I misionero Glpuchino Joaquín de Finestrad tuvo un imporante papel en la obra de pacific,lCiÓn :le las comunidades que particip,lron n la RebeliÓn de los Comuneros de 781. En desarrollo de esta actividad oncibiÓ su libro El Vasallo 11l~lrllid() ('11 '1 estlldo dd NII('('o Reil/o dl' Gral/mili ,1/ '1/ SIIS r('specti(,iI~ obligilCiolu's, el cual se 'rige corno una reivindiGlCi6n de la 110narquÍa espailotl )' como una rounda condena de la stlbll'v,l(iÓn, H,llida cuenta de las diferenci,ls la obra ie Finestrad, escrita en la década de 780, puede compar<lrse con aquélla 'scrita por Edmundo Burke innll'diaamente despul;s de lel I\l'\pllll'j(ín r<lncesa, la cU<llle proporcionÓ ,1 las -orrientes consl:'rvadoras los princilios ideolÓgicos en qué apo)',lrse. 'egtín el testimonio de Antonio N,lri10 la figura de Finestrad en l'l oriente ll'ogranadino suscitÓ sentimientos de lostilidad en l'l seno de sus pobbdo-es por las medidas ,lutoritarias que doptÓ, entre ellas, 1.1deport,lCiÓn dl' Tentl's comprometidas en 1,1rebeliÓn las regiones mineras de Antioqui,l. ,1 vida del prediGldor Glpuchino en ,1 Nuevo Reino de Granada tcrminlí 'on la instauraciÓn por parte del triunal del Santo Oficio de CMt,lgena e Tndi<ls de un proceso en su contra lor el cargo de "confesor solicitante". EL VASALLO INSTRUIDO EN EL ESTADO DEL NUEVO REINO DE GRANADA Y EN SUS RESPECTIVAS OBLIGACIONES Fr. Joaquín de Finestrad , EL VASALLO INSTRUIDO '. EN EL ESTADO DEL NUEVO REINO DE GRANADA S~, y EN SUS RESPECTIVAS OBLIGACIONES \ Fr. Joaquín de Finestrad Transcripción e Introducción Por MARGARITA GONZÁLEZ I Universidad Nacional de Colombia Facultad de Ciencias Humanas González. Margarita, 2001 El vasallo instruido en el estado del Nuevo Reino de Granada y en sus respectivas obligaciones, Margarita González, Bogotá, D.e. Universidad Nacional de Colombia, Facultad de Ciencias Humanas, 2001 408 páginas ISBN: 958-8063-05-1 1. Historia Nuevo Reino de Granada 2. Vasallaje 3. Revolución de los comuneros 4. Principios de la monarquía española 5. Legitimidad del dominio español r\ La presente edición, 2000 © Facultad de Ciencias Humanas Universidad Nacional de Colombia Ciudad Universitaria, Bogotá D.e. ISBN: 958-8063-05-1 Diseño de portada y armada eléctronica Mauricio Melo González maurmelo@colomsat.net.co Impresión EDITORA GUADALUPE LTDA Cra. 42 No. lOA-57 Teléfonos: 562 7250 - 269 0788 Bogotá, D.e., Colombia Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser reproducida ni en su todo ni en sus partes, ni registrada en o transmitida por, un sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún medio sea mecánico, fotoquírnico, electrónico, magnético, electroóptico, por fotocopia o cualquier otro, sin el penniso previo por escrito de la editorial. INTRODUCCION LA REBELION COMUNERA DE 1781 La rebelión comunera de mediados de 1781 fue el alzamiento social más importante ocurrido en el Nuevo Reino de Granada durante los tres siglos de dominación española. Su antecedente más inmediato fue la sublevación de 1780 en el Perú comandada por Tupac Amaro, quien fuera ajusticiado bárbaramente e131 de mayo del año siguiente. Estos movimientos al igual que otros anteriores, de menores proporciones, fueron motivados inicialmente por el establecimiento de nuevas contribuciones fiscales. Rafael Gómez Hoyos ha realizadó-en su obra el estudio de algunos de los levantamientos granadinos que precedieron al de 1781 causados también por la implantación de impuestos. Entre ellos se cuentan el de Tunja, ocurrido en 1592, con motivo del establecimiento por parte de Felipe II de la Alcabala; el de 1641, acaecido nuevamente en Tunja luego de la creación del derecho de Armada de Barlovento y, finalmente, el de Puente Real de Vélez, el que se registró en 1740 al establecer el Virrey Sebastián de Eslava la recaudación de un préstamo forzoso para afrontar los gastos de la guerra de España contra Gran Bretaña.! John Leddy Phelan retorna en su libro El Pueblo y el Rey2 estos momentos de la historia fiscal del Reino para mostrar cómo al tiempo que se provocaba la protesta del pueblo se iban fijando pautas de lo que el autor denomina la "constitución no escrita" que se impuso en la Nueva Granada y que consistía en una especie de acuerdo entre la corona y los pobladores de la colonia Rafael Gómez Hoyos. La Revolución Granadina de 1810. Ideario de una generación y de una época: 1781-1821,2 tomos, Editorial Temis, Bogotá 1962, T I, p.155-161. JoOOLeddy Phelan. El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia: 1781, Carlos Valencia Editores, Bogotá 1980. Este libro es, junto con el de Mario Aguilera (Los comuneros: guerra social y lucha antícolonial, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá 1985) uno de los más documentados sobre la Rebelión de los Comuneros. EL VASALLO INSTRUIDO 8 por medio del cual la fijación de impuestos no podía realizarse en forma inconsulta. Phelan expresa su tesis en los términos siguientes: "Las revueltas de 1592 y 1641 le dieron un aporte sustancial a la evolución de la "constihIción no escrita" de la Nueva Granada. Si bien se preservó efaéreCho final dé'la corona a imponer nuevos gravámenes, el modo de imponerlos quedó sujeto a significativas restricciones. En primer lugar, los súbditos del rey tenían el derecho de petición ante la corona para que los reconsiderara. Segundo, la burocracia tuvo que emprender una campaña intensa para persuadir a los pobladores en tomo a tales medidas, lo que implicaba cierta forma de asentimiento por parte de los gravados. Tercero, los impuestos nuevos eran materia de negociación, y la corona estaba comprometida informalmente con el principio de hacer concesiones al interés regional. En la crisis de 1778-81, el regente visitador general Juan Francisco Gutiérrez de Piñeres violó todos y cada uno de estos procedimientos tradicionales, no por informarles menos eficaces.3 !:~gargas tribu~arias impuestas por el regente consistían en elaumento deJós precios de los productos de los monopolios reales del tabaco y del aguardiente (1779) y en la ampliación del número de productos que debían pagar el derecho de Alcabala (1780). Pero la medida fiscal que más descontento produjo entre los contribuyentes fue la separación del derecho de Armada de Barlovento (un impuesto sobre el comercio exterior) del cobro del derecho de Alcabala; dicha separación fue interpretada como la implantación de un nuevo impuesto. El Virrey Florez mostró su preocupación por los efectos que las medidas del regente podían causar y advirtió que estas últimas estaban llamadas a desatar una reacción social desfavorable. Lejos de ser tenido en cuenta su punto de vista se le ordenó apoyar a Gutiérrez de Piñeres en sus reformas. AlIado de la nueva política fiscal el regente visitador fomentó en el Nuevo Reino la sustitución de funcionarios criollos por peninsulares. Esto produjo el más grande encono"entre 3 J. L. Phelan, Op.cit., p.l04. Un estudio que aborda el tema es el artículo de Anthony McFarlane: "Ovil Disorders and Popular Protests in Late Colonial New Granada", en Hispanic American Historical Review, 64 (1), p.17-54, Duke University Press 1984. Según el autor, la Rebelión de los Comuneros de 1781 y la de Tupac Amaro de 1780-82, fueron la expresión de un clima endémico de rebelión social en muchos lugares del imperio español a finales del siglo xvrn. INTRODUCCIÓN aquellos servidores locales quienes durante el período 1700-1760 habían experimentado un auge en el desempeño de cargos administrativos. En la Rebelión de los Comuneros puede distinguirse una primera fase, comprendida entre el 16 de marzo y el 16 de abril. Fue en la primera fecha en la que Manuel.a Belí!~ dió comienzo a un motín en El Socorro rompiendo el edíaó que anunciaba el aumento de impuestos y la creación, según la interpretación del pueblo, del nuevo gravamen de Barlovento. El tumulto que se formó avanzaba gritando: "Muera el regente!", "Muera el Fiscal Moreno!". Las autoridades tomaron entonces la determinación de suspénder la cobranza del impuesto de Barlovento. El7 de abril tuvo lugar un hecho significativo en el desarrollo de la rebelión: el español José García de Heras declaró ante el Receptor de la Real Audiencia haber hallado en la madrugada de aquel día, fijado en uno de los postes del Puente de San Francisco, el famoso "pasquín" en verso que injuriaba al regente y a los dos funcionarios criollos responsables de una serie de medidas; económicas y sociales ql!e_afectabangravemente a la población india, de los resguardos de la región oriental del Reino. (Supresión de resguardos, agregación de pueblos, separación de los indios de la explotación de las minas de sal de Nemocón y Zipaquirá). Eran ellos el Fiscal Moreno y Escandón y el Corregidor Campuzano. El escrito, llamado por los sublevados "cédula del pueblo" y "nuestra cédula", fue leído en El Socorro el 16 de abril y bajo su inspiración se volvió a amotinar el pueblo, 10 cual determinó, ante la magnitud de los acontecimientos, que se nombrarán líderes del movimiento de los cuales había carecido éste hasta el momento. Se iniciaba así una segunda fase del mismo. Lo más sorprendente es que los últimos cuatro versos del pasquín presagiaban, con algo más de dos meses de anticipación, J la visita pastoral que habría de realizar el Arzobispo Caballero y Góngora junto con tres frailes capuchinos, entre ellos Joaquín de Finestrad, y otros franciscanos, a las regiones que se habían rebelado con el fin de conseguir su pacificación. La pobreza estética de los versos contrasta con la aguda ironía dirigida contra los miembros del clero. Rezan así las sarcásticas estrofas: "Allá los capuchinos también van a sosegaros a fuerza de misiones, EL VASALLO INSTRUIDO 10 que es la orden infalible que les dan Aquestos tribunales superiores, si prontos a las órdenes están. Sin duda que el asunto en sus sermones Será la persuación con voz sumisa De que es muy justo que os roben la camisa. "Por bien de vuestras almas no ha de ser Que les mandan que vayan a misión, Sino porque dejéis establecer Alcabalas, estancos y pensión. y así bueno será el atender A lo demás que explique su sermón; Pero en tocando a pechos y derechos Tapar los oídos y presentar los pechos. "Porque eso era sin duda persuadirte De que es lícito robar con capa real, y fuera pretender el convertirse Al estado de culpa muy mortal. Con que advierte, y no dejes confundirte Con que el Rey puede pechos entablar. Mira que es robo; y mira que tu hecho Es santo, es justo, es natural derecho. "Y pues ya te has resuelto a declarar Que te hallas con los pechos sofocado, No vayas a dejarte enharinar Con que ya de la Armada estás librado, (Barlovento) Sino que o todos se tienen que quitar, O Tú has de mantenerte rebelado, O que a lo menos, aunque el Reyno pierda, Que queden todos como los dejó Cerda."4 4 Pablo E. Cárdenas Acosta. El Movimiento Comunal de 1781 en el Nuevo Reino de Granada. Reivindicaciones Históricas, 2 tomos, Editorial Kelly, Bogotá 1960, TI, p.129-130. Este autor halló el documento del "pasquín" en el Archivo de Indias. Se dice que su autor pudo ser el Marqués de San Jorge. 1NTR0DucaóN 11 Para Finestrad, autor de El Vasallo Instruido en el estado del Nuevo Reino y en sus respectivas obligaciones5, el anónimo autor del "pasquín" es la despreciable figura del "nuevo filósofo", entendida como fruto ideológico del siglo XVIII. '\ Con el tumulto del 16 de abril en El Socorro comienza, como ya lo indicamos lo que po'dría-considerarse una segunda fase del movimiento de los Comuneros. Hasta ese momento los criollos granadinos de las provincias de oriente se habían mantenido al margen de las protestas populares a pesar de que, como los individuos de todos los estados sociales, se veían lesionados en sus intereses por la política impositiva de Carlos III. "Pero el16 de abril la insatisfacción popular había alcanzado tal intensidad que los patricios pensaron que sus bienes y sus vidas estaban en peligro salvo que se adhirieran al movimiento. La decisión de los nobles se vio reforzada además con las firmes promesas de apoyo por parte de círculos descontentos de criollos santafereños, expresadas en la forma concreta de nuestra cédula".6 Interpreta Phelan que en "una sociedad tradicionalista (las muchedumbres) miraban hacia las clases altas en busca de comando y orientación, sabiendo instintivamente que la cancelación de los nuevos impuestos y el retorno a «los buenos tiempos» de antaño no se producirían si las élites no se incorporaban a su causa" .7 Así, el 18 de abril se produjo en El Socorro el nombramiento de Juan Francisco Berbeo como "jefe" de la "empresa", nombramiento que éste condicionó a la elección como capitanes 5 6 7 Fr. Joaquín de Finestrad. El Vasallo Instruido en el estado del Nuevo Reino de Granada y en sus respectivas obligaciones; libro manuscrito que reposa en la "Sala de Libros Raros y Curiosos" de la Biblioteca Nacional de Bogotá bajo el código: M198; costa de trece capítulos y fue escrito en 1789. Como se indica en la Nota al Texto, la obra en cuestión fue editada parcialmente, en 1905, (caps.I-VIII) por Eduardo Posada en la compilación recogida bajo el título Los Comuneros; el motivo expresado por Posada para justificar la exclusión de la edición de los últimos cinco capítulos (IX-XIII) es la falta de interés histórico de los mismos, afirmación que resulta sorprendente proviniendo de un historiador. Phelan ha sido el único autor en registrar este hecho, recalcando que, muy por el contrario, los capítulos no editados son aquellos que revisten el más alto interés. De esta aclaración de Phelan nació nuestro deseo de indagar sobre el estado del manuscrito y la decisión de publicar la totalidad del texto. J. L. Phelan, Op.cit., p.103. Idem. 12 EL VASALLO INSTRUIDO generales del Socorro a cinco individuos más: Joaquín de Vega, Diego Ardila (sustituido luego por Francisco Rasilla), José Antonio Estévez, Antonio José Monsalve y Salvador Plata. De su reunión se formó una Junta que se llamó Común.8 Plata trató por todos los medios de no aceptar el cargo que se le otorgaba y llegó a fingirse loco para ser exonerado de la dignidad de capitán. Meses más tarde, cuando los jefes de la insurrección capitularon y cuando José Antonio Galán continuó solo en la lucha, Salvador Plata ofreció a las autoridades coloniales financiar de su propio peculio y llevar a cabo la expedición contra el comunero, cosa que efectivamente hizo apresándolo el 13 de octubre de 1781, luego de lo cual el reo fue ajusticiado el10.de febrero de 1782.9 El mismo día de la elección de los capitanes del Socorro (18 de abril), Plata y el resto de capitanes del Socorro nombrados por el pueblo procedieron a firmar una protesta notarial para poder exhibir, en su debido momento, documentos que los eximieran de toda culpabilidad en lo concerniente a la fidelidad al rey.1O La Junta conformada en El Socorro asumió elliderazgo de la rebelión y para la organización militar del movimiento se dispuso 9 10 Manuel Briceño. Los Comuneros. Historia de la Insurrección de 1781, Bogotá 1880, p.26. Este libro es uno de los primeros en tratar de la Rebelión de los Comuneros. Horacio Rodríguez Plata. "Episodios de la Revolución de los Comuneros. ¿Quién fue Don Salvador Plata?", en Boletín de Historia y Antigiiedades, Bogotá, 44 (1957): p.366-79. En este artículo el autor trata de reivindicar la imagen de Salvador Plata y de otros capitanes. Su razonamiento, el cual comparte Phelan, es que ni Plata ni los capitanes del Socorro y de otros lugares se proponían liderar el movimiento popular de los socorranos. "Así -afirma- muchos de los capitanes fueron revolucionarios a palos". (p.377). El artículo termina con esta asombrosa idea: "Por ser leal a esos principios (al Rey y a la Religión) también respetables, que pierda sitio (Salvador Plata) en la historia de la emancipación americana, que acaso lo gane algún día en la de los fieles súbditos de la España del siglo XVIII". (p.379). Uno de los documentos que sustentan este hecho se encuentra publicado en la mencionada obra de P.E. Cárdenas Acosta, T 1, p.139-140: "Que por todo lo referido, temerosos de recibir la muerte con sus familias, a manos de los tumultuarios, y por éstos violentados y contra su voluntad, sin que se entienda incurrir en la fea nota de traidores al Rey (que Dios guarde), y antes sí por ver si con el comando en que les constituyen, pueden por medios lícitos y suaves, contener, sosegar y subordinar a los abanderizados, admiten tal nombramiento bajo esta exclamación, que en tiempo hacen en debida forma, sobre que el consentir en ello no les sea mancha, ni deshonor a sus buenas circunstancias y fidelidad a nuestro Soberano". !NTRODucaóN 13 v que en todas las poblaciones sublevadas se nombraran capitanes y se organizaran Comunes los cuales debían estar constituidos por un número que oscilara entre los tres y los cinco individuos elegidos popularmente. Simultáneamente con estos acontecimientos, las autoridades coloniales dispusieron la salida de la capital virreinal, completamente desguarnecida, de una expedición, que apenas reunía SO hombres, para intimidar a los rebeldes. Con ésto se daba comienzo a una etapa de intensa movilización de los Comuneros. Con la formación del Supremo C,9n§.ejode Guerra el 2 de mayo de 1781, los rebeldes consolidaron su organizacióñ-ínilitar y siendo muy superior el número de sus fuerzas al del ejército real, obtuvieron la rápida rendición de José Pardo de Osario en la localidad de Puente Real de Vélez (situada a medio camino entre El Socorro y Bogotá) el día 8 de mayo. Este hecho fue determinante para que el gobierno colonial resolviera, en medio de su gran debilidad, optar por la negociación. El vacío de poder, acrecentado por la ausencia del Virrey Florez, quien se hallaba en Cartagena defendiendo aquella plaza contra probables ataques de la Gran Bretaña, trató de subsanarse con la creación de la Junta de Tribunales. El día 13 de mayo este: organismo otorgó al Arzobispo Caballero y Góngora plenos poderes para negociar cualquier acuerdo con los sublevados, tratando de impedir por este medio su entrada a la capital. Al día siguiente la mencionada Junta tomó la decisión de suprimir aquellas reformas fiscales impuestas por Gutiérrez de Piñeres que más habían contribuido a la insurrección. Esta última medida precedió a la salida, el propio 14 de mayo, del Arzobispo, acompañado por los comisionados Joaquín Vasco y Vargas y Eustaquio Galavis, rumbo a Zipaquirá. Berbeo, a su turno, se disponía en aquella misma fecha a salir del Socorro rumbo a Santa Fé.ll "Viva el rey y muera el mal gobierno!" fue el lema de los Comuneros en su lucha. Podría considerarse que con la movilización de las tropas comuneras y de los comisionados reales y con la adhesión, el 17 de mayo, de la provincia de Tunja al movimiento rebelde, concluye una 11 Phelan, Op.cit.,p.141-42. El oidor Pedro Catani fue nombrado el 15 de mayo comandante en jefe de las fuerzas armadas; el objetivo inmediato era prevenir la subversión interna en Santa Fé de tal modo que Caballero y Góngora pudiera negociar un arreglo fuera de la capital. 14 EL VASALLO INSTRUIDO segunda fase del mismo. Seguirán luego tres semanas de febriles negociaciones entre las dos partes en contienda las que culminarán con la capitulación de los capitanes comuneros en la Villa de Zipaquirá el7 de junio de 1781.Pero antes de llegar a este resultado, cuando pareaa que elmovimiento comunero no tenía otro propósito que el de marchar sobre la capital, se produjeron dos hechos significativos, derivados de la rendición de Osorio en Puente Real de Vélez: en primer lugar, la mencionada adhesión de Tunja al movimiento y con ello la del grupo étnico de los indios del oriente granadino, sumándose así al grupo mestizo que venía actuando desde elcomienzo de la insurrección; por otra parte, como ya lo indicamos, la decisión de las autoridades virreinales de adoptar rápidamente, dada su debilidad, la vía de la negociaciónP Phelan ha llamado la I atención sobre la "coalición multiétnica" que se produjo en el proceso I de la rebelión, cobrando ésta una fuerza especial. Berbco se erigía I como el capitán con el cual se identificaban los criollos y sus intereses. Los otros dos capitanes llamados a desempeñar un papel determinante en la "coalición multiétnica" fueron el indio Don Ambrosio Pisco y el mestizo José Antonio Galán. Ambos recibieron de Berbeo misiones especiales qué cumplir de acuerdo con el descontento particular de los grupos que representaban y comandaban. (Ambos líderes se hallaban entre los hombres que llegaron a Puente Real en los primeros días del mes de mayo). El 25 de mayo, víspera del primer encuentro entre Berbeo y el Arzobispo en Nemocón, el Generalísimo encomendó a Galán la realización de una campaña "relámpago" que debía sublevar importantes poblaciones de la región del alto Magdalena: Facatativá, Guaduas, Mariquita y Ambalema. Para este fin se había conformado un cuerpo de 150 soldados. Berbeo esperaba así fortalecer su capacidad de negociación dentro o fuera de la capital. La realización de esta campaña tuvo el efecto inmediato de persuadir a las autoridades virreinales en el sentido de aprobar rápidamente los términos -para éstas en principio inaceptables- de las Capitulaciones que presentarían unos días después los capitanes en Zipaquirá. (Galán también había sido comisionado por Berbeo 12 Idem., p.l48. AIlan J. Keuthe es autor de un importante estudio sobre el estado de las fuerzas militares en el Nuevo Reino de Granada durante de la segunda mitad del siglo xvm y comienzos del XIX: Reforma Militar y Sociedad en la Nueva Granada: 1773-1808, Banco de la República, Bogotá 1993. !NTRoDucaóN 15 para que al dirigirse a Honda apresara al regente visitador quien, temeroso por su vida, había huido de la capital el día 13 de mayo). Otra medida que adoptó Berbeo después de llegar a Nemocón fue la de formalizar el ingreso de los indios a la coalición multiétnica, proclamando en una ceremonia especial a Don Ambrosio Pisco "Señor de Chía y Príncipe de Bogotá". Pisco era uno de los últimos descendientes de los caciques de Bogotá cuyo dominio se había extendido por toda la región oriental del Reino. Estuvo siempre muy lejos de querer participar voluntariamente en el movimiento rebelde de 1781pero fue obligado a ello por las amenazas que recibió contra su vida. Quedó así con el doble carácter de cacique hereditario de Bogotá, al mando de 4.000 indios, y de "capitán de la empresa". La organización del indio en tanto que miembro de un grupo étnico permitía superar, por lo menos en parte, la rencilla existente entre las diversas divisiones administrativas de las provincias. Ejemplo de esto último había sido la adhesión tardía de la provincia de Tunja al movimiento rebelde y, luego, su negativa a marchar sobre Santa Fé. Otro ejemplo significativo de este mismo tipo de problema era la rivalidad de la ciudad del Socorro en relación con la de Tunja, a cuya jurisdicción pertenecía antes del movimiento comunero y de la que se independizó como resultado de las Capitulaciones, en virtud de las cuales Berbeo recibió el cargo de corregidor de aquella población. Afirma Phelan que el hecho más insigne relacionado con Ambrosio Pisco fue la comisión que le encargó Berbeo el 31 de mayo, fecha tan próxima a la redacción de las Capitulaciones, "para que pasase personalmente y con gentes hasta las goteras de la ciudad de Santa Fé, y por todo rigor contendrá las gentes que pretendieran entrar a la ciudad a insultar y robar:'Por lo que, si necesario fuere, hará poner dos horcas, una en la entrada de San Diego y otra en la entrada de San Victorino, para castigo de los insultores" .13 La ambigiiedad de esta misión es notable pues a la vez que con ella se pretendía hacer gala de la mesura comunera se propinaba una doble amenaza a la capital y a Zipaquirá, centro de las negociaciones que habían comenzado el 26 de mayo en Nemocón.14 Hubo una 13 14 Citado en Phelan, Op.cit., p.170. Idem., p.l71. El 27 de mayo Berbeo le reiteró al Arzobispo su convicción de que la única garantía de la aceptación oficial de las propuestas de los Comuneros era la ocupación por parte de éstos de la capital. 16 EL VA5ALW INSTRUIDO interrupción momentánea de las mismas. Caballero se desplazó de Nemocón a Zipaquirá y Berbeo estableció su campamento en la localidad estratégica del Mortiño, situada a media hora de Zipaquirá ya una jornada de Bogotá. Fue allí donde se reunió el gran ejército de los Comuneros, compuesto por unos 20.000 hombres. Si se tiene en cuenta que en 1778 la población de la capital se calculó en unos 18.000 habitantes, puede uno figurarse la magnitud de la conmoción que produjo en Santa Fé la proximidad del ejército comunero. 15Hay aeste propósito un hecho muy significativo: en los últimos días del mes de mayo el Supremo Consejo de Guerra le escribió desde El Socorro una carta a Berbeo manifestándole que si el Arzobispo apelaba al arbitrio de excomulgar a los rebeldes que trataran de penetrar a Santa Fé el propio Supremo Consejo desterraría al prelado de su jurisdicción. El 30 de mayo Berbeo mostró la carta, en un acto tildado de brillante por Phelan, a los comisionados de las autoridades reales. El 31 de mayo, vio la adhesión formal de Zipaquirá a la "empresa", procediendo Berbeo a confirmar la elección popular de capitanes. El Arzobispo, quien se encontraba allí, pudo palpar la envergadura de la ira popular, la que le hizo aceptar la necesidad de hacer grandes concesiones a los jefes del Común y proponerse quebrar luego "la alianza entre patricios y plebeyos".16El poder de Berbeo había llegado a su punto culminante para ser superado en breve por la habilidad del ArzobispoP Este último pudo tranquilizarse un poco al tener noticia de la salida de Santa Fé de la expedición enviada en su ayuda, bajo el mando del Coronel Bernet. Ya para esta fecha (31 de mayo), si bien el pueblo persistía en su propósito de ocupar la capital, para los criollos y sus capitanes se había convertido en aceptable una negociación en Zipaquirá.18 15 16 17 18 Idem., p.l72. Se considera que el ejército comunero debía representar a todas las localidades sublevadas; así, las ciudades del Socorro, San Gil y Puente Real de Vélez concurrieron con una fuerza de 10.000hombres; Tunja aportó 6.000junto con las poblaciones de Leiva, Sogamoso, Santa Rosa y Chiquinquirá. Los 4.000 indios que participaban en el movimiento provenían de todos estos lugares. Idern., p.l73-174. Passim. Idem., p.176-79, 187. INTRoDucaÓN 17 LAS CAPITULACIONES El 5 de junio Berbeo decidió redactar, desde el "Campamento de guerra en territorio de Zipaquirá", las Capitulaciones y enviadas a la capital para su aprobación. El texto comprendía 35 puntos, los que en buena parte se referían a la exigencia de los Comuneros de que fuera modificado el desfavorable régimen de impuestos.19 El primer punto pedía que hubiera "de fenecer en todo el ramo de Real Hacienda titulado Barlovento, tan perpetuamente que jamás vuelva a oírse su nombre". Se percibe aquí, lo mismo que en todos los puntos restantes, el tono del vas~Jlo ofendido. Esto es particularmente cierto a propósito del numeral 22, el que sienta una amarga protesta por parte de los criollos por verse separados de los cargos administrativos.2o El numeral reza así: "que en los Empleos de primera, segunda', y tercera plana hayan de ser antepuestos y privilegiados los nacionales de esta América a los europeos, por cuanto diariamente manifiestan la antipatía que contra la gente de acá conservan, sin que baste conciliarles correspondida voluntad, pues están creyendo ignorantemente que ellos son los amos y los Americanos todos, sin distinción, sus inferiores criados; ..." Le siguen a éste varios puntos en los que figuran ciertas reivindicaciones para los indios y mestizos, individuos de los que se había nutrido mayoritariamente el ejército comunero. La voluntad de contemporizar los capitulantes con las autoridades coloniales es clara en los términos de la última petición: "Que habiendo sido nuestro principal objeto ellibertarnos de las cargas impuestas de Barlovento y demás pechos impuestos por el señor Regente Visitador general, lo que tanto ha exasperado los ánimos, moviéndose a la resolución que a V.A. es notorio, y que nuestro ánimo no ha sido faltar a la lealtad de leales y fieles vasallo s, suplicamos rendidamente a V.A. que se nos perdone todo cuanto hasta aquí hemos delinquido; y para que su real palabra quede del todo empeñada, impetramos el que, para mayor solemnidad sea 19 20 El texto definitivo de las Capitulaciones fue publicado por Cárdenas Acosta en la obra citada, T 11,p.18-29, Ver a este propósito el artículo de J.L. Phelan: "El auge y la caída de los criollos en la Audiencia de Nueva Granada, 1700-1781", en Boletín de la Historia y Antigiiedades, Bogotá, 59 (697-98), 1972, p.597-618. I 18 EL VASALLO INSTRUIDO bajo juramento sobre los cuatro Evangelios, y verificado que sea en el Real Acuerdo, se remita a los señores Comisionados para que aquí se vuelva a ratificar en presencia del Illmo. Señor Arzobispo, para que todos los Comunes queden enterados de su real e inviolable palabra, por cuyo medio han de quedar firmes y subsistentes, ahora y en todo tiempo, los Tratados-Capitulaciones, y pedimos se nos admitan y acepten, y que su aprobación sea sin ambigiiedad" . Esta exigencia de los capitanes revela las dudas que, con razón, abrigaban. Efectivamente, el 7 de junio las autoridades reales aprobaron los "Tratados-Capitulaciones" y dejaron constancia de ello en el" Acta de Aprobación y Juramento de las Capitulaciones por el Real Acuerdo y Junta de Tribunales" para proceder inmediatamente los firmantes de la misma a redactar y firmar a continuación el" Acta Secreta contra las Capitulaciones" en la que se expresaba que la aceptación de las mismas se había hecho "bajo el seguro concepto de su nulidad". 21Los capitanes comuneros habían sido los primeros en acudir al arbitrio de las actas secretas. Al tiempo de la "pacificación", iniciada inmediatamente después de la fingida aceptación de las Capitulaciones, y la que estuvo a cargo del Arzobispo y de varios frailes capuchinos y franciscanos, comenzó entonces a conocerse la utilidad de las actas y cartas ~ reservadas enviadas por los capitanes comuneros a las autoridades en el curso de la sublevación. El mismo Berbeo, don Salvador Plata y muchos otros, no escatimaban esfuerzo para demostrar que habían sido "obligados por la fuerza" a aceptar las Capitanías y los humildes, los millares de comuneros que llegaron hasta las puertas de la Sabana, contemplaron con sorpresa cómo todos sus jefes los abandonaban y se adelantaban a ofrecer impúdicas explicaciones para demostrar que nunca habían sido solidarios con las ''0aspiraciones del pueblo y que su participación en la revuelta no había tenido otro objeto que el de "proteger" al gobierno colonial contra la furia de las "plebes insubordinadas".22 Prácticamente todos los historiadores que se han ocupado de la rebelión comunera mencionan la ceremonia religiosa del Te Deum, cantado y oficiado 11 21 22 Los documentos mencionados fueron publicados en el volumen de José Manuel Pérez Ayala, Antonio Caballero y Góngora, Virrey y Arzobispo de Santa Fé, 1723-1796, Bogotá 1951, p.84-85. Indalecio Uévano Aguirre. LosGrandes Conflictos Sociales y Econámicos de Nuestra Historia, 2 voIs., 4ª. Edición, Tercer Mundo, Bogotá 1972, vol2, p.490-491. INTRODUCOÓN 19 por el Arzobispo, durante la cual se juraron solemnemente las Capitulaciones el día 8 de junio; pero no señalan que se trataba de una prueba de cumplimiento exigida por los capitanes comuneros y que Caballero y Góngora, en un acto que podría tildarse de maquiavélico (en el sentido de aquello que conviene al poder) accedió a conceder. Luego de esto la dispersión de los ejércitos comuneros fue fulminante y propiciada por los propios capitanes. "El Ilustrísimo Señor Arzobispo y señores comisionados se mantuvieron el siguiente día 9 en Zipaquirá, haciendo retirar las gentes a sus respectivos pueblos, suministrándoles dinero para que lo verificasen, como lo consiguieron, siendo bien de extrañar que en solo aquel día se disipó a todo el numeroso concurso de gente armada, a excepción de unos pocos que quedaron con don Juan Francisco Berbeo".23 VISITA PASTORAL Luego de la dispersión del ejercito comunero comenzó la obra de "pacificación" de los pueblos sublevados, cuyo objetivo más importante era el de llevar una misión a la Villa del Socorro. La visita Pastoral que se inició estuvo encabezada por el Arzobispo Caballero y Góngora y en ella participaron, como lo anotamos anteriormente, varios frailes capuchinos y franciscanos, siendo el más famoso de todos ellos Joaquín de Finestrad. El mencionado fraile concluiría el 12 de junio de 1789la escritura del libro inspirado en la rebelión comunera y dedicado al Virrey Francisco Gil y Lemos; su título es: El Vasallo Instruido en el estado del Nuevo Reino de Granada yen sus respectivas obligacíones. Berbeo tuvo también una inusitada importancia en la obra de pacificación. Junto con el Arzobispo y los comisionados partió de Zipaquirá, rumbo a Bogotá, ellO de Junio. El informe oficial sobre la rebelión comunera señala que el "Señor Arzobispo a los ocho días (18 de junio) de haber llegado (a la capital), volvió a emprender su marcha para El Socorro, distante doce jornadas de Santa Fé, en prosecución de su pastoral visita, donde 23 "Relación verdadera de la sublevación de los comuneros" . Informe Oficial, Santa Fé, 31 de agosto de 1781, en Reportaje de la Historia de Colombia, 2 voIs., selección y presentación de textos de Jorge Orlando Melo, ed.Planeta, Bogotá 1989, vol.1, p.272. 20 EL VASALLO INSTRUIDO sehalla tranquilizando (31 de agosto de 1781)los ánimos de aquellas gentes y de los pueblos del tránsito".24 Afirma Indalecio Liévano que en las provincias visitadas "contribuyó Berbeo decisivamente aconvencer a los pueblos de que debían someterse a las autoridades coloniales. Aunque el Arzobispo se hizo acompañar de un cuerpo de predicadores, encabezado por el famoso padre capuchino Finestrad, resultaron mucho más eficaces, para la empresa de la pacificación, las admoniciones de Berbeo que los sermones de dichos· sacerdotes".25 Los tres misioneros capuchinos Joaquín de Finestrad, Félix de Goyanas y Miguel de Villajoyosa comenzaron su misión en el pueblo de Chia,26epicentro que había sido, junto con Bogotá, de la unificación indígena liderada por Ambrosio Pisco para participar en la rebelión comunera. Según Briceño, una vez llegados Berbeo y el Arzobispo al Socorro, este último comisionó al primero , para que completara la pacificación de Pamplona, "y principió su obra de seducción empleando la más sutil diplomacia"Y Germán Colmenares señala en su prólogo a las Relaciones de Mando de los Virreyes del Nuevo Reino, de cuya última edición se hizo cargo, que la figura más controvertida de los gobernantes coloniales es la del Arzobispo Antonio Caballero y Góngora (quien un año después del levantamiento comunero fue nombrado Vrrrey) tanto por el papel que desempeñó durante la revolución como en el proceso de las negociaciones que culminó con la aprobación momentánea de las Capitulaciones.28 En su Relación de Mando (1789) Caballero y Góngora, al hacer alusión a la Rebelión de los Comuneros, presenta en forma muy resumida su pensamiento en tomo a la misma, pensamiento cuyo realismo contrasta singularmente con la labia de Finestrad. Refiriéndose al proceso de militarización del Reino que Idem., p.273. l. Liévano. Op.cit., vo1.2,p.490. Manuel Briceño, Op.cit., p.73. Idem. El mencionado Worme Oficial señala que cuando el Arzobispo se hallaba deliberando con Berbeo sobre el contenido de las Capitulaciones, la muchedumbre que se hallaba fuera del recinto en donde se discutían las mismas comenzó a gritar: ¡traición! ¡traición! a Santa Fé! a Santa Fé! Consternado el Arzobispo, se mostró partidario de la suspensión de las deliberaciones y de solicitar la aprobación inmediata de las Capitulaciones por parte de las autoridades coloniales. Germán Colmenares. Relaciones e informes de los Gobernantes de la Nueva Granada, 3 tomos, Biblioteca Banco Popular, Bogotá 1989, t.1, p.5-26. lNTRoDucaóN 21 emprendió durante su gobierno (1782-1789) estima que: "Los gastos de mayor entidad a que tiene que ocurrir la Real Hacienda son sin duda el sustento de las tropas y de la marina. Antiguamente se I hallaban las fuerzas reconcentradas en las plazas marítimas, cuando la policía de las provincias interiores, la administración de justicia y la autoridad de los ministros del Rey descansaban en la fidelidad de los pueblos. Pero perdida una vez la inestimable inocencia original, necesitó el Gobierno, y desearon los fieles vasallos (que finalmente lo vinieron a ser todos) el establecimiento de cuerpos militares para perpetuar el orden y tríl..nquilidad conseguidos" .29 Volviendo a Finestrad, hay dos datos muy curiosos sobre su I misión a las regiones orientales del Reino. El uno se refiere al i "régimen de una verdadera ocupación militar" que se produjo en los lugares en donde la rebelión fue más fuerte y en donde "por ' instrucciones del padre Finestrad se realizaron, en ellas, verdaderos destierros en masa a las insalubres regiones del Darién, con el pretexto de fomentar la colonización de dicha costa"30 (El Oidor Antonio Mon y Velarde era en ese momento un abanderado de la colonización en Antioquia. En su calidad de funcionario real firmó la sentencia que condenó a muerte a Galán; los otros firmantes fueron Juan Francisco Pey y Ruiz, Joaquín Vasco y Vargas, Pedro Catani y Francisco Javier Serna). El otro dato curioso a propósito de Finestrad es el que se relaciona con la correría que hizo Nariño, en 1796, por las regiones del alzamiento comunero; de sus observaciones rindió un informe, uno de cuyos apartes reza así: "La providencia que tomó el Excelentísimo señor Caballero y Góngora, después de los alborotos del año de 1782, de purgar algunos pueblos, enviando una colonia a la provincia del Darién, no dudo que sería muy acertada; (el Nariño que así se expresaba era, todavía, vasallo del rey) pero el modo como se verificó tiene los ánimos muy¡rrlhidos; por el abuso que hizo de su comisión y ministerio el referido capuchino encargado por el gobierno. Aseguro que el nombre del padre Finestrad es bastante para poner en movimiento una casa entera en los pueblos donde estuvo" .31A finales de 1781 continuaba la visita pastoral. En fuerte contraste 29 30 31 ldem., p.484-485. l. Lieváno. Op.cit., Vo1.2,p.499. ldem., p.499-500. 22 EL VASALLO INSTRUIOO con el cuadro que pintaba Nariño existe un sorprendente testimonio documental el cual da cuenta de la petición hecha por los habitantes de un barrio de El Socorro al Arzobispo en el sentido de que aceptara permanecer en aquella Villa por lo menos durante un año más: "Villa del Socorro y Noviembre 15 de 1781. "En dicho día, mes y año, por la noche, fueron los vecinos del barrio de Chiquinquirá, de esta Villa, a visitar al Ilustrísimo señor doctor don Antonio Caballero y Góngora, dignísimo Arzobispo de Santa Fé; llevaron en su compañía la imagen de María Santísima, y cantaron los versos siguientes: "En compañía oh buen Pastor de aquesta estrella del mar, os vienen a visitar vuestras ovejas, Señor. "Si nos permites licencia, la que humildes pediremos, obsequios te ofrecemos en su divina presencia. "Quisiéramos, Gran Señor, con humildes sacrificios recompensar los oficios que has hecho a nuestro favor. "Aquesta Villa afligida conturbada se miró, mas todo se suavizó Señor, con vuestra venida. "Pues cual otro Nicolás De Mira, invicto Pastor, Con vuestro celo y fervor Has propendido a la paz. "Se dignó vuestra piedad tus misioneros mandar INTRODucaÓN viniesen a predicar en tan gran calamidad. "Quienes prontos estuvieron como ministros celosos y por caminos fragosos aquesta Villa siguieron. "Con fatigas y sudores, con su ejemplo y su virtud han puesto en paz y quietud a todos sus moradores. "Démosle gracias al cielo, que por mano de este Marte, en este lugar reparte su piedad, paz y consuelo. "Pues como héroe famoso, en caridad encendido, con gran celo ha conseguido quietud, sosiego y reposo. "Y pues que por vuestra mano y válida protección, esperamos el perdón del Monarca Soberano. "Oh mar de benignidad no nos déis con vuestra ausencia, pues faltando tu presencia se recela novedad. "Con afecto singular os suplica este rebaño que aunque sea por sólo un año mores en este lugar. "De vuestra piedad espero conseguir este favor; 23 EL VASALLO INSTRUIDO 24 el cielo os guarde, Señor. Viva el señor Caballero. "Vuestra dignidad reciba el corto obsequio que hacemos, que a voces todos diremos: el señor Góngora jViva!"32 '--f "En medio de este espectáculo de vergonzosa claudicación afirma Liévano- y de general ignominia se yergue la figura solitaria de José Antonio Galán, quien con gesto magnífico se apresura a ocupar el puesto del que desertaron los capitanes comuneros".33 Galán tuvo en sus manos el texto de las Capitulaciones y recibió la orden de Berbeo de dispersar a sus hombres y de concluir sus actividades revolucionarias. No acató este mandato y prosiguió en la lucha. En esta última etapa de la rebelión, Galán apoyó fIel levantamiento de los esclavos, las reivindicaciones indígenas, la invasión de los latifundios y la liberación de los cosecheros, largamente oprimidos por los grandes propietarios criollos". 34Pocos meses después del apresamiento y ajusticiamiento del reo se posesionó como Virrey Gunio de 1782) el Arzobispo Caballero y Góngora, quien había sido, como hemos visto, el principal pacificador de los Comuneros. Prontamente procedió a extender un perdón general a quienes habían participado en el movimiento rebelde y a hacer algunas concesiones en el campo económico. Caballero proponía de este modo los términos de un nuevo pacto colonial "mediante el cual la corona ofrecía los frutos del progreso económico a cambio de la obediencia incondicional a la autoridad real" .35 32 33 34 35 Pablo E. Cárdenas Acosta. Op.cit., T n, p.173-175. Según los datos que aporta este autor, el Arzobispo Caballero y Góngora permaneció en El Socorro desde el 14 de julio hasta el3 de diciembre de 1781; en esta última fecha se dirigió a Charalá y por la época de Navidad se encontraba en Santa Rosa. Se trasladó a Tunja el 29 de diciembre, en cuya jurisdicción se proponía continuar la visita pastoral. 1. Liévano. Op.cit., vol.2, p.491. ídem. Anthony McFarlane. Colombia antes de la Independencia: economía, sociedad y política bajo el dominio borbón, Bogotá 1997, p.393. INTRoDucaÓN 25 NOTA AL TEXTO El Vasallo Instruido en el estado del Nuevo Reino de Granada y en sus respectivas obligaciones es el título del libro manuscrito del Fraile capuchino Joaquín de Finestrad, dirigido al Virrey Francisco Gil y Lemos según consta en la nota de presentación, fechada a bordo de la fragata real Santa Agueda el 12 de junio de 1789. Hay indicios de que el volumen fue a parar a España para ser devuelto nuevamente a Colombia. Hoy reposa en la Biblioteca Nacional de Bogotá en la "Sala de Libros raros y curiosos". En la contra carátula se encuentra la inscripción siguiente: "Comprado en Madrid, en 1847, en la venta de las reliquias de la biblioteca del Marqués de Sta.Cruz (el que fue director de la Academia Española en tiempos de Carlos IV) y regalado a mi amigo el General don Joaquín Acosta, de la Nueva Granada. Madrid 17 de enero de 1849. (Firmado) Domingo del Monte". Sería entonces resultado de una casualidad el que el escrito en cuestión forme parte de las colecciones de nuestra biblioteca pública. Hay, en el folio siguiente al que contiene la referida dedicatoria una frase, escrita a lápiz, que dice: "Importantísimo para la historia de los Comuneros", cosa que efectivamente se puede corroborar después de la lectura del manuscrito. Los primeros ocho capítulos, de un total de trece, fueron publicados por Eduardo Posada en el volumen Los Comuneros (Imprenta Nacional, Bogotá 1905, Biblioteca de Historia Nacional, 4). Los cinco capítulos restantes, mucho más extensos que los primeros ocho, los hemos transcrito; también hemos corregido los errores de numeración de los capítulos que se encuentran tanto en la parte editada como en el documento original. Otra tarea importante que tuvimos que realizar fue la de cotejar con el texto original los capítulos impresos; se nos dio así la oportunidad de enmendar no pocos errores y de introducir en esa primera parte del texto la señalización de las dos caras de que constan todos los folios. Por lo que se refiere a las notas de pie de página procedimos a sustituir la notación alfabética que figura en el original por una notación numérica; para comodidad del investigador hemos agregado, entre paréntesis, alIado de todas las notas de pie de página el número del folio y cara de donde proceden y la letra con que figuran en el manuscrito. El cuerpo de notas lo hemos transcrito literalmente, cuerpo en el que predominan la imprecisión y la falta de uniformidad de los datos consignados. 26 EL VASALLO INSTRUIDO La reconstrucción de las fuentes mencionadas es, en realidad, un objeto que amerita un trabajo aparte. La ortografía y la puntuación del texto también se caracterizan por su falta de uniformidad, pues esta era la condición en que se hallaba la escritura del idioma castellano a finales del siglo XVIll; por ejemplo, es posible encontrar en un mismo folio una palabra escrita en dos o tres formas diferentes; lo mismo ocurre con la ortografía de nombres propios y de lugares. Hay también una constante citación de giros en latín en la que un estudio analítico encontraría muchas imprecisiones. En eltexto, que no en el cuerpo de notas, hemos introducido unos pocos cambios ortográficos allí donde consideramos que resultaban aclaratorios. Aportamos en cuadro que indica el estado de los derechos de Alcabala y de Barlovento en el Nuevo Reino de Granada entre 1780 y 1781, cuadro que figura en el folio 143r del texto original, el cual omitió Posada en su edición. El tratamiento de materias del libro de Finestrad es singular. Los primeros capítulos se refieren a la constitución del mundo, al descubrimiento de América y al estado de" decadencia" del Nuevo Reino. En la mitad del escrito el autor entra a proponer, en el Capítulo VI, una serie de "proyectos económicos" muy acordes con la doctrina del naciente liberalismo económico de finales del siglo XVIII. Esta parte de la obra es comparable a los informes que rindieron los Virreyes del Nuevo Reino en sus Relaciones de Mando. A partir del capítulo VII comienza Finestrad a tratar de la Rebelión de 1781 y a exhortar a los pobladores del Reino a acogerse a los principios del vasallaje. La lectura del conjunto de la obra nos permite comprender el por qué del título: El Vasallo Instruido en el estado del Nuevo Reino de Granada y en sus respectivas obligaciones. Creía el Fraile que la ignorancia en torno a temas económicos, políticos e históricos había sido la causa de la rebelión de 1781. Desde el punto de vista ideológico es digno de notarse el que en el mismo año en que estallaba la Revolución Francesa, Finestrad realizara en su escrito una defensa a ultranza de la monarquía, aun de aquélla precristiana, y del derecho divino de los reyes. MARGARITA GONZÁLEZ íNDICE DEL VASALLO INSTRUIDO PORTADA 29 PREFACIO 35 CAPÍTULO 1 47 Trata de la constitución del mundo, de su división y de la noticia antigua de la América CAPÍTULO n 69 Demuestra el feliz descubrimiento de La América y del Nuevo Reino de Granada CAPÍTULoITI 89 Trata del estado natural del Nuevo Reino CAPÍTULo IV 115 Refiere el estado de abominación en que se halla el Reino CAPÍTULO V 131 Demuestra la triste decadencia, término actual del Reino CAPÍTULO VI 145 Contiene los proyectos económicos para promover los adelantamientos útiles y hacer floreciente el Nuevo Reino CAPíTULO VII 175 Demuestra que fue acto formal de rebelión contra el príncipe la acción de tomar las armas las comunidades en el año de 81 CAPITuLo VIII 197 Contiene la justicia de los tributos y se proponen los motivos tan justos de su contribución IX 239 Demuestra la enorme gravedad y singularidad de la ofensa que en sí contiene la Rebelión del año de ochenta y uno CAPíTULO X 265 Expone que la Rebelión no debe atribuirse al mal gobierno de los Ministros del Rey sino a la general corrupción de constumbres (sic) que inundan el Reino CApíTULO Xl 287 Demuestra el extremo de satisfacción y de fidelidad que debe abrazar el Reino para reconciliarse con Dios y con el Rey perfectamente CAPÍTULo CAPÍTULo XII 305 Trata del amor, obediencia y fidelidad a los Soberanos y a la Patria CAPíTULO XlII 363 Demuestra el Dominio y Señorío natural de los Reyes de España en la América EL VASALLO INSTRUIDO EN EL ESTADO DEL NUEVO REINO DE GRANADA Y EN SUS RESPECTIVAS OBLIGACIONES Fr. Joaquín de Finestrad folio Ir El vasallo instruido en el estado del nuevo reino de granada y en sus respectivas obligaciones Instrucciones que ofrece a los literatos y curiosos el R. P. Fr. Joaquín de Finestrad, Religioso Capuchino de la provincia de Valencia y conventual en el Hospicio de Santafé de Bogotá, ex-lector de Sagrada Teología, Examinador Sinodal del Arzobispado de dicha ciudad y Capellán de Marina en la fragata del Rey "Santa Agueda", comandanta de la Armadilla de Cartagena de Indias.+ + En la presentación del libro, dirigida al Virrey Francisco Gil y Lemos, Finestrad registra su firma bajo la fecha del 12 de junio de 1789. EL VASALLO INSTRUIDO Al Excelentísimo Sr. Fr. D. Francisco Gil y Lemas, Virrey Gobernador, Capitán General, Presidente de la Real Audiencia de Santafé, Virrey electo del Perú y Teniente General de la Real Armada, Consejero num. en el Real y Supremo de la Guerra, Caballero Gran Cruz del Orden de S. Juan y Comendador de la de Puente de Orvigo. Excelentísimo Señor: ¿A quién podía con mayor propiedad ofrecer este pequeño parto de mis sudores que a quien contempla el Reino todo ínclito defensor de la justicia, padre de la patria, conservador de la Regalía y verdadero promovedor de los adelantamientos de la República y de los timbres de la nación? Notorio es a toda esta ciudad, poco dije: hasta en lo más remoto del Nuevo Reino penetró la voz de la paternal y activa protección de V.E. con este su reconocido religioso, que en todas sus ocupaciones del real servicio no tuvo otro objeto que la gloria de la religión, el honor de su Rey y la felicidad de la patria. Yome hallaba en la triste necesidad de ser sucesor de Mardoqueo olvidado, pero Y.E.tuvo la bondad de representar al Rey mi lealtad heredada y los ventajosos servicios que tengo hechos a su corona en tiempo de las pasadas turbulencias con pleno conocimiento de la causa. ¿Cómo, pues, podré extraviarme de la indispensable obligación de presentar a sus aras este corto pero afectuoso obsequio? Si yo, olvidado de mi carácter y del más justo reconocimiento, no lo presentara gustoso a los pies de V.E., él mismo caminara a su natural / / centro. Trata de las obligaciones de un perfecto ciudadano, de la pacificación de los pueblos, del establecimiento de la quietud pública y de los intereses del Soberano. Habiendo derramado mi espíritu apostólico en las provincias de este vasto Reino durante la conmoción general de las comunidades amotinadas contra el más santo Rey, quiero lograr el honor de ofrecer a Y.E.el mérito de mis acciones en servicio de ambas Majestades y de la tranquilidad pública. Protesto, Excmo. Sr.,que no tengo libertad para otra cosa. El favor me precisa a sola esta atención y objeto. Las conocidas INSTRUCOONES 33 utilidades que acarreó a la corona la aplicación en política de V.E.en los negocios de Estado, y el nada equívoco estudio al completo desempeño de los superiores encargos en la materia reservada a los intereses generales de la nación, le distinguieron ventajosamente en la Corte: penetró su fama hasta las gradas del trono de nuestro católico Monarca, el Sr. D. Carlos III (que Dios guarde), quien descubriendo en V.E. todo el fondo de prendas que para el alto ministerio se requieren, le colocó en la esfera del primer gobierno del Nuevo Reino de Granada, a fin de ilustrar el Estado, felicitar la nación, precaver su decadencia, reformar abusos, engrosar el real erario y hacer reinar la abundancia, florecer al justicia sin opresiones, la clemencia sin relajación y desterrar el más lastimoso desconcierto de la República. Cuando ya representaba un nuevo semblante de felicidad y adelantamientos útiles por las sabias disposiciones de v.E., entonces una oculta y soberana providencia lo arrebata y / / promueve al afortunado Perú. Aun en la parsimonia de una muy moderna recreación, no perdía V.E.de vista los negocios importantes a la prosperidad del Estado y a la mayor felicidad de los vasallos. Poco tiempo ha tenido este Reino infeliz el honor de ser gobernado por V.E.;pero si se observa el arreglo, la formalidad y el firme apoyo con que deja establecidos todos los ramos, no tendré el más mínimo reparo en asegurar que ha vivido largos años en su mando. La eficacia de aquel suave imperioso atractivo con que v.E. se ha llevado de una vez los corazones de todos desde el instante mismo que adoptó en sí los desvelo del gobierno, es un público testimonio de que Dios lo ha elegido para verdadero padre de la patria. Este es el único elogio que la ley de mi respetuosa gratitud puede atribuir1e. Para ceñir la grandeza romana la más gloriosa corona a la frente de su heroísmo, no halló elogio más plausible, ni título más brillante que el de padre de la patria. La bondad de los Trajanos, la clemencia de los Antoninos, la discreción de los Aurelios, la paz de los Augustos y la política de los pertinaces, jamás fue condecorada con premios más elevados; pues cuando veían trofeos de sus armas a las más bárbaras naciones, cuando el terror de sus enemigos hacía respetable y gloriosa su nación, cuando cargados de despojos enriquecían los pueblos y 34 EL VASALLO INSTRUIDO volvían triunfantes de la campaña a disfrutar las delicias de una paz alcanzada con victorias; cuando sus príncipes eran 11 como un muro impenetrable a la patria y no reinaban sino por la utilidad pública; cuando una majestad venerable y una amable soberanía les haáa adorar como a dioses y amar como a padres; cuando, finalmente, una política arreglada a la gloria común les formaba el objeto de sus complacencias y dulzuras, entonces era cuando consagraban como el premio más recomendable a la posteridad y más precioso a su nombre este gran título. Ni al formar yo un elogio digno de V.E. hallo otro de más grandeza y justicia que éste. Ni otro que me mueva a consagrarle este culto, ligero indicio de mi gratitud y respeto. Esto, y el ser la idea de la obra que ofrezco a las aras de V.E.tan conforme al carácter en que se distingue y a los hechos que le hacen tan amable y glorioso a la patria como recomendable a las cortes, son los objetos que mira esta justa consagración. No puedo persuadirme que tan pequeño sacrificio pueda tener el honor de colocarse a los pies de V.E.como tributo de mi gratitud y veneración; pero animada mi esperanza en los nobles caracteres que constituyen la felicidad de estos reinos, y que son propios de v.E., estoy bien satisfecho se dignaría protegerla y elevarla a las gradas del trono para que merezca la luz pública si se halla mérito en ella. Suplico a V.E., con el más profundo respeto, admita este corto obsequio como sacrificio el más reverente de mi justo reconocimiento, pues aunque no es de tan relevantes matices como se merece v.B., es de sobrados quilates por la voluntad con que se le presenta. / / Prospere Dios la importante vida de V.E. para consuelo de oprimidos, timbre de la nación y conveniencia del público. A bordo de la fragata de S.M. Santa Agueda, junio 12 de 1789. Excmo. Sr. FR. JOAQUÍN DE FINESTRAD 35 Sr PREFACIO 1 El santuario, que fue siempre un asilo para los delincuentes del mundo, es en nuestros tiempos frágil barrera para defender de los insultos a los que intentan tomar la pluma en defensa de la soberanía. En algunos países de la Europa se ha constituido vanidad el escribir con demasiada libertad contra el debido respeto a la religión y a los soberanos. Se pretende medir estas alturas con el cordel de inteligencias bastardas y cavilosas. Todo se contempla objeto de una crítica maligna, hija legítima de la preocupación orgullosa. Se derraman proposiciones y máximas perniciosas a los que con poca reflexión las registran y leen. TI Sv Nada extraño parecerá que yo ofrezca al público una nueva obra en la que pueda instruirse perfectamente un vasallo. Mi conocido amor al Rey y a la patria, y el celo apostólico de la salud eterna de las almas, me compelen a correr la pluma y manifestar escribiendo lo que a la verdad sólo quisiera meditar llorando. Este solo respeto es el que me obliga a proponer, no sin temer las expresiones, el recomendable sistema de vida peregrina que corresponde debidamente al carácter de un perfecto vasallo. Pero si este tal respeto pudo precisarme a trabajar un epílogo de tan sublime naturaleza, no podrá obviar la trémula locución / / de balbuciente lenguaje. Confieso que si el difícil manejo de una tan complicada y elevada materia me fuera por alguna de tantas causas excusable, elegiría desde luego el partido de un perpetuo callar, por el indicante más expreso de cuanto puedo proponer. Pero haviendo formado viva EL VASALLO INSTRUIDO 36 idea de la alta perfección que pide la divisa de un tan distinguido y glorioso carácter, y visto en este borrascoso piélago del Nuevo Reino de Granada zozobrante la autoridad pública y profanado sacrílegamente el fuero del vasallaje, en donde no se daba paso que no se tropezase y en donde no se tropezara que no se peligrase, nada me falta sino tomar la pluma para el desengaño. El desorden con que sin reparo del dispendio de su salvación, del abandono de la real justicia y de la profanación de la obediencia y fidelidad al Soberano, como igualmente a los ministros que en su real nombre gobiernan, me ponen en la dura necesidad de tratar una materia tan odiosa. Hablaré con la imparcialidad más conveniente, no barrenaré la verdad, no la disimularé por redimirme de una adulación lisonjera; y si los hijos de este Reino tienen una constitución gloriosa, no los degradaré de tan digno aplauso; pero si las desmerecen, seguramente no les haré su elogio. No puedo sufrir el incienso de muchas deidades; el de una sola es el que me lleva y ocupa todas las atenciones. La instrucción perfecta del vasallo es a quien dirijo mi veneración. No dudo que este parto de mis estudios, de mis sudores y aplicaciones será objeto de la inspección de los curiosos y por lo mismo les presento los motivos o impulsos que me estimularon para su formación. III Con sombras de dolor renuevo al espíritu la triste idea de aquel tiempo de confusión en que al eco de un golpe repentino, el temor y preocupación del entendimiento cayó sobre Santafé, cabeza del Nuevo / / Reino de Granada. El horror sorprendió sus sentidos y los mismos montes no querían recibir su fuga. El pavor pobló sus campañas, gimieron de terror sus riberas, y en sus plazas desiertas batía la muerte el estandarte fúnebre al eco de una lúgubre trompeta. Se vio temblar a Jerusalén plantada en los montes santos, y la visión de paz se representó espectáculo de una espantosa hostilidad a vista de aquel formidable ejército de coligados y rebeldes armados de instrumentos matadores que se presentó en Zipaquirá. Su 37 PREFAOO furor despechado era un pronóstico seguro y cierto de ciudades destruidas, de campiñas taladas, de campos cubiertos de cadáveres y de ríos teñidos en sangre humana. En aquella infeliz época del año de ochenta y uno, unos vasallos, en quienes la lealtad fue el más glorioso patrimonio de sus mayores y el amor al Rey el objeto más dulce de sus hechos, se olvidaron de la felicidad de nuestra nación española, que es ser toda para su Rey como es su Rey todo para ella. Tan pujante se miraba la iniquidad de Babilonia que dudo si ardiendo en vivas llamas Sodoma pudiese salvarse Lot sino en el monte. Se vio precisado el Soberano a capitular con sus vasallo s rebeldes con las armas en la mano por medio de sus ministros. Firmaron éstos unos tratados sacrílegos y opuestos a la soberanía y al derecho público. Su consentimiento nació de la necesidad y del furor. Se contempló medio oportuno para contener el despecho de tan espantosa muchedumbre. Convinieron con la violencia popular para reducirla a tranquilidad, habiendo quebrado su furia. IV 6v El Ilustrísimo Sr. Arzobispo de Santafé, D. Antonio Caballero y Góngora, promovido después al Virreinato del mismo reino, me contempló instrumento fuerte yel solo en las críticas circunstancias de aquel tiem / / po para misionar en las provincias más revoltosas y pacificar con la doctrina más sana los tumultos que cada día amenazaban la última ruina a las rentas de S.M. y al dominio y señorío natural, tan justo como debido a nuestros católicos Reyes. Fió a mi celo y conducta empresa tan útil como interesante a la Iglesia y al Estado. Elegí por compañeros al P. Fr. Félix de Gayanes y el P. Fr. Miguel de Villajoyosa, religiosos capuchinos de la provincia de Valencia y moradores en el Hospicio de Santafé y desempeñe con honor y a satisfacción del Gobierno encargos tan superiores. Adquirí un perfecto conocimiento de los principios de la conmoción general y si este diluvio inundó los campos, las villas y ciudades, hizo ver al Nuevo Reino como la Arca en los montes de Armenia. 38 EL VASALLO INSTRUIDO v 7r La falsa idea que los autores de la sedición formaron del derecho de la armadilla de Barlovento y de los nuevos impuestos que con tanta justicia y equidad impuso el Visitador general D. Francisco Gutiérrez de Piñeres fue el origen de la sublevación. Los malcontentos, enemigos de la paz, acostumbrados a pescar en agua turbia, y que no pueden mirar sin horror las glorias del trono español, se aprovecharon de la ignorancia de los pueblos para seducirles con pasquines sacrilegos y cartas anónimas, acompañadas de alevosos designios. Apliqué toda mi atención a materia tan importante y reconocí que en la voluble rueda de acaecimientos tan lastimosos y contrarios a los principios de la religión de la política y de la naturaleza, se veían, como en teatro universal del mundo nobles exaltados y depuestos; plebeyos infelices y afortunados; ministros desterrados y fugitivos, unos a la lengua del agua protegidos y otros refugiados en lo más escarpado de los montes; caballeros constantes y guerreros y otros cobardes y neutrales; generales, unos dóciles y otros obstinados; / / pero todos mirando la desolación de las provincias, el desorden de la República y la profanación de la obediencia, tan justa a nuestros Soberanos, como la subordinación debida a los ministros que en su real nombre gobiernan no sólo por temor de la pena sino por obligación de la conciencia. Procuré renovar el espíritu de la religión profanado por los seductores, cuyo error conducía la plebe tumultuada al precipicio de su última perdición. Me empeñe en resucitar las leyes desnaturalizadas y en ilustrar al vulgo ignorante que con tanta facilidad creyó lo malo bueno. Entendieron las comunidades revoltosas que era lícita la empresa por ser materia de fe y causa de religión. Este era el objeto del autor de la sedición en sus pasquines sacn1egos y convocatorias alevosas, confirmándolo con hechos históricos de la Escritura santa maliciosamente entendidos. Arranqué de cuajo de zizaña del error y les hice comprender que el principal ofendido era el mismo Dios, que es la fuente de la soberanía, de la majestad y del poder. Si Salomón ofrece víctimas a los ídolos, si Roboam abraza una religión extranjera, si Joram 39 PREFACIO 7v construye becerros de oro, Dios se compadece de esta mísera estirpe por David su siervo. Las lágrimas también derramadas ante el trono del cordero por tantas almas justas fueron el diluvio que purificó las manchas de un reino que se había hecho digno de sus iras. Bendijo Dios la obra y llenó de bendiciones mis trabajos, mis fatigas, mis desvelos y doctrina. Detestaron la rebeldía, admitieron la paz, dejaron de ser asirios y de declararon legítimos israelitas. Los presenté a las gradas del trono como trofeo glorioso de mi conquista. Hicieron las protestas más solemnes de fidelidad a su Rey ofendido, como igualmente a sus ministros que son el órgano de su voz y el instrumento de su autoridad. Me restituyeron las armas del Soberano que fue / / ron despojo vergonzoso de sus tropas en Puente Real de Vélez y me entregaron las que tenían para llevar adelante el despecho. Por último, dieron testimonio auténtico de haberse reconciliado perfectamente con Dios y con el Rey. Las ideas de tristeza y dolor se convirtieron en espectáculos públicos, los paHbulos en arcos triunfales, la espantosa imagen de la guerra en dulce teatro de paz, los clarines y cajas marciales en armonías y músicas y el aparato de la campaña en galas y adornos de corte. Renació el siglo de oro y la prosperidad de los pueblos resucitó con más gloria que el sol después de un confuso eclipse. El Nuevo Reino se contempla triunfo de mi celo y aplicación. Todo el poder de la fortuna se declaró a mi favor. Me quiso hacer feliz previniendo a cada paso un trofeo y a cada encuentro un triunfo en aquel tiempo de ira en que mi espíritu se confederó con el bien público y felicidad de la nación. VI No es mi ánimo eternizar mis operaciones gloriosas. El mismo Nuevo Reino será monumento más célebre que las pirámides del Macabeo, de lo que todos saben y nadie ignora. Calificará fruto de mis generosas fatigas los importantes servicios a la Corona, transmontando eminencias, penetrando desiertos, rompiendo peligros, devorando dificultades, destruyendo coligaciones sediciosas, acom~tiendo temeridades, disipando EL VASALLO INSTRUIDO 40 8r insolencias, convenciendo errores, desarmando rebeldes, instruyendo pueblos, cortando nuevos tumultos, con venciendo partidarios de sacrílegas facciones, estancando tabacos, estableciendo rentas reales, recogiendo armas del Rey, restituyendo a su real erario y al de los particulares los perjuicios causados en las pasadas alteraciones, reclutando mil y setenta y ocho pobladores voluntarios para las nuevas fundaciones del Darién, en las provincias interiores del Reino, / / y desempeñando todas estas arduas comisiones, complicadas con invencibles estorbos, que con tanto honor mío fió el Excmo. Sr.Arzobispo Virrey a mi celo y conducta, sin auxilio de tropas, sin sueldo ni gratificación aun para los precisos medios del diarios sustento y transporte de una provincia a otra. Hablo en estos términos para ofrecer a mi Soberano un testimonio público de mi amor y lealtad a su mejor real servicio, al de la religión y al de la patria, nuestra madre común. Estas son mis voces para confundir a los incrédulos y hacer comprender a los filósofospreocupados que el mérito no está reservado a las cercas y paredes del convento; que los hombres no salen a la luz del mundo frailes sino ciudadanos; que primero son miembros de la nación que del cuerpo religioso y que éste no es capaz de enervar las leyes de aquél, mirando con una reprensible indiferencia los asuntos en que se interesan el honor del trono, el respeto de la autoridad pública, la gloria de la soberanía, la felicidad del Estado y la mejor conveniencia del real patrimonio; que ver a un religioso empleado en el servicio del Rey, llenando completamente sus obligaciones, es bendecir la persona de un perfecto ciudadano; y que si registran los claustros religiosos encontrarán políticos y sabios, estadistas perfectos y capitanes famosos que saben sacrificar sus talentos en hazañas de valor y en ocupaciones gloriosas de Estado, sin embargo de ser forasteras a su carácter y constitución. VII Omito las incomodidades y molestias que me cercaron en los negocios públicos. Las dejo a la contemplación de los curiosos, mayormente cuando reflexionen los funestos 41 PREFAOO 8v efectos que lleva consigo una sublevación formada por espíritus fuertes, intentada por hombres sabios y sostenida por el vulgo ignorante y despechado, que mira autorizada su empresa / / con el dictamen y aprobación de algunos ministros del Santuario. No faltaron hijos bastardos de la Iglesia santa que la infamaron en lo más apreciable de su honor. Aconsejaban y aún persuadían lícita, útil y honesta la conjuración contra su legitimo y jurado Rey.Es campo angosto para las lágrimas de dolor el pecho, y no se puede escribir sin sangre del corazón el hecho ignominioso de ciertos pastores de pueblos que recibieron al General y sus tropas faccionarias con aplausos, con aclamaciones, con repiques de campanas, con capas de coro, cantando el Te Deum y con: pero me falta el ánimo, se me añuda la garganta, no hay valor para decirlo. ¡Qué ilusión más lastimosa! ¡Qué engaño más grosero! Aún se eleva más la consideración. Nada extraño parecerá si se repara la serenidad con que se confiesa y comulga uno de los Generales en el mismo día que salía con su trozo de tropas rebeldes a devastar la noble ciudad de San Juan Girón y acabar de una vez con la real factoría de tabacos situada en ella. Si se atiende a las instancias de otro que con el mayor empeño solicita la capellanía mayor del ejército sublevado a los esfuerzos de quien persuade ser causa de Dios tomar las armas contra el trono español; y a la orgullosa persuación de quien ha escrito un defensorio de que no fue rebelión formal como me lo aseguró uno de los Generales del intruso y supremo consejo de guerra que le levantó en la populosa villa del Socorro, nada extraño será su fanatismo. En estado tán calamitoso se hallaba la multitud de revoltosos, falsamente seducidos y erróneamente ilustrados. VIII 9r Yo,que con celo religioso procuro la salvación de las almas, meditaba profundamente el modo más seguro de dejar impresa en sus corazones la verdadera doctrina que asegura los tronos, apoya la fidelidad, fortalece la obediencia y establece la paz en la República. Cuan / / do mis compañeros daban algún reposo a las gravosas tareas 42 9v EL VASALLO INS1RUlDO del púlpito y confesionario, era mi ocupación única solicitar impresiones de perseverancia, haciendo felices a los pueblos. Era firme mi creencia de que tenían asiento oculto en estas remotas regiones el Barón de Puffendorf en su Derecho de la Naturaleza y de Gentes, con las notas de Juan de Bibeyrac; Hugo Grotio, en su De jure belli ac pacis (El título de esta obra lo hemos tenido que corregir pues aparece en el texto original del manuscrito erróneamente citado.); Thomas Hobbes, Wolfio, Gravina, Vatel, el francés Raynal y el escocés Robertson, extranjeros los más celebrados que escribieron con poco respeto y sobrada avilantez contra la religión y la dependencia, según OlmedaI. Algunas máximas y proposiciones suyas se vieron renovadas por el autor del pasquin general, siendo de suyo un cáncer contagioso que todo lo inficiona y un negro vapor que todo lo oscurece. Cuando la correspondencia con el Ilustrísimo Sr. Góngora y los negocios públicos de la pacificación daban algún espacio de tiempo entonces coordinaba las especies que por el camino y en la posada había discurrido. Intentaba trabajar una obra para que en lo sucesivo pudiesen instruirse los pueblos en los principios de la religión, de la naturaleza y de la política, que enseñan los fueros del vasallaje. Pro todas partes conoáa la imposibilidad de lograr un fin tan útil para desvanecer las ideas de independencia y destruir el espíritu de máximas tan perjudiciales al poder soberano. La falta de recogimiento, el ningún sosiego de ánimo, la improporción indispensable de buenos libros y los intervalos continuos del discurso eran otras tantas trabas que me impedían su última perfección. Conocieron mis amigos que todo mi cuidado se fundaba en arrancar radicalmente la zizaña de la doctrina errónea con que fue engañada la incauta plebe en materia tan importante a su salvación y a la conservación del Estado y me obligaron a ofrecerla al público. Me resolví a imponerle un título que abrazase todo el / / cuerpo de la obra. El más propio y conforme a mis ideas es El Vasallo instruido en el Estado del Nuevo Reino de Granada Olmeda, tomo 1, Elementos del Derecho Público, p.2 de la introducción. (9r numeral 1). PREFACIO 43 y en sus respectivas obligaciones. Este es el objeto de atribución a quien miran las proposiciones todas de ella. La justicia de la conquista, el derecho inalterable y glorioso del dominio y señorío natural del trono español en la América, el amor y la obediencia a los Soberanos y a la patria, la pureza y legitimidad de los tributos, la grandeza de ánimo del Rey, el constitutivo formal de la rebelión y las causas que la produjeron, son las materias interesantes y principales que trata. El estado del Reino lo contemplará el curioso como preliminar de la obra. Su estudio es como la ligereza del rayo. No tiene toda la perfección que necesita. Las observaciones más exactas y singulares que adquirí en medio de tantas ocupaciones, trabajos y peligros que me ofrecieron las misiones en la dilatada provincia de Antioquia, en el Valle de Tenza, en los corregimientos de Tunja, Zipaquirá, Sogamoso, Gámeza y provincias de Muzo, Vélez, Socorro y San Gil, son el adorno de su agrado. No es asunto que se trata radicalmente, que es la única recomendación para libertarse de la mordacidad de la crítica censora. IX IOr Es verdad que los jurisconsultos, historiadores y teólogos de nuestra España trataron estas materias con la extensión y solidez que las otras naciones; pero no con la disposición y método fácil para instruirse el vasallo, como esta obra. Las trataron como por incidencia, derramando en sus escritos las noticias de tan importante obligación y los diferentes tratados de ella; pero no metódicamente y con particularidad como se requiere para el más perfecto conocimiento de las obligaciones de un buen patricio. Estas las encontrará / / ilustradas con doctrinas las más sólidas, haciendo una ingenua recolección de ella en varios autores que se me proporcionaron. Estas serán la feliz y afortunada honda que quitará el oprobio del nuevo Israel español, derribando a tantos orgullosos filisteos que tomalOn la pluma para oscurecer las glorias inmortales de nuestra nación. Estas serán las armas poderosas para abatir la arrogancia del fanatismo, para disipar las nubes de la contradicción, para confundir designios alevosos de los malcontentos y para conservar tranquilos los reinos y en buen 44 10v 2 EL VASALLO INSTRUIDO orden las repúblicas. En la variedad de los tiempos y en la mudanza de estados sin abandonar su patria, sin salir de su casa y sin tener necesidad de sufrir la inclemencia de los tiempos y el rigor de los elementos para engolfarse en las bibliotecas y registrar sus archivos, hallará el vasallo en esta obra cuanto necesite para su instrucción. Todos no son igualmente sabios ni tienen igual proporción para instruirse. Para unos es desconocida la facilidad de biblioteca para el estudio y otros habitan en país en donde carecen de fondos y de libros aun para la primera educación. En sus capítulos se le presentará al ignorante un manual curioso para conocer los fueros del vasallaje y otras noticias de atención y buen gobierno; al sabio, una recopilación de doctrina, objeto de su aplicación y estudio; al padre de familia, un compendio de religión, de política y de naturaleza para hacer a sus hijos perfectos ciudadanos; y a todos juntos un jardín ameno de fragantes flores de fidelidad y de obediencia a la autoridad pública y a la Iglesia. Se tocan varios puntos misceláneas que no son los menos importantes y que hasta ahora no se han controvertido con la especulación que merecen. Yono tengo más parte en esta obra que la que se me puede apropiar por haber reducido a método lo que otros dejaron dicho; pero también es verdad que hay varios discursos míos de primera invención, muy útiles al adelantamiento de la población y de la agricultura, como 11 al mejor gobierno de los sabios ministros del Rey.Me empeño en probar varias proposiciones relativas al objeto principal de la obra, aprovechándome de lo que otros han escrito, que se familiariza con mis ideas; y aunque no es de primera invención, es propio de mi aplicación, cuidado y estudio. Las razones no pierden su eficacia y valor por haberlas dicho otro antes, mayormente cuando no lograron todo el fruto que se merecieron en la persuación de quien las lee. Nunca se repita con demasía lo que no se aprende bastantemente, enseña el sabio de Córdoba2• Para unos basta mostrar los remedios, para otros es necesario repetirles. Amado lector mío: si yo consigo instruir perfectamente al vasallo he llenado Seneca, epist. 28 (lOv numeral IIJ. 45 PREFAOO completamente las obligaciones de mi instituto. Lógrese este tan importante empeño y sea propio o ajeno el discurso. Yo no formo apología de mis talentos y servicios ni menos escribo estas prevenciones para disculpa de errores y para ostentación pomposa de estudios, sino para desengaño de los incrédulos y aprovechamiento del vasallo. Cuando impugno a los extranjeros no comprendo a la sociedad, sino a aquéllos que, preocupados con una falsa inteligencia del patriotismo quieren estrellar el dominio y señorío de los Reyes Católicos en el Nuevo Mundo, en la furiosa tormenta que levante su emulación vengadora. x lIr No ignoro que éste fue el pensamiento de los autores de la sedición y de los partidarios de su tirana facción, bajo cuya perniciosa doctrina militaba ya cuasi la mayor parte del Nuevo Reino, el más rico en su constitución de los que tienen nuestros Reyes en ambas Américas. ¡Santo Dios! ¿A qué confusa multitud de censuras no me varé compelido si quiero hablar de los acontecimientos funestos, políticos y militares, que se observaron en sus provincias interiores en el año de ochenta y uno? En este tiempo de / / turbación y de ira la militante Sión, que en ellas se miraba oprimida con el grave peso de al conmoción popular, repetía angustiada las mismas voces que la afligida Raquel: da mihi liberos alio quin moriat. (sic).Haced, joh celestialJacob! Que mis entrañas produzcan verdaderos hijos, operarios celosos que se atrincheren contra monstruos tan horribles. Se levantarán furiosos Raynal, Robertson y otros filósofos libertinos, amigos de la independencia de toda soberanía; pero sería inútil su furor. El gran Dios alentará mi espíritu y serenará mis temores con darme a conocer que sus tribunales son subrepticios y que estos jueces pronunciaron sentencia por sí. En la República literaria ni a éste ni al otro ni tampoco a la multitud se atiende sólo si la verdad es la que triunfa y vence. En los puntos de derecho y hecho apelo de estos tribunales y me presento en el de la razón y verdad: en los de materia de fe y costumbres, al de la autoridad de la Escritura santa, de la decisión de la Iglesia, del testimonio 46 11v EL VASALLO INSTRUIDO de los Padres y de la razón teológica; y en los de pura historia, al de los historiadores más imparciales y fidedignos. A pesar suyo renacerá el glorioso, el inmortal y el invicto Carlos, y su señorío natural será conocido y respetado en estas vastas y remotas regiones. Amados compatriotas: todos somos hijos de un padre, ovejas de un pastor, ramas de un tronco y vasallos de un Rey. Una ha de ser nuestro espíritu patriótico, lillO nuestro celo y una nuestra voluntad para conspirar a la mayor felicidad y bien del Estado, de cuyo cuerpo son miembros ambos pueblos: americano y español. Concurrid a que estos mis trabajos logren la satisfacción de desterrar el error de los pueblos, convencer a los enemigos de la paz pública, dejar bien ordenadas las repúblicas, asegurados todos los ramos de rentas reales, inmortalizada la fidelidad y obediencia a nuestros Soberanos y a sus ministros, afianzado su natural señorío y dominio supremo en este Nuevo Mundo, / / y quedarán bastante satisfechos con ser conocidos por la Real y Católica Majestad, que con tanto amor y justicia gobierna. Nada más apetece mi innata lealtad a la soberana persona y a toda su real familia. Mis escritos son hijos legítimos de la Iglesia santa, católicos, apostólica, romana. A los pies sacrosantos de su cabeza, el vicario de Jesucristo en la tierra, los coloco y presento para la más justa corrección, como igualmente a la de cuantos curiosos quisieran examinados. 47 12r CAPITULO I Trata de la constitución del mundo, de su división y de la noticia antigua de la América 1 12v 1 La extraña y peregrina variedad de objetos que se observan en el hermosos palacio del mundo forma la más bella y brillante perspectiva a la consideración de los ffiósofos. El cielo, la tierra y todas las naturalezas que contiene en su seno ambos orbes, celeste y terrestre, son las partes de su constitución. Decir mucho es lo mismo que decir la obra más perfecta y la más vistosa de cuantas reconoce la naturaleza. A todas excede en quilates de preciosidad. Entre las grandes y maravillosas obras de Dios, ésta es la única, ésta es la singular. ¿A quién no arrebata y admira su rara belleza y la disposición misteriosa de su arquitectura? Que Boecio forme su división de mundo arquetipo, intelectual, elemental, grande y pequeño, no es objeto de mi ocupación!. Llámese máquina por la admirable disposición de sus partes y por el agradable artificio de ellas. No se fatiguen los antiguos sistemáticos en apellidarle orbe por la figura esférica que le acompaña. No funden sus discursos sobre ficciones arbitrarias, desnaturalizando las observaciones más incontrastables, exactas y constantes. Ya se desterró de la física la bárbara costumbre de apoyar los sistemas sobre estériles especulaciones y no sobre experiencias ciertas y fenómenos visibles de la naturaleza. Las demostraciones de / / Newton, de Casino, de Maraldo, de Wiston y de otros modernos compañeros de D. Jorge Juan, jefe de escuadra de Boecio, lib. 3. De Consolación. Metr. 9. (folio 12r A). 48 13r 2 3 EL VASALLO [NSTRUIDO la real armada española, gloria de su brillante marina y timbre de toda la nación, nos han dado un testimonio seguro de su figura elíptica, oval o esferoide. Sólo una errante filosofía podía delirar en la existencia de muchos mundos. Los maniqueos y los disdpulos de Demócrito desbarraron en una materia tan crasa y siguieron un error tan grosero. Uno solo es el mundo, dice San Agustín;2 y su creación fue en el equinoccio de verano al tiempo de la luna llena y día de domingo. Es declaración de todos los padres del Concilio Palatino, que por disposición del Papa Víctor fueron consagradas por Teófilo, Obispo de Cesárea, como 10 refiere Palavicino en su Poliantea de sagrados Cánones, en la dicción Creación del mund03• La descripción del mundo en solas tres parte principales, Europa, Asia y Africa, fue ignorancia de los cosmógrafos antiguos. En aquel tiempo de oscuridad vacilaban los entendimientos más claros, sin embargo de los apoyos más firmes que tenía el conocimiento del Nuevo Mundo. La autoridad más respetable, los cantos de Medea más seguros y la conjetura más ingenua, forman el argumento más poderoso de la existencia de los antípodas. España gloriosa fue el aire cierzo que disipó las negras sombras de las opiniones y dejó descombrado el cielo de la verdad. La incredulidad más / / obstinada de los filósofos, se mira confundida por la arrogancia española. Triunfante se contempla de la emulación extranjera que reputó desesperación y codicia 10 que fue fruto del valor español y de la gloria de la nación. Lejos del abominable espíritu de ambición, gobernada solamente por el celo de la religión y timbre de sus respetables armas, quiso manifestar a las naciones todas la grandeza de ánimo, que es natural a sus heroicas hazañas y hacer ver no en fantasía soñada, sino en realidad de conquista, triunfadora, arrancada la idolatría por tantos siglos naturalizada en la barbarie feroz de los naturales de un país extraño, remoto y desconocido por los más aventajados geógrafos. Este es el Nuevo Mundo Agustin, lib. Retract. cap. IlI. (12v B). Palavicino. Nunc ergo investigamus quomodo in principio factus fuerit mundus id es die dominico, vemo tempore, in equinoccio, quod est octavo. Kalendarum Aprilium luna plena: per ipsum tanturnrnodo tempus et elementa resurgunt. (12v C). CAPiTuLo 1 49 llamado injustamente América, cuyo nombre se mandó borrar de todos los mapas, cartas de navegación y demostraciones cosmográficas, en consejo pleno de justicia, por presentación de Colón contra Américo Vespucio que intenta usurparle la gloria del descubrimiento. II 13v 4 5 No hay cosa más sujeta al error que los hechos de la historia. La culpable omisión en anotarlos y la falta de pureza en la narración son, las más veces, causa de ignorar la verdad. En tales circunstancias debemos convenir con las reglas de la más serie y rigurosa justicia que pide la verdadera crítica. Las tradiciones, las conjeturas y la autoridad fidedigna de los escritores nos llevan por la mano al conocimiento de la verdad ignorada. Hasta ahora se ha creído que Colón fue el primero que descubrió estas remotas regiones; y verdaderamente no se le debe dar esta gloria sino que le pertenece por restaurados de ellas a nuestra nación española. Pudiera demostrar esta proposición con la autoridad / / de Beroso y de Annio, que enseñan hacer sido pobladas por españoles las islas de Barlovento4• Aseguran que Héspero fue el duodécimo Rey de España, que reinó en ella en el año de mil seiscientos y seis antes de la venida de Cristo Señor Nuestro al mundo, y que pobló las citadas islas llamadas antiguamente las Hespérides. En esta suposición se equivocan Jodoco Hondio, autor del Globo terrestre y Enrique Alangrén, autor del Mapa general y con ellos el P. Mariana; los dos en poner las islas de Caboverde por las Gorgonas y Hespérides y otro en afirmar que las Hespérides son las de Caboverde. Plinio, con la autoridad de Estacio Sevaso, pone a las Hespérides distantes de las Gorgadas navegación de cuarenta días. "En tanto grado, dice, es todo incierto a cerca de estas cosas que vino Estacio Sevaso a demostrar la carrera y viaje desde las Gorgadas hasta las Hespérides por navegación de cuarenta días". 5 Solino, con términos más Beroso,lib. 5. Y Annio de Reg.Hisp. cap. 13.(13v O). Plinio, lib. 5. cap. 31. Solino.Polit. Hist. cap. 6. (13vE). 50 14r EL VASALLO INSTRUIDO expresos, nos dice lo mismo: "Las islas Hespérides (como Sevaso afirma) se apartaron de aquel cabo de las Gorgonas a los golfos muy adentro de la mar, navegación de cuarenta días" . Igual equivocación padeció el Tostado, teniendo a las Afortunadas, que en el día son las Canarias, por las Hespérides. El mismo engaño sufrió Alfonso de Santacruz, apellidando Hespérides a las Azores o Terceras. Es proposición que resulta de la enumeración. La latitud de las islas de Caboverde o Gorgadas tomada entre la mar norte y sur de ellas, es de diez y seis grados de la equínoccial al Norte. Las islas de Barlovento, compren / / didas entre la Trinidad y Puerto Rico, corren casi E.O. con las de Caboverde y por consiguiente conservan iguales grados de latitud con las de Caboverde y su longitud a la Martinica de las de Barlovento es de treinta y tres grados y cuatro leguas, cuyo cómputo es de seiscientas y sesenta y cuatro leguas. La latitud de las islas Canarias, tomada entre la mar norte y sur, es de veintiocho grados y medio o treinta minutos. La distancia o longitud entre las islas de San Antonio, de las de Caboverde a las de Santa María de las Azores, es de veinte grados y cuatro leguas. La distancia o longitud de la isla de Palma de las Canarias a la de Santa María de las Tercera8 es de once grados y dos leguas, cuyo cómputo es de doscientas veintidós leguas. Todas estas latitudes, arrumbamientos y distancias son tomadas sobre la carta del Sr. Bellin, publicada en Francia por orden del Rey el Año de mil setecientos cuarenta y dos. Esta demostración concluye que las Hespérides no pueden ser ni las de Caboverde o Gl1rgadas porque están 16 grados de la equinoccial al Norte; ni las Canarias, que lo están 38 y 20 minutos. Precisamente han de ser las de Barlovento. La latitud y longitud de unas y otras no necesita la navegación de cuarenta días que dice Plinio. La citada navegación se hacía a el Oeste o Poniente como lo da a entender Solino con aquella palabra: "Se apartaron a los golfos muy adentro", y los mismo asegura San Isidoro. Ambos a dos escribieron en Europa, de donde se debe contemplar navegación al Occidente. Saliendo, pues, de las islas Gorgadas con rumbo a el Oeste, es indispensable hallar las / / CAPtruLo 1 14v 51 de Barlovento a causa de estar situadas en un mismo paralelo. El globo terrestre y mapa general en la navegación de las Gorgadas a las Hespérides no nos presentan otras islas navegando al Poniente. Estas por necesidad han de ser las de Barlovento porque son las únicas que están al Occidente de las de Caboverde y se pueden hallar en los cuarenta días de navegación, como 10 asegura Estacio Sevaso. En nuestros días se hace más breve la navegación por ser el origen de toda la ciencia náutica moderna la famosa Academia que abrió el Príncipe Enrique III, hijo de D. Juan I de Portugal, y por haber recibido este arte la última perfección que le dio el célebre matemático, jefe de escuadra, D. Jorge Juan, cuyo examen marítimo fue recibido en Francia, en Inglaterra y aun de algunos italianos con sumo aplauso, según el abate D. Juan Francisco Masdeu6• III 1Sr 6 Igual testimonio de las antiguas navegaciones a las Indias occidentales nos ofrecen los anales griegos y latinos. Roma conquistadora, azote de los tiranos y terror del universo, fue la causa de la confusión de la historia. Cuando Roma era terrible por la fuerza de sus armas, arrogante y soberbia por la gloria de sus triunfos y rica por los despojos de sus enemigos, entonces conocieron por su opresión y abolimiento su alto poder los archivos fenicios y cartagineses. Estos eran los conductos únicos y legítimos que nos pudieron haber comunicado alguna memoria del Nuevo mundo. Ciertamente infiriera yo agravio a mi nación si me empeñara en inmortalizar sus glorias con / / hechos apócrifos y con historias fabulosas. La autoridad del insigne dominicano de Viterbo Juan Nansí, por otro nombre Annio, con que apoyaba la población de las islas de Barlovento por Hespero, duodécimo Rey de España, sin embargo de estar sostenida por muchos eruditos antiguos y Masdeu (probablemente se trate de José Francisco Masdeu, jesuita, antiliberal, autor de varias obras sobre historia de España), tomo 1 y preliminar a la Historia de España. p. 134.(14v F). 52 15v 7 8 EL VASALLO INSTRUIDO modernos, se mira ya despojada de toda recomendación, por fabulosa, en sentir del célebre Masdeu. "En todo el catálogo del Viterbense -dice este famoso catalán, fundado en los principios más sólidos de la crítica- no hay punto alguno de historia que no sea abiertamente fabuloso, o a lo menos sospechoso";7en otro estado de seguridad quiero afianzar el conocimiento antiguo de la América; sobre otro fundamento más estable he de asegurar las antiguas navegaciones al Nuevo Mundo. Solón, aquel sabio de Grecia, que peregrinó a Egipto seiscientos años antes de la venida de Cristo, en una historia que escribió nos dejó la noticia que recibió de los sacerdotes egipcios, depositarios en aquellos tiempos de las ciencias, y son las siguientes, según el testimonio de Platón: "Más allá del estrecho que conocieron los griegos con el nombre de Columnas de Hercules estaba situada una isla. Se dice que era de mayor extensión que la Libia y la Asia unidas y que de ella se pasaba a otras islas y después se aportaba a un continente cercanoque se encontraba en frente. Un terremoto y una inundación de veinticuatro horas sumergieron en el vasto mar la isla llamada Atlántida. El cieno producido de las ruinas esparcidas por el mar los hicieron innavegable. La longitud de la isla era de tres mil estadios y su latitud se extendía a dos mil. Estaba hacia el Sud y sus pa / / rajes más elevados miraban al Septentrión8• ¿Quién no se persuade que las otras islas de que habla Platón son las que se llaman de Barlovento? ¿Quién duda que el continente cercano a donde se aportaba desde las islas es la tierra firma que hoy día se llama América (En el texto original no figura, por error, el nombre del continente que suponemos es el de América). En términos tan expresos del Nuevo Mundo se produce Platón, que en el tiempo mismo de la oscuridad ya era ilustre, y estaba demarcado el conocimiento de la América y formó idea de la navegación que pudieron hacer los primeros pobladores a tan vastas y deliciosas tierras. Masdeu, tomo 1, España Antigua, p. 43. (15r G). Platón, Opera diálogo Timco y Crítías, p. 1.045 Y 1.106. (15v H). 53 CAPíTULo I IV 16r 9 Yo no puedo persuadirme fabulosa la historia de la isla Atlántida sin embargo del respeto que me merecen los patronos de la opción contraria. Platón, aquel ilustre filosofo que rodeó muchas Provincias con el objeto de la especulación y contemplación de diversas cosas de buen gusto; Platón, aquel monstruo de las ciencias, que por adquiridas navegó tempestuosos mares, sacrificando su vida en mil riegos y peligros; Platón, aquel insigne maestro que depreciando las inclemencias del tiempo y los rigores de la estación viajó al Egipto para tratar y conocer al filósofo Arquita Tarentino, y llegó a la región de Italia, llamada antiguamente la Gran Grecia; Platón, aquel famoso sabio cuya doctrina resonaba por los Generales y teatros de Atenas; que se constituyó discípulo y extranjero por adelantarse en el conocimiento de las ciencias que ignoraba, quedando preso de los piratas por esta causa; este gran filósofo, digo, nos asegura que no es relación fabulosa, sino verdadera historia 10 que refiere de la / / isla Atlántida. Para que en las monstruosas transfiguraciones del tiempo se desterrase toda especia de error y engaño advierte y da el nombre de fábula cuando quiere fingir alguna cosa. En el diálogo de Trmeo y en el Atlántico asegura que la materia que trata es historia verdadera. "Oye, Sócrates -le dice- una historia maravillosa pero llena de verdad". Yoquiero suponer que fuere confuso el lugar en donde Platón trata esta historia; en este caso ¿Quién debe ser el tribunal de apelación para la declaración de la duda? ¿Quién el árbitro absoluto que decida la cuestión? ¿Quién el juez legítimo que exponga el sentido genuino de las palabras? ¿No es más verosímil que lo sean los que se empañaron en interpretar a Platón? Hablen"pues Crantor, su primer intérprete, Marsilio Ficino y Plotino y digan con espíritu de imparcialidad el sentido de Platón en esta historia. Todos a una voz nos aseguran la certidumbre y veracidad de la maravillosa isla Atlántida, alejándose siempre de la inteligencia alegórica que le dan Proclo, Porfirio, Orígenes y otros9• Por Crantor in Critia, Marsil. Argum in Crit., fol. 497 y 498, Plotino in Timeo et Critia. (16r I). 54 16v 17r 10 11 EL VASALLO INSTRUIDO último, Juan Serrano, que hizo nueva traslación de Platón y lo comentó, declara lo mismo y confirma lo que dice Marsilio Ficino, intérprete latino, alabando su resolución en reprobar a Orígenes y a los demás mósofos que tiene esta historia en lo literal por fabulosa1o• No hay duda que el arte o ciencia crítica formaría sus tronos de lamentación si se le negara a Platón la fe y respeto que m~ su autoridad. Sufriríansus leyes,tan necesa / / rias como importantes al descubrimiento de la verdad, la más sensible y dolorosa prevaricación. A Platón nada de falta para ser filósofo de autoridad y gravedad. Todo le acompaña para el crédito que le corresponde y que de justicia le es debido a sus sentencias. Fatíguese cuanto quiera Aristóteles, su discípulo, en calumniar a su maestro, con el testimonio de las ideas, que no faltará un Agustino, un Séneca, un Marsilio, y Javello y otros autores del primer rango, que vindiquen a Platón, haciendo conocer que lo que dijo de las ideas se entiende de las que hay en la mente divina Y Platón es filósofo sabio, es fidedigno y aunque gentil, es llamado el divino Platón por algún alto discurso que hizo de la teología. No se le haga injusticia a este hombre grande; désele la fe que merece su concepto, pues teniendo tanto cuidado de la certeza de la narración, no es regular separarnos de su modo de pensar. Todo su cuidado es citar los escritos de Salón, en nombrar los sujetos por quienes pasó esta tradición hasta que tuvo noticia de ella; en traer el testimonio de los más antiguos egipcios quienes por la situación de sus playas y por el continuo trato con los fenicios, que las costeaban, podían tener un exacto conocimiento de la isla AtIántida. Estas reflexiones son otras tantas impresiones de pureza y legitimidad en la historia Atlántida. Su narración es las ingenua y su tradición la más conforme, nada vulgar, sino aceptada por varones doctos, sostenida por almas grandes y autorizada por literatos ilustres. Esta tradición la oyó Critias de su abuelo Critias, / / y éste su abuelo de Salón, su tío, quien la dejó escrita. Salón la entendió de los saites, sacerdotes egipcios a cuyo cargo Juan Serrano in Comentario supra Critian. (16r 1). San Agustín, tomo 4, de diverso quoest. 46 et lib. 7 de Civit. Cap. 28. Séneca lib. Epist. 66. Marsilio. Comento in Tim. Cap. 15.Javello de generat et corrup. Tract. 3, cap. 2. (16v K) CAPÍTULo 1 17v 55 estaban los anales y las historias antiguas. Estos tenían el cuidado de anotar los acaecimientos de aquella época y daban fe de ellos, cuya obligación era igual en los sacerdotes caldeos, como lo asegura Metastenes,12 ¿Cómo, pues, podrá llamarse fabulosa y no verdadera la historia de Platón? O hemos de negar la fe y autoridad de los analistas egipcios o hemos de concluir que hubo isla Atlántida. El Sr. Bailly confiesa su existencia, pero admite su situación en el Septentrión, mayormente en Spizberg o en alguna otra parte del mar glacial. Proposición extraña pero hija de la presunción más arrogante y orgullosa. BaiIly, aquel filósofo insultante y ocasionado, que mira con desprecio a los demás; aquel filósofo que hace gala y representa el papel de sabio en el teatro universal de las ciencias; aquel filósofo, en fin, que reputa vanidad gloriosa la profesión del sistema de la razón, es el que en su errante filosofía necesita de maestros que le enseñen la legítima situación de la AtIántida. Contempla delirantes a los que la colocan en las Canaria o en la América. "Estas ideas, dice, eran del siglo de los eruditos pero no del siglo de la filosofía",13 "La ninguna diferencia que hay del Golf.:>Atlántico al Eritreo, ni al mar que se encuentra ultra las Columnas, en sentir de Herodoto; y su extensión hasta las playas de la Arabia Feliz, según Strabon; las dos columnas del templo de Tiro, consagradas una al fuego y otra al viento, son los sentimientos filosóficos de Bai1ly". "Todo esto, dice, me inclina a abrazar la opinión / / de Olof Rudbeck, el cual colocó las columnas de Hercules hacia el Norte y halló en Suecia la Atlántida de los antiguos" .14 Monstruosidad inaudita en los senos más internos de la filosofía. Hablará la geografía más moderna y le hará conocer a Bailly de los golfos Atlántico y Rojo, lejos de tener la situación en el Septentrión, se hallan en las vastas amplitudes del Océano que se extiende desde el estrecho de Hércules o Gibraltar por las costas de Africa y Asia hasta la India. Le 12 13 Metast. de judicio temperum. (17r L). Bailly,letras(sic) sur la Atlantide de Platon. Letr. 14, p.86. Letr. 24, p.465. 14 Bailly, Hist. de L' Astronomie anciene (sic). tit. eclaircissemens historias, 1.1, No. 3, p. 285 Y86, letr, sur la Atlantide, letr. 15, p.108. (17v N). 17r M). 56 18r EL VASALLO INSTRUIDO instruirá sin tener necesidad del siglo de la filosofía en la distancia tan improporcionada que reconocen las playas africanas del polo Artico. Es verdad que Strabon extendió el mar Atlántico hasta la Arabia Feliz. Esto conviene con las ideas del siglo de los eruditos; pero buscar la Arabia en el Septentrión, en los mares de Suecia, sólo el siglo de la filosofía podrá cohonestrarlo. ¿Qué proporciones encuentra el sistema de la razón entre Suecia y Fenicia, entre Tiro y Stokolmo? ¿Qué carta náutica, ni qué mapa cosmográfico o geográfico dan a las costas de la Palestina el nombre de Mar de las Columnas? Sólo una arrogante filosofía complicada con varias inconsecuencias podrá situar la isla Atlántida en donde se conserva la memoria de antiguas Columnas. La naturaleza de este sistema compele al Sr. Bailly a representamos el mundo lleno de islas platónicas; pero el siglo de los eruditos reputará fanatismo y / / delirio furioso su tan decantado y fantástico argumento. Lea el Sr. Bailly con más imparcialidad y menos empeño las antigiiedades y seguramente reformará el siglo de su filosofía. Platón, Oiodoro Sículo, Plinio Ylos libros árabes nos llevan como por la mano a la situación de la isla Atlántida a las inmediaciones de la Guinea. Platón la sitúa en el Océano Atlántico, hacia el Sud. Oiodoro Sículo enfrente de la Libia, transportando una formidable tempestad a los fenicios a aquella parte. Plinio, a las fronteras del monte Atlante y distante cinco días de navegación del cabo de Sierraleona y de los desiertos de la Etiopía Occidental. Los libros árabes, a la otra parte del monte Caf. Todo esto reunido con precisión ha de convenir a las cercanías de la Guinea. Las naves que salían de las costas meridionales del Océano Atlántico, de las playas de la Libia, de las orillas opuestas a la montaña de Caf o Atlante, dirigían el rumbo al Sud, según Platón. Esta derrota conduce directamente al Brasil. ¿Cómo, pues, podrá hallarse la Atlántida al Septentrion, en el mar de Suecia? La misma oscuridad de las noticias y la diversidad de países, de donde se podía emprender aquella navegación, es el garante de reconciliar a los escritores que dejo citados, en la desigualdad de pareceres sobre la situación meridional de las playas americanas. El tiempo, que es el verdadero maestro del desengaño, confundió la incredulidad de los obstinados, 57 CAPÍTULo 1 18v declaró las dudas de los doctores y desvaneció la confusión de los siglos. Venció los imposibles de los filósofos y nos declaró aquel continente y aquellas islas que refiere Platón en la historia de la Atlántida. Si la narración del Nuevo Continente, en donde escribo, y de las otras islas es verdadera, ¿por qué ha de ser / / fabulosa la de la Atlántida? El mismo autor, que en medio de las tinieblas de aquella época, gobernado por la tradición de Solón, escribe la existencia de la isla Atlántida, da noticia igualmente del Nuevo Mundo. Si el diálogo de Critias y Timeo fuera fábula, lo fuera también la existencia de los antípodas. Es, pues, consecuencia forzosa que hubo tal isla Atlántida. Los testimonios antiguos con que fundó la verdadera historia de Platón son legítimas nociones del antiguo conocimiento que se tuvo de un vasto y rico país, separado de la Europa, Asia y Africa. Sin embargo ilustré mi pensamiento con otras doctrinas de particular respeto y recomendación. V El conocimiento antiguo del Nuevo Mundo tiene a su favor la autoridad de Mariana, Acosta, Pineda, Veselingio, Herbelot, madama Duboccage, Robertson, De Brases, Aristóteles, Posidonio, Séneca, Plinio, San Clemente, Orígenes, San Jerónimo y otros literatos que citan el P.Juan de Pineda, Fabricio y WitS.15 Referiré las autoridades de algunos en confirmación de mi empeño. Trescientos años antes de la venida de Cristo al mundo, cuenta Aristóteles, por tradición, "que los cartagineses, más allá de las Columnas de Hércules, descubrieron una isla desierta bañada de ríos 15 Mariana, Histor. de rebus. Hisp. Lib. 2. Cap. 2. p. 237. Acosta, de novi orb. nat. et ratione. Lib. 1. cap. 11.p. 20. Pineda, de rebus Salom. Lib. 4. cap. 16. No. 4. p. 213. Veselingio in Diodorum SicuIum. tomol. lib. 5. p. 345. Herbelot, Bibliotheque Orientale Artic. Caf. p. 250 Artic. Gezirat. p. 385. Madama Duboccage, la Columbiade canto 3. Nota 4. Robertson, stor. de America, tomo 1.Lib. 2. P. 14. De Brases, la seconde Guerre servile, p. 63. Pineda, de rebus Salomon, lib. 4. cap. 16. No. 3. p. 211 Y212. Fabricio, Bibliograf. antiq. tom 1. cap. 1. No. 10. p. 18. Wits, Miscelaneorum Sacrorum, tom 11. Exorcitatio 13. p. 412. (18v O). 58 19r 19v 16 17 EL VASALLO INSTRUIDO navegables, cubierta de grandes selvas, muy abundante de frutas y distante de la tierra firme muchos días de navegación. Habiendo algunos de ellos contraídas alianzas de sangre, formando establecimientos en aquel país por la bondad y fecundidad del terreno, 11 se dice que los jefes del Gobierno prohibieron con pena de muerte aquella navegación, temiendo que las frecuentes transmigraciones de las gentes del pueblo pudiesen fundar un nuevo imperio que debilitase la potencia de Cartago. Se cuenta también que los fenicios de Cádiz, corriendo el mar de la otra banda de las Columné's de Hércules, fueron transportados de la violencia de un viento del Este a ciertos países pantanosos, abundantísimos de atunes de un tamaño increíble, que salaban y llevaban a Cartago" .16 "Cual sea esta isla descubierta por los cartagineses, es cuestión entre los historiadores. Florián, Gomara, Oviedo, Genebrardo y Mariana quieren que precisamente ha de ser: o la isla Española, o la de Cuba, o la tierra firme, Ó el Brasil". 17 "¿ Cómo, pues, ha de ser tierra firme o el BrasilIa isla desierta que descubrieron los cartagineses cuando el mismo filósofo curioso, indagador de la naturaleza coloca su situación distante de tierra firme muchos días de navegación?" Seamos ingenuos: nada podemos asegurar con certeza de las navegaciones remotas de los cartagineses. ElSenado prohibió con riguroso decreto la navegación, temiendo que si la fama de la riqueza de aquella isla venía a noticia de las naciones extranjeras, llevadas de la codicia, harían sus navegaciones a ella y la constituirían un propugnáculo y lugar de defensa en dónde fortificarsepara tener el imperio y señorió de todos. La libertad de 11 los cartagineses sufriría perturbación y el poder Cartago experimentaría la decadencia. Por esta razón de Estado mandó en su acuerdo que fuesen muertos todos los que poblaron aquella isla, a fin de que se ignorasen las navegaciones ocultas entonces a las demás naciones, asegura Aristot. Operum tomo 1. de mirabilibus auscultationibus. p. 870, 885. (19r P). FIarian, lib. 13, cap.2. Gomara in fine 1 parto Oviedo, 1 parto lib. 2. cap. 3. Genebrardo, lib. 2 p. 258. Mariana, 1 part. lib. 2. cap. 2. (19r Q). CAPITuLo 1 20r 59 Strabón.18 Nada dice el Senado acerca del nombre de la citada isla. Ninguna, pues, debe ser también nuestra determinación. Las congruencias en este asunto son muy falibles, están muy sujetas al error y al engaño. La distancia de tierra firme, su abundancia y riqueza, la preciosidad de sus maderas y lo caudaloso de sus ríos, es común en casi todos los países del Nuevo Mundo. Con estas consideraciones podemos afianzar cuál sea la isla desierta descubierta por los cartagineses. Lo que tenemos por cierto es que fue parte del Nuevo Mundo. Esta idea, tan antigua como cierta nos la representa Diodoro Sículo en su libro intitulado Insular. "En el vasto mar océano -dice- enfrente de la Líbia hay una grande isla, distante del Africa muchos días de navegación hacia Occidente ... Antiguamente no se tenía noticia de ella por la gran distancia del resto de la tierra. Pero finalmente la descubrieron los fenicios. Costeando el Africa por el Océano una deshecha tormenta los arrojó en alta mar y al cabo de muchos días aportaron felizmente a aquella isla incógnita, de cuya situación y fertilidad hicieron una resolución a su vuelta" .19 Posidonio, coe / / táneo de Cicerón, tenía nociones del Océano y estaba en la firme creencia que se hallaba otro globo de tierra superior a la Europa. Confirmaba Strabón este pensamiento: "Con razón creyó Posidonio -dice el geógrafo griego- como verdadero lo que cuenta Platón de la isla Atlántida ... de extensión no inferior al Continente" .20 El filósofo cordobés Lucio Anneo Séneca, quince siglos antes que el célebre Colón descubriera ell\Tuevo Mundo, con sola la tradición de los fenicios, que muchos siglos álltes se establecieron en Córdoba, su patria, y formaron asiento en ella, conjeturó la existencia de los antípodas y la dejó vaticinada con su canto en un coro de Medea: Vendrán al fin con paso perezoso Los siglos apartados en que el hombre Venza del mar océano las ondas, 18 19 20 Strabon, lib. 17 YAlderete Antig. de España. lib. 1. cap. 24. fol. 108. (19v R) Diodoro Sículo, Bibliot. tom l. lib. 5. No. 19-20.p. 304 (19v S). Strabón, rerum geograf. tom 1. 1.2. col. 160. (20r T). EL VASALLO INSTRUIDO 60 y encuentre al cabo dilatadas tierras Descubrirá otros Tiphis nuevos mundos y no más será Tule el fin del orbe.21 Elmismo Séneca, en su tragedia Medea. prosigue con versos anapésticos, que en metro castellano son como se siguen: 20v Al alto mar proceloso Ya cualquier barco se atreve Todo viaje es ya breve Al navegante curioso. No hay ya tierra por saber, No hay reino por conquistar, / / Nuevos mundos ha de hallar Quien se piensa defender.22 Las sibilas conocieron los eventos futuros y nada extraño será que Séneca pronosticase con tanta propiedad la osadía animosidad de los españoles en arrojarse a las soberbias ondas del mar océano y bregando con ellas llegasen a descubrir nuevas tierras y nuevo mundo. Lo raro de su entendimiento, lo elevado de su comprensión, la tradición de los fenicios, las nuevas navegaciones y viajes que se emprendían y el suceso de aquellos naufragios que refiere Plinio,le hicieron capaz de pronóstico tan cierto y feliz. Plinio hace narración de algunas islas sumergidas por causa de los terremotos y de la formación de otras; sino, dice, que han hecho también desaparecer algunos terrenos del continente. Si damos fe a Platón, añade, esta metamorfosis se ha visto en un inmenso espacio del mar Atlántico. Se cuenta que enfrente del monte Atlante había una isla del mismo nombre. Distaba cinco días de navegación de los desiertos de Etiopía occidental y del promontorio llamado el Cuerno Esperio (hoy día se llama Cabo de Sierraleona)23.En el inmenso océano 21 22 23 Seneca. Traged. trago 1. Medea. Acto 2. p. 808 en el Coro. (20r V). Séneca in Medea. (20v D). (En estas dos últimas notas hay una inversión de las letras que marcan el texto original). Plinio, Histor. natur. tomo 1. lib. 2. cap. 9. n. 92. p. 115Ylib. 6. cap. 31. n. 36. p. 348. (20v X). CAPÍTULo 1 2Ir 24 25 26 61 hay otros mundos gobernados por el Criador con las mismas leyes con que se gobierna el nuestro. Palabras son de San Clemente Romano, que floreció en el siglo primero de la Iglesia, escribiendo a los Corintios de la Providencia de Dios con todas las criaturas24• Lucio Apuleyo, que floreció en el siglo segundo así habla: "Muchos dividen la tierra en dos partes: a una dan el nombre de islas y a otra de continente. Con esto manifiestan su igno / / rancia, pues nuestra tierra, circuída del mar Atlántico, forma una sola isla juntamente con todas las que se divisan en este golfo: demás de ésta hay en el océano otras varias semejantes y algunas menores, las cuales no es maravilla que sean incógnitas siendo cierto que no podemos correr todo el espacio de la isla que habitamos. Así como nuestro mar divide unas islas de otras, de la misma suerte aquéllas están separadas entre sí por medio de piélagos de agua mucho más dilatados25• Orígenes, aquel gran sabio que en sus escritos fue el asombro del siglo tercero, dio algún asomo del Nuevo Mundo. "Clemente, dice, discípulo de los Apóstoles, habló de ciertos hombres a quienes los griegos llamaron antichthonos, y de ciertas partes de la tierra a donde ninguno de nosotros puede ir y de cuyo paraje no se puede venir acá". Dio a estos países el nombre de mundos y afirmaba que el océano es impenetrable y que el Criador los gobierna del mismo modo que el nuestro26• San Jerónimo, apoyado con la autoridad de San Clemente, enseño la existencia de los antípodas y de un nuevo continente de infinita grandeza, en donde se criaban hombres y brutos otro tanto mayores que los de las tres partes del mundo; y que en él había ciudades muy populosas que se gobernaban con diversas leyes y costumbres contrarias a las nuestras; tierras abundantísimas de oro y plata, que era menos estimada que el fierro. Preguntamos, dice también, qué quiera decir el Apóstol en aquellas palabras: "en las cuales cosas anduvisteis un tiempo según el siglo de este mundo". Si quiere por ventura dar / / San Clemente ad Corintios. Epist. 1. cap. 2. p. 100.(20vY). Lucio Apuleyo Opera. tom n. lib de Mundo p. 712. (21r Z). Origenes, Opera. tom 1. Periarchon ven de principiis, lib.2. cap.3. p.712. (21rA). 62 21v EL VASALLO INSTRUIDO entender que es otro siglo, que no pertenezca a este mundo sino a otros mundos, de los cuales escribe Clemente en su epístola El Océano y los mundos que están allende del océan027• Tertuliano, hablando contra Hermógenes manifiesta sentimientos de sabio en la existencia de la América. "Si no es, dice, que se ha de dar crédito a Sileno, que en presencia del Rey Mida afirmaba con porfía haber otro orbe, según que es autor Teopompo". 28 Desde Salón hasta la época de los católicos Reyes D. Fernando y Da. Isabel, se conservó entre los eruditos la memoria de un continente separado de Europa, Asia y Africa, cuyas vastas regiones se conocen en el día de hoy con el nombre de la América. Arza, el cosmógrafo sabio, natural de Toledo, que floreció en el siglo undécimo, observó la figura del globo terráqueo, dividió el orbe en dos hemisferios y fue el primero que mostró el camino para descubrir la América, habiendo dibujado en aquellas partes muchas y dilatadas regiones, como lo asegura el P. Fournier en su Hidrografía.29 VI 22r No ha paciencia que no se apure con la maledicencia continua e infundada de los extranjeros. Raynal, la historia des Voyages (sic) y otros partidarios que no pueden mirar sin horror las glorias de nuestra nación, la pretenden envilecer, maldecir o censurar. Los buenos patricios / / insultados y provocados a ira nacional, hacemos una justa y racional defensa. Si alguna chispa resalta, será por necesidad inevitable. No se queje Raynal cuando sienta abrasarse de confusión. Cuando Roma dividió el mundo en dos partes en términos que el hemisferio oriental perteneciese a los portugueses y el occidente a los españoles, exclaman con escarnio: ¡Qué ignorancia, dicen, no haber observado ninguno en aquel siglo la figura del globo, ni advertido que 27 28 San Jerónimo, lib. 1. super cap. 2. ad Efesios, cap. 8. (21v B). Tertul. adversus Hermog. cap.25. Peopomp. apud Cllar. lib. 3. cap. lB. 29 Fournier, Hidrograf. lib. 14. cap. 15 S. Jud. Tad. quecumque ignorant blasfemos. (21vD). (21r C). CAPITuLo 1 63 se podría llegar a descubrir el Oriente por los mares del Occidente! Sólo su crasa ignorancia podrá excusar al abate Raynal. Su jactancia y mordacidad merecen que yo le aplique la sentencia de San Judas Tadeo: blasfema aquello mismo que ignora. Es conclusión forzosa: o el abate Raynal no vió la bula de Alejandro VI o la vió. Si no la vió, pronunció sentencia por sí sin conocimiento de causa. Si la vió, no la entendió y dado caso que la entendiese no se oculta la malicia con que se desentiende de la cláusula de la bula que a la letra es como sigue: 22v Por más que intente deslumbrar al vulgo ignorante siempre los literatos imparciales conocerán el emponzoñado origen de la envidia. Siempre le calificarán o de fácil y temerario o de ignorante y de mala fe. Yo no quiero contemplar en aquellos tiempos a la Francia tan instruída en la ciencia de la cosmografía y geografía que el vaticano necesitase de sus luces para tirar la línea del uno al otro polo. ¿Ignora acaso Raynal que en la erección del Colegio Real, fundado por Francisco 1,en el siglo / / décimosexto en el año de 1529, se vió precisada la Francia a mendigar de la España sabios que enseñasen en él las ciencias matemáticas? ¿Ignora acaso que Martín Población, hijo de la nación española, fue el primero que sacó a los franceses de la ignorancia de las matemáticas en que vivían como profesor sabio que era de ellas? El Pontífice Santo miró en su bu1a, como objeto de indiferencia, que hubiese paso por el Sur al Oriente o que no lo hubiese. Pero aun cuando el Papa y los españoles hubieran ignorado el descubrimiento del Oriente por los mares del Occidente, cuya ignorancia se nos atribuye, podríamos gloriamos entre todos los ingleses, franceses, portugueses y genoveses de los ventajosos adelantamientos en la cosmografía y geografía. Dígame el abate Raynal: ¿en las naciones de Génova, Portugal, Inglaterra y Francia no se despreció y aun se trató de ilusión o delirio el proyecto de Colón, presentado a sus respectivos Soberanos sobre la realidad del nuevo globo occidental? ¿Penetrados del espíritu y celo de la religión, no lo adoptaron los católicos Reyes de España sin embargo del empeño en que se hallaban contra la raza mahometana? ¿Cómo, pues, nos insulta con la nota de ignorantes? Confiese 64 23r 30 31 32 EL VASALLO INSTRUIDO el abate Raynal con toda la tropa de partidarios contra las glorias de nuestra nación, que entre los literatos de España no se desnaturalizó el conocimiento antiguo de la América. El empeño de Lactancia y la opinión de SanAgustín no pudieron borrar del mundo esta tradición.ElPresbíteroVirgiliolo aceptó y enseñaba en aquel tiempo de oscuridad. Los libros orientales que conservaron los árabes hablan de un continente separado del Alltiguo Mundo, asegura Herbelo¡3°.La serie cronológica de los autores que he 11 citado es el testimonio más autentico de esta verdad. Las navegaciones antiguas se interrumpieron por haberse sumergido la isla Atlántida que, situada entre los dos continentes, hacía fácil la comunicación. En tiempo de Lactancia y de San Agustin la tradición de la existencia de los antípodas gozaba todo el crédito. Estos dos sabios se empeñaron en sepultada en el olvido. Lactancia, con su extravagante filosofía, la calificó delirio filosófico. Se persuadía que los antípodas precisamente debían estar colgados en el aire y que los árboles, las plantas y demás vegetables habían de echar sus raíces hacia arriba y sus copas abajo; que las lluvias, en vez de precipitarse de lo alto, subirían violentamente contra el orden de la naturaleza. ¡Qué despropósito tan vergonzoso para un filósofo!31.El grande Agustino, que con el brillo de las luces de su doctrina es venerado como el sol refulgente de la Iglesia, refutó con todo ardor tradición tan constante y la censuró de errónea y peligrosa32.La profunda inmensidad de las aguas del océano preocupó el entendimiento de un Doctor tan ilustre y le hizo formar sentimientos de imposibilidad negando la existencia de los antípodas. Tan alto era el concepto con que los fieles respetaban la doctrina de Agustino que fue el origen de concordar con la ignorancia de aquellos tiempos. Es objeto de admiración la opinión de esta lumbrera de la Iglesia. Un entendimiento tan soberano, unas luces tan claras, un Herbelot, Biblioteque Orientale. Artic. cap.(sic) p. 250. Artic. Gezirat. p. 385. (22v E). Lactancio, opera omnia, tomo l, Divin lnstitution lib. 3. de falsa sapientia Filosof. cap. 24 de Antipod. p. 254. (23r F). S. Agustin, de Civil. Dei. lib. 16. cap. 9. col. 884. (23r G). CAPfTuLo 1 23v 24r 33 34 65 discurso tan sublime, una comprensión tan viva y una ilustración / / tan vasta, que le hicieron recomendable al mundo todo, no tienen afinidad con la opinión tan contraria a la tradición, a la conjetura y a la autoridad. Sin embargo era la reputación de Agustino tan bien recibida que ya se contemplaba preocupación de los hombres. Hasta el mismo Pontífice Sumo, que el siglo octavo gobernaba la Iglesia, llamado Zacarías, fulminó los rayos del Vaticano contra el presbítero Vrrgilio, sin otra causa ni motivo que enseñar la doctrina opuesta a la opinión a Agustino, como lo refieren el gran historiador de Francia, Natal Alejandro, en su Historia Eclesiástica y Le Cointe, en sus Anales Eclesiásticos33• La ninguna comunicación que se contempló en los siglos remotos entre los dos mundos y la escasez de noticias que dejaron los antiguos es la causa de haber desbarrado en sus opiniones los entendimientos más ilustrados. Los esfuerzos que se han hecho para descubrir en los mares del Norte las inmediaciones del Antiguo y Nuevo Mundo son dignos de los mayores elogios y del aplauso universal. El célebre inglés Sanderson, natural de Londres, descubrió en los años de 1585, de 1586 y de 1587 un estrecho entre la isla GroenIandia y la Tierra del Labrador, que se llama de Davis, como claramente se ve en el globo terrestre de Todoco Hondio. La Groelandia dista cuarenta leguas de Laponia y pocas más de Finmarchia, tierra de Escandinavia, en Europa. La TIerra del Labrador es el continente del Nuevo Mundo. El estrecho que media entre estas dos tierras tiene de ancho poco más de dos grados / / y medio, conforme a la regla más común y fácil de los geógrafos, en lo que conviene el historiador Gomara en su historia general, asegurando que la citada distancia es de cincuenta leguas34• Las navegaciones de expertos y diestros pilotos son conformes a esta materia según las observaciones que hicieron en el mar del Norte y septentrional y la del Sur y meridional con la de Oriente y Poniente. En la parte opuesta Natal Alej., Histor. Eclesias. tomo VI. cap. 1. Ame. 5. p. 7. Le Cointe, Arma!. Ecles. Francorum tomo V. armo 748. p. 195. (23v H). Gomara, part 1.fol. 7. (24r 1). 66 24v EL VASALLO INSTRUIDO y antípoda a la isla de Greolandia y al estrecho que se halla entre ella y la Tierra del Labrador hay otro estrecho que se llama Anian. Este está situado entre el Reino de Quivira y de Anian, tierra última por aquella parte y firme de la nueva España y entre la tierra de la gran Tartaria. Tiene de ancho y dista de un orbe a otro doce leguas. Se asegura que algún buque, o por casualidad o por fortuna, logró dirigir su rumbo desde la América al septentrión de la Europa o del Asia o de estos parajes a las costas opuestas. En los últimos años se empeñaron las Cortes de Rusia y de España en descubrir por los mares del Norte las partes más vecinas de ambos mundos, Antiguo y Nuevo; pero la experiencia misma los ha hecho conocer la imposibilidad de abrir el camino por aquella parte al comercio americano por lo arduo de la navegación de aquel piélago. Son famosos los viajes de Cook, cuyas observaciones son el objeto de la atención de los curiosos y del desengaño de los incrédulos. En uno de ellos penetró por entre la Asia y la América, mirando ambos continentes a una y otra parte. / / Yo no extraño la ignorancia de los primeros sabios en la existencia de los antípodas. Parece incréible que bajo del Ecuador se encuentren hombres y países de un temperamento frío dejándose ver el alto copete de las sierras cubierto de nieve. Se experimenta que bajo de la zona tórrida la mayor parte de tierra es templada y saludable; que en los llanos del Perú y costas del mar del Sur jamás llueve; tierras que siempre están dispuestas con las influencias y rocío del cielo para sembrar y coger los granos y frutos. Estos nuevos fenómenos de la naturaleza llenaron de confusión a los antiguos filósofos y naufragaron en la meditación y consideración de efectos tan extraños y contrarios a los principios de su filosofía. El tiempo mismo les ha hecho conocer el engaño y error de su sistema. El descubrimiento de tan remotas regiones es triunfo del valor español. España, o Fenicia, o Cartaginesa, o Romana es la que frecuentaba sus puertos en sus importantes navegaciones. Los fenicios gaditanos hacían estos viajes y se cree con bastante probabilidad que los emprendieron desde el siglo cuartodécimo (sic) antes de venir Cristo al mundo. En la suposición de que la isla de Platón fue verdadera historia, como lo he demostrado, ¿Qué inconveniente puede CAPtruLoI 25r 25v 35 67 ofrecerse para la fácil población de las islas y de tierra firme? La isla Atlántida era de extraña grandeza, tenía acopiados muchos navíos y aun puertos hechos a mano para su conservación, en defecto de los naturales. Las cercanías de la Atlántida a las islas de Barlovento son ciertas y conocidas. Con facilidad los / / mercaderes de aquélla pudieron navegar a ésta y de sus puertos salir con su derrota al continente que en el día se llama América, como lo asegura PeHicer traduciendo a Platón35• Los habitantes de la Atlándida eran tan belicosos que llevaban en temerosos cuidados a los de Asia y Europa. Era una gente de una constitución fuerte, que competía con la Grecia. Es verosímil que unos hombres de un tan distinguido carácter pasasen a unas islas tan inmediatas y de ellas a la tierra firme, que se halla enfrente a una distancia moderada, a fin de extender más sus reinos y ser señores de más tierras. Queda desvanecida la última causa que tenía la antigua filosofía para negar la existencia de los antípodas. Establecido ya el conocimiento antiguo del Nuevo Mundo es consecuente la división del Antiguo en Europa, Asia, Africa y América. Se divide igualmente el mundo en continente, isla, península e ístmo. Es una parte de tierra muy angosta éste, situada entre dos mares, que no permite la franca comunicación de las aguas del uno y otro mar. Tales son el de Suez, entre el Mar Rojo y Mediterráneo, por donde se comunica la Asia con la Africa, y el de Panamá, entre el mar del Sur o Pacífico y el del Norte u Océano, por donde se comunica el Reino de México con el del Nuevo Reino de Granada, que está contiguo con el Perú y el Brasil. El continente es lo mismo que tierra firme. La isla es una parte de tierra bañada por todas partes de agua. Y la península es una media isla rodeada de agua teniendo por una parte unión con la tierra. Queda ya satisfecho mi empeño en este capítulo. Voy a demos / / trar en el segundo el descubrimiento del Nuevo Mundo que tan felizmente hizo el nunca bien ponderado D. Cristóbal Colón. Pellicer un aparatolib. 2. n. 8 y 18. p. 66. (25r J) 69 CAPITULO II Demuestra el feliz descubrimiento de la América y del Nuevo Reino de Granada. 1 26r La América, esta nueva parte del mundo, rica por sus preciosos minerales; estimable por su innumerable cantidad de piedras preciosas y las mías peregrinas que ilustran los gabinetes y hermosean con particular brillo las cortes; recomendable por lo fragante de sus gomas aromáticas, que empobrecieron al Asia; apreciable por la abundancia de sus frutos; envidiable por el fino y delicado de sus maderas y admirable por lo singular de sus vegetales que ennoblecieron la botánica con la multitud de medicamentos saludables a la vida humana, esta nueva parte, digo, del mundo, fue descubierta por el insigne y famoso Cristóbal Colón, genovés de nacimiento, miembro de la Sociedad Española y cosmógrafo de profesión. Era vecino de Canarias y aunque esta particularidad no está apoyada con el común de los historiadores, me he resuelto a sostenerla por ser más conforme a razón y verdad. Cuasi todos convienen que casó en Portugal y se había domiciliado en la isla de la Madera, que descubrió el infante D. Juan de Portugal en el año de mil cuatrocientos y veinte. No es extraño que un genovés contraiga matrimonio con una / / portuguesa; pero es más verosímil que Canarias, y no la isla de la Madera, fue el lugar de su domicilio. Patrono de este pensamiento es el historiador D. Fernando Pizarra en el principio de su historia, capítulo tercero. Esta opinión se halla confirmada por nuestro Díaz de la Calle, oficial segundo de la Secretaría de Nueva España, a quien sigue Abreu en sus vacantes de Indias. (En este punto figura en el texto original 70 26v 1 2 EL VASALLO INSTRUIDO la letra K (la que vendría a ser la nota 1 de este capítulo), pero en el pie de página no está consignada la referencia en cuestión). La fe, la autoridad y el respeto de estos hombres sabios es bastante nervio para felicitar a las Canarias y llamarlas afortunadas con la memoria de un vecino tan héroe y glorioso como D. Cristóbal Colón. Los oficiales de la Covachuela, como tan versados en los asuntos de ella, es muy regular, si son curiosos y del buen gusto de las letras, que tengan una exacta noticia de todas las antigiiedades que se hallan custodiadas en los archivos de tan respetable oficina. No será, pues, extraño que nuestro Díaz descubriese algún monumento verídico del establecimiento de Colón en Canarias cuando con tanta pureza y desembarazo lo admite y publica. Este es punto de historia y siempre necesita de algún apoyo para asegurarla. El dicho de estos literatos no ha de ser precisamente efecto de su capricho. Algún manuscrito, alguna tradición, alguna conjetura tendrán por su firme apoyo. Yo estoy persuadido que el piloto marinero que se hospedó en casa de Colón y le dio las cartas que había demarcado en su inopinada y derrotada navegación, aportó Canarias después de haber navegado contra todo viento y marea a causa de una furiosa tormenta que desde las costas del Africa le condujo a tierras remotas y desconocidas. Aun cuando fuera el citado piloto a la / / isla de la Madera, según el P. Flórez,l no puede enervarse el fundamento de tener Colón en las Canarias su casa solariega. No hay duda que haáa sus navegaciones y que tenía su trato y comercio. Podía hallarse en la referida Isla por esta causa y con este motivo haberse hospedado en la casa de la morada de Colón, o ya sea por título de alguna amistad o conocimiento, o ya sea por el espíritu patriótico, pues ambos eran vasallos del Rey de España. Sólo la ignorancia o la envidia podrán excusar a Homio y a Laet apóstata, a quien censuró Gerardo Juan Bosio de más ignorante que hereje, reduciéndose a fundar y defender tal cual opinión, dejando las que parecen más seguras.2 Estos ignoran el nombre del piloto y niegan que sea Flórez, Clave rust., verbo Colón. P. 312 (26v L). Bosio, Epist. 19. Homio de orig. Americ. lib. 1. cap. 2. fo!. 12 y 13. lib. 2. cap. 1. fo!' 121. Laet. in Disert.contra Grotium. Fo!' 7. (26v M). CAPÍTULo 27r 3 4 5 n 71 español. Muchos, y aun de los nuestros, dudaron de su nación y equivocan su nombre propio manifestando solamente el de la patria. Sancho de Ulloa o de Huelva le apellidan los citados Jorge Hornio y Juan Laet. Los extranjeros están disculpados en negar lo que leen dudoso y algunos enfurecidos contra la gloria de nuestra nación, aun niegan los hechos más constantes. Hermano Coringio, con la mayor petulancia y propia satisfacción, asegura que Colón descubrió el feliz y nunca esperado Nuevo Reino de orden del Rey de Portugal3• Yo,con la autoridad de Jerónimo Benzón, de Garci1aso de la Vega y de Alderete, como hijo legítimo de la nación, lejos de penetrarme los temores y recelos de Acosta y Pellicer,me arrojo a proferir que el dicho piloto se llama Alonso Sánchez de Huelva, natural de la villa de Huelva en el / / Reino de Sevilla. Esto se tiene por tradición constante en dicho Reino. De uno y otro habla Alderete y así dice: siendo cierto que el primero que dio noticia a Cristóbal Colón del Nuevo Mundo fue Alonso Sánchez de Huelva, marinero vecino de la villa de Huelva, que con gran tormenta pasó el océano; hizo memoria de esto el P. José de Acosta, aunque no puso su nombre, el cual se dice el inca Garcilaso de la Vega: fue esto tan notorio en Andalucía toda que más debiera hacerse dejado de escribir por nuestros historiadores4• Lo mismo dice Grocio en la disertación que trata del origen de la América. Garcilaso, sin embargo de haber nacido en el Cuzco, ciudad del Reino del Perú, vivió y escribió en Córdoba, sin precipitación y con conocida madurez, en donde oyó la tradición y la aprendió para escribirla, aun cuando no la hubiese hallado en las relaciones manuscritas que vió. En los mismos términos se produce Fr. Jerónimo de la Concepción. "Valióse, dice, Colón de las noticas que de esta empresa le dio Alonso Sánchez de Huelva, marinero natural de la villa de Huelva, que con gran tormenta pasó el océano"5. Siendo, pues, aquel desventurado piloto miembro de la Fr. Greg. Garc., De Orig. ind. lib. 1. cap. 3. fol. 22. (26v N). Alderete, Antig. de Esp. y Africa.lib. 4. cap. 17. fol. 517. Grotius in diserto 2. de orig. Americ. apud Laet. fol. 7. Garcialaso. lib. 2. cap. 3. tomo 1. (27r O). Fr. Jeronim. de la Concep., Emporio del Mundo, Cádiz ilustrada. lib. 1. cap. 15. (27r P). 72 27v 2Br EL VASALLO JNSTRUIDO sociedad española, y navegando con prosperidad sin ser combatido de furiosos huracanes, es verosímil que dirigiese su rumbo a las Canarias, que eran islas españolas, y se albergase en casa de Colón. Este ínclito genovés, conducido por su lealtad a los Reyes de España, les propuso el descubrimiento del Nuevo Mundo. Si Colón fuera vecino de la isla de Madera, como lo aseguran Mariana y cuasi todos los historiadores, fuera también vasallo 11 del Rey de Portugal. ¿Quién ha visto jamás a un vasallo portugués, conducido de su lealtad a los Reyes de España, ofrecer nuevos mundos a una nación extranjera? ¿De cuándo acá el portugués tiene sentimientos de verdadero español y declara su lealtad a favor de la fortuna de España? Colón, aquel tercer nieto de Ferrario Colón, señor del Castillo de Cuzaro, piloto insigne, capitán famoso, hombre a la verdad de una osadía inmortal, de unos pensamientos tan nobles, de unas ideas tan interesantes a la religión y al Estado, de unos proyectos tan útiles, de un celo tan patriótico, de un espíritu tan caballero, de un valor tan inaudito, penetrado todo de amor a la patria y gobernado por los intereses de su nación, ¿Cómo es posible que este gran ciudadano degenerase siendo portugués de los fueros del vasallaje? ¿Cómo es creíble que un tan buen patricio degradase a su patria de un derecho de fidelidad y de mayor poder tan cierto como inconcuso? ¿Cómo se había de separar de este principio cometiendo una bastardía tan conocida como contraria a las máximas políticas de Estado? Todo buen patricio debe conspirar a los adelantamientos más útiles de su nación. El modo de pensar tan noble, la animosidad, la intrepidez, el deseo de conquistar, la altivez en el emprender, la constancia en el ejecutar y la heroicidad infatigable en empresas políticas de valor, circunstancias recomendables en Colón, son la más perfecta idea de su hombría de bien. Colón no es capaz de infidelidad a su nación. El mismo hecho de presentarse primero a los Reyes Católicos que al de 11 Portugal, la idea de su conquista sobre ser heroica y propia de su generoso y gallardo espíritu es prueba legítima de que no era vecino de la isla de la Madera ni miembro de la sociedad portuguesa. El ser vasallo de España y su innata lealtad al trono español le hizo proponer y demostrar a los CAPITuLo Il 73 Reyes D. Fernando y Da. Isabel una empresa del mayor crédito y de la mayor felicidad de la Corona como vecino que era de Canarias. Hidrópico su celo del aumento, lustre y decoro de su patria, deseaba con ansia de que (sic) ambos mundos fuesen campo dilatado de la fe y dominio español. TI 28v 6 7 Intentaba acometer la última y mayor hazaña el siempre glorioso y nunca esperado descubrimiento y conquista de las Indias Occidentales. La autoridad de Platón, confirmada con la experiencia de Alonso Sánchez de Huelva, natural de la villa de Huelva en el condado de Niebla, marinero, piloto, que con gran tormenta pasó el océano y en su consecuencia vino a hospedarse en casa de Colón, en donde murió, dejándole este desventurado piloto noticias de las tierras del Nuevo Mundo a causa de que navegando en una caravela tuvo tanta fuerza el viento de Levante que le condujo a países desconocidos e ignorados por los cosmógrafos y geógrafos, le comunicó, digo, un fogoso ardor para extender el señorío y dominación española a uno y otro hemisferio, como lo aseguran Luis Vives, Mayolo y / / otros que refiere García6• Con estos conocimientos salió de las Canarias y ofreció a los Reyes Católicos un nuevo mundo. Se desatendió su proyecto causa de contemplarse en aquella época la imposibilidad de la existencia de los antípodas. Como era genovés presentó su plano a Génova, después a Portugal, en su consecuencia a Inglaterra y últimamente a Francia. Reputado delirio y loca temeridad por la Señoría de Génova, por el Rey D. Juan el Segundo de Portugal, por Enrique Séptimo de Inglaterra y por Carlos Octavo de Francia, se regresó a España y continuó de nuevo su pretensión primera. Estuvo muchos años en Castilla en esta solicitud, dicen Herrera y Mariana,7 por ser muy poderosa la contradicción porfiada de los Duques de Medinaceli, Medina Sidonia y de los estadistas de los señores Católicos Fr. Greg. Garc., Origen de las Indias p. 150.columna 2. (28v Q). Herrera, Decad. 1. cap. 7. Mariana tomoIl. lib. 26. Cap. 3. (28v R). 74 29r 8 EL VASALLO INSTRUIDO Reyes. La inmortal constancia de un Colón dulcificó en algún modo los agrios desapacibles de su proyecto intentado. Ablandó la dureza del corazón de los Soberanos y su última y feliz condescendencia fue triunfo de la actividad de Colón y de su portentosa perseverancia. Obtenidos los despachos salió por acuerdo propio de las Católicas Majestades de la Barra de Saltes, o río de Palos, con tres ligeras fragatas el día tres de Agosto del año mil cuatrocientos noventa y dos. Llegó a las Canarias y después de sondear nuevos rumbos salió de ellas. A poco tiempo y por espacio de algunos días halló tanta abundancia de / / grama sobre las aguas que le parecía navegaba como en verdes y frescos prados de yerba. Arrojado ya Colón a la incertidumbre de las olas del océano ni le desespera la hambre de la tripulación, ni le atemorizan los montes de agua, ni le afligen los peligros; pero ni aun le retraen de sus agigantados pensamientos los inmensos trabajos que le acompañan. El polo de la aguja, los rumbos de la carta de marear eran contar los pasos al sol y robar al año los días. La tripulación se inmuta y conmueve, desnaturaliza la subordinación tan justa como necesaria en la nave, conjúrase contra Colón y en medio de tan eminente conflicto se conserva serena y tranquila esta alma grande y vence con el sufrimiento y con la esperanza premiando un nuevo mundo su magnánima constancia. Muchos trofeos observa y conoce en sí la paciencia y en uno de ellos se vió Colón en el mar de grama. Esta extraña novedad de la abundancia de grama sobre las aguas, descubierta por este gran Capitán, los apoya y confirma Gomara con otros muchos. Nada extraña parecerá esta rara circunstancia si damos fe a la autoridad de Plinio, de Aristóteles, de Fernández y de otros que refiere Oteli08• Calmada la tormenta y tranquilizados los ánimos descubrió, al cabo de once días, la isla de los Lucayos y otras islas a quienes llamó la Femandina y la Isabela, en memoria de los Reyes. Descubrió también la Dominica y la Española, según el P. Zamora y consecutivamente la de Cuba, como lo aseguran Oviedo, Torquemada y Herrera. En esta / / Gomara parte 1. Histor. Ind. foln. relat. supra. lib. 1. cap.3. no. 6. fol. 28. Otelio in teatroin Mar. padf. (29r S). CAPiTuLo II 29v 75 parte se equivoca el P. Mariana, a quien sigue el P. Florez, asegurando que descubrió unas islas a que llamó del Príncipe; que construyó allí un castillo en donde dejó algunos compañeros de guarnición y que en el segundo viaje hizo el descubrimiento de las islas Española y Cuba.9 In 30r 9 10 En todos los mapas del globo y en las cartas de navegar no se halla memoria alguna de las islas del Príncipe. Aunque el silencio es argumento negativo, con todo no deja de dar mucho valor y fuerza a mi opinión. La recomendación que contiene la circunstancia gloriosa de ser las primeras del feliz descubrimiento que hizo el héroe de nuestra nación, pone a los cosmógrafo s y geógrafos antiguos y modernos en indispensable obligación de no defraudarles de esta gloria. No parece verosímil la omisión de las citadas islas y la fábrica del castillo en donde dicen dejó a Diego de Arana. La ignorancia y la ocultación inadvertida de la cosmografía y geografía sufrirían en este caso todo el rigor de la censura. No hay duda en que no hay tales islas que Colón llamase del Príncipe, ni en que las islas Españolas y Cuba fuesen descubiertas después de otras en su primer viaje. En una de ellas, que es Cuba, llamó a un puerto del Príncipe, como lo asegura Herrera,lO y el puerto donde dejó a Arana no era éste sino otro en la Española. La fe y autoridad de estos autores basta para demostrar la equivocación del P. Mariana y del / / P.Flórez en su Clave historial. colocando a las islas Españolas y Cuba en los gloriosos e importantes descubrimientos del segundo viaje. "Surcó, pues, Colón, dice, en el 1492 las olas del Atlántico: llegó a las Canarias, sondeó desconocidos rumbos, descubrió, en fin, unas islas a que llamó del Príncipe. Construyó allí un castillo, y dejando algunos compañeros de guarnición y cogiendo algunas muestras de la riqueza y Zamora, Hist. del Nuevo Reino de Granada. p. 4. columna 1. Oviedo. lib. 2. cap. T. Torquemada. lib. 18. Cap. 3. tomo IIl. Herrera Década 1'. lib. 1. cap. 15. fol. 25. 1m Decad. 1. cap. 18, 19 Y 20. fol. 33. (29v T). Herrera, Decad. 1. lib. 4. cap. 6 y 7 et in descript. cap. 25. fol. 54. (29v U). 76 30v 11 12 EL VASALLO INSTRUIDO opulencia de la tierra que había prometido, volvió con estas primicias a la Corte de España, y recibido como se deja entender, prosiguió en su destino como se podía desear, pues a poco tiempo descubrió, entre otras islas, la Española, y de Cuba". Ciertamente no se pueden reconciliar extremos tan contrarios entre si. "Aquel feliz momento que aparecieron sobre el horizonte de las aguas las primeras islas, la indispensable estación en ellas para formar idea de sus producciones, la dirección del rombo en solicitud de otras, la ocupación necesaria en preparar la materia, abrir los fosos, levantar las paredes y formar el castillo, la consumación del tiempo en el regreso a España y la concesión o donación de los descubrimientos, hecha por el Vaticano a los Reyes de España; todas estas consideraciones en sí convencen que las islas Españolas y Cuba fueron descubiertas por Colón en su primer viaje". Cuando se hizo por Su Santidad la concesión de las Indias a esta Corona sólo se había descubierto la Española y no se tenía noticia de otras tierras, como es notorio en las historias, y así no se podía regular esta gracia por exorbitante; y más cuando en la inteligencia de todas las Cortes se reputaban por apócrifas las / / tierras de las Indias por la tradición de los cosmógrafos; y en esta inteligencia se miró con desprecio el acuerdo de España y muchos políticos creen que el Soberano Rey Católico, por no parecer o fácil o codicioso, no quiso que sonase a otro nombre que al de la Señora Reina Católica aquel descubrimiento, por no quedar desairado sino se lograse. Asegura Abreu en su discurso jurídico-histórico político sobre las vacantes de Indias.l1 La fortuna siempre favorable a los héroes de la inmortalidad se declaró toda a favor en Colón. En el día once de Octubre de mil cuatrocientos noventa y dos descubrió la isla de los Lucayos, en donde se cantó Te Deum Laudamus y se celebró la primera misa, según el P.Zamora.12 La concesión o donación del Pontífice Alejandro VI fue en el año de mil cuatrocientos noventa y tres, día cuatro de Mayo. Consta así de la primera Abreu, Vaeant. de Ind. Artie. 1. part Ill. p. 21. no. 1. letra g. (30v V). Zamora, Hist. Del Nuevo Reino de Granada. p. 4. (30v X). CAPtruLo II 31r 77 bula del citado Papa Santo, que se expidió en la misma fecha de año, mes y día, en el emporio del mundo, Roma. Si el primer descubrimiento fue con fecha once de Octubre de noventa y dos y la bula de donación con la de cuatro de Mayo de noventa y tres, debemos concluir que las islas Españolas y Cuba se encontraron en el primer viaje y no en el segundo. Contando de once de Octubre hasta cuatro de Mayo sale el cómputo de seis meses y veintitrés días. Formen ahora los literatos imparciales el cálculo más prudente del tiempo de la esta / / da de Colón en la isla de los Lucayos, del que necesitaría navegando a la Fernandina e Isabela, del que emplearía en observarlas y en recoger las primicias de sus frutos y riquezas, del que consumiría buscando la Dominica, Española y Cuba y del que era indispensable en un nuevo mundo con ánimo y valor para conquistarlo, observando con escrupulosa curiosidad la abundancia de sus preciosos minerales y lo singular de sus pingiies y fecundos campos como gloriosos despojos y triunfos de su valor; no pierdan de vista la diferencia, el mayor riesgo y la mayor dificultad que se conoce en el regreso de la navegación para España a causa del rumbo contrario que toman los pilotos cuyo viaje, según la opinión general, necesita de más tiempo que el de la salida de los puertos de España para la América; tengan presente que los Reyes Católicos se hallaban en Barcelona y que era preciso presentarse a las gradas de su real y soberano trono o navegando por el Mediterráneo o haciendo las jornadas por tierra; que lo recibieron con distinguidos honores mandándole cubrir y que tomase asiento en su presencia; que le señalarían hora proporcionada para su audiencia y que instruidos e informados de la realidad y felicidad del descubrimiento consultarían con sus ministros y consejeros; que como hijos tan católicos y amantes de la Iglesia ocurrirían a la Silla Apostólica dándole noticia a su cabeza, que los era en aquella época Alejandro VI, de haberse ya descubierto el Nuevo Mundo habitado de nacionales, hijos de la barbarie más feroz y pidiéndole su bendición y licencia para continuar los descubrimientos, haciendo suyo lo que ganasen como efecto de conquista. No pongan en olvido las consultas del Vaticano / / 78 31v 32r 13 EL VASALLO INSTRUIDO para la última resolución de la gracia suplicada por la Majestad Católica y el tiempo necesario para la formación de la bula; como igualmente para extender la providencia después de su recibo en España y dirigirlas a los cuerpos regulares pidiendo operarios celosos y de conocida virtud y ciencia para instruir a los naturales en los principios de la religión, como lo prevenía y mandaba Su Santidad en virtud de santa obediencia, cuyo precepto es expreso en la misma bula. Combinen todas estas circunstancias y forme idea si en tan poco tiempo pudo Colón verificar segundo viaje y llegar a las islas Española y Cuba para dar noticia de su descubrimiento. Si al tiempo de la concesión que hizo Alejandro VI estaba descubierta la isla Española, y por otra parte no se podía verificar en tan corto tiempo el segundo viaje, se deja conocer la equivocación de los referidos autores. Cuando se dice que al tiempo de concederse la bula estaba descubierta sola la isla española se habla con relación a la tierra firme y no a las otras islas. "La ornnímoda concesión del señorío de las Indias, dice Abreu, es según que al tiempo en que se hizo y no a lo que después resultó, estaba reputado aquel imperio". 13 El nombre del puerto del Príncipe y las reliquias arruinadas del castillo levantado por Colón en el primer viaje existen en la isla de Cuba. Las islas a que llamó del Príncipe se ignoran en los mapas y cartas cosmográficas y geográfas. ¿Qué mayor testimonio se puede alegar para la confirmación del descubrimiento de las mencionadas islas en el viaje prime / / ro de Colón? Siempre será ésta mi constante resolución. Las reglas de la crítica más seria me ponen en esta dura necesidad. La imparcialidad, la pureza y la verdad en el historiador, son recomendaciones inseparables de su constitución. Yome he separado del objeto que meditaba. En mi capítulo preliminar no debía detenerme con tanta proligidad. Mi empeño debía reducirse al punto cénhico de apuntar las especies y no apurar con tanto cuidado la materia. Confieso con ingenuidad que ésta debe ser mi conducta; pero el amor a la verdad y el celo de desterrar el error me indultarán en está ocasión. Contemplé objeto de mi obligación presentar a Abréu, citado en la letra (V).(31vZ). 79 CAPÍTULo II los curiosos los motivos y causas de mis reflexiones a fin de que no se tenga por libre dicho mi proposición. Una causa de esta naturaleza sólo se puede decidir con los principios de la crítica más prudente. Si las conjeturas, el silencio y la autoridad concuerdan con los indicios más expresos y notorios, proponiéndome el hecho como más verosímil en todos sus aspectos, no tengo dificultad en admitirlo y con la misma satisfacción proponerlo a la censura de los literatos. Todos nacemos libres en opinar y si mis discursos se conforman con el sistema de la razón no hay que temer el humor acre y mordaz del tribunal de la pasión. IV 32v Satisfecha la Corte de la felicidad con que la distinguió Colón entre todas las demás de la 11 Europa, siendo objeto de la emulación extranjera, cuyas glorias jamás se oscurecerán en los anales por ser propio de la magnitud de las empresas españolas, le ordena continuar el rumbo de sus pensamientos. Sale de España, se engolfa en el Océano y logra la fortuna de descubrir el Continente que refiere Platón en la Historia de la isla Atlántida. Descubrió igualmente el río Orinoco, cuyas bocas llamó del Drago y de la Sierpe, porque juzgó que con sus navíos lo tragaran los rapidísimos raudales con que desagua el Océano. Costeó, en fin, una gran parte del dilatadísimo espacio de tierra firme que se extiende del uno al otro polo, vio el escudo que llaman de Veragua y volvió a la isla Española, en donde fundó su primera villa con el título de Santo Domingo. Cargado de aplausos y riquezas se regresó a nuestra península española, en donde fue recibido con todo el poder y majestad de la grandeza romana. Sus aventajados méritos, sus afortunadas navegaciones y sus conocidos servicios a la patria le merecieron el timbre glorioso de Almirante de las Indias y Duque de Veragua. Se miran perpetuisados en la casa de los Excmos. Sres. Duques de Veragua que ciñen con esta memoria su blasón: A Castilla y a León Nuevo Mundo dio Colón. El fatal golpe de la guadaña, que no respeta a los cetros, que sorprende a los gabinetes, que convierte en tímidas liebres a los capitanes más guerreros y corta los rápidos progresos de los héroes más famosos, 80 33r 33v EL VASALLO INSTRUIDO oscureció a nuestra Corte con el sensible y doloroso eclipse de la muerte de D. Cristóbal Colón, campeón de / I los más insignes que ilustraron los anales de la nación, en el año de mil quinientos y seis. Este Nuevo Mundo, tan retirado el conocimiento de los antiguos es mucho mayor que el Antiguo, a quien dividen la Asia, Africa y Europa, según las últimas y más exactas observaciones. En sus dilatados y grandiosos reinos se hallan situados los de Nueva España yel del florido Perú, cuyas gloriosas conquistas son el objeto de la rabia y despechado furor de los extranjeros. Las proezas en Nueva España son propias del famoso Hernán Cortés, que no reconoce segundo en el heroísmo por haber llegado su espíritu más allá de lo que los entendimientos más remontados no pudieron alcanzar. Superó cuantas ásperas y superiores dificultades le ofrecía el gran imperio del Emperador Motezuma, y bregando contra tan invencibles fuerzas, venció y redujo a su mando todo el poder y majestad de su delicioso imperio como trofeo de su invencible brazo, en el año de mil quinientos veinte. Penetrado del mismo valor de la nación el insigne D. Francisco Pizarro procuró emular nuevos timbres y con esfuerzo igual al celo de la religión conquistó el rico y sobresaliente Reino del Perú, en el año de mil quinientos veinticinco. Este nuevo mundo, por la parte que mira de la línea al Septentrión se denomina Nueva España y por la de la línea al Austro se llama Perú. En este mismo Continente se hallaba desconocido el Nuevo Reino de Granada, conocido antes con el nombre de Cundinamarca, cuya corte era Bogotá, situada en cuatro grados y medio de la línea que mira a la parte Norte y tan poblada que en tiempo de su gentilidad y barbarie se contaban más de veinte mil casas o familias. Su descubrimiento fue en los años de mili / quinientos treinta y seis, a los cinco de Abril, en cuyo tiempo salió de Santa Marta el intrépido y esforzado General D. Gonzalo Jiménez de Quesada, siguiendo su marcha por el centro de la Provincia de Chimila hasta dar en las de Tamalameque y Tamalaizaque y gobernando el campo por orden del Adelantado D. Pedro Femández de Lugo. Los trabajos, riesgos, fatigas y encuentros que abrazó en las corrientes del río de la Magdalena, cuyo nombre le puso el Capitán D. Rodriga Bastidas por haberlo descubierto en el CAPITuLo II 34r 34v 81 mismo día de la Santa y en veintisiete del mismo Julio haber dado fondo en su mismo puerto como también en las fragosas montañas de Opón, con más de cuarenta leguas de travesía, las dejó en silencio por no repetir lo mismo que tienen dicho los historiadores y también por no ser esta obra la que trata de asiento los hechos de la historia, no siendo posible referir en ella las adversidades acaecidas a este valeroso caudillo y su gente. Basta decir: parece que el cielo con sus inclemencias se había coligado con las calamidades de la tierra para abrigarles con la sombre de la infelicidad. Salieron, pues, de los peligros de los bosques llenándose de alegría al reconocer tierras limpias, poblaciones grandes y mantenimientos abundantes; pero nunca se manifiesta tan risueña la fortuna que no reserve algún ceño en la frente. Cuando en los reales del ejército resonaba el eco del placer y regocijo, no faltó el triste / / murmullo de la desconfianza. Los que más se señalaban en el valor y no conocían la cobardía, se contemplaban faltos de aliento viéndose cuasi sin soldados, sin caballos, internados en el corazón de un reino idólatra y desconocido, lejos de la costa, sin esperanza de el reparo y auxilio de tropas y en el honroso empeño de hacer frente a innumerables ejércitos que necesitaban de mayor fuerza. El invicto Quesada, hijo legítimo del valor, se miraba muy ajeno de la retirada y se prometía, con la poca tropa fatigada, la victoria de la conquista. Estaba poseído de esta militar máxima: Nunca son pocos los soldados buenos. ni muchos enemigos los que pelean desordenados. Con sólo los cuatro compañeros rompió por cuatrocientas corazas Carlos Emanuel de Saboya, con cuya gloriosa acción dejó ejemplo de intrepidez de ánimo a toda la posteridad, ha / / ciéndole ver que no hay compañía en el mayor conflicto como la de un corazón magnánimo. No se le ocultaban al famoso Jefe los medios flacos que podía aplicar a tan ardua empresa, ni que el cielo aseguró tan raso la serenidad que con rastros de alguna nube ni pusiese en duda la prometida victoria. Vestido todo de gloriosas esperanzas alistó la gente que le quedaba y viendo por la lista que el campo se componía de solos ciento sesenta y seis hombres de guerra a cuyo número estaba reducido el florido ejército de más de ochocientos soldados, que salió por tierra yagua de Santa Marta, mandó EL VASALLO INSTRUIDO 82 35r levantar los reales, enarbolar los estandartes, sonar las cajas y clarines y seguir la marcha. Empezaron a bajar con orden y formación de las eminencias de los montes más inmediatos a las llanuras más vistosas en el día dos de marzo del año de mil quinientos treinta y siete según relación genuina del mismo Quesada.14 Se / / guían la marcha con rápidos progresos haciendo respetar las armas que iban a su mando a tanta multitud de bárbaros con quienes tenían ensangrentadas rifas y furiosos choques pero con ventajosa dominación española. Entraron en el valle de los Alcázares, rompieron el ejército de los usaques, pasaron a Bogotá desamparada ya del Emperador Zipa, saqueáronla con poca presa pero con sobrado arrojo y deteniéndose en ella los sitiaron los indios que luego desistieron de la acción por orden del Zipa. Después de las principales conquistas conseguidas a costa de tantos desvelos y campales encuentros, fundó la ciudad de Santafe en seis de Agosto del año de mil quinientos treinta y ocho, llamando todas las tierras y provincias descubiertas por la magnanimidad de su ánimo el Nuevo Reino de Granada, no proponiéndose otro fin que tener su cuna en Granada, su nativa patria, dejándole para su gloriosa memoria un apoyo de tanto lustre, esplendor y grandeza. Gobernaba en este tiempo la Santa Sede el Pontífice Paulo III y se señoreaba en el Imperio y Corona de España el invicto y el grande Carlos V. v Este Nuevo Reino de Granada, en quien cayó el rocío del cielo con abundancia de bendiciones, es uno de los principales reinos de tierra firme de esta banda de la línea equinoccial y el más seguro de la Monarquía española por ser una natural fortaleza guarnecida por todas partes de asperezas tan incontrastables por naturaleza que sólo ofrece tres o cuatro 14 Lib. 1. c. 4. de su Compendio. (34v H). En este punto del texto manuscrito hay un salto en las notas de pie de página que va, como puede observarse, de la nota Z a la nota H; podría pensarse que hacen falta folios pero este no es el caso pues la numeración de los mismos no presenta solución de continuidad. 83 35v 36r puertas para su entrada, distantes las unas de los otras; y tan llenas de Scilas y Caribdis que no hay paso en donde no se tropiece ni escollo en donde no se naufrague. / / Esta es una de las más nobles perfecciones que le hacen recomendable a los reales cuidados para su perfecta seguridad y tranquila conservación; pues sin el mayor costo del Real Erario y con muy poca defensa se imposibilita cualquiera invasión enemiga. Su capital, Santafe, está situada en los cuatro grados y diez minutos de longitud. Comprende su dilatada extensión tantas provincias que confina con el Perú y corriendo por la costa del mar del Norte, desde el golfo de Urabá hasta la boca del río Marañón, le sirve éste por esta parte de foso insuperable y por la otra el Reino del Brasil. Por lo que comprende la Provincia de Quito tiene mucha parte por la línea equinoccial que mira al Sur, que todo se demostrará en su respectivo tratado que hablará del estado político del Reino. La distancia que se mide del Orinoco al río Marañón, que es el mayor que se conoce en todo el orbe, es de doscientas diez leguas y numeradas éstas, tiene ochocientas la delineación por la costa del mar del Norte y otras de latitud por lo interior de tierra firme, según el P. Zamora y en sentir del Illmo. Sr. D. Lucas Fernández de Piedrahita se extiende a más de ochocientas de longitud y cuatrocientas de latitud. La inteligencia de este cómputo es cuando la Guayana, la Provincia de Maracaibo y el gobierno de Mérida eran miembros de este Virreinato y en atención a que en el año de mil setecientos setenta y siete se desmembraron del Virreinato en virtud de real cédula del Sr. D. Carlos III (que Dios guarde), siendo Virrey el Excmo. Sr. D. Manuel de Flórez, Teniente general de la Real Armada, y Gobernador de Maracaibo el Sr. / I D. José de Santacruz, Teniente Coronel del regimiento fijo de Cartagena, con grado de Coronel y cuya provincia se agregó a la de Caracas con la de Barinas y Guayana; no queda lugar para la verdad de la referida demarcación. VI No puedo pasar por alto las circunstancias del descubrimiento para formar el digno elogio que se merece el inmortal Colón en 84 36v 15 EL VASALLO INSTRUIDO una acción tan gloriosa como propia de la grandeza de su alma. Fue el primero que facilitólo arduo y escabroso de la navegación para que los más famosos capitanes con sus valerosos soldados españoles, sucesores legítimos de Marco Catón y de Julio César, en la animosidad de no conocer riesgo ni temor en los encuentros campales de mayor multitud, supiesen vencer estorbos, no dilatar acontecimientos honrosos, tener prevenciones de trueno, ejecuciones de rayo y abrazar resoluciones gloriosas como hazañas admirables hijas propias del valor. Fue el primer móvil que dio ser a la grandeza del corazón español, que es el estómago de la fortuna y el que digiere con igual animosidad los extremos más grandes, sin otra mira que poner reyes soberanos a los pies del más católico, aumentar reinos al imperio de sucesión y derecho de guerra y admirar con sus asombrosas conquistas a las naciones extranjeras dando nueva reputación a la propia. La emulación portuguesa, partidaria siempre de ventajosas glorias, no puede dejar de confesarse tributaria lisonjera de las nuestras. Por más que blasone del glorioso descubrimiento de la India Oriental que / / hicieron sus armas, siempre deberá reconocer a España por superior en sus timbres inmortales ya por haber ilustrado la cosmografía, astrología y meteoros y ya también por dominar un Nuevo Mundo trasplantando en persona del Almirante Colón las famosas Columnas de Hércules con un rumbo de más incomparable grandeza. Con la más audaz arrogancia el mercader América Vespucio, natural de Florencia, intentó apropiarse el distinguido mérito del célebre Colón, digno de colocarse sobre las pirámides del famoso Macabeo, denominando en sus mapas América al Nuevo Mundo a fin de eternizar la memoria de su nombre América. De orden del Rey de Portugal pasó a promover los descubrimientos de Colón, descubrió nuevas costas en el año de mil quinientos pero no fueron las de todo el Brasil como quiere el P.Mariana. En este mismo año fue descubierto dicho Reino por Vicente Yañez Pinzón y después Diego de Lope, ambos antes que Pedro Alvarez Cabral diese en él conducido de una furiosa y desecha borrasca, como lo refiere el P. Fr. Gregario Garda15• García.lib. 1. c. 3. p. 22. Parágrafo último al medio. (36v I). CAPtruLo 37r 37v n 85 Yo quiero suponer que América Vespucio descubriese el Brasil aumentando con acción tan heróica las glorias de la nación portuguesa, pero fue después que los españoles corrieron las cortinas del temor, dieron nuevo aspecto a la valentía y sacrificaron todas sus fuerzas en apartar estorbos, allanar dificul / / tades, descubrir nuevo polo y dejar satisfecha la curiosidad de Ptolomeo, Barros y otros sabios que vivían ansiosos de ver las partes de Asia, Africa y América. En consecuencia de los rápidos progresos que lograron las banderas católicas se encontraron las voluntades castellanas y portugueses en asunto de jurisdicción real en los descubrimientos del Nuevo Mundo, cuya competencia terminó por la bula de Alejandro VI, expedida en cuatro de Mayo del año mil cuatrocientos noventa y tres, año primero de su Pontificado. En ella se mandó formar la línea de demarcación para la segura división de los propios y respectivos dominios de ambas potencias reales, y se halla al grado trescientos y treinta de latitud y cinco de distancia de las islas de los Azores y de Caboverde por la parte que mira al Occidente y Mediodía, quedando toda la parte oriental por el Reino de Portugal y toda la restante, occidental, por el Reino de España. Resentido el Rey D. Juan el segundo de Portugal por suponerse dueño del Océano oriental y occidental desde el cabo de Bofador hasta las Indias conforme a la bu1a del Papa Martino V, concedida el año de mil cuatrocientos diez, según unos, y en el de mil cuatrocientos veinte, según otros, al infante D. Enrique Quinto, hijo de D. Juan el Primero, y a los demás Reyes de Portugal, reclamó en la Corte romana la bu1a expedida a los Reyes de España. Representó al Papa Alejandro VI la extensión del término de cien leguas prefinidas en la bula por ser estrechos límites para la / / navegación de sus conquistas pero no quedó satisfecha su real solicitud. La propuso por medio de sus embajadores a los Reyes Católicos y fue concedida por la grata correspondencia y amistad que profesaban. De común acuerdo tomaron en esta pretensión asiento y celebraron una concordia en Tordesillas a siete de Junio de mil cuatrocientos noventa y cuatro, en que sobre las cien leguas contenidas en la bula extendieron otras doscientas y setenta más a occidente EL VASALLO INSTRUIDO 86 38r 16 de las islas de Caboverde; previniéndose la forma de ejecutar su dimensión para tirar la línea de Norte a Sur que había de dividir los descubrimientos y reducciones de una y otra corona. Para su mayor estabilidad se convinieron en suplicar a Su Santidad la confirmación, la que se concedió por el Pontífice Julio II en su bula, su fecha en Roma a veintidós de Enero de mil quinientos y seis, cometiendo al Arzobispo de Braga y Obispo de Viseo el que confirmases e hiciesen confirmar y guardar enteramente la citada concordia, como todo más por menos lo refieren Zurita, Solórzano y Herrera.16 Para conclusión de este capítulo quiero ilustrarlo con la autoridad del ingenioso caballero Trajano Bocalini. Este, pues, en el Aviso noventa de su segunda parte introduce a Colón hablando en esta forma: "que habiendo los dos gloriosísimos Reyes Católicos, Fernando e Isabel, con mucha copia de oro y efusión de san / / gre echado de los nobles Reinos de España la impía secta de Mahoma, deliberó Dios agradecido de tal servicio hacer una merced digna de tan señalada piedad; y que para el tal efecto había prohibido en siglos pasados a la osadía y curiosidad de los hombres el descubrimiento del Nuevo Mundo, reservándole su Divina Majestad para recambiar el ardiente celo de la honra de Dios que veía en aquellos dos famosos y poderosos Reyes; que nacidos para propagar entre gentes infieles la sacrosanta religión cristiana, con suma piedad y celo la hicieron después sembrar entre tantas gentes idolatradas y que habiendo ya Dios concedido licencia a los hombres para poder descubrir el Nuevo Mundo; él primero y después los otros famosos pilotos y capitanes que estaban presentes, con osadía inmortal habían navegado el vasto Océano y después de haber descubierto nuevas y amplísimas provincias y riquísmos Reinos, siguiendo el mismo curso que con tantos sudores hacía su Majestad (habla con Apolo) de Levante a Poniente, habían felizmente rodeado a todo el mundo. Por cuyos bien afortunados trabajos no sólo la cosmograHa, astrología y meteoros sino también la medicina Zurita, en sus Anales, año de 1494. D. Solorz. lib. 1. Polit. cap. 3. verso Herrera Decad. 1. lib. 2. cap. 5 y 10. (37v n. CAPtruLo II 38v 39r 87 y otras ilustres ciencias habían recibido singular aumento y que demás de la curiosidad de una infinita diversidad de costumbres descubiertas por ellos en una innumerable multitud de naciones, habían enriquecido al Antiguo Mundo de aromáticas especies, de medicamentos saludables a la vida humana y de tales riquezas que habían hecho correr por la Europa perpetuos ríos de plata y oro de innumerable cantidad de piedras preciosas: y que en premio / / de tan señalados trabajos, de empresa tan dificultosa, pedían solamente se concediese a su nombre fama eterna e inmortal, pues sólo por adquirirla habían osadamente emprendido y conducido felizmente a fin negocio que a los hombres más animosos de la edad pasada había parecido de tanto asombro y espanto ...". Parecieron en esta corte del Parnaso los tan famosos descubridores del Mundo Nuevo Cristóbal Colón, Hernando Cortés, Magallanes, Pizarro, VascoGama, Américo Vespucio y otros muchos. "Jamás en siglos pasados se vio en el Pamaso espectáculo más famoso y agradable que la pública entrada que há dos días hicieron estos señores, recibidos, acompañados, visitados, regalados, hospedados y servidos con tantas demostraciones de honra y amor de los poetas príncipes, cuantas merecían varones que con inmensos trabajos y peligros enriquecieron el Universo con la noticia del Nuevo Mundo. Más fácil sería hacer creer que imaginarse el contento que recibieron los doctores por haber venido a conocer clara y distintamente cuánta y cuán grande sea la máquina de la tierra creada de la Divina Omnipotencia para la habitación de los mortales. Por lo cual Ptolomeo, Barros y otros cosmógrafos comenzaron a frecuentar muy a menudo la casa de estos señores, no pudiendo satisfacer del todo la curiosidad insaciable de ver las partes del Asia, Africa y América con el cabo de Buenaesperanza y estrecho de Magallanes que por tantos millares de años estuvieron incógnitas a la antigiiedad. Los astrólogos, con el perfecto conocimiento que alcanzaron a las estrellas del otro polo, cumplieron bastantemente sus deseos. El gran Aristóteles quedó infinitamente confuso cuando le afirmaron estos señores que / / la Zona Tórrida no sólo por el ardor del sol no era caliente sino demasiadamente húmeda y habitada de gentes infinitas, 88 EL VASALLO INSTRUIDO pareciéndoles novedad que excedía a toda humana maravilla, oír que sus habitadores entonces tiene el verano rigurosamente frío y lluvioso cuando tienen al sol perpendicular; viéndose por tales novedades claramente las mentiras que así él como los demás filósofos habían escrito de la Zona Tórrida, y cuán engañosa cosa sea querer con la conjeturas e indicios humanos hacer ciertos y seguros juicios de las maravillas fabricadas de la poderosa mano de Dios llenas de infinitos milagros; y les causó sumo gusto haber venido también a conocer la verdadera causa del crecimiento del Nilo, de que él y otros muchos filósofos dijeron grandes desatinos". Así habla el imparcial Bocalini. Avisa desde la Italia lo que se dijo sobre el descubrimiento de Colón en el teatro de los literatos del mundo. 89 CAPITULO III Trata del estado natural del Nuevo Reino 1 39v El aprecio y estimación de las cosas nace y resulta del conocimiento que se tiene de ellas. Cuando el Nuevo Reino de Granada se hallaba en la confusa barbarie de la gentilidad dominado por la natural ferocidad de sus Reyes; cuando se miraba oculto al conocimiento de los más sabios nada de aprecio se hacía de // su abundancia y riquezas. Yoque he tenido el gusto de haber corrido muchas de sus provincias con el ejercicio de las Misiones y haber estudiado con atención particular lo delicioso de sus eminencias, lo apreciable de sus valles, lo ameno de sus vegas, lo vistoso de sus prados y los peregrino de sus montes como igualmente el carácter de sus naturales, pienso hacer una exacta relación de mis observaciones para su mayor felicidad y el mejor real servicio si hallan aceptación en la real voluntad y en la de sus sabios Ministros que en nombre de su soberano Príncipe gobiernan. Tan agradable es su sitio que cuanto puede un espíritu divertido para lisonjear los sentidos no le falta en la amenidad deliciosa de sus países. En su asiento se descubre la fragancia de un campo lleno en que Dios derramó las propias liberalidades de su bendición para que con lluvia tan del cielo se logre la fertilidad de la tierra y la abundancia menesterosa de todo lo necesario a la salud humana y no se vea precisado a mendigado de otros reinos y de naciones extranjeras. Sabemos que un caminante mira con indiferencia todo lo que en el camino se le presenta a la vista: alegres diversiones, campiñas deliciosas, bellas casas de campo, objetos agradables, paseos gustosos; todo esto, que sorprende y EL VASALLO INSTRUIDO 90 encanta a los naturales del país para el peregrino son asuntos de poca consideración, nada le detiene. Aprovéchase, es verdad, con la vista de todo lo deleitable; toma lo necesario para la continuación de la marcha pero de paso sin desviar un/! 40r punto la memoria y el deseo de llegar a su amada patria, y estos son los dos puntos que enteramente le ocupan. Ofrezca en hora buena el Nuevo Reino terrenos fértiles y preparados para plantas y legumbres, jardines y huertas; abunde de cristalinas aguas que derraman arroyos despeñados de la cordillera, de los montes y sus alturas; gocen éstos de eminencias vistosas, de montuosas faldas, de ricas dehesas, de prados verdes, de llanuras agradables y de poblaciones numerosas; todo será objeto del más natural entretenimiento y del gusto más apreciable para los naturales del clima. Los españoles son peregrinos, disfrutarán de paso sus delicias, recrearán sus sentidos, hablarán con propiedad de sus fecundidades, apreciarán sus pingiies abundancias, engrosarán sus causales con los continuos desvelos de sus aplicaciones en el comercio, se aprovecharán de las conveniencias con que les brindan los minerales más preciosos; pero siempre ocupará su atención el amor de la patria. Aunque los americanos y españoles son hijos de un padre, vasallos de un Rey, raíces de un tronco y miembros de una nación, no dejan éstos de ser forasteros y peregrinos en este Reino en donde apenas se imaginará gusto a los sentidos que inmediatamente no se le presente. TI 40v La cordillera de elevadas montañas y que forma en los valles por donde entre deliciosos paraísos a infinitas naciones que los habitan, atraviesa toda la América de la Tierra del Fuego y la costa al estrecho de Magallanes. De aquí se divide en / / tres gruesos ramos formando con el uno al mar del Sur una dilatada, altísima y frondosa muralla. Otra al del Norte, sin más puertas que las que abrieron los ríos caudalosos que despide de sus cumbres. Esta se extiende por más de dos mil leguas hasta las costas de Santa Marta. El segundo ramo se está señoreando por toda la tierra firme, ladeándose CAPfTuLoIII 41r 91 de los llanos de San Juan, llanos que forman horizonte y que no se pueden caminar sin el auxilio de la aguja de marear para evitar una sensible pérdida, que es propia de sus espaciosos valle, en donde no hay otros caminos ni otros paraderos que sus caudalosos ríos. De ésta se desgaja un riquísimo ramo que no fuera extraño si se llamara de oro, plata, piedras preciosas y de todos los metales conocidos de los hombres. Deja en lo interior fértiles y hermosos valles entre el asiento torcido de los montes y se viene entrando en todo este Nuevo Reino desde el boquerón que llaman de Barquisimeto, formando las sierras de Pamplona, las de las esmeraldas de Muzo y Somondoco, las de oro y plata de Ibagué y Mariquita. Su continuación es a Popayán, Cartago, Anserma, Remedios y Antioquia, haciendo la cordillera que llaman del Chocó, cerros de Abibe y Darién, donde se junta con el que viene de Santa Marta, que se agarganta en diez y ocho leguas entre Panamá y Portobelo, según el P. Zamora, y según el parecer de otros no son más que nueve leguas las que forman el citado Istmo. Dividiendo los mares sigue por toda la Nueva España / / y por ambas costas del Sur y del Norte circuvala en áspero y frondoso muro a toda la tierra firme. Tal es la nobleza de los montes que constituyen agradable y peregrino a este Reino. 1II La misma naturaleza de los bosques le da mayor hermosura. Casa una de sus partes pobladas de altísimos y frondosos árboles tan extendidos en la hermosa variedad de sus especies y sobre gruesos troncos sustentados, parece de lejos una graciosa esfera y todos juntos un edificio encantado de romanos. Naturales parques y muy amenos le sirven de adorno, en cuyos frondosos árboles se representa muy ufana la primavera, y las altas copas le son otros tantos facistoles para tanta variedad de pajarillas vestidos de diverso y vistoso plumaje, que con sus dulces y sonoros cantos alternan a coros armoniosa y acorde música. Los mismos elementos tienen a su amenidad tanto respeto que las primeras flores logran de su fruto. En ellas logran refugio muy seguro los laureles no por temer los rayos, antes por conservar sus verdes hojas. EL VASALLO INSTRUIDO 92 41 v Fuertes robles, cedros incorruptibles, estoraques olorosos, palmas elevadas, cauchos blancos, drogas medicinales, mameyes hermosos, mirtos fragantes, nogales vistosos son los que forman las deliciosas arboledas, las que sustentando con sus frutos innumerables vivientes en la tierra, levantan sus copas hasta el cielo sin otra mira que dar alabanzas a su Creador. Entre / / las verdes ramas no les falta albergue y compañía a los sonoros y agradecidos taches de negros y amarillos plumajes. Las granadillas con tiernos abrazos acarician los árboles, llevados por unos bejucos que suben trepando de rama en rama, con vistosa hermosura, en forma de adargas sus hojas pero muy verdes y lustrosas. En los collados más floridos y en los valles más humbriosos se percibe el prodigioso susurro de las abejas que a porfía trabajan su dulzura. No se puede imaginar perspectiva más hermosa que la que forman los bejucos trepados y entretejidos en las ramas de los árboles. La naturaleza les dio el arte y el primor para construir toldos matizados y nichos los más peregrinos que sin duda ocupan la atención de cuantos los miran y como suspensos los arrebatan en transportes de admiración. Confieso por mí mismo que en todas mis peregrinaciones se me haáan dulces las fatigas, compañeras inseparables del viaje al ver a cada paso tanta variedad de obras tan prodigiosas como ofrece la naturaleza. Creo que el famoso Apeles y el insigne Zeuxis retiraran sus pindeles si hubieran descubierto lo raro y singular de prodigios tan naturales. IV 42r Las felicidades que lograrían Adán y Eva en el Paraíso de delicias no se puede esconder al contemplar ser obra maravillosa de las manos de Dios. Es cierto que según la descripción que hace el historiador Moisés nada se e / / chaba menos en él de lo que pudiera servir al estado feliz de la inocencia. Y éste es el que ofrece este Nuevo Reino a la sociedad humana. Sin adulación abultada se presenta a la vista un teatro, el más bello de placer y admiración. Aquí se goza de buenas aguas y queda embelesada la vista al ver los caudalosos ríos que le bañan y al oír el suave murmullo de CArfTuLo III 42v 93 las fuentecillas que como líquidos cristales van serpeando por todo su recinto. Aquí recrean las muchas y diferentes avecillas ya por la dulzura de sus naturales gorjeos ya también por la variedad de sus jaspeadas plumas. Se percibe con melodía el celebrado tache de color gualdo y negro; el siote, negro todo con visos de oro en las plumas; el azulejo, celeste y el babagiií amarillo y negro; el carpintero, negro y colorado con el pico amarillo; el paujil, de mucho regalo y hermosura por aquel copete de plumas negras, con pintas blancas, crespas y lustrosas y el turpiaI, de suavísimo canto pero sin ventajas a los jilgueros ruiseñores y canarios de España. Los historiadores deben ser ingenuos en la narración de los hechos y propiedades del sujeto que pintan; y en esta parte del mmo. Piedrahita se desvió de la verdad o por no haber oído cantar los ruiseñores de España, o por querer abultar las grandezas de la América asegurando que los taches, siotes y azulejos aventajaban en la dulzura del canto a los jilgueros, canarios y ruiseñores de España. He atendido a la melodía de unos y de otros y es tanta su diferencia cuanta es la distancia tan improporcionada que interviene entre el Antiguo Mundo y el Nuevo. 11 Se logra una continuada primavera y por lo mismo siempre visten los campos de verdes y floridas yerbas. De suerte que no se experimentan las cuatro estaciones de Europa. Si se vive en un país en donde el temperamento es benigno, todo el año se reputa primavera. Si se vive en un terreno en donde el temperamento es agrio, violento, frío y desapacible, todo el año se contempla invierno. Si uno se establece y domicilia en alguna parte en donde se sufre todo el rigor del sol y toda la actividad del calor, no hay duda que todo el año se considera verano. Goza de su benignidad con tanta grandeza que no le perturba la variedad de los tiempos. El estado de sus delicias no deja de sufrir la diversidad de sus temples y la inconstancia desagradable del tiempo. Hállanse temperamentos en extremo cálidos, templados y muy fríos. En la región cálida en todo el año se experimenta la igualdad impertinente del calor, cuya penosa molestia hace gravosas las obligaciones; y es causa que el reprensible vicio de la ociosidad domine en los pueblos y penetre hasta los lugares más santos, quedando en inacción los entendimientos menos 94 43r 43v EL VASALLO INSTRUIDO preocupados. En la templada no se observa ni lo agrio del verano ni lo desapacible del invierno; no hay excesos de calor ni inclemencias de frío; todo es una continuada primavera. No hay que pensar en alturas montuosas para la estación del verano ni climas abrigados para recreo y alivio de la vida humana. Es esta una región en donde no se descubre el aspecto de los cuatro tiempos. Cuando el cielo / / se mira descombrado y las nubes no forman torreones espantosos rompiendo sus condensados muros, franqueando abundantes aguas para la fertilidad de los campos, se llama verano por más que hiele y se sufra la desapacibilidad del frío. Por el contrario, si el cielo se manifiesta liberal en franquear continuas lluvias, sin embargo de ser extremado el calor, se confiesa el invierno pero muy agrio y desagradable. No se tiene certidumbre ni seguridad en el tiempo aun cuando es lluvioso por la misma variación con que se introducen las aguas. La inconstancia del tiempo, la intemperie de los aires, la crudeza del clima, particularmente en las alturas de los montes y en la escabrosidad de las serranías, producen efectos muy opuestos a su benignidad, tanto que hace muchos inhabitables y desiertos; porque cubiertas sus cimas continuamente de una lluvia delgadísima y muy fría, la arrebata un aire sutil y violento que sofoca, no pocas veces, hasta la muerte al caminante. En los principios de mis misiones nos hallamos mi compañero y yo en tan triste situación transitando los ingratos páramos que llaman de los Salvios, inmediatos al Boquerón de Chocontá. En el año de setenta y nueve, el día tres de Mayo, salimos de Santafe el día cinco amaneció el cielo descombrado y sereno, cuya serenidad nos anunciaba la felicidad del tránsito. Pero la misma inconstancia del tiempo cargó sobre nosotros toda la violencia de los elementos. Se cubrieron las alturas de aquel páramo de una densa nie / / bla, empezó el cielo a destilar una lluvia sutil y delgada, se conjuró el viento acompañado de un frío muy intenso, tanto que un cuarto de hora antes de vencer el furor del páramo, me contemplaba yo con una insensible inacción, agarrotados los dedos de las manos sin poder manejar el pañuelo para la indispensable función de limpiar el rostro. Confieso que si el dicho páramo se hubiera extendido media hora más de CAPtruLolli 44r 95 camino, no dudo que mi vida fuera víctima lastimosa de la muerte. ¡Quién creyera que a un cuarto de hora de distancia empezamos a gozar las delicias y benignidades de una apetecible primavera! Lo que más se admira y es el misterio de los filósofos que viviendo los naturales de este reino en la zona tórrida, unos bajo del mismo Ecuador, recibiendo los fogosos rayos del sol en su cenit, otros a sus cercanías e inmediaciones, registren todos con sus propios ojos dilatadas cordilleras de nieve y que paseándose por ellas los vientos la transforma y reducen a un temperamento más deleitoso y agradable a la vista. Los aires, vagueando por una y otra parte, bajo del natural incendio de la zona y al abrigo de los volcanes, que se conoce entre la dilatada extensión de sus polos, conservan algún temple, pero muy húmedo y frío sin exceso,igual en todo el año. La cordillera que forma su carrera del estrecho de Magallanes, la sigue coronada de cándida nieve por alguna / / distancia de leguas, grandeza verdaderamente, que con espíritu de emulación miran los nevados Alpes en toda la Europa. En la Provincia de Santa Marta se descubre una elevada montaña, que es el Norte de los marineros y pilotos, por donde se gobiernan distantes de tierra firme muchas leguas más adentro. No es menos admirable la de Mérida, la que con toda propiedad se puede llamar columna prodigiosa de nieve. Se halla situada a las inmediaciones de la parroquia de Guacamayas y forma caudalosos ríos que son los que le dan ser a la celebrada laguna de Maracaibo. No se puede negar la vistosa perspectiva de las pirámides primorosas con que nos brinda el arte a elevar la consideración al alto grado de sutileza de ingenio en los naturales del Antiguo Mundo. No tenemos necesidad de mendigar objetos deliciosos al sentido de los forasteros del país. En este Reino descubrimos la Sierra Nevada, obra enteramente perfecta de la naturaleza y en quien deben formar sus primeras ideas de primor los más adelantados en la artesanía. Ella se presenta en el Palacio de la naturaleza en forma de pirámide perfecta, cuya eminencia se divisa a más de veinte leguas de distancia. A sus faldas se mira un volcán de fuego que excede incomparablemente al Mongibelo. No nos deben admirar tanto las blancas EL VASALLO INSTRUIDO 96 44v montañas en la Zona Tórrida, como nos deben llenar de confusión y horror los fuegos subterráneos / / con que se advierten penetradas las entrañas de los montes, exhalando ordinariamente espantosos volcanes. No se puede pintar sin el más doloroso quebranto, y sin el aspecto triste de colores eclipsados, el de Pichinque en la Provincia de Quito, en el año de mil seiscientos y sesenta. Fue tan horroroso el vómito de fuego que atemorizó hasta los brutos con sus relámpagos y temerosos estallidos. Despidió con ímpetu tan violento peñascos encendidos y montes de ceniza que transfiguró las lobregueces de la noche en claras luces del día. Intervinieron temerosas tinieblas y sus cenizas volaron por más de cuatrocientas leguas. La causa universal de los vivientes es el sol. Este mira perpendicularmente este Nuevo Reino con los ardores de sus rayos. Le comunica sus mayores influencias, logrando tener todo el año verdes los montes, vistosos los campos, pobladas las huertas, hermosos los valles, floridos los prados, deliciosos los bosques y cargados de frutos los árboles. v 45r El tiempo de las frutas no estorba el de las flores. En un mismo terreno y clima se observa todo juntamente: flor, fruto recién nacido, verde, medio sazonado y enteramente maduro. Aun las que de España se trasplantaron en este país siempre lucen en las huertas, sin que las matas que las pro / / ducen lleguen a verse desnudas de su lozanidad y hermosura. Los rosales en todo el año se ofrecen a la vista vestidos de rosas como igualmente las clavellinas. Aquí se descubre el blanco jazmín, allí el alhelí amarillo, en una parte la violeta mosqueada, en otra el cándido lirio y en todas el girasol, el chocho y la azuzena. Se hallan en las huertas unas flores a la vista muy deleitosas y se llaman pajarillas. Los tejidos que forman de varias enredaderas unos bejuquillos delgados, tan llenos de hojas agraciadas como de flores, que cada una es un pajarilla amarillo o colorado, tan bien formado en las alas y en el pico que deleitando la vista entre los verde, admira la propiedad con que parece estar volando entre las hojas. Otros hay morados, naranjados; otros en forma de 97 CAPÍTULoIlI trompetillas y todos forman vistosas primaveras con el vistoso y pulido matiz de los colores. Unas hay que se llaman buenas tardes porque a tiempo de ponerse el sol se desahogan del botón como a recibir el fresco que empieza a templar aquellos calores excesivos. Otras se llaman del Espíritu Santo, y son blancas, se dan en tierra cálida, su figura de nido. Abiertas que son por el medio, descubren en el hueco de la una parte una paloma blanca primorosamente formada, abiertas las alas y en ademán de querer volar, las espaldas plateadas y en el respaldo que le hace aquella media cajetilla se miran repartidas unas pintas coloradas con disposición tan admirable que parece quiso Dios representamos la venida del Espíritu Santo. / / 45v VI El paraíso terrestre, si se confiesa obra completa de toda perfección porque logra lo florido de la primavera, lo fértil del verano, lo abundante del otoño y lo sosegado del invierno, no menos lo ha de ser por ser el lugar propio de la delicia y felicidad de casi todo el Antiguo Mundo. Es el principio de toda su abundancia y a él deben referirse todos los rápidos progresos de la fertilidad, que reconocen los minerales de oro de Hevilath, la Africa, la Etiopía, el Egipto, la Armenia, la Mesopotamia, la Tierra de Promisión y la de Babilonia a causa del continuo riego que con la abundancia de sus aguas derraman en sus tierras el Ganges, el Nilo, el Tigris y Eufrates. El río Ganges toma su denominación de Gangaro, Rey de los Indios. La fuente del paraíso le da su primordial ser, llevando siempre sus corrientes por la riquísima tierra de Hevilath, manantial que es del oro y en donde se halla la piedra oniquina. Y será extraño que los caudalosos ríos de la Magdalena y Cauca sean el Ganges de este Nuevo Mundo? Sus aguas son las que brotando en los montes elevados de los Cucunucos en el Caguán y Timaná, Provincias del Nuevo Reino de Granada, forman y principian su ser. Va tomando creces su caudal de algunos manantiales que se despeñan de la eminente altura de los cerros, cuyas entrañas están brindando con las amatistas, las santuaras, gallinazas y rubazas, piedras tan preciosas, que pudieran dar mayor / / 98 46r 46v EL VASALLO INSTRUIDO estimación a este Nuevo Reino si no tuviera descaecido su valor por la abundancia de su rica pedrería y su hubiera aplicación en mejorar el estado de sus Provincias, dando nuevo aspecto a la fama. Por la parte que mira al Sur entran y desembocan en la Magdalena, por donde yo he navegado, los ríos Neiva, Fusagasugá, Cabrera, Coello, Chipalo, Sabandija, Gualí, Guarinó y Nare, Páez y Saldaña, que descienden de la serranía y páramo de Guanacas, en la Gobernación de Neiva, teniendo sus bocas más arriba de la villa de Honda. Tanta es la abundancia de oro en sus arenas, que situados en sus riberas algunos pueblos de indios páez, coyaimas y natagaimas, para el pago de sus tributos se van al río y arrojándose a sus corrientes llegan al profundo de sus remansos. Allí llenan de sus arenas una vasija y saliendo con ella a la orilla la purifican en el agua y encuentran el oro no sólo para satisfacer los tributos sino también para vestirse, hacer sus fiestas y cumplir sus borracheras. Por la parte que mira al Norte le aumentan sus raudales los de Bogotá, Negro, Carare, Opón, Sogamoso y Cañaverales!, más crecido que el celebrado Guadalquivir a la entrada en Sevilla. El de Cauca es mucho mayor que el Ródano en Francia y forma olas en su altura. Arrojada temeridad fue la mía y de mis compañeros los P.P.Fray Ubaldo de Alcira y Fray Miguel de Villajoyosa, que caminando de Euriticá a Sabanalarga para dar principio a la Misión, en aquella misma noche nos vimos en la dura precisión de vadear a nado sus terribles ondas para no / / sacrificar nuestras vidas en poder de las aguas a manos de una infernal emulación que era la conductora del paso regular, que 10 componen unos cuantos palos y su nombre regular es el de balsa. Acción fue ésta que dejó en extraña admiración a los más diestros indios que son prácticos pilotos de aquel navegable y arriesgado tránsito. Este caudaloso río, después de bañar riquísimas tierras y opulentos minerales de oro, se junta con el de la Magdalena entre el pueblo de Cañaverales, por donde yo he navegado y desemboca más abajo de Sogamoso. (46r). En la nota de pie de página de este folio no figura una letra sino un asterisco. CAPtruLo m 99 San Antonio de Talaigua y el de Tacaloa. Después de haber recogido las arenas de oro finísimo con tal abundancia que excede a los minerales del Oriente, en la Gobernación de Popayán, Arma, que ya dejó de ser ciudad cuya gloria heredó Rionegro (en donde hice misión) en el año de mil setecientos ochenta y tres, Anserma, Cartago, Antioquia, Cáceres, Guacomo y Zaragoza, y juntar en un horrible cuerpo de agua los tesoros recogidos y conservados en sus profundos archivos, emboca en el Océano entre las Provincias de Cartagena y Santa Marta, siendo lindero de su división. VII 47r Habiéndose incorporado a este Virreinato, con separación del Perú, la Provincia de Quito, en el año de mil setecientos treinta y nueve, siguiendo sin interrupción la jurisdicción Real del Superior Gobierno, es consecuencia forzosa que el Nuevo Reino de Granada se lisonjee de las singulares glorias de un río, proclamado por el príncipe de todos los que bañan el Universo, y que en su cauce recibe treinta y seis ríos caudalosos, / / constituyéndose piélago de aguas dulces. Este es el Marañón, llamado de las Amazonas y Orellana. En los montes del Callao tiene su origen. Las cordilleras de estos elevados montes dividen las jurisdicciones de los Quijos, cuya laguna brota dos crecidos ríos con el nombre de Pulca y Guamaná, los que, unidos con el caudaloso Napo, parecen pequeño arroyo entrando en Orellana. Su curso se extendió a bañar las riberas de mil ochocientas leguas. Se pasea por todo el interior de la tierra firme, fertilizando las deliciosas vegas que hermosean sus orillas. Es abundante de peces y riquísimo en sus arenas. Le rinde ventajas el memorable Nilo en las naciones que alimenta en Africa o en sus islas o en tantos brazos de ríos que convierten en su subsistencia. Desagua en el Océano y arroja tantas aguas que sin duda puede llamarse diluvio. La puerta que se le franquea para la expedición de la velocidad de sus aguas es de ochenta y cuatro leguas, bajo la línea equinoccial, entre las costas del Brasil y Cabo del Norte. Se mantiene en un golfo dulce hasta que el Océano confunde sus dulces aguas con las suyas 100 47v 48r EL VASALLO INSTRUIDO salobres, no pudiendo sufrir tanta grandeza. Las admiraciones que ofrece el nuevo Tigris de este Nuevo Reino, más sirven para enmudecer la lengua que para escribir la pluma. Este es el Orinoco, que abre la tierra para ocultarse fugitivo de los altos que lo despeñan. Sale furioso y más crespo, enturbiadas las ondas, amansando con la ligereza de su rápida corriente la arrogancia de otros raudales. Su cuna está situada en los mismos montes de la Provincia de Guayana. Tan poderoso y abundante es de aguas que a pocas leguas de curso / / comunica al río Negro, que desagua en el de las Amazonas, un brazo navegable que llaman Casiquiari: siguiendo su dirección al Poniente recibe en su cauce algunos ríos que casi le compiten en aguas y profundidad. El río Atabapo, incorporado con el Guaviare con tanta profundidad y anchura que hasta pocos años ha se creyó era el verdadero Orinoco, desemboca en él antes que tome la dirección al Norte. Más abajo recibe por la banda de Poniente, después de otros pequeños, el río Vichada, siendo ya tanta la inmensidad de sus aguas que no hallando caja suficiente se precipitan rompiendo los arrecifales de Maipures, donde forma unos furiosos raudales que impiden la navegación; y a poca distancia se hallan los que llaman Atures; pero unos y otros se vencen conduciendo la cargazón por tierra y fijando el pilotaje de las embarcaciones a aquellos indios, prácticos universales de otros raudales. Más abajo, por la banda del Norte le entra el río Meta, incorporado ya con otros muchos y el de Casanare. Poco más arriba de los raudales de Carichana, que con algún peligro permiten navegación por la misma banda, y por cuatro caudalosas bocas, le entra el río Apure. Más abajo, por la parte del Sur, recibe al río Caura, que tiene sus cabeceras más (palabra tachada) a las del Orinoco. Sigue luego el río Largo y pasada la Angostura, que es un estrecho formado entre dos peñones, le entra por la misma banda el río Caroní, que aunque de la misma magnitud, no permite navegación por los muchos y frecuentes despeñaderos que tiene. A distancia de ochenta leguas se entrega con grati / / tud y prodigalidad al Océano por entre varias, amenas y deliciosas islas, habitadas de la nación guarauna. Estas 101 CAPtruLO III componen sus bocas y teniendo a su frente la isla de la Trinidad, forman el golfo triste, nombre a la verdad que en su descubrimiento le puso el famoso Colón. No puede verdaderamente formarse idea completa de lo que es en sí, como también del río de la Magdalena. Forman sus aguas procelosas olas; pero tienen poca duración sus tormentas. Calman sus vientos con brevedad aun en sus mayores turbonadas. En sus floridas riberas todo es tan vistoso que jamás se ha visto árbol desnudo del verdor de sus hojas, ni marchito en sus flores, ni despojado de sus frutos. Sus preciosidades son tantas que no hay parte de sus regiones que no sea un tesoro. Es numerosa la multitud de naciones que se alimentan en sus fecundas orillas. Su grandeza es celebrada no sólo por la abundancia de sus aguas, que no se cansan de sufrir el peso y gravedad de embarcaciones de tres palos, que siguen su navegación hasta el estrecho de la Guayana, sino también por lo elevado de sus altas y verdes arboledas, madrigueras que son de bravísimos tigres, tan grandes como becerros, osos, dantas, leones y culebras las más monstruosas. VIII 48v Su agradable situación la forman empinados montes, serranías vistosas y enmarañadas montañas. No faltan espaciosas llanuras que llegan a formar horizonte. Se presentan a la / / vista más de diez leguas de circunferencia y otras de igual diámetro; se descubren alturas escarpadas, collados verdes, vegas deliciosas, valles frondosos, riberas fecundas, dehesas pingiies (aquí llaman potreros), lagunas y ciénagas celebradas, cuyas aguas se inquietan, naufragando muchas veces en su golfo, como la de Fúquene, que yo he visto, la de Santa Marta y Maracaibo, haciendo en sus orillas la batería ruidosa que el Océano en sus áridas arenas. En todos estos sitios es tal la variedad de peregrinos objetos que la propensión del sentido más triste halla interés y desahogo en sus ciudades. Al escuchar el alegre murmullo de las fuentecillas, el dulce eco de los arroyuelos, el delicioso golpe de los chorros, que despeñados caen de la eminencia de los 102 49r EL VASALLO INSTRUIDO cerros y vienen precipitados a sepultarse en lo profundo de los valles, como son los vistosos y admirables de Suaita en la Provincia de Vélez; el de Barichara en la Provincia de San Gil; el de Soatá en el Corrigimiento de Sogarnoso; el de Carcasí en la jurisdicción de Pamplona. Todas estas maravillas del mundo las registraron mis propios ojos; y verdaderamente lo contemplaba objeto de mi particular atención en términos que quedaba absorto y arrebatado por algunos momentos, observando estos prodigiosos milagros de la naturaleza. Pero entre todos es el más asombroso el Salto de Tequendama, que verdaderamente puede reputarse una de las maravillas del mundo en el gobierno y jurisdicción de Santafé. Este Salto lo hace el río Bogotá de más de media legua de alto, hasta lo profundo de las peñas que lo reciben, con velocidad tan arrebatada que el ruido del golpe se percibe a siete leguas 11 de distancia como me lo han informado hombres de buen gusto y de toda fe humana. Este Salto es de una altura tan superior que pasa todo el río de un golpe de tierra fría a tierra caliente y de un clima a otro, en el cual los árboles, las plantas, las frutas, los animales y aun las costumbres son enteramente diversas. Este Salto debe deslumbrar la preocupación del literato Monseñor Carrara, que en su curiosa historia de las cascadas de los ríos dice ser la del Velino en Temí la mayor maravilla del mundo que ha llegado a su noticia por ser de mil sesenta y tres palmos de altura. Compútense los palmos geométrico s que corresponden a media legua española, y se conocería de los actuado el exceso de miles de palmo que resulta en el Salto de Tequendama a la cascada de Temí. Preséntese al celebrado Chiusole este elogio que merece el Nuevo Reino de Granada y confúndanse en su misma facilidad cuando dice que en el Nuevo Reino de Granada no hay cosa memorable: In questo no(n) c' é cosa memorabile. Al percibir los suaves gorjeos de los toches turpiales, babaguyes, majuelos y lominejas; al observar los flamencos, patos cucharos de plumaje nácar, caponcitos que de lejos parecen cabras, guacamayas de varios colores, loros parleros, gallitos de pico pajizo, de cuerpo negro y alas pajizas y apagadas; al meditar el dique por donde se navega desde Cartagena a Barranca, en donde se sangra el río de la CAPITuLoill 49v 50r 103 Magdalena y le comunica sus aguas; el ver, digo, este dique desde el sitio de San Estanislao hasta la ciénaga de la Cruz, cubierto de varias y medicinales plantas que se crían en el agua y hacen difícil la navegación, / / presentándose a la vista un prado verde y un valle delicioso; al observar la variedad de caños embovedados de varias y peregrinas ramas, la continuación de las ciénagas e islas cuyas márgenes las forman vistosas arboledas con tanta igualdad y simetría que representan los agradables países objeto de la atención holandesa, es preciso que el Sr. Chiusole mude de concepto y forme nueva idea de este Reino que en sí es el más rico y abundante de los que Reyes de España tienen en ambas Américas. Al ver los campos sembrados de trigos, maíces, arroces, cañas dulces, arvejas, fríjoles, garvanzos, batatas sabrosas, arracachas, turmas, lentejas, tabaco, añil y algodón; las huertas vestidas de melones, sandías, pepinos, cohombros, calabazas, berenjenas, yucas, lirios, amapolas, adormidera, flor de la maravilla, violetas, cardosantos, borraja, altamisa, rosas amarillas, manzanos, olivos, parras, duraznos, higueras, naranjas agrias y dulces, limones de la misma naturaleza, limas, toronjas, cidras, granadas, membrillos, almendras, chirimoyos, curo s, vainillas, ajos, cebollas, lechugas, coles, alcahofas, coliflores, mostaza, rábanos, nabos; al ver la alegre y vistosa variedad que ofrecen a la vista los valles, observando con admiración española en unos sembrado el trigo, en otros segando; en el distrito de una legua se advierte trigo naciendo, cogiendo color, al tiempo que se está segando en otras sementeras, cuyo prodigio igualmente se descubre en los otros granos, particularmente en las jurisdicciones de Santafe y Tunja; / / al ver los verdes sauces que adornan las fértiles riberas; los higuerones de gruesos troncos, de elevada altura y hermosa frondosidad en sus ramas y de cuya madera fortísima se fabrican las canoas, barquetas, artesas y barcos para la navegación de los ríos; la chica, árbol de tan vistosa hermosura cuyas hojas son parecidas al manzano pero coloradas y de tanto lustre que parecen cortadas de raso carmesí; los caimarones muy copados y de una fruta como la nuez, de color azul y carne blanca con algunos granos que se despiden con facilidad, de regalado gusto y de tan dulce 104 EL VASALLO INSTRUIDO suavidad que jamás fastidia ni sacia el apetito; en fin, al ver el celebrado trébol de tan elevada altura y tan verde como frondoso y fragante, con otra multitud de árboles, varia en la hermosura de sus hojas, como peregrinos en sus flores, que hacen impenetrables los bosques y cuyos respectivos nombres no se han singularizado, no puede dejar de desvanecer este Nuevo Reino de Granada de estar representado en aquel prodigioso árbol que vio Plinio en el jardín ameno de Tulio. Este sólo, dice Plinio, poblaba un huerto parecido a una selva y de sus ramas, como de mil bellísimos injertos, estaba colgando un entero otoño de varios y regalados frutos. Cuantas veces vuelvo los ojos a este amenísimo Reino, otras tantas me arrebata la admiración. La variedad prodigiosa de frutos, la noble singularidad de piedras y la admirable fragancia de resinas aromáticas, son los objetos que ocupan mi atención. Aquí se coge el delicado plátano, la regalada piña, el mantecoso almendrón, el delicado piñón (esta frase no figura en el impreso; a partir del cotejo la pudimos establecer), cuyo gusto es semejante a las almendras de la Europa, como yo mismo lo ex / / SOv perimenté, caminado desde Muzo a las minas de las esmeraldas, en cuyas montañas abunda mucho esta planta; la nuez mascada, el pucheri, que es una pepa que sabe a toda especie y yo 10 gusté; la rica aceituna, del tamaño de las sevillamas, que también tuve el gusto de comerlas; la uva sabrosa, el regalado mamey, el aguacate especial, el caimito, el zapote, el cachipay, el anón- el níspero, la cereza, la papaya, la guanábana, el dátil, la granada, la granadilla, la guayaba y la dulce chirimoya, frutas todas muy agradables y casi todas silvestres, que brindan al sentido todo el tiempo del año. Pero no tienen aquella dulzura y suavidad de las frutas de España, a causa de que no llegan a la perfecta sazón por defecto de los cuatro tiempos que se experimentan en la Europa. IX Aquí se encuentra la distinguida real yerba diptamo con más abundancia que en la isla de Creta; y ésta se cría en los campos de Tunja, Tequia, páramo de Pangote y CarcasÍ, la cual forma las piedras besares que se hallan en lo interior de los venados CAPtIULO III SIr 51v 105 y se conservan dos en mi poder. Es tanta su estimación que en la Provincia de Antioquia se venden a peso de oro. Se aplica contra el veneno. Un amigo mío, sabiendo mis vivos deseos de conocer la dicha yerba hizo la diligencia y me presentó un acesito de sus ramas. En cada una de sus hojas se ve dibujado con toda la propiedad de la naturaleza un venado; de suerte que no hay más que admirar. / / Aquí se acopia también la quina, a la que los naturales llaman cascarilla. Es tan abundante que se contempla capaz de abastecer a toda la Europa, según los últimos descubrimientos y observaciones del Padre Fr. Diego García, natural de Cartagena, religioso del Seráfico Padre San Francisco y comisionado por el Excmo. Sr. Arzobispo Virrey en asuntos de historia botánica y natural. Ha descubierto tres clases legítimas y particulares que son la roja, la amarilla, en igual calidad que la de Loja, y la blanca que se encuentra en todas las montañas de la Gobernación de Santa Marta, en donde se coge la fruta Chimi1a, que es una avellana de la misma figura, tamaño, aceite y gusto que las de España. Sirve de purgante y vomitario y el árbol que la produce es de una altura regular; forma unas bolsas y en cada una de ellas se crían tres avellanas. Se ha descubierto igualmente por D. Sebastián López, en el año de ochenta, la canela en la Gobernación de Neiva, en las montañas de los andaquíes. Es tan fina como la más fragante de Ceilán, en el Oriente, pues habiéndome regalado un ramito de su árbol, masqué una hoja y no puedo dejar de asegurar su delicadeza de gusto. Se encuentra también en la Provincia de Antioquia, pues caminando mis compañeros y yo desde la parroquia de Santa Bárbara al pueblo de la Estrella por una senda antigua y no traficada, percibía la fragancia de la canela en aquel monte; y para satisfacer mi curiosidad uno de los arrieros se internó en el monte y me trajo un pedazo de corteza del árbol que llaman canelo. / / No hay duda que tiene todo el gusto de la mejor canela de Ceilán, pero le acompaña cierta amargura desapacible que la inutiliza y constituye vana. Turbaco, distante de Cartagena cuatro leguas, ofrecen sus montes un vejuco cuyas raíces tienen toda la propiedad del clavo. Sus naturales forman sus ataditos para fortalecer los dientes, mascándolos 106 52r EL VASALLO INSTRUIDO continuamente. A mí me regalaron unos pocos y no encontré diferencia alguna. También se encuentra el draga y la hierba llamada centella. Sin duda es la misma a la que Oioscórides llamó estrella porque cada hoja tiene su figura y aplicada a cualquier parte del cuerpo abre una llaga por la parte que tiene lisa, y por la vuelta, que es algo vellosa, sirve de medicina a la que abrió su actividad venenosa. Se encuentra también en sus montes un vejuquillo que llaman del ojo, porque exprimiendo su raíz y dejando caer en lo interior del ojo una o más gotas de su humor, quita absolutamente todo el dolor que se padece. Lo que causa más admiración es que al tiempo de destilar aquel humor y recibirlo el ojo se percibe en el paladar una extrema amargura. Y yo mismo experimenté efectos tan admirables cuando me cargó a los ojos una fluxión tan fuerte que pensé perder la vista. Lo mismo fue traerme un amigo el vejuco que recibir el alivio. Produce este Reino las vainillas tan celebradas por su olor y fragancia, y se crían en unos vejucos que trepando por los árboles les hacen recomendables por su natural suavidad. Se hallan en la Provincia de Santa / / Marta, con abundancia, en los llanos de San Juan y en el partido de Tecua, en donde estuve cura interino después de la Misión que redujo a sus naturales al bando del Rey,siendo los más temibles en la general rebelión, y en donde tenía su asiento O. José María Franqui, el que mandaba un trozo de trece mil rebeldes. El lino se produce mucho mejor que en Murda y Orihuela, pero no se beneficia y sufre el más sensible y lastimoso abandono. El cáñamo, planta tan útil como necesaria, se cría en los montes, es silvestre como lo tengo observado en la Provincia de Antioquia, por lo que no puede ocultarse al sabio conocimiento de los políticos la conocida utilidad que resultaría al público y aun al Real Esrario si se sembrara esta planta y se le diera cultura. De las mismas riquezas que sacan los extranjeros de este Nuevo Reino se sirven ellos para engrosar sus caudales. Las hierbas y palos para toda especie de tintas son conocidos y abundantes en este Reino y en los llanos de San Juan y otros terrenos cálidos se descubren unos arbolillos pequeños, cuyo fruto es tan admirable que en forma de una nuez tiene dentro dos cajetillas. En la una ofrece miel y en la otra leche muy suave. CAPITuw 52v 107 III El cacao y azúcar es tánta su producción que se transporta a Europa y a Nueva España. El del río de la Magdalena es el mejor por ser el más mantecoso como igualmente el café de Muzo. Los árboles que lo reproducen son pequeños pero muy copados, sus hojas parecidas a las del granado, cargan mucho de fruto y varias veces iba a tomar mi descanso bajo su sombra deliciosa / / cuando me lo permitía el trabajo de la Misión. La hierba, tan celebrada del Paraguay, en varias partes del Reino es maleza, se llama calaguala y se encuentra entre Santa Rosa y Cerinza. y del mismo modo la dulce batata, particularmente en el monte de Nare, cerca del balsadero, en el nuevo camino para la Provincia de Antioquia, como yo mismo las he comido. x 53r Yoestaba persuadido que sólo la Asia, la Etiopía, la Scitia, la Arabia y el Egipto y el mar de Persia eran singulares entre sus grandezas al Nuevo Mundo por el rico valor de sus diamantes, amatistas, esmeraldas, topacios, diaspros y perlas; pero ya me veo redimido del engaño en cuyas mazmorras me hallaba encadenado. Todas las partes del mundo deben reconocerse tributarias de la América en la opulencia, en la abundancia y en la riqueza. ¿A quien reconoce en el día de hoy Portugal su descansada conservación sino al Brasil, que sostiene su Real Erario? ¿A qué grado de altura no ha llegado la Holanda por la isla de Curazau, por las inmediaciones que logra a tierra firme? ¿Qué opulencias no ha introducido la Francia en sus cajas reales, parto fecundo del Canadá e islas de Barlovento? ¿Qué flotas tan sobresalientes no ha mandado la Jamaica a la Gran Bretaña? Np puede negar el inglés que los contrabandos que hacía en la América española eran el ramo más feliz y floreciente de / / su comercio y que fue causa de declarar la guerra en el año de mil setecientos treinta y nueve por haber abusado del privilegio que se le concedió en los tratados de Utrech, firmados en Madrid a 26 de Marzo de mil setecientos y trece. ¿y a nuestra amada patria España, quién la constituyó señora de las gentes y princesa de los tesoros sino los 108 53v EL VASALLO INSTRUIDO galeones cargados de tierra firme, las flotas de Nueva España, los navíos de Honduras, los de Buenos Aires y los que llaman de registro? Sólo en el año de mil setecientos y noventa y uno se registraron cuarenta millones de pesos fuertes. Las amatistas, esmeraldas, cristales, pantauras, gallinazas, rubazas, suzas y diamantes con los granates de Antioquia y perlas del río del Hacha y Cubagua, son el más firme apoyo de las ventajosas riquezas que lleva a todo Oriente sólo este Nuevo Reino de Granada. Tal es la abundancia de perlas en los mares de este Reino que a fanegadas se depositaron en la Europa. No quiero hacer memoria de aquélla tan celebrada que Colón rescató en el golfo de Daria y uno de los conquistadores presentó al invicto Carlos V,que por su hermoso oriente, incomparable valor y extraordinaria grandeza se llama la peregrina. ¿Qué dijera hoy el Egipto cuando se lamentaba de la bizarra acción de su amada Cleopatra en darle en bebida a su Marco Antonio una perla que llena el mayorazgo de su Reino? Sin duda la reputara por menudo alcófar. Las esmeraldas de Muzo, en cuyas minas he fijado mis pies y es lugar propio de desesperación por el insufrible calor que se experimenta continuamente. / / Se hallan en el seno de !tocó. Son de tan recomendable estimación que brillan con ellas las coronas de los Reyes y las tiaras del Vaticano. Ellas han dado justo motivo para admirar la Italia, llenar a Alemania, enriquecer a Flandes, envidiar Portugal, Francia y las naciones todas del orbe. Tal es el tesoro de su vistosa belleza sobre fondo amarillo que su verde llenó de esperanzas a los Reyes de España. Las pantauras de todos colores matizadas, los girasoles con puntas de oro en lo interior, los jaspes y los granates finos, son producciones admirables de sus preciosos minerales. Alfonso Ramírez Goscó fue el que ofreció a nuestra monarquía tan superiores riquezas con el descubrimiento feliz que de las esmeraldas hizo en dicho cerro en nueve de Agosto de mil quinientos sesenta y cuatro. Es continua su extracción y muy laboriosa su tarea. D. Tadeo Caycedo, cuando trabajaba una mina por su cuenta, sacó una arroba de esmeraldas y entre ellas una de tan peregrina grandeza, que pesaba diez y ocho onzas, 109 CAPíTULO III 54r la que por ser diga y merecedora de un gabinete real, ocupa el de la Corte de Madrid, según me lo ha informado el citado Caycedo en el tiempo de mi Misión en Muzo. El particular aprecio de ellas sube a la gruesa cantidad de millones y ha reducido a las de Somondoco a la omisión lastimosa de su abandono. En la actualidad son ramo particular de la Regalía. Las / / amatistas se hallan en varias partes del Reino. En Antioquia se hallan las piedras de cruz, de las cuales yo tengo algunas en la celda, como igualmente los granates y rubíes y aun los diamantes se crían en los despeñaderos que forman los márgenes del caudaloso río Cauca a las inmediaciones del puerto del Espíritu Santo, si es genuina la relación que me dieron los naturales más fidedignos de aquella Provincia. También se halla una muy abundante mina de piedra imán, y en los cerros de Ibagué otra de ámbar finísimo y de piedras ágatas. XI 54v Apenas se halla palmo de tierra en este Nuevo Reino que no sea pasta de oro y plata. Tanricos y copiosos son sus minerales que cuanto brilla en los (palabra ilegible), cuanto resplandece en la casa de Dios y en los palacios de mayor magnificencia, es de las apreciables vetas de este Nuevo Reino. La plata tan conocida del Potosí y de Nueva España ya no tiene asiento en la recomendación de los bancos respecto de la que ofrece la mina de Ibagué y la de Mariquita. Más de cuatro marcos produce el quintal y es la de más subidos quilates que reconocen las casas de moneda de todo el mundo. La de Pamplona se encuentra misturada con cobre y de las que se han descubierto en Tequia y Macaravita no se puede formar perfecta idea por no haberse laboreado de propósito. No tendré reparo en asegurar que es tan abundante / / el oro, que corre con la misma continuación que los ríos y las fuentes. Se sabe que las venas corren y circulan todo el cuerpo humano y no se ignora que las entrañas de este Nuevo Reino se miran atravesadas de vetas de oro. Los gobiernos de Mariquita, Ibagué, Neiva, Cartago, Popayán, Barbacoas, Antioquia, Chocó, Anserma, Remedios, Guamoco, Cáceres 110 55r EL VASALLO INSTRUIDO y Zaragoza, situación a la parte del sur del Río grande de la Magdalena, ¿qué otra cosa son sino un continuo manantial de oro? Pamplona, Paramorrico, Montuosa alta y baja, Girón y Llanos de San Juan con el Río del Oro, ¿qué otras riquezas no ofrecen sino preciosas vetas y arenas conocidas de este metal tán fino? Los frecuentes socavones que se observan en los montes y sus honduras son testimonios auténticos de su pingiie y floreciente existencia. En muchas de estas provincias no tiene curso la plata; la moneda usual, aunque se trata y se da giro al comercio, es el oro en polvo como se saca de la mina; pero ya el espíritu de la ambición halló medio para el incremento de los intereses no recibiendo el oro en polvo sino limpio y soplado a costa de opresión tirana de los pobres. Estos últimos minerales se ven situados al norte del dicho Riogrande. Extraño mucho que unas tierras tan floridas y fecundas de minerales, lastra das de oro, sean tan míseras y pobres. Es cierto que los / / conquistadores para herrar caballos se servían de herramientas de oro. Tal era su preciosa abundancia. Ahora que la industria popular ha dado demostraciones positivas de su magisterio en el feliz incremento de las artes y de la cultura de los campos, sirviendo la nación a una altura de poder y riqueza sin igual; ahora que el sabio y discreto Gabinete español, celoso del mejor real servicio y del bien común de la nación, funda toda su ocupación en promover el fomento y adelantamiento del comercio interior del Reino, que es uno de los principales ramos que alimenta y da fuerzas a la nación para la mayor felicidad de las provincias y conveniencia de los vasallos, ¿cómo es que los tesoros escondidos en los referidos contornos no enriquecen a sus naturales? ¿Cuál es la causa de contemplados en el día de hoy reducidos a la mayor miseria y a la más dolorosa estrechez? No se puede comprender cómo la misma abundancia constituya menesterosos a los hijos del país y se confiesa ser así. Cuando en las historias se habla y se asegura que las arenas que arrojan a sus playas los ríos son de oro y que los montes, valles, prados y cerros están formados de minerales ricos de oro, siendo esta obra verdadero prodigio de la naturaleza, su genuina inteligencia es que aplicando toda industria y laboreando el terreno con vivo cuidado y CAPtruLoIlI 55v 56r 111 activo desvelo, a costa de muchas expensas y gastos en conservar la gente para la tarea laboriosa de las minas, se lava el oro y se recoge no en tanta abundancia como piensa el vulgo europeo. La mina más pingiie que se conoce en la Provincia de Antio / / quia es la que llaman de San Jacinto, ya por la copia de su producción, ya también por lo subido de sus quilates, cuyo dueño es D. Sancho Londoño, quien repetidas veces me aseguró no excedía la producción a la cantidad de seis mil castellanos de oro, que producen doce mil pesos fuertes, no entrando en este cómputo el aumento del oro que resulta de su fundición en la casa real de moneda. Como testigo ocular puedo deponer lejos de toda hipérbole que habiendo misionado en todos los pueblos que la componen, y son veintidos en parte alguna aparece con más sensible dolor la escasez y la pobreza, hallándose necesitadas cuasi todas las familias, y no es otra la causa, según me parece, que haber dejado en el más lastimoso abandono la agricultura, sin embargo de gozar de unas tierras pingiies, fecundas y propensas a producir cuantas semillas se quieran derramar en sus campos. Corneta, ciudad célebre en Italia, se gloría de ser la única en el mundo por la producción de la lumieza, y en verdad que se debe subordinar a este Nuevo Reino por el manantial perenne del alumbre, la caparrosa, el almohatre, la piedra lipis, el plomo, cobre, alcohol y el fierro, hallándose estos metales en varias partes del Reino, particularmente en los cerros de Ibagué, Palma, Muzo y Vélez. En la ciudad de Pamplona hay una famosa mina de taIco que ofrece cuanto quisieren es de mucha brillantez. La sal de manantiales tan prenne que sin otra diligencia que cuajada al fuego abasta para todo el Reino y aun para provincias forasteras. Sólo la de Zipaquirá es tan abundante que si no le falta la leña / / podrá contribuir con doscientas o trescientas mil arrobas al mes, según el verídico informe que me tiene dado el Administrador del Rey, y nada extraña me parece esta numeración por haber yo paseado su salida que es todo un cerro dilatado e inagotable por la noble generosidad con que se vrinda al Real Erario y a la conveniencia pública. No es inferior la que se saca de Nemocón, pueblo de indios, pero EL VASALLO INSTRUIDO 112 muy blanca y purificada; la de Tausa, Gachetá, Chita y la de Bijaen los llanos de San Juan, muy proporcionada esta última para beneficiar los metales en las minas y Casa de Moneda. XII 56v No me detengo en hacer una individual descripción de las maderas que harían recomendable el Reino si de ellas se tuviera conocimiento. Ellas podrían llenar el fin de las ferias y ser el objeto de la ocupación más política y curiosa. Iguales tesoros podrían registrar nuestros ojos a los que se presentaban en las ferias de Alejandría en el Egipto, en las de Hormuz en el Oriente y en las de Tiroy Tarsisen el Mundo Antiguo, si de ellas se hiciera el uso que conviene y se procurara constituidas objeto de la ambición extranjera. Ellas son capaces de sostener con utilidad conocida un ramo que felicitara el Real Erario y floreciera con más vivos colores la conveniencia del público. ¿Qué otras esperanzas puede ofrecer el acopio de los cedros, nogales, caobas, enanos, viomatas, naranjillos, ceibos, subes, guacamayos, bananos, grana / / dillos, tarayes, mariposas y la celebrada madera de Muzo veteada de negro y colorado? ¿Qué si a estas apreciables maderas se agrega la del palo incorruptible llamado zapatero, el cartán incorruptible, cuyo corazón es colorado en unos y en otros amarillo; el marea, que se cría muy grueso y sirve para retablos e imágenes por la facilidad y dulzura con que se trabaja; el currucay, de donde sacan el aceite de canime; el cajapa, que produce una fruta como castañas y el tan celebrado en la Guayana cuyos visos son de pardo y negro? ¿Qué si a estas maderas se agrega la del palo gateado o atigrado, la del manzanillo, la del nazareno y la del brasil que es infinita y la propia para varias tinté's de que abunda mucho la Provincia de Antioquia, la de Santa Marta, en donde se tiene por leña usual para la cocina y cuasi todo el Reino? ¿Qué si se piensa en el corambre, ámbar, carey, asia o cañafístula, salsafrás, salsaparrilla, sangres de draga, lacre, tamarindos, frutos todos que se hallan en el río de la Magdalena y la cochinilla, que se halla en los tunales de la provincia de Santa Marta, de Tunja y corregimiento de CAPÍTULolIl 57r 57v 113 Sogamoso, en donde yo mismo la he visto y cogido? ¿Qué si se atiende al bálsamo de Tolú con otros aceites y gomas particulares para sanar las llagas, el peramás para cerrar y curar heridas con presteza y seguridad, y el palo de bomba, que inmediatamente deshace la piedra y facilita la orina, con guayacán eficacísimo contra el / / mal gálico? ¿Qué si se tiene presente la célebre hierba del hayo o coca nutritiva, corroborante, antipocondríaca y conservativa de la dentadura, que se cultiva en la Provincia de Santa Marta y se halla también en Soatá, a las inmediaciones de Tunja? ¿Qué si se pone la consideración en el algodón, lino, cáñamo, cacao, piedra imán, añil, azúcar, amianto, que se halla en la Provincia de Antioquia, en donde me regalaron dos terciecitos, y el acopio de cera que se hace de las frutillas de los laureles y arrayanes, sacándose con tanta facilidad y abundancia que no hay función eclesiástica que no ilumine ni empeño que no satisfaga en cuasi todo el Reino? Ella es verde, amarilla, de mucha duración, bastante bronca porque le falta la suavidad natural de la de abejas. No le faltará al entero complemento de la felicidad de este ramo, ni la más mínima parte si se beneficiara la de las industriosas abejitas que se ha descubierto en este año de ochenta y tres en los frondosos bosques y amenas montañas de Neiva y Andaquíes, a solicitud y desvelo de D. Sebastián López. Me aseguró que es tan blanca y tanta la abundancia que se empobreciera la Africa y aumentara sus riquezas nuestra nación. Los troncos de los árboles y sus ramas les sirve de colmena que ellas mismas fabrican con tal arte y primor que es la admiración de los curiosos. De igual riqueza gozan los llanos de san Juan y la Provincia de Cartagena, siendo innumerable la multitud que se observa de diferentes especies de abejas. Los naturales sacan la miel con tanto exceso que con toda propiedad puede / / decirse es este Reino segunda tierra prometida que continuamente destila miel tan preciosa en el olor y en la dulzura que parece el más purificado almíbar. Mayores incrementos recibiera el Reino y los vasallos de la Corona lograran mayores utilidades en estas partes si se agregara a los referidos bálsamos el de almendrones de menjuí, de estoraque y caraña, que son unos humores trementinosos que 114 58r EL VASALLO INSTRUIDO destilan estos árboles luego que son picados en sus cortezas, cuyos licores se conglutinan y se forma la goma, la que juntamente con la que llaman de frailejones le quita el valor y estimación a la de la Arabia. El incienso para los fragantes sahumerios lo resudan los árboles en los montes de tierra caliente, en donde se encuentra también el amine cap al, goma muy olorosa y grata al sentido. Objeto de particular atención merece el comercio de las harinas, cuya utilidad en el transporte a las Provincias de la Costa será conocida. El real patrimonio prosperará y se hará feliz como igualmente los vasallos del Rey que viven a la lengua del agua y también los que habitan las Provincias interiores del Reino. El capítulo que tratará de los proyectos económicos presentará a los curiosos el modo fácil de establecer dicho comercio. Tales son los felices influjos y tales las materias que benigno el cielo ha comunicado a este Nuevo Reino de Granada. Esta es la sucinta narración que he formado de la amenidad y delicias de su país, de la fecundidad de su terreno, de la abundancia de sus tesoros, de las riquezas de sus cerros y de las ventajas y conveniencias que ofrece / / en todos ramos al trono español y sus vasallos. Es lástima, decía el P. Gumilla con su evangélica sencillez, que siendo todo el Nuevo reino un dorado y tan rico que él solo puede dar de sí más riquezas y tesoros que los otros dos juntos, no haya gente que se ocupe en sacar de sus entrañas los metales trabajando en las minas las piedras preciosas, rompiendo sus canteras, y tantos y tan apreciables frutos, cultivando sus tierras, capaces de rendir los frutos correspondientes a todos y diversos climas. 115 CAPITULO IV Refiere el estado de abominación en que se halla el Reino 1 58v ¡Fatal golpe! ¡sensible desgracia! El paraíso de delicias, el jardín del placer se advierte enlutado con el negro manto de la inobediencia. Aquel sitio que repfresentaba una florida primavera, sembrado de saludables plantas, vestido de verdes hojas, cargado de sabrosos frutos, matizado de fragantes hierbas y tachonado de flores aromáticas, tomó nuevo aspecto y dejó de ser el lugar propio de la más agradable recreación, por haber dejado de ser el de la inocencia. ¡Que dolor inspira en la atención más cristiana la ruina que causaron las estragadoras aguas del diluvio en un jardín de tanto gusto! Lo dice el crisólogo.Arranque de este jaez sentimos en nosotros mismos viendo envuelto en confusos desconciertos y en sensibles desór // denes un Reino de tanta abundancia y de tan vistosa hermosura.La misma naturaleza del lugar comunica nuevos alientos para la mayor perfección. Su misma amenidad y primorosa variedad de objetos deliciosos es otro motivo superior que nos acalora a la consideración más religiosa. Las alturas de los montes, el murmullo de las fuentes, el verdor de los prados, la fragancia de las flores y la delicadeza de los frutos son otras tantas sensibles lecciones que nos conducen al más fino reconocimiento con el Creador del universo. Industriosas las abejitas salen solícitas de sus casas, y discurriendo ya por lo florido de los collados, ya por 10 ameno de sus valles, ya también por lo delicioso de los campos, se detienen en las plantas, chupan lo más selecto de la substancia de sus flores, y forman el más dulce y sabroso 116 59r 59v EL VASALLO INSTRUIDO panal de la miel. No se detienen en terreno estéril; buscan el más florido y abundante. A nosotros, abejas racionales, que habitamos un país agradable, lleno de primaveras, se nos proporciona la comodidad de poder trabajar aquí el suave panal de la castidad; allí el de la inocencia; en una parte el de la humildad; en otra el de la oración; acá el de la caridad; allá, el del amor a Dios; y en toda situación, o montuosa, o llana, o áspera, o suave, o estéril, o fecunda, se presentarán frecuentes ocasiones de gratitud y alabanzas al Creador, como de piedad más fervorosa. La doctrina perteneciente a los misterios divinos y a los negocios de la eternidad, son la consistencia de la Religión. Esta tiene dos ramos: interior y exterior. El primero tiene su limitación en el corazón y es materia de / / conciencia. El segundo tiene su establecimiento en el público y es asunto de la autoridad pública. Ambos a dos deben ser compañeros inseparables del cristiano. El paganismo reputa en su idea al nombre de cristiano por ejercicio de todas las virtudes, y que sólo él equivale a todo el trabajo de una apología. Este noble ser se nos comunica en el sagrado bautismo por medio de cuyas aguas nos guía el Señor a la región del cielo, como lo practicó Josué con los hebreos, colocándoles en la tierra de promisión por medio de las del Jordán. El primer paso y la primera acción que ejercemos en este mundo es renunciar y vituperar todas las pompas y vanidades a Satanás, y todas sus obras contradecimos, despreciamos, nos oponemos y abominamos, establece y enseña el Concilio Tercero de París, en el canon primero. La primera acción es constituimos género de elección, sacerdocio real, gente santa y pueblo de adquisición. La vida cristiana es una vida trabajosa y penitente como que es el patrimonio y carácter con que Cristo distingue a sus discípulos. La vida cristiana debe ser una región de cruces, espinas, y según el Profeta, sazón propia de llantos. Por último, es la vida cristiana una vida en que todo se renuncia y se sacrifica. No se funda el cristianismo en obras exteriores y apariencias de religión. Pide que nuestros procederes no la constituya fantástica, pero sí que confirmen su esplendor. No se puede dejar de comprender el estado de religión en / / que actualmente se mira este Reino como monstruo el más CAPtruLo IV 60r 117 horrible de cuantos vio o fingió la antigiiedad .Tal es su monstruosidad que sólo la frecuencia de presentarse a la vista tan monstruosos partos de la corrompida naturaleza puede suspender la admiración. Los desórdenes de la mayor parte del Reino dejan camino para esperar los gentiles una suerte más feliz. Todos los cuidados que son el objeto de su atención empezaron a ser vanos y reprensibles desde aquel instante en que Dios dejó de ser el motivo de todos. Los negocios de importancia, los manejos más delicados, los empleos más lustrosos, los pleitos temosos, las maquinaciones de la Corte, los asedios de las plazas y las batallas vencidas de nada sirven cuando no les acompaña la base fundamental de nuestra Religión. Apenas se encuentra en esta viña un buen racimo, una buena conciencia, que se pueda presentar al Señor. Aquí levantaron mayores cepas las ingratas vides de Galgala que las preciosas viñas de Engaddi. Las fragantes rosas de Jericó perdieron su natural estimación y toda la atención la merecen las yedras infieles de Nínive. Abrojos, espinas y ortigas que martirizan el corazón más cristiano es lo que se puede ofrecer a las aras del altar. Los hijos de este Reino (no hablo con todos) despreciaron a su Dios y sacrificaron a Belial. No es fácil hallar un hombre que obre bien. Si se busca en la casa de Dios aquí se representa menos recato y respeto que a Júpiter, a Saturno y a Osiris, cuando los pueblos les sacrificaban o algún toro o alguna res. Si en las calles, aquí es el centro del tropiezo, de la embriaguez y del libertinaje. Si en // las plazas, este es el lugar del desenfreno, de la licenciosidad y del escándalo. Si en las tiendas o chicherías, este es el albergue de la mentira, del fraude y del engaño. Si en las casas de campo, esta es la escuela en donde se enseña la desatención, la rabia, la irreligión, la bestialidad, el incesto, sodomía y la infelicidad. Si en los tribunales, éstos son el lugar de la malignidad en las acusaciones, de la falsedad en los procesos y de las trampas en las defensas, favoreciendo a quien da esperanza y sirviendo a quien da temor. Si en las casas de cambios, éstas son el abrigo de las usuras. Si en los concursos públicos, éstos son la madre propia de la emulación más reconcentrada, de la conversación más lasciva, de la embriaguez más frecuente y de la abominación más celebrada. Se halla tan fermentada la malicia y tan pujante el EL VASALLO INSTRUIOO 118 desorden que no se descubre más que la libertad en los jóvenes, el abandono en los viejos, el desahogo en las señoras, en los nobles la corrupción, en los plebeyos el desenfreno y en los pobre la necedad. Se observa en estos tiempos lo que David en los suyos. Yase contempla próxima aquella general inundación de vicios profetizada por Oseas, profeta, en el capítulo cuarto, verso segundo, cuando llama ya de cerca un diluvio de llamas estragadoras para reprimida. Se advierten tropas de gentes sin religión, que dejan a los buenos el cuidado de aplicarse a los intereses de su salvación, pasan su vida en perpetuo olvido de Dios, se contentan con una tintura y superficie de religión, infamando con su vida relajada el Evangelio de Jesucristo. Tales son las costumbres de los licenciosos. Navega a todos vientos / / 60v la Religión y se mira inmediata a un terrible naufragio. ID La general corrupción de costumbres en tiempo del Patriarca Noé, inundó todo el universo. Ella fue causa de que los alegres días empezaran a oscurecerse: que irritado el cielo rasgase sus cataratas y derramase sobre la tierra sus torrentes; que enfurecido el mar no conociese términos y creciendo las aguas, llevasen el horror y la muerte sobre las cumbres de los montes más empinados. jQué espanto, qué teatro tan funesto se representaba a los ojos! Se vieron puestos en ordenanza los cielos, se abrieron los diques de la omnipotencia y fue tal la inundación de aguas que iban ondeando las campiñas, naufragantes se ofrecían los bosques y navegables se presentaban las más elevadas colinas. Cuanto había o de arrogante ,0 de fuerte, o de insuperable, todo fue lastimoso sacrificio de las aguas. Hombres y mujeres, aves y cuadrúpedos, todos fueron objeto de sus espumantes olas. Quedó desvanecido el esplendor que encanta y el tumulto que divierte. Cursaban las aguas de una a otra parte, surcaba sus golfos Noé en el arca y deseoso de descubrir los montes soltó la paloma, la que, dando diversos giros por la región diáfana, se regresó al nido del arca por no haber hallado tierra firme en donde poder asegurar su descanso. Sufrió el martirio CAPtruLo IV 61r 61v 119 de sus deseos el espacio de siete días y penetrado del mismo espíritu dio nueva libertad a la paloma / / para formar su vuelo; y habiendo cesado el diluvio se constituyó paraninfo de felices anuncios volviendo al arca con el verde ramo de olivo. La general inundación de vicios los más reprensibles, de desórdenes los más licenciosos y de abominaciones las más frecuentes, se entró por las puertas de la relajación y constituyó náufrago al Nuevo Reino, bregando continuamente entre las ingratas aguas de Escila y Caribdis. Los precipitados arranques de las pasiones tumultuadas han conducido a sus naturales a una altura de mar, surcando el vasto golfo de un piélago difícil en el que aun el más diestro piloto puede temer fatal naufragio. La nave de la Religión lleva consigo la mística paloma de la palabra de Dios, y deseosa de que calme la furiosa inundación de vicios, arroja con santo celo por medio de sus ministros la mística paloma, con respecto a descansar en la firmeza cristiana de los corazones.No halla contención alguna, descubre una general avenida de blasfemias, maldiciones, enconos, rapiñas, fornicaciones, adulterios, injusticias, murmuraciones y escándalos, y vuelve a refugiarse en el centro mismo de la Religión.Dirige su vuelo al corazón de los viejos, y hallándose sin ejemplo ni veneración, caído al peso de la avaricia y lujuria, poseído de la maldad que les va secando los huesos, no halla descanso, vuelve al seno de la Religión. Sale de nuevo a registrar el corazón de los mozos y viéndoles sin respeto ni a Dios ni al mundo, profanados los fueros más sagrados, no dejando limpia la honra de la doncella, / / intacto el punto de la casada, sosegado el retiro de la viuda, hechos centinelas vigilantes del demonio y ministros suyos contra Jesucristo, no halla descanso, vuelve a la nave de la Religión. Se empeña en residenciar al comercio y conociéndole preocupado del interés, lleno de injusticias, fraudes y usuras, rico a costa de la opresión de los pobres, con resolución de no descarnarse de la hacienda ajena, no halla descanso, vuelve al arca de la Religión. Pone su mira en los poderosos de la tierra y advirtiéndoles soberbios y consentidos, diciendo con sus desconcertados procederes: no hay Dios que nos juzgue, y que desprecian sus castigos, no 120 62r EL VASALLO INSTRUIDO halla descanso, vuelve al arca de la Religión. Se encamina en busca del mujeriergo (sic) y contemplándolo libre, profano, insolente y suelto, siendo lazo de la inocencia con su desenvoltura y desenfreno, no halla descanso, vuelve al arca de la Religión. Entra en el corazón de los ministros y confesándose sin bríos para hacer la causa de Dios, o por cómplices o por cobardes, y a su ejemplo la plebe hecha tina de iniquidad, de desconcierto y de vicio el más horrendo y el más monstruoso, no halla descanso, vuelve al arca de la Religión. Por último, se pasea por el asilo de la virtud, por el lugar santo, por los concursos más santos, por el santuario de la ley y encontrando aferrada la catarata de una tenebrosa pasión que ofusca y precipita a lastimosos estragos, no halla descanso, vuelve al arca de la Religión. Tal es el estado del Reino. Esta palabra divi / / na, que en otro tiempo entró en el corazón de Agustín, le encontró un libertino, un maniqueo y le constituyó defensor de la gracia y de la Iglesia; ahora se halla infecunda, con solas flores de admiración; se le dificulta la habitación, se resiste a su eficacia y se inutiliza su prodigiosa virtud.En otros tiempos iluminaba la ceguedad de los corazones, convertía los pueblos, santificaba las ciudades, reformaba las costumbres, contenía la Religión y hacía florecer la fe en los Reinos.En otros tiempos los malvados Caínes se reconocían a su eficacia justos Abeles; los vengativos Saúles, rnisericordiosos Davides; los blasfemos Antíocos, penitentes Pedros; los lascivos Sardanápalos, castos Josefos; las escandalosas jezabeles (sic), compungidas samaritanas; pero en éstos son inútiles todos sus esfuerzos. De nada sirven, ni los ramilletes de flores para la curación de las enfermedades de la esposa de los cantares; ni las amargas hieles para aclarar las cataratas de Tobías; ni los alegres golpes de la cítara de David para desterrar los demonios de Saúl; ni las trompetas de Jericó para arruinar sus fuertes muros; ni los aires suaves de Nínive para marchitar el verdor de la hiedra que recreaba a Jonás; ni la vara de Moisés para abrir roturas en la peña del desierto. Tal es el contagio de que adolece el Reino. Se ve precisada la arca de la Religión a salir de estos golfos; a separarse de estas costas; a tomar otro rumbo y navegar así a la China, al Japón y al mar del Oriente, para ser bien recibida. A tanto llega la CAPÍTULo IV 62v 121 abominación del Nuevo Reino. No podrá encontrarse ni más confundí / / da Babilonia; ni más pervertida Jerusalén; ni más inundada Samaria; ni más nefanda Sodoma. Aquí se miran levantados al ídolo de las pasiones collados eminentes de orgullo y arrogancia. Bosques enmarañados de sensualidad escandalosa y simulacros de libertad y desahogo. Gime la inocencia, llora la fidelidad, se lamenta el Santuario, suspira la castidad, reina la abominación, prevalece el vicio, domina el engaño y gobierna el infernal Manasés. No se guarda medida, se franquea el paso hasta el último lindero. No hay baluarte ni de santo temor, ni de humano respeto, ni de públicas leyes, ni de exhortaciones sacerdotales que pueda resistir a los impetuosos arranques de las pasiones. El no parecer bien, el qué dirán, la estimación y el respeto humano en otras partes suspenden el desorden, pero en estas Provincias son frágiles barreras para contener la disolución. Aquí se ha constituido fantástica nuestra Religión, ridículo el Evangelio y quimérica la fe. IV 63r Ya es tiempo que tire las cortinas sobre las abominaciones generales y séame lícito hablar de lo que pasa en particular. He tenido el disgusto de observar en algunos pueblos aquel execrable vicio que no puede significarse sin rubor y sólo se declara con las vergonzosas cenizas de la abrasada Pentápolis, llegando en unas partes hasta los límites de su perfección y en otra hasta los de su imperfección, penetrando (proposición horrenda!) hasta el tálamo nupcial. En unos es / / muy común el abominable delito que entre todas las especies de lujuria ocupa el trono de la gravedad, viniendo a tal extremo la brutalidad de estos infelices que degeneran de la nobleza de su ser hasta miscuírse con los brutos. En otros el vergonzoso pecado que no guarda los fueros y reserva tan debida a la conjunción de la sangre, rompiendo hasta los vínculos más estrechos de la naturaleza: lo es el incesto. Acá es frecuente en ambos sexos la acción maldita de sensualidad, libertándose muy pocos de ser cómplices en el pecado de Onán, el que a la misma naturaleza causa horror y espanto. 122 63v EL VASALLO INSTRUIDO Allá la infame culpa de la embriaguez, madre fecunda de tanto desatino y transgresión, la que no pocas veces viene, si no a exceder, a lo menos a compararse con la de Lot. En una parte se descubre la sobrada afición al juego, registrando corrillos de gentes que al rededor de una mesa sacrifican cada día una buena parte de su tiempo, de su caudal, de su descanso y aun de su conciencia con la mira ya a un golpe de dado ya también a una suerte de naipe: en otra, unos enemigos mortales que no piensan más que cómo desguazarse el uno al otro y cómo sacrificar su vida en manos de la muerte al duro golpe de un afilado acero. En fin, se mira entronizado el reprensible vicio de la ociosidad, que es la escuela del mayor desconcierto y de la infeliz situación, por su miseria y pobreza a que se mira este Reino, tan floreciente de minas las más ricas y abundantes y de campos los más amenos y fecundos, siendo ella la causa de llorarlos en la actualidad selvas pobladas de plantas inútiles y sin cultura alguna. La aspereza de los mon / / tes es causa de que se tomen extraviados caminos y rodeos que hacen las Provincias incomparablemente más espaciosas, habiendo en ellas pueblos y aun ciudades a donde no llega el párroco sino después de algunos meses de su salida de la capital. Sus habitantes se han ya españolizado por la mezcla de las generaciones y viven en tan profunda ignorancia en materia de Religión que caso apagada en ellos la fe, alumbra con una luz tan amortiguada, tan débil y lánguida que apenas se deja percibir; oyen como oráculo todo aquello que les dicta el error, la ilusión, la preocupación y el propio peso de la ignorancia los precipita en los vicios más groseros.Se han forjado por objeto de su creencia y por regla de su moral una confusa masa de gentilismo y de cristimúsmo, de superstición y religión, de vicio y de virtud. De aquí nace que con vano título de piedad se toleran los mayores desórdenes, ya de la codicia, ya de la ambición, ya de la injusticia, ya de la falta de subordinación y de intenciones muy opuestas a la moral cristiana y a la misma sociedad. La verdadera piedad es el primer móvil de la civilidad y la fuente segura de la quietud y público sosiego. Este es el estado de algunos pueblos que he visi tado con el ejercicio de mis misiones que tengo hechas en la mayor parte de este tan vasto Reino. CAPtruLolV 123 v 64r 64v La raíz de tanta maldad y de estar el espíritu del cristianismo cuasi del todo extinguido se debe disipar y ente / / ramente destruir para poderlo de nuevo plantar. Todo el objeto de la aplicación superior debe ser la cuidadosa vigilancia de que florezca la Religión y de que la palabra divina vuelva al arca con el feliz anuncio del verde ramo de olivo de místicas producciones en los corazones cristianos. Yo,si he de producir mi dictamen en público o en privado, no diré otra cosa que la soledad en donde viven estas gentes una vida silvestre, y la culpable omisión de los padres políticos en no entablar enseñanzas públicas para instrucción de la juventud, y con ellas la destrucción de la ignorancia, efecto que es del pecado original, es la causa de tanto desorden y desconcierto. ¿Con efecto, qué puede ofrecer la vida solitaria en unas criaturas ignorantes, penetradas de un condenable idiotismo, sin más principios de las máximas cristianas, ni más noticia de la Religión que un gentil (permítaseme la expresión), que un idólatra? ¿En unas criaturas sin freno, con total libertad, mal domadas, sin educación, con la crasa ignorancia de la virtud, de la mortificación de pasiones y contención de apetitos, hirviendo la sangre en sus venas sin temor ni a Dios, ni a la Iglesia, ni a la real justicia, qué puede emprenderse?Ellas viven en los montes y sus honduras, distantes de sus respectivas parroquias, quienes un día entero de camino, quienes a distancia de medio día y muchos tres y cuatro horas; a que se agrega el común y natural descuido de los padres, dejando a sus hijas solas / / en tales retiros en caso de salir ellos alguna vez a oir misa o de mandarlas solas a este y otros fines;y no guardando recato alguno en las licencias del matrimonio aun aquellos que tienen la proporción de amplitud en sus casas, de cuyo beneficio carecen las más viviendo en unas pobres chozas y viéndose por esta razón precisados a dormir en cama franca o común a todos: hermanos con hermanas y padres con hijas; o a ser éstas testigos oculares del recato matrimonial tan recomendado. La vida solitaria no se ignora que sólo se permite a aquellos hombres de vida aprobada y de quienes EL VASALLO INSTRUIDO 124 puede dudarse si viven en carne o fuera de ella por estar separada de la sociedad tan prevenida, expuesta a los mayores desbarros y a las más tristes consecuencias, como es notorio y no se oculta al político más advertido. VI 65r Los felices progresos que se observan en el pueblo español con el establecimiento de las enseñanzas públicas y por real cédula de once de Marzo de mil setecientos setenta y uno expidió nuestro católicoMonarca el Sr.D. Carlos III (que Dios guarde), si el celo de los padres de la República fuera igual al de los sabios ministros del real y Supremo Consejo de Madrid, cuyas repetidas disposiciones que en este asunto se tomaron, nos manifiestan las ventajosas utilidades de este gran pensamiento. La deplorable decadencia que sufre en su esplendor este pueblo americano no reconoce otro principio que la falta de escuelas públicas. No / / se encuentra República alguna en donde se vea esta fuente de buen gobierno, de buena educación, de temor de Dios y de bondad de costumbres, que tanto bien comunica al estado y a la nación. Aun aquellas villas y ciudades que gozan de cuantiosos propios carecen de mineral tan precioso.De aquí nace la ninguna instrucción en las verdades católicas y el total abandono de los principios de la Religión. Esta es la causa que la juventud se mira tan suelta y que los padres políticos subalternos no tienen el precioso don de buen gobierno, y que los pueblos miran la Religión con desprecio, la fe con ludibrio y la justicia sin ejercicio equitativo, pues están llenos de díscolos sediciosos, malcontentos, revoltosos, enemigos de la patria, miembros podridos capaces de comunicar el contagio de la infidelidad y rebeldía a todo el Reino. Gentes de esta naturaleza, inconstantes, que tanto creen, tanto niegan; ya son asirios, ya israelitas; ora adoran al Arca Santa, ora inciensan al ídolo Dagón, fluctuando siempre entre obediencia y rebeldía, audaces, belicosos, amigos de armas, que no desamparan el puñal, aun en la casa de Dios;gentes, digo, de tal carácter, ¿Qué producciones darán a la República? Agrios, sin duda, desapacibles serán los frutos que, como cepas silvestres, participarán a los CAPtruLoIV 6Sv 66r 125 demás. La omisión del establecimiento de las enseñanzas públicas en parte fomenta los sacnlegos designios de aquel monstruo de los abismos, de aquel enemigo declarado de la Iglesia, de aquel Juliano Apóstata que mandó por decreto general destruir enteramente las escuelas públicas a fin de desterrar de su Impe / / rio los principios de la Religión y abrir la puerta a la ignorancia en los puntos esenciales de ella, para que no descaeciese el culto de los dioses en el Imperio; ellos son los seguros canales por donde nos vienen las aguas de la celestial doctrina, y el asilo único del descanso de los dudosos en sus intrincadas dificultades, como los fuertes baluartes de la Iglesia para la defensa de los perseguidos en la creencia de las eternas verdades. Ellas son el feliz ramo de cuya conservación depende la mejor utilidad del Estado, del gobierno político y militar, como el más digno servicio de la Iglesia. En el tiempo de la turbulencia se necesita de diferente gobierno que en el de paz. El mar en calma no desprecia al que ignora el manejo del timón; pero cuando ya se mira enfurecido y borrascoso, pide el navío un sabio y discreto piloto. Es la sabiduría firmeza de la patria, defensa de la República, libertad de los ciudadanos y refugio seguro en las calamidades y peligros. Mejor es el varón sabio que el fuerte y el que sabe vencerse a sí que el que vence ciudades, dice Salomón en los Proverbios, al capítulo diez y seis. Errado fue el pensamiento del Emperador Licino, que aborrecía las letras llamándolas pestilencia pública. Compañero de su error se constituyó Calígula, Emperador que intentaba cortar radicalmente la jurisprudencia de la República. Ignoraba esta testa coronada que las enseñanzas destierran el efecto del pecado original, alimentan los entendimientos y crían hombres ilustres, santos diáconos, sacerdotes, sabios celosos, obispos, guerreros famosos, reyes excelentes, capi / / tanes intrépidos, que hagan frente a sus desconciertos. Tan amantes de las letras se manifestaron San Efrén, Ciro, Apolinario, obispo de Laodicea, Atanasio, Gregorio Nacianceno y Basilio, todos lumbreras sobresalientes en virtud y doctrina, que se gloriaban de enseñar a los fieles los principales dogmas de la Religión. Tan adictos a ellos salieron los Tulios, los Horneros, los Vegecios, los Catones censorinos, 126 66v 1 2 EL VASALLO INSTRUIDO los Filipos de Macedonia y los Enriques terceros Reyes de Castilla, que no temieron decir que no por la fuerza o ligereza de los cuerpos se emprenden y llevan a cabo las acciones de grandeza y esplendor, sino por el consejo, autoridad y ciencia; que Agamenón, Rey de Grecia, protestaba no tendría tanta duración el sitio de Troya si lograra la sabiduría de diez Nestores que le aconsejaran; que los insignes capitanes deben procurar las glorias de sus hazañas no desbaratando al enemigo con lagunas de sangre, sino con la ciencia de las estratagemas y ardides, salvando a su gente sin pérdida de un soldado;que no puede tanto un esforzado capitán cuanto un sabio ciudadano para la defensa de la corona; que no se pierden las provincias y los reinos por falta de capitanes sino por la de sabios cuerdos y experimentados; que mayor conveniencia resulta a los Soberanos del consejo de los sabios que de las armas de los esforzados, emprendiéndose acciones más ilustres con el entendimiento que con las armas. Antes se contempla más deudora de sus utilidades públicas a la ciencia de Solón que a los gloriosos triunfos de Temístocles. Los consejos, hijos legítimos de las letras, afirma Salus / / tia son el firme apoyo de la paz más sólida como de la victoria más segura. Las guerras o se evitan, o se principian, o se acaban por el dictamen de los doctores. Por ellos o se hacen los partidos o no se aceptan.No fueron ajenos de este modo de pensar los antiguos egipcios en la ocasión que pintaron a un león de cuya cabeza salía el caduceo de Mercurio, dios de las ciencias; o una lechuza, ave de Palas, diosa de la sabiduría, según la relación que nos hace Pierio.1 De todos los blasones de ilustre Capitán que distinguieron a Aquiles, la erudición de Chitón y Fenicó fue el origen. Todas las grandezas, y el heroísmo todo a que le llevaron las hazañas de la guerra de Filipo, Rey de Macedonia, deben confesarse tributarias de la ciencia del tebano Epamínondas, refiere Bobadilla.2 La nación que abunda de vasallos instruidos y que en sus pueblos florecen las letras, puede esperanzar el mejor gobierno y los más útiles adelantamientos. El bárbaro idiotismo se mira muy Lib. 1. Hieroglificarum. (66v L). Lib. 1. Politic.c. 9. fol. 113.colun. 1. (66vM). CAPfruLo IV 67r 127 próximo a las turbaciones de la República, a las conmociones del Reino y a la sedición violenta de la plebe y rebelión de los vasallos. En donde reina la ignorancia se ignoran también los derechos de la naturaleza, de la religión y de la política. Los cánones de la Iglesia, las decisiones de los concilios y las censuras del Vaticano; las penas impuestas por las leyes y las últimas disposiciones reales, que, unánimes y conformes, establecen la debida obediencia y fidelidad a los soberanos, no sólo por temor de la pena, sino también por obligación de la conciencia. ¿Qué aciertos puede tener el gobierno de un sujeto que ignora las verdades se / / guras por donde se ha de dirigir a los súbditos que están a su cargo? ¿Cómo ha de prevenir los medios de la contención si ignora los principios de la conjuración? ¿Cómo ha de ocurrir a tiempo oportuno sin peligro de alboroto a atajar las llamas de la sedición si ignora la separación de los individuos que la forman? ¿Cómo he de reformar la pésima versación de los miembros de la República si totalmente ignora las fatales consecuencias que produce su frecuencia? ¿Cómo ha de fomentar la subordinación de los vasallos a la real persona y a los Ministros que en su real nombre gobiernan si le falta la instrucción en puntos tan principales?Protesto que las alteraciones pasadas no hubieran sido tan formidables si los Alcaldes de los pueblos se hubieran visto penetrados del verdadero espíritu de religión y sana política. La paz, que es el centro de las leyes y el objeto de todas las atenciones de los superiores de la República, hubiera florecido y abundado. Las enseñanzas públicas administran tan preciosos esmaltes en los Ministros Regios como igualmente en los vasallos. Ellas son el indispensable escalón para subir a una altura de sabiduría que tenga afinidad con los empleos de su ministerio, para el seguro desempeño de todos ellos. Se sabe que las primeras impresiones son de mucha consecuencia para toda la vida. En los principios de la infancia y de la juventud el espíritu y el corazón del hombre reciben fácilmente las primeras semillas del bien o del mal. Los caballos criados en país llano, cuyo terreno nada tiene de áspero y pedregoso, son de mayor delicadeza y menos robustez que aquéllos que se crían en los montes, entre asperezas y duras peñas. La infancia es un terreno, indiferente que pro / / 128 67v 68r EL VASALLO INSTRUIDO duce lo bueno y lo malo, según el cultivo que se le aplica. La delicadeza, la ternura y la sobrada condescendencia es nociva a la infancia, a la juventud, a la madurez y a la misma vejez. Inspira debilidad y languidez para lo bueno; pero la contención, la autoridad, el magisterio, la severidad y el moderado castigo son muros elevados que las defienden de los impetuosos arranques de las brutales pasiones. Les comunica nuevos alientos de espíritu y resolución para lo bueno, virtuoso y honesto. La infancia es una primavera en la que los árboles racionales se disponen floreciendo para dar el fruto. Son plantas de buena calidad, pero muy lentas y pesadas para las funciones de virtud, semejantes a aquéllas que, radicadas en terrenos lánguidos, extienden sus ramas verdes y se pueblan de vistosas frondosidades. Necesitan de algunas picaduras sus troncos y que sean en algún modo azotados para que sean provocados a un otoño abundante de hermosos y sazonados frutos. Las pasiones son el primer móvil de las acciones del hombre. Tienen con él su nacimiento y son causa de todas sus inquietudes y turbulencias. Elmismo amor propio que les dio el ser les alimenta y deslumbran al mismo hombre con un falso respeto de pueriles entretenimientos y de dichas imaginarias.Ellas en la infancia mueven toda la máquina racional y en la juventud se nos manifiestan más vivas y con mayor imperio, causando mayores estragos. Ellas caminan al compás de los años y una edad madura les hace más altaneras y arrogantes. El espíritu de religión les pone reglamentos de moderación; pero ellas siempre fogosas y soberbias siempre se revelan contra la voluntad, negando la inferior / / subordinación. Los mismos bríos de mayor animosidad pierden de su ser por el curso de los años; pero son las pasiones de tal carácter que el tiempo no las domestica, antes bien, se presentan más ufanas, absolutas, brutales e imperiosas. Frenos poderosos se necesitan para contener su orgullo y despecho. Las espinas se amurallan en defensa de las rosas, y los fosos, trincheras, baluartes y castillos reprimen las fuerzas enemigas. En esta atención no se debe omitir arbitrio alguno para defender la frágil naturaleza y excitada al mejor estado de poder formar buenos patricios y excelentes cristianos. La educación es el camino seguro de saber el CAPÍ1ULoIV 68v 129 vasallo la obligación de obedecer, amar y servir al Rey, su padre político y señor natural. Por la educación queda enseñado el vasallo a reprimir el vicio y abrazar la virtud; a contribuir fomentar la sociedad y abrigar en el seno de su interior las máximas del mejor gobierno. Es preciso proporcionar todos los medios para las utilidades que resultan de la educación. Cuando Teseo tomó el mando de Atenas resolvió sabiamente juntar todo el pueblo en una ciudad, manifestando el gran bien que produciría tan acertado pensamiento. Vivían los atenienses derramados en muchas aldeas, lejos de la vida sociable y política, ciudadanos penetrados de la rudeza de ingenios y rusticidad de costumbres; y por este motivo se determinó Teseo a precisarles vivir en comunidad civil, motivo poderoso para desterrar la ignorancia, contener la brutalidad y constituir floreciente su República. Este gran pensamiento debía aplicarse y reducirse a debido efecto en este Nuevo Reino, y entonces amanecerían sin duda los / / rápidos progresos que se desean en la juventud.La morada regular de estos naturales es el campo, como se dirá en otro capítulo, en compañía de fieras, abrigados tal vez a la sombra deliciosa de frondosos árboles, penetrados de una suma ignorancia, de un espíritu de ociosidad y con la imposibilidad de ser instruidos en las verdades de la religión y en los principios de la buena política y sociedad. De aquí nacen los escándalos, las abominaciones, las injusticias, las torpezas, los homicidas, las rapiñas, las venganzas, las discordias, las calumnias, los tumultos, las juntas faccionarias, las infidelidades y rebeldías, efectos tristes que llora la falta de educación. ¿Seignora acaso que las pasiones no conocen país extranjero?¿Que los desiertos más horrorosos, losbosques más solitarios, las cavernas más espantosas y los montes más escarpados son caminos triviales para ellas? ¿Que la más retirada soledad fomenta su ferocidad, hallando muchas veces abrigo en los asombros de las selvas, en los pasmos de los bosques, en los vivos esqueletos de penitencia, en los taumaturgos de los milagros, constituyéndolos trofeos vergonzosos de sus falsos halagos? Si en los leños verdes se sienten estos estragos, en los secos ¿qué ruinas tan lastimosas no se advertirán? Las pasiones son violentas; la fe en el campo 130 69r EL VASALLO INSTRUIDO es débil; la voluntad pervertida; el corazón seco, sin humor de virtud; el riesgo a cada paso; el trato es un ingenioso comercio para la conquista del corazón; el ejemplo corrompido; la mortificación ninguna; la libertad suelta; el descuido para la resistencia sin igual, aunque se perciban los asaltos del común enemigo, se duerme, y hasta que no se sienten los tristes efectos de sus llamas estragadoras, las más / / sabias prevenciones se reputan por armas falsas. Todo este preparativo indica sensibles consecuencias para la religión y para el Estado. No hay esperanzas de reforma, se necesita de una formal conquista. Instrúyanse los jóvenes de ambos sexos en los amenos y vistosos jardines de la educación pública y se formará en ellos el espíritu de buenos cristianos, nacerá la gloria de finos ciudadanos y tomará incremento la utilidad en los miembros de la sociedad. Florezca en este Reino el celo y vigilancia superior, y luego cesará el diluvio de la corrupción general; amanecerá más florido el evangelio y se firmará más radicalmente la obligación del vasallaje. El principal fundamento de la República bien regulada no consiste, como dijo Isócrates, en los derechos del Senado, ni en las leyes de los pueblos, sino en la buena educación de la juventud, enseña Pitágoras. Preséntese un joven bien educado y se descubrirá en su persona el concierto de sus acciones, si es oficial; el buen orden de conciencia, si es artesano; el fácil cumplimiento sin menoscabo de las ordenanzas, si es soldado; el mejor ejemplo en su conducta, si capitán; la virtud más sólida y la intrepidez de ánimo en las empresas, si general; el sufrimiento evangélico, si pobre; la franqueza y abundancia misericordiosa, si rico; y norma de edificación y vida cristiana, si Ministro del santuario. Por último, la educación piadosa es la madre fecunda de tiernos pimpollos, a fin de que lleguen a formar sus frondosas copas de sabio gobierno, a extender dilatados ramos de felicidad y a producir frutos sazonados de honor, de honestidad, de gloria para la República, de conveniencia para el Estado y de incremento y exaltación de los dogmas para la Iglesia. 131 69v CAPITULO V Demuestra la triste decadencia, término actual del Reino 1 70r Hasta el año de mil setecientos setenta y siete eran de este Reino las Provincias de Maracaibo, Barinas y Guayana, como queda dicho en otro capítulo; pero queda agregada la dilatada y floreciente Provincia de Quito, que tiene por blasón de su grandeza dos cruzados montes y el glorioso nombre de Paraíso Terrenal, por ser su temple una deliciosa primavera. Esta noble y principal porción del Reino del Perú conoce en esta época actual subordinación a este Nuevo Reino. En el año de mil setecientos diez y ocho se tuvo por conveniente extinguir las Audiencias de Quito y Panamá, incorporando aquellas jurisdicciones al Reino de Granada, nombrando por Virrey al Teniente General D. Jorge de Villalonga. La conveniencia que se contempló por necesaria para el más acertado gobierno en la abolición y reformas de aquellos regios Senados, a poco tiempo dio en lastimosas consecuencias, y se inutilizó la sabia y superior resolución, quedando extinguido el Virreinato, y en su primer ser la Presidencia, como igualmente la Audiencia de Quito resucitó de su abolición en el año de mil setecientos veintidós. En el de mil setecientos treinta y nueve tomó nuevos aspectos el Gobierno. Quedó enteramente reformada la Presidencia, y recibió nueva existencia el Virreinato, ocupando su trono el Teniente General D. Sebastián / / de Eslava, que llegó a principios del año cuarenta y desde entonces sigue la Provincia de Quito unida a este Nuevo Reino con todo lo de Tierrafirme y con separación del Perú. En la presente demarcación la longitud del Nuevo Reino se extiende desde los doscientos noventa y uno hasta los EL VASALLO INSTRUIDO 132 trescientos cinco grados y ocho minutos; y su latitud hasta los once grados y ocho minutos del lado del Norte y cinco grados y quince minutos del lado del Sur, hasta Jaén de Bracamoros,que es la última Provincia de la Audiencia Real que gobierna en Quito. 11 70v ¿Qué utilidad resultaría al Real Erario, qué conveniencia al público y qué felicidad a los vasallos si en éstos se viera florecer la verdadera subordinación y en aquéllos el lustroso esplendor del legítimo Gobierno? La Religión debe ser el único objeto de las celosas atenciones de la superioridad. Sus facultades se extienden a velar sobre los abusos, a examinar las causas que traen consigo novedades y estos perjuicios notables en la República; y finalmente, investigar los dolorosos detrimentos para precaver sus fatales consecuencias. El estado de religión interior que domina en este Reino no puede ser útil a la conservación del sosiego público y quietud restaurada después de la general profanación del legítimo vasallaje. Yo,como tan afecto al real servicio y como miembro legítimo de la N ación, daré al sabio Gobierno una viva pintura de las operaciones de estos naturales por 10 que toca a la conciencia; y ellas serán el plan por donde deberá / / tirar los cordeles de las más acertadas providencias si quiere lograr la satisfacción de la estable fidelidad del pueblo americano. Todo el heroísmo de los griegos y romanos inspira en un buen patricio la gloria de la nación y el amor de la patria. Penetrado del mismo espíritu, la necesidad y urgencia del Nuevo Reino me precisan a solicitar su propia felicidad y conveniencia. Todos nos debemos interesar en el mejor estado del pueblo y hacer que en el Reino la abundancia dé todo 10 necesario a la vida del hombre. El mayor adelantamiento fuera sensible al conocimiento público si se obtuvieran en el Reino artesanos hábiles en toda especie de artes útiles o necesarias. Su industria alentaría a los pobres; animaría a los ambiciosos de mayor opulencia; promovería los entendimientos de los naturales; entretendría a los huérfanos; ocuparía a los ociosos; contendría a los audaces; CAPITuLo V 133 haría respetable la justicia y constituiría culto al Nuevo Reino. La abundancia se entraría por su puerta, la felicidad en los pueblos y la conveniencia en los vasallos del país. No tendríamos que envidiar a las naciones extranjeras si fuera igual en nosotros el celo y aplicación a premiar los talentos que se aventajan en alguna invención útil o primorosa. No se ignora que la cultura de las tierras, el comercio, las obras del mecanismo y el descubrimiento de muchas producciones constituye a la nación en el estado más floreciente de la abundancia, de poder y respeto. III 71r La tierra goza de una facultad natural comunicada por el Au / / tor de las Causas y criador del universo para producir las plantas y éstas de la de los frutos. Según la mayor o menor cultura que se le da al campo es mayor o menor la producción de los frutos. Este Nuevo Reino es un clima de los fecundos y abundantes. Es un terreno proporcionado, capaz de multiplicar los intereses con mayor ventaja que los demás. Es un país que por sí solo pudiera abastecer a las colonias extranjeras y aun a la Europa si la agricultura lograra el esplendor de ser el punto céntrico del cuidado superior. Y siendo tanta la nobleza de sus abundantes pastos, lloramos sus lastimosas carestías cucando lo podíamos contemplar manantial perenne y seguro de las riquezas del pueblo. Es derecho de naturaleza en las criaturas darle cultivo a la tierra como lo es en ésta la manutención de sus habitadores. Uno y otro es necesario. La tierra sin cultivo es selva inútil, de nada sirve. Las ricas producciones de que goza; la variedad hermosa de frutos que ofrece; las pingiies dehesas que le enriquecen; las preciosas minas que le lastran; las apreciables piedras que, como madre fecunda, conserva en su seno; los varios metales que le recomiendan; los amenos valles que le felicitan; los verdes prados que le adornan y los poblados bosques que le fecundan, son los naturales brindis que hace al ministerio para las más sabias providencias y más acertados reglamentos a fin de que se logren los mejores adelantamientos y se consiga el grado de altura de felicidad que se intenta. No se necesita pasar por la puerta de sus muros, cuya formación es una estrechísima 134 71v EL VASALLO INSTRUIDO cadena de ásperos y elevados montes que rara vez descansan en algún pequeño valle, / / ni surcar las saladas ondas del Océano en solicitud de gentes para las preciosas labores de la agricultura, que en el día de hoy se mira con desprecio y abandono, siendo el alma del hombre y la vocación natural que le alimenta. En el centro del mismo país se ven numerosas tropas de vagabundos y ociosos que, como monstruos de la República y enemigos de la sociedad, deben ser aplicados a las continuas faenas del campo. IV 72r Como es vario el nacimiento de las criaturas, lo es también el carácter que les ilustra o envilece. De los que pueblan la República del Nuevo Reino, unos son españoles y otros naturales del país. En aquella clase se hallan comprendidos, observando todo el rigor del patriotismo, los que recibieron su cuna en España de padres naturales de ella y no extranjeros. Esta notable diferencia se descubre entre nosotros y los británicos. Esta beligerante nación naturaliza a los hijos de los extranjeros sólo con el respeto de nacer en su Reino. La nuestra declara lo contrario y quiere que los hijos sigan la condición de sus padres, sin embargo de ser naturales y extranjeros miembros que integran el cuerpo político de la sociedad. Se observa entre ellos el buen orden de la más concertada jerarquía. Ocupan el primer lugar los que heredaron en su nacimiento la nobleza de su sangre, y éstos por lo ordinario son los que manejan el mando, ya supremo, ya subalterno. Tienen el segundo lugar los que por el real privilegio / / se trasladaron a este nuevo hemisferio; y el tercero, los que en calidad de polizontes furtivamente dejaron su patria y se naturalizaron en este país. Algunos españoles abrazaron gustosos el estado matrimonial, teniendo en él frutos de bendición y en algunos casos atropellando los fueros más sagrados reconocieron la obligación de padres sin tener vínculo alguno de matrimonio. Ambas naturalezas de hijos son oriundas de España y gozan de la nobleza que califican sus ejecutorias. Estos son los que representan el más distinguido carácter en el pueblo americano, gloriándose de 135 CAPtruLo V 72v ser originarios de la Europa y alegando en los Tribunales las hazañas y timbres de sus ascendientes, como sus aventajados méritos en el real servicio. Otra clase hay de gentes que se' llaman blancos porque la misma naturaleza no los quiso envilecer con el lunar ignominioso que lleva consigo la sangre de negro, zambo, mulato y otra casta de gentes que referiré, exceptuando los indios puros. Unos, entre ellos, son labradores que en el Reino llaman orejones empleándose eñ el cultivo de las tierras y en la cría de ganados, cuya acción, fuera de ser muy útil, es muy honrosa; que goza de muchas preeminencias y por lo mismo debe hacerse de ella mucho aprecio. En la China logra la mayor reputación y para hacerla más recomendable no se desdeña el mismo Emperador de tomar cada año en su real mano / / el arado y cultivar un trozo de tierra. Imán el más propio para empeñar a sus vasallos en el más útil adelantamiento de la República. Otra casta de gentes hay que se alimentan con la sobrada embriaguez y ociosidad, amigos de la libertad desenfrenada, sin ninguna aplicación al cultivo de las tierras, las más fértiles y pingiíes. Semejantes a los árabes y africanos que habitan los pueblos meridionales, tales son los indios, los mulatos, los negros, los zambos, los saltoatrás, los tente en el aire, los tercerones, los cuarterones, los quinterones y cholos o mestizos. Los que tienen sangre de negro y blanco se apellidan mulatos; los de mulato y negro, zambos; los de zambo y negro, saltoatrás; los de zambo y zamba, tente en el aire; los de mulato y mulata, lo mismo; los de mulato y blanca, tercerón; los de tercerón y mulata" saltoatrás; los de tercerón y tercerona, tente en el aire; los de tercerón y blanca, cuarterón; los de cuarterón y blanca, quinterón; los de quinterón y blanca, español, que ya se reputa fuera de toda raza de negro; y lo mismo la casta de éste hasta quinterón con india se llama zambo; como también la de negro y mulato, tercerón; últimamente la de español con indio, cholo o mestizo. v Estas son las gentes que habitan el Nuevo Reino y es infinito el número de ellas. Se han multiplicado tanto que es imposible subsistir pueblo tan crecido si se permite la hol / / 136 73r 73v EL VASALLO INSTRUIDO gazanería y no se le destina a las tareas del campo.Ellos por lo regular viven en los montes y sus honduras una vida silvestre, ociosa, incentivo propio del desenfreno de las pasiones brutales, expuestos a robos y rapiñas y otros abominables excesos que jamás pueden ser útiles ni al Príncipe ni a la República. Admiración causara su vida a Crates, filósofo, al ver en ellos el desprecio con que miran los intereses y conveniencias que la fertilidad del terreno les ofrece. Ellos, al paso que tienen cuanta amplitud de tierras puede apetecer un corazón amigo de la riqueza, se satisfacen con la corta ganancia que les produce un corto pedazo de tierra inútilmente preparado para sembrar unas raíces que llaman turmas, arracachas y yucas con un celemín o almud de maíz, que son todos los ingredientes que componen su escasa, insípida y ordinaria comida, y que no les abasta sino para el diario alimento, sin cuidarse de graneros y pósitos en sus casas; ni aun en los pueblos se ve esta prevención de buen gobierno para ocurrir a una temible esterilidad. Se sabe, no se duda, la utilidad pública que resulta en un pueblo de un pósito general, fiel y cuidadosamente administrado. Si este Reino hubiera conocido en el año de setenta y cuatro y setenta y seis este sabio y político reglamento, no contáramos víctimas lastimosas de la necesidad a infinita muchedumbre de racionales que murieron a impulsos del hambre en la general carestía que se experimentó. Sólo en la Villa del Socorro perecieron de hambre más de seis mil - como me lo aseguró D. Francisco Javier de Uribe, Procu/ / radar general de dicha Villa,hombre de toda verdad - siendo teatro funesto de clamores tristes y de cadáveres fríos, que representaba o en los caminos desiertos o en las calles solitarias. Ellos parecen frailes victorias precisados a una exacta abstinencia de carnes, alimentándose de un insubstancial ajiaco (este es el nombre de la comida) o de una insípida mazamorra, composición de turmas y harina de maíz o panizo, molido a brazo y hecho una masa de sémola. Tienen por bebida la chicha, que es un licor usual entre todos, compuesta de una masa de maíz, de una porción adecuada de masato, o panela, o miel de caña dulce, cuyos ingredientes, mezclados y confundidos entre sí con el agua CAPÍTULo 74r V 137 correspondiente, se fermentan en unas vasijas que llaman múcuras, y a pocos días se prepara una bebida fuerte, corroborativa y muy acomodada al gusto, la cual equivale en estos naturales al vino de la Europa. Yola he bebido varias veces y verdaderamente me apagaba la sequía y me servía de nutrición en el curso de mis caravanas. Los arrieros se mantienen con ella muchos días, corno me lo han asegurado varios sujetos de fe en los pueblos; y uno de los mismos arrieros que me acompañaban asegurándome que en todo un año no había probado el agua, y que sólo con chicha se había mantenido. Es bebida más o menos fuerte según es mayor o menor la fermentación y su composición., De aquí nace el general trastornamiento de embriague / / ces y borracheras que se observan en la República, particularmente en los días de mercado, que de ordinario son los domingos y en algunas partes los viernes. Este vicio general en las provincias interiores del Reino tiene botada la estimación, engrosados los humores, impedidas las potencias y entorpecidos los sentidos, siendo madre fecunda del desorden y de la ociosidad. Los blancos o cosecheros de comodidad y riqueza acostumbran matar un novillo, toro o vaca, y cecinada la carne la conservan para mezclar con el ajiaco. Los del vulgo no la gustan sino cuando trabajan a jornal, o cuando la fortuna les favorece en la montería, o cuando la muerte sensible de la vaca que tienen para el surtimiento de la leche les provoca el gusto con el fetor de sus carnes. A tal estado les conduce su desidia, su ociosidad y su ninguna aplicación a la agricultura.No es espíritu de pobreza, ni desafecto a la abundancia. Sobrada es su ambición, desconcertada su avaricia. Los de mayor cultura ocupan más terreno que el que pide un cultivo regular; y de aquí nace que las mayores haciendas lloran su esterilidad, viéndose privadas de aquel beneficio que les es natural, reducidas a potreros o dehesas inútiles, si no en todo, a lo menos en parte; porque no teniendo fondos con qué acopiar ganado se deja conocer la inutilidad de ellas, que sólo sirven de prados floridos, verdes y vistosos. Por último, el horror al trabajo de la labranza, que se mira entronizado en la Tartaria, es hijo legítimo de este país, y debe mirarse a esta gente como ajena de toda ci/ / 138 74v EL VASALLO INSTRUIDO vilidad. Toda la grandeza, todo el poder y toda la riqueza romana se viera trasladada a nuestra nación si se adelantara la agricultura. ¡Qué utilidades tan ventajosas no confesara el Estado! j Qué ricas flotas no mandara este Reino a Europa! i Qué respetos no reconciliara con las naciones beligerantes! i Qué caudales no gozaran los vasallos ! i Qué ramos tan felices de comercio no fomentara! Hágase un legal paralelo del principio de las gloriosas conquistas con el actual ser del Nuevo Reino, y este desvelo será el más firme apoyo de las conveniencias opuestas. Cuando el Hércules del valor, el invicto D. Gonzalo Jiménez de Quesada se elevó al Olimpo de las glorias que le merecieron sus conquistas con el riego del sudor de sus generosas resoluciones, de sus penosas fatigas, ganando eminencias, penetrando malezas, venciendo estorbos, rompiendo dificultades, devorando peligros, abrazando temeridades, desbaratando ejércitos y rindiendo monarquías, ¿qué tesoros entraron en el real Erario? ¿qué cultura de campos se advertía? ¿qué reglamentos para la facilidad del comercio se conocían? ¿y {"quéestablecimientos de reales rentas existían? Eran unos dominios incultos gobernados por reyes bárbaros, que ¡ tenían cerrada la puerta a la sociedad política y que no .~conocían ni procuraban el mejor adelantamiento, sin :¡ embargo de ser tan pingiies y tan crecidas sus abundancias \g.eoro. Entró el Gobierno español, se poblaron en parte sus desiertos, se prepararon las labranzas, se sembraron las semillas, se introdujeron los ganados, se beneficiaron los mine / / 75r rales, se introdujeron los reales derechos, se propuso el ramo útil del comercio y crecieron en el real Erario las conocidas ganancias que el mundo sabe y nadie ignora. Iguales incrementos de poder y grandeza poseyera la España en la actualidad si llegara a la última perfección la conquista del Reino y se poblaran y cultivaran sus abundantes y ricas tierras. No se mira en nuestros tiempos la sensible decadencia del primitivo valor español en vadear caudalosos torrentes, en bregar con los peligros y en poner en precipitada fuga a los que no quieren conocer subordinación o reducirlos al conocimiento de la fe y situarles en el seno materno de la Iglesia. Quedan a cargo i CAPtruLo V 75v 139 de su inmortal gloria y de su incomparable ardor nuevas empresas y no conocidas conquistas. Este generoso espíritu de emprenderlas es en el Monarca que nos gobierna anhelo plausible y heroico. Fuera de ser propio de sus magnánimas intenciones es incremento de la fe, culto devoto y entrañable amor a la Religión y celo de la salud de las almas. Los riesgos son menos escabrosos, las dificultades menos arduas, los auxilios menos costosos, las fuerzas enemigas menos invencibles, las ganancias más conocidas y más sensibles las conveniencias públicas. Parece muy regular la resolución en emprender una acción tan del agrado de Dios, del real servicio y de la utilidad pública, como la constancia en ejecutarla. No debe frustrarse el arresto al acometimiento. No se pueden mirar las vastas amplitudes de los chimilas, guajiros, motilones, en las Provincias de Santa Marta y Maracaibo, como las del Darién, Río Sinú, llanos de San Juan / / y laderas de los de Casanare, sin el más justo motivo de amargo dolor al vedas desiertas, despobladas y sin cultivo el más mínimo, habitadas de gentiles, siendo algunas de ellas anfiteatro triste de cristianos y el muro incontrastable que estorba el trato de la sociedad y el curso fácil al comercio. La tierra está brindando con su fertilidad, y ambiciosa de fecundas producciones, grita con mudas voces y pide su natural cultivo. j Qué número tan crecido de poblaciones no se presentara a nuestros ojos! j Qué abundancia de riquezas no se descubriera! j A qué eminencia de altura grandiosa no subieran los reales ramos de alcabalas, aguardientes y tabacos! i Qué flotas tan cargadas no navegaran para España! i Qué seguridad tan firme no se prometiera el Rey en el establecimiento de la constante fidelidad de sus vasallos! Redúzcanse a sociable comunidad todos los que viven en los montes, en sus honduras y campos; fórmense nuevas poblaciones; véanse los ociosos y vagabundos; conténganse los revoltosos y atrevidos; hágase leva de malhechores y delincuentes y como miembros contagiosos, abrigados de superiores fuerzas, sean destinados al trabajo de las minas, a la apertura de los caminos, al cultivo de las tierras desiertas, al corte de las maderas preciosas, al beneficio de los aceites, y precisados a las fábricas de nuevas poblaciones; y luego se hará sensible la utilidad inventada. 140 76r 76v ELVASALLOINSTRUTIJO Reinará la abundancia, se conocerá la política civilidad, florecerá el comercio y se conservará sana la República de contagios tan temibles. Haga / / demostración de esta verdad la Provincia de Cartagena. Hable y diga: los atrasos lastimosos que sufría, como todas las demás, en la agricultura, manufactura, crías de ganados y todo lo demás que es propio de la industria popular en los años anteriores al de setenta y cuatro, y el estado tan floreciente de que en el día goza a solicitud y desvelo del invencible en el real servicio, el caballero D. Antonio de la Torre, Capitán de Infantería de los reales ejércitos. Este distinguido Oficial desempeñó felizmente las comisiones del real servicio que pusieron a su cargo los superiores del Nuevo Reino. Redujo a vida sociable a innumerables gentes que arrocheladas vivían en los montes, sin aplicación alguna y sin conocimiento de las obligaciones del vasallaje y de las de su alma. Fundó veintitrés pueblos, contándose entre ellos algunos de mil vecinos y otros de setecientos y de quinientos. Abrió caminos por montañas que se tenían por intransitables y por ellos facilitó la fácil conducción de granos y carnes con abundancia para socorro de la plaza de Cartagena, que es punto de la mayor atención. Estableció en ellos las rentas reales y puso en un estado ventajoso la agricultura y la cría de ganados.; tanto que en el corto término de cuatro días ofreció presentar en el centro de ella diez mil cabezas de animales de cerda, y en el de ocho días embocar todos cuantos ganados vacunos y de cerda pastan en la Provincia, con todos los demás comestibles de que con exceso abunda. i Qué bella proporción para que el curioso más / / político conciba el fondo de utilidad pública y de conveniencia al real Erario! Es cierto que en el mes de Enero del año de ochenta y dos, cuando nuestro Soberano tenía la espada desnuda para humillar la audaz arrogancia y el natural orgullo de la Gran Bretaña, propuso esta recomendable oferta al Excmo.Sr.Virrey D. Manuel de Florez, que, como Capitán General, se hallaba en dicha ciudad con prevención militar y animosidad española, a fin de hacer la más justa defensa contra el enemigo. Por último llegó su celo a formar veinte feligresías, reuniendo en ellas las gentes que vivían derramadas por los montes, ciénagas y lugares CAl'truLo 77r V 141 pantanosos a distancia de seis, ocho y más leguas de caminos ásperos y arriesgados que, agregadas a las veintitrés referidas, forman el número de cuarenta y tres. Estas demostraciones de conveniencia, que tanta felicidad acarrearon a esta Provincia, la más floreciente entre todas las del Nuevo Reino, se vieran en todas ellas, siendo igual la aplicación y el celo de los mejores patricios. La cultura de las tierras es la madre fecunda de la abundancia y la fuente segura de engrosar los caudales por medio del más sólido comercio. Los primeros establecimientos del comercio no tuvieron otra mira que la destrucción de las necesidades con el cúmulo de sus ganancias. Las creces que abunda el comercio son admirables producciones en las ciudades y lustrosas como fecundos partos en los Reinos. En esta atención es propio de la grandeza de ánimo de Nuestro Soberano el particular cuidado de felicitar la Nación. El primer objeto de sus atenciones fue el procurar la mayor / / conveniencia de sus vasallos. Y para este fin manifiesta su real y sabia resolución por decreto e instrucción de diez y seis de Octubre de mil setecientos setenta y cinco, a fin de promover y fomentar en sus dominios de España y de América la agricultura, la industria y población, cuyo decreto amplio para este Reino y el de Guatemala, en dos de Febrero de mil setecientos setenta y siete, por otro de igual amor y benevolencia a sus vasallos concediéndoles el libre comercio interior favoreciéndole con su real protección. Este es el modo de hacer florecer el comercio y de brindar a la N ación con los ricos y deliciosos frutos de sus pingiies producciones. Este es el modo de promover las artes y de introducir a la Corona sumas inmensas y gruesas cantidades de riquezas. Este, en fin, es el modo de engrandecer la Monarquía y constituirla en una altura de poder y fuerzas que se haga respetar aun de las naciones más arrogantes y dominadoras. Los fines se han de proporcionar con los medios; de los contrario ni aquéllos tendrán ser, ni éstos actividad.Poco importa que las reales intenciones digan respecto a los mejores adelantamientos en sus dominios si no se mandan los medios seguros que las han de producir. El cúmulo inmenso de abundancia que ofrece el comercio no se puede adquirir sin el acopio de los ramos que lo han de establecer para 142 77v 78r EL VASALLO INSTRUIDO fomentarlo; y que la Nación no conozca inferioridad en tan noble pensamiento, ni a la Holanda, ni a Inglaterra, ni a la Francia se hace indispensable la real influencia, a fin de que circule la plata, se excite la industria, se anime el trabajo, se adelante la agricultura, se pueblen los desiertos, se destinen comisionados, se propongan premios y se destinen gentes para el beneficio / / de aceites, gomas, tintas, palos, bejucos, piedras, minas y de varios, abundantes y preciosos frutos, producciones propias y fecundas del Nuevo Reino. Para el sólido fomento de este utilísimo ramo, que es el que engruesa el real Erario y la hacienda de los vasallo s, y el que la constituye gloriosa y dominadora con mayores ventajas a las demás, no debe omitirse diligencia ni aun la más mínima.La mayor comodidad de la correspondencia pública y el transporte más seguro y fácil de los géneros deben ser el primer objeto de la real protección. La apertura de los caminos, la facilidad para la navegación de los ríos, la construcción de los puentes y la erección de calzadas deben ser un momento firme de la grandeza real. De este desvelo y celosa vigilancia resulta un bien inmenso a la Nación. Son menos costosos los géneros y se hallan a menor precio las mercaderías. Es más frecuente el tráfico, porque es fácil y gustoso el tránsito de los caminos, cuya seguridad y cómoda conveniencia excita y provoca con mayor propiedad la comunicación. Esta lastimosa decadencia hace más sensible la pena que tanto aflige a todo buen ciudadano. Carece este Reino de esta conveniencia pública. Se halla una tenaz repugnancia a la construcción de los puentes en los ríos, siendo frecuentes y repetidas las instancias de los pueblos que, conociendo utilidades que se originan al Estado y al vasallo de su existencia y reparos, solicitan con el mayor esfuerzo el permiso, obligándose a la contribución de todos los costos necesarios para su fábrica, y no es posible la consecución. Toda diligencia es vana; toda súplica es despreciada y todo informe desatinado. Tal es el celo de los / / ministros subalternos de algunas villas, que por fines particulares procuran entorpecer e inutilizar unos designios tan del agrado del Rey y servicio de la República y que en todas las Coronas se miran con más atención y particular CAPITuLo V 78v 143 cuidado. Se mira esta falta de aplicación en este Reino y se contempla esta parte del Derecho Público en el más sensible abandono. La misma fragosidad de los caminos, el riesgo que a cada paso amenaza con el sacrificio de la vida y la pérdida de los caudales; el tránsito de ríos peligrosos y arriesgados arroyos que sus furiosas crecientes y avenidas; los callejones estrechos y pantanosos y la ninguna reparación que de ellos se hace, retiran el poco comercio del país; y siendo el Reino tan fértil y abundante es en el día de hoy el más escaso, el más necesitado y el menos útil a la Corona. En otros tiempos el oro que se sacaba de los preciosos minerales de Ibagué, Mariquita, Cartago, Zaragoza, por decirlo en breve, de todo el Nuevo Reino, excedía en millones de pesos a los que de plata daba el Nuevo Mundo,asegura el P. Zamora. En la actualidad no sufragan todos los derechos que entran en reales cajas para subsidio de las tropas y salarios de los Ministros que sostienen el Gobierno y establecimiento de las rentas, cuando en los años anteriores para todo ofrecía el Nuevo Reino, y aun con ventajas conocidas enriquecía la Europa con las preciosidades de sus abundantes flotas. Si la industria holandesa y la aplicación británica entraran en este Reino, ¡qué ricos patrimonios fundaran! ¡ qué comercio tan floreciente establecieran! ¡qué adelantos dieran a la agricultura! ¡ qué curso tan completo / / dieran a las minas! ¡qué fábricas de manufacturas entablaran! ¡qué innumerable pueblo emplearan! ¡qué navegaciones tan seguras facilitaran! ¡qué puentes tan constantes construyeran! ¡ y qué caminos tan cómodos arbitraran para la fácil conducción y conveniencia de los pueblos. Nosotros iguales utilidades podemos esperanzar, cuando vemos que la gloria y poder de la Nación son el objeto de todas las ocupaciones del real ánimo y las del Ministro celoso de su servicio y utilidad de los vasallos. Léanse los reglamentos y aranceles reales para el comercio libre de España a Indias, formando en el año mil setecientos setenta y ocho y por ello se verá el particular cuidado de nuestro Soberano, y lo mucho que se interesa al sabio Gabinete en procurar el mejor estado de la Nación en cuyo asunto y en todos los demás respectivos al Derecho Público no conoce ventaja en los extranjeros. Todo el atraso que se mira es parto propio de la ociosidad de los 144 EL VASALLO INSTRUIDO del país, y de la ninguna aplicación a las glorias de la sociedad. Sean éstas las preocupaciones de sus ánimos; penétrelos el gran celo del Poder del Estado; corresponda su espíritu al de su Rey, y la miseria se saldrá por las puertas de la abundancia, florecerá el Reino, reinará la riqueza y tomará fuerzas la sociedad. 145 CAPITULO VI Contiene los proyectos económicos para promover los adelantamientos útiles y hacer floreciente el Nuevo Reino 79r 1 El deseo natural de la conservación que tuvieron los hombres para la unión de la sociedad y congregación de las familias, dando la suprema autoridad a otros sobre sus vidas y haciendas, fue el origen de la existencia de las primeras Repúblicas, asegura Santo Tomás.! Fundáronse las ciudades o para resguardo de la vida humana, en sentir de Platón, o para formar una vida sociable, viviendo en policía y comercio como dice Aristóteles. La sociedad es muy natural al hombre. A la falta de sociedad se deben atribuir las funestas consecuencias que se observan en la vida racional, que no se pueden estorbar sino por mano de muchos. Pobláronse las tierras porque crecieron y se multiplicaron los hombres. La natural obligación de conservar la vida les puso en la precisa necesidad del repartimiento de las tierras a fin de poblarlas unos en unas regiones y otros en otras. Esta fue la causa de la elección de los Príncipes para no exponer a tumultos y a lastimosas sediciones el Estado, enseña Elías Cretense.2 Dolorosa situación era la 9.e este Reino en los principios del siglo sexto décimo. Se miraba entonces envuelto en el confuso giro de la bárbara gentilidad y vivía al abrigo del triste manto del desconocimiento de las luces del Evangelio. La confusión y el desorden gobernaban a sus naturales. No se conocía la 1 2 S. Tomás. Lib. 4. del gobierno de los Príncipes. Cap. 3 (79r N). Lib. de Anima, c.3. In Apolog. Naz. Ibi etc. non per ipsum regnarunt. (78rO). 146 EL VASALLO INSTRUIDO sociedad civil a causa de que los hombres no eran justos y rectos; y por lo mismo eran inútiles las leyes naturales para la vida sociable, la que no se hermana bien con el idiotismo y preocupación que en aquel / / 79v tiempo dominaba. El corazón del hombre es tan rebelde que muchas veces para acomodarse a las prescripciones de la justicia necesita de una sanción formal que dé a las leyes toda su eficacia. En los años de mil quinientos treinta y ocho, a seis de Agosto, mudó de aspecto este Nuevo Reino, conociendo las ventajas de la sociedad y político gobierno. Se plantó el supremo dominio español y echó hondas raíces la suprema autoridad de nuestros católicos Reyes para dar ser a la República cristiana y también política, conteniendo con el temor de sus armas victoriosas el desenfreno de libertad y el despecho de rebelión que repetidas veces abrazaron los vasallos nuevamente conquistados y subordinados al Reino de Jesucristo. Se repartieron las tierras, se numeraron provincias, se dividieron los gobiernos y se formaron cabildos para la justa administración de la justicia, mejor incremento de la religión y policía y para que la sociedad establecida no viniese a perecer insensiblemente. Se acreditaron los felices progresos de su fundación con ventajas tan conocidas que lo publica la altura de perfección y grandeza con que lo miran las naciones más cultas. Elestado actual de política es tan notorio como que no se ignora. Sin embargo no corresponden en la actualidad las utilidades y ventajas propias de la nobleza de su terreno a las repetidas disposiciones que en esta materia ha dado el sabio ministerio. Yo,que soy enemigo de producirme, ofreceré las ideas de mi sistema con conocimiento de causa, y no dudo que si se adopta por el Gobierno, cesará la decadencia y se promoverán los adelantami / / BOr entos de pública felicidad. TI ¿ Qué mayor delirio se puede discurrir que pretender empezar un edificio por lo último de su remate?El pensamiento de la fábrica es útil y provechoso; la idea es acomodada, pero para conseguir su perfección es necesario 147 CAPtruLoVI 80v preparar primero los materiales, abrir los fosos y darle un firme apoyo, que le sirva de base fundamental a la obras. Se piensa en nuestra Nación formar un nuevo edificio político, es decir, darle un nuevo ser a sus intereses generales, que llegue a una altura de poder capaz de hacerla respetable en toda la Europa. Logra las ventajas y proporciones superiores a todas las demás. Tiene cuantas materias primeras se necesitan para su construcción y adelantamientos. No falta nada para su mayor felicidad. Varios son los proyectos de su ocupación; pero todos serán vanos e inútiles si no se les prepara un cimiento firme y estable que les facilite su mayor brillo. Sin esta base fundamental todo será atraso, todo diligencia vana y nunca observaremos rápidos progresos en su constitución. Ni la industria, ni la agricultura, ni el comercio, ni la población se pondrán en un estado floreciente si no se examina el principio de sus ventajas y atrasos. El amor de la Patria me lleva a proponer lo que yo siento en este particular. Lejos de penetrar la política de nuestro sabio Gobierno, a quien venero con el más profundo respeto sin indagar sus causas, ofrezco mi modo de pensar a fin de que se experimente con el tiempo, o se concluya por una aplicación más prolija y si se contempla útil y ventajoso adoptarlo. Cuando yo me limito a decir que con esta o la otra pro / I videncia se logran mayores adelantamientos, no es mi ánimo manifestar la mayor proporción que hay para concordar el objeto con los medios más inmediatos a la felicidad. III Mi dictamen es que la principal atención del Ministerio ha de ser el desvelo en constituir a los vasallos del Rey hombres vivos; y constituidos ya los hombres en un estado de vida política, no hay duda que con las respectivas y sabias providencias se entrará la abundancia por sus mismas puertas. La ocupación es el principal móvil de todos los adelantamientos. La ocupación es la vida política de la sociedad. Un hombre sin ocupación es muerto al Estado, es zángano de colmena, que se alimenta sin trabajar y es la polilla que los destruye. Al contrario, un hombre con 148 8Ir EL VASALLO INSTRUIDO ocupación es planta viva, que no sólo produce frutos útiles a la Patria sino que ofrece pródiga su propagación. Una nación que florece en industria y aplicación es venerada por sus conocidos fondos de su Erario y es respetada por las fuerzas de su poder. Pero una sociedad desidiosa que protege y fomenta la ociosidad y holgazanería es despreciada por su misma escasez y pobre patrimonio. Se ve precisada por esta causa a convenirse en todo con las demás naciones y aceptar las más veces unos tratados vergonzosos a la misma Majestad y Soberanía. Constitúyase primero al hombre ocupado y éste será el fundamento de florecer la agricultura, la industria popular, el comercio y la población. El reino o provincia que más abunda de holgazanes experimenta más cerca de sí los efectos de la barbarie y es una república de caribes que se destrozan unos a otros en / / diferentes modos. El ocioso, el vago es miembro corrompido de la sociedad; es infame desertor del Estado. Es preciso aplicar el cáustico más doloroso para cicatrizar tan perjudicial gangrena; y es también necesario reclamarlo y volverlo al cuerpo útil de la nación. No hay duda que la ocupación es la causa radical del aumento o disminución de la agricultura. Cuanto mayores fueren los consumos, tanto más felices serán los adelantamientos de este notable arte. Los consumos serán mayores o menores si es mayor o menor el número de las manos industriales. Estas se multiplicarán si se halla el modo de dar valor y estimación a los frutos prediales. Desengañémonos. Jamás se conocerán adelantamientos algunos en el ramo de la agricultura si no se fomenta la salida de sus frutos y se proporciona el producto o venta de ellos. Los cosecheros, viendo que con facilidad venden los efectos de sus trabajos, no hay duda que aumentarán sus sementeras, crecerán sus labores porque verán multiplicada la industria por medio de sus trabajos y maniobras. Fórmese el cálculo de habitantes que hay en un reino, examínese el tanto que necesitan para su fácil subsistencia, véase si los frutos que ofrece la agricultura podrán o no consumirse, y formado este cálculo, se conocerá si son mayores o menores los consumos a lo que produce el campo. Si son mayores, es indispensable inventar nuevo método de adelantar la agricultura, proporcionando la fácil y conveniente subsistencia a los CAPiTuLo VI 81v 149 consumidores. Si son menores, es menester ver el principio de esta sensible decadencia. ¿O es la despoblación o lo es la ociosidad? / / Cualquiera de los dos extremos que sea, es fácil aplicar el remedio y conseguir la mayor prosperidad de la Corona. Destiérrese la ociosidad, fúndese la circulación general en la ocupación de la agricultura y también de la industria, no se permita que los naturales de otra nación se empleen en los trabajos en los que pueden ocuparse los hijos del país y ciertamente se logrará la población porque estará en buen uso la útil ocupación. A proporción de las ocupaciones han de ser los ocupados. Si aquéllas son muchas precisamente han de ser muchos los pueblos y por consecuencia forzosa muchos los consumos y mucho más seguro el conocido aumento de la agricultura y del real patrimonio, sin experimentar los vasallos la dura ley de la opresión y gravamen de nuevas contribuciones. IV 82r La notoria propagación y multiplicación que nos ofrece la naturaleza en la república de las abejas y hormigas no reconoce otro principio que el de la ocupación; su industria, su actividad y su aplicación son efectos de sus providencias naturales para asegurar una constante y perpetua subsistencia. De nada se contemplan menesterosas, no conocen la necesidad; para ellas todo es abundancia porque les es forastera la desidia, la ociosidad y les es natural la continua ocupación. Cese en la sociedad la pereza, ámese la aplicación y no se conocerá la pobreza, todo será abundancia y se multiplicará la población. El dinero, el oro y la plata en sí no es riqueza. Estos metales son de su naturaleza estériles, infecundos, nada producen. Prepárese cuanto quiera un campo, désele el be / / neficio más activo, siémbrese en él el oro y la plata, y al cabo de mil años se contemplarán en su natural esterilidad. La industria, el trabajo y la ocupación los hacen fecundos y fructíferos. La común estimación les ha dado el ser de riqueza por la estimación en que se tienen y porque los contempla como precio de las cosas de necesidad y comodidad de la EL VASALLO INSTRUIDO 150 82v vida. El hombre ocupado en la industria y en la agricultura logra los frutos de esta necesidad y comodidad con su ocupación y trabajo, y como con el oro y la plata se compra todo esto seguramente no conocerá la pobreza, será rico, de nada se contemplará menesteroso, todo para él será abundancia y el Rey tendrá una gran parte de interés en esta ocupación para la compra y venta del consumo de los efectos de esta aplicación .Esta es una esponja activa que por medio del trabajo atrae a sí la subsistencia del oro y la plata de que abundan los ricos. La mutua correspondencia y dependencia de los hombres entre sí hace que circule el dinero en la N ación. Así como el cuerpo humano vive por la circulación de la sangre en sus venas, y si ésta le falta seguramente muere, así también el cuerpo político conocerá mayor felicidad si tiene vigor la circulación del dinero por medio de la ocupación y si le falta esta dílígencia sin duda llorará su triste decadencia. El rico necesita al pobre porque sin este auxílío de nada le sirve el dinero, que no reconoce más dueño que al hombre ocupado. El pobre necesita al rico porque vive de su riqueza. Tanto el labrador en los diferentes ramos de cultura, el artesano en sus innumerables manía / / bras, el comerciante en sus varias negociaciones, como el hombre de letras, el de espada, el de pluma, el de curia y todos los demás miembros de la sociedad, cada uno en su clase es hombre ocupado. En una nación ni todos deben ser labradores, ni todos artesanos, ni todos comerciantes, ni todos soldados, ni todos curiales porque todo sería desorden y todo confusión. El derecho del buen orden en una república pide variedad de ocupaciones y que el trabajo de unos no perjudique al de los otros. El Soberano debe mirar la buena disposición de las ocupaciones del campo sin abandonar todas las demás. Debe medir los consumos para que pueda subsistir y aumentar felizmente la agricultura porque éstos miran a las ocupaciones públicas como principio de su dependencia. v La industria nace, se fomenta y crece a beneficio del influjo del Gobierno y perece, din duda, cuando cesa esta CAPtruLoVI 83r 83v 151 actividad.Es asunto principal suyo el desvelo de promover la felicidad pública y particular aumentando la agricultura, comercio interior de las provincias, cualquier ramo de industria, dando el impulso más vigoroso a todos los pensamientos útiles y sosteniéndolos con las providencias más oportunas. Abandonada la industria es consecuente la miseria, / / y en aquel infeliz momento que se desnaturaliza, se asegura infaliblemente la despoblación. La miseria estorba los matrimonios y aun cuando los facilite, los constituye estériles e infecundos. Es observación que tengo hecha en la ocupación de mis misiones. Aquellos pueblos en quienes reina la abundancia multiplican con rápidos progresos y es grande su población; pero los que se hallan penetrados de la miseria sufren la despoblación porque no conocen la actividad y camina en ellos muy lenta la multiplicación. Varios pueblos podría yo presentar en el tribunal de los políticos estadistas en apoyo de mi observación, pero sólo me reduciré en hacer memoria de la villa del Socorro. Este pueblo tiene sesenta y tantos años de fundación, es desmembración de la villa de San Gil como es ésta de la ciudad de Vélez. En sus principios era una corta aldea en donde descansaban los arrieros y tomaban fuerza las mulas para la continuación del viaje. Las primeras familias se propusieron, y en efecto lo lograron, de dirigirse por sendas y rumbos conocidos para llegar al último término de opulencia que preparaban a su posteridad. Su empeño y constancia en las labores de maíces, cañas y algodones dejaron a sus hijos un documento digno de ser imitado y promovido. Sus hijos lo adoptaron y siguieron logrando coger en alguna parte los frutos de las primeras semillas que arrojaron sus abuelos. Es permanente y sólido el establecimiento que fundaron en las labores y tejidos de lien / / zos, mantas, mantelerías y bayetas, fecundísimo ramo de la actual industria popular, capaz por sí sola de llenar de bienes y felicidades a sus habitantes con notable preferencia entre las demás provincias del Reino. Esta proposición la fundo en el cálculo del aumento o decadencia de los diezmos, que siempre son las verdaderas medidas de los progresos o atrasos de las riquezas de los pueblos en el ramo de 152 84r EL VASALLO INSTRUIDO agricultura. Con noticia más exacta tengo bien examinado que el mayor valor de dichos diezmos en la jurisdicción del Socorro, aun en el tiempo en que se cosechaba el tabaco, ascendió a doce mil trescientos cuarenta pesos, un real y cuartillo. En los años posteriores, después de prohibidas las siembras, fue subiendo con excesos muy notables al precedente valor, pues en el año de setenta y nueve ascendió a doce mil ochocientos cuarenta y dos pesos, cinco reales y cuartillo; en el de ochenta, a quince mil seiscientos cuatro pesos y en el de ochenta y uno a quince mil doscientos cincuenta y ocho pesos, tres reales. Sirvieron, pues, los diezmos a proporción de los fondos efectivos de agricultura. Este cálculo será el conocimiento cierto de los adelantamientos de esta villa. En sus principios se derramó la fama de su ocupación y al paso que se aumentaba la población crecían también las sementeras, se multiplicaban los telares y se promovía la industria. En el cálculo de individuos que se hizo en el año de ochenta y uno, resultaba el número de quin / / ce mil. Es uno de los pueblos más vistosos y civilizados del Reino. Se han desmembrado de su feligresía la parroquia de Culatas y la de Pincho te. Esta última desmembración fue después del año de ochenta y uno. TIene su Cabildo bajo su jurisdicción ocho crecidas parroquias, algunas de ellas tan pobladas que el número de feligreses sube al de seis mil, como son Simacota, Oiba y Charalá, cuyos alcaldes son pedáneos sin jurisdicción ordinaria. TIenen un gran comercio activo y pasivo y el carácter de sus habitantes es muy vivo, laborioso, aplicado, de nobles talentos pero de bastardas ideas. Es una de las villas más abundantes e industriosas sin embargo de ser su campo ingrato, estéril; pero la aplicación y el beneficio le hacen abundante y fecundo. Es notoria la multiplicación de todos los años. Se calculan anualmente ochocientos los nacidos, trescientos los muertos y como unos doscientos los casamientos, según el verídico informe que me dio el Cura de dicha villa. Por las noticias más exactas que tengo de aquel Cabildo no intervino emigración de pobladores que viniesen de otro clima, ni de otra provincia para establecerse en esta villa. Su crecida multiplicación es propia de sus hijos. ¿Qué extraña maravilla será sostener que la ocupación útil de los hombres es la medida CAPfruLO VI 84v 8Sr 153 de la población y el fundamento de la prosperidad del Estado? En vano se buscan otras causas de la despoblación. Todo el celo y conato de los Vrrreyes y Gobernadores ha de ser introducir la abundancia y deste / / rrar la miseria. Fomentar en sus súbditos pensamientos tan útiles a la causa común y a los intereses de los particulares. Precisarles a que todos los años presenten en sus tierras algún adelantamiento según las Urufluenciasdel clima. Todos deben convenirse en que para promover la multiplicación de pueblo en un nuevo establecimiento es necesaria la ocupación en la agricultura. No por mucho terreno es una familia rica sino por poco y bien cultivado. En la Europa se observa y aun en este Reino, que la población es más numerosa en donde hay escasez de terreno; y en donde son muchas las poblaciones grandes y pocas las pequeñas, es menor la población. Tal es la provincia de Muzo, verdaderamente despoblada por esta causa. Hablo por experiencia. Valencia, en donde las tierras están divididas en pequeños globos, se halla más poblada que los Reinos interiores de España por esta causa. Es proloquio común en los proyectista s que cuatrocientas calzadas o jornales de tierra, repartidas por igual parte entre cuatrocientos labradores producen más que si uno solo las ocupara. Los primeros estados del mundo eran unas pequeñas sociedades o familias que habitaban un terreno proporcionado al pequeño número de ciudadanos que las formaban. No tomaban más posesión que la del terreno necesario para defenderse y conservarse. Elegían el campo más ameno y fecundo / / en donde había pastos en más abundancia. Aborrecían la miseria como monstruo el más horrible y devorador. VI La obra de reformar un abuso general necesita todo el empeño glorioso del Soberano. Cuando la decadencia se mira radicada en un reino, si se intenta introducir la felicidad y la abundancia, es indispensable toda la atención del Ministerio. Se abraza el sistema de promover la agricultura, la industria popular, el comercio y la población. Es preciso suponer montes de dificultades y ejércitos escuadronados de estorbos y 154 85v EL VASALLO INSTRUIDO contradicciones a quienes es menester combatir y vencer en sus mismas trincheras. Este Nuevo Reino ofrece un campo espacioso y ameno, que es la principal recomendación para llevar adelante el sistema de felicidad, pues tiene todas las materias primeras y los brazos necesarios para resucitar la utilidad pública y la conveniencia particular. Sea, pues, la elección de buenos Ministros el primer proyecto. Para los empleos de primera plana me parece que conviene se escojan hombres de toda pureza, desinterés del mejor celo y propensión al servicio de Dios, del Rey y de la Patria; y de una instrucción radical en los intereses generales de la Nación, en las obligaciones del vasallo, como igualmente en las del Soberano, mirando siempre con horror la dura necesidad de medir las fuerzas del Monarca con las de los vasallos. Las res / / pectivas y sabias instrucciones serán el cordel por donde deberán tirar las líneas de los mejores adelantamientos. Se les asegurará la protección y que en todos los casos o de próspera o de adversa fortuna serán sostenidos con tesón soberano. Porque, o son Ministros que miran con horror el interés propio, y que en su corazón tiene lugar la bondad y justicia original, o no lo son? Si se hallan desnudos de tan bellas calidades, no sean elegidos para el Ministerio. Si brilla en ellos este agregado de perfección, es menester franquearles toda la protección para que se familiarice con sus providencias el espíritu de patriotismo. Tanto los Excmos. Sres. Virreyes, como los Gobernadores y Corregidores provistos por S.M. deben convenir en una misma idea y uno mismo ha de ser en todos el sistema de Gobierno económico. Es imposible que un Virrey por sí solo pueda gobernar prácticamente todas las provincias del Virreinato; necesita de subalternos que le auxilien y éstos de buenos patricios que consagren con sus designios útiles. Por más que sean honestas, felices y justas sus disposiciones, se constituirán inútiles y vanas si carecen de estos socorros. Los proyectos más importantes, todos se entorpecen por esta causa. La emulación, la envidia y la infidelidad tienen las más veces el mejor acceso. Forman cavilaciones sutiles, al parecer justificadas con el falso celo de opresión en los vasallo s; y no es más que efecto de algunos malcontentos que se valen del nombre del pueblo dócit humilde / / CAPtruLo VI 86r 155 y subordinado para destruir toda la bondad del proyecto. El carácter y constitución de los naturales del Nuevo Reino son de esta naturaleza. Conviene cerrar la puerta a los recursos previniendo a los Virreyes el mérito, la equidad y justicia en la plantificación de los proyectos, huyendo toda especie de perjuicio a los vasallos, porque el Rey, que es imagen de Dios, a todos quiere felices. Se examinarán en el quinquenio los adelantamientos de los proyectos, y si son felices, necesitando del tesón y celo de los que los han puesto en una altura tan ventajosa, conviene prorrogarles el mando hasta su completa perfección. Si este modo de pensar no se tiene por conveniente, sustitúyanse otros penetrados del mismo espíritu patriótico que lleven adelante las ideas de sus antecesores y en caso necesario prevenirles el mismo objeto. VII Proyecto segundo 86v Reducir a sociedad todas las gentes que viven derramadas en los montes y sus honduras, precisándolos a hacer casa en el lugar de su domicilio en donde deben tener una vida civil. Los que no tienen la hacienda a larga distancia pueden salir todas las mañanas al trabajo del campo y por ningún modo pernoctar fuera del lugar. Los que la tienen un día de camino podrán estar toda la semana ocupados en sus faenas y labores de tierra, y el sábado restituirse a su casa. En caso de haber muchas haciendas distantes de la parroquia convendrá mucho que a distancia proporcionada se fabrique una viceparroquia hasta 11 que, multiplicadas las gentes y radicados los adelantamientos de la agricultura, se forme nueva parroquia precisando al cura respectivo que les provea entretanto de sacerdote idóneo para que les administre el pasto espiritual y les enseñe el santo temor de Dios. Congregados los hombres en sociable unión conocerán ellos mismos las ventajas tan seguras que les acarreó tan sabia providencia. Dios, la Iglesia, el Rey, el público y los mismos particulares quedarán bien servidos. No dudo que de este proyecto resultarán en los principios mil contradicciones, alegarán perjuicios, formarán sentimientos y aparentarán la imposibilidad; pero el Ministerio conviene que 156 87r EL VASALLO INSTRUIDO se manifieste inexorable y que para vencer y superar las más arduas dificultades no las contemple invencibles en la ejecución. Auxiliar el proyecto es necesario porque es útil y ventajoso a la Religión y al Estado. Nombrar un comisionado de pureza, de integridad, de espíritu y de constancia es preciso, porque de lo contrario todo se desconcierta y todo se inutiliza. Cada particular pesa y mide la felicidad común por la propia que pueda resultarle y en esto padece equivocación por hallarse muy ajeno de las luces necesarias para semejantes comparaciones. Piensen los hombres como quieran pero reconozcan la desconfianza de sus pensamientos cuando no van acompañados de profundos conocimientos en la materia que se trata. Este siempre ha sido un don concedido a pocos hombres. Es el fruto de largas meditaciones y tareas. No es fácil creer que el vulgo pueda pe / / netrar misterios tan ocultos. Lo que a primera vista le parece más ventajoso a los intereses particulares se halla en realidad serIes más perjudicial. La voz común entre todas las naciones, aun las más cultas y civilizadas, es que la fuerza de la razón meditada y deducida de varias combinaciones y cálculos seguros, aun no se contempla capaz de arreglar y promover sus intereses respectivos; ¿cómo, pues, se han de atender las instancias de los particulares cuando se trata del arreglo y promoción de la felicidad y aumento de la población, de la industria y del comercio? ¿Cómo se ha de oponer el vasallo a un proyecto útil, de cuya plantificación resulta su propio interés y el del Estado, cual es la reducción de las gentes a una vida civil? Esto no es introducir la novedad en el Nuevo Reino de Granada; ya hay ejemplar de esta providencia en la Provincia de Cartagena. ¡Qué estorbos, qué dificultades no se representaron! ¡Qué bandos, qué partidos no se formaron! ¡Qué emulaciones no se levantaron ! ¡Qué lágrimas no se derramaron! Pero COmo esta gloria estaba reservada a la constancia, industria y valor de un D. Antonio de la Torre, Capitán graduado del Ejército y sostenido por aquel rayo de Marte, el Excmo. Sr. Pimienta, Gobernador de la plaza, se dulcificaron todas las amarguras y en el día se encuentra mejorada dicha Provincia con el aumento de cuarenta y tres pueblos, en donde la Religión es venerada, el Rey servido, su patrimonio adelantado y felicitados los vasallos. Como CAPtruLO VI 87v 157 este es un asunto que trata de arrancados del lugar propio de la libertad lejos de la sombra y vista 11 de los Jueces, del Párroco y de los otros miembros de la sociedad, es consecuente la violencia que han de sufrir hasta que insensiblemente se acostumbren a las conveniencias que produce la vida civil. VIII Proyecto tercero SSr Radicar la buena educación, porque de ella depende toda la felicidad del Estado. Este se plantificará con el establecimiento de las enseñanzas públicas en todos los pueblos y en las cabezas de partido se fundarán las de gramática, obligando a los cabildos que del fondo de sus respectivos propios se asigne una cuota o pensión para el maestro, y cuando éstos se alcanzaren, conceder el permiso para que impongan algún gravamen a las mesas de truco, al juego de birlas y a las chicherías para la fundación y conservación de una obra tan útil e importante, pues éstos son ramos de puro vicio y capricho y sólo contribuye el que quiere. Esta institución es una fuente perenne de buen gobierno, en el que se apoya el orden de una bien regulada República. Apenas en todo el Reino se hallará este principio de felicidad. No se puede mirar sin horror el estado de confusión a que están reducidas las provincias por esta causa, aun en materia de Religión. Para confirmación de mi pensamiento quiero dar al Gobierno una copia literal de un capítulo de carta que el Illmo. Sr. Obispo de Panamá escribió a D. Juan Antonio de la Mata, Teniente Coronel y Comandan 11 te general del Regimiento auxiliar de Santafé y de las milicias arregladas, su fecha seis de Diciembre de mil setecientos ochenta y siete, la que original queda en mi poder: «Aquí lo voy pasando yo, aunque sin novedad particular en la salud, con el desconsuelo de verme tan falto de ministros, que ya es preciso cerrar algunas iglesias por no haber quién las administre; y si Dios no 10 remedia por su misericordia será inevitable la ruina de todos, no habiendo en la Diócesis quien solicite las órdenes.» Iguales desconsuelos sufre el piadoso 158 88v EL VASALLO INSTRUIDO corazón de los DImos. Sres. Obispos de todas las Provincias de la Costa. La falta de ministros para el culto y cuidado del Santuario es en parte el origen de tan lastimosa decadencia en el Reino. Su presencia animaría a los feligreses y les inspiraría su doctrina, sentimientos de ocupación útil y de conveniencia. No sería extraño destinar religiosos al desempeño de los curatos. Esto no puede ser contrario a su carácter y profesión porque los hombres no nacen frailes sino ciudadanos. El ministro necesita de personas que concurran a su armonía y que hagan florecer las monarquías con sus talentos, con sus faenas y con sus costumbres. Ver a un religioso empleado en el servicio de su Rey, llenando completamente sus obligaciones, es bendecir la persona de un perfecto ciudadano; es renovar en el día la memoria de los que rompieron y barbecharon las campiñas y de los que enriquecieron las ciudades con obras doctas y eruditas. El principal objeto que se propuso el Soberano en su real permiso para la fun / / dación de los conventos fue el servicio y utilidad pública. Fue constituir a los religiosos coadjutores de los Reverendos Obispos y preparados para el servicio de las iglesias y para los ejercicios de utilidad al público, mayormente en los casos de urgente necesidad. IX Proyecto cuarto La construcción de los puentes, la elección de calzadas, la apertura de nuevos caminos y el celoso reparo de los antiguos es tan útil como necesario para hacer floreciente al Reino. Toda la contradicción es efecto de la indiferencia y lentitud de los Cabildos. Conviene mandarles con la resolución más constante y con las demás prevenciones que se tengan por necesarias, que sacrifiquen sus propios a esta víctima, o permitir que sea acción propia de cualquier vasallo que la quisiese emprender a sus expensas. Ni en uno ni en otro se halla apoyo a causa de que parte de sus propios están fundados sobre las cabuyas o taravitas, y las bodegas que son unas casas situadas a las orillas del puerto de los ríos navegables, en donde se recibe toda la cargazón de los CAPÍTULo VI 89r 89v 159 comerciantes y mercaderes, pagando un tanto por cada carga, que es el derecho de bodega. En el río Suárez, en donde yo me vi casi ahogado en el año de ochenta y uno, al tiempo de pasar colgado por la taravita, se ofreció D. Pedro Ruiz fabricar un puente a su costa, auxiliado con el decreto del Corregidor de la Provincia y jamás pudo conseguirlo por la terri / / b1eoposición del Cabildo del Socorro.Por más repetidas órdenes que los Excmos. Sres. Virreyes expidieron a la justicia y Regimiento de la villa de San Gil para la construcción de un puente tan útil como necesario, siempre las entorpeció la debilidad de aquel Cabildo. De aquí nace el notable perjuicio que sufre el público y el considerable atraso que experimenta el comercio.Aquéllo demuestra por los mayores gravámenes que resultan a los traficantes, pues llegando al río se ven precisados a descargar todas las cargas y pasarlas de una en una por la taravita, consumiendo en esta obra todo el tiempo de un día si la cargazón es mucha. Se hallan en la dura necesidad de pagar un diestro nadador o dos o tal vez tres, según la mayor o menor creciente de las aguas para facilitar el paso a las mulas con el riesgo eminente de que se le ahoguen algunas, que es muy fácil a causa de no poder vencer el impetuoso raudal de las corrientes, como a mí se me ahogó una; y yo hubiera sin duda sufrido la misma infeliz suerte si no fuera por el auxilio de tres rejos que añadieron a la taravita. En tiempo de mucho invierno están detenidos dos y tres días por hallarse fuera de madre las aguas, y no poder aventurar las mulas al conocido peligro que se presenta a la vista, y de esta contingencia resulta el atraso en las mu1as por falta de pasto. El comercio se hace más gravoso y desidioso por la incomodidad y dificultad que ofrece el paso; aquí se agrega el peligro inmediato del naufragio, aquí se exponen sus intereses. / / La decadencia es igual efecto de la falta de nuevos caminos que faciliten con comodidad conocida los transportes. D. Antonio Serrano, caballero comerciante y vecino de la Ciudad de San Juan Girón, se empeñó en abrir un camino, que en tres días se ponían los arrieros a las orillas del río de la Magdalena entre las bocas de Sogamoso y Cañaverales, todo a sus expensas, interesándome a mí para que le hablara al Excmo. Sr. Góngora con la condición de dar1e facultad para la fábrica de una bodega y todo fue diligencia vana por la 160 90r EL VASALLO INSTRUIDO repugnancia de aquel Cabildo. Si la utilidad pública y del Real Erario es tan notoria como igual el celo de estos buenos patricios y se inutiliza por las intrigas o fines particulares de los Cabildos, no es posible que se promuevan los adelantamientos. El comercio se facilita, la conducción es menos gravosa, los riesgos de cuasi seguros naufragios en los balcones o angosturas de Sogamoso se evitan; la seguridad de los intereses es notoria; la comodidad de los caminantes es conocida; la mayor brevedad del viaje es indubitable; al Rey no se le agrava ni perjudica, pues ¿por qué no se ha de compeler a los Cabildos al establecimiento de unas obras tan interesantes en caso de repugnancia, cuando es objeto de la atención de los particulares? No hay duda que la excelencia de este nuevo camino se hará muy recomendable tanto para facilitar al partido de Tequia, Cácota y otros pueblos de la jurisdicción de Pamplona el comercio de la harina, azúcar, añil y otras produc / / ciones, como para adelantar la población y agricultura en aquel Gobierno, pues es uno de los cantones menos poblado del Reino. En el día no se extiende su jurisdicción a más que una parroquia llamada Pie de la Cuesta, la que pocos años hace se desmembró de la ciudad de Girón; y al Pedral y Cañaverales, que son unas cortas poblaciones situadas, aquélla a las riberas del norte del río Sogamoso, y ésta a las del río Cañaverales; la primera distante de la ciudad dos días de camino por tierra firme y medio de navegación río abajo por lo rápido de sus raudales, por cuya causa contemplan tres días de navegación en la subida; y la última tres días de camino, siempre por tierra firme por la aspereza y escabrosidad de las montañas. Estas nuevas colonias harían más recomendable el citado Gobierno; se haría más floreciente su Provincia; se promovería la cultura de los campos, la cría de los ganados y el comercio de vecinas provincias. Lejos de todo peligro en el temible Sogamoso se conducirían las cargas con más brevedad al río de la Magdalena, serían menos costosos los transportes y más cómodos los tráficos por la abundancia y proporciones que ofrecería la nueva población. Este proyecto se funda en la experiencia misma que hizo el Conde de Santa Cruz cuando era Gobernador de dicha ciudad; concluyó su Gobierno, CAPÍTULo VI 90v 161 resolvió incorporarse con su familia en Cartagena, en donde su hijo mayor, D. Antonio de Narváez, es en la actualidad Teniente Rey de la plaza y huyendo los peligros de Sogamoso abrió camino por tierra, por donde caminó / / y aportó al puerto de la Magdalena en el término de tres días, como me lo aseguraron los mismos vecinos de Girón. X Quinto Proyecto 91r Los encabezamientos o padrones en los pueblos son objeto de particular atención en el Gobierno. Para el mejor orden y arreglo de una República es necesario el conocimiento de las familias que la componen con la imparcial distribución de las diferentes clases de individuos que forman el vecindario. Para calcular los consumos es preciso la noticia más exacta del número de habitantes que tiene cada provincia, qué costumbres tienen, en qué ocupaciones se ejercitan, cuál es su carácter y constitución. Con este conocimiento podrá el Gobierno aplicar el remedio a tanto mal. Con sus providencias acabará de una vez con la ociosidad, fomentará la ocupación, reformará los abusos, cortará de raíz la corrupción, cerrará la puerta al desorden, castigará los atentados, hará respetar la justicia y conservará el respeto a los Ministros del Santuario y del Rey. Se conocerán los buenos patricios, no se disfrazarán los díscolos, se verán los hijos bastardos de la sociedad y no tendrán ciudad de refugio los alevosos, homicidas, ladrones y sedíciosos. Cometa un hombre de mala fe un robo, verifique una muerte atroz, hable mal del Gobierno, manifieste sentimientos de revoltoso, convéngase con una mujer por causa de sensuali / / dad, deje su domicilio, transmígrese a otro establecimiento, ponga sus reales en los montes o en sus honduras a la orilla de los caños o ríos a distancia de un día o dos de camino, verdaderamente se halla ya seguro, encontró el lugar de su libertad y refugio. Los jueces de su domicilio no lo solicitan; los de la parroquia o pueblo en donde se ha establecido no examinan la causa y objeto de su trasplantación y este es el origen de tanta insolencia y abominación. Si se manda por punto general que a nadie sea facultativo mudar de domicilio 162 91v EL VASALLO INSTRUIDO y en caso de deberlo verificar por justas causas que tenga, será su obligación representarlas a la Real Justicia y a su propio párroco, y éstos se convendrán en darle el pasaporte y certificación de las causas de su translación y de su vida y costumbres, explicando su estado, nombre y el de su familia, quedando obligado a presentar estas credenciales a los respectivos jueces del nuevo domicilio, siendo obligación de éstos empadronarlo. Seguramente se evitarán con esta disposición tantos monstruos de iniquidad como se presentan a la vista. En la suposición de que todos han de vivir en poblado y que nadie es libre en formar su establecimiento en el campo sin conocimiento de los Ministros del Rey y de la Iglesia con apercibimiento de graves penas y de la indignación del Soberano, queda cerrada la puerta a los malhechores, homicidas, malcontentos y escandalosos; porque como salen fugitivos de su patria o domicilio, sin el auxilio del pasaporte y certificación de su vida y costumbres, no podrán / / presentarse en otra jurisdicción con seguridad a causa de que serán perseguidos de la justicia, luego que ésta tenga aviso de su establecimiento en algún cantón retirado Yoculto. Esta útil disposición serviría de freno y torcedor a los malos para contener su despecho y el furor impetuoso de sus temerarias y locas pasiones. En los naturales de este Reino se descubre una pronta y fácil transmigración de un pueblo a otro sin conocimiento de los padres de la República. Son como el caracol que todo lo llevan consigo, cargándolo sobre sus hombros. Como no tienen propiedad en la tierra que dejan, no se detienen en abandonar su casita que es un rancho de palos, cubierto o encapirotado de palma o paja. Llevando el auxilio del machete, hacha y azadón, fijan su morada en cualquier parte, forman su choza, siembran sus yucas o turmas, rozan un pedazo de monte, derraman el maíz en la tierra haciendo con un palo hoyos en donde ocultan seis o siete granos, plantan sus matas de plátano y a poco tiempo tienen asegurados sus alimentos. La chicha, ajiaco, mazamorra, arepas, bollos y plátano, todo esto es el acopio de su despensa. De aquí resulta el desorden en lo moral y en lo político. De este principio depende la falta de instrucción y de industria de quien es hija la miseria y de ésta la CAPITULo VI 92r 92v 163 despoblación. En tan deplorables circunstancias apenas tiene lugar el temor del celo del Gobierno y de su poder; es inútil freno el espíritu de las leyes; la propensión de algunos a la avaricia y el uso de la / / usura no tiene límites; una riqueza superior disfraza los delitos mismos, por cuyo medio se adquiere el vínculo de sangre; el espíritu de partido, la tolerancia mal entendida y la languidez en los padres políticos son causa de introducirse la rapacidad, la perfidia, la corrupción, la ociosidad, el irrespeto y aun la a.narquía; en el ejercicio de mis misiones he observado toda esta irregularidad y la causa que la produce. Cuando el Excmo. S. Arzobispo Virrey me constituyó cura interino de la populosa parroquia de Tequia por convenio en el año de ochenta y dos, me dediqué a reformar abusos perjudiciales al Estado; solicité a los jueces el padrón a causa de no encontrarse en el archivo de la iglesia; pero me protestaron que no lo tenían. De suerte que allí no se gobernaba otra cosa sino una masa confusa de hombres y mujeres sin conocimiento de gentes; y por lo mismo debemos confesar que el fácil cumplimiento de los preceptos sagrados de la Iglesia de confesión y comunión era arbitrio y que sólo satisfacían a su observancia los buenos y aquéllos de conocida piedad. Iguales desconciertos y trastornamientos en lo político debemos por consecuencia forzoso admitir. El único medio que siempre he contemplado para restablecer el buen orden de una perpetua y constante subordinación a Dios, al Rey y a la Iglesia, es la formación de padrones y la prohibición absoluta de transmigración sin la justificación de los requisitos que dejo proyectados, pues el conocimiento práctico que adquirí en mis misiones / / de la relajación y abandono de la eterna salud con que vivían infinitas gentes y que al eco de la misión salieron a poblado para solicitar el remedio desahogando sus conciencias, me precisa a proponer lo que mi corazón siente. XI Proyecto sexto El recogimiento de los vagos, díscolos y mal entretenidos es objeto de igual atención en el Gobierno. La tolerancia de estos 164 93r EL VASALLO INSTRUIDO monstruos de la República, lejos de ser útil a la Corona, es perjudicial a su conservación. Un miembro podrido en el cuerpo humano se corta para que no se comunique el contagio a los demás de su formación. Los vagos, díscolos y malcontentos son miembros corrompidos de la República y es menester separarlos para conservar su buen orden y esplendor. No es sana política sacar de un pueblo la corrupción y arrojarla al vecino. Nada adelantamos con esto porque es aumentar la confusión, el desorden y la decadencia en la otra república en donde tiene el mismo abrigo la ociosidad y prostitución. Yo quiero producirme en términos que se halle el remedio en todas las repúblicas, se aumenten otras y se cultiven las tierras desiertas, se preparen nuevos caminos para facilitar nuevos ramos de comercio, se adelante el real patrimonio, se hagan útiles los miem / / bros ociosos y se consiga en ellos la reforma de costumbres. Las repúblicas se hallan corrompidas con una multitud de mujeres prostitutas sin ocupación alguna, que viven a expensas de la disolución. No hay divorcios (así llaman las casas de las recogidas) en donde encerrar esta tropa de mujeres perdidas que fomentan las abominaciones en los pueblos y son lazo de la incauta juventud. Algunos jueces celosos, no pudiendo sufrir tanto escándalo, les intiman el destierro a otra parte y muchas veces se ha observado que se han restituído al mismo lugar de su torpe comercio primero que los comisionados de su conducción. Pero aun cuando se consiga su existencia y perseverancia en el nuevo destino nada se consigue. Lo que sucede es aumentar una al número de tantas que hay en el nuevo establecimiento. Esto es enturbiar más las aguas de otra república. Mi modo de pensar es que a las inmediaciones del camino de Carare o de Opón se funden y establezcan algunos pueblos cortos a donde se podrán mandar cincuenta familias pobres, pero de buenas costumbres, que sin menoscabo de la población de las jurisdicciones de Vélez, Socorro y corregimiento de Sogamoso,les convendrá mucho establecerse en las nuevas colonias. Luego puede formarse una leva de vagos, disolutos y de mujeres prostitutas, dándoles destinos en aquellos pueblos, en donde se colocarán de curas, sacerdotes o seculares o regulares, de celo,pureza, desinterés y propensión a la industria y agricultura. Estos les / / CAPÍTULo VI 93v 94r 165 harán comprender que cuando el poder del brazo del Rey los saca del venenoso campo de la ociosidad, no es ciertamente para llevarlos a la esclavitud de una perpetua servidumbre sino para que, haciéndose laboriosos, sean útiles a la Nación.Les harán conocer que aquellos pingiies y excelentes terrenos sólo aguardan a sus manos y la semilla para producir y que precisamente han de ser el campo feliz del comercio y la industria, cuya falta los tiene una larga serie de tiempo ocupados de breñas, matas silvestres y copiosas arboledas, siendo inútiles a los pueblos y sirviendo solamente de abrigo a las fieras y de asilo a los bandidos y malhechores. Ultimamente les persuadirán que sus intereses estaban reservados a estas deliciosas tierras cuyo descuajo necesita de sus esfuerzos más extraordinarios. Se señalará a cada familia un trozo de tierra corto en que gane la subsistencia, capaz de contribuir y de propagarse, constituyendo útil al establecimiento. Se prevendrá a los colonos, como necesaria condición, el cultivo de sus nuevas posesiones, sembrando el algodón, el maíz, el arroz, el fríjol, el plátano y demás árboles frutales, fomentando el Rey este proyecto con darles el primer año las semillas y todos los aperos necesarios para la agricultura del país. Se les dará un Teniente corregidor de iguales circunstancias que el cura, auxiliado de un destacamento pequeño de tropas para el gobierno político / / y hacer respetable su autoridad. No tengo la"menor duda que con las persuasiones e influjos de los curas y con el cuidado del Teniente corregidor de hacerles salir todos los días al campo a su laboriosa faena, teniendo igualmente ocupadas las mujeres en el desmote del algodón y en el torno para hilarlo, se harán útiles a la sociedad, aborrecerán la disolución, amarán la industria, dejarán el vicio, se casarán unos con otros, se verificará la multiplicación, conoceremos las producciones de un terreno fecundo y hasta ahora abandonado, veremos abierto el camino de Opón y conservado con todo el más escrupuloso cuidado; y celebraremos con aplausos y encomios los útiles adelantamientos y las ventajas tan felices del Rey y de los vasallos. ¿Qué comercio tan grande de harinas, azúcares y algodones no registrarán nuestros ojos? ¿Qué abastos tan EL VASALLO INSTRUIDO 166 94v surtidos no lograrán Cartagena y los demás pueblos de la Costa? Los transportes serán más fáciles, la conducción menos costosa porque será más más cómodo el viaje, los traficantes encontrarán todo los necesario para su conveniencia y para el pasto de las mulas; los comerciantes la seguridad de sus géneros, y todos el ningún riesgo de los indios y forajidos que hasta ahora tenían ocupadas aquellas tierras; conozco el carácter de la plebe o vulgo del Reino, que es a lo que lo inclinan. Todos abrazan los sentimientos que les inspiran y proporcionan. Son como las cabras, que por donde entra una pasan todas. Gentes dóciles, robustas y fuertes pa / / ra las faenas del campo. Gentes que si llaman a rebelión todas están prontas; y gentes que con la misma facilidad si oyen la espantosa voz de la misión, todos se presentan con la mayor ternura, despedazando sus carnes con inhumanos golpes de rejas y cadenas.Todas las provincias contiguas a la de Vélez tendrán su comercio de harinas, azúcar, dulces, panelas y algodón por este camino, en cuyas cercanías dentro de pocos años será grande la población y floreciente la agricultura. No hay necesidad de presidios, en donde los trabajos y la miseria acaban con la vida de los hombres, sin embargo de hacerles acreedores a esta pena su insolencia y depravada conducta. Conmútese a los vagos y malhechores este castigo; será útil para ellos y para el Estado su destino a estos nuevos establecimientos como igualmente a los del nuevo camino de Girón. XII Proyecto Séptimo 95r Civilizar los indios será acción gloriosa en el ministerio. España llena un imperio vastísimo con muchos millones de vasallos de esta naturaleza, tan sujetos y tan obedientes como los de Europa. Si se hallara el medio de hacerlos hombres útiles y ocupados no hay duda que sería la obra grande de este siglo, y la mina más rica y abundante de cuantas se han descubierto / / hasta ahora. Yo creo firmemente que hablando de los indios de este Reino, todos los alivios y privilegios que se intenten CAPÍTULo VI 167 conceder y derramar sobre ellos no son suficientes a extraerlos del mísero estado de su inutilidad. Es necesario arrancar de raíz la causa de su brutalidad, inacción y ociosidad, manantial perenne de embriaguez y otros vicios que los dominan. Yo estoy firmemente persuadido que es necesario injertarlos para que insensiblemente se acabe su casta y pasen al estado de zambos y mulatos. Si no degeneran de su ser, al cabo de mil años siempre serán indios y siempre vivirán con ellos sus pasiones naturales. El acebuche, si no se injerta, siempre subsistirá en su naturaleza silvestre. Los indios son acebuches silvestres y sino se injertan siempre serán manos muertas y miembros inútiles de la sociedad. Con consideración a este sistema se podrán expedir las convenientes disposiciones para que mediante el santo matrimonio se mezclen con otra clase de gentes. XIII Proyecto octavo 95v Hasta ahora se ha creído que las minas son el ramo más feliz de la Corona; pero yo, lejos de persuadirme esta verdad, soy de parecer que son la causa de los atrasos sensibles que sufren las Provincias. La de Antioquia, que toda está lastrada de oro, es la más pobre / / y miserable de todas, a proporción de la riqueza que en sí contiene y del mayor valor y estimación que puede ofrecer al Real Erario.En el año de ochenta tuve el gusto de pasearme con el ejercicio de las misiones hasta por los últimos rincones de ella. A tropas se me presentaban lo pobres, cargados de miserias, sin embargo de estar ocupados en solicitud del oro. Toda su riqueza y toda su abundancia está reducida a unos cuantos comerciantes que la habitan. Parece paradoja la proposición pero es realidad efectiva de lo que acontece. Yo medité varias veces y profundamente la causa de este raro fenómeno y no pude comprender cómo estando y viviendo en el centro mismo de la riqueza, faltaba la abundancia y reinaba la miseria. Por último, concluí que la mala versación en solicitar el oro y la falsa preocupación de aquellos naturales es el origen de tan triste decadencia. Convengo en que se trabajen y fomenten las minas porque si faIta esta ocupación 168 96r 96v EL VASALLO INSTRUIDO descaecerá también el oro, que es el precio de las cosas; pero abomino y tengo por errado pensamiento el que todos se dediquen a buscar la subsistencia afanándose en lavar el oro. La verdadera y rica mina para algunos es la agricultura, la cría de ganados y manufacturas. Ni todos labradores, ni todos artesanos, ni todos mineros. Es menester hacer un repartimiento / / de manos que produzcan utilidad al Estado y a los intereses de los vasallos. Es preciso fomentar las minas, previniendo que solos los dueños que puedan mantener cuadrilla para su laboreo y trabajo las conserven y adelanten con el mayor esfuerzo. Todos los demás que llaman mazamorreros, esto es, los que todos los días se van a una quebrada o arroyo y se emplean en socavar la tierra lavando el oro, se les proporcionará el modo de promover la agricultura y las demás producciones que ofrece la nobleza de su terreno. Este es fecundo en los tres reinos: vegetal, animal y mineral y sólo aguarda la ley de la sabia aplicación para entregar los tesoros que encierran sus deliciosos campos y copiosas arboledas. El acopio del oro que hacen estos mazamorreros se reduce a dos o tres tomines al día, siendo el importe de cada tomín dos reales en plata. El excesivo valor de las ropas y lo caro de todos los comestibles no puede cubrirse verdaderamente con el jornal diario de los dos a tres tomines que les ofrece la ocupación en los socavones de la tierra. Este es el origen de la pobreza y miseria que se experimenta en una tan pingiie y rica provincia. Destínese esta infinidad de tropas mazamorreras a la agricultura, a las artes, a las manufacturas y otras ocupaciones útiles, en las que celará el Gobernador o Juez respectivo su cuidado, aplicación y adelantamiento, y en breves años se verán florecientes los importantes ramos de agricultura, industria y comercio, conduciéndolos al más ventajoso establecimiento, al que su inacción y desidia contemplan forastero / / por el engaño y preocupación en lavar el oro. Los primores de frutos y producciones excelentes que la naturaleza ha depositado en sus tierras son el campo ameno para investigar y combinar los varios ramos de utilidad y conveniencia al Estado y a los intereses propios de cada particular. Afánense con incesante fatiga por descubrir las luces de este rico CAPÍTULo VI 169 diamante y seguramente se les presentarán conocimientos bien sensibles en los progresos de sus tareas que son la causa de la abundancia, felicidad y ventaja, mirando desterrada la miseria entronizada en sus pueblos por espacio de más de dos siglos. XIV 97r Formados ya los hombres útiles por medio de la ocupación, arrancados ya todos los estorbos, preparados ya los caminos y radicadas ya nuevas colonias, se deberá contemplar el Reino como en los principios de su pacificación. Si se tiene por conveniente, podrá el sabio ministerio pulirlo y darle nueva forma, brillo y esplendor, formando los reglamentos proporcionados para extraerlo del estado del embrionismo y presentarlo a la Europa con semblante más hermoso, útil y ventajoso en lo moral y en 10 político. El modo de no gravar a los vasallos y tener el Rey todo lo necesario para su alta dignidad, para la administración de justicia y para la justa defensa de su monarquía, es promover la agricultura, fomentar la industria y facilitar el comercio. Conseguido esto, nace y crece segura // mente la abundancia y lejos de oprimir y pensionar a sus vasallos con nuevos impuestos y contribuciones, les proporciona su mayor felicidad, que es una de las principales obligaciones del Soberano. Toda la grandeza de los reyes consiste en la riqueza de sus vasallos. Esta se adquiere por la industria y ocupación; de suerte que será mayor o menor la ocupación e industria de sus vasa1los. Estos mirarán siempre con horror la infidelidad, la rebeldía, las conmociones populares y siempre se conocerá en ellos más afianzada la obediencia, el amor, quietud y fidelidad, viendo a su Soberano empeñado en no pecharlos y en prepararles su fortuna y prosperidad. Aunque estos mis proyectos ahora en los principios les parezcan algo duros y violentos, ellos mismos han de conocer que son la base fundamental de su mayor prosperidad y conveniencia. El principal cuidado del ministerio será introducir el más prudente y sabio gobierno; radicar en la juventud el verdadero espíritu del patriotismo mandando formar un catecismo que hable sólo del 170 97v 98r EL VASALLO INSTRUIDO constitutivo de la sociedad y de las obligaciones del vasallo para con el Rey y sus Ministros;que éste se enseñe uniformemente en todas las escuelas públicas, y previniendo a todos los Reverendos y Sres. Arzobispos y Obispos que por medio de sus párrocos se instruyan los pueblos en las obligaciones del cuarto precepto de la ley santa de Dios por medio del mencionado catecismo, a fin de que resplandezca en todos la uniformidad de doctrina. Establecer con todo vigor los padrones o encabezamientos; reducir a vida civil a todos los dispersos en el campo; expurgar las repú 11 blicas de los miembros muertos en lo moral y político; fundar nuevas colonias, abrir nuevos caminos y construir puentes y levantar calzadas; precisar a los dueños de muchas tierras al cultivo de ellas, pues con esta condición se les concedieron los títulos, o que los cedan en favor de las familias pobres que carecen de este beneficio y no tienen en donde emplear sus brazos, viéndose precisados a ser colonos de otros; y no hay duda que con esta providencia los campos serán más cultos, será mayor el disfrute y serán más copiosas y abundantes las cosechas. Transmigrar las familias de aquellas provincias en donde abundan y se multiplican más los pueblos a otras más desiertas y despobladas; establecer nuevas fundaciones, poblando las riberas del río de la Magdalena desde Venadillo hasta la angostura de San Bartolomé, que hay siete días de navegación arriba, en donde no se halla población alguna, en perjuicio de la comodidad de los traficantes y en decadencia de aquellas tierras tan abundantes como deliciosas, en donde podían florecer más de dos millones de árboles de cacao; proteger y fomentar las misiones, aumentando el número de religiosos para industriar e ilustrar a los indios bárbaros, pacificarlos por amor, dulzura y suavidad, brindándoles con humanidad y buen trato la protección del Soberano; y por ningún modo abrazar conquistas violentas y sanguinarias, publicando hostilidad y guerra contra ellos, sino en el caso urgente de insulto a la Nación, matando 11 con barbarie feroz a los vasallos del Rey y negándoles el cuartel de humanidad contra el derecho común de las naciones, en cuyas críticas circunstancias es justa la defensa, la guerra y la hostilidad. 171 CAPtruLo VI xv 98v Establecido este sistema se podrá ya pensar en formar los ramos pingiies del mejor comercio porque hay miembros útiles en la sociedad para el desempeño. El té de Bogotá, la quina, el algodón, el añil, el corte de maderas, el azúcar, el cacao, el beneficio de la cera, son otros tantos ramos útiles, capaces de enriquecer la Nación. La sementera del cáñamo y del lino, que por precisión debe producir con mucha abundancia por manifestarse el terreno inclinado a su producción, no es ramo de menor atención. El café,los aceites varios y preciosos, las resinas y gomas, las esmeraldas y perlas, el carey y la cochinilla, el ámbar y el lacre que es tan abundante en el valle de Tenza, caminando a Tunja, cuyo árbol que los cría se llama lanzarillo, en donde tronché por curiosidad algunas ramas, y verdaderamente se ve destilar el humor lacroso, todo este conjunto de preciosidades de que es capaz este Reino, provoca ciertamente el establecimiento más ventajoso de un ramo de opulento comercio. Las harinas, conducidas por Carare u Opón y por el nuevo camino de Girón, forman otro ramo de superior riqueza. Este proyecto de las harinas penll só establecerlo el Excmo. Sr. Marqués del Villar, Dr. Josef Pizarro, luego que entró en su Virreinato de Santafé. Tan propenso era a los adelantamientos del Estado que con el mayor celo mandó abrir nuevo camino en la Provincia de Vélez para la fácil conducción de ellas a Cartagena. Esto no tuvo el deseado efecto por entonces, ni después lo ha tenido muy feliz, así por la mortandad grande de hombres y bestias que hubo en la abertura de los montes, como por la aspereza y dificultades del camino y porque algunas harinas, con la distancia que hay de Vélez a Cartagena y la conducción necesaria por el río Magdalena y temperamento calidísimo, llegaban ya podridas a la Costa. La Corona, el Nuevo Reino, las Provincias de la Costa, la religión y el sacerdocio, todos igualmente se interesan en este proyecto. La Corona, porque ve enajenados los tratos clandestinos y los fraudes tan frecuentes que se hacían en el comercio de las harinas extranjeras; El Nuevo Reino, porque tienen salida las harinas que de algunas provincias se pudieran mandar y expender 172 99r 99v EL VASALLO INSTRUIDO en la Costa; ésta, porque sus habitantes no están necesitados a tomar las que traen los extranjeros, sean de trigo o sean de legumbres, con el dolor lastimoso que los atormentaba de poner en forasteras manos la plata y oro que ya nunca tendrá giro y circulación en nuestros pueblos. Por último, la religión y el sacerdocio, porque no fluctuaran entre temerosas dudas si aquella harina, traída por manos de gente tan extraña como enemiga de la religión, sea o no apta materia / / para el sacramento y santo sacrificio. Para fomentar este ramo tan útil convendrá mucho cortar las causas que en los pasados tiempos le inutilizaron enteramente; a mí me parece que para la mayor estimación de las harinas en las Provincias de la Costa se reformen todos los molinos que se conocen en lo interior del Reino. Para este efecto podrán mandarse de España maestros inteligentes y prácticos en el constitutivo de estos ingenios y máquinas provechosas a fin de que visiten y examinen las piedras redondas que se llaman muelas; enseñen a los naturales del país el modo de picarlas, el punto de gravedad y movimiento que han de tener las aguas que han de mover las ruedas, porque de aquí depende la mala o buena calidad de las harinas y la mucha o ninguna estimación de ellas. La ignorancia que en esta materia se tiene es causa de que las harinas salgan quemadas o muy gruesas y tanto uno como otro resalta en perjuicio de sus dueños y del establecimiento de su comercio. En las bodegas de la Magdalena no descansaron las cargas en el suelo por causa de la mucha humedad que les inutiliza. Se establecerá una factoría de champanes, botes y canoas por cuenta de S. M., quien los franqueará a los interesados de este ramo para su fácil y pronta conducción a Cartagena, sin que se demoren mucho tiempo en la bodega. De este modo reportarán conocida utilidad los dueños a causa de que el Rey, como buen padre y que desea ser felices a sus hijos, les proporcionará / / este principio de fomento útil, llevando un escaso derecho por el buque, hasta que repare los costos que ha impendido en su construcción. Si este pensamiento no es adaptable, se podrá formar una compañía de buenos y ricos patricio s para desviar toda especie de gravamen y opresión y facilitar los transportes con menos costos de los que en la actualidad son CAPÍ'fULoVI 173 necesarios. Los bogas, que son los marineros prácticos del río, navegarán más gustosos porque serán más bien (sic) pagados; su salario sería plata efectiva y no la mitad en géneros de la tienda del mismo dueño de los champanes a que les precisan en el día de hoy porque su subsistencia depende de ellos, con conocido perjuicio de los pobres. Los que tienen establecido su comercio en el flete de los champanes son pocos los que en la actualidad existen; se han hecho necesarios para la navegación en el río de la Magdalena, pero viendo que el Rey o la compañía los franquea más baratos a sus vasallos con el objeto de promover sus intereses, desistirán de su rigor, cesará en aquéllos la opresión y resultará en éstos la conveniencia y propia ganancia. Para su más estable firmeza se podrá mandar al Cabildo de Cartagena que la crecida cantidad de pesos que producen los derechos del Dique se invierta en su continuo aliño y composición y de ningún modo se permita emplearla en otra atención. Que la boca por donde el Dique recibe las aguas de la Magdalena se profundice lo necesa / / lOOr rio y se ponga una compuerta firme y segura para evitar toda especie de irrupción que puedan causar las corrientes de la Magdalena a fin de que en todo tiempo del año sea navegable el Dique y se puedan conducir al puerto de Cartagena las harinas, algodones y todas las demás producciones interiores del Reino. Quien quiere un fin ha de facilitar los medios para su consecución. En los principios de todo establecimiento útil es indispensable la mano poderosa del Soberano por algún tiempo hasta que se hayan quitado todos los estorbos. Los abusos de poca entidad se despreciarán; los que no se puedan remover sin mayor daño se disimularán y sólo los que se oponen a la felicidad común son los que se han de tomar con toda fuerza sin ceder a la de los estorbos hasta desarraigarlos enteramente. En el día tenemos un Monarca que todo es para su Nación. En los casos de promover su real patrimonio sin perjuicio de sus vasallos sabe oponer un ánimo firme y constante a las dificultades que ocurren en la ejecución de sus designios. A su ejemplo sabe su político y sabio ministerio sostener con fortaleza la utilidad de los proyectos que se dirigen a la felicidad de la Nación y de los particulares, llevándolos hasta el cabo con 174 EL VASALLO INSTRUIDO dulzura, prudencia y rigor. Los vasallos que ven los pocos costos que tiene la conducción y transporte de sus frutos se animan a promovedos y adelantados. Convendrá mucho que las cajas / / lOOv de los propios que tienen las villas y ciudades sean visitadas por comisionado íntegro, el cual verá sus consumos, tomará sus cuentas y les dará una asignación útil, relativa a la plantificación de estos proyectos. Convendrá igualmente que en la capital se establezca una sociedad de buenos ciudadanos que, como hijos legítimos de la Nación promuevan los adelantamientos de las ciencias y de las artes; pues con su establecimiento florecerá del Nuevo Reino, se adelantará la agricultura, tomará nuevo ser la manufactura, se hará feliz el comercio, se aumentará la población, destenuará la miseria, introducirá la abundancia, desterrará el vicio, formará una pura y exacta historia, mandando socios por las provincias a tomar un conocimiento imparcial de los tres ramos, vegetable, animal y mineral, midiendo la distancia y situación de los pueblos para confusión de los extranjeros que continuamente nos están insultando sobre los puntos de nuestra historia. En fin, esta sociedad, compuesta de hombres sabios, de excelentes mozos de que abunda el Reino, en talentos y buen gusto de las letras, hará a los hijos del Reino hombres ocupados y útiles a la patria. El conocimiento práctico del país, la observación del carácter y constitución de sus naturales, mi natural inclinación a los adelantamientos ventajosos, mi conocido amor al Soberano y el celo que tengo de su mejor real servicio y de la prosperidad de sus vasallos, mis ama/ / 101r dos compatriotas, me han puesto en la indispensable necesidad de proponer proyectos forasteros a mi profesión. 175 CAPITULO VII Demuestra que fue acto formal de rebelión contra el príncipe la acción de tomar las armas las comunidades en el año de 81 1 Confieso,amados lectores, qu~lo el celo del mejor real servicio y de la salud de las almas me precisa a tomar la pluma y hablar en este capítulo en defensa de la autoridad pública y Majestad temporal, para desengaño y confusión de aquéllos que, gobernados por el espíritu de ilusión, intentan desmentir con el disfraz de injusticia en los trobutos la temeraria y rebelde acción de tomar las armas en forma de comunidades amotinadas contra la soberanía",Si el arriesgado manejo de una tan poderosa y elevada materia me fuerza por alguna de tantas causas excusable, elegiría gustoso el partido de un perpetu<?callar,por el más seguro síntoma de cuanto puedo proponer/El celo del ministerio y la fidelidad que profeso a mi Soberano no me permiten el silencio/me precisan no sin trémulas voces, hijas propias de mi temor, a vencer cobardías, a deciararme con/ / 101v tra los respetos humanos y hablar. El audaz arrojo de un General de la sedición en quererme persuadir que no fue rebelión formal la resolución tomada por los pueblos tumultuados en el año de ochenta y uno, protestándome que ya se había tomado la pluma en este particular, me ha colocado en tan triste como agradable situación. Creo que sólo el respeto del real servicio que intento hacer en esta desmotración quedará bastantemente satisfecho. II Para mayor claridad de la materia hemos de suponer qué cosa sea Majestad y cuáles los miembros que la dividen. A 176 EL VASALLO INSTRUIDO tan alto grado de excelencia se mira elevada esta voz: Majestad, que en sentir de Deciano no es otra cosa que una potestad, o autoridad sagrada, o suprema o que tenga el lugar inmediato al honor supremo.! No se detendrá el político instruído en afianzar en Dios la suprema potestad que por naturaleza le compete sobre la inmortalidad del alma y sobre la corruptibilidad del cuerpo. La del alma es debida a la Santa Sede que se extiende a todo el universo. Ella abraza las vastas amplitudes de los imperios, de los reinos, de los ducados, de las repúblicas y de toda la redondez de la tierra, y ésta es inferior al honor supremo, que sólo a Dios es debido. La del cuerpo la goza igualmente el Santo Papa dentro de los linderos de su Reino, tanto que no reconoce superioridad en lo temporal como Rey / / lUZr que es de los romanos. De esta suprema autoridad temporal gozan los emperadores, los reyes, los príncipes, los duques y las repúblicas que se miran independientes y ejercen la autoridad pública por medio de su sabio y superior Senado. Tales son los Gobiernos de Parma, Toscana, Saboya, Venecia, Génova, Holanda y las nuevas colonias inglesas en la América, que en el presente año de mil setecientos ochenta y tres se separaron de la Gran Bretaña a fuerza de armas y se les declaró la independencia en los tratados de paz que las celebradas potencias de Francia y España formaron con la corte de Londres. Muchos príncipes de Alemania gozan de regalía y sin embargo de no pertenecerles propiamente el título de Majestad por reconocer superioridad en el Emperador, cometen delito de lesa majestad los que olvidados de su ser vulneran y ofenden su autoridad. Doctrina es de Gómez a quien cita el Farinacio.2 Esta mayoría y la potestad suprema temporal ni los reyes la pueden enajenar, ni los vasallos usar ni prescribir. Ella es el constitutivo de la Majestad, del cetro y corona real. Ella es un reconocimiento supremo que por derecho divino nace con los reyes/¿Qué confuso desconcierto se observara en el cielo estrellado si por otra providencia intentasen las estrellas 1 2 Lib. 7 cap. 2. num. 1. de su trat. crim. (lOlv P). Gom.Quest. 112.n. 184.(102rQ). CAPITuLo VII 177 usurpar los rayos al sol que es el rey entre los planetas? Esta misma confusión vieran nuestros ojos en los reinos si los rayos de la jurisdicción suprema pudieran cederlos los / / l02v reyes y poseerlos los vasallos. Se dividiera el Imperio y quedara acéfalo y sin cabeza. De aquí nace que los que audaces y despechados intentan oponerse al trono, son hijos bastardos del Reino, miembros contagiosos de la sociedad y monstruos rebeldes contra el padre mismo que los civilizó. ! III No se ignora que la rebelión es una dolos a voluntad manifestada con hechos positivos de los súbditos que resisten a los mandatos del Príncipe y que conspiran contra su honor y fidelidad. Por la rebelión no sólo se desprecia el mandato superior o del Soberano sino que se abrazan y excitan positivamente acciones que intentan obscurecer y disminuir la autoridad real y la potestad suprema~(jTomar las armas, alistar tropas, formar bandos, promover facciones, unir malcontentos, fundar partidos, fomentar sediciones a fin de ofender la real justicia, destruir el real erario, vilipendiar y quemar las armas del Rey, hacer liga con los enemigos del Príncipe, procurar juntas de comunidades armadas para la tirana resistencia de los mandatos superiores, ¿qué otra cosa es sino una formal rebelión7Esta, o se toma con todo rigor y propiedad o no se toma. Si no se toma, el que no obedece, lejos de toda / / lO3r especie de dolosa maquinación al mandato del Príncipe, no incurre en el ignominioso lunar de la rebeldía formal. Si se toma, no hay duda que es propiamente formal rebelión el acto doloso con que se intenta conspiración contra el honor y fidelidad propia de los príncipes. Varios son los modos con que los vasallos pueden intentar rebelión contra su Rey y Señor natural. El Derecho común y las Leyes de Partida forman su extensión hasta el número catorce 3 y Mateo de aflictis hasta cuarenta y cinco.4 Yo, deseoso de obviar toda 3 4 Leg. 1. et sqq. f.f. ad Leg. jul. Maiest. et lego 1. tit. 2. part. 7. (103r R). in C. 1 a n. 1. usq. ad 53 et a n. 73. usq. ad 111. (103r S). 178 l03v 5 EL VASALLO INSTRUIDO molestia, sólo me reduciré a proponer aquéllos que tengan identidad con los acontecimientos de las alteraciones pasadas/Los que se separan realmente de la obediencia del Rey y se visten del espíritu de oposición, declarándose por parte del partido contrario es propiamente rebelde (sic) y llama contra sí todos losjustos enojos del cielo ofendido, todos los rayos del Vaticano, todo el rigor de las leyes y toda la rabia y furor de la naturaleza. No es menos rebelde el que con malignas persuasiones intenta seducir a los buenos vasallos de la obediencia del Soberano desquiciándoles de su natural sosiego y quietud Igual monstruosidad produce el que degenerando del cárácter de hijo de la Nación emprende la cruel resolución, hija legítima del más vil pensamiento, de levantar el grito / / sedicioso y contumaz, resistir y acantonarse contra los Ministros regios que gobiernan los reinos y las provincias en sentir de la Iglesia y sus doctores5 como los de la Regia Potestad. No halla términos la voz para poder significar el atroz delito de aquéllos que con ánimo guerrero directamente maquinan empresas para la República o autoridad monárquica para dar de una vez al traste con ellas y sus recomendables respetos, o intentan afectar dominio supremo. Este audaz impulso directamente hiere la Real Persona con respecto a la autoridad sagrada que la ilustra y por esta causa es sacrilegio el más horrendo. Las conspiraciones, conjuraciones y voluntarias confederaciones con otras muchas para cortar la autoridad regia, previendo ejércitos sectarios y faccionario s, sin otro fin que desatender y resistir a la voluntad del Monarca, y formando tumultos populares con aclamaciones y confusa gritería de la plebe amotinada, son actos y producciones legítimas de la reb~lión más formal, como también el atentado cruel, sacríl,egb y temerario de establecer nuevos tribunales, dar ser a nuevos magistrados y formar consejos supremos, dando órdenes, expidiendo leyes y ejercitando un Go / / Text. in extravag. Qui sint rebelles, Ancharan. in elemento Pastoralis, num. 7. de sent. et rejudicat. Farinacio, q. 113 Y 112. num. 140. Gigas de cnm. Lese Maiest. Tit. de Rebell. q. 18 paisim jure consulti. (103v T). ~. CAPiTuLo vn 179 104r bierno intruso, contrario expresamente a la soberanía. Regístrese a Farinacio, Deciano, Gigante y a todos los que se aplicaron con particular cuidado a escribir sobre el título ad Legem Juliam Majestatis, y se verán los modos de ofender la soberanía y la pública autoridad. Con este convencimiento, ¿qué dificultad podrá ofrecerme que me impida y perturbe la pureza y legitimidad de mi asunto? IV No se puede dudar porque es tan público como notorio que el año de ochenta y uno se levantaron las comunidades de este Nuevo Reino y acaudilladas con las armas en la mano, salieron a tropas de sus respectivos pueblos a juntarse en el campo de Zipaquirá, en donde los esperaba el Capitán general de la rebelión para formar el ejército y unir las fuerzas rebeldes a fin de invadir bárbaramente la coFte,...expoliar a los Ministros regios de la legítima autoridad real y causar lastimosos estragos en los ramos de rentas de S. M. Católica. Esta guerra fue injusta y opuesta al Derecho público. Esta guerra fue privada y civil a causa de haberse suscitado entre los vasallos de un mismo Rey. El derecho de hacer la guerra es privativo al Soberano y la misma acción de publicada los vasallos, aunque no fuera contra la Real Persona, era apoyo incontrastable de su rebeldía por usurparse la jurisdicción supre 1/ l04v ma que por naturaleza y religión les es negada.Ella misma es el mejor indicante de la entera destrucción del orden político y cristiano que consisten aquél en la subordinación de súbditos a superiores, de vasallos a monarcas, cuyas leyes fueran inútiles si en unos no fuera obligatoria la observancia y en otros natural la potestad de poder compeler10s al fácil cumplimiento de ellas; y éste en el buen orden de la moderación de costumbres y de todo lo que conduce a la honestidad civil, paz y concordia de la República.Sin la subordinación de miembros a la cabeza ni el cuerpo natural pudiera subsistir, ni el político conservarse. En la antigiiedad sólo se permitía a los condes, ricos hombres y grandes del Reino levantar tropas, y armados con ellas se presentaban a la defensa del Reino cuando improvisamente era insultado 180 EL VASALLO INSTRUIDO por las fuerzas enemigas; y en prueba de esta facultad se les privilegiaba con las gloriosas divisas de pendón y caldera, que ahora son blasones distinguidos de muchas familias españolas. En nuestra floreciente época en la que ya la Nación es más culta, el derecho de enarbolar banderas, levantar estandartes y formar cuerpos militares es regalía peculiar de la Real Persona; y sólo en caso de hallarse bloqueada una plaza y amenazada la provincia la escuadra y ejército / / 105r contrario se permite al Gobernador o Capitán general que tiene su mando establecerlos para la precisa defensa de ella. Lo dice Olmeda en sus elementos del Derecho público.6 ¿En qué derecho se permite que los vasallos levanten y mantengan cuerpos de tropas respetables para llevar adelante su despecho? ¿Qué república o monarquía ha sufrido con paciencia silenciosa la soberbia temeridad, la audaz presunción y la sacrílega osadía de los vasallos que en calidad de tropas armadas, de juntas desleales y sediciosas juzguen su misma causa, se declaren árbitros de su litigio tomándose temerariamente la licencia atrevida de jurisdicción suprema? ¿Yno es este despechado arranque el que en el año de ochenta y uno, en el mes de Marzo, acreditaron los hijos de este Reino? ¿Yno esta la hidra monstruosa de los abismos que levantó su conspirada y tumultuada cabeza, intentando con soberbia preocupación oponerse al trono? En tan crítica situación se hallaba el Rein9f'Sepensó desnaturalizar la religión, la política y el vasallaje, se trastornó todo el buen orden; los miembros se transmutaron en cabeza; los súbditos en superiores; los fieles en partidarios; los hijos en extranjeros y el Real Erario en rentas comunales. Formó su motín la plebe, dio el sacnlego grito: viva el Rey Y muera el mal Gobierno. { / l05v ¿Será esto rebelión? Continuó sus desleales atentados paseando por las calles a son de caja, con bandera negra, excitando en unos la desconfianza con el Rey, en otros la contumacia a sus mandatos, en éstos la conspiración contra la Real justicia, en aquéllos la destrucción del Erario de su Majestad, y en todos la acción más tirana y cruel contra el honor de la Real Persona, apedreando sus Reales armas, 6 Olmo tomo 2. pago 8. (105r U). CAPÍTULo VII l06r ) 181 expoliándolas de la antigua posesión de su lugar, arrojándolas a la tierra, pisándolas con vil desprecio, haciéndolas menudos pedazos con las lanzas, y en algunas partes sacrificándolas vergonzosamente a las llamas en pública hoguera. ¿Será esto rebelión? Declé!l~ós.!1~dependencia, quiso gobernarse corno República soberana, nombró Magistrados, estableció un Consejo Supremo, que lo componían seis Capitanes generales con su Secretario de Estado, para la fácil y pronta expedición de los negocios de la empresa, saliendo de este subrepticio Tribunal los títulos de Tenientes generales, de Sargentos Mayores, de Capitanes con las ordenanzas para las tropas, aunque sin la formalidad propia de la milicia y los reglamentos para los Comunes, con apercibimiento de multas pecuniarias, de azotes y de la vida. ¿Será esto rebelión? Se firmaban títulos de Capitanes volantes y se les asignaban tropas a fin de que caminasen de / / provincia en provincia, de ciudad en ciudad, de villa en villa y de lugar en lugar para conmover a sus habitantes, tumultuarles y atraerles al partido de la facción, condenando los estancos reales y declararles a voz de caja por cuenta de los Comunes para los costos de la empresa. ¿Será esto rebelión? Se mandaron ordenes rigurosas de comisión para que los Cabildos y los pueblos prestasen juramento de fidelidad y obediencia a los Capitanes generales del Socorro, amenazando con graves penas a los que se oponían con espíritu de legítimos ciudadanos a sus tiranos y conspirados designios. ¿Será esto rebelión? Se desarrajaban las puertas de las cárceles reales, se ponían en libertad los presos, volvían a sus desenvolturas y atrocidades los facinerosos a presencia de los Ministros del Rey; iban estos fugitivos unos por los montes y otros a la lengua del agua, sitio propio para la defensa, contemplándose objeto de sus iras y persecuciones, y quedando las Repúblicas desiertas de Real justicia en atención a que el supremo figurado Consejo era el Tribunal de las causas, en donde se trataba de quejas y se conocía de apelación sin atender a la Real Audiencia para estos actos de jurisdicción. ¿Será esto rebelión? Aprisionaron a un Sr. Oidor, que en calidad de comisionado por la Real Audiencia, iba a desempeñar los cargos y los fines de su comisión, auxiliados de las tropas que / / 182 EL VASALLO INSTRUIDO 106v formaban la expedición por parte del Rey, a la que hicieron prisionera de guerra, quedándose con las armas de su Majestad y con todos los pertrechos de guerra anexos a una expedición de tanta gravedad y conveniencia al Real servicio. ¿Será esto rebelión? Llegó a tanto su despecho que en forma de ejército se presentaron a las goteras de la Corte, la amenazaron con el último exterminio y amante de su libertad, la precisaron con precipitadas violencias y sacrílegas vejaciones a sellar y autorizar, bajo la religión del juramento en presencia de Jesús Sacramentado, las más inicuas, crueles, sediciosas y contumaces capitulaciones. ¿Será esto rebelión? Se pensaba ya con aquéllas respirar y cobrar nuevos alientos después de tanta languidez. Quién no creyera que después de tan penosos afanes, sustos, cuidados y temores que lleva consigo una general inundación de infidelidad, despecho, inobediencia, contumacia y rebelión, que la Corte y el Rey no gozaran de una entera tranquilidad, quietud y sosiego descansando en el monte santo de la paz, libres del general naufragio como el arca noemítica sobre los de Armenia? No fuera extraño el pensamiento, ni difícil la creencia. Pero como el corazón del hombre es tan inconstante y la preocupación es madre del desatino, no satisfecho el cuerpo de la sedición, / / 107r hambriento de mayores insolencias y más perniciosos desbarros, no se dio por contento de las capitulaciones de Zipaquirá, y continuando nuevos excesos en los tumultos populares y frecuentes motines, intentó nueva invasión contra la Corte, con prevención de nuevas capitulaciones, peores y de más temibles consecuencias que las primeras. ¿Será esto rebelión? Aun estando en su cuna las temerarias y alevosas capitulaciones, los hijos bastardos de la sociedad, lejos de llorar arrepentidos su delito, intentaron de nuevo llevar adelante las ideas de sedición. Formóse la Junta en una de las casas de la capital para examinar el modo de cometer la última maldad, constituyéndose víctima dolorosa de su furor la muerte cruel de los pocos y nobles españoles que descuidados descansaban en el-eentro--~~''¡a,\ ciudad.Resolvióse por todaaquella inhumana comtlnidad j dar el último golpe a la i'n~ncia, degollando'a ros verdaderos israelitas, valiéndose para su tirana ejecución de las pardas sombras de la noche y debiéndose juntar a las dos CAPITuLo VII 183 de la mañana en la plazuela de Las Nieves, para acometer furiosos como lobos hambrientos a saciar sus pasiones vengadoras con el sacrificio de la sangre inocente y española. Efectivamente hubiera llorado la ciudad catástrofe tan funesta si uno de la Junta, cuyo nombre callo de propósito, horrorizado // l07v de barbarie tan feroz, no hubiera denunciado designios tan crueles al Dr. D. Eustaquio Galavis, Alcalde ordinario, y éste al Comandante general de las armas, el Sr. D. Cathani, Ministro de la Real Audiencia, los cuales, como hijos de Marte, lejos de conocer cobardía, juntaron las pocas fuerzas que tenía la ciudad, tomaron las armas con valor, se apoderaron en tiempo oportuno de las bocacalles de la citada plazuela para impedir la entrada de los malcontentos, aprisionaron hasta sesenta malhechores y no pudiendo asegurar las cuatro cabezas principales, que se refugiaron en la villa del Socorro, continuaron en la defensa de la ciudad y de sus propias vidas. ¿Será esto rebelión? Si no fue rebelión, a qué fin solicitar con tanto desvelo el general indulto de la Majestad? Si no hub9 prevaricación de las leyes más sagraºªs, ¿de qué sirve la Real indulgencia? Esta misma solicitud es el testimonio más auténtico de oposición fuerte que sufrió la soberanía. v ¿Hasta cuándo ha de tener duración el engaño? No se ignora hasta dónde llega la fuerza de un empeño. Es cierto que una pasión dominante es manantial envenenado y todo lo que de él nace es vicioso. Aun // lOSr que ella atormente y fatigue y consuma el corazón, no le inquieta ni perturba. Su dominación es causa y aun autoriza los excesos más públicos. No hay cosa que más admire que el sistema que se forma de justicia y de razón. La ilusión representa una metamorfosis aparente y ridícula. Manda que los objetos hagan demostración ostentosa de su mismo disfraz, y que se manifiesten con distintos colores de los suyos. No falta quien descubra la máscara e inutilice las falsas promesas del engaño; pero no hay quien quiera el sinsabor de que se le reconvenga sobre el desvío de la verdad. El 184 ELVASALLOINSTRUTIDO sacerdote Elí no tenía parte de envidia con Saúl, ni tirana ambición con Jezabel, y su pasión dominante era un vicio, sin embargo de contemplarse inocente, y fue el principio de todas sus desgracias. La muerte de Ophni y Finees en la batalla, la de treinta mil hebreos en el campo, la pérdida del sagrado depósito, la Arca santa, y su inopinado fallecimiento, son frutos de no mirar el aspecto propio de los infames desórdenes de sus hijos, y de acomodarse al exterior estudiado de sus procederes procurando oscurecer su misma indignidad. La infección del corazón llega muy breve hasta el entendimiento. Si no les hubiera dejado todo el cuidado sin duda corriera el velo de la sobrada condescendencia y apareciera la falsa moderación. Quien todo lo quiere negar por último todo lo viene a confesar. Debemos hacer un buen uso de la narración his // 108v tórica y lograremos el orden exacto de la verdad en los hechos. Si es indisputable la toma de armas que verificaron las comunidades para mantener su inobediencia, ¿por qué se hace negar la rebelión?Tres causas son las que pueden alborotar los ánimos de los vasallos, y a fuerza de confusión sangrienta y desorden lamentable promover la guerra civil. La primera es cuando los vasallos no satisfechos del Gobierno de su Príncipe, parte de ellos intenta deponerle del Trono y colocar a otro bajo del solio real, reconociéndole por legítimo Soberano y jurándole verdadero vasallaje. La segunda es cuando el Reino está vacilando entre opiniones y el derecho de la Corona se disputa en las campañas a tiro de cañón y con la espada desnuda, estando indeciso entre los competidores, formando cada uno bandos poderosos a fin de vencer el uno o el otro, acarreando un sinnúmero de calamidades a la Nación. La tercera es cuando los vasallos no desnaturalizando a su Rey y Señor natural de su legítima soberanía, repugnan la obediencia de alguna de sus ordenes, y formando sacrílegas facciones se sublevan y toman las armas para conservarse en la inobediencia. Estas tres clases de guerra son objeto de injusticia y principio de oposición con los derechos natural, divino y político. En las dos primeras observaré un perpetuo silencio, // 109r por no decir relación con la materia de que trato. De la tercera haré el uso que convenga. Ella se mira contraída en términos 185 CAPtruLo VII formales a la conmoción general de este Reino y está identificada con los alborotos de las comunidades en tiempos de Carlos V. Abrumados los españoles del Gobierno de los flamencos, resistieron a sus desórdenes en el mismo tiempo que el Rey se hallaba en Aquisgrán para ser coronado Emperador de Alemania, y mantuvieron con armas la inobediencia el espacio de dos años; pero al fin fueron derrotados los sediciosos en los campos de Villalar en las inmediaciones de Toro. Fueron éstos reputados por traidores, y declarados como tales, sufrieron el duro golpe de la espada del Rey ofendido. La inobediencia a las ordenes superiores fue el origen de la guerra civil que abrazaron las comunidades de Castilla. y siendo la sublevación del Nuevo Reino principiada y fomentada con armas por los Generales del Supremo Consejo de Guerra (así se firmaban) a instancia y violencia de la plebe sediciosa y tumultuada para mantener con despechados arrojos la resistencia a las órdenes superiores, no queda lugar sino para la ingenua confesión de la formal rebelión y para las solicitudes de la verdadera reconciliación. N o hay causa que la excuse, no razón que la vindique ni Tribunal que la apoye. // l09v VI Al vasallo no le toca examinar la justicia y derechos del Rey, sino venerar o obedecer ciegamente sus reales disposiciones. Su regia potestad no está en opiniones sino en tradiciones* (en el texto original figura la palabra "traiciones"; consideramos que la sustitución que propone E. Posada concuerda con el significado de la frase), como igualmente la de sus Ministros regios. El espíritu de persuación audaz y partidaria es el que obra en este particular. Al vasallo no le es facultativo pesar ni presentar a examen, aun en caso dudoso, la justicia de los preceptos del Rey. Debe suponer que todas sus órdenes son justas y de la mayor equidad. Le será permitida la humilde representación a fin de que mejor informado el Soberano revoque y modere su real voluntad. Por repetidas leyes tanto civiles como reales y canónicas, está prevenido que, cuando se contemplare injusticia, falsedad o contradicción en las Reales Cédulas, provisiones reales y 186 EL VASALLO INSTRUIDO mandatos superiores, se informe al Príncipe, al Concejo o Tribunales que los expidieron y quedando bien instruídos de la verdad, provean otro decreto; y no hay duda que luciría con más finos brillos el superior celo de la justicia por la nueva súplica que se presenta a las gradas de la superioridad. El Sr. Felipe V, de feliz memoria, Rey de España y América, asilo de pobres y protector de oprimidos y verdadero padre de la patria, con su acostumbrada discreción y sabiduría, concedió esta libertad a sus vasallos por / / 11Or decreto de siete de Febrero del año mil setecientos y quince y se halla en los autos acordados de la novísima edición.7 La obediencia y no el cumplimiento es lo que abraza el espíritu del decreto. Si la súplica es desatendida, y no se le suplica la suerte de felicidad que tenía esperanzada, el sufrimiento es necesario y la conformidad con el tiempo indispensable. Las súplicas que inmediatamente se dirijan a la Real Persona deben contemplarla como término último de su acción y lejos de todo espíritu de preocupación, deben retirarse y subsanar su fin, rogando al Todopoderoso por aquél que tanto procura la felicidad de su Nación, en caso de no ser oídos.Es el último lugar de la apelación y jamás sería lícito al vasallo en la ley de Dios, de la naturaleza y de la política llevar adelante su pretensión por medio de las conspiraciones, alborotos y motines, los que bien lejos de conducir al bien público, lo destruyen y acaban. Todo el orden político y monárquico se perturba y todos los miembros del Reino se abanderizan bajo diversos respectos y mandos, dividiéndose en facciones y bandos, daño que aunque se logre el fin, es irreparable por mucho tiempo. El medio de defender los vasallos sus respectivos derechos contra el Soberano con tumultos populares y rebeliones es camino tan pernicioso y opuesto a la naturaleza, a la religión y a la misma política que aun en / / 110v caso de Gobierno tiránico, es doctrina errónea condenada por la Iglesia solicitar conspiraciones contra la Real Persona del Monarca, a quien el mismo Dios colocó en el Trono, lo que demostraré en otro capítulo.5i las órdenes o reales providencias salieron de algún Tribunal subalterno, a éste se 7 Auto 70. tit. 4. Lib. 2. (llOr X). CAPtroLo VII 11Ir 187 debe dirigir la representación, por vía de súplica y no de temeraria amenaza; y caso que su queja de agravio o injusticia no sea oída, entonces se debe dar el curso regular, que es apelar de uno a otro Tribunal superior o por la vía reservada dar cuenta a su Majestad esperando con resignada y subordinada resignación la última real determinación. Tomarse la justicia por sus manos, atrincherarse contra el Ministerio, tomar las armas para no obedecer al Gobierno y mantener el despecho, esto es extremo de perdición y lo que no se puede pintar sjn el más sensible dolor. Esto es vulnerar el honor real, desatender su regia potestad; es, en fin, irrogar al Príncipe la injuria más atroz y el vejamen más sacrílego. Todo lo que es fomentar la sedición y dar calor a la rebeldía contra un Príncipe legítimo, es producción monstruosa de la pasión más despechada. Todo lo que es causar perturbación en el Estado y división en los miembros políticos de la monarquía es ajar la suprema autoridad, es desmembrar la Corona, es dividir el cetro, / / es lo que sólo el silencio puede declarar. j Qué consecuencias tan tristes! ¡Qué destrozos tan lastimosos! ¡Qué desconciertos tan sensibles! i Y qué arroyos de sangre tan fúnebres! Todas estas acibaradas desgracias son efectos dolorosos de las acechanzas conspiradas contra el Gobierno. ¿Quién ignora que la voz de los Ministros es la del Soberano? Se sabe que la soberanía la heredó del mismo Dios, quien lo constituyó príncipe absoluto en lo temporal. El por sí solo no puede atender al Gobierno de la Corona o de la Nación. Necesita de ministros sabios que gocen del don de gobierno, que sean fieles y amantes de la gloria del poder y grandeza del Estado, en quienes pueda depositar su autoridad real para la administración de justicia, protección de las viudas, subvención de pobres y libertad de oprimidos y descargar en ellos parte del peso que le oprime. Ellos son el acueducto cierto y canal seguro del Gobierno y los instrumentos de su mando. Sus órdenes merecen el mismo respeto y veneración que las del Rey porque representan el carácter del mismo Soberano. Las imágenes de Dios, sin embargo de ser una pintura material, son objeto de culto de Patria y del mismo obsequio religioso debido al mismo Dios, sólo por el respeto y relación que dicen a su original. Pensar lo contrario es 188 EL VASALLO INSTRUIDO incidir en el craso error de los iconoclastas, perseguidores crueles de las sagradas imágenes, cuyo promotor principal fue León Isáurico y cuya doctrina cruel y perniciosa fue condenada por nuestra / / 111v madre la Iglesia en varios y repetidos Concilios. Los Ministros del Rey son imágenes vivas de su Real Persona, son vicarios suyos en lo temporal, son alma del pueblo, y sin embargo de llevar el carácter de vasallos en consideración al ser de personas privadas y aun públicas, merecen el mismo orden de veneración y obediencia debida al prototipo, por el respeto y relación que dicen a la Real Persona, cuyo carácter y potestad resplandece y brilla en ellos con mayor claridad que la luz del sol en las estrellas. Si el solicitar conspiraciones contra el Príncipe para sacudir el pesado yugo es doctrina condenada por herética en el Concilio constanciense, gobernando Martino y la Santa Sede, como fundada en los errores de Wiclef y Juan de Us, anatematizados por cuatro Patriarcas, cuarenta y siete Arzobispos, ciento sesenta Obispos y quinientos sesenta y cuatro Abades y Doctores, con presencia del Emperador Sigismundo y del Papa Juan XXIII,Presidente de las dos primeras sesiones; por la misma razón no será lícito en ningún caso conjurarse los vasallos contra los legítimos Ministros del Monarca, y tomar las armas acompañadas del grito sedicioso, j viva el Rey y muera el mal Gobierno! i Oh, y que falsa preocupación! Oarle vida al Rey y muerte al Gobierno es un fantasmón de religión y política que se forman a la moda y gusto propio los que no quie / / 112r ren reconocer vasallaje, ni Gobierno que los mande, ni Rey que los domine, sino vivir a su libertad, al desenfreno de sus pasiones, a las anchuras de su espíritu inquieto, que no se alimenta sino de motines, sediciones y alborotos populares. Conservar la vida del Rey dejándole sin alientos vitales a sus Ministros es concederle a la Real Persona sólo una sombra vana de su real nombre. Separar al Príncipe del mando en las monarquías es constituir al Gobierno monstruo sin cabeza; es decir, que la potestad de los Ministros no es real y que sus órdenes no dimanan y provienen inmediatamente de la autoridad pública; y esto ¿qué otra cosa es sino abrir puerta franca para la rebelión e inobediencia? ¿Los vasallos, o están con la creencia de que el Rey no gobierna o de que sus CAPfTuLo VII 189 Ministros mandan independientes del Soberano? A cualquiera playa que arrimemos no hallamos seguridad en el puerto; infaliblemente naufragamos en la angostura de la conjuración. Porque si el Príncipe no gobierna, aunque no se observe el orden político ni se obedezcan las órdenes, cédulas reales, no será acto formal de inobediencia y contumacia a la real voluntad; pues no teniendo ésta influjo, no puede verificarse la falta de subordinación al Rey, si no es que para ello tenga privilegio la imposibilidad. Si el Gobierno manda independiente de la Real Persona, ya no hay obligación de respetarle, obedecerle ni venerarle, a causa de que se contempla por los mismos / / 112v vasallos con independencia del Rey y en tal caso los Ministros son personas privadas, no representan el carácter del Rey y dejan de ser vivas imágenes suyas. En esta suposición ni se obedece al Rey ni al Gobierno; cada uno vive según la abundancia de su corazón, quedando en libertad para apandillarse y agavillarse con facciones y conspiraciones temibles, que no pueden ser útiles ni al Rey, ni a los vasallos, ni al Reino por los destrozos, desolaciones y perjuicios, compañeros inseparables que son de las alteraciones públicas _ y turbación de las provincias. Para obviar tan perniciosa semilla y no representar las calles, las plazas y los campos almacenes de cadáveres de que son testigos arrepentidos las Flandes en tiempo de Felipe II; la Francia en la muerte de Carlos VI, que fue civil por haber quedado incapaz de gobernar por sí, moviéndose la competencia entre los tres Duques de Berry, Orleans y Borgoña; Inglaterra en el fallecimiento de la Reina Isabel; y Castilla y Portugal por haber muerto el Rey D. Fernando, que casó a disgusto del Reino con Da. Leonor de Meneses, cuyos alborotos, de la mayor magnitud, se cortaron con el brazo fuerte de la espada; es preciso confesar que el Gobierno de los Ministros merece la misma obediencia que le es debida al Soberano desde el instante que el Reino lo reconoció por Señor: de otro modo le es imposible gobernar el Estado y / / 113r conservarlo en justicia, paz y religión. El mismo Dios nos manda por San Pedro la sujeción a los Ministros regios.«Vivid, dice, sujetos a toda humana criatura por Dios. Al Rey en primer lugar y después a sus Ministros, enviados para castigo 190 EL VASALLO INSTRUIDO de los malhechores y premio de los buenos ciudadanos porque esta es la voluntad de Dios.»Asíhabla San Pedro.8 Si esta es la voluntad de un Dios autor de la soberanía, es conocido el error con que se procedió en el año de ochenta y uno, desnaturalizando enteramente las leyes del vasallaje y contradiciendo abiertamente a los estatutos, reglamentos e instrucciones para el mejor real servicio que por orden expresa del Rey formó en su real nombre el Sr. D. Juan de Piñeres, Regente de esta Real Audiencia y Visitador general del Nuevo Reino. Con tan rápidos progresos caminaba el establecimiento de las rentas que el mismo Soberano manifestó su particular complacencia y entera satisfacción del estado tan ventajoso en que se hallaba su Real Erario, siendo otras tantas leyes inviolables los estatutos aprobados por su Majestad Católica. Olvidados los hijos del Reino del carácter glorioso que representaban, y acostumbrados a la libertad de contribuciones con que siempre se les ha tratado, degeneraron del blasón de pacíficos y se constituyeron partidarios de la inquietud y sedición. Empezaron a faltar a la fe que debían a su Príncipe, cuya / / 113v principal ocupación es su misma felicidad; se conjuraron y rebelaron contra su misma imagen, el Sr. Regente Visitador; repudiaron sus órdenes y se oyó la voz triste de la conspiración: ¡muera el mal Gobierno! Se prendió el fuego en la casa del mismo Soberano y como se trataba de intereses encontró preparado el corazón y en breve tiempo se derramaron sus llamas por una gran parte del Reino, haciéndole gemir bajo los estragos de su voracidad. Se concibió un mortal odio contra un Ministro de tan noble corazón, de tan aventajados talentos, de tanta integridad de costumbres y el más amante de la equidad, de la religión y del buen orden público, el cual se vio precisado a retirarse de la Corte y fugitivo caminar por sendas y veredas desconocidas, ásperas y peligrosas, llevando consigo las fatigas y desconsuelo, compañeros legítimos de su cuidado. En todas partes se le representaba su persecución con aspecto airoso de la más infeliz suerte, hallando conspiraciones en 8 Epist. 1. c. 2. v. 13. (113rY). CAPtruLo VII 191 cuantas partes discurría en donde no se le proporcionaba la seguridad. Veía el desconcierto inquieto de las Repúblicas, el ánimo feroz de sus miembros, atropellados los fueros más respetables, trastornado todo el buen orden de la justicia, amenazados los Tribunales, interceptados los correos, destrozado el Real Erario y cantando victorias muy ufanos los tumultuados, con / / 114r tinuaban los despechos aun cuando se miraba fuera de esta ciudad, lo que arguye no ser sólo el Ministro del Rey objeto de sus iras sino que su furor y rebelión se extendía más allá de lo que significaba la voz común. Otros debían ser los proyectos, otras las ideas si merecen atención los sacrílego s y denigrativos pasquines que daban al público. Uno de ellos indicaba ser intruso en estos dominios el cetro español, y que este Reino no es por juro de heredad, siendo ilusión forzosa la licitud de expoliar de la real investidura y de derribar del Trono al que reina sólo por Dios. Lo que es cierto es que en uno de los tantos pueblos que tiene el Reino prevaleció la audaz avilantez de proclamar públicamente otro Rey repudiando al que nos protege y gobierna. El espíritu de la preocupación en algunas concurrencias inspiraba crueldad y tiranía en nuestro piadoso Soberano el Sr. D. Carlos III. Yo no me quiero detener en sindicar estos partos sedicioso s, producciones propias de la conspiración contra la Real Persona. Sola mi atención se coloca y sitúa en la esfera de la formal rebelión que intento demostrar con la inconsiderada resistencia que las comunidades armadas hicieron a las órdenes y establecimientos del Sr. Regente Visitador. La pureza y legitimidad de su Ministerio nada equívoca parece y por término ninguno puede llamarse a disputa. Ahora pues: ¿o los reglamentos de su nuevo establecimiento visten la justicia o se hallan des / / 114v nudos de ella? Si les acompaña la religión y civilidad de la justicia, ¿qué mayor atropellamiento se puede pensar con el desprecio formal que se hizo a un legítimo comisionado del Rey con la mira al real servicio? Si les falta la equidad y por este motivo se rebelaron y tomaron las armas para no subordinarse a la injusticia, por la misma razón se declara la formalidad y contumacia de la rebeldía. Es intentar acción EL VASALLO INSTRUIDO 192 presuntuosa contra el Príncipe, que es el alma del cuerpo civil y la salud de todo su amado pueblo; debe interesarse más que otra cualquiera nación en la veneración y respeto de su Real Persona. El vulnerar el honor real acriminando temerariamente al Rey de cruel, tirano e injusto, pues apoya y da firmeza con su aprobación real a unos estatutos injustos, crueles y tiranos, arreglados para el seguro Gobierno del Reino en los ramos de rentas, es querer que muera el Rey, pues si la causa de condenar a muerte al mal Gobierno es la crueldad y tirana injusticia de sus órdenes, según el tenor de las cartas convocatorias para la conspirada rebelión siendo aprobadas por el Soberano, no queda la menor duda que se le adjudica a la Real Persona la misma pena de muerte que al mal Gobierno de su Ministro. O es afirmar que él no gobierna, que se deja gobernar ciegamente de malos Ministros. Cualquiera proposición / / 115r que se sostenga, es agravio de la mayor ponderación contra la Persona del Rey. El examen de la justicia o injusticia es privativo del Soberano en sus reales mandatos, y los súbditos deben estar bien persuadidos y tener la seguridad que sus órdenes todas son justas y relativas a la salud del pueblo. Este buen orden fue abiertamente desatendido. Se constituyeron ellos jueces árbitros de su rey,y su depravada voluntad se declaró ley absoluta en causa propia, fallando contra toda ley, costumbre y razón ser injusto cuanto se había propuesto y mandado por el Gobierno de rentas. Ellos se fingieron cabeza del Reino reuniendo en sus personas todo el poder, majestad y soberanía que pertenece al cuerpo entero del Estado, constituyéndole monstruo horrible de dos cabezas y dejando marchitada y ajada su hermosura, descuadernada la perfecta concordia de los miembros y la mutua relación que interviene entre ellos y la cabeza, la que sólo debe ser una y la que ha de representar todas las acciones de la Nación, corriendo por su cuenta la conservación del cuerpo de quien es cabeza. Ellos se usurparon la autoridad soberana y defendieron su derecho en el campo con las armas del despecho y de la sedición. Condenaron la injusticia sin el auxilio de los regios Tribunales, no atendiendo a los términos legales que pedía la naturaleza / / 1 CAI'truLo VII 193 115v de su causa. ¿Qué representaciones hicieron los Cabildos y Procuradores generales para que mejor informado el Ministro revocara o reformara sus órdenes? ¿Qué recursos se formaron para el remedio? ¿Qué súplicas se presentaron a las gradas del Trono? ¿Qué alegatos se trabajaron para la demostración de las pocas fuerzas en que se hallaba el Reino para sufrir el peso de tanto gravamen? Yo creo firmemente que no se ha dado lección alguna sensible de la improporción de los nuevos tributos. Pero yo quiero suponer que se hayan practicado todas las diligencias para el recurso y que no se hayan apreciado todas las demostraciones de insufribilidad en el Tribunal mismo que produjo tales establecimientos: con todo, aunque no se dio lugar al recurso, no era facultativo de los pueblos la conspiración y el alboroto popular para la libertad de los nuevos impuestos. Necesaria era la resignación y preciso el sufrimiento, haciendo con subordinación presente al Rey el estado de calamidad y miseria, causas a la verdad que no pueden sufrir el pesado yugo de las nuevas contribuciones que se exigían según la expresión de las cartas de la rebelión. Y en la indispensable urgencia que la católica Majestad no atendiera a los clamores de sus vasallo s oprimidos, y que no decidiera / / 116r la injusticia de los gravámenes a que por nuevo estatuto estaban obligados, no debían cobrar orgullosas confianzas a costa de la sensible turbación y desconsuelo de los buenos, íntegros y virtuosos patricios; pero sí obedecer con humildad como lo enseña San Agustín.9 Negarse absolutamente a la obediencia y resistir contumazmente al orden superior es loca presunción, es arrojada temeridad. Cuando se contemple arduidad en los estatutos y mandatos, la triaca de esta amargura será la oración y no la venganza.La falta de obedecimiento es objeto de vileza y deslealtad. En la guerra la voz del General es la prevención puntual para la pronta ejecución. Ala primera señal de avanzar trepan los soldados, hacen frente al enemigo, no temen el peligro, avanzan entre infinidad de tiros, vencen cuanto hay dificultoso en lo que se manda porque la hesitación se tiene por cobardía en las 9 S. Agust. Lib. vigo 2. Contra Fausto. (1l6r Z). 194 EL VASALLO INSTRUIDO ordenanzas. Es verdad que los amigos de la inquietud reputan por muy duro y áspero este precepto, pero la oración hace suave su observancia. La Religión allana las dificultades y separa cuantos estorbos se ofrecen en su cumplimiento. Los fundamentos de la Iglesia nos persuaden que sin embargo de sentir la repugnancia, la violencia y el yugo, somos todos vasallos de un mismo Rey y miembros de Jesucristo. Cuando Dios nos manda obedecer al Rey / / 116v y a sus Ministros, ¿quiere acaso que no percibamos la repugnancia y seamos insensibles a la violencia a que nos provocan las pasiones tumultuadas? ¡Ah! ¿qué necesidad había entonces de que nos preceptuase la obediencia al Soberano y la sujeción al Gobierno si en virtud del precepto solamente quedáramos obligados a obedecer en aquella parte que se nos acomoda y en la que hallamos nuestra propia felicidad y conveniencia? En este particular el corazón de los vasallos no necesita de precepto: él mismo es su propia ley. El precepto supone dificultades qué vencer por nuestra parte. Dios previó que su observancia nos había de estimular en muchos casos a la perturbación, al desenfreno y a la conspiración; y por lo mismo nos impuso el precepto. La corrupción de la naturaleza que nos vino por el pecado original es la que levanta del corazón vapores negros de estupidez y desconfianza, y éstos los que forman las densas nieblas de la infiel resistencia. El sufrimiento santo y la seria reflexión del precepto serán el viento cierzo que descombrarán el cielo de la recomendable tranquilidad. Confesemos la rebelión y los males que induce en los reinos; pero no dejemos de la vista la inconsideración e ignorancia con que procedió la dolosa voluntad de los que se alistaron bajo sus negras banderas. Levanten / / 117r el corazón a Dios los pueblos cuando juzguen que se les oprime y lastima y esta oración será el torcedor firme del despecho y de la contención; no se dé creencia a los falsos sabios del mundo que llaman lo bueno malo y lo malo bueno. Ellos son una secta partidaria que forma trincheras y armamentos contra el Evangelio. Brilleen todos, a pesar suyo, la obediencia ciega al Rey y a sus Ministros, que esta es la divisa que nos ennoblece en presencia de Dios y de los hombres. CAJ>truLo VII 195 Vil TIempo habéis tenido, joh pueblos seducidos! para reflexionar las funestas resultas que ocasionan los desórdenes dimanados i de la seducción y del engaño y para haber conocido por la experiencia la infinidad de males a que os exponíais luego que pensasteis por un momento sacudir el suave yugo de la subordinación a las legítimas potestades. El abandono de vuestras familias, el atraso de vuestros intereses, la precipitada fuga para ocultaras en los montes y lo que peor es: los interiores gritos de vuestras conciencias, son otros tantos motivos de un verdadero arrepentimiento y de un seguro desengaño y de lo mucho que interesa el vasallo en mantener la paz y quietud en medio de los pueblos sabiamente gobernados. Para . fortificaros más en vuestros fir / / 117v mes propósitos, podéis comparar ahora que lográis el fruto de vuestra seguridad con el perdón general, aquellos infelices tiempos de revolución y trastorno en que el espíritu de tinieblas se difundió por todos esos lugares confundiendo la equidad con la injusticia y prefiriendo a la obligación las pasiones; tiempos en que destruyéndose recíprocamente los unos a los otros, todos igualmente hubieran gemido bajo el pesado yugo de la opresión. Por fortuna vuestra y grande consuelo mío, rayó en tiempo la luz del desengaño y aún no acabáis de admirar la propia felicidad de que ahora gozáis, libres de aquellos peligros, reconciliados con el Dios de las Misericordias y perdonados por nuestro amado Soberano. 197 CAPITULO VIII Contiene la justicia de los tributos y se proponen los motivos tan justos de su contribución 1 Aunque el último capítulo que antecede es muralla incontrastable que resiste a los tiros más furiosos que disparó la maliciosa emulación de los tributos, sin embargo, para el mejor desengaño del / / 118r vulgo ignorante y confusión de los autores de los libelos infamatorios de la mejor conducta y del honor más sagrado, tumultuando la plebe con sus pasquines cismáticos y sediciosos, produciré mi dictamen sobre la justicia de los tributos. Pero antes de entrar en su constitución quiero manifestaros el origen, el progreso y actual estado del patrimonio de los Soberanos. Las causas de su justificación son la dignidad soberana, la administración de justicia y la defensa de su corona. Es obligación primaria de la naturaleza y de la Religión en los vasallos contribuir en los alimentos necesarios para la grandeza y soberanía de sus respectivos Príncipes. En esto nada más hacen que mirar por sus propios intereses, pues sin la debida contribución, ni los Soberanos podrían establecer en sus dominios la administración de justicia ni podrían reprimir y contener la tirantez y el orgullo de las naciones enemigas. El estado bárbaro no ofrece otras rentas a los pueblos y a sus Jefes que las que adquieren por la rapiña; o bien sea de fieras, de animales del campo, de peces, de yerbas, de frutos y de todo aquellos que se contempla común; o bien sea guerreando unos con otros, despojando el más fuerte al más débil o el más bárbaro al más culto de lo que es propio suyo. En cuanto a lo primero, 198 EL VASALLO INSTRUIDO en toda la edad de los dioses, que llaman los poetas, no se conocía otro sustento que el de las / / 118v fieras. Hornero, diligente observador de las voces antiguas, nos hace memoria en el libro primero de la Ilíada, verso doscientos setenta y ocho, queriendo significar los centauros, es decir, los bueyes silvestres con que se alimentaban los dioses y los héroes, que la rapiña, o por otro término, ocupación, es el único fondo que el estado bárbaro tenía para mantener a sus pueblos y Jefes, como acontece ahora en el Canadá septentrional y en la Tartaria. Esta rapiña, si es que merece este nombre, porque propiamente es ocupación, es justa en aquellos montes, campos, ríos, lagunas en donde no se conoce prohibición por el Rey o sus Ministros. Yen cuanto a lo segundo, sabemos de cierto que los iroqueses, caribes y algunos salvajes del Brasil, de la California en la América, los agaies y otros muchos pueblos en el Africa y algunos tártaros en el Asia, vivían de rapiña. Varios ejemplos admiramos en las antigiiedades de la Grecia y de la Italia del modo de vida que tenían los pueblos salvajes. Los más antiguos piratas y salteadores eran aplaudidos como los más famosos conquistadores,l y se suscitó esta segunda barbarie en la Europa, que duró hasta el siglo XIV./ / 119r En aquellos infelices tiempos no tenía la guerra otro objeto que el hurto y la rapiña y por esta causa manifestaban particular complacencia los piratas y salteadores cuando se publicaba la guerra. Ocupadas por los conquistadores aquellas Provincias en donde reinaba más la cultura, repudiaron la ociosidad bárbara y se entregaron a una vida menos silvestre. Tales fueron los tauros en la China, en la India y en el Corasan; y los europeos en la Inglaterra, en la Francia, en la Italia y en la España. Tomó mayor extensión su mando, y con este motivo fue necesario cimentar un patrimonio más sólido para la conservación del honor y magnificencia del Estado. Se apropiaron para este efecto varios pedazos de tierras, de bosques y una multitud de esclavos. Este fue el origen de las primeras rentas, cuyas dehesas eran los terrenos en donde pastaban los bueyes, 1 Tucides (sic).Lib. 1. (1l8v A). CAPtI1JLO vm 199 corderos, vacas, cabras, caballos, puercos y demás animales. Los prisioneros de guerra eran los pastores que guardaban los ganados. Estos perdían la libertad y se hacían esclavos, empleándose igualmente en la agricultura, a quienes llamaban las leyes bárbaras colonos de los vencedores. A esto se agregaron otros ramos como son los de minas, sal, vino, cerveza y en algunas Provincias las pieles de los animales y la pesca de las perlas y las conchas. Cuando la Francia y la Inglaterra fueron / / 119v trofeo del valor de los daneses, de los sajones y de los francos, no conocían los Soberanos otro patrimonio. Las pieles del arminio todavía están estancadas en la China y Moscovia; el azafrán en Italia; las conchas purpuríferas en el Congo; las perlas en el Malavar; los diamantes en el Indostán y las esmeraldas en España. No tuvieron otras regalías en Italia los godos y los longobardos. A éstas se agregaron las penas pecuniarias cuyas multas eran o de los ofendidos, o del común, o de los Barones. Este ramo fue protegido por las leyes tánto que no había delito, por criminal que fuese que no se redimiera con dinero. En Petersburgo está en toda su fuerza un Tribunal que conoce de los atentados de poco momento, castigándolos con multas a favor del Fisco.Las leyes godas, ripuarias, sajonas, lombardas no tuvieron otro objeto en los delitos de homicidio, de adulterio, de sacrilegio, de incendio, de rapto, de robo y otros, que la satisfacción con dinero avaluando a razón de sueldos como lo pedía su mayor o menor gravedad. En los tiempos de la barbarie más feroz procuraban los Soberanos hacer prisioneros a los otros Príncipes, con quienes no tenían alianza O pacto de familia; y este hecho les producía una infinidad de miles de pesos por causa de su rescate, siendo éste un ramo pingiie, que entraba en su Real Erario. Sólo a Ricardo, Rey de Inglaterra, / / 120r le costó dos millones su libertad, que le entregó al Emperador Enrique por haber sido prisionero en sus dominios cuando volvía de la Tierra Santa. En los tiempos semibárbaros estas eran las rentas públicas que gozaban los Soberanos. Luego se establecieron otras en el ramo de comercio, aumentando sus productos con los derechos de entrada y salida que impusieron a los frutos y manufacturas. Esta imposición la sufrió igualmente el comercio interior con alcabalas, peajes EL VASALLO INSTRUIDO 200 y otras contribuciones. Nada de todo esto podía soportar los gravámenes de la Corona; fue preciso inventar nuevo método para conservar la magnificencia y el poder a que se elevaron los Reyes. Los donativos que ofrecían los grandes Barones, las tierras y los lugares eran las rentas voluntarias que se conocieron en los primeros tiempos de los Reyes de Europa. Conocieron éstos que era mejor acierto darles un establecimiento fijo, y con este principio se fundaron las quintas, décimas, décimasquintas, vigésímas partes sobre las tierras y los frutos, añadiendo el ímpuesto por cabeza. Estos donativos son superiores a la contribución ordinaria y verdaderamente son el fondo más opulento de los Príncipes, porque son los / / 120v recursos de que se valen en las necesidades de su Nación y por esta causa deben procurar su mayor poder y abundancia. Por último, para sostener los gastos de la guerra y la grandeza de las Cortes fue el único arbitrio que se tomó el recibir dinero a interés, hipotecando los Reales ramos más seguros cuando no bastaban las demás rentas. Este es el origen, el progreso y actual estado de patrimonio de los Soberanos. TI La pensión que se carga sobre los ramos prediales y frutos interesantes de los súbditos para la decente dignidad del Soberano, y costos necesarios para la gloriosa conservación del Estado, es toda la esencia de los tributos. Antiguamente los nuevos servicios que el Príncipe pedía al pueblo se repartían entre las tribus y éstas son las que etimologian el tributo. La formación antigua que se hacía del campo romano en tres partes, como igualmente la de la ciudad, es la que da el ser y dominación a las tribus. Cuando la contribución mira la congrua sustentación del Rey y su casa Real es tan forzosa y legítima como que es su regular y ordinario patrimonio, y este tributo es una indispensable ley, que los / / 121r Romanos llamaron canon; el donativo que los pueblos estimulados de su gratitud y lealtad al Príncipe hacen al Real Erario, bien lejos de la intervención e influencia del Ministerio, se apellida oblación, y ésta es la que verifican los de Roma en sus Provincias. El repartimiento que el Rey o su CAPtruLo VIII 201 Gobierno derrama con orden expresa de su pago se intitula indicción, lo cual acostumbraban igualmente los Romanos, valiéndose abiertamente de su poder, sin respeto alguno a la aceptación del publico ni al consentimiento de la República. No se puede citar a disputa, sin menoscabo de la regia Potestad, el derecho de los Príncipes en asunto de imponer cargos a los vasal10s y de agravarles o pensionarles con algún nuevo tributo o servicio. El derecho natural y divino no asignan restricción a la suprema potestad de los Soberanos; les dejan toda la amplitud de su poder y completo dominio, lejos de toda prescripción, para aumentar o disminuir los derechos de su Real patrimonio, sin tener necesidad de consultar con el cuerpo la sociedad. Este le ha franqueado sin coto ni término todos sus poderes para que haga de ellos el uso que convenga. Por su cuenta corren los intereses, derechos y obligaciones del Reino; y si fuera necesario el consentimiento del pueblo, sufrieran la más sensible destrucción los vínculos de la misma sociedad, / / 121v el buen orden de la tranquilidad, la paz, la obediencia, conocieran la turbación y todas las partes fueran ocupadas del eco bullicioso de tumultos, sediciones y asechanzas. En la Teología sagrada y útil jurisprudencia se levantaron varones ilustres en doctrina que, armados con el peso de la sutileza de sus plumas, se atrincheraron contra el desorden y libertad con que la preocupación más orgullosa intenta marchitar la pública autoridad que tan floreciente se mira en los Soberanos, imágenes que son del Dios y vicarios suyos en la tierra, comunicándoles un supremo poder en lo temporal, lejos de toda dependencia y subordinación. Este ejército bien ordenado en defensa de la justificación de los tributos lo cita Márquez.2 Su imposición y cobranza será objeto de buena conciencia y de igual derecho en concurrencia de tres condiciones que les dan la firmeza de justicia. Las tres columnas que deben sostener la fábrica de los justos tributos son: la autoridad legítima en el superior, causa suficiente y proporción en el repartimiento o contribución. Con esta doctrina no será forastera la justicia en los nuevos 2 Lib. 1. c. 16. pago 182. (121v B). 202 EL VASALLO INSTRUIDO impuestos, que por orden del Rey cargó sobre los frutos prediales de los pueblos y so / / 122r bre los demás géneros, que son la materia del nuevo establecimiento, el Sr. Regente Visitador. !TI No se puede ocultar ni al más sabio ni al más estólido entendimiento el conocimiento de la pureza y legitimidad de poder y jurisdicción real de que goza el citado celoso y sabio Ministro. Las públicas aclamaciones, la frecuente expedición en los ramos de rentas, la colocación de los Ministros en sus respectivas administraciones, los repetidos recursos a su Gobierno y la general idea que el Reino ha formado de su autoridad, son testimonios auténticos de su real comisión y de la nada equívoca delegación que el Rey fió a su acreditada literatura y práctica en los negocios de Estado. Los excesos de comisión no pueden ser objeto de la sátira emuladora, pues ni su integridad lo permite, ni el celo del bien público le franquea el paso para el desorden. Sólo la justicia y el mejor arreglamento de las rentas son el objeto de su atención. Desnúdese el curioso de toda ciega pasión, que no deja conocer ni descubrir la luz de la razón, sino entre las densas y opacas nubes de un espíritu preocupado, y verá que en todos sus estatutos resplandece y brilla la legítima autoridad real sin mezcla la más mínima de la propia. Las órdenes que el Príncipe le comuni / / 122v có para su infeliz y desgraciado establecimiento, o debían ser generales para todo lo que arbitrase oportuno, o particulares para determinados ramos, puntos céntricos de su destino. Silo último, no tiene parte en el exceso, pues sólo redujo a debido efecto el mandato expreso y determinado del Rey, que a solas los asuntos de su establecimiento lo precisó. Si lo primero, siendo absoluto en la dirección del Real Erario y contemplando que para la completa felicidad del gobierno del Reino y para evitar fraudes, contrabandos y confusiones, ya por parte de los vasallo s, ya también por la de las administraciones y Tribunales, sería muy útil y aun necesario formar ciertos estatutos e instrucciones de la tal naturaleza que cerrasen la puerta a los daños y considerables CAPfTuLoVIII 203 perjuicios a que podía estar expuesto el real patrimonio de S. M. Trabajó y formó los que son preliminares seguros del gobierno de la dirección general, y principal móvil para el acertado manejo de las rentas. En esta parte no es convencido de excesos en jurisdicción intrusa que no le compete; y la que no le deja legítimo lugar para evacuar-felizmente los demás encargos de su comisión. Pero demos caso que la influencia de su autoridad y todo el agregado de sus providencias fueran producciones extrañas de / / 123r su facultativo poder; sin embargo ¿serán inútiles sus aplicaciones? ¿Se tendrá por de ningún valor el nuevo establecimiento? ¿Se contemplará éste por objeto de nulidades y plan único por donde se midan y tiren los cordeles de la desatención y formal desprecio? ¡Ah! que todos sus desvelos en el bufete y todo su afán en los exámenes estudiosos son fruto de la real aprobación. Sus instrucciones dirigidas a la Corte merecieron las mayores confianzas del Rey, y esta real satisfacción que las acompaña les da el ser de leyes, que en conciencia y justicia son obligatorias en todo el Reino, a causa de que su espíritu es la seguridad de su gobierno municipal. El derecho de posesión, que sin interrupción les asiste, no debe sufrir perturbación ni en parte la más mínima. Ellas fueron punto legítimo del sudor de sus aplicaciones y continuos cuidados, disposiciones sabias de legítimo superior, roboradas con el sello de la voluntad real, vestidas del espíritu de sustentación del Soberano, esmaltadas con el incremento del patrimonio Soberano, diligencia necesaria para gobernar el Estado, conservado en pacífica quietud, defenderlo de los insultos y vejaciones de las naciones extranjeras y elevarlo a su ser de grandeza, poder y gloria que sea la emulación de todas ellas. No se hallan revocadas por la persona del Rey, sin embargo de las alteraciones pasadas y lamentables tragedias que se representaron; antes / / 123v bien, se conjetura con todo el rigor de la más severa crítica, que lejos de desaprobar el Príncipe lo que una vez ha resuelto con sabia y madura reflexión, está con la constante determinación de llevar adelante la confirmación de las reglas establecidas para el mejor gobierno del Reino.No es verosímil que acceda el Rey a que sus vasallos se confirmen en la idea de tiranía, crueldad e injusticia que se propusieron de ellas 204 EL VASALLO INSTRUIDO al tiempo de su nacimiento, las que se advirtieron floridas con esperanza de un entero otoño; pero luego se marchitaron con el inquieto bochorno que causó el poniente de la turbulenta sedición. ¡Qué ufanos se presentaran a las puertas de los tribunales y aun a la frontera de las naciones beligerantes viendo declarada la injusticia en los procedimientos de su Ministro y en la indiscreta y fácil condescendencia del Rey, en aprobar unos reglamentos tiranos, injustos y crueles! Esto no es decoroso a la autoridad regia y al cuerpo de la sociedad. Esto sería abrir franco camino para que en lo sucesivo formaran las tormentas espantosas de las disensiones civiles, de las perturbaciones populares, de las sediciones y conspiraciones en las provincias tranquilas y pacificadas. Esforzados con este hecho, intentarían des pechados examinar las órdenes del Rey, desconfiados de los procedimientos ajustados de la Real / / 124r persona; y pareciéndoles injustas por el espíritu de interés y ambición que les gobierna, tomar las armas para la contumaz resistencia y conservarse en la independencia tan repugnante a los fueros del vasallaje, lo que no puede ser útil ni al Príncipe ni al Gobierno, ni a la misma República. No serían extrañas investigaciones las controversias que fundarían sobre la legitimidad del Trono en el hemisferio americano; y nada seguras las providencias superiores, reduciendo a mera probabilidad de doctrina las leyes más respetables y el derecho seguro, inmemorial, inconcuso que adquirieron los Reyes del mismo Dios y de la naturaleza. Lutero, aquel monstruo de la Iglesia, fue uno de los perniciosos sectarios, que sustentó la Alemania, causando en ella calamitosos estragos en aquella sangrienta rebelión contra los Príncipes, y constituyéndose capataz sacnlego de cien mil rebeldes que con armas en las manos se opusieron al Trono. Negaba en los Soberanos la autoridad de poder compeler a los vasallos al cumplimiento de sus leyes justas y legítimamente promulgadas. Esta doctrina la declaró nuestra madre la Iglesia como opuesta a los estables fundamentos de la religión, y por lo mismo la condena por falsa, errónea y perniciosa; yes la proposición vigésimaoctava prescrita por nuestro Santísimo Padre Alejandro Vil. Esta cizaña sediciosa se renovará en nuestros tiempos si nuestro ama / / CAPtruw vm 205 124v ble y piadoso Príncipe, olvidado del alto carácter que representa, se anonada y no hace respetable la suprema autoridad. La sobrada condescendencia desnuda de su estimación a las cosas grandes y esta misma hace que pierdan su aprecio las mayores grandezas. El Poder regio debe sostenerse con los rasgos propios de un Rey, particularmente en este borrascoso piélago del Nuevo Reino, en donde la fidelidad y obediencia no da paso que no tropiece y en donde no tropieza que no peligre. No se puede concebir en el entendimiento real por funesta idea de melancólico pensar la instancia de mi empeño; pues ni en mí es lo térreo del humor melancólico lo predominante ni menos parda sombra de pasión impertinente. La severidad del Trono y la clemencia son los dos ramos que deben dar movimiento al Gobierno.Resplandezca la verdad, brille la misericordia, pero no se envilezca la autoridad ni sea despreciado el cetro. Reducido ya el Reino a una entera y cabal pacificación, pide la justicia su nueva perfección. Si se declara la injusticia en el nuevo establecimiento, es apoyar el sistema de rebelión que se propusieron los malcontentos; es declarar la justicia de la guerra que publicaron, en atención a que las nuevas leyes del perfecto gobierno en orden al real patrimonio, clama / / 125r ban con justicia por su observancia pronta; y la resistencia de los pueblos pedía con justicia su inobservancia honestada con el falso pretexto de la injusticia. De este principio es consecuencia forzosa el derecho que asiste a los vasallos de no obedecer a las leyes siempre y cuando se les antojare injusto lo mandado, constituyéndose jueces de la justicia o injusticia de las mismas leyes, apropiándose en este particular la suprema judicatura que es propia y privativa de los Reyes, como queda demostrado en otro lugar. Para desviar este terrible escollo y seguro naufragio me parece que la Real persona no se dejará llevar del blando viento de la condescendencia y seguirá el sistema de su primera aprobación. La evidencia de la injusticia aun no se ha demostrado por parte de los súbditos y los estatutos se hallan auxiliados con el derecho pleno posesorio. ¿Cómo, pues, se les podría atribuir la nota temeraria de injustos? La representación de los mismos Tribunales regios reconoce en el Monarca el último conocimiento para la confirmación o EL VASALLO INSTRUIDO 206 revocación de sus decretos; ¿con cuánta más propiedad debían los naturales del Nuevo Reino esperar la última resolución del Rey en los asuntos de su mayor empeño? A ellos no se les niegan las súplicas, representaciones e instancias, pero sí la absoluta resistencia. Son verdaderos súbditos, lejosde toda idea de independencia y sólo les queda lugar para la heroica fidelidad e innata obediencia. No les deja libertad el vasallaje / / 125v para enervar las leyes y repudiadas sólo por su capricho. Estas sólo esperan los obsequios y humildes oficios de las súplicas e informaciones; pero al fin no reconocen potestad que las resista. El mismo legislador que las formó y aprobó posee el derecho de reconocer los daños y perniciosos riesgos de la ejecución. Si esto es así, ¿cómo, pues, se arrojan con atrevida arrogancia a condenar por tiranos, injustos y crueles los establecimientos de la general visita aprobados por el mismo Príncipe? ¿Qué representaciones de perjuicio han presentado a las gradas del Trono? ¿Quién mejor que el Rey y sus sabios tribunales pueden penetrar los misterios del Gabinete y la justicia o injusticia de sus órdenes? Con esta doctrina queda desvanecido el escrúpulo de aquellos que, afligidos con el torcedor de su conciencia, desconocían la justicia de las nuevas impresiones reputándola por extranjera y dando abrigo en el seno de su corazón a la injusticia como hija natural del país. Queda evacuada plenamente la condición primera de la justificación de los tributos. Vaya desempeñar la segunda, y estoy firmemente persuadido que el peso de las razones disiparán los negros vapores del engaño. N La constitución del Estado y sus leyes son la / / 126r base del sosiego público, de la conservación del Reino y de la tranquilidad de la República. Son el apoyo más firme de la autoridad política y de la libertad de los patricios. La inobservancia de esta constitución, ¿qué otra cosa es sino una vana fantasma (sic) o una ridícula invención? Su resistencia altiva e irreligiosa, ¿qué otra cosa es sino una cabal destrucción del buen orden civil, una completa confusión CAPtruLoVIII 207 del acertado Gobierno de las Provincias, una idea inútil de las disposiciones superiores y una separación radical de los proyectos más justos de la Nación? Esta se debe contemplar como un cuerpo particular que sólo ha de tener una cabeza, y si tuviese más, sería otro monstruo como la hidra, enseña Tiberio.3 Si el cuerpo de la sociedad política pierde su ser, la Nación se destruye, no subsiste más, aunque tengan su existencia los individuos que la formalizan, y ésta dejaría de subsistir siempre y cuando que las leyes establecidas y arregladas por el Rey y sus Ministros en su real nombre, desmerezcan el dócil cumplimiento que debe observar el cuerpo de la sociedad. El Soberano en la esfera de sus dominios es como un padre de familias dentro de su casa. Tiene ministros sabios que le instruyan, que le adviertan y que gobiernen su Reino administrando las rentas de su Real Erario, y justicia a los vasallos. ¿Al padre de familia quién le ha puesto canceles inva 11 126v riables en su casa para que no procure sus mejores adelantamientos con respecto a los términos legales de la moral cristiana? Es regalía propia suya el gobierno económico de su casa. El forastero no puede saber las necesidades que ocurren en la familia, ni los atrasos en que se halla constituido, o ya sea porque su ordinario patrimonio no le sufraga, o ya sea porque la decencia y el honor de estado lo ha llevado más allá de lo que sus fuerzas alcanzan. Sólo él tiene individual instrucción de los gastos, o regulares o extraordinarios, para la manutención de su familia; y a sólo él pertenece el cuidado de la conservación o adelantamiento de su patrimonio. Es verdad que las nuevas imposiciones siempre fueron materia odiosa y mal recibida en las repúblicas; que los Príncipes deben atender los clamores del pueblo; pero también es verdad que los nuevos gravámenes con que se pensionan los frutos cosechales, mercaderías y otros intereses de los vasallos, quedan éstos obligados no sólo por obediencia sino por justicia a la fiel contribución de este gravoso pero suave yugo, en atención a la pública utilidad y necesidad del Real Erario. 3 Lib. 2. no. 11. ff. de origine juris. (126r C). EL VASALLO INSTRUIDO 208 v El Rey por sí solo es imposible que pueda / / 127r sostener todo el peso del Gobierno de su Monarquía como se dijo en el antecedente capítulo. Necesita de varios consejos, de multiplicados tribunales y de infinitos ministros en quienes se debe ver muy ufana la justicia, muy expedito el Gobierno y muy entronizada la sabiduría. Necesita de formidables escuadras que hagan respetables los pabellones reales, constituyan el Reino floreciente y superior al de los enemigos y que con sus fuerzas navales le pongan en una altura de poder que represente uno de los papeles más gloriosos de la Europa y del Nuevo Mundo. Necesita de ejércitos valerosos, que en ellos sea extranjera la cobardía y que renueven las glorias de sus mayores. Necesita de briosos Generales y de guerreros oficiales, hijos legítimos de los numantinos, cuyo valor hizo temblar a los romanos, mereciendo en Roma el epíteto de terror del imperio, blasón más glorioso que las estatuas y columnas del heroísmo romano. Necesita tener bien provistos los arsenales, fortificados los puertos para cuyos pertrechos y otras ocurrencias necesarias para el sustento de la real familia y conservación de la gloria de la Nación, son indispensables inmensas cantidades, tesoros crecidos que formen un pingiie patrimonio, capaz de sostener el valor español, que tan intrépido en la campaña y acos / / 127v tumbrado a gloriosas victorias, se haga respetar de las vecinas naciones, no atreviéndose a irritar la nuestra, sabiendo que en nosotros no prevalece, ni aun nace la multitud débil y afeminada; y que las riquezas en el Real Erario ni aun en tiempo de guerra se debilitan, antes bien se engruesan. La Nación está obligada por derecho natural y divino a vincu1arle al Rey su real patrimonio, según la idea de poder y grandeza en que se reputa la Monarquía para los alimentos necesarios de su familia. Las rentas del Rey son las contribuciones de los vasallos y las que establecen y engordan el patrimonio. Su real familia no debe contemplarse integrada de los miembros que habitan y tienen actual servicio en el palacio del Soberano; debe extenderse su concepto a los ministros y jefes necesarios CAPfTuLoVIII 209 para que los primeros libren al oprimido de la mano del que le calumnia; no se contriste ni se oprima al peregrino, a la viuda y al pupilo; y con su celo y rigor de justicia no permitan la efusión de sangre inocente; y los segundos para que con el filo de su espada protejan los derechos públicos y defiendan el Reino de las invasiones y hostilidades del enemigo. ¿Qué pluma se atreverá a negar los / / 128r tributos y declarados injustos cuando los Soberanos son Ministros de Dios, depositarios de su autoridad y vicarios suyos en la tierra que le sirven en las órdenes del gobierno y defensa del pueblo? ¿Qué espíritu tan impío y presuntuoso habrá que se oponga a la contribución del vasallo en aquella cuota o rata porción establecida, cuando los Soberanos tienen toda su ocupación empleada en felicitar a sus vasalIos, en protegerlos y conservar sus intereses como igualmente sus vidas?Las leyes natural y divina mandan la sustentación de los ministros del Santuario como la de los Reyes, ministros del Señor en lo temporal. Los pueblos reconocen un contrato oneroso entre ellos y los ministros del altar. Estos vienen obligados a sustentados en lo espiritual y aquéllos en lo temporal. El trabajo con que les sirven en el ministerio espiritual se halla recompensado con el pasto temporal a que gustosos contribuyen los pueblos sin riesgo de sediciones públicas que perturben la tranquilidad de la República. No se hallará nación, por bárbara o culta que sea, que no mire con particular cuidado este asunto y que no sea el objeto de toda su ocupación. La egipcíaca y la étnica lo practicaron con sus sacerdotes y falsos / / 128v dioses; la de los árabes y gentiles con sus agoreros y hércules, y la de los protestantes y católicos con sus falsos dogmatizantes: aquéllos y éstos con los ministros de la Iglesia. Esta esposa santa con toda la plenitud de su poder, que comunicado tiene de Jesucristo, determinó el precepto vago de la naturaleza y de la religión, que mandan en general los alimentos de los ministros eclesiásticos ,a cierta cuota y señalada cantidad, siendo propio de su autoridad determinar con ley humana el confuso derecho natural y divino que no demostraba el cuánto de la contribución. ¿Serán por ventura de distinta naturaleza, representarán diverso carácter en orden al Príncipe y sus ministros los citados derechos? ¿Será 210 EL VASALLO INSTRUIDO menos obligatoria su observancia en los miembros de la sociedad política que en los de la Iglesia? El servicio, la administración de justicia, la protección, la defensa y la custodia segura en que el Rey mantiene a su pueblo pacífico, tranquilo y respetado, son los sólidos fundamentos y la base principal en que estriba la justicia de los tributos tan debidos al Soberano, tan ciertos y seguros que no se conoce en ellos el nombre de contradicción;4 ¿quién mejor que el rey y su ministro podrá / / 129r tener inteligencia segura de los gastos ordinarios que tiene el real patrimonio? ¿Qué conocimiento acompaña al vasallo de los arcanos del gabinete? ¿De las ideas gloriosas del trono? ¿De la preferencia grandiosa con que honrosamente se aventaja nuestra Nación a las extranjeras? ¿De los necesarios y abundantes acopios que deben llenar los almacenes de preparativos de guerra? ¿De las rentas ordinarias que entran en el Real Erario? ¿Qué ciencia tiene adquirida el súbdito de la suficiencia del real patrimonio para toda la honrosa decencia de la casa del Soberano? El conocimiento de las necesidades domésticas es propio del dueño que las sufre. Sola su aplicación es capaz de descubrir el modo de subvenirlas. El Rey tiene sus Ministros que le adviertan los atrasos o adelantamientos de su patrimonio, vinculado en las haciendas y caudales de sus vasallos. Ellos le proponen los medios justos o para sus indispensables reparos o para sus más ventajosas utilidades sin necesidad de manifestar los altos y ocultos fines que encierra o cubre el Gabinete. No es fácil persuadirse que se engañe el Ministerio o que fraudulentamente incline el real ánimo a la ejecución de los medios proyectados. La determinación de las leyes natural y divina es regalía propia del Rey para la reducción de sus derechos a cuota determinada. El car / / 129v go y obligación de naturaleza y religión que tienen los vasallos de alimentar a nuestro Monarca es confuso, es vago, no tiene determinada cantidad. Ni la naturaleza ni la religión señalan el cuanto de la contribución; hablan con indiferencia de los alimentos a que deben contribuir los miembros de la 4 Ad. Rom. 13.6. 7. (128vD). CAPÍTULoVIll 211 sociedad. La providencia de la determinada contribución impuesta sobre los caudales de los súbditos, que son la materia de ella, es efecto de la ley humana, enseña Santo Tomás5, y por lo mismo está reservada a nuestro Príncipe, por medio de su sabio Gobierno, la que en el año de ochenta y uno se publicó y mandó por punto general en el Nuevo Reino. Su nuevo establecimiento no es más que una legítima determinación de la deuda forzosa que el derecho natural y divino impuso sobre los pueblos. Estos ignoran la precisa cantidad que necesita la casa Real para su magnífica sus tentación; pero no se les oculta la desigualdad que interviene en todos los reinos por ser más grandiosos los Estados de unos soberanos que los de otros. Por esta razón, cuando nuestro Soberano pidió, mediante la legítima disposición de su Visitador general, los servicios del nuevo establecimiento, no entendió en otra cosa que en declarar la cierta y particular cantidad que ha de sufrir la deuda de los alimentos separadamente en cada uno de los respectivos ramos que se conocen en el país. La justicia de los tributos tiene su dependencia de la le / 130r gítima autoridad y del respeto al bien común y debida proporción y no del dominio que el que los impone tiene de la materia que los ha de producir. VI No se puede dudar de la justificación de la causa para el nuevo método del establecimiento de las rentas y la determinada contribución de ellas. Esta no es dominación graciosa que el Reino hacía al Rey sino un salario, paga o premio que piden sus meritorios cuidados de la administración de justicia y defensa en que lo conserva. ¿Por qué razón el Príncipe ha de defender la Nación y siendo este Nuevo Reino parte de este cuerpo no ha de contribuir con algunos intereses que adecúen suficientes rentas para hacer frente al enemigo? Sin su auxilio no puede el real erario sostener las obligaciones del Estado. Ellas son tan crecidas 5 L. 2. quest. 95 arto2. in corpore. (129vE). 212 EL VASALLO INSTRUIDO que no alcanzan las del ordinario patrimonio a sufrirlas, mayormente en tiempo de guerra. Se ve el Rey empeñado en una guerra sangrienta contra la Gran Bretaña, de cuyo feliz éxito depende, no menos que el honor de la Corona, la gloria de la Nación y el respeto temeroso de las armas. Todo su principal objeto es defender a su pueblo y libertar sus haciendas, sus vidas y aun el uso sagrado de nuestra Religión, de la arrogante soberbia y bárbara ferocidad de los ingleses, nuestrosenemigos./ / 130v ¿Qué fin se ha propuesto en tener atrincheradas sus tropas, formadas en naval batalla sus escuadras, pertrechadas todas sus plazas y puesto sobre las armas su valeroso ejercicio, sacrificando gran parte de sus vasallos europeos en manos del enemigo? ¿Qué fin, vuelvo a decir, se ha propuesto en todos estos campales y navales movimientos sino el conservar en segura posesión a este su amado pueblo americano, y que no fuera teatro lastimoso en donde se representase la tragedia más triste y dolorosa? ¿Y esto qué otra cosa es sino defender la causa común de la Nación? ¿Qué mayor prueba se puede adoptar para la justificación de los tributos que tánto interesan al Estado? ¿Qué necesidad tenía el Rey de haber empeñado su real patrimonio en tantos millones para beneficiar a unos ingratos vasallos que, no satisfechos con resistir a los nuevos impuestos, se conspiraron sediciosos en el mismo tiempo que oprimía el orgullo marítimo de Inglaterra, enemiga tenaz contra nuestra patria? ¿Y no será esta urgencia bastante causa para la justicia de los nuevos reglamentos? Logramos la protección de un Soberano que, lejos de toda arrogancia, abraza gustoso el glorioso título de Pastor del Pueblo, no permitiendo seamos degollados, hechos víctima sangrienta del furor y sirviendo de poderoso freno a los enemigos de la Nación con armamento furioso de / / 131r guerra, y a los facinerosos con la espada de su justicia a fin de que no perturben el Estado y le tengan en continuo movimiento de sedición y sobresalto. La esperanza que nos ofrece la protección del grande Príncipe que nos gobierna y que estima más que todos sus blasones el glorioso y heroico renombre de Padre de la Patria, no queda burlada como la del pueblo amado de Dios, pasando en miserable CAPÍTULo VllI 213 transmigración a Babilonia por la muerte del santo Rey Josías, sino que nos prometemos con ella la mayor felicidad y la paz más segura. Mucho nos interesamos nosotros con la protección de nuestro piadoso y religioso Príncipe, a cuya interesante acción le conduce forzosamente el derecho de la naturaleza y del Evangelio. ¿Qué fuera de este Reino si en estos calamitosos tiempos no hubiera llovido sobre sus pueblos el precioso rocío de su valimiento? ¿Qué, si no hubiera corrido con abundancia todo el respeto de su poder soberano? Sin duda se hubieran entrado por sus puertas los insultos británicos y las insolencias que sufrieron en la muerte del héroe famoso Judas Macabeo. El fatal golpe de la guadaña resucitó el espíritu del desconcierto que lo tenía confundido y sepultado en las cavernas horrorosas de la más vil cobardía el valor del más esforzado Macabeo. Su desgraciado fallecimiento sirvió de reclamo a todos los malcontentos, acuadrillándose para acabar de una vez con la gente escogida de Dios y que Bachides6, / / 131v enemigo de la Nación, fúndanse sus orgullosas satisfacciones con la turbación y trastornamiento de los buenos patricios. ¿y no será éste poderoso motivo para la más justa recompensa? Un pastor, por la fiel custodia del rebaño es acreedor a la debida satisfacción respectiva a la continua defensa que hace de las ovejas. No es mera gracia el salario que se le confiere, sino justicia rigurosa de 10 que se le contribuye. Y la defensa tan gloriosa que el Rey hace de los intereses y vidas de sus vasallos, ¿no merecerá que los dueños de las haciendas le paguen sus desvelos, le recompensen sus cuidados y le contribuyan con todo el rigor de justicia en las rentas prevenidas en las generales instrucciones para el Gobierno del Reino? Los gastos de la guerra son notoriamente muy crecidos, tanto, que no bastan los regulares del Estado para la seguridad de la Corona en tiempo de hostilidades, como se ha verificado en la que se acaba de capitular por medio de los tratados de paz con la Gran Bretaña. Esta es la razón por la cual elPríncipe debe por razón de buen gobierno arreglar su real patrimonio en tiempo de paz, para que su 6 Lib. 1. Machab. 9. 23. (131rF). 214 EL VASALLO INSTRUIDO misma pobreza y considerables atrasos no le conduzcan al extremo vergonzoso de una indecorosa retirada y desmerezca con ella / / 132r la Nación, que entre todas las que brillan en el día de hoy con tanto esplendor se ha granjeado el mejor concepto de las ideas más gloriosas del valor, y ha merecido representar en el teatro político del mundo el más honroso papel. Las riquezas del real erario se fundan y toman su incremento en las imposiciones o tributos de los vasallos. Estos, como miembros de la sociedad y partes legales del Estado político no pueden negarse a las obligaciones en que se interesa la Nación. Si en ellos hubiera libertad para no concurrir al mayor poder de la Corona, ni el Rey tuviera congrua sustentación, según la calidad y grandeza del Estado, ni con su espada desnuda pudiera contener el despecho y la arrogancia enemiga; como igualmente conservar la paz, la tranquilidad de los vasallos en la recta observancia de la justicia y hacer que reine la policia, florezca la abundancia y se observe el buen orden. Quedara inutilizada el alma y espíritu de las leyes octava y undécima que abiertamente persuaden este asunto. La última dice así: «Los haberes del Rey y de los pueblos son para que el Rey se mantenga honradamente en sus despensas y con que pueda amparar sus tierras y sus reinados y guerrear contra los enemigos de la fe.>/Este es el apoyo más firme de los tributos y el origen de las nuevas y justas imposiciones que últimamente se establecieron con autoridad real. Es regla de buen gobierno prevenir los peligros y descu / / 132v brir los fondos seguros para evitar fatales desgracias y conseguir inmortales glorias, mayormente en los soberanos, que son árbitros absolutos a quienes Dios colocó en el trono para conservación y perfección del Estado, prevención de su seguridad, precaución de su decadencia y solicitud de su mayor felicidad. ¿Qué se dijera de aquel General que, descuidado de la estabilidad de las fortificaciones, de la elección y ventaja del sitio, de la formación de escuadrones, del engaño de las emboscadas, del peligro de los asaltos, de la oportunidad de las baterías y de la pujanza de las minas o contraminas, fiara su 7 Ley 11. tito 28. parto 3 Ley 8. parto 2. tit. 1. (132r G). CAPÍfULO VIII 215 ejército a la urgencia más arriesgada; y confiado de su natural valor, esperara formarlo en batalla, prevenir las avanzadas, ordenar las retiradas y ocupar sitios ventajosos cuando ya el enemigo tenía tomados los puestos y situadas sus tropas en los lugares más propios para el más peligroso destrozo y la más cabal victoria? Nuestro Príncipe se halla rodeado de vecinas y beligerantes naciones. La nuestra siempre ha sido objeto de la codicia extranjera por su pingiie herencia, y apenas hay nación que estando aun oscurecida en el olvido de las gentes y en la cuna de la política y cultura civil, no haya formado con aplicación ardorosa ideas de poseedora conquista. Cartaginenses, romanos, bárbaros, septentrionales, godos, suevos, vándalos y u1anos, todos la contemplaron objeto 11 133r único de sus ocupaciones militares, arrojándose unos impetuosamente sobre nuestra España y disputando otros su dominio a fuerza de armas.El Reino, que no puede contrarrestar con sus fuerzas a las de las potencias vecinas, se halla en las inmediaciones del más sensible exterminio y de la subordinación más vergonzosa.Se mira el Príncipe en la obligación más estrecha de desvelarse por el incremento de su poder soberano. El número de las tropas, el valor de las escuadras, la abundancia y las riquezas de su erario y las de sus vasallos, son el alma del poder de la N ación. Ahora pues: si las rentas ordinarias del Rey no sufragan para el tiempo de la guerra, no será extraño que en tiempo de paz procure con su influjo regio aumentar sus riquezas y engordar su patrimonio en políticos establecimientos, a fin de que constituya la Corona en una eminencia de poder que no permita sea teatro de calamitosas desgracias y ruinas tristes y dolorosas. Pudiera el autor del pasquín general, libelo a la verdad sedicioso e infamatorio del honor del Rey, de la legitimidad del trono y de la más arreglada conducta del doctísimo Ministerio, haber registrado esta doctrina, y seguramente con ella hubiera proscrito sus alevosos intentos, sus infames ideas, sus conspirados pensamientos, sus rebeldes designios y no hubiera inspirado en el ánimo de estos naturales arranques de este 11 133v jaez y sentimientos vivos de deslealtad y rebeldía. No naturalizará de violencias y usurpaciones las justas, las útiles y aun debidas disposiciones que se tomaron en el gobierno de las 216 EL VASALLO INSTRUIDO rentas, pues a más de ser útiles al real patrimonio, lo son también al Estado, por aumentar su pode~ a cuya acción está obligado el Rey y también los vasallos por ser miembros de la misma sociedad de quien es cabeza, para poder medir sus fuerzas con las de los otros príncipes. Este cuidado no pertenece al vasallo, quien siempre debe suponer que las disposiciones del Rey y sus Ministros son justas y arregladas y no crueles, injustas y tiranas. Yo no puedo dejar de admirar la delicadeza de su conciencia y el singular celo de la observancia de los derechos y del buen orden de la justicia que aparenta en su general pasquín. Es propio de los enemigos de la verdad propinar el veneno bajo el disfraz de bondad y celo, a fin de que la incauta plebe, que no sabe discernir la verdadera devoción de la falsa piedad, se deje arrastrar de los falsos halagos de la virtud. Vistosa se presenta a la vista la píldora dorada, pero bajo el oropel hermoso encierra y oculta la amargura ingrata y desapacible al sentido. ¿Qué otra cosa hizo el autor sacrílego del pasquín? Con los fingidos colores de gravá / / 134r menes injustos, de imposiciones tiranas, de establecimientos crueles y de jurisdicciones intrusas y violentamente usurpadas, derramó la cizaña de su falsa doctrina y comunicó el inmortal veneno de la inobediencia y obstinada infidelidad al orden superior y a las leyes de la sociedad. Los fariseos se escandalizaban de los prodigios de Jesús obrados en día de sábado, y no era para ellos objeto de remordimiento interior conspirar asechanzas contra la vida de su mismo Redentor, fuente que es de toda soberanía. Se escandaliza el pasquinero de unos reglamentos justos y relativos a la conservación de la causa común y cubre su falso celo con infames dicterios, con proposiciones denigrativas del honor más respetable y con discursos opuestos al derecho público. El inspira sentimientos de desquiciar la paz pública de su natural centro, de conspirarse contra el legítimo Gobierno, de tiranizar al noble y leal español, de despojar del trono de estos dominios a nuestro legítimo Soberano, de sacudir el suave yugo de la obediencia, de tomar las armas contra la autoridad soberana de su mismo padre el Rey; y olvidando todos los fueros de la naturaleza, de la religión y de la política, abrir la puerta al desorden, a la insolencia, al libertinaje, a las calamidades, a las carestías, al ningún uso de la re / / CAPtruLoVIll 217 134v ligión ya una inmensidad de males, producciones fecundas de la guerra civil y sediciosa. Estos son frutos de su celo y del espíritu de rectitud y equidad de que se constituyó apóstol, y no manifiesta agobio de conciencia ni el más mÍnimo.El es parecido a un gobernador portugués que, habiendo salido del reino de Portugal oprimido con el peso de sus escrúpulos, aportó en una de sus conquistas. Quisieron obsequiarle los naturales con un cestico de uvas de moscatel de Jesús, fruta natural del mismo Reino. Metido el buen juez en el seno de sus nimiedades de conciencia, con el nombre de Jesús en la boca, se armó contra la tentación y desatendió el obsequio con particular admiración de todos, por la repulsa, que era propia de su entereza, desinterés y escrúpulos. A poco tiempo el que antes se atragantó con el cestico de uvas, se engulló dos barcas, la una de ellas confitada con dulces de azúcar y la otra perfumada de rollos de tabaco. Así lo refiere el padre Silveira. Esta es la conducta de nuestro falso dogmatizante, que no le detuvo la consideración de pervertir las ánimas de los súbditos, de conmover los pueblos, de perturbar el Reino. Es Jerusalén clima tan fecundo de escrúpulos como de hipocresías a causa de que estas dos perniciosas / / 13Sr plantas reconocieron un mismo nacimiento, que es el engaño y la mentira. De estas dolorosas y perniciosas raíces toma ser la errónea doctrina que, con el malicioso título de procurar la libertad oprimida y tiranizada, derramaba en los pueblos más quietos y sosegados. ¿En qué parte del Santo Evangelio se encuentra la libertad de negar la obediencia al Rey y sus Ministros? ¿En qué asamblea literaria se dictamina resistir las nuevas imposiciones sin ser evidentemente injustas? ¿Qué moral cristiana enseña no estar obligado el pueblo a la observancia de la ley si no es aceptada? ¿Qué religión, qué naturaleza, qué política permite las conspiraciones de los vasallos para oponerse con armas a la soberanía? Sabemos muy bien que todas las acciones de una guerra injusta son adquisiciones violentas y contrarias al Derecho de Gentes. Los fines de la guerra son la paz como centro que es de todas las leyes. Una de las cuatro condiciones que deben justificar la guerra es la autoridad legítima y ésta sólo reside en el Príncipe soberano y en la República, que no conoce superior. 218 EL VASALLO INSTRUIDO y en caso de agravio su misma autoridad pública es juez y superior que últimamente decide. Los hombres privados no gozan de autoridad pública; tienen su soberano a quien pueden formar sus recursos, representar sus opresiones para que sus clamores sean oídos y re / / 13Sv compensen las vejaciones que han sufrido. No hay en ellos ni el más leve asomo de facultad para tomar las armas por ser resolución injusta, según todos los teólogos y parto legítimo de rebeldía. Dad al César lo que es del César, dijo Jesucristo, y a Dios lo que es de Dios8, a quien tributo, dad completa satisfacción de este servicio, a quien Alcabala, no defraudéis su real derecho. Las leyes reales dirigieron todo su espíritu a esta debida prevención y la atención del Derecho Canónico no perdió de vista la obligación de los fieles en contribuir con todas las cargas que asignare el Concilio general en caso de necesidad para conservar el bien público de la Iglesia lejos de esperar su consentimiento.9 La causa pública no excusa al vasallo de contribuir con sus cortos o muchos intereses para los fines que señalare el Soberano. La reparación de los muros de una ciudad, la construcción de puentes en un pueblo, la erección de calzadas en un camino pantanoso, la fábrica de casas según las reglas de política, son importantes objetos de la obligación popular a fin de que se expendan sus respectivos propios y los intereses de los vasallos en aquella parte que les tocare. Por la misma razón, los pechos o cargamentos que se les / / 136r asignaren para el mejor gobierno político. Y siendo de esta naturaleza los nuevos impuestos que con orden del Rey cargó el Sr. Visitador general en el año de ochenta y uno, queda desvanecido el escrúpulo del autor del pasquín, y declarado por falso y sedicioso su celo. VII La tercera condición que justifican los tributos es la proporción así con la causa como con los súbditos. La 8 9 Mathe. 2. 17.c. 22. v. 21. (135vH). Cap. Super quibusdam de verbosignificat.(135vY). CAPíTuLo VID 219 justificación de la legítima potestad y de la causa quedan ya demostradas en los parágrafos antecedentes. Sola la demostración de la equitativa y justa proporción que se observó en las determinaciones de los nuevos impuestos será el objeto de mi atención en este parágrafo.La proporción consiste en asignar precisamente lo necesario; de suerte que si con cuatro se repara y cubre la necesidad, no se pueden en conciencia asignar cinco o seis y en repartir los cuatro impuestos con igualdad a los vasallos. Toda esta justa disposición se halla en ellos. Los alimentos debidos al Rey van animados con el espíritu de la honrosa sustentación de su real familia y de la defensa del Reino, mediante la fuerza de sus armas, como lo significa la citada Ley 11. Queda probado que las rentas ordinarias del real patrimonio no sufragan para los gastos precisos de la guerra, que no pueden sufrir las cargas del Estado. ¿Será buen / / 136v Gobierno buscar el remedio en la más urgente necesidad? No es verosímil que un asunto de tanta gravedad se fíe a la contingencia del tiempo. La protección de la Corona es precisa, es natural, es divina, es política obligación en el Soberano. Si le faltan las fuerzas ¿qué será del Reino? Poco importa que abunden las tropas si faltan los alimentos que son los nervios de su valor. Cuando en el ejército reina la escasez y falta el socorro a la tropa, desfallece el ánimo, se eclipsa el valor, mengua la esperanza, se desampara el campo, se irritan las pasiones contra el Gobierno y se temen tristes e infieles consecuencias. Los sucesos de la guerra son varios y muy contingentes, y es conveniente prevenirlos en tiempo de seguridad. Es necesario conocer las fuerzas de la Nación y si están deterioradas darles nuevo ser, y si son inferiores a las de otras naciones la principal ocupación será el equilibrio de ellas. ¿Quién ha constituido a la Inglaterra y a la Holanda tan florecientes sino las formidables fuerzas navales a costa de inmensos y cuantiosos gastos?Para esto es indispensable el cuidado del Gobierno,de quien es peculiar esta acción. Sería sindicada, y con razón, si confiada de la contingencia de una fiel confianza dejara el equilibrio para el tiempo del mayor conflicto, cuando invadido bárbaramente el Estado, sufría la más sensible y lastimosa opresión. / / 220 EL VASALLO INSTRUIDO 137r De aquí nace que el Realpatrimonio debe estar bien afianzado con el establecimiento útil y necesario de las rentas, a fin de que no conozca la urgencia sino la abundancia en tiempo de guerra, y no se exponga a una fatal derrota y desolación, o por una dolorosa carestía, efecto de la indignación de Dios por los pecados del pueblo, o por una inopinada rebelión fomentada por los enemigos de la quietud pública. No es despreciable el pensamiento, pues conociendo en ellos la natural aversión al Gobierno español y centelleando contra ellos rayos de indignación, alcanzando hasta los más sagrado del trono, no es irregular que viendo a la España toda ocupada en los negocios de la guerra, procure romper por esta parte el furor sedicioso y hallándose el Rey sin fuerza para los forzosos ataques en una y otra parte, sea fácilmente despojado de su legítimo dominio. El examen del estado del real erario es asunto más adecuado a la inteligencia del Gobierno que a la del vasallo, y ninguno mejor que aquél podrá entender en su reglamento. ¿Quién podrá con mayor certidumbre tener conocimiento de los gastos que ocasiona una guerra que el mismo Ministerio? Este como más inmediato al tronco de la autoridad, participa con mayor influjo la amenidad de su poderosa sombra. Tiene la satisfacción de ser el depositario de las eminentes ideas del Rey y de ser la apreciable concha en donde se encierra todo el pecho / / 137v del Soberano. En esta atención, sólo a su sabia comprensión está reservada la providencia y el conocimiento seguro de la resolución. La cuota determinada del cuánto de la contribución es acción propia y peculiar suya y nadie puede con audaz arrogancia arrojarse a la censura mordaz y atrevida. Los acontecimientos de la guerra están sujetos a la incertidumbre del tiempo y a los acasos de la fortuna. Los años de su duración se ignoran; el tiempo de los insultos enemigos se oculta, y por lo mismo no hay norte fijo a donde con seguridad y certeza mire el coto señalado de los nuevos pechos. En este particular los Ministros se acomodan al cómputo más discreto de rentas a qué ascender el Real patrimonio, que es la regla más segura y proporcionada al Gobierno del buen orden político. De esta doctrina ¿qué resulta? ¿Qué se deduce? ¿Acaso la improporción de las CAPÍTULo VIII 221 nuevas imposiciones del Reino? Lo niega el sabio político y 10 vitupera el crítico más curioso. Y aunque esto no fuera, tiene lugar el argumento tantas veces decantado en los antecedentes capítulos y parágrafo s, para convencer al malicioso que intenta oscurecer la justicia de los nuevos cargamentos, ¿o los vasallos se hallan constituidos en la alta jerarquía de jueces absolutos para resolver la improporción de los establecimientos, o no se miran comprendidos 11 138r en ella? Si se abraza el último extremo, ¿cómo, pues, se atreven a condenados injustos, crueles y tiranos? ¿Cómo, pues, pronuncian sentencia de abolición contra ellos? ¿Cómo, pues, quieren vindicar el agravio con la espada desnuda en el campo? Su tribunal es subrepticio, la autoridad intrusa, el poder ilegítimo, la libertad espuria, la usurpación violenta y bastardo el título. ¿Cómo, pues, podrán declarados improporcionados? Si se admite el primero ya no hay seguridad en el trono, se desfalcan las leyes de su firmeza, se desnaturaliza el vasallaje y se inutiliza la obediencia tan recomendada por Dios, por la Iglesia, por la naturaleza y por las mismas leyes del Soberano. En esta suposición queda el pueblo con libertad de examinar la improporción o justicia de las leyes y repugnarlas cuando no se acomodan a su capricho, a su ambición y al espíritu de su depravado interés. En esta suposición se confundiera el buen orden religioso y político, se destruyeran y pervirtieran los reinos; libertad que repugna al Evangelio, el que establece los imperios, fortifica los tronos, da esplendor a los cetros y sostiene los reinos; libertad que renueva el odio que en los principios de la Iglesia se intentaba contra la doctrina de Jesucristo, infamándole con el negro borrón de que enseñaba el desprecio a los príncipes temporales y la resistencia a la jurisdicción suprema. Lo dicen el grande Agustino y Clemente Alejandrino 11 138v con los sagrados expositores de la Epístola primera de San Pablo escribiendo a los Romanos1o, libertad que destruye el obsequio, que pide el grado de cada uno y la obediencia sin 10 1. ad Rom. c. 13. v. 1. Sn. Agust. in Psalm. 118. Conc. 31. CIernen. Alexand. Lib. 4. Strornatum. (138v 1). EL VASALLO INSTRUIDO 222 la cual ni casa, ni ciudad, ni nación, ni la naturaleza humana, ni el mundo mismo pudiera mantenerse, en sentencia de Cicerón 11; si esta libertad no puede tolerarse por ser opuesta a la ley evangélica que manda la fidelidad, respeto, temor, obediencia y los tributos a las potestades, es conocido que los vasallos no pueden juzgar la proposición o improposición de los nuevos pechos. VIII Son los vasallos los hombres del Rey que sostienen todas las cargas que le afligen. Ellos son los apoyos y estribos seguros donde descansa toda la grandeza real. Las imposiciones siempre se reputan por gravosas y para su justificación han de ser respectivas conforme a las fuerzas de cada uno. Al pobre se le carga corno pobre y al rico se le oprime corno a rico. Esta misma consideración resplandece en el nuevo gobierno de rentas. En éste no se manda un repartimiento antojadizo, que sea gravamen capaz por sí solo de las alteraciones populares. No se ha pedido por Provincias ni encabezamientos. / / 139r Sin atención al mayor o menor fondo de fuerzas de cada uno de los respectivos pueblos o partidos, que esto fuera declarada violencia y notoria improporción. En todos los pueblos no es igual la abundancia porque no es una misma la cultura del campo, la aplicación al trabajo, la facilidad del comercio y el uso de la industria popular. Unos terrenos son más fértiles que otros, un clima es benigno y adaptado para unas producciones que son forasteras para otro país. Unos pueblos son ricos, ya por sus preciosos minerales, ya por sus amenas llanuras, ya por sus pingiies dehesas, ya también por sus felices ramos de comercio; y otros se contemplan corno ramas tronchadas por ser sus tierras un erial seco, un terreno lánguido y un país pedregoso, inútil de ninguna fecundidad, que conocen por padres a la escasez, a la urgencia y a la miseria misma. Todos no gozan de iguales riquezas, ni en todos es uno mismo el poder. Se debe contar con las fuerzas 11 Lib. 2. de Leg. (138vK). CAPÍTULO VIII 223 de los pueblos para medir los tributos. La tribu de Isacar contribuyó con parte más crecida de intereses que sus hermanos a causa de que sus posesiones eran más pingiies, y más grueso y opulento su patrimonio. No deben ser insufribles sino llevaderos, según lo pide la necesidad; y si ésta es extrema no hay duda que el Soberano tiene el supremo dominio de las haciendas y personas de sus vasallos, / / 139v pudiéndose valer de ellos para la defensa de la causa pública y seguridad de la Nación. Los vasallos son los diques en donde se encierra todo el poder de la monarquía, son los muros que guardan el Reino. El Rey debe siempre hallar en sus súbditos todo subsidio Y éstos en la real persona todo su alivio y consuelo. Por falta de humanidad con los vasallos se le rebelaron diez tribus a Roboán y se desmembraron de su dominio. Se declaró león furioso y oso hambriento, desatendiendo los sensibles clamores de su afligido pueblo y no queriendo remover de sus débiles hombres los tributos excesivos, carga de tanto peso, que era yugo insoportable para tan pocas fuerzas.Por esta razón y no por defecto de autoridad es reprendido en la Sagrada Escritura.12 Las nuevas contribuciones de este Reino, lejos de ser compañeras de la viña de Naboth en la violencia y tirana usurpación, guardan la circunstanciada equidad por ser distinta la naturaleza que les viste y otro el carácter que les ilustra. Su cargamento es cantidad forzosa, que descansa sobre los frutos prediales de los miembros de la sociedad, asignando el cuánto de la contribución generalmente con respecto a los mayores o menores frutos de sus patrimonios. De suerte que si el pueblo es floreciente en riquezas, contribuirá abundantemente por / / 140r razón de sus descansadas y fecundas posesiones; si es escaso en producciones y sufre la falta de interesantes caudales, su cargo en sí publicará la suavidad y ligereza de la misma, pero no dejará de ser gravosa por la misma pobreza del sitio e ingratitud del terreno sin embargo de no exceder las fuerzas de sus vecinos. La naturaleza y política guardan tan bella armonía y acorde unión entre sí, que parecen hermanas muy 12 3 Reg. cap. 12.v. 10. (139vL). 224 EL VASALLO INSTRUIDO reconciliadas sin el más leve asomo de contradicción. Las partes que integran el cuerpo natural del hombre dicen con la cabeza igual respeto a la conservación de la vida. Todos los individuos de la naturaleza humana miran con particular cuidado en común, y en particular la obligación de conservarla. Los medios son forzosos para que se mantengan los vitales alientos; pero no deja de ser conocida en ellos la nada equívoca desigualdad. Unos son sumamente ricos,otros no gozan de igual comodidad; éstos logran un honroso patrimonio, aquéllos una buena parte de abundancia; acá se descubre una mediana decencia, allá una lastimosa mendicidad, y todos juntos, sin embargo de representar varios papeles en este palacio de la naturaleza, de prodigalidad y miseria, de abundancia y carestía, de opulencia y pobreza, de porte galano y mezquino, no dejan de contribuir a la conservación universal y particular de la naturaleza humana. Todos se hallan pen / / 140v sionados a los alimentos del cuerpo, so pena de la vida: el pródigo y el miserable, el rico y el necesitado, el pobre y caudaloso; éstos con esplendidez, aquéllos con limitación; unos con sobrado gusto, otros con forzada opresión, y en todos resplandece la paga de los tributos para los alimentos del cuerpo humano. No se admite excepción de personas. ¿Esta variedad será motivo para condenar de tirana y cruel a la naturaleza? ¿Su prodigalidad en unos y su escasez en otros será injusticia? ¿Pensionar a todos con el natural servicio o tributo ordinario de la sus tentación del cuerpo será improporción? Examine este interrogatorio el sabio curioso del mundo que a mí me llama el objeto de mi obligación.La Nación se debe contemplar como un particular. Es un cuerpo político que tiene partes integrantes y cabeza perfecta que le componen, y todos miran este cuerpo de sociedad como objeto único de su particular atención a fin de que no experimente su decadencia en la conservación. Conviene, pues, que haya un solo Príncipe que resuelva y determine y en quien como cabeza de la misma sociedad resida la autoridad pública.Todos sus miembros en general y en particular se aplican, no con indiferencia sino con forzosa prescripción de los fueros más respetables, a su entera seguridad. No / / CAFfTuLoVIII 225 141r les queda libertad para repudiarla ni para resistida. ¡Qué ricos patrimonios se conocen en ellos! ¡Qué gruesos caudales! ¡Qué pingiies posesiones! ¡Qué magnificencias tan ostentosas! Qué tratos tan homosos! ¡Qué decencias tan suntuosas! ¿Pero qué? No ven los individuos, mayormente los del vulgo y la plebe, lejos de sí la miseria, la necesidad y la pobreza. Se sabe el estado de urgencia en que se halla constituído el Nuevo Reino por falta de aplicación a la agricultura y al adelantamiento de las manufacturas. Esta triste situación no los indemniza de la pensión tributaria impuesta en el nuevo establecimiento. Ella observa la exactitud de la proporción. No es igual el gravamen del pobre que el del rico; diferente es la medida de la contribución. Las fuerzas del pobre, que no pueden extenderse a más que a cuatro, no se comprenden en las pensiones de cinco o de seis. En esta corta parte de su caudal no le carga imposición que le oprima el peso de su gravedad. Tiene señalado lindero la carga que han de llevar los hombros del pobre afligido y necesitado. No se le manda que pague de seis cargas, verbigracia, o de seis arrobas de los géneros que compra, cuando el fondo de su caudal no alcanza más que a tres cargas o tres arrobas. Una pensión es improporcionada o cuando se percibe de una cosa que no tiene ser, y por lo mis / / 141v mo injusta, cruel y tirana, o cuando no corresponde a la materia, que es la raíz o fundamento sobre que se impone o establece. En esta parte no son pecaminosos los nuevos establecimientos, que no son otra cosa más que una legítima determinación del derecho natural y divino, pues sólo gravan al vasallo en aquella cuota o pensión de pechos necesarios y útiles para la segura protección de la Corona. El establecimiento es general y es regla de las más ciertas y seguras para obviar robos y estorbar injusticias, en atención a que es diferente el respeto que tiene al pobre que el que considera en el rico. El no despoja al necesitado de los medios de su natural conservación, le deja sus cortas utilidades y percibe parte de ellas para los alimentos de su Rey, que es la causa que los justifica. Este yugo, que parece insufrible, se hace soportable y llevadero con la atención de los superj.ores preceptos de la naturaleza y de la religión, que conspiran a un mismo fin. Este yugo les facilita sus mayores 226 EL VASALLO INSTRUIDO conveniencias, sus conocidas utilidades porque les fomenta el trabajo y les da calor para solicitar nuevos arbitrios, que redundan en utilidad suya y del Estado. Es el estímulo y la espuela picante que los despierta del pesado letargo de la reprensible ocio / / 142r sidad, fuente segura de su lastimosa pobreza y manantial perenne de todo desorden y de sus continuos atrasos. El abre la puerta a la misma abundancia y la cierra a la sensible escasez. Precisado el vulgo a la contribución, no queda duda que se aprovechará de la urgencia, empleará fuerzas, limpiará los montes, formará sus rocerías (así llaman las labranzas), florecerán los campos, fructificará la tierra y aparecerá la abundancia. El arreglo para la segura recaudación del real patrimonio debe constar por aranceles públicos, que son el plan por donde los vasallos deben medir el gusto de sus contribuciones, para los precisos y suntuosos gastos que pide la grandeza del Estado. Sería notable confusión establecer reglamentos para los acaudalados y aranceles para los necesitados. Se hallaba el Gobierno enteramente precisado a crear nuevos Tribunales en cada respectiva República con el indispensable destino de oir las representaciones de los súbditos y declarar su opulencia o pobreza a fin de dar el más exacto cumplimiento a las interesantes disposiciones del Gobierno. Si atendemos a los desconsuelos y perturbaciones que de esta providencia resultarían forzosamente en los vasallos y aun en los mismos Ministros y sus respectivos oficiales, parecerá increíble el nuevo gravamen que carga sobre los / / 142v hombros del pueblo. No faltarán inquietudes, se oirán clamores, se formarán recursos, se hará censura de la conducta de los magistrados, acriminándoles el mal uso de sus facultades, y los malcontentos, como acostumbrados a no conocer subordinación y a vivir a su libertad, conforme al espíritu de su preocupación, levantarán el grito, inspirarán desprecio a los jefes de la superioridad y fomentarán las quejas en los demás, persuadiéndoles el agravio que se les hace en la declaratoria; y como es asunto que trata de intereses, no será dificultosa la impresión, viéndose por esta razón abrumados los encargados de estos particulares negocios. Siempre se concluye que los reglamentos generales que se establecieron son más proporcionados para el t, f" , , r fll' ~ :ff.f-f#i~i*i~~f.r-i~i~4'41~i~.f~~~f:·. ~''''~<14 ~f ~ f f:'\ ti f f f i f f f ft' f i r.. .r-. •• S' ~~ .•• . 1~r."f f ( , f~ t " {tj' :i.ffftf.r}if.ttnf~iffffH-tf. Hfff.Hf l....,.~~ ... ht:~·f.E;."~a-~ ~,t; .~r~¡~.rf,..,.l ~...:t·fi "1 ..ti---rT~f1·r~·rh, ,':'." ~'rlf~¡ I.M~~ ~ •••••...••• .. r.·.1ht"tA:·_·~ " e '" :: . ¡-\3',., ...i-:: l .••• : ) ••• ~ :••• ~' " • • : • : 1 :•' •• ••• j ~ :t .• ~ Jl .", , l .•••• 1 ••••••••• ~'~,J.: !." I .,.-- ••••... 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I . I l' ::: _LJ • I ~)~I,...4-· • , f ¡, ....1.•.1-1-1-.1..-1- a : 1 • ¡~! i"'!'>~! ¡ 1 ¡ ¡ ! i I i ..•...... , ~ ~! i I a ¡ i 1 i ¡ ; ¡ Ti • Ir lo 1 ! • r i .•••• i , !'O ~ : ! '-o. I : r =-~ :.ar-rr'i ~rr'"!~! i i i i i ¡ : ; : ¡ i i 1 t-.) : ; r ~~~;:" r •¡! I 1 r r i r r r 'r r ! ! ~~ t • t , • i : i : i i. i ; ¡ i i i j i : i ; : ! ¡ ¡ ! .J : i :_.1-1 • llll!'" ; ¡' : I . :.: i i !!,!!" ; ~ '! ! ~ , r; r !, :...!. r ~ i ! r : i: •• CApÍTULo VIII 227 incremento del Real erario y aun para la mayor felicidad del pueblo, si éste quiere penetrar el espíritu de las superiores providencias. Es tan público como se manifiesta por el estado siguiente. Y asimismo lo es, que en este Reino no se guarda aquella formalidad de vida sociable que se observa en la Europa. Viven las familias dispersas por el campo sin instrucción mayor ni de religión, ni de política, como queda dicho en otro capítulo, al abrigo de su libertad, lejos de la observación de los interesados en las rentas de Su Majestad, a la que se agrega la / / 143 r (ver gráfico anexo) 144r franca apertura del campo, que a cada paso les ofrece un seguro extravío, sin precisión a transitar por ciertos y determinados puestos, en donde sean registrados los géneros del transporte, ya sean del país, ya sean de Castilla; y por otra parte, descubriéndose en los hijos del Reino y aun en los europeos (no en todos) la ninguna escrupulosa exactitud en el fácil y pronto cumplimiento de la contribución de los pechos reales, a cuya pensión deben los legítimos vasallos inclinar voluntariosos sus hombros, no sólo por temor de la pena sino por obligación de la conciencia. Nada extraño parece que los celosos Ministros del Soberano, y los más interesados en el incremento útil del Real patrimonio, tomasen los medios más proporcionados para la seguridad de las rentas. La falta de guías y tornaguías induce notorio perjuicio en las Cajas Reales, y su existencia, conocidas y ventajosas utilidades. Conforme la actual situación de los pueblos no se puede estorbar el continuo giro de los contrabandos y los frecuentes y repetidos fraudes que padecen los intereses de S. M. Esta disposición legal de las guías y torna guías es la recomendación más justa que inventaron las Naciones más cultas para conservar la firmeza segura del establecimiento de las Rentas; y no se pueden vituperar ni censurar de injustas porque tienen afinidad / / 144v con el espíritu de las leyes. Los mismos Administradores de las Rentas me han asegurado que sin el auxilio de estos medios legales, ni el Establecimiento puede subsistir, ni las Rentas felicitarse. La seguridad de una plaza consiste en la fortificación de las murallas, de los fosos, estacadas, de los 228 EL VASALLO INSTRUIDO baluartes y caminos cubiertos. Sin estos preparativos es puerta franca para constituirse objeto y sacrificio del furor enemigo. Los aranceles, las guías y tomaguías son las fuertes murallas, los profundos fosos, las estacadas peligrosas, los baluartes invencibles y los caminos seguros para la feliz conservación de los sabios reglamentos. Este conocimiento se ocultó a las reflexiones políticas del público. Este siempre se ha gobernado por los primeros Reglamentos que no contienen en sí más que confusión y poco método, manantial perenne de los atrasos del Real patrimonio. Pedía de justicia toda la atención del Gobierno para destruir oportunamente un desorden de esta naturaleza, rectificando el comercio interior y reduciéndolo a una uniformidad invariable y constante. El abuso de algunos empleados en servicio del Rey,y el mal uso que hicieron de estas formalidades legales, no arguye improporción en ellas, en atención a que no se dirigen a otro objeto que a reprimir la // 145r relajación de libertad que en esta materia se toma y a dar estabilidad perpetua al Real Erario. Es conclusión forzosa que las citadas formalidades no llevan en sí gravamen ni pensión alguna, antes bien, son producciones legítimas del más sabio y acertado gobierno por más que la malicia procure oscurecer la verdad. Por lo respectivo a los derechos de Barlovento, ya es tiempo que hablemos un poco, y rasguemos de una vez las cataratas de la ignorancia o de la preocupación en que tanto fluctuaba el vulgo idiota. Esta pensión no tiene nada de novedad; es tan antiguo su establecimiento como su contribución. No hay innovación alguna en su establecimiento; sólo sí se ha separado este Ramo de pechos del de A1cabalas con quien estaba confundido. Uno de los principales objetos del Gobierno es la cuidadosa incumbencia en remover toda especie de confusión en los Reales Ramos de Rentas, para que brille la pureza y legitimidad de las cuentas y se tenga noticia de las producciones respectivas a cada ramo. La mala inteligencia que la plebe tuvo en este particular fue motivo de la odiosa aceptación que indebidamente merecieron los nuevos establecimientos. Acostumbrado siempre el vulgo a caminar entre confusas vacilaciones, y propenso siempre a fanáticas preocupaciones, se dejó sedu // CAPfn1Lo VIII 229 145v cir falsamente de la ilusión partidaria y causó lastimosos estragos en las Rentas de su mismo Padre. Por Real cédula del año 1635 se manda pagar el derecho que llaman de Barlovento, siendo el objeto de esta pensión el establecimiento y conservación de la armada de Barlovento, para evitar las vejaciones que los extranjeros podían ocasionar al Rey y a los particulares. Siendo tan antiguo su establecimiento, ¿cómo, pues, se ha propuesto idea de sedición escandalosa? Si es resolución de la misma Real persona, ¿cómo, pues, la audacia vulgar se arroja temerariamente a dpdarar su injusticia? Examínese bien el principio de la conmoción general y de las pasadas alteraciones y se descubrirá que sólo el espíritu de inquietud y perturbación popular, lejos de sufrir extorsión la más mínima, prendió el fuego de la rebelión; y siendo materia tan delicada, no reparó fomentar sus estragadoras llamas hasta que sufriesen su devoración todos los ángulos de la casa de su Soberano y señor natural de estos Reinos. No hay apoyo para vindicar el atentado que se ejecutó. Los nuevos Reglamentos van acompañados de legítima autoridad, de causa justificada y de proporción conocida como queda demostrado, calificándose tales condiciones con las pruebas nada clandestinas de todo claras que tengo propuestas / / 146r al vulgo preocupado, ignorante, seducido y fácil para concebir imaginarias ilusiones, como pronto a recibir inspiraciones de ideas tristes y sediciosas. Para la demostración más firme y constante de esta verdad me parece conveniente insertar en este artículo las cédulas de S. M. sobre el establecimiento del derecho de Barlovento: "El Rey Marques de Sufraga, pariente, mi Gobernador y Capitán General del Nuevo Reino de Granada y Presidente de mi Real Audiencia de él, o a la persona o personas a cuyo cargo fuere su Gobierno. Teniendo consideración cuanto conviene a mi servicio ya la defensa de las costas del Mar del Norte, seno mejicano, Islas de Barlovento y a la conservación de las flotas, contratación y comercio entre esos y estos mis vasallos, el formar una armada de bastante número de bajeles, que ordinariamente corra aquellos mares, defendiéndoles de los rebeldes y corsarios que los infestan; y como quiera que deseando entablar el año pasado de 627 una armadilla en la 230 EL VASALLO INSTRUIOO Isla de Santo Domingo para que asegurase del enemigo aquella Costa, mandé a mi Audiencia y mis Gobernadores de aquellas islas de Barlovento ejecutasen ciertos arbitrios que para este efecto había dado D. Luis Garavito de Aguilar, Procurador general de la ciudad de Santo Domingo de aquella Isla y otros que al dicho mi Presidente pareciesen exequibles. He resuelto que supuesto que ya por estar tan exhausto y gravado mi Real patrimonio, he dado orden que mi Virrey de la Nueva España ejecute en ella muchos medios de lus cuales se saquen muy considerables cantidades para la formación / / 146v y conservación de esta Armada y porque ha de ser la que ha de defender y amparar todas esas costas del Norte; concurran todas las Provincias de él a dicha formación y conservación, así para que nunca pueda faltar esta defensa como para que sean más tolerables a mis vasallos los derechos que para esto se impusieren. Y como una de las Provincias más principales de entrambos mares es esa que vos gobernáis, os remito la copia de las imposiciones que se han impuesto en Santo Domingo y demás Islas de Barlovento; porque de estos medios o de otros, los que más cómodamente se impusieren o más fácil se ha de exigir y cobrar, encaminéis con todo efecto, luego que recibáis esta mi cédula, sin alzar la mano de ello hasta conseguirlo con estos mismos vasallos, como se impongan derechos considerables en estos géneros o en otros, los que mejor parecieren, de los cuales se saque una cantidad muy considerable para ayuda de esta Armada, mirando juntamente, que ha de ser muy excesiva la costa que ha de tener su formación y conservación, y la utilidad grande que se sigue a esa Provincia de tener aseguradas sus costas, comercio y contratación, que fío de tan buenos y leales vasallo s que lievarán con grande consuelo lo que en esto contribuyeren; pues en la pérdida y daños que excusan con esta Armada y otras comodidades que de tenerla se les siguen, ahorran más de lo que pueden contribuir en estos derechos. Y lo que de ello procediere, haréis poner en mis reales cajas por / / 147r cuenta aparte y que de ellas se remita a la ciudad de Cartagena, en donde ha de quedar a disposición de mi Virrey de la Nueva España, el cual se corresponderá con vuestra CAPÍTULo VIII 231 persona. Y por haber encomendado a la del Virrey la ejecución de esta Armada, daréisle aviso de lo que en esto se hubiere hecho para que conforme a ello vaya obrando mi servicio, asegurándoos que no me lo podréis hacer más agradable que conservaras con él en toda buena correspondencia y en asentar en esta Provincia tal cantidad de plata para el socorro de esta armada, que con ella y las que puedan juntarse de otras partes, se consigan tan importantes efectos. Fecha en Madrid, a cuatro de Mayo de mil setecientos treinta y cinco años. Yo el Rey. Por mandado del Rey, Nuestro Señor. D. Fernando Ruiz de Contreras." "El Rey. D. Martín de Saavedra y Guzmán, caballero del orden de Calatrava, mi Gobernador y Capitán General del Nuevo Reino de Granada, y Presidente de mi Audiencia Real en él. Por cédula de cuatro de Mayo de 635 envié a mandar al Marqués de Sufraga, vuestro antecesor en esos cargos, procurase ejecutar en esa tierra ciertas imposiciones y arbitrios de que se saca una buena cantidad para ayudar a la formación y sustento de la Armada, que he resuelto haya en las costas del Norte e Islas de Barlovento como más particularmente se contiene en la dicha cédula, cuyo duplicado se os remite con ésta. Y porque conviene a mi servicio que lo contenido en la dicha mi cédula / / 147v se ejecute con toda presteza y puntualidad, os encargo y mando lo hagáis así, eligiendo para su mejor cumplimiento todos los medios que tuviéredes por convenientes. Asistiendo a su ejecución con la diligencia y desvelo que de vos fío. Y porque es bien que mi Virrey de la Nueva España tenga noticia de lo que fueredes obrando y resultare de vuestro cuidado, os comunicaréis con él y le daréis continuos avisos de ello, y a mí en todas las ocasiones. Fecha en Madrid, a cuatro de Septiembre de 1637 años. Yo el Rey. Por mandado del Rey Nuestro Señor. D. Fernando Ruiz de Contreras." Estas Reales Cédulas se hallan copiadas desde la vuelta del folio del legajo que se formó por los Oficiales Reales de la ciudad de Santa Fe, sobre el establecimiento del derecho de Armada de Barlovento. Habiendo el Presidente dado puntual cumplimiento a estas Reales Cédulas y verificádose las sisas en la ciudad de Mariquita y su distrito, manda el Rey y ordena 232 EL VASALLO INSTRUIDO al Presidente que imponga la sisa en todas las demás partes del Reino, agradeciéndole la imposición de arbitrios para la compra de armas, lejos de perturbar los derechos de Barlovento, en su Real Cédula de diez y ocho de Junio de 1640, fecha en Madrid, la cual se halla a la vuelta del folio ciento ochenta y tres del tomo segundo de Cédulas, recogidas por D. Juan Flórez de Ocariz, quien la autorizó. ¿A vista de esto, cómo se atreve el pasquinero a censurar de nuevo, injusto / / 148r y temerario al derecho de Barlovento? ¿Cómo, pues, se arroja a condenar al sabio Ministro del Rey, comisionado para el arreglo de su Real Patrimonio? Refrene a lo menos por un momento, el sistema de su errante y presuntuosa filosofía el autor de los pasquines;constitúyanse compañeros suyos los que dieron calor a su infiel ejecución y todos juntos conozcan los perjuicios que ocasionó, o su crasa ignorancia o pervertida voluntad, al Estado, al Reino, aun a sí mismo y al honor del Visitador general tan recomendable por su literatura y celo como por el agradable concierto de sus cristianos y civiles procederes. Véanse todos sus Estados y en ellos se descubrirá el legítimo espíritu de la última Real Cédula, en la que dispone el Rey que la sisa que se ha de imponer para la prevención de armas no perturbe ni se confunda con la de Barlovento. Este cuidado es el que advertimos en los nuevos Reglamentos, cuya nueva planta dio principio en Enero de 1781, pues la confusión de ambos Ramos de A1cabalas y Barlovento estaba ya tan naturalizada en el Arancel, que se observó hasta fin de Diciembre de mil setecientos ochenta, que absolutamente se ignoraba el derecho de Barlovento, que se cobraba con el nombre de Alcabalas, resultando de aquel desconcertado y confuso método al público, más perjuicios que utilidades. Para desterrar toda especie / / 148v de confusión en los Tribunales y para el arreglo más claro de las cuentas, pensó con acierto y pureza el Sr. Regente Visitador separar un Ramo de otro, declarando que por el Ramo de Alcabalas se pagase razón de dos por ciento y que en el de Barlovento se contribuyese conforme a la primera imposición que hicieron los Cabildos sobre los géneros sujetos a ella; todo con relación a la Real Cédula citada de diez y ocho de Junio de 1640. CArtruw VIII 233 IX Por lo respectivo al estanco de tabacos no es menos temeraria la calumnia que se le irrogó al referido Visitador general. En esto nada más hizo que, como buen Ministro, poner en práctica la soberana resolución. Y para que sirva de apoyo, quiero trasladar aquí copia de la que me mandó el Excmo. Sr.Arzobispo Virrey cuando me comisionó para estancar las siembras de los tabacos en las dos jurisdicciones del Socorro y San Gil, y es como se sigue: «ilustrísimo señor: Enterado el Rey de lo que V. S. lllma. expone en su carta de veintidós de Septiembre próximo pasado y de los documentos que la acompañan, quiere S.M. que V.S. Illma. emplee toda su eficaz y elocuente persuasión para hacer comprender a los del Socorro y San Gil que la libertad pedida por ellos de las siem / / 149r bras del tabaco destruye el estanco de este género, establecido en todos los dominios del Rey y en todos los países cultos, como regalía de la soberanía; respecto de ser especie de puro vicio y capricho que sólo la consume el que quiere. No obstante en el único caso de que dichos pueblos no puedan subsistir sin la siembra y cultivo del tabaco, se les podrá permitir para que lo vendan al estanco al precio que se regulare justo y mediante contratos que se arreglen con los cosecheros, según se hace en otras partes de las Indias. Dios guarde a V.S. Illma. muchos años. El Pardo veinte y uno de Enero de mil setecientos ochenta y dos. Josef de Gálvez. Sr.Arzobispo de Santa Fe.»Si refrenada ya la muchedumbre revoltosa y establecida la paz en las Repúblicas insiste el Rey en el estanco de los tabacos sin embargo de la representación que hizo a las gradas de su Real Trono el Excmo. Sr. Arzobispo Vrrrey en favor de los pueblos de las citadas jurisdicciones. ¿Cómo, pues, se califica de cruel la prohibición de las sementeras del tabaco en cuasi todos los pueblos de su recinto, hecha por el Sr.Regente VISitador?Fuera de repugnarlo el Rey y contradecirlo abiertamente la Corte intentó hacer ver su justificación en esta parte. Los principios de nuestra Santa Religión nos persuaden que toda la potestad temporal proviene inmediatamente de Dios. Que la autoridad real es una participación de su soberanía. Que Dios colocó a los Reyes sobre la tie / / 234 EL VASALLO INSTRUIDO 149v rra, depositando en sus manos el Gobierno de sus Reinos. A quienes autoriza, como a nuestros padres legítimos señores, llamándoles también nuestros Dioses. Que la ley santa condena y maldice a los que se atreven a murmurar de sus providencias y levantar con mano temeraria el velo de sus decretos. Que toda alma debe estar sujeta a las potestades superiores. Por último nos persuade la Religión que quien resiste a los mandatos de los Reyes resiste a los del mismo Dios. Esta es una íntima o mandato general que obliga a todos los vasallos al pago voluntarioso de los tributos, que pueden imponer legítimamente los soberanos sobre los bienes que poseen los hijos de su Nación, o por herencia de sus padres, o por fruto de su industria y ocupación. ¿Con cuánta más propiedad podrán imponerlos sobre todas aquellas producciones que no son de primera y absoluta necesidad y que únicamente sirven a entretener el vicio? Tal ha sido reputado desde su origen el tabaco, cuyo uso solamente será lícito siempre que el Gobierno lo permita y tolere. Este es un género que solamente lo consume el que quiere porque es de puro capricho y antojo. A nadie se precisa y obliga a que lo compre. La distribución económica de este ramo como la de otros de igual naturaleza, pertenece al Rey. Quiere S. M. permitir su uso pero se reserva justamente disponer el modo de repartirlo a sus pueblos bajo de ciertas y determina / / 150r das condiciones. Es propia regalía del soberano permitir o negar el uso del tabaco en sus dominios. La prohibición no irrogaría en tal caso injusticia ni agravio a sus vasallos a causa de que no es medio necesario para la subsistencia. La concesión de sus siembras en algunos terrenos determinados es gracia particular que gozan sus respectivos pueblos por la conveniencia que resulta a su Real Patrimonio. Se empeña el Rey en el establecimiento de este su Real Ramo por la conveniencia pública que resulta al Estado. Si dispensara la franqueza de la siembra general en todos los pueblos, seguramente se destruiría su regalía. Con relación a estas ideas y sentimientos de la Majestad estancó el Regente Visitador las siembras a un determinado rincón del Reino por ser más proporcionado a su resguardo y por la mejor calidad de sus producciones. Calculó el número de cargas CAPtruLoVIll 235 que podría consumir el Reino y contemplando que las ofreáa el globo de tierra privilegiado pudo y aun debió por todo el derecho de justicia prohibir las siembras en otro paraje con toda la severidad de las penas, pues de lo contrario se introduciría la decadencia en las ventas de este género si se permitía la libertad de venderlo públicamente cada particular; y cuando nó, se vería precisado el Rey a comprar a los vasallos un excesivo número de cargas de este ramo para sacrificarlas a una pública hoguera por falta de consumo, pues ofreciendo las suficientes el resguardo por consecuencia forzosa todo / / IS0v el demás acopio debía ser sacrificio lastimoso de las llamas con notable perjuicio de la Real Hacienda. El Sr. Regente Visitador tomó un profundo conocimiento de la abundancia de frutos que ofrecen las jurisdicciones del Socorro y San Gil. Las dos cosechas de arroz y maíz, la muy copiosa de algodón como igualmente la del fríjol, yucas, arracachas y toda especie de berzas y frutas; la más abundante de todas, la industria y ocupación de aquellos naturales, todo esto junto, lejos de persuadirle que la siembra de los tabacos era necesaria para su subsistencia conoció que les era perjudicial y de atrasos. Queda demostrado en el capítulo de los proyectos económicos que en los años en que se permitió dicha siembra era menor el producto de los diezmos y mucho mayor en el tiempo en que se prohibió. Esta es una prueba real y autorizada de la miseria a que conduce la ocupación en semejante ramo y de la prosperidad a que eleva a los pueblos el entretenimiento en otros ramos de agricultura. Es, pues, conclusión forzosa que las providencias tomadas por el Regente Visitador tenían por objeto los adelantamientos del Real Patrimonio y la mayor felicidad de los vasallos del Rey. ¿Cómo, pues, se proscribe de injusta y tirana una resolución tan conforme a la voluntad del Rey como a la mayor prosperidad de sus vasallos? ¿Cómo se toma por nociva una justificación tan acrisolada para / / ISlr levantar el pueblo ignorante el sacrílego y temerario grito: Viva el Rey y muera el mal Gobierno?¿Cómo ha de vivir el Rey y morir el mal Gobierno cuando en el pasquín general se intenta destronizar a la Real familia de Borbón del 236 EL VASALLO INSTRUIDO natural dominio y señorío que por tantos títulos gloriosos goza en ambas Américas? No es, pues, la injusticia de los tributos la causa de tan furiosos delirios. Otro es el origen y otros son los ocultos designios disfrazados por los amigos de la independencia. O sea la ignorancia, o la malicia o el interés, o la libertad de tan monstruosas producciones, siempre ha de llorar su vergonzosa confusión el pasquinero y sus aliados. Ahora, que ya los pueblos conocieron al Rey y quedaron instruídos en los fueros del vasa!!aje, dan prueba~ nada equívocas de los sacrílegos desbarros a que los llevó el engaño y mentirosa seducción. El claro conocimiento que han tornado en mis misiones de la obediencia y fidelidad debida al Soberano y sus Ministros les recordó el peligro en que se constituyeron y la gravedad del delito que abrazaron. Sus lágrimas son los apoyos más firmes de la justificación de los tributos; y su arrepentimiento está confesando que los precitados despechos eran procedentes de la bárbara región del engaño y de la malicia. Luego que los pueblos se declararon por el partido del Rey, solicitaron la Real Indulgencia y se obligaron ante la Real Justicia a cubrir el Erario del Príncipe de todos los atrasos que le ocasionó el furor de la plebe amotinada y de poner corrientes y / / 151v en actual ser todos los Ramos de Rentas Reales, contribuyendo con todo lo que sirviese ordenar y mandar la voluntad superior según aparece de las respectivas obligaciones que otorgaron los pueblos todos en donde estuve de orden superior para dar cumplimiento a este encargo. Las injusticias que ellos contemplaban en los nuevos reglamentos se trocaron en sabias resoluciones; las tiranías en piedades y en conocidas conveniencias las vulgares expresiones de crueldades. Las evidentes injusticias, las notorias crueldades y las tiranías indispensables no son objeto de obediencia y subordinación en los vasallos a su observancia; y si los nuevos impuestos son de esta naturaleza:¿ Cómo es que los mismos defensores de la libertad imaginaria, gustosos aceptan aquel gravamen que tánto los despechaba? No ignoro que el corazón del hombre es capaz de mudanza y que sólo a la gracia de Dios están reservados los triunfos. El Reino ha conocido su CAPfTuLoVlII 237 inobediencia y se halla reconciliado con Dios y con el Rey. No es igual en todos la correspondencia a la gracia porque es desigual la disposición del corazón; y como después de toda conmoción popular siempre quedan residuos de inquietud particularmente en aquellos que la naturaleza de su corazón no les puede inspirar nobles y generosos pensamientos, he deseado correr la pluma más de lo regular para que les haga conocer el espíritu de falsedad y de equivocación con que apoyaron su irregular / / 15?r procedimiento. j Qué extremada ceguedad sería insistir aun todavía en semejante preocupación a vista de unos hechos tan notorios y manifiestos! La justicia de los aranceles, el acierto de las guías y tornaguías, la brillante luz de la separación confusa de los Reales Ramos de Alcabala y Barlovento, los deberes de la siembra de los tabacos, prohibida en las jurisdicciones del Socorro y San Gil,son otros tantos testimonios de los acreditados procedimientos y equitativos reglamentos del Regente Visitador. En todos ellos no se propuso otro fin que la conservación de la Dignidad Real, de la administración de su justicia y de la justa defensa del Estado. 239 CAPITULO IX Demuestra la enorme gravedad y singularidad de la ofensa que en sí contiene la Rebelión del año de ochenta y uno 1 Vengo a tratar en este capítulo de aquel delito que han mirado con mayor horror y prohibido con severísimas penas y atroces castigos todas las leyes tanto eclesiásticas como civiles. De aquel delito que turba la razón, arraiga el engaño, fomenta el escándalo, rompe los vínculos de la paz, atiza los odios, levanta llamas de voraz incendio que todo lo acaba y que es semilla funesta que produce / / 152v la zizaña de las desgracias, de los robos e injusticias. De aquel delito que eclipsa la Fe y contamina la Religión: que divide la Patria en facciones, introduce el rigor de la calamidad en el corazón del Reino y constituye los Pueblos víctimas lastimosas del saqueo, del incendio y del melancólico desierto. De aquel delito que expone la opulencia al estado de abatimiento y mesia (sic) (¿miseria?): que pervierte y confunde todo el orden del gobierno político, y toda la jerarquía de los estados y gremios; que deja la justicia embotada y sin uso¡ las leyes sin obediencia, las virtudes sin premio, los delitos sin castigo y sin cobranza ni paga las acreencias¡ que renueva un tiempo en que se representa, como un teatro sangriento y triste, la rotura de los vínculos gloriosos de la caridad cristiana¡ y lo que es más sensible: la división faccionaria hasta en el lugar santo, cevándose cada día más y más el fuego de la discordia en los pueblos en los cuales el horror y escándalo es más verdadero que creíble. De aquel delito que degenerando de llaga entra en el estado de cáncer contagioso que inficiona por un miembro toda la sociedad¡ 240 EL VASALLO INSTRUIDO que de tenue chispa, tomando mayor incremento, llega a formarse un terrible incendio que de toda una montaña hace una terrible luminaria. Del delito de la Rebelión hablo, que solo con trémulas voces puede significarse. Apenas habrá Nación que sin más ley que la de la / / 153r Naturaleza no haya mirado con horror sacrílego este monstruo abominable de los abismos. La conservación de las Monarquías, el decoro de los Estados, el estorbo de las ruinas de tantas Provincias en sus intereses, fábricas y habitantes y otros imncnsos e imponderables detrimentos , que son compañeros inseparables de las sediciones son los firmes apoyos de la Naturaleza y aun de la Política y Religión para fulminar rayos de indignación contra los partidarios de la Rebelión. La República de Roma en repetidas leyes condenó a muerte atroz a los vasallos rebeldes que conspiraban contra el Soberano o República; y declaró ser este delito entre los de lesa Majestad el primero y más grave. Fuera de la pena capital que les impuso, les aplicó también la de infamia y perdimiento de muchos derechos según lo refiere Farinacio.1 Terribles ejemplares de horrorosos castigos nos acuerdan los doctores, ejecutados contra los insolentados sediciosos como se pueden ver en las alegaciones fiscales de Larrea; 2 ;pero no omitiré la genuina relación de Pedro Gregario Tolosano que en términos propios dice así: "es delito el más detestable rebelarse contra su Pastor y defensor, cual es el Rey; pues por ley universal y eterna deben los inferiores obedecer a los superiores y los que así no lo hacen son peores que los brutos en la irracional fiereza". 3 Qué gravísimas execraciones / / 153v y espantosas censuras no se leen en los sagrados canones y conciiios contra los rebeldes a sus legítimos soberanos?; en las funestas y violentas conspiraciones el vulgo, aunque siempre amigo de novedades, no autoriza lo que aplaude. , Otro género de gente licenciosa y libertina es la que inspira 1 2 3 de crim. lese Maiest. q. 122. inspect. 1. Per totam. (153r M). Part 1. allego63. a num. 19. (153r N). Lib. 35. sintagm. cap. 1. num. 22. (153r O). CAPtruLoIX 241 el despecho y la infidelidad, propensa a vivir a las anchuras de sus pasiones brutales, acredita e infama el partido a que se arrima. Las fatales caídas que se registran en los Anales eclesiásticos son otros tantos padrones públicos que Dios ha puesto en la Iglesia para el desengaño y claro conocimiento de la gravedad de la ofensa que cometen los que maquinan asechanzas contra el Trono. Los indignados relámpagos de amenazas y las centellantes cóleras que el Vaticano, representado ya en su cabeza, ya en sus concilios, ha fulminado contra ellos, son indicantes los más propios del grande sacrilegio que cometen los que se atreven a poner la mano en el Christo del Señor; el Santo Papa Calixto 1,en la carta segunda que escribió a los obispos de Francia, fulmina censura de excomunión contra los clérigos y religiosos incursos en el abominable sacrilegio de la conspiración, privándoles del grado y dec1arándoles por infames como lo refiere Graciano. 4 El Papa Clemente VIII dio facultades para que en Nápoles se procediese contra un religioso que fomentó una ensangrentada rebelión sien / / 154r do su objeto la entrega de alguna parte de aquel Reino en poder del Turco. 5 En la furiosa sedición de Calabria se procedió igualmente contra clérigos y religiosos con expresa voluntad del Breve Pontificio, en sentir de Riccio. 6 Los Papas Juan XXll, Benedicto XII, Clemente VI, Julio II, Martino IV; Inocencia III, Clemente, Gregario y Alejandro V mantuvieron a los Reyes, hijos primogénitos de la Iglesia y protectores suyos, en la soberanía y Majestad que heredaron de Dios, declarando excomulgados a los rebeldes. Sin hacer recuerdo de los hechos de la antigiiedad basta hacer memoria de nuestro siglo en el que la Santa Sede despachó letras apostólicas en forma de Breve, su fecha en Roma a once de Julio de mil setecientos y cinco y prorrogado a veinte y siete de Julio de mil setecientos y siete, concediendo plena potestad 4 5 6 Cap. Conspirationum. 11. q. 1. & cap. antecedenti conjurationum. C vergentis de Hereticu. (153vP) Diana, parto 1. Resol. Moral. Tract. 2. Resol. 19./Genuense, inpraxi, c. 9. (154r Q). Incolect. DeCÍS.p. 5 Colecto2.62. & inpraxi ver. For. Eccles. Resolut. 311. (l54r R). 242 EL VASALLO INSTRUIDO al Grande Felipe V,de feliz memoria, para proceder contra el estado eclesiástico y religioso, que desleal falta a su obediencia y fidelidad, hasta su degradación y pena capital con pena de excomunión y confiscación de bienes. Hartas desgracias nos acuerda la República civil y no menos tristes y dolorosas decadencias la religiosa en la calamitosa era, cuando las armas gloriosas de Barbón y las desgraciadas de Austria disputaban el derecho de la Corona. Algunos cavilosos poco asustados a la razón 11 154v y al Evangelio, fomentaban la sedición persuadiendo la desobediencia y rebelión contra el Rey Nuestro Señor, declarado por la silla apostólica legítimo sucesor de nuestra España. Olvidados de su carácter comunicaban el veneno de su falsa doctrina con el atrevido y audaz arrojo de que era causa de Dios y de la Iglesia y que con razón y justicia se vendía como único objeto del heroísmo en la incauta plebe. El Tribunal de la junta del Breve Apostólico pronunció sentencia en Madrid a diez y seis de Febrero de mil setecientos y ocho; y en Valencia a dos de Marzo del mismo año el Comisario Apostólico del citado Breve, contra catorce eclesiásticos, sediciosos, perturbadores de la paz pública, enemigos de Dios y de la Patria, degradándoles y rebajándoles al Brazo secular con declaración de la excomunión y confiscación de todos sus bienes. Sean estas sentencias motivo de seria y grave ponderación en aquellos que con tanta facilidad se arrojaron en el año de ochenta y uno al horrendo sacrilegio de la infidelidad y contradicción a la Soberanía o ya sea por ignorancia, o por injusta queja, o por despecho, o por falsas persuasiones de aquellos mismos que por su alto ministerio debían oponerse a los desafueros de la ignorancia insolentada. La constancia en la obediencia jurada al Monarca no es asunto arbitrario que puede 11 155r gobernarse por los fines de un apasionado capricho; es máxima sagrada de la más sana Doctrina. Varios concilios miraron la rebelión como zizaña ofensiva de la majestad del soberano y de lo sagrado de la Religión; y despidieron todo el rigor eclesiástico contra los tiranos rebeldes y traidores a sus Reyes. Para evitar toda especie de molesta lectura sólo haré memoria del insigne y erudito Concilio IV celebrado en CAPtruLo IX 243 Toledo en tiempo del Padre Santo Honorio 1, en el año de seiscientos treinta y tres. Su autoridad en la Iglesia es objeto de la mayor atención y respeto. Sus decretos merecen los más sublimes encomios, pues uno de ellos fue atajar la Rebelión que se fomentaba en España, desnaturalizando la fidelidad que se prometió y juró al legítimo Rey Sisenando; estas son las palabras del mismo Concilio: "en muchos ha llegado a tanto extremo su perfidia que con desprecio violan la Fe prometida con juramento a sus Reyes; y manteniendo en el corazón la traición, fingen con la boca que se obligan a la fidelidad: juran a sus Reyes y rompen la Fe que les prometen sin temor de la estrechísima cuenta que han de dar en el juicio de Dios, el cual, hecha su maldición y commina (sic) gravísimas penas contra los que autorizan con su nombre la mentira que juran. ¿Qué esperanza podrán tener estos rebeldes Pueblos cuando sus enemigos les opriman? // 155v ¿O qué nación les dará crédito cuando le juren la paz? ¿Qué contrato habrá que no rompa? ¿Qué capitulaciones permanecerán firmes cuando no guardan la fidelidad jurada a sus propios Reyes? Oid nuestra sentencia: cualquiera que temerariamente fuere osado a quebrantar el juramento de fidelidad que ha hecho por el bien y conservación de la Patria y Nación española y por la vida y salud del Rey, apartándose de nosotros y de los demás Pueblos de toda España con cualquier género de rebelión y conjuración o que intentare quitar la vida al Rey, o despojarle de su dignidad, o como tirano presumiere usurparse el Trono, este tal sea descomulgado (sic) en la presencia de Dios Padre y de sus Santos Angeles, y sea arrojado de la Iglesia Católica la cual profanó con sus perjurios; y separado de toda congregación con todos los que fueren cómplices en su impiedad, porque conviene que sea igual la pena de los que son comprehendidos en el mismo pecado". Así hablan los Pontífices, así decretan los Concilios contra la ingrata rebeldía. II Dios es el que en todos tiempos ha mirado como propios los despechos de la sedición fomentada contra los Príncipes. Una 244 EL VASALLO INSTRUIDO inmensidad de ofensas, que derechamente miran a su persona, fueron objeto de indulgencias y sufrimiento divino; pero ninguna deslealtad o contumaz inobediencia / / 156r de vasallos a reyes, de súbditos a superiores, pudieron contener en los diques de la tolerancia las aguas del furor, indignación y cólera de un Dios ofendido y provocado a la ira. Todas las historias, o profanas, o sagradas, colman de justas venganzas el corazón de Dios. No se puede extender la vista por el círculo de las edades sin que se encuentre la justicia soberana ~Il ejercicio de arrojar rayos, en acto de fulminar amenazas de lagos de sangre, de desolación de Provincias, de estragos de Pueblos, de inundaciones lastimosas y de incendios temibles de ciudades. En el paraíso de delicias se deja ver armado de una espada de dos filos con ademán de condenar a perpetuo destierro a los dos primeros Padres, que llegaron a concebir el tirano designio de olvidar el vasallaje y constituirse semejantes al mismo Dios. En una parte lo veréis señorearse sobre los espantosos boquerones de la tierra que tragó vivos y fueron sumergidos los rebeldes Coré, Datán y Abirón que maquinaron tiranizarle a Moisés el Principado; en otra se presenta a la vista la numerosa catástrofe de los doscientos y cincuenta Thuribularios, que fueron víctimas lastimosas de las llamas por su complicidad en la rebelión, extendiéndose la severidad del rigor a la muerte sangrienta de catorce mil y setecientos Israelitas, porque temerarios en murmurar, culparon de vengativos a Moisés y Aarón contra el Pueblo de Dios. 7 Aun lloran las áridas / / 156v arenas del Jordán las sangrientas ruinas de cuarenta y dos mil efrateos que se levantaron contra su Capitán y caudillo Jephte. 8 Desgraciada e infeliz suerte sufrieron Seba y Amasa, muriendo infaustamente en la sedición que movieron contra David, su legítimo soberano. Compañeros de sus calamitosos estragos se ofrecen la ciudad de Sichen y sus moradores por haber levantado el sacrílego y temerario grito :¿quién es Abimelech y quién la ciudad de Sichen para confesarse 7 8 Lib. Numer. C. 26. V.V.31 Y35 .42. (156rS). Lib. Judic. C. 12. V. 6. (156vT). CAPtruLoIX 245 tributaria de su poder y mando?9 El último y fatal golpe de la muerte experimentaron los diez exploradores de la Tierra de promisión y fueron reducidos a menudos trozos aquellos monstruos que ensangrentaron sus manos en la sangre de Isboset.lO Víctima lastimosa contemplamos a Zambri, que quiso ocupar el Trono con el homicidio de Ela, hijo de Baasa, muriendo siete días después de su audaz resolución entre las llamas.l1 Una inmensidad de turbaciones, de calamidades y de infelices desgracias fue el castigo de la insolencia y cisma de las diez Tribus, de Bagatan y Thares, de Absalón y GeroboanP Dios es el que castiga los atentados co / / 157r metidos contra la Majestad y soberanía y el que venga su causa propia en la de los Reyes.Tan apacibles se observaban los Hebreos en la penosa esclavitud de Egipto y en el duro cautiverio de Babilonia como en la deliciosa habitación de Jerusalén; pero no dejó la Divina Justicia de afanarse en la inundación célebre de Faraón, revolviendo a aquellas volubles montañas de espurnantes aguas sobre las egipcíacas cabezas, despedazando carrozas, quebrantando astas, derribando caballos, anegando caballeros. Otras pruebas de penosos cautiverios y de calamitosas desolaciones nos ofrecen a cada paso las historias con que Dios se dejó conocer vengador de las traiciones cometidas contra sus vicarios, sus imágenes y depositarios de su autoridad en la tierra; objeto de sus justos enojos fue la ciudad de Caria, enteramente arruinada, muertos todos los hombres y hechas esclavas las mujeres por haberse declarado por parte de los Persas contra los Griegos, a quienes debían vasallaje, en frase de Salcedo.13 Iguales rigores experimentaron los sacerdotes de Baal, a ruegos del Profeta Ellas, para escarmiento de los demás, que daban calor a la resistencia en perjuicio de los altos fines de Dios, conforme la relación de Arias.14No halla términos la voz para ponderar el horroroso castigo que la ira de Dios descargó sobre el impío y 9 10 11 12 13 14 Lib. 2. Reg. Cap. 2/Numer. Cap. 16. (l56v U). Lib. 2. Reg. Cap. 4. V. 12. (156v X). Lib. 3. Reg. Cap. 16. V. 10. (156v Y). Esther. Cap. 2. V. 13. 12. Reg. Cap. 18. /2. Paralipomenon Cap. 13. (156vZ). De lege Polit. lib. 3. Cap. 4 en 14. (157r A). Tract. de bello, parto 1. num. 96 y 97, tomo 6 tractatuum. (157r B). EL VASALLO INSTRUIDO 246 alevoso Andrónico. Siendo General de las tropas del Emperador Alexos, acreditó el espíritu de su valor y fidelidad al Imperio, venciendo gloriosamente a los rebeldes. Cargado de trofeos, se olvidó de los fines de la / / 157v guerra en cuyas sangrientas y arriesgadas empresas aventuró su vida y arrebatado del furioso espíritu de ambición puso las alevosas y sacrílegas manos en el Christo del Señor, ahogando al Niño Emperador y se levantó con el Imperio. Pasados tres años se rebelaron sus mismos vasallos y penetrados de rabioso despecho le cargaron de cadenas y le montaron sobre un sarnoso camello, le expusieron por muchos días al ludibrio, a los oprobios y nefandas adoraciones del Pueblo. Cortáronle la mano derecha, sacáronle uno de sus ojos y ahorcáronle por los pies, arrancáronle los cabellos y dientes, llenáronle el rostro y boca de inmundicias, pasáronle puñales por la garganta y otras partes de su cuerpo y en este prolongado tormento dio los últimos alientos en manos de la muerte, como lo refiere Baronio.1S Así castiga Dios a los sediciosos y no deja el azote de la mano hasta que el arrepentimiento y subordinación desarmen su justo enojo. III De DIOSY no de otra mano tienen los Reyes su soberanía aunque los medios sean humanos y diversos, según expresión del mismo Dios en la sabiduría.16 Cuando los Hebreos quieren mudar de gobierno, dice Dios a Samuel: no es a ti sino a mi a quien ellos han despreciado. Nosotros no reinaremos sobre vosotros, dijo Gedeón a los Diputados de Israel, ni yo, ni mis hijos, sino / / 158r que quien reinará será el Seii.or.Que Dios sea el autor de la soberanía, fuera de sostenerIo el mismo Christo en la respuesta que dio a Pilatos, lo declarú. el Papa Inocencia 1II17, y el concilio Parisiense, que se celebró en el año de 15 16 17 Annal, 1183y 1185.num. 5. (157vC). Sapient. Cap. 6. (157vD). Cap. 6. de Majorit. & obedient. (158r E). CAPITULo IX 247 setecientos veinte y nueve, declarando en el capítulo veinte y nueve del libro primero, que la administración de los Reinos se confiere a los Reyes por el mismo Dios y no por sus progenitores. Toda la Potestad Regia y la misma soberanía 18 defiende San Agustín, no debe atribuirse sino a Dios que es el que felicita el cielo y la tierra. Toda autoridad de la tierra no es otra cosa que una participación de la eterna omnipotencia, y toda grandeza una viva imagen de la suprema grandeza. Dios es la fuente de toda dependencia. El es el que se comunica a los que él mismo ha colocado sobre el Trono. De su mano reciben la Corona y el Imperio; y sólo el que dirige su Majestad y derrama sobre sus cabezas la unión Real confúndase de una vez la orgullosa y arrogante Filosofía que no descubre en los soberanos más que unos hombres penetrados de la más heroica magnanimidad; hombres que dominan a los grandes por sus benéficas influencias y al Pueblo con la fuerza de su poder. Es preciso concluir que los desprecios y ofensas que reciben los Príncipes, inmediatamente terminan en el mismo Dios, como original que es de tan majestuosa pintura. ¿Qué fanático delirio fue el de este Reino, que en el año de ochenta y uno intentó envilecer la obediencia y la autoridad? / / 158v Con su imaginaria independencia ofendieron la Religión que considera en los Príncipes todo el respeto y autoridad de Dios.El fanatismo, fundado siempre en sus falsas máximas, cree que sólo les acompaña el poder que el Pueblo les ha conferido; que por los pactos primordiales y forzosas condiciones sólo la autoridad pública puede intentar acción en lo respectivo a las condiciones del tratado; que la inobservancia de estas leyes es en los Príncipes un delito y que dispensa a los vasallos de la fidelidad y les absuelve del juramento; que en la Nación reside el poder y la soberanía y que en caso de abusar de ella el Rey queda el Pueblo en libertad de poderla recobrar por medio de la rebelión. Esta raza de víboras que están despedazando el buen orden de la República ha desconocido la mano suprema que es la única que da y quita las Coronas. Esta 18 Lib.5. de civitat. Dei Cap. 35. (l58r F). 248 EL VASALLO INSTRUIDO casta de perturbadores de la tranquilidad pública vive en las tinieblas de la ignorancia y no conoce que en el cielo hay un sabio Protector de la Majestad Real y de la libertad pública; un Señor que mira con igual cólera los despechos contrarios a la seguridad del Cetro que a la felicidad de el Pueblo. El Trono no se da por premio del valor y de la virtud. La grandeza de los hechos no es el principio de donde proviene la facultad de la voz del reconocimiento para poder proclamar Reyes a los héroes del valor y animosidad después de sus gloriosas victorias, El derecho de juzgar sobre la multitud no se coloca en el más justo, en el más guerrero, en el más político y en el más sal I 159r bio como un homenaje debido a lo primoroso de sus prendas y a lo singular de sus virtudes. La independencia de los Príncipes nos ofrece aquel Pueblo a quien Dios gobernó por sí mismo visiblemente y nos enseña el modo invisible conque Dios gobierna todas las monarquías. Ni Moisés reconoce pacto con los Israelitas a quienes libertó de la tirana esclavitud del Egipto; ni Josué percibe otra protesta que obedecerle en todo bajo el apercibimiento de muerte al que con osadía descaeciese en su fácil cumplimiento; ni Gedeón contempla condición la más mínima cuando sus plausibles triunfos llenaron de gozo y gratitud al Pueblo de Dios; ni los ancianos de Israel constituyen a Jephté su capitán y caudillo contra los Amonitas con respecto a salir vencedor en el campo de la guerra. Sin embargo de las duras amenazas y pesado yugo que cargó sobre sus hombros la Tribu de Judá, su fidelidad fue inviolable y su obediencia independiente de las ofertas de Roboan. El Pueblo Macabeo jamás se contaminó con el afrentoso lunar de la infidelidad. El mismo se intimó el entredicho para no formar juntas y alistar gentes sin expreso orden de sus nuevos jefes y les dio el poder más extenso para gobernar al Pueblo santo sin resistencia y sin contradicción. En vano se afana el loco fanatismo en querer oscurecer la ninguna subordinación que en lo temporal confiesan los Reyes. Ellos son tan árbitros y absolutos que en toda la época monárquica no se hallará un acto pú I / 159v blico que arguya derecho en el Pueblo de ser facultativo para deponer al Monarca que lo tiene en continua opresión y declararlo desposeído del solio Real, o sin derecho a la corona CAPiTuLo IX 249 por haber violado las promesas y las leyes del Imperio. Delirio es este tan opuesto a la Religión que si llegase el fatal momento de entronizarse en el corazón de los Pueblos, sin duda los alborotos, las sediciones, los horrores y calamidades de las guerras civiles fueran el objeto del temor de los siglos venideros. Sola nuestra Religión representa al Dios de losejércitos sobre la eminencia del Trono sagrado en la consagración de los Príncipes y desde allí recibe los inviolables juramentos que de fidelidad hace el Estado. Ella asegura la autoridad de los Reyes, la felicidad de los Pueblos, la paz de las Provincias y la quietud de los Reinos. Es verdad que los Reyes son constituidos por el mismo Dios Pastores de su Pueblo. Reinan en su nombre, ejercen su Imperio, ejecutan su voluntad suprema, son el órgano de sus juicios, la imagen de su bondad, superiores a los vasallos pero inferiores a las leyes de quienes el mismo Dios es implacable vengador. En el Pueblo no cabe voluntad para la resistencia; precisa es la subordinación al Rey y a sus ministros, que tienen el lugar de Dios. Cuando ellos felicitan al Pueblo, entonces son el instrumento de la bondad eterna: cuando le hacen gemir bajo la insufrible opresión entonces son el azote de las indignaciones divinas. Jamás se separa de los súbditos el derecho de sujeción y fide / / 160r lidad por más que sean o Padres o Tiranos de la República, porque siempre es uno el Dios que manda por ellos. Si las producciones de su dominio son aflicciones, injusticias y opresiones es necesario el sufrimiento; es negado el levantamiento contra el abuso de la autoridad. Sólo a Dios está reservada la venganza y sólo él romperá la vara del furor cuando observe en los vasallos la constante fidelidad y la ciega obediencia con más vistosos brillos en el tiempo de la opresión y de servidumbre. No es medio cristiano la solicitud y desvelo en constituir feliz y ventajoso a un Reino por medio de amotinados alborotos, más funestos siempre que la misma tiranía. Ahora, pues, si Dios es la fuente de la soberanía, del poder y de la majestad, es conclusión forzosa que toda la malicia de la Rebelión de ochenta y uno fue contra la Religión, que manda por Ley suprema el sacrificio de la voluntad y obediencia exterior a los intereses del Trono, a la gloria y honor de sus armas. Si la obediencia, temor y respeto que 250 EL VASALLO INSTRUIDO debemos a Dios debe hermanarse con la que debemos profesar a los Reyes, según el Apóstol San Pedro19, el principal ofendido es Dios en la pasada sedición por ser el Supremo Gobernador y el verdadero Rey de los Reyes. O! y qué atentado tan atroz!; o! y qué crimen tan horrendo! o! y qué delito tan sacrílego! No puede pensarse ni fiebre más frenética, ni crisis más temible a que se expone la Corona con las divisiones de los tumultos populares, abriendo la puerta a los ambiciosos, a los insolentes y a los perseguidores de la Religión. Qué irre 11 160v verenciasl Qué profanaciones! Qué robos! Qué injusticias! Qué estupros! Qué inundaciones de sangre! La Rebelión es causa de tanto infortunio. Los tronos, los imperios, los cetros , y las coronas se hallan autorizadas por la Ley de un Dios hecho hombre. j Qué delito no será en los vasallos querer atropellar esta suprema Ley; por medio de conspiraciones a fin de procurar la mejor felicidad del Público! Esperar en paz otros tiempos más serenos es la verdadera libertad de las Provincias oprimidas. Esta máxima política suprime el manantial triste del civil desorden y es la que solamente puede mantener la tranquilidad de los Reinos, la política de las Naciones y la paz de los pueblos. De los que se apartaren de este cristiano principio apenas hay quien no haya turbado la tranquilidad pública, desobedecido a los Monarcas y confundido todo el orden civil y cristiano. El falso celo de la Religión es el origen de las sediciones que introducen el desconsuelo y la perturbación. Las Rebeliones son las amargas raíces que comunican lo agrio y desapacible del desconcierto. Ellas son los escollos temibles en los que se intenta naufrague la navecilla de San Pedro. Ellas son los monstruos horribles que furiosos pretenden hacerla menudos trozos. Ellas, en fin, son las armas poderosas para derramar la semilla venenosa de la herejía y hacer que sean abundantes sus producciones nocivas y mortales. ¿Quién obligó a los Donatistas tomar / / 161r las armas, causar horrorosas desgracias y aventajarse en furor a los Bárbaros que despedazaban el Imperio? La herejía. ]9 Epistola 1. Cap. 2. V.17Y 18. (160rG). 251 CAPtruLo IX ¿Quién precisó a los Maniqueos formar motines, unir malcontentos y atrincherarse abiertamente con espíritu belicoso contra los Príncipes? La herejía. ¿Quién puso en tanto cuidado a los A1bigenses, a los Discípulos de Wic1ef y de Hus de derramar tanta sangre humana y de poner en consternación a los Reinos? La herejía. La nueva reforma en sus sínodos establecida es la que irritó a toda la Europa, la que penetrada del espíritu de la Religión se puso sobre las armas, sufriendo todas las incomodidades de la guerra y causando inmensas fatalidades en la pél-Z de los Monarcas y conmociones dolorosas en los Pueblos. El corazón de la Francia quedó enteramente despedazado mediante el furor y despecho de las guerras civiles. Estos son los frutos que produce la Rebelión atrevida. Ella es la tirana perseguidora del espíritu del Cristianismo. Ella es la que se opone a las gloriosas ideas de Dios. ¿Se puede pensar mayor delirio? Muchas almas serán sumergidas por la fuerza de la tempestad; pero la Iglesia Santa será libre del naufragio por más soberbias olas que la combatan. El Dios celoso de la gloria de sus altares se constituirá vengador terrible de los audaces profanadores. Otras demostraciones de gravedad y singularidad de ofensa nos ofrecen las circunstancias de las alteraciones pasadas. IV "Quien no advierte las bellas prendas, que son el lustroso man // 161v to del corazón de nuestro esclarecido monarca, el Señor Don Carlos III? La rectitud de su conciencia, el temor santo de Dios, la sólida y fundamental devoción, la verdadera piedad libre de falsas ilusiones, el celo santo de la justicia y equidad, el espíritu de dar incremento a la Religión y de promover la paz, solicitando por todos medios el mayor bien y felicidad de sus vasallos son las altas recomendaciones de nuestra mayor correspondencia y constante fidelidad. Olvidados los hijos de este Reino del verdadero espíritu de Jesucristo y de su Iglesia Santa atropellaron los fueros más respetables, profanaron las máximas más cristianas y formaron execrables juntas y facciones contra el honor de Nuestro Rey, por todos títulos amable. Aunque no nos interesemos en la obediencia, 252 EL VASALLO INSTRUIDO debiéramos subordinamos a sus reales ordenes sólo por el amor conque nos las intima; y por la gloria que resulta a la Nación y a la Corona. Es un Rey que tiene tanto de católico y religioso como de Real y magnánimo; y que sólo arranca su espada y se mueve a cólera por su propio honor y por los intereses del Estado. Este es el soberano a quien despreciasteis y cuya majestad contaminasteis con el negro borrón del despecho; cuyas imágenes ultrajasteis con el más vil desprecio, cuando sus armas son temidas y respetadas por otras enteras I'Jaciones. Yo quiero StlpOner que nuestro príncipe renovase aquellos tiempos de opresión y de servidumbre: que su gobierno sea duro y arbitrario / / 162r sin embargo, era temerario delirio en vosotros tomar las armas y levantar el grito sedicioso contra su Real persona. Los sólidos fundamentos de la Religión os persuaden las máximas invariables de obediencia a los Monarcas perseguidores. Estas semillas sagradas brotan en las almas y ofrecen sabrosos frutos en tiempo de la Ira. Un Príncipe que con lo áspero de su gobierno oprime a su Pueblo no descaece del carácter supremo que ejerce cuando le felicita y protege. Con igual razón, la fidelidad de los vasallos independiente de la de los Reyes, no debe en tiempo de la calamidad dar nuevo aspecto, olvidando los derechos del vasallaje. Los hijos legítimos de la Iglesia no saben resistir sino ofreciendo sus intereses, sus glorias y su propia sangre con una invencible tolerancia.Si los gemidos de la paloma no son atendidos, no le queda otro asilo al Pueblo oprimido que la firme creencia con la esperanza segura de que Jesucristo calmará los vientos y aplacará las olas. La esperanza en paz, sin inquietud y perturbación será nuestro único desahogo como se le permitía a David con su tirano Príncipe Saúl. Aun después de su muerte manifiesta su fidelidad, interesando en su llanto a los campos y montañas de Gelboe.Quién más bárbaro, gentil y tirano que Nabucodonosor?Sin embargo de sus monstruosas opresiones se manifestó la ira de Dios con los aspectos más furiosos que se han visto; con Sedecías, que desleal quebrantó el vínculo inviolable de la fidelidad, se rebeló / / 162v contra el Rey de Babilonia, quien irritado de la infidelidad cometida puso cerca a Jerusalén y después de un penoso CAPITuLo IX 253 sitio entraron las tropas enemigas por fuerza de armas. Se puso el Rey Sedecías en precipitada fuga de noche, valiéndose del auxilio de las lobregueces para no ser víctima del rigor; pero siguiéndole el alcance el enemigo quedó prisionero de guerra y fue presentado cautivo a Nabucodonosor. A vista suya mandó quitar la vida a sus hijos y a sus principales ministros y consejeros que fueron o autores o cómplices de su infiel resistencia y temeridad sacrílega en no querer rendir su corte a su legítimo Rey, aunque idólatra y tirano. Luego que observó tan lastimosa representación le fueron sacados sus ojos y cargado de cadenas, pobre, miserable, sin hijos, fuera de su trono, asolada y quemada la corte, fue conducido con sus vasallos cautivos a Babilonia, en cuyas cárceles sufrió el espantoso azote de la mano de Dios hasta el día de su muerte.20 Por lo que se concluye que menor perjuicio resulta al estado del sufrimiento en la tiranía que del pecho armado contra ella. Si aun cuando el Gobierno es duro y arbitrario se contempla la Rebelión sacrilegio el más horrendo, que provoca toda la cólera de un Dios pacífico, ¿qué crimen tan imponderable será buscar la felicidad imaginaria del Reino en los amotinados alborotos, cuando nuestro monarca mira con horror / / 163r la servidumbre, la opresión y angustia de su amado Pueblo? ¿Cuando todo es amor para con sus vasallo s? ¿Cuando toda su real ocupación es el interés y gloria de la Nación? ¿Qué gravedad de ofensa tan criminal no arguye la libertad del Nuevo Reino de Granada en desfalcar la paz de sus naturales quicios, oponiéndose con guerras civiles contra el mejor soberano con el fin ambicioso de redimir una cortísima parte de su fortuna soñada y de comprar con valor tan subido, que es la sangre del Pueblo culpado y aun de la misma inocencia, una ventaja que él debería ceder con particular complacencia por no sacrificarse a sangrientos estragos? contra un Rey que hace uso de la clemencia sin relajación y de la justicia sin crueldades? contra un Rey que templa el agridulce de halagos y rigores, 20 Paratipom. Cap. ultimo & 13. Ezequiel, c. 17 v. 12 y 13. (162v H). 254 EL VASALLO INSTRUIDO que nada agrio es su gobierno y manifiesta nerviosa su mansedumbre? contra un Rey que sabe desarmar su fuerte brazo, cuando el político curioso discurre hará vibrar desnuda su espada, representando ser un Príncipe soberano ofendido y hacer brillar su poder con visos de Majestad? iO ! y qué Rey tan bueno! j o! y qué Príncipe tan amable! ¡o! y qué vasallos tan difidentes! ¡o! y qué súbditos tan ingratos! ¿Qué mayor monstruosidad puede discurrir el curioso, dice un Griego, lla // ló3v 111ado Don Chrisóstomo en la oración primera; que siendo el Príncipe bienhechor de hombre(s), vasallos suyos, no sea muy amado y obedecido de ellos? Ha! si yo no temiera transformarme en monstruo horrible para combatir su infame ingratitud, les haría ver el cuidadoso afán de nuestro invicto y esclarecido Monarca, en procurar la fortuna, la libertad, la vida de los súbditos, los intereses de la fe, la causa de Dios y la salvación de su amado Pueblo.No pudo interesarse con mayor actividad David en salvar a Israel del poder orgulloso de los filisteos, ni Moisés de la esclavitud del Egipto, ni Josué, Jephte y Sansón de los Madianitas, Amorreos y Amonitas, que Nuestro Soberano con su Nación. Los desvelos a que se entrega, los vastos cuidados y negocios en que se ocupa, los recursos que atiende, los tribunales que preside, las aflicciones que consuela, las opresiones que alivia, las piedades que reparte, las gracias que comunica, tienen por objeto nuestra propia conveniencia, tranquilidad y conservación. ¿No es nuestro Príncipe el que vela, el que trabaja y el que hace justicia mientras los vasallos duermen, descansan y niegan, tal vez, la equidad a sus mismos Patricios? ¿el que atento y cuidadoso procura vuestra mayor abundancia, hace florecer vuestros sembrados, blanquear vuestra cosecha, estando vosotros logrando las deliciosas tranquilidades en el / / 164r seno de vuestra casa? ¿el que se halla continuamente agitado con los negocios del Estado y también extranjeros, siempre entre molestias y sin reposo siempre? ¿el que acompañado de su ministerio piensa, discurre, imagina el alivio de los infelices, la satisfacción gravosa de la Corona, la conservación de la paz o de la guerra, la observancia de las Leyes sin pesada carga; la obediencia sin pérdida de la libertad, el reparo de CAPtruLoIX 255 los agravios, la disposición de los establecimientos y el fácil cumplimiento de las obligaciones que la humanidad manda, que el Cristianismo establece y que la Majestad ordena? Yo advierto, si examino el Palacio de la Naturaleza, que los silbas amorosos del Pastor son las ramas verdes que atraen a las ovejas y son por ellas obedecidas: que las voces del cochero son frenos naturales que contienen a los caballos y son atendidas por ellos; que los gritos del cazador son reconocidos por los perros y siguen tras él al reclamo del beneficio. Y siendo así que confesamos este admirable y precioso don en los brutos privados de razón, lo negaron los de este Reino, ennoblecidos con tan rica Margarita; y desnaturalizaron con Nuestro Rey que no consiente perder de vista la Ley de Dios, ni usa del poder sino en provecho de la Nación. Desconocieron los beneficios, que son el nudo que estrecha las voluntades y no atendieron las voces de un Rey, en quien se miran reunidas las perfecciones / / 164v de sus antepasados. Brilla en su Real Persona la paciencia de un Pelayo primero, la política de un Felipe segundo, la continencia de un Felipe tercero, la magnanimidad de un Felipe cuarto, la circunspección de Alfonso nono, la prudencia militar de Fernando primero, la mansedumbre de Fernando tercero, la justicia distributiva de Fernando quinto, la vindicativa de Alfonso tercero, la belicosidad de Carlos quinto, la religión de Alfonso sexto y la parsimonia de Enrique tercero. Tomaron las armas contra un Rey, que por disputar los derechos de la Corona se presentó en la Italia, teatro funesto de la guerra, al frente del ejército; arriesgó su vida en repetidos choques, mayor~ente en la sorpresa inopinada del enemigo en Beletri; expuso su salud al rigor de países forasteros y de estaciones y climas destemplados, distinguiéndose por los más nobles rasgos de humanidad y de valor. Lo saben las Cecilias, lo sabe Roma, no lo ignora la Italia y aun cuando ésta faltara, es testimonio fidedigno el Nuevo Mundo de sus grandes beneficencias. ¿Qué gracias, qué liberalidades, qué privilegios, qué inmunidades no ha derramado en estos Reinos, en estas Provincias? Por ser tan notorias y conocidas las dejo en silencio. Tantos colegios, tantos hospitales, tantos monasterios, tantas cofradías; qué otra cosa son sino inmor / / 256 EL VASALLO INSTRUIDO 165r tales monumentos de su piedad, amor y celo? No lo podemos negar; y sin embargo de esta inmensidad de favores y beneficios ha desmerecido la ternura y correspondencia de sus vasallos; sus ordenes fueron reclamos roncos, desconcertados, sin virtud alguna para la aceptación de sus Reglamentos y estatutos de buen gobierno. Los hijos de este Reino, olvidados de lo que deben ser, despreciaron a su verdadero Dios, y sacrificaron a Baal: renovaron los días de tinieblas y de horror; y confundieron los legítimos derechos del ungido del Señor a nuestro respf'to, a nuestra fidelidad, a nuestro amor, en el caos de la sacn1ega y temeraria Rebelión. Todos se precian de héroes ilustres los que sacrifican sus alientos en defensa de los intereses de su Rey, de la gloria de sus armas, y de los timbres de la Patria, porque es morir por la Religión. Sólo los miembros de esta parte de herencia Real olvidaron esta máxima; y gobernados por espíritu de ilusión, espíritu falso, espíritu de preocupación, se apartaron del de la Religión, y siguieron las máximas de los falsos Filósofos, que con el disfraz de libertad oprimida inspiran empresas de despecho y de tirana sedición; ¿pero contra quién? Contra un Rey que solo su nombre inspira movimientos o impulsos de magnanimidad y de honor para morir generosamente en defensa de la causa común. Contra un hijo primogénito de la Iglesia, que es el sagrado de la Religión; la cabeza de un Pueblo, que conoce y confiesa el evangelio, cuyo trono miramos como / / 165v manantial perenne de favorables signaturas de gracias y como tribunal abierto de beneficios, en donde ni la duración de los tiempos, ni las alteraciones del Estado, ni los acontecimientos de la guerra pudieron perturbar su siempre liberal, su siempre pronto beneficio. Aquí no se puede decir que llueven sino que brotan sus gracias. Cada instante, cada momento, todos los días se le presentan nuevas súplicas y cada día franquea nuevos favores. Contra un augusto Monarca que mira por su gente; y a más de ser su continuo y fiel bienhechor se declara perpetuo y vigilante defensor de sus vidas y Protector de sus intereses. Esta es la ocasión en que se confunden las humanas fantasías al ver ingratitud tan insolente, correspondencia tan desconocida, sedición tan tirana y Rebelión tan sacrílega. Que se amotinaran las CAPíTuLo IX 257 comunidades contra un soberano opresor, cruel, homicida perseguidor de sus vasallos, atroz delito fuera: pero que se conspiren facciones despechadas contra Nuestro Príncipe, que es el consuelo de su Pueblo, la gloria de la Nación y verdadero Padre de la Patria, esto es lo que no se puede comprehender ni por entendimiento humano alcanzar. Ser desobedecido un Rey todo pacífico, todo amable, todo benéfico, todo humano, nada cruel, nada tirano, en verdad que excita el temor y asombro en los espíritus racionales y el honor y sentimiento, hasta en / / 166r las creaturas más insensibles. No se extrañará la oscuridad de los astros, la confusión de los elementos, el temblor de la tierra, el sudor de los troncos y las mudas voces de los peñascos al ver desobedecida la Autoridad soberana, ajada la Majestad y maltratado el honor de Nuestro Príncipe con los vástagos espinosos de la Rebelión. A tánto llega su malicia, monstruo horrible de los Reinos, tirano perseguidor del buen orden político y religioso; calvario de amarguras, seminario de desgracias; fuente de perturbación; piélago de insolencias; museo de abominación; campo de estragos y teatro de venganzas son los funestos epítetos de su descripción. Sus despechos no conocen término ni lindero para la moderación; los beneficios y protección son angostos cauces para contener lo rápido de su bárbaro furor. v El amparo que tenemos en Nuestro Soberano debía ser freno poderoso para que nadie se contaminara con la negra tinta de la Rebelión. Su Real protección es mucho mayor que lo que puede la humana fantasía alcanzar; sus demostraciones son más de Padre que de Señor y deben ser a los vasallos materia de asombrosa grandeza, mirándola como detrás de altos torreones, su gobierno declina de solo el provecho temporal; se conforma con los principios de la Religión y de / / 166v aquí resulta atender menos a desollar el ganado que a defenderle.Como buen Príncipe se hace menos parte en la conservación de sus estados de lo que lo hacen los que pretendiéndole granjear para sus promociones le desvanecen con los lisonjeros encarecimientos. Los tributos y servicios 258 EL VASALLO INSTRUIDO onerosos que impone son para la subvención de la guerra y para el indispensable reparo de las quiebras y desgracias que de ella resultan. Sin embargo de ser la Majestad un estado de pena y subordinación, advertimos a nuestro Príncipe tan humanado con nosotros que con toda propiedad representa el papel de verdadero Padre y legítimo Protector. Cuidadosos son sus desvelos en conservar en una parte las inmunidades de la Iglesia, en otra, los derechos de la República: acá consuela al afligido, allá castiga al facineroso y en todas partes lo hace respetable el celo de su protección, El estima en más la paz que todos los trofeos de la guerra; y por no aventurar su pérdida desatiende las más veces los arrojados insultos de las Naciones extranjeras. En sus generosas ideas es objeto del mayor valor y el centro de sus sabias disposiciones, recogiendo de semilla tan noble dulces frutos de seguridad y descanso eterno, que no pueden ser comprendidos aun por aquellos que fija tienen su consideración en la mira de sola la abundancia temporal. El Emperador Antonio solía / / 167r decir con frecuencia que más quería la vida de un ciudadano que la muerte de mil enemigos. ¿Yno es ese mismo el heroico ejemplo de mansedumbre y clemencia que registran nuestros ojos, especialmente renovado en nuestros tiempos en Nuestro Príncipe y Señor Don Carlos III, Monarca piadoso, que nos gobierna, el que estima en más que todos sus blasones el justo y heroico renombre de Padre de la Patria? El es legítimo Profesor del sistema de Aristóteles que en los libros de su Política refiere todas sus leyes a la paz como único fin de las acciones. En ellas reprende o increpa a Licurgo porque refirió todas sus leyes a la guerra; y no se había propuesto otro objeto que sujetar a la Ciudad de Esparta, temible por fuerza de sus armas, soberbia por la gloria de sus triunfos y rica por los despojos de sus enemigos.La paz es el principal móvil de una bien regulada República. En esta atención Nuestro Soberano, lejos de inspirarle el Imperio de Trajano, viva imagen del de Rómulo, aquel noble ardor que da vida a los conquistadores, y no les deja respirar otra cosa que guerras, batallas y victorias, emplea toda su ocupación en renovar el Imperio de Antonio, imitación legítima del de Numa, que antepone sabiamente las artes y ornamentos de la Paz a los triunfos y trofeos de la guerra. Lejos de toda arrogancia CAPITuLo IX 259 abraza gustoso los títulos gloriosos de Pastor del Pueblo y de Padre de la Patria, enseñando el gobierno pacífico de la República y el ejercicio militar de la guerra. Conoce que su Reino depende de otro / / 167v inmortal y de una asistencia superior contemplando en la heroicidad de sus acciones al que tiene por autor de sus conquistas. Todo su cuidado es mirar por la gloria y perfección de la Nación y de hacerse digno de la grandeza de ánimo que le acompaña. Todo su afán es procurar para sí y para Sl1S vasallos un nombre respetable en el mundo y no menos útil que ventajoso. Toda su atención es la segura conservación de la Monarquía, es la justa venganza de la dignidad de la Corona. j Qué demostraciones más finas de protección registran nuestros ojos! Todas las fábricas de los arsenales, todas sus máquinas materiales, todas sus pertrechadas Armerías, todos sus almacenes provistos y aperados, todos sus famosos diques son otros tantos instrumentos públicos de nuestra protección. Los continuos adelantamientos que todos los días se procuran en la construcción de navíos, de fragatas, burlotes y bombardas; en la continua de piezas de artillería, trabucos, fusiles, torres, mandrones (sic), morteretes, pasavolantes, cerbatanas, cortaos (sic), ribadoquines, falconetes, buzanos, caballos de frisa y otras artillerías; en la apertura de los fosos y contrafosos, caminos cubiertos y erección de baluartes, castillos y murallas, ¿qué otra cosa son sino pruebas calificadas de nuestra seguridad? Todas las ordenanzas y disposiciones para las levas, quintas y reclutas: toda la matrícula de marineraje, todo el formidable / / 168r cuerpo del ejército y todo el poder respetable de las escuadras, ¿qué otra cosa son sino testimonios auténticos de la Real protección a cerca de nosotros? Nuestros Príncipes nacieron para protegemos únicamente contra el furor de los traidores, contra la ambición de los usurpadores, y contra la tiranía de los piratas; el cielo con particular devoción y gracia nos colocó bajo la protección luminosa de unos benéficos astros, que nos guían por las conocidas ventajas de la humanidad y no por los caminos espinosos de conspiraciones y facciones que comprimen y hacen gemir a tantos Pueblos; y que no son uno de los más terribles azotes de Dios contra una Nación. Nos 260 EL VASALLO INSTRUIDO felicitó nuestra cuna, fuera de la Persia, anfiteatro cruel de una inmensidad de patricios a quienes degiiella la ambición y de cuya sangre logran su riego los campos; fuera de la Turquía infamada siempre por el rigor de los suplicios y penas atroces con que el despotismo sacia sus crueldades y no conoce otras leyes que las de su capricho y barbarie. Nosotros logramos mejor influjo: ocupamos un país y obedecemos a un Rey que con su protección poseemos con seguridad en el seno de nuestras familias, la libertad, los intereses y los frutos de la industria. ¿Qué fuera de nosotros si nos faltara la sombra de este valimiento soberano? ¿Qué estragos tan irreparables sufriéramos? ¿Qué pérdidas tan sensibles admiráramos? ¿Qué yugos tan pesados cargáramos? Hasta dónde llegaría la arrogancia enemi / / 168v ga? Ha! que estos son motivos poderosos que en extremo agravan la malicia de la Rebelión del Nuevo Reino. Somos miembros de una sociedad en la que la humanidad Real excluye toda especie de turbación y de tirano despotismo. El derecho de protección siempre ha desconocido a los audaces que intentan sembrar el espíritu del fanatismo y Rebelión. El por sí solo obliga a que paguemos el tributo que le pertenece al Rey; que contribuyamos sin violencia y murmuración las pensiones que se impusieron para los gastos precisos del Estado, de la Real persona y su casa; que no defraudemos los derechos Reales con clandestinos comercios y que no resistamos a las ordenes de los establecimientos. Su arreglamento es preciso; de modo que todos los miembros de la sociedad paguen a proporción de sus caudales. La contribución no es arbitraria sino forzosa y obligatoria, según las respectivas fuerzas de cada uno. Las urgencias públicas no permiten resistencia en los vasallos para los subsidios necesarios a la conservación del Estado, y ordenados por un poder legítimo. El Soberano, o ya sea por sí o ya por medio de sus Ministros, es absoluto en la imposición de los tributos y en el modo de su Reglamento, según la determinación del sabio Rey Don Alonso; dice así: "El Rey puede demandar e tomar al Reino lo que usaron los otros Reyes e aun más en las sazones que lo hubiere en gran menester para / / 169r procomunal de la tierra". Es también ordenación preceptuosa del apóstol de las gentes San Pablo que mira a la obligación CAl'fn1Lo IX 261 exacta de la conciencia misma. Y siendo así, que es igual la prevención de todos los derechos en asunto de la mayor gravedad y consideración, advertimos la sobrada y nunca permitida relajación que los hijos de este Reino abrazaron, oponiéndose al trono y a sus imposiciones con las armas en la mano. ¿Pero en qué tiempo? ¿En qué ocasión? VI En elmismo tiempo que Nuestro Soberano estaba protegiendo sus vidas, sus patrimonios y sus Derechos con el valor de su espada. En el tiempo mismo que sus valerosas escuadras y sus esforzadas tropas se hallaban atrincheradas contra la Gran Bretaña, enemiga de la Nación, de Dios y de su Ley Santa. Que el vulgo siguiese al rumor o al ejemplo, cuando impetuoso el acaso lo arrebata todo, lo violenta todo, en tiempo que las armas del Rey descansan en los cuarteles fuera sin duda temerario su arrojo: pero que las violencias traidoras y tumultuarias de una Plebe, que mide sus inconstancias por la innumerable variedad de genios y de ánimos vanos y turbulentos, se dirijan contra la soberanía en el acto mismo que se halla empeñada en una guerra, combatiendo el orgullo y arrogancia inglesa, y de cuyo éxito pende el honor de las armas, la gloria de la Nación y los intereses de la Corona, es lo que no se puede comprender / / 169v sin transportes de asombrosa admiración. Que en la misma hora en que la Real ocupación se mira empleada en procurarles la libertad, intente la turba alevosos designios, conspiraciones sacrílegas e infieles designios contra su verdadero y legítimo Príncipe, es 10 que confunde al corazón más cristiano. Que en las críticas circunstancias de un tiempo en el que el trono español se halla en continuas agitaciones y conmociones cuidadosas para reprimir la audacia de los británicos y sus horribles profanaciones que con insolentes vejámenes insultaban a sus vasallos, se formen violentas contradicciones, tumultos populares, se desnaturalicen las leyes del legítimo vasallaje, se unan malcontentos, se formen bandos, se dé calor a la sedición contra el verdadero Padre de la Patria, que sacrifica todo su respeto, toda su autoridad y todas sus majestuosas pompas en defensa y protección de 262 EL VASALLO INSTRUIDO su Pueblo, es lo que abisma al conocimiento más profundo de los políticos. Cuando era preciso practicar todas las diligencias conducentes al alivio común en la grave necesidad en que se hallaba constituído Nuestro Monarca, cuando todos los vasallos debían decirse a sí mismos: nuestros bienes, nuestra libertad y nuestra vida es del Estado, nuestra Ley suprema es la de sacrificamos por la causa común, por la felicidad del Reino y por la gloria de la Nación entonces es que solicitan la conveniencia propia por medio de los motines ~1 11 J u..J.. I I H 170r borotos más funestos siempre que la misma opresión, los domésticos y familiares de la casa del Soberano. (sic). No hay Príncipe alguno en el mundo que no haya padecido sangrientos estragos de la traición concebida por sus mismos vasallos. Laalevosía es más inevitable cuando nace en los brazos de la confianza. Lo mismo es ocupar su ánimo la ambición que resolverse a la traidora temeridad y resolución de atrincherarse contra la Majestad.El interés es la causa de la ingrata sedición que los mismos vasallos movieron en la casa de su Soberano, reduciendo a consecuencias tristes el Estado. No se ignoran las actuales expediciones que Nuestro Príncipe tenía formadas contra la Gran Bretaña. Por este motivo le constituyeron en la dura precisión de desmembrar las fuerzas de sus escuadras y ejércitos para contener la insolencia y desfreno de los bastardos hijos y alevosos súbditos que redujeron a desprecio común la autoridad. Le precisaron a restablecer el respeto y el buen orden político y religioso y restaurar el temor conque debe vivir el vasallo al rigor y observancia de la Ley. La inmoderada precipitación de sus afectos arrastraron el poder soberano a una inmensidad de costos en el transporte de las Armadas y a ser el Reino pavesa de sus iras si no hallaran por alta providencia una benigna satisfacción que es término de su justa cólera y furor. Llorará la inocencia los terribles estragos del / / 170v brazo armado del Rey ofendido. El cuerpo político y económico sufre las incomodidades que exaltan y alteran al natural. Muchas veces se ha observado en éste que unos miembros sanos padecen el rigor de los dolores que causan las llagas de los otros. La petulancia y despecho de los CAPtruLoIX 263 agresores irrita en tanto extremo la indignación del Príncipe que su venganza llega a trascender los fueros de la más sana inocencia negándole en algunos casos la humanidad de los cuarteles. El verdadero y legítimo autor de la Soberanía abrazó en vivas llamas y sepultó entre las cenizas muertas a los niños de las cinco ciudades de Pentápoli sin embargo de no hallarse contaminadas con el negro pecado nefando.21 No se extrañará la infausta suerte de algunos miembros sanos de la República, a quienes alcanza el golpe de la espada ensangrentada del Rey. Todo este derramamiento de sangre inocente es efecto triste que causa la Rebelión, monstruo a la verdad el más horrible y manantial perenne de desgracias y desventuras. Y cuando esto no se verificara, exponía la Monarquía a una sensible pérdida y fatal acontecimiento. Fomentaba la venganza británica y daba ocasión a que introdujera en el corazón del Reino sus orgullosas armas, separando estas pingiies colonias del cuerpo español / / 171r de quien son partes legales y declinando el natural dominio que sobre ellas tiene Nuestro Soberano. Faltó la obediencia y el respeto; y siendo éstas las basas fundamentales del solio Español es verosímil se hiciera hereditaria la Gran Bretaña, siendo violenta y traidora su adquisición. Emulada de la independencia intentada de sus colonias, auxiliadas por la Nación Francesa, podía haber embocado sus fuerzas en este Reino; y hallándole sublevado, inquieto y amotinado, con facilidad se hubiera apoderado de sus Puertos y de sus Plazas. A tanto como esto llega la malicia de la Rebelión. Cualquiera parte de su atención es como reliquia derramada de la Casa del Príncipe. Una vez envilecido el Tmno, es trofeo el más atrevido. Le corta enteramente los nervios de su duración y le expone a una lastimosa desolación. No se ignora cuán peligroso sea edificar sobre ruinas; pues si falta el pulso y cuidado se viene abajo y se desploma el edificio. Los sacrificios cruentos de los vasallo s son efecto de las infidelidades e inobediencias al Soberano. Con las resistencias pierden todo derecho a la clemencia, pues la 21 Josue, cap. 7. (170vY). 264 EL VASALLO INSTRUIDO derogan los revoltosos, abusando de su fuero. El Príncipe que conquista de nuevo a sus súbditos es justo Legislador de las ordenes más rígidas. Las conspiraciones hacen justas las crueldades (siguen aquí unas palabras tachadas) y las más severas leyes. La / / 171v justicia en el Reyes necesaria como indispensable en el vasallo la fidelidad. Si ésta se separa de su fácil cumplimiento le quita el ser a aquélla y le compele a declinar justamente en tiranía. Contémplese la Rebelión, o según su monstrtWSO aspecto, o segtín el rigor de sus atroces penas, o según sus horrorosos castigos con las adjuntas circunstancias que le acompañan, siempre debemos concluir que es vicio el más abominable, delito el más horrendo, ofensa la más sacrílega y que el Reino debe llorar la pena de su instabilidad (sic), como igualmente el falso celo de su alevosía. Muchos se fingen Padres de la Patria y en realidad son tiranos poderosos que la destruyen, acaban, promueven ocultamente su interés, publican el del Público y aspiran a sacudir el yugo de la obediencia; y sembrando intempestivamente la infiel semilla de falsos coloridos que disculpan lo infame del despecho. Esta es la trama que urdió el ambicioso Jeroboán concitando contra Salomón la incauta Tribu de Joseph y otros parciales, alegando para la justicia de su ingrata Rebelión los excesivos gastos que consumía en las fábricas de (palabra ilegible) y en los edificios del valle que divide a Sion de Jerusalén. 22 22 2. Reg, cap. 11.V.37. (171vJ). 265 CAPITULO X i72r Expone que la Rebelión no debe atri/L buirse al mal gobierno de los Ministros del Rey sino a la general corrupción de constumbres (sic) que inundan el Reino 1 El principio que levantó la inquietud pasada y formidable tormenta de perturbación tumultuada que sufrimos en el año de ochenta y uno con riesgo proximo a un lamentable naufragio es el desenfreno de libertad conque se vive y la abominación tan frecuente que se observa en este Reino. La anatomía que tengo formada de estas gentes no me permite referir la general conmoción al mal gobierno de los sabios Ministros del Rey como sin reflexión cristiana lo pregonaba el vulgo tumultuado. El azote conque Dios castiga a los Reinos uno es la guerra; y siempre debemos pensar que los pecados del Pueblo son las flechas que hieren el corazón de Dios; y los que le irritan y provocan a indignación y cólera sin embargo de ser por naturaleza clemente y fuente de toda misericordia. Todas las calamidades púlicas, las pestes, las hambres y las guerras son penas de los pecados de la República. Los oráculos de Roma atribuyeron a la profana conducta de algunos ciudadanos, que con atrevida petulancia destinaron los templos para el uso de su habitación, aquel lastimoso y pestilencial contagio que refiere el grande Agustino y la contempla Cicerón por causa de los generales estragos de aquel emporio del mundo.l Los castigos / / 1 Agust. Lib. 3. de Civit. Cap. 17. in orat. de Aruspicum responsis. (172rK). EL VASALLO INSTRUIDO 266 172v que sufrieron los Filisteos con las mordeduras de los ratones fueron efectos de la ira de Dios por el sacrilego atentado de aprisionar el Arca Santa según la inteligencia de los gentiles sátrapas de Filistina.2 No es despreciable la ficción de Virgilio persuadiendo con ella el consejo de Anquises, que dictaminó en Roma ser las culpas la fuente de los enojos del Cielo, queriendo acabar de una vez con sus habitantes con otra gran pestilencia.3 Hipócrates, aquel gran Príncipe de la Medicina, asegura que también en la naturaleza humana se encuentran enfermedades divin.as y es 10 roismo que decir: Dios las envía misteriosamente para castigo de los transgresores de su Ley Santa.4 ¿Pero qué me canso yo en apoyar mi dictamen, amados lectores, con el dicho profano de la gentilidad cuando el espíritu de la Iglesia lo declara en sus Rogaciones públicas y es doctrina de los Santos Padres y Doctores de la general congregación de los Fieles como igualmente de la Escritura Santa? II Dios es el que libra los castigos públicos en satisfacción de sus justos enojos contra la disolución de los profanadores de su Ley y santuario conforme a la Doctrina de San Gregorio.5 El elocuente San Ambrosio nos enseña que los / / 173r castigos de los Reinos de las Monarquías y de los Pueblos tienen su origen de las culpas. Por los pecados se consumen las guerras, dice San Jerónimo. De nada sirven los elevados muros de Constantinopla que con tanta prevención fabricó el emperador Focas Nicéforo para desviar el golpe de la venganza de Dios. Fácil será su entrada en la ciudad y nada dificultosa su irrupción a causa de que reina la maldad dentro de sus murallas, como lo refiere Baronio.6 Las lastimosas devastaciones de Roma, que causó el furor de Alarico, son 2 3 4 5 1. Reg. 6. 5. 17. 18. (l72v L). Virgilio, lib. 3. Eneid. (172v M). Lib. Presagiorum. Textu 4. (l72v N). Lib. 2. indict. 6. epist. 1. V. lib. 8. indict. 3. epist. 41. Ambros. Serm. 85. S. Geron. epist. 2. (l72v O). Baron. Ann. Christ. 964. nUffi. 37. Zozom.lib. 9. cap. 5. (173r P). CAPtruLo X 267 objeto triste de los desórdenes y desconciertos romanos en frase de Zozomento. Todos los espectáculos de horror que nos ofrecen la Etiopía, Europa y Mrica a la corrupción de sus costumbres reconocen por autores de sus mortandades e infortunios, asegura del mismo Baronio en el año de ciento y setenta de sus Anales. Las terribles tormentas que nos afligen, la amargura de tantas calamidades que el mundo ha gustado y las esterilidades que ha sufrido provienen del pecado. Por éste se asalarían las faltas de abundancia y las malas cosechas, enseña el Espíritu Santo en los Proverbios.7 Dolores, desgracias e infelicidades dice David, se observarán en casa del disoluto. Nacerán en ella espinas, ortigas y abrojos; su país quedará desolado y sus campos talados, arruinados y constituidos víctimas sensibles de las llamas y cenizas, afirma el Profeta Isaías.8 Las amenazas conque Dios infunde el terror en los corazones / / 173v y el espíritu de horror a la calamidad pública son muy frecuentes en los libros canónicos.En la promesa que Dios hizo a Abraham de la tierra de Canaan para los de su posteridad le declara que no despojará a los Amorreos de su país hasta cumplirse el número de sus pecados; son objeto de atención pero muy sensible las que de parte de Dios intimó a Damasco y otras ciudades y Provincias el Profeta Amós,9 cumplido que sea el número de sus prostituciones. ¿Qué estragos no llora Babilonia por sus ofensas en tiempo que el furor de los Medianitas se entró por las puertas de sus muros, abriendo brechas y boquerones, quedando enteramente arruinada y destruida en Boca de Isaías?lOPor haber faltado Sau1 al juramento de fidelidad y perpetua paz que los Gabaonitas celebraron con Josué, oprimiéndo1es con impiedad y tiranía, amaneció la esterilidad en Israel: inexorable el cielo mandó a las nubes fueran de bronce sus muros condensados y por falta de este benigno influjo áridos se miraban los campos, marchitas las flores, desnudos de frutos los árboles y sin vistosa hermosura los callados, 7 8 9 10 Prov.C. 3. V.23. Psalrn. 43. (173rQ). Isaías.C. 34.V.c. 1. (173rR). Amos,1 V.2. (173vS). Isaías C. 19. (173vT). EL VASALLO INSTRUIDO 268 resultando de aquí aquella terrible hambre que vieron los ojos compasivos de OavidY Los juicios de Dios son desconocidos a nosotros. Una Monarquía es cuerpo político que se compone y conserva por los miembros de la sociedad. Los miembros y tiempos / / 174r que nosotros dividimos no los cuenta Dios sin embargo de la continua sucesión de unos y otros acumulando los crímenes de todos por el respeto que dicen al común del Reino. Así lo dice Justo Lipsio.12 Todos los estados dice Lesio, tienen determinado el número de pecados; cumplido éste, Dios vengador de agravios, transforma los gobiernos, destruye los solías y toma justa recompensa de los ultrajes y desconciertos.B ¿Quién privó a los hijos de Saul de la ocupación del trono de Israel si no los excesos culpables de su Padre? ¿Quién separó de la familia de Salomón las diez tribus, dividiéndole el Reino y dejándole a su hijo Roboan sola una tribu para quedar encendida la brillante lámpara de David en Sión, donde Dios quería fundar su nombre, si no las falsas adoraciones y los sacnlegos incienso s que tributó a los vanos ídolos de Gentiles?14Si nuestros mayores, enseña Justo Lipsio, fueran objeto de abominación por su libertinaje, por su relajación, por su brutal desenfreno, por su impiedad y ambición, no debemos extrañar el sufrimiento de las calamidades. La unión gloriosa que nos vincula, ya católica ya política, nos constituye objeto de las iras de Dios, que atiende no sólo a las culpas de los presentes sino también de los pasados.15 ID La sombra es compañera inseparable del cuerpo como lo es / / 174v igualmente la pena y el castigo de la culpa y el pecado.Los mismos elementos cuando descansan en su centro no gravitan; pero lo mismo es salír las aguas del mar y 11 12 13 14 15 2 Regum. C. 22. (173vU). Lib. 2. de Const. c. 17. (174rX). Lib. 13. de perfectovivin. num. 59. (174rY). 3. Regum. C. 12 - 2 Reg. c. 11. V. 30. (174rZ). Lipsio. lib. 2. de constoc. 17. (174r A). CAPtruLo X 269 transminarse por las entrañas de la tierra, que causar los mayores estragos, ya inundando las campiñas, ya derribando fuertes torreones y ya también convirtiendo los prados en barrancos profundos y éstos en llanuras agradables. Una vez que los aires pierden su equilibrio y concierto, caminando discordes y encontrados entre sí ¿qué terribles borrascas no forman? ¿Qué infortunios no causan? Ellos hacen correr las navichuelas a todos vientos, induciéndolas a dolorosos naufragios y formando empinados montes de agua, ya parece que las subliman a los Cielos, ya las profundizan a los abismos, ya las aproximan a un escollo, ya las arriman a un atolladero. Ellas azotan las arboledas, destruyen sus vistosas copas, desgajan sus verdes ramas, tronchan sus profundas raíces y rompen sus gruesos troncos. A su ímpetu furioso se desmoronan las montañas, se arruinan los muros y desencajadas de sus quicios las peñas, descienden precipitadas de los promontorios más eminentes a los valles más profundos. Aun aquellos entes, que fiados de su dura textura pueden esperar ser eternos, lloran sus estragos y ruinas. Luego que la voluntad del hombre se separa de la voluntad divina, sale de su centro, se desconcierta y caminando con desenfreno por la obsevancia de la Luz Santa, desconoce el humor craso de la 11 175r envejecida relajación. No atiende a los densos vapores del escándalo, al abuso del desorden, al despecho de las pasiones, y formando el nublado de la culpa y del vicio, provoca la indignación de Dios, para que rompa de una vez los diques del sufrimiento y dispare los rayos de su justa cólera. Para que convierta las ciudades en desiertos, las calles en soledades horrorosas, las alegrías en tristezas, los espectáculos de diversión en teatros de lágrimas, y destruya enteramente las estatuas de la hermosura más apacible y los títulos de la mayor grandeza. Para que inspire en todos el espíritu de temor y espanto y los constituya pálidos, confusos, llenos de asombro y turbación. Para que las voces no sean otras que los clamores lúgubres de las campanas, los lamentos, los suspiros y los alientos únicos para poderse afligir y lamentar. Para que corran arroyos de sangre, se tiñan en sangre humana los ríos y se cubran los campos de cuerpos muertos. Es práctica observación que el eco corresponde a la 270 ELVASALLOINSTRUTIJO voz que se arroja a las quiebras de los montes. Del mismo modo a las voces desentonadas de los vicios corresponden los ecos de las calamidades y de los castigos generales que manda Dios a los Reinos. El es semejante al labrador que saca el vino pisando y exprimiendo las uvas en el lagar. Quiere Dios exprimir los frutos de su viña Santa, entra en ella, solicita las uvas de su amor; y no hallando sino frutos de ambición, de injusticia, de abominación, de lujuria y traición, exprime sus / / 175v op~radones desordenadas y debilitan éstas el vino de la ira soberana y el licor amarguísimo de las hambres, pestes, terremotos, guerras y otras plagas que afligen y molestan. Por nuestrso pecados, dice el Profeta Daniel, y las iniquidades de nuestros padres, somos el oprobio de las Naciones cercanas. i6 En fin, los pecados son los que violentan a arrancan a Dios para que llueva sobre nosotros todo género de calamidad, en sentir de SalvianoP Todos los trabajos temporales, todos los tristes acaecimientos y los amargos infortunios que padecemos son censos y pensiones cuyo capital es el práctico desconocimiento de la Religión y la ninguna atención a lo sagrado que es el fundo o materia de la hipoteca calamitosa. Elmismo sentido común es el maestro de la persuasión más viva. ¿Cuál es la práctica de los censos? Se cargan sobre una heredad mil pesos y queda la obligación de la contribución annua de cincuenta pesos. Corre esta pensión hasta que se redima el capital, que es el gravamen de la hacienda o finca hipotecada; corren los tiempos, pasan los años y subsisten también los réditos. Lo mismo es cometer el pecado mortal, asegura San Basilio, que firmar la escritura de este censo.18 En el triste momento que el hombre olvidado de lo que es satisface a su pasión despechada, se obliga a la continua pensión de enfermedades, contagios, esterilidades, guerras, hambres y opresiones. Se cuentan las épocas y no faltan los réditos temporales. Tiene el censo su curso hasta que se redima el principal con la penitencia. Nada violenta será la persuasión de mi / / 16 17 18 Dan. Cap. 9. (175vB). Lib. 8. de prov. (175vC). In cap. 1Isaie. (175vD). CAptruLo X 271 176r empeño. No se ignora que todos los males y trabajos no traen el origen del pecado. Engañados caminaban los tres amigos del pacientísimo Job, persuadidos a que la miseria que le afligía en el muladar era efecto de la disolución de su vida. Todo fue mérito de su paciencia como manifestación de la gloria de Dios y de su poder la falta de vista en el ciego del Evangelio. Las calamidades públicas no las manda Dios a una ciudad sino por las culpas de los ciudadanos, afirma San Ambrosio.19 Léanse las historias y en ellas se verá que todas las innundaciones del mundo, los incendios de las ciudades, los contagios de los Pueblos, las esterilidad es de los campos, los daños de las Provincias, la sangre humana que anegó las campiñas, los robos que hicieron tantas Naciones, los terremotos que arruinaron tantos lugares, las pérdidas que empobrecieron a tantas familias, las muertes de los herederos conque se acabaron tantas casas, la decadencia de los Estados que aconteció a tántos Príncipes, la translación de las Monarquías que experimentaron tantos soberanos, las opresiones que tiranizaron a tantos Pueblos son frutos que la planta maligna del pecado ha producido en todos tiempos. ¿De dónde reconoce el Egipto tantas plagas sino de la obstinación de Faraón? La sangre sustituirá el lugar del agua para vuestro sustento, dice Agustino, porque con la de la infancia inocente teñisteis los impetuosos torrentes del Nilo.20 Se enarboló el estandarte lugubre de la muerte en las vastas amplitudes del Egipto, asegura Theodoreto, y en las alturas del mar rojo; porque entre las aguas de un rio perdieron los alientos vitales una infinidad de niños hebreos. ¿Quién enterró / / 176v en el desierto tres millones de gente hebrea sino la dureza del Pueblo amado de Dios, ya tragándose la tierra a los principales motores de la sedición, ya enviando serpientes para acabar de un a vez con los murmuradores? ¿Quién representó en la casa real de David las calamitosas tragedias de los incestos, de los fraticidios, de las Rebeliones sino aquel 19 20 Sermo85.(176rE). Quest. 9.In exod. (176rF). EL VASALLO INSTRUIOO 272 concertado honúcidio de Urías como lo pronunció el Profeta Natán?21 Bien puede Absalón granjearse la voluntad, traer a su partido el corazón de los grandes, de los nobles y del vulgo contra la seguridad del trono de su padre, que su pecado le dejará pendiente de sus cabellos en una encina y su cuerpo será objeto del fatal golpe de tres lanzas.22 Bien p(u)ede oprobiar a Israel el orgulloso filisteo y salir a campal batalla con el pastorcillo David, que su arrogancia será motivo del más vergonzoso trofeo, conforme a las palabras del elocuente S. AmbrosioY Nada dura, nada áspera será mi proposición con esta Doctrina. Muy sensible se hará su inteligencia. IV La vida del Cristianismo es vida de toda renuncia y de todo sacrificio. El estado de Religión que acompaña a este Reino queda ya demostrado en otro capítulo. Esta parte del dominio español es la vil idea de la ingratitud, de la infelicidad y de la demencia. No contenta con despreciar la Religión, se ha forjado una política según las leyes de su capricho. Cuando en este País se trata de libertad todo se abraza, todo se cumple, nada se desatiende y nada se deja. Esta generalidad de divorcios / / 177r y separaciones matrimoniales que se advierte con autoridad propia en perjuicio de la Fe y de la fidelidad nupcial: esta generalidad de torpezas, que se advierte en ambos sexos y es tan frecuente en toda edad: esta facilidad tan general de falsas disposiciones contra el honor, intereses, derechos y buenos servicios del prójimo; estos aires contagiosos de murmuración y falsas calumnias que tienen contagiados los Pueblos; estas torpes correspondencias que sirven de tropiezo y escándalo a las más cándidas palomas y a la misma inocencia doméstica; esas profanaciones del Santuario con los robos y usurpaciones de sus rentas; esas sacrílegas execraciones, sodomías, incestos, fornicaciones, opresiones 21 22 23 1 Reg. Cap. 2. V.5. (176vG). 3 Reg. cap. 11. (176v G). Serm. 88. (176v 1). CAPITuLo X 273 y usuras angañosas ¿ qué otra cosa son sino semillas fecundas de la indignación de Dios? Hagase un verdadero escrutinio de lo que pasa en este Reino y se verá que la corrupción general ha penetrado hasta lo más santo; y lo peor es que ni se siente ni se observa el desorden de cada paricular. Aquí se observan llamas de disolución que abrasan a las víctimas vergonzosas de las pasiones públicas. Es notoria la acogida de la ociosidad, de las venganzas, de los pleitos, de las fullerías del juego y del modo de excitar las pasiones con cuanto tiene de atractivo, de sensual y libertino el Teatro. Aquí se hallan seminarios en donde se enseña confundir el buen derecho en las lobregueces de los procedimientos y formalidades. El espíritu de preocupación e interés hallaron el medio de constituir interminables las causas. El fausto y lujo se mira entronizado en el solio de la miseria y de la / / 177v escasez penuriosa. La sátira y emulación ocupan el primer puesto en las concurrencias públicas y aun privadas. En ciertos días se descubre una multitud de ociosos que penetrados del espíritu de la embriaguez confunden el buen orden del culto y se entregan a los excesos más perniciosos. Y cuando esto no sea, no faltan juntas nocturnas profanas y peligrosas en donde se arman lazos a la pureza y se prepara la tea al Demonio para que encienda el fuego de la lujuria y se transforme y renueve en estas Provincias la libertad nefanda de Sodoma y Gomorra, la perversión de Jerusalén, la relajación de Samaria y la disolución de Nínive. Los sentidos se hallan sin freno, el corazón sin custodia y el espíritu sin moderación en medio de un aire contagioso y del todo corrompido. La Religión se ha constituido fantasma y' quimera. Si me es permitida la expresión diré que llegó al estado sensible del abandono de la divina gracia. Los hijos de este Reino andan vacilando y fluctuando entre la gracia y el pecado; ya lloran con Pedro sus culpas, ya se glorian con Heliogábalo en sus concupiscencias; esta semana son del Dios, la otra del Diablo; este mes penitentes como Magdalena, el otro escandalosos como Isabel. Su mal es incurable. Ellos son parecidos a un pobre enfermo que la ya muerte se mira próxima a dar el último golpe. Los pasos ordinarios que le conducen al sepulcro son tres. El primero 274 EL VASALLO INSTRUIDO es cuando la recaída le encuentra con débiles fuerzas y por la misma razón le atormenta y le rinde más presto que el accidente primero. El segundo es cuando los remedios no / / 178r le aprovechan a causa de que su virtud es ninguna respecto de la exaltación del achaque contagioso que le postra. El tercero es cuando el médico lo abandona y desconfía de su salud. ¿Cuántas veces los habitantes de este Nuevo Reino, después de haber irritado la ira de Dios y haberse lavado en el Jordán de la Penitencia volvieron a revolcarse en los charquillos de agua turbia a llenar los baños de Babilonia, llena de abominación? Ellos sufrieron ya los tres azotes conque Dios acostumbra afligir y castigar a los Reinos. Empezó el cielo a derramar sus iras en los años de mil setecientos sesenta y cinco con el duro azote de los terremotos y que sólo su nombre renueva el dolor y espanto en que se contemplaban sus moradores. Hizo ostentación de su poder la justicia de un Dios ofendido, renovando aquellos tiempos de perturbación en que vieron las reliquias tristes de sus ruinas, a la violencia de los temblores, la Inglaterera, Nápoles, Asia, Antioquia, Dardania, Ponto y compañía. Continuó su indignación en los de sesenta y seis con el contagio de las viruelas. Tal era el estrago que causaron en el Reino que parece quería acabar de una vez con los vivientes racionales, hediondando y corrompiendo el aire por todas partes; sólo en la jurisdicción de la villa del Socorro perecieron cuatro mil según la exacta información que he tomado. Diga ahora la Romania, la Italia, Babilonia, Grecia y Roma, si estos desastres lastimosos y pestilenciales son producciones de la justicia de Dios, que yo sólo tengo lugar para delinear con negros borrones el orden de la justicia divina / / 178v en la continuación de sus justas cóleras en los años de setenta y cinco y setenta y seis.En esta época se representó la fúnebre tragedia de la general hambre que afligió y puso en consternación asombrosa a todo el Reino; sólo la ronca voz y desentonada podrá infundir horror en el corazón de los lectores. A tanto extremo llegó la necesidad que no hallando sustento con qué poder sustentar el espíritu vital entregaban su alma en manos de la muerte o en las soledades del campo o en el desamparo de los caminos en donde se hallaban hechos 275 CAPÍTULo X espectáculos de dolor y compasión. Sólo la villa del Socorro contó entre sus hijos más de cinco mil, que fueron víctimas tristes de la muerte. Todo era conflicto, todo amargura y todo aflicción. Por todas partes se miraba difundido el horror. Aquí se descubrían unas tropas de niños o por mejor decir de cadáveres animados que a porfía caminaban con tutumas en las manos a recibir la sangre de los novillos cuando los degollaban; y como si fiera el manjar más sabroso se alimentaban con ella bebiéndola en el mismo estado que la recibían. Allí se advertían muchos hinchados porque comían de todas hierbas, buenas y malas, enfermas y ponzoñosas hasta las raíces y troncos de los plátanos de que aun no se veían hartos. En una parte se divisaban unos hinchados como atabales de hidropesía, alimentándose de cueros secos y dando las últimas boqueadas; en otra se presentaban a la vista unos vivos esqueletos y éstos eran unas doloridas madres que, rodeadas de sus hijos penetrados de / / 179r hambre, sin alientos para pedir algún alivio en su necesidad, no podían subvenirlos sino con los caudalosos arroyos de acibaradas lágrimas que destilaban sus ojos. Las calles estaban contagiadas por la hediondez y corrupción del aire que derramaban sus pestíferos alientos. Igual era su aflicción a la de Numancia en tiempo del formidable asedio de grande Scipion y a la de Samaria en el del Profeta Eliseo. v Contagios eran estos capaces de contener al más disoluto; pero no bastaron para refrenar el impetuoso arranque de la relajación y vicio que dominaba en el Reino. Parece que la misma calamidad les franqueó el paso para mayores insolencias hasta caer en el extremo de todas las abominaciones y de todos los males. Poco importa que la mujer se queje en los dolores del parto si luego se consuela con el fruto de bendición que Dios le manda. Si un arquitecto arruina un edificio es para levantar una fábrica de seguridades. Estos son los fines que se propone Dios en las calamidades públicas. Aflige a los Pueblos para que conozcan .. la causa de su opresión. Arruina y destruye para fundar seguridad y reconocimiento en los principios de la 276 EL VASALLO INSTRUIDO destrucción. Solo este Reino se ha constituido Pueblo de dura cerviz, despreciando el conocimiento de la verdadera causa de sus calamitosos trabajos y continuando el despechado afán en trabajar las cadenas de la prisión de su misma infelicidad. Después de tantos destrozos, rofeos dignos del Dios fuerte y terrible en las bata / / 179v Has¿quién no le contemplará humullado, religioso y político? Así se debía discurrir, así pensar. Las amenazas del último exterminio fueron freno de contención penitente a los l"~inivitas. Una ciudad tan populosa, tan bárbara: poblada de gentiles, selva que era enmarañada de culpas y vicios, supo temer a Dios, hacer penitencia y transmutarse en floresta hermosa de virtudes. El fuego que la debía devorar y envolver en cenizas, la encendió en amor de Dios y en amistad suya. El suceso feliz de su arrepentimiento es efecto de la correspondiencia (sic) a la gracia que le daba golpes y pulsaciones al corazón por medio de las voces de Jonás Profeta. Este Reino en cuyas regiones se mira derramado con tanto esplendor el celo de la Iglesia y del Trono Español, no conoció por término de su monstruoso desorden y abominable desconcierto el brazo armado de Dios ofendido; continuó su malicia, tanto, que el Cielo no pudiendo contener dentro de sus diques la justicia irritada, le afligió con el último mal que es la Guerra Civil, tina de iniquidad y seminario de crueldades. Más incrédulo que la misma barbarie, no quiso afianzar los firmes propósitos de la enmienda y resistió pertinazmente a los repetidos avisos con que ha procurado disipar las densas nubes del error en que vive. El es parecido al que duerme en un profundo letargo; éste no percibe ni el estrépito de las aguas ni el rumor de los vientos, ni la ronca voz de los truenos, ni tampoco ve la luz de los rayos. El Nuevo Reino / / 180r no atiende a los clamores de Dios, al golpe de las amenazas, al eco de las promesas, al estrépito de las voces y al rumor de los truenos evangélicos. No repara los relámpagos de la divina gracia, los rayos de su enojo, el fuego del infierno, el espanto del juicio y el imperio de la muerte. Desprecia las exhortaciones, mofa los buenos ejemplos, se burla de los estímulos santos y cierra la puerta del corazón a las inspiraciones soberanas. Los que viven en las catadupas (sic) 277 CAPÍTULo X del Nilo por donde se despéña al mar están sordos a causa de el estruendo de las aguas. ¿Qué importa que se repitan golpes a una puerta con altos clamores si los de dentro traen tal alboroto que no oyen las voces? El estruendo y tumulto de los apetitos mal domados, de las pasiones tumultuadas, de las aguas de abominación y de la impetuosa rebeldía a las voces del Cielo no dejan herir el corazón del Reino pecador. ¿Cuántas veces como al hijo de la viuda de Naib le tocó Dios el féretro con los trabajos y calamidades públicas? ¿Pero qué? Quedó en flor la esperanza y se inutilizó la abundancia del otolo de los frutos de la divina gracia. Se contemplaban acasos y accidentes, los medios de la misericordia soberana. No se puede pensar mayor engaño. No son las causas legítimas de la carestía, los desconciertos de las estaciones de la muerte desgraciada de los hijos, la alevosa estocada del enemigo; de la pérdida de los intereses el borrascoso naufragio; y del fatal acontecimiento en la guerra, el / / 180v descuido de las Generales y el sobrado ardor o la vil cobardía de los soldados. Nuestros pecados son la causa. Nosotros somos los arquitectos de nuesras ruinas, los autores de nuestras miserias y los que preparamos la materia para nuestra fatal desgracia. Ninguno se persuada que puede vivir a su capricho y no experimentar el castigo; sembrar en su corazón ofensas y no coger espinas. Lo dice el Espíritu Santo en los proverbios. La opresión de los Israelitas con que les afligió el furor de Chusan, Rey de Mesopotamia, de Eglón, Rey de Moab, de Jabin, de los Cananeos, Madianitas y Filisteos, no es acaso sino providencia de Dios irritado. La ambición y soberanía de Serrageril fueron la vara de su furor para castigar la rebeldía de IsraeJ24Este es el pensamiento del Profeta Geremías y la agria reprensión que dió a los Israelitas que atribuían los tristes sucesos de la peste, hambre y guerra de Tito y Vespaciano al influjo de los astros.Se hallaba en su tiempo tan afligido el Pueblo hebreo que no le faltaba otra angustia qué sufrir. Sembraban y quedaba inutilizada la cosecha; enfermaban sin esperanza de alivio; se hallaban por todas partes rodeados de miserias y no hallaban fuerzas 24 Judit 3. & 4. & 6. & 12. Isaías 10. (180v n. 278 EL VASALLO INSTRUIDO para salir de la aflicción. Todos se constituyeron profesores de la astrología. Cada uno discurriía para el hallazgo de la causa de su infelicidad y opresión. Unos la atribuían a la irregularidad del tiempo, otros a la languidez del terreno / / 181r y muchos a la influencia de las estrellas. Llega el Profeta y oyendo la variedad de opiniones, enfadado de tanta dureza, levantó el grito y así habló: j Qué tiempos! ¡Qué suertes ! ¡Qué astros! Vuestros pecados, vuestras iniquidades son el origen de tanta desolación, de tantos estragos y de tanta miseria.25 No, nu es el mal gobierno de los Ministros del Rey, no las nuevas imposiciones ni menos los nuevos Reglamentos para la segura custodia de los Reales Ramos de Rentas, la causa de la ingrata Rebelión. Su origen no es otro que haber rendido indecoroso vasallaje al jefe tirano de la brutalidad, de la injusticia, de la infiel profanación de la casa de Dios, del escandaloso emborrachamiento y de la falta de Religión que tan frecuente es en el Reino. No es la influencia de los astros, no la malignidd del País, no la impericia de los médicos, la causa del gravoso yugo de tantas aflicciones; pero sí lo es nuestra viciosa frecuencia en los vicios más abominables y nuestra lánguida negligencia en no evacuar el embarazo de los inmoderados arranques de nuestra despechada naturaleza. Tullido, paralítico y postrado en el lecho de una criminal ociosidad, que es semilla fecunda de la esterilidad del corazón, de la aridez del espíritu y de la resistencia a la gracia. Toca Dios a los montes y exhalan humo. Tócanos la gracia con pulsación más peregrina, y no prende fuego; solo el contacto de la fimbria sana flujos de sangre y aquel precioso don del Cielo no puede / / 181v sanar el flujo del desacato y del desorden religioso.Una pequeña hacha da en tierra con el olmo más robusto y el grande poderío de la gracia es inútil instrumento para rendir al Reino relajado. Verdes leños y los más acuosos son sus hijos, cuya caída va como disparada al Aquilón y son raros los leños secos que van a caer al Austro. Cuando Babilonia despreció los avisos del Cielo entonces fue que sufrió el duro 25 Jerem. Vie tue, V. cogitationes tue fecerunt hoc tibioHoc malitia tua, que tetigit cortuum. (181r K). CAPÍTIJLo X 279 golpe de la vibrante espada de sus justos enojos. Cuando ella se gloriaba en sus abominables vicios entonces fue que la absorbieron las aguas y quedó abolido su nombre. Las repetidas experiencias que se tienen de las misericordias e indignaciones del Cielo fundan pronósticos tristes del más lastimoso abandono de la divina gracia. Demuestran la reincidencia en los desconciertos primeros y estos son los nuevos eslabones que forman la costumbre pecaminosa, cadena pesada, lima tenaz, plomo gravoso, yugo insufrible y paso seguro para el Infierno. ¿Qué mayor locura, qué furioso frenesí el de aquellas criaturas que, después de la tempestuosa noche de tantas muertes arrebatadas, ya por la hambre, ya por el contagio, olvidadas de la reconciliación con Dios, de los llantos fúnebres y lamentos tristes con que publicaban su arrepentimiento, volvieron a sus execrables iniquidades? ¿Después de los públicos castigos con que se vio afligido el Reino, qué enmienda se ha visto de sus abominables excesos? ¿Qué reforma de la relajación de sus costumbres? ¿Qué satisfacción de sus / / 182r escándalos? ¿Qué restitución de los ajeno? ¿Qué abandono de las torpezas? ¿Qué contención de sus enormes brutalidades? Ha! que 10 que se ha presentado a la vista todo es abominación, todo irregularidad y todo aparato y prevención viciosa. Modas indecentes, desnudeces escandalosas, aire afectado, cantares de amores, novelas deshonestas, amistades sensuales, paseos de tropiezo, familiaridades delincuentes, prostituciones envejecidas, usurpaciones de derechos, fornicaciones frecuentes, atropelamientos de injusticias y murmuraciones satíricas con libertad para enervar la observancia de los preceptos más sagrados. Todo es un formidable atrincheramiento contra el poderío de la gracia. ¡Proposición funesta! j Consecuencia terrible! ¿Qué cosa más tenue y delicada que un cabello? Por sí solo nada puede. Júntese con otro, agréguense muchos juntos y unidos entre sí se verá la fortaleza y el poder que demuestran. Ellos serán capaces de quitar la vida a un hombre y dejarle suspenso en una encina. Le sucedió a Absalón. Por un pecado no se resiste a la gracia; vence ésta y triunfa de la culpa. Multiplíquense pecados, repítanse las culpas, acumúlense ofensas y se observará que se acampan 280 1~2v l83r 26 EL VASALLO INSTRUIDO contra el Cielo y triunfan del imperio de la gracia. La herida fresca se deja tocar para que la curen; pero una vez cancerada no da lugar a la medicina. Con la sal se preserva de corrupción la carne; pero una vez corrompida y agusanada ya no aprovecha, de nada sirve. Una conciencia re cien herida admite la curación; pero ya cancerada con el vicio y con la constumbre (sic)pecaminosa con dificultad se cura. Una sola mirada de Cristo basta para bañar de amargura el corazón de Pedro, y acordarle / / la perpetuidad ue sus promesas. La continua exhalación dE' rayos y rompimiento de truenos, de increpaciones y amenazas fulminadas por Moisés es de ninguna virtud para ablandar la dureza de corazón del Príncipe orgulloso del Egipto, Faraón. Un solo Nathán consterna, espanta, humilla y convierte a David adultero;y para convencer a Saul son inútiles ministros, David, Jonatás y Samuel. ¿Y por aqué?El haber profundizado en su corazón las raíces de la maldad es la causa de tanta obstinación. Para curar las culpas radicadas y envejecidas de muchos años son necesarias todas las gracias y todas las lágrimas de Jesús, como en la resurrección de Lázaro. Si este es el deplorable estado del Reino, si las Repúblicas se hallan inundadas de vicios y abominaciones, ¿qué pronóstico tan funesto puede formarse de su Rebelión? ¿Será efecto del mal gobierno? ¿Dará esperanzas de la enmienda? ¿Ofrecerá nueva reforma de costumbres? Yo quiero suponer que los nuevos estatutos de la contribución sean injustos; (lo niego) sin embargo, no se puede negar que la intención del Ministro comisionado para este efecto fue buena, santa y justa. ¿Se atribuirá la Rebelión al desconcierto de sus providencias? ¿Se ignora acaso que los aciertos del Gobierno son en beneficio del Público, y que Dios permite el desconcierto en el superior para afligir al Pueblo cuando es indigno de favor por sus pecados? Lo dice San Gregorio;26 No era santo el Rey Josías?; sin embargo erró una revolución de importancia porque / / quiso castigar al Pueblo pecador con la permisión de su yerro. Fuera noble como cristiano pensamiento atribuirse al Lib. 25. Moral, cap, 21, (182v L). CAPÍ1'ULo X 281 desconcierto de su vida el azote de la Rebelión para aplacar con sus lágrimas la ira de Dios, que esá ya en vísperas de dar el último golpe y subvertir elReino,no dejando piedra sobre piedra y aboliendo su nombre de la memoria de los vivientes. Los anteriores estragos y castigos públicos fueron inútiles para la reforma de sus costumbres; ya es necesario el milagro de la gracia y las lágrimas de Jesús para que salga del sepulcro de la corrupción del vicio. Se ha hecho insensible a los duros golpes con que el Cielo, repetidas veces, ha intentado despertarle del pesado letargo de la culpa en que duerme. A fuerza de palo ofrece el nogal el fruto con que le ha ennoblecido la Naturaleza. Sufre la vid la herida del acero y manifiesta su sentimiento con llorar. Recibe el tronco el golpe de la hacha y acredita su amargura con los sudores que destila. Sensibles trabajos, duros golpes descargó la mano de Dios sobre este Reino. Más ingrato que la vid y más silvestre que el nogal no ha ofrecido ni lágrimas de reconciliación, ni frutos amargos de penitencia, ni aun flores de contención, de virtud y de reforma de costumbres. El perro, estimulado de su rabia se vuelve contra la mano del mismo que le castiga. En los castigos que recibió de la poderosa mano de Dios era consejo sabio la fuga por medio de la humillación y penitencia. Audacia y avilantez soberbia ha sido convertirse furioso y frenético contra el mismo dueño que les procuraba con el azote la mayor felicidad. Sensible / / 183v desgracia es la de aquel que siendo su conciencia un cenegal de corrupción y un muladar de inmundicia no experimenta el castigo y se ha constituido indigno de las advertencias saludables de Dios, que procura con ellas recogemos y acariciamos.En pocas horas quitó la vida a setentamil del ejército de David con el contagio de la peste por la numeración que hizo del Pueblo con cierta especie de vanidad. El emperador Augusto, habiendo cometido el mismo delito, lo deja sin castigo porque lo reserva para mayor escarmiento. El modo de que los niños huyan de algún peligro y se refugien en los brazos de sus padres es prepararles algunos espantajos, observa San Juan Crisóstoffio27 Los rigores, las miserias y calamidades que aquí se 27 Lib. 1.De Prov. (183vM). 282 EL VASALLO INSTRUIDO experimentaron son otras tantas prevenciones del Cielo para que huyendo de la licenciosidad y del desenfreno de vida busquemos a Dios y recobremos la salud que acabaron y perdieron los pecados. Nosotros que fuimos asesinos de nuestra alma y tiranos crueles de nuestra conciencia, propinándole el veneno de la ingrata culpa, hemos de solicitar la triaca más fructuosa que es la penitencia. Esto es lo que cristianamente debía practicarse en esta parte del Nuevo Mundo. Esta debía ser su prudente y sabia resolución. ¿Pero yué? ErL vez de aplacar los justos y severos enojos de Dios procuran su sólida amistad y estrechamos en sus cariñosos brazos como perros rabiosos y enfurecidos se volvieron los hijos de estas regiones contra su amoroso Padre, diciendo con sus obras: / / 184r no hay Dios que nos juzgue. Continuaron el sistema de su perdición, de su libertad y de su obstinada resistencia. Necia y temeraria fue su conducta. Porque en verdad, ¿o son cristianos o no lo son? Si no lo son, no son miembros de Jesucristo; si lo son, es loca presunción retirarse de la penitencia y no hacer caso de las aflicciones conque Dios los visita. No se puede comprender que un clavo bien amartillado en la tabla se saque con facilidad con darle nuevos golpes, con repetir nuevos martillazos. ¿Cómo, pues, podrán persuadirse poder extinguir en su corazón las irritaciones de Dios cuando arde en él la hoguera de los malos afectos, fomentando sus llamas con la nueva materia combustible de la iniquidad, del despecho y del desorden? Sólo el espíritu de ilusión y de vana esperanza en la infinita misericordia les podrá inspirar su temerario arrojo. VI La Religión nos enseña que todas las cosas tienen su determinado número, peso y medida. Los mares reconocen por término de sus espumantes y soberbias olas las áridas arenas de sus playas. Los árboles en llegando a cierto término de altura allí forman su copa y no suben más alto. Por centro y esfera propia tienen las aves la diáfana región del aire y los brutos la tierra. El día tiene sus términos y medidas con la noche. El Dios infalible en sus providencias tiene puestos CAPtruLo X 283 sus decretos sobre la vida y acciones del hombre como igualmente sobre el número de auxilios y gracias que le ha de conceder. Con términos que una vez que se llene / / l84v la medida de los pecados cesa la misericordia y tiene lugar la justicia. Cumplido que sea el número de los auxilios Dios se retira de la criatura y la deja en el estado miserable del abandono. Siendo esto así, es vana esperanza confiar de la misericordia divina para el mayor desahogo de sus insolencias y atentados. Es afianzar más sus infelicidades y miserias. Es verdad que Dios es infinito por lo respectivo a su naturaleza; pero es limitada en orden a las producciones creadas. Espera la misericordia de Dios al pecador,cizaña perniciosa que es del evangelio; pero en llegando el tiempo de la ira pierde el sufrimiento y renueva el tiempo de la esclavitud a la que es necesario contener en el respeto con el temor. No se descubre su poder sino entre formidables tormentas, relámpagos, tepestades, rayos, torbellinos, estragos, desolaciones, inundaciones de sangre y mortales desgracias. Asegura Dios por Jeremíag28,el término señalado para afilar mi espada, tomaré repentina venganza de mis agravios. Echaré la hoz de mis justas iras sobre la semilla perniciosa de los pecadores; porque se cumplió ya el tiempo de la espera dice el Angel en el Apocalipsi (sic)Z9. Ya están secas y en sazón en los soberanos juicios, repite a voz en grito el Profeta Joel,3o.Ya no hay más plazos, es preciso morir a manos de mi indignación, se imprimirá en las miserables paredes el temeroso mane del Rey Baltasar. Morirá Saul a manos de un amalecita, y descenderá precipitada de un balcón la profana / / l8Sr Isabel. Se dejará ver el mismo Dios no ya como en el Portal de Belén, hecho niño, fajados sus brazos, sino como bravo león de Judá, vibrando la espada de su justicia con el brazo de su omnipotencia. No como amoroso pastor, buscando la oveja perdida, sino como juez riguroso, constituyéndola objeto de sus venganzas. Representará un Nilo de sus justas indignaciones, que, después de haber paseado las campiñas 28 29 30 Cap. 25. (184vN). Cap. 14.(184vO). Cap. 13.(184vP). 284 EL VASALLO INSTRUIDO del Egipto del Nuevo Reino, sufriendo tantos años el desenfreno de los transgresores de su Ley santa, se convertirá en un diluvio de su furor, siendo su misericordia margen inútil para su avenida. El agua estancada, y por mucho tiempo reprimida, causa lastimosos estragos y ruinas luego que revienta y rompe las puertas de la opresión. ¿Con qué ímpetu saldrá la ira divina cuando rompa los diques de la tolerancia? Vosotros que no quisisteis vivir en mares de clemencia pereceréis en abismos de justicia. Te acontecerá, oh l~uevo Reirlo,lo que a Damasco, a Gaza, a Tiro y a Rdom, a quienes había determinado sufrir tres pecados. Lo mismo fue cometer el cuarto que inmediatamente experimentar los castigos del Cielo. La vida y la misericordia son compañeras inseparables. Si de aquélla no se tiene seguridad, con mayoridad de razón no se debe fiar de ésta, o a los menos igual vana esperanza será afianzarse en una que en otra. El que no está acostumbrado a las navegaciones del mar, a una mediana marea se turba y experimenta las inquietudes del estómago; pero el que toda su vida está surcando mares, manejando jarcias, disponiendo velas y gobernando / / 185v timones, no le alteran las olas ni le perturban las borrascas más arriesgadas. La costumbre envejecida de abominación y de vicio que se descubre en este Reino, la falta de Religión que lo entorpece y la sobra de libertad que lo desenfrena no le dejan conocer el riesgo en que vive. Ni le perturban, ni le sorprenden, ni le consternan, ni menos le reforman los terremotos, los contagios, las hambres y las publicaciones inquietas, tumultuarias y sediciosas. Esto no es otra cosa que haber llegado al estado del abandono y llamar el último exterminio. Si tan inundado se halla de iniquidad y de desorden, bien podía el pasquinero y los que dieron calor a la sedición haber primero procurado la reforma de las costumbres, ilustrado la Religión y la reconciliación con Dios, y no haber tomado por pretexto de sus falsos designios y de sus alevoso s atentados la tiranía y crueldad soñada de los nuevos impuestos. A la plebe idiota, y que no sabe discurrir lo malo de lo bueno, con facilidad se le persuade la verdad o el engaño. Si le hubiera instruido en las verdades de la Religión y en la fiel y práctica observancia en las leyes del vasallaje, sin embargo de ser inconstante y nada segura, CAPtruLO X 285 supiera que los pecados son los censos que imponen a Dios para que les contribuya con públicas calamidades, con miserias e infelicidades; y con este conocimiento solicitará el remedio con lágrimas y penitencias. A mí, que no se me oculta el espíritu de los autores de la facción, y de los partidarios de ella / / 186r me es debido por razón del ministerio, prevenirla para que en lo sucesivo no sea seducida y sepa elegir lo bueno y reprobar lo malo. Los pecados del Pueblo son los que irritan la ira de Dios y siempre debemos pensar que los de este Reino fueron la causa de la Rebelión y de ningún modo las sabias disposiciones del Gobierno. Mis compañeros y yo sacrificamos nuestro carácter a los insultos más sacrílegos de los díscolos y sediciosos, enemigos crueles de la Patria. Nos privamos de la dulzura apetecible del claustro atrincherándonos en virtud del ministerio contra el desorden e infelicidad; y aplicando nuesros talentos para deshacer masa tan corrompida. No fue otro nuestro objeto que el servicio de Dios, del Rey, del Público y el poder presentar a los pies del Soberano un agradable sacrificio de nuestra aplicación y celo. Todo esto de nada sirve si no se aplica el más eficaz antídoto para cicatrizar enteramente la llaga, que ya se había vuelto cancer en casi todo el Reino. Un efecto no se puede destruir si no cesa la causa que lo produce. Por más que se le corten las ramas al espino, siempre brotarán vástagos espinosos que maltraten si no se le tronchan las raíces. Los trabajos y perturbaciones del Reino sonproducciones legítimas de la vida estragada, libertina, desordenada y escandalosa que se vive. Si no se introduce una verdadera reforma de costumbres, si no se destruye el vicio, se arranca el desconcierto y se planta la Religión, el temor santo y el buen orden, no dejarán de afligir los azotes de Dios. Nada seguro estará el trono, no faltarán dentro de poco tiempo guerras civiles y perturbaciones pú / / 186v blicas que destruyan el soslio.Las tradiciones pasan de padres a hijos y ellas serán el seminario de atrocidades, de inobediencias y de sacrílegas facciones. Dios estará sobre este Reino como nube preñada para descargar las piedras de su furor y acabarle con el último exterminio. Siempre he sido opuesto a las embajadas de tristes anuncios y a formar 286 EL VASALLO INSTRUIDO funestos pronósticos. El celo del ministerio no me permite observar silencio. Me arrojo a sacrificar mis cortos talentos para desviar el impetuoso arranque de la indignación de Dios, proponiendo en el siguiente capítulo los medios más afines con la reconciliación. Pienso con esto hacer un grande servicio al Rey pues resulta no menos que la quietud, la paz y el sosiego público. 287 CAPITULO XI Demuestra el extremo de satisfacción y de fidelidad que debe abrazar el Reino para reconciliarse con Dios y con el Rey perfectamente 1 Es sabio consejo buscar el remedio en la fuente y atacar el daño en su causa. Los fieles propósitos de la enmienda son los correos que debemos mandar a Dios para calmar la tormenta de sus iras. La penitencia ha de ser el iris de paz que vincule alianzas entre Dios y el Nuevo Reino. Aquella penitencia que / / 187r encomendaron los Profetas, que observaron los Patriarcas y que abrazaron los Anacoretas, ha de ser el muro incontrastable que impide la entrada a la indignación divina. Ella ha de ser la sierpe de bronce que debemos levantar en alto para manifestar a Dios la causa de los males que nos afligen y solicitar de sola su mano poderosa el remedio contra las venenosas picaduras de los trabajos y castigos públicos. Ella debe ser el sacrificio que debemos ofrecer en el altar del Jebuseo para que cesen los rigores y las divinas opresiones con que nos aflige el Cielo. Es la penitencia aquella noble virtud que inclina al hombre, transgresor de la ley y precepto al dolor y detestación del pecado cometido en cuanto es ofensa de Dios. Los actos que la dividen son la contrición y satisfacción. Aquélla es interior y exterior ésta: una y otra son necesarias en el Nuevo Reino para la completa reconciliación con Dios y con el Soberano. La necesidad de la penitencia nos la enseña el Profeta Joel cuando nos dice: haced penitencia. El Profeta Daniel, exhortando a Nabucodonosor a la reconciliación con Dios, le persuade la penitencia. El mismo Cristo nos dice EL VASALLO INSTRUIDO 288 por San Lucas: si no hiciéreis penitencia todos sin duda pereceréis.) De aquí es que la satisfacción absolutamente es indispensable a todos aquellos que se desviaron de la observancia de la Ley. Consúltense los Padres de la Iglesia, regístrense los concilios de Florencia y de Treinta (sic) y se encontrará que la oración, la limosna y el ayuno son los tres principales ejercicios a que se reducen todas las maceraciones que afligen y acibaran el cuerpo. No hay señales menos equívocas, / / 187,' no se reconoce efecto :másseguro de la sólida penitencia del corazón que el espíritu de mortificación exterior. Los zánganos en las colmenas fabrican los panales con diligencia pero jamás los llenan de miel. La verdadera penitencia no estriba en exterioridades; precisa es la mortificación interior y la amargura del corazón. Ambas a dos deben ser fieles compañeras y de esta bella e inseparable unión resulta la agradable armonía en presencia de Dios. En la esfera de graduación en que se reconoce la culpa ha de tener su lugar la penitencia, pues ésta se ordena a recompensar las penas que corresponden a aquélla. 11 Supuesta esta Doctrina teológica :¿qué aparato tan ruidoso de maceraciones debe observarse en los cristianos de este Reino? ¿Qué ásperos tratamientos deben dar a sus cuerpos cuando las abominaciones son tan frecuentes? ¿Tancontinuos los excesos? ¿Tan enormes los vicios? Hágase una exacta observación de todas las edades, sexos, temperamentos, condiciones y estados, por dentro y fuera, en público y en secreto y se verá el espíritu de relajaciónentronizado y dando nuevas providencias contra la abnegación de la propia voluntad, contra la moderación de las pasiones y contra la contención de los apetitos desordenados. ¿Cuántos Absalones se presentan a la vista?¿Cuántos Jeroboanes? ¿Cuántos Heliogábalos? Cuántos Acabes? ¿Cuántas Jezabeles? ¿Cuántos Cínes? ¿Cuántos Amanes? / / 1 Dan. c.4. v. 24. Luc. c. 13. Trident. sess. 6. c. 14. (187r Q). CAPÍTULo XI 289 188r ¿Cuántos Balaames? ¿Cuántos Amones? ¿Cuántos Saules? La soberbia, la arrogancia, la mentira, el engaño, la temosidad, la irreligión, el ningún rubor, el lujo, la corrupción de costumbres, la brutalidad, la profanación del santuario, la torpeza, la embriaguez y otros males de igual o peor naturaleza tienen el mejor acceso en el corazón de los cristianos de nuestros tiempos. Este es el estado general del Reino. ¡Qué rigurosas penitencias deben observarse! Qué asombroso estruendo de cadenas, rallos y disciplinas debe oirse! ¿Pero qué? Ya veo que me había digresado del asunto que trato. Hablaba de la relajada abominación universal que se advierte en los Pueblos, en donde se ven reunidos todos los monstruos de iniquidad que aun no los sorprenden. Solo este respeto debía ser objeto de la más extremada penitencia. Debo ceñirme al desorden particular que con lágrimas en los ojos acabamos de sentir. De la general sedición hablo, que perturbó todo elbuen orden de la República civil y abrió nuevas puertas al desorden que tiene inundada la cristiana (sic).Sin reparo de la Religión se hablaba mal de la persona del Rey; se le notaba de tirano cruel y excomulgado, siendo tan clemente y religioso; se maquinaba contra su legítima autoridad y natural señorío en el grande Pasquín de la sedición al que se le daban reverentes y obsequiosas adoraciones, calificándole con los gloriosos títulos de Real Cédula, que no merece. Se gritaba contra el gobierno, se hacían juntas y se formaban tropas para la más sangrienta persecu / / 188v ción no sólo de los ministros regios sino también de los notables, fieles y leales españoles, intentando su tirano deguello y su cabal y entera ruina. Aquella hidalga nación, aquellos sus legítimos hijos que bebieron el nectar de la fidelidad y obediencia al Soberano, aun en la delicadeza de su cuna: aquellas generosas ramas, cuyos troncos estas bárbaras regiones, dieron nuevo ser de nobleza a sus familias, iluminaron con las luces del Evangelio tan remotos climas y que en su comparación ni hay Rey ni Nación que haya sujetado tantas almas a la obediencia de Cristo, según la expresión de Thomas Bocio (sic).2 Esta bella pOf<:ión,digo, 2 De sígnis eccles, apud Gonzal. De Avila in proem. lib. 1. de las Grandezas de Madrid. (188v R). EL VASALLO INSTRUIDO 290 era destinada al bárbaro sacrificio del sangriento deguello. ¿Pero en qué tiempo? Cuando se pensaba, habían ya cesado las aguas de la inquietud, descansaba ya la Arca de la Paz y tranquilidad pública sobre los montes no de Armenia sino de Zipaquirá, en cuyas llanuras amaneció y se formó el iris del sosiego y de segura alianza sin la hermosura y gala de sus vistosos colores. Se firmaron unas Capitulaciones que sin embargo de ser el arco de confederación le enlutaban con los negros colores de radical Rebelión. Sobre este delito levantaban torreones de 'viento de felices y ventajosas esperanzas aquellos mismos que debían acreditar más su constante reconocimiento y lealtad. No puedo correr la pluma sin lastimar mi fiel corazón / / 189r al ver que los que son los faroles de la fe en los Pueblos recibían las tropas levantadas y rebeldes con aplausos, con aclamaciones, con repiques de campanas y con: me falta el aliento para decido. No puede negarse que fue en extremo tirana y cruel la resolución. Ya queda probado en otro capítulo lo sumo de la gravedad de este delito; pero agregadas estas últimas circunstancias no deja de ponderarse más la malicia del sacrilegio. San Gregario y San Agustín nos aseguran que la penitencia ha de ser a proporción de las culpas. Y siendo tan execrable y de tan monstruosa enormidad la de la Rebelión, se concluye el extremo de penitencia que se debe tomar en este Reino para la perfecta reconciliación con Dios. ID Horrible gruta era aquella que nos recuerda San Juan Oímaco en su escala mística, grada quinta. Llámase corcel de penitentes; entraban en sus espantosas estancias y no salían de sus horrorosas divisiones hasta que el Abad Isac, a cuya obediencia estaban sujetos, tenía revelación del cielo, que ya el decreto del perdón se había publicado. Pan yagua era su escasa comida; continuos sus ayunos, frecuentes sus vigilias, fervorosa su oración; éste hería sus carrillos, aquél mesaba sus cabellos: quien despedazaba con crueles azotes sus carnes, quien se revolvía entre penetrantes espinas. Montes de ceniza, catastas / / CAPtruLo XI 291 189v rimas de garfios y cadenas, lagunas de sangre, eran los objetos de honor que se presentaban a la vista; sollozos, ayes, llantos y suspiros, eran las voces que allí se percibían. Dios, piedad, misericordia, eran los ecos que allí resonaban. Yo, si leo las historias, me veo preocupado del espíritu de horror. Se me presentaban espectáculos de una cruel carnicería y solo tengo lugar para llorar tan rigurosas austeridades. Descubro a un Talaleo (sic) que después de extenuar sus carnes entre día con repetidos rigores, era su descanso de noche la dura cama, alfombrada de penetrantes puas de acero. Advierto a un Santiago Hermitaño sepultarse por espacio de diez años entre los huesos de los muertos sin levantar la cabeza al cielo y sin más sustento que las hierbas que naáan en la circunferencia del sepulcro. Sola una culpa de fragilidad era la causa de tanto rigor. Y siendo la Rebelión escuela de tiranos, fuente de iniquidad, manantial de desorden, Vesubio de torpezas, puerta de infidelidad y seminario de desconcierto e inhumanidad, ¿qué penitencia se observa? ¿Qué Davides penitentes se encuentran? ¿Qué (palabra ilegible) llorosos? ¿Qué egipcíacas en el Desierto? Su ejercicio se mira enteramente divertido. La Rebelión tan cierta y la penitencia en tanto abandono, en tal olvido? No hacer guerra ninguna a la necesidad de la Naturaleza con abstinencias y rigores / / 190r es lo que a mí me admira y me confunde. Un General sufre todas las incomodidades de las estaciones, las molestias de las marchas, las faenas de las trincheras: olvida su descanso, deja su casa, expone y sacrifica en mil peligros su vida. Los más ásperos instrumentos de rigor no podrán jamás producir en su cuerpo, ni más inquietud, ni más amargura, ni más dolor. Sin embargo, ni se tiene tiempo ni valor, ni voluntad para ser penitentes de la Religión y se tiene siempre de sobra para ser anacoretas no de las Nitrias y Tebaidas pero sí del mundo y del demonio. La preocupación falsa en que se vive inspira horroroso espanto para el repudio de la austeridad y administra débiles excusas, frívolos pretextos y disputas ridículas para eludir su conveniente práctica. Si se trata de penitencia, de limosnas, de ayunos, de oraciones y de lágrimas, todo fastidia, todo se deja, todo enfada, todo se abandona. Si se piensa en pasatiempos, en teatros, en músicas profanas, todo complace, todo se sacrifica y todo es herencia 292 EL VASALLO INSTRUIDO de la antigua serpiente, a cuya imitación se fabricaron las flautas y otros instrumentos de lascivia, dice San Epifanio.3 Grande fue la necesidad de los coetáneos del Patriarca Noe. Los anuncios que el Patriarca les daba de las iras del Cielo fueron despreciados y desatendidos. Oían los repetidos golpes en la fábrica del Arca, que eran otras tantas gracias y voces conque Dios les hablaba al corazón. La vana esperanza les hacía desconocer el proximo riesgo / / 190v de su última y fatal desgracia. Debiéndoles tener esto temerosos y compungidos sólo trataban de fiestas, músicas, banquetes, buenas comidas y de alegres concurrencias. Ellos temían a la vista los infelices efectos y lastimosos estragos del diluvio pero todo el objeto de su atención era el placer y el regocijo. No se portaron asílos Ninivitas. Ala voz de Jonás bajó el Rey de su trono, dejó el cetro, despojase de la púrpura, se vistió de saco y sentado en un cenicero empezó a derramar tristes lágrimas; y con tan superior ejemplo se llenó la ciudad de reverente pavor, se vio preocupada de la consternación y sin excepción de personas de todo sexo y de toda edad, emprendieron con tanto dolor la penitencia que fue objeto del asombro de todas las edades y de los siglos todos. Sus lágrimas se proporcionaron con las banderas de sus escándalos, con la lascivia de la niñez, con la libertad del mujerío, con la insolencia del sacerdocio y su temor y penitencia los preservó de las amenazas con que Dios quería vengar su causa. Los marineros que maniobraban las jarcias, cables, entenas y velas de la nave en que navegaba Jonás fugitivo, fueron asaltados del temor divino; y sin embargo de ser Gentiles ofrecieron sacrificios al verdadero Dios, después de haber calmado la borrascosa tormenta del mar. Ejemplo es este de confusión vergonzosa para este Reino. Aquí se percibieron repetidas veces los ecos de los golpes de la justicia / / 19lr de Dios, que anuncian un diluvio de dolorosas ruinas y últimas fatalidades. En el proceloso mar de este Reino iba zozobrando la nave de la Religión, en donde navegaban tantos Jonases rebeldes a la voluntad soberana, a todo viento 3 Lib. 1. Heres.25.(190rS). CAPtruLO XI 293 y a todo naufragio, anegados todos en las soberbias olas de la sedición. Lejos de imitar a los Ninivitas y a los tres niños de Babilonia, que desatendieron las profanidades de las fiestas públicas y no quisieron constituirse adoradores de la soñada estatua de Nabuco, no temen la indignación divina, desprecian sus avisos soberanos, no abrazan la penitencia ni menos ofrecen amargos sacrificios para que los tristes gemidos enternezcan la piedad eterna, aplaquen las acibaradas lágrimas la justicia; e indultando a su contrición las injurias hechas a Dios, reformen sus costumbres y mejoren su vida. Temerarios secuces de los Pueblos de la Caldea, Persia, Grecia y Roma que en medio del lamentable pronóstico de la triste situación en que se hallaban los cuatro Reinos de su última perdición, no conocieron la mano pesada de Dios que iba a oprimirles, no procuraron retirarse de las pomposas aclamaciones, de los públicos regocijos y de los espléndidos banquetes con que recreaban el sentido y lisonjeaban las pasiones. Despreciaron las lágrimas y estimulados más del amor a los temporal que de la reflexión a lo eterno, se entregaron a las públicas diversiones, perdiendo de vista a Dios en tiempo que se dejaba ver con la espada desnuda en la mano. Yo ignoro que pueda contemplarse frenesí más furioso, ni delirio mayor que pretender de Dios la reconciliación y // 191v la penitencia en el más reprensible abandono. Cuando este Reino debía presentar a las Aras del Altar las públicas perturbaciones que sufrió contemplando su origen de la mano del Señor, en pena de sus culpas, que es una tácita acusación de ellas, entonces dejó correr las riendas a sus brutales pasiones y a los excesos más torpes, que de todo abundaban menos de Religión. Repudió las amarguras del Calvario y solo su objeto eran las delicias del Pamaso. Sus entretenimientos no eran para desahogar su espíritu sino por entretener el vicio y por ocuparle según los deseos extravagantes de un corazón corrompido. Su única ocupación era divertirse para vivir y no vivir para divertirse. Su espíritu no se apacienta sino de ideas deliciosas, sensuales y nada cristianas. A los paseos siguen los juegos, a los juegos los espectáculos, a los espectáculos la licenciosidad, a la licenciosidad las pecaminosas convenciones, a éstas los EL VASALLO INSTRUIDO 294 amancebamientos, a los amancebamiento s los escándalos, a los escándalos las injusticias, a las injusticias las murmuraciones, a las murmuraciones las falsas calumnias, a éstas los pleitos y a los pleitos las venganzas. Esta es la parte de tiempo que emplea para dar gracias al Rey por el importante Indulto que le concedió. IV Estoy bien persuadido que son muy justas las / 1 192r gracias por un beneficio tan particular. Poderosos motivos le asisten para estos esmeros de reconocimiento. El general perdón será monumento inmortal de su gratitud. Se duda si tales gracias serán agradables a Dios, que es el principal ofendido, a causa del espíritu del particular gusto que las anima y que no es capaz de endulzar las amarguras del alma. Tales exterioridades son unas recreaciones desabridas y materiales que contradicen el Evangelio, que embotan el interior sosiego y vigilante atención para oir la voz de Dios. En esta consideración no temeré asegurar que Dios no queda stisfecho con las gratas demostraciones de esta naturaleza. Son a la verdad una vulgar preocupación a favor de la relajación que le engaña y adormece. La Real condonación del agravio recibido sólo atiende a la superficie temporal, que es la pena civil; la de Dios tiene por objeto la amargura del corazón y el temor santo de la conciencia que es incompatible con todo el aparato ruidoso de espectáculos y concurrencias bulliciosas. Ellas, las más veces, son escollo de la inocencia, sepulcro de la pureza, teatro de la soberbia y trofeo de los apetitos mal dominados. Ellas son un compuesto de todos los peligros, en donde el Infierno tiene prevenidas las emboscadas y un compendio vivo de todos los arma..-nentos más furiosos para el engaño del corazón, en donde existe apagado el espíritu de Religión. ¿Cómo, pues, serán gratas a Dios? ¿Se mudó acaso el Evangelio? ¿Tomó nuevo 11 192v aspecto el espíritu de Jesucristo? Sabemos que el alma sin los brillos de la gracia es una tierra árida, inútil y seca que no produce sino abrojos y espinas: que unos auxilios mal correspondidos son talentos enterrados en el terreno lánguido del desprecio que más irritan a Dios y de quienes es menester CAPÍTULo XI 295 dade terrible cuenta: que nosotros no podemos ser parte de Dios y parte del mundo; porque sus máximas y leyes son enteramente opuestas y contrarias entre sí: ¿cómo, pues, nos podremos persuadir que las acciones de gracias al Soberano son sacrificio de alabanza a Dios cuando están acompañadas de un espíritu de alteración y falsa preocupación? Sin penitencia no muda Dios de sentencia, ni se le obliga a que suspenda el rigor, pues el arrepentimiento seguramente desarma sus justos enojos. Un claro testimonio nos ofrece la misma Escritura santa. Hidrópíca de ambición la tirana Isabel intenta posesionarse de la viña de Nabot, después de su muerte, sin tener derecho alguno la Reyna. Da su consentimiento y usa de ella como propia el Rey Acab. Indignado Dios de tanta maldad, manda al Profeta Elías que le anuncie esta triste y temerosa embajada: "mataste y poseíste; por eso lamerán los perros tu sangre donde lamieron la de N abot. Segará Dios la espiga de tu posteridad. Hará tu casa como la de Jeroboán y Baasa. En ese campo despedazarán los perros a Isabel: de ti sucederá lo propio si mueres en poblado; y si en los campos, serás mísero pasto de las aves". / / 193r Con voces tan de trueno queda trastornado Achab: le procura el espíritu de temor y toma el partido de aplacar a Dios con la penitencia. Penetrado del más vivo dolor despedaza sus vestiduras, se desnuda de toda la grandeza de majestad, se retira de los obsequios de la corte y compungido se entrega a Dios. Castigan rigurosos ciUcios su carne; descansan sus huesos no sobre blanda pluma sino sobre la dura aspereza de la tierra; los ayunos, las lágrimas, la ceniza, el cilicio conque aflige y atormenta el cuerpo, reduciéndole a un vivo y animado cada ver, son compañeras inseparables del amargo aabar que martiriza a su alma. La viva meoria que tiene de su maldad es una imagen espantosa que le inspira tanto rigor, ya sea servil, ya sea de amor. Lo que es cierto es que el mismo Dios aceptó su doloroso arrepentimiento, como se lo significó al Profeta Elías. En el instante y feliz mom~mto que el pervertido Rey se humilla y demuestra su arrepentimiento, se muda el corazón de Dios y revoca el decreto de sus iras. Suspende las aparentes materialidades del rigor y venganza premiando un dolor sin faltar a la justicia; sin embargo de 296 EL VASALLO INSTRUIDO ser remiso y no purificar del todo su corazón. No se le ocultaban a Dios los ingratos delirios en los que se había de precipitar Achab en lo sucesivo, y mucho menos los términos de la infinita misericordia. Siendo tan poca duración sus penitentes lágrimas hace que prevalezca su clemencia, perdonándole sus desbarros durante su vida. Que la actual penitencia suspenda / / 193v el castigo del pecado que se ha de cometer es cuanto tiene que admirar lo inmenso de la infinita misericordia. Dios no puede olvidar la justicia; pero su dilatación no se opone al rigor de ella por ser dueño absoluto de su ejercicio. No se ignora que los sacrílegos desordenes de la Rebelión vulneraron principalmente a Dios, quien venga la causa propia en la de los Reyes. Los agravios hechos a los Príncipes los mira como propios. El amenaza con muerte violenta al Pueblo rebelde que dice de su soberano: no queremos que él reine sobre nosotros. Cuando la gente hebrea repudiaba el gobierno dijo Dios a Samuel: no es a tí sino a mí a quien ellos han despreciado. Dios es el autor de la Soberanía, del Poder, del Imperio, de la Majestad y de la Gloria. El Evangelio (palabra ilegible) en los Reyes la elección y la obra de Dios. De su mano reciben la Autoridad y la Corona. La Religión nos enseña que es el principal ofendido: que el delito de la sedición clama por la venganza .De parte del Rey sabemos que está condenado por el poderoso valimiento y eficaces instancias del Príncipe caballero, Mesenas propio y verdadero Padre de la Patria. Por lo que respecta a Dios enteramente ignoramos si dispensó la gracia del perdón. La maldad fue cierta y la penitencia es ninguna cuando debía ser la más dolorida y asombrosa. El medio seguro para que Dios retire la mano del castigo merecido son las lágrimas, la oración y el cilicio. Estas son las armas poderosas para vencerle. ¿Pero en dónde están éstas? se retiraron a la floresta más abandonada de la Siria, en / / 194r donde habita Jerónimo; a las soledades de Arsinoe en donde bebió el veneno de la culpa y la borró con la penitencia un incauto Anacoreta; y a los desiertos de Egipto, en donde rasgó sus carnes un Dicipido del gran Pacomio. Se reservaron las lágrimas para el penitente Rey David, las que eran su ordinario y cuotidiano alimento. Aquí se piensa aplacar la ira de Dios CAPtruLo XI 297 con bailes, músicas, despechos, sensualidades, costumbres viciosas y con todo género de exceso contra la Religión. Aquí se eslabonan duras cadenas formadas de tantos eslabones cuantas son las ingratas y repetidas culpas que se cometen. Aquellas culpas digo; tiranas que ciegan a los infelices pecadores, cazadoras que los enlazan, traidoras que los engañan, corsarios que los esclvizan, homicidas que los matan. Ellos son mar turbulento y tempestuoso que los anega, sima profunda que los traga, aire corrupto que los infecciona, cáncer que los corompe, viento que los trabuca y fuego abrasador que los consume. Este es el uso que hacen de su libertad para reconciliarse con Dios. ¿Qué mayor locura se puede pensar? ¿Qué mayor delirio? Basta ya de ingratitud, de ceguedad y de preocupación. Vosotros, que las ideas de dolor y arrepentimiento las convertisteis en especácu10s públicos de diversión y pasatiempo, volved, volved al centro de vuestra felicidad, que es la humillación y conversión a vuestro Dios. Es el Príncipe de la paz, de la misericordia y de la piedad. No atenderá vuestras arrogancias y despechos; / / 194v os admitirá a la reconciliación. Vana soberbia fue la de Benadab que con la fuerza de treinta y tres reyes llegó a envilecer el ánimo de Acab. Acordó éste el infame borrón de infamia y bajeza conque habría maculado la Majestad de Israel, concediendo el oro, la plata, las mujeres y sus hijas que contenía la formidable propuesta del Rey a Sitia; y con dictamen de los ancianos y principales varones de la corte, resistió a las insolentes embajadas de Benadab; este fue el motivo de haberse declarado la guerra. Acometieron los israelitas con tanto denuedo, espíritu y valor, que venturosas sus saetas mataron los caballos de la vanguardia; con tan no esperado accidente huyeron los del cuerpo de caballería, atropellando los primeros cuarteles del ejército hasta la tienda de campaña de los Reyes. Fueron preocupados del temor y confusión; se entregan a una precipitada fuga y quedan vencedores del campo los de Israel. Increible es el delirio del gentilismo. Se atribuye la derrota a los Dioses tutelares de Israel, a cuya tutela estaban los montes, en donde se había acampado el ejército de Sitia. Creía el consejo que los valles favorecieron la causa de Benadab, haciendo guerra civil en los campos elíseos o en el soñado Paraiso de sus falsas deidades; y concluido el año de la perdida de la 298 EL VASALLO INSTRUIDO batalla juntó sus tropas contra Achab, se traba sangrienta acción y siempre propicia la fortuna quedó la victoria por los israelitas. Se arrui / / 195r naron los muros de Aphec y entre sus lastimosos y trágicos estragos se ocultó fugitivo Benadab. El fatal acontecimiento de la guerra humilló la soberbia de los sirios; y desnudos ya de toda ferocidad imploran el auxilio de Achab con demostraciones penitentes; ofrece éste los derechos de la humanidad, ampara al Rey de Siria, le introduce en su carroza y hace ver a todas las Naciones la generosidad de un Príncipe con los tratados de la paz tan ventajosa como útil y feliz a ambas Naciones.4 Sean compañeros inseparables de nuestros clamores y penitencias el espíritu y fervor de los hijos de Israel cuando penetrados por todas partes de aflicción y congoja, solicitaban el remedio del Cielo a instancias del sacerdote Eliachim. No se funde nuestra reconciliación con Dios en puras ceremonias, que éstas son aquella vana disposición que reprendía el Profeta Isaías en los Moabitas; sea nuestro reconocimiento una fiel producción de la amargura de nuestro corazón; no merezca nuestra ingratitud aquella viva y dolorosa memoria, tantas veces anunciada en el Deuteronomio, y repetidas ocasiones verificada en todas las Naciones y siglos. Aumentará el Señor vuestras plagas, haciéndolas grandes y duraderas, enfermedades pésimas y perpetuas. Lejos de pensar que los medios puramente humanos inclinen hacia nosotros al Dios fuerte y terrible en las batallas, abracemos el uso y obligación de merecer sus piedades y misericordias. Si las calamidades públicas son las visitas que el Señor hace a su amado Pueblo: si son los / / 195v despertadores de que se vale para los investigables pero sobrios y sensibles decretos de su sabia providencia, prevendremos el remedio con la sinceridad de nuestros clamores, gemidos y penitentes lágrimas. No le contemplaremos como fantasma de divinidad y como un Rey de burlas; le temeremos sí, como Soberano poderoso y Dios vengador. Nuestro principal cuidado será hacer ver a las Naciones todas que somos la mejor porción de los hijos de 4 3. Reg. cap. 2. V. 21. & V.4. (195r S). (por error la S está repetida). 299 CAPtruLo XI Aarón. Nos haremos terribles a los demonios y se mirará lejos de nuestro espíritu la ingratitud, el desorden, la abominación y el olvido de la contención. Ofrezca Salomón víctimas a los ídolos, abrace Roboan una religión extranjera, construya Jeroboán becerros de oro, consulte a Belcebú (palabra ilegible), erija, en fin, Amón altares a Baal; que nuestras lágrimas serán derramadas entre el vesh'bulo y el altar. Ellas formarán el Diluvio, que deberá purificar los afrentosos lunares de un Reino que se consituyó objeto de sus iras. Nuestro arrepentimiento destrurá las colunas idólatras de Betel y contendrá en el interior de la coluna al Angel del Señor. No se verán los lastimosos estragos de la mortandad ni los desgraciados acontecimientos que aun lloran las faldas del Sinaí. Nuestra reconciliación con Dios será parto legítimo de un corazón arrepentido; y no será menos propia la que procuraremos con particulares esmeros de fidelidad con el invicto y grande Carlos III, Nuestro Prpincipe amable, Nuestro Soberano augusto. / / 196r v Todos los derechos de la República y sociedad política en ninguna parte logran mayor firmeza y estabilidad que en las Leyes de la verdadera Religión. Todo lo que debemos a Dios, a la Iglesia, al Rey, a la Patria, a las partes de la República y a la masa común de los hombres se funda en sus principios. Nadie puede ser buen cristiano sin que sea buen patricio, ni buen ciudadano sin que observe fielmente las máximas y preceptos del Evangelio. Son inseparables los espíritus de la Potestad Divina y humana. Se hallan perfectamente unidos con el vínculo más glorioso. Todo el confuso desorden y sensible desconcierto que se ha visto en los Pueblos es efecto del espíritu de preocupación, enemigo siempre irreconciliable con el de la Religión. Todas las turbaciones populares y la destrucción de la Paz y sosiego público son infelices consecuencias de los que arrastrados o de la malicia o de la más crasa ignorancia, viven con el vil conocimiento de que la Majestad y autoridad pública no se mira autorizada por el Evangelio. De todo el buen orden político y religioso son autores los Príncipes; como igualmente defensores de la vida 300 EL VASALLO INSTRUIDO y fortuna de sus vasallos si la conversión a Dios es legítima y perfecta, lo será también la reconciliación con el Rey. Los Príncipes temporales sólo miran en este particular los intereses del Estado. El principal objeto de sus Reales atenciones son las conveniencias y felicidades de la Corona. La fidelidad y obediencia las contemplan como firmes columnas de la sólida constancia, segura estabilidad y conservación perpetua del Trono. Sus / / 196v Rentas Reales son perfecciones extrínsecas que le dan mayor gralldeza y más brillante esplendor. ~Jo se ignora que el religioso y sabio Monarca que nos gobierna emplea toda su ocupación en nuestra propia felicidad, en el decoro de su Monarquía y en la protección de su amado Pueblo. La conmoción general del Reino le había colocado en la dura precisión de renovar el tiempo de la opresión y esclavitud: de hacerse respetar como Rey poderoso y vengador y de elevar su fuerte brazo sobre los partidarios de la Rebelión con la espada desnuda de su poder. Le precisó a la devastación lastimosa de Provincias, a la inundación de sangre del Reino y a la conversión en cenizas de los Pueblos. Todo el Reino deberá ser un inmortal monumento, más célebre que las Pirámides del Macabeo, de los rápidos progresos de nuestra felicidad y subordinación. Deben renacer en los hijos de este Reino estas nobles perfecciones con más gloria que el sol cuando sale de un confuso eclipse. Las pruebas más ilustres de reconciliación son las nada equíocas demostraciones de obediencia y respeto al Rey y a sus Ministros. De esta preciosa Margarita proceden principalmente los bienes del Estado y las glorias de la Nación; y por el contrario, de la licenciosa libertad todos los mayores males de la República. Unos vasallos sin obediencia Son horrendo fantasmón de vasallaje y constituyen un Rey farsante y ridículo. ¿Qué otra cosa produce la inobediencia que insolencias, sediciones, robos, incendios, escándalos, muertes, violaciones de templos, profanaciones de lo sagrado, desventuras y desconciertos? / / 197r Para que de nuevo se merezca la gracia del Príncipe, es preciso que la fidelidad suba a las eminencias de la seguridad de Sion. La constancia romana sea emuladora del nuevo espíritu y vigoroso ardor que anima al Nuevo CAPtruLo XI 301 Reino de Granada para emprender acciones las más heroicas y gloriosas del fiel reconocimiento y defensa de los timbres de la Nación. Llegará a lo sumo del heroismo el ejemplo de subordinación que dejará a la posteridad, infundiendo tal ardor en los pechos marciales de sus hijos y aun de las Naciones extranjeras que harán vivir sus hazañas cuantos aprendan fidelidad en sus lágrimas y valor en sus cenizas. El será el que levantará las murallas de Sion con las ruinas de Babel. El, el que adornará el tabernáculo con los despojos de Egipto y fortificará a Judá con los caducos fragmentos de Samaria. Es verdad que en su pasado alucinamiento, cuando la Nobleza se hallaba preocupada de un vergonzoso temor y cobardía, cuando los montes eran el abrigo de los Netrales y miembros de su sociedad los peñascos y tierras, levantó torres de viento de magníficas esperanzas, intentnado negar al propio dueño y desmembrarse de una Nación que le civilizó y dio la cultura de racionalidad y Religioón que ahora goza. Pero también es verdad que ha dado grandes comprobaciones y testimonios ilustres de su verdadero arrepentimiento. Si las tinieblas del error fueron el camino de su perdición, faltando a la obediencia de su legítimo y jurado Rey: si han infamado sus hijos en lo más apreciable del honor a su Nación, penetrados del espíritu de la ínclita e innata fidelidad de los españoles a su Rey, quieren mejorar el / / 197v Vasallaje, reformar su infiel relajación y dar la más completa satisfacción a su Príncipe ofendido. Ya no son hombres sin fe, gobernados por el falso celo de los espíritus partidarios de la sedición que con el artificioso esplendor de los intereses de la Religión concibieron el tirano, cruel y alevoso designio de correr a las armas y sublevarse contra la más augusta Majestad. Su fidelidad será inviolable y jamás se apartarán de su memoria los derechos de la Corona. Inalterable en todo tiempo será su obediencia y lejos de constituirla sacrílega y afrentosa, será su disposición siempre pronta a sacrificar a su Príncipe todo lo sagrado de las leyes de la Religión y del Estado. Se demostrará este Nuevo Reino parte la más pingiie de la herencia de su Soberano y Pueblo suyo invencible, sabiendo sufrir con tolerancia cristiana y llevar con alegría cuantos nuevos servicios le impusiese. Los mayores peligros 302 EL VASALLO INSTRUIDO de perder la vida o los intereses no le permitirán como a David, otra cosa que el esperar en paz, sin inquietud y preparar sus apacibles manos para el sufrimiento religioso cuando la opresión o la ira le quiera castigar con su espada vengadora. El celo y actividad de su arrepentimiento sabrá calmar los furiosos vientos y temibles olas de las maliciosas e inopinadas conspiraciones que siempre intentarán los espíritus inquietos después de una general pacificación. Ellos, como hijos bastardos de la Patria su Madre común, no saben alim~ntarse sino de novelas perjudiciales al buen 11 198r orden político y religioso. Ellos tienen todas sus delicias en las alteraciones sediciosas, dándoles poco cuidado que en cualquiera acontecimiento perezca todo después de ellos. Ellos no pueden mirar sin envidia y despecho la quietud de los Pueblos y la tranquilidad de la República. La idea de piedad que el Rey ha formado les es motivo de la más constante fidelidad a los vasallos arrepentidos. Les es suplicio el más cruel y doloroso cualquiera desgraciado acontecimiento de alevosa facción contra la pública autoridad. El más leve asomo de violenta contradicción y de tumulto popular los desazona y punza. No hay demostraciones menos equívocas de fidelidad, obediencia y respeto al Rey y a sus Ministros que el confesarse partes de un cuerpo mayor, atendiendo más a los intereses del Estado que a los propios. Es prueba la más ilustre de la debida suboridinación al Soberano contemplarse poseídos y penetrados de esta gran máxima: o retirarse de sus negocios o mirar en ellos el bien público. Las gracias de la Real persona, y de nuestro buen Dios, no se franquean sino a aquellos que después de haber conocido el horrendo sacrilegio de la Rebelión, han procurado borrado con la sinceridad del arrepentimiento; y han tomado por su principal y privativo cargo adelantar los timbres de la Nación, promover las grandezas del Estado, enriquecer el Real erario, hacer respetables las armas del Rey y poner en el estado más honroso y de poder la Monarquía. Si los Pueblos llegan a persuadirse que se hallan con la indis / / 198v pensable obligación de martirizar sus carnes, reducir su cuerpo a esclavitud, y tener su corazón penetrado del más vivo dolor, no se dudará de su segura reconciliación con Dios. CAPíTuLo XI 303 Si sus ánimos se hallan enteramente preparados hasta el punto de obedecer al Soberano y a todos sus Ministros que son los depositarios de su Real autoridad y vivas imágenes de su augusta persona, y de reverenciarles y amarles, mirando por la quietud pública y por los intereses de la Corona sin menoscabo de los fueros de la Majestad y Soberanía, no será extraña su perfecta reconciliación con el Príncipe. Satisfarán a Dios y al Rey si cubren su Real erario de todas las quiebras, atrasos y pérdidas que le ocasionaron y causaron sus despechos en tiempo de la tempestad. Como legítimo dueño gozaba de la legítima posesión de sus derechos y no pudo ser despojado de ellos por aquellos que se constituyeron jueces en causa propia. No se deben sentir los males de la Nación sino en cuanto éstos os comprendan o turben el sosiego de vuestra casa. El hombre civil no es otra cosa que un buen ciudadano; y siempre os debéis vosotros contemplar como miembro del Estado, conspirando al bien público, lejos de perjudicar a nadie. Debe resplandecer en vosotros aquel vleroso ardor o brío que el amor de la Patria os haga invencibles. La Patria, la sociedad, serán las voces de vuestras obras. La voluntad del Príncipe la contemplaréis señora de todas las leyes y forma del gobierno. Vuestra libertad no declinará y degenerará a la corrupción de las costumbres. Gloriosamen / / 199r te la poseeréis pero siempre sujeta a la ley. Ilumine la gracia al corazón y no serán objeto de temeroso cuidado los mayores infortunios. Sólo el pecado es verdadero mal en este mundo. Exceptuada la culpa no hay calamidad que deba horrorizamos, afirma CicerÓn. Vengan adversidades de los tiempos, llegue la oposición de las molestias, ocurran mil angustias, abunden las fatigas, aumentense las ansias, crezcan los dolores, lluevan enfermedades, enfurézcase el fuego, brame el aire, encréspense las aguas, tiemble la tierra y desplómese el cielo que ninguno de estos formidables perjuicios, dice un grave autor, es verdadero mal si no se asocia de la culpa. Todos los gravámenes del Estado son yugo suave si les da el ser la penitencia y la reconciliación con ambas Majestades. No perdamos de vista la grandeza de ánimo de Nuestro Príncipe. Consevemos, pues, a tan augusto Soberano, que cada día nos ofrece pruebas ilustres de su celo 304 EL VASALLO INSTRUIDO en asegurar con perpetuidad la Religión y afianzar nuestra dicha y tranquilidad.Su cuidadosa protección levanta nuestras miserias del seno de la barbarie y no ofrece a los ojos del forastero sensibles deshechos y desgraciadas ruinas. Su sabia y elevada política es la que lo ha hecho todo, la que lo ha separado todo y la que ha restituido, conserva y tranquiliza la quietud y público sosiego, que con violencia arrancaron de su natural centro los díscolos y sediciosos, enemigos crueles de la Patria. Su general Indulto sea el más precioso monumento de nuestra gratitud. Conozcamos la superior ventaja de que gozamos viviendo bajo las leyes / / 199v de un Príncipe que es en sí mismo nuestra obra. Consagremos a sus derechos los más humildes respetos y los actos más propios de la natural, sagrada y política obediencia. Poderosos motivos nos asisten para estos gloriosos esmeros de Religión. Estos serán demostrados en el siguiente capítulo. 305 CAPITULO XII Trata del amor, obediencia y fidelidad a los_Soberanos y a la Patria 1 Muchos están persuadidos que en el cuarto precepto de la Ley Santa de Dios solamente están comprendidos los Padres naturales. Este es un craso error que no se puede mirar sin horror en el Cristianismo y aún en las naciones cultas. Las escrituras infalibles dan el título de Padres a los superiores de la Iglesia, a sus Pastores y Sacerdotes. Este es el tratamiento que el Apóstol San Pablo les da en la epístola primera, que escribió a los de Corintio. El mismo Dios en el Deuteronomio y en el Eclesiástico les honra y distingue con tan bello y lustroso título.! De este glorioso timbre gozan los Emperadores, los Reyes, los Magistrados y todos aquellos que gobiernan los Pueblos y Repúblicas. Lo dice Dios 11 200r en el antiguo Testamento.2 No se miran exc1uídos de esta brillante divisa los tutores, ayos y maestros respecto de los pupilos y discípulos. Sola una falsa preocupación y una Filosofía errante pueden derramar máximas las más perniciosas, conspirando a destruir la subordinación más debida en esta materia y hacer los tronos un lugar propio de alteración y desorden. La Religión, opuesta siempre a las cavilaciones malignas del fanatismo, establece ser los Príncipes y Soberanos Padres de la Patria. Ellos son Nuestros Señores, nuestros Padres porque son los ungidos del Señor. 1 2 Deuther. C. 31. Ecles. C. 44. (199v T). Reg. lib. 4. c. 5. & c.4. y 13. (200r U). En el texto original hay un salto de la nota U a la nota X. EL VASALLO INSTRUIDO 306 II Uno mismo es el motivo de amor a los Padres y a los Príncipes. Los que nos dieron el ser natural, esos mismos son los Soberanos de su casa. ¿Qué otra cosa es un Reino si no una dilatada familia de la que es Padre el Rey? El poder Regio y Paternal ambos son una emanación de la Divina Autoridad. Ellos tienen un mismo principio, una misma extensión y una misma es su obligación. Si el espíritu de illterés, de abominación o ambición de temor y aun de arrogante presunción llevase a los hijos a la fidelidad con sus Padres, sería sin duda efecto de la servidumbre, de la ingratitud y de la desnaturalización. Lejos, pues, de toda arrogancia contumaz, debemos respetar la Real persona con un respeto proporcionado a la eminencia de su dignidad. El Reyes viva imagen / 1 200v de Dios, Ministro suyo, Vicario y Depositario suyo en la tierra; ¿por qué no le ha de ser debida la veneración más profunda? El Soberano está constituído en el trono por el mismo Dios; es consagrado por su orden; es ángel tutelar de la Nación; es, por último, aquel monarca a quien hemos jurado desde nuestra cuna una amplia y absoluta obediencia; ¿por qué no le hemos de contemplar objeto del mejor respeto? Los persas formaron una perfecta idea de esta bella excelencia. Todo su particular cuidado era inspirar en los primeros años el respeto a la Majestad. Llegaba su atención y desvelo hasta el exceso, miscuyéndose con la adoración y sujetándose por razón a un imperio legítimo. El mismo espíritu gobernaba a los griegos y siempre fue ventajoso y feliz el progreso de esta educación. El mismo rumbo llevaron los romanos, venerando a los soberanos con el último extremo de honor y veneración aun en su República Gentil. Por los Príncipes se observa el buen orden del sosiego público; se establecen las leyes más justas; se conserva con el más vivo ejercicio la justicia conmuta tiva; se castigan con el último rigor los excesos reprensibles; se premian las acciones heróicas y las empresas de valor; y por ellos logran la libertad los cuerpos, la protección los Pueblos y la seguridad los Vasallos, sus intereses y bienes de fortuna. Queda inutilizada y humillada la injusta y tirana opresión que intentan los facinerosos, y 11 307 201r enemigos de la Nación. Este es un motivo poderoso que nos conduce a venerar los Reyes, no sólo con demostraciones exteriores sino también interiores en virtud del cuarto precepto de la Ley de Dios. El Apóstol San Pedro nos dice3 "que homemos al Rey y que nos sujetemos a toda humana criatura por Dios: o al Rey, corno al de mayor eminencia; o a sus Ministros enviados por él, para el castigo de los malos y para satisfacción de los buenos porque esta es la voluntad de Dios"; en fin,conclúyase que no se puede mirar sino con un sagrado y religioso respeto a los que representan a Dios y nos hablan en su nombre. Al honor que merecen los Príncipes y Magistrados es consiguiente la obediencia. No se halla razón, ni autoridad, ni ejemplo que no la persuadan y establezcan. Sin embargo de haber hablado en el cuerpo de los antecedentes capítulos con alguna extensión de esta indispensable y precisa obligación, me ceñiré ahora con particular cuidado a persuadir su desempeño y la nada equívoca aplicación que a todo buen Patricio intima la Naturaleza, la Política y la Religión. III No hay Nación, por bárbara que sea, que no conozca la necesidad de Reyes y Ministros que ejecuten y manden observar el orden superior. Desde que empezaron a nacer las Monarquías y florecer los 1m / / 201v perios se tuvo este conocimiento.Y si queremos registrar los Anales aun hallaremos que en la primera edad, cuando se ignoraba el gobierno monárquico, existía el mando de Adán corno Padre principal de la familia. Todos conocemos en nosotros mismos una luz impresa por el mismo Dios, Autor de la Naturaleza, por la cual se subordina la voluntad humana inferior a otra superior. Aun el gentilismo más cruel e ignorante profesa sujeción a un cacique o capitán de su misma especie, siendo el lugar propio de su vida, o lo áspero de los montes o lo enmarañado de las selvas, o lo inaccesible de los riscos, sin más instrucciones que las de su naturaleza. 3 S.Ped.epist. 1. c. 2. (201rX). 308 EL VASALLO INSTRUIDO En el conjunto de los hombres se descubre un extraño y raro modo de pensar. No es una misma su opinión. Es preciso que haya un superior que decida la cuestión para la conservación de la paz y quietud en aquellos miembros que componen el Cuerpo de la República. La N aturaleza destierra toda confusión y pide la seguridad del buen orden. Faltando la superioridad falta también la defensa del derecho respectivo de los hombres. En este caso era abrir las puertas a la discordia y a la fuerza. Se verían los hombres en la triste situación de constituirse árbitros de su misma justicia y sostenerla justamente a fuerza de armas y con sangrientos choques de guerra. La superioridad es la barrera más fuerte que contiene el despechado arrojo de los ánimos más feroces, inquietos y díscolos. Ella / / 202r es el manantial de la conveniencia y de la felicidad de las casas y sus familias. Por ella se conservan seguros los intereses de los Individuos; se evitan los daños y cada uno reconoce la pasión de sus derechos. La superioridad, pues, es de Derecho natural; también divino porque Dios es el que crió la superioridad y dió la potestad a los superiores, ya sean soberanos ya no lo sean, para no dejarse conocer impróvido en sus altas y eminentes disposiciones; y político porque las leyes así lo determinaron y establecieron para conservar el buen orden de la República, la seguridad del Trono, la felicidad de la Nación y la vida de los vasallos. Inútil y vana fuera la superioridad si los mismos derechos que la establecen no fundaran la más ciega obediencia. Todas las felicidades que aquélla ofrece serían imaginarias y todas las desolaciones y ruinas lastimosas, hijas legítimas de la resistencia, serían conocidas si no fuera obedecida. La Naturaleza, el bien común, la Religión y la conservación humana claman sea puesta en observancia la obediencia de los súbditos a los superiores y de los vasallos al Rey. El orador de Roma nos persuade esta verdad.4 "Sin obediencia, dice, ni casa, ni ciudad, ni N ación, ni la naturaleza humana, ni el mundo mismo pudiera mantenerse." 4 Cicer. lib. 3. de lego(202rY). CAPÍTULo XII 309 IV No hay cosa más perfecta ni más digna de aplauso que obe / / 202v decer sin resistencia, sin tardanza, sin ficción y opuesta voluntad. Es la obediencia, dice Justo Lipsio, el único apoyo y estribo de las cosas humanas.5 Esta noble virtud es el alma de las leyes, desaliento de las iniquidades, vida de las virtudes, muerte de los vicios, reparo de la sumisión, destrozo de la propia voluntad, unión de la discordia, paz de la guerra, preservativo de lo santo, fuente de felicidad, seminario de abundancia y medicina para todo lo bueno. La estabilidad de toda buena conducta la fundó Dios con la subordinación. Crezca la obediencia en este mundo y tomarán nuevo aspecto las felicidades en los estados. El dictamen de la racionalidad subordena las cosas entre sí con disposición tan primorosa que todas se sujetan a la unidad de una cabeza. v ¡Qué admirable se descubre la Naturaleza en sus sabias providencias! El centro de todas sus leyes es la paz, la quietud, el buen orden y la conservación del género humano. El espíritu que las gobierna es el que no se turbe la armonía, no se descomponga la jerarquía, no se altere el gobierno, no se disipe la administración de justicia, no se de ocasión a los robos, a las violencias, a las tiranías, a las opresiones, a las ruinas, a las desolaciones y a las muertes más sensibles y dolorosas. Ellas establecen la inalterable concordia de los miembros entre sí y la perfecta subor / / 203r dinación de éstos a la cabeza. Los soberanos son los que ocupan el trono, presiden en el solio y establecen las leyes con relación al carácter de Dios, que representan. La Naturaleza los contempla cabezas de un cuerpo político, cual es la N ación, de quien son miembros todos los que habitan en su casa y viven bajo su protección. Una sola es la vid; muchos son los sarmientos que la hermosean; pero todos la reconocen por el más firme apoyo de su lozanía y 5 Lipsio,lib. 2. Doct, civil. c. 1. (202vZ). 310 EL VASALLO INSTRUlDO por madre de todo el verdor de sus pámpanos y de toda la belleza de sus racimos. Varias son las ramas que copan al árbol y le ofrecen agradable a la vista; pero uno solo es el tronco que las apoya y alimenta. Observense los orbes celestes y se verá que todos rinden la marcha de su círculo a la moción del primero, según el Peripato, contrario a las más exactas y últimas observaciones. Jamás se quebrantó en los cielos el gobierno pacífico que reconoce la Naturaleza en su ajustado movimiento, mandándoles el móbil primero. ¡ Qué arreglo tan pacífico! ¡ Qué disposición tan primorosa ! j Qué subordinación de partes tan justa y tan bella! Siempre próvida y sabia siempre en sus determinaciones nos lleva con ellas al conocimiento de la obediencia natural al Rey. Regístrense los palacios misteriosos pero admirables de las abejas y en sus industriosos departamentos se observará la más perfecta y regulada República. Allí se presentará a la vista un ostentoso y magnífico Rey, a quien con natural esmero obedecen las demás. Sólo conocen una cabeza y siempre viven con arreglo a su República, y sin el más leve asomo de discordante proceder. Sean las grullas objeto de consideración y apren / / 203v deremos de ellas la lección para la debida subordinación al Soberano. Ellas tienen sola una capitana, a quien siguen todas las demás. Siempre se observan festivas con orden admirable en el progreso de su marcha. No será extraña naturaleza pensar que un imperio sólo pide un emperador, una nación un rey, un ejército un general, un regimiento un coronel, una casa un señor y un cuerpo humano una sola cabeza. Sin la exacta subordinación de miembros a cabeza, ni el cuerpo natural puede subsistir ni el político conservarse. En medio de la ciega gentilidad conoció Séneca este orden de la Naturaleza y para nuestro gobierno nos dejó escritas estas palabras: "Esta obediencia es el vínculo que une entre sí las partes de la República; este es el espíritu vital que participan tantos millones de hombres que por sí mismos sólo servirían de carga y de despojo si les faltase el alma del Imperio."6 Todo sería desorden, todo confusión y 6 Seneca, Lib. de Clement. c. 4. (203vA). CAPtruLo XII 311 todo dolorosa destrucción. Un cuerpo humano con dos cabezas es monstruo el más horrible que degenera de su propia especie. Toda su hermosura consiste en la perfecta concordia de los miembros y en la relación que deben tener con la cabeza, que sólo debe ser una; y ésta debe representar todas las acciones del cuerpo, corriendo por su cuenta todo el ejercicio relativo a la conservación del cuerpo de quien es cabeza. Una nación se contempla como un cuerpo y este cuerpo político, en sentir de Tiberi07, es uno y ha de tener una cabeza para libertarse de la monstruosa hidra, que es la censura, que / / 204r da la crítica censora a un cuerpo de dos cabezas. Es precepto de la Naturaleza que se jure un solo monaraca que resuelva y determine y en quien, como cabeza de la sociedad, resida la autoridad pública y se presente a todo el cuerpo de la Nación, siendo de su cargo los intereses, derechos y obligaciones del Estado; y reuniendo en su Real persona el poder y majestad que es relativo al cuerpo de quien es cabeza. Querer en una corona manejar todos el gobierno de ella es querer dar al traste y sufrir la irreparable decadencia que experimentó la ciudad de Atenas luego que murió Pericles. Un solio no es capaz de dos tronos, ni una mano de empuñar dos cetros. Es preciso conservarse cada uno en la esfera de su carácter. No todos vasallos ni todos reyes. Si en una nave todos fuesen capitanes o pilotos ni habría mando ni se conocería obediencia. Todo sería desarreglo y todo asegurar el naufragio. Inútiles fueran los mandatos y ridículas las ordenanzas; porque faltarían súbditos a quienes mandar y ordenar. La Naturaleza, siempre atenta al bien común y a la seguridad de la paz, aborrece tan falsos principios. El seguimiento de este engañoso sistema llenaría sin duda de confusiones y discordias a todo el mundo. Las hostilidades, los disturbios, las guerras y cuantas sediciones formentan (sic) los hombres, todas las produce la inobediencia y la falta de subordinación en los inferiores a los superiores y en los vasallo s al Rey. Si falta este orden, si se desata en divisiones la unidad de este enlace, entonces 7 TIberio, lib. 2. No. 11 ff. de origine Juris. (203v B). 312 EL VASALLO INSTRUIDO se asolarán los reinos, caerán las provincias, se arruinarán las casas, se sufrirá la opresión, dominará la calamidad, se destruirá la perfección del cuerpo humano y se oscurecerá el esplendor. Todo será irregularidad, todo desconcierto y todo turbación. No / / 204v florecerá la felicidad; se verán nacer los abrojos y no podrá conservarse el gobierno útil de los hombres si los príncipes desmerecen la obediencia de los vasallos. i Qué cosa tan opuesta al orden natural! La obligación de obedecer las leyes más sagradas y la autoridad para compeler a los súbditos a su observancia, ambas a dos originan de la Naturaleza que imprime tan importante conocimiento en el entendimiento humano como tan necesario para la sociedad y conservación de la comunidad de las gentes.El Derecho Natural dispone que los hijos obedezcan a sus padres. La voz de éstos es el órgano de las de aquéllos. Aunque sean muchos, uno solo es el que manda y todos los demás obedecen. Todos nacemos enfermizos en fuerza del contagio que la naturaleza de Nuestro Padre Adán introdujo en la de los hombres; y no hay medicina que más recobre la salud que aquélla que receta la sujeción inalterable a todo lo que manda la superioridad. Toda la corrupción que el propio albedrío produce en la complexión de los hijos, la conforta y fortalece el de los padres. Logran los hijos una libertad pero sujeta a la Ley de la obediencia a sus padres, porque son los señores de la casa y las cabezas de la familia. En la casa de los soberanos nosotros somos los hijos y ellos los padres y señores. N o hay más diferencia que la extensión del poder. Los límites de una casa particular son cortos y limitados a sola una familia. Los de la casa del Príncipe son amplios y dilatados; no están reducidos a sola una familia; son muchas las que la componen y habitan. La voluntad del Rey, señora de todas las leyes, es la forma de gobierno de su casa. Todos los miembros de / / 205r una sociedad son los que componen el cuerpo político de la Nación, de quien es cabeza el Soberano. La autoridad pública que gobierna la sociedad civily ordena lo que cada individuo debe obrar, está refundida en la persona del Rey, Señor CAPtruLO xn 313 Natural de toda la Nación. En los más remotos ángulos de su casa se percibe su voz y debe ser obedecida. El Derecho Natural convence que los miembros de un cuerpo obedezcan a la cabeza que les preside ufana en el cenit del mando. Los vasallos se someten como miembros de la sociedad a ser gobernados por el soberano, como cabeza de ella, por haberle confiado y depositado la autoridad soberana: ¿por qué no les ha de ser debida la más ciega y rendida obediencia? Somos miembros de su cuerpo nacional; somos hijos suyos, cliéntulos suyos, favorecidos suyos y ovejas de su Real aprisco: ¿por qué no le ha de ser natural la subordinación? El hombre civil no es otra cosa que un buen ciudadano y que siempre se debe contemplar como miembro del Estado, conspirando al bien público, lejos de separarse de los fueros del vasallaje. La Patria, Nuestra Madre común, pide pruebas ilustres de la más rendida obediencia. Objeto de nuestro particular cuidado será el sacrificio del interés particular y aun de la propia vida al interés general y a la salud del Estado. Inspira la natural gratitud en el corazón de los vasallos esta invariable máxima: o retirarse de los negocios o mirar en ellos el bien público. Vemos que los brutos, privados de racionalidad, sienten en sí mismos una fuerza interior que los conduce al obedecimiento de la voz de su amo, su bienhechor. Las ovejas se retiran de los pastos venenosos, dejan los prados más pingiies y floridos / / 20Sv y caminan obedientes al lugar que les destina la voz del pastor. Los perros, luego que reconocen a su dueño, le siguen y obedecen al reclamo del beneficio. No se puede pensar mayor monstruosidad ni mayor delirio que siendo el Monarca bienhechor de hombres, vasallos suyos, no sea amado y naturalmente obedecido.Hace el oficio del buen Pastor, nos defiende y no permite que seamos desollados, víctima dolorosa del furor y tirana opresión. Su alto poder sirve de freno a los enemigos de la Patria. No permiten sus valerosos ejércitos y temibles escuadras que los sediciosos perturben el Estado, acaloren el desorden, destruyan lo bueno, impidan el ejercicio equitativo de la justicia, desnaturalicen las leyes, fomenten la relajación y desconozcan la honestidad, la paz y concordia de la República. Mucho nos interesa la protección del Rey. La 314 EL VASALLO INSTRUIDO esperanza que concebimos de vivir seguros a la sombra del Soberano no queda inutilizada como la del Pueblo de Dios pasando en miserable e infeliz transmigración a Babilonia con la falta del Rey lasias (sic). Nos prometemos con ella la quietud y la seguridad. ¿Yno será esto motivo poderoso para las pruebas más ilustres de subordinación y obediencia? ¿Qué cosa más conforme al orden natural que el reconocimiento? ¿Qué cosa más justa y natural que la sujeción y obediencia a un Protector de tan superior naturaleza?El Derecho Natural es el que prescribe estas leyes. Todas las disposiciones tanto canónicas como reales y civiles en él se fundan y establecen. Hasta la misma Religión lo reconoce por origen de su Dogma infalible. Todos intentan establecer y fundar / / 206r la subordinación de súbditos a superiores y de vasallos a soberanos. En ella se apoya el alma del Reino y del Imperio y por lo mismo es inabdicable de la persona del Rey ni contra ella puede subsistir título alguno de prescripción, en frase de Larrea.8 Poco importa que el gobierno temporal esté en unas manos o en otras si el Derecho Natural es el mismo en éste y en aquél. Que los soberanos sean Griegos o Latinos o Gentiles, tiranos o benignos, buenos o malos, todos igualmente son objeto de la obediencia indispensable de los vasallos. Una misma es su obligación, uno mismo el orden y una misma la ley. Comprende al Turco, al Moro, al Hereje, al Judío, al Ateista y Libertino. "La potestad, dice el grande Agustino9, de los reyes y emperadores no la atribuyamos sino al verdadero Dios, que la felicidad del Reino eterno sólo la concede a los buenos; pero el Reino temporal, a buenos y a malos, según su beneplácito siempre justo. Quien la concedió a Mano, él mismo se la dio a César; quien a Augusto, él mismo a Nerón; quien a Vespasiano padre y hijo (sic), suavísimos emperadores, él mismo a Domiciano cruelísimo; y para que no sea necesario recorrerlos todos, el mismo Señor que dio el Imperio al grande y piadosísimo Constan tino, se le dio al impío apóstata Juliano." Queda convencida y demostrada la obediencia tan debida a los Príncipes por el Derecho de la 8 9 Larrea Allegat. Fiscal. 1. parto decís Granat. 18. num. 14. (206r C). S. Agust. lib. 5. De cívit. c. 21. (206r D). CAPtruLo XII 315 Naturaleza. Oigase ahora a la Religión y se entenderán sus voces las más vivas y penetrantes en este asunto. VI Fuera de toda la disputa es que la Religión es el canal puro, Y/ / 206v seguro por donde nos comunica Dios sus leyes y voluntad. Nuestra Religión siempre ha sido, es y será una. Sus máximas y preceptos jamás cambiarán el semblante; y siempre elevarán a los Soberanos al más alto grado de majestad; ya los vasallos a la mayor eminencia de gloria por la obediencia y amor filial que ofrecerán a sus amados Príncipes. Gemirá el fanatismo impío y cruel; y le hará conocer la Fe católica, que primero se oscurecerá el sol, que desfalque de sus naturales quicios la obediencia a los Reyes y la subordinación a la pública autoridad. Ella sostiene que la fidelidad a los soberanos no se debe mirar como una virtud puramene civil y política sino también religiosa y cristiana; es deuda forzosa de Religión lo que antes sólo era fruto de interés y temor. Lejos de levantar los estandartes de la Rebelión no permite se instruya a Pueblos vencidos vengar con negros atentados la pública libertad. Asegura que los Reyes ocupan el lugar de Dios: que son su imegen augusta; que de su mano soberana reciben la corona; que su autoridad es una participación de su tierno Imperio, su poder una parte de su omnipotencia y su majestad una viva imagen de su divinidad; que Dios es la fuente de la soberanía y el principio de toda dependencia. Enseña que los Reyes son vicarios de Dios para hacer justicia en lo temporal y dar a cada uno su derecho. Ni yo ni mis hijos, dijo Gedeón a los hijos de Israel, empuñaremos el cetro y tendremos el gobierno de vosotros; sólo el Señor ocupará el trono y os dispensará las leyes. El Profeta Daniel, hablando con Nabucodonosor, le aseguró que el Dios del cielo es el que le cometió el Reino, el Imperio y la corona. A Pilatos le / / 207r contempla Jesucristo como ministro antes del Cielo que del Imperio. No tuvieras le dice, poder alguno contra mi persona si no te se hubiera (sic) participado del cielo. Es preciso, pues, concluir con la fe de la Religión, que de Dios y no de otra mano tienen los Príncipes su soberanía, aunque los medios sean humanos y diversos. Se sabe que la voz del soberano es 1 EL VASALLO INSTRUIOO 316 la de Dios y sus órdenes se han de venerar como que es la fuente de todas ellas. Por mí, dice Dios, reinan los Reyes y por mí dominan los Príncipes. Conclusión, pues, forzosa: la obediencia y respeto que debemos a Dios, la misma debemos igualmente a los Monarcas porque son vivas imágenes suyas y los instrumentos seguros de su gobierno. VII El viejo testa,"TI€nto, cua.ndo Dios hablaba por ministerio de Angeles y no se dejaba ver sino entre nubes, rayos y truenos, inculca la falsa Filosofía de los libertinos, que se oponen al trono y quieren de una vez acabar con el solio. Varios son los lugares de aquellos libros santos en donde se establece la debida obediencia a los Reyes. En términos propios lo significó el Profeta Samuel a los Israelitas cuando pidieron Rey que los gobernase. lO El Profeta Baruc exhorta a los de Judea que ofrezcan sacrificios por la vida y felicidad de Nabuco, sin embargo de ser un Príncipe el más cruel que conoció la Palestina Y El Profeta Jeremías, penetrado todo del espíritu de Dios, centellea llamas de indignación contra Sedecías, Rey de Jerusalén, por haber tomado las armas contra su propio empe / / 207v radar. Le acusa la deslealtad y rebelión contra la persona augusta de Nabucodonosor y le persuade de nuevo la obediencia y sujeción a su Imperio.12 El Espíritu Santo en los Proverbios nos previene el temor de Dios y del Rey y la separación de los desleales a sus Reyes, que sediciosos y amigos de novedad, intentan desnaturalizar el cetro.13 Esto es decimos que sacrifiquemos al Rey como a vicario de Dios en la tierra, el temor, la obediencia, reverencia y amor. Así expone este lugar santo de los Proverbios el grande Cornelio Alapide. A la sombra de estas leyes, tan sagradas como respetables, vivieron obdientes, como vasallo s muy fieles al Príncipe orgulloso de Egipto, Faraón, Moisés y Josef. 10 11 12 13 Reg. lib. 1. c. 8. (207r E). Baruc c. 1. (207r F). Jerem. c. 17. (207vG). Prov. c. 24. V. 21 & 22. Alapide ibidem. (207v H). CAPtruLO XII 317 Iguales demostraciones de obediencia se registran en Josué y Esdras.14 En todos tiempos se tuvo por invariable la necesidad de esta virtud no solamente urbana sino también religiosa. En Judá y en Israel ocuparon el trono, presidieron en los solios y establecieron leyes Príncipes soberanos, que lejos de oprimir al amado Pueblo de Dios, procuraron todo el colmo de su felicidad y segura protección. No faltaron reyes tiranos que le tiranizaron y oprimieron. Le hicieron sufrir la cruel servidumbre y le constituyeron en el estado lastimoso de la infelicidad. Sin embargo, ni la opresión, ni la servidumbre, ni la calamidad misma pudieron desterrar a país forastero la sujeción, la fidelidad y la obediencia, que era intimada por Dios a todo vasallo. Tan interesado se mira Dios en la conservación de este buen orden que mira como propios los agravios hechos a los Prin / / 208r cipes. La injuria que se hace a las sagradas imágenes; el audaz ultraje que reciben es propio del prototipo que vivamente representan. Es interés suyo vengar el agravio y redimir la vejación que le ha hecho la inicua y sacn1ega acción del desprecio y vituperio. La idolatría y otros despechados arrojos de una pasión dominante y de un corazón iluso y corrompido que directamente ofenden su Divina persona, los toleró,disimuló y aun perdonó muchas vecees, pero, ninguna deslealtad de vasallos a sus Príncipes se halla disimulada por mucho tiempo en los libros canónicos; y que por último no la haya mirado por objeto de su mayor indignación, y de todo el rigor del castigo. Funestísimos, fonnidables, tristes y aun horrorosos son aquellos tiempos en los que, irritado el Cielo, ha dejado con sus justos enojos ejemplo de obediencia a toda la posteridad. Aun vive, y vivirá en los Anales de la inmortalidad el funesto acontecimiento de la inobediencia de Coré, Datán y Abirón. Se rebelaron éstos inconsideradamente contra Moisés.Intentaron tiranizarle el principado y sacerdocio, cuya posesión legítima le había dado el mismo Dios; y no pudiendo tolerar atentado tan audaz, mandó se abriese la tierra en espantosos 14 Exodo, c. 10. V. 29. Josue. c. 1. V. 16. Esdras, lib. 2. C. 5. V. 16. (207v Y). Esta nota está marcada en el texto original con una Y en lugar de una I latina. EL VASALLO INSTRUIDO 318 boquerones, que los sepultó y sumergió en el lugar propio de la eterna confusión y desesperación. Se extendió este rigor a los cómplices de la Rebelión; fueron víctima dolorosa del Poder de Dios doscientos y cincuenta, a quienes consumió un fuego abrasador que bajó del Cielo. La murmuración que por esta causa hubo entre los del amado Pueblo, fue motivo de formar partidos, solicitar bandos, fomentar facci / / 208v ones, reunir malcontentos y pronunciar voces de nuevo motín contra Moisés y Aarón, censurándoles de vengativos contra los Israelitas. No quedó indemnizada la temeridad de la acción; fue objeto del furor soberano y murieron a su violencia catorce mil y setecientos, como lo asegura el Libro santo de los Números.15 Testimonios de los más abonados son las márgenes del Jordán de la muerte desgraciada de cuarenta y dos mil efrateos ,a causa de la Rebelión que levantaron contra Jepte, su jefe y capitán, como lo refiere el Libro sagrado de los jueces.16 ¿Quién quitó la vida a Sebá y Amosa?, apandillados en guerra sediciosa contra David, su legítimo Rey, sino el autor de la soberanía?17 ¿Quién a Abimelec, Bagatán y Fares?18¿Quién a Absalón ya Jeroboán?19 Aquel Dios que desde el cielo señorea las esferas, reina en las Naciones, domina las gentes, se sienta en los tronos y quiere ser respetado y obedecido en las personas de los depositarios de su autoridad suprema en la tierra. Aquel Dios que conserva con particular empeño a unos vicegerentes suyos en el mando y superioridad de los Pueblos; y afianza sus solio s con tanta seguridad que todo el universo los debe contemplar inmobles (sic). Aquel Dios que a expensas de la propia vida de los vasallos quiere la abundancia y felicidad para su casa y que su gobierno sea dichoso y apacible. Aquel Dios, en fin, que ha dado las mayores preeminencias a la / / 209r obediencia y la ha esmaltado con los mayores elogios. Esta noble virtud es la que arrolla todos los peligros que ocurren en la ejecución de las ordenes superiores para que el vasallo 15 16 17 18 19 n. Numer. c. 26. V. V. 31. 35. 42. 49. (208v Judic. c. 12. V. 6. (208v K).• Reg. lib. 2. c. 20. (208vL). Judic. C. 9. Esther. c. 2. V.13. (208v M). Reg. lib. 2. c. 18. (208v N). CAPÍTULo XII 319 obediente saque seguridades de los riesgos. ¿Quién inspiró en los Israelitas aquel espíritu y valor para salir del Egipto sino la obediencia? Al mandato de Moisés se arrojaron a las aguas del Mar Bermejo sin el más leve asomo de temor natural que pudiera ocuparlos el ningún uso del camino y el riesgo de la represa de las aguas, inmediata y próxima al más sensible y lastimoso naufragio. A la voz de Josué el mismo Pueblo ejecuta igual arresto sin acobardar1e ni precisarIe a una vergonzosa retirada, ni lo hinchado ni lo rápido de las corrientes del Jordán. j Oh Naciones, escuchad a la Religión como habla y obra en sus libros santos! j Oh Sociedades y Pueblos, atended la voz de Dios para reunir vuestras fuerzas, emplear vuestra política y aplicar vuestra sabiduría para fundar vuestros Imperios; y establecer su duración con las máximas invariables de la obediencia establecida en el Antiguo Testamento! En él se brinda a todos los Estados la más bella y agradable lección para conservar el buen orden y concordia que los estableció. VIII El Nuevo Testamento es enteramente conforme con el antiguo en este particular. Habla en términos propios de la ciega obediencia que se debe a los Príncipes. Enseña la Religión como dogma de Fe, que los Reyes y Magistrados no / / 209v solamente Cristianos sino también Infieles y Gentiles son objeto de la más rendida obediencia y justa subordinación. Que una Nación sea más culta que otra; que un Estado tenga leyes más justas y arregladas que otro; en fin, todo es sociedad. El libertino más incrédulo, el gentilismo más cruel y el más bárbaro paganismo, viviendo en sociedad deben reconocer en sus Príncipes respectivos una autoridad superior comunicada por el mismo Dios, autor de la Naturaleza. Deben contemplar en ellos la voluntad de Dios, que les ha dado el poder y jurisdicción para el mando y obligado a los súbditos a la obediencia. Aun los Cristianos mismos están sujetos a esta ley, sin embargo del abuso de su Potestad con opresiones y tiranías con que los aflijan, ocupando el trono con pura y legítima elección o por derecho hereditario. El Apóstol San Pablo nos dice, escribiendo a los 320 EL VASALLO INSTRUIDO de Roma: "toda alma sea sujeta a las potestades más sublimes. No hay poder si no viene de Dios; todas las cosas que tienen ser son ordenadas por Dios. Y así, el que resiste a la Potestad resiste a la ordenación de Dios. Los que resisten, ellos mismos se preparan la condenación. Seréis, sigue el mismo Apóstol, sujetos por necesidad, no solamente por la ira sino también por la conciencia. Esta misma obediencia nos manda, escribiendo a los éfesos, coloneses y a Tito. Pagad pues, dice, a todos lo que debéis; a quien el tributo, tributo; a quien el peC}iO, pecho; a quien el temor, temor; y a quien el honor, honor; porque son Ministros de Dios."20El Apóstol / / 210r San Pedro expresamente manda la sujeción al Rey y a sus Ministros: "obedeced, pues (dice) a toda humana criatura por Dios; o al Rey corno el de mayor eminencia, o a sus Ministros constituidos por él en dignidad para castigo de los malos y para gloria de los buenos; porque esta es la voluntad de Dios. Temed, prosigue, a Dios y honrad al Rey; sed obedientes con todo temor a los Príncipes o Señores no tan solamente buenos sino también díscolos" Y Venid, pues ahora, filósofos fanáticos; venid incrédulos; vosotros, que con vuestra arrogante Filosofía llenáis el universo de máximas perniciosas a la sociedad y opuestas al Trono, en donde reside el poder de Dios, llena os de una vez de confusión. Venció la Religión, manda la Ley nueva y su voz resuena en toda la redondez del universo. El Evangelio y sus libros canónicos son objetos de nuestro estudio y de nuestra admiración. Ellos son el seminario infalible de la seguridad de los solios y la escuela sana en dodne se aprende la independencia absoluta de los Reyes en lo temporal. En ellos se enseña el modo invariable del orden político; la sujeción y obediencia a los Soberanos aun presidiendo en el solio de la tiranía y de la gentilidad; la pronta y voluntaria contribución de los tributos, la veneración y amor a los Príncipes seculares como al mismo Dios, de quien es comunicada toda la jurisdicción y soberanía. En ellos se 20 Ad. Rom. c. 13. V. 1. Ad. Efesios, c. 6. V. 5. Ad coloss. c. 3. V. 22. Ad Titum. c. 2. V. 9. (209v O). 21 Epist. 1. B. Peto C. 2. V. 13. 14. 17. 18. (21Or P). CAPtruLo XII 321 reprueban las divisiones faccionarias y cismáticas entre los mismos miembros de la sociedad; se establece la paz y la quietud de los Pueblos; se dan reglas / / 210v para formar un buen ciudadano y se manda el amor a la Patria. Todo Reino dividido, dice Jesucristo, en sí mismo sufrirá la desolación; porque la concordia es el fundamento y la división ha de ser forzosamente su ruina. La división puede ser diferente según la diferencia de las causas, sean éstas los Partidos y sediciones que han desolado muchos Reinos o sean los intereses particulares que puedan armillar a un Estado, todo es división. Esta es objeto de prohibición porque es opuesta al buen orden, a la honestidad de costumbres, a la contención civil, a la paz y concordia de la República. Esta importante felicidad la consigue el Estado con la subordinación de los inferiores a los superiores. Con tan sana doctrina es forastera la destrucción y perversión en los Reinos; y les es firme y estable la conservación. La Religión en sus vivas persuasiones, en sus mandatos expresos, en sus máximas infalibles, nos propone a los Príncipes verdaderos Padres de la Patria. La Patria es el Reino, es el Estado, es el cuerpo de la Nación, de quien somos miembros y donde vivimos unidos con el vínculo de unas mismas leyes bajo el gobierno de un mismo Príncipe. La Patria nos da una idea de un padre, de unos hijos y de una familia sujeta a una misma autoridad paternal. Nos habla de un Rey que mira a sus Pueblos como a sus hijos; de unos Pueblos que aman a su Rey como a su Padre y considerándose hijos de una misma familia, se aman recíprocamente como hermanos. No se conoce la perturbación, se observa el buen orden y rige la subordinación. / / 21lr Uno es el móvil que les da el movimiento y uno mismo es el fin que les gobierna. El Rey, la cabeza de la Nación, el Padre de la Patria es el dulce objeto del amor, del respeto, de la veneración, del honor y de la obediencia de los vasallos. IX El Estado, la Nación, el Reino, la Patria, nuestra Madre común, hace que nuesros días sean felices y dichosos. Nuestra Madre la Patria, (dejad que lo repita muchas veces) era como 322 EL VASALLO INSTRUIDO 211V la divinidad romana, la que inspiraba a sus poetas, animaba a sus oradores, esforzaba a sus tropas, hizo invencibles a sus legiones, célebres a sus capitanes y era la acción de todo su heroismo. La concordia de voluntades y la reunión de las fuerzas de muchos en una misma sociedad precisa el cuerpo Político de la Nación a la más vigorosa defensa y a la conservación más segura de los bienes de los ciudadanos y éstos a procurar el bien común de la Patria. Esta liberal y común Madre nos sirve aun antes de nacer; nos forma muraiia~, establece leyes, ordena esclladras, crea ejércitos: fortifica plazas, fabrica arsenales, abastece almacenes, prepara puertos, construye puentes, abre caminos, facilita el comercio, procura la abundancia, fomenta la felicidad, entabla academias, enseña las artes, vivifica las manufacturas, da nuevo semblante a la agricultura, proporciona la casa para el abrigo, el pan para el alimento; y de todas las felicidades y riquezas que los individuos de la Nación reconocen en su casa, es la causa la Patria. Ella hace que / / vivamos seguros bajo la protección de las leyes y que podamos viajar por todas las cuatro partes del mundo, en los países extranjeros bajo la Fe de los tratados y en el país en donde uno habita y es miembro del Estado, a la sombra de las leyes patrias. Ellas son los guardias del día, los centinelas de noche y las escoltas en todo tiempo. Por ellas viven seguros y tranquilos los labradores en sus campos, los patricios en sus pueblos, los navegantes en el mar, los caminantes en la tierra y por ellas parece que se han desarmado todas las pasiones. La libertad, el honor, la vida, la propiedad y posesión de los intereses, todo es efecto de la Patria, nuestra primera Madre. Las reglas de la Nación nos ponen en la indispensable obligación de la más fina gratitud. La Religión manda que cuanto sea de los vasallos, otro tanto sea sacrificio justo y voluntario que merece la Patria. El mismo Dios, que manda a obedecer a los Padres, obliga también obedecer a la Patria. El mismo Dios que manda obedecer, enseña que ella es nuestra y principal Madre, como lo asegura San Agustín.22 El mismo precepto de la caridad que manda nos amemos y 22 S. Agust. epist. 20. lib. 5. de civit. Dei. c. 18. (211v Q). CApITuLo Xli 323 ayudemos unos a otros, como miembros de un mismo cuerpo, piedras de un mismo edificio y ciudadanos de una misma República, nos manda también amar la República, cuyos miembros somos y obedecer sus leyes, que nos gobiernan. Amor a Dios sobre todas las cosas y a los prójimos como a nosotros mismos: amar más que a nosotros mismos a nuestra Patria, anteponer / / 212r sus intereses a los nuestros y buscar antes el bien público que nuestro particular interés; en esto consiste la perfección de la caridad; y esto es la plenitud de la Justicia y de la Ley. El grande Hornero enseñaba tanto la pureza y legitimidad de la obediencia como la esencia de buen ciudadano; sus poesías tienen por objeto el sacrificio de interés particular y aun de la propia vida al interés general y a la salud del Estado. Si la Religión manda en su establecimiento yen sus máximas de eterna verdad el amor, el respeto y la obediencia a la Patria ¿con cuanta más propiedad al que es cabeza legítima de ella? El Soberano es el verdadero Padre de la Patria, el depositario de la monarquía, que manda lo que le parece útil para el bien público; que mira por la conservación y perfección del Estado; si la Religión manda en su establecimiento, que precabe su decadencia, que vela por su seguridad y que procura por todos los medios posibles la mayor felicidad de la Nación, mande pues también la Religión, que le rindamos obsequiosos nuestra libertad, nuestro honor, nuestros intereses y nuestra vida, cuando lo pida la necesidad de la Patria y los reglamentos del Estado. Sea porque Dios lo manda, o por el más justo reconocimiento, o por nuestra propia conveniencia y mejorada fortuna, todo es verdadero y sagrado sacrificio. Vemos que la tierra refresca con vapores al aire y éste le corresponde con abundantes lluvias que la enriquecen y adornan con todo el primor de las flores y con toda la delicadeza de los frutos. Observamos que los miembros del cuerpo humano reciben del corazón la sangre y los espíritus / / 212v que la vivifican; pero luego, reconocidos, se la devuelven con una continua circulación. Nosotros, y todos los individuos de la sociedad, debemos igualmente ofrecer al corazón del Rey nuestra voluntad y nuestros intereses, que son la sangre del Reino; y servirle con nuestros talentos, 324 EL VASALLO INSTRUIDO nuestro trabajo y nuestra industria, que son los espíritus que le animan como legítimo Padre de la Patria. Nada extraña será esta doctrina si se contempla a Jesucristo todo empeñado a confirmarla con su ejemplo. Se hizo hombre y fue tan buen patricio que los Cafamaitas no hallaron mayor mérito para recomendarle al Centurión que hacerle presente amaba a su Pueblo. Si derramó tiernas lágrimas sobre Jerusalén fue para llorar la ruina de su Patria.23 Como buen patricio no conocía otra Patria que el cuerpo de su Nación; y como verdadero Mesías miraba el bien común de todo el género huma.'1.o. Advertid, oh materialistas, que vuestra Patria no es el pueblo donde nacísteis, los campos que os alimentaron, el país donde se fabricó el sepulcro de vuestros padres y la cuna de vuestros hijos. La casualidad de haber nacido en esta o aquella ciudad y la diferencia de provincias, unas más cercanas y otras más remotas, en que se distribuye un Estado es muy material para que por ella se dividan los corazones que deben estar unidos en una misma Patria como en un centro común. Esto mismo enseñaba a sus discípulos cuando les exhortaba a la fidelidad que profesaba al Padre de la Patria. Les persuadía que había venido a / / 213r construir deuda forzosa de Religión lo que puramente era obligación urbana y civil. Les persuadía con su ejemplo el respeto a los tronos, la seguridad de los solios, la firmeza de los cetros y la obediencia a la autoridad soberana. Enseñaba a las gentes la sujeción a los Príncipes, la consagración de la Real persona y del poder supremo con su doctrina del cielo. Su pronunciación primera fue la de un vasallo fiel; sus días primeros fueron consagrados al establecimiento de las coronas y sus primeros pasos fueron escuela de obediencia, fidelidad, sufrimiento y veneración. El tributo, la ley, la costumbre y la ceremonia, todo lo observó con el más puro y legítimo escrúpulo de observancia. Dad al Cesar lo que es del Cesar, dice por San Mate024 y a Dios lo que es de Dios. Si registramos el Testamento Nuevo hallaremos a Jesucristo 23 24 Fuera de estar marcada en este punto del texto original una nota con la letra R se omite, tal vez por error, toda referencia en el pie de página. (212v R). S. Mat. c. 22. V.21. (213rS). CAPtruLo XII 325 sujeto al tirano de Galilea, al César y a sus ministros en la tirana y cruel persecución de Herodes, Rey de Judea y tributario del Cesar Romano. Como ciudadano de la más sincera tranquilidad, lejos de reunir díscolos, proteger sediciosos y confirmar apandillados, fue modelo de perfecta sumisión al orden universal y a la pública potestad. No se ignora la grandeza del milagro que obró en el Desierto, alimentando a la muchedumbre que iba en su seguimiento. Agradecida la turba por tan portentoso hecho concibió el temerario designio de colocarle en el trono. No se piense que fomentó tan sacrílego atentado cometido contra el legítimo soberano. Respetó la autoridad soberana, afianzó el trono con su fuga y con ella condenó los sacn1egos arranques de su reconocimiento. Dió / I 213v ejemplo a la turba de sujeción a la suprema autoridad y al cumplimiento fácil de los fueros del vasallaje. Lo que deben los hombres a Dios, al Rey, a la Patria y a sus mismos compatriotas como miembros de la República y de la socedad civil en ningunas leyes se afirman más que en estas de la verdadera Religión y en la admirable conducta de Jesucristo. Ninguno puede ser buen patricio sin ser buen cristiano; ni buen cristiano sin la divisa de buen ciudadno.Se hallan muy hermanados los fueros de la Potestad Regia con los de Cristo. Los que se apartaron de su ley, a penas se halla quien no haya turbado la tranquilidad de los Pueblos, desobedecido a los monarcas y confundido todo el orden civil y político. Confesad, pues, oh incrédulos; vosotros en vuestro modo de pensar siempre crueles, impíos siempre que con falso colorido de libertad evangélica acusáis y calumniáis a las máximas evangélicas de contrarias a la obediencia, respeto, veneración y fidelidad de los Príncipes temporales, confesad la falsa preocupación que os engaña y pervierte. Jesucristo y su ley santa demuestran vuestra ilusión y establecen dogma de la Fe, la subordinación indispensable a los soberanos. Esta Doctrina enseñan los Apóstoles y practicaron en todos tiempos los hijos legítimos de la Iglesia. Gentiles eran los emperadores, enemigos de la Religión cristiana y perseguidores tiranos de los profesores del evangelio; sin embargo fueron modelo práctico de sufrimiento y subordinación. La fuerza del precepto divino era el plan de 326 EL VASALLO INSTRUIDO sus operaciones. Vencían dificultades, facilitaban estorbos y toda su ocupación se reducía a obedecer // 214r a los Príncipes fuera de aquello que era contrario a la Ley santa de Dios. Los mismos soberanos del Japón y de otros Reinos de la India, asegura Camelia Alapide25,hallaban más fidelidad en sus súbditos Cristianos que en los Gentiles. Apoyaban con mayor actividad la obediencia, la quietud, conservación y aumento de los Estados. Los mismos monarcas Gentiles hacían ostentación majestuosa de su poder y gra!1deza, permitiendo a sus vasallos abrazasen aquella Ley que enseñaba tan buena doctrina. Sea Tertuliano nuestro maestro; y la defensa que hizo de los cristianos contra la calumnia de los Gentiles sea la misma contra los incrédulos de este tiempo. «¿Cómo decís que perdemos el respeto a los emperadores, que no los veneramos y obedecemos? Sabed, pues, que todos los días hacemos los Cristianos oración por ellos, levantando al Cielo las manos abiertas y extendidas para que conste que son inocentes; con la cabeza decubierta porque no nos avergoncemos sin tener necesidad de quien nos lo advierta porque no nos nace del corazón; pidámosle a Dios que les de larga vida, dominación pacífica, corte segura, ejércitos poderosos, consejeros fieles, Pueblo bueno, el mundo en paz y todo lo que justamente desean como hombres y como emperadores».En todas sus obras se halla derramada esta doctrina. En una parte dice que el mismo que dio al emperador el espíritu, le dio la Potestad y dominio; en otra, que los Reyes se constiuyen por aquel mismo que hace nacer los hombres: aquí que de aquél les viene el Poder, de quien el espíritu; allí, que los Cristianos de ninguno son // 214v enemigos y mucho menos de los Reyes como que saben que es constituido por Dios. En fin, enseña que de ninguno es más propiamente el Rey que de los Cristianos como que su Dios es quien le ha hecho tal. San Justino Mártir asegura que los Cristianos adoran a Dios y obedecen en todo lo demás a los emperadores. Orígenes acalora la obligación de obedecer a los Reyes. Todos los Padres que vivieron en los primeros siglos solamente niegan la adoración a los soberanos Gentiles 25 Comel. Alapide. in epist. ad romano e 13. (214rT). CAPtruLo xn 327 y lo que sea contra la Religión; en todo lo demás sostienen ser voluntad de Dios y espíritu de su santa ley el que se les obedezca; y que la soberanía dimana del mismo Dios.26 En esto son conformes San Juan Crisóstomo, San Fulgencio y los demás Padres de la Iglesia. Hablad ahora, incrédulos, y reparad si esta Religión que perseguís es madre de la discordia, campo fecundo de conspiraciones, fuente de gavillas sediciosas y armería funesta para descoyuntar Reinos y Monarquías. Su Doctrina es enteramente contraria a vuestros sacrílegos designios y arrogantes presunciones. Confesad el dogma, tan justo como útil a la causa pública y advertid cómo lo apoya el Derecho Positivo. x Los cuerpos morales como los físicos se conservan por los mismos medios que los formaron; y se destruyen por sus contrarios. La unión que los estableció los conserva y la discordia los destruye. Faltando en el cuerpo de la Re / / 21Sr pública este buen orden, toda la tranquilidad política y jerárquica se perturba y todos los miembros del Reino se descoyuntan mediante las facciones, motines y sediciones. La conservación y felicidad de las Nciones pide la recíproca relación de unos a otros y de todos juntos a la cabeza que los gobierna. De la mutua correspondencia de los miembros depende la soberanía de los Príncipes y lo sagrado de la Religión. No hay Nación por inculta que sea que no se gobierne por un agregado de leyes cuyo espíritu es la obediencia de los vasallos al Rey. Sin más ley que la de la Naturaleza miraron siempre con horror la inobediencia y la conspiración. Roma, aquella señora de las gentes, aquella dominadora del mundo, en varias leyes no sólo condenó a muerte a los vasallos rebeldes que maquinaban tiranizar el trono, sino que estableció la infamia y pérdida de muchos derechos. La pureza y celo de la Religión, que tanto encarga la veneración y respeto a lo sagrado y tanto se eclipsa con la 26 Tertul. Apolog. 30. ad calumniam ethnicorum. (214v U). Nuevamente en el texto original hay un salto de la nota U a la nota X). 328 EL VASALLO INSTRUIDO sedición, está derramando espuma de indignación contra los que intentan acechanzas contra la Majestad aunque sea gentil el rugido del Señor.En el Derecho Canónico son infinitos los capítulos que hablan de tan indispensable obligación, como es la de la obediencia y subordinación a los Reyes y de las tristes consecuencias a que se exponen los alevosos que ingratos se levantan contra el mismo Padre que los protege y alimenta. Varios son los concilios que fulminaron rayos de indignación contra los traidores a sus Príncipes. Los celebrados concilios Toledanos: quinto, sexto, octavo y décimo en España; el oxoniense en Inglaterra; el de / / 215v Aquisgrán, segundo en Alemania; el de Maguncia segundo; el Meldense en Francia y el Lauriacense en la Austria. Hable, hable por todos aquel digno de eterna memoria, aquel tan célebre nacional y universal Concilio, digo, el cuarto de Toledo que fue compuesto de sesenta y dos obispos y que mereció presidido el oráculo de Sevilla, San Isidoro. En él se atajó la sedición que se fomentaba en España sin otro objeto que desnaturalizar del trono al verdadero y legítimo Rey, Sisenando, para colocar bajo el solio a Suintila con el falso colorido de que el derecho le llamaba. «En muchos, dice el Concilio, ha llegado a tanto extremo su perfidia que con desprecio violan la Fe, prometida con jurmento a sus Reyes; y manteniendo en el corazón la traición, fingen con la boca que se obligan a la fidelidad: juran a sus Reyes y rompen la fe que les prometen sin temor de la estrechísima cuenta que han de dar en el juicio de Dios, el cual echa su maldición y conmina gravísimas penas contra los que autorizan con su nombre la mentira que juran. ¿Qué esperanza podrán tener estos Rebeldes Pueblos cuando sus enemigos les oprimían? ¿O qué Nación les dará crédito cuando le juren la paz? ¿Qué contrato habrá que no rompan? ¿Qué capitulaciones permanecerán firmes cuando no guardan fidelidad jurada a sus propios Reyes? Oid nuestra sentencia: cualquiera que temerariamente fuere osado a quebrantar el juramento de fidelidad que ha hecho por el bien y conservación de la Patria y Nación española / / 216r y por la salud y vida del Rey, apartándose de nosotros y de los demás Pueblos de toda España, en cualquier género de Rebelión y conjuración o que intente quitar la vida al Rey o CAPtruLo XII 329 despojarle de su dignidad o como tirano presumiere usurpar el trono, este tal sea descomulgado en la presencia de Dios Padre y de sus santos ángeles y sea arrojado de la Iglesia Católoca, la ~al profanó con sus perjurios y separado de toda congregación con todos los que fueren cómplices en su impiedad porque conviene que sea igual la pena de los que son comprendidos en el mismo pecado. Por 10 cual amonestamos a toda la Iglesia de Cristo y al Pueblo para que a ninguno esta tremenda y tan repetida sentencia le condene en el juicio de Dios sino que guardando la debida fe y prometida fidelidad a nuestro gloriosísimo Rey y Señor,Sisenando; y sirviéndole con verdadero amor, no sólo nos conciliemos la misericordia y piedad divina sino que también merezcamos la gracia del dicho Príncipe27; el Papa Santo Calixto primero priva de su grado y declara infames a aquellos clérigos y religiosos que conspiren en el abominable delito de la inobediencia a los Soberanos.»28 En los errores de (nombre confuso) y Juan de Us (sic) está condenada por los Padres del Concilio celebrado en Constancia la perniciosa Doctrina de aquellos que enseñan la licitud de la conspiración contra los Príncipes, aunque su gobierno sea tirano, de opresión y servidumbre. Todos debemos mirar con un celo patriótico el bien común del Reino y de la Patria. La piedad, la Religión y el Estado son sacrificio lastimoso de la inobediencia, que lejos de concurrir a la felicidad de la causa pública, la destruye y acaba. / / 216v XI Las leyes civiles y reales tienen por centro la paz y público sosiego. No tienen otro objeto que el establecimiento de la subordinación de súbditos a superiores y de vasallos a monarcas. Ellas declaran la Rebelión delito de lesa Majestad y el superior entre los de esta clase. Ellas advierten que la sedición constituye al Estado entre la más triste y deplorable situación: que sin la obediencia al Soberano no hay orden ni 27 28 Concil Tolet. IV.can. 75. (216r X). Calixtus. 1.epist. 2. ad. epise. Galle. (216rY). 330 EL VASALLO INSTRUIDO tranquilidad en los Pueblos; todo es bando y todo facción. Por este motivo todas las Naciones han castigado con el último rigor la falta de obediencia a los Príncipes. Es delito, dice Pedro Gregario Tolosano, el más detestable rebelarse contra su Pastor y defensor cual es el Rey; pues por ley universal y eterna deben los inferiores obedecer a los superiores; y los que así no lo hacen son peores que los brutos en la irracional fiereza.29 En todos los Estados se han formado reglamentos y todos ellos se gobiernan por un agregado de Leyes muy conformes a la conservación de sus derechos nacionales y a la mayor felicidad de sus respectivos intereses. Ambos Pueblos, Americano y Español, se gobiernan por unas Leyes las más sabias, justas y santas. El espíritu que las anima es el más equitativo, que no pierde de vista el buen orden de la República y la obediencia al Soberano. Sólo presentaré a los lectores la prevención de la Ley quinta y su concordancia con la Ley primera.3D Los Soberanos / / 217r son vicarios de Dios para hacer justicia en lo temporal. Son Señores puestos en la tierra en lugar de Dios para hacer justicia (palabras tachadas) y dar a cada uno su derecho. Son alma, vida, corazón del Pueblo y cabeza de su Reino; y es obligación nuestra y de todos sus vasallos obedecerle, defender su homa, regalía y señoríos; y no permitir que ninguno haga, diga ni aconseje lo contrario bajo la pena de muerte al que contraviniere en ello. Es la potestad de nuestros Reyes tan independente (sic), absoluta y completa sobre todos los hijos de la Nación, tanto Españoles como Americnos, que igualmente quedan comprendidos en lo temporal los obispos, los clérigos, los regulares y seculares. Todos somos vasallos, todos sus hijos concebidos en el seno de nuestra Madre común, la Patria; y todos de un mismo modo estamos sujetos al Monarca y a los Ministros Regios que en su Real nombre 29 30 Lib. 35. Sintagm. c. 4. n. 22. (216r Z). Ley 1. lib. 1. tit. 2. (216vA). A partir de este punto del capítulo se reanuda la señalización de notas recomenzando con la letra A para proseguir con el resto de las letras del alfabeto; en el tramo del texto que aquí se inicia hay varios errores (omisiones, inversiones) en la secuencia de los signos a!fabéticos adoptados, errores que hemos corregido introduciendo la señalización numérica. CAPtruw xn 331 gobiernan porque son vivas imágenes de su Poder soberano y depositarios fieles de su Majestad augusta. XII Los fueros mismos del vasallaje nos llevan al conocimiento legítimo de la forzosa obediencia a los Reyes. La naturaleza de éste pide jurídicamente que luego que convienen los hombres en elegir o reconocer a alguno por su Rey, rindiéndole el debido homenaje, se obligan en aquel mismo punto a obedecerle y guardarle fidelidad como igualmente el mismo Príncipe se obliga a gobernarles con justicia y defender el cuerpo de la sociedad. Este es un contrato oneroso y hu / / 217v mano, que funda un derecho cierto y positivo que obliga a la más importante y rigurosa observancia. Examínese el origen de los Estados y se hará sensible esta obligación. Si Adán no hubiera pecado seríamos todos felices, naceríamos iguales y lograríamos una misma fortuna. La tierra sería para nosotros como un patrimonio universal y sus bienes serían tan comunes como el aire que respiramos. Contentos con lo necesario y sin aspirar a lo superfluo, grandes sin vanidad, y ricos sin avaricia, ni sentiríamos la insaciable sed de las riquezas ni las necesidades de la pobreza. Viviríamos todos seguros y tranquilos, lejos de sufrir la opresión y el perjuicio. Se corrompieron los hombres y olvidados del interés común en que consistía su felicidad siguieron sus particulares intereses, de que se originó su miseria. Multiplicado el género humano se multiplicaron también sus pasiones y sus intereses, ocasionando innumerables guerras, aquella inútil palabra de tuyo y mío, semilla funesta de nuestros males. Divididos así los hombres, los más fuertes oprimían a los más flacos y conociendo éstos que su misma libertad los haóa esclavos y que la independencia que tenían unos de otros ocasionaba estos desconciertos, resolvieron congregarse en una misma sociedad y unirse de tal modo que la seguridad de los unos dependiera de la unión de los otros. Unidas en estos términos las fuerzas de los hombres en el cuerpo de la sociedad y comunicadas de éste a los miembros particulares, lograba cada uno para su defensa y seguridad las fuerzas 332 EL VASALLO INSTRUIDO unidas de todos. Qué estado tan calamitoso lograban los hombres en aquella / / 218r infeliz época! Qué agregado de confusiones deplorables se advertía en el mundo antes que se estableciera el orden civil ! Violencias y homicidios; incendios y sacrilegios; robos y destrozos y cuantas calamidades puede ocasionar un formidable ejército de pasiones desenfrenadas, eran objeto triste que lloraba el universo. Ni había seguridad para la vida, ni protección para los bienes, ni asilo para el honor. Pero, estahlecida la Sociedad, el Reino, el Estado, la Nación y con ella la legislación, se restablecieron los hombres en sus derechos naturales, se transfiguró el mundo en semblante más feliz y se mudó el teatro de las desgracias en espectáculo de serenidad; sucedió la subordinación a la independencia, el orden a la confusión, a las violencias la justicia y la pública tranquilidad a las inquietudes. Desde aquel feliz instante vivimos seguros bajo la protección de las leyes, a la sombra del trono, a la inmediación de los Príncipes y al frente de los ejércitos como igualmente de las escuadras. De esta concordia de voluntades, de esta reunión de fuerzas, de este nuevo establecimiento de sociedad pende nuestra conservación; esta es la razón política del vasallaje y este el Derecho Positivo que nos manda la obediencia invariable a los Príncipes soberanos. No puedo mirar con indiferencia la falsa preocupación del fanatismo contumaz que sigue el sistema problemático de la fidelidad y subordinación a los Reyes y sus Ministros. XliI Qué confusa monstruosidad no lloraría el universo si los vasallos llegasen a desconocer a sus soberanos, formando / / 218v alianzas sediciosas para desnaturalizarles el trono? Luego que nuestro primer Padre rompió la equidad del mandato todo fue desdichas, todo molestias y todo mortandad. La inconsiderada resistencia de Adán al precepto de Dios fue la que derribó las murallas de la justicia original, abriendo el infausto portillo que dio paso a la muerte para entrar muy ufana y orgullosa a representar su tirano señorío en el teatro del mundo. La contumaz y obstinada voluntad en el CAPITuLo XII 333 vasallo es un veneno que no le deja cosa buena; es la madre de la inobediencia, hija de la avilantez, hermana del desorden, compañera de la disolución y la peste que todo 10 inficiona. Ella es el cáncer que a todos alcanza y la que hace renacer aquellos tiempos de sangre, de ira y de indignación. Aquellos tiempos de horror y confusión. Para amansar a esta indómita fiera, asegura San Lorenzo Justiniano*, se establecieron las Leyes y se promulgaron las ordenanzas. No se halla modo más saludable para arredrar1a y corregirla que el de la obediencia. ¿Qué movimientos tan ordenados se observaran en la máquina política del cuerpo de la Nación si no la discordiasen los ciudadanos con las Rebeliones? Mientras se mantuvo nuestro ser en el primer hombre, sujeto a la ley que se le impuso, todo era paraíso para el género, todo delicia, todo placer. La docilidad obediente de la voluntad conserva el buen oreden de la Monarquía; es la concordia de las voluntades encontradas, cimiento de la paz, madre de los aciertos y áncora de la seguridad. j Qué espectáculo / / 219r tan bello de un Estado donde los vasallos nunca se retardan cuando oyen el acento del Soberano o del Ministro que manda! j Donde en nada dudan, no examinan las causas del mandato, aplican todo su talento con celo y vigilancia a practicar sus respetables ordenes, en nada reparan, nada reflexionan, sólo se ocupan en el más rendido obedecimiento, sólo porque ~ oyeron el orden superior ! j Donde los miembros que le componen, sin embargo de ser tan diferentes los genios y modo de pensar, no tienen más que una acción y una misma voluntad ! j Donde el grande se une con el pequeño, el noble con el plebeyo, el rico con el pobre, el sabio con el idiota, el oficial con el artesano, el sacerdote con el secular, siendo el punto único de reunión la fidelidad al trono! j Donde la sangre no circula en las venas de los miembros políticos sino para derramar1a en servicio del Rey y de la causa pública! j Donde todos hallan en su obediencia la verdadera felicidad y la fortuna más ventajosa! Un instrumento de cuerda es dulce En este punto del texto figura la letra B pero no figura en las notas de pie de página. (218v B). 334 EL VASALLO INSTRUIDO suspensión de los oyentes si las cuerdas guardan las leyes de la perfecta armonía; pero si se destemplan y desentonan sus voces hace tanta disonancia que, lejos de agradar al sentido, pierde seguramente la estimación; y es asunto de enfadoso entretenimiento. Son los Patricios cuerdas de la Sociedad política. Sus ecos se perciben por la misma sensibilidad de las acciones. Si la voz se desentona es porque los ciudadanos se destemplan. Si las cuerdas guardan el punto de conformidad resultará una perfecta consonancia. / / 219v De todo es causa la obediencia o la falta de subordinación. Observese el buen orden en los Pueblos, destiérrese todo leve asomo de Rebelión y no gemirá la Religión, la Naturaleza y la Política más sana. Queda demostrado que los Príncipes no reconocen superioridad en lo temporal; que Dios les dio todo su poder y autoridad y que sola la Majestad divina es el único juez que puede conocer de su causa. Queda persuadida la necesidad de la obediencia a los Reyes y la absoluta independencia de éstos, ya sean buenos, ya sean malos, ya Gentiles, ya Cristianos. Todos igualmente son imágenes vivas de Dios, ministros suyos y depositarios del dominio soberano de Dios. Todos los derechos están en continuo movimiento para la observancia de tan importante verdad. El de la Naturaleza lo pide, el de la Religión lo manda y el de la Política lo enseña. Apenas se hallará criatura alguna en el universo que no conspire a su estable conservación. Los vientos purifican el aire; éste mueve las aguas, las que obedientes y respetuosas circulan y penetran la tierra para fertilizada; el fuego fomenta a todas las criaturas y éstas le alimentan y le sirven de pábulo para que no mueran. Por último, todas miran en su ejercicio aquel centro que es el punto de conservación que les impuso la Naturaleza, señora del universo. ¿Qué desolaciones tan lastimosas se observaran en esta tan primorosa máquina si faltara el buen orden y relación de las partes que le adornan? ¿Qué estragos tan sensibles y dolorosos? / / 220r Tan fuenstos efectos sufriera el cuerpo humano si los miembros se separasen de aquella ley de subordinación que reconocen en la superioridad de la Naturaleza. ¿Si las manos propinaran el veneno a la lengua, qué decadencia tan triste llorara? ¿Si los ojos no previnieran a los pies los escollos y CAPtruLo XII 335 precipicios: qué destrozos tan lúgubres experimentara? Todo el esplendor de una obra tan bella y perfecta seguramente se oscureciera. Gimiera la Naturaleza, la Religión y la Política consecuencias tan horrorosas en el Estado si los hijos de la N ación olvidaran las obligaciones del Vasallaje, separándose de tan importantes ocupaciones. XIV Lo áspero y duro de los mandatos jamás se tuvo por causa justa y lícita de conspiración contra el Príncipe. El Señor, celoso siempre del buen orden de su casa amenaza de que pondrá superiores ásperos para castigo de la relajación y del vicio. De lo contrario, tomarán ocasión los díscolos y libertinos para llevar en bandos a las Provincias y en continuas facciones a los Pueblos. Son gentes que se gobiernan por su capricho, no reconocen más legislación que la de sus pasiones, pescan en agua turbia y se alimentan con el despechado furor de las inquietudes populares. Todo el respeto y la justicia toda de las ordenes superiores se hallarían sujetas al malicioso examen de una libertad adulterada y corrompida. Revolverían genealogías, registrarían fundaciones, resuscitarían antigiiedades, fundarían nue / / 220v vos artículos, opinarían si era o no legítimo el derecho a la Corona, tendrían avilantez para juzgar la causa de los Reyes, negarles la obediencia, publicar que todos los miembros de la Nación podían hacer lo mismo. ¿Qué monstruosidad tan horible? ¿Qué irregularidad tan espantosa? ¿Qué frenesí tan furioso? Era abrir la puerta a guerras civiles en la Monarquía, dar ocasión a una general ruina. Ni los casados tendrían seguras las mujeres de los adúlteros, ni a sus hijas de los raptores, ni a sus casas de los salteadores, ni a sus intereses de los ladrones. El santuario sufriría sacrílegas irreverencias y dolorosos desacatos. La República advertiría furiosas violencias, escándalos continuos y ríos de sangre derramada en las calles y en las plazas. No sería lugar de seguridad para la vida sino lo más espeso y enmarañado de los bosques. El comercio sociable se conmutaría en el brutal. La casa de la propia habitación sería el horror mismo de las cavernas; serían las fieras compñeras inseparables 336 EL VASALLO INSTRUIDO en la soledad y los cantos religiosos el dulce y sonoro canto de las avecillas. En el antiguo testamento es bien ponderada la tiranía del Rey Nabucodonosor en las devastaciones de la Judea como igualmente la opresión y servidumbre que afligía al Pueblo hebreo el mal gobierno de los otros Reyes. No se contentaba con ser adorado sino que con inhumanas y atroces penas mandaba que su imagen fuese objeto del mismo sacrilegio. ¿Quién más cruel que Nerón en la ley de gracia? / / 221r Era enemigo del nombre Cristiano,cabeza monstruosa de su Patria, Roma; y cuando ella se abrazaba en vivas llamas, lograba sus delicias al dulce eco de un sonoro instrumento. Sin embargo de tan impío y cruel mando, los Israelitas y primitivos Cristianos conocieron ser ley forzosa el obedecer cuando no se trataba de idolatría. Los Príncipes son independientes absolutos en la tierra; sólo Dios puede juzgarlos. El Concilio Parisiense que se celebró en el año de setecientos veinte y nueve declara que la administración de los Reinos se da a los Reyes por el mismo Dios y no por sus progenitores.31 Los súbditos siempre están estancados en los diques de la sujeción; y siempre fuera de la esfera de la superioridad. No reside en ellos la facultad para conocer y juzgar la causa de los Soberanos, y mucho menos la de sus leyes y mandatos. La constitución del Estado y sus leyes son la base del sosiego público, de la conservación del Estado y de la quietud de los Pueblos: son el apoyo más firme de la autoridad pública y de la libertad de los Patricios. La inobservancia de esta constitución ¿qué otra cosa es sino una ridícula fantasma (sic) y una vana invención? La resistencia a estas leyes con temerario despecho ¿qué otra cosa es sino declarar inútiles las disposiciones del trono y arrancar la planta de las ideas más justas de la Patria? Al Pueblo le es negado el examen de la ley. La detención en su examen le extrae de la naturaleza de súbdito y le eleva a la eminencia de legislador, como lo asegura S. Jaime32; en solo el solio se halla el poder de investi / / 31 32 Concil. Canso lib. 1. C. 29. (22lr C). Epist. C. 4. V. 11. (221r D). CAPÍTULo XII 337 221v gar la justicia de las leyes; y en su observancia no se debe buscar la razón sino la autoridad, dice S. Jerónimo.33 Los vasallos no representan el papel de disápulos que desean aprender y salir aprovechados en las sutilezas de entendimiento sino de súbditos que han de obedecer y mejorarse en los afectos de la voluntad. La principal obligación de un Estado consiste en conservarse y procurar su mayor perfección. Su duración estriba en la conservación de la Sociedad Política. Si ésta deja de ser, la Nación se destruye; ni subsiste más aunque existan los individuos que le dan ser. Esta dejará de subsistir siempre y cuando que las leyes establecidas y arregladas por la autoridad pública desmerezcan el dócil cumplimiento que debe observar la sociedad. Vean pues los Pueblos si quedan con libertad de repugnar al orden superior. Aun con justicia dudosa la presunción está por parte de los mandatos y se deben . obedecer con respeto y humildad, como enseña S.Agustín34; en caso de parecer duras las leyes establecidas será la triaca de esta amargura la oración, el sufrimiento santo, la representación respetable y subordinada a la última resolución superor; y por ningún caso la resistencia, la venganza y la Rebelión. Los Pueblos oprimidos se constituirán compañeros de Israel, que penetrado por todas partes de tiranas opresiones en Egipto, levantaba el corazón a Dios. El cielo siempre benigno a nuestras súplicas y lágrimas, ataja el tratamiento cruel de los Prínci / / 222r pes, ablandando sus corazones como sucedió con Asuero cuando irritado contra el Pueblo Hebreo por la maligna y cruel relación de Amán había sellado ya el decreto de ser víctima dolorosa del afilado Azero (sic). En ocurrencia de dos males siempre conviene seguir el que menos incomodidad y perjuicio ocasiona, como lo previene el segundo Concilio de Toledo. Menos peruicio resulta a la sociedad de obedecer los mandatos de aspereza y rigor que de tomar las armas y sediciosamente atrincherarse contra la Pública Autoridad. En la observancia de aquéllos, es verdad, 33 34 Dialog. 1. contra. Pelagran. (221vE). Lib.22. contra Fausto. (221vF). 338 EL VASALLO INSTRUIDO que se conoce la molestia, se siente la servidumbre y se sufre la aflicción; pero no se destruye el buen orden, no se turba la armonía, no se desconcierta la jerarquía, no se altera el Gobierno, no se impide la administración de justicia y no se da ocasión a robos, escándalos, rapiñas, muertes, violencias, sacrilegios, estupros y una infinidad de males, producciones propias, hijas legítims de la Rebelión. Esta casta de vtboras racionales, olvidada de 10 que es y de 10 mucho que debe a la Naturaleza, a la Religión ya la Política, rasga y destroza las entra.'1.as de su madre la Nación. El detrimento y perjuicio particular debe ceder al común y al que pueda extorsionar y causar vejación a la causa pública y universal. La doctrina contraria sería confirmar la solicitud de la legítima usurpación de la Potestad superior, de invertir todo el orden, Natural, Religioso y Político, dando facultad a los súbditos para juzgar la bondad o malicia de las leyes; y comunicando legislación a los vasallos para reunir malcontentos, alistar tropas rebeldes, levantar Pueblos tranquilos, arrancar de sus naturales quicios la quietud pú / / 222v blica y sembrar la infernal y perniciosa cizaña de la inobediencia a los Soberanos y a sus ministros regios, a quienes debemos obedecer en fuerza de los mismos preceptos. xv Yoestoy con la constante resolución de continuar ese discurso sin embargo de haberlo persuadido bastantemente y con la mayor actividad en el capítulo que trata de la justicia de los tributos. Es tanto el empeño del fanatismo cruel que brota por horas nuevas cabezas esta hidra. Advierto que para muchos será útil esta santa y ventajosa ocupación; pero siempre servirá de instrumento a aquellos que incautos y nada prevenidos con las luces de los derechos más claros y respetables se dejaron engañar por los seductores y falsos profetas. ¿Acaso porque no se puede sacar toda el agua al navío perdonará la bomba a la que pudiere? ¿O porque pierde la esperanza el enfermo de quedar con vista de lince ha de dejar sin curación la catarata? Hablaré y mi voz resonará en todo el Reino y en toda Nación. La innata obediencia que CAPfTuLo )ffi 339 debemos al Soberano no puede conservarse sin el respeto, veneración y sujeción a los decretos de sus ministros. En todos los desgraciados acontecimientos de Motín y Rebelión se oye y percibe el sacn1ego y temerario grito: Viva el Rey y muera el mal Gobierno. Estas son las voces de las gentes apandilladas, estos los gritos de las comunidades amotinadas y estas las propensiones del Reino tumultuado. ¿Qué mayor desa / / 223r tino se puede pensar? Viva el Rey, muriendo el Gobierno, es temeridad, es loca presunción. Los Reyes vengan su causa propia en la de sus ministros. Estos son los depositarios de su autoridad soberana, los instrumentos de su voz Real y vivas imágenes de su alto poder. La voz de éstos es la del Príncipe y sus ordenes se han de atender como que dependen de su regia voluntad. La pintura explica vivamente su original; y siendo representada en los Ministros del Soberano la Real persona se deja entender que el Pueblo debe igual obediencia a los Vicarios de su gobierno que al mismo Rey. Al modo que ninguno puede gloriarse buen cristiano sin ser buen ciudadano por ser el Príncipe una viva imagen de Dios, Vicario y Ministro suyo en 10temporal, así también ninguno podrá contemplarse Vasallo fiel, Patricio bueno separándose del respeto, subordinación y obediencia a la Real Justicia y a los que en nombre del Rey la ejercen y administran. No se ignora que la injuria o vejación que se hace a la imagen termina en el prototipo. Habiendo el Pueblo de Dios pedido a Samuel nuevo Rey que le gobernara le dijo el Señor fuerte y terrible en las batallas que le oyera en todo. La separación y repudio que hizo del antiguo gobierno fue una completa abominación del Poder eterno y un vituperable desprecio del gobierno de Dios pero no del mando de Samue1.35 No será extraño pues, el decir que la muerte del Gobierno es la del Rey; y maquinar acechanzas contra aquél es tiranizar a éste. Un Rey sin ministros es 10 mismo que un cuerpo sin alma: ni tiene acción ni tiene vida, es / / 223v frío cadáver. Sólo un espíritu de ilusión y de maliciosa incredulidad podrá persuadir al vulgo, ignorante, ciego y 35 Reg. lib. 1. c. 8. V.5. & 7. (223r G). 340 EL VASALLO INSTRUIDO encaprichado la vida del Rey con la muerte tirana de su sabio gobierno. Le hará ver con falsos coloridos que un órgano es capaz de recrear con su melodía al sentido, faltándole las flautas, que son los instrumentos de su voz dulce y agradable. Si el mal gobierno de los ministros del Rayes la firmeza, el apoyo y la vara fundamental del desenfreno, de la irregularidad, del despecho y de la rebeldía ¿a qué fin atropellar la Regalía?, ¿a qué fin expoliar el Real erario?, ¿a qué fin vilipendiar las armas del Soberano?, ¿a qué fin romper las cárceles Reales, quebrantar las prisiones, suspender el uso de la Justicia ordinaria, hostilizar a los buenos Patricios, compelerles con violencias a seguir el mando de nuevas banderas, constituirse jueces de sí mismos, esablecer bastardos tribunales y manejar las Rentas del Príncipe para llevar adelante la empresa de sus alevoso s proyectos? ¿En dónde está el mérito de las leyes? ¿Qué se ha hecho el Derecho de las Representaciones? ¿En dónde se halla el respeto del Trono? ¿En dónde vive la última decisión del solio? ¿Y esto es pretender la vida del Rey? Expresa contradicción y fatal consecuencia. Otros son los designios y otras las ideas. El Trono no puede estar en todas partes; y el oficio del Reyes administrar Justicia en toda su casa, defender su familia, precaver su decadencia y conservar su Real Patrimonio. Necesita ministros que conozcan de lo justo; oficiales que ejecuten y soldados que con valor hagan respetables el honor del / / 224r Cetro, la gloria de la Nación y conserven los derechos de la Patria. Estos en sus respectivos ministerios y en sus importantes ocupaciones miran lejos de sí el uso del comercio y la ocupación de las artes para el conocimiento y determinación de las causas; para el fácil y pronto cumplimiento de los asuntos de su oficina, y para humillar el orgullo nacional de otras Potencias en caso de invasión. No es fácil ni aun conveniente que se mantengan sin salario porque era exponerlos a sobornar la Justicia; adulterar el derecho de las partes, faltar a su obligación y rendir las Plazas con deshonor. Esta es la causa de la justicia de los tributos, con el nombre de Alcabalas, Gabelas y Portazgos o Pechos que le son debidos al Príncipe que está a la defensa y protección del Reino como igualmente de la vida, honra y CAPtruLo )(TI 341 hacienda de todos y cada uno de los individuos de la Sociedad. Con ellos paga el salio (sic) o jornal a los magistrados y otros jefes que tiene destinados para la administración de Justicia y seguridad de todos. Sin ministros no puede conservarse el buen orden en la Monarquía ni el derecho respectivo de los hijos de la Nación. Sin ministros, ni el Real erario puede subsistir ni el Reino libertarse de las opresiones e insultos de las Naciones enemigas, como también de los audaces arrojos de los díscolos y malcontentos que perturban la república y ridiculizan las leyes que ordenan la quietud pública. ¿Cómo, pues, se ha de negar la obediencia a los magistrados Regios cuando ellos son ministros del Rey e instrumentos de su gobierno? Ellos no conocen superioridad sino en la persona del Rey, o de sus comisionados para este / / 224v fin. Cualquiera otro que intente esta acción es transgresor de todos los preceptos más respetables y sagrados. XVI Parece que mi pluma, movida de un natural impulso, corre a su natural centro y desea penetrar el Trono español para hablar a todos los hijos de la Nación. Las más gloriosas prerrogtivas que desde su cuna se ha merecido nuestra patria española son la fidelidad y la Religión. Siempre ha representado el mejor semblante en el Teatro del Mundo y ha dado ocasión para que las Naciones todas formasen la idea más sublime de su católica fidelidad al Trono, como lo asegura Salustio.36 Hablando éste de la conjuración de Catilina no temió el decir que los españoles jamás oscurecieron la nobleza de su espíritu con el negro vapor de la Rebelión. Ellos estimaron en más el sufrimiento de las agrias condiciones de muchos de sus soberanos que la conspiración contra la Majestad. El César Romano se valía de los españoles en quienes descubría una fiel e innata obediencia al solio para centinelas seguras de su Realpersona. Esta N ación tan noble, tan gloriosa, tan sabia, tan guerrera y 36 Salust. de conjurat. Catiline, fol. mihi. 8. (224vH). EL VASALLO INSTRUIDO 342 tan amante de la felicidad pública, es la que como madre fecunda ha fertilizado los campos con sus aplicaciones; ha descubierto las sendas desconocidas en los mares del Nuevo Mundo; ha enriquecido los Pueblos con insignes artesanos; ha inspirado valor en los ejércitos con esforzados generales; ha introducido en los gabinetes / / 225r el más ventajoso gobierno con célebres publicistas; ha hecho respetables las escuadras con diestros argonautas; ha homado las bibliotecas con famosos escritores; ha defendido la Religión en los Anfiteatros más incrédulos con invictos mártires y ha poblado los altares de esclarecidos santos. Esta Nación ...¿pero a dónde voy? Perdonadme vosotras, oh ilustres Naciones Europeas, que un transporte de amor a la Patria me llevó más allá del Norte que lleva mi pensamiento. No es mi ánimo religioso sepultar vuestras glorias nacionales. Mi Nación no tiene necesidad de mis panegíricos. Ella por sí sola se constituye gloriosa por la pública heroicidad de las empresas y acciones de sus hijos. Sus timbres y elogios están bastantemente ponderados y aplaudidos por aquel despertador de España, el célebre Padre Feijo; y nuevamente los esclarece en su España Antigua y Moderna el nunca bien aplaudido y siempre digno de eterna memoria Masdéu, de Nación español y de nacimiento catalán. Hablo de aquella antigua fidelidad e invariable obediencia de los españoles a sus Príncipes para confundir a aquellos hijos bastardos, a aquellos miembros corrompidos de la Sociedad que en el año de ochenta y uno, olvidados de las glorias de sus Padres, levantaron torres de magníficas pero vanas esperanzas contra su Príncipe que en la actualidad ocupa legítimamente el Trono. Oidme con gusto amados Americanos, vosotros que os dejaste (sic) gobernar por un espíritu de ilusión y de errónea preocupación. xvn La Patria, nuestra Madre Común es a quien debemos nuestro / / 225v amor, nuestros obsequios y nuestra vida; es todo el cuerpo de la Nación y para nosotros España. Decir España es lo mismo que decir un Reino dividido en varias Provincias, poblado de varias ciudades, fortificado con varios puertos CAPtruLo XII 343 y defendido con tantas plazas. El nombre de Patria nos da una idea de un Padre, de unos hijos y de una familia: de un Príncipe que atiende a todos sus vasallos como a sus amados hijos y de unos vasallos que aman a su Príncipe como a su legítimo Padre. El Rey no puede ocupar todos los términos de su Reino, no puede pasear por todos los ángulos espaciosos de su casa; su Trono está situado en un solo lugar y su Real solio bajo un solo cielo. Mas en todas partes, en los Reinos más remotos, en las Provincias más distantes y en los Pueblos más separados reside su Real poder, se conoce su autoridad, se deja ver su respeto, se hace visible su protección y se descubre el valor de su espada desnuda, que no la envaina con facilidad hasta tomar la justa recompensa de los agravios hechos a sus vasallos, a su Regalía y a su Real Corona. El Pueblo Americano y el Español, ambos forman nuestra Nación y ambos a dos deben reconocer por su legítimo Rey y Señor Natural al Señor Don Carlos III (que Dios felicite por muchos años) como hereditario trono que ocuparon sus progenitores por sus gloriosas conquistas. El derecho de sucesión, de proclamación y de haberle reconocido por tales todas las Naciones sin intervención de reclamación alguna, le afianza a Nuestro Soberano la seguridad invariable del trono, a cuyas gradas se presentó el ju / / 226r ramento de fidelidad y vasallaje que se hizo a su Real Persona. Todos somos hijos de un Padre, vasallos de un Rey, miembros de un cuerpo, ramas de un tronco, ovejas de un rebaño y cliéntulos de un Protector. La cuna de este nuevo hemisferio sin embargo de ser diferente de la española no es motivo para separamos de la común obligación. Pensar de otro modo es incidir en el materialismo de los Nazarenos. Creían éstos que siendo Nuestro Salvador oriundo de Nazaret eran los primeros acreedores a sus gracias y beneficios y que su Patria debía ser el Teatro de sus maravillas. Nuestra Patria es toda la sociedad española; es todo el campo que cultiva y cuida el porder español; es, en fin, aquella amplia y rica porción de tierra en la que los intereses particulares no deben romper los lazos de la sociedad y dividir los derechos comunes; porque todos somos ciudadanos de una misma República. Comunes son nuesras desgracias nacionales como también EL VASALLO INSTRUIDO 344 nuestras conveniencias y felicidades. Común nuestro respeto, amor, fidelidad y obediencia; ¿pero a quién? XVIII A un Rey el más pacífico que sólo arranca su espada y se mueve a cólera por la gloria de sus armas y por los intereses de su Nación. A un Rey que tiene por especial blasón el promover la paz y solicitar por todos términos el mayor bien de la CororLa. A un Rey que todo su principal cuidado es promover la Religión, utilizar a su Pueblo que los(sic) protege bajo la sombra de su espada y los (sic) defiende de las hostilidades y vejaciones que sufren de la gente enemiga. A un Rey / / 226v Principal, propugnador de la ley de Cristo y de su Iglesia y único defensor de la República cristiana, cuya preeminencia fue considerada en la Majestad del Señor Don Felipe Segundo en la Real cédula expedida para las Indias a primero de noviembre de mil quinientos noventa y uno como asegura Fraso.37 A un Rey distinguido entre todos los Príncipes cristianos con la gloriosa y singular divisa de legado nato en las Indias cuya Regalía le da la jurisdicción y el uso de los dos cuchillos que ejerce con la más completa, igual y armoniosa consonancia. A un Rey que más aprecia la vida de un ciudadano que la muerte de mil enemigos.su grandeza de ánimo le hace invencible y amable en todo acontecimiento o próspero o de contraria fortuna. Su Real ánimo estima más que todos sus blasones el justo y heroico renombre de Padre de la Patria. Estima con mayor aprecio la paz que todos los trofeos de la guerra; y por no aventurar su pérdida desatiende las más veces los arrojados insultos de las Naciones extranjeras. La contempla por el mayor valor y por centro de todas sus Reales disposiciones, recogiendo de ella dulces frutos de seguridad. El amparo que tenemos en su Real persona es mucho mayor que lo que puede la humana fantasía alcanzar; su gobierno declina de sola la felicidad 37 La nota correspondiente a la letra I está marcada en el texto pero, posiblemente por error, no está consignada en el pie de pagina. (226v I). CAPITULO xn 345 temporal y se conforma con los principios de la Religión. Como buen Pastor procura por todos términos engordar los intereses de sus vasallos, que son la sustancia que los alimenta y les hace respetables aun a los Países forasteros. Desde aquel feliz momento que se vio exaltada al Trono Español la augusta casa de Barbón, sucesi / / 227r vamente mudaron semblante todas las cosas; pero su mayor ventaja la conocemos nosotros y se ha hecho trascendental a las demás Naciones en el reinado del Señor Don Carlos m. Este sabio y generoso Monarca emplea todos los momentos de oportunidad para acarrear al Estado la preferencia de la balanza política. En poco tiempo ha desterrado de su casa la ociosidad, seminario que es de todos los males y ha introducido la ocupación. El celo del amor a su Nación le ha hecho descubrir el modo de adelantar las ciencias y las artes, promover la agricultura, adelantar las fábricas, felicitar al comercio y poblar el mar de embarcaciones de guerra y de comercio. Inútiles fueran las elevadas ideas de un Rey amante de su Nación si no tuviera Ministros que le sepan proporcionar las ocasiones y le hagan ver sin preocupación ni interés los errores que hay que corregir y los Ramos que necesitan de protección. Nuestro ilustrado Ministerio, lejos de ser sirenas que intentan adormecer con el halago de sus lisonjas al soberano, exponiéndolo a perderse a sí y a los suyos, mira incesantemente por el más importante estado del Reino y lo ha puesto en un grado de gloria, de opulencia y superioridad que fuera objeto de admiración a nuestros Padres si se levantasen en el día de hoy de la cuna de sus muertas cenizas. j Oh y qué Rey tan bueno! j Oh y qué ministerio tan sabio! No nace el sol tan glorioso después de un confuso eclipse como sale nuestro ministerio a dejarse ver ilustre y brillante a los ojos de todas las Naciones después de tantas tinieblas de ociosidad que no dejaban a la Monar / / 227v quía española representar el estado más floreciente de abundancia, poder y felicidad. Sus primeros desvelos fueron la ocupación honesta de tanto pobre mendigo, cuyo origen en unos era la falta de ocupación y en otros una necesaria costumbre. Para la más exacta observancia de la utilidad de sus proyectos :¿qué hospicios o casas de recogimiento no se fabricaron en las ciudades y otros Pueblos grandes, en donde 346 EL VASALW INSTRUIDO pueden recogerse tantos zánganos de la República y conservarse con el trabajo de sus manos aprendiendo aquellos oficios tan útiles a sí como a todo el Público? Aquella innumerable multitud de brazos que no tienen ni tierras para cultivar ni oficios a qué aplicarse es indispensable que hubieran continuado en el uso de su mendicidad. Las fábricas o manufacturas son las que reparan tanto mal y las que emiquecen la Nación. Su adelantamiento es conocido con la sabia providencia que se ha tomado de aumentar los derechos de entrada en los puertos de Espar,a a todas las manufacturas extranjeras y conceder libertad de derechos a las nuestras menos a las primerai materias de España a quienes aumentó los derechos y libertó a las extranjeras a fin de que el Pueblo Español tuviese en qué ocuparse, por ser necesario el que se ocupen muchas manos en su beneficio. Todas las cosas tienen su respectiva graduación y ninguna en sus principios logra su última perfección. Nuestras fábricas españolas se hallan en sus principios de fundación; pero miran ya de cerca el último complemento de la conveniencia que se observa en tiempo de Fernando Quinto y Carlos Primero. / / 228r XIX ¿A quién debe la grandeza de mérito y respeto en que se halla el gusto de las bellas letras sino al Rey y a su sabio e ilustrado ministro? ¿A quién los adelantamientos admirables de las Matemáticas, de la Historia, elocuencia, Música, escultura, pintura y arquitectura sino al Rey y su celoso ministerio? ¿A quién los felices progresos de la Medicina, cirujía, botánica y estudio de varias lenguas sino al Rey y su grande ministerio? ¿A quién la apreciable teórica y segura práctica de la Milicia y Marina por el establecimiento de nuevos colegios y restauración vigorosa de los antiguos sino al Rey y a las máximas de su ministerio? A ellos conocen por sus patronos y fundadores las sociedades económicas de toda la España, siendo su origen la célebre Vascongada; los Bancos Nacionales; el comercio libre en las Américas; el nuevo establecimiento de la extinguida y celebrada Compañia de Caracas para hacer el comercio en la China; y la rebaja de derechos en los CAPtruLo XII 347 transportes o registros de la plata y del oro a España. A ellos conocen por autores de sus utilidades públicas los nuevos y espaciosos caminos que cruzan toda la España, la ventajosa apertura de canales capaces de navegación, la fuerte construcción de puentes y calzadas y la digna, y de eterna memoria, población de los desiertos de Sierra Morena y de la Provincia del Darien, arrojando de aquélla a los prófugos, díscolos y salteadores de camino; y de ésta al bárbaro y cruel gentilismo, enemigo irreconciliable de Nuestra Nación, negándonos el humano cuartel que pide el derecho público de humanidad. Esta es la continua / / 228v aplicación de Nuestro Santo Rey y esta la incesante ocupación del ministerio español. Todas sus ideas son de asegurar la sociedad, felicitar a las Provincias y proteger a los Pueblos. Este celoso cuidado es el manantial perenne para tener listas las escuadras, completos los ejércitos, provistos los arsenales, ocupados los diques, sembrados los campos, ilustradas las escuelas, ordenadas las Repúblicas y empleados los vasallos. Este sabio gobierno es el que enseña a consevar los Pueblos en paz y mandar a los soldados en guerra, haciendo comprender que su Reino depende de un gobierno inmortal y de una asistencia superior, que no se acaba en su vida.¿Qué extravagancia tan ridícula y qué modo de pensar tan grosero sería el de aquellos que intentasen separarse de tan altos principios de amor, respeto, subordinación y obediencia a un Príncipe en quien brillan toda la grandeza romana y toda la felicidad francesa? No deberá ser inferior y de menos quilates nuestra obligación para con sus ministros. Es verdad que en muchas ocasiones se ofrece el vencimiento en la esfera de la parte racional y debemos procurar la contumacia. Lo más amable para el hombre es el uso libre de su propia voluntad, enseña Santo Tomás,38y por lo mismo nada es más violento a su naturaleza que la sujeción al dictamen ajeno en la que admitida por Dios muere la propia voluntad. El examen de las leyes no se ha de sujetar al juicio de nuestras pasiones tumultuadas y apasionado capricho porque sería en tal sistema renovar los tiempos de horror y de infelici / / 38 Apud. Robert. camaracens. in sua Aurifodin. (228vJ). 348 EL VASALLO INSTRUIDO 229r dad.Sería invertir el buen orden de la República y la perfecta consonancia de los Pueblos. Sería conmutar la abundancia en escasez y miseria; la fecundidad de los campos en esterilidad de secos eriales; dejar las fábricas sin oficiales, los puertos sin seguridad, las plazas sin defensa, el paso libre para la destrucción de las cosas, para el rapto de las casadas, violación de las vírgenes, ultraje de lo sagrado y constituir las campañas teatro funesto del furor de un Santo Rey, justamente irritado y puesto sobre las armas para humillar el audaz orgullo de unos hijos bastardos y de unos infieles vasallos. Verían nuestros ojos los lastimosos estragos que con inexplicable dolor experimentó la Ciudad de Sikem que pereció con todos sus habitantes por haber levantado aquel sacrílego y temerario grito: ¿quién es Abimelék y quién la Ciudad de Sikem para sujetarse a su mando? Verían la sangre derramada de aquellos monstruos por mandato de David a causa de haber ensangrentado sus manos en la sangre de Isboset.39 Verían el justo sacrificio de Zambri a las llamas más voraces por haber querido ocupar el Trono con el homicidio de Ela, hijo de Basa.40Verían las sensibles calamidades que sufrió el Imperio de Teodosio, el desconcierto del orden civil; la perturbación de las Provincias, la confusión de los Pueblos y la desatención de la autoridad superior por la temible sedición de los Antioqueños, siendo la causa el tributo que les impuso, lejos de esperar el consentimiento de la República, para la guerra de Máximo, como lo refiere Teodoreto,41Verí / / 229v an, en fin, las deplorables ruinas de la Francia en tiempo de Carlos VII; y los funestos estragos de Sila de quien dice Séneca42que acabando de triunfar de la parte de Mario no se cansó de degollar enemigos hasta que vino a faltarle sangre que derramase su cólera. Sea nuestra obediencia ciega, rendida y sin precipitadas excusas y será sin duda feliz nuesra vida y dichosos nuestros días. Imitemos el ejemplo del militar Chisanta que teniendo levantado el brazo y empezado el 39 40 41 42 2. Reg. c. 4. V. 12. (229r K). 3. Reg. c. 16. V. 10. (229r L). Lib. 5. Histor. c. 19. (229r M). Lib. 1. de Clement. c. 12. (229v R). CAPÍTULo XII 349 impulso para herir a un soldado en un reencuentro, al oír el clarín que convoca a retirada, detuvo su lanza dejándole con vida por obedecer a la voz de la trompeta. No fue menos grande la acción de los soldados de Pausanias que se dejaron maltratar de los de Mardonio, sin darse a la defensa por tener los primeros orden de aquel eperador para no resistir a la invasión de los contrarios hasta concluir el sacrificio en que se hallaban todos. Sea íntegro el sacrificio que hagamos a las gradas del trono. No reservemos parte alguna para sacrificar a Belial. Sea menor nuestra atención a los intereses propios que a los del Estado. Sintamos los males de la Nación aun en aquellos casos en los que no nos comprenden ni turban el sosiego de nuestra casa. Pensemos que somos parte de un cuerpo mayor y que la Patria es nuestra Madre común a quien debemos más respeto que a nuestros mismos Padres. Tenga lugar en nuestro corazón la firmeza y prevención de una Política que sepa despreciar, arriesgar y defender lo que es de su importancia; / / 230r y con mayor propiedad aquel valeroso ardor o brío que el amor de la Patria nos haga invencibles. Su cuerpo es todo nervioso y lleno de vigorosos espíritus y por lo mismo debe ser la docilidad su inseparable compañero para que brille más el conocimiento de sus acciones. Bizarra generosidad es la que advertimos en los miembros del cuerpo humano. ¿Qué parte hay en él que no ofrezca gustosa alguna porción de su sangre para dar vida a todo el compuesto? No es de peor condición el Cuerpo Político de la Nación. Toda su conservación y preservación vital consiste en la concurrencia de todos los miembros a la unidad y única conformidad de temperamento, sirviendo cada uno de ellos con sus funciones a la propia defensa. ¿Qué fuera del Estado si hallándose una Provincia cubierta de cadáveres, inundada de sangre y penetrada de estragos continuaran las otras en su natural reposo dejando a la otra en su pavorosa y lastimosa confusión? A pocas horas sufrirían ellas el azote de la guerra y todas las infelicidades y aflicciones que igualmente son comunes a vencidos y vencedores. El estrago de Marte no se limita solamente a los términos de un campo en donde se avistan los ejércitos y se destrozan efectivamente con sus poderosos armamentos; lo sufren y padecen todos los demás 350 EL VASALLO INSTRUIDO Pueblos que son miembros y parte del Estado combatido. La distancia o carencia de la Provincia insultada y saqueada no los releva de la ruina y calamidad que la redujo al estado más deplorable de miseria, de opresión y servidumbre. Igual parte tienen todos en la gloria / / 230v de las victorias y en el sensible dolor de la pérdida. Cualquiera acontecimiento, o próspero o adverso, es objeto de la común atención. Todas las Provincias de un Reino deben conspirar a la contribución para la defensa vigorosa de la causa pública y de cualquiera en particular. Hasta cuándo pues, oh fanatismo cruel, hasta cuándo has de consevar las armas contra máximas tan ciertas y principios de la mayor firmeza y estabilidad? Hasta cuándo has de perseguir los cetros, usurpar los tronos, manchar los solios, oscurecer la Majestad y tiranizar los Reyes? En vano te afanas en ocupaciones tan oscuras y en sembrar cizaña tan perniciosa. A pesar tuyo se afianzará el trono, se asegurará el cetro, se hermoseará el solio y se respetará la Majestad. La conservación y aun el aumento del Real Patrimonio es acción obligatoria a todos nosotros. Las necesidades ordinarias de Nuestro Rey en tiempo de paz se hacen extremas en tiempo de guerra. Entonces es cuando se altera todo el orden establecido y se hacen lícitas aun las más escrupulosas invenciones. No bastan los comunes subsidios para subvenir las necesidades públicas de la guerra y a todos los demás males que dicen relación a tan contagiosa peste."Como primera y última enfermedad de la Monarquía, dice el erudito Abréu43, los pobres y aun los ricos fallecen a manos de la impiedad de los contrarios o de la falta de caritativo socorro de los amigos, aplicados solamente en tan pavorosa consternación a su propio / / 23lr resguardo. La ocurrencia de una justa guerra (prosigue) en que porque todo se altera, desfallecen las leyes, la agricultura y todas las demás buenas artes; se aventura el honor del soberano, la gloria de la Nación, el sosiego de los Pueblos y la defensa de la tierra; justifica y hace lícito hasta el valerse los Príncipes para la común conservación de las riquezas de 43 Vacantes de Indias, pago 369. num. 780. y pago 363. num. 762. (230v O). CAPtruLo xn 351 los templos, como lo reconoció el santo Rey Don Fernando". Si esto es así con vosotros hablo: ¿qué agravio, qué acción tan sacrílega emprendísteis contra la Augusta Majestad de Vuestro Rey y señor natural el Señor Don Carlos nI y de su Ministerio? Vosotros ultrajásteis a sus imagenes, a sus Vicarios, a sus Depositarios de la Justicia. Vosotros no os conformásteis con sus Reales ordenes, desnaturalizásteis su poder soberano en el año de ochenta y uno, resistísteis a la ordenación de Dios, os constituísteis partidarios de la Rebelión, militásteis bajo las ordenes dE>los sediciosos, patrocinando la Carta Circular de la conmoción contra las Regalías, resistiendo abiertamente y con las armas en la mano al nuevo Reglamento de los intereses reales, impuesto por una causa tan justa como que es el empeño de la Nación, el honor de la Corona y la gloria de las Armas Españolas. ¿Ignoráis acaso la guerra en que se miraba empeñado nuestro soberano contra la Gran Bretaña? ¿Las gruesas cantidades que sacó y agotaron su Real erario? ¿La precisión en que se hallaba de conservar ordenadas sus escuadras en estos mares, alistadas sus tropas y desnuda su valerosa espada? ¿Que no le sufragaban / / 231v los réditos ordinarios de su Real Patrimonio? ¿Os parece que esta urgencia no constituiría justos los tributos impuestos en aquel tiempo? Si vosotros no debíais contribuir a tan justas ideas de imposición sin duda debéis confesar no ser miembros de la sociedad española ni vuestros Pueblos merecerían la seguridad de la invariable protección de su Rey; ni éste tendría necesidad de fabricar armadas, formar ejércitos, fortificar plazas y presidirlos y asalariar minisros en este Reino para dar providencias relativas a su custodia y seguridad de la vida y caudales de sus naturales. Vuestra casa, vuestros hijos, vuestras haciendas y lo más sensible de todo, vuestras Iglesias, sus altares y vasos sagrados, serían víctima dolorosa de la rabia y furor enemigo, si el respeto y temor de la espada de Carlos nI no refrenara la émula porfía de las incursiones enemigas que todo lo acabaran, todo lo destruyeran y todo lo profanaran sin respeto ni a la inmunidad ni a lo sagrado de los tempi.os. Sin el auxilio del Trono Español, ¿qué tragedia tan fúnebre se representara en las costas y campos de este Reino? ¿Qué muertes, qué 352 EL VASALLO INSTRUIDO violencias, qué sacrilegios se observaran? ¿Qué nefandos despojos con el oro y plata ociosa de las Iglesias se aumentarían después de hallarse abierto el camino sobre vuestros fríos cadáveres? Los Romanos no dudaron despojar sus templos gentilicio s de todas sus riquezas para arrancar el asedio de Roma y redimir con ellas su total ruina que le amenazaba Alarico. La defensa de los Reinos le pareció a Augusto de tanta consideración / / 232r que entre otras cosas aplicó la décima parte de las herencias y legados para la manutención de los ejércitos. Sólo los hijos de este Reino negaron este auxilio; ¿pero a quién? A un Señor Carlos I1I, que su paternal piedad le pone en la penosa situación de procurar desvelado por cuantos medios le son posibles el alivio de sus Vasallos Americanos: que se halla empeñado en una guerra contra la Gran Bretaña, de cuyos efectos felices depende vuestra propia seguridad y el honor de toda la Corona; que todo su Real Erario 10 tiene empleado en la fortificación de su Reino, en la custodia de sus Provincias, en reforzar su poderoso ejército, en equipar sus escuadras, no siendo otro el destino de estos armamentos que la defensa de sus dominios y la protección de sus vasallos, alejando de su casa a nuestros enemigos, que con inmortal escarmiento llorarán implacables su vencimiento; que en situación tan triste y de urgencia tan indispensable se vio precisado a exigir el donativo, a ejercer la distribución con tanta moderación como propia de su ánimo, verdaderamente Real y magnánimo y a tomar a censo los caudales con la annua pensión de cuatro por ciento en este Nuevo Reino de Granada. Y con todo vosotros os negásteis y resististeis a tan justas contribuciones no debiéndolo verificar; a vosotras colinas y llanuras de Santa Fe y Zipaquirá, a vosotras plazas y campos de Puente Real, tan antiguos como los de las villas del Socorro, San Gil y otras Provincias, que fuísteis el teatro donde se representó la tragedia más infame y vergonzosa contra la pública / / 232v Autoridad, a vosotros os traigo por testigos del furioso despecho que cegó a los Pueblos de este Reino, haciéndolos olvidar su innata lealtad y derribar la fortaleza y seguridad del trono. Ellos, como nuevos monstruos engendrados en el seno de su madre, se conjuraron para desmembrada y CAPtruLO XII 353 despedazarla. No hallo voz que baste a explicar atrocidad tan horrible. No pudieron soportar un Rey tan bueno: ¿qué digo soportarle? Aun pasó más adelante su temerario despecho. Intentaron arrojarle de su casa y separarlo de su propio lecho; ¿pero qué digo arrojarle? Le persiguieron con las armas en la mano, vulnerando sus respetables retratos con inhumanos golpes de lanzas y con la violencia de las balas arraigadas por el cañón de los fusiles de su Real Armería que sus mismas tropas, o por cobardes o por temerosas, entregaron a los mismos enemigos del Rey con todos los pertrechos de la expedición y los rindieron sin honor, con ignominia y sin respeto a la Majestad, Poder y gloria de su dueño, lejos de observar las leyes del armisticio. j Oh dolor! j Oh cobardía! j Oh vergonzoso rendimiento! Mas, oh providencia soberana! Faltaron al espíritu de Marte: lo juro por el valor de nuestros gloriosos predecesores, que expusieron sus vidas tan gloriosamente en el principio de las conquistas; por los que combatieron en la batalla de Almanza; por los que murieron en la de Villaviciosa y por todos aquellos héroes valerosos que merecieron ser sepultados en monumentos públicos. Ellos en medio de sus cenizas muertas, aunque inmortales por sus proezas y hazañas, dan a conocer su ira con voces agudas, impetuosas / / 233r y violentas por acción tan extraña y forastera al valor español. i Oh desventura, exclaman! La cólera nos arrebata de tal modo que llega a delirio. No quisiéramos más en este infeliz momento que se renovara aquel fatal tiempo a fin de que mudara de semblante, transfigurándose los desgraciados acontecimientos en gloriosas victorias y en laureles inmortales. Vomitaríamos contra los Rebeldes todo el fuego de nuestro valor, humillaríamos su voluntaria arrogancia, castigaríamos su despecho, les haríamos conocer el valor de la espada del Rey, ahogaríamos las llamas de la sedición en sus principios, restableceríamos en los Pueblos la Paz profanada y derramaríamos la sangre de los autores de la tirana facción; i ah! les despedazaríamos si se presentaran a nuestra vista; les tomaríamos por medio del cuerpo y levantándoles en alto azotaríamos el suelo con sus cabezas hasta que les saltaran los sesos. Levantaremos la voz para que todo el Pueblo Americano nos oiga. Aunque los desleales 354 EL VASALLO INSTRUIDO encontraron el medio de cerrar las puertas nuestra voz penetrará hasta los más remotos confines del Reino y la consagraremos igualmente a la posteridad, la cual, sin temor ni pasión, juzgará quiénes han sido los ingratos Vasallos y quiénes los buenos ciudadanos. ¿Cómo ha de reposar nuestra felicidad viendo un agravio tan grande que oscurece el honor y gloria de las armas del soberano? ¿Disputarle el señorío natural, oh Dios, en nuesra presencia? ¿Competir con un Rey tan poderoso, Santo y Religioso unos Vasallos pobres, infelices, cobardes, desarmados, cuando él solo sabe apagar todo el ardor africano y (soste / / 233v ner) todo el ímpetu del orgullo británico en medio de las olas? Que en tiempo de paz, de quietud y sosiego nacional, cuando la particular atención del sabio gabinete español no se hallaba ocupada en resistir otras fuerzas nacionales sino en procurar por todos términos la pública felicidad del Estado: cuando los ejércitos descansaban en sus cuarteles y ancladas las escuadras en sus puertos se aseguraban, se hubieran presentado las comunidades amotinadas a las goteras de la corte, infundiendo el terror en la ciudad, el sobresalto en los Ministros del Rey y el cuidado de la vida en los buenos patricios, se graduara la acción de la ingratitud mayor; porque se separaba de la voluntad de Dios y era contraria al buen orden de la naturaleza y a la justicia de las leyes. Sin embargo, provocásteis la espada del Rey a la más justa recompensa del agravio. Renovásteis con gran dolor el teatro triste de la guerra y os constituísteis objeto de las iras de un Rey indignado y reducido a cólera. El os hubiera hecho conocer el alto poder de su fuerte brazo para reprimir el orgullo de los díscolos, la ambición de los malcontentos, la audacia de los sacrí1egos, la animosidad de los valientes (violentos?) y la insolencia de las Juntas, dando al traste con todo el gobierno intruso haciéndole ver que hay un Rey más grande, un Ministerio más sabio, un ejército más brioso, unas escuadras más respetables y un General más guerrero. Hubiérais sufrido el azote de la guerra, que es la madre de todo los males, el último recurso de los perversos, la vindimia del Diablo, el trono de la crueldad, el sepulcro de la misericordia, libro de impiedades, diccionario de blasfemias, academia de la / / CAPtruLo XII 355 234r drones y una escuela de tiranos. Hubieran llorado vuestros Pueblos al ver arroyos de sangre por las calles y al percibir los tristes ecos de los lamentos y quejas que observó Roma pagana en las sangrientas guerras civiles de Marío y Sila, César y Pompeyo y de Octaviano y Marco Antonio si vuestro sacrílego despecho contra la soberanía en tiempo de paz con las naciones extranjeras acarreara una infinidad de calamidades y desgracias. ¿Qué horrorosos espectáculos y qué tragedias tan terribles y espantosas se hubieran representado si la Rebelión hubiera descubierto su monstruosidad en tiempo de guerra? ¿En tiempo que toda la ocupación del gabinete es prevenir los ataques enemigos, cortarles la retirada, vencerles por todos medios de humanidad militar y tener en seguridad el Reino? ¿En tiempo que los españoles sacrifican sus casas, intereses y aun sus vidas para defender estas remotas partes del cuerpo y estos miembros de la sociedad? ¿En un tiempo que precisaban al Rey a combatir y estar con las armas en la mano dentro de su casa y fuera de ella? Y con todo así fue. Aquellos estragos propios de un furor tan justo y conforme a las leyes de la guerra no llegaron a entrar por la puerta de vuestra casa; ni la confusión dolorosa y sangrienta penetró a vuestras familias. No desmerecieron vuestras infieles resoluciones el duro golpe de tan fatal desgracia. Sólo pudo contenerlo el Abuer valido del Monarca. Colocó a las gradas del trono con la ternura de verdadero padre sus fervorosas súplicas y políticas instancias y volvieron felices y gloriosas con la gracia de un general Indulto. Fue conocido el alevoso atentado que cometísteis y que fue / / 234v efecto o de vuestra malicia o de vuestra ignorancia. Casi todo el Reino ardía en voraces llamas de Rebelión; los más de los Pueblos fueron miembros de las funestas inquietudes; pero no todos tuvieron igual culpa. Muchos fueron engañados y falsamente atraídos; otros violentados, siguiendo a los principales jefes por motivos particulares o de inclinación, o de respeto, o de amistad, o de parentesco, o de vana esperanza. El escándalo fue general y el arrepentimiento debe ser de satisfacción y completo. Bórrese con lágrimas la vileza y bastardía del delito y afianzad con firmeza y sin equivocación el amor, respeto, obediencia y fidelidad al soberano, a sus Ministros y a la Patria no sólo por temor del castigo sino también por obligación de la conciencia. Pagad 356 EL VASALLO INSTRUIDO los tributos, conspirad al bien público, ofrecedle al Rey en caso de urgencia vuestra vida, vuestros hijos y vuestros intereses. Respetad sus ordenes, observad sus leyes, abrazad gustosos sus reglamentos, sea voluntaria vuestra contribución a todo lo que mandare la superioridad y haced que el ejemplo de vuestra fidelidad penetre los gabinetes extranjeros. Concurrid a la felicidad pública, que es interés común a los Pueblos Americano y Español. Es obligación nuestra mirar por la Patria porque todos somos hijos suyos y miembru1:ide una misma sociedad. Nada es nuestro, todo es de la Patria. Se observa que las abejas trabajan y se afanan en formar los panales y llenados de miel; pero no la consumen en su uso sino que se aprovecha en utilidad de los demás. Debemos olvidamos de nosotros mismos, de las familias, del reposo y de la propia seguridad 11 235r por el bien de la Patria y por la conveniencia de la causa universal. El interés particular lo debemos sacrificar al bien común como lo practicó, muriendo gustoso por conservar la libertad de su Patria, Filipomenes, aquel último héroe de la Grecia, igual en las virtudes civiles y militares a los más grandes hombres de su País y en nada inferior a los mayores capitanes de Roma. Desengañemos, amados Americanos, desengañemos; el fin de la sociedad primitiva fue hacer a los hombres útiles los unos a los otros y todos a la Patria. Toda nuesra ocupación sea conforme a esta máxima tan natural y tan justa. «En la República particular, decía Séneca, donde la providencia me ha colocado, nada tengo mío que no sea de mis conciudadanos. Sin ambición y sin envidia veo sus tierras colmadas de abundantes frutos con el mismo gusto que las mías propias y miro siempre las mías como una especie de común, de que sólo me reservo el cuidado de adelantar a beneficio de mis compatriotas y cuando la providencia me pida la vida que me ha dado, tomaré a la Patria por testigo de haber llenado mis días con ocupaciones útiles a beneficio suyo y de mis conciudadanos».44 El cuerpo de un Estado es como un cuerpo físico que se corrompe y parece luego que le falta el calor natural. Este es en un Reino 44 Seneca, de otio sapo C.30 y 31. Idero de vita beata, c. 20. (235r P). CAPITuLo XII 357 la industria y aplicación de sus naturales. Siéstos son activos y laboriosos prospera el Estado; pero si no florece la actividad y aplicación decae la Monarquía, se arruina y representa un papel despreciable entre las demás naciones. Tal es nuestra obligación a fin de que la nuestra se mire ufana sentada en la eminencia del Poder y riqueza sobre todas / / 235v las Potencias. Tal es el tributo que debemos a nuestra Patria si no queremos llorar nuestra ruina con la suya. Todos debemos servirla con nuestros talentos, nuestro trabajo y nuesta industria que son los espíritus que le animan. Es preciso trabajar todos y cada uno por el bien común. Cada uno ejercite su actividad en el estado que le corresponde, sin salir de la circunferencia de su círculo. Las aguas se conservan con el movimiento y si éste les falta se corrompen. N o es necesario que corran; basta que se muevan en sí mismas como se observa en las lagunas agitadas de los vientos. Todo individuo que en el centro de su familia viva ejercitado, podrá contribuir a la común felicidad de la Patria y al beneficio de sus compatriotas, ocupándose como las abejas en su industria y labor. Los Romanos jamás calificaron por heroicas las acciones si no se hacían en utilidad de la cusa pública. ¿Qué conveniencia resulta de correr los arroyuelos muy alegres y festivos, regocijando sus frondosas riberas con el alegre murmullo de sus cristalinas aguas estancadas en el cauce de su madre y separadas de la tierra? El mismo sol que los vio nacer suele verlos secarse; o a lo menos sus aguas desordenadas riegan estériles cristales en lugar de fértiles arboledas; y por último se pierden sin socorrer la necesidad de unos particulares ni remediar la miseria pública. Juntos, pues, en un depósito común y distribuidos con una economía prudente, son remedio universal del Público. j Qué campos tan amenos! i Qué huertas tan vistosas! j Qué cosechas tan abundantes! j Qué prados tan floridos! Se mira forastera la esterilidad y se contempla natural la abun 11 236r dancia. No seamos de aquellos monstruos políticos que considerándose a sí mismos o cuando más a su familia como el único centro de su corazón, ni tienen más Dios que su tesoro ni hay en su errado concepto público ni particular acreedores 358 EL VASALLO INSTRUIDO a SUS intereses. Huyamos de estas tierras malditas, donde los rocíos más benéficos y las lluvias más copiosas no producen sino espinas, abrojos y ortigas. Sus avaros pensamientos serán su misma infelicidad, sus riquezas serán su cruel martirio y la pública execración su más doloroso castigo. Separémonos de el espíritu de aquellos que siendo liberales con sus conciudadanos son miserables con su Patria. Esta liberalidad a más de ser siempre injusta es muchas veces inútil y los que hacen majestuosa ostentación de ella son semejantes a ciertos autores que ponen gran cuidado en trabajar cada una de las partes de sus obras y nada cuidan del todo, un discurso con bellas figuras, insignes descripciones, agradables imágenes, que todo sin unión que es el vapor que oscurece todo el esplendor: agrada por partes la composición pero fastidia y enfada por el todo a causa de que le falta unidad. Debe observar el corazón como el ingenio cierta especie de unidad que si la descuidamos, ni aprovechan nuestros beneficios, ni agradan nuestras composiciones. Padece el Estado una injusticia como la composición una torpeza cuando se desatiende la relación de los miembros a la Sociedad y de las partes al todo. Aventuramos nuestras propias conveniencias y las felicidades de nuestra Patria. Siempre nos debe a nosotros ani / / 236v mar el espíritu de los primeros Padres de la Iglesia que celebraron como heroicas y dignas de imitación aquellas acciones en que sacrifcaron los Gentiles sus intereses personales al bien común de la Patria. El Papa San Clemente Origenes, San Juan Crisóstomo, San Ambrosio y San Agustín, todos conspiran en sus escritos al bien de la Patria; algunos de ellos como San Clemente Orígenes y Agustino, dan magníficos elogios a todos aquellos ilustres héroes que sacrificaron a la Patria su vida como Decio, su libertad como Regulo y sus hijos como Bruto, las injurias personales como Camilo y las riquezas como Fabricio. Si aquellos árboles plantados en los Montes de Gelboé, donde jamás cayó el rocío ni la lluvia de la gracia ofrecían frutos tan sabrosos y útiles a la causa pública, ¿por qué nosotros, plantados en el campo ameno y fecundo a las orillas del Nilo de la caridad, hemos de negar este mismo tributo a la tierra que nos alimenta? El abandonar la causa común, anteponer los CApÍTULo XII 359 intereses particulares al bien común de la Patria, a más de ser un delito de lesa humnidad, en frase de Cicerón45, lo es también de lesa caridad y de lesa justicia. Cada familia, dice San Agustín46, tiene la misma relación con la Nación que tiene la parte con el todo y el principio con su fin. De tal modo debemos los hijos del trono Español conciliar los intereses personales con los del Estado que siempre tengan éstos la preferencia. La educación que todos deben dar a sus hijos no ha de tener otro objeto que la utilidad de la Corona. Deben los Padres preferir para su uso y el de sus familias los / / 237r géneros del País a los extranjeros a fin de no empobrecer el Reino y no dar lugar a la opulencia de los forasteros, tal vez enemigos nuestros. Deben instruir a sus hijos que cuando se trata del peligro de la Monarquía, deben ofrecer gustosos para su defensa sus vidas, haciendas y todo lo de sus familias: no hay obligaciones domésticas que puedan detenerlos en esta ocasión, ni todas juntas pesan tanto como el peligro y defensa de la Patria. Lloren los Padres, suspiren las mujeres, giman los hijos, amenace a todos la pobreza; no importa, mayor desastre será el triunfo de nuestros enemigos y con él la opresión y servidumbre de nuestros compatriotas, la prescripción de nuestros Magistrados, el desprecio de nuestras leyes, la profanación de nuestros templos, el saqueo de nuestras casas y el deshonor de nuestras familias. En tales urgencias todos sin excepción debemos tomar las armas para vengar a nuestro Dios, defender nuestra patria, reparar nuestro honor, afianzar nuestro solio y asegurar nuestra vida; no olvidemos nuestras obligaciones cristianas y civiles, no las de nuestras familias, las de nuestrso conciudadanos y las de nuestro honor. Rehusar servir a la Patria o hacer el servicio con cobardía, salvando la vida con una vergonzosa fuga, dejando a nuestros compatriotas al furor sangriento de nuestros enemigos, debe ser lenguaje forastero en la Sociedad Española. Vivir y 45 46 La nota marcada con la letra Q en el texto en el pie de página. (236v Q). Nuevamente, la nota marcada con la correspondiente nota en el pie de página. marcadas con la Q y la S falta en el texto no tiene su correspondiente nota letra S en el texto no tiene su (236v S). Además, entre las notas la correspondiente a la R. 360 EL VASALLO INSTRUIDO sobrevivir a la ruina de la Patria es una vida más amarga, insufrible y cruel que la misma muerte. Sería abrir la puerta a los enemigos para desnudaras igno / / 237v miniosamente, despojaros de vuestras armas como indignos de manejadas y después trataros con aquel desprecio que merece vuestro temor y cobardía. Sería registrar el sepulcro de vuestros Padres, la cuna de vuestros hijos, el tálamo de vuestras mujeres y no poder sufrir la presencia de vuestros miserables conciudadé'nos infelices por vuestra culpa y perfidia. Seria huir de todos y pareceros que cada uno va en seguimiento vuestro a reprehenderos la vileza e ingratitud de vuestro corazón cobarde y sindicaros de su infelicidad y opresión. Sería constituir insoportables las caricias de vuestros hijos y la ternura de vuestras mujeres que os causarían mortales agonías. El sueño que suele dar treguas a las penas de los mortales aumentaría las vuestras y después de algún momento de un reposo agitado os asustaría el estruendo de las cadenas de nuesra Patria. Despertaríais horrorizados y encontrarías (sic) a la realidad aun más pavorosa que la imaginación y si por separarnos de las trincheras os sepultáis en la soledad, allí mismo penetrarán y turbarán vuestro sosiego los gritos que saldrán de vuestros más venerables santuarios, profanados por insolentes enemigos y hasta los sepulcros de vuestros mayores abortarán funestas sombras que atemoricen los fementidos y cobardes corazones de sus bastardos hijos.Mas si vosotros como buenos Patricios perdéis la vida en defensa de la Patria, lejos de vivir una vida ignominiosa y cobarde será eterna vuestra fama y glorioso vuestro sepulcro. Vuestra memoria será un monumento vivo y per / / 238r petuo en los leales pechos de vuestros compatriotas. Grabado en los corazones de vuestros conciudadanos, vuestro inmortal nombre se perpetuará de unos en otros y quedará la posteridad penetrada del espíritu de tal valor para imitarle en servicio del Estado. Por vuestro amor a la Patria no serán desoladas las Provincias, arruinados los Pueblos, saqueadas las casas, ultrajados los Santuarios y deshonradas las familias. Sin él, turbarán nuestra quietud los gritos horrendos de nuestros enemigos y gimiéramos la esclavitud con todo el peso de sus ruidosas y formidables CAPtruLo XII 361 cadenas. Sin él, vieramos hoy en el trono de la justicia sentadas a la usurpación y tiranía, dando leyes de temor con su Cetro de fierro y con sus armas sangrientas. Hasta los rústicos labradores cuando cojan los deliciosos frutos de sus arboledas fértiles y pingíies o cuando sentados en la menuda hierba enjuguen el sudor de sus frentes, o fatigados de sus laboriosas faenas descansen sobre sus arados, levantarán sus ojos al Cielo y rogarán al Dios de los Reinos colme de bendiciones a vosotros que fuisteis los instrumentos de su dicha y se confesarán deudores de la felicidad de sus trabajos y pacífica posesión de la abundancia de sus campos. Esta suerte os reserva la Patria, nuestra Madre Común, como sus géneros defensores que defendiéndola en sus peligros y socorriéndola en sus urgencias cumplís la primera de vuestras obligaciones. Un tan honroso ejercicioimporta más que cuantas preciosidades ofrece el mundo porque asegura la vida, la honra, la libertad, el interés, el domi / / 238v nio y unas recompensas que podemos llamar ultramundanas. Si no queremos ver desolado el Reino y las casas arruinadas, conservemos la unión de la Sociedad, no haya división de intereses, cedan los particulares a los públicos y sea uno mismo el interés del Soberano, el de la Patria y el nuestro. Un mismo interés es efecto forzoso de un mismo amor. Si tenemos éste, será compañera inseparable la fidelidad y la obediencia y no podremos negar aquél ni ésta a Dios que lo manda al Rey que lo merece, al Reino que lo necesita y a la Naturaleza que 10 ordena. Todos estamos unidos bajo las leyes de una misma Patria y con los vínculos de una misma Religión y por 10 mismo procuraremos la seguridad del Trono Español y la gloria de nuestra nación. Sea el único blasón que nos distinga el amor, respeto, obediencia y fidelidad al Rey y a sus Ministros que nos gobiernan. Roguemos a Dios que su vida sea feliz y dichosos sus días. Sean borrados de la lista de los tiempos los días en que los hijos bastardos intenten tiranizar al trono. Fulmine el Cielo rayos de venganza contra los audaces titanes que amenazan al Monte de el testamento. Disípense los desleales como viento al menudo polvo y sientan la ruina que merecen 362 EL VASALLO INSTRUIDO sus atentados. No permitamos a los enemigos de Nuestro Santo Rey profanar su Real Solio, ni que sea el triunfo prostituido a la iniquidad. Si en este capítulo he llegado a conseguir llenar la idea de las leyes, natural, divina y política, procurando todos guardar fide / / 239r lidad al Rey y a sus Ministros, obedecer a su autoridad y respetar sus leyes no sólo por temor del castigo sino también por obligación de la conciencia me prometo la mayor felicidad por haber llenado las obligaciones del Ministerio. 363 CAPITULO XIII Demuestra el Dominio y Señorío natural de los Reyes de España en la América 1 Al querer yo tomar la pluma en este capítulo se me representa un ejército encuadronado de enemigos que condenen mi ocupación y vituperen mi empeño. Pero mi carácter, mi amor al Soberano y la recomendable obligación de buen ciudadano no se acobardan por el formidable aparato de sus armas ni me permiten el silencio. Me ponen en la dura necesidad de convencerIes con la doctrina más sana como igualmente al autor del Pasquín General, que es el nuevo Filósofo.Su alevoso empeño es asegurar a los Pueblos que los Reyes de España no son legítimos Señores de la América, que su dominio en ella no es por derecho de heredad, que su soberanía es efecto de una violenta usurpación y que el natural y el legítimo señorío vive y se haIla en los hijos del País: proposición monstruosa! Pero ella es hija de su bastardo corazón y de su extravagante modo de pensar. Estas son sus voces y estas sus expresiones estampadas en el General Pasquín para la conmoción popular. ¿Esto qué otra cosa es sino renovar aquel tiempo de desorden y confusión? ¿Qué otra cosa es sino introducir en los Reinos el horror y la calamidad? ¿Qué otra cosa es sino declarar por justa, lícita y honesta la acción del tirani / / 239v cidio y regicidio? Por último:¿qué otra cosa es sino declarar por justa, lícita y honesta acordar la incauta plebe la errónea, herética y escandalosa doctrina de los Husitos y de Juan Parvo teólogo de París, condenados por el Concilio General de Constancia? Cómo pues podré yo contenerme en los diques de el más profundo silencio habiendo hecho juramento EL VASALLO INSTRUIDO 364 solemne de defender la doctrina contraria al tiempo de recibir el título de Lector de Teología y siendo amante y legítimo Vasallo de mi Rey? El pueblo ignorante, seducido y engañado con doctrina tan perniciosa queda ya instruido e ilustrado en los principios de la verdadera Religión, en aquella grande empresa de la pacificación que cargó sobre mis hombros el mandato expreso del Excelentísimo Señor Arzobispo Virrey. Era ésta tan difícil que trataba nada menos que de reducir a su deber, sin más armas que la palabra del Señor, a casi un Reino entero, a innumerables gentes de~pedladasque mal contentas de el suave yugo del Soberano habían sacudido el de toda subordinación. Era ésta tan interesante que se procuraba por este medio restituir a su legítimo dueño uno de sus más preciosos dominios que se le usurpaba. La cualidad de fiel Vasallo, mi apostólico ministerio, la honrosa elección que hizo de mi persona el Excelentísimo Señor Góngora, el crédito de mi Religión, todo me empeñaba a sacrificarme, pero lo que más encendió mi celo en servicio de ambas Majestades fue el juramento que se me mandó hacer y que efectivamente hice de enseñar y hacer observar la doctrina contra el regicidio corno circunstan / / 240r cia indispensable para obtener el oficio de Lector en el año de 77, cuyas palabras se anotarán en el mismo lugar de la cita.!; juramento verdaderamente que me empeñó a oponer todos mis esfuerzos a la muerte civil que sacnlegamente osaron dar a su Príncipe los Vasallos rebeldes abrogándose su dominación en muchas de sus Provincias. ilustrado ya el vulgo y conocido el error que les despechaba, intento confundir en este capítulo al autor del Sacnlego Pasquín para que entre en mejor acuerdo y no se pierda su alma. II Ignora acaso los inalterables y gloriosos títulos del dominio y señorío natural de nuestros Reyes en el Nuevo Mundo? ¿Se le oculta por ventura que son la salud del Pueblo y que esta es la Tibi predpientes ut prius juramentum prestes docendi & observare faciendi doctrinam adversus Regicidium, & Tiranicidium in Sessione xv. Concilij Generalis Constant. diffinitam. (240r A). CAPíTuLo XIll 365 ley suprema, a cuya dulzura de vida mira su poder soberano como objeto de todas sus Reales disposiciones? ¿Que no son invasores de las libertades de sus Vasallos, afectadores de la libertad suprema, enemigos de la Patria y usurpadores de el Reino? ¿Que su Real potestad es sacrosanta y que no son de la naturaleza de aquellos Príncipes que sin título alguno, gobernados de el espíritu de ambición, intentan entronizarse, oprimiendo con una infinidad de crueldades 11 240v a la República? ¿Que lejos de intentar fuerzas y tiranías gobiernan como Senores a quienes las leyes civiles no contemplan hombres privados2, ni las divinas fieras hambrientas3 contra quienes el consentimiento común arma a los Reinos para su propia defensa? Yo convengo en que se puede tiranizar a aquel Príncipe que por falta de título legítimo se empeña en ocupar el trono con la fuerza de sus armas, que sin ser llamado por Dios ni elegido el Reino, ni por derecho de heredad, ni por la justicia de la guerra quiere empuñar el cetro, convirtiendo la autoridad pública en solo sus intereses, oprimiendo a los Pueblos con impuestos superiores a sus fuerzas, maquinando contra la República e infamando a la Majestad con su más tirana desenvoltura. En este caso es justo invasor de la Sociedad, usurpa su poder y no hay duda que en tan tristes circunstancias queda el Rey no superior para resistirle, despojarle y aun condenarle a muerte con el objeto de defender a la inocencia, a los intereses, a la vida y a la libertad, redimiéndose por derecho natural de su tirana opresión no pudiéndolo conseguir de otro modo. Este pensamiento es hijo legítimo de la sentencia de Jozomer04 y del P. Sn. Gregorio Nacianceno sobre el tiranicidio de Juliano ApóstataS, cuya suprema autoridad había ya perdido por la apostasía tiránica y por haberse declarado enemigo cruel de la Iglesia, blasfemando de Cristo Señor nuestro y pretendiendo ex 11 2 3 4 5 L nec. Magistrat. 32. ff. de injuriis & ecofamas. (24Ov a). (ComO puede observarse la nota A está repetida. En esta segunda nota la encontramos con minúscula). Proverb. 28. 15. de Macab. A. V.25. (24OvB). Lib. 6. cap. 2. (240v C). Oratorio in Iulianurn A. (240v D). 366 EL VASALLO INSTRUIDO 241r tinguir del mundo su santo nombre. Su muerte, o ya sea por un ángel del cielo como quieren Santo Tomás y Baroni06, o ya sea por Mercurio Soldado santo a quien Dios resucitó para un hecho tan glorioso como quiere Martino Polan07, fue celebrada por acción heroica; este pensamiento es hijo legítimo del común de los Doctores, de la ley natural impresa en el corazón de todos y de la voz que les está hablando siempre al oído para que zumbando un sonido triste en el de los tiranos de que está ya cerca el cuchillo, le molesten inportunus suef'tos y suspendan la servidumbre. Esta resolución es tan cierta como antigua. Se halla confirmada no menos que con la autoridad infalible de la Escritura Santa y con los hechos de las historias profanas. En el libro Canónico de los jueces es aplaudida la heroica acción de Aod a causa de haber quitado la vida a Eglón, Rey de los Moabitas, por haber oprimido al amado pueblo de Dios8; esta acción es reputada por religiosa en toda la antigiiedad y su gratitud se apoya con la autoridad de Jenofonte, quien con la sutileza de su ingenio nos dejó escrito que lejos de cerrar las leyes las puertas de los templos a los tiranicidas les levantaban estatua en lo interior de ellos9, se premiaban con nobleza e intereses las muertes de los invasores que sin título alguno intentaban constituirse cabezas del 11 241v Reino según la autoridad de Heródoto, de Plutarco, de Aristóteles, de San Basillo y de Santo TomáslO, ponderando y celebrando éste a Bruto y a Casio por la muerte de Julio César, tirano usurpador de la República. Aristóbulo inmortalizó su fama en los Anales por haber libertado a su Patria de ls insufrible opresión y servidumbre de treinta tiranos que la afligían. La misma satisfacción merecieron Harmodio, 6 7 8 9 10 Sto. Tomás 22. Quest. 12. ame. 2. ad. 1. Baron. Tom. A. arma1.armo Christi 363. (241r E). In Iuliano & ee. Da (241r e). (Nuevamente encontramos repetidas y en minúscula la letra de la nota anterior). Lib. Judie. cap. 3. (241r F). Jenofonte in tirano. (241r G). Herodot. lib. 3. Xiphilinum. Plutareo in Augusto, in Arato et Pigmaleonte. Aristot. & Ethicor. 1º. et A. Politic. Cap. 1º. S. Basi1. Homil. in initium Proverb. in princip. S. Tomas, in 2.0. AA. quaest. 2. amc. 2 ad. s. (241v H). CAPtruLo XIII 367 Aristogitón y entrambos Brutos. Los Pretorianos fueron celebrados en su osadía cuando Heliogábalo probó sus armas y aun fue agradecida su muerte. Cayo murió a manos de una conjuración y Domiciano a las de otra. Sien<;ionotoria la invasión y que no tiene otro título que la ambición y las fuerzas de sus armas, puede lícitamente la República repeler las fuerzas, resistir al tirano y aun quitarle la vida, porque en tales circunstancias no obra como señor sino como persona privada y es prudente consejo atajar el daño en oportunidad antes que llegue a hacerse incurable la llaga. Así como a un particular le es lícito y permitido quitar la vida al invasor de la propia repeliendo la fuerza, en los mismos términos podrá una República invadida y oprimida por quien no es su legítimo Rey. III Esta doctrina no tiene lugar en aquellos Príncipes que siendo llamados a la Corona o por el mismo Dios, o por elección del Reino, o por derecho de sangre, o por justa guerra, se sientan en el trono, convirtiendo el poder soberano en convenien / / 242r cia propia y oprimiendo al Pueblo por la mala versación de su gobierno.Los derechos de la Religión, de la Naturaleza y de la Política, todos se convienen en esta materia tan importante. Las opresiones, las tiranías y las persecuciones no son capaces de desnaturalizar las glorias y justificados títulos de Pastores del pueblo, de Padres de la República y de Señores de el Reino con que les distinguen los derechos más sagrados e inalterables. La vida de los Reyes es el alma y trabazón de la República y ésta es superior a los intereses de los Vasallos, de suerte que es menos mal sufrir la violencia, el agravio y la servidumbre que dejar a la Patria sin cabeza. Por malos que sean los Soberanos legítimos, jamás se desnudan del título de Señores, no pierden la razón o el ser de Príncipes y nunca gobiernan como personas privadas dentro de su misma casa que es toda la sociedad, al modo que los Padres naturales por el maltratamiento, dura opresión de sus hijos y crueles vejaciones con ellos no quedan privados de el ser de Padres y los hijos de la obligación de tales. Los Príncipes Soberanos son puestos 368 EL VASALLO INSTRUIDO por Dios en el Trono, no reconocen superioridad alguna en la tierra que los juzgue en lo temporal sino al mismo Dios, como queda probado en el último capítulo. Los Pueblos oprimidos siempre son inferiores, no son facultativos a juzgar la buena o mala conducta de los Reyes. Si son malos, si continúan sus crueldades, si no cumplen con los pactos y leyes de el Reino que han jurado. Dios es el único juez que velará sobre la dureza de su gobierno, el que tomará a su cargo la venganza o el que ablandará su corazón, como al de Assuero, í í 242v cuando por las relaciones de Amán pensaba acabar con todos los hebreos, haciéndoles conocer el valor de su espada. Cuando los Pueblos sientan el peso de la servidumbre levantarán el corazón a Dios como los Israelitas en el cautiverio de Egipto bajo el tirano yugo de Faraón, en sentir de Santo Tomás.u Las desenvolturas de los Príncipes y su duro gobierno no son efectos de la contingencia sino de los más ocultos secretos de la Providencia. Dios los permite muchas veces para vengar la abominación general de los Pueblos y en este caso nuestro, recurso será a Dios que es el tribunal a donde deben apelar los vasallos en medio de sus opresiones como lo dice San Agustín.12 Ninguna causa puede obrar fuera de la esfera de su actividad. Los superiores siempre están colocados en una categoría más elevada que la de los súbditos y esta es la causa por que la inferioridad jamás puede tener influjo, ni acción, ni derecho para juzgar y condenar a la superioridad. Yo convengo con los Pueblos oprimidos que es ley dura y de servidumbre la de los Príncipes tiranos pero ellos deben convenir conmigo que Dios está sentado sobre los tronos: que desde estas alturas mira las irregularidades o injusticias de los Monarcas que desnaturalizan las leyes de el Reino; pero también debemos confesar que es él solo el único que puede conocer de su causa porque no reconocen superior en la tierra en lo temporal y que en ningún caso les es privativo despojarles de el cetro, derribar / / 11 12 Lib. 1 de Regim. Prindp. cap. 65. (242v1). Sn. Agust. de Civitate Dei. cap. 19. (242v n. CAPtruLo XlII 369 243r los del trono, tomar las armas contra su soberanía y tiranizarlos porque son los ungidos del Señor. Confesamos su tirano gobierno, sus injusticias, sus violencias y que faltan a lo que tienen jurado desnaturalizando las leyes del Reino; pero también debemos confesar que Dios es el que tiene toda la potestad en el Cielo y en la tierra, que está sentado en un trono más elevado al de los Reyes y que como superior y fuente de toda soberanía atiende a la infidelidad de los Príncipes, mira sus desenvolturas, sus opresiones y tiranías tomando por su cuenta la venganza y mandando en oportunidad el condigno castigo; porque es el único tribunal a quien pertenece el conocimiento de las causas del Soberano. Nosotros, si nos separamos de su fidelidad y obediencia prescrita en la Religión, en la Naturaleza y en la Política, sufriremos el azote de su alto poder porque es la cabeza superior independiente que nos gobierna. No podemos maquinar contra su vida y mucho menos negarles la adoración y reverencia naturalmente debida a los superiores. Tomar las armas para sacudir el yugo de injustas contribuciones, con el pretexto de mirar por la salud y sosiego de la República, es exasperar más la llaga y aumentar el contagio. Las Escrituras, los Concilios, el Vaticano, el Derecho Canónico, los Santos Padres, los Doctores y las leyes Reales y Civiles, todos convienen que la conjuración de los Vasallos contra su legítimo Reyes delito el más atroz y que Dios lo castiga con el último rigor / / 243v como queda probado en los capítulos antecedentes. ¿Cómo,pues, se contempla la rebelión remedio para atajar las violencias y conservar la paz y libertad de el Reino? ¿Se ignora acaso que no se ha de abrazar un medio de su naturaleza malo para conseguir mayores bienes? ¿Si la sublevación es intrínsecamente mala, cómo podrá considerarse medio oportuno para restablecer la libertad que se supone oprimida?¿Si la sedición perturba el buen orden de la República, introduce la confusión, derrama la sangre inocente, desnaturaliza las leyes más sagradas, dirige su despechado furor contra su legítimo Rey, a quien el mismo Dios colocó en el Trono, cómo se ha de conocer permitida como último recurso de la libertad? EL VASALLO INSTRUIDO 370 N La experiencia común es la verdadera madre de el desengaño. Cuantas conjuraciones leemos en las historias son otros tantos maniantales (sic) de desorden, confusión, robos, injusticias, violencias y muertos. Los Reinos no mudan de semblante sin una infinidad de desgracias, calamidades y turbaciones. Hablará el Libro Canónico de los jueces y dirá que la furiosa conjuración que los ciudadanos de Sikem levantaron contra Abimelec, ocasionó una S<h"lgrienta guerra, que el Rey fue víctima lastimosa de la muerte, la ciudad quedó desierta y sembrada de sal y sus habitantes fueron sacrificio triste de las llamas y del cuchillo.La causa de la conspiración era justificada a su / / 244r parecer, la tiranía era notoria, la opresión indubitable porque trataba de la muerte inhumana y cruel de setenta Siquimitas; ¿pero qué utilidades y conveniencias acarreó a la ciudad? No se ignoranP ¿Y qué diré de la conjuración de Roma contra el tirano Nerón? Basta decir que le sustituyeron en el trono Othon y Vitelio, iguales en la crueldad y si no le excedieron a lo menos se contemplaron cancer pernicioso de la República. Aun llora y llorará la Francia los estragos y calamidades que sufrió por los tristes sucesos de Enrique III y de Enrique N, tiempo verdaderamente funesto, pues en veinte años vio dos Príncipes tiranizados con fierro por restaurar la libertad pública. El primero murió al golpe de una puñalada que olvidado de su carácter le dio un Fraile el año de mil quinientos ochenta y nueve; el segundo rindió sus últimos alientos en manos de un plebeyo en el año de mil seiscientos diez. j Qué guerras civiles tan empeñadas! i Qué montes de cadáveres! i Qué arroyos de sangre! i Qué violencias! i Qué conturbación! Esta confusión la vio Francia hasta la reconciliación de Enrique N. No se habrá visto siglo ni más cruel en la guerra ni más sangriento en la Paz. Con razón refiere Suetonio14 que el César Romano deáa que los Reinos nunca se trecan (sic) sin grandes turbaciones. Ni la autoridad, ni la razón, ni el ejemplo, ni el disfraz de resucitar la libertad / / 13 14 Lib. Judic. Cap. 9. (244rK). Suetonio in Iuli. Cesar. cap. 86. (244r L). CAPÍTULo XIII 371 . 244v oprimida permiten al Vasallo el regicidio, que es lo mismo que tomar las armas contra los Reyes, contra la autoridad infalible de las Escrituras Santas, contra la definición de los Concilios y contra la sentencia de los Padres. V Los libros canónicos son tan expresos que sólo una voluntad adulterada y corrompida puede vituperados. Las inhumanidades del impío Rey Acab y de la tirana Jezabel son tan notorias en el libro cuarto de los Reyes que no hay necesidad de referirlas. Sin embargo el valeroso capitán Yehú miró la pública autoridad del Príncipe como sacrosanta en los sentimientos de los Vasallos. Lejos de maquinar contra la vida de el Rey para restablecer la seguridad del Reino, le dio adoración y reverencia esperando a que el Profeta Eliseo le consagrase en Rey por especial mandato de Dios;15¿quién podrá ignorar la atroz ferocidad de Saul? Ochenta y cinco sacerdotes vestidos con los ornamentos sagrados fueron sangriento sacrificio de su despechado furor en odio de Achimelec por la hospitalidad de David.16 No terminaron aquí sus crueldades; pasaron más allá de lo que se puede pensar. Ensangrentó su lanza con la sangre inocente, pasó a cuchillo toda la ciudad de Nobe, hombres y mujeres, grandes y pequeños / / 245r hasta los niños de pecho, ganados y animales de servicio. Dejó en silencio la rabia y tirana persecución contra David, escogido por Dios para ocupar el trono de Israel. De nada sirven las violencias y opresiones de Saul; basta saber que es el ungido de Señor (sic) y vicario suyo, con autoridad de vida y muerte sobre los Vasallos para que David no use de medios agrios para contener sus injusticias y servidumbres. Suspende el golpe, retira la lanza, no quites la vida a Saul porque es el Cristo de el Señor y no puede ejecutarse sin ofensa a Dios dijo David a Abisay cuando intentó con su lanza acabar de una vez con las inicuas persecuciones de un Rey 15 16 Lib. 4. Regum. cap. 9. v. 6. et 14. (244vM). Lib. 1. Regum. Cap.22. v. 18 y 19. (244v N). EL VASALLO INSTRUIDO 372 tan inhumano. Este es un hecho infalible cuya narración hace el libro primero de los Reyes.l7 La destrucción de Jerusalén, la ruina de sus murallas, el incendio de el templo, la servidumbre de sus ciudadanos en Babilonia, la erección de la estatua de oro y el duro mandato de su adoración, son otros tantos auténticos testimonios de las crueldades de Nabucodonosor: son otras tantas mudas voces que publican las tiranías de un Emperador tan inhumano y perverso, cuyas trágicas memorias nos acuerdan los Profetas Daniel y Baruc.18 Sin embargo, el Profeta Jeremías escribe a los cautivos en Caldea amonestándoles que rueguen a Dios por la prosperidad de aquel Príncipe.19 Sedecías 11 245v es acusado de infiel y desleal a Nabucodonosor por el Profeta Ezequiel, cuya infidelidad le hace reo de Estado y le condena a muerte.20 San Pablo en su Epístola a Timoteo: ¿pero qué me canso yo en referir autoridades infalibles cuando están ya referidas en el último capítulo que trata de la obediencia a los Soberanos? ¿Qué objeto se propusieron el Profeta Jeremías y San Pablo en sus respectivas cartas? No otro que el sosiego de la República y la tranquilidad de los Vasallos. La quietud de los Patricios buenos tiene su dependencia de la seguridad de los tronos. Vuestra paz, dice Jeremías, se apoya en la paz de Nabucodonosor. Por malos y viciosos que sean los Reyes se halla en el sufrimiento mayor tranquilidad que en la agria resolución de la rebeldía y conjuración. Hablaron ya las Escrituras Santas; oigase ahora la voz de los Concilios. VI El Concilio General de Constancia que se celebró en tiempo de turbación y cisma para proveher (sic) de Pontífice cierto e indubitable depuso a Juan XXIII,a Gregorio xn ya Benedicto XIII que eran los tres Papas que disputaron la pureza y legitimidad de la Silla.La paz era el centro de las 17 18 19 20 Lib. 1. Reg. cap. 26. V.9. (245r O). Daniel cap. 6. Baruc cap. 1. (245r P). Jeremías. cap. 29. (245r Q). Ezequiel. cap. 17. (245v R). CAPÍTULo XIII 373 determinaciones del Concilio y para su consecución eligieron a Martino V, conviniéndose los vocales discordes. Este Concilio fue aprobado por este legítimo Pontífice y por Eugenio su sucesor en todos sus decretos fundados en materia de fe y hechos conciliar / / 246r mente, excluyendo un decreto de la cuarta sesión en la que se declaraba la superioridad del Concilio General al Papa. La causa de anular la sesión IV fue por faltar en ella las partes que seguían a Gregario y a Benedicto, como 10 asegura Belannin021 por cuyo motivo lo que en ella se trató no fue materia de Concilio General. En la sesión XXXXV (sic) satisface a la demanda de los Embajadores del Rey de Colonia y del Duque de Lituania que le pedían confirmase la condenación del libro de Juan Falchemberg, hecha por el mismo Concilio, diciendo que todos los Decretos del Concilio Constaciense hechos en materia de fe y conciliarmente quedaban confirmados. Siendo así, es doctrina errónea, herética y escandalosa y preparada para turbar los Reinos y confundir el buen orden de los Pueblos, introduciendo fraudes, perjuicios, tosigos y conjuraciones en ellos, el afirmar que el hombre privado puede matar al Príncipe tirano, aunque lo haga sin ardides e infidelidades, valiéndose de sola la fuerza que es lo que se trató en el Concilio y se condenó. En esta condenación el espíritu genuino de los Padres es contener el desenfreno de los Husitas, que enseñaban podían los Príncipes ser despojados de el cetro Real por cualquier delito que cometiesen. Pero el principal cuidado de el Concilio era humillar la arrogancia de Juan Parvo, teólogo parisiense que se empeñó en indemnizar la muerte de Ludovico Aurelianense, ejecutada por Juan de Burgundia en la misma ciudad con el falso dsifraz de ser lícita la acción de oprimir al tirano sin necesidad de recurso a la potestad / / 246v pública violando la religión del juramento. Las llamas de indignación de los Concilios, los rayos de el Vaticano, la decisión de los cánones contra los vasallos que toman las armas contra su legítimo Rey por redimir la libertad del Reino 21 Lib, 2, de concilior autorit. cap. 19. (246r S). 374 247r 22 EL VASALLO INSTRUIDO oprimido están ya alegados en el capítulo que trata de la gravedad del delito que en sí contiene la rebelión. Sólo me detendré ahora en citar a San Agustín quien hablando de la ocasión que tuvo David de matar a Saul asegura que no lo ejecutó por no quebrantar tan grande sacramento como contenía la unción de Saul en Rey.* Cómo puedo yo poner las manos en el ungido del Señor, decía David a sus soldados.22 Por último, quiero poner la autoridad de Optato Milevitano para conclusión de esta materia. «La ocasión, dice este antiguo autor, de vencer tuvo David en su mano, incauto a su parecer, seguro halló al enemigo sin trabajo y sin riesgo de su propia sangre, pudo degollarle y comutar (sic) la guerra de muchos en la muerte de uno. Sus soldados y la ocasión se lo persuadían, la oportunidad incitaba a la victoria, ya había comenzado a desenvainar el hierro, la mano armada corría al cuello enemigo; pero obstaba la memoria de los Preceptos Divinos y contradijo a los soldados y a las ocasiones y se hubo como si dijera: sin causa me provocas victoria, en vano me convidas a triunfos, ocasión; bien querría yo vencer al enemigo pero he de / / anteponer el cumplimiento de los mandatos de Dios, no he de poner las manos a quien él ungió. Reprimió la mano, retiró el cuchillo y respetando el óleo sacro con que Saul fue ungido en Rey, le perdonó y libró aunque enemigo.» David no conoció en las tiranías de Saul bastante causa para destronizarle. Salón prohibió matar al que intentase colocarse en el trono, fundado en que de lo contrario se abría la puerta a muertes alevosas que con el pretexto de tiranía se ejecutaban. ¿Y verdaderamente quién es capaz de refrenar la insolencia y malicia de los mal contentos, amigos de la independencia? ¿Quién podrá contener el furor y despecho del pueblo libre para que continuamente no ande vacilando entre conjuraciones? Si al Pueblo se le permitiera la muerte de el Príncipe jamás hubiera seguridad en los tronos. Por cualquiera leve motivo los enemigos de la paz ponderarían En este lugar se registra en el texto la nota correspondiente a la letra T pero se omite en las referendas del pie de página. Lib. 1. Regum. cap. 24. V. 7. (246v U). CApITuLo XIII 375 de tirana la ejecución de las leyes y la contribución necesaria de los intereses para la dignidad del Soberano. Las leyes no tendrían estabilidad, se faltaría a su respeto sagrado, no habría obediencia, el gobierno de los reyes sería arbitrario en el Pueblo y todo sería desorden y confusión. Vil Supuesta esta Doctrina, tan cierta como inalterable, dígame el nuevo Filósofo que sigue el sistema de la razón: ¿En qué concepto tiene a los Reyes de España? ¿Qué idea ha formado de su gobierno? ¿Es de libertad o de servidumbre? ¿Si 10 primero, pues por qué / / 247v en su Pasquín General enseña al Pueblo idiota a darles una muerte civil? Si 10 segundo: ¿en qué clase de tiranos los coloca? ¿O los considera en el trono con títulos legítimos, inalterables y gloriosos oprimiendo a sus vasallos con tributos e inhumanas violencias y atrocidades? Si estos son sus sentimientos ya queda convencido en el capítulo de la justicia de las nuevas contribuciones, en donde queda probado que lejos de ser ley dura y de opresión eran justas y suaves, que procuraban la propia seguridad del Reino; porque nuestros soberanos son el alma de la sociedad civil y la salud misma de la Nación; sus personas son inviolables y sagradas; se interesan en que sean veneradas y respetadas con una perfecta seguridad pues de otro modo la quietud pública y el bien del Estado estarían en un continuo peligro y sobresalto, conforme a la ley quinta que declara a los Príncipes vicarios de Dios en su Reino cuanto a lo temporal y a la Doctrina de Salgado.23 y a las Escrituras Santas, los Sagrados Concilios, las respetables autoridades de los Doctores y las más serias reflexiones políticas, las anatemizan, las condenan y declaran erróneas, heréticas, escandalosas y opuestas a los derechos más sacrosantos de la Naturaleza, de la Religión y de la Política. ¿O los contempla bajo del solio, invasores de la libertad Americana, afecta t t 23 Ley 5. part. 2. titu. 1. Salgada cap. 1. 5. 42. (247v X). (Se omite la nota correspondiente de la letra V). EL VASALLO INSTRUIDO 376 248r dores del poder soberano, enemigos crueles de la Patria y tiranos usurpadores del nuevo mundo, sin título alguno más que el de una conocida ambición? Si este es su modo de pensar vaya vengar la causa de mis Soberanos a quienes injuria y con la barbarie más feroz insulta y maquina conjuración para despojarles de su dominio y natural Señorío que gozan en ambas Américas. Una ilusión es capaz de precipitar al corazón más advertido. La falsa preocupación en que vive es la causa de su error y engaño y aun de mayores desbarros sola su dañada intendón es el origen de Írenesí tan furioso. VIII Varios son los títulos con que los Reyes de España ocupan el trono gobernando legítimamente a ambos Pueblos, Americano y Español, los cuales pueden verse en el Señor Solórzano. Yono quiero hablar del derecho de ocupación ni del rescate y compra; pero hablarán las N adones Extranjeras de otro título o derecho superior de nuestros reyes que le harán ver al nuevo Filósofo su vergonzosa confusión. Hablad vosotras o Cortes de la Europa, o vosotras, digo, esforzadas Potencias de Alemania, Francia, Nápoles¡ Holanda e Inglaterra, que proclamadas por vuestros Vasallos descansáis pacíficamente en vuestro real trono, recibís bajo del trono sus adoraciones y conserváis el decoro soberano con la fidelidad y obediencia a vuestras leyes majestuosas. El derecho de proclamación afianza entre otras la seguridad de el trono. ¿Será España de peor condición que las otras Naciones? / / 248v ¿Se encontrarán otros cánones, otras decisiones, otras leyes, otra Naturaleza, otra Religión, otra Política que la excluyan de un derecho tan glorioso como el de proclamación? ¿España, cuyos Reyes son nada crueles, nada ásperos, nada vengativos, todo piadosos, todo afables, todo dóciles, todo amables, todo clementes, recomendables al mundo todo por su cristiandad y amor a sus vasallos, no gozara del título de proclamación para afianzar el feliz gobierno de la América en la real prosapia de sus Príncipes? Las públicas demostraciones de regocijo que ya cerca de tres siglos manifestaron sin interrupción alguna los Reinos y las CAPtruLoXIll 377 Provincias en sus continuas proclamaciones ¿qué otra cosa son sino un inmortal monumento del dominio y Señorío natural de España en este nuevo mundo? Juraron por legítimos Reyes a los de España, prometieron reconocerlos por tales, obedecerles y guardarles fidelidad de cuya obligación nadie puede separarse sin violar la Religión, la justicia y todas las leyes. La proclamación no es arbitraria; es un vínculo fuerte, invencible, que une a todos los miembros de la Sociedad mediante la solemnidad del juramento para no ser libres en obedecer y defender la Corona. Si después de una solemne proclamación se reservara en nosotros el derecho de destronizar los Reyes, sería sin duda la más horrible monstruosidad, sólo imaginable en las fieras. Es sentimiento común, es ley universal que ninguno puede constituirse juez en causa propia. La proclamación es púlica, la certi / / 249r dumbre de su legítimo derecho reconocida en todas las cortes, el valor del juramento indubitable :¿con qué título podrá el vasallo eximirse de su observancia rigurosa? ¿Se toca por ventura el conocimiento de la licitud del juramento? La relajación o libertad de este acto de Religión no es privativa de el vasallo ni del Pueblo ni aun del Reino. Esta es regalía propia de el Romano Pontífice por ser materia puramente espiritual. La declaración de las dudas sobre el valor del juramento de fidelidad a los soberanos es propia de el Santo Papa que por derecho divino y positivo le toca; de suerte que a ninguno es concedido este poder y juicio como lo declara Inocencio III en las turbaciones de Alemania por la muerte de Enrico V (sic); sobre la elección de Emperador4 estas son sus voces. «Ninguno de sano juicio ignora que pertenece a nuestro tribunal el declarar si este juramento es lícito o ilícito y por consiguiente si se ha de observar o no.»Gonzáles con su acostumbrada erudición ilustra este texto del Derecho Canónico con otros capítulos de el derecho y con la autoridad de Santo Tomás, Suares, Sánches y Azor con quienes <:onduye que en juramelLtO$de esta gravedad, 24 Cap. Venerabilem. 34. de electione et electi potestate. S. (nombre confuso). (249r V). 378 ,EL VASALLO INSTRUIDO que miran a la elección de Príncipes soberanos, es privativa de solo el Papa la dispensación o relajacióny de ningún modo pertenece a los Obispos25;todo juramento relativo a la / / 249v debida obediencia de los Soberanos se mira sujeto a la declaración de la Santa Sede como efecto de la ley divina en el libro Canónico del Deuteronomio.26 Mandó Dios a su Pueblo que todas las causas dudosas las presentase en el Tribunal de los sacerdotes donde presidía el Sumo de ellos y estuviesen a su decisión bajo pena de muerte, cuya autoridad se extendía particularmente a las causas sagradas y espirituales que pertenecían a la Religión y culto divino como legítimo intérprete de la ley divina. ¿Si esta ley tenía lugar en la República Hebrea, ruda y menos política, con cuánta más propiedad le debe tener en la Santa Iglesia y República Cristiana la más política y bien ordenada? Al Pontífice Sumo le es peculiar la decisión de todas las controversias que miran a la Fe, a la Religión y buenas costumbres y siendo el juramento de fidelidad que hacen Iso vasallos a su Rey en su solemne proclamación no hay duda que el Papa es el que únicamente puede conocer en su causa. La ley del Deuteronomio es directiva y moral y por lo mismo tiene lugar en la ley de gracia no por virtud del testamento viejo, sino por virtud del Evangelio, dice el docto SuaresP La razón es fuerte, clara, nada dudosa. La materia de el juramento es espiritual y sacrosanta, como dice Sairo28pertenece a la doctrina de la Fe, a las buenas costumbres y a la sal / / 250r vación o ruina de las armas que peligra o se asegura en su observancia; ¿quién si no el Pontífice podrá conocer en ella? 25 26 27 28 González ibi in notis num. 18. S. Tomás 22 q. 89. artie. 9. Suares de relig. tomo 2. lib. 2. cap. 33. in fine. Sanches lib. 3. Summa. cap. 19. num. J y cap. 21. num. 2. Azor lib. 11. insto Moral. 1. Parte. cap.9. quaestio 4. (249r X). (Por error se repite en esta nota la letra X). Deuteronomio cap. 17. V. 9. et 10. (249v Y). Suares in defensione Fidei. Contra anglicane sectae errores lib. 6. cap.7. num.7. (249v A). (Nuevamente hay un error en el orden de las letras de las notas: de la nota Y se salta en el texto a la nota A, omitiendo la Z). Sairo de Sacram. tomo 1. disp. 1. num. 8. (249v a). (como al comienzo de las notas de este capítulo la nota A esta repetida; la primera está indicada con mayúscula y la segunda con minúscula). CAPÍTULo XIII 379 ¿Quién sino el Papa podrá constituirse juez de estas controversias? De lo contrario tenían puerta franca los cismas, las perturbaciones y divisiones en los Estados, llenándose de facciones tumultuarias los Reinos. Cada momento se desnaturalizaría la obediencia a los Príncipes, faltarían los vasallos a la fidelidad jurada a la Majestad si fuesen arbitrarios en juzgar el valor de los juramentos que se hacen en la proclamación. ¿Con doctrina tan constante y cierta cómo se atreve el Nuevo Filósofo a repudiar los Reyes de España, tantas veces proclamados y otras tantas jurada su fidelidad y obediencia? ¿En dónde se halla la decisión de la Silla Apostólica para la relajación de su juramento? ¿No se mira éste confirmado por las Bulas de Alejandrjo VI? ¿No se hallan autorizadas por la Iglesia Santa con la preeminencia gloriosa de legados natos en la América? ¿No se hallan distinguidas con el uso de los dos cuchillos con tan igual armonía su consonancia? ¿No ejercen todos los actos de jurisdicción contenciosa y voluntaria, gozando como legados natos de autoridad coactiva, conociendo de las causas de las Iglesias y Oérigos, así civiles como ordinarias, sin apelación a la Corte de Roma? ¿Y todas estas gracias y privilegios de la Silla Apostó / / 250v lica, qué otra cosa declaran sino la pureza y legitimidad deJ29Dominio y señorío español en el nuevo Mundo? Esta es una verdad que tiene por base fundamental el testimonio de la infalibilidad canónica, la decisión de la Iglesia, la autoridad de sus doctores y la fuerza de al razón y el ejemplo de los hechos de la Escritura Santa. Consiguieron los Gabaonitas con engaños y mentiras que Josué y los Israelitas les jurasen paces y alianzas; conocieron el engaño y no se atrevieron a faltar al juramento por la reverencia del nombre de Dios que se interpone e invoca como se lee en el libro de Josué.30 Cuando Dios no se dejaba oir sino entre truenos y relámpagos, cuando no se dejaba ver sino entre nubes, 29 30 Abréu, vacantes de Indias, parte 3. Artic. 1. pago 22 y 23. (25Ovb). (Esta nota y la que le sigue están indicadas en el texto en letras minúsculas). Josué cap. 9. V. 19. (25Ovc). EL VASALLO INSTRUIDO 380 cuando todo era sombra y todo figura tratándose de mentira y engaño, no se atrevieron los de Israel a violar la Religión del juramento; y ahora que ya terminaron las sombras, cesaron las figuras, que todo es realidad y que ya Dios está cerca de nosotros, intenta el nuevo Filósofo relajarse por sí mismo el juramento de fidelidad y obediencia al Soberano que interviene en la proclamación, arrojándose con temeraria osadía a despojarlo de su natural Dominio y Señorío en este nuevo continente. Sólo un espíritu de arrogante presunción podía cometer tan horrendo atentado. / / 25lr Sola una errante Filosofía será capaz de intentar oscurecer el título brillante de proclamación. Yo quisiera saber en qué funda su grosero error y su loco desatino. ¿Será por ventura su apoyo la ley de Dios y de la naturaleza que prohiben no sean despojados de su trono los Reyes aunque sean bárbaros y Gentiles; que los Indios fueron destronizados con violencia, cuya guerra fue injusta; que los Españoles gobernados de su ambición entraron como tiranos, usurpadores de estos remotos Reinos y que el derecho natural no está sujeto a prescripción, según la doctrina de Benedicto XIV? Si este es el fundamento de su sistema, oigame con gusto, que con la mayor imparcialidad vaya convencerle. IX Convencer a un incrédulo es la grande obra de los literatos. Daré principio a mi empeño por la certidumbre de la prescripción que nuestros Reyes han adquirido en América. Los hombres se privaron gustosos de su natural libertad, reduciéndose a vivir bajo de una sociedad civil sin otro objeto que tener protección, seguridad en la justicia y disfrutar con todo reposo lo que es propio de cada uno. Para esto es necesario el establecimiento de buenas, justas y sabias leyes. Sin este reglamento la confusión y el desorden se apoderarán de el Reino, se extinguirán las virtudes civiles y la Patria vendrá insensiblemente a perecer. Si los hombres no se separasen de la rectitud y de I / 251v la justicia, no habría necesidad de leyes para el Gobierno de los Pueblos; bastaría la ley de la naturaleza para la vida CAPtruLoXIII 381 sociable. Muchas veces la misma ignorancia o malicia o preocupación de los hombres la constituyen inútil y vana. La formación de Leyes positivas es necesaria para ocurrir a tanto mal y para que todos conozcan su derecho sin equivocación. La rebeldía del corazón y la continua lucha de las pasiones guian al hombre al precipicio. Es frágil barrera para su contención el temor de Dios y el clamor de las leyes; pero muchas veces el sobresalto de la pena y del castigo le reducen a la observancia de su deber. Lo que no puede el respeto de la ley naturall0 consigue una sanción penal y por esta causa la ley natural se muda en civil. Cambiando las leyes de semblante no hay duda que las leyes divinas y naturales fundan el derecho de prescripción. Esto es tan corriente y expreso en las leyes Reales y civilesque no necesita de referirse. Es verdad que las leyes natural y divina no están sujetas a prescripción a causa de que la natural es perpetua e inmutable y la divina es indefectible como que depende de la voluntad de Dios, a quien la indefectibilidad e inmutabilidad le es debida por esencia; pero esto se entiende cuando no intervienen causas justas como lo haré ver en los siguientes parágrafos para la más justa prescripción. España las tuvo superabundantes pero yo quiero suponer que fuese injusta la Conquista // 252r de la América, lo que niego sin embargo; ¿le faltarían títulos inconcusos para el legítimo dominio y natural señorío en ambas Américas? Es expreso en el Derecho quela posesión inmemorial confiere un derecho cierto y más eficaz que el que resulta del expreso consentimiento y justifica últimamente, haciendo legítimo el Dominio de las Casas aunque por latrocinio y tiranía se hayan adquirido, en sentir de Molina.31 Una prevaricación inicua y una usurpación tirana suele transformarse y convertirse en justicia la más segura y privilegiada y por lo mismo los imperios que tienen por origen la agresión cruel, injusta y tirana por el largo 31 Molina de justi, et jure, trad. disp. 24. num. 11. Solorz. Lib. 1. Politic. cap. 11. V. 10 cual conviene y el sigo d. Luca. tomo 7. de alienat. discur. 3. num. 21. Ayrnon Graveta Conci!. 640. num. 10. De Solórzano, del Cardenal de Luca y de Graveta. (252r D). 382 EL VASALLO INSTRUIDO tiempo y duración se legitiman en sentencia de Schiara, de San Jerónimo, de Freitas, de Séneca, de Suares y de la Púrpura de Luca.32 La mayor parte de los Reinos se aumentó con la usurpación, se mantuvo con la justicia y se legitimó con el tiempo. No habría paz en el mundo si en el tribunal del tiempo no se hubieran legitimado los Dominios y los Reinos; porque apenas hay N ación que recibiese de sí misma la Suprema Potestad sino de otra extranjera más poderosa. / / 252v Pero ya a todos los Reinos favorece la posesión inmemorial confirmada por el consentimiento cOffi\ín de los Pueblos en sentir de Saavedra, de Tácito, de Grocio, de Pufendorf y de Tertuliano.33 El tiempo que ha mucho que pasó lo hemos de juzgar como si no hubiera sido porque ya está como borrado y consumido con el uso contrario y a éste nos hemos de acomodar y ajustar pues nos importa poco saber ahora si fuera más justo que imperara Pompeyo que César: sino vivir en lo que hallamos y como lo hallamos sin andar escudriñando los principios y raíces de los tiempos en los cuales no podrán los hombres hallar más causa y firmeza que la voluntad de Dios o su permisión, el cual se sirve que observemos lo que vemos pasar en el siglo en que vivimos y que es lo que nos da costumbres y leyes y en quien consiste nuestra vida, nutrimento y esencia, dice Baldo, a quien refiere Solórzano en su libro de Política.34 Quiero poner por último la respetable autoridad de la Universidad de Salamanca en la consulta que se le hizo sobre el derecho decimal de nuestros Reyes, la que refiere el P. Diana.35 La costumbre, dice la Universidad, y posesión inmemorial en semejantes casos se equipara a la misma verdad, pacto, título y concesión expresa; y obra lo mismo que el título / / 32 33 34 35 Shiara, teología bélica, tomo 1. lib. 1. Dificultas 26 n. 26. San Jeron. tomo 3. quest. 6. in. Epist. ad Algasiam. Freitas de justi. Impera. Cap. 12. n. 13. Seneca relato a Freitas. Suárez lib. 3. contra Reg. Angl. c. 2. n. 20. Cardinalis de Luca discursu de alienat. 3. n. 21. (252r E). Empresa 41. S. no es menor fol. 274: Corono Gotic. tom 1. en el Proem y cap. 1. de la. parte. en el princip. y en el tomo 2. fol. 109. Tacita. lib. 5. histor. Tertuliano in Apologetico adversus gentes C. 25. Grotio de Jure Belli. lib. 2. C. 4. S. 11. n. 1. Pufendorf. de. jure natur. et Gent. lib. 7. cap. 7. 5.4 (252v F). Solorz. in Politic. lib. 4. cap. 11. S. lo cual conviene. (252v G). Diana. tomo 10. tract. 15. resoluto 15. (252v H). CAPfTULOXIII 383 253r original y es la más eficaz que se puede imaginar,contra quien no se puede alegar cosa en contrario: es un título en blanco firmado de Su Santidad donde se puede figurar todo cuanto es necesario para obtener. En los Dominios de los Príncipes aun los más justos no hallará el Filósofo curioso otro título legítimo que el de la duración anticuada de su gobierno y una observancia continuada de hacerse obedecer que es el único refugio de los Soberanos, asegura Trobat.36 Los de España, fuera de los títulos gloriosos, ciertos y nada confusos, como lo demostraré, gozan la inmemorial posesión que les justifica y legitima su Dominio y Señorío en la América. Hasta ahora no se ha probado con evidencia por los enemigos de la Nación Española la tirana invasión y la justicia de la Conquista del nuevo mundo. ¿Cómo, pues, la insultan cada momento y la califican de cruel usurpadora? ¿Ignoran acaso que a España poseedora no le toca probar en juicio su legítima autoridad en este continente y que es obligación de los malcontentos hacer cierto y evidente el derecho contrario? ¿Que aun en caso dudoso, no alegando más que fútiles probabilidades y estériles especulaciones por derecho común, canónico y civil se ha de estar siempre a favor del poseedor? Sus clamores injuriosos y sus satíricas equivocaciones no son capaces de perturbar el derecho cierto que le da la posesión de cerca de tres siglos sin repugnancia, sin contradicción solemne y sin protesta formal / / 253v de daño y perjuicio. ¿Cuándo por parte de la América se ha reclamado su natural Dominio y Señorío que tanto se empeña el Filósofo en persuadir al vulgo ignorante que lo deben obtener los hijos del País? ¿Qué nueva legislación es esta? ¿Quien le confirió la autoridad o comisión para reformar el mundo y para trastornar las Cortes? ¿No basta a los Reinos para justificar su poder la posesión inevitable por sí sola? Si sobre este fundamental principio no se afianzan los tronos y se aseguran los cetros ¿qué confusiones, qué desordenes, qué conjuraciones no observara Roma, Viena, TurÍn, Nápoles, París, Haya, Londres y toda la Europa? Si fuera lícito a los vasallos 36 Trobat. tomo 1 y 2. de efect. irnmemorial poses. (253r 1). 384 EL VASALLO INSTRUIDO investigar antigiiedades, registrar archivos para perpetuar los solios, para establecer la obediencia y para conservar la tranquilidad pública en los Estados, no hallaría (sic) ciertamente otro título que el de las violencias dictadas por la ambición y toleradas por la impotencia y el de la tiranía e injusticia. x 10 quisiera reconvenir a los Franceses en la persona de el Abate Raynal que tanto se ensangrienta en publicar y ponderar la tiranía de los españoles en la Conquista de la América. ¿Con qué título conserva la Francia su Dominio en su Reino? Sabemos muy bien que su origen fue una injusta guerra. Estimulados los Franceses de su osadía negaron la obediencia al Emperador Valentiniano en la sexta edad del Mundo y, constituyéndose jefe / / 254r suyo Faramundo, se hicieron Señores de las Galias, vencieron a los Godos en la Narbonense, a los Romanos en la Lugdunense y Transalpina y en la Bélgica a los Borgoñones, despojándoles con violencia y tirana injusticia del actual Dominio que gozaban, establecieron a su arbitrio la sucesión de su Estado; se declararon soberanos de las Provincias usurpadas sobre las rizadas espumas del Río Sala quedando en todo aquel Reino la Ley Sálica como sacramento de Francia. Lo asegura Garibay, Faria y Salcedo.37 Aún lloran bajo sus cenizas muertas los Godos, los Romanos y los Borgoñeses las rapiñas, violencias y tiranas usurpaciones de los Franceses que sin más derecho que el de las armas se apoderaron e hicieron dueños de tan ricas Provincias. Convéngase igualmente los Ingleses con Robertson que con el mayor esfuerzo acrimina la tirana vejación de los españoles en la pacificación de la América y traigan a la memoria el ningún título ni derecho para la solicitud del Dominio que en el año 1653 y siguientes pretendieron en el mar Británico, prohibiendo a los Holandeses 37 Garibay comp. Hist. de Esp. lib. 25. cap. 15. Faria in addits. ad. D. Covams. ad. c. 1. Prado ad. 98. V. ex quibus num. 141 y 142. Salcedo. de lege polit. lib. 2. cap. 14. num. 74. Mariana año 1653. V. Ingleses. (254r n. CAPtruLo xm 385 su libre navegación hasta disputarlo con escuadras navales bajo las ordenes de Milord Cromuel (sic), llegando el caso de escribir el Secretario del Rey de Inglaterra un libro, cuyo título es Mare Oausum. ¿Qué se ha hecho el Derecho natural que permite a los hombres la libertad de navegar por los mares? ¿Qué otro título tuvo la Gran Bretaña para compeler a la Holanda a batir su pabellón / / 254v y velas sino el mayor poder que es la suprema ley de los Reyes en el año 1672? Las historias viven, el derecho de sucesión clama y todo el mundo no ignora el título con que los Reyes de Inglaterra reciben adoraciones bajo Solio y gobiernan en la actualidad su Reino. Pero procedamos de buena fe, dejemos ese asunto y volvamos los ojos a los Sajones. ¿Con qué títulos atropellaron éstos las leyes del trono, invadieron a vuestra Gran Bretaña y se hicieron dueños de su pingiie patrimonio? ¿Con qué derecho vio la Francia por espacio de diez siglos entronizada la prosapia de los Pipinos y de los Capetos en su Reino sino con el de una tirana invasión y cruel violencia? Si los Anales son voces sonoras que se perciben por toda la redondez de la tierra y éstos nos enseñan el origen de los derechos de Francia e Inglaterra: ¿por qué sus literatos nos insultan y provocan a la más justa cólera, intentando viciar los principios del Señorío Español en la América? Los que tengan el tejado de vidrio no echen piedras al del vecino. Recorranse todas las historias, consultense todas las edades, hablen por sí mismos los tronos y aunque insensibles dirán que el único título que tuvieron sus Reyes para ocupados fue la ambición, la injusticia y la mayor fuerza; que todos fueron agresores de la Soberanía y más flaco poder. Hable, hable Julio César y diga qué título tuvo para fundar su Imperio sino el de una disfrazada violencia en la vacante de Tarquino? Hable la Corona Gótica y diga qué título tuvo o con qué derecho rom 11 255r pieron los Godos los vapores de el Norte y Septentrión y abrazando el mundo con su fogoso ardor se apoderaron de Wandalia, Scithia (sic), Tracia, Macedonia y de casi toda la Europa, siendo triunfo de su valor y esclava de sus armas, el Emporio del mundo, la Señora de las gentes y la nunca bien aplaudida Roma? El Mar Ligúrico, el Tirreno, el Jónico 386 EL VASALLO INSTRUIDO y Egeo, el Narbonense y Adriático, todos a una voz gritan al mundo todo: Génova fue tirana, Roma usurpadora, Grecia cruel, Francia injusta y Venecia opresora, declarándose Señores absolutos, imponiendo peajes y tributos y prohibiendo su navegación a las otras naciones contra el derecho natural que francamente la permite en sentir de Valenzuela.38 ¿Qué título tuvo el Grande Alejandro para conquistar a todo el mundo con violencias sino la fuerza de sus armas?Su dominio absoluto no reconocía otro origen ni otro derecho que el que heredó de su padre Filipo, quien con tiranías y crueldades venció a los atenienses. Dicha conquista injusta, una invasión declarada y una superioridad de fuerzas acompañada de incursiones las más violentas son la causa de que sean glorioso Imperio suyo la Grecia, la Asia y la Persia; y triunfo de su valor los obe1iscos corintios, las babilónicas torres, los Alcázares persianos, las pirámides de Memfis y los homenajes de Babilonia. Por último, todas las Naciones, contemplando campo angosto de su ambición las provincias de su mando, sin más título que el de la injusticia de la guerra, el de la violencia y tiranía, obrando la fuerza; lo que de / / 255v bía la razón se empeñaron en extender su señorío en otras Repúblicas ajenas, haciéndolas tributarias de su valor. Los más inhumanos y violentos despojos son el título de dominio de los Asirios, Medas, Persas, Egipcios, Latinos, Albanos, Sirios, Arabes, Partos y Moscovitas. Compañeros de sus usurpaciones son Briton con los Ingleses, Lecho con los Polacos y Bohemos, Atila con los Ungaros (sic), Magón con los Suecos, Fregucio con los Escoceses, Laomedonte con los Troyanos y Dano con los Dinamarqueses, como lo refiere Saavedra.39 De suerte que si hemos de juzgar la legitimidad de los tronos por su origen es necesario confundir el buen orden, revolver todos los Reinos, destronizar a todos los Reyes y colocar a los legítimos. Es necesario concluir que no hay 38 39 Valenzuela Consíl. 100. Exnum. 55. Sobre los Godos Corona Gótica 1 cap.1. per totum. (255r K). Corono Got. 1. Parto in prefat. SS. No habría paz. & c.l. n. 50 & c. 24. et j. n. 88. fol. 44. y 103. (255v L). CAJ>truLO XIII 387 seguridad en los tronos pues los mal contentos, noticiosos del título injusto y tirano de su establecimiento, sintiendo sobre sus hombros el peso o gravamen de las contribuciones, resistirían a la obediencia, se apartarían de la fidelidad a su Soberano alegando ser ilegítimo. Es preciso concluir que las leyes de la Sociedad y los reglamentos de los Pueblos serían inútiles, vanos y de ninguna firmeza. Es indispensable concluir que los preceptos infalibles del Evangelio serían superfluos y que los Rayos del Vaticano contra los revoltosos se mirarían con desprecio y servirían de torcedor inútil para la contención. Que los vasallos fuesen vacilando continuamente sobre el conocimiento de sus legítimos Príncipes: j qué cosa más monstruosa! j Qué 11 256r modo de pensar más grosero! j Qué confusión tan turbulenta! j Qué consecuencias tan funestas! Basta pues la posesión inmemorial para la seguridad de los tronos. Basta el consentimiento común de los Pueblos para venerar a los Reyes como legítimos Señores y basta el reconocimiento de las Cortes para que los vasallos se conserven en la observancia más rigurosa de la fidelidad y obediencia a sus Soberanos. La autoridad y los hechos de los Estados nos llevan por la mano al conocimiento de las injustas opresiones, violencias y tiranías de los Príncipes en el origen de su Reinado, constituyéndose agresores de los patrimonios y aun de la vida de los otros más débiles y menos fuertes sin más título que la mayor ventaja en las fuerzas campales y navales; sin embargo se legitimaron después por el tiempo y se hallan con el derecho inalterable de pacífica posesión en su Corona. ¿Ya vista de esto aún vivirá en los extranjeros el espíritu de partido o de emulación para llenar al mundo todo de sátiras y denigraciones en sus escritos contra los españoles en la conquista de las Américas? ¿No se llenará de confusión vergonzosa el nuevo Filósofo, persuadiendo que nustros soberanos son ilegítimos señores del nuevo mundo y que injustamente retienen en la actualidad estos Reinos los que trayendo su causa de aquéllos los reconocen por autores de su autoridad pública sin embargo de que los exaltó la malicia o la fuerza o la tiranía; y los conservó y extendió el poder que es la ley suprema de los 11 EL VASALLO INSTRUIDO 388 256v soberanos? ¿El largo tiempo de cerca de tres siglos no bastará por sí solo a legitimar su dominio? Con un derecho posesorio tan cierto como común a las otras Naciones, autorizado con Bulas Pontificias, proclamado por sus vasallos y reconocido por todas las Cortes, se atreverá alguno a disputarles el título glorioso de su Soberanía en el Pueblo Americano? Yo, lejos de pensar que el dominio y señorío español en este nuevo continente fuese en sus principios injusto, violento y tirano estoy en la constante resolución de demostrar su justicia y legitimidad, mirando con horror la usurpación y la violencia. XI Hasta ahora los Reyes de España no han contemplado a las Américas campo o país delicioso sin dueño. Siempre contemplaron legítimo Señor en un continente tan vasto, pingiie y dilatado. Otra es la causa de su dominio en sus tierras. Esto es propio de la Francia e Inglaterra, que en los indios de la América Septentrional fueron desnaturalizados por estas dos Naciones Europeas, haciéndose árbitros absolutos de sus tierras por la superioridad de sus fuerzas, permitiéndoles solamente el usufructo común a los brutos del campo y a las aves del cielo. España, con título más glorioso cual es el de una justa conquista posee legítimamente el nuevo mundo. Jamás los Reyes Católicos se propusieron por objeto de la justicia de sus armas la monstruosa infidelidad / / 257r (esta cara del folio está en blanco) 257v soberanos? El largo tiempo de cerca de tres siglos no bastará por sí solo a legitimar su dominio? Con un derecho posesorio tan cierto como común a las otras naciones, autorizado con Bulas Pontificias, proclamado por sus vasallos y reconocido por todas las Cortes, se atreverá alguno a disputarles el título glorioso de su soberanía en el Pueblo Americano? Yo, lejos de pensar que el dominio y señorío español en este nuevo continente fuese en sus principios injusto, violento y tirano, estoy con la constante resolución de demostrar su justicia y legitrnidad mirando con horror la usurpación y la violencia. CAPtruLoXIII 389 XI (En esta cara del folio 257 se repite, con variaciones, el texto que contiene el f. 256v; de ahí la reaparición del numeral XI). Hasta ahora los Reyes de España no han contemplado a las Américas campo o país delicioso sin dueño. Siempre contemplaron legítimo Señor en un continente tan vasto, pingiie y dilatado. Otra es la causa de su dominio en sus tierras. Esto es propio de la Francia e Inglaterra, que en los indios de la América Septentrional no contemplan la menor idea de propiedad, diciendo y enseñando en sus libros que sus tierras son vacantes sin dueño alguno y sin más título que esta falsa preocupación se hicieron dueños de numerosas Provincias reduciendo a axiomas de Política y de verdadera Filosofía la conocida usurpación de su dominio y señorío. Las leyes de propiedad comunes en Europa y conocidas por la luz natural de los Bárbaros salvajes de la América Septentrional fueron desnaturalizadas por estas dos Naciones Europeas, haciéndose árbitros absolutos de sus tierras por la superioridad de sus fuerzas, permitiéndoles solamente el usufructo común a los brutos del campo y a las aves del cielo. España con título más glorioso cual es el de una justa conquista posee legítimamente el nuevo mundo. Jamás los Reyes Católicos se propusieron por objeto de la justicia de sus armas la monstruosa infidelidad 11 258r de los indios. Todo su principal cuidado era la promulgación del Evangelio. La Iglesia no tiene armas carnales sino espirituales para compeler a los Bárbaros a recibir la fe pero tiene poder y derecho para debelar en algún modo a los que con violencia procuran estorbar su justa propagación. Llegó aquel tiempo feliz de haberse hecho hombre el hijo de Dios. Quiso fundar su Reino y habiendo empobrecido al demonio de víctimas, ofreció a todo el mundo la libertad sacándole de la servidumbre tirana en que se hallaba. A mí se me ha dado todo el poder en el cielo y en la tierra, dijo por San Mateo; id pues y enseñad a todas las Naciones.40 Predicad el 40 Mat. Cap. 28. V. 18. et. 19. (258r M). 390 EL VASALLO INSTRUIDO Evangelio a toda criatura, dijo en otra parte a sus apóstoles y discípulos. Este es precepto divino que obliga en todo tiempo y en toda edad. Nadie es facultativo en resistir a esta predicción; todos, sin excepción, están igualmente obligados a oirla y en aceptada son libres y voluntarios. La Iglesia puede defender a sus ministros cuando son insultados y oprimidos por esta causa; pero esta defensa, fundada en derecho natural, no debe ejecutarse por mano de los ministros de el Santuario sino por la de los Príncipes de la tierra a quienes pide auxilio y confiere la cumisión para un objeto tan importante. Se descubrió el nuevo mundo por el inmortal Colón. De orden de los Católicos Reyes Don Fernando y Doña Isabel dan esta cuenta a la Silla Apostólica y agradecida por el feliz descubrimiento de un campo tan espacioso para / / 258v plantar la fe de Jesu Cristo, le comete el cuidado de mandar varones apostólicos, sabios y prudentes para tan interesante proyecto, declarándoles su dominio y natural señorío en todas sus provincias, conforme a la línea de demarcación por las justas causas de su protección. Se encargaron de la promulgación del evangelio en regiones tan remotas; los gastos eran de consideración; premeditaron que era L'1dispensable dar auxilio a los misioneros para evitar toda especie de insulto, contradicción o muerte violenta. Muchas de las Naciones salvajes, en medio de su barbarie feroz, se entregaron voluntariamente al gobierno español, viendo nuesras costumbres, piedad y buena fe. La verdadera humanidad, que es la sirena encantadora de los corazones, las conducía con la mayor suavidad a la sombra de el trono español; esta cesión voluntaria o esta renuncia formal que hacían jurando obediencia y fidelidad a los Reyes de España es un título brillante de la legitimidad del dominio y señorío que gozan nuestros Príncipes. Muchas otras naciones no quisieron ver las luces del evangelio, resistieron a su promulgación, les negaron el tránsito y las armas españolas como protectoras de el derecho superior divino se pusieron en defensa, defendieron la vida de los ministros de el Señor, vencieron a los enemigos de la Religión, facilitaron la promulgación de el Evangelio y justificaron la guerra defensiva por la resistencia de los indios al expreso mandato de Cristo / / CAPÍTULO XIII 391 259r Señor nuestro de enseñar a todas las gentes, de predicar a toda criatura y al derecho de gentes, impidiendo la entrada en su País y paso a otras Provincias interiores a los promulgadores de la nueva ley de gracia. Si los sucesores de los Apóstoles se hallan con la indispensable obligación de anunciar el evangelio a toda nación y a toda criatura, con igual impulso deben todos, o bárbaros, o gentiles, o dóciles, o incrédulos, oir la predicación, franquear los medios para este efecto y facilitar el campo para desempeñada. De otro modo sería inútil y vano el precepto de Jesu Cristo; porque si los que viven envueltos en las pardas sombras de la barbarie más cruel e inhumana tuviesen derecho a no oir la palabra de el Señor, anunciada por legítimos ministros de el evangelio, enviados por el Pontífice Romano ¿a qué fin promulgada? Si el precepto divino prescribe que todo el mundo sea campo glorioso por donde deben caminar los predicadores haciendo que su voz se oiga y resuene hasta en el último rincón de la tierra: ¿qué título tenían los infieles americanos para constituirse superiores a un mandato tan justo, tan santo y tan útil como que trataba no menos que de ilustrados en los principios de una religión santa que les enseña el camino de la salvación, que los separa de los escollos a que les conduce su gentilismo cruel y les prepara una vida civil y cristiana? Ellos faltaron en lo más sagrado, no dieron cumplimiento a un derecho superior, resistieron a la ex / / 259v presa voluntad de Dios y negaron el tránsito a sus embajadores, quienes les convidaban con la paz; y los Reyes Católicos les ofreCÍan la seguridad de el buen trato y cuidadosa protección. ¿Qué causas más justificadas para la guerra? La justificación de el tránsito y la seguridad de los de el País son las dos indispensables circunstancias que pide la Escritura Santa para la justicia de la guerra. Si éstas intervinieron en la pacificación de la América y si en conquista justa todo lo que se ad<}uierelo hace suyo el conquistador, reteniéndolo con título justo: ¿qué delirio tan frenéticoes el de los enemigos de las glorias de nuestra nación intentando oscurecer la legitimidad de el dominio y señorío español en este nuevo mundo? EL VASALLO INSTRUIDO 392 xn La justicia de la conquista española en la América es tan notoria que por sí misma se manifiesta. Fueron injuriadas sus armas auxiliares con la repulsa de la entrada en algunas naciones y del paso para otras. ¿Quién hay que ignora que un Príncipe injuriado puede tomar las armas para vengar el agravio inferido que es la ley suprema de los Reyes defender sus derechos en el campo a tiro de cañón?La resistencia aml.ada que l-Licieron los naturales de el País, negándoles 10 que el de gentes (sic) les concede, es justificada injuria para que el soberano repelido pueda armarse en defensa contra el que la fundó y fomentó; mayormente cuando el paso que se so / / 260r licitaba era justificado por ser efecto de un precepto divino y se les ofreáa la seguridad. Este es un hecho religioso y justo, conforme a la voluntad de Dios expresa en el Deuteronomio. Prometió Dios a Moisés los Reinos de Cananea, llegó con su pueblo a las inmediaciones de las ciudades de Hesebón41, corte de Sehón, Rey de los Amorreos, solicitó de su Real Persona el permiso para el tránsito por sus tierras, asegurándole que su pueblo no le ocasionaría perjuicio; se negó a una solicitud tan justa y humana y se armó para sostener la resistencia como lo refiere el libro canónico de los números; empeñose el cielo en hacer glorioso a Moisés, le habla con voz clara y le dice: comunica nuevo valor a tu espíritu que te quiero entregar este Reino para que sea tu posesión primera, como parece del Deuteronomio.42 Presentó la Batalla Moisés, venció a Sehón, quitóle el Reino, despojóle del trono, establece su dominio y señorío y forma la población con la gente de su Pueblo. Igual choque y encuentro campal tuvo con Og, Rey Amorreo, por la misma causa, a quien hizo trofeo glorioso de sus armas, quedando muerto en el campo de la batalla. Tomó posesión del Reino de Roasan (?), se apoderó de su tierra y se reconoció su poder y autoridad 41 42 Num. 21. V. 21. (260r N). Deuteronom. cap. 2. V.24 Y31. Ecce cepi tibi tradere Sehón et terram ejus. incipe posidere. (260r O). CAPtruLo Xlli 393 sobre ella, como lo refiere el libro de los números.43 El Abulense no contempla bastante causa / / 260v para justificar una guerra en la resistencia de el paso al Extranjero sin embargo de la seguridad ofrecida y que Moisés sin otro título que el de la voluntad de Dios los expugna sin hacerles agravio.44 La permisión de el tránsito es gracia y no justicia, dice San Isidoro cuya autoridad se funda en el libro de Job y en el de los jueces. 45Aquélla persuade que todo Reino y toda nación tiene un derecho cierto para no permitir el pasaje a ninglÍll extranjero y ésta condena a Moisés por haber justificado su conquista gloriosa en la resistencia a los amorreos, pues intentando el Rey de los Amonitas la represalia de las tierras que el Pueblo de Dios quitó sin causa a sus mayores, le satisface Gefte con la justicia de la conquista por la voluntad de Dios que como Señor de los Reinos los quita de las manos de unos y los deposita en las de otros. Pero yo soy de parecer que tanto la voluntad de Dios como la repulsa de la entrada son causas que justifican la conquista. Si Dios quiere un fin precisamente quiere los medios. ¿Cómo se ha de reducir a práctica la voluntad de Dios si se niegan los medios que la facilitan? Si el tránsito es indispensable para obedecer a la voz soberana, impidiéndose aquél se resiste también a ésta y siendo esta causa justificada para la guerra lo será sin duda también la negación del tránsito. A más de cimentarse este / / 261r pensamiento con la autoridad de Soto, de Filón Judío, de Josefo, de San Gregorio Niceno, de San Agustín, de Fr.Alonso de Castro, de Covarrubias, de Gregorio de Valencia, del P. Victoria, de Baltasar de Ayala, del Cardenal Belarrnino,46del 43 44 45 46 Num. cap. 21. V. 34. (26OrP). Abulense super num. cap. 21. S. Isidorus. lib. 5 origino Cap. 2. (260v Q). Job. Cap. 15. V. 19. Judic. cap. 11. V. 21. (26Ovr). Soto. Lib. 5 de Justic. queso 3. artic. 5. in fine. Filon Judío lib. 2. de vita Moys. pago 410. Fosefo. lib. 4. de antiquit. cap. 5. San Greg. lib. de Moysis. San Agust. quaest. 44. in num. Fr. Alonso de Castro. lib. 2. de justa heretic. punitione. cap. 4. Covarru. regul. pecatum. 2. p. &9. num. 4. Gregorio de Valentia tomo 22. disp. 13. quaest. 16. puncto 2. Victoria relectione de Indiis insularis 2 p. Concl. 1. 2. 5. Ayala lib. 1 de Jure et oficio belli cap. 2. num. 10 Belarmino in responsione ad apologiam pro iuramento fidelit. pago mihi 316. Ruperto Abad lib. 2 in num. cap. 14. (261r S). 394 EL VASALLO INSTRUIDO Abad Ruperto y otros, lo autoriza la razón. Si los Reyes Amorreos no hubieran resistido a la solicitud de Moisés y le hubieran concedido el paso franco por sus tierras para la Palestina, a donde iba por vocación de Dios, ciertamente no les hubiera hecho guerra; hubiera sido pacífico el tránsito corno lo había publicado por edicto público en los Reales de su numeroso Pueblo; y no fueron despojados de su cetro y natural señorío. Es consecuencia forzosa que por impedir vanamente el paso los Amorreos, no contentos de la seguridad, injuriaron a 1-foisés corl su resisteIlcia; )' por esta causa merecieron la guerra, quedaron vencidos en campal batalla y vinieron a hacer por fuerza lo que debieron haber hecho de buena voluntad. Lo mismo practicó el invicto Judas Macabeo con la ciudad de Efron (Eqrón?) después del glorioso triunfo que consiguió / / 261v de Timoteo, Capitán de los Amonitas, por haberle disputado el paso que pedía, arruinando sus muros y pasando a cuchillo todos los hombres corno lo refiere el libro primero de los Macabeos.47 Por el mismo título ocupó a Navarra el Católico Rey Don Fernando y consiguieron sentencia favorable los Esguízaros contra Sigismundo Archiduque de Austria, siendo Luis XI Rey de Francia, el garante de la diferencia. Este es un derecho tan cierto y universal que es de Gentes y no se puede negar cuando se trata de seguridad y de paz. La razón es porque cuando se dividieron los dominios y las tierras se apropiaron a los hombres, siempre la peregrinación fue libre y de derecho natural, sin la cual era imposible la conservación de la Sociedad. Ningún Pueblo tenía dentro de sí todo lo necesario a la subsistencia y, cerrando el paso al comercio, no podían socorrerse las necesidades de unos a otros y vendrían a perecer insensiblemente. ¿Cómo habría literatos si se cerraran las puertas de las universidades? ¿Qué haría un Reino sobrado de granos y escaso de metales si no tuviese paso franco para vender aquéllos y comprar éstos en otros Reinos? La peregrinación es necesaria, las marchas inexcusables y a su consecuencia los caminos libres, francos y desembarazados. Por la misma razón, al que se le defiende el tránsito se le / / 47 Lib. 1. Macabeo. c. 5. V. 48. (261v T). CApÍTULo XIII 395 262r injuria y agravia, violando el derecho de Gentes, en sentir de San Agustín48 y para vengar este agravio puede por el mismo derecho armarse en guerra siendo Príncipe y remover el obstáculo a fuerza de armas hasta vencer al enemigo y apoderarse de su Reino, haciéndolo suyo por el derecho justo de conquísta; de lo contrario sería vano todo derecho. XIII ¿Y el título que tuvieron los españoles para la conquisla de la América no es el mismo que tuvo Moisés contra los Amorreos, Judas Macabeo contra la ciudad de Efron (Eqrón?) y el Rey Don Fernando el Católico contra Don Juan Labrit, Rey de Navarra, en frase de Belarmino ya citado? Si éste es justo y glorioso conforme al derecho de Gentes, en sentir de San Agustín, ¿por qué no lo ha de ser el de los españoles? Fuera de la injuria que irrogaron al mandato de Dios, que quiere sea llevada la ley de su evangelio hasta el último cantón de la tierra, le recibieron también las armas de los Reyes de España, cuyas tropas entraron de paz; y si en repetidas ocasiones conservaron su respeto y honor en campales reencuentros, venciendo a una infinitud monstruosa de bárbaros, derramando su sangre, humillando su bárbaro poder, despojándoles de su dominio y proclamando pos Soberanos a nuestros Príncipes, no fue otra la causa que defender su propia vida, vencer la resistencia del tránsito y vengar el agravio de su obstinación, negándole el derecho de / / 262v humanidad y el paso común a todas las naciones. Léanse todas las Historias de la América, aun las de los extranjeros, y se verá que jamás publicaron los españoles guerra ofensiva y que la que hicieron los conquistadores fue o por facilitar el paso que se les negaba o por contener a las naciones rebeldes que después de haber proclamado por su legítimo Rey a los de España (sic), sacudían el suave yugo de la subordinación y maquinaban con dolo y traición {xmtra la virla de los 48 S. Agust. quest. 44. in num. (262r V). (por una inversión de letras en el texto figura primero la letra V y luego la letra U). 396 EL VASALLO INSTRUIDO ministros del Señor y de las tropas de Su Majestad. ¿Se duda acaso que el Soberano según todas las leyes de la guerra no debe usar de moderación con los vasallos rebeldes? ¿Que una vez proclamado y reconocido por tal tiene derecho para sujetar al sedicioso, oprimirle y castigarle? No me detengo en individualizar las repetidas rebeliones por no repetir lo mismo que tienen dicho los Historiadores. Es verdad que el Pontífice Paulo ID en el año de 1537 declaró que los Indios por su infidelidad no podían ser despojados de sus bienes porque verdaderaillente eran propios dueños de ellos. Jamás España ha mirado a la misma infidelidad de los Indios por título justo para ocupar sus tierras. La posesión legítima que tomaban en nombre del Rey era o por vacantes, o por cesión voluntaria o por justa conquista, siendo causa justificada la resistencia de el paso para desposeerlas. En este sentido debe entenderse la Bula de Paulo IlI. Nuestra Nación siempre, y aun antes de dicha Bula, ha contemplado a los Indios en su legítimo derecho y dominios sobre sus bienes. Léanse las leyes sexta, décima y duodécima de partida y en ellas se verá esta declaración. / / 263r Léanse las instrucciones que en el año 1502 dio la Corte a Don Nicolás Ovando y por ellas se verá la libertad de los Indios no pidiéndoles servicio alguno contra su voluntad y pagándoles cumplidamente su trabajo. Esta misma declaración se hizo en el año 1517por el Rey a consecuencia de la consulta de los más célebres teólogos y juristas; y los mismos efectos obró la disposición de Carlos V en el año 1531.Regístrese el tomo primero de las Cédulas impresas y se verá que el principal objeto de los Reyes es la promulgación del Evangelio, el buen trato, armonía y seguridad de los Indios, lejos de toda especie de vejación para que por este motivo no rehusasen recibir la fe. Léase a Solórzano en su Política Indiana desde la página 53, columna primera, hasta la 55, particularmente el número veinte y uno, en donde se refieren las Cédulas con fecha 5 y último de diciembre de 1608, las cuales, hablando de la pacificción de los Indios Chiriguanaes, se explican con estas voces que si éstos no son rebeldes o enemigos de los vasallos del Rey o concurrieren en esta conquista otros títulos que lo puedan justificar, no se intente por fuerza de armas sino por medio de Religiosos y CAPtruLo XIII 397 predicación evangélica, sin el auxilio de los soldados conforme a las instrucciones antiguas; porque éstos a más de atender a la defensa de los predicadores hacen violencias, vejaciones y agravios a los Indios. En términos tan expresos se conoce la sana intención de nuestros Príncipes en la pacificación de los Indios Tojocies, que están más allá de los Charcas en su Real Cédula o carta, su fecha en / / 263v Madrid a 17de Marzo de 1619,dirigida al Príncipe Esquilache, Virrey de el Perú, dice así: y pues el principal intento es la predicación del evangelio y 10 demás secundario; os encargo que la conquista de las voluntades es la victoria preciosa en el acatamiento de Dios y la más acepta al bien público y a mi servicio. XIV ¿Y quién a vista de unas disposiciones tan humanas como útiles y honestas se arrojará a condenar de tirana nuestra legislación? ¿Acaso el mal uso que en algunas ocasiones se hizo de ellas o por algunos conquistadores, o soldados, o gobernadores, o comenderos podrá enervar la fuerza de su justicia y la honestidad de su espíritu? ¿Acaso la mala versación de los hombres en la observancia de la ley oscurece, ni es capaz de abolir su santidad? Aunque las manos de algunos españoles eran las de (palabra ilegible) ¿la voz de los Reyes no era la de Jacob? ¿Aunque el Profeta Moabita era maldito de el Señor sin embargo dejaba de experimentar sus bendiciones Israel? Poco importa que en la conquista se ejecutasen algunas violencias y crueldades con tal que las ordenes fuesen justas, pacíficas y bien ordenadas. El mal uso de las Reales disposiciones no puede viciar la justicia de el título posesorio y propietario del señorío español en América como lo enseña Salmerón y Acosta.49 No es mi ánimo hacer apología de la buena conduc / / 264r ta ,le los conquistadores pero sí demostrar que sus opresiones nomeden condenar la justicia de la conquista. Confieso que 49 Salmeron tomo 12. tratad. 38. ad finem. Acosta de procuranda Indorum salute lib. 2. cap. 2. y 3. num 12. (263v U). 398 EL VASALLO INSTRUIDO Fr. Bartolomé de las Casas, Obispo de Chiapa, dió ansa a los Filósofos para censuramos en su tratado de la conducta de los conquistadores, que lo han impreso en cuatro idiomas, a saber, en Latino, Italiano, Español y Veneciano. Crudelitates Hispanorum in lndiis patrate. es el título del idioma latino. n schiavo Indiano, es el veneciano, que se imprimió en Venecia el año de 1636.Estos nuevos sistemáticos parece que se han olvidado de las violencias y tiranías de su Nación y se han empeñado en infamar por todo el mundo la bizarra y generosa acción de los Españoles. Pudían estos académicos observar un perpetuo silencio y no ponerme en la dura necesidad de acordarles sucesos lastimosos y las sacrílegas tiranías contra sus legítimos Reyes. Verdaderamente se me añuda la garganta de dolor al verme precisado a reconvenir a Robertson las turbaciones, violencias, injusticias y crueldades con que fue exaltado al trono de la Gran Bretaña Guillermo Nassau, Príncipe de Orange, declarándose jueces de el monarca los súbditos y ley de los procesos su depravada voluntad. Contra la piedad de Jacabo n, su legítimo Rey, por haber promulgado un edicto en favor de los católicos se sublevaron los Ingleses y a fuerza de armas le destronizaron y juraron por Rey al Príncipe de Orange, que / / 264v era su yerno. Prevaleció la fuerza de éste; y atropellando los fueros de la justicia, de la gratitud y de la afinidad, se aseguró en el trono, usurpándole a su legítimo dueño por causa de Religión, reinando con la injusticia que se deja entender a vista de el legítimo Rey, refugiado en Francia hasta el año 1702, en que murió. Estas violencias son verdaderamente tiranas y más frescas que las que supone con el Francés Raynal en los conquistadores españoles. Díganme estos académicos: ¿en qué título fundaron sus naciones el dominio y señorío en el Canadá, en la nueva Inglaterra y en la nueva Escocia? ¿Con qué derecho legitimaron su posesión los holandeses y dinamarqueses en la nueva Holanda y en la nueva Dinamarca? ¿Qué causas tuvieron para dominar las islas Lucayas, las Bermudas y los establecimientos en tantas ciudades, puertos y playas en el Africa y en el Asia? ¿Cuál es el origen de estas Colonias? ¿No fue ciertamente la avaricia, la ambición, la rapiña, la usurpación de unos nacionales violentos, aventureros, sanguinarios y piratas invasores? ¿No CAPITuLoXIll 399 fueron éstos aquellos Filibustieres (sic), cuya sociedad sin orden, sin sistema, sin ley y sin sujeción fue la abominación de su siglo y lo será de los tiempos venideros? Yo no niego que entre los españoles se hallaría algún Nerón y algún Diomiciano, separándose del espíritu y Religión de los Católicos Reyes, pero su ambición no puede formar paralelo con las atrocidades inhumanas de los compatriotas de los académicos / / 265r las que hacen estremecer hasta los montes más insensibles sólo oirlas? ¿Pero qué me canso yo en increpar a las naciones extranjeras el origen de sus nuevas colonias? ¿Por ventura el que ellas sean tiranas en sus conquistas disculparán la injusticia de las de España si no tienen título que las justifique? Jamás las naciones extranjeras podrán presentar en tribunal alguno los títulos tan nerviosos del señorío en América como mi Nación. xv ¿Será bastante título la voluntad expresa de Dios? En el nuevo mundo se conoció ésta distintamente para que España fuera su legítima Señora. En la Isla Española lo conocía y confesó su Rey Guarionex, en Mexico Montezuma, en Yucatán Chilan Caníbal, en Misteca sus sacerdotes, mostrándoles el cielo a los españoles pintados con la bandera o pendón de la cruz mucho antes que viniese Hemán Cortés,en el Río de la Plata Origuara en TIdore su Rey Almanzor, por cuyo motivo recibió con particular complacencia a Magallanes y en el Perú Viracocha Inca y su último Guainapac, si damos crédito al grande y erudito Solórzano en su Política Indiana.50 Podía agregar a este título el de donación que hizo Alejandro VI; pero 10 dejo en silencio por no entretenerme en formar nuevo artículo contra los nuevos Filósofos que lo mofan y ridiculizan, bufoneándose con decir que el Papa no tiene / / 265v facultades para dar lo que no es suyo. Si es nula la donación no lo será pues el derecho de protecci6n; y si aquélla se 50 SoIórzano Polit. Ind. lib. 1. cap. 9. pago 36. colum. 1. num. 5. (265r V). (Nuevamente por error hay una secuencia de notas así: V-V-V). 400 EL VASALLO INSTRUIDO ilegitima por falta de poder en el Pontífice deberá ser también ilegítima la del Reino de Jerusalén a CarIo Magno, la de Hibernia a Enrique II, Rey de Inglaterra en el Pontificado de Adriano IV,la de las costas de Africa, desde los cabos de Bojador y de Nom hasta toda la Guinea y otras tierras a los Reyes de Portugal en el de Nicolás V; Calixto III y Sixto IV,la del mar Adriático a los venecianos en el de Alejandro III y la del Reino de Sicilia y Calabria al Conde Rogerio en la (sic) de Gregorio VII y Urbano 11,con todo el dominio y señorío temporaL ¿Por qué no se han de enfurecer contra las demás naciones y sólo la española ha de ser objeto de sus execraciones? Yo quiero suponer que estos últimos títulos no afiancen la seguridad del trono español en estas remotas regiones :¿pero el derecho de justificada conquista dejará de inmortalizar la legitimidad de su dominio y natural señorío? Yo estoy persuadido que los Académicos tendrán por fantasía soñada o preocupación nacional el derecho de protección o defensa de los ministros del evangelio para la justicia de la conquista. Los Príncipes pueden y aún deben sostener y hacer respetar los derechos superiores con la fuerza de sus armas; por qué ocupar el trono para edificación de los derechos natural y Divino? ¿Qué cosa más conforme a la Religión y a la naturaleza que el / / 266r derecho de protección? El evangelio era llevado al nuevo mundo por unos varones religiosos, desvalidos, peregrinos, asaltados a cada paso de las más violentas contradicciones. ¿No será prudencia en la Iglesia solicitar el auxilio de algún Príncipe Cristiano, concediéndole el derecho de sujetar a los agresores de la vida de sus misioneros? ¿De refrenar y domar a los perseguidores de la Religión y a los violadores injustos, furiosos y armados en guerra contra su mismo protector? De defender a los predicadores cuando se maquina sangre contra ellos o despojo de aquel país en donde el derecho evangélico les permite el tránsito y la predicación? ¿Renunciaron acaso por ser ministros de el Santuario los derechos de la Naturaleza? ¿Si al oprimido se le permite la defensa ¿por qué se ha de negar a los predicadores este derecho de humanidad, mayormente cuando la practican no por sí sino por mano de su soberano? CAPÍTULO xrn 401 ¿Discurrían Raynal y Robertson acaso que la promulgación de el evangelio ha de ser la misma que la de los apóstoles y que si éstos eran enviados como mansos corderos entre fieros lobos han de ser sus sucesores en la sencillez y mansedumbre? Convengo con su modo de filosofar. No deben los ministros evangélicos valerse de un medio tan agrio y fuerte como el uso de las armas, manchando sus manos con la sangre de sus enemigos; porque este es el carácter del fanatismo musulmán. Confesamos, pues, de común acuerdo que las ovejas se presentan en medio de los peligros y pastan a la vista de hambrientas fieras pero no embarazan la pro / / 266v tección y defensa de sus pastores. Su misma sencillez y mansedumbre les da un derecho cierto e indubitable y les autoriza para la justicia de su conservación a fin de no ser despedazados por la indómita fiereza de los lobos, poniéndolos con la honda y el cayado en precipitada fuga, apoderándose de sus madrigueras y quitándoles el dominio de los montes, valles y cerros. ¿Y no es esto mismo 10 que practicó en todos tiempos la Iglesia? ¿En qué tiempo se observaron armadas las misiones de España, empuñando las armas contra los falsos adoradores? Hablarán por todas las misiones las Provincias de Mocas, de la California y del Paraguay. Estas dirán a voz en grito que no fueron sojuzgadas por ejércitosarmados, ni por soldados que derramasen sangre americana sino por misioneros apostólicos que vertían la suya. Hablará por los españoles un extranjero de fe y de imparcialidad, quien desengañará a los incrédulos Filósofos, que todo 10 reducen a sistema de capricho apasionado. «La dulzura, dice Mr. Buffon, el buen ejemplo, la caridad y el ejercicio de las virtudes constantemente practicado por los españoles misioneros han ablandado a estos salvajes y vencido su desconfianza y fiereza. Muchas veces fueron espontáneamente a pedir que les enseñasen aquella ley que hacía a los hombres tan perfectos y de hecho se sujetaron a esta ley y se han unido en sociedad con subordinación a ella, habiéndose puesto bajo la protección y gobierno de el Rey Católico. Ninguna cosa es / / 267r tan gloriosa a la Religión, ninguna tan honorífica a la nación española como el haber civilizado a estas naciones y echado EL VASALLO INSTRUIDO 402 los cimientos de un Imperio con las solas armas de la virtud" .51 Y si tal vez se ha visto algún indiscreto misionero, corno Fr. Vicente Valverde, levantar la voz diciendo al arma, al arma por haber el lnca arrojado al suelo con desprecio la Biblia o breviario de dicho religioso ¿todos los demás no fueron pacíficos, apostólicos, gobernados de el Espíritu Santo de Jesu Cristo y no de el celo indiscreto de algunos de sus discípulos que procuraban la venganza contra los samaritanos? El mismo Robertson confiesa esta partida. Si los predicadure~ fueron siempre ministros de la paz, quita..T1do el azote de la mano a los opresores y ejecutores de violencias y vejaciones ¿por qué se ha de ilegitimar la conquista? ¿Si jamás tornaron las armas contra el bárbaro gentilismo, matando e incendiando los campos y los pueblos ¿por qué se ha de contemplar tirana la conquista? ¿Si las armas españolas defendieron solamente la religión y no la extendieron con su fuerza y respeto por qué se ha de llamar injusta la conquista? Si el carácter de corderos y palomas que representaron los apóstoles debe ser también de prudentes y advertidos cornolas serpientes conforme a las prevenciones de Jesu Cristo. Sila Iglesia es la que enseña y declara el sentido genuino de el evangelio y ésta expone y decide legítimamente que el derecho de protección y defensa / / 267v concedido a los Reyes Católicos y al espíritu de el evangelio por qué se ha de criticar con la más agria mordacidad la defensa que llevaron los misioneros en el tiempo de la conquista? ¿Por qué han de contemplar vana, inútil y aun superflua la protección española y por qué han de sentenciar y declarar injusta la conquista por esta causa? XVI Hasta ahora todo son clamores y proposiciones injuriosas las de los extranjeros contra nuestra nación pero no nos dan una prueba positiva que nos convenza a cerca de la tiranía y opresión en el origen del señorío español en la América, ¿pero qué digo positiva? Ni aun probable la leemos en todos sus 51 Buffon historias natur. tomo 6. (267r X). CAPITuLo xm 403 libros. Yo les hago ver con autoridades, con derecho, con razón y con ejemplo la evidente justicia de nuestra conquista y que ella es título glorioso y justo de propiedad. Pero yo quiero suponer que este derecho o título fuese dudoso, que la justicia de la conquista no constase con evidencia y fuese probable: ¿quién será el legítimo juez que decida la controversia? ¿Quién el árbitro absoluto que declare o la opresión que sufre violentamente el vencido o la legitimidad y justicia del vencedor? Ni uno ni otro pueden ser jueces en causa propia. Necesitan un superior que decida el punto; ¿y quién mejor que el pontífice puede conocer de esta causa por ser materia puramente espiritual en cuanto al juramento de obediencia y fidelidad prometida? Y no es Alejandro VI el que declaró el domi / / 268r nio y señorío en favor de España? ¿Y aun cuando los Franceses e Ingleses quisiesen no reconocer por legítima esta declaración de la Iglesia, no interviene el tratado común en todas las cortes y el consentimiento del mismo pueblo Americano que aseguran a España en sus derechos y posesión pacífica de mucho tiempo que es un título evidente y nada equívoco de su dominio y señorío natural? ¿Las voluntarias renuncias de Montezuma y de otros, la voluntad expresa de el mismo Dios, la resistencia pertinaz de los indios a permitirles el paso, las repetidas violaciones de los tratados antecedentes y de la fe pública, las invasiones violentas contra las tierras ya cedidas y contra la vida de los españoles no son otros tantos auténticos testimonios de la legitimidad de la conquista apoyada con el derecho de las naciones? A ellos les toca probar la notoria injusticia respecto a que contra todo derecho natural intentan con sus escritos perturbar la paz de mi nación tranquila y condenarla como injusta y bárbara vencedora, procurando fomentar el fuego de la rebelión y desconfianza en la noble y generosa lealtad de los vasallos de el Rey de España. Pero nada podrán sus académicos concluir contra los derechos de los soberanos de una nación tan ilustre y generosa. A pesar suyo serán ellos todos para sus amados americanos como lo serán éstos todos para su rey español. Si el tirano invasor no adquiere derecho alguno sobre las tierras que roba y oprime por el contrario el conquistador legítimo que tiene motivos de una guerra EL VASALLO INSTRUIDO 404 legítima y justificada, adquiere un glorioso título de propiedad en todas las provincias / / 268v conquistadas. Y siendo justas y notorias las causas que los Católicos Reyes tuvieron para la Conquista de la América, no queda la menor duda que su dominio y señorío natural en este nuevo mundo es legítimo y que nadie es capaz de perturbarlo ni enervarlo sino con la más temeraria usurpación y con la tiranía más injusta, constituyéndose por tan audaz arrojo objeto de su indignación y justa cólera. XVII Las glorias y brillanteces de España siempre fueron objeto de la emulación extranjera. En el tiempo bárbaro se contempló teatro funesto de tiranas conquistas y no menos lo es en las naciones cultas. Sus Filósofos con el disfraz de una justa imparcialidad intentan despedazarla con el humor acre y mordaz de sus plumas. Su nueva legislación de moda y de estado es propia de su libertinaje, condenando a la España y a la Religión de crueles y tiranas usurpadoras de la América. No discurren por las causas sino por los efectos. La conducta de los conquistadores es el cimiento de su nueva Filosofía. ¿Qué cosa más contraria a un sistema Filosófico? Las transgresiones de las leyes humanas, y aun divinas, no son capaces de inutilizar la virtud, justicia y honestidad que les acompaña. Si sobre este falso principio hubiera yo de fundar mi Filosofía: ¿qué cosas tan horrorosas no dijera de Inglaterra, Francia, Holanda y de otras naciones? ¿Qué cálculo tan espantoso de prevaricaciones, de abominaciones, de inhumanidades y tiranías no presentara a los Literatos? El sistema de su liber / / 269r tad les propone como única regla de su conducta el interés, el deleite y la maledicencia contra la Religión. Yo pintaría a los Ingleses hombres de proclamaciones sangrientas como la (sic) de Mr. Schirley en el año de 1755y otras más modernas; a los Franceses unos hombres opresores de los negros y que a los indios los contempla sin un origen común a todos los demás; a los holandeses unos hombres que tienen por Dios el lucro y la ganancia y que cuando se trata de ésta todo lo atropellan, abrasan y consumen. ¿Qué fuera del nuevo CAPtruLoXIII 405 mundo si la feliz suerte de su descubrimiento hubiera tocado al carácter de estos nacionales? La opresión y violencia que observamos en sus Colonias son el pronóstico seguro de sus producciones. Raynal- enemigo declarado de los españoles, confiesa que la ferocidad de los Filibustierres (sic) produjo los fenómenos más terribles que se han visto en la moral. Unos hombres que dan la preferencia a una república de castores sobre los indios, que persuaden que la razón no debe preferir al instint052, que deciden estar los bárbaros americanos en el estado de las bcstias53 que no descienden de un Padre común; que Dios los crió como a los árboles y los sembró por las vastas amplitudes de la América, esparciéndolos como las plantas y animales54; que enseñan ser el interés particular o real o imaginario y el deleite físico, la regla de las acciones humanas y que el vicio y la virtud no son sino preocupaciones de los hombres y sujetas a leyes arbitrarias55; ¿unos hombres de esta naturaleza al ver montes de oro y tanta riqueza a su vista / / 269v qué piraterías las más injustas, inhumanas y crueles no hubieran cometido? ¿No son celebradas con los mayores aplausos las famosas victorias de el Pirata Morgan a quien autorizó y aún premió la Gran Bretaña? No la España ni la Religión tienen este modo de pensar. De común acuerdo tienen una causa común y uno mismo es el modo de entrambas para justificarse con la mayor evidencia, como queda demostrado. ¿Cuándo España ha sufrido con paciencia las piraterías, las violencias y las injusticias? ¿Como muro invencible no formó el Supremo Consejo de Indias en el año 1524y el tribunal de la Contratación en el de 1502por Real Cédula de 1 de Febrero para conservar el buen orden, la justicia y el mejor estado de ambas Américas? ¿No se fundaron Iglesias en las nuevas provincias, se nombraron 52 53 54 55 Pope. Essay sur le hornme. (269rA). Rousseau y sus secuaces de ¡'esprit. & oo. (269r B). (Las notas B, e, D, figuran en el pie de pagina de esta cara del folio; las referencias pertenecientes a las mismas figuran en el verso). Philosophiae de l'Histoir. Chap. 2. Essay sur l'I-listoir. Generale. tomo 3. chap. 115.tomo4. chap. 137. (269r C). Hobbes y todos los materialistas (269r D). 406 EL VASALLO INSTRUIDO obispos y arzobispos, se erigieron beneficios, se proveyó con la mayor generosidad al decoro de el culto divino, se establecieron tribunales superiores de justicia y se publicaron Leyes municipales, cuyo código es el modelo más perfecto de legislación y humanidad? ¿España no es la que fomenta pensamientos los más nobles, sentimientos los más generosos y profesa una religión la más pura que condena toda la libertad desordenada, que manda la contención, la equidad y la justicia? / / 270r ¿España no es la que ti~ne unos Reyes los más benignos, los más santos y los más indulgentes con su Pueblo Americano? ¿España no es la que fomenta las misiones, corriendo por su cuenta los gastos de tan feliz transporte, su conservación y la de sus Iglesias? ¿España, en fin, no es la que tiene un sabio gobierno, que toda su ocupación es mirar por la mayor prosperidad de sus vasallos, aliviar sus gravámenes, introducir la abundancia, desterrar la ociosidad, fomentar la agricultura, civilizar los Pueblos y hacerles felices? ¿Su conquista no es la más justificada? Confesemos, pues, su dominio y natural señorío en el nuevo continente de la América. Esto no es objeto de preocupación nacional sino de una verdadera Filosofía. Concordemos nuestras voluntades, oh amadas naciones de Francia e Inglaterra. Conservemos buena fe en los escritos y procuremos la seguridad de los derechos respectivos a fin de que nuestros Reyes sean venerados y obedecidos, conforme a los principios de la Religión, de la Naturaleza y de la Política. Este libro se terminó de imprimir en el mes de octubre del año 2001 en los talle res gráficos de Edi tara Guadalupe Ltda. Bogotá. D.C., Colombia 111I~' lil~~~~~~m ~~I]~~I~rl~I~~lillill~íllil~ 9004 01135916 2 1111 2 rga ri ta COllzález llaciÓ en Bogotá en 1942. Hizo estudios de filosofía v letras en la Uni Vl.'p ..;idad N,lCion,lllk Colmnbi,l v lk histori,l L'Uro¡X',lmudern,l L'n1,1Lniversid,ld de C,lrolin,l del Norte (Estddos Unidos). Su Llbor invl'stigativa Sl' h,l Cl'ntr,ldo en la histori,l de Colombia y, ~l<ll'ticularnwnte, en el ~ll'rí()do colonial. ,1 Entre sus primeros tr"b,'jos se ClIl'nta \a compilaci()n documental f"l'I//es ((Jlol/ial¡'s ColoJl/hiil, jiam la historia ¡/l'f tmhilio l'1/ rL'alizdlb en coldboracilÍn COIl Ccrm,Úl Colmcnares V DMÍO Fdj<ll'do y publicad"cIl196K por la Universili.1d de los Andes. [>ostl'riornwnte L'scribitl ¡:¡ I\t'~g/lllrdo ('11 el N/ll'(lo {\eillo di' Crllllada (Univl'rsid':ld N,lCion,l\ 197()), LJI,",1l1/0~,il' historia (ololliill (0IOJII/Ji17I117 (El ;\ncord Editorcs, 19,"\4) y Dolh'l/r II 117 il/dl'f!('l/dl'l/cill dI' CI/hll (El Áncora Ed itores, 19H5). Varios a rtículos suyos, asimismo, han aparecido en publicaciollL's como Cuodernos (010/11b Íi711os, /1/1/111 r io (0/0 II! {¡¡'1I110 dI' h is lo rillso(illl II dl' {n c/lfl/lrt7 v ;\10111/111 de Ilis/oríll tic Colo!ll/Jill (Colcllltur,l).