa es confrontar a un caballo de temperamento nervioso y asustadizo con un objeto amenazante, como una bandera, cuando está encerrado en un espacio sin salida. Las banderas y los globos son amenazantes porque se los puede mover bruscamente y tienen colores brillantes y contrastantes. Las motocicletas asustan porque se mueven rápidamente y pueden aparecer sorpresivamente. Si el caballo tiene la oportunidad de acercarse voluntariamente a estos objetos, sin embargo, puede llegar a sentirse atraído por ellos. Cómo eliminar el mal comportamiento adquirido A menudo, un animal aprende malos comportamientos porque la gente, sin darse cuenta, los premia. Una conducta problemática habitual en los caballos es patear y golpear la puerta del establo a la hora de comer. El caballo hace esto porque piensa que así acelerará el suministro de la comida. Si se le da la comida mientras está golpeando la puerta del establo, su conducta indeseable se verá recompensada y reforzada. Para erradicar este comportamiento, hay que darle el alimento en el preciso instante en que deja de patear la puerta. El momento debe ser exacto para que el caballo asocie dejar su pata quieta con recibir la comida. En resumen, para cortar el hábito de patear, hay que premiar al caballo por mantener quietas las patas. La agresión verdadera El comportamiento verdaderamente agresivo sucede cuando el animal percibe a la persona como un miembro de la manada que debe ser dominado. Este problema ocurre especialmente con los toros. La castración reducirá la agresión en los animales adultos y, si se la aplica a animales jóvenes, la eliminará casi por completo. En grandes herbívoros, un animal huérfano criado lejos de su propia especie puede quedar fijado a las personas que lo han criado, al punto de pensar que es uno más de ellos. El comportamiento resultante es gracioso cuando el animal es pequeño, pero puede ser peligroso cuando el macho alcanza la madurez. En ese momento, puede volverse contra quienes lo han cuidado para probar que ahora es el macho dominante de la manada. La crianza de terneros machos enteros en grupos sociales de su propia especie ayuda a prevenir la agresión contra las personas. Los toros y sementales jóvenes deben aprender que no son personas. Los herbívoros machos huérfanos deben ser castrados, o si no, ubicados en un grupo social de su misma especie a las seis semanas de nacidos. Cuando crecen junto con otros semejantes a ellos, saben quiénes son, y la agresión tiende a canalizarse hacia sus congéneres. El problema de la agresión en los machos no se debe a que sean animales amansados sino a un error de identidad. El comportamiento social en los grandes herbívoros debe ser aprendido: los animales deben aprender el toma y daca normal de la vida en sociedad. Los equinos y los bovinos criados en soledad tienden a convertirse en peleadores empedernidos cuando se los mezcla con otros animales. Un semental joven criado en aislamiento puede luchar permanentemente con otros caballos porque no ha aprendido que una vez que se convierte en dominante no necesita seguir peleándose. Los sementales serán más fáciles de manejar al llegar a la madurez si se los cría en una pastura llena de caballos adultos. Comportamiento instintivo Los instintos, o patrones fijos de acción, son esquemas de comportamiento que están fuertemente arraigados en un animal, como si fueran un programa de computación. Estos programas innatos de conducta no dependen del aprendizaje, sino que se ponen en marcha cuando los desencadena cierto estímulo específico que los especialistas en comportamiento animal denominan signo. Las aves tienen muchos más patrones de comportamiento instintivos que los mamíferos. La danza de apareamiento de los pájaros es un buen ejemplo de conducta instintiva. En sementales y toros, el pliegue del labio o flehmen es un caso de acción instintiva, que se desencadena al olfatear una hembra en celo. Muchos comportamientos reproductivos son instintivos y están fuertemente arraigados. Si se presiona con la mano la frente de un ternero, es posible que se desencadene una reacción de toparnos. Esto puede convertirse en algo peligroso cuando el animal sea adulto. Si se quiere inducir a un ternero a adoptar una postura sumisa, habría que acariciarlo en la papada o en la cruz, nunca jugar a los topetazos con él. Los comportamientos instintivos suelen interactuar con los aprendidos. El comportamiento de apareamiento es instintivo, pero con quién se lo hace es algo aprendido. Carneros criados por cabras nodrizas intentarán montar cabras cuando maduren. Para establecer un comportamiento normal de apareamiento, los animales criados como huérfanos deberían ser mantenidos en corrales con miembros de su propia especie. La alimentación a biberón durante algunas semanas no bastará, habitualmente, para que el animal quede fijado al ser humano, siempre que se lo ponga en corrales con otros congéneres. La comprensión de las bases de la motivación del comportamiento hace más fácil hacer frente a ese comportamiento y mejorar el rendimiento del animal. El miedo al castigo puede empeorar las cosas, aunque pueda hacer falta ejercer algo de fuerza para frenar una agresión verdadera. Cuando se enfrenta una agresión, hay que imitar los patrones de comportamiento instintivos naturales del animal. Un toro que está preparado para atacar hará un despliegue lateral para demostrar cuán grande es, poniéndose de costado y mirando a quien se propone dominar. La amenaza lateral es un comportamiento amenazante instintivo, una expresión innata de agresión, y si un toro la ejecuta contra personas, puede ser realmente muy peligroso. Algunos toros se subordinarán y se alejarán cuando la persona haga una imitación de la amenaza lateral, mostrando una imagen agrandada de sí misma. Si el toro no se somete y aparta, debería ser descartado para evitar que algún día mate a alguien. Cualquier toro que cargue contra la gente en una pastura es potencialmente peligroso y debería ser eliminado del rodeo. La agresión de los toros contra las personas debe ser prevenida criándolos en grupos. Los animales más pequeños, como los cerdos o las alpacas, pueden ser dominados si se ponen agresivos mediante el uso de patrones de agresión típicos de la especie. Personalmente, he impuesto mi dominio con eficacia sobre más de un cerdo joven presionándolo en el cuello con una tabla de madera, en el mismo lugar en el que un cerdo dominante lo habría mordido. La crianza social de los animales, sin embargo, es la mejor manera de evitar problemas de identidad equivocada. El ejercicio del dominio sobre un animal no significa golpearlo hasta que se someta. Durante el entrenamiento, todos los animales responden a los condicionamientos positivos, tales como un premio alimenticio, las caricias, o hablarles amablemente. Los entrenadores deben usar los condicionamientos positivos para enseñar a los caballos, al ganado bovino y a otros animales a hacer determinadas tareas. En cualquier competencia, los animales preparados mediante estímulos positivos responden mejor que los tratados a fuerza de latigazos. Los premios son mejor motivación que el miedo.