Tácticas de la industria tabaquera contra las

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Tácticas de la industria tabaquera contra
las polı́ticas de salud públicaV
Yussuf Saloojee1 y Elif Dagli2
Las tácticas empleadas por la industria tabaquera para hacer frente a las medidas gubernamentales de regulación de
sus productos comprenden campañas de relaciones públicas, la compra de la opinión de cientı́ficos o expertos de otros
campos para crear controversia en torno a resultados confirmados, la financiación de partidos polı́ticos, la contratación
de grupos de presión para influir en la formulación de polı́ticas, el uso de grupos «tapadera» e industrias conexas para
oponerse a las medidas de lucha antitabáquica, las presiones para lograr que en lugar de medidas legislativas
enérgicas se adopten códigos voluntarios o leyes más laxas, y la corrupción de funcionarios públicos. Documentos
internos de la industria tabaquera, antes secretos, atestiguan una conspiración de 50 años para «oponerse a las
medidas de restricción del consumo de tabaco, restablecer la confianza de los fumadores y seguir defendiendo la
exención de responsabilidad para sus productos». Estos documentos muestran que toda la industria incurrió en
colusión en cuestiones legales, polı́ticas y sociales de importancia para ella, y dejan claro que no está dispuesta a
actuar de manera ética o responsable. Es necesario, pues, algún tipo de intervención social a fin de que la salud pública
prevalezca sobre los intereses empresariales. Para reducir la influencia polı́tica de la industria tabaquera se le deben
imponer diversas condiciones, entre ellas las siguientes. En todos los mercados se debe informar sobre lo que sabı́an
las compañı́as acerca de la nocividad y el poder adictivo del tabaco, ası́ como sobre el momento en que se obtuvo esa
información y sobre la manera en que se respondió a ella. Se le debe exigir a la industria que garantice los derechos
básicos de los consumidores reconocidos internacionalmente. Deben disolverse las asociaciones comerciales y otros
grupos establecidos por la industria con el fin de engañar al público. Estas recomendaciones deberı́an figurar en el
Convenio Marco de la OMS para la Lucha Antitabáquica.
Artı́culo publicado en inglés en el Bulletin of the World Health Organization, 2000, 78 (7): 902–910.
¿Quién decide las polı́ticas de salud?
El tabaco es uno de los principales peligros para la
salud y una mercancı́a importante. Si no fuera nocivo
para la salud, no habrı́a motivo para combatir su
consumo. Por otra parte, si el mercado del tabaco
fuera pequeño, también lo serı́a la oposición a su
regulación. Como consecuencia del conflicto de
intereses entre la salud y la prosperidad empresarial,
las polı́ticas públicas relativas al tabaco se han ido
formulando de manera ad hoc, y son hoy el resultado
de distintas presiones, provenientes en particular de la
industria tabaquera y de los grupos de defensa de la
salud pública.
La industria tabaquera ostenta un récord
formidable de resistencia a la legislación y de
desarrollo de nuevos mercados para sus productos.
Pese a la contracción de sus mercados clave en los
paı́ses de ingresos altos, ha logrado aumentar sus
ventas en los paı́ses de ingresos medios y bajos.
Como señaló un diario sudafricano: «Resulta lamen-
V
Este artı́culo está basado en una comunicación presentada
en la International Conference on Tobacco and Law de la OMS,
celebrada en Nueva Delhi del 7 al 9 de enero de 2000.
1
Executive Director, National Council Against Smoking, Sudáfrica
(correspondencia: PO Box 23244, Joubert Park, 2044, Sudáfrica);
(e-mail: ysalooje@iafrica.com).
2
Professor of Paediatrics and Head, Department of Pulmonology,
Marmara University, Estambul, Turquı́a.
Boletı́n de la Organización Mundial de la Salud
Recopilación de artı́culos No 4, 2001
table que el crecimiento de esta industria se produzca
allı́ donde los gobiernos son menos hostiles y la
población está menos informada sobre los efectos
nocivos del tabaco» (1).
Cuatro fabricantes de cigarrillos dominan
aproximadamente las tres cuartas partes del mercado
mundial: Philip Morris, British American Tobacco
(BAT) y Japan Tobacco son empresas transnacionales; la Corporación Nacional China del Tabaco es un
monopolio que produce alrededor del 30% de los
cigarrillos del mundo, pero destinados en su mayor
parte al consumo interno (2). No obstante, China está
preparándose para convertirse en uno de los
principales exportadores de tabaco.
El futuro de la industria tabaquera reside en los
paı́ses en desarrollo. Entre 1986 y 1996, las
exportaciones de cigarrillos desde los Estados Unidos
de América aumentaron en un 260%. En la
actualidad, Philip Morris obtiene más beneficios
vendiendo cigarrillos en el extranjero que en los
Estados Unidos de América (3). BAT vende
aproximadamente el 70% de sus cigarrillos en África,
Asia, América Latina y Europa oriental. En un folleto
de BAT se afirma lo siguiente: «En el decenio de 1990
han surgido nuevas oportunidades para el Grupo,
especialmente en Europa central y oriental, ası́ como
en Extremo Oriente, con la apertura de mercados
antes cerrados a los fabricantes de tabaco occidentales.» BAT ha comprado fábricas en Hungrı́a (1992),
Ucrania (1993), la Federación de Rusia (1994),
#
Organización Mundial de la Salud 2001
19
Tabaco
Uzbekistán (1994), Polonia (1995) y la República
Checa (1995) (4).
Al preguntársele si era ético tener como
objetivos comerciales a los pobres del mundo, un
directivo de Rothmans Export Ltd (empresa ahora
integrada en BAT) respondió: «Serı́a una estupidez no
prestar atención a un mercado en crecimiento. No
puedo responder al dilema moral. Nuestro negocio
consiste en complacer a nuestros accionistas» (5).
Esta concepción limitada de la actividad empresarial,
que supone comprometerse exclusivamente con los
accionistas en lugar de responsabilizarse ante todos
los interesados, incluidos los consumidores, significa
que cualquier cosa es aceptable en defensa de los
beneficios empresariales.
La industria tabaquera tiene un objetivo:
vender el mayor número posible de cigarrillos, y para
lograrlo está dispuesta a derribar cualquier obstáculo.
Los fabricantes han hecho caso omiso del daño
causado por los cigarrillos y llevan decenios esforzándose por silenciar las crı́ticas, distorsionar las
pruebas cientı́ficas, influir en la opinión pública,
controlar las polı́ticas públicas y coordinar su
estrategia ante los tribunales.
Los millones de páginas hechas públicas a raı́z
de los pleitos contra la industria tabaquera nos
brindan la posibilidad de conocer su forma de actuar.
Estos documentos, disponibles en Internet, nos
trasladan a las salas de juntas de las tabaqueras de los
Estados Unidos de América y de su centro
coordinador, el Tobacco Institute.
Manipulación del consentimiento
A principios del decenio de 1950, la industria
tabaquera de los Estados Unidos se vio acosada por
la inquietud de la población respecto de la inocuidad
de sus productos, consecuencia de nuevas pruebas
médicas que relacionaban de manera concluyente el
hábito de fumar con el cáncer (6). La preocupación
creciente en los medios de comunicación y el mundo
cientı́fico por el papel de los cigarrillos como
causantes de enfermedades habı́a reducido la confianza de los consumidores. El descenso de las
ventas, unido a la amenaza de pleitos interpuestos por
fumadores enfermos, condujo a lo que los documentos de la industria describen como «la emergencia
de 1954».
Las tabaqueras reaccionaron movilizando sus
recursos colectivos para recuperar el control de la
situación y defenderse en tres frentes principales, a
saber, los tribunales, la polı́tica y la opinión pública
(7). En diciembre de 1953, los directores de todas las
empresas fabricantes de cigarrillos de los Estados
Unidos de América, excepto una, consultaron a Hill
and Knowlton, una empresa de relaciones públicas.
En una memoria redactada después de esta reunión
se señalaba que la tarea fundamental consistı́a en
poner freno al pánico de la población, y que el único
problema residı́a en consolidar su confianza y generar
un clima público de tranquilidad (8).
20
El objetivo era preservar los beneficios empresariales, no proteger a la población. No se trataba
de determinar y suprimir los efectos nocivos de los
cigarrillos, sino de disipar la inquietud del público y de
tranquilizar a los fumadores sugiriéndoles que no era
necesario que modificaran en nada su conducta en
relación con el tabaco. Se trataba también de
oponerse a la regulación gubernamental y de evitar
litigios. En 1962, una memoria interna indicaba que
se habı́a hecho frente con eficacia a la emergencia de
1954 y que esta experiencia habı́a conducido a la
industria tabaquera a percatarse de la existencia de un
problema de relaciones públicas de cuya resolución
dependı́a su supervivencia (9). La campaña de
relaciones públicas iniciada en la década de 1950
sigue hoy dı́a en plena actividad. En respuesta a la
confirmación cientı́fica de la nocividad del humo de
tabaco ambiental para los no fumadores, una
memoria de 1987 expuso que la industria debı́a
oponerse a las restricciones al consumo de tabaco,
recuperar la confianza de los fumadores y seguir
defendiendo la exención de responsabilidad por sus
productos. Estas medidas suponı́an dos requisitos:
cambiar radicalmente la opinión cientı́fica y popular
de que el humo de tabaco ambiental es nocivo para la
salud, y restablecer la aceptabilidad social del hábito
de fumar (10).
Movilización de los
recursos empresariales
En la reunión de 1953 se propuso que las empresas
tabaqueras dejaran de lado sus diferencias en el plano
de la competencia y que se pusieran de acuerdo en
cuestiones legales, polı́ticas y sociales de importancia
para toda la industria, ası́ como que fundaran y
financiaran conjuntamente un centro para promover
sus intereses generales en materia de relaciones
públicas.
En 1954 la industria creó el Tobacco Industry
Research Council. Su tarea consistı́a en tranquilizar a
la población respecto a si la industria podı́a investigar
responsablemente el problema del tabaquismo y la
salud, ası́ como resolver cualquier problema que
pudiera surgir. Sin embargo, la verdadera función del
Council era «sofocar los incendios allı́ donde se
declararan». En lugar de apoyar una verdadera
investigación cientı́fica de los problemas, invirtió
millones de dólares en publicitar investigaciones que
pretendı́an demostrar que el tabaco no causaba
cáncer. Su verdadero propósito era sembrar deliberadamente la confusión entre la población acerca de
los riesgos del hábito de fumar. «La duda es nuestro
producto» proclamaba un documento interno de la
industria tabaquera en 1969. «Si se vierten dudas
sobre la solidez de las pruebas cientı́ficas, la población
no sabrá qué creer.»
A finales de la década de 1950, la mayor parte
de la industria aceptaba ya que fumar causaba cáncer
de pulmón: en 1958, tres cientı́ficos británicos se
reunieron con directivos y cientı́ficos de la industria
Boletı́n de la Organización Mundial de la Salud
Recopilación de artı́culos No 4, 2001
Tácticas de la industria tabaquera
tabaquera estadounidense e informaron de lo
siguiente: «Salvo en un caso, las personas con las
que nos hemos reunido creı́an que fumar causaba
cáncer de pulmón»; en abril de 1970, en una memoria
interna de Gallaher Limited, una empresa tabaquera
británica, se comentaba lo siguiente a propósito de
estudios en perros que enfermaron de cáncer tras
haber sido expuestos a humo de tabaco: «El trabajo
de Auerbach demuestra de manera fehaciente que
fumar causa cáncer de pulmón» (11).
Sin embargo, en 1969 se redactó el siguiente
texto publicitario para la empresa Brown & Williamson Tobacco: «Hace 10 años se difundió la
noticia alarmante de que la cera de los envases de
leche causaba cáncer; lo mismo se dijo acerca del uso
del yodo para broncearse. Estas teorı́as eran tan
válidas como la que afirma que los sapos causan
verrugas, y como las tácticas alarmistas de hoy en
torno a los cigarrillos. Porque nadie ha podido aportar
pruebas concluyentes de que fumar cigarrillos
provoque cáncer. Ni cientı́ficas ni biológicas, ni
clı́nicas ni de otro tipo.»
La estrategia de la industria no exige su victoria
en los debates que ella misma genera. Le basta con
alimentar y perpetuar el espejismo de la controversia a
fin de enturbiar las aguas en torno a los hallazgos
cientı́ficos que representan una amenaza para ella. De
esta forma, tranquiliza a los fumadores y les ayuda a
racionalizar y reprimir sus preocupaciones en materia
de salud. Además, el argumento de la falta de pruebas
encuentra eco entre los periodistas y gobiernos
amistosos o ingenuos, y proporciona una excusa para
que los gobiernos o la sociedad no emprendan
acciones enérgicas contra el tabaco.
La industria tabaquera posee una extraordinaria
capacidad para promover las investigaciones que le
son favorables, para desprestigiar aquellas que
amenazan sus intereses, y para sembrar la incertidumbre y utilizarla en su provecho. Se rebaja a los
crı́ticos calificándolos de bienintencionados, pero
mal informados, o de cruzados y fascistas de la salud.
La industria sigue generando controversia en torno a
los hallazgos cientı́ficos relativos a casi todos los
aspectos del tabaco y de la lucha contra su consumo,
entre ellos la inhalación pasiva de humo, la adicción,
los costos médicos y sociales del hábito y la incitación
a fumar en los anuncios publicitarios.
Fabricación de dudas
En una reunión celebrada en 1988, se informó a la
industria tabaquera del Reino Unido de que Philip
Morris planeaba invertir «grandes sumas de dinero»
en debates cientı́ficos sobre los riesgos de la
inhalación pasiva de humo de tabaco para la salud.
Su propósito era «coordinar y pagar a cientı́ficos a
escala internacional para mantener viva la controversia sobre el humo de tabaco ambiental». Una memoria
de la BAT, sin pretender siquiera simular que la
investigación serı́a objetiva y neutral, declaró que las
propuestas cientı́ficas serı́an filtradas por abogados
Boletı́n de la Organización Mundial de la Salud
Recopilación de artı́culos No 4, 2001
para eliminar los aspectos delicados. La idea era que
grupos de cientı́ficos llevaran a cabo investigaciones o
fomentaran la controversia de manera que los
encargados de las relaciones públicas en los paı́ses
respectivos pudieran utilizar la información o
comercializarla (12).
La coordinación de la campaña mundial se
encomendó a Covington & Burling, un bufete de
abogados de Washington, DC. En 1990, este bufete
declaró que entre sus contactos polı́ticos y cientı́ficos
figuraban un asesor de un comité de la Cámara de los
Comunes del Reino Unido, el director ejecutivo de
una importante sociedad cientı́fica interesada por los
lugares de trabajo y cuestiones conexas, asesores de la
Comunidad Europea, y antiguos miembros de
grupos de trabajo del Centro Internacional de
Investigaciones sobre el Cáncer. Dichos grupos
evaluaron los riesgos de cáncer atribuidos a diversas
sustancias y productos y, gracias a su trabajo, el bufete
pudo proporcionar a General Foods mucha información sobre la evaluación del riesgo cancerı́geno del
café llevada a cabo por el Centro Internacional de
Investigaciones sobre el Cáncer. Uno de los
consultores era asesor médico de varios gobiernos
de Oriente Medio. Otros ocupaban cátedras en
destacadas universidades y escuelas técnicas (13). El
informe sostenı́a también que entre los consultores
habı́a un editor de la revista The Lancet, y que los
consultores del bufete habı́an creado la única
sociedad cientı́fica interesada por la calidad del aire
en espacios cerrados, Indoor Air International. Este
organismo se concibió para respaldar la postura de la
industria tabaquera en lo relativo a la inhalación
pasiva de humo de tabaco y para intentar por todos
los medios trasladar la responsabilidad de las
enfermedades que padecen las personas que trabajan
en oficinas del consumo de tabaco al diseño y la
ventilación de los edificios. Tras investigar la
aseveración, The Lancet refutó la insinuación de
Covington & Burling de que uno de sus editores
habı́a actuado como consultor de la industria
tabaquera. En 1995, Indoor Air International pasó a
llamarse International Society of the Built Environment. Muchos de sus miembros no conocı́an sus
orı́genes secretos (14). Los documentos revelan el
cı́nico intento de Philip Morris de infiltrarse en
instituciones respetadas y subvertir el proceso
cientı́fico. Refiriéndose a Indoor Air International,
el Director Cientı́fico de Philip Morris Europa
alardeó de que ningún otro recurso habı́a ofrecido a
la industria tabaquera un mejor acceso a la comunidad
cientı́fica, al gobierno y a las instancias decisorias en
materia de cuestiones y normas sobre a la calidad del
aire de lugares cerrados.
Protección de los
derechos empresariales
La industria tabaquera ha recurrido a una combinación de dinero, anticipación de las posibles áreas
problemáticas, alianzas, grupos «tapadera» y tráfico
21
Tabaco
de influencias para defender sin tregua sus intereses
económicos (recuadro 1). No sólo ha opuesto
resistencia a las leyes restrictivas, sino que ha
intentado reestructurar las leyes nacionales e internacionales para ampliar sus derechos y reducir sus
responsabilidades como empresa.
Acopio de información estratégica
Las compañı́as tabacaleras han desarrollado redes
mundiales para detectar, vigilar y seguir la pista de las
Recuadro 1. Tácticas de la industria tabaquera
Táctica
Objetivo
Acopio de información
estratégica
Vigilar las actividades de los
oponentes y las tendencias sociales para prever futuros retos.
Moldear la opinión pública recurriendo a los medios de comunicación para promover posturas
favorables a la industria.
Utilizar las contribuciones a las
campañas para obtener votos y
favores legislativos de los polı́ticos.
Cerrar tratos e influir en los
procesos polı́ticos.
Reclutar expertos supuestamente
independientes y crı́ticos con las
medidas de lucha antitabáquica.
Inducir a creer que existe un apoyo
público espontáneo y de raı́z
popular.
Movilizar a granjeros, minoristas y
agencias publicitarias con el
propósito de influir en la legislación.
Utilizar el poder legal y económico
para hostigar y atemorizar a los
oponentes.
Comprar amistades y respetabilidad social en el mundo de las
artes, el deporte y los grupos
culturales.
Oponerse a las leyes.
Corromper los sistemas polı́ticos
para que la industria pueda
eludir la ley.
Debilitar las polı́ticas de impuestos
sobre el consumo de tabaco y
aumentar ası́ los beneficios.
Utilizar los acuerdos comerciales
para forzar la entrada en mercados cerrados.
Establecer empresas conjuntas
con monopolios estatales y
presionar luego a los gobiernos
para que privatice dichos
monopolios.
Relaciones públicas
Financiación polı́tica
Cabildeo (lobbys)
Programa
de consultorı́a
Grupos de defensa
de los derechos
de los fumadores
Creación de alianzas
Intimidación
Filantropı́a
Litigios
Soborno
Contrabando
Tratados
internacionales
Acuerdos de
fabricación conjunta
22
fuerzas externas hostiles. Su objetivo es localizar,
analizar y neutralizar todo grupo, asunto o tendencia
que pueda perjudicar la imagen de la industria, sus
beneficios o su capacidad de actuar. «En resumidas
cuentas, si no nos enteramos a tiempo de que se está
produciendo una batalla local, no podremos emplear
nuestros recursos para hacer frente a resoluciones
injustas» (15).
El sistema de alerta temprana de la industria
está constituido por sus propios empleados, sus
distribuidores en el mercado mayorista y minorista, y
sus aliados en las empresas de publicidad y de
relaciones públicas. Esta red interviene en las tareas
siguientes: señala en cada paı́s a las organizaciones
que encabezan el movimiento de lucha antitabáquica
y sus actividades; supervisa las conferencias y el
material escrito para identificar las cuestiones que
más interesan a dicho movimiento; y determina qué
paı́ses están estudiando la promulgación de leyes
contra el consumo de tabaco.
La industria ha creado también grupos de
reflexión para trascender los asuntos que preocupan
actualmente a cientı́ficos y médicos y apuntar las
tendencias que dominarán la investigación en el
futuro. Su finalidad es determinar cuáles serán los
principales retos médicos y cientı́ficos que deberá
afrontar la industria tabaquera en el futuro.
Control de la agenda
Pese a que la industria tabaquera invirtió mucho
dinero en sembrar dudas acerca de la nocividad del
tabaco, reconoció que a la larga no podrı́a convencer a
la opinión pública en materia de salud. Por ello, ha
intentado controlar el debate público trasladándolo
del ámbito de la salud a otro más favorable. Ha
descubierto cuestiones que preocupan a la población
y para las cuales puede recabar apoyo, por lo que se ha
erigido en su adalid. Se describe a sı́ misma, pues,
como un puntal de la economı́a al proporcionar
puestos de trabajo e ingresos por impuestos. Es ésta
una reivindicación que los ministros de economı́a y la
opinión pública consideran convincente en tiempos
de austeridad económica. El vicepresidente de Philip
Morris lo resumió con las palabras siguientes: «Los
argumentos basados en la contribución económica
constituyen la piedra angular de las relaciones
públicas de la industria tabaquera. Los datos relativos
a los ingresos de las explotaciones agrı́colas, los
puestos de trabajo, los impuestos, la balanza
comercial, etcétera, constituyen el catecismo de los
grupos de presión de la industria.» La industria
tabaquera enarbola también ideologı́as libertarias que
defienden la libertad de expresión y elección, y utiliza
el argumento del rechazo al Estado paternalista para
ridiculizar las medidas de protección de la salud.
El Banco Mundial ha refutado los argumentos
económicos de la industria tabaquera y ha declarado
que muy pocos paı́ses perderı́an puestos de trabajo
por la reducción del consumo de tabaco. El dinero
que no se gastara en el tabaco podrı́a invertirse en
Boletı́n de la Organización Mundial de la Salud
Recopilación de artı́culos No 4, 2001
Tácticas de la industria tabaquera
cualquier otro ámbito para crear puestos de trabajo en
otros sectores de la economı́a (16).
Los legisladores de muchos paı́ses han rechazado también la postura seudolibertaria de la industria
tabaquera. El derecho de los Estados a proteger la
salud pública ha prevalecido sobre la libertad para
promover productos nocivos (17).
Tráfico de influencias
En septiembre de 1999, un editorial del New York
Times expuso las observaciones siguientes: «Coincidiendo con el acoso de los últimos años a la industria
tabaquera, el Estado de Nueva York ha regalado a los
fabricantes de cigarrillos una zona de seguridad
legislativa. No se han aplicado impuestos extraordinarios sobre los cigarrillos desde 1993, ni tampoco
gravámenes suplementarios a compañı́as tabacaleras
que en otros lugares han debido hacer frente a
aranceles y controles sobre sus peligrosos productos.
Un ambiente tan favorable al humo no surge por
casualidad. De hecho, la industria tabaquera, y en
particular Philip Morris, ha estado asediando a los
legisladores del Estado con regalos y agasajos,
incluidas cenas y entradas a acontecimientos deportivos como las 500 millas de Indianápolis. Ahora,
Philip Morris se ha visto obligada a reconocer que
violó la ley de lobbys del Estado de Nueva York al
minusvalorar (sic) los obsequios que hizo en la ciudad
de Albany. Puede que la empresa no hubiese
reconocido nunca este hecho de no haber sido
porque los registros sobre los gastos en el Estado de
Nueva York figuraban entre los documentos hechos
públicos a raı́z de litigios contra el consumo de tabaco
en otros lugares del paı́s» (18).
Los Estados Unidos son el paı́s donde más
manifiesta es la importancia de las contribuciones a
las campañas polı́ticas, de los lobbys y de la influencia
en los medios de comunicación por parte de las
empresas de relaciones públicas. En Washington DC,
los miembros de los lobbys de defensa de intereses
especiales superan a los congresistas en una proporción de 38 a 1 (19). Además, en todo el paı́s, los
170 000 profesionales de las relaciones públicas
superan en unos 40 000 al número de periodistas.
Las empresas de relaciones públicas generan datos,
opiniones, análisis de expertos, encuestas de opinión
y peticiones para sus clientes empresariales. En un
estudio del año 1990 se comprobó que casi el 40% de
las noticias de un diario representativo de los
publicados en los Estados Unidos procedı́a de
comunicados de prensa (20).
Además de alimentarse con propaganda de la
industria tabaquera, hay secciones de los medios de
comunicación que son cómplices voluntarias de ésta
por propio interés. Los medios que más dependen de
la publicidad de tabaco son los que menos probabilidades tienen de informar negativamente sobre
cuestiones relacionadas con el tabaco. «Los medios
de comunicación aprecian el dinero que reciben por
nuestros anuncios,» afirma una memoria de Philip
Boletı́n de la Organización Mundial de la Salud
Recopilación de artı́culos No 4, 2001
Morris, «y son un aliado que podemos y debemos
explotar» (21).
Un ejemplo de cómo utiliza Philip Morris los
medios de comunicación para derrotar una ley contra
el consumo de tabaco se dio en la Argentina. El 30 de
septiembre de 1992, el Parlamento argentino aprobó
una ley que prohibı́a los anuncios de tabaco y
restringı́a su consumo en lugares públicos. Sin
embargo, el 5 de octubre, la industria tabaquera
convocó una sesión de trabajo a puerta cerrada con
propietarios de medios de comunicación, figuras del
deporte, ejecutivos de empresas de publicidad y otras
partes interesadas para crear un clima en el que el veto
presidencial fuera polı́ticamente aceptable. El resultado fue que entre el 1 y el 15 de octubre aparecieron
en diarios y revistas 129 artı́culos, de los que 105 eran
favorables a los argumentos de la industria tabaquera.
El 13 de octubre, el presidente Menem vetó la ley (22).
Cuando el propio interés no es suficiente para
obtener una cobertura favorable en los medios de
comunicación, la industria tabaquera no teme recurrir
a la coacción. En 1996, R&R Tobacco, el mayor
fabricante de cigarrillos de Sudáfrica, retiró todos sus
anuncios del diario The Star a raı́z de un editorial que
apoyaba la regulación de la publicidad del tabaco.
Ésta fue una clara advertencia a los medios de
comunicación para que no se opusieran a los intereses
de la industria tabaquera.
La industria tabaquera ha utilizado también su
poder económico para anular la promulgación de
leyes. En los Estados Unidos de América, declaró
haber gastado más de US$ 43 millones durante la
primera mitad de 1998 en presionar contra la
legislación federal antitabáquica patrocinada por el
senador John McCain. La campaña publicitaria de la
industria tabaquera contra el proyecto de ley fue, en
palabras de la decana de la facultad de Comunicación
de la Universidad de Pensilvania, Kathleen Hall
Jamieson, la más cara de las campañas prolongadas de
defensa de intereses emprendidas en los Estados
Unidos. Añadió que los anuncios publicitarios
deformaban los hechos y confundı́an a la población.
Pero sus argumentos quedaron prácticamente sin
respuesta por parte de los grupos de protección de la
salud en el importantı́simo campo de batalla de la
televisión. Recurriendo a su táctica clásica basada en
trasladar el debate del ámbito de la salud a las
consideraciones sobre el excesivo peso del Estado, de
la burocracia y de los impuestos, la industria
consiguió que el proyecto de ley saliese derrotado,
pese a que era ampliamente apoyado por el Congreso
y por la opinión pública.
En respuesta a las acusaciones de que las
presiones ejercidas contra la ley McCain constituı́an
un abuso masivo de poder empresarial, un portavoz
de Philip Morris declaró: «El sistema polı́tico
estadounidense se basa en el ejercicio libre y abierto
de las libertades amparadas por la Primera Enmienda.
Philip Morris es un ciudadano activo que participa en
el proceso polı́tico mediante la manifestación de
nuestras opiniones sobre cuestiones que afectan a
nuestros negocios» (23). Por otra parte, un comenta23
Tabaco
rista de televisión realizó la cruda interpretación que
sigue de la Primera Enmienda: «Usted puede decir lo
que quiera, pero si de verdad desea que le escuchen,
tendrá que soltar mucho dinero» (24).
En el recuadro 2 se reproduce un documento
de la industria en el que se exponen abiertamente los
objetivos y técnicas utilizados por la industria
tabaquera para contrarrestar las acciones de sus
opositores.
Códigos voluntarios
y leyes preventivas
Cuando la presión aumenta y la promulgación de
leyes parece inevitable, la primera lı́nea de defensa de
la industria tabaquera consiste en proponer un
acuerdo voluntario, sobre todo en lo relativo a la
publicidad del tabaco. La industria afirma que bastará
con la autorregulación en lugar de una legislación
estatal, y da garantı́as tanto de que todos los
fabricantes acatarán lealmente las disposiciones del
acuerdo voluntario como de que la propia industria
velará por su correcto cumplimiento. Este proceder
tiene la doble ventaja de hacer que parezca que la
industria comprende el problema, y de presentar a
quienes proponen la ley como bienintencionados,
pero equivocados.
Estos acuerdos les parecen atractivos a los
gobiernos, pero han fracasado repetidas veces por la
sencilla razón de que no están pensados para tener
éxito. Las sanciones por infracciones son escasas o
faltan por completo. Los términos empleados en los
acuerdos parecen impresionantes, pero en la práctica
permiten interpretaciones que favorecen a la industria tabaquera. Los acuerdos no cubren algunos de los
peores excesos de la industria. Por ejemplo, pueden
prohibir los anuncios dirigidos a los niños, pero
permitir el patrocinio de acontecimientos deportivos
y conciertos de rock (25).
En 1967, el senador Robert Kennedy hizo el
siguiente comentario sobre los acuerdos voluntarios
con la industria tabaquera: «Durante algunos años
hemos presenciado la farsa de una pretendida
autorregulación. Los códigos de dicha autorregulación han sido muy ineficaces, y abrigo pocas
esperanzas de que la situación cambie» (26).
La industria también presiona para que se
promulguen leyes preventivas que protejan sus
intereses. El Tobacco Institute alardeó de que en
1989 habı́a promovido 53 leyes que amparaban los
derechos de los fumadores en 28 Estados. En total,
logró que se aprobaran 53 leyes que protegı́an los
derechos de los fumadores en 28 Estados (27).
Estos proyectos de ley están pensados para
proteger los derechos de los fumadores al solicitar
que se dispongan en edificios de propiedad pública
áreas en las que esté permitido fumar, lo que
convierte el consumo de tabaco fuera de las horas
de trabajo en un derecho civil para los empleados, e
impide que los gobiernos locales aprueben ordenanzas antitabáquicas más enérgicas. Una razón para la
24
Recuadro 2. Algunas tácticas explicadas por un grupo
de trabajo de la industria tabaquera (15 )
Contramedida básica de tipo 1: contramedidas
referidas a leyes concretas
Breve descripción
Este tipo de contramedida, muy tradicional, se lleva a cabo cuando
los grupos responsables de legislar estudian leyes concretas. Las
contramedidas adoptan la forma de cabildeo.
Objetivos y grupos a los que va dirigida
Los objetivos consisten por lo general en bloquear, invalidar,
modificar o retrasar la ley en trámite. En algunas situaciones más
complejas, la industria toma iniciativas para derogar o enmendar a
su favor la legislación, en particular la relacionada con los
impuestos. Los grupos que están en el punto de mira de este tipo de
contramedidas son los legisladores y sus colaboradores, ası́ como
los grupos de defensa de intereses de otras industrias que podrı́an
convertirse en aliados temporales de la industria tabaquera.
Técnicas utilizadas
Se utilizan todas las armas del arsenal de los grupos de presión,
como las declaraciones testimoniales, los documentos de
posición, las cartas o contactos y, la más básica de todas, es
decir, el debate personal entre los representantes de la industria y
los legisladores.
Contramedida básica de tipo 5: contramedidas
relativas al clima de la opinión pública
Breve descripción
Es muy probable que la importancia de este tipo de contramedidas
aumente en los próximos años, porque la industria se enfrenta a
una hostilidad cada vez mayor por parte de la opinión pública.
Hasta la fecha, la industria no se ha dirigido demasiado a la
población general para plantearle cuestiones relacionadas con el
hábito de fumar. Sin embargo, incluso las mejores iniciativas en
terrenos como los de la legislación, la reglamentación y las
campañas electorales pueden estar condenadas al fracaso si la
opinión pública sigue aumentando la presión sobre las válvulas de
seguridad de carácter legislativo y regulador utilizadas tradicionalmente por la industria tabaquera.
Objetivos y grupos a los que va dirigida
Algunos de los objetivos clave consisten en convencer a la
población general de lo siguiente:
.
Su salud no corre peligro por el hecho de que otros fumen.
.
Fumar es una elección personal.
.
La mejor forma de tratar los problemas relacionados con el
consumo de tabaco es la acción privada voluntaria, no los
decretos públicos.
.
Los fumadores son miembros constructivos de la sociedad.
.
El fanatismo de los antifumadores es el germen de todos los
problemas sociales del consumo de tabaco.
En esta área, las contramedidas van dirigidas a los segmentos de
fumadores y no fumadores de la población general, no ası́ a los
antifumadores, ya que la experiencia ha demostrado que con ellos
no se consigue gran cosa.
Técnicas empleadas
La industria instila sus opiniones en los medios de comunicación
general y en los programas de entretenimiento. En algunos casos
utiliza medios y técnicas más especializados para llegar a grupos
sociales de liderazgo, los denominados precursores, que tienden a
moldear la opinión pública. Los métodos adoptan concretamente la
formadepublicidadpagada,aparicióndeportavocesdelaindustria
en los medios de comunicación, editoriales y noticias cuidadosamente redactados, reuniones informales con periodistas y muchas
otras técnicas tradicionales de relaciones públicas.
Boletı́n de la Organización Mundial de la Salud
Recopilación de artı́culos No 4, 2001
Tácticas de la industria tabaquera
defensa de los derechos de los fumadores por parte
de la industria tabaquera fue expresada por un
cientı́fico de RJ Reynolds en una memoria interna:
«Para nuestra industria, los efectos presentes y
futuros del problema del humo de tabaco ambiental
están claros. Las restricciones al consumo de tabaco
limitan el tiempo de que disponen los consumidores
para disfrutar de nuestros productos. En pocas
palabras, un cigarrillo que no se fuma es un cigarrillo
que no se vende.»
Con gran habilidad, la industria ha sabido
también sacar provecho de las propias normativas
antitabáquicas. Aceptó por fin colocar etiquetas de
advertencia en los paquetes de cigarrillos vendidos en
los Estados Unidos, y lo hizo en parte para evitar una
legislación estatal de etiquetado más lesiva, pero
también para protegerse frente a los pleitos en
demanda de indemnizaciones por la muerte o la
incapacidad de individuos fumadores. Las etiquetas
advierten de los riesgos que entraña el consumo de
tabaco, por lo que, ante cualquier efecto nocivo, se
puede decir que los fumadores consienten en dañar
su propia salud.
Apertura de mercados por medio
de sanciones comerciales y corrupción
Históricamente, los Estados Unidos han visto en los
paı́ses con bajos ingresos un valioso mercado para la
exportación y han contribuido a abrirlo a los
cigarrillos estadounidenses. Esta ayuda adoptó la
forma de coacción en la década de 1980, cuando se
recurrió a la amenaza de las sanciones comerciales
para abrir mercados en China (provincia de Taiwán),
el Japón, la República de Corea y Tailandia (28). Entre
1975 y 1985, las compañı́as tabacaleras estadounidenses presionaron al Japón y a otros paı́ses de la
región del Pacı́fico Occidental para que retiraran las
barreras comerciales a la importación de cigarrillos
extranjeros, pero tuvieron poco éxito. En 1986, el
Gobierno de los Estados Unidos se hizo cargo de este
asunto a instancias de la industria tabaquera.
Amenazó con represalias en forma de aranceles a
las exportaciones japonesas de productos textiles y
repuestos de automóviles si no se ampliaba el acceso
de los fabricantes estadounidenses de cigarrillos a los
mercados japoneses. Para proteger sus exportaciones, el Gobierno japonés capituló y retiró los
aranceles y otras restricciones que afectaban a los
cigarrillos extranjeros. En un año, el Gobierno de los
Estados Unidos logró lo que la industria tabaquera no
habı́a conseguido en 10 años. Durante el mes
siguiente a la decisión tomada por el Japón, la
República de Corea y Tailandia abrieron también sus
mercados al tabaco estadounidense (28).
En el Reino Unido, The Observer reveló en 1996
que BAT estaba ganando influencia sobre la
distribución de la ayuda británica a paı́ses extranjeros
como parte de una campaña para proteger sus
lucrativos mercados en el mundo en desarrollo. Una
investigación de ese diario descubrió una red de
Boletı́n de la Organización Mundial de la Salud
Recopilación de artı́culos No 4, 2001
vı́nculos entre la compañı́a tabacalera, organismos
oficiales de ayuda internacional y parlamentarios muy
conocidos, destinada a impulsar los objetivos de la
empresa en los paı́ses en desarrollo. En el centro de la
red de ayuda de BAT en el extranjero se encontraba
su nuevo presidente, lord Cairns. El año anterior
habı́a sido nombrado presidente de Commonwealth
Development Corporation, un organismo que realiza
inversiones por valor de US$ 1500 millones en los
paı́ses pobres (29).
Las compañı́as tabacaleras estadounidenses
han utilizado métodos todavı́a más cuestionables
para aumentar su influencia en otros paı́ses. En la
década de 1970, RJ Reynolds pagó US$ 6 millones en
concepto de sobornos a funcionarios de segundo
rango de gobiernos extranjeros (30). Philip Morris ha
admitido haber realizado pagos a funcionarios de
gobiernos extranjeros «con objeto de acelerar los
trámites administrativos». Documentos internos de
la empresa revelaron que se pagaron US$ 16 000 a un
funcionario de hacienda de la República Dominicana
a cambio de una resolución favorable, y que en los
últimos años se habı́an dedicado US$ 12 000 a forzar
la promulgación de una ley importante. Las contribuciones a la campaña presidencial se elevaron a
US$ 200 000 aproximadamente (31).
En fechas más recientes, Philip Morris se ha
visto implicada en un grave escándalo relacionado
con la financiación de la campaña electoral del mayor
partido polı́tico de la República Checa, la Alianza
Cı́vica Democrática. En 1998, Philip Morris y dos
compañı́as checas canalizaron presuntamente donaciones a la Alianza a través de una empresa ficticia.
Cuando el escándalo estalló, el ministro de medio
ambiente se vio obligado a presentar la dimisión (32).
Probablemente nunca llegue a conocerse toda
la magnitud de la corrupción. La coartada general
utilizada por las empresas consiste en afirmar que, al
sobornar a los funcionarios, lo que hacen es adaptarse
a las normas éticas locales. En realidad, contribuyen a
socavar la estabilidad de las instituciones polı́ticas y la
economı́a en su propio beneficio.
Enfrentamiento inminente con
la Organización Mundial de la Salud
En mayo de 1999, la Asamblea Mundial de la Salud
autorizó por unanimidad a la OMS a llevar adelante el
Convenio Marco para la Lucha Antitabáquica
(CMLAT). Será el primer tratado de salud pública
del mundo, y podrı́a tener una repercusión histórica
en el consumo del tabaco a nivel mundial.
Aunque según se prevé no será adoptado hasta
por lo menos el año 2003, el CMLAT ya ha sido
atacado por las compañı́as tabacaleras. Lo consideran
un desafı́o sin precedentes a la libertad de la industria
para seguir haciendo negocio. Las primeras y
previsibles andanadas fueron las siguientes: 1) «No
se ha consultado a la industria tabaquera.» Esa
petición de diálogo permite a la industria presentarse
como responsable, adaptable y comprensiva. Sin
25
Tabaco
embargo, el objetivo es oponerse a la regulación de
sus productos; se busca el diálogo para promover la
inacción y mermar la eficacia de las medidas
propuestas. 2) «El verdadero plan es prohibir los
productos del tabaco.» El CMLAT no plantea
prohibir el tabaco, pero la industria tabaquera gusta
de alimentar el espectro de la prohibición. Un
documento de la industria recomienda la retórica de
la prohibición por ser un instrumento eficaz para
oponerse a las medidas antitabáquicas. La intención
es describir a la OMS como fanática, cuando en
realidad esta Organización está proponiendo lı́mites
responsables a la comercialización, venta y distribución de un producto que mata cada año a cuatro
millones de personas. 3) «La OMS está generando
más burocracia y reglamentación en un área
normativa en la que los gobiernos nacionales tienen
competencia.» Las multinacionales han desarrollado
una táctica común de todo el sector para oponerse a
las legislaciones y regulaciones gubernamentales,
pero rechazan sin embargo que la OMS formule
una respuesta internacional a un problema igualmente internacional.
Conclusión
En algún momento del siglo XXI, la batalla entre la
salud pública y la prosperidad empresarial deberá
inclinarse a favor de la primera. Cabe prever que los
costos económicos, sociales y sanitarios seguirán
aumentando hasta que ningún gobierno podrá negar
o ignorar el daño causado. Cuando esto ocurra, la
epidemia de tabaquismo deberı́a terminar. Queda por
saber con qué rapidez se llegará a ese punto y qué
precio se habrá pagado en vidas humanas.
Los medios para combatir la epidemia están a
nuestro alcance. Según el Banco Mundial, para lograr
una reducción eficaz de la demanda, los gobiernos
pueden elevar los impuestos sobre los cigarrillos,
prohibir los anuncios y las promociones de productos
del tabaco, y proporcionar información sobre los
riesgos del hábito de fumar para la salud. El Banco ha
instado a todos los paı́ses a que adopten esas medidas
y ha indicado que no es probable que una polı́tica
general de lucha antitabáquica perjudique a las
economı́as.
Sin embargo, no basta con disponer de polı́ticas
eficaces: es indispensable la voluntad de la sociedad
para aplicarlas. Se debe convencer a los gobiernos con
recursos financieros limitados de que las polı́ticas de
lucha antitabáquica conducirán a un crecimiento y un
desarrollo sostenibles. También es necesario persuadir a los gobiernos para que otorguen prioridad a la
prevención de la epidemia en los paı́ses en donde su
repercusión aún no se ha manifestado plenamente.
La dificultad de estas tareas se ve agravada por
las actividades de la industria tabaquera. La lección
26
evidente de los últimos 50 años es que la industria no
está dispuesta a actuar responsablemente. Sin
embargo, conserva una pátina de respetabilidad. Se
presenta a sı́ misma como una fuente de ingresos,
proveedora de puestos de trabajo, patrocinadora de
las artes y los deportes, defensora de la libertad y
suministradora de placer. No se la percibe como
traidora de la confianza de sus clientes, como una
influencia corrupta sobre los gobiernos o como
responsable de inducir una adicción en los niños. Para
poder desarrollar actividades eficaces de lucha antitabáquica hay que garantizar primero la veracidad y
transparencia de la información sobre el producto de
la industria.
Se deberı́a imponer a las compañı́as tabacaleras las condiciones siguientes: 1) En todos los
mercados deberı́a hacerse público lo que las
empresas tabaqueras sabı́an sobre la nocividad y la
capacidad adictiva del tabaco, el momento en que lo
supieron y cómo respondieron. 2) Habrı́a que
garantizar a los fumadores los derechos básicos del
consumidor reconocidos internacionalmente, incluidos los siguientes: el derecho a la seguridad tanto
para los usuarios como para los no usuarios; aunque
no existe el cigarrillo inocuo, deberı́a intentarse una
estrategia de reducción de la nocividad procurando
limitar todo lo posible la toxicidad de los productos
del tabaco; el derecho a estar plenamente informado,
incluido el derecho a no recibir información falsa; el
derecho a elegir, incluido el derecho a dejar de
utilizar el producto (es decir, a recibir ayuda para
superar la adicción); el derecho a ser escuchado; el
derecho a la compensación por daños; el derecho a
un entorno sano. 3) Deberı́an declararse todas las
contribuciones a los polı́ticos y los partidos, y
deberı́an revelarse todas las sumas pagadas a
miembros de lobbys, consultores y otros grupos
con el propósito de influir en las polı́ticas públicas.
4) Deberı́an disolverse todas las asociaciones comerciales de la industria tabaquera y otras agrupaciones creadas con la finalidad de engañar a la
población acerca del daño que causa el hábito de
fumar. 5) Deberı́a velarse por el cumplimiento de las
leyes anticorrupción y antimonopolio. 6) No
deberı́an concederse exenciones fiscales a actividades como la defensa de intereses, la publicidad, las
contribuciones a los partidos polı́ticos o las
presiones de lobbys, puesto que no deberı́an
considerarse costos normales de la actividad
empresarial. 7) No deberı́an organizarse misiones
gubernamentales para oponerse a la reglamentación
antitabáquica adoptada por los responsables de la
salud pública de otros paı́ses. 8) Las ayudas al
desarrollo no deberı́an destinarse nunca a financiar
una mayor producción de tabaco. 9) No deberı́a
utilizarse ningún acuerdo mundial de comercio para
fomentar el debilitamiento de las disposiciones de
salud pública sobre el tabaco. n
Boletı́n de la Organización Mundial de la Salud
Recopilación de artı́culos No 4, 2001
Tácticas de la industria tabaquera
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