Parábolas del tesoro y de la perla Mateo 13, 44-52

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27 de julio
Parábolas del tesoro y de la perla
Mateo 13, 44-52
Bizy: Jesús nos va a dar más pistas para descubrir cómo es el Reino de Dios.
Orejita: Jesús dijo: «El Reino de los Cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo que, al
encontrarlo un hombre, vuelve a esconderlo y, por la alegría que le da, va, vende todo lo que tiene y compra el
campo aquel».
Bizy: ¿Qué encontró el hombre? un tesoro.
¿Qué es un tesoro?
¿Cómo crees que es un tesoro?
¿Cuánto crees que vale un tesoro?
¿Qué hizo el hombre cuando lo encontró?
Lo escondió y vendió todo lo que tenía para comprar el campo.
¿Entonces el tesoro sería de gran valor y hermoso?
¿Cómo se habrá sentido el hombre cuando lo encontró?
¿Por qué Jesús lo compara con el Reino de Dios?
¡Es tan maravilloso encontrar el Reino de Dios, que uno está dispuesto a todo, incluso a negarse a sí mismo,
para poder entrar ahí!
Orejita: «También es semejante el Reino de los Cielos a un comerciante que anda buscando perlas finas, y
que, al encontrar una perla de gran valor, va, vende todo lo que tiene y la compra».
Bizy: ¿Qué hace el comerciante?
Va en busca de perlas preciosas.
¿Y conocía de perlas?
Sí, sabia cuales eran de gran valor.
¿Qué encontró?
Una perla preciosa y de gran valor.
¿Esta perla sería diferente a las demás?
Sí, hermosa.
¿Y quería tenerla?
Entonces ¿qué hace el comerciante?
Vende todo para comprarla.
¿Y cuando la compra se pone contento?
¿Y habrá cuidado esa perla?
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¿Qué crees que nos quiere decir
Jesús en esta parábola?
Recuerdas que Jesús nos dice
que su Reino es semejante a esa
perla.
Entonces ¿cómo crees que será el
Reino de Dios?
Hermoso y de gran valor.
¿Crees que nosotros podemos
tener ese Reino de Dios?
Sí. ¡Claro que sí!
¿Tú ya descubriste lo precioso y
valioso que es el Reino de Dios?
Parábola de la red
Orejita: «También es semejante el Reino de los Cielos a una red que
se echa en el mar y recoge peces de todas clases; y cuando está
llena, la sacan a la orilla, se sientan, y recogen en cestos los buenos y
tiran los malos. Así sucederá al fin del mundo: saldrán los ángeles,
separarán a los malos de entre los justos y los echarán en el horno de
fuego; allí será el llanto y el rechinar de dientes».
Bizy: La red tiene peces buenos y malos, lo
mismo pasa en el mundo, hay buenos y
malos. Sin embargo, en el Reino de los
Cielos, sólo pueden entrar los buenos.
¡Esforcémonos por quitar de nuestro
corazón todo lo malo!
Orejita: Luego Jesús les dijo: «¿Han entendido todo esto?» Le dijeron: «Sí». Y Él les dijo: «Así, todo escriba
que se ha hecho discípulo del Reino de los Cielos es semejante al dueño de una casa que saca de su arca
cosas nuevas y cosas viejas».
Bizy: Los escribas son las personas que conocen muy bien los escritos de la Ley y de los Profetas y por eso
Jesús sabe que esas palabras toman un sentido mucho mayor cuando se hacen discípulos de Jesús, pues no
abandonan lo bueno que ya tenían, sino que lo aumentan.
Orejita: Lo mismo pasa con los niños que antes de conocer a Jesús, ya se portaban bien, sin embargo,
después de que lo conocen, su buen comportamiento no es sólo por cumplir con sus papás, sino por amor a
ellos y a Jesús.
Bizy: ¿Tú ya pensaste qué cosas malas haces que tienes que evitar?
Orejita: ¿Y cuáles son las cosas buenas que ya haces, pero que con Jesús serán mucho mejores?
Erika María Padilla Rubio
Héroes entre nosotros
Yo sí encontré un tesoro. Por eso, te quiero platicar mi vida. Soy Santa Teresa
de los Andes. Yo nací en Santiago de Chile, un país de América del Sur. Mi
familia era muy rica. Pero además era muy católica.
Desde los 6 años iba casi diario a misa con mi mamá. A los 10 años hice mi
Primera Comunión y desde ese día procuré comulgar diariamente y platicar
con Jesús.
Mi ilusión era parecerme cada día más a Jesús. Yo encontré el tesoro y por eso pensé que no importaba que
tuviera que caminar hasta el fin del mundo, o hacer muchos sacrificios, si los hacía por Jesús. Por eso todas
las cosas cotidianas las hacía con gusto para ofrecerlas a Dios. Por eso, pronto destaqué en mis clases de
natación y de equitación (montar a caballo). Me gustaban mucho los deportes.
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Yo amo mucho a mi familia y pensé que nunca podría estar lejos de ella. Sin
embargo, un día, en oración me di cuenta que tenía que vender todo lo que tenía
para quedarme con Jesús. Él me dijo que quería que mi corazón fuera sólo para
Él, y me regaló la vocación de ser religiosa. Así que como prueba para saber si
yo era capaz de dejar a mi familia, terminé mis estudios internada en el colegio
los últimos 3 años. Cada día sentía más necesidad de consagrar mi vida a Dios,
así que al terminar la escuela, a los 17 años, entré al convento de las Carmelitas.
Fui muy feliz ahí, aunque pasé poco tiempo en el convento, porque poquito
antes de cumplir un año en el convento, Dios me llamó a estar con Él. Mi fiesta de
18 años la festejé en el Cielo. Desde entonces estoy al lado del Señor ayudando
a los jóvenes a encontrar el Tesoro, y es por eso que me nombraron beata y
tiempo después santa. Fue Juan Pablo II quien dirigió estas dos ceremonias,
siendo así yo la primera chilena santa. Son cientos de personas las que visitan
mi santuario pidiendo mi oración por ellos. Y Dios es tan grande y amoroso que
nos escucha siempre.
Por ejemplo, cuando un joven bombero murió en un incendio, yo le pedí a Dios que
lo ayudara a vivir y volvió a la vida. También una joven se ahogó mientras nadaba y
sus compañeras me pidieron que les ayudara a rezar para pedirle a Dios el milagro
de resucitar a su amiga. ¡Dios la volvió a la vida!
En los dos casos, los doctores se quedaron asombrados y sin poder dar ninguna
explicación.
Yo tengo mucho amor por ti y me gustaría preguntarte: ¿tú ya encontraste el
Tesoro?
¿Has pensado en ir a misa no sólo los domingos, sino otro día entre semana?
¿Sabes que puedes echarle muchas ganas al estudio o a los deportes para
agradecerle a Dios todo lo que te ha dado?
¡Recuerda el Señor nos invita a todos a estar cerca de Él, nos invita a todos a vivir
en su Reino!
Delfina Sieiro Jiménez
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a Ti Señor, abro las puertas de mi corazón
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