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ADIMRA - Mayo 2012
“SOBREVIVIMOS PORQUE JAMÁS
DECIDIMOS BAJAR LOS BRAZOS”
Miguel Ángel Marietta
Los orígenes
E
n 1882, Miguel Marietta, mi abuelo, dejó el pueblo piamontés de Cirie
con el propósito de probar suerte en la Argentina. Llegó con el oficio de
herrero. Tras una breve estadía en Buenos Aires, comenzó a viajar por el interior
del país, desplazando su taller por los pueblos, herrando caballos y reparando
carruajes.
Mi abuelo se casó con María Martínez. De ese amor, en el pueblo bonaerense
de Vedia, nació Alfredo Juan Pablo Marietta, mi padre, el 26 de junio de 1910. Mi
abuelo le transmitió el oficio de herrero, y él lo fue perfeccionando y plasmando
en iniciativas propias. A los dieciocho años, dejó la casa paterna para desarrollar
una serie de trabajos metalúrgicos que lo fueron especializando en tornería y
mecánica.
Trabajó como encargado de mantenimiento en una papelera de Buenos
Aires y en una fábrica de hebillas. Posteriormente, lo contrataron en Industrias
Mecánicas del Estado (IME) de Córdoba. Se desempeñó en la sección de
Alfredo Marietta, el más alto de pie, frente a un taller en María Teresa. 1932.
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ADIMRA - AIM Rosario
Alfredo Marietta y su esposa, con su hijo
Miguel Ángel en brazos. 01/05/1944.
motores de la Fábrica Militar de Aviones, como oficial tornero. Hacia finales de
la década del ‘30, consiguió un puesto en un importante taller de reparaciones
de la ciudad de Rosario.
Los comienzos como emprendedor
En el ‘40, mi padre decidió independizarse, y montó un taller alquilado frente
al Mercado de Abasto de Rosario. El estallido de la Segunda Guerra Mundial
marcó un hito en su proyecto emprendedor. La suspensión de las exportaciones
europeas de productos metalmecánicos causó un desabastecimiento generalizado
y grandes oportunidades para la industria metalúrgica nacional. Así fue que mi
padre comenzó a fabricar válvulas para calefones de gas y crucetas de agujas para
transmisión de automotores.
Un día, se enteró que la firma Nidera exportaba glicerina a Europa en
tambores metálicos de 200 litros. Mi padre descubrió una oportunidad de
producir él mismo aquellos recipientes que no se fabricaban en el país, y que
empezaban a escasear por la guerra. Como no se conseguía chapa, tuvo que
utilizar chapa de zinc usada como materia prima. Él mismo diseñó y fabricó las
máquinas. El proyecto, sin embargo, tuvo corta vida. Durante el gobierno del
General Farrell, se prohibió la exportación de recipientes metálicos, justamente
el rubro en el que trabajaba mi padre.
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Miguel Ángel Marietta - Alfredo Marietta Marmetal S.A.I.C.
La necesidad de incursionar en una nueva actividad lo llevó a fabricar platos
universales para tornos. El negocio empezó a crecer y mi padre incorporó a
algunos jóvenes aprendices. Siempre buscó incorporar trabajadores jóvenes, para
formarlos a su manera, y según su forma de hacer las cosas. Del taller de seis por
tres frente al Abasto, pasó a un galpón de dos mil metros cuadrados en Ituzaingó
y San Martín. La fabricación de platos para torno era buen negocio. Pero mi
padre tuvo que abandonarlo porque su principal cliente era alemán, justo en
tiempos de la Segunda Guerra Mundial. Durante el tiempo en que se dedicó a
esa actividad, llegó a fabricar cinco mil platos.
La industria del rodamiento
En busca de nuevas alternativas, mi padre intercambió ideas con un amigo que
se dedicaba a la venta de repuestos. Éste le manifestó la escasez de rodamientos
en el mercado. Así que mi padre decidió incursionar en este rubro.
Hizo las primeras muestras manualmente, y las ofreció a una importante
empresa de transporte de Buenos Aires. Días después, recibió entusiasmado una
orden de compra de sesenta unidades. Y así se puso a fabricar. Empezó con
métodos artesanales. Fiel a su impronta, él mismo diseñó y fabricó sus primeras
máquinas. Tenía una capacidad creativa extraordinaria. Había empezado a
fabricar rodamientos sin jamás haber visitado una planta de ese rubro.
El crecimiento
Por la guerra en Europa, la industria nacional tenía un gran mercado interno
al que abastecer. Como la demanda de rodamientos era imparable, mi padre
abandonó todas sus otras actividades. Además, el gobierno de Perón había
declarado al rodamiento como una industria estratégica. Con un Crédito del
Banco Industrial y ahorros propios, mi padre compró un predio de 18.000
metros cuadrados y construyó la nueva fábrica.
Con dos socios, fundó MARMETAL S.R.L., una distribuidora de acero
importado. Con el tiempo, esta firma abandonó dicha actividad y se convirtió
en distribuidora de nuestros rodamientos. Posteriormente, se disolvió con el
retiro de sus socios. En 1959, se constituyó una nueva sociedad que sigue hasta
la actualidad: ALFREDO MARIETTA MARMETAL S.A.I.C.
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ADIMRA - AIM Rosario
La segunda generación
Nací en 1944, justo en la época en que mi padre comenzaba su proyecto
industrial. Seis años después, llegó mi hermana. Como es costumbre en hijos
de metalúrgicos, empecé a visitar la fábrica de muy chico. Mi padre me llevaba
a ver las máquinas, y así me fui empapando de esta actividad. Como vivíamos a
cuatro cuadras de la fábrica, durante las vacaciones escolares, iba dos horas por
día.
Con estos orígenes, no fue sorpresa mi elección de estudiar en una escuela
técnica. En el ‘62, me recibí como Técnico Mecánico, y un año después me
incorporé a la fábrica. Empecé en el área de producción de una línea de abrasivos.
Luego, fui pasando por los distintos sectores. A medida que iba asumiendo
mayores responsabilidades, hacía cursos de perfeccionamiento, y posteriormente
la carrera de Administración de Empresas.
La década del ‘70 fue nuestra época dorada. En el ‘80, antes de la crisis
financiera, llegamos a tener 365 empleados. Algunos años después, concretamos
la compra de nuestro principal competidor: COJINETES REX S.A. Así,
ALFREDO MARIETTA MARMETAL S.A.I.C. quedó posicionada como líder
en el mercado argentino de rodamientos.
La década del ‘90: crisis y desindustrialización
La convertibilidad, en sus comienzos, fue positiva para la industria. La
estabilidad permitía planificar con mayor certidumbre. No obstante, a medida
que avanzaba la década, la inflación en dólares nos fue quitando competitividad,
por lo que perdimos algunos mercados de exportación que habíamos conquistado.
Empezaron a ingresar al país rodamientos importados a precios subsidiados. Con
mucha amargura, tuvimos que convertirnos nosotros mismos en importadores.
El proceso de desindustrialización de la Argentina comenzó con Martínez
de Hoz y desembocó en la crisis del 2001. Fue una política que privilegió la
especulación financiera sobre la producción. Y uno de los rubros más afectados
fue el metalmecánico.
En nuestro sector, tenemos un excelente ejemplo de los nefastos resultados
de estas políticas. En la década del ‘80, se disolvió la Cámara que agrupaba
a los fabricantes de rodamientos. Sencillamente, ya no había fabricantes para
agrupar. De más de una decena de empresas, quedamos sólo dos. La política del
gobierno era imposible de modificar, y decidimos que ya no valía la pena seguir
insistiendo.
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Miguel Ángel Marietta - Alfredo Marietta Marmetal S.A.I.C.
Hoy formamos parte de la Asociación de Industriales Metalúrgicos de Rosario,
desde donde participamos en ADIMRA. Es importante el rol que desempeñan
estas instituciones en defensa de la industria nacional. Los empresarios debemos
participar para hacer valer nuestros intereses. El caso del cierre de la Cámara de
Rodamientos es un ejemplo de cómo la falta de diálogo entre las empresas y el
gobierno pueden afectar una industria.
ALFREDO MARIETTA MARMETAL, hoy y mañana
Actualmente, seguimos especializados en rodamientos, aunque también
producimos bolas de acero, abrasivos y lubricantes. Estamos en un rubro
competitivo, donde nos disputamos un mercado con multinacionales americanas,
alemanas, japonesas, suecas, etc. El rodamiento es un producto particular, de alta
precisión y también de gran demanda. Por ello, para sobrevivir en este mercado
se necesitan excelentes condiciones técnicas y productivas.
Me casé en el ‘73 con Catalina Razovich, y de esa unión nacieron dos hijos
varones. Ambos trabajan en la empresa. Uno, en el sector de marketing. El otro,
en ventas. En el ‘89, cuando falleció mi padre, yo asumí como Presidente. Mi
hermana es mi socia y se desempeña como Vicepresidente. Sus hijos también
trabajan en la compañía.
Actualmente, estamos en el proceso de transición con la siguiente generación.
Nos produce gran orgullo y satisfacción ver que nuestros hijos y sobrinos quieren
seguir con esta historia industrial, que comenzó hace más de setenta años en
un pequeño local frente al Mercado de Abasto. En ese pequeño local, nació la
primera fábrica de rodamientos de América Latina.
Hemos pasado épocas buenas, y otras no tanto. La historia de nuestra
empresa se construyó con gente apasionada por la producción, las máquinas y
la calidad. Si sobrevivimos tanto tiempo fue por nuestro tesón, porque jamás
decidimos bajar los brazos.
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