¿Ha muerto la Filosofía? Francisco Javier Valadez Botello* Facultad de Filosofía y Letras Universidad Autónoma de Nuevo León. Cd. Universitaria, Nuevo León. *Alumno de 10º. Semestre de la Licenciatura de Filosofía y Humanidades. Resumen Ante el señalamiento de que la Filosofía no se ha mantenido al corriente de los desarrollos modernos de la ciencia, algunos de los físicos más importantes de la actualidad, como Hawking y Mlodinow, han decretado su muerte. Se considera en este trabajo dicha aseveración como un problema filosófico, el cual, sin la profundidad de una tesis, se pretende analizar y en su momento, refutar dicha afirmación. Para el autor del presente trabajo, la Filosofía está viva y es fundamental para el desarrollo ulterior, de las ciencias y de la misma humanidad. Palabras clave: muerte, filosofía, positivismo lógico, física teórica. Algunos físicos renombrados, como Stephen Hawking y Leonard Mlodinow 1, han firmado que la muerte de la filosofía es un hecho, debido a que ésta no se ha mantenido al corriente de los desarrollos modernos de la ciencia, particularmente de la física. Para estos autores, “los científicos se han convertido en los portadores de la antorcha del descubrimiento de nuestra búsqueda de conocimiento”. Así pues, es necesario plantearnos esta aseveración como un problema filosófico y tratar de analizarlo desde las humanidades, más que desde la física teórica. La filosofía, a lo largo de la historia ha investigado algunas cosas más, al margen del ser del hombre. Sócrates quería llevar nuevamente a la filosofía a la preocupación del hombre por sí mismo. Y esta tensión entre una filosofía que quiere explorar a Dios y el mundo, y una filosofía que se concentra en la existencia humana, se mantiene a lo largo de la historia2. No son pocos los autores que han considerado a la filosofía, si no muerta, si le han modificado su objeto de estudio y su lugar en las ciencias. Desde Kant, está claro para los científicos que hay que acercarse a los distintos “objetos” con métodos diferentes. Esto tiene validez en particular para los dos “mundos”, el de la naturaleza y el del hombre, en tanto que el hombre es más que naturaleza, es un ser que produce cultura y, en consecuencia, se produce a sí mismo3. 1 Sthepen Hawking, Leonard Mlodinov. El Gran Diseño. Crítica. Barcelona. 2100. Pág. 11. Safranski. Un Maestro de Alemania. Martin Heidegger y su tiempo. Fábula Tusquets Editores. México 2010. Pág. 154.. 3 Ibídem. Pág. 155. 2 La actividad filosófica presenta dos necesidades que la hacen aparentar una ambigüedad4. Por una parte, la exigencia de la unificación del saber mediante una explicación racional y sistemática de la totalidad de la experiencia y por otra, la pretensión moral y religiosa de formar al hombre y convertirlo en amo de su destino. Hay pues, un amor al saber y un amor a la sabiduría, que implica un ars vivendi. La filosofía, como amor al saber, aspira a ser ciencia, es decir, a realizar una investigación metódica cuyo resultado sea el conocimiento objetivo, necesario y universalmente válido. Sus resultados son sistemas de conocimiento que pretenden abarcar la totalidad de los objetos y que se ofrecen a todos los investigadores con la garantía de métodos que permiten su contralor. La filosofía como ciencia puede entenderse de cuatro maneras que de ningún modo coinciden5: 1. A partir de los resultados de la ciencia y como un esfuerzo de síntesis encaminado a lograr la unidad del saber, la ciencia se antepone a la filosofía, no sólo en sentido cronológico sino también sistemático, por lo que la filosofía se reduce a ser la síntesis del saber científico. 2. Como una reflexión sobre la estructura de la ciencia, su lenguaje y las pretensiones de su saber como espejo de la realidad, la filosofía así concebida, se reduce a ser un instrumento de análisis construido sobre el modelo de la investigación científica: es el análisis lógico de todas las formas del pensamiento humano y sólo reúne resultados demostrables. 3. Otra manera de entender a la filosofía es aplicándole los métodos que se han revelado eficaces en el dominio de las diferentes ciencias. Así, para Descartes, toda ciencia genuina resulta de la aplicación de un método, cuyo procedimiento general, común a todas las ciencias, consiste en reconstruir el dato complejo de la experiencia en el auxilio de ideas simples, primitivas, alcanzadas por el análisis y captadas por la intuición 6 . Dentro de esta corriente podría colocarse el positivismo. Más recientemente, otros filósofos, como B. Russell, reducen toda filosofía a la lógica7. 4. A partir de la idea de ciencia, explicitando sus exigencias y realizándolas en la filosofía, Husserl intenta desarrollar esta forma de cientificidad, que aspira a una perfección mayor, por lo que ninguna ciencia puede ser norma para ella. En la idea de ciencia se advierten dos exigencias complementarias: la exigencia de fundamentación, que remite a la noción de evidencia, y la exigencia de sistematización, que postula la unidad del saber. 4 Edmund Husser. La filosofía como ciencia estricta. Editorial Nova. Argentina. 1973. Pág. 7. Ibídem. Pag. 11 6 E. H. Ob. Cit. Pág. 15. 7 Ibídem. Pág.15. 5 Son muchos los pensadores de nuestro tiempo que, sin embargo, se resisten a convertir la filosofía en ciencia y las ciencias particulares en filosofías. Desde la fenomenología, Max Scheler se ha propuesto caracterizar la filosofía a partir del tipo humano del filósofo y del análisis de su actitud frente a la realidad y descubre que la filosofía reposa sobre actos espirituales de amor que consisten en la participación del núcleo de la persona humana finita en la esencia de todas las cosas. Y aunque la filosofía no deja de ser conocimiento, rebasa el dominio unilateralmente intelectual del conocimiento científico, pues el ser es más que objeto, y por lo tanto reclama un modo de penetración que trascienda los cuadros, seguros, aunque limitados, del conocer científico8. Para Karl Jaspers, la filosofía es “menos que ciencia y más que ciencia”. Es menos que ciencia porque no alcanza ningún resultado demostrable que se imponga con validez objetiva a todos los investigadores, pero es más que ciencia porque es fuente de una verdad inaccesible a la búsqueda científica9. Según este autor, la Filosofía debe ponerlo todo en duda, y no metódica, sino real y absoluta, y considera que la verdad puede ser científica o filosófica. La primera es intelectiva, universal, implica oposición entre sujeto y objeto, tiene la pretensión de valor absoluto; consta de proposiciones fijas y leyes universales y está organizada en sistemas objetivos y fijos y exige además, la demostración de todas sus proposiciones10. En cambio, la verdad filosófica es propia de la “fe filosófica”, es decir, de un acto afectivo-volitivo libre, una especie de intuición, por la que se establece un contacto inmediato con mi propio ser y con los fenómenos del mundo que vienen a ser una clave que me conduce al Absoluto. La verdad filosófica es pues, afectivo-volitiva y libre; es vital y nos compromete con los valores. Es concreta y personal, libremente aceptada en todo momento y no se puede imponer a otros. Su sentido es investigar el sentido último de la realidad en una esfera inaccesible a las ciencias particulares; en el fondo se ocupa de mi relación con la Trascendencia11. La filosofía nos enfrenta con nuestra realidad como seres humanos y con la realidad física que nos rodea. La filosofía no puede darse por muerta porque subsiste a costa de nuestra propia existencia. La filosofía es, porque nosotros somos, porque estamos, sí en un mundo material, donde hay una realidad física subatómica aún incomprensible o en vías de ser comprendida, pero donde el hombre se piensa a sí mismo, hace cultura y modifica su realidad. Para Bergson, la ciencia es obra de la inteligencia que se vale de símbolos para captar las relaciones entre los objetos; relega lo individual y concreto y sólo acoge en sus esquemas lo general y abstracto. El conocimiento científico es idóneo en el 8 Ibídem. Pág. 39. Ibídem. Pág. 39. 10 H. Rogel Hernández. Diccionario de Filósofos. Doctrinas y errores. Ed. Porrúa. Primera edición. 2007. México. Pág. 267 11 Ibídem. Pág. 267. 9 dominio de la materia, el saber metafísico lo es en el ámbito de la vida 12. En su filosofía, Bergson deja en claro que con el hombre surgen la conciencia y la libertad, y los valores sublimes de la cultura, la Filosofía y la Mística. Con sus análisis de la conciencia, defiende la espiritualidad del alma; aclara nuestro origen, personalidad y libertad, y nuestro destino final. Para Bergson, nuestra conciencia tiene una visión global de nuestros actos psíquicos, pasados, presentes y su proyección hacia el futuro13. Así pues, ¿es posible pensar siquiera que la filosofía ha muerto? Sería casi como decir que el hombre ha muerto o que ha perdido su humanidad. El carácter dominante de la filosofía moderna no consiste, según Husserl, en entregarse ingenuamente al impulso filosófico, sino más bien en la voluntad de erigirse en ciencia estricta por medio de la reflexión críticas, investigando cada vez más profundamente su propio método14. Husserl aspiraba no sólo a transformar la filosofía en ciencia, sino también a elevar las ciencias a la dignidad de filosofías, asentándolas sobre fundamentos absolutos. Para él, las ciencias son filosofías especiales, pero la filosofía las trasciende al interesarse por el ser de los entes. La interpretación filosófica del ser determina de antemano el marco de las ciencias y la marcha de la investigación, traza las fronteras objetivas de las ciencias, pero sólo la ciencia puede presentar plenitud al esclarecimiento del ser de los entes. Las ciencias no se ponen al servicio de la filosofía, sino que la continúan y le dan cumplimiento15. En la segunda década del siglo pasado, se acuñó el término de “positivismo lógico” para caracterizar el punto de vista de un grupo de filósofos, hombres de ciencia y matemáticos que se denominaron a sí mismos como el Círculo de Viena16. Desde entonces su significado se ha extendido a otras formas como la “filosofía analítica” y el “análisis lingüístico”. Este uso más amplio del término resulta favorecido, especialmente por quienes son hostiles, a todo el moderno desarrollo de la filosofía como una investigación más bien analítica que especulativa. Aún cuando existen diferencias entre los miembros de esta corriente filosófica, de ningún modo dan por muerta a la filosofía. En 1929 publicaron el manifiesto “El Punto de Vista Científico del Círculo de Viena” 17, que hacía una breve exposición de la postura filosófica del grupo y una reseña de los problemas de la filosofía tanto de las matemáticas como de las ciencias físicas y sociales. Y aunque el movimiento del positivismo lógico se disolvió en Europa, su tradición ha continuado en Inglaterra, Escandinavia y en los Estados Unidos. En éste último 12 E.H. Ob. Cit. Pág. 40. HRH. Ob. Cit. Pág. 53. 14 E.H. Ob. Cit. Pág. 43. 15 Ibídem. Pág. 33. 16 A.J. Ayer. El Positivismo Lógico. Fondo de Cultura Económica. Segunda Reimpresión. 1981. Pág. 9. 17 F. Stadler. El Círculo de Viena. Empirismo lógico, ciencia, cultura y política. F.C.E. México. 2011. Pág. 61. 13 país, algunos filósofos como Quine, Nagel y Nelson Goodman, cultivan el análisis lógico con un espíritu científico sistemático que probablemente está más cerca de la idea original del Círculo de Viena 18 , es decir, el rechazo general de la metafísica, su respeto por el método científico y su supuesto de que mientras los problemas filosóficos sean absolutamente auténticos, se pueden resolver definitivamente mediante el análisis lógico, por una actitud filosófica empírica 19. Aún cuando haya filósofos que no compartan estos puntos de vistas, de ninguna manera puede considerarse que la filosofía esté muerta. Moritz Schlick, por su parte, estaba convencido de que a mediados del siglo pasado, se encontraban en un punto de viraje definitivo de la filosofía, y consideraba como concluido el estéril conflicto entre los sistemas filosóficos 20 . Para este autor, la nueva dirección de la filosofía es realmente definitiva cuya sendas tienen su origen en la lógica. Frege y Russell abrieron importantes tramos, pero el primero en avanzar hasta el punto del viraje decisivo fue Wittgenstein, en su Tractaus Lógico-Philosophicus, en 1922. Sin embargo, este viraje no puede ser considerado como la muerte de la filosofía, sino como una nueva forma de filosofar. La característica positiva del viraje, se halla en el hecho de que reconozcamos a la filosofía como un sistema de actos en lugar de un sistema de conocimientos. La actividad mediante la cual se descubre o determina el sentido de los enunciados: ésa es la filosofía. Por medio de la filosofía se aclaran las proposiciones, por medio de la ciencia se verifican. A esta última le interesa la verdad de los enunciados, a la primera lo que realmente significan; la actividad filosófica de dar sentido cubre la totalidad del campo del conocimiento científico21. Para Schlick la filosofía fue en tiempos antiguos, y aún en los recientes, simplemente idéntica a toda investigación científica puramente teórica, eso se debió al hecho de que la ciencia misma se encontraba en una situación en la que consideraba que aclarar sus conceptos fundamentales era su tarea principal. La emancipación de las ciencias particulares de su madre común, la filosofía, indica que el significado de ciertos conceptos fundamentales se había aclarado lo bastante para que fuese posible un fecundo trabajo ulterior de con ellos22. Para este autor, si en una ciencia sólidamente fundada surge en algún punto la necesidad de reflexionar de nuevo sobre el verdadero significado de los conceptos fundamentales, y con esto se consigue un esclarecimiento más profundo de su significado, ello se considerará a la vez como un logro eminentemente filosófico. Este autor añade que los progresos decisivos de la ciencia, los que hacen época, son siempre de este carácter: significan un esclarecimiento del sentido de las 18 A.J.A. Ob. Citada. Pág. 13. Ibídem pág. 14. 20 Moritz Schlick. El viraje de la Filosofía. El Positivismo Lógico. F.C.E. Segunda Reimpresión. 1981. Pág. 60. 21 Ibídem. Pág. 62. 22 Ibídem. Pág. 63. 19 proposiciones fundamentales, y sólo logran resultados en ello quienes están dotados para la actividad filosófica. El gran investigador es también siempre un filósofo23. Por otra parte es innegable el papel que muchas actividades mentales se dan también en nombre de la filosofía y que tienen por objeto no el conocimiento puro, sino la orientación en la vida. El filósofo se eleva por encima precisamente por virtud de que puede señalar más claramente el sentido de enunciados e interrogantes acerca de las condiciones de vidas, acerca de hechos y deseos. La filosofía no consiste únicamente en enunciados de validez hipotética, sino que debe proporcionar al conocimiento su soporte definitivo 24 . Para Schlick, por el viraje de la filosofía, ya no se hablará de “problemas filosóficos”, porque se hablará filosóficamente sobre todos los problemas, es decir, con claridad y con sentido.25. Otro filósofo que me parece importante considerar es Karl Popper, que se interesó ante todo por el problema del conocimiento, considerando que una proposición tiene carácter científico cuando se le aplica el principio de “falsabilidad”, es decir, cuando se comprueba que dicha proposición concuerda con los hechos reales y estos no la contradicen26. Para este filósofo, en ninguna rama del conocimiento humano hay verdades absolutas, necesarias y eternas; la ciencia no es episteme, certeza; ni mera tecné, conclusiones útiles para la vida; sino doxa: un conocimiento conjetural y falible. En las ciencias experimentales sólo hay hipótesis probables, y siempre se está en la búsqueda de la mejor, o de la más probable. La filosofía tiene aún un lugar predominante dentro del desarrollo de las ciencias no sólo de las sociales, sino también de las ciencias naturales. Ante el juicio en cuestión, mi postura es que la filosofía, como “madre de las ciencias”, ha modificado sus métodos, dándonos una visión más amplia, y sobre todo, los lineamientos metodológicos que deben de seguirse para realizar cualquier investigación en cualquiera de las ciencias. A través de la Epistemología, de la Filosofía de la Ciencia, incluso de la Ética, pervive en todo lo que el hombre realice, y, como anteriormente señalé, la Filosofía existe porque el hombre existe. La filosofía está más viva y es más necesaria que nunca, pero probablemente, sea que la soberbia del hombre la haya relegado, olvidándose que el conocimiento debe ser un instrumento para alcanzar una mejor forma de vida para todo hombre, y que el hombre es el fin y no un medio para alcanzar ese propósito. Tenemos que poner a la filosofía de nuevo en su preeminente lugar. 23 Ibídem. Pág. 64. Ibídem. Pág. 64. 25 Ibídem. Pág. 65. 26 HRH. Ob. Cit. Pág. 411. 24