El vasallo instruido en el estado del nuevo Reino de Granada y en

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I misionero Glpuchino Joaquín
de Finestrad tuvo un imporante papel en la obra de pacific,lCiÓn
:le las comunidades
que particip,lron
n la RebeliÓn de los Comuneros de
781. En desarrollo de esta actividad
oncibiÓ su libro El Vasallo 11l~lrllid()
('11
'1 estlldo dd NII('('o Reil/o dl' Gral/mili ,1/
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r<lncesa, la cU<llle proporcionÓ ,1 las
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los princilios ideolÓgicos en qué apo)',lrse.
'egtín el testimonio de Antonio N,lri10 la figura de Finestrad en l'l oriente
ll'ogranadino suscitÓ sentimientos de
lostilidad en l'l seno de sus pobbdo-es por las medidas ,lutoritarias que
doptÓ, entre ellas, 1.1deport,lCiÓn dl'
Tentl's comprometidas
en 1,1rebeliÓn
las regiones mineras de Antioqui,l.
,1 vida del prediGldor Glpuchino en
,1 Nuevo Reino de Granada tcrminlí
'on la instauraciÓn por parte del triunal del Santo Oficio de CMt,lgena
e Tndi<ls de un proceso en su contra
lor el cargo de "confesor solicitante".
EL VASALLO INSTRUIDO
EN EL ESTADO DEL NUEVO REINO DE GRANADA
Y EN SUS RESPECTIVAS OBLIGACIONES
Fr. Joaquín de Finestrad
,
EL VASALLO INSTRUIDO
'. EN EL ESTADO DEL NUEVO REINO DE GRANADA
S~, y EN SUS RESPECTIVAS OBLIGACIONES
\
Fr. Joaquín de Finestrad
Transcripción e Introducción
Por
MARGARITA GONZÁLEZ
I
Universidad Nacional de Colombia
Facultad de Ciencias Humanas
González. Margarita, 2001
El vasallo instruido en el estado del Nuevo Reino de Granada
y en sus respectivas obligaciones, Margarita González,
Bogotá, D.e.
Universidad Nacional de Colombia, Facultad de Ciencias
Humanas, 2001
408 páginas
ISBN: 958-8063-05-1
1. Historia Nuevo Reino de Granada
2. Vasallaje
3. Revolución de los comuneros
4. Principios de la monarquía española
5. Legitimidad del dominio español
r\
La presente edición, 2000
© Facultad de Ciencias Humanas
Universidad Nacional de Colombia
Ciudad Universitaria, Bogotá D.e.
ISBN: 958-8063-05-1
Diseño de portada y armada eléctronica
Mauricio Melo González
maurmelo@colomsat.net.co
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INTRODUCCION
LA REBELION COMUNERA
DE 1781
La rebelión comunera de mediados de 1781 fue el alzamiento social
más importante ocurrido en el Nuevo Reino de Granada durante
los tres siglos de dominación española. Su antecedente más
inmediato fue la sublevación de 1780 en el Perú comandada por
Tupac Amaro, quien fuera ajusticiado bárbaramente e131 de mayo
del año siguiente. Estos movimientos al igual que otros anteriores,
de menores proporciones, fueron motivados inicialmente por el
establecimiento de nuevas contribuciones fiscales. Rafael Gómez
Hoyos ha realizadó-en su obra el estudio de algunos de los
levantamientos granadinos que precedieron al de 1781 causados
también por la implantación de impuestos. Entre ellos se cuentan
el de Tunja, ocurrido en 1592, con motivo del establecimiento por
parte de Felipe II de la Alcabala; el de 1641, acaecido nuevamente
en Tunja luego de la creación del derecho de Armada de Barlovento
y, finalmente, el de Puente Real de Vélez, el que se registró en 1740
al establecer el Virrey Sebastián de Eslava la recaudación de un
préstamo forzoso para afrontar los gastos de la guerra de España
contra Gran Bretaña.! John Leddy Phelan retorna en su libro El Pueblo
y el Rey2 estos momentos de la historia fiscal del Reino para mostrar
cómo al tiempo que se provocaba la protesta del pueblo se iban
fijando pautas de lo que el autor denomina la "constitución no
escrita" que se impuso en la Nueva Granada y que consistía en una
especie de acuerdo entre la corona y los pobladores de la colonia
Rafael Gómez Hoyos. La Revolución Granadina de 1810. Ideario de una
generación y de una época: 1781-1821,2 tomos, Editorial Temis, Bogotá 1962,
T I, p.155-161.
JoOOLeddy Phelan. El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia:
1781, Carlos Valencia Editores, Bogotá 1980. Este libro es, junto con el de
Mario Aguilera (Los comuneros: guerra social y lucha antícolonial, Universidad
Nacional de Colombia, Bogotá 1985) uno de los más documentados sobre
la Rebelión de los Comuneros.
EL VASALLO INSTRUIDO
8
por medio del cual la fijación de impuestos no podía realizarse en
forma inconsulta. Phelan expresa su tesis en los términos siguientes:
"Las revueltas de 1592 y 1641 le dieron un aporte sustancial a la
evolución de la "constihIción no escrita" de la Nueva Granada. Si
bien se preservó efaéreCho final dé'la corona a imponer nuevos
gravámenes, el modo de imponerlos quedó sujeto a significativas
restricciones. En primer lugar, los súbditos del rey tenían el derecho
de petición ante la corona para que los reconsiderara. Segundo, la
burocracia tuvo que emprender una campaña intensa para
persuadir a los pobladores en tomo a tales medidas, lo que implicaba
cierta forma de asentimiento por parte de los gravados. Tercero,
los impuestos nuevos eran materia de negociación, y la corona
estaba comprometida informalmente con el principio de hacer
concesiones al interés regional. En la crisis de 1778-81, el regente
visitador general Juan Francisco Gutiérrez de Piñeres violó todos y
cada uno de estos procedimientos tradicionales, no por informarles
menos eficaces.3
!:~gargas tribu~arias impuestas por el regente consistían en
elaumento deJós precios de los productos de los monopolios reales
del tabaco y del aguardiente (1779) y en la ampliación del número
de productos que debían pagar el derecho de Alcabala (1780). Pero
la medida fiscal que más descontento
produjo entre los
contribuyentes fue la separación del derecho de Armada de
Barlovento (un impuesto sobre el comercio exterior) del cobro del
derecho de Alcabala; dicha separación fue interpretada como la
implantación de un nuevo impuesto. El Virrey Florez mostró su
preocupación por los efectos que las medidas del regente podían
causar y advirtió que estas últimas estaban llamadas a desatar
una reacción social desfavorable. Lejos de ser tenido en cuenta su
punto de vista se le ordenó apoyar a Gutiérrez de Piñeres en sus
reformas. AlIado de la nueva política fiscal el regente visitador
fomentó en el Nuevo Reino la sustitución de funcionarios criollos
por peninsulares. Esto produjo el más grande encono"entre
3
J.
L. Phelan, Op.cit., p.l04. Un estudio que aborda el tema es el artículo de
Anthony McFarlane: "Ovil Disorders and Popular Protests in Late Colonial
New Granada", en Hispanic American Historical Review, 64 (1), p.17-54, Duke
University Press 1984. Según el autor, la Rebelión de los Comuneros de 1781 y
la de Tupac Amaro de 1780-82, fueron la expresión de un clima endémico de
rebelión social en muchos lugares del imperio español a finales del siglo
xvrn.
INTRODUCCIÓN
aquellos servidores locales quienes durante el período 1700-1760
habían experimentado
un auge en el desempeño de cargos
administrativos.
En la Rebelión de los Comuneros puede distinguirse una
primera fase, comprendida entre el 16 de marzo y el 16 de abril.
Fue en la primera fecha en la que Manuel.a Belí!~ dió comienzo a
un motín en El Socorro rompiendo el edíaó que anunciaba el
aumento de impuestos y la creación, según la interpretación del
pueblo, del nuevo gravamen de Barlovento. El tumulto que se formó
avanzaba gritando: "Muera el regente!", "Muera el Fiscal Moreno!".
Las autoridades tomaron entonces la determinación de suspénder
la cobranza del impuesto de Barlovento.
El7 de abril tuvo lugar un hecho significativo en el desarrollo
de la rebelión: el español José García de Heras declaró ante el
Receptor de la Real Audiencia haber hallado en la madrugada de
aquel día, fijado en uno de los postes del Puente de San Francisco,
el famoso "pasquín" en verso que injuriaba al regente y a los dos
funcionarios criollos responsables de una serie de medidas;
económicas y sociales ql!e_afectabangravemente a la población india,
de los resguardos de la región oriental del Reino. (Supresión de
resguardos, agregación de pueblos, separación de los indios de la
explotación de las minas de sal de Nemocón y Zipaquirá). Eran
ellos el Fiscal Moreno y Escandón y el Corregidor Campuzano. El
escrito, llamado por los sublevados "cédula del pueblo" y "nuestra
cédula", fue leído en El Socorro el 16 de abril y bajo su inspiración
se volvió a amotinar el pueblo, 10 cual determinó, ante la magnitud
de los acontecimientos, que se nombrarán líderes del movimiento
de los cuales había carecido éste hasta el momento. Se iniciaba así
una segunda fase del mismo.
Lo más sorprendente es que los últimos cuatro versos del
pasquín presagiaban, con algo más de dos meses de anticipación, J
la visita pastoral que habría de realizar el Arzobispo Caballero y
Góngora junto con tres frailes capuchinos, entre ellos Joaquín de
Finestrad, y otros franciscanos, a las regiones que se habían rebelado
con el fin de conseguir su pacificación. La pobreza estética de los
versos contrasta con la aguda ironía dirigida contra los miembros
del clero. Rezan así las sarcásticas estrofas:
"Allá los capuchinos también van
a sosegaros a fuerza de misiones,
EL VASALLO INSTRUIDO
10
que es la orden infalible que les dan
Aquestos tribunales superiores,
si prontos a las órdenes están.
Sin duda que el asunto en sus sermones
Será la persuación con voz sumisa
De que es muy justo que os roben la camisa.
"Por bien de vuestras almas no ha de ser
Que les mandan que vayan a misión,
Sino porque dejéis establecer
Alcabalas, estancos y pensión.
y así bueno será el atender
A lo demás que explique su sermón;
Pero en tocando a pechos y derechos
Tapar los oídos y presentar los pechos.
"Porque eso era sin duda persuadirte
De que es lícito robar con capa real,
y fuera pretender el convertirse
Al estado de culpa muy mortal.
Con que advierte, y no dejes confundirte
Con que el Rey puede pechos entablar.
Mira que es robo; y mira que tu hecho
Es santo, es justo, es natural derecho.
"Y pues ya te has resuelto a declarar
Que te hallas con los pechos sofocado,
No vayas a dejarte enharinar
Con que ya de la Armada estás librado, (Barlovento)
Sino que o todos se tienen que quitar,
O Tú has de mantenerte rebelado,
O que a lo menos, aunque el Reyno pierda,
Que queden todos como los dejó Cerda."4
4
Pablo E. Cárdenas Acosta. El Movimiento Comunal de 1781 en el Nuevo Reino
de Granada. Reivindicaciones Históricas, 2 tomos, Editorial Kelly, Bogotá 1960,
TI, p.129-130. Este autor halló el documento del "pasquín" en el Archivo
de Indias. Se dice que su autor pudo ser el Marqués de San Jorge.
1NTR0DucaóN
11
Para Finestrad, autor de El Vasallo Instruido en el estado del Nuevo
Reino y en sus respectivas obligaciones5, el anónimo autor del "pasquín"
es la despreciable figura del "nuevo filósofo", entendida como fruto
ideológico del siglo XVIII.
'\
Con el tumulto del 16 de abril en El Socorro comienza, como
ya lo indicamos lo que po'dría-considerarse una segunda fase del
movimiento de los Comuneros. Hasta ese momento los criollos
granadinos de las provincias de oriente se habían mantenido al
margen de las protestas populares a pesar de que, como los
individuos de todos los estados sociales, se veían lesionados en sus
intereses por la política impositiva de Carlos III. "Pero el16 de abril
la insatisfacción popular había alcanzado tal intensidad que los
patricios pensaron que sus bienes y sus vidas estaban en peligro
salvo que se adhirieran al movimiento. La decisión de los nobles se
vio reforzada además con las firmes promesas de apoyo por parte
de círculos descontentos de criollos santafereños, expresadas en la
forma concreta de nuestra cédula".6
Interpreta Phelan que en "una sociedad tradicionalista (las
muchedumbres) miraban hacia las clases altas en busca de comando
y orientación, sabiendo instintivamente que la cancelación de los
nuevos impuestos y el retorno a «los buenos tiempos» de antaño no
se producirían si las élites no se incorporaban a su causa" .7
Así, el 18 de abril se produjo en El Socorro el nombramiento
de Juan Francisco Berbeo como "jefe" de la "empresa",
nombramiento que éste condicionó a la elección como capitanes
5
6
7
Fr. Joaquín de Finestrad. El Vasallo Instruido en el estado del Nuevo Reino de
Granada y en sus respectivas obligaciones; libro manuscrito que reposa en la
"Sala de Libros Raros y Curiosos" de la Biblioteca Nacional de Bogotá bajo
el código: M198; costa de trece capítulos y fue escrito en 1789. Como se
indica en la Nota al Texto, la obra en cuestión fue editada parcialmente, en
1905, (caps.I-VIII) por Eduardo Posada en la compilación recogida bajo el
título Los Comuneros; el motivo expresado por Posada para justificar la
exclusión de la edición de los últimos cinco capítulos (IX-XIII) es la falta
de interés histórico de los mismos, afirmación que resulta sorprendente
proviniendo de un historiador. Phelan ha sido el único autor en registrar
este hecho, recalcando que, muy por el contrario, los capítulos no editados
son aquellos que revisten el más alto interés. De esta aclaración de Phelan
nació nuestro deseo de indagar sobre el estado del manuscrito y la decisión
de publicar la totalidad del texto.
J. L. Phelan, Op.cit., p.103.
Idem.
12
EL VASALLO INSTRUIDO
generales del Socorro a cinco individuos más: Joaquín de Vega,
Diego Ardila (sustituido luego por Francisco Rasilla), José Antonio
Estévez, Antonio José Monsalve y Salvador Plata. De su reunión se
formó una Junta que se llamó Común.8 Plata trató por todos los
medios de no aceptar el cargo que se le otorgaba y llegó a fingirse
loco para ser exonerado de la dignidad de capitán. Meses más tarde,
cuando los jefes de la insurrección capitularon y cuando José
Antonio Galán continuó solo en la lucha, Salvador Plata ofreció a
las autoridades coloniales financiar de su propio peculio y llevar a
cabo la expedición contra el comunero, cosa que efectivamente hizo
apresándolo el 13 de octubre de 1781, luego de lo cual el reo fue
ajusticiado el10.de febrero de 1782.9 El mismo día de la elección de
los capitanes del Socorro (18 de abril), Plata y el resto de capitanes
del Socorro nombrados por el pueblo procedieron a firmar una
protesta notarial para poder exhibir, en su debido momento,
documentos que los eximieran de toda culpabilidad
en lo
concerniente a la fidelidad al rey.1O
La Junta conformada en El Socorro asumió elliderazgo de la
rebelión y para la organización militar del movimiento se dispuso
9
10
Manuel Briceño. Los Comuneros. Historia de la Insurrección de 1781, Bogotá
1880, p.26. Este libro es uno de los primeros en tratar de la Rebelión de los
Comuneros.
Horacio Rodríguez Plata. "Episodios de la Revolución de los Comuneros.
¿Quién fue Don Salvador Plata?", en Boletín de Historia y Antigiiedades,
Bogotá, 44 (1957): p.366-79. En este artículo el autor trata de reivindicar la
imagen de Salvador Plata y de otros capitanes. Su razonamiento, el cual
comparte Phelan, es que ni Plata ni los capitanes del Socorro y de otros
lugares se proponían liderar el movimiento popular de los socorranos. "Así
-afirma- muchos de los capitanes fueron revolucionarios a palos". (p.377).
El artículo termina con esta asombrosa idea: "Por ser leal a esos principios
(al Rey y a la Religión) también respetables, que pierda sitio (Salvador
Plata) en la historia de la emancipación americana, que acaso lo gane algún
día en la de los fieles súbditos de la España del siglo XVIII". (p.379).
Uno de los documentos que sustentan este hecho se encuentra publicado
en la mencionada obra de P.E. Cárdenas Acosta, T 1, p.139-140: "Que por
todo lo referido, temerosos de recibir la muerte con sus familias, a manos
de los tumultuarios, y por éstos violentados y contra su voluntad, sin que
se entienda incurrir en la fea nota de traidores al Rey (que Dios guarde), y
antes sí por ver si con el comando en que les constituyen, pueden por medios
lícitos y suaves, contener, sosegar y subordinar a los abanderizados, admiten
tal nombramiento bajo esta exclamación, que en tiempo hacen en debida
forma, sobre que el consentir en ello no les sea mancha, ni deshonor a sus
buenas circunstancias y fidelidad a nuestro Soberano".
!NTRODucaóN
13
v
que en todas las poblaciones sublevadas se nombraran capitanes y
se organizaran Comunes los cuales debían estar constituidos por un
número que oscilara entre los tres y los cinco individuos elegidos
popularmente. Simultáneamente con estos acontecimientos, las
autoridades coloniales dispusieron la salida de la capital virreinal,
completamente desguarnecida, de una expedición, que apenas
reunía SO hombres, para intimidar a los rebeldes. Con ésto se daba
comienzo a una etapa de intensa movilización de los Comuneros.
Con la formación del Supremo C,9n§.ejode Guerra el 2 de mayo de
1781, los rebeldes consolidaron su organizacióñ-ínilitar y siendo
muy superior el número de sus fuerzas al del ejército real,
obtuvieron la rápida rendición de José Pardo de Osario en la
localidad de Puente Real de Vélez (situada a medio camino entre
El Socorro y Bogotá) el día 8 de mayo. Este hecho fue determinante
para que el gobierno colonial resolviera, en medio de su gran
debilidad, optar por la negociación.
El vacío de poder, acrecentado por la ausencia del Virrey
Florez, quien se hallaba en Cartagena defendiendo aquella plaza
contra probables ataques de la Gran Bretaña, trató de subsanarse
con la creación de la Junta de Tribunales. El día 13 de mayo este:
organismo otorgó al Arzobispo Caballero y Góngora plenos poderes
para negociar cualquier acuerdo con los sublevados, tratando de
impedir por este medio su entrada a la capital. Al día siguiente la
mencionada Junta tomó la decisión de suprimir aquellas reformas
fiscales impuestas por Gutiérrez de Piñeres que más habían
contribuido a la insurrección. Esta última medida precedió a la
salida, el propio 14 de mayo, del Arzobispo, acompañado por los
comisionados Joaquín Vasco y Vargas y Eustaquio Galavis, rumbo
a Zipaquirá. Berbeo, a su turno, se disponía en aquella misma fecha
a salir del Socorro rumbo a Santa Fé.ll
"Viva el rey y muera el mal gobierno!" fue el lema de los
Comuneros en su lucha.
Podría considerarse que con la movilización de las tropas
comuneras y de los comisionados reales y con la adhesión, el 17 de
mayo, de la provincia de Tunja al movimiento rebelde, concluye una
11
Phelan, Op.cit.,p.141-42. El oidor Pedro Catani fue nombrado el 15 de mayo
comandante en jefe de las fuerzas armadas; el objetivo inmediato era
prevenir la subversión interna en Santa Fé de tal modo que Caballero y
Góngora pudiera negociar un arreglo fuera de la capital.
14
EL VASALLO INSTRUIDO
segunda fase del mismo. Seguirán luego tres semanas de febriles
negociaciones entre las dos partes en contienda las que culminarán
con la capitulación de los capitanes comuneros en la Villa de
Zipaquirá el7 de junio de 1781.Pero antes de llegar a este resultado,
cuando pareaa que elmovimiento comunero no tenía otro propósito
que el de marchar sobre la capital, se produjeron dos hechos
significativos, derivados de la rendición de Osorio en Puente Real
de Vélez: en primer lugar, la mencionada adhesión de Tunja al
movimiento y con ello la del grupo étnico de los indios del oriente
granadino, sumándose así al grupo mestizo que venía actuando desde
elcomienzo de la insurrección; por otra parte, como ya lo indicamos,
la decisión de las autoridades virreinales de adoptar rápidamente,
dada su debilidad, la vía de la negociaciónP Phelan ha llamado la
I atención sobre la "coalición multiétnica" que se produjo en el proceso
I de la rebelión, cobrando ésta una fuerza especial. Berbco se erigía
I como el capitán con el cual se identificaban los criollos y sus intereses.
Los otros dos capitanes llamados a desempeñar
un papel
determinante en la "coalición multiétnica" fueron el indio Don
Ambrosio Pisco y el mestizo José Antonio Galán. Ambos recibieron
de Berbeo misiones especiales qué cumplir de acuerdo con el
descontento particular de los grupos que representaban
y
comandaban. (Ambos líderes se hallaban entre los hombres que
llegaron a Puente Real en los primeros días del mes de mayo).
El 25 de mayo, víspera del primer encuentro entre Berbeo y el
Arzobispo en Nemocón, el Generalísimo encomendó a Galán la
realización de una campaña "relámpago" que debía sublevar
importantes
poblaciones de la región del alto Magdalena:
Facatativá, Guaduas, Mariquita y Ambalema. Para este fin se había
conformado un cuerpo de 150 soldados. Berbeo esperaba así
fortalecer su capacidad de negociación dentro o fuera de la capital.
La realización de esta campaña tuvo el efecto inmediato de
persuadir a las autoridades virreinales en el sentido de aprobar
rápidamente los términos -para éstas en principio inaceptables- de
las Capitulaciones que presentarían unos días después los capitanes
en Zipaquirá. (Galán también había sido comisionado por Berbeo
12
Idem., p.l48. AIlan J. Keuthe es autor de un importante estudio sobre el estado
de las fuerzas militares en el Nuevo Reino de Granada durante de la segunda
mitad del siglo xvm y comienzos del XIX: Reforma Militar y Sociedad en la
Nueva Granada: 1773-1808, Banco de la República, Bogotá 1993.
!NTRoDucaóN
15
para que al dirigirse a Honda apresara al regente visitador quien,
temeroso por su vida, había huido de la capital el día 13 de mayo).
Otra medida que adoptó Berbeo después de llegar a Nemocón
fue la de formalizar el ingreso de los indios a la coalición multiétnica,
proclamando en una ceremonia especial a Don Ambrosio Pisco
"Señor de Chía y Príncipe de Bogotá". Pisco era uno de los últimos
descendientes de los caciques de Bogotá cuyo dominio se había
extendido por toda la región oriental del Reino. Estuvo siempre muy
lejos de querer participar voluntariamente en el movimiento rebelde
de 1781pero fue obligado a ello por las amenazas que recibió contra
su vida. Quedó así con el doble carácter de cacique hereditario de
Bogotá, al mando de 4.000 indios, y de "capitán de la empresa".
La organización del indio en tanto que miembro de un grupo
étnico permitía superar, por lo menos en parte, la rencilla existente
entre las diversas divisiones administrativas de las provincias.
Ejemplo de esto último había sido la adhesión tardía de la provincia
de Tunja al movimiento rebelde y, luego, su negativa a marchar
sobre Santa Fé. Otro ejemplo significativo de este mismo tipo de
problema era la rivalidad de la ciudad del Socorro en relación con
la de Tunja, a cuya jurisdicción pertenecía antes del movimiento
comunero y de la que se independizó como resultado de las
Capitulaciones, en virtud de las cuales Berbeo recibió el cargo de
corregidor de aquella población.
Afirma Phelan que el hecho más insigne relacionado con
Ambrosio Pisco fue la comisión que le encargó Berbeo el 31 de mayo,
fecha tan próxima a la redacción de las Capitulaciones, "para que
pasase personalmente y con gentes hasta las goteras de la ciudad
de Santa Fé, y por todo rigor contendrá las gentes que pretendieran
entrar a la ciudad a insultar y robar:'Por lo que, si necesario fuere,
hará poner dos horcas, una en la entrada de San Diego y otra en la
entrada de San Victorino, para castigo de los insultores" .13 La
ambigiiedad de esta misión es notable pues a la vez que con ella se
pretendía hacer gala de la mesura comunera se propinaba una doble
amenaza a la capital y a Zipaquirá, centro de las negociaciones que
habían comenzado el 26 de mayo en Nemocón.14 Hubo una
13
14
Citado en Phelan, Op.cit., p.170.
Idem., p.l71. El 27 de mayo Berbeo le reiteró al Arzobispo su convicción
de que la única garantía de la aceptación oficial de las propuestas de los
Comuneros era la ocupación por parte de éstos de la capital.
16
EL VA5ALW
INSTRUIDO
interrupción momentánea de las mismas. Caballero se desplazó de
Nemocón a Zipaquirá y Berbeo estableció su campamento en la
localidad estratégica del Mortiño, situada a media hora de Zipaquirá
ya una jornada de Bogotá. Fue allí donde se reunió el gran ejército
de los Comuneros, compuesto por unos 20.000 hombres. Si se tiene
en cuenta que en 1778 la población de la capital se calculó en unos
18.000 habitantes, puede uno figurarse la magnitud de la conmoción
que produjo en Santa Fé la proximidad del ejército comunero. 15Hay
aeste propósito un hecho muy significativo: en los últimos días del
mes de mayo el Supremo Consejo de Guerra le escribió desde El
Socorro una carta a Berbeo manifestándole que si el Arzobispo
apelaba al arbitrio de excomulgar a los rebeldes que trataran de
penetrar a Santa Fé el propio Supremo Consejo desterraría al prelado
de su jurisdicción. El 30 de mayo Berbeo mostró la carta, en un acto
tildado de brillante por Phelan, a los comisionados
de las
autoridades reales. El 31 de mayo, vio la adhesión formal de
Zipaquirá a la "empresa", procediendo Berbeo a confirmar la
elección popular de capitanes. El Arzobispo, quien se encontraba
allí, pudo palpar la envergadura de la ira popular, la que le hizo
aceptar la necesidad de hacer grandes concesiones a los jefes del
Común y proponerse quebrar luego "la alianza entre patricios y
plebeyos".16El poder de Berbeo había llegado a su punto culminante
para ser superado en breve por la habilidad del ArzobispoP Este
último pudo tranquilizarse un poco al tener noticia de la salida de
Santa Fé de la expedición enviada en su ayuda, bajo el mando del
Coronel Bernet. Ya para esta fecha (31 de mayo), si bien el pueblo
persistía en su propósito de ocupar la capital, para los criollos y sus
capitanes se había convertido en aceptable una negociación en
Zipaquirá.18
15
16
17
18
Idem., p.l72. Se considera que el ejército comunero debía representar a
todas las localidades sublevadas; así, las ciudades del Socorro, San Gil y
Puente Real de Vélez concurrieron con una fuerza de 10.000hombres; Tunja
aportó 6.000junto con las poblaciones de Leiva, Sogamoso, Santa Rosa y
Chiquinquirá. Los 4.000 indios que participaban en el movimiento
provenían de todos estos lugares.
Idern., p.l73-174.
Passim.
Idem., p.176-79, 187.
INTRoDucaÓN
17
LAS CAPITULACIONES
El 5 de junio Berbeo decidió redactar, desde el "Campamento de
guerra en territorio de Zipaquirá", las Capitulaciones y enviadas a
la capital para su aprobación. El texto comprendía 35 puntos, los
que en buena parte se referían a la exigencia de los Comuneros de
que fuera modificado el desfavorable régimen de impuestos.19 El
primer punto pedía que hubiera "de fenecer en todo el ramo de
Real Hacienda titulado Barlovento, tan perpetuamente que jamás
vuelva a oírse su nombre". Se percibe aquí, lo mismo que en todos
los puntos restantes, el tono del vas~Jlo ofendido. Esto es
particularmente cierto a propósito del numeral 22, el que sienta
una amarga protesta por parte de los criollos por verse separados
de los cargos administrativos.2o
El numeral reza así: "que en los Empleos de primera, segunda',
y tercera plana hayan de ser antepuestos y privilegiados los
nacionales de esta América a los europeos, por cuanto diariamente
manifiestan la antipatía que contra la gente de acá conservan, sin
que baste conciliarles correspondida voluntad, pues están creyendo
ignorantemente que ellos son los amos y los Americanos todos, sin
distinción, sus inferiores criados; ..."
Le siguen a éste varios puntos en los que figuran ciertas
reivindicaciones para los indios y mestizos, individuos de los que
se había nutrido mayoritariamente
el ejército comunero. La
voluntad de contemporizar los capitulantes con las autoridades
coloniales es clara en los términos de la última petición: "Que
habiendo sido nuestro principal objeto ellibertarnos de las cargas
impuestas de Barlovento y demás pechos impuestos por el señor
Regente Visitador general, lo que tanto ha exasperado los ánimos,
moviéndose a la resolución que a V.A. es notorio, y que nuestro
ánimo no ha sido faltar a la lealtad de leales y fieles vasallo s,
suplicamos rendidamente a V.A. que se nos perdone todo cuanto
hasta aquí hemos delinquido; y para que su real palabra quede del
todo empeñada, impetramos el que, para mayor solemnidad sea
19
20
El texto definitivo de las Capitulaciones fue publicado por Cárdenas Acosta
en la obra citada, T 11,p.18-29,
Ver a este propósito el artículo de J.L. Phelan: "El auge y la caída de los
criollos en la Audiencia de Nueva Granada, 1700-1781", en Boletín de la
Historia y Antigiiedades, Bogotá, 59 (697-98), 1972, p.597-618.
I
18
EL VASALLO INSTRUIDO
bajo juramento sobre los cuatro Evangelios, y verificado que sea en
el Real Acuerdo, se remita a los señores Comisionados para que
aquí se vuelva a ratificar en presencia del Illmo. Señor Arzobispo,
para que todos los Comunes queden enterados de su real e
inviolable palabra, por cuyo medio han de quedar firmes y
subsistentes, ahora y en todo tiempo, los Tratados-Capitulaciones,
y pedimos se nos admitan y acepten, y que su aprobación sea sin
ambigiiedad" . Esta exigencia de los capitanes revela las dudas que,
con razón, abrigaban. Efectivamente, el 7 de junio las autoridades
reales aprobaron los "Tratados-Capitulaciones" y dejaron constancia
de ello en el" Acta de Aprobación y Juramento de las Capitulaciones
por el Real Acuerdo y Junta de Tribunales" para proceder
inmediatamente los firmantes de la misma a redactar y firmar a
continuación el" Acta Secreta contra las Capitulaciones" en la que
se expresaba que la aceptación de las mismas se había hecho "bajo
el seguro concepto de su nulidad". 21Los capitanes comuneros
habían sido los primeros en acudir al arbitrio de las actas secretas.
Al tiempo de la "pacificación", iniciada inmediatamente después
de la fingida aceptación de las Capitulaciones, y la que estuvo a cargo
del Arzobispo y de varios frailes capuchinos y franciscanos,
comenzó entonces a conocerse la utilidad de las actas y cartas
~ reservadas enviadas por los capitanes comuneros a las autoridades
en el curso de la sublevación. El mismo Berbeo, don Salvador Plata
y muchos otros, no escatimaban esfuerzo para demostrar que habían
sido "obligados por la fuerza" a aceptar las Capitanías y los
humildes, los millares de comuneros que llegaron hasta las puertas
de la Sabana, contemplaron con sorpresa cómo todos sus jefes los
abandonaban y se adelantaban a ofrecer impúdicas explicaciones
para demostrar que nunca habían sido solidarios con las
''0aspiraciones del pueblo y que su participación en la revuelta no
había tenido otro objeto que el de "proteger" al gobierno colonial
contra la furia de las "plebes insubordinadas".22 Prácticamente todos
los historiadores que se han ocupado de la rebelión comunera
mencionan la ceremonia religiosa del Te Deum, cantado y oficiado
11
21
22
Los documentos mencionados fueron publicados en el volumen de José
Manuel Pérez Ayala, Antonio Caballero y Góngora, Virrey y Arzobispo de
Santa Fé, 1723-1796, Bogotá 1951, p.84-85.
Indalecio Uévano Aguirre. LosGrandes Conflictos Sociales y Econámicos de Nuestra
Historia, 2 voIs., 4ª. Edición, Tercer Mundo, Bogotá 1972, vol2, p.490-491.
INTRODUCOÓN
19
por el Arzobispo, durante la cual se juraron solemnemente las
Capitulaciones el día 8 de junio; pero no señalan que se trataba de
una prueba de cumplimiento exigida por los capitanes comuneros
y que Caballero y Góngora, en un acto que podría tildarse de
maquiavélico (en el sentido de aquello que conviene al poder)
accedió a conceder. Luego de esto la dispersión de los ejércitos
comuneros fue fulminante y propiciada por los propios capitanes.
"El Ilustrísimo Señor Arzobispo y señores comisionados se
mantuvieron el siguiente día 9 en Zipaquirá, haciendo retirar las
gentes a sus respectivos pueblos, suministrándoles dinero para que
lo verificasen, como lo consiguieron, siendo bien de extrañar que
en solo aquel día se disipó a todo el numeroso concurso de gente
armada, a excepción de unos pocos que quedaron con don Juan
Francisco Berbeo".23
VISITA PASTORAL
Luego de la dispersión del ejercito comunero comenzó la obra de
"pacificación" de los pueblos sublevados, cuyo objetivo más
importante era el de llevar una misión a la Villa del Socorro. La
visita Pastoral que se inició estuvo encabezada por el Arzobispo
Caballero y Góngora y en ella participaron, como lo anotamos
anteriormente, varios frailes capuchinos y franciscanos, siendo el
más famoso de todos ellos Joaquín de Finestrad. El mencionado
fraile concluiría el 12 de junio de 1789la escritura del libro inspirado
en la rebelión comunera y dedicado al Virrey Francisco Gil y Lemos;
su título es: El Vasallo Instruido en el estado del Nuevo Reino de Granada
yen sus respectivas obligacíones. Berbeo tuvo también una inusitada
importancia en la obra de pacificación. Junto con el Arzobispo y los
comisionados partió de Zipaquirá, rumbo a Bogotá, ellO de Junio.
El informe oficial sobre la rebelión comunera señala que el "Señor
Arzobispo a los ocho días (18 de junio) de haber llegado (a la capital),
volvió a emprender su marcha para El Socorro, distante doce
jornadas de Santa Fé, en prosecución de su pastoral visita, donde
23
"Relación verdadera de la sublevación de los comuneros" . Informe Oficial,
Santa Fé, 31 de agosto de 1781, en Reportaje de la Historia de Colombia, 2
voIs., selección y presentación de textos de Jorge Orlando Melo, ed.Planeta,
Bogotá 1989, vol.1, p.272.
20
EL VASALLO INSTRUIDO
sehalla tranquilizando (31 de agosto de 1781)los ánimos de aquellas
gentes y de los pueblos del tránsito".24 Afirma Indalecio Liévano
que en las provincias visitadas "contribuyó Berbeo decisivamente
aconvencer a los pueblos de que debían someterse a las autoridades
coloniales. Aunque el Arzobispo se hizo acompañar de un cuerpo
de predicadores, encabezado por el famoso padre capuchino
Finestrad, resultaron mucho más eficaces, para la empresa de la
pacificación, las admoniciones de Berbeo que los sermones de dichos·
sacerdotes".25 Los tres misioneros capuchinos Joaquín de Finestrad,
Félix de Goyanas y Miguel de Villajoyosa comenzaron su misión
en el pueblo de Chia,26epicentro que había sido, junto con Bogotá,
de la unificación indígena liderada por Ambrosio Pisco para
participar en la rebelión comunera. Según Briceño, una vez llegados
Berbeo y el Arzobispo al Socorro, este último comisionó al primero
, para que completara la pacificación de Pamplona, "y principió su
obra de seducción empleando la más sutil diplomacia"Y
Germán Colmenares señala en su prólogo a las Relaciones de
Mando de los Virreyes del Nuevo Reino, de cuya última edición se hizo
cargo, que la figura más controvertida de los gobernantes coloniales
es la del Arzobispo Antonio Caballero y Góngora (quien un año
después del levantamiento comunero fue nombrado Vrrrey) tanto
por el papel que desempeñó durante la revolución como en el proceso
de las negociaciones que culminó con la aprobación momentánea de
las Capitulaciones.28 En su Relación de Mando (1789) Caballero y
Góngora, al hacer alusión a la Rebelión de los Comuneros, presenta
en forma muy resumida su pensamiento en tomo a la misma,
pensamiento cuyo realismo contrasta singularmente con la labia de
Finestrad. Refiriéndose al proceso de militarización del Reino que
Idem., p.273.
l. Liévano. Op.cit., vo1.2,p.490.
Manuel Briceño, Op.cit., p.73.
Idem. El mencionado Worme Oficial señala que cuando el Arzobispo se
hallaba deliberando con Berbeo sobre el contenido de las Capitulaciones, la
muchedumbre que se hallaba fuera del recinto en donde se discutían las
mismas comenzó a gritar: ¡traición! ¡traición! a Santa Fé! a Santa Fé!
Consternado el Arzobispo, se mostró partidario de la suspensión de las
deliberaciones y de solicitar la aprobación inmediata de las Capitulaciones
por parte de las autoridades coloniales.
Germán Colmenares. Relaciones e informes de los Gobernantes de la Nueva
Granada, 3 tomos, Biblioteca Banco Popular, Bogotá 1989, t.1, p.5-26.
lNTRoDucaóN
21
emprendió durante su gobierno (1782-1789) estima que: "Los gastos
de mayor entidad a que tiene que ocurrir la Real Hacienda son sin
duda el sustento de las tropas y de la marina. Antiguamente se I
hallaban las fuerzas reconcentradas en las plazas marítimas, cuando
la policía de las provincias interiores, la administración de justicia y
la autoridad de los ministros del Rey descansaban en la fidelidad de
los pueblos. Pero perdida una vez la inestimable inocencia original,
necesitó el Gobierno, y desearon los fieles vasallos (que finalmente
lo vinieron a ser todos) el establecimiento de cuerpos militares para
perpetuar el orden y tríl..nquilidad conseguidos" .29
Volviendo a Finestrad, hay dos datos muy curiosos sobre su I
misión a las regiones orientales del Reino. El uno se refiere al i
"régimen de una verdadera ocupación militar" que se produjo en
los lugares en donde la rebelión fue más fuerte y en donde "por '
instrucciones
del padre Finestrad se realizaron,
en ellas,
verdaderos destierros en masa a las insalubres regiones del Darién,
con el pretexto de fomentar la colonización de dicha costa"30 (El
Oidor Antonio Mon y Velarde era en ese momento un abanderado
de la colonización en Antioquia. En su calidad de funcionario real
firmó la sentencia que condenó a muerte a Galán; los otros
firmantes fueron Juan Francisco Pey y Ruiz, Joaquín Vasco y
Vargas, Pedro Catani y Francisco Javier Serna). El otro dato curioso
a propósito de Finestrad es el que se relaciona con la correría que
hizo Nariño, en 1796, por las regiones del alzamiento comunero;
de sus observaciones rindió un informe, uno de cuyos apartes reza
así: "La providencia que tomó el Excelentísimo señor Caballero y
Góngora, después de los alborotos del año de 1782, de purgar
algunos pueblos, enviando una colonia a la provincia del Darién,
no dudo que sería muy acertada; (el Nariño que así se expresaba
era, todavía, vasallo del rey) pero el modo como se verificó tiene
los ánimos muy¡rrlhidos; por el abuso que hizo de su comisión y
ministerio el referido capuchino encargado por el gobierno.
Aseguro que el nombre del padre Finestrad es bastante para poner
en movimiento una casa entera en los pueblos donde estuvo" .31A
finales de 1781 continuaba la visita pastoral. En fuerte contraste
29
30
31
ldem., p.484-485.
l. Lieváno. Op.cit., Vo1.2,p.499.
ldem., p.499-500.
22
EL VASALLO INSTRUIOO
con el cuadro que pintaba Nariño existe un sorprendente
testimonio documental el cual da cuenta de la petición hecha por
los habitantes de un barrio de El Socorro al Arzobispo en el sentido
de que aceptara permanecer en aquella Villa por lo menos durante
un año más:
"Villa del Socorro y Noviembre 15 de 1781.
"En dicho día, mes y año, por la noche, fueron los vecinos del
barrio de Chiquinquirá, de esta Villa, a visitar al Ilustrísimo señor
doctor don Antonio Caballero y Góngora, dignísimo Arzobispo de
Santa Fé; llevaron en su compañía la imagen de María Santísima, y
cantaron los versos siguientes:
"En compañía oh buen Pastor
de aquesta estrella del mar,
os vienen a visitar
vuestras ovejas, Señor.
"Si nos permites licencia,
la que humildes pediremos,
obsequios te ofrecemos
en su divina presencia.
"Quisiéramos, Gran Señor,
con humildes sacrificios
recompensar los oficios
que has hecho a nuestro favor.
"Aquesta Villa afligida
conturbada se miró,
mas todo se suavizó
Señor, con vuestra venida.
"Pues cual otro Nicolás
De Mira, invicto Pastor,
Con vuestro celo y fervor
Has propendido a la paz.
"Se dignó vuestra piedad
tus misioneros mandar
INTRODucaÓN
viniesen a predicar
en tan gran calamidad.
"Quienes prontos estuvieron
como ministros celosos
y por caminos fragosos
aquesta Villa siguieron.
"Con fatigas y sudores,
con su ejemplo y su virtud
han puesto en paz y quietud
a todos sus moradores.
"Démosle gracias al cielo,
que por mano de este Marte,
en este lugar reparte
su piedad, paz y consuelo.
"Pues como héroe famoso,
en caridad encendido,
con gran celo ha conseguido
quietud, sosiego y reposo.
"Y pues que por vuestra mano
y válida protección,
esperamos el perdón
del Monarca Soberano.
"Oh mar de benignidad
no nos déis con vuestra ausencia,
pues faltando tu presencia
se recela novedad.
"Con afecto singular
os suplica este rebaño
que aunque sea por sólo un año
mores en este lugar.
"De vuestra piedad espero
conseguir este favor;
23
EL VASALLO INSTRUIDO
24
el cielo os guarde, Señor.
Viva el señor Caballero.
"Vuestra dignidad reciba
el corto obsequio que hacemos,
que a voces todos diremos:
el señor Góngora jViva!"32
'--f
"En medio de este espectáculo de vergonzosa claudicación afirma Liévano- y de general ignominia se yergue la figura solitaria
de José Antonio Galán, quien con gesto magnífico se apresura a
ocupar el puesto del que desertaron los capitanes comuneros".33
Galán tuvo en sus manos el texto de las Capitulaciones y recibió la
orden de Berbeo de dispersar a sus hombres y de concluir sus
actividades revolucionarias. No acató este mandato y prosiguió en
la lucha. En esta última etapa de la rebelión, Galán apoyó fIel
levantamiento de los esclavos, las reivindicaciones indígenas, la
invasión de los latifundios y la liberación de los cosecheros,
largamente oprimidos por los grandes propietarios criollos". 34Pocos
meses después del apresamiento y ajusticiamiento del reo se
posesionó como Virrey Gunio de 1782) el Arzobispo Caballero y
Góngora, quien había sido, como hemos visto, el principal
pacificador de los Comuneros. Prontamente procedió a extender
un perdón general a quienes habían participado en el movimiento
rebelde y a hacer algunas concesiones en el campo económico.
Caballero proponía de este modo los términos de un nuevo pacto
colonial "mediante el cual la corona ofrecía los frutos del progreso
económico a cambio de la obediencia incondicional a la autoridad
real" .35
32
33
34
35
Pablo E. Cárdenas Acosta. Op.cit., T n, p.173-175. Según los datos que aporta
este autor, el Arzobispo Caballero y Góngora permaneció en El Socorro
desde el 14 de julio hasta el3 de diciembre de 1781; en esta última fecha se
dirigió a Charalá y por la época de Navidad se encontraba en Santa Rosa.
Se trasladó a Tunja el 29 de diciembre, en cuya jurisdicción se proponía
continuar la visita pastoral.
1. Liévano. Op.cit., vol.2, p.491.
ídem.
Anthony McFarlane. Colombia antes de la Independencia: economía, sociedad y
política bajo el dominio borbón, Bogotá 1997, p.393.
INTRoDucaÓN
25
NOTA AL TEXTO
El Vasallo Instruido en el estado del Nuevo Reino de Granada y en sus
respectivas obligaciones es el título del libro manuscrito del Fraile
capuchino Joaquín de Finestrad, dirigido al Virrey Francisco Gil y
Lemos según consta en la nota de presentación, fechada a bordo de
la fragata real Santa Agueda el 12 de junio de 1789. Hay indicios de
que el volumen fue a parar a España para ser devuelto nuevamente
a Colombia. Hoy reposa en la Biblioteca Nacional de Bogotá en la
"Sala de Libros raros y curiosos". En la contra carátula se encuentra
la inscripción siguiente: "Comprado en Madrid, en 1847, en la venta
de las reliquias de la biblioteca del Marqués de Sta.Cruz (el que fue
director de la Academia Española en tiempos de Carlos IV) y
regalado a mi amigo el General don Joaquín Acosta, de la Nueva
Granada. Madrid 17 de enero de 1849. (Firmado) Domingo del
Monte". Sería entonces resultado de una casualidad el que el escrito
en cuestión forme parte de las colecciones de nuestra biblioteca
pública. Hay, en el folio siguiente al que contiene la referida
dedicatoria una frase, escrita a lápiz, que dice: "Importantísimo
para la historia de los Comuneros", cosa que efectivamente se puede
corroborar después de la lectura del manuscrito. Los primeros ocho
capítulos, de un total de trece, fueron publicados por Eduardo
Posada en el volumen Los Comuneros (Imprenta Nacional, Bogotá
1905, Biblioteca de Historia Nacional, 4). Los cinco capítulos
restantes, mucho más extensos que los primeros ocho, los hemos
transcrito; también hemos corregido los errores de numeración de
los capítulos que se encuentran tanto en la parte editada como en
el documento original. Otra tarea importante que tuvimos que
realizar fue la de cotejar con el texto original los capítulos impresos;
se nos dio así la oportunidad de enmendar no pocos errores y de
introducir en esa primera parte del texto la señalización de las dos
caras de que constan todos los folios.
Por lo que se refiere a las notas de pie de página procedimos a
sustituir la notación alfabética que figura en el original por una
notación numérica; para comodidad del investigador hemos
agregado, entre paréntesis, alIado de todas las notas de pie de
página el número del folio y cara de donde proceden y la letra con
que figuran en el manuscrito. El cuerpo de notas lo hemos transcrito
literalmente, cuerpo en el que predominan la imprecisión y la falta
de uniformidad de los datos consignados.
26
EL VASALLO INSTRUIDO
La reconstrucción de las fuentes mencionadas es, en realidad,
un objeto que amerita un trabajo aparte. La ortografía y la
puntuación del texto también se caracterizan por su falta de
uniformidad, pues esta era la condición en que se hallaba la escritura
del idioma castellano a finales del siglo XVIll; por ejemplo, es posible
encontrar en un mismo folio una palabra escrita en dos o tres formas
diferentes; lo mismo ocurre con la ortografía de nombres propios y
de lugares. Hay también una constante citación de giros en latín en
la que un estudio analítico encontraría muchas imprecisiones. En
eltexto, que no en el cuerpo de notas, hemos introducido unos pocos
cambios ortográficos allí donde consideramos que resultaban
aclaratorios. Aportamos en cuadro que indica el estado de los
derechos de Alcabala y de Barlovento en el Nuevo Reino de Granada
entre 1780 y 1781, cuadro que figura en el folio 143r del texto
original, el cual omitió Posada en su edición.
El tratamiento de materias del libro de Finestrad es singular.
Los primeros capítulos se refieren a la constitución del mundo, al
descubrimiento de América y al estado de" decadencia" del Nuevo
Reino. En la mitad del escrito el autor entra a proponer, en el
Capítulo VI, una serie de "proyectos económicos" muy acordes con
la doctrina del naciente liberalismo económico de finales del siglo
XVIII. Esta parte de la obra es comparable a los informes que
rindieron los Virreyes del Nuevo Reino en sus Relaciones de Mando.
A partir del capítulo VII comienza Finestrad a tratar de la Rebelión
de 1781 y a exhortar a los pobladores del Reino a acogerse a los
principios del vasallaje. La lectura del conjunto de la obra nos
permite comprender el por qué del título: El Vasallo Instruido en el
estado del Nuevo Reino de Granada y en sus respectivas obligaciones.
Creía el Fraile que la ignorancia en torno a temas económicos,
políticos e históricos había sido la causa de la rebelión de 1781.
Desde el punto de vista ideológico es digno de notarse el que
en el mismo año en que estallaba la Revolución Francesa, Finestrad
realizara en su escrito una defensa a ultranza de la monarquía, aun
de aquélla precristiana, y del derecho divino de los reyes.
MARGARITA
GONZÁLEZ
íNDICE
DEL VASALLO INSTRUIDO
PORTADA
29
PREFACIO
35
CAPÍTULO 1
47
Trata de la constitución del mundo, de su división y
de la noticia antigua de la América
CAPÍTULO
n
69
Demuestra el feliz descubrimiento de La América y
del Nuevo Reino de Granada
CAPÍTULoITI
89
Trata del estado natural del Nuevo Reino
CAPÍTULo IV
115
Refiere el estado de abominación en que se halla el
Reino
CAPÍTULO V
131
Demuestra la triste decadencia, término actual del
Reino
CAPÍTULO VI
145
Contiene los proyectos económicos para promover
los adelantamientos útiles y hacer floreciente el
Nuevo Reino
CAPíTULO VII
175
Demuestra que fue acto formal de rebelión contra el
príncipe la acción de tomar las armas las
comunidades en el año de 81
CAPITuLo
VIII
197
Contiene la justicia de los tributos y se proponen los
motivos tan justos de su contribución
IX
239
Demuestra la enorme gravedad y singularidad de la
ofensa que en sí contiene la Rebelión del año de
ochenta y uno
CAPíTULO
X
265
Expone que la Rebelión no debe atribuirse al mal
gobierno de los Ministros del Rey sino a la general
corrupción de constumbres (sic) que inundan el
Reino
CApíTULO
Xl
287
Demuestra el extremo de satisfacción y de fidelidad
que debe abrazar el Reino para reconciliarse con
Dios y con el Rey perfectamente
CAPÍTULo
CAPÍTULo
XII
305
Trata del amor, obediencia y fidelidad a los
Soberanos y a la Patria
CAPíTULO XlII
363
Demuestra el Dominio y Señorío natural de los
Reyes de España en la América
EL VASALLO INSTRUIDO
EN EL ESTADO DEL NUEVO REINO DE GRANADA
Y EN SUS RESPECTIVAS OBLIGACIONES
Fr. Joaquín de Finestrad
folio Ir
El vasallo instruido en el estado del nuevo reino de
granada y en sus respectivas obligaciones
Instrucciones
que ofrece a los literatos y curiosos el
R. P. Fr. Joaquín de Finestrad, Religioso
Capuchino de la provincia de Valencia y
conventual en el Hospicio de Santafé de
Bogotá, ex-lector de Sagrada Teología,
Examinador Sinodal del Arzobispado de dicha
ciudad y Capellán de Marina en la fragata
del Rey "Santa Agueda", comandanta de la
Armadilla de Cartagena de Indias.+
+
En la presentación del libro, dirigida al Virrey Francisco Gil
y Lemos, Finestrad registra su firma bajo la fecha del 12 de
junio de 1789.
EL VASALLO INSTRUIDO
Al Excelentísimo Sr. Fr. D. Francisco Gil y Lemas, Virrey
Gobernador, Capitán General, Presidente de la Real
Audiencia de Santafé, Virrey electo del Perú y Teniente
General de la Real Armada, Consejero num. en el Real y
Supremo de la Guerra, Caballero Gran Cruz del Orden de S.
Juan y Comendador de la de Puente de Orvigo.
Excelentísimo Señor:
¿A quién podía con mayor propiedad ofrecer este pequeño
parto de mis sudores que a quien contempla el Reino todo
ínclito defensor de la justicia, padre de la patria, conservador
de la Regalía y verdadero
promovedor
de los
adelantamientos de la República y de los timbres de la
nación? Notorio es a toda esta ciudad, poco dije: hasta en lo
más remoto del Nuevo Reino penetró la voz de la paternal y
activa protección de V.E. con este su reconocido religioso,
que en todas sus ocupaciones del real servicio no tuvo otro
objeto que la gloria de la religión, el honor de su Rey y la
felicidad de la patria. Yome hallaba en la triste necesidad de
ser sucesor de Mardoqueo olvidado, pero Y.E.tuvo la bondad
de representar al Rey mi lealtad heredada y los ventajosos
servicios que tengo hechos a su corona en tiempo de las
pasadas turbulencias con pleno conocimiento de la causa.
¿Cómo, pues, podré extraviarme de la indispensable
obligación de presentar a sus aras este corto pero afectuoso
obsequio? Si yo, olvidado de mi carácter y del más justo
reconocimiento, no lo presentara gustoso a los pies de V.E.,
él mismo caminara a su natural / /
centro. Trata de las obligaciones de un perfecto ciudadano,
de la pacificación de los pueblos, del establecimiento de la
quietud pública y de los intereses del Soberano. Habiendo
derramado mi espíritu apostólico en las provincias de este
vasto Reino durante la conmoción general de las
comunidades amotinadas contra el más santo Rey, quiero
lograr el honor de ofrecer a Y.E.el mérito de mis acciones en
servicio de ambas Majestades y de la tranquilidad pública.
Protesto, Excmo. Sr.,que no tengo libertad para otra cosa. El
favor me precisa a sola esta atención y objeto. Las conocidas
INSTRUCOONES
33
utilidades que acarreó a la corona la aplicación en política
de V.E.en los negocios de Estado, y el nada equívoco estudio
al completo desempeño de los superiores encargos en la
materia reservada a los intereses generales de la nación, le
distinguieron ventajosamente en la Corte: penetró su fama
hasta las gradas del trono de nuestro católico Monarca, el Sr.
D. Carlos III (que Dios guarde), quien descubriendo en V.E.
todo el fondo de prendas que para el alto ministerio se requieren,
le colocó en la esfera del primer gobierno del Nuevo Reino de
Granada, a fin de ilustrar el Estado, felicitar la nación, precaver
su decadencia, reformar abusos, engrosar el real erario y hacer
reinar la abundancia, florecer al justicia sin opresiones, la
clemencia sin relajación y desterrar el más lastimoso
desconcierto de la República. Cuando ya representaba un nuevo
semblante de felicidad y adelantamientos útiles por las sabias
disposiciones de v.E., entonces una oculta y soberana
providencia lo arrebata y / /
promueve al afortunado Perú. Aun en la parsimonia de una
muy moderna recreación, no perdía V.E.de vista los negocios
importantes a la prosperidad del Estado y a la mayor
felicidad de los vasallos. Poco tiempo ha tenido este Reino
infeliz el honor de ser gobernado por V.E.;pero si se observa
el arreglo, la formalidad y el firme apoyo con que deja
establecidos todos los ramos, no tendré el más mínimo reparo
en asegurar que ha vivido largos años en su mando. La
eficacia de aquel suave imperioso atractivo con que v.E. se
ha llevado de una vez los corazones de todos desde el instante
mismo que adoptó en sí los desvelo del gobierno, es un
público testimonio de que Dios lo ha elegido para verdadero
padre de la patria. Este es el único elogio que la ley de mi
respetuosa gratitud puede atribuir1e. Para ceñir la grandeza
romana la más gloriosa corona a la frente de su heroísmo, no
halló elogio más plausible, ni título más brillante que el de
padre de la patria. La bondad de los Trajanos, la clemencia
de los Antoninos, la discreción de los Aurelios, la paz de los
Augustos y la política de los pertinaces,
jamás fue
condecorada con premios más elevados; pues cuando veían
trofeos de sus armas a las más bárbaras naciones, cuando el
terror de sus enemigos hacía respetable y gloriosa su nación,
cuando cargados de despojos enriquecían los pueblos y
34
EL VASALLO INSTRUIDO
volvían triunfantes de la campaña a disfrutar las delicias de
una paz alcanzada con victorias; cuando sus príncipes eran
11
como un muro impenetrable a la patria y no reinaban sino
por la utilidad pública; cuando una majestad venerable y
una amable soberanía les haáa adorar como a dioses y amar
como a padres; cuando, finalmente, una política arreglada a
la gloria común les formaba el objeto de sus complacencias y
dulzuras, entonces era cuando consagraban como el premio
más recomendable a la posteridad y más precioso a su
nombre este gran título. Ni al formar yo un elogio digno de
V.E. hallo otro de más grandeza y justicia que éste. Ni otro
que me mueva a consagrarle este culto, ligero indicio de mi
gratitud y respeto. Esto, y el ser la idea de la obra que ofrezco
a las aras de V.E.tan conforme al carácter en que se distingue
y a los hechos que le hacen tan amable y glorioso a la patria
como recomendable a las cortes, son los objetos que mira
esta justa consagración. No puedo persuadirme que tan
pequeño sacrificio pueda tener el honor de colocarse a los
pies de V.E.como tributo de mi gratitud y veneración; pero
animada mi esperanza en los nobles caracteres que
constituyen la felicidad de estos reinos, y que son propios de
v.E., estoy bien satisfecho se dignaría protegerla y elevarla a
las gradas del trono para que merezca la luz pública si se
halla mérito en ella. Suplico a V.E., con el más profundo
respeto, admita este corto obsequio como sacrificio el más
reverente de mi justo reconocimiento, pues aunque no es de
tan relevantes matices como se merece v.B., es de sobrados
quilates por la voluntad con que se le presenta. / /
Prospere Dios la importante vida de V.E. para consuelo de
oprimidos, timbre de la nación y conveniencia del público.
A bordo de la fragata de S.M. Santa Agueda, junio 12 de 1789.
Excmo. Sr.
FR. JOAQUÍN DE FINESTRAD
35
Sr
PREFACIO
1
El santuario, que fue siempre un asilo para los delincuentes
del mundo, es en nuestros tiempos frágil barrera para
defender de los insultos a los que intentan tomar la pluma
en defensa de la soberanía. En algunos países de la Europa
se ha constituido vanidad el escribir con demasiada libertad
contra el debido respeto a la religión y a los soberanos. Se
pretende medir estas alturas con el cordel de inteligencias
bastardas y cavilosas. Todo se contempla objeto de una crítica
maligna, hija legítima de la preocupación orgullosa. Se
derraman proposiciones y máximas perniciosas a los que con
poca reflexión las registran y leen.
TI
Sv
Nada extraño parecerá que yo ofrezca al público una nueva
obra en la que pueda instruirse perfectamente un vasallo.
Mi conocido amor al Rey y a la patria, y el celo apostólico de
la salud eterna de las almas, me compelen a correr la pluma
y manifestar escribiendo lo que a la verdad sólo quisiera
meditar llorando. Este solo respeto es el que me obliga a
proponer, no sin temer las expresiones, el recomendable
sistema de vida peregrina que corresponde debidamente al
carácter de un perfecto vasallo. Pero si este tal respeto pudo
precisarme a trabajar un epílogo de tan sublime naturaleza,
no podrá obviar la trémula locución / /
de balbuciente lenguaje. Confieso que si el difícil manejo
de una tan complicada y elevada materia me fuera por
alguna de tantas causas excusable, elegiría desde luego el
partido de un perpetuo callar, por el indicante más expreso
de cuanto puedo proponer. Pero haviendo formado viva
EL VASALLO INSTRUIDO
36
idea de la alta perfección que pide la divisa de un tan
distinguido y glorioso carácter, y visto en este borrascoso
piélago del Nuevo Reino de Granada zozobrante la
autoridad pública y profanado sacrílegamente el fuero del
vasallaje, en donde no se daba paso que no se tropezase y
en donde no se tropezara que no se peligrase, nada me falta
sino tomar la pluma para el desengaño. El desorden con
que sin reparo del dispendio de su salvación, del abandono
de la real justicia y de la profanación de la obediencia y
fidelidad al Soberano, como igualmente a los ministros que
en su real nombre gobiernan, me ponen en la dura necesidad
de tratar una materia tan odiosa. Hablaré con la
imparcialidad más conveniente, no barrenaré la verdad, no
la disimularé por redimirme de una adulación lisonjera; y
si los hijos de este Reino tienen una constitución gloriosa,
no los degradaré de tan digno aplauso; pero si las
desmerecen, seguramente no les haré su elogio. No puedo
sufrir el incienso de muchas deidades; el de una sola es el
que me lleva y ocupa todas las atenciones. La instrucción
perfecta del vasallo es a quien dirijo mi veneración. No dudo
que este parto de mis estudios, de mis sudores y aplicaciones
será objeto de la inspección de los curiosos y por lo mismo
les presento los motivos o impulsos que me estimularon
para su formación.
III
Con sombras de dolor renuevo al espíritu la triste idea de
aquel tiempo de confusión en que al eco de un golpe
repentino, el temor y preocupación del entendimiento cayó
sobre Santafé, cabeza del Nuevo / /
Reino de Granada. El horror sorprendió sus sentidos y los
mismos montes no querían recibir su fuga. El pavor pobló
sus campañas, gimieron de terror sus riberas, y en sus plazas
desiertas batía la muerte el estandarte fúnebre al eco de
una lúgubre trompeta. Se vio temblar a Jerusalén plantada
en los montes santos, y la visión de paz se representó
espectáculo de una espantosa hostilidad a vista de aquel
formidable ejército de coligados y rebeldes armados de
instrumentos matadores que se presentó en Zipaquirá. Su
37
PREFAOO
furor despechado era un pronóstico seguro y cierto de
ciudades destruidas, de campiñas taladas, de campos
cubiertos de cadáveres y de ríos teñidos en sangre humana.
En aquella infeliz época del año de ochenta y uno, unos
vasallos, en quienes la lealtad fue el más glorioso patrimonio
de sus mayores y el amor al Rey el objeto más dulce de sus
hechos, se olvidaron de la felicidad de nuestra nación
española, que es ser toda para su Rey como es su Rey todo
para ella. Tan pujante se miraba la iniquidad de Babilonia
que dudo si ardiendo en vivas llamas Sodoma pudiese
salvarse Lot sino en el monte. Se vio precisado el Soberano
a capitular con sus vasallo s rebeldes con las armas en la
mano por medio de sus ministros. Firmaron éstos unos
tratados sacrílegos y opuestos a la soberanía y al derecho
público. Su consentimiento nació de la necesidad y del furor.
Se contempló medio oportuno para contener el despecho
de tan espantosa muchedumbre.
Convinieron con la
violencia popular para reducirla a tranquilidad, habiendo
quebrado su furia.
IV
6v
El Ilustrísimo Sr. Arzobispo de Santafé, D. Antonio Caballero
y Góngora, promovido después al Virreinato del mismo
reino, me contempló instrumento fuerte yel solo en las críticas
circunstancias de aquel tiem / /
po para misionar en las provincias más revoltosas y pacificar
con la doctrina más sana los tumultos que cada día
amenazaban la última ruina a las rentas de S.M. y al dominio
y señorío natural, tan justo como debido a nuestros católicos
Reyes. Fió a mi celo y conducta empresa tan útil como
interesante a la Iglesia y al Estado. Elegí por compañeros al
P. Fr. Félix de Gayanes y el P. Fr. Miguel de Villajoyosa,
religiosos capuchinos de la provincia de Valencia y moradores
en el Hospicio de Santafé y desempeñe con honor y a
satisfacción del Gobierno encargos tan superiores. Adquirí
un perfecto conocimiento de los principios de la conmoción
general y si este diluvio inundó los campos, las villas y
ciudades, hizo ver al Nuevo Reino como la Arca en los montes
de Armenia.
38
EL VASALLO INSTRUIDO
v
7r
La falsa idea que los autores de la sedición formaron del
derecho de la armadilla de Barlovento y de los nuevos
impuestos que con tanta justicia y equidad impuso el
Visitador general D. Francisco Gutiérrez de Piñeres fue el
origen de la sublevación. Los malcontentos, enemigos de la
paz, acostumbrados a pescar en agua turbia, y que no pueden
mirar sin horror las glorias del trono español, se aprovecharon
de la ignorancia de los pueblos para seducirles con pasquines
sacrilegos y cartas anónimas, acompañadas de alevosos
designios. Apliqué toda mi atención a materia tan importante
y reconocí que en la voluble rueda de acaecimientos tan
lastimosos y contrarios a los principios de la religión de la
política y de la naturaleza, se veían, como en teatro universal
del mundo nobles exaltados y depuestos; plebeyos infelices
y afortunados; ministros desterrados y fugitivos, unos a la
lengua del agua protegidos y otros refugiados en lo más
escarpado de los montes; caballeros constantes y guerreros
y otros cobardes y neutrales; generales, unos dóciles y otros
obstinados; / /
pero todos mirando la desolación de las provincias, el
desorden de la República y la profanación de la obediencia,
tan justa a nuestros Soberanos, como la subordinación debida
a los ministros que en su real nombre gobiernan no sólo por
temor de la pena sino por obligación de la conciencia. Procuré
renovar el espíritu de la religión profanado por los seductores,
cuyo error conducía la plebe tumultuada al precipicio de su
última perdición. Me empeñe en resucitar las leyes
desnaturalizadas y en ilustrar al vulgo ignorante que con
tanta facilidad creyó lo malo bueno. Entendieron las
comunidades revoltosas que era lícita la empresa por ser
materia de fe y causa de religión. Este era el objeto del autor
de la sedición en sus pasquines sacn1egos y convocatorias
alevosas, confirmándolo con hechos históricos de la Escritura
santa maliciosamente entendidos. Arranqué de cuajo de
zizaña del error y les hice comprender que el principal
ofendido era el mismo Dios, que es la fuente de la soberanía,
de la majestad y del poder. Si Salomón ofrece víctimas a los
ídolos, si Roboam abraza una religión extranjera, si Joram
39
PREFACIO
7v
construye becerros de oro, Dios se compadece de esta mísera
estirpe por David su siervo. Las lágrimas también
derramadas ante el trono del cordero por tantas almas justas
fueron el diluvio que purificó las manchas de un reino que
se había hecho digno de sus iras. Bendijo Dios la obra y llenó
de bendiciones mis trabajos, mis fatigas, mis desvelos y
doctrina. Detestaron la rebeldía, admitieron la paz, dejaron
de ser asirios y de declararon legítimos israelitas. Los presenté
a las gradas del trono como trofeo glorioso de mi conquista.
Hicieron las protestas más solemnes de fidelidad a su Rey
ofendido, como igualmente a sus ministros que son el órgano
de su voz y el instrumento de su autoridad. Me restituyeron
las armas del Soberano que fue / /
ron despojo vergonzoso de sus tropas en Puente Real de Vélez
y me entregaron las que tenían para llevar adelante el
despecho. Por último, dieron testimonio auténtico de haberse
reconciliado perfectamente con Dios y con el Rey. Las ideas
de tristeza y dolor se convirtieron en espectáculos públicos,
los paHbulos en arcos triunfales, la espantosa imagen de la
guerra en dulce teatro de paz, los clarines y cajas marciales
en armonías y músicas y el aparato de la campaña en galas y
adornos de corte. Renació el siglo de oro y la prosperidad de
los pueblos resucitó con más gloria que el sol después de un
confuso eclipse. El Nuevo Reino se contempla triunfo de mi
celo y aplicación. Todo el poder de la fortuna se declaró a mi
favor. Me quiso hacer feliz previniendo a cada paso un trofeo
y a cada encuentro un triunfo en aquel tiempo de ira en que
mi espíritu se confederó con el bien público y felicidad de la
nación.
VI
No es mi ánimo eternizar mis operaciones gloriosas. El
mismo Nuevo Reino será monumento más célebre que las
pirámides del Macabeo, de lo que todos saben y nadie
ignora. Calificará fruto de mis generosas fatigas los
importantes
servicios a la Corona, transmontando
eminencias, penetrando desiertos, rompiendo peligros,
devorando
dificultades,
destruyendo
coligaciones
sediciosas,
acom~tiendo
temeridades,
disipando
EL VASALLO INSTRUIDO
40
8r
insolencias, convenciendo errores, desarmando rebeldes,
instruyendo
pueblos, cortando nuevos tumultos,
con venciendo partidarios
de sacrílegas facciones,
estancando tabacos, estableciendo rentas reales, recogiendo
armas del Rey, restituyendo a su real erario y al de los
particulares los perjuicios causados en las pasadas
alteraciones, reclutando mil y setenta y ocho pobladores
voluntarios para las nuevas fundaciones del Darién, en las
provincias interiores del Reino, / /
y desempeñando todas estas arduas comisiones, complicadas
con invencibles estorbos, que con tanto honor mío fió el
Excmo. Sr.Arzobispo Virrey a mi celo y conducta, sin auxilio
de tropas, sin sueldo ni gratificación aun para los precisos
medios del diarios sustento y transporte de una provincia a
otra. Hablo en estos términos para ofrecer a mi Soberano un
testimonio público de mi amor y lealtad a su mejor real
servicio, al de la religión y al de la patria, nuestra madre
común. Estas son mis voces para confundir a los incrédulos
y hacer comprender a los filósofospreocupados que el mérito
no está reservado a las cercas y paredes del convento; que
los hombres no salen a la luz del mundo frailes sino
ciudadanos; que primero son miembros de la nación que del
cuerpo religioso y que éste no es capaz de enervar las leyes
de aquél, mirando con una reprensible indiferencia los
asuntos en que se interesan el honor del trono, el respeto de
la autoridad pública, la gloria de la soberanía, la felicidad
del Estado y la mejor conveniencia del real patrimonio; que
ver a un religioso empleado en el servicio del Rey, llenando
completamente sus obligaciones, es bendecir la persona de
un perfecto ciudadano; y que si registran los claustros
religiosos encontrarán políticos y sabios, estadistas perfectos
y capitanes famosos que saben sacrificar sus talentos en
hazañas de valor y en ocupaciones gloriosas de Estado, sin
embargo de ser forasteras a su carácter y constitución.
VII
Omito las incomodidades y molestias que me cercaron en
los negocios públicos. Las dejo a la contemplación de los
curiosos, mayormente cuando reflexionen los funestos
41
PREFAOO
8v
efectos que lleva consigo una sublevación formada por
espíritus fuertes, intentada por hombres sabios y sostenida
por el vulgo ignorante y despechado, que mira autorizada
su empresa / /
con el dictamen y aprobación de algunos ministros del
Santuario. No faltaron hijos bastardos de la Iglesia santa que
la infamaron en lo más apreciable de su honor. Aconsejaban
y aún persuadían lícita, útil y honesta la conjuración contra
su legitimo y jurado Rey.Es campo angosto para las lágrimas
de dolor el pecho, y no se puede escribir sin sangre del
corazón el hecho ignominioso de ciertos pastores de pueblos
que recibieron al General y sus tropas faccionarias con
aplausos, con aclamaciones, con repiques de campanas, con
capas de coro, cantando el Te Deum y con: pero me falta el
ánimo, se me añuda la garganta, no hay valor para decirlo.
¡Qué ilusión más lastimosa! ¡Qué engaño más grosero! Aún
se eleva más la consideración. Nada extraño parecerá si se
repara la serenidad con que se confiesa y comulga uno de
los Generales en el mismo día que salía con su trozo de tropas
rebeldes a devastar la noble ciudad de San Juan Girón y
acabar de una vez con la real factoría de tabacos situada en
ella. Si se atiende a las instancias de otro que con el mayor
empeño solicita la capellanía mayor del ejército sublevado a
los esfuerzos de quien persuade ser causa de Dios tomar las
armas contra el trono español; y a la orgullosa persuación de
quien ha escrito un defensorio de que no fue rebelión formal
como me lo aseguró uno de los Generales del intruso y
supremo consejo de guerra que le levantó en la populosa
villa del Socorro, nada extraño será su fanatismo. En estado
tán calamitoso se hallaba la multitud de revoltosos,
falsamente seducidos y erróneamente ilustrados.
VIII
9r
Yo,que con celo religioso procuro la salvación de las almas,
meditaba profundamente el modo más seguro de dejar
impresa en sus corazones la verdadera doctrina que asegura
los tronos, apoya la fidelidad, fortalece la obediencia y
establece la paz en la República. Cuan / /
do mis compañeros daban algún reposo a las gravosas tareas
42
9v
EL VASALLO INS1RUlDO
del púlpito y confesionario, era mi ocupación única solicitar
impresiones de perseverancia, haciendo felices a los pueblos.
Era firme mi creencia de que tenían asiento oculto en estas
remotas regiones el Barón de Puffendorf en su Derecho de la
Naturaleza y de Gentes, con las notas de Juan de Bibeyrac;
Hugo Grotio, en su De jure belli ac pacis (El título de esta
obra lo hemos tenido que corregir pues aparece en el texto
original del manuscrito erróneamente citado.); Thomas
Hobbes, Wolfio, Gravina, Vatel, el francés Raynal y el escocés
Robertson, extranjeros los más celebrados que escribieron con
poco respeto y sobrada avilantez contra la religión y la
dependencia,
según OlmedaI. Algunas máximas y
proposiciones suyas se vieron renovadas por el autor del
pasquin general, siendo de suyo un cáncer contagioso que
todo lo inficiona y un negro vapor que todo lo oscurece.
Cuando la correspondencia con el Ilustrísimo Sr. Góngora y
los negocios públicos de la pacificación daban algún espacio
de tiempo entonces coordinaba las especies que por el camino
y en la posada había discurrido. Intentaba trabajar una obra
para que en lo sucesivo pudiesen instruirse los pueblos en
los principios de la religión, de la naturaleza y de la política,
que enseñan los fueros del vasallaje. Pro todas partes conoáa
la imposibilidad de lograr un fin tan útil para desvanecer las
ideas de independencia y destruir el espíritu de máximas
tan perjudiciales al poder soberano. La falta de recogimiento,
el ningún sosiego de ánimo, la improporción indispensable
de buenos libros y los intervalos continuos del discurso eran
otras tantas trabas que me impedían su última perfección.
Conocieron mis amigos que todo mi cuidado se fundaba en
arrancar radicalmente la zizaña de la doctrina errónea con
que fue engañada la incauta plebe en materia tan importante
a su salvación y a la conservación del Estado y me obligaron
a ofrecerla al público. Me resolví a imponerle un título que
abrazase todo el / /
cuerpo de la obra. El más propio y conforme a mis ideas es
El Vasallo instruido en el Estado del Nuevo Reino de Granada
Olmeda, tomo 1, Elementos del Derecho Público, p.2 de la introducción.
(9r numeral 1).
PREFACIO
43
y en sus respectivas obligaciones. Este es el objeto de
atribución a quien miran las proposiciones todas de ella. La
justicia de la conquista, el derecho inalterable y glorioso del
dominio y señorío natural del trono español en la América,
el amor y la obediencia a los Soberanos y a la patria, la pureza
y legitimidad de los tributos, la grandeza de ánimo del Rey,
el constitutivo formal de la rebelión y las causas que la
produjeron, son las materias interesantes y principales que
trata. El estado del Reino lo contemplará el curioso como
preliminar de la obra. Su estudio es como la ligereza del rayo.
No tiene toda la perfección que necesita. Las observaciones
más exactas y singulares que adquirí en medio de tantas
ocupaciones, trabajos y peligros que me ofrecieron las
misiones en la dilatada provincia de Antioquia, en el Valle
de Tenza, en los corregimientos
de Tunja, Zipaquirá,
Sogamoso, Gámeza y provincias de Muzo, Vélez, Socorro y
San Gil, son el adorno de su agrado. No es asunto que se
trata radicalmente, que es la única recomendación para
libertarse de la mordacidad de la crítica censora.
IX
IOr
Es verdad que los jurisconsultos, historiadores y teólogos de
nuestra España trataron estas materias con la extensión y
solidez que las otras naciones; pero no con la disposición y
método fácil para instruirse el vasallo, como esta obra. Las
trataron como por incidencia, derramando en sus escritos
las noticias de tan importante obligación y los diferentes
tratados de ella; pero no metódicamente y con particularidad
como se requiere para el más perfecto conocimiento de las
obligaciones de un buen patricio. Estas las encontrará / /
ilustradas con doctrinas las más sólidas, haciendo una ingenua
recolección de ella en varios autores que se me proporcionaron.
Estas serán la feliz y afortunada honda que quitará el oprobio
del nuevo Israel español, derribando a tantos orgullosos
filisteos que tomalOn la pluma para oscurecer las glorias
inmortales de nuestra nación. Estas serán las armas poderosas
para abatir la arrogancia del fanatismo, para disipar las nubes
de la contradicción, para confundir designios alevosos de los
malcontentos y para conservar tranquilos los reinos y en buen
44
10v
2
EL VASALLO INSTRUIDO
orden las repúblicas. En la variedad de los tiempos y en la
mudanza de estados sin abandonar su patria, sin salir de su
casa y sin tener necesidad de sufrir la inclemencia de los
tiempos y el rigor de los elementos para engolfarse en las
bibliotecas y registrar sus archivos, hallará el vasallo en esta
obra cuanto necesite para su instrucción. Todos no son
igualmente sabios ni tienen igual proporción para instruirse.
Para unos es desconocida la facilidad de biblioteca para el
estudio y otros habitan en país en donde carecen de fondos y
de libros aun para la primera educación. En sus capítulos se le
presentará al ignorante un manual curioso para conocer los
fueros del vasallaje y otras noticias de atención y buen
gobierno; al sabio, una recopilación de doctrina, objeto de su
aplicación y estudio; al padre de familia, un compendio de
religión, de política y de naturaleza para hacer a sus hijos
perfectos ciudadanos; y a todos juntos un jardín ameno de
fragantes flores de fidelidad y de obediencia a la autoridad
pública y a la Iglesia. Se tocan varios puntos misceláneas que
no son los menos importantes y que hasta ahora no se han
controvertido con la especulación que merecen. Yono tengo
más parte en esta obra que la que se me puede apropiar por
haber reducido a método lo que otros dejaron dicho; pero
también es verdad que hay varios discursos míos de primera
invención, muy útiles al adelantamiento de la población y de
la agricultura, como 11
al mejor gobierno de los sabios ministros del Rey.Me empeño
en probar varias proposiciones relativas al objeto principal
de la obra, aprovechándome de lo que otros han escrito, que
se familiariza con mis ideas; y aunque no es de primera
invención, es propio de mi aplicación, cuidado y estudio.
Las razones no pierden su eficacia y valor por haberlas dicho
otro antes, mayormente cuando no lograron todo el fruto que
se merecieron en la persuación de quien las lee. Nunca se
repita con demasía lo que no se aprende bastantemente,
enseña el sabio de Córdoba2• Para unos basta mostrar los
remedios, para otros es necesario repetirles. Amado lector
mío: si yo consigo instruir perfectamente al vasallo he llenado
Seneca, epist. 28 (lOv numeral IIJ.
45
PREFAOO
completamente las obligaciones de mi instituto. Lógrese este
tan importante empeño y sea propio o ajeno el discurso. Yo
no formo apología de mis talentos y servicios ni menos
escribo estas prevenciones para disculpa de errores y para
ostentación pomposa de estudios, sino para desengaño de
los incrédulos y aprovechamiento del vasallo. Cuando
impugno a los extranjeros no comprendo a la sociedad, sino
a aquéllos que, preocupados con una falsa inteligencia del
patriotismo quieren estrellar el dominio y señorío de los
Reyes Católicos en el Nuevo Mundo, en la furiosa tormenta
que levante su emulación vengadora.
x
lIr
No ignoro que éste fue el pensamiento de los autores de la
sedición y de los partidarios de su tirana facción, bajo cuya
perniciosa doctrina militaba ya cuasi la mayor parte del
Nuevo Reino, el más rico en su constitución de los que tienen
nuestros Reyes en ambas Américas. ¡Santo Dios! ¿A qué
confusa multitud de censuras no me varé compelido si quiero
hablar de los acontecimientos funestos, políticos y militares,
que se observaron en sus provincias interiores en el año de
ochenta y uno? En este tiempo de / /
turbación y de ira la militante Sión, que en ellas se miraba
oprimida con el grave peso de al conmoción popular, repetía
angustiada las mismas voces que la afligida Raquel: da mihi
liberos alio quin moriat. (sic).Haced, joh celestialJacob! Que
mis entrañas produzcan verdaderos hijos, operarios celosos
que se atrincheren contra monstruos tan horribles. Se
levantarán furiosos Raynal, Robertson y otros filósofos
libertinos, amigos de la independencia de toda soberanía;
pero sería inútil su furor. El gran Dios alentará mi espíritu y
serenará mis temores con darme a conocer que sus tribunales
son subrepticios y que estos jueces pronunciaron sentencia
por sí. En la República literaria ni a éste ni al otro ni tampoco
a la multitud se atiende sólo si la verdad es la que triunfa y
vence. En los puntos de derecho y hecho apelo de estos
tribunales y me presento en el de la razón y verdad: en los
de materia de fe y costumbres, al de la autoridad de la
Escritura santa, de la decisión de la Iglesia, del testimonio
46
11v
EL VASALLO INSTRUIDO
de los Padres y de la razón teológica; y en los de pura historia,
al de los historiadores más imparciales y fidedignos. A pesar
suyo renacerá el glorioso, el inmortal y el invicto Carlos, y
su señorío natural será conocido y respetado en estas vastas
y remotas regiones. Amados compatriotas: todos somos hijos
de un padre, ovejas de un pastor, ramas de un tronco y
vasallos de un Rey. Una ha de ser nuestro espíritu patriótico,
lillO nuestro celo y una nuestra voluntad para conspirar a la
mayor felicidad y bien del Estado, de cuyo cuerpo son
miembros ambos pueblos: americano y español. Concurrid
a que estos mis trabajos logren la satisfacción de desterrar el
error de los pueblos, convencer a los enemigos de la paz
pública, dejar bien ordenadas las repúblicas, asegurados
todos los ramos de rentas reales, inmortalizada la fidelidad
y obediencia a nuestros Soberanos y a sus ministros,
afianzado su natural señorío y dominio supremo en este
Nuevo Mundo, / /
y quedarán bastante satisfechos con ser conocidos por la Real
y Católica Majestad, que con tanto amor y justicia gobierna.
Nada más apetece mi innata lealtad a la soberana persona y
a toda su real familia. Mis escritos son hijos legítimos de la
Iglesia santa, católicos, apostólica, romana. A los pies
sacrosantos de su cabeza, el vicario de Jesucristo en la tierra,
los coloco y presento para la más justa corrección, como
igualmente a la de cuantos curiosos quisieran examinados.
47
12r
CAPITULO I
Trata de la constitución del mundo, de su división
y de la noticia antigua de la América
1
12v
1
La extraña y peregrina variedad de objetos que se observan
en el hermosos palacio del mundo forma la más bella y brillante
perspectiva a la consideración de los ffiósofos. El cielo, la tierra
y todas las naturalezas que contiene en su seno ambos orbes,
celeste y terrestre, son las partes de su constitución. Decir
mucho es lo mismo que decir la obra más perfecta y la más
vistosa de cuantas reconoce la naturaleza. A todas excede en
quilates de preciosidad. Entre las grandes y maravillosas obras
de Dios, ésta es la única, ésta es la singular. ¿A quién no arrebata
y admira su rara belleza y la disposición misteriosa de su
arquitectura? Que Boecio forme su división de mundo
arquetipo, intelectual, elemental, grande y pequeño, no es
objeto de mi ocupación!. Llámese máquina por la admirable
disposición de sus partes y por el agradable artificio de ellas.
No se fatiguen los antiguos sistemáticos en apellidarle orbe
por la figura esférica que le acompaña. No funden sus
discursos sobre ficciones arbitrarias, desnaturalizando las
observaciones más incontrastables, exactas y constantes. Ya
se desterró de la física la bárbara costumbre de apoyar los
sistemas sobre estériles especulaciones y no sobre experiencias
ciertas y fenómenos
visibles de la naturaleza.
Las
demostraciones de / /
Newton, de Casino, de Maraldo, de Wiston y de otros
modernos compañeros de D. Jorge Juan, jefe de escuadra de
Boecio, lib. 3. De Consolación. Metr. 9. (folio 12r A).
48
13r
2
3
EL VASALLO [NSTRUIDO
la real armada española, gloria de su brillante marina y timbre
de toda la nación, nos han dado un testimonio seguro de su
figura elíptica, oval o esferoide. Sólo una errante filosofía podía
delirar en la existencia de muchos mundos. Los maniqueos y
los disdpulos de Demócrito desbarraron en una materia tan
crasa y siguieron un error tan grosero. Uno solo es el mundo,
dice San Agustín;2 y su creación fue en el equinoccio de verano
al tiempo de la luna llena y día de domingo. Es declaración de
todos los padres del Concilio Palatino, que por disposición
del Papa Víctor fueron consagradas por Teófilo, Obispo de
Cesárea, como 10 refiere Palavicino en su Poliantea de sagrados
Cánones, en la dicción Creación del mund03• La descripción
del mundo en solas tres parte principales, Europa, Asia y
Africa, fue ignorancia de los cosmógrafos antiguos. En aquel
tiempo de oscuridad vacilaban los entendimientos más claros,
sin embargo de los apoyos más firmes que tenía el
conocimiento del Nuevo Mundo. La autoridad más respetable,
los cantos de Medea más seguros y la conjetura más ingenua,
forman el argumento más poderoso de la existencia de los
antípodas. España gloriosa fue el aire cierzo que disipó las
negras sombras de las opiniones y dejó descombrado el cielo
de la verdad. La incredulidad más / /
obstinada de los filósofos, se mira confundida por la
arrogancia española. Triunfante se contempla de la emulación
extranjera que reputó desesperación y codicia 10 que fue fruto
del valor español y de la gloria de la nación. Lejos del
abominable espíritu de ambición, gobernada solamente por
el celo de la religión y timbre de sus respetables armas, quiso
manifestar a las naciones todas la grandeza de ánimo, que es
natural a sus heroicas hazañas y hacer ver no en fantasía
soñada, sino en realidad de conquista, triunfadora, arrancada
la idolatría por tantos siglos naturalizada en la barbarie feroz
de los naturales de un país extraño, remoto y desconocido
por los más aventajados geógrafos. Este es el Nuevo Mundo
Agustin, lib. Retract. cap. IlI. (12v B).
Palavicino. Nunc ergo investigamus quomodo in principio factus fuerit
mundus id es die dominico, vemo tempore, in equinoccio, quod est octavo.
Kalendarum Aprilium luna plena: per ipsum tanturnrnodo tempus et
elementa resurgunt. (12v C).
CAPiTuLo 1
49
llamado injustamente América, cuyo nombre se mandó
borrar de todos los mapas, cartas de navegación
y
demostraciones cosmográficas, en consejo pleno de justicia,
por presentación de Colón contra Américo Vespucio que
intenta usurparle la gloria del descubrimiento.
II
13v
4
5
No hay cosa más sujeta al error que los hechos de la historia.
La culpable omisión en anotarlos y la falta de pureza en la
narración son, las más veces, causa de ignorar la verdad. En
tales circunstancias debemos convenir con las reglas de la
más serie y rigurosa justicia que pide la verdadera crítica.
Las tradiciones, las conjeturas y la autoridad fidedigna de
los escritores nos llevan por la mano al conocimiento de la
verdad ignorada. Hasta ahora se ha creído que Colón fue el
primero que descubrió
estas remotas regiones; y
verdaderamente no se le debe dar esta gloria sino que le
pertenece por restaurados de ellas a nuestra nación española.
Pudiera demostrar esta proposición con la autoridad / /
de Beroso y de Annio, que enseñan hacer sido pobladas por
españoles las islas de Barlovento4• Aseguran que Héspero
fue el duodécimo Rey de España, que reinó en ella en el año
de mil seiscientos y seis antes de la venida de Cristo Señor
Nuestro al mundo, y que pobló las citadas islas llamadas
antiguamente
las Hespérides.
En esta suposición se
equivocan Jodoco Hondio, autor del Globo terrestre y Enrique
Alangrén, autor del Mapa general y con ellos el P. Mariana;
los dos en poner las islas de Caboverde por las Gorgonas y
Hespérides y otro en afirmar que las Hespérides son las de
Caboverde. Plinio, con la autoridad de Estacio Sevaso, pone
a las Hespérides distantes de las Gorgadas navegación de
cuarenta días. "En tanto grado, dice, es todo incierto a cerca
de estas cosas que vino Estacio Sevaso a demostrar la carrera
y viaje desde las Gorgadas hasta las Hespérides por
navegación de cuarenta días". 5 Solino, con términos más
Beroso,lib. 5. Y Annio de Reg.Hisp. cap. 13.(13v O).
Plinio, lib. 5. cap. 31. Solino.Polit. Hist. cap. 6. (13vE).
50
14r
EL VASALLO INSTRUIDO
expresos, nos dice lo mismo: "Las islas Hespérides (como
Sevaso afirma) se apartaron de aquel cabo de las Gorgonas a
los golfos muy adentro de la mar, navegación de cuarenta
días" . Igual equivocación padeció el Tostado, teniendo a las
Afortunadas, que en el día son las Canarias, por las
Hespérides. El mismo engaño sufrió Alfonso de Santacruz,
apellidando Hespérides a las Azores o Terceras. Es
proposición que resulta de la enumeración. La latitud de las
islas de Caboverde o Gorgadas tomada entre la mar norte y
sur de ellas, es de diez y seis grados de la equínoccial al Norte.
Las islas de Barlovento, compren / /
didas entre la Trinidad y Puerto Rico, corren casi E.O. con
las de Caboverde y por consiguiente conservan iguales
grados de latitud con las de Caboverde y su longitud a la
Martinica de las de Barlovento es de treinta y tres grados
y cuatro leguas, cuyo cómputo es de seiscientas y sesenta
y cuatro leguas. La latitud de las islas Canarias, tomada
entre la mar norte y sur, es de veintiocho grados y medio
o treinta minutos. La distancia o longitud entre las islas
de San Antonio, de las de Caboverde a las de Santa María
de las Azores, es de veinte grados y cuatro leguas. La
distancia o longitud de la isla de Palma de las Canarias a
la de Santa María de las Tercera8 es de once grados y dos
leguas, cuyo cómputo es de doscientas veintidós leguas.
Todas estas latitudes, arrumbamientos y distancias son
tomadas sobre la carta del Sr. Bellin, publicada en Francia
por orden del Rey el Año de mil setecientos cuarenta y
dos. Esta demostración concluye que las Hespérides no
pueden ser ni las de Caboverde o Gl1rgadas porque están
16 grados de la equinoccial al Norte; ni las Canarias, que
lo están 38 y 20 minutos. Precisamente han de ser las de
Barlovento. La latitud y longitud de unas y otras no
necesita la navegación de cuarenta días que dice Plinio.
La citada navegación se hacía a el Oeste o Poniente como
lo da a entender Solino con aquella palabra: "Se apartaron
a los golfos muy adentro", y los mismo asegura San
Isidoro. Ambos a dos escribieron en Europa, de donde se
debe contemplar navegación al Occidente. Saliendo, pues,
de las islas Gorgadas con rumbo a el Oeste, es
indispensable hallar las / /
CAPtruLo 1
14v
51
de Barlovento a causa de estar situadas en un mismo paralelo.
El globo terrestre y mapa general en la navegación de las
Gorgadas a las Hespérides no nos presentan otras islas
navegando al Poniente. Estas por necesidad han de ser las
de Barlovento porque son las únicas que están al Occidente
de las de Caboverde y se pueden hallar en los cuarenta días
de navegación, como 10 asegura Estacio Sevaso. En nuestros
días se hace más breve la navegación por ser el origen de
toda la ciencia náutica moderna la famosa Academia que
abrió el Príncipe Enrique III, hijo de D. Juan I de Portugal, y
por haber recibido este arte la última perfección que le dio el
célebre matemático, jefe de escuadra, D. Jorge Juan, cuyo
examen marítimo fue recibido en Francia, en Inglaterra y aun
de algunos italianos con sumo aplauso, según el abate D.
Juan Francisco Masdeu6•
III
1Sr
6
Igual testimonio de las antiguas navegaciones a las Indias
occidentales nos ofrecen los anales griegos y latinos. Roma
conquistadora, azote de los tiranos y terror del universo, fue
la causa de la confusión de la historia. Cuando Roma era
terrible por la fuerza de sus armas, arrogante y soberbia por
la gloria de sus triunfos y rica por los despojos de sus
enemigos, entonces conocieron por su opresión y abolimiento
su alto poder los archivos fenicios y cartagineses. Estos eran
los conductos únicos y legítimos que nos pudieron haber
comunicado
alguna memoria
del Nuevo mundo.
Ciertamente infiriera yo agravio a mi nación si me empeñara
en inmortalizar sus glorias con / /
hechos apócrifos y con historias fabulosas. La autoridad del
insigne dominicano de Viterbo Juan Nansí, por otro nombre
Annio, con que apoyaba la población de las islas de
Barlovento por Hespero, duodécimo Rey de España, sin
embargo de estar sostenida por muchos eruditos antiguos y
Masdeu (probablemente se trate de José Francisco Masdeu, jesuita,
antiliberal, autor de varias obras sobre historia de España), tomo 1 y
preliminar a la Historia de España. p. 134.(14v F).
52
15v
7
8
EL VASALLO INSTRUIDO
modernos, se mira ya despojada de toda recomendación, por
fabulosa, en sentir del célebre Masdeu. "En todo el catálogo
del Viterbense -dice este famoso catalán, fundado en los
principios más sólidos de la crítica- no hay punto alguno de
historia que no sea abiertamente fabuloso, o a lo menos
sospechoso";7en otro estado de seguridad quiero afianzar el
conocimiento antiguo de la América; sobre otro fundamento
más estable he de asegurar las antiguas navegaciones al
Nuevo Mundo. Solón, aquel sabio de Grecia, que peregrinó
a Egipto seiscientos años antes de la venida de Cristo, en
una historia que escribió nos dejó la noticia que recibió de
los sacerdotes egipcios, depositarios en aquellos tiempos de
las ciencias, y son las siguientes, según el testimonio de
Platón: "Más allá del estrecho que conocieron los griegos con
el nombre de Columnas de Hercules estaba situada una isla.
Se dice que era de mayor extensión que la Libia y la Asia
unidas y que de ella se pasaba a otras islas y después se
aportaba a un continente cercanoque se encontraba en frente.
Un terremoto y una inundación de veinticuatro horas
sumergieron en el vasto mar la isla llamada Atlántida. El
cieno producido de las ruinas esparcidas por el mar los
hicieron innavegable. La longitud de la isla era de tres mil
estadios y su latitud se extendía a dos mil. Estaba hacia el
Sud y sus pa / /
rajes más elevados miraban al Septentrión8• ¿Quién no se
persuade que las otras islas de que habla Platón son las
que se llaman de Barlovento? ¿Quién duda que el
continente cercano a donde se aportaba desde las islas es
la tierra firma que hoy día se llama América (En el texto
original no figura, por error, el nombre del continente que
suponemos es el de América). En términos tan expresos
del Nuevo Mundo se produce Platón, que en el tiempo
mismo de la oscuridad ya era ilustre, y estaba demarcado
el conocimiento de la América y formó idea de la
navegación que pudieron hacer los primeros pobladores
a tan vastas y deliciosas tierras.
Masdeu, tomo 1, España Antigua, p. 43. (15r G).
Platón, Opera diálogo Timco y Crítías, p. 1.045 Y 1.106. (15v H).
53
CAPíTULo I
IV
16r
9
Yo no puedo persuadirme fabulosa la historia de la isla
Atlántida sin embargo del respeto que me merecen los patronos
de la opción contraria. Platón, aquel ilustre filosofo que rodeó
muchas Provincias con el objeto de la especulación y
contemplación de diversas cosas de buen gusto; Platón, aquel
monstruo de las ciencias, que por adquiridas navegó
tempestuosos mares, sacrificando su vida en mil riegos y
peligros; Platón, aquel insigne maestro que depreciando las
inclemencias del tiempo y los rigores de la estación viajó al
Egipto para tratar y conocer al filósofo Arquita Tarentino, y
llegó a la región de Italia, llamada antiguamente la Gran Grecia;
Platón, aquel famoso sabio cuya doctrina resonaba por los
Generales y teatros de Atenas; que se constituyó discípulo y
extranjero por adelantarse en el conocimiento de las ciencias
que ignoraba, quedando preso de los piratas por esta causa;
este gran filósofo, digo, nos asegura que no es relación fabulosa,
sino verdadera historia 10 que refiere de la / /
isla Atlántida. Para que en las monstruosas transfiguraciones
del tiempo se desterrase toda especia de error y engaño advierte
y da el nombre de fábula cuando quiere fingir alguna cosa. En
el diálogo de Trmeo y en el Atlántico asegura que la materia
que trata es historia verdadera. "Oye, Sócrates -le dice- una
historia maravillosa pero llena de verdad". Yoquiero suponer
que fuere confuso el lugar en donde Platón trata esta historia;
en este caso ¿Quién debe ser el tribunal de apelación para la
declaración de la duda? ¿Quién el árbitro absoluto que decida
la cuestión? ¿Quién el juez legítimo que exponga el sentido
genuino de las palabras? ¿No es más verosímil que lo sean los
que se empañaron en interpretar a Platón? Hablen"pues Crantor,
su primer intérprete, Marsilio Ficino y Plotino y digan con
espíritu de imparcialidad el sentido de Platón en esta historia.
Todos a una voz nos aseguran la certidumbre y veracidad de la
maravillosa isla Atlántida, alejándose siempre de la inteligencia
alegórica que le dan Proclo, Porfirio, Orígenes y otros9• Por
Crantor in Critia, Marsil. Argum in Crit., fol. 497 y 498, Plotino in Timeo et
Critia. (16r I).
54
16v
17r
10
11
EL VASALLO INSTRUIDO
último, Juan Serrano, que hizo nueva traslación de Platón y lo
comentó, declara lo mismo y confirma lo que dice Marsilio
Ficino, intérprete latino, alabando su resolución en reprobar a
Orígenes y a los demás mósofos que tiene esta historia en lo
literal por fabulosa1o• No hay duda que el arte o ciencia crítica
formaría sus tronos de lamentación si se le negara a Platón la fe y
respeto que m~
su autoridad. Sufriríansus leyes,tan necesa / /
rias como importantes al descubrimiento de la verdad, la más
sensible y dolorosa prevaricación. A Platón nada de falta para
ser filósofo de autoridad y gravedad. Todo le acompaña para
el crédito que le corresponde y que de justicia le es debido a
sus sentencias. Fatíguese cuanto quiera Aristóteles, su
discípulo, en calumniar a su maestro, con el testimonio de las
ideas, que no faltará un Agustino, un Séneca, un Marsilio, y
Javello y otros autores del primer rango, que vindiquen a
Platón, haciendo conocer que lo que dijo de las ideas se
entiende de las que hay en la mente divina Y Platón es filósofo
sabio, es fidedigno y aunque gentil, es llamado el divino Platón
por algún alto discurso que hizo de la teología. No se le haga
injusticia a este hombre grande; désele la fe que merece su
concepto, pues teniendo tanto cuidado de la certeza de la
narración, no es regular separarnos de su modo de pensar.
Todo su cuidado es citar los escritos de Salón, en nombrar los
sujetos por quienes pasó esta tradición hasta que tuvo noticia
de ella; en traer el testimonio de los más antiguos egipcios
quienes por la situación de sus playas y por el continuo trato
con los fenicios, que las costeaban, podían tener un exacto
conocimiento de la isla AtIántida. Estas reflexiones son otras
tantas impresiones de pureza y legitimidad en la historia
Atlántida. Su narración es las ingenua y su tradición la más
conforme, nada vulgar, sino aceptada por varones doctos,
sostenida por almas grandes y autorizada por literatos ilustres.
Esta tradición la oyó Critias de su abuelo Critias, / /
y éste su abuelo de Salón, su tío, quien la dejó escrita. Salón
la entendió de los saites, sacerdotes egipcios a cuyo cargo
Juan Serrano in Comentario supra Critian. (16r 1).
San Agustín, tomo 4, de diverso quoest. 46 et lib. 7 de Civit. Cap. 28. Séneca
lib. Epist. 66. Marsilio. Comento in Tim. Cap. 15.Javello de generat et corrup.
Tract. 3, cap. 2. (16v K)
CAPÍTULo 1
17v
55
estaban los anales y las historias antiguas. Estos tenían el
cuidado de anotar los acaecimientos de aquella época y daban
fe de ellos, cuya obligación era igual en los sacerdotes caldeos,
como lo asegura Metastenes,12 ¿Cómo, pues, podrá llamarse
fabulosa y no verdadera la historia de Platón? O hemos de
negar la fe y autoridad de los analistas egipcios o hemos de
concluir que hubo isla Atlántida. El Sr. Bailly confiesa su
existencia, pero admite su situación en el Septentrión,
mayormente en Spizberg o en alguna otra parte del mar
glacial. Proposición extraña pero hija de la presunción más
arrogante y orgullosa. BaiIly, aquel filósofo insultante y
ocasionado, que mira con desprecio a los demás; aquel
filósofo que hace gala y representa el papel de sabio en el
teatro universal de las ciencias; aquel filósofo, en fin, que
reputa vanidad gloriosa la profesión del sistema de la razón,
es el que en su errante filosofía necesita de maestros que le
enseñen la legítima situación de la AtIántida. Contempla
delirantes a los que la colocan en las Canaria o en la América.
"Estas ideas, dice, eran del siglo de los eruditos pero no del
siglo de la filosofía",13 "La ninguna diferencia que hay del
Golf.:>Atlántico al Eritreo, ni al mar que se encuentra ultra
las Columnas, en sentir de Herodoto; y su extensión hasta
las playas de la Arabia Feliz, según Strabon; las dos columnas
del templo de Tiro, consagradas una al fuego y otra al viento,
son los sentimientos filosóficos de Bai1ly". "Todo esto, dice,
me inclina a abrazar la opinión / /
de Olof Rudbeck, el cual colocó las columnas de Hercules
hacia el Norte y halló en Suecia la Atlántida de los antiguos" .14
Monstruosidad inaudita en los senos más internos de la
filosofía. Hablará la geografía más moderna y le hará conocer
a Bailly de los golfos Atlántico y Rojo, lejos de tener la
situación en el Septentrión, se hallan en las vastas amplitudes
del Océano que se extiende desde el estrecho de Hércules o
Gibraltar por las costas de Africa y Asia hasta la India. Le
12
13
Metast. de judicio temperum. (17r L).
Bailly,letras(sic) sur la Atlantide de Platon. Letr. 14, p.86. Letr. 24, p.465.
14
Bailly, Hist. de L' Astronomie anciene (sic). tit. eclaircissemens historias,
1.1, No. 3, p. 285 Y86, letr, sur la Atlantide, letr. 15, p.108. (17v N).
17r M).
56
18r
EL VASALLO INSTRUIDO
instruirá sin tener necesidad del siglo de la filosofía en la
distancia tan improporcionada que reconocen las playas
africanas del polo Artico. Es verdad que Strabon extendió el
mar Atlántico hasta la Arabia Feliz. Esto conviene con las
ideas del siglo de los eruditos; pero buscar la Arabia en el
Septentrión, en los mares de Suecia, sólo el siglo de la filosofía
podrá cohonestrarlo. ¿Qué proporciones encuentra el sistema
de la razón entre Suecia y Fenicia, entre Tiro y Stokolmo?
¿Qué carta náutica, ni qué mapa cosmográfico o geográfico
dan a las costas de la Palestina el nombre de Mar de las
Columnas? Sólo una arrogante filosofía complicada con
varias inconsecuencias podrá situar la isla Atlántida en donde
se conserva la memoria de antiguas Columnas. La naturaleza
de este sistema compele al Sr. Bailly a representamos el
mundo lleno de islas platónicas; pero el siglo de los eruditos
reputará fanatismo y / /
delirio furioso su tan decantado y fantástico argumento. Lea
el Sr. Bailly con más imparcialidad y menos empeño las
antigiiedades y seguramente reformará el siglo de su filosofía.
Platón, Oiodoro Sículo, Plinio Ylos libros árabes nos llevan
como por la mano a la situación de la isla Atlántida a las
inmediaciones de la Guinea. Platón la sitúa en el Océano
Atlántico, hacia el Sud. Oiodoro Sículo enfrente de la Libia,
transportando una formidable tempestad a los fenicios a
aquella parte. Plinio, a las fronteras del monte Atlante y
distante cinco días de navegación del cabo de Sierraleona y
de los desiertos de la Etiopía Occidental. Los libros árabes, a
la otra parte del monte Caf. Todo esto reunido con precisión
ha de convenir a las cercanías de la Guinea. Las naves que
salían de las costas meridionales del Océano Atlántico, de
las playas de la Libia, de las orillas opuestas a la montaña de
Caf o Atlante, dirigían el rumbo al Sud, según Platón. Esta
derrota conduce directamente al Brasil. ¿Cómo, pues, podrá
hallarse la Atlántida al Septentrion, en el mar de Suecia? La
misma oscuridad de las noticias y la diversidad de países,
de donde se podía emprender aquella navegación, es el
garante de reconciliar a los escritores que dejo citados, en la
desigualdad de pareceres sobre la situación meridional de
las playas americanas. El tiempo, que es el verdadero maestro
del desengaño, confundió la incredulidad de los obstinados,
57
CAPÍTULo 1
18v
declaró las dudas de los doctores y desvaneció la confusión
de los siglos. Venció los imposibles de los filósofos y nos
declaró aquel continente y aquellas islas que refiere Platón
en la historia de la Atlántida. Si la narración del Nuevo
Continente, en donde escribo, y de las otras islas es verdadera,
¿por qué ha de ser / /
fabulosa la de la Atlántida? El mismo autor, que en medio
de las tinieblas de aquella época, gobernado por la tradición
de Solón, escribe la existencia de la isla Atlántida, da noticia
igualmente del Nuevo Mundo. Si el diálogo de Critias y
Timeo fuera fábula, lo fuera también la existencia de los
antípodas. Es, pues, consecuencia forzosa que hubo tal isla
Atlántida. Los testimonios antiguos con que fundó la
verdadera historia de Platón son legítimas nociones del
antiguo conocimiento que se tuvo de un vasto y rico país,
separado de la Europa, Asia y Africa. Sin embargo ilustré mi
pensamiento con otras doctrinas de particular respeto y
recomendación.
V
El conocimiento antiguo del Nuevo Mundo tiene a su favor
la autoridad de Mariana, Acosta, Pineda, Veselingio,
Herbelot, madama Duboccage, Robertson, De Brases,
Aristóteles, Posidonio, Séneca, Plinio, San Clemente,
Orígenes, San Jerónimo y otros literatos que citan el P.Juan
de Pineda, Fabricio y WitS.15 Referiré las autoridades de
algunos en confirmación de mi empeño. Trescientos años
antes de la venida de Cristo al mundo, cuenta Aristóteles,
por tradición, "que los cartagineses, más allá de las Columnas
de Hércules, descubrieron una isla desierta bañada de ríos
15
Mariana, Histor. de rebus. Hisp. Lib. 2. Cap. 2. p. 237. Acosta, de novi orb.
nat. et ratione. Lib. 1. cap. 11.p. 20. Pineda, de rebus Salom. Lib. 4. cap. 16.
No. 4. p. 213. Veselingio in Diodorum SicuIum. tomol. lib. 5. p. 345. Herbelot,
Bibliotheque Orientale Artic. Caf. p. 250 Artic. Gezirat. p. 385. Madama
Duboccage, la Columbiade canto 3. Nota 4. Robertson, stor. de America,
tomo 1.Lib. 2. P. 14. De Brases, la seconde Guerre servile, p. 63. Pineda, de
rebus Salomon, lib. 4. cap. 16. No. 3. p. 211 Y212. Fabricio, Bibliograf. antiq.
tom 1. cap. 1. No. 10. p. 18. Wits, Miscelaneorum Sacrorum, tom 11.
Exorcitatio 13. p. 412. (18v O).
58
19r
19v
16
17
EL VASALLO INSTRUIDO
navegables, cubierta de grandes selvas, muy abundante de
frutas y distante de la tierra firme muchos días de navegación.
Habiendo algunos de ellos contraídas alianzas de sangre,
formando establecimientos en aquel país por la bondad y
fecundidad del terreno, 11
se dice que los jefes del Gobierno prohibieron con pena de
muerte aquella navegación, temiendo que las frecuentes
transmigraciones de las gentes del pueblo pudiesen fundar
un nuevo imperio que debilitase la potencia de Cartago. Se
cuenta también que los fenicios de Cádiz, corriendo el mar
de la otra banda de las Columné's de Hércules, fueron
transportados de la violencia de un viento del Este a ciertos
países pantanosos, abundantísimos de atunes de un tamaño
increíble, que salaban y llevaban a Cartago" .16 "Cual sea esta
isla descubierta por los cartagineses, es cuestión entre los
historiadores. Florián, Gomara, Oviedo, Genebrardo y
Mariana quieren que precisamente ha de ser: o la isla
Española, o la de Cuba, o la tierra firme, Ó el Brasil". 17
"¿ Cómo, pues, ha de ser tierra firme o el BrasilIa isla desierta
que descubrieron los cartagineses cuando el mismo filósofo
curioso, indagador de la naturaleza coloca su situación
distante de tierra firme muchos días de navegación?" Seamos
ingenuos: nada podemos asegurar con certeza de las
navegaciones remotas de los cartagineses. ElSenado prohibió
con riguroso decreto la navegación, temiendo que si la fama
de la riqueza de aquella isla venía a noticia de las naciones
extranjeras, llevadas de la codicia, harían sus navegaciones
a ella y la constituirían un propugnáculo y lugar de defensa
en dónde fortificarsepara tener el imperio y señorió de todos.
La libertad de 11
los cartagineses sufriría perturbación y el poder Cartago
experimentaría la decadencia. Por esta razón de Estado
mandó en su acuerdo que fuesen muertos todos los que
poblaron aquella isla, a fin de que se ignorasen las
navegaciones ocultas entonces a las demás naciones, asegura
Aristot. Operum tomo 1. de mirabilibus
auscultationibus.
p. 870, 885.
(19r P).
FIarian, lib. 13, cap.2. Gomara in fine 1 parto Oviedo, 1 parto lib. 2. cap. 3.
Genebrardo, lib. 2 p. 258. Mariana, 1 part. lib. 2. cap. 2. (19r Q).
CAPITuLo 1
20r
59
Strabón.18 Nada dice el Senado acerca del nombre de la citada
isla. Ninguna, pues, debe ser también nuestra determinación.
Las congruencias en este asunto son muy falibles, están muy
sujetas al error y al engaño. La distancia de tierra firme, su
abundancia y riqueza, la preciosidad de sus maderas y lo
caudaloso de sus ríos, es común en casi todos los países del
Nuevo Mundo. Con estas consideraciones podemos afianzar
cuál sea la isla desierta descubierta por los cartagineses. Lo
que tenemos por cierto es que fue parte del Nuevo Mundo.
Esta idea, tan antigua como cierta nos la representa Diodoro
Sículo en su libro intitulado Insular. "En el vasto mar océano
-dice- enfrente de la Líbia hay una grande isla, distante del
Africa muchos días de navegación hacia Occidente ...
Antiguamente no se tenía noticia de ella por la gran distancia
del resto de la tierra. Pero finalmente la descubrieron los
fenicios. Costeando el Africa por el Océano una deshecha
tormenta los arrojó en alta mar y al cabo de muchos días
aportaron felizmente a aquella isla incógnita, de cuya
situación y fertilidad hicieron una resolución a su vuelta" .19
Posidonio, coe / /
táneo de Cicerón, tenía nociones del Océano y estaba en la
firme creencia que se hallaba otro globo de tierra superior a
la Europa. Confirmaba Strabón este pensamiento: "Con razón
creyó Posidonio -dice el geógrafo griego- como verdadero
lo que cuenta Platón de la isla Atlántida ... de extensión no
inferior al Continente" .20 El filósofo cordobés Lucio Anneo
Séneca, quince siglos antes que el célebre Colón descubriera
ell\Tuevo Mundo, con sola la tradición de los fenicios, que
muchos siglos álltes se establecieron en Córdoba, su patria,
y formaron asiento en ella, conjeturó la existencia de los
antípodas y la dejó vaticinada con su canto en un coro de
Medea:
Vendrán al fin con paso perezoso
Los siglos apartados en que el hombre
Venza del mar océano las ondas,
18
19
20
Strabon, lib. 17 YAlderete Antig. de España. lib. 1. cap. 24. fol. 108. (19v R)
Diodoro Sículo, Bibliot. tom l. lib. 5. No. 19-20.p. 304 (19v S).
Strabón, rerum geograf. tom 1. 1.2. col. 160. (20r T).
EL VASALLO INSTRUIDO
60
y encuentre al cabo dilatadas tierras
Descubrirá otros Tiphis nuevos mundos
y no más será Tule el fin del orbe.21
Elmismo Séneca, en su tragedia Medea. prosigue con versos
anapésticos, que en metro castellano son como se siguen:
20v
Al alto mar proceloso
Ya cualquier barco se atreve
Todo viaje es ya breve
Al navegante curioso.
No hay ya tierra por saber,
No hay reino por conquistar, / /
Nuevos mundos ha de hallar
Quien se piensa defender.22
Las sibilas conocieron los eventos futuros y nada extraño será
que Séneca pronosticase con tanta propiedad la osadía
animosidad de los españoles en arrojarse a las soberbias
ondas del mar océano y bregando con ellas llegasen a
descubrir nuevas tierras y nuevo mundo. Lo raro de su
entendimiento, lo elevado de su comprensión, la tradición
de los fenicios, las nuevas navegaciones y viajes que se
emprendían y el suceso de aquellos naufragios que refiere
Plinio,le hicieron capaz de pronóstico tan cierto y feliz. Plinio
hace narración de algunas islas sumergidas por causa de los
terremotos y de la formación de otras; sino, dice, que han
hecho también desaparecer algunos terrenos del continente.
Si damos fe a Platón, añade, esta metamorfosis se ha visto en
un inmenso espacio del mar Atlántico. Se cuenta que enfrente
del monte Atlante había una isla del mismo nombre. Distaba
cinco días de navegación de los desiertos de Etiopía
occidental y del promontorio llamado el Cuerno Esperio (hoy
día se llama Cabo de Sierraleona)23.En el inmenso océano
21
22
23
Seneca. Traged. trago 1. Medea. Acto 2. p. 808 en el Coro. (20r V).
Séneca in Medea. (20v D). (En estas dos últimas notas hay una inversión
de las letras que marcan el texto original).
Plinio, Histor. natur. tomo 1. lib. 2. cap. 9. n. 92. p. 115Ylib. 6. cap. 31. n. 36.
p. 348. (20v X).
CAPÍTULo 1
2Ir
24
25
26
61
hay otros mundos gobernados por el Criador con las mismas
leyes con que se gobierna el nuestro. Palabras son de San
Clemente Romano, que floreció en el siglo primero de la
Iglesia, escribiendo a los Corintios de la Providencia de Dios
con todas las criaturas24• Lucio Apuleyo, que floreció en el
siglo segundo así habla: "Muchos dividen la tierra en dos
partes: a una dan el nombre de islas y a otra de continente.
Con esto manifiestan su igno / /
rancia, pues nuestra tierra, circuída del mar Atlántico, forma
una sola isla juntamente con todas las que se divisan en este
golfo: demás de ésta hay en el océano otras varias semejantes
y algunas menores, las cuales no es maravilla que sean
incógnitas siendo cierto que no podemos correr todo el
espacio de la isla que habitamos. Así como nuestro mar divide
unas islas de otras, de la misma suerte aquéllas están
separadas entre sí por medio de piélagos de agua mucho
más dilatados25• Orígenes, aquel gran sabio que en sus escritos
fue el asombro del siglo tercero, dio algún asomo del Nuevo
Mundo. "Clemente, dice, discípulo de los Apóstoles, habló
de ciertos hombres a quienes los griegos llamaron
antichthonos, y de ciertas partes de la tierra a donde ninguno
de nosotros puede ir y de cuyo paraje no se puede venir acá".
Dio a estos países el nombre de mundos y afirmaba que el
océano es impenetrable y que el Criador los gobierna del
mismo modo que el nuestro26• San Jerónimo, apoyado con la
autoridad de San Clemente, enseño la existencia de los
antípodas y de un nuevo continente de infinita grandeza, en
donde se criaban hombres y brutos otro tanto mayores que
los de las tres partes del mundo; y que en él había ciudades
muy populosas que se gobernaban con diversas leyes y
costumbres contrarias a las nuestras; tierras abundantísimas
de oro y plata, que era menos estimada que el fierro.
Preguntamos, dice también, qué quiera decir el Apóstol en
aquellas palabras: "en las cuales cosas anduvisteis un tiempo
según el siglo de este mundo". Si quiere por ventura dar / /
San Clemente ad Corintios. Epist. 1. cap. 2. p. 100.(20vY).
Lucio Apuleyo Opera. tom n. lib de Mundo p. 712. (21r Z).
Origenes, Opera. tom 1. Periarchon ven de principiis, lib.2. cap.3. p.712.
(21rA).
62
21v
EL VASALLO INSTRUIDO
entender que es otro siglo, que no pertenezca a este mundo
sino a otros mundos, de los cuales escribe Clemente en su
epístola El Océano y los mundos que están allende del
océan027• Tertuliano, hablando contra Hermógenes manifiesta
sentimientos de sabio en la existencia de la América. "Si no
es, dice, que se ha de dar crédito a Sileno, que en presencia
del Rey Mida afirmaba con porfía haber otro orbe, según
que es autor Teopompo". 28 Desde Salón hasta la época de los
católicos Reyes D. Fernando y Da. Isabel, se conservó entre
los eruditos la memoria de un continente separado de Europa,
Asia y Africa, cuyas vastas regiones se conocen en el día de
hoy con el nombre de la América. Arza, el cosmógrafo sabio,
natural de Toledo, que floreció en el siglo undécimo, observó
la figura del globo terráqueo, dividió el orbe en dos
hemisferios y fue el primero que mostró el camino para
descubrir la América, habiendo dibujado en aquellas partes
muchas y dilatadas regiones, como lo asegura el P. Fournier
en su Hidrografía.29
VI
22r
No ha paciencia que no se apure con la maledicencia continua
e infundada de los extranjeros. Raynal, la historia des Voyages
(sic) y otros partidarios que no pueden mirar sin horror las
glorias de nuestra nación, la pretenden envilecer, maldecir o
censurar. Los buenos patricios / /
insultados y provocados a ira nacional, hacemos una justa y
racional defensa. Si alguna chispa resalta, será por necesidad
inevitable. No se queje Raynal cuando sienta abrasarse de
confusión. Cuando Roma dividió el mundo en dos partes en
términos que el hemisferio oriental perteneciese a los
portugueses y el occidente a los españoles, exclaman con
escarnio: ¡Qué ignorancia, dicen, no haber observado
ninguno en aquel siglo la figura del globo, ni advertido que
27
28
San Jerónimo, lib. 1. super cap. 2. ad Efesios, cap. 8. (21v B).
Tertul. adversus Hermog. cap.25. Peopomp. apud Cllar. lib. 3. cap. lB.
29
Fournier, Hidrograf. lib. 14. cap. 15 S. Jud. Tad. quecumque ignorant
blasfemos. (21vD).
(21r C).
CAPITuLo 1
63
se podría llegar a descubrir el Oriente por los mares del
Occidente! Sólo su crasa ignorancia podrá excusar al abate
Raynal. Su jactancia y mordacidad merecen que yo le aplique
la sentencia de San Judas Tadeo: blasfema aquello mismo
que ignora. Es conclusión forzosa: o el abate Raynal no vió la
bula de Alejandro VI o la vió. Si no la vió, pronunció sentencia
por sí sin conocimiento de causa. Si la vió, no la entendió y
dado caso que la entendiese no se oculta la malicia con que
se desentiende de la cláusula de la bula que a la letra es como
sigue:
22v
Por más que intente deslumbrar al vulgo ignorante siempre
los literatos imparciales conocerán el emponzoñado origen
de la envidia. Siempre le calificarán o de fácil y temerario o
de ignorante y de mala fe. Yo no quiero contemplar en
aquellos tiempos a la Francia tan instruída en la ciencia de la
cosmografía y geografía que el vaticano necesitase de sus
luces para tirar la línea del uno al otro polo. ¿Ignora acaso
Raynal que en la erección del Colegio Real, fundado por
Francisco 1,en el siglo / /
décimosexto en el año de 1529, se vió precisada la Francia a
mendigar de la España sabios que enseñasen en él las ciencias
matemáticas? ¿Ignora acaso que Martín Población, hijo de la
nación española, fue el primero que sacó a los franceses de la
ignorancia de las matemáticas en que vivían como profesor
sabio que era de ellas? El Pontífice Santo miró en su bu1a, como
objeto de indiferencia, que hubiese paso por el Sur al Oriente
o que no lo hubiese. Pero aun cuando el Papa y los españoles
hubieran ignorado el descubrimiento del Oriente por los mares
del Occidente, cuya ignorancia se nos atribuye, podríamos
gloriamos entre todos los ingleses, franceses, portugueses y
genoveses de los ventajosos adelantamientos en la cosmografía
y geografía. Dígame el abate Raynal: ¿en las naciones de
Génova, Portugal, Inglaterra y Francia no se despreció y aun
se trató de ilusión o delirio el proyecto de Colón, presentado a
sus respectivos Soberanos sobre la realidad del nuevo globo
occidental? ¿Penetrados del espíritu y celo de la religión, no
lo adoptaron los católicos Reyes de España sin embargo del
empeño en que se hallaban contra la raza mahometana?
¿Cómo, pues, nos insulta con la nota de ignorantes? Confiese
64
23r
30
31
32
EL VASALLO INSTRUIDO
el abate Raynal con toda la tropa de partidarios contra las
glorias de nuestra nación, que entre los literatos de España no
se desnaturalizó el conocimiento antiguo de la América. El
empeño de Lactancia y la opinión de SanAgustín no pudieron
borrar del mundo esta tradición.ElPresbíteroVirgiliolo aceptó
y enseñaba en aquel tiempo de oscuridad. Los libros orientales
que conservaron los árabes hablan de un continente separado
del Alltiguo Mundo, asegura Herbelo¡3°.La serie cronológica
de los autores que he 11
citado es el testimonio más autentico de esta verdad. Las
navegaciones antiguas se interrumpieron por haberse
sumergido la isla Atlántida que, situada entre los dos
continentes, hacía fácil la comunicación. En tiempo de
Lactancia y de San Agustin la tradición de la existencia de
los antípodas gozaba todo el crédito. Estos dos sabios se
empeñaron en sepultada en el olvido. Lactancia, con su
extravagante filosofía, la calificó delirio filosófico. Se
persuadía que los antípodas precisamente debían estar
colgados en el aire y que los árboles, las plantas y demás
vegetables habían de echar sus raíces hacia arriba y sus copas
abajo; que las lluvias, en vez de precipitarse de lo alto,
subirían violentamente contra el orden de la naturaleza. ¡Qué
despropósito tan vergonzoso para un filósofo!31.El grande
Agustino, que con el brillo de las luces de su doctrina es
venerado como el sol refulgente de la Iglesia, refutó con todo
ardor tradición tan constante y la censuró de errónea y
peligrosa32.La profunda inmensidad de las aguas del océano
preocupó el entendimiento de un Doctor tan ilustre y le hizo
formar sentimientos de imposibilidad negando la existencia
de los antípodas. Tan alto era el concepto con que los fieles
respetaban la doctrina de Agustino que fue el origen de
concordar con la ignorancia de aquellos tiempos. Es objeto
de admiración la opinión de esta lumbrera de la Iglesia. Un
entendimiento tan soberano, unas luces tan claras, un
Herbelot, Biblioteque Orientale. Artic. cap.(sic) p. 250. Artic. Gezirat. p.
385. (22v E).
Lactancio, opera omnia, tomo l, Divin lnstitution lib. 3. de falsa sapientia
Filosof. cap. 24 de Antipod. p. 254. (23r F).
S. Agustin, de Civil. Dei. lib. 16. cap. 9. col. 884. (23r G).
CAPfTuLo 1
23v
24r
33
34
65
discurso tan sublime, una comprensión tan viva y una
ilustración / /
tan vasta, que le hicieron recomendable al mundo todo, no
tienen afinidad con la opinión tan contraria a la tradición, a la
conjetura y a la autoridad. Sin embargo era la reputación de
Agustino tan bien recibida que ya se contemplaba
preocupación de los hombres. Hasta el mismo Pontífice Sumo,
que el siglo octavo gobernaba la Iglesia, llamado Zacarías,
fulminó los rayos del Vaticano contra el presbítero Vrrgilio,
sin otra causa ni motivo que enseñar la doctrina opuesta a la
opinión a Agustino, como lo refieren el gran historiador de
Francia, Natal Alejandro, en su Historia Eclesiástica y Le
Cointe, en sus Anales Eclesiásticos33• La ninguna comunicación
que se contempló en los siglos remotos entre los dos mundos
y la escasez de noticias que dejaron los antiguos es la causa de
haber desbarrado en sus opiniones los entendimientos más
ilustrados. Los esfuerzos que se han hecho para descubrir en
los mares del Norte las inmediaciones del Antiguo y Nuevo
Mundo son dignos de los mayores elogios y del aplauso
universal. El célebre inglés Sanderson, natural de Londres,
descubrió en los años de 1585, de 1586 y de 1587 un estrecho
entre la isla GroenIandia y la Tierra del Labrador, que se llama
de Davis, como claramente se ve en el globo terrestre de Todoco
Hondio. La Groelandia dista cuarenta leguas de Laponia y
pocas más de Finmarchia, tierra de Escandinavia, en Europa.
La TIerra del Labrador es el continente del Nuevo Mundo. El
estrecho que media entre estas dos tierras tiene de ancho poco
más de dos grados / /
y medio, conforme a la regla más común y fácil de los
geógrafos, en lo que conviene el historiador Gomara en su
historia general, asegurando que la citada distancia es de
cincuenta leguas34• Las navegaciones de expertos y diestros
pilotos son conformes a esta materia según las observaciones
que hicieron en el mar del Norte y septentrional y la del Sur
y meridional con la de Oriente y Poniente. En la parte opuesta
Natal Alej., Histor. Eclesias. tomo VI. cap. 1. Ame. 5. p. 7. Le Cointe, Arma!.
Ecles. Francorum tomo V. armo 748. p. 195. (23v H).
Gomara, part 1.fol. 7. (24r 1).
66
24v
EL VASALLO INSTRUIDO
y antípoda a la isla de Greolandia y al estrecho que se halla
entre ella y la Tierra del Labrador hay otro estrecho que se
llama Anian. Este está situado entre el Reino de Quivira y de
Anian, tierra última por aquella parte y firme de la nueva
España y entre la tierra de la gran Tartaria. Tiene de ancho y
dista de un orbe a otro doce leguas. Se asegura que algún
buque, o por casualidad o por fortuna, logró dirigir su rumbo
desde la América al septentrión de la Europa o del Asia o de
estos parajes a las costas opuestas. En los últimos años se
empeñaron las Cortes de Rusia y de España en descubrir
por los mares del Norte las partes más vecinas de ambos
mundos, Antiguo y Nuevo; pero la experiencia misma los
ha hecho conocer la imposibilidad de abrir el camino por
aquella parte al comercio americano por lo arduo de la
navegación de aquel piélago. Son famosos los viajes de Cook,
cuyas observaciones son el objeto de la atención de los
curiosos y del desengaño de los incrédulos. En uno de ellos
penetró por entre la Asia y la América, mirando ambos
continentes a una y otra parte. / /
Yo no extraño la ignorancia de los primeros sabios en la
existencia de los antípodas. Parece incréible que bajo del
Ecuador se encuentren hombres y países de un temperamento
frío dejándose ver el alto copete de las sierras cubierto de
nieve. Se experimenta que bajo de la zona tórrida la mayor
parte de tierra es templada y saludable; que en los llanos del
Perú y costas del mar del Sur jamás llueve; tierras que siempre
están dispuestas con las influencias y rocío del cielo para
sembrar y coger los granos y frutos. Estos nuevos fenómenos
de la naturaleza llenaron de confusión a los antiguos filósofos
y naufragaron en la meditación y consideración de efectos
tan extraños y contrarios a los principios de su filosofía. El
tiempo mismo les ha hecho conocer el engaño y error de su
sistema. El descubrimiento de tan remotas regiones es triunfo
del valor español. España, o Fenicia, o Cartaginesa, o Romana
es la que frecuentaba sus puertos en sus importantes
navegaciones. Los fenicios gaditanos hacían estos viajes y se
cree con bastante probabilidad que los emprendieron desde
el siglo cuartodécimo (sic) antes de venir Cristo al mundo.
En la suposición de que la isla de Platón fue verdadera
historia, como lo he demostrado, ¿Qué inconveniente puede
CAPtruLoI
25r
25v
35
67
ofrecerse para la fácil población de las islas y de tierra firme?
La isla Atlántida era de extraña grandeza, tenía acopiados
muchos navíos y aun puertos hechos a mano para su
conservación, en defecto de los naturales. Las cercanías de
la Atlántida a las islas de Barlovento son ciertas y conocidas.
Con facilidad los / /
mercaderes de aquélla pudieron navegar a ésta y de sus
puertos salir con su derrota al continente que en el día se
llama América, como lo asegura PeHicer traduciendo a
Platón35• Los habitantes de la Atlándida eran tan belicosos
que llevaban en temerosos cuidados a los de Asia y Europa.
Era una gente de una constitución fuerte, que competía con
la Grecia. Es verosímil que unos hombres de un tan
distinguido carácter pasasen a unas islas tan inmediatas y
de ellas a la tierra firme, que se halla enfrente a una distancia
moderada, a fin de extender más sus reinos y ser señores de
más tierras. Queda desvanecida la última causa que tenía la
antigua filosofía para negar la existencia de los antípodas.
Establecido ya el conocimiento antiguo del Nuevo Mundo
es consecuente la división del Antiguo en Europa, Asia, Africa
y América. Se divide igualmente el mundo en continente,
isla, península e ístmo. Es una parte de tierra muy angosta
éste, situada entre dos mares, que no permite la franca
comunicación de las aguas del uno y otro mar. Tales son el
de Suez, entre el Mar Rojo y Mediterráneo, por donde se
comunica la Asia con la Africa, y el de Panamá, entre el mar
del Sur o Pacífico y el del Norte u Océano, por donde se
comunica el Reino de México con el del Nuevo Reino de
Granada, que está contiguo con el Perú y el Brasil. El
continente es lo mismo que tierra firme. La isla es una parte
de tierra bañada por todas partes de agua. Y la península es
una media isla rodeada de agua teniendo por una parte unión
con la tierra. Queda ya satisfecho mi empeño en este capítulo.
Voy a demos / /
trar en el segundo el descubrimiento del Nuevo Mundo que
tan felizmente hizo el nunca bien ponderado D. Cristóbal
Colón.
Pellicer un aparatolib. 2. n. 8 y 18. p. 66. (25r J)
69
CAPITULO II
Demuestra el feliz descubrimiento de la América
y del Nuevo Reino de Granada.
1
26r
La América, esta nueva parte del mundo, rica por sus
preciosos minerales; estimable por su innumerable cantidad
de piedras preciosas y las mías peregrinas que ilustran los
gabinetes y hermosean con particular brillo las cortes;
recomendable por lo fragante de sus gomas aromáticas, que
empobrecieron al Asia; apreciable por la abundancia de sus
frutos; envidiable por el fino y delicado de sus maderas y
admirable por lo singular de sus vegetales que ennoblecieron
la botánica con la multitud de medicamentos saludables a la
vida humana, esta nueva parte, digo, del mundo, fue
descubierta por el insigne y famoso Cristóbal Colón, genovés
de nacimiento,
miembro de la Sociedad Española y
cosmógrafo de profesión. Era vecino de Canarias y aunque
esta particularidad no está apoyada con el común de los
historiadores, me he resuelto a sostenerla por ser más
conforme a razón y verdad. Cuasi todos convienen que casó
en Portugal y se había domiciliado en la isla de la Madera,
que descubrió el infante D. Juan de Portugal en el año de mil
cuatrocientos y veinte. No es extraño que un genovés
contraiga matrimonio con una / /
portuguesa; pero es más verosímil que Canarias, y no la isla
de la Madera, fue el lugar de su domicilio. Patrono de este
pensamiento es el historiador D. Fernando Pizarra en el
principio de su historia, capítulo tercero. Esta opinión se halla
confirmada por nuestro Díaz de la Calle, oficial segundo de
la Secretaría de Nueva España, a quien sigue Abreu en sus
vacantes de Indias. (En este punto figura en el texto original
70
26v
1
2
EL VASALLO INSTRUIDO
la letra K (la que vendría a ser la nota 1 de este capítulo),
pero en el pie de página no está consignada la referencia en
cuestión). La fe, la autoridad y el respeto de estos hombres
sabios es bastante nervio para felicitar a las Canarias y
llamarlas afortunadas con la memoria de un vecino tan héroe
y glorioso como D. Cristóbal Colón. Los oficiales de la
Covachuela, como tan versados en los asuntos de ella, es muy
regular, si son curiosos y del buen gusto de las letras, que
tengan una exacta noticia de todas las antigiiedades que se
hallan custodiadas en los archivos de tan respetable oficina.
No será, pues, extraño que nuestro Díaz descubriese algún
monumento verídico del establecimiento
de Colón en
Canarias cuando con tanta pureza y desembarazo lo admite
y publica. Este es punto de historia y siempre necesita de
algún apoyo para asegurarla. El dicho de estos literatos no
ha de ser precisamente efecto de su capricho. Algún
manuscrito, alguna tradición, alguna conjetura tendrán por
su firme apoyo. Yo estoy persuadido que el piloto marinero
que se hospedó en casa de Colón y le dio las cartas que había
demarcado en su inopinada y derrotada navegación, aportó
Canarias después de haber navegado contra todo viento y
marea a causa de una furiosa tormenta que desde las costas
del Africa le condujo a tierras remotas y desconocidas. Aun
cuando fuera el citado piloto a la / /
isla de la Madera, según el P. Flórez,l no puede enervarse el
fundamento de tener Colón en las Canarias su casa solariega.
No hay duda que haáa sus navegaciones y que tenía su trato
y comercio. Podía hallarse en la referida Isla por esta causa y
con este motivo haberse hospedado en la casa de la morada
de Colón, o ya sea por título de alguna amistad o conocimiento,
o ya sea por el espíritu patriótico, pues ambos eran vasallos
del Rey de España. Sólo la ignorancia o la envidia podrán
excusar a Homio y a Laet apóstata, a quien censuró Gerardo
Juan Bosio de más ignorante que hereje, reduciéndose a fundar
y defender tal cual opinión, dejando las que parecen más
seguras.2 Estos ignoran el nombre del piloto y niegan que sea
Flórez, Clave rust., verbo Colón. P. 312 (26v L).
Bosio, Epist. 19. Homio de orig. Americ. lib. 1. cap. 2. fo!. 12 y 13. lib. 2.
cap. 1. fo!' 121. Laet. in Disert.contra Grotium. Fo!' 7. (26v M).
CAPÍTULo
27r
3
4
5
n
71
español. Muchos, y aun de los nuestros, dudaron de su nación
y equivocan su nombre propio manifestando solamente el de
la patria. Sancho de Ulloa o de Huelva le apellidan los citados
Jorge Hornio y Juan Laet. Los extranjeros están disculpados
en negar lo que leen dudoso y algunos enfurecidos contra la
gloria de nuestra nación, aun niegan los hechos más constantes.
Hermano Coringio, con la mayor petulancia y propia
satisfacción, asegura que Colón descubrió el feliz y nunca
esperado Nuevo Reino de orden del Rey de Portugal3• Yo,con
la autoridad de Jerónimo Benzón, de Garci1aso de la Vega y
de Alderete, como hijo legítimo de la nación, lejos de
penetrarme los temores y recelos de Acosta y Pellicer,me arrojo
a proferir que el dicho piloto se llama Alonso Sánchez de
Huelva, natural de la villa de Huelva en el / /
Reino de Sevilla. Esto se tiene por tradición constante en dicho
Reino. De uno y otro habla Alderete y así dice: siendo cierto
que el primero que dio noticia a Cristóbal Colón del Nuevo
Mundo fue Alonso Sánchez de Huelva, marinero vecino de
la villa de Huelva, que con gran tormenta pasó el océano;
hizo memoria de esto el P. José de Acosta, aunque no puso
su nombre, el cual se dice el inca Garcilaso de la Vega: fue
esto tan notorio en Andalucía toda que más debiera hacerse
dejado de escribir por nuestros historiadores4• Lo mismo dice
Grocio en la disertación que trata del origen de la América.
Garcilaso, sin embargo de haber nacido en el Cuzco, ciudad
del Reino del Perú, vivió y escribió en Córdoba, sin
precipitación y con conocida madurez, en donde oyó la
tradición y la aprendió para escribirla, aun cuando no la
hubiese hallado en las relaciones manuscritas que vió. En
los mismos términos se produce Fr. Jerónimo de la
Concepción. "Valióse, dice, Colón de las noticas que de esta
empresa le dio Alonso Sánchez de Huelva, marinero natural
de la villa de Huelva, que con gran tormenta pasó el océano"5.
Siendo, pues, aquel desventurado piloto miembro de la
Fr. Greg. Garc., De Orig. ind. lib. 1. cap. 3. fol. 22. (26v N).
Alderete, Antig. de Esp. y Africa.lib. 4. cap. 17. fol. 517. Grotius in diserto 2.
de orig. Americ. apud Laet. fol. 7. Garcialaso. lib. 2. cap. 3. tomo 1. (27r O).
Fr. Jeronim. de la Concep., Emporio del Mundo, Cádiz ilustrada. lib. 1.
cap. 15. (27r P).
72
27v
2Br
EL VASALLO JNSTRUIDO
sociedad española, y navegando con prosperidad sin ser
combatido de furiosos huracanes, es verosímil que dirigiese
su rumbo a las Canarias, que eran islas españolas, y se
albergase en casa de Colón. Este ínclito genovés, conducido
por su lealtad a los Reyes de España, les propuso el
descubrimiento del Nuevo Mundo. Si Colón fuera vecino de
la isla de Madera, como lo aseguran Mariana y cuasi todos
los historiadores, fuera también vasallo 11
del Rey de Portugal. ¿Quién ha visto jamás a un vasallo
portugués, conducido de su lealtad a los Reyes de España,
ofrecer nuevos mundos a una nación extranjera? ¿De cuándo
acá el portugués tiene sentimientos de verdadero español y
declara su lealtad a favor de la fortuna de España? Colón,
aquel tercer nieto de Ferrario Colón, señor del Castillo de
Cuzaro, piloto insigne, capitán famoso, hombre a la verdad
de una osadía inmortal, de unos pensamientos tan nobles,
de unas ideas tan interesantes a la religión y al Estado, de
unos proyectos tan útiles, de un celo tan patriótico, de un
espíritu tan caballero, de un valor tan inaudito, penetrado
todo de amor a la patria y gobernado por los intereses de su
nación, ¿Cómo es posible que este gran ciudadano
degenerase siendo portugués de los fueros del vasallaje?
¿Cómo es creíble que un tan buen patricio degradase a su
patria de un derecho de fidelidad y de mayor poder tan cierto
como inconcuso? ¿Cómo se había de separar de este principio
cometiendo una bastardía tan conocida como contraria a las
máximas políticas de Estado? Todo buen patricio debe
conspirar a los adelantamientos más útiles de su nación. El
modo de pensar tan noble, la animosidad, la intrepidez, el
deseo de conquistar, la altivez en el emprender, la constancia
en el ejecutar y la heroicidad infatigable en empresas políticas
de valor, circunstancias recomendables en Colón, son la más
perfecta idea de su hombría de bien. Colón no es capaz de
infidelidad a su nación. El mismo hecho de presentarse
primero a los Reyes Católicos que al de 11
Portugal, la idea de su conquista sobre ser heroica y propia
de su generoso y gallardo espíritu es prueba legítima de que
no era vecino de la isla de la Madera ni miembro de la
sociedad portuguesa. El ser vasallo de España y su innata
lealtad al trono español le hizo proponer y demostrar a los
CAPITuLo
Il
73
Reyes D. Fernando y Da. Isabel una empresa del mayor
crédito y de la mayor felicidad de la Corona como vecino
que era de Canarias. Hidrópico su celo del aumento, lustre y
decoro de su patria, deseaba con ansia de que (sic) ambos
mundos fuesen campo dilatado de la fe y dominio español.
TI
28v
6
7
Intentaba acometer la última y mayor hazaña el siempre
glorioso y nunca esperado descubrimiento y conquista de
las Indias Occidentales. La autoridad de Platón, confirmada
con la experiencia de Alonso Sánchez de Huelva, natural de
la villa de Huelva en el condado de Niebla, marinero, piloto,
que con gran tormenta pasó el océano y en su consecuencia
vino a hospedarse en casa de Colón, en donde murió,
dejándole este desventurado piloto noticias de las tierras del
Nuevo Mundo a causa de que navegando en una caravela
tuvo tanta fuerza el viento de Levante que le condujo a países
desconocidos e ignorados por los cosmógrafos y geógrafos,
le comunicó, digo, un fogoso ardor para extender el señorío
y dominación española a uno y otro hemisferio, como lo
aseguran Luis Vives, Mayolo y / /
otros que refiere García6• Con estos conocimientos salió de
las Canarias y ofreció a los Reyes Católicos un nuevo mundo.
Se desatendió su proyecto causa de contemplarse en aquella
época la imposibilidad de la existencia de los antípodas.
Como era genovés presentó su plano a Génova, después a
Portugal, en su consecuencia a Inglaterra y últimamente a
Francia. Reputado delirio y loca temeridad por la Señoría de
Génova, por el Rey D. Juan el Segundo de Portugal, por
Enrique Séptimo de Inglaterra y por Carlos Octavo de
Francia, se regresó a España y continuó de nuevo su
pretensión primera. Estuvo muchos años en Castilla en esta
solicitud, dicen Herrera y Mariana,7 por ser muy poderosa
la contradicción porfiada de los Duques de Medinaceli,
Medina Sidonia y de los estadistas de los señores Católicos
Fr. Greg. Garc., Origen de las Indias p. 150.columna 2. (28v Q).
Herrera, Decad. 1. cap. 7. Mariana tomoIl. lib. 26. Cap. 3. (28v R).
74
29r
8
EL VASALLO INSTRUIDO
Reyes. La inmortal constancia de un Colón dulcificó en algún
modo los agrios desapacibles de su proyecto intentado.
Ablandó la dureza del corazón de los Soberanos y su última
y feliz condescendencia fue triunfo de la actividad de Colón
y de su portentosa perseverancia. Obtenidos los despachos
salió por acuerdo propio de las Católicas Majestades de la
Barra de Saltes, o río de Palos, con tres ligeras fragatas el día
tres de Agosto del año mil cuatrocientos noventa y dos. Llegó
a las Canarias y después de sondear nuevos rumbos salió de
ellas. A poco tiempo y por espacio de algunos días halló tanta
abundancia de / /
grama sobre las aguas que le parecía navegaba como en
verdes y frescos prados de yerba. Arrojado ya Colón a la
incertidumbre de las olas del océano ni le desespera la hambre
de la tripulación, ni le atemorizan los montes de agua, ni le
afligen los peligros; pero ni aun le retraen de sus agigantados
pensamientos los inmensos trabajos que le acompañan. El
polo de la aguja, los rumbos de la carta de marear eran contar
los pasos al sol y robar al año los días. La tripulación se inmuta
y conmueve, desnaturaliza la subordinación tan justa como
necesaria en la nave, conjúrase contra Colón y en medio de
tan eminente conflicto se conserva serena y tranquila esta
alma grande y vence con el sufrimiento y con la esperanza
premiando un nuevo mundo su magnánima constancia.
Muchos trofeos observa y conoce en sí la paciencia y en uno
de ellos se vió Colón en el mar de grama. Esta extraña
novedad de la abundancia de grama sobre las aguas,
descubierta por este gran Capitán, los apoya y confirma
Gomara con otros muchos. Nada extraña parecerá esta rara
circunstancia si damos fe a la autoridad de Plinio, de
Aristóteles, de Fernández y de otros que refiere Oteli08•
Calmada la tormenta y tranquilizados los ánimos descubrió,
al cabo de once días, la isla de los Lucayos y otras islas a
quienes llamó la Femandina y la Isabela, en memoria de los
Reyes. Descubrió también la Dominica y la Española, según
el P. Zamora y consecutivamente
la de Cuba, como lo
aseguran Oviedo, Torquemada y Herrera. En esta / /
Gomara parte 1. Histor. Ind. foln. relat. supra. lib. 1. cap.3. no. 6. fol. 28.
Otelio in teatroin Mar. padf. (29r S).
CAPiTuLo II
29v
75
parte se equivoca el P. Mariana, a quien sigue el P. Florez,
asegurando que descubrió unas islas a que llamó del Príncipe;
que construyó allí un castillo en donde dejó algunos
compañeros de guarnición y que en el segundo viaje hizo el
descubrimiento de las islas Española y Cuba.9
In
30r
9
10
En todos los mapas del globo y en las cartas de navegar no
se halla memoria alguna de las islas del Príncipe. Aunque el
silencio es argumento negativo, con todo no deja de dar
mucho valor y fuerza a mi opinión. La recomendación que
contiene la circunstancia gloriosa de ser las primeras del feliz
descubrimiento que hizo el héroe de nuestra nación, pone a
los cosmógrafo s y geógrafos antiguos y modernos en
indispensable obligación de no defraudarles de esta gloria.
No parece verosímil la omisión de las citadas islas y la fábrica
del castillo en donde dicen dejó a Diego de Arana. La
ignorancia y la ocultación inadvertida de la cosmografía y
geografía sufrirían en este caso todo el rigor de la censura.
No hay duda en que no hay tales islas que Colón llamase del
Príncipe, ni en que las islas Españolas y Cuba fuesen
descubiertas después de otras en su primer viaje. En una de
ellas, que es Cuba, llamó a un puerto del Príncipe, como lo
asegura Herrera,lO y el puerto donde dejó a Arana no era
éste sino otro en la Española. La fe y autoridad de estos
autores basta para demostrar la equivocación del P. Mariana
y del / /
P.Flórez en su Clave historial. colocando a las islas Españolas
y Cuba en los gloriosos e importantes descubrimientos del
segundo viaje. "Surcó, pues, Colón, dice, en el 1492 las olas
del Atlántico: llegó a las Canarias, sondeó desconocidos
rumbos, descubrió, en fin, unas islas a que llamó del Príncipe.
Construyó allí un castillo, y dejando algunos compañeros de
guarnición y cogiendo algunas muestras de la riqueza y
Zamora, Hist. del Nuevo Reino de Granada. p. 4. columna 1. Oviedo. lib.
2. cap. T. Torquemada. lib. 18. Cap. 3. tomo IIl. Herrera Década 1'. lib. 1.
cap. 15. fol. 25. 1m Decad. 1. cap. 18, 19 Y 20. fol. 33. (29v T).
Herrera, Decad. 1. lib. 4. cap. 6 y 7 et in descript. cap. 25. fol. 54. (29v U).
76
30v
11
12
EL VASALLO INSTRUIDO
opulencia de la tierra que había prometido, volvió con estas
primicias a la Corte de España, y recibido como se deja
entender, prosiguió en su destino como se podía desear, pues
a poco tiempo descubrió, entre otras islas, la Española, y de
Cuba". Ciertamente no se pueden reconciliar extremos tan
contrarios entre si. "Aquel feliz momento que aparecieron
sobre el horizonte de las aguas las primeras islas, la
indispensable estación en ellas para formar idea de sus
producciones, la dirección del rombo en solicitud de otras,
la ocupación necesaria en preparar la materia, abrir los fosos,
levantar las paredes y formar el castillo, la consumación del
tiempo en el regreso a España y la concesión o donación de
los descubrimientos, hecha por el Vaticano a los Reyes de
España; todas estas consideraciones en sí convencen que las
islas Españolas y Cuba fueron descubiertas por Colón en su
primer viaje". Cuando se hizo por Su Santidad la concesión
de las Indias a esta Corona sólo se había descubierto la
Española y no se tenía noticia de otras tierras, como es notorio
en las historias, y así no se podía regular esta gracia por
exorbitante; y más cuando en la inteligencia de todas las
Cortes se reputaban por apócrifas las / /
tierras de las Indias por la tradición de los cosmógrafos; y
en esta inteligencia se miró con desprecio el acuerdo de
España y muchos políticos creen que el Soberano Rey
Católico, por no parecer o fácil o codicioso, no quiso que
sonase a otro nombre que al de la Señora Reina Católica
aquel descubrimiento, por no quedar desairado sino se
lograse. Asegura Abreu en su discurso jurídico-histórico
político sobre las vacantes de Indias.l1 La fortuna siempre
favorable a los héroes de la inmortalidad se declaró toda a
favor en Colón. En el día once de Octubre de mil
cuatrocientos noventa y dos descubrió la isla de los Lucayos,
en donde se cantó Te Deum Laudamus y se celebró la
primera misa, según el P.Zamora.12 La concesión o donación
del Pontífice Alejandro VI fue en el año de mil cuatrocientos
noventa y tres, día cuatro de Mayo. Consta así de la primera
Abreu, Vaeant. de Ind. Artie. 1. part Ill. p. 21. no. 1. letra g. (30v V).
Zamora, Hist. Del Nuevo Reino de Granada. p. 4. (30v X).
CAPtruLo II
31r
77
bula del citado Papa Santo, que se expidió en la misma fecha
de año, mes y día, en el emporio del mundo, Roma. Si el
primer descubrimiento fue con fecha once de Octubre de
noventa y dos y la bula de donación con la de cuatro de
Mayo de noventa y tres, debemos concluir que las islas
Españolas y Cuba se encontraron en el primer viaje y no en
el segundo. Contando de once de Octubre hasta cuatro de
Mayo sale el cómputo de seis meses y veintitrés días.
Formen ahora los literatos imparciales el cálculo más
prudente del tiempo de la esta / /
da de Colón en la isla de los Lucayos, del que necesitaría
navegando a la Fernandina e Isabela, del que emplearía en
observarlas y en recoger las primicias de sus frutos y
riquezas, del que consumiría buscando la Dominica,
Española y Cuba y del que era indispensable en un nuevo
mundo con ánimo y valor para conquistarlo, observando
con escrupulosa curiosidad la abundancia de sus preciosos
minerales y lo singular de sus pingiies y fecundos campos
como gloriosos despojos y triunfos de su valor; no pierdan
de vista la diferencia, el mayor riesgo y la mayor dificultad
que se conoce en el regreso de la navegación para España a
causa del rumbo contrario que toman los pilotos cuyo viaje,
según la opinión general, necesita de más tiempo que el de
la salida de los puertos de España para la América; tengan
presente que los Reyes Católicos se hallaban en Barcelona
y que era preciso presentarse a las gradas de su real y
soberano trono o navegando por el Mediterráneo o haciendo
las jornadas por tierra; que lo recibieron con distinguidos
honores mandándole cubrir y que tomase asiento en su
presencia; que le señalarían hora proporcionada para su
audiencia y que instruidos e informados de la realidad y
felicidad del descubrimiento consultarían con sus ministros
y consejeros; que como hijos tan católicos y amantes de la
Iglesia ocurrirían a la Silla Apostólica dándole noticia a su
cabeza, que los era en aquella época Alejandro VI, de
haberse ya descubierto el Nuevo Mundo habitado de
nacionales, hijos de la barbarie más feroz y pidiéndole su
bendición y licencia para continuar los descubrimientos,
haciendo suyo lo que ganasen como efecto de conquista.
No pongan en olvido las consultas del Vaticano / /
78
31v
32r
13
EL VASALLO INSTRUIDO
para la última resolución de la gracia suplicada por la Majestad
Católica y el tiempo necesario para la formación de la bula;
como igualmente para extender la providencia después de su
recibo en España y dirigirlas a los cuerpos regulares pidiendo
operarios celosos y de conocida virtud y ciencia para instruir
a los naturales en los principios de la religión, como lo prevenía
y mandaba Su Santidad en virtud de santa obediencia, cuyo
precepto es expreso en la misma bula. Combinen todas estas
circunstancias y forme idea si en tan poco tiempo pudo Colón
verificar segundo viaje y llegar a las islas Española y Cuba
para dar noticia de su descubrimiento. Si al tiempo de la
concesión que hizo Alejandro VI estaba descubierta la isla
Española, y por otra parte no se podía verificar en tan corto
tiempo el segundo viaje, se deja conocer la equivocación de
los referidos autores. Cuando se dice que al tiempo de
concederse la bula estaba descubierta sola la isla española se
habla con relación a la tierra firme y no a las otras islas. "La
ornnímoda concesión del señorío de las Indias, dice Abreu, es
según que al tiempo en que se hizo y no a lo que después
resultó, estaba reputado aquel imperio". 13 El nombre del puerto
del Príncipe y las reliquias arruinadas del castillo levantado
por Colón en el primer viaje existen en la isla de Cuba. Las
islas a que llamó del Príncipe se ignoran en los mapas y cartas
cosmográficas y geográfas. ¿Qué mayor testimonio se puede
alegar para la confirmación del descubrimiento
de las
mencionadas islas en el viaje prime / /
ro de Colón? Siempre será ésta mi constante resolución. Las
reglas de la crítica más seria me ponen en esta dura necesidad.
La imparcialidad, la pureza y la verdad en el historiador,
son recomendaciones inseparables de su constitución. Yome
he separado del objeto que meditaba. En mi capítulo
preliminar no debía detenerme con tanta proligidad. Mi
empeño debía reducirse al punto cénhico de apuntar las
especies y no apurar con tanto cuidado la materia. Confieso
con ingenuidad que ésta debe ser mi conducta; pero el amor
a la verdad y el celo de desterrar el error me indultarán en
está ocasión. Contemplé objeto de mi obligación presentar a
Abréu, citado en la letra (V).(31vZ).
79
CAPÍTULo II
los curiosos los motivos y causas de mis reflexiones a fin de
que no se tenga por libre dicho mi proposición. Una causa
de esta naturaleza sólo se puede decidir con los principios
de la crítica más prudente. Si las conjeturas, el silencio y la
autoridad concuerdan con los indicios más expresos y
notorios, proponiéndome el hecho como más verosímil en
todos sus aspectos, no tengo dificultad en admitirlo y con la
misma satisfacción proponerlo a la censura de los literatos.
Todos nacemos libres en opinar y si mis discursos se
conforman con el sistema de la razón no hay que temer el
humor acre y mordaz del tribunal de la pasión.
IV
32v
Satisfecha la Corte de la felicidad con que la distinguió Colón
entre todas las demás de la 11
Europa, siendo objeto de la emulación extranjera, cuyas glorias
jamás se oscurecerán en los anales por ser propio de la
magnitud de las empresas españolas, le ordena continuar el
rumbo de sus pensamientos. Sale de España, se engolfa en el
Océano y logra la fortuna de descubrir el Continente que refiere
Platón en la Historia de la isla Atlántida. Descubrió igualmente
el río Orinoco, cuyas bocas llamó del Drago y de la Sierpe,
porque juzgó que con sus navíos lo tragaran los rapidísimos
raudales con que desagua el Océano. Costeó, en fin, una gran
parte del dilatadísimo espacio de tierra firme que se extiende
del uno al otro polo, vio el escudo que llaman de Veragua y
volvió a la isla Española, en donde fundó su primera villa con
el título de Santo Domingo. Cargado de aplausos y riquezas
se regresó a nuestra península española, en donde fue recibido
con todo el poder y majestad de la grandeza romana. Sus
aventajados méritos, sus afortunadas navegaciones y sus
conocidos servicios a la patria le merecieron el timbre glorioso
de Almirante de las Indias y Duque de Veragua. Se miran
perpetuisados en la casa de los Excmos. Sres. Duques de
Veragua que ciñen con esta memoria su blasón: A Castilla y a
León Nuevo Mundo dio Colón. El fatal golpe de la guadaña,
que no respeta a los cetros, que sorprende a los gabinetes, que
convierte en tímidas liebres a los capitanes más guerreros y
corta los rápidos progresos de los héroes más famosos,
80
33r
33v
EL VASALLO INSTRUIDO
oscureció a nuestra Corte con el sensible y doloroso eclipse de
la muerte de D. Cristóbal Colón, campeón de / I
los más insignes que ilustraron los anales de la nación, en el
año de mil quinientos y seis. Este Nuevo Mundo, tan retirado
el conocimiento de los antiguos es mucho mayor que el
Antiguo, a quien dividen la Asia, Africa y Europa, según las
últimas y más exactas observaciones. En sus dilatados y
grandiosos reinos se hallan situados los de Nueva España yel
del florido Perú, cuyas gloriosas conquistas son el objeto de la
rabia y despechado furor de los extranjeros. Las proezas en
Nueva España son propias del famoso Hernán Cortés, que no
reconoce segundo en el heroísmo por haber llegado su espíritu
más allá de lo que los entendimientos más remontados no
pudieron alcanzar. Superó cuantas ásperas y superiores
dificultades le ofrecía el gran imperio del Emperador
Motezuma, y bregando contra tan invencibles fuerzas, venció
y redujo a su mando todo el poder y majestad de su delicioso
imperio como trofeo de su invencible brazo, en el año de mil
quinientos veinte. Penetrado del mismo valor de la nación el
insigne D. Francisco Pizarro procuró emular nuevos timbres
y con esfuerzo igual al celo de la religión conquistó el rico y
sobresaliente Reino del Perú, en el año de mil quinientos
veinticinco. Este nuevo mundo, por la parte que mira de la
línea al Septentrión se denomina Nueva España y por la de la
línea al Austro se llama Perú. En este mismo Continente se
hallaba desconocido el Nuevo Reino de Granada, conocido
antes con el nombre de Cundinamarca, cuya corte era Bogotá,
situada en cuatro grados y medio de la línea que mira a la
parte Norte y tan poblada que en tiempo de su gentilidad y
barbarie se contaban más de veinte mil casas o familias. Su
descubrimiento fue en los años de mili /
quinientos treinta y seis, a los cinco de Abril, en cuyo tiempo
salió de Santa Marta el intrépido y esforzado General D.
Gonzalo Jiménez de Quesada, siguiendo su marcha por el
centro de la Provincia de Chimila hasta dar en las de
Tamalameque y Tamalaizaque y gobernando el campo por
orden del Adelantado D. Pedro Femández de Lugo. Los
trabajos, riesgos, fatigas y encuentros que abrazó en las
corrientes del río de la Magdalena, cuyo nombre le puso el
Capitán D. Rodriga Bastidas por haberlo descubierto en el
CAPITuLo II
34r
34v
81
mismo día de la Santa y en veintisiete del mismo Julio haber
dado fondo en su mismo puerto como también en las fragosas
montañas de Opón, con más de cuarenta leguas de travesía,
las dejó en silencio por no repetir lo mismo que tienen dicho
los historiadores y también por no ser esta obra la que trata de
asiento los hechos de la historia, no siendo posible referir en
ella las adversidades acaecidas a este valeroso caudillo y su
gente. Basta decir: parece que el cielo con sus inclemencias se
había coligado con las calamidades de la tierra para abrigarles
con la sombre de la infelicidad. Salieron, pues, de los peligros
de los bosques llenándose de alegría al reconocer tierras
limpias, poblaciones grandes y mantenimientos abundantes;
pero nunca se manifiesta tan risueña la fortuna que no reserve
algún ceño en la frente. Cuando en los reales del ejército
resonaba el eco del placer y regocijo, no faltó el triste / /
murmullo de la desconfianza. Los que más se señalaban en
el valor y no conocían la cobardía, se contemplaban faltos de
aliento viéndose cuasi sin soldados, sin caballos, internados
en el corazón de un reino idólatra y desconocido, lejos de la
costa, sin esperanza de el reparo y auxilio de tropas y en el
honroso empeño de hacer frente a innumerables ejércitos que
necesitaban de mayor fuerza. El invicto Quesada, hijo
legítimo del valor, se miraba muy ajeno de la retirada y se
prometía, con la poca tropa fatigada, la victoria de la
conquista. Estaba poseído de esta militar máxima: Nunca
son pocos los soldados buenos. ni muchos enemigos los que
pelean desordenados. Con sólo los cuatro compañeros
rompió por cuatrocientas corazas Carlos Emanuel de Saboya,
con cuya gloriosa acción dejó ejemplo de intrepidez de ánimo
a toda la posteridad, ha / /
ciéndole ver que no hay compañía en el mayor conflicto como
la de un corazón magnánimo. No se le ocultaban al famoso
Jefe los medios flacos que podía aplicar a tan ardua empresa,
ni que el cielo aseguró tan raso la serenidad que con rastros
de alguna nube ni pusiese en duda la prometida victoria.
Vestido todo de gloriosas esperanzas alistó la gente que le
quedaba y viendo por la lista que el campo se componía de
solos ciento sesenta y seis hombres de guerra a cuyo número
estaba reducido el florido ejército de más de ochocientos
soldados, que salió por tierra yagua de Santa Marta, mandó
EL VASALLO INSTRUIDO
82
35r
levantar los reales, enarbolar los estandartes, sonar las cajas
y clarines y seguir la marcha. Empezaron a bajar con orden y
formación de las eminencias de los montes más inmediatos
a las llanuras más vistosas en el día dos de marzo del año de
mil quinientos treinta y siete según relación genuina del
mismo Quesada.14 Se / /
guían la marcha con rápidos progresos haciendo respetar las
armas que iban a su mando a tanta multitud de bárbaros con
quienes tenían ensangrentadas rifas y furiosos choques pero
con ventajosa dominación española. Entraron en el valle de
los Alcázares, rompieron el ejército de los usaques, pasaron
a Bogotá desamparada ya del Emperador Zipa, saqueáronla
con poca presa pero con sobrado arrojo y deteniéndose en
ella los sitiaron los indios que luego desistieron de la acción
por orden del Zipa. Después de las principales conquistas
conseguidas
a costa de tantos desvelos y campales
encuentros, fundó la ciudad de Santafe en seis de Agosto del
año de mil quinientos treinta y ocho, llamando todas las
tierras y provincias descubiertas por la magnanimidad de
su ánimo el Nuevo Reino de Granada, no proponiéndose otro
fin que tener su cuna en Granada, su nativa patria, dejándole
para su gloriosa memoria un apoyo de tanto lustre, esplendor
y grandeza. Gobernaba en este tiempo la Santa Sede el
Pontífice Paulo III y se señoreaba en el Imperio y Corona de
España el invicto y el grande Carlos V.
v
Este Nuevo Reino de Granada, en quien cayó el rocío del cielo
con abundancia de bendiciones, es uno de los principales
reinos de tierra firme de esta banda de la línea equinoccial y el
más seguro de la Monarquía española por ser una natural
fortaleza guarnecida por todas partes de asperezas tan
incontrastables por naturaleza que sólo ofrece tres o cuatro
14
Lib. 1. c. 4. de su Compendio. (34v H). En este punto del texto manuscrito
hay un salto en las notas de pie de página que va, como puede observarse,
de la nota Z a la nota H; podría pensarse que hacen falta folios pero este no
es el caso pues la numeración de los mismos no presenta solución de
continuidad.
83
35v
36r
puertas para su entrada, distantes las unas de los otras; y tan
llenas de Scilas y Caribdis que no hay paso en donde no se
tropiece ni escollo en donde no se naufrague. / /
Esta es una de las más nobles perfecciones que le hacen
recomendable
a los reales cuidados para su perfecta
seguridad y tranquila conservación; pues sin el mayor costo
del Real Erario y con muy poca defensa se imposibilita
cualquiera invasión enemiga. Su capital, Santafe, está situada
en los cuatro grados y diez minutos de longitud. Comprende
su dilatada extensión tantas provincias que confina con el
Perú y corriendo por la costa del mar del Norte, desde el
golfo de Urabá hasta la boca del río Marañón, le sirve éste
por esta parte de foso insuperable y por la otra el Reino del
Brasil. Por lo que comprende la Provincia de Quito tiene
mucha parte por la línea equinoccial que mira al Sur, que
todo se demostrará en su respectivo tratado que hablará del
estado político del Reino. La distancia que se mide del
Orinoco al río Marañón, que es el mayor que se conoce en
todo el orbe, es de doscientas diez leguas y numeradas éstas,
tiene ochocientas la delineación por la costa del mar del Norte
y otras de latitud por lo interior de tierra firme, según el P.
Zamora y en sentir del Illmo. Sr. D. Lucas Fernández de
Piedrahita se extiende a más de ochocientas de longitud y
cuatrocientas de latitud. La inteligencia de este cómputo es
cuando la Guayana, la Provincia de Maracaibo y el gobierno
de Mérida eran miembros de este Virreinato y en atención a
que en el año de mil setecientos setenta y siete se
desmembraron del Virreinato en virtud de real cédula del
Sr. D. Carlos III (que Dios guarde), siendo Virrey el Excmo.
Sr. D. Manuel de Flórez, Teniente general de la Real Armada,
y Gobernador de Maracaibo el Sr. / I
D. José de Santacruz, Teniente Coronel del regimiento fijo de
Cartagena, con grado de Coronel y cuya provincia se agregó
a la de Caracas con la de Barinas y Guayana; no queda lugar
para la verdad de la referida demarcación.
VI
No puedo pasar por alto las circunstancias del descubrimiento
para formar el digno elogio que se merece el inmortal Colón en
84
36v
15
EL VASALLO INSTRUIDO
una acción tan gloriosa como propia de la grandeza de su alma.
Fue el primero que facilitólo arduo y escabroso de la navegación
para que los más famosos capitanes con sus valerosos soldados
españoles, sucesores legítimos de Marco Catón y de Julio César,
en la animosidad de no conocer riesgo ni temor en los encuentros
campales de mayor multitud, supiesen vencer estorbos, no
dilatar acontecimientos honrosos, tener prevenciones de trueno,
ejecuciones de rayo y abrazar resoluciones gloriosas como
hazañas admirables hijas propias del valor. Fue el primer móvil
que dio ser a la grandeza del corazón español, que es el estómago
de la fortuna y el que digiere con igual animosidad los extremos
más grandes, sin otra mira que poner reyes soberanos a los pies
del más católico, aumentar reinos al imperio de sucesión y
derecho de guerra y admirar con sus asombrosas conquistas a
las naciones extranjeras dando nueva reputación a la propia.
La emulación portuguesa, partidaria siempre de ventajosas
glorias, no puede dejar de confesarse tributaria lisonjera de las
nuestras. Por más que blasone del glorioso descubrimiento de
la India Oriental que / /
hicieron sus armas, siempre deberá reconocer a España por
superior en sus timbres inmortales ya por haber ilustrado la
cosmografía, astrología y meteoros y ya también por dominar
un Nuevo Mundo trasplantando en persona del Almirante
Colón las famosas Columnas de Hércules con un rumbo de
más incomparable grandeza. Con la más audaz arrogancia
el mercader América Vespucio, natural de Florencia, intentó
apropiarse el distinguido mérito del célebre Colón, digno de
colocarse sobre las pirámides del famoso Macabeo,
denominando en sus mapas América al Nuevo Mundo a fin
de eternizar la memoria de su nombre América. De orden
del Rey de Portugal pasó a promover los descubrimientos
de Colón, descubrió nuevas costas en el año de mil quinientos
pero no fueron las de todo el Brasil como quiere el P.Mariana.
En este mismo año fue descubierto dicho Reino por Vicente
Yañez Pinzón y después Diego de Lope, ambos antes que
Pedro Alvarez Cabral diese en él conducido de una furiosa y
desecha borrasca, como lo refiere el P. Fr. Gregario Garda15•
García.lib. 1. c. 3. p. 22. Parágrafo último al medio. (36v I).
CAPtruLo
37r
37v
n
85
Yo quiero suponer que América Vespucio descubriese el
Brasil aumentando con acción tan heróica las glorias de la
nación portuguesa, pero fue después que los españoles
corrieron las cortinas del temor, dieron nuevo aspecto a la
valentía y sacrificaron todas sus fuerzas en apartar estorbos,
allanar dificul / /
tades, descubrir nuevo polo y dejar satisfecha la curiosidad
de Ptolomeo, Barros y otros sabios que vivían ansiosos de
ver las partes de Asia, Africa y América. En consecuencia de
los rápidos progresos que lograron las banderas católicas se
encontraron las voluntades castellanas y portugueses en
asunto de jurisdicción real en los descubrimientos del Nuevo
Mundo, cuya competencia terminó por la bula de Alejandro
VI, expedida en cuatro de Mayo del año mil cuatrocientos
noventa y tres, año primero de su Pontificado. En ella se
mandó formar la línea de demarcación para la segura división
de los propios y respectivos dominios de ambas potencias
reales, y se halla al grado trescientos y treinta de latitud y
cinco de distancia de las islas de los Azores y de Caboverde
por la parte que mira al Occidente y Mediodía, quedando
toda la parte oriental por el Reino de Portugal y toda la
restante, occidental, por el Reino de España. Resentido el Rey
D. Juan el segundo de Portugal por suponerse dueño del
Océano oriental y occidental desde el cabo de Bofador hasta
las Indias conforme a la bu1a del Papa Martino V, concedida
el año de mil cuatrocientos diez, según unos, y en el de mil
cuatrocientos veinte, según otros, al infante D. Enrique
Quinto, hijo de D. Juan el Primero, y a los demás Reyes de
Portugal, reclamó en la Corte romana la bu1a expedida a los
Reyes de España. Representó al Papa Alejandro VI la
extensión del término de cien leguas prefinidas en la bula
por ser estrechos límites para la / /
navegación de sus conquistas pero no quedó satisfecha su
real solicitud. La propuso por medio de sus embajadores a
los Reyes Católicos y fue concedida
por la grata
correspondencia y amistad que profesaban. De común
acuerdo tomaron en esta pretensión asiento y celebraron una
concordia en Tordesillas a siete de Junio de mil cuatrocientos
noventa y cuatro, en que sobre las cien leguas contenidas en
la bula extendieron otras doscientas y setenta más a occidente
EL VASALLO INSTRUIDO
86
38r
16
de las islas de Caboverde; previniéndose la forma de ejecutar
su dimensión para tirar la línea de Norte a Sur que había de
dividir los descubrimientos y reducciones de una y otra
corona. Para su mayor estabilidad se convinieron en suplicar
a Su Santidad la confirmación, la que se concedió por el
Pontífice Julio II en su bula, su fecha en Roma a veintidós de
Enero de mil quinientos y seis, cometiendo al Arzobispo de
Braga y Obispo de Viseo el que confirmases e hiciesen
confirmar y guardar enteramente la citada concordia, como
todo más por menos lo refieren Zurita, Solórzano y Herrera.16
Para conclusión de este capítulo quiero ilustrarlo con la
autoridad del ingenioso caballero Trajano Bocalini. Este, pues,
en el Aviso noventa de su segunda parte introduce a Colón
hablando en esta forma: "que habiendo los dos gloriosísimos
Reyes Católicos, Fernando e Isabel, con mucha copia de oro
y efusión de san / /
gre echado de los nobles Reinos de España la impía secta de
Mahoma, deliberó Dios agradecido de tal servicio hacer una
merced digna de tan señalada piedad; y que para el tal efecto
había prohibido en siglos pasados a la osadía y curiosidad
de los hombres el descubrimiento
del Nuevo Mundo,
reservándole su Divina Majestad para recambiar el ardiente
celo de la honra de Dios que veía en aquellos dos famosos y
poderosos Reyes; que nacidos para propagar entre gentes
infieles la sacrosanta religión cristiana, con suma piedad y
celo la hicieron después sembrar entre tantas gentes
idolatradas y que habiendo ya Dios concedido licencia a los
hombres para poder descubrir el Nuevo Mundo; él primero
y después los otros famosos pilotos y capitanes que estaban
presentes, con osadía inmortal habían navegado el vasto
Océano y después de haber descubierto nuevas y amplísimas
provincias y riquísmos Reinos, siguiendo el mismo curso que
con tantos sudores hacía su Majestad (habla con Apolo) de
Levante a Poniente, habían felizmente rodeado a todo el
mundo. Por cuyos bien afortunados trabajos no sólo la
cosmograHa, astrología y meteoros sino también la medicina
Zurita, en sus Anales, año de 1494. D. Solorz. lib. 1. Polit. cap. 3. verso
Herrera Decad. 1. lib. 2. cap. 5 y 10. (37v
n.
CAPtruLo II
38v
39r
87
y otras ilustres ciencias habían recibido singular aumento y
que demás de la curiosidad de una infinita diversidad de
costumbres descubiertas por ellos en una innumerable
multitud de naciones, habían enriquecido al Antiguo Mundo
de aromáticas especies, de medicamentos saludables a la vida
humana y de tales riquezas que habían hecho correr por la
Europa perpetuos ríos de plata y oro de innumerable
cantidad de piedras preciosas: y que en premio / /
de tan señalados trabajos, de empresa tan dificultosa, pedían
solamente se concediese a su nombre fama eterna e inmortal,
pues sólo por adquirirla habían osadamente emprendido y
conducido felizmente a fin negocio que a los hombres más
animosos de la edad pasada había parecido de tanto asombro
y espanto ...". Parecieron en esta corte del Parnaso los tan
famosos descubridores del Mundo Nuevo Cristóbal Colón,
Hernando Cortés, Magallanes, Pizarro, VascoGama, Américo
Vespucio y otros muchos. "Jamás en siglos pasados se vio en
el Pamaso espectáculo más famoso y agradable que la pública
entrada que há dos días hicieron estos señores, recibidos,
acompañados, visitados, regalados, hospedados y servidos
con tantas demostraciones de honra y amor de los poetas
príncipes, cuantas merecían varones que con inmensos
trabajos y peligros enriquecieron el Universo con la noticia
del Nuevo Mundo. Más fácil sería hacer creer que imaginarse
el contento que recibieron los doctores por haber venido a
conocer clara y distintamente cuánta y cuán grande sea la
máquina de la tierra creada de la Divina Omnipotencia para
la habitación de los mortales. Por lo cual Ptolomeo, Barros y
otros cosmógrafos comenzaron a frecuentar muy a menudo
la casa de estos señores, no pudiendo satisfacer del todo la
curiosidad insaciable de ver las partes del Asia, Africa y
América con el cabo de Buenaesperanza y estrecho de
Magallanes que por tantos millares de años estuvieron
incógnitas a la antigiiedad. Los astrólogos, con el perfecto
conocimiento que alcanzaron a las estrellas del otro polo,
cumplieron bastantemente sus deseos. El gran Aristóteles
quedó infinitamente confuso cuando le afirmaron estos
señores que / /
la Zona Tórrida no sólo por el ardor del sol no era caliente
sino demasiadamente húmeda y habitada de gentes infinitas,
88
EL VASALLO INSTRUIDO
pareciéndoles novedad que excedía a toda humana maravilla,
oír que sus habitadores
entonces tiene el verano
rigurosamente
frío y lluvioso cuando tienen al sol
perpendicular; viéndose por tales novedades claramente las
mentiras que así él como los demás filósofos habían escrito
de la Zona Tórrida, y cuán engañosa cosa sea querer con la
conjeturas e indicios humanos hacer ciertos y seguros juicios
de las maravillas fabricadas de la poderosa mano de Dios
llenas de infinitos milagros; y les causó sumo gusto haber
venido también a conocer la verdadera causa del crecimiento
del Nilo, de que él y otros muchos filósofos dijeron grandes
desatinos". Así habla el imparcial Bocalini. Avisa desde la
Italia lo que se dijo sobre el descubrimiento de Colón en el
teatro de los literatos del mundo.
89
CAPITULO III
Trata del estado natural del Nuevo Reino
1
39v
El aprecio y estimación de las cosas nace y resulta del
conocimiento que se tiene de ellas. Cuando el Nuevo Reino
de Granada se hallaba en la confusa barbarie de la gentilidad
dominado por la natural ferocidad de sus Reyes; cuando se
miraba oculto al conocimiento de los más sabios nada de
aprecio se hacía de //
su abundancia y riquezas. Yoque he tenido el gusto de haber
corrido muchas de sus provincias con el ejercicio de las
Misiones y haber estudiado con atención particular lo
delicioso de sus eminencias, lo apreciable de sus valles, lo
ameno de sus vegas, lo vistoso de sus prados y los peregrino
de sus montes como igualmente el carácter de sus naturales,
pienso hacer una exacta relación de mis observaciones para
su mayor felicidad y el mejor real servicio si hallan aceptación
en la real voluntad y en la de sus sabios Ministros que en
nombre de su soberano Príncipe gobiernan. Tan agradable
es su sitio que cuanto puede un espíritu divertido para
lisonjear los sentidos no le falta en la amenidad deliciosa de
sus países. En su asiento se descubre la fragancia de un campo
lleno en que Dios derramó las propias liberalidades de su
bendición para que con lluvia tan del cielo se logre la
fertilidad de la tierra y la abundancia menesterosa de todo
lo necesario a la salud humana y no se vea precisado a
mendigado de otros reinos y de naciones extranjeras.
Sabemos que un caminante mira con indiferencia todo lo que
en el camino se le presenta a la vista: alegres diversiones,
campiñas deliciosas, bellas casas de campo, objetos
agradables, paseos gustosos; todo esto, que sorprende y
EL VASALLO INSTRUIDO
90
encanta a los naturales del país para el peregrino son asuntos
de poca consideración, nada le detiene. Aprovéchase, es
verdad, con la vista de todo lo deleitable; toma lo necesario
para la continuación de la marcha pero de paso sin desviar
un/!
40r
punto la memoria y el deseo de llegar a su amada patria, y
estos son los dos puntos que enteramente le ocupan. Ofrezca
en hora buena el Nuevo Reino terrenos fértiles y preparados
para plantas y legumbres, jardines y huertas; abunde de
cristalinas aguas que derraman arroyos despeñados de la
cordillera, de los montes y sus alturas; gocen éstos de
eminencias vistosas, de montuosas faldas, de ricas dehesas,
de prados verdes, de llanuras agradables y de poblaciones
numerosas; todo será objeto del más natural entretenimiento
y del gusto más apreciable para los naturales del clima. Los
españoles son peregrinos, disfrutarán de paso sus delicias,
recrearán sus sentidos, hablarán con propiedad de sus
fecundidades,
apreciarán sus pingiies abundancias,
engrosarán sus causales con los continuos desvelos de sus
aplicaciones en el comercio, se aprovecharán
de las
conveniencias con que les brindan los minerales más
preciosos; pero siempre ocupará su atención el amor de la
patria. Aunque los americanos y españoles son hijos de un
padre, vasallos de un Rey, raíces de un tronco y miembros
de una nación, no dejan éstos de ser forasteros y peregrinos
en este Reino en donde apenas se imaginará gusto a los
sentidos que inmediatamente no se le presente.
TI
40v
La cordillera de elevadas montañas y que forma en los valles
por donde entre deliciosos paraísos a infinitas naciones que
los habitan, atraviesa toda la América de la Tierra del Fuego
y la costa al estrecho de Magallanes. De aquí se divide en / /
tres gruesos ramos formando con el uno al mar del Sur una
dilatada, altísima y frondosa muralla. Otra al del Norte,
sin más puertas que las que abrieron los ríos caudalosos
que despide de sus cumbres. Esta se extiende por más de
dos mil leguas hasta las costas de Santa Marta. El segundo
ramo se está señoreando por toda la tierra firme, ladeándose
CAPfTuLoIII
41r
91
de los llanos de San Juan, llanos que forman horizonte y
que no se pueden caminar sin el auxilio de la aguja de
marear para evitar una sensible pérdida, que es propia de
sus espaciosos valle, en donde no hay otros caminos ni otros
paraderos que sus caudalosos ríos. De ésta se desgaja un
riquísimo ramo que no fuera extraño si se llamara de oro,
plata, piedras preciosas y de todos los metales conocidos
de los hombres. Deja en lo interior fértiles y hermosos valles
entre el asiento torcido de los montes y se viene entrando
en todo este Nuevo Reino desde el boquerón que llaman
de Barquisimeto, formando las sierras de Pamplona, las de
las esmeraldas de Muzo y Somondoco, las de oro y plata
de Ibagué y Mariquita. Su continuación es a Popayán,
Cartago, Anserma, Remedios y Antioquia, haciendo la
cordillera que llaman del Chocó, cerros de Abibe y Darién,
donde se junta con el que viene de Santa Marta, que se
agarganta en diez y ocho leguas entre Panamá y Portobelo,
según el P. Zamora, y según el parecer de otros no son más
que nueve leguas las que forman el citado Istmo. Dividiendo
los mares sigue por toda la Nueva España / /
y por ambas costas del Sur y del Norte circuvala en áspero y
frondoso muro a toda la tierra firme. Tal es la nobleza de los
montes que constituyen agradable y peregrino a este Reino.
1II
La misma naturaleza de los bosques le da mayor hermosura.
Casa una de sus partes pobladas de altísimos y frondosos
árboles tan extendidos en la hermosa variedad de sus especies
y sobre gruesos troncos sustentados, parece de lejos una
graciosa esfera y todos juntos un edificio encantado de
romanos. Naturales parques y muy amenos le sirven de
adorno, en cuyos frondosos árboles se representa muy ufana
la primavera, y las altas copas le son otros tantos facistoles
para tanta variedad de pajarillas vestidos de diverso y vistoso
plumaje, que con sus dulces y sonoros cantos alternan a coros
armoniosa y acorde música. Los mismos elementos tienen a
su amenidad tanto respeto que las primeras flores logran de
su fruto. En ellas logran refugio muy seguro los laureles no
por temer los rayos, antes por conservar sus verdes hojas.
EL VASALLO INSTRUIDO
92
41 v
Fuertes robles, cedros incorruptibles, estoraques olorosos,
palmas elevadas, cauchos blancos, drogas medicinales,
mameyes hermosos, mirtos fragantes, nogales vistosos son
los que forman las deliciosas arboledas, las que sustentando
con sus frutos innumerables vivientes en la tierra, levantan
sus copas hasta el cielo sin otra mira que dar alabanzas a su
Creador. Entre / /
las verdes ramas no les falta albergue y compañía a los
sonoros y agradecidos taches de negros y amarillos plumajes.
Las granadillas con tiernos abrazos acarician los árboles,
llevados por unos bejucos que suben trepando de rama en
rama, con vistosa hermosura, en forma de adargas sus hojas
pero muy verdes y lustrosas. En los collados más floridos y
en los valles más humbriosos se percibe el prodigioso susurro
de las abejas que a porfía trabajan su dulzura. No se puede
imaginar perspectiva más hermosa que la que forman los
bejucos trepados y entretejidos en las ramas de los árboles.
La naturaleza les dio el arte y el primor para construir toldos
matizados y nichos los más peregrinos que sin duda ocupan
la atención de cuantos los miran y como suspensos los
arrebatan en transportes de admiración. Confieso por mí
mismo que en todas mis peregrinaciones se me haáan dulces
las fatigas, compañeras inseparables del viaje al ver a cada
paso tanta variedad de obras tan prodigiosas como ofrece la
naturaleza. Creo que el famoso Apeles y el insigne Zeuxis
retiraran sus pindeles si hubieran descubierto lo raro y
singular de prodigios tan naturales.
IV
42r
Las felicidades que lograrían Adán y Eva en el Paraíso de
delicias no se puede esconder al contemplar ser obra
maravillosa de las manos de Dios. Es cierto que según la
descripción que hace el historiador Moisés nada se e / /
chaba menos en él de lo que pudiera servir al estado feliz de
la inocencia. Y éste es el que ofrece este Nuevo Reino a la
sociedad humana. Sin adulación abultada se presenta a la
vista un teatro, el más bello de placer y admiración. Aquí se
goza de buenas aguas y queda embelesada la vista al ver los
caudalosos ríos que le bañan y al oír el suave murmullo de
CArfTuLo III
42v
93
las fuentecillas que como líquidos cristales van serpeando
por todo su recinto. Aquí recrean las muchas y diferentes
avecillas ya por la dulzura de sus naturales gorjeos ya
también por la variedad de sus jaspeadas plumas. Se percibe
con melodía el celebrado tache de color gualdo y negro; el
siote, negro todo con visos de oro en las plumas; el azulejo,
celeste y el babagiií amarillo y negro; el carpintero, negro y
colorado con el pico amarillo; el paujil, de mucho regalo y
hermosura por aquel copete de plumas negras, con pintas
blancas, crespas y lustrosas y el turpiaI, de suavísimo canto
pero sin ventajas a los jilgueros ruiseñores y canarios de
España. Los historiadores deben ser ingenuos en la narración
de los hechos y propiedades del sujeto que pintan; y en esta
parte del mmo. Piedrahita se desvió de la verdad o por no
haber oído cantar los ruiseñores de España, o por querer
abultar las grandezas de la América asegurando que los
taches, siotes y azulejos aventajaban en la dulzura del canto
a los jilgueros, canarios y ruiseñores de España. He atendido
a la melodía de unos y de otros y es tanta su diferencia cuanta
es la distancia tan improporcionada que interviene entre el
Antiguo Mundo y el Nuevo. 11
Se logra una continuada primavera y por lo mismo siempre
visten los campos de verdes y floridas yerbas. De suerte que
no se experimentan las cuatro estaciones de Europa. Si se
vive en un país en donde el temperamento es benigno, todo
el año se reputa primavera. Si se vive en un terreno en donde
el temperamento es agrio, violento, frío y desapacible, todo
el año se contempla invierno. Si uno se establece y domicilia
en alguna parte en donde se sufre todo el rigor del sol y toda
la actividad del calor, no hay duda que todo el año se
considera verano. Goza de su benignidad con tanta grandeza
que no le perturba la variedad de los tiempos. El estado de
sus delicias no deja de sufrir la diversidad de sus temples y
la inconstancia
desagradable
del tiempo. Hállanse
temperamentos en extremo cálidos, templados y muy fríos.
En la región cálida en todo el año se experimenta la igualdad
impertinente del calor, cuya penosa molestia hace gravosas
las obligaciones; y es causa que el reprensible vicio de la
ociosidad domine en los pueblos y penetre hasta los lugares
más santos, quedando en inacción los entendimientos menos
94
43r
43v
EL VASALLO INSTRUIDO
preocupados. En la templada no se observa ni lo agrio del
verano ni lo desapacible del invierno; no hay excesos de calor
ni inclemencias de frío; todo es una continuada primavera.
No hay que pensar en alturas montuosas para la estación
del verano ni climas abrigados para recreo y alivio de la vida
humana. Es esta una región en donde no se descubre el
aspecto de los cuatro tiempos. Cuando el cielo / /
se mira descombrado y las nubes no forman torreones
espantosos rompiendo sus condensados muros, franqueando
abundantes aguas para la fertilidad de los campos, se llama
verano por más que hiele y se sufra la desapacibilidad del
frío. Por el contrario, si el cielo se manifiesta liberal en
franquear continuas lluvias, sin embargo de ser extremado
el calor, se confiesa el invierno pero muy agrio y
desagradable. No se tiene certidumbre ni seguridad en el
tiempo aun cuando es lluvioso por la misma variación con
que se introducen las aguas. La inconstancia del tiempo, la
intemperie de los aires, la crudeza del clima, particularmente
en las alturas de los montes y en la escabrosidad de las
serranías, producen efectos muy opuestos a su benignidad,
tanto que hace muchos inhabitables y desiertos; porque
cubiertas sus cimas continuamente de una lluvia delgadísima
y muy fría, la arrebata un aire sutil y violento que sofoca, no
pocas veces, hasta la muerte al caminante. En los principios
de mis misiones nos hallamos mi compañero y yo en tan triste
situación transitando los ingratos páramos que llaman de
los Salvios, inmediatos al Boquerón de Chocontá. En el año
de setenta y nueve, el día tres de Mayo, salimos de Santafe el
día cinco amaneció el cielo descombrado y sereno, cuya
serenidad nos anunciaba la felicidad del tránsito. Pero la
misma inconstancia del tiempo cargó sobre nosotros toda la
violencia de los elementos. Se cubrieron las alturas de aquel
páramo de una densa nie / /
bla, empezó el cielo a destilar una lluvia sutil y delgada, se
conjuró el viento acompañado de un frío muy intenso, tanto
que un cuarto de hora antes de vencer el furor del páramo,
me contemplaba yo con una insensible inacción, agarrotados
los dedos de las manos sin poder manejar el pañuelo para la
indispensable función de limpiar el rostro. Confieso que si el
dicho páramo se hubiera extendido media hora más de
CAPtruLolli
44r
95
camino, no dudo que mi vida fuera víctima lastimosa de la
muerte. ¡Quién creyera que a un cuarto de hora de distancia
empezamos a gozar las delicias y benignidades de una
apetecible primavera! Lo que más se admira y es el misterio
de los filósofos que viviendo los naturales de este reino en la
zona tórrida, unos bajo del mismo Ecuador, recibiendo los
fogosos rayos del sol en su cenit, otros a sus cercanías e
inmediaciones, registren todos con sus propios ojos dilatadas
cordilleras de nieve y que paseándose por ellas los vientos la
transforma y reducen a un temperamento más deleitoso y
agradable a la vista. Los aires, vagueando por una y otra
parte, bajo del natural incendio de la zona y al abrigo de los
volcanes, que se conoce entre la dilatada extensión de sus
polos, conservan algún temple, pero muy húmedo y frío sin
exceso,igual en todo el año. La cordillera que forma su carrera
del estrecho de Magallanes, la sigue coronada de cándida
nieve por alguna / /
distancia de leguas, grandeza verdaderamente, que con
espíritu de emulación miran los nevados Alpes en toda la
Europa. En la Provincia de Santa Marta se descubre una
elevada montaña, que es el Norte de los marineros y pilotos,
por donde se gobiernan distantes de tierra firme muchas
leguas más adentro. No es menos admirable la de Mérida,
la que con toda propiedad se puede llamar columna
prodigiosa de nieve. Se halla situada a las inmediaciones
de la parroquia de Guacamayas y forma caudalosos ríos
que son los que le dan ser a la celebrada laguna de
Maracaibo. No se puede negar la vistosa perspectiva de las
pirámides primorosas con que nos brinda el arte a elevar la
consideración al alto grado de sutileza de ingenio en los
naturales del Antiguo Mundo. No tenemos necesidad de
mendigar objetos deliciosos al sentido de los forasteros del
país. En este Reino descubrimos la Sierra Nevada, obra
enteramente perfecta de la naturaleza y en quien deben
formar sus primeras ideas de primor los más adelantados
en la artesanía. Ella se presenta en el Palacio de la naturaleza
en forma de pirámide perfecta, cuya eminencia se divisa a
más de veinte leguas de distancia. A sus faldas se mira un
volcán de fuego que excede incomparablemente
al
Mongibelo. No nos deben admirar tanto las blancas
EL VASALLO INSTRUIDO
96
44v
montañas en la Zona Tórrida, como nos deben llenar de
confusión y horror los fuegos subterráneos / /
con que se advierten penetradas las entrañas de los montes,
exhalando ordinariamente espantosos volcanes. No se puede
pintar sin el más doloroso quebranto, y sin el aspecto triste
de colores eclipsados, el de Pichinque en la Provincia de
Quito, en el año de mil seiscientos y sesenta. Fue tan horroroso
el vómito de fuego que atemorizó hasta los brutos con sus
relámpagos y temerosos estallidos. Despidió con ímpetu tan
violento peñascos encendidos y montes de ceniza que
transfiguró las lobregueces de la noche en claras luces del
día. Intervinieron temerosas tinieblas y sus cenizas volaron
por más de cuatrocientas leguas. La causa universal de los
vivientes es el sol. Este mira perpendicularmente este Nuevo
Reino con los ardores de sus rayos. Le comunica sus mayores
influencias, logrando tener todo el año verdes los montes,
vistosos los campos, pobladas las huertas, hermosos los
valles, floridos los prados, deliciosos los bosques y cargados
de frutos los árboles.
v
45r
El tiempo de las frutas no estorba el de las flores. En un mismo
terreno y clima se observa todo juntamente: flor, fruto recién
nacido, verde, medio sazonado y enteramente maduro. Aun
las que de España se trasplantaron en este país siempre lucen
en las huertas, sin que las matas que las pro / /
ducen lleguen a verse desnudas de su lozanidad
y
hermosura. Los rosales en todo el año se ofrecen a la vista
vestidos de rosas como igualmente las clavellinas. Aquí se
descubre el blanco jazmín, allí el alhelí amarillo, en una parte
la violeta mosqueada, en otra el cándido lirio y en todas el
girasol, el chocho y la azuzena. Se hallan en las huertas unas
flores a la vista muy deleitosas y se llaman pajarillas. Los
tejidos que forman de varias enredaderas unos bejuquillos
delgados, tan llenos de hojas agraciadas como de flores, que
cada una es un pajarilla amarillo o colorado, tan bien formado
en las alas y en el pico que deleitando la vista entre los verde,
admira la propiedad con que parece estar volando entre las
hojas. Otros hay morados, naranjados; otros en forma de
97
CAPÍTULoIlI
trompetillas y todos forman vistosas primaveras con el
vistoso y pulido matiz de los colores. Unas hay que se llaman
buenas tardes porque a tiempo de ponerse el sol se desahogan
del botón como a recibir el fresco que empieza a templar
aquellos calores excesivos. Otras se llaman del Espíritu Santo,
y son blancas, se dan en tierra cálida, su figura de nido.
Abiertas que son por el medio, descubren en el hueco de la
una parte una paloma blanca primorosamente formada,
abiertas las alas y en ademán de querer volar, las espaldas
plateadas y en el respaldo que le hace aquella media cajetilla
se miran repartidas unas pintas coloradas con disposición
tan admirable que parece quiso Dios representamos la venida
del Espíritu Santo. / /
45v
VI
El paraíso terrestre, si se confiesa obra completa de toda
perfección porque logra lo florido de la primavera, lo fértil
del verano, lo abundante del otoño y lo sosegado del invierno,
no menos lo ha de ser por ser el lugar propio de la delicia y
felicidad de casi todo el Antiguo Mundo. Es el principio de
toda su abundancia y a él deben referirse todos los rápidos
progresos de la fertilidad, que reconocen los minerales de
oro de Hevilath, la Africa, la Etiopía, el Egipto, la Armenia,
la Mesopotamia, la Tierra de Promisión y la de Babilonia a
causa del continuo riego que con la abundancia de sus aguas
derraman en sus tierras el Ganges, el Nilo, el Tigris y Eufrates.
El río Ganges toma su denominación de Gangaro, Rey de los
Indios. La fuente del paraíso le da su primordial ser, llevando
siempre sus corrientes por la riquísima tierra de Hevilath,
manantial que es del oro y en donde se halla la piedra
oniquina. Y será extraño que los caudalosos ríos de la
Magdalena y Cauca sean el Ganges de este Nuevo Mundo?
Sus aguas son las que brotando en los montes elevados de
los Cucunucos en el Caguán y Timaná, Provincias del Nuevo
Reino de Granada, forman y principian su ser. Va tomando
creces su caudal de algunos manantiales que se despeñan de
la eminente altura de los cerros, cuyas entrañas están
brindando con las amatistas, las santuaras, gallinazas y
rubazas, piedras tan preciosas, que pudieran dar mayor / /
98
46r
46v
EL VASALLO INSTRUIDO
estimación a este Nuevo Reino si no tuviera descaecido su
valor por la abundancia de su rica pedrería y su hubiera
aplicación en mejorar el estado de sus Provincias, dando
nuevo aspecto a la fama. Por la parte que mira al Sur entran
y desembocan en la Magdalena, por donde yo he navegado,
los ríos Neiva, Fusagasugá, Cabrera, Coello, Chipalo,
Sabandija, Gualí, Guarinó y Nare, Páez y Saldaña, que
descienden de la serranía y páramo de Guanacas, en la
Gobernación de Neiva, teniendo sus bocas más arriba de la
villa de Honda. Tanta es la abundancia de oro en sus arenas,
que situados en sus riberas algunos pueblos de indios páez,
coyaimas y natagaimas, para el pago de sus tributos se van
al río y arrojándose a sus corrientes llegan al profundo de
sus remansos. Allí llenan de sus arenas una vasija y saliendo
con ella a la orilla la purifican en el agua y encuentran el
oro no sólo para satisfacer los tributos sino también para
vestirse, hacer sus fiestas y cumplir sus borracheras. Por la
parte que mira al Norte le aumentan sus raudales los de
Bogotá, Negro, Carare, Opón, Sogamoso y Cañaverales!,
más crecido que el celebrado Guadalquivir a la entrada en
Sevilla. El de Cauca es mucho mayor que el Ródano en
Francia y forma olas en su altura. Arrojada temeridad fue
la mía y de mis compañeros los P.P.Fray Ubaldo de Alcira
y Fray Miguel de Villajoyosa, que caminando de Euriticá a
Sabanalarga para dar principio a la Misión, en aquella
misma noche nos vimos en la dura precisión de vadear a
nado sus terribles ondas para no / /
sacrificar nuestras vidas en poder de las aguas a manos de
una infernal emulación que era la conductora del paso
regular, que 10 componen unos cuantos palos y su nombre
regular es el de balsa. Acción fue ésta que dejó en extraña
admiración a los más diestros indios que son prácticos pilotos
de aquel navegable y arriesgado tránsito. Este caudaloso río,
después de bañar riquísimas tierras y opulentos minerales
de oro, se junta con el de la Magdalena entre el pueblo de
Cañaverales, por donde yo he navegado y desemboca más abajo de
Sogamoso. (46r). En la nota de pie de página de este folio no figura una
letra sino un asterisco.
CAPtruLo
m
99
San Antonio de Talaigua y el de Tacaloa. Después de haber
recogido las arenas de oro finísimo con tal abundancia que
excede a los minerales del Oriente, en la Gobernación de
Popayán, Arma, que ya dejó de ser ciudad cuya gloria heredó
Rionegro (en donde hice misión) en el año de mil setecientos
ochenta y tres, Anserma, Cartago, Antioquia, Cáceres,
Guacomo y Zaragoza, y juntar en un horrible cuerpo de agua
los tesoros recogidos y conservados en sus profundos
archivos, emboca en el Océano entre las Provincias de
Cartagena y Santa Marta, siendo lindero de su división.
VII
47r
Habiéndose incorporado a este Virreinato, con separación
del Perú, la Provincia de Quito, en el año de mil setecientos
treinta y nueve, siguiendo sin interrupción la jurisdicción Real
del Superior Gobierno, es consecuencia forzosa que el Nuevo
Reino de Granada se lisonjee de las singulares glorias de un
río, proclamado por el príncipe de todos los que bañan el
Universo, y que en su cauce recibe treinta y seis ríos
caudalosos, / /
constituyéndose piélago de aguas dulces. Este es el Marañón,
llamado de las Amazonas y Orellana. En los montes del
Callao tiene su origen. Las cordilleras de estos elevados
montes dividen las jurisdicciones de los Quijos, cuya laguna
brota dos crecidos ríos con el nombre de Pulca y Guamaná,
los que, unidos con el caudaloso Napo, parecen pequeño
arroyo entrando en Orellana. Su curso se extendió a bañar
las riberas de mil ochocientas leguas. Se pasea por todo el
interior de la tierra firme, fertilizando las deliciosas vegas
que hermosean sus orillas. Es abundante de peces y riquísimo
en sus arenas. Le rinde ventajas el memorable Nilo en las
naciones que alimenta en Africa o en sus islas o en tantos
brazos de ríos que convierten en su subsistencia. Desagua
en el Océano y arroja tantas aguas que sin duda puede
llamarse diluvio. La puerta que se le franquea para la
expedición de la velocidad de sus aguas es de ochenta y
cuatro leguas, bajo la línea equinoccial, entre las costas del
Brasil y Cabo del Norte. Se mantiene en un golfo dulce hasta
que el Océano confunde sus dulces aguas con las suyas
100
47v
48r
EL VASALLO INSTRUIDO
salobres, no pudiendo sufrir tanta grandeza.
Las
admiraciones que ofrece el nuevo Tigris de este Nuevo Reino,
más sirven para enmudecer la lengua que para escribir la
pluma. Este es el Orinoco, que abre la tierra para ocultarse
fugitivo de los altos que lo despeñan. Sale furioso y más
crespo, enturbiadas las ondas, amansando con la ligereza de
su rápida corriente la arrogancia de otros raudales. Su cuna
está situada en los mismos montes de la Provincia de
Guayana. Tan poderoso y abundante es de aguas que a pocas
leguas de curso / /
comunica al río Negro, que desagua en el de las Amazonas,
un brazo navegable que llaman Casiquiari: siguiendo su
dirección al Poniente recibe en su cauce algunos ríos que casi
le compiten en aguas y profundidad. El río Atabapo,
incorporado con el Guaviare con tanta profundidad y
anchura que hasta pocos años ha se creyó era el verdadero
Orinoco, desemboca en él antes que tome la dirección al
Norte. Más abajo recibe por la banda de Poniente, después
de otros pequeños, el río Vichada, siendo ya tanta la
inmensidad de sus aguas que no hallando caja suficiente se
precipitan rompiendo los arrecifales de Maipures, donde
forma unos furiosos raudales que impiden la navegación; y
a poca distancia se hallan los que llaman Atures; pero unos y
otros se vencen conduciendo la cargazón por tierra y fijando
el pilotaje de las embarcaciones a aquellos indios, prácticos
universales de otros raudales. Más abajo, por la banda del
Norte le entra el río Meta, incorporado ya con otros muchos
y el de Casanare. Poco más arriba de los raudales de
Carichana, que con algún peligro permiten navegación por
la misma banda, y por cuatro caudalosas bocas, le entra el
río Apure. Más abajo, por la parte del Sur, recibe al río Caura,
que tiene sus cabeceras más (palabra tachada) a las del
Orinoco. Sigue luego el río Largo y pasada la Angostura, que
es un estrecho formado entre dos peñones, le entra por la
misma banda el río Caroní, que aunque de la misma
magnitud, no permite navegación por los muchos y
frecuentes despeñaderos que tiene. A distancia de ochenta
leguas se entrega con grati / /
tud y prodigalidad al Océano por entre varias, amenas y
deliciosas islas, habitadas de la nación guarauna. Estas
101
CAPtruLO III
componen sus bocas y teniendo a su frente la isla de la
Trinidad, forman el golfo triste, nombre a la verdad que en
su descubrimiento le puso el famoso Colón. No puede
verdaderamente formarse idea completa de lo que es en sí,
como también del río de la Magdalena. Forman sus aguas
procelosas olas; pero tienen poca duración sus tormentas.
Calman sus vientos con brevedad aun en sus mayores
turbonadas. En sus floridas riberas todo es tan vistoso que
jamás se ha visto árbol desnudo del verdor de sus hojas, ni
marchito en sus flores, ni despojado de sus frutos. Sus
preciosidades son tantas que no hay parte de sus regiones
que no sea un tesoro. Es numerosa la multitud de naciones
que se alimentan en sus fecundas orillas. Su grandeza es
celebrada no sólo por la abundancia de sus aguas, que no se
cansan de sufrir el peso y gravedad de embarcaciones de
tres palos, que siguen su navegación hasta el estrecho de la
Guayana, sino también por lo elevado de sus altas y verdes
arboledas, madrigueras que son de bravísimos tigres, tan
grandes como becerros, osos, dantas, leones y culebras las
más monstruosas.
VIII
48v
Su agradable situación la forman empinados montes,
serranías vistosas y enmarañadas montañas. No faltan
espaciosas llanuras que llegan a formar horizonte. Se
presentan a la / /
vista más de diez leguas de circunferencia y otras de igual
diámetro; se descubren alturas escarpadas, collados verdes,
vegas deliciosas, valles frondosos, riberas fecundas, dehesas
pingiies (aquí llaman potreros), lagunas y ciénagas
celebradas, cuyas aguas se inquietan, naufragando muchas
veces en su golfo, como la de Fúquene, que yo he visto, la de
Santa Marta y Maracaibo, haciendo en sus orillas la batería
ruidosa que el Océano en sus áridas arenas. En todos estos
sitios es tal la variedad de peregrinos objetos que la
propensión del sentido más triste halla interés y desahogo
en sus ciudades. Al escuchar el alegre murmullo de las
fuentecillas, el dulce eco de los arroyuelos, el delicioso golpe
de los chorros, que despeñados caen de la eminencia de los
102
49r
EL VASALLO INSTRUIDO
cerros y vienen precipitados a sepultarse en lo profundo de
los valles, como son los vistosos y admirables de Suaita en la
Provincia de Vélez; el de Barichara en la Provincia de San
Gil; el de Soatá en el Corrigimiento de Sogarnoso; el de
Carcasí en la jurisdicción
de Pamplona. Todas estas
maravillas del mundo las registraron mis propios ojos; y
verdaderamente lo contemplaba objeto de mi particular
atención en términos que quedaba absorto y arrebatado por
algunos momentos, observando estos prodigiosos milagros
de la naturaleza. Pero entre todos es el más asombroso el
Salto de Tequendama, que verdaderamente puede reputarse
una de las maravillas del mundo en el gobierno y jurisdicción
de Santafé. Este Salto lo hace el río Bogotá de más de media
legua de alto, hasta lo profundo de las peñas que lo reciben,
con velocidad tan arrebatada que el ruido del golpe se percibe
a siete leguas 11
de distancia como me lo han informado hombres de buen
gusto y de toda fe humana. Este Salto es de una altura tan
superior que pasa todo el río de un golpe de tierra fría a
tierra caliente y de un clima a otro, en el cual los árboles, las
plantas, las frutas, los animales y aun las costumbres son
enteramente
diversas. Este Salto debe deslumbrar
la
preocupación del literato Monseñor Carrara, que en su
curiosa historia de las cascadas de los ríos dice ser la del
Velino en Temí la mayor maravilla del mundo que ha llegado
a su noticia por ser de mil sesenta y tres palmos de altura.
Compútense los palmos geométrico s que corresponden a
media legua española, y se conocería de los actuado el exceso
de miles de palmo que resulta en el Salto de Tequendama a
la cascada de Temí. Preséntese al celebrado Chiusole este
elogio que merece el Nuevo Reino de Granada y confúndanse
en su misma facilidad cuando dice que en el Nuevo Reino
de Granada no hay cosa memorable: In questo no(n) c' é cosa
memorabile. Al percibir los suaves gorjeos de los toches
turpiales, babaguyes, majuelos y lominejas; al observar los
flamencos, patos cucharos de plumaje nácar, caponcitos que
de lejos parecen cabras, guacamayas de varios colores, loros
parleros, gallitos de pico pajizo, de cuerpo negro y alas pajizas
y apagadas; al meditar el dique por donde se navega desde
Cartagena a Barranca, en donde se sangra el río de la
CAPITuLoill
49v
50r
103
Magdalena y le comunica sus aguas; el ver, digo, este dique
desde el sitio de San Estanislao hasta la ciénaga de la Cruz,
cubierto de varias y medicinales plantas que se crían en el
agua y hacen difícil la navegación, / /
presentándose a la vista un prado verde y un valle delicioso;
al observar la variedad de caños embovedados de varias y
peregrinas ramas, la continuación de las ciénagas e islas cuyas
márgenes las forman vistosas arboledas con tanta igualdad
y simetría que representan los agradables países objeto de la
atención holandesa, es preciso que el Sr. Chiusole mude de
concepto y forme nueva idea de este Reino que en sí es el
más rico y abundante de los que Reyes de España tienen en
ambas Américas. Al ver los campos sembrados de trigos,
maíces, arroces, cañas dulces, arvejas, fríjoles, garvanzos,
batatas sabrosas, arracachas, turmas, lentejas, tabaco, añil y
algodón; las huertas vestidas de melones, sandías, pepinos,
cohombros, calabazas, berenjenas, yucas, lirios, amapolas,
adormidera, flor de la maravilla, violetas, cardosantos, borraja,
altamisa, rosas amarillas, manzanos, olivos, parras, duraznos,
higueras, naranjas agrias y dulces, limones de la misma
naturaleza, limas, toronjas, cidras, granadas, membrillos,
almendras, chirimoyos, curo s, vainillas, ajos, cebollas,
lechugas, coles, alcahofas, coliflores, mostaza, rábanos, nabos;
al ver la alegre y vistosa variedad que ofrecen a la vista los
valles, observando con admiración española en unos sembrado
el trigo, en otros segando; en el distrito de una legua se advierte
trigo naciendo, cogiendo color, al tiempo que se está segando
en otras sementeras, cuyo prodigio igualmente se descubre
en los otros granos, particularmente en las jurisdicciones de
Santafe y Tunja; / /
al ver los verdes sauces que adornan las fértiles riberas; los
higuerones de gruesos troncos, de elevada altura y hermosa
frondosidad en sus ramas y de cuya madera fortísima se
fabrican las canoas, barquetas, artesas y barcos para la
navegación de los ríos; la chica, árbol de tan vistosa
hermosura cuyas hojas son parecidas al manzano pero
coloradas y de tanto lustre que parecen cortadas de raso
carmesí; los caimarones muy copados y de una fruta como
la nuez, de color azul y carne blanca con algunos granos que
se despiden con facilidad, de regalado gusto y de tan dulce
104
EL VASALLO INSTRUIDO
suavidad que jamás fastidia ni sacia el apetito; en fin, al ver
el celebrado trébol de tan elevada altura y tan verde como
frondoso y fragante, con otra multitud de árboles, varia en
la hermosura de sus hojas, como peregrinos en sus flores,
que hacen impenetrables los bosques y cuyos respectivos
nombres no se han singularizado,
no puede dejar de
desvanecer
este Nuevo Reino de Granada de estar
representado en aquel prodigioso árbol que vio Plinio en el
jardín ameno de Tulio. Este sólo, dice Plinio, poblaba un
huerto parecido a una selva y de sus ramas, como de mil
bellísimos injertos, estaba colgando un entero otoño de varios
y regalados frutos. Cuantas veces vuelvo los ojos a este
amenísimo Reino, otras tantas me arrebata la admiración.
La variedad prodigiosa de frutos, la noble singularidad de
piedras y la admirable fragancia de resinas aromáticas, son
los objetos que ocupan mi atención. Aquí se coge el delicado
plátano, la regalada piña, el mantecoso almendrón, el
delicado piñón (esta frase no figura en el impreso; a partir
del cotejo la pudimos establecer), cuyo gusto es semejante a
las almendras de la Europa, como yo mismo lo ex / /
SOv perimenté, caminado desde Muzo a las minas de las
esmeraldas, en cuyas montañas abunda mucho esta planta;
la nuez mascada, el pucheri, que es una pepa que sabe a
toda especie y yo 10 gusté; la rica aceituna, del tamaño de las
sevillamas, que también tuve el gusto de comerlas; la uva
sabrosa, el regalado mamey, el aguacate especial, el caimito,
el zapote, el cachipay, el anón- el níspero, la cereza, la papaya,
la guanábana, el dátil, la granada, la granadilla, la guayaba
y la dulce chirimoya, frutas todas muy agradables y casi todas
silvestres, que brindan al sentido todo el tiempo del año. Pero
no tienen aquella dulzura y suavidad de las frutas de España,
a causa de que no llegan a la perfecta sazón por defecto de
los cuatro tiempos que se experimentan en la Europa.
IX
Aquí se encuentra la distinguida real yerba diptamo con más
abundancia que en la isla de Creta; y ésta se cría en los campos
de Tunja, Tequia, páramo de Pangote y CarcasÍ, la cual forma
las piedras besares que se hallan en lo interior de los venados
CAPtIULO III
SIr
51v
105
y se conservan dos en mi poder. Es tanta su estimación que
en la Provincia de Antioquia se venden a peso de oro. Se
aplica contra el veneno. Un amigo mío, sabiendo mis vivos
deseos de conocer la dicha yerba hizo la diligencia y me
presentó un acesito de sus ramas. En cada una de sus hojas
se ve dibujado con toda la propiedad de la naturaleza un
venado; de suerte que no hay más que admirar. / /
Aquí se acopia también la quina, a la que los naturales llaman
cascarilla. Es tan abundante que se contempla capaz de
abastecer a toda la Europa, según los últimos descubrimientos
y observaciones del Padre Fr. Diego García, natural de
Cartagena, religioso del Seráfico Padre San Francisco y
comisionado por el Excmo. Sr. Arzobispo Virrey en asuntos
de historia botánica y natural. Ha descubierto tres clases
legítimas y particulares que son la roja, la amarilla, en igual
calidad que la de Loja, y la blanca que se encuentra en todas
las montañas de la Gobernación de Santa Marta, en donde
se coge la fruta Chimi1a, que es una avellana de la misma
figura, tamaño, aceite y gusto que las de España. Sirve de
purgante y vomitario y el árbol que la produce es de una
altura regular; forma unas bolsas y en cada una de ellas se
crían tres avellanas. Se ha descubierto igualmente por D.
Sebastián López, en el año de ochenta, la canela en la
Gobernación de Neiva, en las montañas de los andaquíes. Es
tan fina como la más fragante de Ceilán, en el Oriente, pues
habiéndome regalado un ramito de su árbol, masqué una
hoja y no puedo dejar de asegurar su delicadeza de gusto. Se
encuentra también en la Provincia de Antioquia, pues
caminando mis compañeros y yo desde la parroquia de Santa
Bárbara al pueblo de la Estrella por una senda antigua y no
traficada, percibía la fragancia de la canela en aquel monte;
y para satisfacer mi curiosidad uno de los arrieros se internó
en el monte y me trajo un pedazo de corteza del árbol que
llaman canelo. / /
No hay duda que tiene todo el gusto de la mejor canela de
Ceilán, pero le acompaña cierta amargura desapacible que
la inutiliza y constituye vana. Turbaco, distante de Cartagena
cuatro leguas, ofrecen sus montes un vejuco cuyas raíces
tienen toda la propiedad del clavo. Sus naturales forman sus
ataditos para fortalecer
los dientes, mascándolos
106
52r
EL VASALLO INSTRUIDO
continuamente. A mí me regalaron unos pocos y no encontré
diferencia alguna. También se encuentra el draga y la hierba
llamada centella. Sin duda es la misma a la que Oioscórides
llamó estrella porque cada hoja tiene su figura y aplicada a
cualquier parte del cuerpo abre una llaga por la parte que
tiene lisa, y por la vuelta, que es algo vellosa, sirve de
medicina a la que abrió su actividad venenosa. Se encuentra
también en sus montes un vejuquillo que llaman del ojo,
porque exprimiendo su raíz y dejando caer en lo interior del
ojo una o más gotas de su humor, quita absolutamente todo
el dolor que se padece. Lo que causa más admiración es que
al tiempo de destilar aquel humor y recibirlo el ojo se percibe
en el paladar una extrema amargura. Y yo mismo
experimenté efectos tan admirables cuando me cargó a los
ojos una fluxión tan fuerte que pensé perder la vista. Lo
mismo fue traerme un amigo el vejuco que recibir el alivio.
Produce este Reino las vainillas tan celebradas por su olor y
fragancia, y se crían en unos vejucos que trepando por los
árboles les hacen recomendables por su natural suavidad.
Se hallan en la Provincia de Santa / /
Marta, con abundancia, en los llanos de San Juan y en el
partido de Tecua, en donde estuve cura interino después de
la Misión que redujo a sus naturales al bando del Rey,siendo
los más temibles en la general rebelión, y en donde tenía su
asiento O. José María Franqui, el que mandaba un trozo de
trece mil rebeldes. El lino se produce mucho mejor que en
Murda y Orihuela, pero no se beneficia y sufre el más sensible
y lastimoso abandono. El cáñamo, planta tan útil como
necesaria, se cría en los montes, es silvestre como lo tengo
observado en la Provincia de Antioquia, por lo que no puede
ocultarse al sabio conocimiento de los políticos la conocida
utilidad que resultaría al público y aun al Real Esrario si se
sembrara esta planta y se le diera cultura. De las mismas
riquezas que sacan los extranjeros de este Nuevo Reino se
sirven ellos para engrosar sus caudales. Las hierbas y palos
para toda especie de tintas son conocidos y abundantes en
este Reino y en los llanos de San Juan y otros terrenos cálidos
se descubren unos arbolillos pequeños, cuyo fruto es tan
admirable que en forma de una nuez tiene dentro dos
cajetillas. En la una ofrece miel y en la otra leche muy suave.
CAPITuw
52v
107
III
El cacao y azúcar es tánta su producción que se transporta a
Europa y a Nueva España. El del río de la Magdalena es el
mejor por ser el más mantecoso como igualmente el café de
Muzo. Los árboles que lo reproducen son pequeños pero muy
copados, sus hojas parecidas a las del granado, cargan mucho
de fruto y varias veces iba a tomar mi descanso bajo su
sombra deliciosa / /
cuando me lo permitía el trabajo de la Misión. La hierba,
tan celebrada del Paraguay, en varias partes del Reino es
maleza, se llama calaguala y se encuentra entre Santa Rosa
y Cerinza.
y del mismo modo la dulce batata,
particularmente en el monte de Nare, cerca del balsadero,
en el nuevo camino para la Provincia de Antioquia, como
yo mismo las he comido.
x
53r
Yoestaba persuadido que sólo la Asia, la Etiopía, la Scitia, la
Arabia y el Egipto y el mar de Persia eran singulares entre
sus grandezas al Nuevo Mundo por el rico valor de sus
diamantes, amatistas, esmeraldas, topacios, diaspros y perlas;
pero ya me veo redimido del engaño en cuyas mazmorras
me hallaba encadenado. Todas las partes del mundo deben
reconocerse tributarias de la América en la opulencia, en la
abundancia y en la riqueza. ¿A quien reconoce en el día de
hoy Portugal su descansada conservación sino al Brasil, que
sostiene su Real Erario? ¿A qué grado de altura no ha llegado
la Holanda por la isla de Curazau, por las inmediaciones
que logra a tierra firme? ¿Qué opulencias no ha introducido
la Francia en sus cajas reales, parto fecundo del Canadá e
islas de Barlovento? ¿Qué flotas tan sobresalientes no ha
mandado la Jamaica a la Gran Bretaña? Np puede negar el
inglés que los contrabandos que hacía en la América española
eran el ramo más feliz y floreciente de / /
su comercio y que fue causa de declarar la guerra en el año
de mil setecientos treinta y nueve por haber abusado del
privilegio que se le concedió en los tratados de Utrech,
firmados en Madrid a 26 de Marzo de mil setecientos y trece.
¿y a nuestra amada patria España, quién la constituyó
señora de las gentes y princesa de los tesoros sino los
108
53v
EL VASALLO INSTRUIDO
galeones cargados de tierra firme, las flotas de Nueva
España, los navíos de Honduras, los de Buenos Aires y los
que llaman de registro? Sólo en el año de mil setecientos y
noventa y uno se registraron cuarenta millones de pesos
fuertes. Las amatistas, esmeraldas, cristales, pantauras,
gallinazas, rubazas, suzas y diamantes con los granates de
Antioquia y perlas del río del Hacha y Cubagua, son el más
firme apoyo de las ventajosas riquezas que lleva a todo
Oriente sólo este Nuevo Reino de Granada. Tal es la
abundancia de perlas en los mares de este Reino que a
fanegadas se depositaron en la Europa. No quiero hacer
memoria de aquélla tan celebrada que Colón rescató en el
golfo de Daria y uno de los conquistadores presentó al
invicto Carlos V,que por su hermoso oriente, incomparable
valor y extraordinaria grandeza se llama la peregrina. ¿Qué
dijera hoy el Egipto cuando se lamentaba de la bizarra
acción de su amada Cleopatra en darle en bebida a su Marco
Antonio una perla que llena el mayorazgo de su Reino? Sin
duda la reputara por menudo alcófar. Las esmeraldas de
Muzo, en cuyas minas he fijado mis pies y es lugar propio
de desesperación por el insufrible calor que se experimenta
continuamente. / /
Se hallan en el seno de !tocó. Son de tan recomendable
estimación que brillan con ellas las coronas de los Reyes y
las tiaras del Vaticano. Ellas han dado justo motivo para
admirar la Italia, llenar a Alemania, enriquecer a Flandes,
envidiar Portugal, Francia y las naciones todas del orbe.
Tal es el tesoro de su vistosa belleza sobre fondo amarillo
que su verde llenó de esperanzas a los Reyes de España.
Las pantauras de todos colores matizadas, los girasoles
con puntas de oro en lo interior, los jaspes y los granates
finos, son producciones admirables de sus preciosos
minerales. Alfonso Ramírez Goscó fue el que ofreció a
nuestra monarquía tan superiores riquezas con el
descubrimiento feliz que de las esmeraldas hizo en dicho
cerro en nueve de Agosto de mil quinientos sesenta y
cuatro. Es continua su extracción y muy laboriosa su tarea.
D. Tadeo Caycedo, cuando trabajaba una mina por su
cuenta, sacó una arroba de esmeraldas y entre ellas una
de tan peregrina grandeza, que pesaba diez y ocho onzas,
109
CAPíTULO III
54r
la que por ser diga y merecedora de un gabinete real, ocupa
el de la Corte de Madrid, según me lo ha informado el
citado Caycedo en el tiempo de mi Misión en Muzo. El
particular aprecio de ellas sube a la gruesa cantidad de
millones y ha reducido a las de Somondoco a la omisión
lastimosa de su abandono. En la actualidad son ramo
particular de la Regalía. Las / /
amatistas se hallan en varias partes del Reino. En
Antioquia se hallan las piedras de cruz, de las cuales yo
tengo algunas en la celda, como igualmente los granates y
rubíes y aun los diamantes se crían en los despeñaderos
que forman los márgenes del caudaloso río Cauca a las
inmediaciones del puerto del Espíritu Santo, si es genuina
la relación que me dieron los naturales más fidedignos de
aquella Provincia. También se halla una muy abundante
mina de piedra imán, y en los cerros de Ibagué otra de
ámbar finísimo y de piedras ágatas.
XI
54v
Apenas se halla palmo de tierra en este Nuevo Reino que no
sea pasta de oro y plata. Tanricos y copiosos son sus minerales
que cuanto brilla en los (palabra ilegible), cuanto resplandece
en la casa de Dios y en los palacios de mayor magnificencia,
es de las apreciables vetas de este Nuevo Reino. La plata tan
conocida del Potosí y de Nueva España ya no tiene asiento
en la recomendación de los bancos respecto de la que ofrece
la mina de Ibagué y la de Mariquita. Más de cuatro marcos
produce el quintal y es la de más subidos quilates que
reconocen las casas de moneda de todo el mundo. La de
Pamplona se encuentra misturada con cobre y de las que se
han descubierto en Tequia y Macaravita no se puede formar
perfecta idea por no haberse laboreado de propósito. No
tendré reparo en asegurar que es tan abundante / /
el oro, que corre con la misma continuación que los ríos y las
fuentes. Se sabe que las venas corren y circulan todo el cuerpo
humano y no se ignora que las entrañas de este Nuevo Reino
se miran atravesadas de vetas de oro. Los gobiernos de
Mariquita, Ibagué, Neiva, Cartago, Popayán, Barbacoas,
Antioquia, Chocó, Anserma, Remedios, Guamoco, Cáceres
110
55r
EL VASALLO INSTRUIDO
y Zaragoza, situación a la parte del sur del Río grande de la
Magdalena, ¿qué otra cosa son sino un continuo manantial
de oro? Pamplona, Paramorrico, Montuosa alta y baja, Girón
y Llanos de San Juan con el Río del Oro, ¿qué otras riquezas
no ofrecen sino preciosas vetas y arenas conocidas de este
metal tán fino? Los frecuentes socavones que se observan en
los montes y sus honduras son testimonios auténticos de su
pingiie y floreciente existencia. En muchas de estas provincias
no tiene curso la plata; la moneda usual, aunque se trata y se
da giro al comercio, es el oro en polvo como se saca de la
mina; pero ya el espíritu de la ambición halló medio para el
incremento de los intereses no recibiendo el oro en polvo
sino limpio y soplado a costa de opresión tirana de los pobres.
Estos últimos minerales se ven situados al norte del dicho
Riogrande. Extraño mucho que unas tierras tan floridas y
fecundas de minerales, lastra das de oro, sean tan míseras y
pobres. Es cierto que los / /
conquistadores
para herrar caballos se servían de
herramientas de oro. Tal era su preciosa abundancia. Ahora
que la industria popular ha dado demostraciones positivas
de su magisterio en el feliz incremento de las artes y de la
cultura de los campos, sirviendo la nación a una altura de
poder y riqueza sin igual; ahora que el sabio y discreto
Gabinete español, celoso del mejor real servicio y del bien
común de la nación, funda toda su ocupación en promover
el fomento y adelantamiento del comercio interior del Reino,
que es uno de los principales ramos que alimenta y da fuerzas
a la nación para la mayor felicidad de las provincias y
conveniencia de los vasallos, ¿cómo es que los tesoros
escondidos en los referidos contornos no enriquecen a sus
naturales? ¿Cuál es la causa de contemplados en el día de
hoy reducidos a la mayor miseria y a la más dolorosa
estrechez? No se puede comprender cómo la misma
abundancia constituya menesterosos a los hijos del país y se
confiesa ser así. Cuando en las historias se habla y se asegura
que las arenas que arrojan a sus playas los ríos son de oro y
que los montes, valles, prados y cerros están formados de
minerales ricos de oro, siendo esta obra verdadero prodigio
de la naturaleza, su genuina inteligencia es que aplicando
toda industria y laboreando el terreno con vivo cuidado y
CAPtruLoIlI
55v
56r
111
activo desvelo, a costa de muchas expensas y gastos en
conservar la gente para la tarea laboriosa de las minas, se
lava el oro y se recoge no en tanta abundancia como piensa
el vulgo europeo. La mina más pingiie que se conoce en la
Provincia de Antio / /
quia es la que llaman de San Jacinto, ya por la copia de su
producción, ya también por lo subido de sus quilates, cuyo
dueño es D. Sancho Londoño, quien repetidas veces me
aseguró no excedía la producción a la cantidad de seis mil
castellanos de oro, que producen doce mil pesos fuertes, no
entrando en este cómputo el aumento del oro que resulta
de su fundición en la casa real de moneda. Como testigo
ocular puedo deponer lejos de toda hipérbole que habiendo
misionado en todos los pueblos que la componen, y son
veintidos en parte alguna aparece con más sensible dolor
la escasez y la pobreza, hallándose necesitadas cuasi todas
las familias, y no es otra la causa, según me parece, que
haber dejado en el más lastimoso abandono la agricultura,
sin embargo de gozar de unas tierras pingiies, fecundas y
propensas a producir cuantas semillas se quieran derramar
en sus campos. Corneta, ciudad célebre en Italia, se gloría
de ser la única en el mundo por la producción de la lumieza,
y en verdad que se debe subordinar a este Nuevo Reino
por el manantial perenne del alumbre, la caparrosa, el
almohatre, la piedra lipis, el plomo, cobre, alcohol y el fierro,
hallándose estos metales en varias partes del Reino,
particularmente en los cerros de Ibagué, Palma, Muzo y
Vélez. En la ciudad de Pamplona hay una famosa mina de
taIco que ofrece cuanto quisieren es de mucha brillantez.
La sal de manantiales tan prenne que sin otra diligencia
que cuajada al fuego abasta para todo el Reino y aun para
provincias forasteras. Sólo la de Zipaquirá es tan abundante
que si no le falta la leña / /
podrá contribuir con doscientas o trescientas mil arrobas al
mes, según el verídico informe que me tiene dado el
Administrador del Rey, y nada extraña me parece esta
numeración por haber yo paseado su salida que es todo un
cerro dilatado e inagotable por la noble generosidad con que
se vrinda al Real Erario y a la conveniencia pública. No es
inferior la que se saca de Nemocón, pueblo de indios, pero
EL VASALLO INSTRUIDO
112
muy blanca y purificada; la de Tausa, Gachetá, Chita y la de
Bijaen los llanos de San Juan, muy proporcionada esta última
para beneficiar los metales en las minas y Casa de Moneda.
XII
56v
No me detengo en hacer una individual descripción de las
maderas que harían recomendable el Reino si de ellas se
tuviera conocimiento. Ellas podrían llenar el fin de las ferias
y ser el objeto de la ocupación más política y curiosa. Iguales
tesoros podrían registrar nuestros ojos a los que se
presentaban en las ferias de Alejandría en el Egipto, en las
de Hormuz en el Oriente y en las de Tiroy Tarsisen el Mundo
Antiguo, si de ellas se hiciera el uso que conviene y se
procurara constituidas objeto de la ambición extranjera. Ellas
son capaces de sostener con utilidad conocida un ramo que
felicitara el Real Erario y floreciera con más vivos colores la
conveniencia del público. ¿Qué otras esperanzas puede
ofrecer el acopio de los cedros, nogales, caobas, enanos,
viomatas, naranjillos, ceibos, subes, guacamayos, bananos,
grana / /
dillos, tarayes, mariposas y la celebrada madera de Muzo
veteada de negro y colorado? ¿Qué si a estas apreciables
maderas se agrega la del palo incorruptible llamado zapatero,
el cartán incorruptible, cuyo corazón es colorado en unos y
en otros amarillo; el marea, que se cría muy grueso y sirve
para retablos e imágenes por la facilidad y dulzura con que
se trabaja; el currucay, de donde sacan el aceite de canime; el
cajapa, que produce una fruta como castañas y el tan
celebrado en la Guayana cuyos visos son de pardo y negro?
¿Qué si a estas maderas se agrega la del palo gateado o
atigrado, la del manzanillo, la del nazareno y la del brasil
que es infinita y la propia para varias tinté's de que abunda
mucho la Provincia de Antioquia, la de Santa Marta, en donde
se tiene por leña usual para la cocina y cuasi todo el Reino?
¿Qué si se piensa en el corambre, ámbar, carey, asia o
cañafístula, salsafrás, salsaparrilla, sangres de draga, lacre,
tamarindos, frutos todos que se hallan en el río de la
Magdalena y la cochinilla, que se halla en los tunales de la
provincia de Santa Marta, de Tunja y corregimiento de
CAPÍTULolIl
57r
57v
113
Sogamoso, en donde yo mismo la he visto y cogido? ¿Qué si
se atiende al bálsamo de Tolú con otros aceites y gomas
particulares para sanar las llagas, el peramás para cerrar y
curar heridas con presteza y seguridad, y el palo de bomba,
que inmediatamente deshace la piedra y facilita la orina, con
guayacán eficacísimo contra el / /
mal gálico? ¿Qué si se tiene presente la célebre hierba del
hayo o coca nutritiva, corroborante, antipocondríaca y
conservativa de la dentadura, que se cultiva en la Provincia
de Santa Marta y se halla también en Soatá, a las
inmediaciones de Tunja? ¿Qué si se pone la consideración en
el algodón, lino, cáñamo, cacao, piedra imán, añil, azúcar,
amianto, que se halla en la Provincia de Antioquia, en donde
me regalaron dos terciecitos, y el acopio de cera que se hace
de las frutillas de los laureles y arrayanes, sacándose con
tanta facilidad y abundancia que no hay función eclesiástica
que no ilumine ni empeño que no satisfaga en cuasi todo el
Reino? Ella es verde, amarilla, de mucha duración, bastante
bronca porque le falta la suavidad natural de la de abejas.
No le faltará al entero complemento de la felicidad de este
ramo, ni la más mínima parte si se beneficiara la de las
industriosas abejitas que se ha descubierto en este año de
ochenta y tres en los frondosos bosques y amenas montañas
de Neiva y Andaquíes, a solicitud y desvelo de D. Sebastián
López. Me aseguró que es tan blanca y tanta la abundancia
que se empobreciera la Africa y aumentara sus riquezas
nuestra nación. Los troncos de los árboles y sus ramas les
sirve de colmena que ellas mismas fabrican con tal arte y
primor que es la admiración de los curiosos. De igual riqueza
gozan los llanos de san Juan y la Provincia de Cartagena,
siendo innumerable la multitud que se observa de diferentes
especies de abejas. Los naturales sacan la miel con tanto
exceso que con toda propiedad puede / /
decirse es este Reino segunda tierra prometida que
continuamente destila miel tan preciosa en el olor y en la
dulzura que parece el más purificado almíbar. Mayores
incrementos recibiera el Reino y los vasallos de la Corona
lograran mayores utilidades en estas partes si se agregara a
los referidos bálsamos el de almendrones de menjuí, de
estoraque y caraña, que son unos humores trementinosos que
114
58r
EL VASALLO INSTRUIDO
destilan estos árboles luego que son picados en sus cortezas,
cuyos licores se conglutinan y se forma la goma, la que
juntamente con la que llaman de frailejones le quita el valor
y estimación a la de la Arabia. El incienso para los fragantes
sahumerios lo resudan los árboles en los montes de tierra
caliente, en donde se encuentra también el amine cap al, goma
muy olorosa y grata al sentido. Objeto de particular atención
merece el comercio de las harinas, cuya utilidad en el
transporte a las Provincias de la Costa será conocida. El real
patrimonio prosperará y se hará feliz como igualmente los
vasallos del Rey que viven a la lengua del agua y también
los que habitan las Provincias interiores del Reino. El capítulo
que tratará de los proyectos económicos presentará a los
curiosos el modo fácil de establecer dicho comercio. Tales
son los felices influjos y tales las materias que benigno el
cielo ha comunicado a este Nuevo Reino de Granada. Esta
es la sucinta narración que he formado de la amenidad y
delicias de su país, de la fecundidad de su terreno, de la
abundancia de sus tesoros, de las riquezas de sus cerros y de
las ventajas y conveniencias que ofrece / /
en todos ramos al trono español y sus vasallos. Es lástima,
decía el P. Gumilla con su evangélica sencillez, que siendo
todo el Nuevo reino un dorado y tan rico que él solo puede
dar de sí más riquezas y tesoros que los otros dos juntos, no
haya gente que se ocupe en sacar de sus entrañas los metales
trabajando en las minas las piedras preciosas, rompiendo sus
canteras, y tantos y tan apreciables frutos, cultivando sus
tierras, capaces de rendir los frutos correspondientes a todos
y diversos climas.
115
CAPITULO IV
Refiere el estado de abominación
en que se halla el Reino
1
58v
¡Fatal golpe! ¡sensible desgracia! El paraíso de delicias, el
jardín del placer se advierte enlutado con el negro manto de
la inobediencia. Aquel sitio que repfresentaba una florida
primavera, sembrado de saludables plantas, vestido de
verdes hojas, cargado de sabrosos frutos, matizado de
fragantes hierbas y tachonado de flores aromáticas, tomó
nuevo aspecto y dejó de ser el lugar propio de la más
agradable recreación, por haber dejado de ser el de la
inocencia. ¡Que dolor inspira en la atención más cristiana la
ruina que causaron las estragadoras aguas del diluvio en un
jardín de tanto gusto! Lo dice el crisólogo.Arranque de este
jaez sentimos en nosotros mismos viendo envuelto en
confusos desconciertos y en sensibles desór //
denes un Reino de tanta abundancia y de tan vistosa
hermosura.La misma naturaleza del lugar comunica nuevos
alientos para la mayor perfección. Su misma amenidad y
primorosa variedad de objetos deliciosos es otro motivo
superior que nos acalora a la consideración más religiosa.
Las alturas de los montes, el murmullo de las fuentes, el
verdor de los prados, la fragancia de las flores y la delicadeza
de los frutos son otras tantas sensibles lecciones que nos
conducen al más fino reconocimiento con el Creador del
universo. Industriosas las abejitas salen solícitas de sus casas,
y discurriendo ya por lo florido de los collados, ya por 10
ameno de sus valles, ya también por lo delicioso de los
campos, se detienen en las plantas, chupan lo más selecto de
la substancia de sus flores, y forman el más dulce y sabroso
116
59r
59v
EL VASALLO INSTRUIDO
panal de la miel. No se detienen en terreno estéril; buscan el
más florido y abundante. A nosotros, abejas racionales, que
habitamos un país agradable, lleno de primaveras, se nos
proporciona la comodidad de poder trabajar aquí el suave
panal de la castidad; allí el de la inocencia; en una parte el de
la humildad; en otra el de la oración; acá el de la caridad;
allá, el del amor a Dios; y en toda situación, o montuosa, o
llana, o áspera, o suave, o estéril, o fecunda, se presentarán
frecuentes ocasiones de gratitud y alabanzas al Creador, como
de piedad más fervorosa. La doctrina perteneciente a los
misterios divinos y a los negocios de la eternidad, son la
consistencia de la Religión. Esta tiene dos ramos: interior y
exterior. El primero tiene su limitación en el corazón y es
materia de / /
conciencia. El segundo tiene su establecimiento en el público
y es asunto de la autoridad pública. Ambos a dos deben ser
compañeros inseparables del cristiano. El paganismo reputa
en su idea al nombre de cristiano por ejercicio de todas las
virtudes, y que sólo él equivale a todo el trabajo de una
apología. Este noble ser se nos comunica en el sagrado
bautismo por medio de cuyas aguas nos guía el Señor a la
región del cielo, como lo practicó Josué con los hebreos,
colocándoles en la tierra de promisión por medio de las del
Jordán. El primer paso y la primera acción que ejercemos en
este mundo es renunciar y vituperar todas las pompas y
vanidades a Satanás, y todas sus obras contradecimos,
despreciamos, nos oponemos y abominamos, establece y
enseña el Concilio Tercero de París, en el canon primero. La
primera acción es constituimos género de elección, sacerdocio
real, gente santa y pueblo de adquisición. La vida cristiana
es una vida trabajosa y penitente como que es el patrimonio
y carácter con que Cristo distingue a sus discípulos. La vida
cristiana debe ser una región de cruces, espinas, y según el
Profeta, sazón propia de llantos. Por último, es la vida
cristiana una vida en que todo se renuncia y se sacrifica. No
se funda el cristianismo en obras exteriores y apariencias de
religión. Pide que nuestros procederes no la constituya
fantástica, pero sí que confirmen su esplendor.
No se puede dejar de comprender el estado de religión en / /
que actualmente se mira este Reino como monstruo el más
CAPtruLo IV
60r
117
horrible de cuantos vio o fingió la antigiiedad .Tal es su
monstruosidad que sólo la frecuencia de presentarse a la vista
tan monstruosos partos de la corrompida naturaleza puede
suspender la admiración. Los desórdenes de la mayor parte
del Reino dejan camino para esperar los gentiles una suerte
más feliz. Todos los cuidados que son el objeto de su atención
empezaron a ser vanos y reprensibles desde aquel instante
en que Dios dejó de ser el motivo de todos. Los negocios de
importancia, los manejos más delicados, los empleos más
lustrosos, los pleitos temosos, las maquinaciones de la Corte,
los asedios de las plazas y las batallas vencidas de nada sirven
cuando no les acompaña la base fundamental de nuestra
Religión. Apenas se encuentra en esta viña un buen racimo,
una buena conciencia, que se pueda presentar al Señor. Aquí
levantaron mayores cepas las ingratas vides de Galgala que
las preciosas viñas de Engaddi. Las fragantes rosas de Jericó
perdieron su natural estimación y toda la atención la merecen
las yedras infieles de Nínive. Abrojos, espinas y ortigas que
martirizan el corazón más cristiano es lo que se puede ofrecer
a las aras del altar. Los hijos de este Reino (no hablo con todos)
despreciaron a su Dios y sacrificaron a Belial. No es fácil hallar
un hombre que obre bien. Si se busca en la casa de Dios aquí
se representa menos recato y respeto que a Júpiter, a Saturno
y a Osiris, cuando los pueblos les sacrificaban o algún toro o
alguna res. Si en las calles, aquí es el centro del tropiezo, de
la embriaguez y del libertinaje. Si en //
las plazas, este es el lugar del desenfreno, de la licenciosidad
y del escándalo. Si en las tiendas o chicherías, este es el
albergue de la mentira, del fraude y del engaño. Si en las
casas de campo, esta es la escuela en donde se enseña la
desatención, la rabia, la irreligión, la bestialidad, el incesto,
sodomía y la infelicidad. Si en los tribunales, éstos son el
lugar de la malignidad en las acusaciones, de la falsedad en
los procesos y de las trampas en las defensas, favoreciendo a
quien da esperanza y sirviendo a quien da temor. Si en las
casas de cambios, éstas son el abrigo de las usuras. Si en los
concursos públicos, éstos son la madre propia de la emulación
más reconcentrada, de la conversación más lasciva, de la
embriaguez más frecuente y de la abominación más
celebrada. Se halla tan fermentada la malicia y tan pujante el
EL VASALLO INSTRUIOO
118
desorden que no se descubre más que la libertad en los
jóvenes, el abandono en los viejos, el desahogo en las señoras,
en los nobles la corrupción, en los plebeyos el desenfreno y
en los pobre la necedad. Se observa en estos tiempos lo que
David en los suyos. Yase contempla próxima aquella general
inundación de vicios profetizada por Oseas, profeta, en el
capítulo cuarto, verso segundo, cuando llama ya de cerca un
diluvio de llamas estragadoras para reprimida. Se advierten
tropas de gentes sin religión, que dejan a los buenos el
cuidado de aplicarse a los intereses de su salvación, pasan
su vida en perpetuo olvido de Dios, se contentan con una
tintura y superficie de religión, infamando con su vida
relajada el Evangelio de Jesucristo. Tales son las costumbres
de los licenciosos. Navega a todos vientos / /
60v
la Religión y se mira inmediata a un terrible naufragio.
ID
La general corrupción de costumbres en tiempo del Patriarca
Noé, inundó todo el universo. Ella fue causa de que los
alegres días empezaran a oscurecerse: que irritado el cielo
rasgase sus cataratas y derramase sobre la tierra sus torrentes;
que enfurecido el mar no conociese términos y creciendo las
aguas, llevasen el horror y la muerte sobre las cumbres de
los montes más empinados. jQué espanto, qué teatro tan
funesto se representaba a los ojos! Se vieron puestos en
ordenanza
los cielos, se abrieron los diques de la
omnipotencia y fue tal la inundación de aguas que iban
ondeando las campiñas, naufragantes se ofrecían los bosques
y navegables se presentaban las más elevadas colinas. Cuanto
había o de arrogante ,0 de fuerte, o de insuperable, todo fue
lastimoso sacrificio de las aguas. Hombres y mujeres, aves y
cuadrúpedos, todos fueron objeto de sus espumantes olas.
Quedó desvanecido el esplendor que encanta y el tumulto
que divierte. Cursaban las aguas de una a otra parte, surcaba
sus golfos Noé en el arca y deseoso de descubrir los montes
soltó la paloma, la que, dando diversos giros por la región
diáfana, se regresó al nido del arca por no haber hallado tierra
firme en donde poder asegurar su descanso. Sufrió el martirio
CAPtruLo IV
61r
61v
119
de sus deseos el espacio de siete días y penetrado del mismo
espíritu dio nueva libertad a la paloma / /
para formar su vuelo; y habiendo cesado el diluvio se
constituyó paraninfo de felices anuncios volviendo al arca
con el verde ramo de olivo. La general inundación de vicios
los más reprensibles, de desórdenes los más licenciosos y de
abominaciones las más frecuentes, se entró por las puertas
de la relajación y constituyó náufrago al Nuevo Reino,
bregando continuamente entre las ingratas aguas de Escila y
Caribdis. Los precipitados arranques de las pasiones
tumultuadas han conducido a sus naturales a una altura de
mar, surcando el vasto golfo de un piélago difícil en el que
aun el más diestro piloto puede temer fatal naufragio. La
nave de la Religión lleva consigo la mística paloma de la
palabra de Dios, y deseosa de que calme la furiosa inundación
de vicios, arroja con santo celo por medio de sus ministros la
mística paloma, con respecto a descansar en la firmeza
cristiana de los corazones.No halla contención alguna,
descubre una general avenida de blasfemias, maldiciones,
enconos, rapiñas, fornicaciones, adulterios, injusticias,
murmuraciones y escándalos, y vuelve a refugiarse en el
centro mismo de la Religión.Dirige su vuelo al corazón de
los viejos, y hallándose sin ejemplo ni veneración, caído al
peso de la avaricia y lujuria, poseído de la maldad que les va
secando los huesos, no halla descanso, vuelve al seno de la
Religión. Sale de nuevo a registrar el corazón de los mozos y
viéndoles sin respeto ni a Dios ni al mundo, profanados los
fueros más sagrados, no dejando limpia la honra de la
doncella, / /
intacto el punto de la casada, sosegado el retiro de la viuda,
hechos centinelas vigilantes del demonio y ministros suyos
contra Jesucristo, no halla descanso, vuelve a la nave de la
Religión. Se empeña en residenciar
al comercio y
conociéndole preocupado del interés, lleno de injusticias,
fraudes y usuras, rico a costa de la opresión de los pobres,
con resolución de no descarnarse de la hacienda ajena, no
halla descanso, vuelve al arca de la Religión. Pone su mira
en los poderosos de la tierra y advirtiéndoles soberbios y
consentidos, diciendo con sus desconcertados procederes: no
hay Dios que nos juzgue, y que desprecian sus castigos, no
120
62r
EL VASALLO INSTRUIDO
halla descanso, vuelve al arca de la Religión. Se encamina en
busca del mujeriergo (sic) y contemplándolo libre, profano,
insolente y suelto, siendo lazo de la inocencia con su
desenvoltura y desenfreno, no halla descanso, vuelve al arca
de la Religión. Entra en el corazón de los ministros y
confesándose sin bríos para hacer la causa de Dios, o por
cómplices o por cobardes, y a su ejemplo la plebe hecha tina
de iniquidad, de desconcierto y de vicio el más horrendo y el
más monstruoso, no halla descanso, vuelve al arca de la
Religión. Por último, se pasea por el asilo de la virtud, por el
lugar santo, por los concursos más santos, por el santuario
de la ley y encontrando aferrada la catarata de una tenebrosa
pasión que ofusca y precipita a lastimosos estragos, no halla
descanso, vuelve al arca de la Religión. Tal es el estado del
Reino. Esta palabra divi / /
na, que en otro tiempo entró en el corazón de Agustín, le
encontró un libertino, un maniqueo y le constituyó defensor
de la gracia y de la Iglesia; ahora se halla infecunda, con solas
flores de admiración; se le dificulta la habitación, se resiste a
su eficacia y se inutiliza su prodigiosa virtud.En otros tiempos
iluminaba la ceguedad de los corazones, convertía los
pueblos, santificaba las ciudades, reformaba las costumbres,
contenía la Religión y hacía florecer la fe en los Reinos.En
otros tiempos los malvados Caínes se reconocían a su eficacia
justos Abeles; los vengativos Saúles, rnisericordiosos Davides;
los blasfemos Antíocos, penitentes Pedros; los lascivos
Sardanápalos, castos Josefos; las escandalosas jezabeles (sic),
compungidas samaritanas; pero en éstos son inútiles todos
sus esfuerzos. De nada sirven, ni los ramilletes de flores para
la curación de las enfermedades de la esposa de los cantares;
ni las amargas hieles para aclarar las cataratas de Tobías; ni
los alegres golpes de la cítara de David para desterrar los
demonios de Saúl; ni las trompetas de Jericó para arruinar
sus fuertes muros; ni los aires suaves de Nínive para
marchitar el verdor de la hiedra que recreaba a Jonás; ni la
vara de Moisés para abrir roturas en la peña del desierto. Tal
es el contagio de que adolece el Reino. Se ve precisada la
arca de la Religión a salir de estos golfos; a separarse de estas
costas; a tomar otro rumbo y navegar así a la China, al Japón
y al mar del Oriente, para ser bien recibida. A tanto llega la
CAPÍTULo IV
62v
121
abominación del Nuevo Reino. No podrá encontrarse ni más
confundí / /
da Babilonia; ni más pervertida Jerusalén; ni más inundada
Samaria; ni más nefanda Sodoma. Aquí se miran levantados
al ídolo de las pasiones collados eminentes de orgullo y
arrogancia.
Bosques enmarañados
de sensualidad
escandalosa y simulacros de libertad y desahogo. Gime la
inocencia, llora la fidelidad, se lamenta el Santuario, suspira
la castidad, reina la abominación, prevalece el vicio, domina
el engaño y gobierna el infernal Manasés. No se guarda
medida, se franquea el paso hasta el último lindero. No hay
baluarte ni de santo temor, ni de humano respeto, ni de
públicas leyes, ni de exhortaciones sacerdotales que pueda
resistir a los impetuosos arranques de las pasiones. El no
parecer bien, el qué dirán, la estimación y el respeto humano
en otras partes suspenden el desorden, pero en estas
Provincias son frágiles barreras para contener la disolución.
Aquí se ha constituido fantástica nuestra Religión, ridículo
el Evangelio y quimérica la fe.
IV
63r
Ya es tiempo que tire las cortinas sobre las abominaciones
generales y séame lícito hablar de lo que pasa en particular.
He tenido el disgusto de observar en algunos pueblos aquel
execrable vicio que no puede significarse sin rubor y sólo se
declara con las vergonzosas cenizas de la abrasada Pentápolis,
llegando en unas partes hasta los límites de su perfección y en
otra hasta los de su imperfección, penetrando (proposición
horrenda!) hasta el tálamo nupcial. En unos es / /
muy común el abominable delito que entre todas las especies
de lujuria ocupa el trono de la gravedad, viniendo a tal
extremo la brutalidad de estos infelices que degeneran de la
nobleza de su ser hasta miscuírse con los brutos. En otros el
vergonzoso pecado que no guarda los fueros y reserva tan
debida a la conjunción de la sangre, rompiendo hasta los
vínculos más estrechos de la naturaleza: lo es el incesto. Acá
es frecuente en ambos sexos la acción maldita de sensualidad,
libertándose muy pocos de ser cómplices en el pecado de
Onán, el que a la misma naturaleza causa horror y espanto.
122
63v
EL VASALLO INSTRUIDO
Allá la infame culpa de la embriaguez, madre fecunda de
tanto desatino y transgresión, la que no pocas veces viene, si
no a exceder, a lo menos a compararse con la de Lot. En una
parte se descubre la sobrada afición al juego, registrando
corrillos de gentes que al rededor de una mesa sacrifican cada
día una buena parte de su tiempo, de su caudal, de su
descanso y aun de su conciencia con la mira ya a un golpe de
dado ya también a una suerte de naipe: en otra, unos
enemigos mortales que no piensan más que cómo
desguazarse el uno al otro y cómo sacrificar su vida en manos
de la muerte al duro golpe de un afilado acero. En fin, se
mira entronizado el reprensible vicio de la ociosidad, que es
la escuela del mayor desconcierto y de la infeliz situación,
por su miseria y pobreza a que se mira este Reino, tan
floreciente de minas las más ricas y abundantes y de campos
los más amenos y fecundos, siendo ella la causa de llorarlos
en la actualidad selvas pobladas de plantas inútiles y sin
cultura alguna. La aspereza de los mon / /
tes es causa de que se tomen extraviados caminos y rodeos
que hacen las Provincias incomparablemente más espaciosas,
habiendo en ellas pueblos y aun ciudades a donde no llega
el párroco sino después de algunos meses de su salida de la
capital. Sus habitantes se han ya españolizado por la mezcla
de las generaciones y viven en tan profunda ignorancia en
materia de Religión que caso apagada en ellos la fe, alumbra
con una luz tan amortiguada, tan débil y lánguida que apenas
se deja percibir; oyen como oráculo todo aquello que les dicta
el error, la ilusión, la preocupación y el propio peso de la
ignorancia los precipita en los vicios más groseros.Se han
forjado por objeto de su creencia y por regla de su moral una
confusa masa de gentilismo y de cristimúsmo, de superstición
y religión, de vicio y de virtud. De aquí nace que con vano
título de piedad se toleran los mayores desórdenes, ya de la
codicia, ya de la ambición, ya de la injusticia, ya de la falta
de subordinación y de intenciones muy opuestas a la moral
cristiana y a la misma sociedad. La verdadera piedad es el
primer móvil de la civilidad y la fuente segura de la quietud
y público sosiego. Este es el estado de algunos pueblos que
he visi tado con el ejercicio de mis misiones que tengo hechas
en la mayor parte de este tan vasto Reino.
CAPtruLolV
123
v
64r
64v
La raíz de tanta maldad y de estar el espíritu del cristianismo
cuasi del todo extinguido se debe disipar y ente / /
ramente destruir para poderlo de nuevo plantar. Todo el
objeto de la aplicación superior debe ser la cuidadosa
vigilancia de que florezca la Religión y de que la palabra
divina vuelva al arca con el feliz anuncio del verde ramo de
olivo de místicas producciones en los corazones cristianos.
Yo,si he de producir mi dictamen en público o en privado,
no diré otra cosa que la soledad en donde viven estas gentes
una vida silvestre, y la culpable omisión de los padres
políticos en no entablar enseñanzas públicas para instrucción
de la juventud, y con ellas la destrucción de la ignorancia,
efecto que es del pecado original, es la causa de tanto
desorden y desconcierto. ¿Con efecto, qué puede ofrecer la
vida solitaria en unas criaturas ignorantes, penetradas de
un condenable idiotismo, sin más principios de las máximas
cristianas, ni más noticia de la Religión que un gentil
(permítaseme la expresión), que un idólatra? ¿En unas
criaturas sin freno, con total libertad, mal domadas, sin
educación, con la crasa ignorancia de la virtud, de la
mortificación de pasiones y contención de apetitos, hirviendo
la sangre en sus venas sin temor ni a Dios, ni a la Iglesia, ni a
la real justicia, qué puede emprenderse?Ellas viven en los
montes y sus honduras, distantes de sus respectivas
parroquias, quienes un día entero de camino, quienes a
distancia de medio día y muchos tres y cuatro horas; a que
se agrega el común y natural descuido de los padres, dejando
a sus hijas solas / /
en tales retiros en caso de salir ellos alguna vez a oir misa o
de mandarlas solas a este y otros fines;y no guardando recato
alguno en las licencias del matrimonio aun aquellos que
tienen la proporción de amplitud en sus casas, de cuyo
beneficio carecen las más viviendo en unas pobres chozas y
viéndose por esta razón precisados a dormir en cama franca
o común a todos: hermanos con hermanas y padres con hijas;
o a ser éstas testigos oculares del recato matrimonial tan
recomendado. La vida solitaria no se ignora que sólo se
permite a aquellos hombres de vida aprobada y de quienes
EL VASALLO INSTRUIDO
124
puede dudarse si viven en carne o fuera de ella por estar
separada de la sociedad tan prevenida, expuesta a los
mayores desbarros y a las más tristes consecuencias, como
es notorio y no se oculta al político más advertido.
VI
65r
Los felices progresos que se observan en el pueblo español
con el establecimiento de las enseñanzas públicas y por real
cédula de once de Marzo de mil setecientos setenta y uno
expidió nuestro católicoMonarca el Sr.D. Carlos III (que Dios
guarde), si el celo de los padres de la República fuera igual
al de los sabios ministros del real y Supremo Consejo de
Madrid, cuyas repetidas disposiciones que en este asunto se
tomaron, nos manifiestan las ventajosas utilidades de este
gran pensamiento. La deplorable decadencia que sufre en
su esplendor este pueblo americano no reconoce otro
principio que la falta de escuelas públicas. No / /
se encuentra República alguna en donde se vea esta fuente
de buen gobierno, de buena educación, de temor de Dios y
de bondad de costumbres, que tanto bien comunica al estado
y a la nación. Aun aquellas villas y ciudades que gozan de
cuantiosos propios carecen de mineral tan precioso.De aquí
nace la ninguna instrucción en las verdades católicas y el
total abandono de los principios de la Religión. Esta es la
causa que la juventud se mira tan suelta y que los padres
políticos subalternos no tienen el precioso don de buen
gobierno, y que los pueblos miran la Religión con desprecio,
la fe con ludibrio y la justicia sin ejercicio equitativo, pues
están llenos de díscolos sediciosos, malcontentos, revoltosos,
enemigos de la patria, miembros podridos capaces de
comunicar el contagio de la infidelidad y rebeldía a todo el
Reino. Gentes de esta naturaleza, inconstantes, que tanto
creen, tanto niegan; ya son asirios, ya israelitas; ora adoran
al Arca Santa, ora inciensan al ídolo Dagón, fluctuando
siempre entre obediencia y rebeldía, audaces, belicosos,
amigos de armas, que no desamparan el puñal, aun en la
casa de Dios;gentes, digo, de tal carácter, ¿Qué producciones
darán a la República? Agrios, sin duda, desapacibles serán
los frutos que, como cepas silvestres, participarán a los
CAPtruLoIV
6Sv
66r
125
demás. La omisión del establecimiento de las enseñanzas
públicas en parte fomenta los sacnlegos designios de aquel
monstruo de los abismos, de aquel enemigo declarado de la
Iglesia, de aquel Juliano Apóstata que mandó por decreto
general destruir enteramente las escuelas públicas a fin de
desterrar de su Impe / /
rio los principios de la Religión y abrir la puerta a la
ignorancia en los puntos esenciales de ella, para que no
descaeciese el culto de los dioses en el Imperio; ellos son los
seguros canales por donde nos vienen las aguas de la celestial
doctrina, y el asilo único del descanso de los dudosos en sus
intrincadas dificultades, como los fuertes baluartes de la
Iglesia para la defensa de los perseguidos en la creencia de
las eternas verdades. Ellas son el feliz ramo de cuya
conservación depende la mejor utilidad del Estado, del
gobierno político y militar, como el más digno servicio de la
Iglesia. En el tiempo de la turbulencia se necesita de diferente
gobierno que en el de paz. El mar en calma no desprecia al
que ignora el manejo del timón; pero cuando ya se mira
enfurecido y borrascoso, pide el navío un sabio y discreto
piloto. Es la sabiduría firmeza de la patria, defensa de la
República, libertad de los ciudadanos y refugio seguro en
las calamidades y peligros. Mejor es el varón sabio que el
fuerte y el que sabe vencerse a sí que el que vence ciudades,
dice Salomón en los Proverbios, al capítulo diez y seis. Errado
fue el pensamiento del Emperador Licino, que aborrecía las
letras llamándolas pestilencia pública. Compañero de su error
se constituyó Calígula, Emperador que intentaba cortar
radicalmente la jurisprudencia de la República. Ignoraba esta
testa coronada que las enseñanzas destierran el efecto del
pecado original, alimentan los entendimientos
y crían
hombres ilustres, santos diáconos, sacerdotes, sabios celosos,
obispos, guerreros famosos, reyes excelentes, capi / /
tanes intrépidos, que hagan frente a sus desconciertos. Tan
amantes de las letras se manifestaron San Efrén, Ciro,
Apolinario,
obispo de Laodicea, Atanasio, Gregorio
Nacianceno y Basilio, todos lumbreras sobresalientes en
virtud y doctrina, que se gloriaban de enseñar a los fieles los
principales dogmas de la Religión. Tan adictos a ellos salieron
los Tulios, los Horneros, los Vegecios, los Catones censorinos,
126
66v
1
2
EL VASALLO INSTRUIDO
los Filipos de Macedonia y los Enriques terceros Reyes de
Castilla, que no temieron decir que no por la fuerza o ligereza
de los cuerpos se emprenden y llevan a cabo las acciones de
grandeza y esplendor, sino por el consejo, autoridad y ciencia;
que Agamenón, Rey de Grecia, protestaba no tendría tanta
duración el sitio de Troya si lograra la sabiduría de diez
Nestores que le aconsejaran; que los insignes capitanes deben
procurar las glorias de sus hazañas no desbaratando al
enemigo con lagunas de sangre, sino con la ciencia de las
estratagemas y ardides, salvando a su gente sin pérdida de
un soldado;que no puede tanto un esforzado capitán cuanto
un sabio ciudadano para la defensa de la corona; que no se
pierden las provincias y los reinos por falta de capitanes sino
por la de sabios cuerdos y experimentados; que mayor
conveniencia resulta a los Soberanos del consejo de los sabios
que de las armas de los esforzados, emprendiéndose acciones
más ilustres con el entendimiento que con las armas. Antes
se contempla más deudora de sus utilidades públicas a la
ciencia de Solón que a los gloriosos triunfos de Temístocles.
Los consejos, hijos legítimos de las letras, afirma Salus / /
tia son el firme apoyo de la paz más sólida como de la victoria
más segura. Las guerras o se evitan, o se principian, o se
acaban por el dictamen de los doctores. Por ellos o se hacen
los partidos o no se aceptan.No fueron ajenos de este modo
de pensar los antiguos egipcios en la ocasión que pintaron a
un león de cuya cabeza salía el caduceo de Mercurio, dios de
las ciencias; o una lechuza, ave de Palas, diosa de la sabiduría,
según la relación que nos hace Pierio.1 De todos los blasones
de ilustre Capitán que distinguieron a Aquiles, la erudición
de Chitón y Fenicó fue el origen. Todas las grandezas, y el
heroísmo todo a que le llevaron las hazañas de la guerra de
Filipo, Rey de Macedonia, deben confesarse tributarias de la
ciencia del tebano Epamínondas, refiere Bobadilla.2 La nación
que abunda de vasallos instruidos y que en sus pueblos
florecen las letras, puede esperanzar el mejor gobierno y los
más útiles adelantamientos. El bárbaro idiotismo se mira muy
Lib. 1. Hieroglificarum. (66v L).
Lib. 1. Politic.c. 9. fol. 113.colun. 1. (66vM).
CAPfruLo IV
67r
127
próximo a las turbaciones de la República, a las conmociones
del Reino y a la sedición violenta de la plebe y rebelión de
los vasallos. En donde reina la ignorancia se ignoran también
los derechos de la naturaleza, de la religión y de la política.
Los cánones de la Iglesia, las decisiones de los concilios y las
censuras del Vaticano; las penas impuestas por las leyes y
las últimas disposiciones reales, que, unánimes y conformes,
establecen la debida obediencia y fidelidad a los soberanos,
no sólo por temor de la pena, sino también por obligación de
la conciencia. ¿Qué aciertos puede tener el gobierno de un
sujeto que ignora las verdades se / /
guras por donde se ha de dirigir a los súbditos que están a su
cargo? ¿Cómo ha de prevenir los medios de la contención si
ignora los principios de la conjuración? ¿Cómo ha de ocurrir
a tiempo oportuno sin peligro de alboroto a atajar las llamas
de la sedición si ignora la separación de los individuos que la
forman? ¿Cómo he de reformar la pésima versación de los
miembros de la República si totalmente ignora las fatales
consecuencias que produce su frecuencia? ¿Cómo ha de
fomentar la subordinación de los vasallos a la real persona y a
los Ministros que en su real nombre gobiernan si le falta la
instrucción en puntos tan principales?Protesto
que las
alteraciones pasadas no hubieran sido tan formidables si los
Alcaldes de los pueblos se hubieran visto penetrados del
verdadero espíritu de religión y sana política. La paz, que es
el centro de las leyes y el objeto de todas las atenciones de los
superiores de la República, hubiera florecido y abundado. Las
enseñanzas públicas administran tan preciosos esmaltes en
los Ministros Regios como igualmente en los vasallos. Ellas
son el indispensable escalón para subir a una altura de
sabiduría que tenga afinidad con los empleos de su ministerio,
para el seguro desempeño de todos ellos. Se sabe que las
primeras impresiones son de mucha consecuencia para toda
la vida. En los principios de la infancia y de la juventud el
espíritu y el corazón del hombre reciben fácilmente las
primeras semillas del bien o del mal. Los caballos criados en
país llano, cuyo terreno nada tiene de áspero y pedregoso,
son de mayor delicadeza y menos robustez que aquéllos que
se crían en los montes, entre asperezas y duras peñas. La
infancia es un terreno, indiferente que pro / /
128
67v
68r
EL VASALLO INSTRUIDO
duce lo bueno y lo malo, según el cultivo que se le aplica. La
delicadeza, la ternura y la sobrada condescendencia es nociva
a la infancia, a la juventud, a la madurez y a la misma vejez.
Inspira debilidad y languidez para lo bueno; pero la
contención, la autoridad, el magisterio, la severidad y el
moderado castigo son muros elevados que las defienden de
los impetuosos arranques de las brutales pasiones. Les
comunica nuevos alientos de espíritu y resolución para lo
bueno, virtuoso y honesto. La infancia es una primavera en
la que los árboles racionales se disponen floreciendo para
dar el fruto. Son plantas de buena calidad, pero muy lentas
y pesadas para las funciones de virtud, semejantes a aquéllas
que, radicadas en terrenos lánguidos, extienden sus ramas
verdes y se pueblan de vistosas frondosidades. Necesitan de
algunas picaduras sus troncos y que sean en algún modo
azotados para que sean provocados a un otoño abundante
de hermosos y sazonados frutos. Las pasiones son el primer
móvil de las acciones del hombre. Tienen con él su nacimiento
y son causa de todas sus inquietudes y turbulencias. Elmismo
amor propio que les dio el ser les alimenta y deslumbran al
mismo hombre con un falso respeto de pueriles
entretenimientos y de dichas imaginarias.Ellas en la infancia
mueven toda la máquina racional y en la juventud se nos
manifiestan más vivas y con mayor imperio, causando
mayores estragos. Ellas caminan al compás de los años y una
edad madura les hace más altaneras y arrogantes. El espíritu
de religión les pone reglamentos de moderación; pero ellas
siempre fogosas y soberbias siempre se revelan contra la
voluntad, negando la inferior / /
subordinación. Los mismos bríos de mayor animosidad
pierden de su ser por el curso de los años; pero son las
pasiones de tal carácter que el tiempo no las domestica, antes
bien, se presentan más ufanas, absolutas, brutales e
imperiosas. Frenos poderosos se necesitan para contener su
orgullo y despecho. Las espinas se amurallan en defensa de
las rosas, y los fosos, trincheras, baluartes y castillos reprimen
las fuerzas enemigas. En esta atención no se debe omitir
arbitrio alguno para defender la frágil naturaleza y excitada
al mejor estado de poder formar buenos patricios y excelentes
cristianos. La educación es el camino seguro de saber el
CAPÍ1ULoIV
68v
129
vasallo la obligación de obedecer, amar y servir al Rey, su
padre político y señor natural. Por la educación queda
enseñado el vasallo a reprimir el vicio y abrazar la virtud; a
contribuir fomentar la sociedad y abrigar en el seno de su
interior las máximas del mejor gobierno. Es preciso
proporcionar todos los medios para las utilidades que
resultan de la educación. Cuando Teseo tomó el mando de
Atenas resolvió sabiamente juntar todo el pueblo en una
ciudad, manifestando el gran bien que produciría tan
acertado pensamiento. Vivían los atenienses derramados en
muchas aldeas, lejos de la vida sociable y política, ciudadanos
penetrados de la rudeza de ingenios y rusticidad de
costumbres; y por este motivo se determinó Teseo a
precisarles vivir en comunidad civil, motivo poderoso para
desterrar la ignorancia, contener la brutalidad y constituir
floreciente su República. Este gran pensamiento debía
aplicarse y reducirse a debido efecto en este Nuevo Reino, y
entonces amanecerían sin duda los / /
rápidos progresos que se desean en la juventud.La morada
regular de estos naturales es el campo, como se dirá en otro
capítulo, en compañía de fieras, abrigados tal vez a la sombra
deliciosa de frondosos árboles, penetrados de una suma
ignorancia, de un espíritu de ociosidad y con la imposibilidad
de ser instruidos en las verdades de la religión y en los
principios de la buena política y sociedad. De aquí nacen los
escándalos, las abominaciones, las injusticias, las torpezas, los
homicidas, las rapiñas, las venganzas, las discordias, las
calumnias, los tumultos, las juntas faccionarias, las
infidelidades y rebeldías, efectos tristes que llora la falta de
educación. ¿Seignora acaso que las pasiones no conocen país
extranjero?¿Que los desiertos más horrorosos, losbosques más
solitarios, las cavernas más espantosas y los montes más
escarpados son caminos triviales para ellas? ¿Que la más
retirada soledad fomenta su ferocidad, hallando muchas veces
abrigo en los asombros de las selvas, en los pasmos de los
bosques, en los vivos esqueletos de penitencia, en los
taumaturgos de los milagros, constituyéndolos trofeos
vergonzosos de sus falsos halagos? Si en los leños verdes se
sienten estos estragos, en los secos ¿qué ruinas tan lastimosas
no se advertirán? Las pasiones son violentas; la fe en el campo
130
69r
EL VASALLO INSTRUIDO
es débil; la voluntad pervertida; el corazón seco, sin humor de
virtud; el riesgo a cada paso; el trato es un ingenioso comercio
para la conquista del corazón; el ejemplo corrompido; la
mortificación ninguna; la libertad suelta; el descuido para la
resistencia sin igual, aunque se perciban los asaltos del común
enemigo, se duerme, y hasta que no se sienten los tristes efectos
de sus llamas estragadoras, las más / /
sabias prevenciones se reputan por armas falsas. Todo este
preparativo indica sensibles consecuencias para la religión y
para el Estado. No hay esperanzas de reforma, se necesita
de una formal conquista. Instrúyanse los jóvenes de ambos
sexos en los amenos y vistosos jardines de la educación
pública y se formará en ellos el espíritu de buenos cristianos,
nacerá la gloria de finos ciudadanos y tomará incremento la
utilidad en los miembros de la sociedad. Florezca en este
Reino el celo y vigilancia superior, y luego cesará el diluvio
de la corrupción general; amanecerá más florido el evangelio
y se firmará más radicalmente la obligación del vasallaje. El
principal fundamento de la República bien regulada no
consiste, como dijo Isócrates, en los derechos del Senado, ni
en las leyes de los pueblos, sino en la buena educación de la
juventud, enseña Pitágoras. Preséntese un joven bien educado
y se descubrirá en su persona el concierto de sus acciones, si
es oficial; el buen orden de conciencia, si es artesano; el fácil
cumplimiento sin menoscabo de las ordenanzas, si es
soldado; el mejor ejemplo en su conducta, si capitán; la virtud
más sólida y la intrepidez de ánimo en las empresas, si
general; el sufrimiento evangélico, si pobre; la franqueza y
abundancia misericordiosa, si rico; y norma de edificación y
vida cristiana, si Ministro del santuario. Por último, la
educación piadosa es la madre fecunda de tiernos pimpollos,
a fin de que lleguen a formar sus frondosas copas de sabio
gobierno, a extender dilatados ramos de felicidad y a
producir frutos sazonados de honor, de honestidad, de gloria
para la República, de conveniencia para el Estado y de
incremento y exaltación de los dogmas para la Iglesia.
131
69v
CAPITULO V
Demuestra la triste decadencia, término actual del Reino
1
70r
Hasta el año de mil setecientos setenta y siete eran de este
Reino las Provincias de Maracaibo, Barinas y Guayana, como
queda dicho en otro capítulo; pero queda agregada la dilatada
y floreciente Provincia de Quito, que tiene por blasón de su
grandeza dos cruzados montes y el glorioso nombre de
Paraíso Terrenal, por ser su temple una deliciosa primavera.
Esta noble y principal porción del Reino del Perú conoce en
esta época actual subordinación a este Nuevo Reino. En el
año de mil setecientos diez y ocho se tuvo por conveniente
extinguir las Audiencias de Quito y Panamá, incorporando
aquellas jurisdicciones al Reino de Granada, nombrando por
Virrey al Teniente General D. Jorge de Villalonga. La
conveniencia que se contempló por necesaria para el más
acertado gobierno en la abolición y reformas de aquellos
regios Senados, a poco tiempo dio en lastimosas
consecuencias, y se inutilizó la sabia y superior resolución,
quedando extinguido el Virreinato, y en su primer ser la
Presidencia, como igualmente la Audiencia de Quito resucitó
de su abolición en el año de mil setecientos veintidós. En el
de mil setecientos treinta y nueve tomó nuevos aspectos el
Gobierno. Quedó enteramente reformada la Presidencia, y
recibió nueva existencia el Virreinato, ocupando su trono el
Teniente General D. Sebastián / /
de Eslava, que llegó a principios del año cuarenta y desde
entonces sigue la Provincia de Quito unida a este Nuevo
Reino con todo lo de Tierrafirme y con separación del Perú.
En la presente demarcación la longitud del Nuevo Reino se
extiende desde los doscientos noventa y uno hasta los
EL VASALLO INSTRUIDO
132
trescientos cinco grados y ocho minutos; y su latitud hasta
los once grados y ocho minutos del lado del Norte y cinco
grados y quince minutos del lado del Sur, hasta Jaén de
Bracamoros,que es la última Provincia de la Audiencia Real
que gobierna en Quito.
11
70v
¿Qué utilidad resultaría al Real Erario, qué conveniencia al
público y qué felicidad a los vasallos si en éstos se viera
florecer la verdadera subordinación y en aquéllos el lustroso
esplendor del legítimo Gobierno? La Religión debe ser el
único objeto de las celosas atenciones de la superioridad. Sus
facultades se extienden a velar sobre los abusos, a examinar
las causas que traen consigo novedades y estos perjuicios
notables en la República; y finalmente, investigar los
dolorosos detrimentos
para precaver sus fatales
consecuencias. El estado de religión interior que domina en
este Reino no puede ser útil a la conservación del sosiego
público y quietud restaurada después de la general
profanación del legítimo vasallaje. Yo,como tan afecto al real
servicio y como miembro legítimo de la N ación, daré al sabio
Gobierno una viva pintura de las operaciones de estos
naturales por 10 que toca a la conciencia; y ellas serán el plan
por donde deberá / /
tirar los cordeles de las más acertadas providencias si quiere
lograr la satisfacción de la estable fidelidad del pueblo
americano. Todo el heroísmo de los griegos y romanos inspira
en un buen patricio la gloria de la nación y el amor de la
patria. Penetrado del mismo espíritu, la necesidad y urgencia
del Nuevo Reino me precisan a solicitar su propia felicidad
y conveniencia. Todos nos debemos interesar en el mejor
estado del pueblo y hacer que en el Reino la abundancia dé
todo 10 necesario a la vida del hombre. El mayor
adelantamiento fuera sensible al conocimiento público si se
obtuvieran en el Reino artesanos hábiles en toda especie de
artes útiles o necesarias. Su industria alentaría a los pobres;
animaría a los ambiciosos de mayor opulencia; promovería
los entendimientos de los naturales; entretendría a los
huérfanos; ocuparía a los ociosos; contendría a los audaces;
CAPITuLo V
133
haría respetable la justicia y constituiría culto al Nuevo Reino.
La abundancia se entraría por su puerta, la felicidad en los
pueblos y la conveniencia en los vasallos del país. No
tendríamos que envidiar a las naciones extranjeras si fuera
igual en nosotros el celo y aplicación a premiar los talentos
que se aventajan en alguna invención útil o primorosa. No
se ignora que la cultura de las tierras, el comercio, las obras
del mecanismo y el descubrimiento de muchas producciones
constituye a la nación en el estado más floreciente de la
abundancia, de poder y respeto.
III
71r
La tierra goza de una facultad natural comunicada por el Au / /
tor de las Causas y criador del universo para producir las
plantas y éstas de la de los frutos. Según la mayor o menor
cultura que se le da al campo es mayor o menor la producción
de los frutos. Este Nuevo Reino es un clima de los fecundos y
abundantes. Es un terreno proporcionado, capaz de multiplicar
los intereses con mayor ventaja que los demás. Es un país que
por sí solo pudiera abastecer a las colonias extranjeras y aun a
la Europa si la agricultura lograra el esplendor de ser el punto
céntrico del cuidado superior. Y siendo tanta la nobleza de
sus abundantes pastos, lloramos sus lastimosas carestías
cucando lo podíamos contemplar manantial perenne y seguro
de las riquezas del pueblo. Es derecho de naturaleza en las
criaturas darle cultivo a la tierra como lo es en ésta la
manutención de sus habitadores. Uno y otro es necesario. La
tierra sin cultivo es selva inútil, de nada sirve. Las ricas
producciones de que goza; la variedad hermosa de frutos que
ofrece; las pingiies dehesas que le enriquecen; las preciosas
minas que le lastran; las apreciables piedras que, como madre
fecunda, conserva en su seno; los varios metales que le
recomiendan; los amenos valles que le felicitan; los verdes
prados que le adornan y los poblados bosques que le fecundan,
son los naturales brindis que hace al ministerio para las más
sabias providencias y más acertados reglamentos a fin de que
se logren los mejores adelantamientos y se consiga el grado
de altura de felicidad que se intenta. No se necesita pasar por
la puerta de sus muros, cuya formación es una estrechísima
134
71v
EL VASALLO INSTRUIDO
cadena de ásperos y elevados montes que rara vez descansan
en algún pequeño valle, / /
ni surcar las saladas ondas del Océano en solicitud de gentes
para las preciosas labores de la agricultura, que en el día de
hoy se mira con desprecio y abandono, siendo el alma del
hombre y la vocación natural que le alimenta. En el centro del
mismo país se ven numerosas tropas de vagabundos y ociosos
que, como monstruos de la República y enemigos de la
sociedad, deben ser aplicados a las continuas faenas del campo.
IV
72r
Como es vario el nacimiento de las criaturas, lo es también
el carácter que les ilustra o envilece. De los que pueblan la
República del Nuevo Reino, unos son españoles y otros
naturales del país. En aquella clase se hallan comprendidos,
observando todo el rigor del patriotismo, los que recibieron
su cuna en España de padres naturales de ella y no
extranjeros. Esta notable diferencia se descubre entre nosotros
y los británicos. Esta beligerante nación naturaliza a los hijos
de los extranjeros sólo con el respeto de nacer en su Reino.
La nuestra declara lo contrario y quiere que los hijos sigan la
condición de sus padres, sin embargo de ser naturales y
extranjeros miembros que integran el cuerpo político de la
sociedad. Se observa entre ellos el buen orden de la más
concertada jerarquía. Ocupan el primer lugar los que
heredaron en su nacimiento la nobleza de su sangre, y éstos
por lo ordinario son los que manejan el mando, ya supremo,
ya subalterno. Tienen el segundo lugar los que por el real
privilegio / /
se trasladaron a este nuevo hemisferio; y el tercero, los que
en calidad de polizontes furtivamente dejaron su patria y se
naturalizaron en este país. Algunos españoles abrazaron
gustosos el estado matrimonial, teniendo en él frutos de
bendición y en algunos casos atropellando los fueros más
sagrados reconocieron la obligación de padres sin tener
vínculo alguno de matrimonio. Ambas naturalezas de hijos
son oriundas de España y gozan de la nobleza que califican
sus ejecutorias. Estos son los que representan el más
distinguido carácter en el pueblo americano, gloriándose de
135
CAPtruLo V
72v
ser originarios de la Europa y alegando en los Tribunales las
hazañas y timbres de sus ascendientes, como sus aventajados
méritos en el real servicio. Otra clase hay de gentes que se'
llaman blancos porque la misma naturaleza no los quiso
envilecer con el lunar ignominioso que lleva consigo la sangre
de negro, zambo, mulato y otra casta de gentes que referiré,
exceptuando los indios puros. Unos, entre ellos, son
labradores que en el Reino llaman orejones empleándose eñ
el cultivo de las tierras y en la cría de ganados, cuya acción,
fuera de ser muy útil, es muy honrosa; que goza de muchas
preeminencias y por lo mismo debe hacerse de ella mucho
aprecio. En la China logra la mayor reputación y para hacerla
más recomendable no se desdeña el mismo Emperador de
tomar cada año en su real mano / /
el arado y cultivar un trozo de tierra. Imán el más propio para
empeñar a sus vasallos en el más útil adelantamiento de la
República. Otra casta de gentes hay que se alimentan con la
sobrada embriaguez y ociosidad, amigos de la libertad
desenfrenada, sin ninguna aplicación al cultivo de las tierras,
las más fértiles y pingiíes. Semejantes a los árabes y africanos
que habitan los pueblos meridionales, tales son los indios, los
mulatos, los negros, los zambos, los saltoatrás, los tente en el
aire, los tercerones, los cuarterones, los quinterones y cholos o
mestizos. Los que tienen sangre de negro y blanco se apellidan
mulatos; los de mulato y negro, zambos; los de zambo y negro,
saltoatrás; los de zambo y zamba, tente en el aire; los de mulato
y mulata, lo mismo; los de mulato y blanca, tercerón; los de
tercerón y mulata" saltoatrás; los de tercerón y tercerona, tente
en el aire; los de tercerón y blanca, cuarterón; los de cuarterón
y blanca, quinterón; los de quinterón y blanca, español, que ya
se reputa fuera de toda raza de negro; y lo mismo la casta de
éste hasta quinterón con india se llama zambo; como también
la de negro y mulato, tercerón; últimamente la de español con
indio, cholo o mestizo.
v
Estas son las gentes que habitan el Nuevo Reino y es infinito
el número de ellas. Se han multiplicado tanto que es imposible
subsistir pueblo tan crecido si se permite la hol / /
136
73r
73v
EL VASALLO INSTRUIDO
gazanería y no se le destina a las tareas del campo.Ellos
por lo regular viven en los montes y sus honduras una vida
silvestre, ociosa, incentivo propio del desenfreno de las
pasiones brutales, expuestos a robos y rapiñas y otros
abominables excesos que jamás pueden ser útiles ni al
Príncipe ni a la República. Admiración causara su vida a
Crates, filósofo, al ver en ellos el desprecio con que miran
los intereses y conveniencias que la fertilidad del terreno
les ofrece. Ellos, al paso que tienen cuanta amplitud de
tierras puede apetecer un corazón amigo de la riqueza, se
satisfacen con la corta ganancia que les produce un corto
pedazo de tierra inútilmente preparado para sembrar unas
raíces que llaman turmas, arracachas y yucas con un celemín
o almud de maíz, que son todos los ingredientes que
componen su escasa, insípida y ordinaria comida, y que no
les abasta sino para el diario alimento, sin cuidarse de
graneros y pósitos en sus casas; ni aun en los pueblos se ve
esta prevención de buen gobierno para ocurrir a una temible
esterilidad. Se sabe, no se duda, la utilidad pública que
resulta en un pueblo de un pósito general, fiel y
cuidadosamente administrado. Si este Reino hubiera
conocido en el año de setenta y cuatro y setenta y seis este
sabio y político reglamento, no contáramos víctimas
lastimosas de la necesidad a infinita muchedumbre de
racionales que murieron a impulsos del hambre en la
general carestía que se experimentó. Sólo en la Villa del
Socorro perecieron de hambre más de seis mil - como me lo
aseguró D. Francisco Javier de Uribe, Procu/ /
radar general de dicha Villa,hombre de toda verdad - siendo
teatro funesto de clamores tristes y de cadáveres fríos, que
representaba o en los caminos desiertos o en las calles
solitarias. Ellos parecen frailes victorias precisados a una
exacta abstinencia de carnes, alimentándose
de un
insubstancial ajiaco (este es el nombre de la comida) o de
una insípida mazamorra, composición de turmas y harina
de maíz o panizo, molido a brazo y hecho una masa de
sémola. Tienen por bebida la chicha, que es un licor usual
entre todos, compuesta de una masa de maíz, de una porción
adecuada de masato, o panela, o miel de caña dulce, cuyos
ingredientes, mezclados y confundidos entre sí con el agua
CAPÍTULo
74r
V
137
correspondiente, se fermentan en unas vasijas que llaman
múcuras, y a pocos días se prepara una bebida fuerte,
corroborativa y muy acomodada al gusto, la cual equivale
en estos naturales al vino de la Europa. Yola he bebido varias
veces y verdaderamente me apagaba la sequía y me servía
de nutrición en el curso de mis caravanas. Los arrieros se
mantienen con ella muchos días, corno me lo han asegurado
varios sujetos de fe en los pueblos; y uno de los mismos
arrieros que me acompañaban asegurándome que en todo
un año no había probado el agua, y que sólo con chicha se
había mantenido. Es bebida más o menos fuerte según es
mayor o menor la fermentación y su composición., De aquí
nace el general trastornamiento de embriague / /
ces y borracheras que se observan en la República,
particularmente en los días de mercado, que de ordinario
son los domingos y en algunas partes los viernes. Este vicio
general en las provincias interiores del Reino tiene botada la
estimación, engrosados los humores, impedidas las potencias
y entorpecidos los sentidos, siendo madre fecunda del
desorden y de la ociosidad. Los blancos o cosecheros de
comodidad y riqueza acostumbran matar un novillo, toro o
vaca, y cecinada la carne la conservan para mezclar con el
ajiaco. Los del vulgo no la gustan sino cuando trabajan a
jornal, o cuando la fortuna les favorece en la montería, o
cuando la muerte sensible de la vaca que tienen para el
surtimiento de la leche les provoca el gusto con el fetor de
sus carnes. A tal estado les conduce su desidia, su ociosidad
y su ninguna aplicación a la agricultura.No es espíritu de
pobreza, ni desafecto a la abundancia. Sobrada es su
ambición, desconcertada su avaricia. Los de mayor cultura
ocupan más terreno que el que pide un cultivo regular; y de
aquí nace que las mayores haciendas lloran su esterilidad,
viéndose privadas de aquel beneficio que les es natural,
reducidas a potreros o dehesas inútiles, si no en todo, a lo
menos en parte; porque no teniendo fondos con qué acopiar
ganado se deja conocer la inutilidad de ellas, que sólo sirven
de prados floridos, verdes y vistosos. Por último, el horror al
trabajo de la labranza, que se mira entronizado en la Tartaria,
es hijo legítimo de este país, y debe mirarse a esta gente como
ajena de toda ci/ /
138
74v
EL VASALLO INSTRUIDO
vilidad. Toda la grandeza, todo el poder y toda la riqueza
romana se viera trasladada a nuestra nación si se adelantara
la agricultura. ¡Qué utilidades tan ventajosas no confesara
el Estado! j Qué ricas flotas no mandara este Reino a Europa!
i Qué respetos no reconciliara con las naciones beligerantes!
i Qué caudales no gozaran los vasallos ! i Qué ramos tan
felices de comercio no fomentara! Hágase un legal paralelo
del principio de las gloriosas conquistas con el actual ser
del Nuevo Reino, y este desvelo será el más firme apoyo de
las conveniencias opuestas. Cuando el Hércules del valor,
el invicto D. Gonzalo Jiménez de Quesada se elevó al
Olimpo de las glorias que le merecieron sus conquistas con
el riego del sudor de sus generosas resoluciones, de sus
penosas fatigas, ganando eminencias, penetrando malezas,
venciendo estorbos, rompiendo dificultades, devorando
peligros, abrazando temeridades, desbaratando ejércitos y
rindiendo monarquías, ¿qué tesoros entraron en el real
Erario? ¿qué cultura de campos se advertía? ¿qué
reglamentos para la facilidad del comercio se conocían? ¿y
{"quéestablecimientos de reales rentas existían? Eran unos
dominios incultos gobernados por reyes bárbaros, que
¡ tenían cerrada la puerta a la sociedad política y que no
.~conocían ni procuraban el mejor adelantamiento, sin
:¡ embargo de ser tan pingiies y tan crecidas sus abundancias
\g.eoro. Entró el Gobierno español, se poblaron en parte sus
desiertos, se prepararon las labranzas, se sembraron las
semillas, se introdujeron los ganados, se beneficiaron los
mine / /
75r rales, se introdujeron los reales derechos, se propuso el ramo
útil del comercio y crecieron en el real Erario las conocidas
ganancias que el mundo sabe y nadie ignora. Iguales
incrementos de poder y grandeza poseyera la España en la
actualidad si llegara a la última perfección la conquista del
Reino y se poblaran y cultivaran sus abundantes y ricas
tierras. No se mira en nuestros tiempos la sensible
decadencia del primitivo valor español en vadear
caudalosos torrentes, en bregar con los peligros y en poner
en precipitada fuga a los que no quieren conocer
subordinación o reducirlos al conocimiento de la fe y
situarles en el seno materno de la Iglesia. Quedan a cargo
i
CAPtruLo V
75v
139
de su inmortal gloria y de su incomparable ardor nuevas
empresas y no conocidas conquistas. Este generoso espíritu
de emprenderlas es en el Monarca que nos gobierna anhelo
plausible y heroico. Fuera de ser propio de sus magnánimas
intenciones es incremento de la fe, culto devoto y entrañable
amor a la Religión y celo de la salud de las almas. Los riesgos
son menos escabrosos, las dificultades menos arduas, los
auxilios menos costosos, las fuerzas enemigas menos
invencibles, las ganancias más conocidas y más sensibles
las conveniencias públicas. Parece muy regular la resolución
en emprender una acción tan del agrado de Dios, del real
servicio y de la utilidad pública, como la constancia en
ejecutarla. No debe frustrarse el arresto al acometimiento.
No se pueden mirar las vastas amplitudes de los chimilas,
guajiros, motilones, en las Provincias de Santa Marta y
Maracaibo, como las del Darién, Río Sinú, llanos de San
Juan / /
y laderas de los de Casanare, sin el más justo motivo de amargo
dolor al vedas desiertas, despobladas y sin cultivo el más
mínimo, habitadas de gentiles, siendo algunas de ellas
anfiteatro triste de cristianos y el muro incontrastable que
estorba el trato de la sociedad y el curso fácil al comercio. La
tierra está brindando con su fertilidad, y ambiciosa de fecundas
producciones, grita con mudas voces y pide su natural cultivo.
j Qué número tan crecido de poblaciones no se presentara a
nuestros ojos! j Qué abundancia de riquezas no se descubriera!
j A qué eminencia de altura grandiosa no subieran los reales
ramos de alcabalas, aguardientes y tabacos! i Qué flotas tan
cargadas no navegaran para España! i Qué seguridad tan firme
no se prometiera el Rey en el establecimiento de la constante
fidelidad de sus vasallos! Redúzcanse a sociable comunidad
todos los que viven en los montes, en sus honduras y campos;
fórmense nuevas poblaciones;
véanse los ociosos y
vagabundos; conténganse los revoltosos y atrevidos; hágase
leva de malhechores y delincuentes y como miembros
contagiosos, abrigados de superiores fuerzas, sean destinados
al trabajo de las minas, a la apertura de los caminos, al cultivo
de las tierras desiertas, al corte de las maderas preciosas, al
beneficio de los aceites, y precisados a las fábricas de nuevas
poblaciones; y luego se hará sensible la utilidad inventada.
140
76r
76v
ELVASALLOINSTRUTIJO
Reinará la abundancia, se conocerá la política civilidad,
florecerá el comercio y se conservará sana la República de
contagios tan temibles. Haga / /
demostración de esta verdad la Provincia de Cartagena.
Hable y diga: los atrasos lastimosos que sufría, como todas
las demás, en la agricultura, manufactura, crías de ganados
y todo lo demás que es propio de la industria popular en los
años anteriores al de setenta y cuatro, y el estado tan
floreciente de que en el día goza a solicitud y desvelo del
invencible en el real servicio, el caballero D. Antonio de la
Torre, Capitán de Infantería de los reales ejércitos. Este
distinguido Oficial desempeñó felizmente las comisiones del
real servicio que pusieron a su cargo los superiores del Nuevo
Reino. Redujo a vida sociable a innumerables gentes que
arrocheladas vivían en los montes, sin aplicación alguna y
sin conocimiento de las obligaciones del vasallaje y de las de
su alma. Fundó veintitrés pueblos, contándose entre ellos
algunos de mil vecinos y otros de setecientos y de quinientos.
Abrió caminos por montañas que se tenían por intransitables
y por ellos facilitó la fácil conducción de granos y carnes con
abundancia para socorro de la plaza de Cartagena, que es
punto de la mayor atención. Estableció en ellos las rentas
reales y puso en un estado ventajoso la agricultura y la cría
de ganados.; tanto que en el corto término de cuatro días
ofreció presentar en el centro de ella diez mil cabezas de
animales de cerda, y en el de ocho días embocar todos cuantos
ganados vacunos y de cerda pastan en la Provincia, con todos
los demás comestibles de que con exceso abunda. i Qué bella
proporción para que el curioso más / /
político conciba el fondo de utilidad pública y de
conveniencia al real Erario! Es cierto que en el mes de Enero
del año de ochenta y dos, cuando nuestro Soberano tenía la
espada desnuda para humillar la audaz arrogancia y el
natural orgullo de la Gran Bretaña, propuso esta
recomendable oferta al Excmo.Sr.Virrey D. Manuel de Florez,
que, como Capitán General, se hallaba en dicha ciudad con
prevención militar y animosidad española, a fin de hacer la
más justa defensa contra el enemigo. Por último llegó su celo
a formar veinte feligresías, reuniendo en ellas las gentes que
vivían derramadas por los montes, ciénagas y lugares
CAl'truLo
77r
V
141
pantanosos a distancia de seis, ocho y más leguas de caminos
ásperos y arriesgados que, agregadas a las veintitrés referidas,
forman el número de cuarenta y tres. Estas demostraciones
de conveniencia, que tanta felicidad acarrearon a esta
Provincia, la más floreciente entre todas las del Nuevo Reino,
se vieran en todas ellas, siendo igual la aplicación y el celo
de los mejores patricios. La cultura de las tierras es la madre
fecunda de la abundancia y la fuente segura de engrosar los
caudales por medio del más sólido comercio. Los primeros
establecimientos del comercio no tuvieron otra mira que la
destrucción de las necesidades con el cúmulo de sus
ganancias. Las creces que abunda el comercio son admirables
producciones en las ciudades y lustrosas como fecundos
partos en los Reinos. En esta atención es propio de la grandeza
de ánimo de Nuestro Soberano el particular cuidado de
felicitar la Nación. El primer objeto de sus atenciones fue el
procurar la mayor / /
conveniencia de sus vasallos. Y para este fin manifiesta su
real y sabia resolución por decreto e instrucción de diez y
seis de Octubre de mil setecientos setenta y cinco, a fin de
promover y fomentar en sus dominios de España y de
América la agricultura, la industria y población, cuyo decreto
amplio para este Reino y el de Guatemala, en dos de Febrero
de mil setecientos setenta y siete, por otro de igual amor y
benevolencia a sus vasallos concediéndoles el libre comercio
interior favoreciéndole con su real protección. Este es el modo
de hacer florecer el comercio y de brindar a la N ación con los
ricos y deliciosos frutos de sus pingiies producciones. Este
es el modo de promover las artes y de introducir a la Corona
sumas inmensas y gruesas cantidades de riquezas. Este, en
fin, es el modo de engrandecer la Monarquía y constituirla
en una altura de poder y fuerzas que se haga respetar aun
de las naciones más arrogantes y dominadoras. Los fines se
han de proporcionar con los medios; de los contrario ni
aquéllos tendrán ser, ni éstos actividad.Poco importa que las
reales intenciones
digan respecto
a los mejores
adelantamientos en sus dominios si no se mandan los medios
seguros que las han de producir. El cúmulo inmenso de
abundancia que ofrece el comercio no se puede adquirir sin
el acopio de los ramos que lo han de establecer para
142
77v
78r
EL VASALLO INSTRUIDO
fomentarlo; y que la Nación no conozca inferioridad en tan
noble pensamiento, ni a la Holanda, ni a Inglaterra, ni a la
Francia se hace indispensable la real influencia, a fin de que
circule la plata, se excite la industria, se anime el trabajo, se
adelante la agricultura, se pueblen los desiertos, se destinen
comisionados, se propongan premios y se destinen gentes
para el beneficio / /
de aceites, gomas, tintas, palos, bejucos, piedras, minas y de
varios, abundantes y preciosos frutos, producciones propias
y fecundas del Nuevo Reino. Para el sólido fomento de este
utilísimo ramo, que es el que engruesa el real Erario y la
hacienda de los vasallo s, y el que la constituye gloriosa y
dominadora con mayores ventajas a las demás, no debe
omitirse diligencia ni aun la más mínima.La mayor
comodidad de la correspondencia pública y el transporte más
seguro y fácil de los géneros deben ser el primer objeto de la
real protección. La apertura de los caminos, la facilidad para
la navegación de los ríos, la construcción de los puentes y la
erección de calzadas deben ser un momento firme de la
grandeza real. De este desvelo y celosa vigilancia resulta un
bien inmenso a la Nación. Son menos costosos los géneros y
se hallan a menor precio las mercaderías. Es más frecuente
el tráfico, porque es fácil y gustoso el tránsito de los caminos,
cuya seguridad y cómoda conveniencia excita y provoca con
mayor propiedad la comunicación. Esta lastimosa decadencia
hace más sensible la pena que tanto aflige a todo buen
ciudadano. Carece este Reino de esta conveniencia pública.
Se halla una tenaz repugnancia a la construcción de los
puentes en los ríos, siendo frecuentes y repetidas las
instancias de los pueblos que, conociendo utilidades que se
originan al Estado y al vasallo de su existencia y reparos,
solicitan con el mayor esfuerzo el permiso, obligándose a la
contribución de todos los costos necesarios para su fábrica,
y no es posible la consecución. Toda diligencia es vana; toda
súplica es despreciada y todo informe desatinado. Tal es el
celo de los / /
ministros subalternos de algunas villas, que por fines
particulares procuran entorpecer e inutilizar unos designios
tan del agrado del Rey y servicio de la República y que en
todas las Coronas se miran con más atención y particular
CAPITuLo V
78v
143
cuidado. Se mira esta falta de aplicación en este Reino y se
contempla esta parte del Derecho Público en el más sensible
abandono. La misma fragosidad de los caminos, el riesgo
que a cada paso amenaza con el sacrificio de la vida y la
pérdida de los caudales; el tránsito de ríos peligrosos y
arriesgados arroyos que sus furiosas crecientes y avenidas;
los callejones estrechos y pantanosos y la ninguna reparación
que de ellos se hace, retiran el poco comercio del país; y siendo
el Reino tan fértil y abundante es en el día de hoy el más
escaso, el más necesitado y el menos útil a la Corona. En otros
tiempos el oro que se sacaba de los preciosos minerales de
Ibagué, Mariquita, Cartago, Zaragoza, por decirlo en breve,
de todo el Nuevo Reino, excedía en millones de pesos a los
que de plata daba el Nuevo Mundo,asegura el P. Zamora.
En la actualidad no sufragan todos los derechos que entran
en reales cajas para subsidio de las tropas y salarios de los
Ministros que sostienen el Gobierno y establecimiento de las
rentas, cuando en los años anteriores para todo ofrecía el
Nuevo Reino, y aun con ventajas conocidas enriquecía la
Europa con las preciosidades de sus abundantes flotas. Si la
industria holandesa y la aplicación británica entraran en este
Reino, ¡qué ricos patrimonios fundaran! ¡ qué comercio tan
floreciente establecieran!
¡qué adelantos dieran a la
agricultura! ¡ qué curso tan completo / /
dieran a las minas! ¡qué fábricas de manufacturas entablaran!
¡qué innumerable pueblo emplearan! ¡qué navegaciones tan
seguras facilitaran! ¡qué puentes tan constantes construyeran!
¡ y qué caminos tan cómodos arbitraran para la fácil
conducción y conveniencia de los pueblos. Nosotros iguales
utilidades podemos esperanzar, cuando vemos que la gloria
y poder de la Nación son el objeto de todas las ocupaciones
del real ánimo y las del Ministro celoso de su servicio y
utilidad de los vasallos. Léanse los reglamentos y aranceles
reales para el comercio libre de España a Indias, formando
en el año mil setecientos setenta y ocho y por ello se verá el
particular cuidado de nuestro Soberano, y lo mucho que se
interesa al sabio Gabinete en procurar el mejor estado de la
Nación en cuyo asunto y en todos los demás respectivos al
Derecho Público no conoce ventaja en los extranjeros. Todo
el atraso que se mira es parto propio de la ociosidad de los
144
EL VASALLO INSTRUIDO
del país, y de la ninguna aplicación a las glorias de la
sociedad. Sean éstas las preocupaciones de sus ánimos;
penétrelos el gran celo del Poder del Estado; corresponda su
espíritu al de su Rey, y la miseria se saldrá por las puertas de
la abundancia, florecerá el Reino, reinará la riqueza y tomará
fuerzas la sociedad.
145
CAPITULO
VI
Contiene los proyectos económicos para promover
los adelantamientos útiles y hacer floreciente
el Nuevo Reino
79r
1
El deseo natural de la conservación que tuvieron los hombres
para la unión de la sociedad y congregación de las familias,
dando la suprema autoridad a otros sobre sus vidas y
haciendas, fue el origen de la existencia de las primeras
Repúblicas, asegura Santo Tomás.! Fundáronse las ciudades
o para resguardo de la vida humana, en sentir de Platón, o
para formar una vida sociable, viviendo en policía y comercio
como dice Aristóteles. La sociedad es muy natural al hombre.
A la falta de sociedad se deben atribuir las funestas
consecuencias que se observan en la vida racional, que no se
pueden estorbar sino por mano de muchos. Pobláronse las
tierras porque crecieron y se multiplicaron los hombres. La
natural obligación de conservar la vida les puso en la precisa
necesidad del repartimiento de las tierras a fin de poblarlas
unos en unas regiones y otros en otras. Esta fue la causa de la
elección de los Príncipes para no exponer a tumultos y a
lastimosas sediciones el Estado, enseña Elías Cretense.2
Dolorosa situación era la 9.e este Reino en los principios del
siglo sexto décimo. Se miraba entonces envuelto en el confuso
giro de la bárbara gentilidad y vivía al abrigo del triste manto
del desconocimiento de las luces del Evangelio. La confusión
y el desorden gobernaban a sus naturales. No se conocía la
1
2
S. Tomás. Lib. 4. del gobierno de los Príncipes. Cap. 3 (79r N).
Lib. de Anima, c.3. In Apolog. Naz. Ibi etc. non per ipsum regnarunt. (78rO).
146
EL VASALLO INSTRUIDO
sociedad civil a causa de que los hombres no eran justos y
rectos; y por lo mismo eran inútiles las leyes naturales para
la vida sociable, la que no se hermana bien con el idiotismo y
preocupación que en aquel / /
79v tiempo dominaba. El corazón del hombre es tan rebelde que
muchas veces para acomodarse a las prescripciones de la
justicia necesita de una sanción formal que dé a las leyes
toda su eficacia. En los años de mil quinientos treinta y ocho,
a seis de Agosto, mudó de aspecto este Nuevo Reino,
conociendo las ventajas de la sociedad y político gobierno.
Se plantó el supremo dominio español y echó hondas raíces
la suprema autoridad de nuestros católicos Reyes para dar
ser a la República cristiana y también política, conteniendo
con el temor de sus armas victoriosas el desenfreno de
libertad y el despecho de rebelión que repetidas veces
abrazaron los vasallos nuevamente
conquistados y
subordinados al Reino de Jesucristo. Se repartieron las tierras,
se numeraron provincias, se dividieron los gobiernos y se
formaron cabildos para la justa administración de la justicia,
mejor incremento de la religión y policía y para que la
sociedad establecida no viniese a perecer insensiblemente.
Se acreditaron los felices progresos de su fundación con
ventajas tan conocidas que lo publica la altura de perfección
y grandeza con que lo miran las naciones más cultas. Elestado
actual de política es tan notorio como que no se ignora. Sin
embargo no corresponden en la actualidad las utilidades y
ventajas propias de la nobleza de su terreno a las repetidas
disposiciones que en esta materia ha dado el sabio ministerio.
Yo,que soy enemigo de producirme, ofreceré las ideas de mi
sistema con conocimiento de causa, y no dudo que si se
adopta por el Gobierno, cesará la decadencia y se promoverán
los adelantami / /
BOr entos de pública felicidad.
TI
¿ Qué mayor delirio se puede discurrir que pretender
empezar un edificio por lo último de su remate?El
pensamiento de la fábrica es útil y provechoso; la idea es
acomodada, pero para conseguir su perfección es necesario
147
CAPtruLoVI
80v
preparar primero los materiales, abrir los fosos y darle un
firme apoyo, que le sirva de base fundamental a la obras. Se
piensa en nuestra Nación formar un nuevo edificio político,
es decir, darle un nuevo ser a sus intereses generales, que
llegue a una altura de poder capaz de hacerla respetable en
toda la Europa. Logra las ventajas y proporciones superiores
a todas las demás. Tiene cuantas materias primeras se
necesitan para su construcción y adelantamientos. No falta
nada para su mayor felicidad. Varios son los proyectos de su
ocupación; pero todos serán vanos e inútiles si no se les
prepara un cimiento firme y estable que les facilite su mayor
brillo. Sin esta base fundamental todo será atraso, todo
diligencia vana y nunca observaremos rápidos progresos en
su constitución. Ni la industria, ni la agricultura, ni el
comercio, ni la población se pondrán en un estado floreciente
si no se examina el principio de sus ventajas y atrasos. El
amor de la Patria me lleva a proponer lo que yo siento en
este particular. Lejos de penetrar la política de nuestro sabio
Gobierno, a quien venero con el más profundo respeto sin
indagar sus causas, ofrezco mi modo de pensar a fin de que
se experimente con el tiempo, o se concluya por una
aplicación más prolija y si se contempla útil y ventajoso
adoptarlo. Cuando yo me limito a decir que con esta o la
otra pro / I
videncia se logran mayores adelantamientos, no es mi ánimo
manifestar la mayor proporción que hay para concordar el
objeto con los medios más inmediatos a la felicidad.
III
Mi dictamen es que la principal atención del Ministerio ha
de ser el desvelo en constituir a los vasallos del Rey hombres
vivos; y constituidos ya los hombres en un estado de vida
política, no hay duda que con las respectivas y sabias
providencias se entrará la abundancia por sus mismas
puertas. La ocupación es el principal móvil de todos los
adelantamientos. La ocupación es la vida política de la
sociedad. Un hombre sin ocupación es muerto al Estado, es
zángano de colmena, que se alimenta sin trabajar y es la
polilla que los destruye. Al contrario, un hombre con
148
8Ir
EL VASALLO INSTRUIDO
ocupación es planta viva, que no sólo produce frutos útiles a
la Patria sino que ofrece pródiga su propagación. Una nación
que florece en industria y aplicación es venerada por sus
conocidos fondos de su Erario y es respetada por las fuerzas
de su poder. Pero una sociedad desidiosa que protege y
fomenta la ociosidad y holgazanería es despreciada por su
misma escasez y pobre patrimonio. Se ve precisada por esta
causa a convenirse en todo con las demás naciones y aceptar
las más veces unos tratados vergonzosos a la misma Majestad
y Soberanía. Constitúyase primero al hombre ocupado y éste
será el fundamento de florecer la agricultura, la industria
popular, el comercio y la población. El reino o provincia que
más abunda de holgazanes experimenta más cerca de sí los
efectos de la barbarie y es una república de caribes que se
destrozan unos a otros en / /
diferentes modos. El ocioso, el vago es miembro corrompido
de la sociedad; es infame desertor del Estado. Es preciso
aplicar el cáustico más doloroso para cicatrizar tan perjudicial
gangrena; y es también necesario reclamarlo y volverlo al
cuerpo útil de la nación. No hay duda que la ocupación es la
causa radical del aumento o disminución de la agricultura.
Cuanto mayores fueren los consumos, tanto más felices serán
los adelantamientos de este notable arte. Los consumos serán
mayores o menores si es mayor o menor el número de las
manos industriales. Estas se multiplicarán si se halla el modo
de dar valor y estimación
a los frutos prediales.
Desengañémonos. Jamás se conocerán adelantamientos
algunos en el ramo de la agricultura si no se fomenta la salida
de sus frutos y se proporciona el producto o venta de ellos.
Los cosecheros, viendo que con facilidad venden los efectos
de sus trabajos, no hay duda que aumentarán sus sementeras,
crecerán sus labores porque verán multiplicada la industria
por medio de sus trabajos y maniobras. Fórmese el cálculo
de habitantes que hay en un reino, examínese el tanto que
necesitan para su fácil subsistencia, véase si los frutos que
ofrece la agricultura podrán o no consumirse, y formado este
cálculo, se conocerá si son mayores o menores los consumos
a lo que produce el campo. Si son mayores, es indispensable
inventar nuevo método de adelantar la agricultura,
proporcionando la fácil y conveniente subsistencia a los
CAPiTuLo VI
81v
149
consumidores. Si son menores, es menester ver el principio
de esta sensible decadencia. ¿O es la despoblación o lo es la
ociosidad? / /
Cualquiera de los dos extremos que sea, es fácil aplicar el
remedio y conseguir la mayor prosperidad de la Corona.
Destiérrese la ociosidad, fúndese la circulación general en la
ocupación de la agricultura y también de la industria, no se
permita que los naturales de otra nación se empleen en los
trabajos en los que pueden ocuparse los hijos del país y
ciertamente se logrará la población porque estará en buen
uso la útil ocupación. A proporción de las ocupaciones han
de ser los ocupados. Si aquéllas son muchas precisamente
han de ser muchos los pueblos y por consecuencia forzosa
muchos los consumos y mucho más seguro el conocido
aumento de la agricultura y del real patrimonio, sin
experimentar los vasallos la dura ley de la opresión y
gravamen de nuevas contribuciones.
IV
82r
La notoria propagación y multiplicación que nos ofrece la
naturaleza en la república de las abejas y hormigas no
reconoce otro principio que el de la ocupación; su industria,
su actividad y su aplicación son efectos de sus providencias
naturales
para asegurar una constante y perpetua
subsistencia. De nada se contemplan menesterosas, no
conocen la necesidad; para ellas todo es abundancia porque
les es forastera la desidia, la ociosidad y les es natural la
continua ocupación. Cese en la sociedad la pereza, ámese la
aplicación y no se conocerá la pobreza, todo será abundancia
y se multiplicará la población. El dinero, el oro y la plata en
sí no es riqueza. Estos metales son de su naturaleza estériles,
infecundos, nada producen. Prepárese cuanto quiera un
campo, désele el be / /
neficio más activo, siémbrese en él el oro y la plata, y al cabo
de mil años se contemplarán en su natural esterilidad. La
industria, el trabajo y la ocupación los hacen fecundos y
fructíferos. La común estimación les ha dado el ser de riqueza
por la estimación en que se tienen y porque los contempla
como precio de las cosas de necesidad y comodidad de la
EL VASALLO INSTRUIDO
150
82v
vida. El hombre ocupado en la industria y en la agricultura
logra los frutos de esta necesidad y comodidad con su
ocupación y trabajo, y como con el oro y la plata se compra
todo esto seguramente no conocerá la pobreza, será rico, de
nada se contemplará menesteroso,
todo para él será
abundancia y el Rey tendrá una gran parte de interés en esta
ocupación para la compra y venta del consumo de los efectos
de esta aplicación .Esta es una esponja activa que por medio
del trabajo atrae a sí la subsistencia del oro y la plata de que
abundan los ricos. La mutua correspondencia y dependencia
de los hombres entre sí hace que circule el dinero en la N ación.
Así como el cuerpo humano vive por la circulación de la
sangre en sus venas, y si ésta le falta seguramente muere, así
también el cuerpo político conocerá mayor felicidad si tiene
vigor la circulación del dinero por medio de la ocupación y
si le falta esta dílígencia sin duda llorará su triste decadencia.
El rico necesita al pobre porque sin este auxílío de nada le
sirve el dinero, que no reconoce más dueño que al hombre
ocupado. El pobre necesita al rico porque vive de su riqueza.
Tanto el labrador en los diferentes ramos de cultura, el
artesano en sus innumerables manía / /
bras, el comerciante en sus varias negociaciones, como el
hombre de letras, el de espada, el de pluma, el de curia y
todos los demás miembros de la sociedad, cada uno en su
clase es hombre ocupado. En una nación ni todos deben ser
labradores, ni todos artesanos, ni todos comerciantes, ni todos
soldados, ni todos curiales porque todo sería desorden y todo
confusión. El derecho del buen orden en una república pide
variedad de ocupaciones y que el trabajo de unos no
perjudique al de los otros. El Soberano debe mirar la buena
disposición de las ocupaciones del campo sin abandonar
todas las demás. Debe medir los consumos para que pueda
subsistir y aumentar felizmente la agricultura porque éstos
miran a las ocupaciones públicas como principio de su
dependencia.
v
La industria nace, se fomenta y crece a beneficio del influjo
del Gobierno y perece, din duda, cuando cesa esta
CAPtruLoVI
83r
83v
151
actividad.Es asunto principal suyo el desvelo de promover
la felicidad pública y particular aumentando la agricultura,
comercio interior de las provincias, cualquier ramo de
industria, dando el impulso más vigoroso a todos los
pensamientos útiles y sosteniéndolos con las providencias
más oportunas. Abandonada la industria es consecuente la
miseria, / /
y en aquel infeliz momento que se desnaturaliza, se asegura
infaliblemente la despoblación. La miseria estorba los
matrimonios y aun cuando los facilite, los constituye estériles
e infecundos. Es observación que tengo hecha en la ocupación
de mis misiones. Aquellos pueblos en quienes reina la
abundancia multiplican con rápidos progresos y es grande
su población; pero los que se hallan penetrados de la miseria
sufren la despoblación porque no conocen la actividad y
camina en ellos muy lenta la multiplicación. Varios pueblos
podría yo presentar en el tribunal de los políticos estadistas
en apoyo de mi observación, pero sólo me reduciré en hacer
memoria de la villa del Socorro. Este pueblo tiene sesenta y
tantos años de fundación, es desmembración de la villa de
San Gil como es ésta de la ciudad de Vélez. En sus principios
era una corta aldea en donde descansaban los arrieros y
tomaban fuerza las mulas para la continuación del viaje. Las
primeras familias se propusieron, y en efecto lo lograron, de
dirigirse por sendas y rumbos conocidos para llegar al último
término de opulencia que preparaban a su posteridad. Su
empeño y constancia en las labores de maíces, cañas y
algodones dejaron a sus hijos un documento digno de ser
imitado y promovido. Sus hijos lo adoptaron y siguieron
logrando coger en alguna parte los frutos de las primeras
semillas que arrojaron sus abuelos. Es permanente y sólido
el establecimiento que fundaron en las labores y tejidos de
lien / /
zos, mantas, mantelerías y bayetas, fecundísimo ramo de la
actual industria popular, capaz por sí sola de llenar de bienes
y felicidades a sus habitantes con notable preferencia entre
las demás provincias del Reino. Esta proposición la fundo
en el cálculo del aumento o decadencia de los diezmos, que
siempre son las verdaderas medidas de los progresos o
atrasos de las riquezas de los pueblos en el ramo de
152
84r
EL VASALLO INSTRUIDO
agricultura. Con noticia más exacta tengo bien examinado
que el mayor valor de dichos diezmos en la jurisdicción del
Socorro, aun en el tiempo en que se cosechaba el tabaco,
ascendió a doce mil trescientos cuarenta pesos, un real y
cuartillo. En los años posteriores, después de prohibidas las
siembras, fue subiendo con excesos muy notables al
precedente valor, pues en el año de setenta y nueve ascendió
a doce mil ochocientos cuarenta y dos pesos, cinco reales y
cuartillo; en el de ochenta, a quince mil seiscientos cuatro
pesos y en el de ochenta y uno a quince mil doscientos
cincuenta y ocho pesos, tres reales. Sirvieron, pues, los
diezmos a proporción de los fondos efectivos de agricultura.
Este cálculo será el conocimiento
cierto de los
adelantamientos de esta villa. En sus principios se derramó
la fama de su ocupación y al paso que se aumentaba la
población crecían también las sementeras, se multiplicaban
los telares y se promovía la industria. En el cálculo de
individuos que se hizo en el año de ochenta y uno, resultaba
el número de quin / /
ce mil. Es uno de los pueblos más vistosos y civilizados del
Reino. Se han desmembrado de su feligresía la parroquia de
Culatas y la de Pincho te. Esta última desmembración fue
después del año de ochenta y uno. TIene su Cabildo bajo su
jurisdicción ocho crecidas parroquias, algunas de ellas tan
pobladas que el número de feligreses sube al de seis mil, como
son Simacota, Oiba y Charalá, cuyos alcaldes son pedáneos sin
jurisdicción ordinaria. TIenen un gran comercio activo y pasivo
y el carácter de sus habitantes es muy vivo, laborioso, aplicado,
de nobles talentos pero de bastardas ideas. Es una de las villas
más abundantes e industriosas sin embargo de ser su campo
ingrato, estéril; pero la aplicación y el beneficio le hacen
abundante y fecundo. Es notoria la multiplicación de todos los
años. Se calculan anualmente ochocientos los nacidos,
trescientos los muertos y como unos doscientos los casamientos,
según el verídico informe que me dio el Cura de dicha villa.
Por las noticias más exactas que tengo de aquel Cabildo no
intervino emigración de pobladores que viniesen de otro clima,
ni de otra provincia para establecerse en esta villa. Su crecida
multiplicación es propia de sus hijos. ¿Qué extraña maravilla
será sostener que la ocupación útil de los hombres es la medida
CAPfruLO VI
84v
8Sr
153
de la población y el fundamento de la prosperidad del Estado?
En vano se buscan otras causas de la despoblación. Todo el celo
y conato de los Vrrreyes y Gobernadores ha de ser introducir la
abundancia y deste / /
rrar la miseria. Fomentar en sus súbditos pensamientos tan
útiles a la causa común y a los intereses de los particulares.
Precisarles a que todos los años presenten en sus tierras algún
adelantamiento según las Urufluenciasdel clima. Todos deben
convenirse en que para promover la multiplicación de pueblo
en un nuevo establecimiento es necesaria la ocupación en la
agricultura. No por mucho terreno es una familia rica sino
por poco y bien cultivado. En la Europa se observa y aun en
este Reino, que la población es más numerosa en donde hay
escasez de terreno; y en donde son muchas las poblaciones
grandes y pocas las pequeñas, es menor la población. Tal es
la provincia de Muzo, verdaderamente despoblada por esta
causa. Hablo por experiencia. Valencia, en donde las tierras
están divididas en pequeños globos, se halla más poblada
que los Reinos interiores de España por esta causa. Es
proloquio común en los proyectista s que cuatrocientas
calzadas o jornales de tierra, repartidas por igual parte entre
cuatrocientos labradores producen más que si uno solo las
ocupara. Los primeros estados del mundo eran unas
pequeñas sociedades o familias que habitaban un terreno
proporcionado al pequeño número de ciudadanos que las
formaban. No tomaban más posesión que la del terreno
necesario para defenderse y conservarse. Elegían el campo
más ameno y fecundo / /
en donde había pastos en más abundancia. Aborrecían la
miseria como monstruo el más horrible y devorador.
VI
La obra de reformar un abuso general necesita todo el empeño
glorioso del Soberano. Cuando la decadencia se mira radicada
en un reino, si se intenta introducir la felicidad y la abundancia,
es indispensable toda la atención del Ministerio. Se abraza el
sistema de promover la agricultura, la industria popular, el
comercio y la población. Es preciso suponer montes de
dificultades y ejércitos escuadronados
de estorbos y
154
85v
EL VASALLO INSTRUIDO
contradicciones a quienes es menester combatir y vencer en
sus mismas trincheras. Este Nuevo Reino ofrece un campo
espacioso y ameno, que es la principal recomendación para
llevar adelante el sistema de felicidad, pues tiene todas las
materias primeras y los brazos necesarios para resucitar la
utilidad pública y la conveniencia particular. Sea, pues, la
elección de buenos Ministros el primer proyecto. Para los empleos
de primera plana me parece que conviene se escojan hombres
de toda pureza, desinterés del mejor celo y propensión al
servicio de Dios, del Rey y de la Patria; y de una instrucción
radical en los intereses generales de la Nación, en las
obligaciones del vasallo, como igualmente en las del Soberano,
mirando siempre con horror la dura necesidad de medir las
fuerzas del Monarca con las de los vasallos. Las res / /
pectivas y sabias instrucciones serán el cordel por donde
deberán tirar las líneas de los mejores adelantamientos. Se
les asegurará la protección y que en todos los casos o de
próspera o de adversa fortuna serán sostenidos con tesón
soberano. Porque, o son Ministros que miran con horror el
interés propio, y que en su corazón tiene lugar la bondad y
justicia original, o no lo son? Si se hallan desnudos de tan
bellas calidades, no sean elegidos para el Ministerio. Si brilla
en ellos este agregado de perfección, es menester franquearles
toda la protección
para que se familiarice
con sus
providencias el espíritu de patriotismo. Tanto los Excmos.
Sres. Virreyes, como los Gobernadores y Corregidores
provistos por S.M. deben convenir en una misma idea y uno
mismo ha de ser en todos el sistema de Gobierno económico.
Es imposible que un Virrey por sí solo pueda gobernar
prácticamente todas las provincias del Virreinato; necesita
de subalternos que le auxilien y éstos de buenos patricios
que consagren con sus designios útiles. Por más que sean
honestas, felices y justas sus disposiciones, se constituirán
inútiles y vanas si carecen de estos socorros. Los proyectos
más importantes, todos se entorpecen por esta causa. La
emulación, la envidia y la infidelidad tienen las más veces el
mejor acceso. Forman cavilaciones sutiles, al parecer
justificadas con el falso celo de opresión en los vasallo s; y no
es más que efecto de algunos malcontentos que se valen del
nombre del pueblo dócit humilde / /
CAPtruLo VI
86r
155
y subordinado para destruir toda la bondad del proyecto. El
carácter y constitución de los naturales del Nuevo Reino son
de esta naturaleza. Conviene cerrar la puerta a los recursos
previniendo a los Virreyes el mérito, la equidad y justicia en
la plantificación de los proyectos, huyendo toda especie de
perjuicio a los vasallos, porque el Rey, que es imagen de Dios,
a todos quiere felices. Se examinarán en el quinquenio los
adelantamientos de los proyectos, y si son felices, necesitando
del tesón y celo de los que los han puesto en una altura tan
ventajosa, conviene prorrogarles el mando hasta su completa
perfección. Si este modo de pensar no se tiene por
conveniente, sustitúyanse otros penetrados del mismo
espíritu patriótico que lleven adelante las ideas de sus
antecesores y en caso necesario prevenirles el mismo objeto.
VII
Proyecto segundo
86v
Reducir a sociedad todas las gentes que viven derramadas
en los montes y sus honduras, precisándolos a hacer casa en
el lugar de su domicilio en donde deben tener una vida civil.
Los que no tienen la hacienda a larga distancia pueden salir
todas las mañanas al trabajo del campo y por ningún modo
pernoctar fuera del lugar. Los que la tienen un día de camino
podrán estar toda la semana ocupados en sus faenas y labores
de tierra, y el sábado restituirse a su casa. En caso de haber
muchas haciendas distantes de la parroquia convendrá
mucho que a distancia proporcionada
se fabrique una
viceparroquia hasta 11
que, multiplicadas las gentes y radicados los adelantamientos
de la agricultura, se forme nueva parroquia precisando al cura
respectivo que les provea entretanto de sacerdote idóneo para
que les administre el pasto espiritual y les enseñe el santo temor
de Dios. Congregados los hombres en sociable unión
conocerán ellos mismos las ventajas tan seguras que les acarreó
tan sabia providencia. Dios, la Iglesia, el Rey, el público y los
mismos particulares quedarán bien servidos. No dudo que
de este proyecto resultarán
en los principios
mil
contradicciones, alegarán perjuicios, formarán sentimientos y
aparentarán la imposibilidad; pero el Ministerio conviene que
156
87r
EL VASALLO INSTRUIDO
se manifieste inexorable y que para vencer y superar las más
arduas dificultades no las contemple invencibles en la
ejecución. Auxiliar el proyecto es necesario porque es útil y
ventajoso a la Religión y al Estado. Nombrar un comisionado
de pureza, de integridad, de espíritu y de constancia es preciso,
porque de lo contrario todo se desconcierta y todo se inutiliza.
Cada particular pesa y mide la felicidad común por la propia
que pueda resultarle y en esto padece equivocación por
hallarse muy ajeno de las luces necesarias para semejantes
comparaciones. Piensen los hombres como quieran pero
reconozcan la desconfianza de sus pensamientos cuando no
van acompañados de profundos conocimientos en la materia
que se trata. Este siempre ha sido un don concedido a pocos
hombres. Es el fruto de largas meditaciones y tareas. No es
fácil creer que el vulgo pueda pe / /
netrar misterios tan ocultos. Lo que a primera vista le parece
más ventajoso a los intereses particulares se halla en realidad
serIes más perjudicial. La voz común entre todas las naciones,
aun las más cultas y civilizadas, es que la fuerza de la razón
meditada y deducida de varias combinaciones y cálculos
seguros, aun no se contempla capaz de arreglar y promover
sus intereses respectivos; ¿cómo, pues, se han de atender las
instancias de los particulares cuando se trata del arreglo y
promoción de la felicidad y aumento de la población, de la
industria y del comercio? ¿Cómo se ha de oponer el vasallo
a un proyecto útil, de cuya plantificación resulta su propio
interés y el del Estado, cual es la reducción de las gentes a
una vida civil? Esto no es introducir la novedad en el Nuevo
Reino de Granada; ya hay ejemplar de esta providencia en la
Provincia de Cartagena. ¡Qué estorbos, qué dificultades no
se representaron! ¡Qué bandos, qué partidos no se formaron!
¡Qué emulaciones no se levantaron ! ¡Qué lágrimas no se
derramaron! Pero COmo esta gloria estaba reservada a la
constancia, industria y valor de un D. Antonio de la Torre,
Capitán graduado del Ejército y sostenido por aquel rayo de
Marte, el Excmo. Sr. Pimienta, Gobernador de la plaza, se
dulcificaron todas las amarguras y en el día se encuentra
mejorada dicha Provincia con el aumento de cuarenta y tres
pueblos, en donde la Religión es venerada, el Rey servido,
su patrimonio adelantado y felicitados los vasallos. Como
CAPtruLO VI
87v
157
este es un asunto que trata de arrancados del lugar propio
de la libertad lejos de la sombra y vista 11
de los Jueces, del Párroco y de los otros miembros de la
sociedad, es consecuente la violencia que han de sufrir hasta
que insensiblemente se acostumbren a las conveniencias que
produce la vida civil.
VIII
Proyecto tercero
SSr
Radicar la buena educación, porque de ella depende toda
la felicidad del Estado. Este se plantificará
con el
establecimiento de las enseñanzas públicas en todos los
pueblos y en las cabezas de partido se fundarán las de
gramática, obligando a los cabildos que del fondo de sus
respectivos propios se asigne una cuota o pensión para el
maestro, y cuando éstos se alcanzaren, conceder el permiso
para que impongan algún gravamen a las mesas de truco,
al juego de birlas y a las chicherías para la fundación y
conservación de una obra tan útil e importante, pues éstos
son ramos de puro vicio y capricho y sólo contribuye el que
quiere. Esta institución es una fuente perenne de buen
gobierno, en el que se apoya el orden de una bien regulada
República. Apenas en todo el Reino se hallará este principio
de felicidad. No se puede mirar sin horror el estado de
confusión a que están reducidas las provincias por esta
causa, aun en materia de Religión. Para confirmación de
mi pensamiento quiero dar al Gobierno una copia literal de
un capítulo de carta que el Illmo. Sr. Obispo de Panamá
escribió a D. Juan Antonio de la Mata, Teniente Coronel y
Comandan 11
te general del Regimiento auxiliar de Santafé y de las milicias
arregladas, su fecha seis de Diciembre de mil setecientos
ochenta y siete, la que original queda en mi poder: «Aquí lo
voy pasando yo, aunque sin novedad particular en la salud,
con el desconsuelo de verme tan falto de ministros, que ya
es preciso cerrar algunas iglesias por no haber quién las
administre; y si Dios no 10 remedia por su misericordia será
inevitable la ruina de todos, no habiendo en la Diócesis quien
solicite las órdenes.» Iguales desconsuelos sufre el piadoso
158
88v
EL VASALLO INSTRUIDO
corazón de los DImos. Sres. Obispos de todas las Provincias
de la Costa. La falta de ministros para el culto y cuidado del
Santuario es en parte el origen de tan lastimosa decadencia
en el Reino. Su presencia animaría a los feligreses y les
inspiraría su doctrina, sentimientos de ocupación útil y de
conveniencia. No sería extraño destinar religiosos al
desempeño de los curatos. Esto no puede ser contrario a su
carácter y profesión porque los hombres no nacen frailes sino
ciudadanos. El ministro necesita de personas que concurran
a su armonía y que hagan florecer las monarquías con sus
talentos, con sus faenas y con sus costumbres. Ver a un
religioso empleado en el servicio de su Rey, llenando
completamente sus obligaciones, es bendecir la persona de
un perfecto ciudadano; es renovar en el día la memoria de
los que rompieron y barbecharon las campiñas y de los que
enriquecieron las ciudades con obras doctas y eruditas. El
principal objeto que se propuso el Soberano en su real
permiso para la fun / /
dación de los conventos fue el servicio y utilidad pública.
Fue constituir a los religiosos coadjutores de los Reverendos
Obispos y preparados para el servicio de las iglesias y para
los ejercicios de utilidad al público, mayormente en los casos
de urgente necesidad.
IX
Proyecto cuarto
La construcción de los puentes, la elección de calzadas, la
apertura de nuevos caminos y el celoso reparo de los antiguos
es tan útil como necesario para hacer floreciente al Reino.
Toda la contradicción es efecto de la indiferencia y lentitud
de los Cabildos. Conviene mandarles con la resolución más
constante y con las demás prevenciones que se tengan por
necesarias, que sacrifiquen sus propios a esta víctima, o
permitir que sea acción propia de cualquier vasallo que la
quisiese emprender a sus expensas. Ni en uno ni en otro se
halla apoyo a causa de que parte de sus propios están
fundados sobre las cabuyas o taravitas, y las bodegas que
son unas casas situadas a las orillas del puerto de los ríos
navegables, en donde se recibe toda la cargazón de los
CAPÍTULo VI
89r
89v
159
comerciantes y mercaderes, pagando un tanto por cada carga,
que es el derecho de bodega. En el río Suárez, en donde yo
me vi casi ahogado en el año de ochenta y uno, al tiempo de
pasar colgado por la taravita, se ofreció D. Pedro Ruiz fabricar
un puente a su costa, auxiliado con el decreto del Corregidor
de la Provincia y jamás pudo conseguirlo por la terri / /
b1eoposición del Cabildo del Socorro.Por más repetidas órdenes
que los Excmos. Sres. Virreyes expidieron a la justicia y
Regimiento de la villa de San Gil para la construcción de un
puente tan útil como necesario, siempre las entorpeció la
debilidad de aquel Cabildo. De aquí nace el notable perjuicio
que sufre el público y el considerable atraso que experimenta el
comercio.Aquéllo demuestra por los mayores gravámenes que
resultan a los traficantes, pues llegando al río se ven precisados
a descargar todas las cargas y pasarlas de una en una por la
taravita, consumiendo en esta obra todo el tiempo de un día si
la cargazón es mucha. Se hallan en la dura necesidad de pagar
un diestro nadador o dos o tal vez tres, según la mayor o menor
creciente de las aguas para facilitar el paso a las mulas con el
riesgo eminente de que se le ahoguen algunas, que es muy fácil
a causa de no poder vencer el impetuoso raudal de las corrientes,
como a mí se me ahogó una; y yo hubiera sin duda sufrido la
misma infeliz suerte si no fuera por el auxilio de tres rejos que
añadieron a la taravita. En tiempo de mucho invierno están
detenidos dos y tres días por hallarse fuera de madre las aguas,
y no poder aventurar las mulas al conocido peligro que se
presenta a la vista, y de esta contingencia resulta el atraso en las
mu1as por falta de pasto. El comercio se hace más gravoso y
desidioso por la incomodidad y dificultad que ofrece el paso;
aquí se agrega el peligro inmediato del naufragio, aquí se
exponen sus intereses. / /
La decadencia es igual efecto de la falta de nuevos caminos
que faciliten con comodidad conocida los transportes. D.
Antonio Serrano, caballero comerciante y vecino de la Ciudad
de San Juan Girón, se empeñó en abrir un camino, que en
tres días se ponían los arrieros a las orillas del río de la
Magdalena entre las bocas de Sogamoso y Cañaverales, todo
a sus expensas, interesándome a mí para que le hablara al
Excmo. Sr. Góngora con la condición de dar1e facultad para
la fábrica de una bodega y todo fue diligencia vana por la
160
90r
EL VASALLO INSTRUIDO
repugnancia de aquel Cabildo. Si la utilidad pública y del
Real Erario es tan notoria como igual el celo de estos buenos
patricios y se inutiliza por las intrigas o fines particulares de
los Cabildos, no es posible que se promuevan
los
adelantamientos. El comercio se facilita, la conducción es
menos gravosa, los riesgos de cuasi seguros naufragios en
los balcones o angosturas de Sogamoso se evitan; la seguridad
de los intereses es notoria; la comodidad de los caminantes
es conocida; la mayor brevedad del viaje es indubitable; al
Rey no se le agrava ni perjudica, pues ¿por qué no se ha de
compeler a los Cabildos al establecimiento de unas obras tan
interesantes en caso de repugnancia, cuando es objeto de la
atención de los particulares? No hay duda que la excelencia
de este nuevo camino se hará muy recomendable tanto para
facilitar al partido de Tequia, Cácota y otros pueblos de la
jurisdicción de Pamplona el comercio de la harina, azúcar,
añil y otras produc / /
ciones, como para adelantar la población y agricultura en
aquel Gobierno, pues es uno de los cantones menos poblado
del Reino. En el día no se extiende su jurisdicción a más que
una parroquia llamada Pie de la Cuesta, la que pocos años
hace se desmembró de la ciudad de Girón; y al Pedral y
Cañaverales, que son unas cortas poblaciones situadas,
aquélla a las riberas del norte del río Sogamoso, y ésta a las
del río Cañaverales; la primera distante de la ciudad dos días
de camino por tierra firme y medio de navegación río abajo
por lo rápido de sus raudales, por cuya causa contemplan
tres días de navegación en la subida; y la última tres días de
camino, siempre por tierra firme por la aspereza y
escabrosidad de las montañas. Estas nuevas colonias harían
más recomendable el citado Gobierno; se haría más
floreciente su Provincia; se promovería la cultura de los
campos, la cría de los ganados y el comercio de vecinas
provincias. Lejos de todo peligro en el temible Sogamoso se
conducirían las cargas con más brevedad al río de la
Magdalena, serían menos costosos los transportes y más
cómodos los tráficos por la abundancia y proporciones que
ofrecería la nueva población. Este proyecto se funda en la
experiencia misma que hizo el Conde de Santa Cruz cuando
era Gobernador de dicha ciudad; concluyó su Gobierno,
CAPÍTULo VI
90v
161
resolvió incorporarse con su familia en Cartagena, en donde
su hijo mayor, D. Antonio de Narváez, es en la actualidad
Teniente Rey de la plaza y huyendo los peligros de Sogamoso
abrió camino por tierra, por donde caminó / /
y aportó al puerto de la Magdalena en el término de tres
días, como me lo aseguraron los mismos vecinos de Girón.
X
Quinto Proyecto
91r
Los encabezamientos o padrones en los pueblos son objeto
de particular atención en el Gobierno. Para el mejor orden y
arreglo de una República es necesario el conocimiento de las
familias que la componen con la imparcial distribución de
las diferentes clases de individuos que forman el vecindario.
Para calcular los consumos es preciso la noticia más exacta
del número de habitantes que tiene cada provincia, qué
costumbres tienen, en qué ocupaciones se ejercitan, cuál es
su carácter y constitución. Con este conocimiento podrá el
Gobierno aplicar el remedio a tanto mal. Con sus
providencias acabará de una vez con la ociosidad, fomentará
la ocupación, reformará los abusos, cortará de raíz la
corrupción, cerrará la puerta al desorden, castigará los
atentados, hará respetar la justicia y conservará el respeto a
los Ministros del Santuario y del Rey. Se conocerán los buenos
patricios, no se disfrazarán los díscolos, se verán los hijos
bastardos de la sociedad y no tendrán ciudad de refugio los
alevosos, homicidas, ladrones y sedíciosos. Cometa un
hombre de mala fe un robo, verifique una muerte atroz, hable
mal del Gobierno, manifieste sentimientos de revoltoso,
convéngase con una mujer por causa de sensuali / /
dad, deje su domicilio, transmígrese a otro establecimiento,
ponga sus reales en los montes o en sus honduras a la orilla
de los caños o ríos a distancia de un día o dos de camino,
verdaderamente se halla ya seguro, encontró el lugar de su
libertad y refugio. Los jueces de su domicilio no lo solicitan;
los de la parroquia o pueblo en donde se ha establecido no
examinan la causa y objeto de su trasplantación y este es el
origen de tanta insolencia y abominación. Si se manda por
punto general que a nadie sea facultativo mudar de domicilio
162
91v
EL VASALLO INSTRUIDO
y en caso de deberlo verificar por justas causas que tenga,
será su obligación representarlas a la Real Justicia y a su
propio párroco, y éstos se convendrán en darle el pasaporte
y certificación de las causas de su translación y de su vida y
costumbres, explicando su estado, nombre y el de su familia,
quedando obligado a presentar estas credenciales a los
respectivos jueces del nuevo domicilio, siendo obligación de
éstos empadronarlo. Seguramente se evitarán con esta
disposición tantos monstruos de iniquidad como se presentan
a la vista. En la suposición de que todos han de vivir en
poblado y que nadie es libre en formar su establecimiento en
el campo sin conocimiento de los Ministros del Rey y de la
Iglesia con apercibimiento
de graves penas y de la
indignación del Soberano, queda cerrada la puerta a los
malhechores, homicidas, malcontentos y escandalosos;
porque como salen fugitivos de su patria o domicilio, sin el
auxilio del pasaporte y certificación de su vida y costumbres,
no podrán / /
presentarse en otra jurisdicción con seguridad a causa de
que serán perseguidos de la justicia, luego que ésta tenga
aviso de su establecimiento en algún cantón retirado Yoculto.
Esta útil disposición serviría de freno y torcedor a los malos
para contener su despecho y el furor impetuoso de sus
temerarias y locas pasiones. En los naturales de este Reino
se descubre una pronta y fácil transmigración de un pueblo
a otro sin conocimiento de los padres de la República. Son
como el caracol que todo lo llevan consigo, cargándolo sobre
sus hombros. Como no tienen propiedad en la tierra que
dejan, no se detienen en abandonar su casita que es un rancho
de palos, cubierto o encapirotado de palma o paja. Llevando
el auxilio del machete, hacha y azadón, fijan su morada en
cualquier parte, forman su choza, siembran sus yucas o
turmas, rozan un pedazo de monte, derraman el maíz en la
tierra haciendo con un palo hoyos en donde ocultan seis o
siete granos, plantan sus matas de plátano y a poco tiempo
tienen asegurados sus alimentos. La chicha, ajiaco,
mazamorra, arepas, bollos y plátano, todo esto es el acopio
de su despensa. De aquí resulta el desorden en lo moral y en
lo político. De este principio depende la falta de instrucción
y de industria de quien es hija la miseria y de ésta la
CAPITULo VI
92r
92v
163
despoblación. En tan deplorables circunstancias apenas tiene
lugar el temor del celo del Gobierno y de su poder; es inútil
freno el espíritu de las leyes; la propensión de algunos a la
avaricia y el uso de la / /
usura no tiene límites; una riqueza superior disfraza los
delitos mismos, por cuyo medio se adquiere el vínculo de
sangre; el espíritu de partido, la tolerancia mal entendida y
la languidez en los padres políticos son causa de introducirse
la rapacidad, la perfidia, la corrupción, la ociosidad, el
irrespeto y aun la a.narquía; en el ejercicio de mis misiones
he observado toda esta irregularidad y la causa que la
produce. Cuando el Excmo. S. Arzobispo Virrey me
constituyó cura interino de la populosa parroquia de Tequia
por convenio en el año de ochenta y dos, me dediqué a
reformar abusos perjudiciales al Estado; solicité a los jueces
el padrón a causa de no encontrarse en el archivo de la iglesia;
pero me protestaron que no lo tenían. De suerte que allí no
se gobernaba otra cosa sino una masa confusa de hombres y
mujeres sin conocimiento de gentes; y por lo mismo debemos
confesar que el fácil cumplimiento de los preceptos sagrados
de la Iglesia de confesión y comunión era arbitrio y que sólo
satisfacían a su observancia los buenos y aquéllos de conocida
piedad. Iguales desconciertos y trastornamientos
en lo
político debemos por consecuencia forzoso admitir. El único
medio que siempre he contemplado para restablecer el buen
orden de una perpetua y constante subordinación a Dios, al
Rey y a la Iglesia, es la formación de padrones y la prohibición
absoluta de transmigración
sin la justificación de los
requisitos que dejo proyectados, pues el conocimiento
práctico que adquirí en mis misiones / /
de la relajación y abandono de la eterna salud con que vivían
infinitas gentes y que al eco de la misión salieron a poblado
para solicitar el remedio desahogando sus conciencias, me
precisa a proponer lo que mi corazón siente.
XI
Proyecto sexto
El recogimiento de los vagos, díscolos y mal entretenidos es
objeto de igual atención en el Gobierno. La tolerancia de estos
164
93r
EL VASALLO INSTRUIDO
monstruos de la República, lejos de ser útil a la Corona, es
perjudicial a su conservación. Un miembro podrido en el
cuerpo humano se corta para que no se comunique el
contagio a los demás de su formación. Los vagos, díscolos y
malcontentos son miembros corrompidos de la República y
es menester separarlos para conservar su buen orden y
esplendor. No es sana política sacar de un pueblo la
corrupción y arrojarla al vecino. Nada adelantamos con esto
porque es aumentar la confusión, el desorden y la decadencia
en la otra república en donde tiene el mismo abrigo la
ociosidad y prostitución. Yo quiero producirme en términos
que se halle el remedio en todas las repúblicas, se aumenten
otras y se cultiven las tierras desiertas, se preparen nuevos
caminos para facilitar nuevos ramos de comercio, se adelante
el real patrimonio, se hagan útiles los miem / /
bros ociosos y se consiga en ellos la reforma de costumbres.
Las repúblicas se hallan corrompidas con una multitud de
mujeres prostitutas sin ocupación alguna, que viven a expensas
de la disolución. No hay divorcios (así llaman las casas de las
recogidas) en donde encerrar esta tropa de mujeres perdidas
que fomentan las abominaciones en los pueblos y son lazo de
la incauta juventud. Algunos jueces celosos, no pudiendo sufrir
tanto escándalo, les intiman el destierro a otra parte y muchas
veces se ha observado que se han restituído al mismo lugar de
su torpe comercio primero que los comisionados de su
conducción. Pero aun cuando se consiga su existencia y
perseverancia en el nuevo destino nada se consigue. Lo que
sucede es aumentar una al número de tantas que hay en el
nuevo establecimiento. Esto es enturbiar más las aguas de otra
república. Mi modo de pensar es que a las inmediaciones del
camino de Carare o de Opón se funden y establezcan algunos
pueblos cortos a donde se podrán mandar cincuenta familias
pobres, pero de buenas costumbres, que sin menoscabo de la
población de las jurisdicciones
de Vélez, Socorro y
corregimiento de Sogamoso,les convendrá mucho establecerse
en las nuevas colonias. Luego puede formarse una leva de
vagos, disolutos y de mujeres prostitutas, dándoles destinos
en aquellos pueblos, en donde se colocarán de curas, sacerdotes
o seculares o regulares, de celo,pureza, desinterés y propensión
a la industria y agricultura. Estos les / /
CAPÍTULo VI
93v
94r
165
harán comprender que cuando el poder del brazo del Rey
los saca del venenoso campo de la ociosidad, no es
ciertamente para llevarlos a la esclavitud de una perpetua
servidumbre sino para que, haciéndose laboriosos, sean útiles
a la Nación.Les harán conocer que aquellos pingiies y
excelentes terrenos sólo aguardan a sus manos y la semilla
para producir y que precisamente han de ser el campo feliz
del comercio y la industria, cuya falta los tiene una larga
serie de tiempo ocupados de breñas, matas silvestres y
copiosas arboledas, siendo inútiles a los pueblos y sirviendo
solamente de abrigo a las fieras y de asilo a los bandidos y
malhechores. Ultimamente les persuadirán que sus intereses
estaban reservados a estas deliciosas tierras cuyo descuajo
necesita de sus esfuerzos más extraordinarios. Se señalará a
cada familia un trozo de tierra corto en que gane la
subsistencia, capaz de contribuir y de propagarse,
constituyendo útil al establecimiento. Se prevendrá a los
colonos, como necesaria condición, el cultivo de sus nuevas
posesiones, sembrando el algodón, el maíz, el arroz, el fríjol,
el plátano y demás árboles frutales, fomentando el Rey este
proyecto con darles el primer año las semillas y todos los
aperos necesarios para la agricultura del país. Se les dará un
Teniente corregidor de iguales circunstancias que el cura,
auxiliado de un destacamento pequeño de tropas para el
gobierno político / /
y hacer respetable su autoridad. No tengo la"menor duda
que con las persuasiones e influjos de los curas y con el
cuidado del Teniente corregidor de hacerles salir todos los
días al campo a su laboriosa faena, teniendo igualmente
ocupadas las mujeres en el desmote del algodón y en el torno
para hilarlo, se harán útiles a la sociedad, aborrecerán la
disolución, amarán la industria, dejarán el vicio, se casarán
unos con otros, se verificará la multiplicación, conoceremos
las producciones de un terreno fecundo y hasta ahora
abandonado, veremos abierto el camino de Opón y
conservado con todo el más escrupuloso cuidado; y
celebraremos
con aplausos y encomios los útiles
adelantamientos y las ventajas tan felices del Rey y de los
vasallos. ¿Qué comercio tan grande de harinas, azúcares y
algodones no registrarán nuestros ojos? ¿Qué abastos tan
EL VASALLO INSTRUIDO
166
94v
surtidos no lograrán Cartagena y los demás pueblos de la
Costa? Los transportes serán más fáciles, la conducción
menos costosa porque será más más cómodo el viaje, los
traficantes
encontrarán
todo los necesario
para su
conveniencia y para el pasto de las mulas; los comerciantes
la seguridad de sus géneros, y todos el ningún riesgo de los
indios y forajidos que hasta ahora tenían ocupadas aquellas
tierras; conozco el carácter de la plebe o vulgo del Reino,
que es a lo que lo inclinan. Todos abrazan los sentimientos
que les inspiran y proporcionan. Son como las cabras, que
por donde entra una pasan todas. Gentes dóciles, robustas y
fuertes pa / /
ra las faenas del campo. Gentes que si llaman a rebelión todas
están prontas; y gentes que con la misma facilidad si oyen la
espantosa voz de la misión, todos se presentan con la mayor
ternura, despedazando sus carnes con inhumanos golpes de
rejas y cadenas.Todas las provincias contiguas a la de Vélez
tendrán su comercio de harinas, azúcar, dulces, panelas y
algodón por este camino, en cuyas cercanías dentro de pocos
años será grande la población y floreciente la agricultura.
No hay necesidad de presidios, en donde los trabajos y la
miseria acaban con la vida de los hombres, sin embargo de
hacerles acreedores a esta pena su insolencia y depravada
conducta. Conmútese a los vagos y malhechores este castigo;
será útil para ellos y para el Estado su destino a estos nuevos
establecimientos como igualmente a los del nuevo camino
de Girón.
XII
Proyecto Séptimo
95r
Civilizar los indios será acción gloriosa en el ministerio.
España llena un imperio vastísimo con muchos millones de
vasallos de esta naturaleza, tan sujetos y tan obedientes como
los de Europa. Si se hallara el medio de hacerlos hombres
útiles y ocupados no hay duda que sería la obra grande de
este siglo, y la mina más rica y abundante de cuantas se han
descubierto / /
hasta ahora. Yo creo firmemente que hablando de los indios
de este Reino, todos los alivios y privilegios que se intenten
CAPÍTULo
VI
167
conceder y derramar sobre ellos no son suficientes a
extraerlos del mísero estado de su inutilidad. Es necesario
arrancar de raíz la causa de su brutalidad, inacción y
ociosidad, manantial perenne de embriaguez y otros vicios
que los dominan. Yo estoy firmemente persuadido que es
necesario injertarlos para que insensiblemente se acabe su
casta y pasen al estado de zambos y mulatos. Si no degeneran
de su ser, al cabo de mil años siempre serán indios y siempre
vivirán con ellos sus pasiones naturales. El acebuche, si no
se injerta, siempre subsistirá en su naturaleza silvestre. Los
indios son acebuches silvestres y sino se injertan siempre
serán manos muertas y miembros inútiles de la sociedad.
Con consideración a este sistema se podrán expedir las
convenientes disposiciones para que mediante el santo
matrimonio se mezclen con otra clase de gentes.
XIII
Proyecto octavo
95v
Hasta ahora se ha creído que las minas son el ramo más feliz
de la Corona; pero yo, lejos de persuadirme esta verdad, soy
de parecer que son la causa de los atrasos sensibles que sufren
las Provincias. La de Antioquia, que toda está lastrada de
oro, es la más pobre / /
y miserable de todas, a proporción de la riqueza que en sí
contiene y del mayor valor y estimación que puede ofrecer
al Real Erario.En el año de ochenta tuve el gusto de pasearme
con el ejercicio de las misiones hasta por los últimos rincones
de ella. A tropas se me presentaban lo pobres, cargados de
miserias, sin embargo de estar ocupados en solicitud del oro.
Toda su riqueza y toda su abundancia está reducida a unos
cuantos comerciantes que la habitan. Parece paradoja la
proposición pero es realidad efectiva de lo que acontece. Yo
medité varias veces y profundamente la causa de este raro
fenómeno y no pude comprender cómo estando y viviendo
en el centro mismo de la riqueza, faltaba la abundancia y
reinaba la miseria. Por último, concluí que la mala versación
en solicitar el oro y la falsa preocupación de aquellos naturales
es el origen de tan triste decadencia. Convengo en que se
trabajen y fomenten las minas porque si faIta esta ocupación
168
96r
96v
EL VASALLO INSTRUIDO
descaecerá también el oro, que es el precio de las cosas; pero
abomino y tengo por errado pensamiento el que todos se
dediquen a buscar la subsistencia afanándose en lavar el oro.
La verdadera y rica mina para algunos es la agricultura, la
cría de ganados y manufacturas. Ni todos labradores, ni todos
artesanos, ni todos mineros. Es menester hacer un
repartimiento / /
de manos que produzcan utilidad al Estado y a los intereses
de los vasallos. Es preciso fomentar las minas, previniendo
que solos los dueños que puedan mantener cuadrilla para
su laboreo y trabajo las conserven y adelanten con el mayor
esfuerzo. Todos los demás que llaman mazamorreros, esto
es, los que todos los días se van a una quebrada o arroyo y se
emplean en socavar la tierra lavando el oro, se les
proporcionará el modo de promover la agricultura y las
demás producciones que ofrece la nobleza de su terreno. Este
es fecundo en los tres reinos: vegetal, animal y mineral y sólo
aguarda la ley de la sabia aplicación para entregar los tesoros
que encierran sus deliciosos campos y copiosas arboledas.
El acopio del oro que hacen estos mazamorreros se reduce a
dos o tres tomines al día, siendo el importe de cada tomín
dos reales en plata. El excesivo valor de las ropas y lo caro de
todos los comestibles no puede cubrirse verdaderamente con
el jornal diario de los dos a tres tomines que les ofrece la
ocupación en los socavones de la tierra. Este es el origen de
la pobreza y miseria que se experimenta en una tan pingiie y
rica provincia.
Destínese esta infinidad
de tropas
mazamorreras a la agricultura, a las artes, a las manufacturas
y otras ocupaciones útiles, en las que celará el Gobernador o
Juez respectivo su cuidado, aplicación y adelantamiento, y
en breves años se verán florecientes los importantes ramos
de agricultura, industria y comercio, conduciéndolos al más
ventajoso establecimiento, al que su inacción y desidia
contemplan forastero / /
por el engaño y preocupación en lavar el oro. Los primores
de frutos y producciones excelentes que la naturaleza ha
depositado en sus tierras son el campo ameno para investigar
y combinar los varios ramos de utilidad y conveniencia al
Estado y a los intereses propios de cada particular. Afánense
con incesante fatiga por descubrir las luces de este rico
CAPÍTULo VI
169
diamante y seguramente se les presentarán conocimientos
bien sensibles en los progresos de sus tareas que son la causa
de la abundancia, felicidad y ventaja, mirando desterrada la
miseria entronizada en sus pueblos por espacio de más de
dos siglos.
XIV
97r
Formados ya los hombres útiles por medio de la ocupación,
arrancados ya todos los estorbos, preparados ya los caminos
y radicadas ya nuevas colonias, se deberá contemplar el Reino
como en los principios de su pacificación. Si se tiene por
conveniente, podrá el sabio ministerio pulirlo y darle nueva
forma, brillo y esplendor, formando los reglamentos
proporcionados para extraerlo del estado del embrionismo
y presentarlo a la Europa con semblante más hermoso, útil y
ventajoso en lo moral y en 10 político. El modo de no gravar
a los vasallos y tener el Rey todo lo necesario para su alta
dignidad, para la administración de justicia y para la justa
defensa de su monarquía, es promover la agricultura,
fomentar la industria y facilitar el comercio. Conseguido esto,
nace y crece segura //
mente la abundancia y lejos de oprimir y pensionar a sus
vasallos con nuevos impuestos y contribuciones,
les
proporciona su mayor felicidad, que es una de las principales
obligaciones del Soberano. Toda la grandeza de los reyes
consiste en la riqueza de sus vasallos. Esta se adquiere por la
industria y ocupación; de suerte que será mayor o menor la
ocupación e industria de sus vasa1los. Estos mirarán siempre
con horror la infidelidad, la rebeldía, las conmociones
populares y siempre se conocerá en ellos más afianzada la
obediencia, el amor, quietud y fidelidad, viendo a su
Soberano empeñado en no pecharlos y en prepararles su
fortuna y prosperidad. Aunque estos mis proyectos ahora
en los principios les parezcan algo duros y violentos, ellos
mismos han de conocer que son la base fundamental de su
mayor prosperidad y conveniencia. El principal cuidado del
ministerio será introducir el más prudente y sabio gobierno;
radicar en la juventud el verdadero espíritu del patriotismo
mandando
formar un catecismo que hable sólo del
170
97v
98r
EL VASALLO INSTRUIDO
constitutivo de la sociedad y de las obligaciones del vasallo
para con el Rey y sus Ministros;que éste se enseñe
uniformemente en todas las escuelas públicas, y previniendo
a todos los Reverendos y Sres. Arzobispos y Obispos que
por medio de sus párrocos se instruyan los pueblos en las
obligaciones del cuarto precepto de la ley santa de Dios por
medio del mencionado catecismo, a fin de que resplandezca
en todos la uniformidad de doctrina. Establecer con todo
vigor los padrones o encabezamientos; reducir a vida civil a
todos los dispersos en el campo; expurgar las repú 11
blicas de los miembros muertos en lo moral y político; fundar
nuevas colonias, abrir nuevos caminos y construir puentes y
levantar calzadas; precisar a los dueños de muchas tierras al
cultivo de ellas, pues con esta condición se les concedieron
los títulos, o que los cedan en favor de las familias pobres
que carecen de este beneficio y no tienen en donde emplear
sus brazos, viéndose precisados a ser colonos de otros; y no
hay duda que con esta providencia los campos serán más
cultos, será mayor el disfrute y serán más copiosas y
abundantes las cosechas. Transmigrar las familias de aquellas
provincias en donde abundan y se multiplican más los
pueblos a otras más desiertas y despobladas; establecer
nuevas fundaciones, poblando las riberas del río de la
Magdalena desde Venadillo hasta la angostura de San
Bartolomé, que hay siete días de navegación arriba, en donde
no se halla población alguna, en perjuicio de la comodidad
de los traficantes y en decadencia de aquellas tierras tan
abundantes como deliciosas, en donde podían florecer más
de dos millones de árboles de cacao; proteger y fomentar las
misiones, aumentando el número de religiosos para
industriar e ilustrar a los indios bárbaros, pacificarlos por
amor, dulzura y suavidad, brindándoles con humanidad y
buen trato la protección del Soberano; y por ningún modo
abrazar conquistas violentas y sanguinarias, publicando
hostilidad y guerra contra ellos, sino en el caso urgente de
insulto a la Nación, matando 11
con barbarie feroz a los vasallos del Rey y negándoles el
cuartel de humanidad contra el derecho común de las
naciones, en cuyas críticas circunstancias es justa la defensa,
la guerra y la hostilidad.
171
CAPtruLo VI
xv
98v
Establecido este sistema se podrá ya pensar en formar los
ramos pingiies del mejor comercio porque hay miembros
útiles en la sociedad para el desempeño. El té de Bogotá, la
quina, el algodón, el añil, el corte de maderas, el azúcar, el
cacao, el beneficio de la cera, son otros tantos ramos útiles,
capaces de enriquecer la Nación. La sementera del cáñamo
y del lino, que por precisión debe producir con mucha
abundancia por manifestarse el terreno inclinado a su
producción, no es ramo de menor atención. El café,los aceites
varios y preciosos, las resinas y gomas, las esmeraldas y
perlas, el carey y la cochinilla, el ámbar y el lacre que es tan
abundante en el valle de Tenza, caminando a Tunja, cuyo
árbol que los cría se llama lanzarillo, en donde tronché por
curiosidad algunas ramas, y verdaderamente se ve destilar
el humor lacroso, todo este conjunto de preciosidades de que
es capaz este Reino, provoca ciertamente el establecimiento
más ventajoso de un ramo de opulento comercio. Las harinas,
conducidas por Carare u Opón y por el nuevo camino de
Girón, forman otro ramo de superior riqueza. Este proyecto
de las harinas penll
só establecerlo el Excmo. Sr. Marqués del Villar, Dr. Josef
Pizarro, luego que entró en su Virreinato de Santafé. Tan
propenso era a los adelantamientos del Estado que con el
mayor celo mandó abrir nuevo camino en la Provincia de
Vélez para la fácil conducción de ellas a Cartagena. Esto no
tuvo el deseado efecto por entonces, ni después lo ha tenido
muy feliz, así por la mortandad grande de hombres y bestias
que hubo en la abertura de los montes, como por la aspereza
y dificultades del camino y porque algunas harinas, con la
distancia que hay de Vélez a Cartagena y la conducción
necesaria por el río Magdalena y temperamento calidísimo,
llegaban ya podridas a la Costa. La Corona, el Nuevo Reino,
las Provincias de la Costa, la religión y el sacerdocio, todos
igualmente se interesan en este proyecto. La Corona, porque
ve enajenados los tratos clandestinos y los fraudes tan
frecuentes que se hacían en el comercio de las harinas
extranjeras; El Nuevo Reino, porque tienen salida las harinas
que de algunas provincias se pudieran mandar y expender
172
99r
99v
EL VASALLO INSTRUIDO
en la Costa; ésta, porque sus habitantes no están necesitados
a tomar las que traen los extranjeros, sean de trigo o sean de
legumbres, con el dolor lastimoso que los atormentaba de
poner en forasteras manos la plata y oro que ya nunca tendrá
giro y circulación en nuestros pueblos. Por último, la religión
y el sacerdocio, porque no fluctuaran entre temerosas dudas
si aquella harina, traída por manos de gente tan extraña como
enemiga de la religión, sea o no apta materia / /
para el sacramento y santo sacrificio. Para fomentar este ramo
tan útil convendrá mucho cortar las causas que en los pasados
tiempos le inutilizaron enteramente; a mí me parece que para
la mayor estimación de las harinas en las Provincias de la
Costa se reformen todos los molinos que se conocen en lo
interior del Reino. Para este efecto podrán mandarse de
España maestros inteligentes y prácticos en el constitutivo
de estos ingenios y máquinas provechosas a fin de que visiten
y examinen las piedras redondas que se llaman muelas;
enseñen a los naturales del país el modo de picarlas, el punto
de gravedad y movimiento que han de tener las aguas que
han de mover las ruedas, porque de aquí depende la mala o
buena calidad de las harinas y la mucha o ninguna estimación
de ellas. La ignorancia que en esta materia se tiene es causa
de que las harinas salgan quemadas o muy gruesas y tanto
uno como otro resalta en perjuicio de sus dueños y del
establecimiento de su comercio. En las bodegas de la
Magdalena no descansaron las cargas en el suelo por causa
de la mucha humedad que les inutiliza. Se establecerá una
factoría de champanes, botes y canoas por cuenta de S. M.,
quien los franqueará a los interesados de este ramo para su
fácil y pronta conducción a Cartagena, sin que se demoren
mucho tiempo en la bodega. De este modo reportarán
conocida utilidad los dueños a causa de que el Rey, como
buen padre y que desea ser felices a sus hijos, les
proporcionará / /
este principio de fomento útil, llevando un escaso derecho
por el buque, hasta que repare los costos que ha impendido
en su construcción. Si este pensamiento no es adaptable, se
podrá formar una compañía de buenos y ricos patricio s para
desviar toda especie de gravamen y opresión y facilitar los
transportes con menos costos de los que en la actualidad son
CAPÍ'fULoVI
173
necesarios. Los bogas, que son los marineros prácticos del
río, navegarán más gustosos porque serán más bien (sic)
pagados; su salario sería plata efectiva y no la mitad en
géneros de la tienda del mismo dueño de los champanes a
que les precisan en el día de hoy porque su subsistencia
depende de ellos, con conocido perjuicio de los pobres. Los
que tienen establecido su comercio en el flete de los
champanes son pocos los que en la actualidad existen; se
han hecho necesarios para la navegación en el río de la
Magdalena, pero viendo que el Rey o la compañía los
franquea más baratos a sus vasallos con el objeto de promover
sus intereses, desistirán de su rigor, cesará en aquéllos la
opresión y resultará en éstos la conveniencia y propia
ganancia. Para su más estable firmeza se podrá mandar al
Cabildo de Cartagena que la crecida cantidad de pesos que
producen los derechos del Dique se invierta en su continuo
aliño y composición y de ningún modo se permita emplearla
en otra atención. Que la boca por donde el Dique recibe las
aguas de la Magdalena se profundice lo necesa / /
lOOr rio y se ponga una compuerta firme y segura para evitar
toda especie de irrupción que puedan causar las corrientes
de la Magdalena a fin de que en todo tiempo del año sea
navegable el Dique y se puedan conducir al puerto de
Cartagena las harinas, algodones y todas las demás
producciones interiores del Reino. Quien quiere un fin ha de
facilitar los medios para su consecución. En los principios
de todo establecimiento útil es indispensable la mano
poderosa del Soberano por algún tiempo hasta que se hayan
quitado todos los estorbos. Los abusos de poca entidad se
despreciarán; los que no se puedan remover sin mayor daño
se disimularán y sólo los que se oponen a la felicidad común
son los que se han de tomar con toda fuerza sin ceder a la de
los estorbos hasta desarraigarlos enteramente. En el día
tenemos un Monarca que todo es para su Nación. En los casos
de promover su real patrimonio sin perjuicio de sus vasallos
sabe oponer un ánimo firme y constante a las dificultades
que ocurren en la ejecución de sus designios. A su ejemplo
sabe su político y sabio ministerio sostener con fortaleza la
utilidad de los proyectos que se dirigen a la felicidad de la
Nación y de los particulares, llevándolos hasta el cabo con
174
EL VASALLO INSTRUIDO
dulzura, prudencia y rigor. Los vasallos que ven los pocos
costos que tiene la conducción y transporte de sus frutos se
animan a promovedos y adelantados. Convendrá mucho que
las cajas / /
lOOv de los propios que tienen las villas y ciudades sean visitadas
por comisionado íntegro, el cual verá sus consumos, tomará
sus cuentas y les dará una asignación útil, relativa a la
plantificación de estos proyectos. Convendrá igualmente que
en la capital se establezca una sociedad de buenos ciudadanos
que, como hijos legítimos de la Nación promuevan los
adelantamientos de las ciencias y de las artes; pues con su
establecimiento florecerá del Nuevo Reino, se adelantará la
agricultura, tomará nuevo ser la manufactura, se hará feliz
el comercio, se aumentará la población, destenuará la miseria,
introducirá la abundancia, desterrará el vicio, formará una
pura y exacta historia, mandando socios por las provincias a
tomar un conocimiento imparcial de los tres ramos, vegetable,
animal y mineral, midiendo la distancia y situación de los
pueblos para confusión de los extranjeros que continuamente
nos están insultando sobre los puntos de nuestra historia. En
fin, esta sociedad, compuesta de hombres sabios, de
excelentes mozos de que abunda el Reino, en talentos y buen
gusto de las letras, hará a los hijos del Reino hombres
ocupados y útiles a la patria. El conocimiento práctico del
país, la observación del carácter y constitución de sus
naturales, mi natural inclinación a los adelantamientos
ventajosos, mi conocido amor al Soberano y el celo que tengo
de su mejor real servicio y de la prosperidad de sus vasallos,
mis ama/ /
101r dos compatriotas, me han puesto en la indispensable
necesidad de proponer proyectos forasteros a mi profesión.
175
CAPITULO VII
Demuestra que fue acto formal de rebelión contra
el príncipe la acción de tomar las armas
las comunidades en el año de 81
1
Confieso,amados lectores, qu~lo el celo del mejor real servicio
y de la salud de las almas me precisa a tomar la pluma y hablar
en este capítulo en defensa de la autoridad pública y Majestad
temporal, para desengaño y confusión de aquéllos que,
gobernados por el espíritu de ilusión, intentan desmentir con el
disfraz de injusticia en los trobutos la temeraria y rebelde acción
de tomar las armas en forma de comunidades amotinadas contra
la soberanía",Si el arriesgado manejo de una tan poderosa y
elevada materia me fuerza por alguna de tantas causas
excusable, elegiría gustoso el partido de un perpetu<?callar,por
el más seguro síntoma de cuanto puedo proponer/El celo del
ministerio y la fidelidad que profeso a mi Soberano no me
permiten el silencio/me precisan no sin trémulas voces, hijas
propias de mi temor, a vencer cobardías, a deciararme con/ /
101v tra los respetos humanos y hablar. El audaz arrojo de un General
de la sedición en quererme persuadir que no fue rebelión formal
la resolución tomada por los pueblos tumultuados en el año de
ochenta y uno, protestándome que ya se había tomado la pluma
en este particular, me ha colocado en tan triste como agradable
situación. Creo que sólo el respeto del real servicio que intento
hacer en esta desmotración quedará bastantemente satisfecho.
II
Para mayor claridad de la materia hemos de suponer qué
cosa sea Majestad y cuáles los miembros que la dividen. A
176
EL VASALLO INSTRUIDO
tan alto grado de excelencia se mira elevada esta voz:
Majestad, que en sentir de Deciano no es otra cosa que una
potestad, o autoridad sagrada, o suprema o que tenga el lugar
inmediato al honor supremo.! No se detendrá el político
instruído en afianzar en Dios la suprema potestad que por
naturaleza le compete sobre la inmortalidad del alma y sobre
la corruptibilidad del cuerpo. La del alma es debida a la Santa
Sede que se extiende a todo el universo. Ella abraza las vastas
amplitudes de los imperios, de los reinos, de los ducados, de
las repúblicas y de toda la redondez de la tierra, y ésta es
inferior al honor supremo, que sólo a Dios es debido. La del
cuerpo la goza igualmente el Santo Papa dentro de los
linderos de su Reino, tanto que no reconoce superioridad en
lo temporal como Rey / /
lUZr que es de los romanos. De esta suprema autoridad temporal
gozan los emperadores, los reyes, los príncipes, los duques y
las repúblicas que se miran independientes y ejercen la
autoridad pública por medio de su sabio y superior Senado.
Tales son los Gobiernos de Parma, Toscana, Saboya, Venecia,
Génova, Holanda y las nuevas colonias inglesas en la
América, que en el presente año de mil setecientos ochenta y
tres se separaron de la Gran Bretaña a fuerza de armas y se
les declaró la independencia en los tratados de paz que las
celebradas potencias de Francia y España formaron con la
corte de Londres. Muchos príncipes de Alemania gozan de
regalía y sin embargo de no pertenecerles propiamente el
título de Majestad por reconocer superioridad
en el
Emperador, cometen delito de lesa majestad los que
olvidados de su ser vulneran y ofenden su autoridad.
Doctrina es de Gómez a quien cita el Farinacio.2 Esta mayoría
y la potestad suprema temporal ni los reyes la pueden
enajenar, ni los vasallos usar ni prescribir. Ella es el
constitutivo de la Majestad, del cetro y corona real. Ella es
un reconocimiento supremo que por derecho divino nace con
los reyes/¿Qué confuso desconcierto se observara en el cielo
estrellado si por otra providencia intentasen las estrellas
1
2
Lib. 7 cap. 2. num. 1. de su trat. crim. (lOlv P).
Gom.Quest. 112.n. 184.(102rQ).
CAPITuLo VII
177
usurpar los rayos al sol que es el rey entre los planetas? Esta
misma confusión vieran nuestros ojos en los reinos si los rayos
de la jurisdicción suprema pudieran cederlos los / /
l02v reyes y poseerlos los vasallos. Se dividiera el Imperio y
quedara acéfalo y sin cabeza. De aquí nace que los que
audaces y despechados intentan oponerse al trono, son hijos
bastardos del Reino, miembros contagiosos de la sociedad y
monstruos rebeldes contra el padre mismo que los civilizó. !
III
No se ignora que la rebelión es una dolos a voluntad
manifestada con hechos positivos de los súbditos que resisten
a los mandatos del Príncipe y que conspiran contra su honor
y fidelidad. Por la rebelión no sólo se desprecia el mandato
superior o del Soberano sino que se abrazan y excitan
positivamente acciones que intentan obscurecer y disminuir
la autoridad real y la potestad suprema~(jTomar las armas,
alistar tropas, formar bandos, promover facciones, unir
malcontentos, fundar partidos, fomentar sediciones a fin de
ofender la real justicia, destruir el real erario, vilipendiar y
quemar las armas del Rey, hacer liga con los enemigos del
Príncipe, procurar juntas de comunidades armadas para la
tirana resistencia de los mandatos superiores, ¿qué otra cosa
es sino una formal rebelión7Esta, o se toma con todo rigor y
propiedad o no se toma. Si no se toma, el que no obedece,
lejos de toda / /
lO3r especie de dolosa maquinación al mandato del Príncipe, no
incurre en el ignominioso lunar de la rebeldía formal. Si se
toma, no hay duda que es propiamente formal rebelión el
acto doloso con que se intenta conspiración contra el honor
y fidelidad propia de los príncipes. Varios son los modos
con que los vasallos pueden intentar rebelión contra su Rey
y Señor natural. El Derecho común y las Leyes de Partida
forman su extensión hasta el número catorce 3 y Mateo de
aflictis hasta cuarenta y cinco.4 Yo, deseoso de obviar toda
3
4
Leg. 1. et sqq. f.f. ad Leg. jul. Maiest. et lego 1. tit. 2. part. 7. (103r R).
in C. 1 a n. 1. usq. ad 53 et a n. 73. usq. ad 111. (103r S).
178
l03v
5
EL VASALLO INSTRUIDO
molestia, sólo me reduciré a proponer aquéllos que tengan
identidad con los acontecimientos de las alteraciones
pasadas/Los que se separan realmente de la obediencia del
Rey y se visten del espíritu de oposición, declarándose por
parte del partido contrario es propiamente rebelde (sic) y
llama contra sí todos losjustos enojos del cielo ofendido, todos
los rayos del Vaticano, todo el rigor de las leyes y toda la
rabia y furor de la naturaleza. No es menos rebelde el que
con malignas persuasiones intenta seducir a los buenos
vasallos de la obediencia del Soberano desquiciándoles de
su natural sosiego y quietud Igual monstruosidad produce
el que degenerando del cárácter de hijo de la Nación
emprende la cruel resolución, hija legítima del más vil
pensamiento, de levantar el grito / /
sedicioso y contumaz, resistir y acantonarse contra los
Ministros regios que gobiernan los reinos y las provincias en
sentir de la Iglesia y sus doctores5 como los de la Regia
Potestad. No halla términos la voz para poder significar el
atroz delito de aquéllos que con ánimo guerrero directamente
maquinan empresas para la República o autoridad
monárquica para dar de una vez al traste con ellas y sus
recomendables respetos, o intentan afectar dominio supremo.
Este audaz impulso directamente hiere la Real Persona con
respecto a la autoridad sagrada que la ilustra y por esta causa
es sacrilegio el más horrendo. Las conspiraciones,
conjuraciones y voluntarias confederaciones con otras
muchas para cortar la autoridad regia, previendo ejércitos
sectarios y faccionario s, sin otro fin que desatender y resistir
a la voluntad del Monarca, y formando tumultos populares
con aclamaciones y confusa gritería de la plebe amotinada,
son actos y producciones legítimas de la reb~lión más formal,
como también el atentado cruel, sacríl,egb y temerario de
establecer nuevos tribunales, dar ser a nuevos magistrados
y formar consejos supremos, dando órdenes, expidiendo
leyes y ejercitando un Go / /
Text. in extravag. Qui sint rebelles, Ancharan. in elemento Pastoralis, num.
7. de sent. et rejudicat. Farinacio, q. 113 Y 112. num. 140. Gigas de cnm.
Lese Maiest. Tit. de Rebell. q. 18 paisim jure consulti. (103v T).
~.
CAPiTuLo
vn
179
104r bierno intruso, contrario expresamente a la soberanía.
Regístrese a Farinacio, Deciano, Gigante y a todos los que se
aplicaron con particular cuidado a escribir sobre el título ad
Legem Juliam Majestatis, y se verán los modos de ofender la
soberanía y la pública autoridad. Con este convencimiento,
¿qué dificultad podrá ofrecerme que me impida y perturbe
la pureza y legitimidad de mi asunto?
IV
No se puede dudar porque es tan público como notorio que
el año de ochenta y uno se levantaron las comunidades de
este Nuevo Reino y acaudilladas con las armas en la mano,
salieron a tropas de sus respectivos pueblos a juntarse en el
campo de Zipaquirá, en donde los esperaba el Capitán
general de la rebelión para formar el ejército y unir las fuerzas
rebeldes a fin de invadir bárbaramente la coFte,...expoliar a
los Ministros regios de la legítima autoridad real y causar
lastimosos estragos en los ramos de rentas de S. M. Católica.
Esta guerra fue injusta y opuesta al Derecho público. Esta
guerra fue privada y civil a causa de haberse suscitado entre
los vasallos de un mismo Rey. El derecho de hacer la guerra
es privativo al Soberano y la misma acción de publicada los
vasallos, aunque no fuera contra la Real Persona, era apoyo
incontrastable de su rebeldía por usurparse la jurisdicción
supre 1/
l04v ma que por naturaleza y religión les es negada.Ella misma
es el mejor indicante de la entera destrucción del orden
político y cristiano que consisten aquél en la subordinación
de súbditos a superiores, de vasallos a monarcas, cuyas leyes
fueran inútiles si en unos no fuera obligatoria la observancia
y en otros natural la potestad de poder compeler10s al fácil
cumplimiento
de ellas; y éste en el buen orden de la
moderación de costumbres y de todo lo que conduce a la
honestidad civil, paz y concordia de la República.Sin la
subordinación de miembros a la cabeza ni el cuerpo natural
pudiera subsistir, ni el político conservarse. En la antigiiedad
sólo se permitía a los condes, ricos hombres y grandes del
Reino levantar tropas, y armados con ellas se presentaban a
la defensa del Reino cuando improvisamente era insultado
180
EL VASALLO INSTRUIDO
por las fuerzas enemigas; y en prueba de esta facultad se les
privilegiaba con las gloriosas divisas de pendón y caldera,
que ahora son blasones distinguidos de muchas familias
españolas. En nuestra floreciente época en la que ya la Nación
es más culta, el derecho de enarbolar banderas, levantar
estandartes y formar cuerpos militares es regalía peculiar de
la Real Persona; y sólo en caso de hallarse bloqueada una
plaza y amenazada la provincia la escuadra y ejército / /
105r contrario se permite al Gobernador o Capitán general que tiene
su mando establecerlos para la precisa defensa de ella. Lo dice
Olmeda en sus elementos del Derecho público.6 ¿En qué
derecho se permite que los vasallos levanten y mantengan
cuerpos de tropas respetables para llevar adelante su
despecho? ¿Qué república o monarquía ha sufrido con
paciencia silenciosa la soberbia temeridad, la audaz presunción
y la sacrílega osadía de los vasallos que en calidad de tropas
armadas, de juntas desleales y sediciosas juzguen su misma
causa, se declaren árbitros de su litigio tomándose
temerariamente la licencia atrevida de jurisdicción suprema?
¿Yno es este despechado arranque el que en el año de ochenta
y uno, en el mes de Marzo, acreditaron los hijos de este Reino?
¿Yno esta la hidra monstruosa de los abismos que levantó su
conspirada y tumultuada cabeza, intentando con soberbia
preocupación oponerse al trono? En tan crítica situación se
hallaba el Rein9f'Sepensó desnaturalizar la religión, la política
y el vasallaje, se trastornó todo el buen orden; los miembros se
transmutaron en cabeza; los súbditos en superiores; los fieles
en partidarios; los hijos en extranjeros y el Real Erario en rentas
comunales. Formó su motín la plebe, dio el sacnlego grito:
viva el Rey Y muera el mal Gobierno. { /
l05v ¿Será esto rebelión? Continuó sus desleales atentados
paseando por las calles a son de caja, con bandera negra,
excitando en unos la desconfianza con el Rey, en otros la
contumacia a sus mandatos, en éstos la conspiración contra
la Real justicia, en aquéllos la destrucción del Erario de su
Majestad, y en todos la acción más tirana y cruel contra el
honor de la Real Persona, apedreando sus Reales armas,
6
Olmo tomo 2. pago 8. (105r U).
CAPÍTULo VII
l06r
)
181
expoliándolas de la antigua posesión de su lugar, arrojándolas
a la tierra, pisándolas con vil desprecio, haciéndolas menudos
pedazos con las lanzas, y en algunas partes sacrificándolas
vergonzosamente a las llamas en pública hoguera. ¿Será esto
rebelión? Declé!l~ós.!1~dependencia, quiso gobernarse corno
República soberana, nombró Magistrados, estableció un
Consejo Supremo, que lo componían seis Capitanes generales
con su Secretario de Estado, para la fácil y pronta expedición
de los negocios de la empresa, saliendo de este subrepticio
Tribunal los títulos de Tenientes generales, de Sargentos
Mayores, de Capitanes con las ordenanzas para las tropas,
aunque sin la formalidad propia de la milicia y los
reglamentos para los Comunes, con apercibimiento de multas
pecuniarias, de azotes y de la vida. ¿Será esto rebelión? Se
firmaban títulos de Capitanes volantes y se les asignaban
tropas a fin de que caminasen de / /
provincia en provincia, de ciudad en ciudad, de villa en villa
y de lugar en lugar para conmover a sus habitantes,
tumultuarles y atraerles al partido de la facción, condenando
los estancos reales y declararles a voz de caja por cuenta de
los Comunes para los costos de la empresa. ¿Será esto
rebelión? Se mandaron ordenes rigurosas de comisión para
que los Cabildos y los pueblos prestasen juramento de
fidelidad y obediencia a los Capitanes generales del Socorro,
amenazando con graves penas a los que se oponían con
espíritu de legítimos ciudadanos a sus tiranos y conspirados
designios. ¿Será esto rebelión? Se desarrajaban las puertas
de las cárceles reales, se ponían en libertad los presos, volvían
a sus desenvolturas y atrocidades los facinerosos a presencia
de los Ministros del Rey; iban estos fugitivos unos por los
montes y otros a la lengua del agua, sitio propio para la
defensa, contemplándose objeto de sus iras y persecuciones,
y quedando las Repúblicas desiertas de Real justicia en
atención a que el supremo figurado Consejo era el Tribunal
de las causas, en donde se trataba de quejas y se conocía de
apelación sin atender a la Real Audiencia para estos actos de
jurisdicción. ¿Será esto rebelión? Aprisionaron a un Sr. Oidor,
que en calidad de comisionado por la Real Audiencia, iba a
desempeñar los cargos y los fines de su comisión, auxiliados
de las tropas que / /
182
EL VASALLO INSTRUIDO
106v formaban la expedición por parte del Rey, a la que hicieron
prisionera de guerra, quedándose con las armas de su Majestad
y con todos los pertrechos de guerra anexos a una expedición
de tanta gravedad y conveniencia al Real servicio. ¿Será esto
rebelión? Llegó a tanto su despecho que en forma de ejército
se presentaron a las goteras de la Corte, la amenazaron con el
último exterminio y amante de su libertad, la precisaron con
precipitadas violencias y sacrílegas vejaciones a sellar y
autorizar, bajo la religión del juramento en presencia de Jesús
Sacramentado,
las más inicuas, crueles, sediciosas y
contumaces capitulaciones. ¿Será esto rebelión? Se pensaba
ya con aquéllas respirar y cobrar nuevos alientos después de
tanta languidez. Quién no creyera que después de tan penosos
afanes, sustos, cuidados y temores que lleva consigo una
general inundación de infidelidad, despecho, inobediencia,
contumacia y rebelión, que la Corte y el Rey no gozaran de
una entera tranquilidad, quietud y sosiego descansando en el
monte santo de la paz, libres del general naufragio como el
arca noemítica sobre los de Armenia? No fuera extraño el
pensamiento, ni difícil la creencia. Pero como el corazón del
hombre es tan inconstante y la preocupación es madre del
desatino, no satisfecho el cuerpo de la sedición, / /
107r hambriento de mayores insolencias y más perniciosos
desbarros, no se dio por contento de las capitulaciones de
Zipaquirá, y continuando nuevos excesos en los tumultos
populares y frecuentes motines, intentó nueva invasión
contra la Corte, con prevención de nuevas capitulaciones,
peores y de más temibles consecuencias que las primeras.
¿Será esto rebelión? Aun estando en su cuna las temerarias y
alevosas capitulaciones, los hijos bastardos de la sociedad,
lejos de llorar arrepentidos su delito, intentaron de nuevo
llevar adelante las ideas de sedición. Formóse la Junta en
una de las casas de la capital para examinar el modo de
cometer la última maldad, constituyéndose víctima dolorosa
de su furor la muerte cruel de los pocos y nobles españoles
que descuidados
descansaban
en el-eentro--~~''¡a,\
ciudad.Resolvióse por todaaquella inhumana comtlnidad j
dar el último golpe a la i'n~ncia,
degollando'a
ros
verdaderos israelitas, valiéndose para su tirana ejecución de
las pardas sombras de la noche y debiéndose juntar a las dos
CAPITuLo VII
183
de la mañana en la plazuela de Las Nieves, para acometer
furiosos como lobos hambrientos a saciar sus pasiones
vengadoras con el sacrificio de la sangre inocente y
española. Efectivamente hubiera llorado la ciudad catástrofe
tan funesta si uno de la Junta, cuyo nombre callo de propósito,
horrorizado //
l07v de barbarie tan feroz, no hubiera denunciado designios tan
crueles al Dr. D. Eustaquio Galavis, Alcalde ordinario, y éste
al Comandante general de las armas, el Sr. D. Cathani,
Ministro de la Real Audiencia, los cuales, como hijos de
Marte, lejos de conocer cobardía, juntaron las pocas fuerzas
que tenía la ciudad, tomaron las armas con valor, se
apoderaron en tiempo oportuno de las bocacalles de la citada
plazuela para impedir la entrada de los malcontentos,
aprisionaron hasta sesenta malhechores y no pudiendo
asegurar las cuatro cabezas principales, que se refugiaron
en la villa del Socorro, continuaron en la defensa de la ciudad
y de sus propias vidas. ¿Será esto rebelión? Si no fue rebelión,
a qué fin solicitar con tanto desvelo el general indulto de la
Majestad? Si no hub9 prevaricación de las leyes más sagraºªs,
¿de qué sirve la Real indulgencia? Esta misma solicitud es el
testimonio más auténtico de oposición fuerte que sufrió la
soberanía.
v
¿Hasta cuándo ha de tener duración el engaño? No se ignora
hasta dónde llega la fuerza de un empeño. Es cierto que una
pasión dominante es manantial envenenado y todo lo que
de él nace es vicioso. Aun //
lOSr que ella atormente y fatigue y consuma el corazón, no le
inquieta ni perturba. Su dominación es causa y aun autoriza
los excesos más públicos. No hay cosa que más admire que
el sistema que se forma de justicia y de razón. La ilusión
representa una metamorfosis aparente y ridícula. Manda que
los objetos hagan demostración ostentosa de su mismo
disfraz, y que se manifiesten con distintos colores de los
suyos. No falta quien descubra la máscara e inutilice las falsas
promesas del engaño; pero no hay quien quiera el sinsabor
de que se le reconvenga sobre el desvío de la verdad. El
184
ELVASALLOINSTRUTIDO
sacerdote Elí no tenía parte de envidia con Saúl, ni tirana
ambición con Jezabel, y su pasión dominante era un vicio,
sin embargo de contemplarse inocente, y fue el principio de
todas sus desgracias. La muerte de Ophni y Finees en la
batalla, la de treinta mil hebreos en el campo, la pérdida del
sagrado depósito, la Arca santa, y su inopinado fallecimiento,
son frutos de no mirar el aspecto propio de los infames
desórdenes de sus hijos, y de acomodarse al exterior
estudiado de sus procederes procurando oscurecer su misma
indignidad. La infección del corazón llega muy breve hasta
el entendimiento. Si no les hubiera dejado todo el cuidado
sin duda corriera el velo de la sobrada condescendencia y
apareciera la falsa moderación. Quien todo lo quiere negar
por último todo lo viene a confesar. Debemos hacer un buen
uso de la narración his //
108v tórica y lograremos el orden exacto de la verdad en los hechos.
Si es indisputable la toma de armas que verificaron las
comunidades para mantener su inobediencia, ¿por qué se
hace negar la rebelión?Tres causas son las que pueden
alborotar los ánimos de los vasallos, y a fuerza de confusión
sangrienta y desorden lamentable promover la guerra civil.
La primera es cuando los vasallos no satisfechos del Gobierno
de su Príncipe, parte de ellos intenta deponerle del Trono y
colocar a otro bajo del solio real, reconociéndole por legítimo
Soberano y jurándole verdadero vasallaje. La segunda es
cuando el Reino está vacilando entre opiniones y el derecho
de la Corona se disputa en las campañas a tiro de cañón y
con la espada desnuda, estando indeciso entre los
competidores, formando cada uno bandos poderosos a fin
de vencer el uno o el otro, acarreando un sinnúmero de
calamidades a la Nación. La tercera es cuando los vasallos
no desnaturalizando a su Rey y Señor natural de su legítima
soberanía, repugnan la obediencia de alguna de sus ordenes,
y formando sacrílegas facciones se sublevan y toman las
armas para conservarse en la inobediencia. Estas tres clases
de guerra son objeto de injusticia y principio de oposición
con los derechos natural, divino y político. En las dos
primeras observaré un perpetuo silencio, //
109r por no decir relación con la materia de que trato. De la tercera
haré el uso que convenga. Ella se mira contraída en términos
185
CAPtruLo VII
formales a la conmoción general de este Reino y está
identificada con los alborotos de las comunidades en tiempos
de Carlos V. Abrumados los españoles del Gobierno de los
flamencos, resistieron a sus desórdenes en el mismo tiempo
que el Rey se hallaba en Aquisgrán para ser coronado
Emperador de Alemania, y mantuvieron con armas la
inobediencia el espacio de dos años; pero al fin fueron
derrotados los sediciosos en los campos de Villalar en las
inmediaciones de Toro. Fueron éstos reputados por traidores,
y declarados como tales, sufrieron el duro golpe de la espada
del Rey ofendido. La inobediencia a las ordenes superiores
fue el origen de la guerra civil que abrazaron las comunidades
de Castilla. y siendo la sublevación del Nuevo Reino
principiada y fomentada con armas por los Generales del
Supremo Consejo de Guerra (así se firmaban) a instancia y
violencia de la plebe sediciosa y tumultuada para mantener
con despechados
arrojos la resistencia a las órdenes
superiores, no queda lugar sino para la ingenua confesión
de la formal rebelión y para las solicitudes de la verdadera
reconciliación. N o hay causa que la excuse, no razón que la
vindique ni Tribunal que la apoye. //
l09v
VI
Al vasallo no le toca examinar la justicia y derechos del Rey,
sino venerar o obedecer ciegamente sus reales disposiciones.
Su regia potestad no está en opiniones sino en tradiciones*
(en el texto original figura la palabra "traiciones";
consideramos que la sustitución que propone E. Posada
concuerda con el significado de la frase), como igualmente
la de sus Ministros regios. El espíritu de persuación audaz y
partidaria es el que obra en este particular. Al vasallo no le
es facultativo pesar ni presentar a examen, aun en caso
dudoso, la justicia de los preceptos del Rey. Debe suponer
que todas sus órdenes son justas y de la mayor equidad. Le
será permitida la humilde representación a fin de que mejor
informado el Soberano revoque y modere su real voluntad.
Por repetidas leyes tanto civiles como reales y canónicas, está
prevenido que, cuando se contemplare injusticia, falsedad o
contradicción en las Reales Cédulas, provisiones reales y
186
EL VASALLO INSTRUIDO
mandatos superiores, se informe al Príncipe, al Concejo o
Tribunales que los expidieron y quedando bien instruídos
de la verdad, provean otro decreto; y no hay duda que luciría
con más finos brillos el superior celo de la justicia por la nueva
súplica que se presenta a las gradas de la superioridad. El Sr.
Felipe V, de feliz memoria, Rey de España y América, asilo
de pobres y protector de oprimidos y verdadero padre de la
patria, con su acostumbrada discreción y sabiduría, concedió
esta libertad a sus vasallos por / /
11Or decreto de siete de Febrero del año mil setecientos y quince y se
halla en los autos acordados de la novísima edición.7 La
obediencia y no el cumplimiento es lo que abraza el espíritu del
decreto. Si la súplica es desatendida, y no se le suplica la suerte
de felicidad que tenía esperanzada, el sufrimiento es necesario
y la conformidad con el tiempo indispensable. Las súplicas que
inmediatamente se dirijan a la Real Persona deben contemplarla
como término último de su acción y lejos de todo espíritu de
preocupación, deben retirarse y subsanar su fin, rogando al
Todopoderoso por aquél que tanto procura la felicidad de su
Nación, en caso de no ser oídos.Es el último lugar de la apelación
y jamás sería lícito al vasallo en la ley de Dios, de la naturaleza
y de la política llevar adelante su pretensión por medio de las
conspiraciones, alborotos y motines, los que bien lejos de
conducir al bien público, lo destruyen y acaban. Todo el orden
político y monárquico se perturba y todos los miembros del
Reino se abanderizan bajo diversos respectos y mandos,
dividiéndose en facciones y bandos, daño que aunque se logre
el fin, es irreparable por mucho tiempo. El medio de defender
los vasallos sus respectivos derechos contra el Soberano con
tumultos populares y rebeliones es camino tan pernicioso y
opuesto a la naturaleza, a la religión y a la misma política que
aun en / /
110v caso de Gobierno tiránico, es doctrina errónea condenada
por la Iglesia solicitar conspiraciones contra la Real Persona
del Monarca, a quien el mismo Dios colocó en el Trono, lo
que demostraré en otro capítulo.5i las órdenes o reales
providencias salieron de algún Tribunal subalterno, a éste se
7
Auto 70. tit. 4. Lib. 2. (llOr X).
CAPtroLo VII
11Ir
187
debe dirigir la representación, por vía de súplica y no de
temeraria amenaza; y caso que su queja de agravio o injusticia
no sea oída, entonces se debe dar el curso regular, que es
apelar de uno a otro Tribunal superior o por la vía reservada
dar cuenta a su Majestad esperando con resignada y
subordinada resignación la última real determinación.
Tomarse la justicia por sus manos, atrincherarse contra el
Ministerio, tomar las armas para no obedecer al Gobierno y
mantener el despecho, esto es extremo de perdición y lo que
no se puede pintar sjn el más sensible dolor. Esto es vulnerar
el honor real, desatender su regia potestad; es, en fin, irrogar
al Príncipe la injuria más atroz y el vejamen más sacrílego.
Todo lo que es fomentar la sedición y dar calor a la rebeldía
contra un Príncipe legítimo, es producción monstruosa de la
pasión más despechada. Todo lo que es causar perturbación
en el Estado y división en los miembros políticos de la
monarquía es ajar la suprema autoridad, es desmembrar la
Corona, es dividir el cetro, / /
es lo que sólo el silencio puede declarar. j Qué consecuencias
tan tristes! ¡Qué destrozos tan lastimosos! ¡Qué desconciertos
tan sensibles! i Y qué arroyos de sangre tan fúnebres! Todas
estas acibaradas desgracias son efectos dolorosos de las
acechanzas conspiradas contra el Gobierno. ¿Quién ignora
que la voz de los Ministros es la del Soberano? Se sabe que la
soberanía la heredó del mismo Dios, quien lo constituyó
príncipe absoluto en lo temporal. El por sí solo no puede
atender al Gobierno de la Corona o de la Nación. Necesita
de ministros sabios que gocen del don de gobierno, que sean
fieles y amantes de la gloria del poder y grandeza del Estado,
en quienes pueda depositar su autoridad real para la
administración
de justicia, protección de las viudas,
subvención de pobres y libertad de oprimidos y descargar
en ellos parte del peso que le oprime. Ellos son el acueducto
cierto y canal seguro del Gobierno y los instrumentos de su
mando. Sus órdenes merecen el mismo respeto y veneración
que las del Rey porque representan el carácter del mismo
Soberano. Las imágenes de Dios, sin embargo de ser una
pintura material, son objeto de culto de Patria y del mismo
obsequio religioso debido al mismo Dios, sólo por el respeto
y relación que dicen a su original. Pensar lo contrario es
188
EL VASALLO INSTRUIDO
incidir en el craso error de los iconoclastas, perseguidores
crueles de las sagradas imágenes, cuyo promotor principal
fue León Isáurico y cuya doctrina cruel y perniciosa fue
condenada por nuestra / /
111v madre la Iglesia en varios y repetidos Concilios. Los Ministros
del Rey son imágenes vivas de su Real Persona, son vicarios
suyos en lo temporal, son alma del pueblo, y sin embargo de
llevar el carácter de vasallos en consideración al ser de
personas privadas y aun públicas, merecen el mismo orden
de veneración y obediencia debida al prototipo, por el respeto
y relación que dicen a la Real Persona, cuyo carácter y
potestad resplandece y brilla en ellos con mayor claridad
que la luz del sol en las estrellas. Si el solicitar conspiraciones
contra el Príncipe para sacudir el pesado yugo es doctrina
condenada por herética en el Concilio constanciense,
gobernando Martino y la Santa Sede, como fundada en los
errores de Wiclef y Juan de Us, anatematizados por cuatro
Patriarcas, cuarenta y siete Arzobispos, ciento sesenta
Obispos y quinientos sesenta y cuatro Abades y Doctores,
con presencia del Emperador Sigismundo y del Papa Juan
XXIII,Presidente de las dos primeras sesiones; por la misma
razón no será lícito en ningún caso conjurarse los vasallos
contra los legítimos Ministros del Monarca, y tomar las armas
acompañadas del grito sedicioso, j viva el Rey y muera el mal
Gobierno! i Oh, y que falsa preocupación! Oarle vida al Rey y
muerte al Gobierno es un fantasmón de religión y política
que se forman a la moda y gusto propio los que no quie / /
112r ren reconocer vasallaje, ni Gobierno que los mande, ni Rey
que los domine, sino vivir a su libertad, al desenfreno de sus
pasiones, a las anchuras de su espíritu inquieto, que no se
alimenta sino de motines, sediciones y alborotos populares.
Conservar la vida del Rey dejándole sin alientos vitales a
sus Ministros es concederle a la Real Persona sólo una sombra
vana de su real nombre. Separar al Príncipe del mando en
las monarquías es constituir al Gobierno monstruo sin cabeza;
es decir, que la potestad de los Ministros no es real y que sus
órdenes no dimanan y provienen inmediatamente de la
autoridad pública; y esto ¿qué otra cosa es sino abrir puerta
franca para la rebelión e inobediencia? ¿Los vasallos, o están
con la creencia de que el Rey no gobierna o de que sus
CAPfTuLo VII
189
Ministros mandan independientes
del Soberano? A
cualquiera playa que arrimemos no hallamos seguridad en
el puerto; infaliblemente naufragamos en la angostura de la
conjuración. Porque si el Príncipe no gobierna, aunque no se
observe el orden político ni se obedezcan las órdenes, cédulas
reales, no será acto formal de inobediencia y contumacia a la
real voluntad; pues no teniendo ésta influjo, no puede
verificarse la falta de subordinación al Rey, si no es que para
ello tenga privilegio la imposibilidad. Si el Gobierno manda
independiente de la Real Persona, ya no hay obligación de
respetarle, obedecerle ni venerarle, a causa de que se
contempla por los mismos / /
112v vasallos con independencia del Rey y en tal caso los Ministros
son personas privadas, no representan el carácter del Rey y
dejan de ser vivas imágenes suyas. En esta suposición ni se
obedece al Rey ni al Gobierno; cada uno vive según la
abundancia de su corazón, quedando en libertad para
apandillarse y agavillarse con facciones y conspiraciones
temibles, que no pueden ser útiles ni al Rey, ni a los vasallos,
ni al Reino por los destrozos, desolaciones y perjuicios,
compañeros inseparables que son de las alteraciones públicas _
y turbación de las provincias. Para obviar tan perniciosa
semilla y no representar las calles, las plazas y los campos
almacenes de cadáveres de que son testigos arrepentidos las
Flandes en tiempo de Felipe II; la Francia en la muerte de
Carlos VI, que fue civil por haber quedado incapaz de
gobernar por sí, moviéndose la competencia entre los tres
Duques de Berry, Orleans y Borgoña; Inglaterra en el
fallecimiento de la Reina Isabel; y Castilla y Portugal por
haber muerto el Rey D. Fernando, que casó a disgusto del
Reino con Da. Leonor de Meneses, cuyos alborotos, de la
mayor magnitud, se cortaron con el brazo fuerte de la espada;
es preciso confesar que el Gobierno de los Ministros merece
la misma obediencia que le es debida al Soberano desde el
instante que el Reino lo reconoció por Señor: de otro modo le
es imposible gobernar el Estado y / /
113r conservarlo en justicia, paz y religión. El mismo Dios nos
manda por San Pedro la sujeción a los Ministros regios.«Vivid,
dice, sujetos a toda humana criatura por Dios. Al Rey en
primer lugar y después a sus Ministros, enviados para castigo
190
EL VASALLO INSTRUIDO
de los malhechores y premio de los buenos ciudadanos
porque esta es la voluntad de Dios.»Asíhabla San Pedro.8 Si
esta es la voluntad de un Dios autor de la soberanía, es
conocido el error con que se procedió en el año de ochenta y
uno, desnaturalizando enteramente las leyes del vasallaje y
contradiciendo abiertamente a los estatutos, reglamentos e
instrucciones para el mejor real servicio que por orden
expresa del Rey formó en su real nombre el Sr. D. Juan de
Piñeres, Regente de esta Real Audiencia y Visitador general
del Nuevo Reino. Con tan rápidos progresos caminaba el
establecimiento de las rentas que el mismo Soberano
manifestó su particular complacencia y entera satisfacción
del estado tan ventajoso en que se hallaba su Real Erario,
siendo otras tantas leyes inviolables los estatutos aprobados
por su Majestad Católica. Olvidados los hijos del Reino del
carácter glorioso que representaban, y acostumbrados a la
libertad de contribuciones con que siempre se les ha tratado,
degeneraron del blasón de pacíficos y se constituyeron
partidarios de la inquietud y sedición. Empezaron a faltar a
la fe que debían a su Príncipe, cuya / /
113v principal ocupación es su misma felicidad; se conjuraron y
rebelaron contra su misma imagen, el Sr. Regente Visitador;
repudiaron sus órdenes y se oyó la voz triste de la
conspiración: ¡muera el mal Gobierno! Se prendió el fuego en
la casa del mismo Soberano y como se trataba de intereses
encontró preparado el corazón y en breve tiempo se
derramaron sus llamas por una gran parte del Reino,
haciéndole gemir bajo los estragos de su voracidad. Se
concibió un mortal odio contra un Ministro de tan noble
corazón, de tan aventajados talentos, de tanta integridad de
costumbres y el más amante de la equidad, de la religión y
del buen orden público, el cual se vio precisado a retirarse
de la Corte y fugitivo caminar por sendas y veredas
desconocidas, ásperas y peligrosas, llevando consigo las
fatigas y desconsuelo, compañeros legítimos de su cuidado.
En todas partes se le representaba su persecución con aspecto
airoso de la más infeliz suerte, hallando conspiraciones en
8
Epist. 1. c. 2. v. 13. (113rY).
CAPtruLo VII
191
cuantas partes discurría en donde no se le proporcionaba la
seguridad. Veía el desconcierto inquieto de las Repúblicas,
el ánimo feroz de sus miembros, atropellados los fueros más
respetables, trastornado todo el buen orden de la justicia,
amenazados los Tribunales, interceptados los correos,
destrozado el Real Erario y cantando victorias muy ufanos
los tumultuados, con / /
114r tinuaban los despechos aun cuando se miraba fuera de
esta ciudad, lo que arguye no ser sólo el Ministro del Rey
objeto de sus iras sino que su furor y rebelión se extendía
más allá de lo que significaba la voz común. Otros debían
ser los proyectos, otras las ideas si merecen atención los
sacrílego s y denigrativos pasquines que daban al público.
Uno de ellos indicaba ser intruso en estos dominios el cetro
español, y que este Reino no es por juro de heredad, siendo
ilusión forzosa la licitud de expoliar de la real investidura
y de derribar del Trono al que reina sólo por Dios. Lo que
es cierto es que en uno de los tantos pueblos que tiene el
Reino prevaleció la audaz avilantez de proclamar
públicamente otro Rey repudiando al que nos protege y
gobierna. El espíritu de la preocupación en algunas
concurrencias inspiraba crueldad y tiranía en nuestro
piadoso Soberano el Sr. D. Carlos III. Yo no me quiero
detener en sindicar estos partos sedicioso s, producciones
propias de la conspiración contra la Real Persona. Sola mi
atención se coloca y sitúa en la esfera de la formal rebelión
que intento demostrar con la inconsiderada resistencia que
las comunidades
armadas hicieron a las órdenes y
establecimientos del Sr. Regente Visitador. La pureza y
legitimidad de su Ministerio nada equívoca parece y por
término ninguno puede llamarse a disputa. Ahora pues:
¿o los reglamentos de su nuevo establecimiento visten la
justicia o se hallan des / /
114v nudos de ella? Si les acompaña la religión y civilidad de la
justicia, ¿qué mayor atropellamiento se puede pensar con el
desprecio formal que se hizo a un legítimo comisionado del
Rey con la mira al real servicio? Si les falta la equidad y por
este motivo se rebelaron y tomaron las armas para no
subordinarse a la injusticia, por la misma razón se declara la
formalidad y contumacia de la rebeldía. Es intentar acción
EL VASALLO INSTRUIDO
192
presuntuosa contra el Príncipe, que es el alma del cuerpo
civil y la salud de todo su amado pueblo; debe interesarse
más que otra cualquiera nación en la veneración y respeto
de su Real Persona. El vulnerar el honor real acriminando
temerariamente al Rey de cruel, tirano e injusto, pues apoya
y da firmeza con su aprobación real a unos estatutos injustos,
crueles y tiranos, arreglados para el seguro Gobierno del
Reino en los ramos de rentas, es querer que muera el Rey,
pues si la causa de condenar a muerte al mal Gobierno es la
crueldad y tirana injusticia de sus órdenes, según el tenor de
las cartas convocatorias para la conspirada rebelión siendo
aprobadas por el Soberano, no queda la menor duda que se
le adjudica a la Real Persona la misma pena de muerte que
al mal Gobierno de su Ministro. O es afirmar que él no
gobierna, que se deja gobernar ciegamente de malos
Ministros. Cualquiera proposición / /
115r que se sostenga, es agravio de la mayor ponderación contra
la Persona del Rey. El examen de la justicia o injusticia es
privativo del Soberano en sus reales mandatos, y los
súbditos deben estar bien persuadidos y tener la seguridad
que sus órdenes todas son justas y relativas a la salud del
pueblo. Este buen orden fue abiertamente desatendido. Se
constituyeron ellos jueces árbitros de su rey,y su depravada
voluntad se declaró ley absoluta en causa propia, fallando
contra toda ley, costumbre y razón ser injusto cuanto se
había propuesto y mandado por el Gobierno de rentas. Ellos
se fingieron cabeza del Reino reuniendo en sus personas
todo el poder, majestad y soberanía que pertenece al cuerpo
entero del Estado, constituyéndole monstruo horrible de
dos cabezas y dejando marchitada y ajada su hermosura,
descuadernada la perfecta concordia de los miembros y la
mutua relación que interviene entre ellos y la cabeza, la que
sólo debe ser una y la que ha de representar todas las
acciones de la Nación, corriendo por su cuenta la
conservación del cuerpo de quien es cabeza. Ellos se
usurparon la autoridad soberana y defendieron su derecho
en el campo con las armas del despecho y de la sedición.
Condenaron la injusticia sin el auxilio de los regios
Tribunales, no atendiendo a los términos legales que pedía
la naturaleza / /
1
CAI'truLo VII
193
115v de su causa. ¿Qué representaciones hicieron los Cabildos y
Procuradores generales para que mejor informado el Ministro
revocara o reformara sus órdenes? ¿Qué recursos se formaron
para el remedio? ¿Qué súplicas se presentaron a las gradas
del Trono? ¿Qué alegatos se trabajaron para la demostración
de las pocas fuerzas en que se hallaba el Reino para sufrir el
peso de tanto gravamen? Yo creo firmemente que no se ha
dado lección alguna sensible de la improporción de los
nuevos tributos. Pero yo quiero suponer que se hayan
practicado todas las diligencias para el recurso y que no se
hayan apreciado todas las demostraciones de insufribilidad
en el Tribunal mismo que produjo tales establecimientos: con
todo, aunque no se dio lugar al recurso, no era facultativo de
los pueblos la conspiración y el alboroto popular para la
libertad de los nuevos impuestos. Necesaria era la resignación
y preciso el sufrimiento, haciendo con subordinación presente
al Rey el estado de calamidad y miseria, causas a la verdad
que no pueden sufrir el pesado yugo de las nuevas
contribuciones que se exigían según la expresión de las cartas
de la rebelión. Y en la indispensable urgencia que la católica
Majestad no atendiera a los clamores de sus vasallo s
oprimidos, y que no decidiera / /
116r la injusticia de los gravámenes a que por nuevo estatuto
estaban obligados, no debían cobrar orgullosas confianzas a
costa de la sensible turbación y desconsuelo de los buenos,
íntegros y virtuosos patricios; pero sí obedecer con humildad
como lo enseña San Agustín.9 Negarse absolutamente a la
obediencia y resistir contumazmente al orden superior es loca
presunción, es arrojada temeridad. Cuando se contemple
arduidad en los estatutos y mandatos, la triaca de esta
amargura será la oración y no la venganza.La falta de
obedecimiento es objeto de vileza y deslealtad. En la guerra
la voz del General es la prevención puntual para la pronta
ejecución. Ala primera señal de avanzar trepan los soldados,
hacen frente al enemigo, no temen el peligro, avanzan entre
infinidad de tiros, vencen cuanto hay dificultoso en lo que se
manda porque la hesitación se tiene por cobardía en las
9
S. Agust. Lib. vigo 2. Contra Fausto. (1l6r Z).
194
EL VASALLO INSTRUIDO
ordenanzas. Es verdad que los amigos de la inquietud
reputan por muy duro y áspero este precepto, pero la oración
hace suave su observancia. La Religión allana las dificultades
y separa cuantos estorbos se ofrecen en su cumplimiento.
Los fundamentos de la Iglesia nos persuaden que sin embargo
de sentir la repugnancia, la violencia y el yugo, somos todos
vasallos de un mismo Rey y miembros de Jesucristo. Cuando
Dios nos manda obedecer al Rey / /
116v y a sus Ministros, ¿quiere acaso que no percibamos la
repugnancia y seamos insensibles a la violencia a que nos
provocan las pasiones tumultuadas? ¡Ah! ¿qué necesidad
había entonces de que nos preceptuase la obediencia al
Soberano y la sujeción al Gobierno si en virtud del precepto
solamente quedáramos obligados a obedecer en aquella parte
que se nos acomoda y en la que hallamos nuestra propia
felicidad y conveniencia? En este particular el corazón de
los vasallos no necesita de precepto: él mismo es su propia
ley. El precepto supone dificultades qué vencer por nuestra
parte. Dios previó que su observancia nos había de estimular
en muchos casos a la perturbación, al desenfreno y a la
conspiración; y por lo mismo nos impuso el precepto. La
corrupción de la naturaleza que nos vino por el pecado
original es la que levanta del corazón vapores negros de
estupidez y desconfianza, y éstos los que forman las densas
nieblas de la infiel resistencia. El sufrimiento santo y la seria
reflexión del precepto serán el viento cierzo que
descombrarán el cielo de la recomendable tranquilidad.
Confesemos la rebelión y los males que induce en los reinos;
pero no dejemos de la vista la inconsideración e ignorancia
con que procedió la dolosa voluntad de los que se alistaron
bajo sus negras banderas. Levanten / /
117r el corazón a Dios los pueblos cuando juzguen que se les
oprime y lastima y esta oración será el torcedor firme del
despecho y de la contención; no se dé creencia a los falsos
sabios del mundo que llaman lo bueno malo y lo malo bueno.
Ellos son una secta partidaria que forma trincheras y
armamentos contra el Evangelio. Brilleen todos, a pesar suyo,
la obediencia ciega al Rey y a sus Ministros, que esta es la
divisa que nos ennoblece en presencia de Dios y de los
hombres.
CAJ>truLo VII
195
Vil
TIempo habéis tenido, joh pueblos seducidos! para reflexionar
las funestas resultas que ocasionan los desórdenes dimanados i
de la seducción y del engaño y para haber conocido por la
experiencia la infinidad de males a que os exponíais luego
que pensasteis por un momento sacudir el suave yugo de la
subordinación a las legítimas potestades. El abandono de
vuestras familias, el atraso de vuestros intereses, la precipitada
fuga para ocultaras en los montes y lo que peor es: los interiores
gritos de vuestras conciencias, son otros tantos motivos de un
verdadero arrepentimiento y de un seguro desengaño y de lo
mucho que interesa el vasallo en mantener la paz y quietud
en medio de los pueblos sabiamente gobernados. Para .
fortificaros más en vuestros fir / /
117v mes propósitos, podéis comparar ahora que lográis el fruto
de vuestra seguridad con el perdón general, aquellos infelices
tiempos de revolución y trastorno en que el espíritu de
tinieblas se difundió por todos esos lugares confundiendo la
equidad con la injusticia y prefiriendo a la obligación las
pasiones; tiempos en que destruyéndose recíprocamente los
unos a los otros, todos igualmente hubieran gemido bajo el
pesado yugo de la opresión. Por fortuna vuestra y grande
consuelo mío, rayó en tiempo la luz del desengaño y aún no
acabáis de admirar la propia felicidad de que ahora gozáis,
libres de aquellos peligros, reconciliados con el Dios de las
Misericordias y perdonados por nuestro amado Soberano.
197
CAPITULO VIII
Contiene la justicia de los tributos y se proponen
los motivos tan justos de su contribución
1
Aunque el último capítulo que antecede es muralla
incontrastable que resiste a los tiros más furiosos que disparó
la maliciosa emulación de los tributos, sin embargo, para el
mejor desengaño del / /
118r vulgo ignorante y confusión de los autores de los libelos
infamatorios
de la mejor conducta y del honor más
sagrado, tumultuando
la plebe con sus pasquines
cismáticos y sediciosos, produciré mi dictamen sobre la
justicia de los tributos. Pero antes de entrar en su
constitución quiero manifestaros el origen, el progreso y
actual estado del patrimonio de los Soberanos. Las causas
de su justificación
son la dignidad
soberana,
la
administración de justicia y la defensa de su corona. Es
obligación primaria de la naturaleza y de la Religión en
los vasallos contribuir en los alimentos necesarios para la
grandeza y soberanía de sus respectivos Príncipes. En esto
nada más hacen que mirar por sus propios intereses, pues
sin la debida contribución,
ni los Soberanos podrían
establecer en sus dominios la administración de justicia
ni podrían reprimir y contener la tirantez y el orgullo de
las naciones enemigas. El estado bárbaro no ofrece otras
rentas a los pueblos y a sus Jefes que las que adquieren
por la rapiña; o bien sea de fieras, de animales del campo,
de peces, de yerbas, de frutos y de todo aquellos que se
contempla común; o bien sea guerreando unos con otros,
despojando el más fuerte al más débil o el más bárbaro al
más culto de lo que es propio suyo. En cuanto a lo primero,
198
EL VASALLO INSTRUIDO
en toda la edad de los dioses, que llaman los poetas, no se
conocía otro sustento que el de las / /
118v fieras. Hornero, diligente observador de las voces antiguas,
nos hace memoria en el libro primero de la Ilíada, verso
doscientos setenta y ocho, queriendo significar los centauros,
es decir, los bueyes silvestres con que se alimentaban los
dioses y los héroes, que la rapiña, o por otro término,
ocupación, es el único fondo que el estado bárbaro tenía para
mantener a sus pueblos y Jefes, como acontece ahora en el
Canadá septentrional y en la Tartaria. Esta rapiña, si es que
merece este nombre, porque propiamente es ocupación, es
justa en aquellos montes, campos, ríos, lagunas en donde no
se conoce prohibición por el Rey o sus Ministros. Yen cuanto
a lo segundo, sabemos de cierto que los iroqueses, caribes y
algunos salvajes del Brasil, de la California en la América,
los agaies y otros muchos pueblos en el Africa y algunos
tártaros en el Asia, vivían de rapiña. Varios ejemplos
admiramos en las antigiiedades de la Grecia y de la Italia del
modo de vida que tenían los pueblos salvajes. Los más
antiguos piratas y salteadores eran aplaudidos como los más
famosos conquistadores,l y se suscitó esta segunda barbarie
en la Europa, que duró hasta el siglo XIV./ /
119r En aquellos infelices tiempos no tenía la guerra otro objeto
que el hurto y la rapiña y por esta causa manifestaban
particular complacencia los piratas y salteadores cuando se
publicaba la guerra. Ocupadas por los conquistadores
aquellas Provincias en donde reinaba más la cultura,
repudiaron la ociosidad bárbara y se entregaron a una vida
menos silvestre. Tales fueron los tauros en la China, en la
India y en el Corasan; y los europeos en la Inglaterra, en la
Francia, en la Italia y en la España. Tomó mayor extensión su
mando, y con este motivo fue necesario cimentar un
patrimonio más sólido para la conservación del honor y
magnificencia del Estado. Se apropiaron para este efecto
varios pedazos de tierras, de bosques y una multitud de
esclavos. Este fue el origen de las primeras rentas, cuyas
dehesas eran los terrenos en donde pastaban los bueyes,
1
Tucides (sic).Lib. 1. (1l8v A).
CAPtI1JLO
vm
199
corderos, vacas, cabras, caballos, puercos y demás animales.
Los prisioneros de guerra eran los pastores que guardaban
los ganados. Estos perdían la libertad y se hacían esclavos,
empleándose igualmente en la agricultura, a quienes
llamaban las leyes bárbaras colonos de los vencedores. A esto
se agregaron otros ramos como son los de minas, sal, vino,
cerveza y en algunas Provincias las pieles de los animales y
la pesca de las perlas y las conchas. Cuando la Francia y la
Inglaterra fueron / /
119v trofeo del valor de los daneses, de los sajones y de los francos,
no conocían los Soberanos otro patrimonio. Las pieles del
arminio todavía están estancadas en la China y Moscovia; el
azafrán en Italia; las conchas purpuríferas en el Congo; las
perlas en el Malavar; los diamantes en el Indostán y las
esmeraldas en España. No tuvieron otras regalías en Italia los
godos y los longobardos. A éstas se agregaron las penas
pecuniarias cuyas multas eran o de los ofendidos, o del común,
o de los Barones. Este ramo fue protegido por las leyes tánto
que no había delito, por criminal que fuese que no se redimiera
con dinero. En Petersburgo está en toda su fuerza un Tribunal
que conoce de los atentados de poco momento, castigándolos
con multas a favor del Fisco.Las leyes godas, ripuarias, sajonas,
lombardas no tuvieron otro objeto en los delitos de homicidio,
de adulterio, de sacrilegio, de incendio, de rapto, de robo y
otros, que la satisfacción con dinero avaluando a razón de
sueldos como lo pedía su mayor o menor gravedad. En los
tiempos de la barbarie más feroz procuraban los Soberanos
hacer prisioneros a los otros Príncipes, con quienes no tenían
alianza O pacto de familia; y este hecho les producía una
infinidad de miles de pesos por causa de su rescate, siendo
éste un ramo pingiie, que entraba en su Real Erario. Sólo a
Ricardo, Rey de Inglaterra, / /
120r le costó dos millones su libertad, que le entregó al Emperador
Enrique por haber sido prisionero en sus dominios cuando
volvía de la Tierra Santa. En los tiempos semibárbaros estas
eran las rentas públicas que gozaban los Soberanos. Luego
se establecieron otras en el ramo de comercio, aumentando
sus productos con los derechos de entrada y salida que
impusieron a los frutos y manufacturas. Esta imposición la
sufrió igualmente el comercio interior con alcabalas, peajes
EL VASALLO INSTRUIDO
200
y otras contribuciones. Nada de todo esto podía soportar los
gravámenes de la Corona; fue preciso inventar nuevo método
para conservar la magnificencia y el poder a que se elevaron
los Reyes. Los donativos que ofrecían los grandes Barones,
las tierras y los lugares eran las rentas voluntarias que se
conocieron en los primeros tiempos de los Reyes de Europa.
Conocieron
éstos que era mejor acierto darles un
establecimiento fijo, y con este principio se fundaron las
quintas, décimas, décimasquintas, vigésímas partes sobre las
tierras y los frutos, añadiendo el ímpuesto por cabeza. Estos
donativos son superiores a la contribución ordinaria y
verdaderamente son el fondo más opulento de los Príncipes,
porque son los / /
120v recursos de que se valen en las necesidades de su Nación y
por esta causa deben procurar su mayor poder y abundancia.
Por último, para sostener los gastos de la guerra y la grandeza
de las Cortes fue el único arbitrio que se tomó el recibir dinero
a interés, hipotecando los Reales ramos más seguros cuando
no bastaban las demás rentas. Este es el origen, el progreso y
actual estado de patrimonio de los Soberanos.
TI
La pensión que se carga sobre los ramos prediales y frutos
interesantes de los súbditos para la decente dignidad del
Soberano, y costos necesarios para la gloriosa conservación
del Estado, es toda la esencia de los tributos. Antiguamente
los nuevos servicios que el Príncipe pedía al pueblo se
repartían entre las tribus y éstas son las que etimologian el
tributo. La formación antigua que se hacía del campo romano
en tres partes, como igualmente la de la ciudad, es la que da
el ser y dominación a las tribus. Cuando la contribución mira
la congrua sustentación del Rey y su casa Real es tan forzosa
y legítima como que es su regular y ordinario patrimonio, y
este tributo es una indispensable ley, que los / /
121r Romanos llamaron canon; el donativo que los pueblos
estimulados de su gratitud y lealtad al Príncipe hacen al Real
Erario, bien lejos de la intervención
e influencia del
Ministerio, se apellida oblación, y ésta es la que verifican los
de Roma en sus Provincias. El repartimiento que el Rey o su
CAPtruLo VIII
201
Gobierno derrama con orden expresa de su pago se intitula
indicción, lo cual acostumbraban igualmente los Romanos,
valiéndose abiertamente de su poder, sin respeto alguno a la
aceptación del publico ni al consentimiento de la República.
No se puede citar a disputa, sin menoscabo de la regia
Potestad, el derecho de los Príncipes en asunto de imponer
cargos a los vasal10s y de agravarles o pensionarles con algún
nuevo tributo o servicio. El derecho natural y divino no
asignan restricción a la suprema potestad de los Soberanos;
les dejan toda la amplitud de su poder y completo dominio,
lejos de toda prescripción, para aumentar o disminuir los
derechos de su Real patrimonio, sin tener necesidad de
consultar con el cuerpo la sociedad. Este le ha franqueado
sin coto ni término todos sus poderes para que haga de ellos
el uso que convenga. Por su cuenta corren los intereses,
derechos y obligaciones del Reino; y si fuera necesario el
consentimiento
del pueblo, sufrieran la más sensible
destrucción los vínculos de la misma sociedad, / /
121v el buen orden de la tranquilidad, la paz, la obediencia,
conocieran la turbación y todas las partes fueran ocupadas
del eco bullicioso de tumultos, sediciones y asechanzas. En
la Teología sagrada y útil jurisprudencia se levantaron
varones ilustres en doctrina que, armados con el peso de la
sutileza de sus plumas, se atrincheraron contra el desorden
y libertad con que la preocupación más orgullosa intenta
marchitar la pública autoridad que tan floreciente se mira en
los Soberanos, imágenes que son del Dios y vicarios suyos
en la tierra, comunicándoles
un supremo poder en lo
temporal, lejos de toda dependencia y subordinación. Este
ejército bien ordenado en defensa de la justificación de los
tributos lo cita Márquez.2 Su imposición y cobranza será
objeto de buena conciencia y de igual derecho en concurrencia
de tres condiciones que les dan la firmeza de justicia. Las
tres columnas que deben sostener la fábrica de los justos
tributos son: la autoridad legítima en el superior, causa
suficiente y proporción en el repartimiento o contribución.
Con esta doctrina no será forastera la justicia en los nuevos
2
Lib. 1. c. 16. pago 182. (121v B).
202
EL VASALLO INSTRUIDO
impuestos, que por orden del Rey cargó sobre los frutos
prediales de los pueblos y so / /
122r bre los demás géneros, que son la materia del nuevo
establecimiento, el Sr. Regente Visitador.
!TI
No se puede ocultar ni al más sabio ni al más estólido
entendimiento el conocimiento de la pureza y legitimidad
de poder y jurisdicción real de que goza el citado celoso y
sabio Ministro. Las públicas aclamaciones, la frecuente
expedición en los ramos de rentas, la colocación de los
Ministros en sus respectivas administraciones, los repetidos
recursos a su Gobierno y la general idea que el Reino ha
formado de su autoridad, son testimonios auténticos de su
real comisión y de la nada equívoca delegación que el Rey
fió a su acreditada literatura y práctica en los negocios de
Estado. Los excesos de comisión no pueden ser objeto de la
sátira emuladora, pues ni su integridad lo permite, ni el celo
del bien público le franquea el paso para el desorden. Sólo la
justicia y el mejor arreglamento de las rentas son el objeto de
su atención. Desnúdese el curioso de toda ciega pasión, que
no deja conocer ni descubrir la luz de la razón, sino entre las
densas y opacas nubes de un espíritu preocupado, y verá
que en todos sus estatutos resplandece y brilla la legítima
autoridad real sin mezcla la más mínima de la propia. Las
órdenes que el Príncipe le comuni / /
122v có para su infeliz y desgraciado establecimiento, o debían
ser generales para todo lo que arbitrase oportuno, o
particulares para determinados ramos, puntos céntricos de
su destino. Silo último, no tiene parte en el exceso, pues sólo
redujo a debido efecto el mandato expreso y determinado
del Rey, que a solas los asuntos de su establecimiento lo
precisó. Si lo primero, siendo absoluto en la dirección del
Real Erario y contemplando que para la completa felicidad
del gobierno del Reino y para evitar fraudes, contrabandos
y confusiones, ya por parte de los vasallo s, ya también por la
de las administraciones y Tribunales, sería muy útil y aun
necesario formar ciertos estatutos e instrucciones de la tal
naturaleza que cerrasen la puerta a los daños y considerables
CAPfTuLoVIII
203
perjuicios a que podía estar expuesto el real patrimonio de
S. M. Trabajó y formó los que son preliminares seguros del
gobierno de la dirección general, y principal móvil para el
acertado manejo de las rentas. En esta parte no es convencido
de excesos en jurisdicción intrusa que no le compete; y la
que no le deja legítimo lugar para evacuar-felizmente los
demás encargos de su comisión. Pero demos caso que la
influencia de su autoridad y todo el agregado de sus
providencias fueran producciones extrañas de / /
123r su facultativo poder; sin embargo ¿serán inútiles sus
aplicaciones? ¿Se tendrá por de ningún valor el nuevo
establecimiento? ¿Se contemplará éste por objeto de nulidades
y plan único por donde se midan y tiren los cordeles de la
desatención y formal desprecio? ¡Ah! que todos sus desvelos
en el bufete y todo su afán en los exámenes estudiosos son
fruto de la real aprobación. Sus instrucciones dirigidas a la
Corte merecieron las mayores confianzas del Rey, y esta real
satisfacción que las acompaña les da el ser de leyes, que en
conciencia y justicia son obligatorias en todo el Reino, a causa
de que su espíritu es la seguridad de su gobierno municipal.
El derecho de posesión, que sin interrupción les asiste, no debe
sufrir perturbación ni en parte la más mínima. Ellas fueron
punto legítimo del sudor de sus aplicaciones y continuos
cuidados, disposiciones sabias de legítimo superior, roboradas
con el sello de la voluntad real, vestidas del espíritu de
sustentación del Soberano, esmaltadas con el incremento del
patrimonio Soberano, diligencia necesaria para gobernar el
Estado, conservado en pacífica quietud, defenderlo de los
insultos y vejaciones de las naciones extranjeras y elevarlo a
su ser de grandeza, poder y gloria que sea la emulación de
todas ellas. No se hallan revocadas por la persona del Rey, sin
embargo de las alteraciones pasadas y lamentables tragedias
que se representaron; antes / /
123v bien, se conjetura con todo el rigor de la más severa crítica,
que lejos de desaprobar el Príncipe lo que una vez ha resuelto
con sabia y madura reflexión, está con la constante
determinación de llevar adelante la confirmación de las reglas
establecidas para el mejor gobierno del Reino.No es verosímil
que acceda el Rey a que sus vasallos se confirmen en la idea
de tiranía, crueldad e injusticia que se propusieron de ellas
204
EL VASALLO INSTRUIDO
al tiempo de su nacimiento, las que se advirtieron floridas
con esperanza de un entero otoño; pero luego se marchitaron
con el inquieto bochorno que causó el poniente de la
turbulenta sedición. ¡Qué ufanos se presentaran a las puertas
de los tribunales y aun a la frontera de las naciones
beligerantes
viendo declarada
la injusticia
en los
procedimientos de su Ministro y en la indiscreta y fácil
condescendencia del Rey, en aprobar unos reglamentos
tiranos, injustos y crueles! Esto no es decoroso a la autoridad
regia y al cuerpo de la sociedad. Esto sería abrir franco camino
para que en lo sucesivo formaran las tormentas espantosas
de las disensiones civiles, de las perturbaciones populares,
de las sediciones y conspiraciones en las provincias tranquilas
y pacificadas. Esforzados con este hecho, intentarían
des pechados examinar las órdenes del Rey, desconfiados de
los procedimientos ajustados de la Real / /
124r persona; y pareciéndoles injustas por el espíritu de interés y
ambición que les gobierna, tomar las armas para la contumaz
resistencia y conservarse en la independencia tan repugnante
a los fueros del vasallaje, lo que no puede ser útil ni al Príncipe
ni al Gobierno, ni a la misma República. No serían extrañas
investigaciones las controversias que fundarían sobre la
legitimidad del Trono en el hemisferio americano; y nada
seguras las providencias superiores, reduciendo a mera
probabilidad de doctrina las leyes más respetables y el
derecho seguro, inmemorial, inconcuso que adquirieron los
Reyes del mismo Dios y de la naturaleza. Lutero, aquel
monstruo de la Iglesia, fue uno de los perniciosos sectarios,
que sustentó la Alemania, causando en ella calamitosos
estragos en aquella sangrienta rebelión contra los Príncipes,
y constituyéndose capataz sacnlego de cien mil rebeldes que
con armas en las manos se opusieron al Trono. Negaba en
los Soberanos la autoridad de poder compeler a los vasallos
al cumplimiento
de sus leyes justas y legítimamente
promulgadas. Esta doctrina la declaró nuestra madre la
Iglesia como opuesta a los estables fundamentos de la
religión, y por lo mismo la condena por falsa, errónea y
perniciosa; yes la proposición vigésimaoctava prescrita por
nuestro Santísimo Padre Alejandro Vil. Esta cizaña sediciosa
se renovará en nuestros tiempos si nuestro ama / /
CAPtruw vm
205
124v ble y piadoso Príncipe, olvidado del alto carácter que
representa, se anonada y no hace respetable la suprema
autoridad. La sobrada condescendencia desnuda de su
estimación a las cosas grandes y esta misma hace que pierdan
su aprecio las mayores grandezas. El Poder regio debe
sostenerse con los rasgos propios de un Rey, particularmente
en este borrascoso piélago del Nuevo Reino, en donde la
fidelidad y obediencia no da paso que no tropiece y en donde
no tropieza que no peligre. No se puede concebir en el
entendimiento real por funesta idea de melancólico pensar
la instancia de mi empeño; pues ni en mí es lo térreo del
humor melancólico lo predominante ni menos parda sombra
de pasión impertinente. La severidad del Trono y la clemencia
son los dos ramos que deben dar movimiento
al
Gobierno.Resplandezca la verdad, brille la misericordia, pero
no se envilezca la autoridad ni sea despreciado el cetro.
Reducido ya el Reino a una entera y cabal pacificación, pide
la justicia su nueva perfección. Si se declara la injusticia en el
nuevo establecimiento, es apoyar el sistema de rebelión que
se propusieron los malcontentos; es declarar la justicia de la
guerra que publicaron, en atención a que las nuevas leyes
del perfecto gobierno en orden al real patrimonio, clama / /
125r ban con justicia por su observancia pronta; y la resistencia
de los pueblos pedía con justicia su inobservancia honestada
con el falso pretexto de la injusticia. De este principio es
consecuencia forzosa el derecho que asiste a los vasallos de
no obedecer a las leyes siempre y cuando se les antojare
injusto lo mandado, constituyéndose jueces de la justicia o
injusticia de las mismas leyes, apropiándose en este particular
la suprema judicatura que es propia y privativa de los Reyes,
como queda demostrado en otro lugar. Para desviar este
terrible escollo y seguro naufragio me parece que la Real
persona no se dejará llevar del blando viento de la
condescendencia
y seguirá el sistema de su primera
aprobación. La evidencia de la injusticia aun no se ha
demostrado por parte de los súbditos y los estatutos se hallan
auxiliados con el derecho pleno posesorio. ¿Cómo, pues, se
les podría atribuir la nota temeraria de injustos? La
representación de los mismos Tribunales regios reconoce en
el Monarca el último conocimiento para la confirmación o
EL VASALLO INSTRUIDO
206
revocación de sus decretos; ¿con cuánta más propiedad
debían los naturales del Nuevo Reino esperar la última
resolución del Rey en los asuntos de su mayor empeño? A
ellos no se les niegan las súplicas, representaciones e
instancias, pero sí la absoluta resistencia. Son verdaderos
súbditos, lejosde toda idea de independencia y sólo les queda
lugar para la heroica fidelidad e innata obediencia. No les
deja libertad el vasallaje / /
125v para enervar las leyes y repudiadas sólo por su capricho.
Estas sólo esperan los obsequios y humildes oficios de las
súplicas e informaciones; pero al fin no reconocen potestad
que las resista. El mismo legislador que las formó y aprobó
posee el derecho de reconocer los daños y perniciosos riesgos
de la ejecución. Si esto es así, ¿cómo, pues, se arrojan con
atrevida arrogancia a condenar por tiranos, injustos y crueles
los establecimientos de la general visita aprobados por el
mismo Príncipe? ¿Qué representaciones de perjuicio han
presentado a las gradas del Trono? ¿Quién mejor que el Rey
y sus sabios tribunales pueden penetrar los misterios del
Gabinete y la justicia o injusticia de sus órdenes? Con esta
doctrina queda desvanecido el escrúpulo de aquellos que,
afligidos con el torcedor de su conciencia, desconocían la
justicia de las nuevas impresiones reputándola por extranjera
y dando abrigo en el seno de su corazón a la injusticia como
hija natural del país. Queda evacuada plenamente la
condición primera de la justificación de los tributos. Vaya
desempeñar la segunda, y estoy firmemente persuadido que
el peso de las razones disiparán los negros vapores del
engaño.
N
La constitución del Estado y sus leyes son la / /
126r base del sosiego público, de la conservación del Reino y de
la tranquilidad de la República. Son el apoyo más firme de
la autoridad política y de la libertad de los patricios. La
inobservancia de esta constitución, ¿qué otra cosa es sino una
vana fantasma (sic) o una ridícula invención? Su resistencia
altiva e irreligiosa, ¿qué otra cosa es sino una cabal
destrucción del buen orden civil, una completa confusión
CAPtruLoVIII
207
del acertado Gobierno de las Provincias, una idea inútil de
las disposiciones superiores y una separación radical de los
proyectos más justos de la Nación? Esta se debe contemplar
como un cuerpo particular que sólo ha de tener una cabeza,
y si tuviese más, sería otro monstruo como la hidra, enseña
Tiberio.3 Si el cuerpo de la sociedad política pierde su ser, la
Nación se destruye, no subsiste más, aunque tengan su
existencia los individuos que la formalizan, y ésta dejaría de
subsistir siempre y cuando que las leyes establecidas y
arregladas por el Rey y sus Ministros en su real nombre,
desmerezcan el dócil cumplimiento que debe observar el
cuerpo de la sociedad. El Soberano en la esfera de sus
dominios es como un padre de familias dentro de su casa.
Tiene ministros sabios que le instruyan, que le adviertan y
que gobiernen su Reino administrando las rentas de su Real
Erario, y justicia a los vasallos. ¿Al padre de familia quién le
ha puesto canceles inva 11
126v riables en su casa para que no procure sus mejores
adelantamientos con respecto a los términos legales de la
moral cristiana? Es regalía propia suya el gobierno económico
de su casa. El forastero no puede saber las necesidades que
ocurren en la familia, ni los atrasos en que se halla constituido,
o ya sea porque su ordinario patrimonio no le sufraga, o ya
sea porque la decencia y el honor de estado lo ha llevado
más allá de lo que sus fuerzas alcanzan. Sólo él tiene
individual
instrucción
de los gastos, o regulares o
extraordinarios, para la manutención de su familia; y a sólo
él pertenece el cuidado de la conservación o adelantamiento
de su patrimonio. Es verdad que las nuevas imposiciones
siempre fueron materia odiosa y mal recibida en las
repúblicas; que los Príncipes deben atender los clamores del
pueblo; pero también es verdad que los nuevos gravámenes
con que se pensionan los frutos cosechales, mercaderías y
otros intereses de los vasallos, quedan éstos obligados no
sólo por obediencia sino por justicia a la fiel contribución de
este gravoso pero suave yugo, en atención a la pública
utilidad y necesidad del Real Erario.
3
Lib. 2. no. 11. ff. de origine juris. (126r C).
EL VASALLO INSTRUIDO
208
v
El Rey por sí solo es imposible que pueda / /
127r sostener todo el peso del Gobierno de su Monarquía como
se dijo en el antecedente capítulo. Necesita de varios consejos,
de multiplicados tribunales y de infinitos ministros en
quienes se debe ver muy ufana la justicia, muy expedito el
Gobierno y muy entronizada la sabiduría. Necesita de
formidables escuadras que hagan respetables los pabellones
reales, constituyan el Reino floreciente y superior al de los
enemigos y que con sus fuerzas navales le pongan en una
altura de poder que represente uno de los papeles más
gloriosos de la Europa y del Nuevo Mundo. Necesita de
ejércitos valerosos, que en ellos sea extranjera la cobardía y
que renueven las glorias de sus mayores. Necesita de briosos
Generales y de guerreros oficiales, hijos legítimos de los
numantinos, cuyo valor hizo temblar a los romanos,
mereciendo en Roma el epíteto de terror del imperio, blasón
más glorioso que las estatuas y columnas del heroísmo
romano. Necesita tener bien provistos los arsenales,
fortificados los puertos para cuyos pertrechos y otras
ocurrencias necesarias para el sustento de la real familia y
conservación de la gloria de la Nación, son indispensables
inmensas cantidades, tesoros crecidos que formen un pingiie
patrimonio, capaz de sostener el valor español, que tan
intrépido en la campaña y acos / /
127v tumbrado a gloriosas victorias, se haga respetar de las
vecinas naciones, no atreviéndose a irritar la nuestra,
sabiendo que en nosotros no prevalece, ni aun nace la
multitud débil y afeminada; y que las riquezas en el Real
Erario ni aun en tiempo de guerra se debilitan, antes bien
se engruesan. La Nación está obligada por derecho natural
y divino a vincu1arle al Rey su real patrimonio, según la
idea de poder y grandeza en que se reputa la Monarquía
para los alimentos necesarios de su familia. Las rentas del
Rey son las contribuciones de los vasallos y las que
establecen y engordan el patrimonio. Su real familia no debe
contemplarse integrada de los miembros que habitan y
tienen actual servicio en el palacio del Soberano; debe
extenderse su concepto a los ministros y jefes necesarios
CAPfTuLoVIII
209
para que los primeros libren al oprimido de la mano del
que le calumnia; no se contriste ni se oprima al peregrino, a
la viuda y al pupilo; y con su celo y rigor de justicia no
permitan la efusión de sangre inocente; y los segundos para
que con el filo de su espada protejan los derechos públicos
y defiendan el Reino de las invasiones y hostilidades del
enemigo. ¿Qué pluma se atreverá a negar los / /
128r tributos y declarados injustos cuando los Soberanos son
Ministros de Dios, depositarios de su autoridad y vicarios
suyos en la tierra que le sirven en las órdenes del gobierno y
defensa del pueblo? ¿Qué espíritu tan impío y presuntuoso
habrá que se oponga a la contribución del vasallo en aquella
cuota o rata porción establecida, cuando los Soberanos tienen
toda su ocupación empleada en felicitar a sus vasalIos, en
protegerlos y conservar sus intereses como igualmente sus
vidas?Las leyes natural y divina mandan la sustentación de
los ministros del Santuario como la de los Reyes, ministros
del Señor en lo temporal. Los pueblos reconocen un contrato
oneroso entre ellos y los ministros del altar. Estos vienen
obligados a sustentados en lo espiritual y aquéllos en lo
temporal. El trabajo con que les sirven en el ministerio
espiritual se halla recompensado con el pasto temporal a que
gustosos contribuyen los pueblos sin riesgo de sediciones
públicas que perturben la tranquilidad de la República. No
se hallará nación, por bárbara o culta que sea, que no mire
con particular cuidado este asunto y que no sea el objeto de
toda su ocupación. La egipcíaca y la étnica lo practicaron
con sus sacerdotes y falsos / /
128v dioses; la de los árabes y gentiles con sus agoreros y hércules,
y la de los protestantes
y católicos con sus falsos
dogmatizantes: aquéllos y éstos con los ministros de la Iglesia.
Esta esposa santa con toda la plenitud de su poder, que
comunicado tiene de Jesucristo, determinó el precepto vago
de la naturaleza y de la religión, que mandan en general los
alimentos de los ministros eclesiásticos ,a cierta cuota y
señalada cantidad, siendo propio de su autoridad determinar
con ley humana el confuso derecho natural y divino que no
demostraba el cuánto de la contribución. ¿Serán por ventura
de distinta naturaleza, representarán diverso carácter en
orden al Príncipe y sus ministros los citados derechos? ¿Será
210
EL VASALLO INSTRUIDO
menos obligatoria su observancia en los miembros de la
sociedad política que en los de la Iglesia? El servicio, la
administración de justicia, la protección, la defensa y la
custodia segura en que el Rey mantiene a su pueblo pacífico,
tranquilo y respetado, son los sólidos fundamentos y la base
principal en que estriba la justicia de los tributos tan debidos
al Soberano, tan ciertos y seguros que no se conoce en ellos
el nombre de contradicción;4 ¿quién mejor que el rey y su
ministro podrá / /
129r tener inteligencia segura de los gastos ordinarios que tiene
el real patrimonio? ¿Qué conocimiento acompaña al vasallo
de los arcanos del gabinete? ¿De las ideas gloriosas del trono?
¿De la preferencia grandiosa con que honrosamente se
aventaja nuestra Nación a las extranjeras? ¿De los necesarios
y abundantes acopios que deben llenar los almacenes de
preparativos de guerra? ¿De las rentas ordinarias que entran
en el Real Erario? ¿Qué ciencia tiene adquirida el súbdito de
la suficiencia del real patrimonio para toda la honrosa
decencia de la casa del Soberano? El conocimiento de las
necesidades domésticas es propio del dueño que las sufre.
Sola su aplicación es capaz de descubrir el modo de
subvenirlas. El Rey tiene sus Ministros que le adviertan los
atrasos o adelantamientos de su patrimonio, vinculado en
las haciendas y caudales de sus vasallos. Ellos le proponen
los medios justos o para sus indispensables reparos o para
sus más ventajosas utilidades sin necesidad de manifestar
los altos y ocultos fines que encierra o cubre el Gabinete. No
es fácil persuadirse que se engañe el Ministerio o que
fraudulentamente incline el real ánimo a la ejecución de los
medios proyectados. La determinación de las leyes natural
y divina es regalía propia del Rey para la reducción de sus
derechos a cuota determinada. El car / /
129v go y obligación de naturaleza y religión que tienen los
vasallos de alimentar a nuestro Monarca es confuso, es vago,
no tiene determinada cantidad. Ni la naturaleza ni la religión
señalan el cuanto de la contribución; hablan con indiferencia
de los alimentos a que deben contribuir los miembros de la
4
Ad. Rom. 13.6. 7. (128vD).
CAPÍTULoVIll
211
sociedad. La providencia de la determinada contribución
impuesta sobre los caudales de los súbditos, que son la
materia de ella, es efecto de la ley humana, enseña Santo
Tomás5, y por lo mismo está reservada a nuestro Príncipe,
por medio de su sabio Gobierno, la que en el año de ochenta
y uno se publicó y mandó por punto general en el Nuevo
Reino. Su nuevo establecimiento no es más que una legítima
determinación de la deuda forzosa que el derecho natural y
divino impuso sobre los pueblos. Estos ignoran la precisa
cantidad que necesita la casa Real para su magnífica
sus tentación; pero no se les oculta la desigualdad que
interviene en todos los reinos por ser más grandiosos los
Estados de unos soberanos que los de otros. Por esta razón,
cuando nuestro Soberano pidió, mediante la legítima
disposición de su Visitador general, los servicios del nuevo
establecimiento, no entendió en otra cosa que en declarar la
cierta y particular cantidad que ha de sufrir la deuda de los
alimentos separadamente en cada uno de los respectivos
ramos que se conocen en el país. La justicia de los tributos
tiene su dependencia de la le /
130r gítima autoridad y del respeto al bien común y debida
proporción y no del dominio que el que los impone tiene de
la materia que los ha de producir.
VI
No se puede dudar de la justificación de la causa para el
nuevo método del establecimiento
de las rentas y la
determinada contribución de ellas. Esta no es dominación
graciosa que el Reino hacía al Rey sino un salario, paga o
premio que piden sus meritorios
cuidados
de la
administración de justicia y defensa en que lo conserva. ¿Por
qué razón el Príncipe ha de defender la Nación y siendo este
Nuevo Reino parte de este cuerpo no ha de contribuir con
algunos intereses que adecúen suficientes rentas para hacer
frente al enemigo? Sin su auxilio no puede el real erario
sostener las obligaciones del Estado. Ellas son tan crecidas
5
L. 2. quest. 95 arto2. in corpore. (129vE).
212
EL VASALLO INSTRUIDO
que no alcanzan las del ordinario patrimonio a sufrirlas,
mayormente en tiempo de guerra. Se ve el Rey empeñado
en una guerra sangrienta contra la Gran Bretaña, de cuyo
feliz éxito depende, no menos que el honor de la Corona, la
gloria de la Nación y el respeto temeroso de las armas. Todo
su principal objeto es defender a su pueblo y libertar sus
haciendas, sus vidas y aun el uso sagrado de nuestra Religión,
de la arrogante soberbia y bárbara ferocidad de los ingleses,
nuestrosenemigos./ /
130v ¿Qué fin se ha propuesto en tener atrincheradas sus tropas,
formadas en naval batalla sus escuadras, pertrechadas todas
sus plazas y puesto sobre las armas su valeroso ejercicio,
sacrificando gran parte de sus vasallos europeos en manos
del enemigo? ¿Qué fin, vuelvo a decir, se ha propuesto en
todos estos campales y navales movimientos sino el
conservar en segura posesión a este su amado pueblo
americano, y que no fuera teatro lastimoso en donde se
representase la tragedia más triste y dolorosa? ¿Y esto qué
otra cosa es sino defender la causa común de la Nación?
¿Qué mayor prueba se puede adoptar para la justificación
de los tributos que tánto interesan al Estado? ¿Qué
necesidad tenía el Rey de haber empeñado su real
patrimonio en tantos millones para beneficiar a unos
ingratos vasallos que, no satisfechos con resistir a los nuevos
impuestos, se conspiraron sediciosos en el mismo tiempo
que oprimía el orgullo marítimo de Inglaterra, enemiga
tenaz contra nuestra patria? ¿Y no será esta urgencia
bastante causa para la justicia de los nuevos reglamentos?
Logramos la protección de un Soberano que, lejos de toda
arrogancia, abraza gustoso el glorioso título de Pastor del
Pueblo, no permitiendo seamos degollados, hechos víctima
sangrienta del furor y sirviendo de poderoso freno a los
enemigos de la Nación con armamento furioso de / /
131r guerra, y a los facinerosos con la espada de su justicia a fin
de que no perturben el Estado y le tengan en continuo
movimiento de sedición y sobresalto. La esperanza que nos
ofrece la protección del grande Príncipe que nos gobierna y
que estima más que todos sus blasones el glorioso y heroico
renombre de Padre de la Patria, no queda burlada como la
del pueblo amado de Dios, pasando en miserable
CAPÍTULo
VllI
213
transmigración a Babilonia por la muerte del santo Rey Josías,
sino que nos prometemos con ella la mayor felicidad y la
paz más segura. Mucho nos interesamos nosotros con la
protección de nuestro piadoso y religioso Príncipe, a cuya
interesante acción le conduce forzosamente el derecho de la
naturaleza y del Evangelio. ¿Qué fuera de este Reino si en
estos calamitosos tiempos no hubiera llovido sobre sus
pueblos el precioso rocío de su valimiento? ¿Qué, si no
hubiera corrido con abundancia todo el respeto de su poder
soberano? Sin duda se hubieran entrado por sus puertas los
insultos británicos y las insolencias que sufrieron en la muerte
del héroe famoso Judas Macabeo. El fatal golpe de la guadaña
resucitó el espíritu del desconcierto que lo tenía confundido
y sepultado en las cavernas horrorosas de la más vil cobardía
el valor del más esforzado Macabeo. Su desgraciado
fallecimiento sirvió de reclamo a todos los malcontentos,
acuadrillándose para acabar de una vez con la gente escogida
de Dios y que Bachides6, / /
131v enemigo de la Nación, fúndanse sus orgullosas satisfacciones
con la turbación y trastornamiento de los buenos patricios.
¿y no será éste poderoso motivo para la más justa
recompensa? Un pastor, por la fiel custodia del rebaño es
acreedor a la debida satisfacción respectiva a la continua
defensa que hace de las ovejas. No es mera gracia el salario
que se le confiere, sino justicia rigurosa de 10 que se le
contribuye. Y la defensa tan gloriosa que el Rey hace de los
intereses y vidas de sus vasallos, ¿no merecerá que los dueños
de las haciendas le paguen sus desvelos, le recompensen sus
cuidados y le contribuyan con todo el rigor de justicia en las
rentas prevenidas en las generales instrucciones para el
Gobierno del Reino? Los gastos de la guerra son notoriamente
muy crecidos, tanto, que no bastan los regulares del Estado
para la seguridad de la Corona en tiempo de hostilidades,
como se ha verificado en la que se acaba de capitular por
medio de los tratados de paz con la Gran Bretaña. Esta es la
razón por la cual elPríncipe debe por razón de buen gobierno
arreglar su real patrimonio en tiempo de paz, para que su
6
Lib. 1. Machab. 9. 23. (131rF).
214
EL VASALLO INSTRUIDO
misma pobreza y considerables atrasos no le conduzcan al
extremo vergonzoso de una indecorosa retirada y desmerezca
con ella / /
132r la Nación, que entre todas las que brillan en el día de hoy con
tanto esplendor se ha granjeado el mejor concepto de las ideas
más gloriosas del valor, y ha merecido representar en el teatro
político del mundo el más honroso papel. Las riquezas del
real erario se fundan y toman su incremento en las
imposiciones o tributos de los vasallos. Estos, como miembros
de la sociedad y partes legales del Estado político no pueden
negarse a las obligaciones en que se interesa la Nación. Si en
ellos hubiera libertad para no concurrir al mayor poder de la
Corona, ni el Rey tuviera congrua sustentación, según la
calidad y grandeza del Estado, ni con su espada desnuda
pudiera contener el despecho y la arrogancia enemiga; como
igualmente conservar la paz, la tranquilidad de los vasallos
en la recta observancia de la justicia y hacer que reine la policia,
florezca la abundancia y se observe el buen orden. Quedara
inutilizada el alma y espíritu de las leyes octava y undécima
que abiertamente persuaden este asunto. La última dice así:
«Los haberes del Rey y de los pueblos son para que el Rey se
mantenga honradamente en sus despensas y con que pueda
amparar sus tierras y sus reinados y guerrear contra los
enemigos de la fe.>/Este es el apoyo más firme de los tributos
y el origen de las nuevas y justas imposiciones
que
últimamente se establecieron con autoridad real. Es regla de
buen gobierno prevenir los peligros y descu / /
132v brir los fondos seguros para evitar fatales desgracias y conseguir
inmortales glorias, mayormente en los soberanos, que son
árbitros absolutos a quienes Dios colocó en el trono para
conservación y perfección del Estado, prevención de su
seguridad, precaución de su decadencia y solicitud de su mayor
felicidad. ¿Qué se dijera de aquel General que, descuidado de
la estabilidad de las fortificaciones, de la elección y ventaja del
sitio, de la formación de escuadrones, del engaño de las
emboscadas, del peligro de los asaltos, de la oportunidad de las
baterías y de la pujanza de las minas o contraminas, fiara su
7
Ley 11. tito 28. parto 3 Ley 8. parto 2. tit. 1. (132r G).
CAPÍfULO VIII
215
ejército a la urgencia más arriesgada; y confiado de su natural
valor, esperara formarlo en batalla, prevenir las avanzadas,
ordenar las retiradas y ocupar sitios ventajosos cuando ya el
enemigo tenía tomados los puestos y situadas sus tropas en los
lugares más propios para el más peligroso destrozo y la más
cabal victoria? Nuestro Príncipe se halla rodeado de vecinas y
beligerantes naciones. La nuestra siempre ha sido objeto de la
codicia extranjera por su pingiie herencia, y apenas hay nación
que estando aun oscurecida en el olvido de las gentes y en la
cuna de la política y cultura civil, no haya formado con
aplicación ardorosa ideas de poseedora
conquista.
Cartaginenses, romanos, bárbaros, septentrionales, godos,
suevos, vándalos y u1anos, todos la contemplaron objeto 11
133r único de sus ocupaciones militares, arrojándose unos
impetuosamente sobre nuestra España y disputando otros
su dominio a fuerza de armas.El Reino, que no puede
contrarrestar con sus fuerzas a las de las potencias vecinas,
se halla en las inmediaciones del más sensible exterminio y
de la subordinación más vergonzosa.Se mira el Príncipe en
la obligación más estrecha de desvelarse por el incremento
de su poder soberano. El número de las tropas, el valor de
las escuadras, la abundancia y las riquezas de su erario y las
de sus vasallos, son el alma del poder de la N ación. Ahora
pues: si las rentas ordinarias del Rey no sufragan para el
tiempo de la guerra, no será extraño que en tiempo de paz
procure con su influjo regio aumentar sus riquezas y engordar
su patrimonio en políticos establecimientos, a fin de que
constituya la Corona en una eminencia de poder que no
permita sea teatro de calamitosas desgracias y ruinas tristes
y dolorosas. Pudiera el autor del pasquín general, libelo a la
verdad sedicioso e infamatorio del honor del Rey, de la
legitimidad del trono y de la más arreglada conducta del
doctísimo Ministerio, haber registrado esta doctrina, y
seguramente con ella hubiera proscrito sus alevosos intentos,
sus infames ideas, sus conspirados pensamientos, sus
rebeldes designios y no hubiera inspirado en el ánimo de
estos naturales arranques de este 11
133v jaez y sentimientos vivos de deslealtad y rebeldía. No
naturalizará de violencias y usurpaciones las justas, las útiles y
aun debidas disposiciones que se tomaron en el gobierno de las
216
EL VASALLO INSTRUIDO
rentas, pues a más de ser útiles al real patrimonio, lo son también
al Estado, por aumentar su pode~ a cuya acción está obligado
el Rey y también los vasallos por ser miembros de la misma
sociedad de quien es cabeza, para poder medir sus fuerzas con
las de los otros príncipes. Este cuidado no pertenece al vasallo,
quien siempre debe suponer que las disposiciones del Rey y
sus Ministros son justas y arregladas y no crueles, injustas y
tiranas. Yo no puedo dejar de admirar la delicadeza de su
conciencia y el singular celo de la observancia de los derechos y
del buen orden de la justicia que aparenta en su general pasquín.
Es propio de los enemigos de la verdad propinar el veneno bajo
el disfraz de bondad y celo, a fin de que la incauta plebe, que no
sabe discernir la verdadera devoción de la falsa piedad, se deje
arrastrar de los falsos halagos de la virtud. Vistosa se presenta a
la vista la píldora dorada, pero bajo el oropel hermoso encierra
y oculta la amargura ingrata y desapacible al sentido. ¿Qué otra
cosa hizo el autor sacrílego del pasquín? Con los fingidos colores
de gravá / /
134r menes injustos, de imposiciones tiranas, de establecimientos
crueles y de jurisdicciones
intrusas y violentamente
usurpadas, derramó la cizaña de su falsa doctrina y comunicó
el inmortal veneno de la inobediencia y obstinada infidelidad
al orden superior y a las leyes de la sociedad. Los fariseos se
escandalizaban de los prodigios de Jesús obrados en día de
sábado, y no era para ellos objeto de remordimiento interior
conspirar asechanzas contra la vida de su mismo Redentor,
fuente que es de toda soberanía. Se escandaliza el pasquinero
de unos reglamentos justos y relativos a la conservación de
la causa común y cubre su falso celo con infames dicterios,
con proposiciones denigrativas del honor más respetable y
con discursos opuestos al derecho público. El inspira
sentimientos de desquiciar la paz pública de su natural
centro, de conspirarse contra el legítimo Gobierno, de
tiranizar al noble y leal español, de despojar del trono de
estos dominios a nuestro legítimo Soberano, de sacudir el
suave yugo de la obediencia, de tomar las armas contra la
autoridad soberana de su mismo padre el Rey; y olvidando
todos los fueros de la naturaleza, de la religión y de la política,
abrir la puerta al desorden, a la insolencia, al libertinaje, a
las calamidades, a las carestías, al ningún uso de la re / /
CAPtruLoVIll
217
134v ligión ya una inmensidad de males, producciones fecundas
de la guerra civil y sediciosa. Estos son frutos de su celo y
del espíritu de rectitud y equidad de que se constituyó
apóstol, y no manifiesta agobio de conciencia ni el más
mÍnimo.El es parecido a un gobernador portugués que,
habiendo salido del reino de Portugal oprimido con el peso
de sus escrúpulos, aportó en una de sus conquistas. Quisieron
obsequiarle los naturales con un cestico de uvas de moscatel
de Jesús, fruta natural del mismo Reino. Metido el buen juez
en el seno de sus nimiedades de conciencia, con el nombre
de Jesús en la boca, se armó contra la tentación y desatendió
el obsequio con particular admiración de todos, por la
repulsa, que era propia de su entereza, desinterés y
escrúpulos. A poco tiempo el que antes se atragantó con el
cestico de uvas, se engulló dos barcas, la una de ellas
confitada con dulces de azúcar y la otra perfumada de rollos
de tabaco. Así lo refiere el padre Silveira. Esta es la conducta
de nuestro falso dogmatizante,
que no le detuvo la
consideración de pervertir las ánimas de los súbditos, de
conmover los pueblos, de perturbar el Reino. Es Jerusalén
clima tan fecundo de escrúpulos como de hipocresías a causa
de que estas dos perniciosas / /
13Sr plantas reconocieron un mismo nacimiento, que es el engaño
y la mentira. De estas dolorosas y perniciosas raíces toma
ser la errónea doctrina que, con el malicioso título de procurar
la libertad oprimida y tiranizada, derramaba en los pueblos
más quietos y sosegados. ¿En qué parte del Santo Evangelio
se encuentra la libertad de negar la obediencia al Rey y sus
Ministros? ¿En qué asamblea literaria se dictamina resistir
las nuevas imposiciones sin ser evidentemente injustas? ¿Qué
moral cristiana enseña no estar obligado el pueblo a la
observancia de la ley si no es aceptada? ¿Qué religión, qué
naturaleza, qué política permite las conspiraciones de los
vasallos para oponerse con armas a la soberanía? Sabemos
muy bien que todas las acciones de una guerra injusta son
adquisiciones violentas y contrarias al Derecho de Gentes.
Los fines de la guerra son la paz como centro que es de todas
las leyes. Una de las cuatro condiciones que deben justificar
la guerra es la autoridad legítima y ésta sólo reside en el
Príncipe soberano y en la República, que no conoce superior.
218
EL VASALLO INSTRUIDO
y en caso de agravio su misma autoridad pública es juez y
superior que últimamente decide. Los hombres privados no
gozan de autoridad pública; tienen su soberano a quien
pueden formar sus recursos, representar sus opresiones para
que sus clamores sean oídos y re / /
13Sv compensen las vejaciones que han sufrido. No hay en ellos
ni el más leve asomo de facultad para tomar las armas por
ser resolución injusta, según todos los teólogos y parto
legítimo de rebeldía. Dad al César lo que es del César, dijo
Jesucristo, y a Dios lo que es de Dios8, a quien tributo, dad
completa satisfacción de este servicio, a quien Alcabala, no
defraudéis su real derecho. Las leyes reales dirigieron todo
su espíritu a esta debida prevención y la atención del Derecho
Canónico no perdió de vista la obligación de los fieles en
contribuir con todas las cargas que asignare el Concilio
general en caso de necesidad para conservar el bien público
de la Iglesia lejos de esperar su consentimiento.9 La causa
pública no excusa al vasallo de contribuir con sus cortos o
muchos intereses para los fines que señalare el Soberano. La
reparación de los muros de una ciudad, la construcción de
puentes en un pueblo, la erección de calzadas en un camino
pantanoso, la fábrica de casas según las reglas de política,
son importantes objetos de la obligación popular a fin de
que se expendan sus respectivos propios y los intereses de
los vasallos en aquella parte que les tocare. Por la misma
razón, los pechos o cargamentos que se les / /
136r asignaren para el mejor gobierno político. Y siendo de esta
naturaleza los nuevos impuestos que con orden del Rey cargó
el Sr. Visitador general en el año de ochenta y uno, queda
desvanecido el escrúpulo del autor del pasquín, y declarado
por falso y sedicioso su celo.
VII
La tercera condición que justifican los tributos es la
proporción así con la causa como con los súbditos. La
8
9
Mathe. 2. 17.c. 22. v. 21. (135vH).
Cap. Super quibusdam de verbosignificat.(135vY).
CAPíTuLo VID
219
justificación de la legítima potestad y de la causa quedan ya
demostradas
en los parágrafos antecedentes.
Sola la
demostración de la equitativa y justa proporción que se
observó en las determinaciones de los nuevos impuestos será
el objeto de mi atención en este parágrafo.La proporción
consiste en asignar precisamente lo necesario; de suerte que
si con cuatro se repara y cubre la necesidad, no se pueden en
conciencia asignar cinco o seis y en repartir los cuatro
impuestos con igualdad a los vasallos. Toda esta justa
disposición se halla en ellos. Los alimentos debidos al Rey
van animados con el espíritu de la honrosa sustentación de
su real familia y de la defensa del Reino, mediante la fuerza
de sus armas, como lo significa la citada Ley 11. Queda
probado que las rentas ordinarias del real patrimonio no
sufragan para los gastos precisos de la guerra, que no pueden
sufrir las cargas del Estado. ¿Será buen / /
136v Gobierno buscar el remedio en la más urgente necesidad?
No es verosímil que un asunto de tanta gravedad se fíe a la
contingencia del tiempo. La protección de la Corona es
precisa, es natural, es divina, es política obligación en el
Soberano. Si le faltan las fuerzas ¿qué será del Reino? Poco
importa que abunden las tropas si faltan los alimentos que
son los nervios de su valor. Cuando en el ejército reina la
escasez y falta el socorro a la tropa, desfallece el ánimo, se
eclipsa el valor, mengua la esperanza, se desampara el
campo, se irritan las pasiones contra el Gobierno y se temen
tristes e infieles consecuencias. Los sucesos de la guerra son
varios y muy contingentes, y es conveniente prevenirlos en
tiempo de seguridad. Es necesario conocer las fuerzas de la
Nación y si están deterioradas darles nuevo ser, y si son
inferiores a las de otras naciones la principal ocupación será
el equilibrio de ellas. ¿Quién ha constituido a la Inglaterra
y a la Holanda tan florecientes sino las formidables fuerzas
navales a costa de inmensos y cuantiosos gastos?Para esto
es indispensable
el cuidado del Gobierno,de quien es
peculiar esta acción. Sería sindicada, y con razón, si confiada
de la contingencia de una fiel confianza dejara el equilibrio
para el tiempo del mayor conflicto, cuando invadido
bárbaramente el Estado, sufría la más sensible y lastimosa
opresión. / /
220
EL VASALLO INSTRUIDO
137r De aquí nace que el Realpatrimonio debe estar bien afianzado
con el establecimiento útil y necesario de las rentas, a fin de
que no conozca la urgencia sino la abundancia en tiempo de
guerra, y no se exponga a una fatal derrota y desolación, o
por una dolorosa carestía, efecto de la indignación de Dios
por los pecados del pueblo, o por una inopinada rebelión
fomentada por los enemigos de la quietud pública. No es
despreciable el pensamiento, pues conociendo en ellos la
natural aversión al Gobierno español y centelleando contra
ellos rayos de indignación, alcanzando hasta los más sagrado
del trono, no es irregular que viendo a la España toda
ocupada en los negocios de la guerra, procure romper por
esta parte el furor sedicioso y hallándose el Rey sin fuerza
para los forzosos ataques en una y otra parte, sea fácilmente
despojado de su legítimo dominio. El examen del estado del
real erario es asunto más adecuado a la inteligencia del
Gobierno que a la del vasallo, y ninguno mejor que aquél
podrá entender en su reglamento. ¿Quién podrá con mayor
certidumbre tener conocimiento de los gastos que ocasiona
una guerra que el mismo Ministerio? Este como más
inmediato al tronco de la autoridad, participa con mayor
influjo la amenidad de su poderosa sombra. Tiene la
satisfacción de ser el depositario de las eminentes ideas del
Rey y de ser la apreciable concha en donde se encierra todo
el pecho / /
137v del Soberano. En esta atención, sólo a su sabia comprensión
está reservada la providencia y el conocimiento seguro de la
resolución. La cuota determinada
del cuánto de la
contribución es acción propia y peculiar suya y nadie puede
con audaz arrogancia arrojarse a la censura mordaz y
atrevida. Los acontecimientos de la guerra están sujetos a la
incertidumbre del tiempo y a los acasos de la fortuna. Los
años de su duración se ignoran; el tiempo de los insultos
enemigos se oculta, y por lo mismo no hay norte fijo a donde
con seguridad y certeza mire el coto señalado de los nuevos
pechos. En este particular los Ministros se acomodan al
cómputo más discreto de rentas a qué ascender el Real
patrimonio, que es la regla más segura y proporcionada al
Gobierno del buen orden político. De esta doctrina ¿qué
resulta? ¿Qué se deduce? ¿Acaso la improporción de las
CAPÍTULo VIII
221
nuevas imposiciones del Reino? Lo niega el sabio político y
10 vitupera el crítico más curioso. Y aunque esto no fuera,
tiene lugar el argumento tantas veces decantado en los
antecedentes capítulos y parágrafo s, para convencer al
malicioso que intenta oscurecer la justicia de los nuevos
cargamentos, ¿o los vasallos se hallan constituidos en la alta
jerarquía de jueces absolutos para resolver la improporción
de los establecimientos, o no se miran comprendidos 11
138r en ella? Si se abraza el último extremo, ¿cómo, pues, se
atreven a condenados injustos, crueles y tiranos? ¿Cómo,
pues, pronuncian sentencia de abolición contra ellos? ¿Cómo,
pues, quieren vindicar el agravio con la espada desnuda en
el campo? Su tribunal es subrepticio, la autoridad intrusa, el
poder ilegítimo, la libertad espuria, la usurpación violenta y
bastardo el título. ¿Cómo, pues, podrán declarados
improporcionados?
Si se admite el primero ya no hay
seguridad en el trono, se desfalcan las leyes de su firmeza, se
desnaturaliza el vasallaje y se inutiliza la obediencia tan
recomendada por Dios, por la Iglesia, por la naturaleza y
por las mismas leyes del Soberano. En esta suposición queda
el pueblo con libertad de examinar la improporción o justicia
de las leyes y repugnarlas cuando no se acomodan a su
capricho, a su ambición y al espíritu de su depravado interés.
En esta suposición se confundiera el buen orden religioso y
político, se destruyeran y pervirtieran los reinos; libertad que
repugna al Evangelio, el que establece los imperios, fortifica
los tronos, da esplendor a los cetros y sostiene los reinos;
libertad que renueva el odio que en los principios de la Iglesia
se intentaba contra la doctrina de Jesucristo, infamándole
con el negro borrón de que enseñaba el desprecio a los
príncipes temporales y la resistencia a la jurisdicción
suprema. Lo dicen el grande Agustino y Clemente
Alejandrino 11
138v con los sagrados expositores de la Epístola primera de San
Pablo escribiendo a los Romanos1o, libertad que destruye el
obsequio, que pide el grado de cada uno y la obediencia sin
10
1. ad Rom. c. 13. v. 1. Sn. Agust. in Psalm. 118. Conc. 31. CIernen. Alexand.
Lib. 4. Strornatum.
(138v 1).
EL VASALLO INSTRUIDO
222
la cual ni casa, ni ciudad, ni nación, ni la naturaleza humana,
ni el mundo mismo pudiera mantenerse, en sentencia de
Cicerón 11; si esta libertad no puede tolerarse por ser opuesta
a la ley evangélica que manda la fidelidad, respeto, temor,
obediencia y los tributos a las potestades, es conocido que
los vasallos no pueden juzgar la proposición o improposición
de los nuevos pechos.
VIII
Son los vasallos los hombres del Rey que sostienen todas las
cargas que le afligen. Ellos son los apoyos y estribos seguros
donde descansa toda la grandeza real. Las imposiciones
siempre se reputan por gravosas y para su justificación han
de ser respectivas conforme a las fuerzas de cada uno. Al
pobre se le carga corno pobre y al rico se le oprime corno a
rico. Esta misma consideración resplandece en el nuevo
gobierno de rentas. En éste no se manda un repartimiento
antojadizo, que sea gravamen capaz por sí solo de las
alteraciones populares. No se ha pedido por Provincias ni
encabezamientos. / /
139r Sin atención al mayor o menor fondo de fuerzas de cada uno
de los respectivos pueblos o partidos, que esto fuera
declarada violencia y notoria improporción. En todos los
pueblos no es igual la abundancia porque no es una misma
la cultura del campo, la aplicación al trabajo, la facilidad del
comercio y el uso de la industria popular. Unos terrenos son
más fértiles que otros, un clima es benigno y adaptado para
unas producciones que son forasteras para otro país. Unos
pueblos son ricos, ya por sus preciosos minerales, ya por sus
amenas llanuras, ya por sus pingiies dehesas, ya también
por sus felices ramos de comercio; y otros se contemplan
corno ramas tronchadas por ser sus tierras un erial seco, un
terreno lánguido y un país pedregoso, inútil de ninguna
fecundidad, que conocen por padres a la escasez, a la urgencia
y a la miseria misma. Todos no gozan de iguales riquezas, ni
en todos es uno mismo el poder. Se debe contar con las fuerzas
11
Lib. 2. de Leg. (138vK).
CAPÍTULO
VIII
223
de los pueblos para medir los tributos. La tribu de Isacar
contribuyó con parte más crecida de intereses que sus
hermanos a causa de que sus posesiones eran más pingiies,
y más grueso y opulento su patrimonio. No deben ser
insufribles sino llevaderos, según lo pide la necesidad; y si
ésta es extrema no hay duda que el Soberano tiene el supremo
dominio de las haciendas y personas de sus vasallos, / /
139v pudiéndose valer de ellos para la defensa de la causa pública
y seguridad de la Nación. Los vasallos son los diques en
donde se encierra todo el poder de la monarquía, son los
muros que guardan el Reino. El Rey debe siempre hallar en
sus súbditos todo subsidio Y éstos en la real persona todo
su alivio y consuelo. Por falta de humanidad con los vasallos
se le rebelaron diez tribus a Roboán y se desmembraron de
su dominio. Se declaró león furioso y oso hambriento,
desatendiendo los sensibles clamores de su afligido pueblo
y no queriendo remover de sus débiles hombres los tributos
excesivos, carga de tanto peso, que era yugo insoportable
para tan pocas fuerzas.Por esta razón y no por defecto de
autoridad es reprendido en la Sagrada Escritura.12 Las
nuevas contribuciones
de este Reino, lejos de ser
compañeras de la viña de Naboth en la violencia y tirana
usurpación, guardan la circunstanciada equidad por ser
distinta la naturaleza que les viste y otro el carácter que les
ilustra. Su cargamento es cantidad forzosa, que descansa
sobre los frutos prediales de los miembros de la sociedad,
asignando el cuánto de la contribución generalmente con
respecto a los mayores o menores frutos de sus patrimonios.
De suerte que si el pueblo es floreciente en riquezas,
contribuirá abundantemente por / /
140r razón de sus descansadas y fecundas posesiones; si es escaso
en producciones y sufre la falta de interesantes caudales, su
cargo en sí publicará la suavidad y ligereza de la misma,
pero no dejará de ser gravosa por la misma pobreza del sitio
e ingratitud del terreno sin embargo de no exceder las fuerzas
de sus vecinos. La naturaleza y política guardan tan bella
armonía y acorde unión entre sí, que parecen hermanas muy
12
3 Reg. cap. 12.v. 10. (139vL).
224
EL VASALLO INSTRUIDO
reconciliadas sin el más leve asomo de contradicción. Las
partes que integran el cuerpo natural del hombre dicen con
la cabeza igual respeto a la conservación de la vida. Todos
los individuos de la naturaleza humana miran con particular
cuidado en común, y en particular la obligación de
conservarla. Los medios son forzosos para que se mantengan
los vitales alientos; pero no deja de ser conocida en ellos la
nada equívoca desigualdad. Unos son sumamente ricos,otros
no gozan de igual comodidad; éstos logran un honroso
patrimonio, aquéllos una buena parte de abundancia; acá se
descubre una mediana decencia, allá una lastimosa
mendicidad, y todos juntos, sin embargo de representar
varios papeles en este palacio de la naturaleza, de
prodigalidad y miseria, de abundancia y carestía, de
opulencia y pobreza, de porte galano y mezquino, no dejan
de contribuir a la conservación universal y particular de la
naturaleza humana. Todos se hallan pen / /
140v sionados a los alimentos del cuerpo, so pena de la vida: el
pródigo y el miserable, el rico y el necesitado, el pobre y
caudaloso; éstos con esplendidez, aquéllos con limitación;
unos con sobrado gusto, otros con forzada opresión, y en
todos resplandece la paga de los tributos para los alimentos
del cuerpo humano. No se admite excepción de personas.
¿Esta variedad será motivo para condenar de tirana y cruel
a la naturaleza? ¿Su prodigalidad en unos y su escasez en
otros será injusticia? ¿Pensionar a todos con el natural servicio
o tributo ordinario de la sus tentación del cuerpo será
improporción? Examine este interrogatorio el sabio curioso
del mundo que a mí me llama el objeto de mi obligación.La
Nación se debe contemplar como un particular. Es un cuerpo
político que tiene partes integrantes y cabeza perfecta que le
componen, y todos miran este cuerpo de sociedad como
objeto único de su particular atención a fin de que no
experimente su decadencia en la conservación. Conviene,
pues, que haya un solo Príncipe que resuelva y determine y
en quien como cabeza de la misma sociedad resida la
autoridad pública.Todos sus miembros en general y en
particular se aplican, no con indiferencia sino con forzosa
prescripción de los fueros más respetables, a su entera
seguridad. No / /
CAFfTuLoVIII
225
141r les queda libertad para repudiarla ni para resistida. ¡Qué
ricos patrimonios se conocen en ellos! ¡Qué gruesos caudales!
¡Qué pingiies posesiones! ¡Qué magnificencias tan ostentosas!
Qué tratos tan homosos! ¡Qué decencias tan suntuosas! ¿Pero
qué? No ven los individuos, mayormente los del vulgo y la
plebe, lejos de sí la miseria, la necesidad y la pobreza. Se
sabe el estado de urgencia en que se halla constituído el
Nuevo Reino por falta de aplicación a la agricultura y al
adelantamiento de las manufacturas. Esta triste situación no
los indemniza de la pensión tributaria impuesta en el nuevo
establecimiento. Ella observa la exactitud de la proporción.
No es igual el gravamen del pobre que el del rico; diferente
es la medida de la contribución. Las fuerzas del pobre, que
no pueden extenderse a más que a cuatro, no se comprenden
en las pensiones de cinco o de seis. En esta corta parte de su
caudal no le carga imposición que le oprima el peso de su
gravedad. Tiene señalado lindero la carga que han de llevar
los hombros del pobre afligido y necesitado. No se le manda
que pague de seis cargas, verbigracia, o de seis arrobas de
los géneros que compra, cuando el fondo de su caudal no
alcanza más que a tres cargas o tres arrobas. Una pensión es
improporcionada o cuando se percibe de una cosa que no
tiene ser, y por lo mis / /
141v mo injusta, cruel y tirana, o cuando no corresponde a la
materia, que es la raíz o fundamento sobre que se impone o
establece. En esta parte no son pecaminosos los nuevos
establecimientos, que no son otra cosa más que una legítima
determinación del derecho natural y divino, pues sólo gravan
al vasallo en aquella cuota o pensión de pechos necesarios y
útiles para la segura protección
de la Corona. El
establecimiento es general y es regla de las más ciertas y
seguras para obviar robos y estorbar injusticias, en atención
a que es diferente el respeto que tiene al pobre que el que
considera en el rico. El no despoja al necesitado de los medios
de su natural conservación, le deja sus cortas utilidades y
percibe parte de ellas para los alimentos de su Rey, que es la
causa que los justifica. Este yugo, que parece insufrible, se
hace soportable y llevadero con la atención de los superj.ores
preceptos de la naturaleza y de la religión, que conspiran a
un mismo fin. Este yugo les facilita sus mayores
226
EL VASALLO INSTRUIDO
conveniencias, sus conocidas utilidades porque les fomenta
el trabajo y les da calor para solicitar nuevos arbitrios, que
redundan en utilidad suya y del Estado. Es el estímulo y la
espuela picante que los despierta del pesado letargo de la
reprensible ocio / /
142r sidad, fuente segura de su lastimosa pobreza y manantial
perenne de todo desorden y de sus continuos atrasos. El abre la
puerta a la misma abundancia y la cierra a la sensible escasez.
Precisado el vulgo a la contribución, no queda duda que se
aprovechará de la urgencia, empleará fuerzas, limpiará los
montes, formará sus rocerías (así llaman las labranzas),
florecerán los campos, fructificará la tierra y aparecerá la
abundancia. El arreglo para la segura recaudación del real
patrimonio debe constar por aranceles públicos, que son el plan
por donde los vasallos deben medir el gusto de sus
contribuciones, para los precisos y suntuosos gastos que pide
la grandeza del Estado. Sería notable confusión establecer
reglamentos para los acaudalados y aranceles para los
necesitados. Se hallaba el Gobierno enteramente precisado a
crear nuevos Tribunales en cada respectiva República con el
indispensable destino de oir las representaciones de los súbditos
y declarar su opulencia o pobreza a fin de dar el más exacto
cumplimiento a las interesantes disposiciones del Gobierno. Si
atendemos a los desconsuelos y perturbaciones que de esta
providencia resultarían forzosamente en los vasallos y aun en
los mismos Ministros y sus respectivos oficiales, parecerá
increíble el nuevo gravamen que carga sobre los / /
142v hombros del pueblo. No faltarán inquietudes, se oirán
clamores, se formarán recursos, se hará censura de la
conducta de los magistrados, acriminándoles el mal uso de
sus facultades, y los malcontentos, como acostumbrados a
no conocer subordinación y a vivir a su libertad, conforme al
espíritu de su preocupación, levantarán el grito, inspirarán
desprecio a los jefes de la superioridad y fomentarán las
quejas en los demás, persuadiéndoles el agravio que se les
hace en la declaratoria; y como es asunto que trata de
intereses, no será dificultosa la impresión, viéndose por esta
razón abrumados los encargados de estos particulares
negocios. Siempre se concluye que los reglamentos generales
que se establecieron
son más proporcionados
para el
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CApÍTULo VIII
227
incremento del Real erario y aun para la mayor felicidad del
pueblo, si éste quiere penetrar el espíritu de las superiores
providencias. Es tan público como se manifiesta por el estado
siguiente. Y asimismo lo es, que en este Reino no se guarda
aquella formalidad de vida sociable que se observa en la
Europa. Viven las familias dispersas por el campo sin
instrucción mayor ni de religión, ni de política, como queda
dicho en otro capítulo, al abrigo de su libertad, lejos de la
observación de los interesados en las rentas de Su Majestad,
a la que se agrega la / /
143 r (ver gráfico anexo)
144r franca apertura del campo, que a cada paso les ofrece un
seguro extravío, sin precisión a transitar por ciertos y
determinados puestos, en donde sean registrados los géneros
del transporte, ya sean del país, ya sean de Castilla; y por
otra parte, descubriéndose en los hijos del Reino y aun en los
europeos (no en todos) la ninguna escrupulosa exactitud en
el fácil y pronto cumplimiento de la contribución de los
pechos reales, a cuya pensión deben los legítimos vasallos
inclinar voluntariosos sus hombros, no sólo por temor de la
pena sino por obligación de la conciencia. Nada extraño
parece que los celosos Ministros del Soberano, y los más
interesados en el incremento útil del Real patrimonio,
tomasen los medios más proporcionados para la seguridad
de las rentas. La falta de guías y tornaguías induce notorio
perjuicio en las Cajas Reales, y su existencia, conocidas y
ventajosas utilidades. Conforme la actual situación de los
pueblos no se puede estorbar el continuo giro de los
contrabandos y los frecuentes y repetidos fraudes que
padecen los intereses de S. M. Esta disposición legal de las
guías y torna guías es la recomendación más justa que
inventaron las Naciones más cultas para conservar la firmeza
segura del establecimiento de las Rentas; y no se pueden
vituperar ni censurar de injustas porque tienen afinidad / /
144v con el espíritu de las leyes. Los mismos Administradores de
las Rentas me han asegurado que sin el auxilio de estos
medios legales, ni el Establecimiento puede subsistir, ni las
Rentas felicitarse. La seguridad de una plaza consiste en la
fortificación de las murallas, de los fosos, estacadas, de los
228
EL VASALLO INSTRUIDO
baluartes y caminos cubiertos. Sin estos preparativos es
puerta franca para constituirse objeto y sacrificio del furor
enemigo. Los aranceles, las guías y tomaguías son las fuertes
murallas, los profundos fosos, las estacadas peligrosas, los
baluartes invencibles y los caminos seguros para la feliz
conservación de los sabios reglamentos. Este conocimiento
se ocultó a las reflexiones políticas del público. Este siempre
se ha gobernado por los primeros Reglamentos que no
contienen en sí más que confusión y poco método, manantial
perenne de los atrasos del Real patrimonio. Pedía de justicia
toda la atención del Gobierno para destruir oportunamente
un desorden de esta naturaleza, rectificando el comercio
interior y reduciéndolo a una uniformidad invariable y
constante. El abuso de algunos empleados en servicio del
Rey,y el mal uso que hicieron de estas formalidades legales,
no arguye improporción en ellas, en atención a que no se
dirigen a otro objeto que a reprimir la //
145r relajación de libertad que en esta materia se toma y a dar
estabilidad perpetua al Real Erario. Es conclusión forzosa
que las citadas formalidades no llevan en sí gravamen ni
pensión alguna, antes bien, son producciones legítimas del
más sabio y acertado gobierno por más que la malicia procure
oscurecer la verdad. Por lo respectivo a los derechos de
Barlovento, ya es tiempo que hablemos un poco, y rasguemos
de una vez las cataratas de la ignorancia o de la preocupación
en que tanto fluctuaba el vulgo idiota. Esta pensión no tiene
nada de novedad; es tan antiguo su establecimiento como
su contribución.
No hay innovación alguna en su
establecimiento; sólo sí se ha separado este Ramo de pechos
del de A1cabalas con quien estaba confundido. Uno de los
principales objetos del Gobierno es la cuidadosa incumbencia
en remover toda especie de confusión en los Reales Ramos
de Rentas, para que brille la pureza y legitimidad de las
cuentas y se tenga noticia de las producciones respectivas a
cada ramo. La mala inteligencia que la plebe tuvo en este
particular fue motivo de la odiosa aceptación que
indebidamente merecieron los nuevos establecimientos.
Acostumbrado siempre el vulgo a caminar entre confusas
vacilaciones, y propenso siempre a fanáticas preocupaciones,
se dejó sedu //
CAPfn1Lo VIII
229
145v cir falsamente de la ilusión partidaria y causó lastimosos
estragos en las Rentas de su mismo Padre. Por Real cédula
del año 1635 se manda pagar el derecho que llaman de
Barlovento, siendo el objeto de esta pensión el establecimiento
y conservación de la armada de Barlovento, para evitar las
vejaciones que los extranjeros podían ocasionar al Rey y a
los particulares. Siendo tan antiguo su establecimiento,
¿cómo, pues, se ha propuesto idea de sedición escandalosa?
Si es resolución de la misma Real persona, ¿cómo, pues, la
audacia vulgar se arroja temerariamente
a dpdarar su
injusticia? Examínese bien el principio de la conmoción
general y de las pasadas alteraciones y se descubrirá que
sólo el espíritu de inquietud y perturbación popular, lejos de
sufrir extorsión la más mínima, prendió el fuego de la
rebelión; y siendo materia tan delicada, no reparó fomentar
sus estragadoras llamas hasta que sufriesen su devoración
todos los ángulos de la casa de su Soberano y señor natural
de estos Reinos. No hay apoyo para vindicar el atentado que
se ejecutó. Los nuevos Reglamentos van acompañados de
legítima autoridad, de causa justificada y de proporción
conocida como queda demostrado, calificándose tales
condiciones con las pruebas nada clandestinas de todo claras
que tengo propuestas / /
146r al vulgo preocupado, ignorante, seducido y fácil para
concebir imaginarias ilusiones, como pronto a recibir
inspiraciones
de ideas tristes y sediciosas. Para la
demostración más firme y constante de esta verdad me parece
conveniente insertar en este artículo las cédulas de S. M. sobre
el establecimiento del derecho de Barlovento: "El Rey
Marques de Sufraga, pariente, mi Gobernador y Capitán
General del Nuevo Reino de Granada y Presidente de mi
Real Audiencia de él, o a la persona o personas a cuyo cargo
fuere su Gobierno. Teniendo consideración cuanto conviene
a mi servicio ya la defensa de las costas del Mar del Norte,
seno mejicano, Islas de Barlovento y a la conservación de las
flotas, contratación y comercio entre esos y estos mis vasallos,
el formar una armada de bastante número de bajeles, que
ordinariamente corra aquellos mares, defendiéndoles de los
rebeldes y corsarios que los infestan; y como quiera que
deseando entablar el año pasado de 627 una armadilla en la
230
EL VASALLO INSTRUIOO
Isla de Santo Domingo para que asegurase del enemigo
aquella Costa, mandé a mi Audiencia y mis Gobernadores
de aquellas islas de Barlovento ejecutasen ciertos arbitrios
que para este efecto había dado D. Luis Garavito de Aguilar,
Procurador general de la ciudad de Santo Domingo de
aquella Isla y otros que al dicho mi Presidente pareciesen
exequibles. He resuelto que supuesto que ya por estar tan
exhausto y gravado mi Real patrimonio, he dado orden que
mi Virrey de la Nueva España ejecute en ella muchos medios
de lus cuales se saquen muy considerables cantidades para
la formación / /
146v y conservación de esta Armada y porque ha de ser la que ha
de defender y amparar todas esas costas del Norte; concurran
todas las Provincias de él a dicha formación y conservación,
así para que nunca pueda faltar esta defensa como para que
sean más tolerables a mis vasallos los derechos que para esto
se impusieren. Y como una de las Provincias más principales
de entrambos mares es esa que vos gobernáis, os remito la
copia de las imposiciones que se han impuesto en Santo
Domingo y demás Islas de Barlovento; porque de estos
medios o de otros, los que más cómodamente se impusieren
o más fácil se ha de exigir y cobrar, encaminéis con todo
efecto, luego que recibáis esta mi cédula, sin alzar la mano
de ello hasta conseguirlo con estos mismos vasallos, como se
impongan derechos considerables en estos géneros o en otros,
los que mejor parecieren, de los cuales se saque una cantidad
muy considerable para ayuda de esta Armada, mirando
juntamente, que ha de ser muy excesiva la costa que ha de
tener su formación y conservación, y la utilidad grande que
se sigue a esa Provincia de tener aseguradas sus costas,
comercio y contratación, que fío de tan buenos y leales
vasallo s que lievarán con grande consuelo lo que en esto
contribuyeren; pues en la pérdida y daños que excusan con
esta Armada y otras comodidades que de tenerla se les
siguen, ahorran más de lo que pueden contribuir en estos
derechos. Y lo que de ello procediere, haréis poner en mis
reales cajas por / /
147r cuenta aparte y que de ellas se remita a la ciudad de
Cartagena, en donde ha de quedar a disposición de mi Virrey
de la Nueva España, el cual se corresponderá con vuestra
CAPÍTULo VIII
231
persona. Y por haber encomendado a la del Virrey la ejecución
de esta Armada, daréisle aviso de lo que en esto se hubiere
hecho para que conforme a ello vaya obrando mi servicio,
asegurándoos que no me lo podréis hacer más agradable que
conservaras con él en toda buena correspondencia y en
asentar en esta Provincia tal cantidad de plata para el socorro
de esta armada, que con ella y las que puedan juntarse de
otras partes, se consigan tan importantes efectos. Fecha en
Madrid, a cuatro de Mayo de mil setecientos treinta y cinco
años. Yo el Rey. Por mandado del Rey, Nuestro Señor. D.
Fernando Ruiz de Contreras."
"El Rey. D. Martín de Saavedra y Guzmán, caballero del
orden de Calatrava, mi Gobernador y Capitán General del
Nuevo Reino de Granada, y Presidente de mi Audiencia Real
en él. Por cédula de cuatro de Mayo de 635 envié a mandar
al Marqués de Sufraga, vuestro antecesor en esos cargos,
procurase ejecutar en esa tierra ciertas imposiciones y
arbitrios de que se saca una buena cantidad para ayudar a la
formación y sustento de la Armada, que he resuelto haya en
las costas del Norte e Islas de Barlovento como más
particularmente
se contiene en la dicha cédula, cuyo
duplicado se os remite con ésta. Y porque conviene a mi
servicio que lo contenido en la dicha mi cédula / /
147v se ejecute con toda presteza y puntualidad, os encargo y
mando lo hagáis así, eligiendo para su mejor cumplimiento
todos los medios que tuviéredes
por convenientes.
Asistiendo a su ejecución con la diligencia y desvelo que
de vos fío. Y porque es bien que mi Virrey de la Nueva
España tenga noticia de lo que fueredes obrando y resultare
de vuestro cuidado, os comunicaréis con él y le daréis
continuos avisos de ello, y a mí en todas las ocasiones. Fecha
en Madrid, a cuatro de Septiembre de 1637 años. Yo el Rey.
Por mandado del Rey Nuestro Señor. D. Fernando Ruiz de
Contreras."
Estas Reales Cédulas se hallan copiadas desde la vuelta del
folio del legajo que se formó por los Oficiales Reales de la
ciudad de Santa Fe, sobre el establecimiento del derecho de
Armada de Barlovento. Habiendo el Presidente dado puntual
cumplimiento a estas Reales Cédulas y verificádose las sisas
en la ciudad de Mariquita y su distrito, manda el Rey y ordena
232
EL VASALLO INSTRUIDO
al Presidente que imponga la sisa en todas las demás partes
del Reino, agradeciéndole la imposición de arbitrios para la
compra de armas, lejos de perturbar los derechos de
Barlovento, en su Real Cédula de diez y ocho de Junio de
1640, fecha en Madrid, la cual se halla a la vuelta del folio
ciento ochenta y tres del tomo segundo de Cédulas, recogidas
por D. Juan Flórez de Ocariz, quien la autorizó. ¿A vista de
esto, cómo se atreve el pasquinero a censurar de nuevo,
injusto / /
148r y temerario al derecho de Barlovento? ¿Cómo, pues, se arroja
a condenar al sabio Ministro del Rey, comisionado para el
arreglo de su Real Patrimonio? Refrene a lo menos por un
momento, el sistema de su errante y presuntuosa filosofía el
autor de los pasquines;constitúyanse compañeros suyos los
que dieron calor a su infiel ejecución y todos juntos conozcan
los perjuicios que ocasionó, o su crasa ignorancia o pervertida
voluntad, al Estado, al Reino, aun a sí mismo y al honor del
Visitador general tan recomendable por su literatura y celo
como por el agradable concierto de sus cristianos y civiles
procederes. Véanse todos sus Estados y en ellos se descubrirá
el legítimo espíritu de la última Real Cédula, en la que
dispone el Rey que la sisa que se ha de imponer para la
prevención de armas no perturbe ni se confunda con la de
Barlovento. Este cuidado es el que advertimos en los nuevos
Reglamentos, cuya nueva planta dio principio en Enero de
1781, pues la confusión de ambos Ramos de A1cabalas y
Barlovento estaba ya tan naturalizada en el Arancel, que se
observó hasta fin de Diciembre de mil setecientos ochenta,
que absolutamente se ignoraba el derecho de Barlovento, que
se cobraba con el nombre de Alcabalas, resultando de aquel
desconcertado y confuso método al público, más perjuicios
que utilidades. Para desterrar toda especie / /
148v de confusión en los Tribunales y para el arreglo más claro de
las cuentas, pensó con acierto y pureza el Sr. Regente
Visitador separar un Ramo de otro, declarando que por el
Ramo de Alcabalas se pagase razón de dos por ciento y que
en el de Barlovento se contribuyese conforme a la primera
imposición que hicieron los Cabildos sobre los géneros sujetos
a ella; todo con relación a la Real Cédula citada de diez y
ocho de Junio de 1640.
CArtruw VIII
233
IX
Por lo respectivo al estanco de tabacos no es menos temeraria
la calumnia que se le irrogó al referido Visitador general. En
esto nada más hizo que, como buen Ministro, poner en
práctica la soberana resolución. Y para que sirva de apoyo,
quiero trasladar aquí copia de la que me mandó el Excmo.
Sr.Arzobispo Virrey cuando me comisionó para estancar las
siembras de los tabacos en las dos jurisdicciones del Socorro
y San Gil, y es como se sigue:
«ilustrísimo señor: Enterado el Rey de lo que V. S. lllma.
expone en su carta de veintidós de Septiembre próximo
pasado y de los documentos que la acompañan, quiere S.M.
que V.S. Illma. emplee toda su eficaz y elocuente persuasión
para hacer comprender a los del Socorro y San Gil que la
libertad pedida por ellos de las siem / /
149r bras del tabaco destruye el estanco de este género, establecido
en todos los dominios del Rey y en todos los países cultos,
como regalía de la soberanía; respecto de ser especie de puro
vicio y capricho que sólo la consume el que quiere. No obstante
en el único caso de que dichos pueblos no puedan subsistir
sin la siembra y cultivo del tabaco, se les podrá permitir para
que lo vendan al estanco al precio que se regulare justo y
mediante contratos que se arreglen con los cosecheros, según
se hace en otras partes de las Indias. Dios guarde a V.S. Illma.
muchos años. El Pardo veinte y uno de Enero de mil setecientos
ochenta y dos. Josef de Gálvez. Sr.Arzobispo de Santa Fe.»Si
refrenada ya la muchedumbre revoltosa y establecida la paz
en las Repúblicas insiste el Rey en el estanco de los tabacos sin
embargo de la representación que hizo a las gradas de su Real
Trono el Excmo. Sr. Arzobispo Vrrrey en favor de los pueblos
de las citadas jurisdicciones. ¿Cómo, pues, se califica de cruel
la prohibición de las sementeras del tabaco en cuasi todos los
pueblos de su recinto, hecha por el Sr.Regente VISitador?Fuera
de repugnarlo el Rey y contradecirlo abiertamente la Corte
intentó hacer ver su justificación en esta parte. Los principios
de nuestra Santa Religión nos persuaden que toda la potestad
temporal proviene inmediatamente de Dios. Que la autoridad
real es una participación de su soberanía. Que Dios colocó a
los Reyes sobre la tie / /
234
EL VASALLO INSTRUIDO
149v rra, depositando en sus manos el Gobierno de sus Reinos.
A quienes autoriza, como a nuestros padres legítimos
señores, llamándoles también nuestros Dioses. Que la ley
santa condena y maldice a los que se atreven a murmurar
de sus providencias y levantar con mano temeraria el velo
de sus decretos. Que toda alma debe estar sujeta a las
potestades superiores. Por último nos persuade la Religión
que quien resiste a los mandatos de los Reyes resiste a los
del mismo Dios. Esta es una íntima o mandato general que
obliga a todos los vasallos al pago voluntarioso de los
tributos, que pueden imponer legítimamente los soberanos
sobre los bienes que poseen los hijos de su Nación, o por
herencia de sus padres, o por fruto de su industria y
ocupación. ¿Con cuánta más propiedad podrán imponerlos
sobre todas aquellas producciones que no son de primera y
absoluta necesidad y que únicamente sirven a entretener el
vicio? Tal ha sido reputado desde su origen el tabaco, cuyo
uso solamente será lícito siempre que el Gobierno lo permita
y tolere. Este es un género que solamente lo consume el
que quiere porque es de puro capricho y antojo. A nadie se
precisa y obliga a que lo compre. La distribución económica
de este ramo como la de otros de igual naturaleza, pertenece
al Rey. Quiere S. M. permitir su uso pero se reserva
justamente disponer el modo de repartirlo a sus pueblos
bajo de ciertas y determina / /
150r das condiciones. Es propia regalía del soberano permitir o
negar el uso del tabaco en sus dominios. La prohibición no
irrogaría en tal caso injusticia ni agravio a sus vasallos a causa
de que no es medio necesario para la subsistencia. La
concesión de sus siembras en algunos terrenos determinados
es gracia particular que gozan sus respectivos pueblos por
la conveniencia que resulta a su Real Patrimonio. Se empeña
el Rey en el establecimiento de este su Real Ramo por la
conveniencia pública que resulta al Estado. Si dispensara la
franqueza de la siembra general en todos los pueblos,
seguramente se destruiría su regalía. Con relación a estas
ideas y sentimientos de la Majestad estancó el Regente
Visitador las siembras a un determinado rincón del Reino
por ser más proporcionado a su resguardo y por la mejor
calidad de sus producciones. Calculó el número de cargas
CAPtruLoVIll
235
que podría consumir el Reino y contemplando que las ofreáa
el globo de tierra privilegiado pudo y aun debió por todo el
derecho de justicia prohibir las siembras en otro paraje con
toda la severidad de las penas, pues de lo contrario se
introduciría la decadencia en las ventas de este género si se
permitía la libertad de venderlo públicamente cada
particular; y cuando nó, se vería precisado el Rey a comprar
a los vasallos un excesivo número de cargas de este ramo
para sacrificarlas a una pública hoguera por falta de
consumo, pues ofreciendo las suficientes el resguardo por
consecuencia forzosa todo / /
IS0v el demás acopio debía ser sacrificio lastimoso de las llamas
con notable perjuicio de la Real Hacienda. El Sr. Regente
Visitador tomó un profundo conocimiento de la abundancia
de frutos que ofrecen las jurisdicciones del Socorro y San
Gil. Las dos cosechas de arroz y maíz, la muy copiosa de
algodón como igualmente la del fríjol, yucas, arracachas y
toda especie de berzas y frutas; la más abundante de todas,
la industria y ocupación de aquellos naturales, todo esto
junto, lejos de persuadirle que la siembra de los tabacos era
necesaria para su subsistencia
conoció que les era
perjudicial y de atrasos. Queda demostrado en el capítulo
de los proyectos económicos que en los años en que se
permitió dicha siembra era menor el producto de los
diezmos y mucho mayor en el tiempo en que se prohibió.
Esta es una prueba real y autorizada de la miseria a que
conduce la ocupación en semejante ramo y de la
prosperidad a que eleva a los pueblos el entretenimiento
en otros ramos de agricultura. Es, pues, conclusión forzosa
que las providencias tomadas por el Regente Visitador
tenían por objeto los adelantamientos del Real Patrimonio
y la mayor felicidad de los vasallos del Rey. ¿Cómo, pues,
se proscribe de injusta y tirana una resolución tan conforme
a la voluntad del Rey como a la mayor prosperidad de sus
vasallos? ¿Cómo se toma por nociva una justificación tan
acrisolada para / /
ISlr levantar el pueblo ignorante el sacrílego y temerario grito:
Viva el Rey y muera el mal Gobierno?¿Cómo ha de vivir el
Rey y morir el mal Gobierno cuando en el pasquín general
se intenta destronizar a la Real familia de Borbón del
236
EL VASALLO INSTRUIDO
natural dominio y señorío que por tantos títulos gloriosos
goza en ambas Américas? No es, pues, la injusticia de los
tributos la causa de tan furiosos delirios. Otro es el origen
y otros son los ocultos designios disfrazados por los amigos
de la independencia. O sea la ignorancia, o la malicia o el
interés, o la libertad de tan monstruosas producciones,
siempre ha de llorar su vergonzosa confusión el
pasquinero y sus aliados. Ahora, que ya los pueblos
conocieron al Rey y quedaron instruídos en los fueros del
vasa!!aje, dan prueba~ nada equívocas de los sacrílegos
desbarros a que los llevó el engaño y mentirosa seducción.
El claro conocimiento que han tornado en mis misiones de
la obediencia y fidelidad debida al Soberano y sus
Ministros les recordó el peligro en que se constituyeron y
la gravedad del delito que abrazaron. Sus lágrimas son
los apoyos más firmes de la justificación de los tributos; y
su arrepentimiento está confesando que los precitados
despechos eran procedentes de la bárbara región del
engaño y de la malicia. Luego que los pueblos se
declararon por el partido del Rey, solicitaron la Real
Indulgencia y se obligaron ante la Real Justicia a cubrir el
Erario del Príncipe de todos los atrasos que le ocasionó el
furor de la plebe amotinada y de poner corrientes y / /
151v en actual ser todos los Ramos de Rentas Reales,
contribuyendo con todo lo que sirviese ordenar y mandar
la voluntad superior según aparece de las respectivas
obligaciones que otorgaron los pueblos todos en donde
estuve de orden superior para dar cumplimiento a este
encargo. Las injusticias que ellos contemplaban en los
nuevos reglamentos se trocaron en sabias resoluciones; las
tiranías en piedades y en conocidas conveniencias las
vulgares expresiones de crueldades. Las evidentes
injusticias, las notorias crueldades
y las tiranías
indispensables no son objeto de obediencia y subordinación
en los vasallos a su observancia; y si los nuevos impuestos
son de esta naturaleza:¿ Cómo es que los mismos defensores
de la libertad imaginaria, gustosos aceptan aquel gravamen
que tánto los despechaba? No ignoro que el corazón del
hombre es capaz de mudanza y que sólo a la gracia de Dios
están reservados los triunfos. El Reino ha conocido su
CAPfTuLoVlII
237
inobediencia y se halla reconciliado con Dios y con el Rey.
No es igual en todos la correspondencia a la gracia porque
es desigual la disposición del corazón; y como después de
toda conmoción popular siempre quedan residuos de
inquietud particularmente en aquellos que la naturaleza de
su corazón no les puede inspirar nobles y generosos
pensamientos, he deseado correr la pluma más de lo regular
para que les haga conocer el espíritu de falsedad y de
equivocación con que apoyaron su irregular / /
15?r procedimiento. j Qué extremada ceguedad sería insistir aun
todavía en semejante preocupación a vista de unos hechos
tan notorios y manifiestos! La justicia de los aranceles, el
acierto de las guías y tornaguías, la brillante luz de la
separación confusa de los Reales Ramos de Alcabala y
Barlovento, los deberes de la siembra de los tabacos,
prohibida en las jurisdicciones del Socorro y San Gil,son otros
tantos testimonios de los acreditados procedimientos y
equitativos reglamentos del Regente Visitador. En todos ellos
no se propuso otro fin que la conservación de la Dignidad
Real, de la administración de su justicia y de la justa defensa
del Estado.
239
CAPITULO IX
Demuestra la enorme gravedad y singularidad
de la ofensa que en sí contiene la Rebelión
del año de ochenta y uno
1
Vengo a tratar en este capítulo de aquel delito que han mirado
con mayor horror y prohibido con severísimas penas y atroces
castigos todas las leyes tanto eclesiásticas como civiles. De
aquel delito que turba la razón, arraiga el engaño, fomenta
el escándalo, rompe los vínculos de la paz, atiza los odios,
levanta llamas de voraz incendio que todo lo acaba y que es
semilla funesta que produce / /
152v la zizaña de las desgracias, de los robos e injusticias. De aquel
delito que eclipsa la Fe y contamina la Religión: que divide
la Patria en facciones, introduce el rigor de la calamidad en
el corazón del Reino y constituye los Pueblos víctimas
lastimosas del saqueo, del incendio y del melancólico
desierto. De aquel delito que expone la opulencia al estado
de abatimiento y mesia (sic) (¿miseria?): que pervierte y
confunde todo el orden del gobierno político, y toda la
jerarquía de los estados y gremios; que deja la justicia
embotada y sin uso¡ las leyes sin obediencia, las virtudes sin
premio, los delitos sin castigo y sin cobranza ni paga las
acreencias¡ que renueva un tiempo en que se representa, como
un teatro sangriento y triste, la rotura de los vínculos gloriosos
de la caridad cristiana¡ y lo que es más sensible: la división
faccionaria hasta en el lugar santo, cevándose cada día más
y más el fuego de la discordia en los pueblos en los cuales el
horror y escándalo es más verdadero que creíble. De aquel
delito que degenerando de llaga entra en el estado de cáncer
contagioso que inficiona por un miembro toda la sociedad¡
240
EL VASALLO INSTRUIDO
que de tenue chispa, tomando mayor incremento, llega a
formarse un terrible incendio que de toda una montaña hace
una terrible luminaria. Del delito de la Rebelión hablo, que
solo con trémulas voces puede significarse. Apenas habrá
Nación que sin más ley que la de la / /
153r Naturaleza no haya mirado con horror sacrílego este
monstruo abominable de los abismos. La conservación de
las Monarquías, el decoro de los Estados, el estorbo de las
ruinas de tantas Provincias en sus intereses, fábricas y
habitantes y otros imncnsos e imponderables detrimentos
, que son compañeros inseparables de las sediciones son los
firmes apoyos de la Naturaleza y aun de la Política y Religión
para fulminar rayos de indignación contra los partidarios
de la Rebelión. La República de Roma en repetidas leyes
condenó a muerte atroz a los vasallos rebeldes que
conspiraban contra el Soberano o República; y declaró ser
este delito entre los de lesa Majestad el primero y más grave.
Fuera de la pena capital que les impuso, les aplicó también
la de infamia y perdimiento de muchos derechos según lo
refiere Farinacio.1
Terribles ejemplares de horrorosos castigos nos acuerdan
los doctores, ejecutados contra los insolentados sediciosos
como se pueden ver en las alegaciones fiscales de Larrea; 2
;pero no omitiré la genuina relación de Pedro Gregario
Tolosano que en términos propios dice así: "es delito el más
detestable rebelarse contra su Pastor y defensor, cual es el
Rey; pues por ley universal y eterna deben los inferiores
obedecer a los superiores y los que así no lo hacen son peores
que los brutos en la irracional fiereza". 3 Qué gravísimas
execraciones / /
153v y espantosas censuras no se leen en los sagrados canones y
conciiios contra los rebeldes a sus legítimos soberanos?; en
las funestas y violentas conspiraciones el vulgo, aunque
siempre amigo de novedades, no autoriza lo que aplaude.
, Otro género de gente licenciosa y libertina es la que inspira
1
2
3
de crim. lese Maiest. q. 122. inspect. 1. Per totam. (153r M).
Part 1. allego63. a num. 19. (153r N).
Lib. 35. sintagm. cap. 1. num. 22. (153r O).
CAPtruLoIX
241
el despecho y la infidelidad, propensa a vivir a las anchuras
de sus pasiones brutales, acredita e infama el partido a que
se arrima. Las fatales caídas que se registran en los Anales
eclesiásticos son otros tantos padrones públicos que Dios ha
puesto en la Iglesia para el desengaño y claro conocimiento
de la gravedad de la ofensa que cometen los que maquinan
asechanzas contra el Trono. Los indignados relámpagos de
amenazas y las centellantes cóleras que el Vaticano,
representado ya en su cabeza, ya en sus concilios, ha
fulminado contra ellos, son indicantes los más propios del
grande sacrilegio que cometen los que se atreven a poner la
mano en el Christo del Señor; el Santo Papa Calixto 1,en la
carta segunda que escribió a los obispos de Francia, fulmina
censura de excomunión contra los clérigos y religiosos
incursos en el abominable sacrilegio de la conspiración,
privándoles del grado y dec1arándoles por infames como lo
refiere Graciano. 4 El Papa Clemente VIII dio facultades para
que en Nápoles se procediese contra un religioso que fomentó
una ensangrentada rebelión sien / /
154r do su objeto la entrega de alguna parte de aquel Reino en
poder del Turco. 5 En la furiosa sedición de Calabria se
procedió igualmente contra clérigos y religiosos con expresa
voluntad del Breve Pontificio, en sentir de Riccio. 6 Los Papas
Juan XXll, Benedicto XII, Clemente VI, Julio II, Martino IV;
Inocencia III, Clemente, Gregario y Alejandro V mantuvieron
a los Reyes, hijos primogénitos de la Iglesia y protectores
suyos, en la soberanía y Majestad que heredaron de Dios,
declarando excomulgados a los rebeldes. Sin hacer recuerdo
de los hechos de la antigiiedad basta hacer memoria de
nuestro siglo en el que la Santa Sede despachó letras
apostólicas en forma de Breve, su fecha en Roma a once de
Julio de mil setecientos y cinco y prorrogado a veinte y siete
de Julio de mil setecientos y siete, concediendo plena potestad
4
5
6
Cap. Conspirationum. 11. q. 1. & cap. antecedenti conjurationum. C
vergentis de Hereticu. (153vP)
Diana, parto 1. Resol. Moral. Tract. 2. Resol. 19./Genuense, inpraxi, c. 9.
(154r Q).
Incolect. DeCÍS.p. 5 Colecto2.62. & inpraxi ver. For. Eccles. Resolut. 311.
(l54r R).
242
EL VASALLO INSTRUIDO
al Grande Felipe V,de feliz memoria, para proceder contra
el estado eclesiástico y religioso, que desleal falta a su
obediencia y fidelidad, hasta su degradación y pena capital
con pena de excomunión y confiscación de bienes. Hartas
desgracias nos acuerda la República civil y no menos tristes
y dolorosas decadencias la religiosa en la calamitosa era,
cuando las armas gloriosas de Barbón y las desgraciadas de
Austria disputaban el derecho de la Corona. Algunos
cavilosos poco asustados a la razón 11
154v y al Evangelio, fomentaban la sedición persuadiendo la
desobediencia y rebelión contra el Rey Nuestro Señor,
declarado por la silla apostólica legítimo sucesor de nuestra
España. Olvidados de su carácter comunicaban el veneno
de su falsa doctrina con el atrevido y audaz arrojo de que
era causa de Dios y de la Iglesia y que con razón y justicia
se vendía como único objeto del heroísmo en la incauta
plebe. El Tribunal de la junta del Breve Apostólico pronunció
sentencia en Madrid a diez y seis de Febrero de mil
setecientos y ocho; y en Valencia a dos de Marzo del mismo
año el Comisario Apostólico del citado Breve, contra catorce
eclesiásticos, sediciosos, perturbadores de la paz pública,
enemigos de Dios y de la Patria, degradándoles
y
rebajándoles al Brazo secular con declaración de la
excomunión y confiscación de todos sus bienes. Sean estas
sentencias motivo de seria y grave ponderación en aquellos
que con tanta facilidad se arrojaron en el año de ochenta y
uno al horrendo sacrilegio de la infidelidad y contradicción
a la Soberanía o ya sea por ignorancia, o por injusta queja,
o por despecho, o por falsas persuasiones de aquellos
mismos que por su alto ministerio debían oponerse a los
desafueros de la ignorancia insolentada. La constancia en
la obediencia jurada al Monarca no es asunto arbitrario que
puede 11
155r gobernarse por los fines de un apasionado capricho; es
máxima sagrada de la más sana Doctrina. Varios concilios
miraron la rebelión como zizaña ofensiva de la majestad del
soberano y de lo sagrado de la Religión; y despidieron todo
el rigor eclesiástico contra los tiranos rebeldes y traidores a
sus Reyes. Para evitar toda especie de molesta lectura sólo
haré memoria del insigne y erudito Concilio IV celebrado en
CAPtruLo IX
243
Toledo en tiempo del Padre Santo Honorio 1, en el año de
seiscientos treinta y tres. Su autoridad en la Iglesia es objeto
de la mayor atención y respeto. Sus decretos merecen los más
sublimes encomios, pues uno de ellos fue atajar la Rebelión
que se fomentaba en España, desnaturalizando la fidelidad
que se prometió y juró al legítimo Rey Sisenando; estas son
las palabras del mismo Concilio: "en muchos ha llegado a
tanto extremo su perfidia que con desprecio violan la Fe
prometida con juramento a sus Reyes; y manteniendo en el
corazón la traición, fingen con la boca que se obligan a la
fidelidad: juran a sus Reyes y rompen la Fe que les prometen
sin temor de la estrechísima cuenta que han de dar en el juicio
de Dios, el cual, hecha su maldición y commina (sic)
gravísimas penas contra los que autorizan con su nombre la
mentira que juran. ¿Qué esperanza podrán tener estos
rebeldes Pueblos cuando sus enemigos les opriman? //
155v ¿O qué nación les dará crédito cuando le juren la paz? ¿Qué
contrato habrá que no rompa? ¿Qué capitulaciones
permanecerán firmes cuando no guardan la fidelidad jurada
a sus propios Reyes? Oid nuestra sentencia: cualquiera que
temerariamente fuere osado a quebrantar el juramento de
fidelidad que ha hecho por el bien y conservación de la Patria
y Nación española y por la vida y salud del Rey, apartándose
de nosotros y de los demás Pueblos de toda España con
cualquier género de rebelión y conjuración o que intentare
quitar la vida al Rey, o despojarle de su dignidad, o como
tirano presumiere
usurparse
el Trono, este tal sea
descomulgado (sic) en la presencia de Dios Padre y de sus
Santos Angeles, y sea arrojado de la Iglesia Católica la cual
profanó con sus perjurios; y separado de toda congregación
con todos los que fueren cómplices en su impiedad, porque
conviene que sea igual la pena de los que son
comprehendidos
en el mismo pecado". Así hablan los
Pontífices, así decretan los Concilios contra la ingrata
rebeldía.
II
Dios es el que en todos tiempos ha mirado como propios los
despechos de la sedición fomentada contra los Príncipes. Una
244
EL VASALLO INSTRUIDO
inmensidad de ofensas, que derechamente miran a su
persona, fueron objeto de indulgencias y sufrimiento divino;
pero ninguna deslealtad o contumaz inobediencia / /
156r de vasallos a reyes, de súbditos a superiores, pudieron
contener en los diques de la tolerancia las aguas del furor,
indignación y cólera de un Dios ofendido y provocado a la
ira. Todas las historias, o profanas, o sagradas, colman de
justas venganzas el corazón de Dios. No se puede extender
la vista por el círculo de las edades sin que se encuentre la
justicia soberana ~Il ejercicio de arrojar rayos, en acto de
fulminar amenazas de lagos de sangre, de desolación de
Provincias, de estragos de Pueblos, de inundaciones
lastimosas y de incendios temibles de ciudades. En el paraíso
de delicias se deja ver armado de una espada de dos filos
con ademán de condenar a perpetuo destierro a los dos
primeros Padres, que llegaron a concebir el tirano designio
de olvidar el vasallaje y constituirse semejantes al mismo
Dios. En una parte lo veréis señorearse sobre los espantosos
boquerones de la tierra que tragó vivos y fueron sumergidos
los rebeldes Coré, Datán y Abirón que maquinaron tiranizarle
a Moisés el Principado; en otra se presenta a la vista la
numerosa catástrofe de los doscientos y cincuenta
Thuribularios, que fueron víctimas lastimosas de las llamas
por su complicidad en la rebelión, extendiéndose la severidad
del rigor a la muerte sangrienta de catorce mil y setecientos
Israelitas, porque temerarios en murmurar, culparon de
vengativos a Moisés y Aarón contra el Pueblo de Dios. 7 Aun
lloran las áridas / /
156v arenas del Jordán las sangrientas ruinas de cuarenta y dos
mil efrateos que se levantaron contra su Capitán y caudillo
Jephte. 8 Desgraciada e infeliz suerte sufrieron Seba y Amasa,
muriendo infaustamente en la sedición que movieron contra
David, su legítimo soberano. Compañeros de sus calamitosos
estragos se ofrecen la ciudad de Sichen y sus moradores por
haber levantado el sacrílego y temerario grito :¿quién es
Abimelech y quién la ciudad de Sichen para confesarse
7
8
Lib. Numer. C. 26. V.V.31 Y35 .42. (156rS).
Lib. Judic. C. 12. V. 6. (156vT).
CAPtruLoIX
245
tributaria de su poder y mando?9 El último y fatal golpe de
la muerte experimentaron los diez exploradores de la Tierra
de promisión y fueron reducidos a menudos trozos aquellos
monstruos que ensangrentaron sus manos en la sangre de
Isboset.lO Víctima lastimosa contemplamos a Zambri, que
quiso ocupar el Trono con el homicidio de Ela, hijo de Baasa,
muriendo siete días después de su audaz resolución entre
las llamas.l1 Una inmensidad de turbaciones, de calamidades
y de infelices desgracias fue el castigo de la insolencia y cisma
de las diez Tribus, de Bagatan y Thares, de Absalón y
GeroboanP Dios es el que castiga los atentados co / /
157r metidos contra la Majestad y soberanía y el que venga su causa
propia en la de los Reyes.Tan apacibles se observaban los
Hebreos en la penosa esclavitud de Egipto y en el duro
cautiverio de Babilonia como en la deliciosa habitación de
Jerusalén; pero no dejó la Divina Justicia de afanarse en la
inundación célebre de Faraón, revolviendo a aquellas volubles
montañas de espurnantes aguas sobre las egipcíacas cabezas,
despedazando carrozas, quebrantando astas, derribando
caballos, anegando caballeros. Otras pruebas de penosos
cautiverios y de calamitosas desolaciones nos ofrecen a cada
paso las historias con que Dios se dejó conocer vengador de
las traiciones cometidas contra sus vicarios, sus imágenes y
depositarios de su autoridad en la tierra; objeto de sus justos
enojos fue la ciudad de Caria, enteramente arruinada, muertos
todos los hombres y hechas esclavas las mujeres por haberse
declarado por parte de los Persas contra los Griegos, a quienes
debían vasallaje, en frase de Salcedo.13 Iguales rigores
experimentaron los sacerdotes de Baal, a ruegos del Profeta
Ellas, para escarmiento de los demás, que daban calor a la
resistencia en perjuicio de los altos fines de Dios, conforme la
relación de Arias.14No halla términos la voz para ponderar el
horroroso castigo que la ira de Dios descargó sobre el impío y
9
10
11
12
13
14
Lib. 2. Reg. Cap. 2/Numer. Cap. 16. (l56v U).
Lib. 2. Reg. Cap. 4. V. 12. (156v X).
Lib. 3. Reg. Cap. 16. V. 10. (156v Y).
Esther. Cap. 2. V. 13. 12. Reg. Cap. 18. /2. Paralipomenon Cap. 13. (156vZ).
De lege Polit. lib. 3. Cap. 4 en 14. (157r A).
Tract. de bello, parto 1. num. 96 y 97, tomo 6 tractatuum. (157r B).
EL VASALLO INSTRUIDO
246
alevoso Andrónico. Siendo General de las tropas del
Emperador Alexos, acreditó el espíritu de su valor y fidelidad
al Imperio, venciendo gloriosamente a los rebeldes. Cargado
de trofeos, se olvidó de los fines de la / /
157v guerra en cuyas sangrientas y arriesgadas empresas aventuró
su vida y arrebatado del furioso espíritu de ambición puso
las alevosas y sacrílegas manos en el Christo del Señor,
ahogando al Niño Emperador y se levantó con el Imperio.
Pasados tres años se rebelaron sus mismos vasallos y
penetrados de rabioso despecho le cargaron de cadenas y le
montaron sobre un sarnoso camello, le expusieron por
muchos días al ludibrio, a los oprobios y nefandas
adoraciones del Pueblo. Cortáronle la mano derecha,
sacáronle uno de sus ojos y ahorcáronle por los pies,
arrancáronle los cabellos y dientes, llenáronle el rostro y boca
de inmundicias, pasáronle puñales por la garganta y otras
partes de su cuerpo y en este prolongado tormento dio los
últimos alientos en manos de la muerte, como lo refiere
Baronio.1S Así castiga Dios a los sediciosos y no deja el azote
de la mano hasta que el arrepentimiento y subordinación
desarmen su justo enojo.
III
De DIOSY no de otra mano tienen los Reyes su soberanía
aunque los medios sean humanos y diversos, según expresión
del mismo Dios en la sabiduría.16 Cuando los Hebreos quieren
mudar de gobierno, dice Dios a Samuel: no es a ti sino a mi a
quien ellos han despreciado. Nosotros no reinaremos sobre
vosotros, dijo Gedeón a los Diputados de Israel, ni yo, ni mis
hijos, sino / /
158r que quien reinará será el Seii.or.Que Dios sea el autor de la
soberanía, fuera de sostenerIo el mismo Christo en la
respuesta que dio a Pilatos, lo declarú. el Papa Inocencia
1II17, y el concilio Parisiense, que se celebró en el año de
15
16
17
Annal, 1183y 1185.num. 5. (157vC).
Sapient. Cap. 6. (157vD).
Cap. 6. de Majorit. & obedient. (158r E).
CAPITULo IX
247
setecientos veinte y nueve, declarando en el capítulo veinte
y nueve del libro primero, que la administración de los
Reinos se confiere a los Reyes por el mismo Dios y no por
sus progenitores. Toda la Potestad Regia y la misma
soberanía 18 defiende San Agustín, no debe atribuirse sino
a Dios que es el que felicita el cielo y la tierra. Toda autoridad
de la tierra no es otra cosa que una participación de la eterna
omnipotencia, y toda grandeza una viva imagen de la
suprema grandeza. Dios es la fuente de toda dependencia.
El es el que se comunica a los que él mismo ha colocado
sobre el Trono. De su mano reciben la Corona y el Imperio;
y sólo el que dirige su Majestad y derrama sobre sus cabezas
la unión Real confúndase de una vez la orgullosa y
arrogante Filosofía que no descubre en los soberanos más
que unos hombres penetrados
de la más heroica
magnanimidad; hombres que dominan a los grandes por
sus benéficas influencias y al Pueblo con la fuerza de su
poder. Es preciso concluir que los desprecios y ofensas que
reciben los Príncipes, inmediatamente terminan en el mismo
Dios, como original que es de tan majestuosa pintura. ¿Qué
fanático delirio fue el de este Reino, que en el año de ochenta
y uno intentó envilecer la obediencia y la autoridad? / /
158v Con su imaginaria independencia ofendieron la Religión
que considera en los Príncipes todo el respeto y autoridad
de Dios.El fanatismo, fundado siempre en sus falsas
máximas, cree que sólo les acompaña el poder que el Pueblo
les ha conferido; que por los pactos primordiales y forzosas
condiciones sólo la autoridad pública puede intentar acción
en lo respectivo a las condiciones del tratado; que la
inobservancia de estas leyes es en los Príncipes un delito y
que dispensa a los vasallos de la fidelidad y les absuelve
del juramento; que en la Nación reside el poder y la
soberanía y que en caso de abusar de ella el Rey queda el
Pueblo en libertad de poderla recobrar por medio de la
rebelión. Esta raza de víboras que están despedazando el
buen orden de la República ha desconocido la mano
suprema que es la única que da y quita las Coronas. Esta
18
Lib.5. de civitat. Dei Cap. 35. (l58r F).
248
EL VASALLO INSTRUIDO
casta de perturbadores de la tranquilidad pública vive en
las tinieblas de la ignorancia y no conoce que en el cielo
hay un sabio Protector de la Majestad Real y de la libertad
pública; un Señor que mira con igual cólera los despechos
contrarios a la seguridad del Cetro que a la felicidad de el
Pueblo. El Trono no se da por premio del valor y de la virtud.
La grandeza de los hechos no es el principio de donde
proviene la facultad de la voz del reconocimiento para
poder proclamar Reyes a los héroes del valor y animosidad
después de sus gloriosas victorias, El derecho de juzgar
sobre la multitud no se coloca en el más justo, en el más
guerrero, en el más político y en el más sal I
159r bio como un homenaje debido a lo primoroso de sus prendas
y a lo singular de sus virtudes. La independencia de los
Príncipes nos ofrece aquel Pueblo a quien Dios gobernó por
sí mismo visiblemente y nos enseña el modo invisible conque
Dios gobierna todas las monarquías. Ni Moisés reconoce
pacto con los Israelitas a quienes libertó de la tirana esclavitud
del Egipto; ni Josué percibe otra protesta que obedecerle en
todo bajo el apercibimiento de muerte al que con osadía
descaeciese en su fácil cumplimiento; ni Gedeón contempla
condición la más mínima cuando sus plausibles triunfos
llenaron de gozo y gratitud al Pueblo de Dios; ni los ancianos
de Israel constituyen a Jephté su capitán y caudillo contra
los Amonitas con respecto a salir vencedor en el campo de la
guerra. Sin embargo de las duras amenazas y pesado yugo
que cargó sobre sus hombros la Tribu de Judá, su fidelidad
fue inviolable y su obediencia independiente de las ofertas
de Roboan. El Pueblo Macabeo jamás se contaminó con el
afrentoso lunar de la infidelidad. El mismo se intimó el
entredicho para no formar juntas y alistar gentes sin expreso
orden de sus nuevos jefes y les dio el poder más extenso para
gobernar al Pueblo santo sin resistencia y sin contradicción.
En vano se afana el loco fanatismo en querer oscurecer la
ninguna subordinación que en lo temporal confiesan los
Reyes. Ellos son tan árbitros y absolutos que en toda la época
monárquica no se hallará un acto pú I /
159v blico que arguya derecho en el Pueblo de ser facultativo para
deponer al Monarca que lo tiene en continua opresión y
declararlo desposeído del solio Real, o sin derecho a la corona
CAPiTuLo IX
249
por haber violado las promesas y las leyes del Imperio. Delirio
es este tan opuesto a la Religión que si llegase el fatal
momento de entronizarse en el corazón de los Pueblos, sin
duda los alborotos, las sediciones, los horrores y calamidades
de las guerras civiles fueran el objeto del temor de los siglos
venideros. Sola nuestra Religión representa al Dios de losejércitos sobre la eminencia del Trono sagrado en la
consagración de los Príncipes y desde allí recibe los
inviolables juramentos que de fidelidad hace el Estado. Ella
asegura la autoridad de los Reyes, la felicidad de los Pueblos,
la paz de las Provincias y la quietud de los Reinos. Es verdad
que los Reyes son constituidos por el mismo Dios Pastores
de su Pueblo. Reinan en su nombre, ejercen su Imperio,
ejecutan su voluntad suprema, son el órgano de sus juicios,
la imagen de su bondad, superiores a los vasallos pero
inferiores a las leyes de quienes el mismo Dios es implacable
vengador. En el Pueblo no cabe voluntad para la resistencia;
precisa es la subordinación al Rey y a sus ministros, que tienen
el lugar de Dios. Cuando ellos felicitan al Pueblo, entonces
son el instrumento de la bondad eterna: cuando le hacen
gemir bajo la insufrible opresión entonces son el azote de las
indignaciones divinas. Jamás se separa de los súbditos el
derecho de sujeción y fide / /
160r lidad por más que sean o Padres o Tiranos de la República,
porque siempre es uno el Dios que manda por ellos. Si las
producciones de su dominio son aflicciones, injusticias y
opresiones es necesario el sufrimiento; es negado el
levantamiento contra el abuso de la autoridad. Sólo a Dios
está reservada la venganza y sólo él romperá la vara del furor
cuando observe en los vasallos la constante fidelidad y la
ciega obediencia con más vistosos brillos en el tiempo de la
opresión y de servidumbre. No es medio cristiano la solicitud
y desvelo en constituir feliz y ventajoso a un Reino por medio
de amotinados alborotos, más funestos siempre que la misma
tiranía. Ahora, pues, si Dios es la fuente de la soberanía, del
poder y de la majestad, es conclusión forzosa que toda la
malicia de la Rebelión de ochenta y uno fue contra la Religión,
que manda por Ley suprema el sacrificio de la voluntad y
obediencia exterior a los intereses del Trono, a la gloria y
honor de sus armas. Si la obediencia, temor y respeto que
250
EL VASALLO INSTRUIDO
debemos a Dios debe hermanarse con la que debemos
profesar a los Reyes, según el Apóstol San Pedro19, el principal
ofendido es Dios en la pasada sedición por ser el Supremo
Gobernador y el verdadero Rey de los Reyes. O! y qué
atentado tan atroz!; o! y qué crimen tan horrendo! o! y qué
delito tan sacrílego! No puede pensarse ni fiebre más
frenética, ni crisis más temible a que se expone la Corona
con las divisiones de los tumultos populares, abriendo la
puerta a los ambiciosos, a los insolentes y a los perseguidores
de la Religión. Qué irre
11
160v verenciasl Qué profanaciones! Qué robos! Qué injusticias!
Qué estupros! Qué inundaciones de sangre! La Rebelión es
causa de tanto infortunio. Los tronos, los imperios, los cetros
, y las coronas se hallan autorizadas por la Ley de un Dios
hecho hombre. j Qué delito no será en los vasallos querer
atropellar esta suprema Ley; por medio de conspiraciones a
fin de procurar la mejor felicidad del Público! Esperar en
paz otros tiempos más serenos es la verdadera libertad de
las Provincias oprimidas. Esta máxima política suprime el
manantial triste del civil desorden y es la que solamente
puede mantener la tranquilidad de los Reinos, la política de
las Naciones y la paz de los pueblos. De los que se apartaren
de este cristiano principio apenas hay quien no haya turbado
la tranquilidad pública, desobedecido a los Monarcas y
confundido todo el orden civil y cristiano. El falso celo de la
Religión es el origen de las sediciones que introducen el
desconsuelo y la perturbación. Las Rebeliones son las
amargas raíces que comunican lo agrio y desapacible del
desconcierto. Ellas son los escollos temibles en los que se
intenta naufrague la navecilla de San Pedro. Ellas son los
monstruos horribles que furiosos pretenden hacerla menudos
trozos. Ellas, en fin, son las armas poderosas para derramar
la semilla venenosa de la herejía y hacer que sean abundantes
sus producciones nocivas y mortales. ¿Quién obligó a los
Donatistas tomar / /
161r las armas, causar horrorosas desgracias y aventajarse en furor
a los Bárbaros que despedazaban el Imperio? La herejía.
]9
Epistola 1. Cap. 2. V.17Y 18. (160rG).
251
CAPtruLo IX
¿Quién precisó a los Maniqueos formar motines, unir
malcontentos y atrincherarse abiertamente con espíritu
belicoso contra los Príncipes? La herejía. ¿Quién puso en tanto
cuidado a los A1bigenses, a los Discípulos de Wic1ef y de
Hus de derramar tanta sangre humana y de poner en
consternación a los Reinos? La herejía. La nueva reforma en
sus sínodos establecida es la que irritó a toda la Europa, la
que penetrada del espíritu de la Religión se puso sobre las
armas, sufriendo todas las incomodidades de la guerra y
causando inmensas fatalidades en la pél-Z de los Monarcas y
conmociones dolorosas en los Pueblos. El corazón de la
Francia quedó enteramente despedazado mediante el furor
y despecho de las guerras civiles. Estos son los frutos que
produce la Rebelión atrevida. Ella es la tirana perseguidora
del espíritu del Cristianismo. Ella es la que se opone a las
gloriosas ideas de Dios. ¿Se puede pensar mayor delirio?
Muchas almas serán sumergidas por la fuerza de la
tempestad; pero la Iglesia Santa será libre del naufragio por
más soberbias olas que la combatan. El Dios celoso de la gloria
de sus altares se constituirá vengador terrible de los audaces
profanadores.
Otras demostraciones
de gravedad y
singularidad de ofensa nos ofrecen las circunstancias de las
alteraciones pasadas.
IV
"Quien no advierte las bellas prendas, que son el lustroso man //
161v to del corazón de nuestro esclarecido monarca, el Señor Don
Carlos III? La rectitud de su conciencia, el temor santo de
Dios, la sólida y fundamental devoción, la verdadera piedad
libre de falsas ilusiones, el celo santo de la justicia y equidad,
el espíritu de dar incremento a la Religión y de promover la
paz, solicitando por todos medios el mayor bien y felicidad
de sus vasallos son las altas recomendaciones de nuestra
mayor correspondencia y constante fidelidad. Olvidados los
hijos de este Reino del verdadero espíritu de Jesucristo y de
su Iglesia Santa atropellaron los fueros más respetables,
profanaron las máximas más cristianas y formaron execrables
juntas y facciones contra el honor de Nuestro Rey, por todos
títulos amable. Aunque no nos interesemos en la obediencia,
252
EL VASALLO INSTRUIDO
debiéramos subordinamos a sus reales ordenes sólo por el
amor conque nos las intima; y por la gloria que resulta a la
Nación y a la Corona. Es un Rey que tiene tanto de católico y
religioso como de Real y magnánimo; y que sólo arranca su
espada y se mueve a cólera por su propio honor y por los
intereses del Estado. Este es el soberano a quien despreciasteis
y cuya majestad contaminasteis con el negro borrón del
despecho; cuyas imágenes ultrajasteis con el más vil
desprecio, cuando sus armas son temidas y respetadas por
otras enteras I'Jaciones. Yo quiero StlpOner que nuestro
príncipe renovase aquellos tiempos de opresión y de
servidumbre: que su gobierno sea duro y arbitrario / /
162r sin embargo, era temerario delirio en vosotros tomar las
armas y levantar el grito sedicioso contra su Real persona.
Los sólidos fundamentos de la Religión os persuaden las
máximas invariables de obediencia a los Monarcas
perseguidores. Estas semillas sagradas brotan en las almas y
ofrecen sabrosos frutos en tiempo de la Ira. Un Príncipe que
con lo áspero de su gobierno oprime a su Pueblo no descaece
del carácter supremo que ejerce cuando le felicita y protege.
Con igual razón, la fidelidad de los vasallos independiente
de la de los Reyes, no debe en tiempo de la calamidad dar
nuevo aspecto, olvidando los derechos del vasallaje. Los hijos
legítimos de la Iglesia no saben resistir sino ofreciendo sus
intereses, sus glorias y su propia sangre con una invencible
tolerancia.Si los gemidos de la paloma no son atendidos, no
le queda otro asilo al Pueblo oprimido que la firme creencia
con la esperanza segura de que Jesucristo calmará los vientos
y aplacará las olas. La esperanza en paz, sin inquietud y
perturbación será nuestro único desahogo como se le permitía
a David con su tirano Príncipe Saúl. Aun después de su
muerte manifiesta su fidelidad, interesando en su llanto a
los campos y montañas de Gelboe.Quién más bárbaro, gentil
y tirano que Nabucodonosor?Sin
embargo de sus
monstruosas opresiones se manifestó la ira de Dios con los
aspectos más furiosos que se han visto; con Sedecías, que
desleal quebrantó el vínculo inviolable de la fidelidad, se
rebeló / /
162v contra el Rey de Babilonia, quien irritado de la infidelidad
cometida puso cerca a Jerusalén y después de un penoso
CAPITuLo IX
253
sitio entraron las tropas enemigas por fuerza de armas. Se
puso el Rey Sedecías en precipitada fuga de noche,
valiéndose del auxilio de las lobregueces para no ser víctima
del rigor; pero siguiéndole el alcance el enemigo quedó
prisionero de guerra y fue presentado
cautivo a
Nabucodonosor. A vista suya mandó quitar la vida a sus
hijos y a sus principales ministros y consejeros que fueron
o autores o cómplices de su infiel resistencia y temeridad
sacrílega en no querer rendir su corte a su legítimo Rey,
aunque idólatra y tirano. Luego que observó tan lastimosa
representación le fueron sacados sus ojos y cargado de
cadenas, pobre, miserable, sin hijos, fuera de su trono,
asolada y quemada la corte, fue conducido con sus vasallos
cautivos a Babilonia, en cuyas cárceles sufrió el espantoso
azote de la mano de Dios hasta el día de su muerte.20 Por lo
que se concluye que menor perjuicio resulta al estado del
sufrimiento en la tiranía que del pecho armado contra ella.
Si aun cuando el Gobierno es duro y arbitrario se contempla
la Rebelión sacrilegio el más horrendo, que provoca toda la
cólera de un Dios pacífico, ¿qué crimen tan imponderable
será buscar la felicidad imaginaria del Reino en los
amotinados alborotos, cuando nuestro monarca mira con
horror / /
163r la servidumbre, la opresión y angustia de su amado
Pueblo? ¿Cuando todo es amor para con sus vasallo s?
¿Cuando toda su real ocupación es el interés y gloria de la
Nación? ¿Qué gravedad de ofensa tan criminal no arguye
la libertad del Nuevo Reino de Granada en desfalcar la paz
de sus naturales quicios, oponiéndose con guerras civiles
contra el mejor soberano con el fin ambicioso de redimir
una cortísima parte de su fortuna soñada y de comprar con
valor tan subido, que es la sangre del Pueblo culpado y aun
de la misma inocencia, una ventaja que él debería ceder
con particular
complacencia por no sacrificarse a
sangrientos estragos? contra un Rey que hace uso de la
clemencia sin relajación y de la justicia sin crueldades?
contra un Rey que templa el agridulce de halagos y rigores,
20
Paratipom. Cap. ultimo & 13. Ezequiel, c. 17 v. 12 y 13. (162v H).
254
EL VASALLO INSTRUIDO
que nada agrio es su gobierno y manifiesta nerviosa su
mansedumbre? contra un Rey que sabe desarmar su fuerte
brazo, cuando el político curioso discurre hará vibrar
desnuda su espada, representando ser un Príncipe soberano
ofendido y hacer brillar su poder con visos de Majestad? iO
! y qué Rey tan bueno! j o! y qué Príncipe tan amable! ¡o! y
qué vasallos tan difidentes! ¡o! y qué súbditos tan ingratos!
¿Qué mayor monstruosidad puede discurrir el curioso, dice
un Griego, lla //
ló3v
111ado Don Chrisóstomo
en la oración primera; que siendo el
Príncipe bienhechor de hombre(s), vasallos suyos, no sea muy
amado y obedecido de ellos? Ha! si yo no temiera
transformarme en monstruo horrible para combatir su infame
ingratitud, les haría ver el cuidadoso afán de nuestro invicto
y esclarecido Monarca, en procurar la fortuna, la libertad, la
vida de los súbditos, los intereses de la fe, la causa de Dios y
la salvación de su amado Pueblo.No pudo interesarse con
mayor actividad David en salvar a Israel del poder orgulloso
de los filisteos, ni Moisés de la esclavitud del Egipto, ni Josué,
Jephte y Sansón de los Madianitas, Amorreos y Amonitas,
que Nuestro Soberano con su Nación. Los desvelos a que se
entrega, los vastos cuidados y negocios en que se ocupa, los
recursos que atiende, los tribunales que preside, las
aflicciones que consuela, las opresiones que alivia, las
piedades que reparte, las gracias que comunica, tienen por
objeto nuestra propia conveniencia,
tranquilidad
y
conservación. ¿No es nuestro Príncipe el que vela, el que
trabaja y el que hace justicia mientras los vasallos duermen,
descansan y niegan, tal vez, la equidad a sus mismos
Patricios? ¿el que atento y cuidadoso procura vuestra mayor
abundancia, hace florecer vuestros sembrados, blanquear
vuestra cosecha, estando vosotros logrando las deliciosas
tranquilidades en el / /
164r seno de vuestra casa? ¿el que se halla continuamente agitado
con los negocios del Estado y también extranjeros, siempre
entre molestias y sin reposo siempre? ¿el que acompañado
de su ministerio piensa, discurre, imagina el alivio de los
infelices, la satisfacción gravosa de la Corona, la conservación
de la paz o de la guerra, la observancia de las Leyes sin pesada
carga; la obediencia sin pérdida de la libertad, el reparo de
CAPtruLoIX
255
los agravios, la disposición de los establecimientos y el fácil
cumplimiento de las obligaciones que la humanidad manda,
que el Cristianismo establece y que la Majestad ordena? Yo
advierto, si examino el Palacio de la Naturaleza, que los silbas
amorosos del Pastor son las ramas verdes que atraen a las
ovejas y son por ellas obedecidas: que las voces del cochero
son frenos naturales que contienen a los caballos y son
atendidas por ellos; que los gritos del cazador son reconocidos
por los perros y siguen tras él al reclamo del beneficio. Y
siendo así que confesamos este admirable y precioso don en
los brutos privados de razón, lo negaron los de este Reino,
ennoblecidos con tan rica Margarita; y desnaturalizaron con
Nuestro Rey que no consiente perder de vista la Ley de Dios,
ni usa del poder sino en provecho de la Nación.
Desconocieron los beneficios, que son el nudo que estrecha
las voluntades y no atendieron las voces de un Rey, en quien
se miran reunidas las perfecciones / /
164v de sus antepasados. Brilla en su Real Persona la paciencia de
un Pelayo primero, la política de un Felipe segundo, la
continencia de un Felipe tercero, la magnanimidad de un
Felipe cuarto, la circunspección de Alfonso nono, la prudencia
militar de Fernando primero, la mansedumbre de Fernando
tercero, la justicia distributiva de Fernando quinto, la
vindicativa de Alfonso tercero, la belicosidad de Carlos
quinto, la religión de Alfonso sexto y la parsimonia de
Enrique tercero. Tomaron las armas contra un Rey, que por
disputar los derechos de la Corona se presentó en la Italia,
teatro funesto de la guerra, al frente del ejército; arriesgó su
vida en repetidos choques, mayor~ente en la sorpresa
inopinada del enemigo en Beletri; expuso su salud al rigor
de países forasteros y de estaciones y climas destemplados,
distinguiéndose por los más nobles rasgos de humanidad y
de valor. Lo saben las Cecilias, lo sabe Roma, no lo ignora la
Italia y aun cuando ésta faltara, es testimonio fidedigno el
Nuevo Mundo de sus grandes beneficencias. ¿Qué gracias,
qué liberalidades, qué privilegios, qué inmunidades no ha
derramado en estos Reinos, en estas Provincias? Por ser tan
notorias y conocidas las dejo en silencio. Tantos colegios,
tantos hospitales, tantos monasterios, tantas cofradías; qué
otra cosa son sino inmor / /
256
EL VASALLO INSTRUIDO
165r tales monumentos de su piedad, amor y celo? No lo podemos
negar; y sin embargo de esta inmensidad de favores y
beneficios ha desmerecido la ternura y correspondencia de
sus vasallos; sus ordenes fueron reclamos roncos,
desconcertados, sin virtud alguna para la aceptación de sus
Reglamentos y estatutos de buen gobierno. Los hijos de este
Reino, olvidados de lo que deben ser, despreciaron a su
verdadero Dios, y sacrificaron a Baal: renovaron los días de
tinieblas y de horror; y confundieron los legítimos derechos
del ungido del Señor a nuestro respf'to, a nuestra fidelidad,
a nuestro amor, en el caos de la sacn1ega y temeraria Rebelión.
Todos se precian de héroes ilustres los que sacrifican sus
alientos en defensa de los intereses de su Rey, de la gloria de
sus armas, y de los timbres de la Patria, porque es morir por
la Religión. Sólo los miembros de esta parte de herencia Real
olvidaron esta máxima; y gobernados por espíritu de ilusión,
espíritu falso, espíritu de preocupación, se apartaron del de
la Religión, y siguieron las máximas de los falsos Filósofos,
que con el disfraz de libertad oprimida inspiran empresas
de despecho y de tirana sedición; ¿pero contra quién? Contra
un Rey que solo su nombre inspira movimientos o impulsos
de magnanimidad y de honor para morir generosamente en
defensa de la causa común. Contra un hijo primogénito de
la Iglesia, que es el sagrado de la Religión; la cabeza de un
Pueblo, que conoce y confiesa el evangelio, cuyo trono
miramos como / /
165v manantial perenne de favorables signaturas de gracias y
como tribunal abierto de beneficios, en donde ni la duración
de los tiempos, ni las alteraciones del Estado, ni los
acontecimientos de la guerra pudieron perturbar su siempre
liberal, su siempre pronto beneficio. Aquí no se puede decir
que llueven sino que brotan sus gracias. Cada instante, cada
momento, todos los días se le presentan nuevas súplicas y
cada día franquea nuevos favores. Contra un augusto
Monarca que mira por su gente; y a más de ser su continuo y
fiel bienhechor se declara perpetuo y vigilante defensor de
sus vidas y Protector de sus intereses. Esta es la ocasión en
que se confunden las humanas fantasías al ver ingratitud
tan insolente, correspondencia tan desconocida, sedición tan
tirana y Rebelión tan sacrílega. Que se amotinaran las
CAPíTuLo IX
257
comunidades contra un soberano opresor, cruel, homicida
perseguidor de sus vasallos, atroz delito fuera: pero que se
conspiren facciones despechadas contra Nuestro Príncipe,
que es el consuelo de su Pueblo, la gloria de la Nación y
verdadero Padre de la Patria, esto es lo que no se puede
comprehender ni por entendimiento humano alcanzar. Ser
desobedecido un Rey todo pacífico, todo amable, todo
benéfico, todo humano, nada cruel, nada tirano, en verdad
que excita el temor y asombro en los espíritus racionales y el
honor y sentimiento, hasta en / /
166r las creaturas más insensibles. No se extrañará la oscuridad
de los astros, la confusión de los elementos, el temblor de la
tierra, el sudor de los troncos y las mudas voces de los
peñascos al ver desobedecida la Autoridad soberana, ajada
la Majestad y maltratado el honor de Nuestro Príncipe con
los vástagos espinosos de la Rebelión. A tánto llega su malicia,
monstruo horrible de los Reinos, tirano perseguidor del buen
orden político y religioso; calvario de amarguras, seminario
de desgracias; fuente de perturbación; piélago de insolencias;
museo de abominación; campo de estragos y teatro de
venganzas son los funestos epítetos de su descripción. Sus
despechos no conocen término ni lindero para la moderación;
los beneficios y protección son angostos cauces para contener
lo rápido de su bárbaro furor.
v
El amparo que tenemos en Nuestro Soberano debía ser freno
poderoso para que nadie se contaminara con la negra tinta de
la Rebelión. Su Real protección es mucho mayor que lo que
puede la humana fantasía alcanzar; sus demostraciones son
más de Padre que de Señor y deben ser a los vasallos materia
de asombrosa grandeza, mirándola como detrás de altos
torreones, su gobierno declina de solo el provecho temporal;
se conforma con los principios de la Religión y de / /
166v aquí resulta atender menos a desollar el ganado que a
defenderle.Como buen Príncipe se hace menos parte en la
conservación de sus estados de lo que lo hacen los que
pretendiéndole granjear para sus promociones le desvanecen
con los lisonjeros encarecimientos. Los tributos y servicios
258
EL VASALLO INSTRUIDO
onerosos que impone son para la subvención de la guerra y
para el indispensable reparo de las quiebras y desgracias que
de ella resultan. Sin embargo de ser la Majestad un estado
de pena y subordinación, advertimos a nuestro Príncipe tan
humanado con nosotros que con toda propiedad representa
el papel de verdadero Padre y legítimo Protector. Cuidadosos
son sus desvelos en conservar en una parte las inmunidades
de la Iglesia, en otra, los derechos de la República: acá
consuela al afligido, allá castiga al facineroso y en todas partes
lo hace respetable el celo de su protección, El estima en más
la paz que todos los trofeos de la guerra; y por no aventurar
su pérdida desatiende las más veces los arrojados insultos
de las Naciones extranjeras. En sus generosas ideas es objeto
del mayor valor y el centro de sus sabias disposiciones,
recogiendo de semilla tan noble dulces frutos de seguridad
y descanso eterno, que no pueden ser comprendidos aun por
aquellos que fija tienen su consideración en la mira de sola
la abundancia temporal. El Emperador Antonio solía / /
167r decir con frecuencia que más quería la vida de un ciudadano
que la muerte de mil enemigos. ¿Yno es ese mismo el heroico
ejemplo de mansedumbre y clemencia que registran nuestros
ojos, especialmente renovado en nuestros tiempos en Nuestro
Príncipe y Señor Don Carlos III, Monarca piadoso, que nos
gobierna, el que estima en más que todos sus blasones el
justo y heroico renombre de Padre de la Patria? El es legítimo
Profesor del sistema de Aristóteles que en los libros de su
Política refiere todas sus leyes a la paz como único fin de las
acciones. En ellas reprende o increpa a Licurgo porque refirió
todas sus leyes a la guerra; y no se había propuesto otro objeto
que sujetar a la Ciudad de Esparta, temible por fuerza de
sus armas, soberbia por la gloria de sus triunfos y rica por
los despojos de sus enemigos.La paz es el principal móvil de
una bien regulada República. En esta atención Nuestro
Soberano, lejos de inspirarle el Imperio de Trajano, viva
imagen del de Rómulo, aquel noble ardor que da vida a los
conquistadores, y no les deja respirar otra cosa que guerras,
batallas y victorias, emplea toda su ocupación en renovar el
Imperio de Antonio, imitación legítima del de Numa, que
antepone sabiamente las artes y ornamentos de la Paz a los
triunfos y trofeos de la guerra. Lejos de toda arrogancia
CAPITuLo IX
259
abraza gustoso los títulos gloriosos de Pastor del Pueblo y
de Padre de la Patria, enseñando el gobierno pacífico de la
República y el ejercicio militar de la guerra. Conoce que su
Reino depende de otro / /
167v inmortal y de una asistencia superior contemplando en la
heroicidad de sus acciones al que tiene por autor de sus
conquistas. Todo su cuidado es mirar por la gloria y
perfección de la Nación y de hacerse digno de la grandeza
de ánimo que le acompaña. Todo su afán es procurar para sí
y para Sl1S vasallos un nombre respetable en el mundo y no
menos útil que ventajoso. Toda su atención es la segura
conservación de la Monarquía, es la justa venganza de la
dignidad de la Corona. j Qué demostraciones más finas de
protección registran nuestros ojos! Todas las fábricas de los
arsenales, todas sus máquinas materiales, todas sus
pertrechadas Armerías, todos sus almacenes provistos y
aperados, todos sus famosos diques son otros tantos
instrumentos públicos de nuestra protección. Los continuos
adelantamientos que todos los días se procuran en la
construcción de navíos, de fragatas, burlotes y bombardas;
en la continua de piezas de artillería, trabucos, fusiles, torres,
mandrones (sic), morteretes, pasavolantes, cerbatanas,
cortaos (sic), ribadoquines, falconetes, buzanos, caballos de
frisa y otras artillerías; en la apertura de los fosos y
contrafosos, caminos cubiertos y erección de baluartes,
castillos y murallas, ¿qué otra cosa son sino pruebas
calificadas de nuestra seguridad? Todas las ordenanzas y
disposiciones para las levas, quintas y reclutas: toda la
matrícula de marineraje, todo el formidable / /
168r cuerpo del ejército y todo el poder respetable de las escuadras,
¿qué otra cosa son sino testimonios auténticos de la Real
protección a cerca de nosotros? Nuestros Príncipes nacieron
para protegemos únicamente contra el furor de los traidores,
contra la ambición de los usurpadores, y contra la tiranía de
los piratas; el cielo con particular devoción y gracia nos colocó
bajo la protección luminosa de unos benéficos astros, que nos
guían por las conocidas ventajas de la humanidad y no por
los caminos espinosos de conspiraciones y facciones que
comprimen y hacen gemir a tantos Pueblos; y que no son uno
de los más terribles azotes de Dios contra una Nación. Nos
260
EL VASALLO INSTRUIDO
felicitó nuestra cuna, fuera de la Persia, anfiteatro cruel de
una inmensidad de patricios a quienes degiiella la ambición y
de cuya sangre logran su riego los campos; fuera de la Turquía
infamada siempre por el rigor de los suplicios y penas atroces
con que el despotismo sacia sus crueldades y no conoce otras
leyes que las de su capricho y barbarie. Nosotros logramos
mejor influjo: ocupamos un país y obedecemos a un Rey que
con su protección poseemos con seguridad en el seno de
nuestras familias, la libertad, los intereses y los frutos de la
industria. ¿Qué fuera de nosotros si nos faltara la sombra de
este valimiento soberano? ¿Qué estragos tan irreparables
sufriéramos? ¿Qué pérdidas tan sensibles admiráramos? ¿Qué
yugos tan pesados cargáramos? Hasta dónde llegaría la
arrogancia enemi / /
168v ga? Ha! que estos son motivos poderosos que en extremo
agravan la malicia de la Rebelión del Nuevo Reino. Somos
miembros de una sociedad en la que la humanidad Real
excluye toda especie de turbación y de tirano despotismo. El
derecho de protección siempre ha desconocido a los audaces
que intentan sembrar el espíritu del fanatismo y Rebelión. El
por sí solo obliga a que paguemos el tributo que le pertenece
al Rey; que contribuyamos sin violencia y murmuración las
pensiones que se impusieron para los gastos precisos del
Estado, de la Real persona y su casa; que no defraudemos
los derechos Reales con clandestinos comercios y que no
resistamos a las ordenes de los establecimientos.
Su
arreglamento es preciso; de modo que todos los miembros
de la sociedad paguen a proporción de sus caudales. La
contribución no es arbitraria sino forzosa y obligatoria, según
las respectivas fuerzas de cada uno. Las urgencias públicas
no permiten resistencia en los vasallos para los subsidios
necesarios a la conservación del Estado, y ordenados por un
poder legítimo. El Soberano, o ya sea por sí o ya por medio
de sus Ministros, es absoluto en la imposición de los tributos
y en el modo de su Reglamento, según la determinación del
sabio Rey Don Alonso; dice así: "El Rey puede demandar e
tomar al Reino lo que usaron los otros Reyes e aun más en
las sazones que lo hubiere en gran menester para / /
169r procomunal de la tierra". Es también ordenación preceptuosa
del apóstol de las gentes San Pablo que mira a la obligación
CAl'fn1Lo
IX
261
exacta de la conciencia misma. Y siendo así, que es igual la
prevención de todos los derechos en asunto de la mayor
gravedad y consideración, advertimos la sobrada y nunca
permitida relajación que los hijos de este Reino abrazaron,
oponiéndose al trono y a sus imposiciones con las armas en
la mano. ¿Pero en qué tiempo? ¿En qué ocasión?
VI
En elmismo tiempo que Nuestro Soberano estaba protegiendo
sus vidas, sus patrimonios y sus Derechos con el valor de su
espada. En el tiempo mismo que sus valerosas escuadras y
sus esforzadas tropas se hallaban atrincheradas contra la Gran
Bretaña, enemiga de la Nación, de Dios y de su Ley Santa.
Que el vulgo siguiese al rumor o al ejemplo, cuando impetuoso
el acaso lo arrebata todo, lo violenta todo, en tiempo que las
armas del Rey descansan en los cuarteles fuera sin duda
temerario su arrojo: pero que las violencias traidoras y
tumultuarias de una Plebe, que mide sus inconstancias por la
innumerable variedad de genios y de ánimos vanos y
turbulentos, se dirijan contra la soberanía en el acto mismo
que se halla empeñada en una guerra, combatiendo el orgullo
y arrogancia inglesa, y de cuyo éxito pende el honor de las
armas, la gloria de la Nación y los intereses de la Corona, es lo
que no se puede comprender / /
169v sin transportes de asombrosa admiración. Que en la misma
hora en que la Real ocupación se mira empleada en
procurarles la libertad, intente la turba alevosos designios,
conspiraciones sacrílegas e infieles designios contra su
verdadero y legítimo Príncipe, es 10 que confunde al corazón
más cristiano. Que en las críticas circunstancias de un tiempo
en el que el trono español se halla en continuas agitaciones y
conmociones cuidadosas para reprimir la audacia de los
británicos y sus horribles profanaciones que con insolentes
vejámenes insultaban a sus vasallos, se formen violentas
contradicciones, tumultos populares, se desnaturalicen las
leyes del legítimo vasallaje, se unan malcontentos, se formen
bandos, se dé calor a la sedición contra el verdadero Padre
de la Patria, que sacrifica todo su respeto, toda su autoridad
y todas sus majestuosas pompas en defensa y protección de
262
EL VASALLO INSTRUIDO
su Pueblo, es lo que abisma al conocimiento más profundo
de los políticos. Cuando era preciso practicar todas las
diligencias conducentes al alivio común en la grave necesidad
en que se hallaba constituído Nuestro Monarca, cuando todos
los vasallos debían decirse a sí mismos: nuestros bienes,
nuestra libertad y nuestra vida es del Estado, nuestra Ley
suprema es la de sacrificamos por la causa común, por la
felicidad del Reino y por la gloria de la Nación entonces es
que solicitan la conveniencia propia por medio de los motines
~1 11
J u..J..
I I
H
170r borotos más funestos siempre que la misma opresión, los
domésticos y familiares de la casa del Soberano. (sic). No
hay Príncipe alguno en el mundo que no haya padecido
sangrientos estragos de la traición concebida por sus
mismos vasallos. Laalevosía es más inevitable cuando nace
en los brazos de la confianza. Lo mismo es ocupar su ánimo
la ambición que resolverse a la traidora temeridad y
resolución de atrincherarse contra la Majestad.El interés es
la causa de la ingrata sedición que los mismos vasallos
movieron en la casa de su Soberano, reduciendo a
consecuencias tristes el Estado. No se ignoran las actuales
expediciones que Nuestro Príncipe tenía formadas contra
la Gran Bretaña. Por este motivo le constituyeron en la dura
precisión de desmembrar las fuerzas de sus escuadras y
ejércitos para contener la insolencia y desfreno de los
bastardos hijos y alevosos súbditos que redujeron a
desprecio común la autoridad. Le precisaron a restablecer
el respeto y el buen orden político y religioso y restaurar el
temor conque debe vivir el vasallo al rigor y observancia
de la Ley. La inmoderada precipitación de sus afectos
arrastraron el poder soberano a una inmensidad de costos
en el transporte de las Armadas y a ser el Reino pavesa de
sus iras si no hallaran por alta providencia una benigna
satisfacción que es término de su justa cólera y furor. Llorará
la inocencia los terribles estragos del / /
170v brazo armado del Rey ofendido. El cuerpo político y
económico sufre las incomodidades que exaltan y alteran
al natural. Muchas veces se ha observado en éste que unos
miembros sanos padecen el rigor de los dolores que causan
las llagas de los otros. La petulancia y despecho de los
CAPtruLoIX
263
agresores irrita en tanto extremo la indignación del Príncipe
que su venganza llega a trascender los fueros de la más
sana inocencia negándole en algunos casos la humanidad
de los cuarteles. El verdadero y legítimo autor de la
Soberanía abrazó en vivas llamas y sepultó entre las cenizas
muertas a los niños de las cinco ciudades de Pentápoli sin
embargo de no hallarse contaminadas con el negro pecado
nefando.21 No se extrañará la infausta suerte de algunos
miembros sanos de la República, a quienes alcanza el golpe
de la espada ensangrentada
del Rey. Todo este
derramamiento de sangre inocente es efecto triste que causa
la Rebelión, monstruo a la verdad el más horrible y
manantial perenne de desgracias y desventuras. Y cuando
esto no se verificara, exponía la Monarquía a una sensible
pérdida y fatal acontecimiento. Fomentaba la venganza
británica y daba ocasión a que introdujera en el corazón
del Reino sus orgullosas armas, separando estas pingiies
colonias del cuerpo español / /
171r de quien son partes legales y declinando el natural dominio
que sobre ellas tiene Nuestro Soberano. Faltó la obediencia
y el respeto; y siendo éstas las basas fundamentales del solio
Español es verosímil se hiciera hereditaria la Gran Bretaña,
siendo violenta y traidora su adquisición. Emulada de la
independencia intentada de sus colonias, auxiliadas por la
Nación Francesa, podía haber embocado sus fuerzas en este
Reino; y hallándole sublevado, inquieto y amotinado, con
facilidad se hubiera apoderado de sus Puertos y de sus
Plazas. A tanto como esto llega la malicia de la Rebelión.
Cualquiera parte de su atención es como reliquia derramada
de la Casa del Príncipe. Una vez envilecido el Tmno, es
trofeo el más atrevido. Le corta enteramente los nervios de
su duración y le expone a una lastimosa desolación. No se
ignora cuán peligroso sea edificar sobre ruinas; pues si falta
el pulso y cuidado se viene abajo y se desploma el edificio.
Los sacrificios cruentos de los vasallo s son efecto de las
infidelidades
e inobediencias
al Soberano. Con las
resistencias pierden todo derecho a la clemencia, pues la
21
Josue, cap. 7. (170vY).
264
EL VASALLO INSTRUIDO
derogan los revoltosos, abusando de su fuero. El Príncipe
que conquista de nuevo a sus súbditos es justo Legislador
de las ordenes más rígidas. Las conspiraciones hacen justas
las crueldades (siguen aquí unas palabras tachadas) y las
más severas leyes. La / /
171v justicia en el Reyes necesaria como indispensable en el
vasallo la fidelidad. Si ésta se separa de su fácil
cumplimiento le quita el ser a aquélla y le compele a declinar
justamente en tiranía. Contémplese la Rebelión, o según su
monstrtWSO aspecto, o segtín el rigor de sus atroces penas,
o según sus horrorosos castigos con las adjuntas
circunstancias que le acompañan, siempre debemos concluir
que es vicio el más abominable, delito el más horrendo,
ofensa la más sacrílega y que el Reino debe llorar la pena
de su instabilidad (sic), como igualmente el falso celo de su
alevosía. Muchos se fingen Padres de la Patria y en realidad
son tiranos poderosos que la destruyen, acaban, promueven
ocultamente su interés, publican el del Público y aspiran a
sacudir el yugo de la obediencia;
y sembrando
intempestivamente la infiel semilla de falsos coloridos que
disculpan lo infame del despecho. Esta es la trama que urdió
el ambicioso Jeroboán concitando contra Salomón la incauta
Tribu de Joseph y otros parciales, alegando para la justicia
de su ingrata Rebelión los excesivos gastos que consumía
en las fábricas de (palabra ilegible) y en los edificios del
valle que divide a Sion de Jerusalén. 22
22
2. Reg, cap. 11.V.37. (171vJ).
265
CAPITULO X
i72r
Expone que la Rebelión no debe atri/L
buirse al mal gobierno de los Ministros del Rey sino a la
general corrupción de constumbres (sic)
que inundan el Reino
1
El principio que levantó la inquietud pasada y formidable
tormenta de perturbación tumultuada que sufrimos en el
año de ochenta y uno con riesgo proximo a un lamentable
naufragio es el desenfreno de libertad conque se vive y la
abominación tan frecuente que se observa en este Reino. La
anatomía que tengo formada de estas gentes no me permite
referir la general conmoción al mal gobierno de los sabios
Ministros del Rey como sin reflexión cristiana lo pregonaba
el vulgo tumultuado. El azote conque Dios castiga a los
Reinos uno es la guerra; y siempre debemos pensar que los
pecados del Pueblo son las flechas que hieren el corazón de
Dios; y los que le irritan y provocan a indignación y cólera
sin embargo de ser por naturaleza clemente y fuente de toda
misericordia. Todas las calamidades púlicas, las pestes, las
hambres y las guerras son penas de los pecados de la
República. Los oráculos de Roma atribuyeron a la profana conducta de algunos ciudadanos, que con atrevida
petulancia destinaron los templos para el uso de su
habitación, aquel lastimoso y pestilencial contagio que
refiere el grande Agustino y la contempla Cicerón por causa
de los generales estragos de aquel emporio del mundo.l Los
castigos / /
1
Agust. Lib. 3. de Civit. Cap. 17. in orat. de Aruspicum responsis. (172rK).
EL VASALLO INSTRUIDO
266
172v que sufrieron los Filisteos con las mordeduras de los ratones
fueron efectos de la ira de Dios por el sacrilego atentado de
aprisionar el Arca Santa según la inteligencia de los gentiles
sátrapas de Filistina.2 No es despreciable la ficción de Virgilio
persuadiendo con ella el consejo de Anquises, que dictaminó
en Roma ser las culpas la fuente de los enojos del Cielo,
queriendo acabar de una vez con sus habitantes con otra gran
pestilencia.3 Hipócrates, aquel gran Príncipe de la Medicina,
asegura que también en la naturaleza humana se encuentran
enfermedades divin.as y es 10 roismo que decir: Dios las envía
misteriosamente para castigo de los transgresores de su Ley
Santa.4 ¿Pero qué me canso yo en apoyar mi dictamen,
amados lectores, con el dicho profano de la gentilidad cuando
el espíritu de la Iglesia lo declara en sus Rogaciones públicas
y es doctrina de los Santos Padres y Doctores de la general
congregación de los Fieles como igualmente de la Escritura
Santa?
II
Dios es el que libra los castigos públicos en satisfacción de
sus justos enojos contra la disolución de los profanadores de
su Ley y santuario conforme a la Doctrina de San Gregorio.5
El elocuente San Ambrosio nos enseña que los / /
173r castigos de los Reinos de las Monarquías y de los Pueblos
tienen su origen de las culpas. Por los pecados se consumen
las guerras, dice San Jerónimo. De nada sirven los elevados
muros de Constantinopla que con tanta prevención fabricó
el emperador Focas Nicéforo para desviar el golpe de la
venganza de Dios. Fácil será su entrada en la ciudad y nada
dificultosa su irrupción a causa de que reina la maldad dentro
de sus murallas, como lo refiere Baronio.6 Las lastimosas
devastaciones de Roma, que causó el furor de Alarico, son
2
3
4
5
1. Reg. 6. 5. 17. 18. (l72v L).
Virgilio, lib. 3. Eneid. (172v M).
Lib. Presagiorum. Textu 4. (l72v N).
Lib. 2. indict. 6. epist. 1. V. lib. 8. indict. 3. epist. 41. Ambros. Serm. 85. S.
Geron. epist. 2. (l72v O).
Baron. Ann. Christ. 964. nUffi. 37. Zozom.lib. 9. cap. 5. (173r P).
CAPtruLo X
267
objeto triste de los desórdenes y desconciertos romanos en
frase de Zozomento. Todos los espectáculos de horror que
nos ofrecen la Etiopía, Europa y Mrica a la corrupción de
sus costumbres reconocen por autores de sus mortandades e
infortunios, asegura del mismo Baronio en el año de ciento y
setenta de sus Anales. Las terribles tormentas que nos afligen,
la amargura de tantas calamidades que el mundo ha gustado
y las esterilidades que ha sufrido provienen del pecado. Por
éste se asalarían las faltas de abundancia y las malas cosechas,
enseña el Espíritu Santo en los Proverbios.7 Dolores,
desgracias e infelicidades dice David, se observarán en casa
del disoluto. Nacerán en ella espinas, ortigas y abrojos; su
país quedará desolado y sus campos talados, arruinados y
constituidos víctimas sensibles de las llamas y cenizas, afirma
el Profeta Isaías.8 Las amenazas conque Dios infunde el terror
en los corazones / /
173v y el espíritu de horror a la calamidad pública son muy
frecuentes en los libros canónicos.En la promesa que Dios
hizo a Abraham de la tierra de Canaan para los de su
posteridad le declara que no despojará a los Amorreos de su
país hasta cumplirse el número de sus pecados; son objeto
de atención pero muy sensible las que de parte de Dios intimó
a Damasco y otras ciudades y Provincias el Profeta Amós,9
cumplido que sea el número de sus prostituciones. ¿Qué
estragos no llora Babilonia por sus ofensas en tiempo que el
furor de los Medianitas se entró por las puertas de sus muros,
abriendo brechas y boquerones, quedando enteramente
arruinada y destruida en Boca de Isaías?lOPor haber faltado
Sau1 al juramento de fidelidad y perpetua paz que los
Gabaonitas celebraron con Josué, oprimiéndo1es con
impiedad y tiranía, amaneció la esterilidad en Israel:
inexorable el cielo mandó a las nubes fueran de bronce sus
muros condensados y por falta de este benigno influjo áridos
se miraban los campos, marchitas las flores, desnudos de
frutos los árboles y sin vistosa hermosura los callados,
7
8
9
10
Prov.C. 3. V.23. Psalrn. 43. (173rQ).
Isaías.C. 34.V.c. 1. (173rR).
Amos,1 V.2. (173vS).
Isaías C. 19. (173vT).
EL VASALLO INSTRUIDO
268
resultando de aquí aquella terrible hambre que vieron los
ojos compasivos de OavidY Los juicios de Dios son
desconocidos a nosotros. Una Monarquía es cuerpo político
que se compone y conserva por los miembros de la sociedad.
Los miembros y tiempos / /
174r que nosotros dividimos no los cuenta Dios sin embargo de la
continua sucesión de unos y otros acumulando los crímenes
de todos por el respeto que dicen al común del Reino. Así lo
dice Justo Lipsio.12 Todos los estados dice Lesio, tienen
determinado el número de pecados; cumplido éste, Dios
vengador de agravios, transforma los gobiernos, destruye
los solías y toma justa recompensa de los ultrajes y
desconciertos.B ¿Quién privó a los hijos de Saul de la
ocupación del trono de Israel si no los excesos culpables de
su Padre? ¿Quién separó de la familia de Salomón las diez
tribus, dividiéndole el Reino y dejándole a su hijo Roboan
sola una tribu para quedar encendida la brillante lámpara
de David en Sión, donde Dios quería fundar su nombre, si
no las falsas adoraciones y los sacnlegos incienso s que tributó
a los vanos ídolos de Gentiles?14Si nuestros mayores, enseña
Justo Lipsio, fueran objeto de abominación por su libertinaje,
por su relajación, por su brutal desenfreno, por su impiedad
y ambición, no debemos extrañar el sufrimiento de las
calamidades. La unión gloriosa que nos vincula, ya católica
ya política, nos constituye objeto de las iras de Dios, que
atiende no sólo a las culpas de los presentes sino también de
los pasados.15
ID
La sombra es compañera inseparable del cuerpo como lo es / /
174v igualmente la pena y el castigo de la culpa y el pecado.Los
mismos elementos cuando descansan en su centro no
gravitan; pero lo mismo es salír las aguas del mar y
11
12
13
14
15
2 Regum. C. 22. (173vU).
Lib. 2. de Const. c. 17. (174rX).
Lib. 13. de perfectovivin. num. 59. (174rY).
3. Regum. C. 12 - 2 Reg. c. 11. V. 30. (174rZ).
Lipsio. lib. 2. de constoc. 17. (174r A).
CAPtruLo X
269
transminarse por las entrañas de la tierra, que causar los
mayores estragos, ya inundando las campiñas, ya derribando
fuertes torreones y ya también convirtiendo los prados en
barrancos profundos y éstos en llanuras agradables. Una vez
que los aires pierden su equilibrio y concierto, caminando
discordes y encontrados entre sí ¿qué terribles borrascas no
forman? ¿Qué infortunios no causan? Ellos hacen correr las
navichuelas a todos vientos, induciéndolas a dolorosos
naufragios y formando empinados montes de agua, ya parece
que las subliman a los Cielos, ya las profundizan a los
abismos, ya las aproximan a un escollo, ya las arriman a un
atolladero. Ellas azotan las arboledas, destruyen sus vistosas
copas, desgajan sus verdes ramas, tronchan sus profundas
raíces y rompen sus gruesos troncos. A su ímpetu furioso se
desmoronan
las montañas, se arruinan los muros y
desencajadas
de sus quicios las peñas, descienden
precipitadas de los promontorios más eminentes a los valles
más profundos. Aun aquellos entes, que fiados de su dura
textura pueden esperar ser eternos, lloran sus estragos y
ruinas. Luego que la voluntad del hombre se separa de la
voluntad divina, sale de su centro, se desconcierta y
caminando con desenfreno por la obsevancia de la Luz Santa,
desconoce el humor craso de la 11
175r envejecida relajación. No atiende a los densos vapores del
escándalo, al abuso del desorden, al despecho de las pasiones,
y formando el nublado de la culpa y del vicio, provoca la
indignación de Dios, para que rompa de una vez los diques
del sufrimiento y dispare los rayos de su justa cólera. Para
que convierta las ciudades en desiertos, las calles en
soledades horrorosas,
las alegrías en tristezas, los
espectáculos de diversión en teatros de lágrimas, y destruya
enteramente las estatuas de la hermosura más apacible y los
títulos de la mayor grandeza. Para que inspire en todos el
espíritu de temor y espanto y los constituya pálidos, confusos,
llenos de asombro y turbación. Para que las voces no sean
otras que los clamores lúgubres de las campanas, los
lamentos, los suspiros y los alientos únicos para poderse
afligir y lamentar. Para que corran arroyos de sangre, se tiñan
en sangre humana los ríos y se cubran los campos de cuerpos
muertos. Es práctica observación que el eco corresponde a la
270
ELVASALLOINSTRUTIJO
voz que se arroja a las quiebras de los montes. Del mismo
modo a las voces desentonadas de los vicios corresponden
los ecos de las calamidades y de los castigos generales que
manda Dios a los Reinos. El es semejante al labrador que
saca el vino pisando y exprimiendo las uvas en el lagar.
Quiere Dios exprimir los frutos de su viña Santa, entra en
ella, solicita las uvas de su amor; y no hallando sino frutos
de ambición, de injusticia, de abominación, de lujuria y
traición, exprime sus / /
175v op~radones desordenadas y debilitan éstas el vino de la ira
soberana y el licor amarguísimo de las hambres, pestes,
terremotos, guerras y otras plagas que afligen y molestan.
Por nuestrso pecados, dice el Profeta Daniel, y las iniquidades
de nuestros padres, somos el oprobio de las Naciones
cercanas. i6 En fin, los pecados son los que violentan a
arrancan a Dios para que llueva sobre nosotros todo género
de calamidad, en sentir de SalvianoP Todos los trabajos
temporales, todos los tristes acaecimientos y los amargos
infortunios que padecemos son censos y pensiones cuyo
capital es el práctico desconocimiento de la Religión y la
ninguna atención a lo sagrado que es el fundo o materia de
la hipoteca calamitosa. Elmismo sentido común es el maestro
de la persuasión más viva. ¿Cuál es la práctica de los censos?
Se cargan sobre una heredad mil pesos y queda la obligación
de la contribución annua de cincuenta pesos. Corre esta
pensión hasta que se redima el capital, que es el gravamen
de la hacienda o finca hipotecada; corren los tiempos, pasan
los años y subsisten también los réditos. Lo mismo es cometer
el pecado mortal, asegura San Basilio, que firmar la escritura
de este censo.18 En el triste momento que el hombre olvidado
de lo que es satisface a su pasión despechada, se obliga a la
continua pensión de enfermedades, contagios, esterilidades,
guerras, hambres y opresiones. Se cuentan las épocas y no
faltan los réditos temporales. Tiene el censo su curso hasta
que se redima el principal con la penitencia. Nada violenta
será la persuasión de mi / /
16
17
18
Dan. Cap. 9. (175vB).
Lib. 8. de prov. (175vC).
In cap. 1Isaie. (175vD).
CAptruLo X
271
176r empeño. No se ignora que todos los males y trabajos no
traen el origen del pecado. Engañados caminaban los tres
amigos del pacientísimo Job, persuadidos a que la miseria
que le afligía en el muladar era efecto de la disolución de
su vida. Todo fue mérito de su paciencia como
manifestación de la gloria de Dios y de su poder la falta de
vista en el ciego del Evangelio. Las calamidades públicas
no las manda Dios a una ciudad sino por las culpas de los
ciudadanos, afirma San Ambrosio.19 Léanse las historias y
en ellas se verá que todas las innundaciones del mundo,
los incendios de las ciudades, los contagios de los Pueblos,
las esterilidad es de los campos, los daños de las Provincias,
la sangre humana que anegó las campiñas, los robos que
hicieron tantas Naciones, los terremotos que arruinaron
tantos lugares, las pérdidas que empobrecieron a tantas
familias, las muertes de los herederos conque se acabaron
tantas casas, la decadencia de los Estados que aconteció a
tántos Príncipes, la translación de las Monarquías que
experimentaron tantos soberanos, las opresiones que
tiranizaron a tantos Pueblos son frutos que la planta maligna
del pecado ha producido en todos tiempos. ¿De dónde
reconoce el Egipto tantas plagas sino de la obstinación de
Faraón? La sangre sustituirá el lugar del agua para vuestro
sustento, dice Agustino, porque con la de la infancia
inocente teñisteis los impetuosos torrentes del Nilo.20 Se
enarboló el estandarte lugubre de la muerte en las vastas
amplitudes del Egipto, asegura Theodoreto, y en las alturas
del mar rojo; porque entre las aguas de un rio perdieron los
alientos vitales una infinidad de niños hebreos. ¿Quién
enterró / /
176v en el desierto tres millones de gente hebrea sino la dureza
del Pueblo amado de Dios, ya tragándose la tierra a los
principales motores de la sedición, ya enviando serpientes
para acabar de un a vez con los murmuradores? ¿Quién
representó en la casa real de David las calamitosas tragedias
de los incestos, de los fraticidios, de las Rebeliones sino aquel
19
20
Sermo85.(176rE).
Quest. 9.In exod. (176rF).
EL VASALLO INSTRUIOO
272
concertado honúcidio de Urías como lo pronunció el Profeta
Natán?21 Bien puede Absalón granjearse la voluntad, traer a
su partido el corazón de los grandes, de los nobles y del vulgo
contra la seguridad del trono de su padre, que su pecado le
dejará pendiente de sus cabellos en una encina y su cuerpo
será objeto del fatal golpe de tres lanzas.22 Bien p(u)ede
oprobiar a Israel el orgulloso filisteo y salir a campal batalla
con el pastorcillo David, que su arrogancia será motivo del
más vergonzoso trofeo, conforme a las palabras del elocuente
S. AmbrosioY Nada dura, nada áspera será mi proposición
con esta Doctrina. Muy sensible se hará su inteligencia.
IV
La vida del Cristianismo es vida de toda renuncia y de todo
sacrificio. El estado de Religión que acompaña a este Reino
queda ya demostrado en otro capítulo. Esta parte del dominio
español es la vil idea de la ingratitud, de la infelicidad y de
la demencia. No contenta con despreciar la Religión, se ha
forjado una política según las leyes de su capricho. Cuando
en este País se trata de libertad todo se abraza, todo se cumple,
nada se desatiende y nada se deja. Esta generalidad de
divorcios / /
177r y separaciones matrimoniales que se advierte con autoridad
propia en perjuicio de la Fe y de la fidelidad nupcial: esta
generalidad de torpezas, que se advierte en ambos sexos y
es tan frecuente en toda edad: esta facilidad tan general de
falsas disposiciones contra el honor, intereses, derechos y
buenos servicios del prójimo; estos aires contagiosos de
murmuración y falsas calumnias que tienen contagiados los
Pueblos; estas torpes correspondencias que sirven de tropiezo
y escándalo a las más cándidas palomas y a la misma
inocencia doméstica; esas profanaciones del Santuario con
los robos y usurpaciones de sus rentas; esas sacrílegas
execraciones, sodomías, incestos, fornicaciones, opresiones
21
22
23
1 Reg. Cap. 2. V.5. (176vG).
3 Reg. cap. 11. (176v G).
Serm. 88. (176v 1).
CAPITuLo X
273
y usuras angañosas ¿ qué otra cosa son sino semillas fecundas
de la indignación de Dios? Hagase un verdadero escrutinio
de lo que pasa en este Reino y se verá que la corrupción
general ha penetrado hasta lo más santo; y lo peor es que ni
se siente ni se observa el desorden de cada paricular. Aquí se
observan llamas de disolución que abrasan a las víctimas
vergonzosas de las pasiones públicas. Es notoria la acogida
de la ociosidad, de las venganzas, de los pleitos, de las
fullerías del juego y del modo de excitar las pasiones con
cuanto tiene de atractivo, de sensual y libertino el Teatro.
Aquí se hallan seminarios en donde se enseña confundir el
buen derecho en las lobregueces de los procedimientos y
formalidades. El espíritu de preocupación e interés hallaron
el medio de constituir interminables las causas. El fausto y
lujo se mira entronizado en el solio de la miseria y de la / /
177v escasez penuriosa. La sátira y emulación ocupan el primer
puesto en las concurrencias públicas y aun privadas. En
ciertos días se descubre una multitud de ociosos que
penetrados del espíritu de la embriaguez confunden el
buen orden del culto y se entregan a los excesos más
perniciosos. Y cuando esto no sea, no faltan juntas
nocturnas profanas y peligrosas en donde se arman lazos
a la pureza y se prepara la tea al Demonio para que
encienda el fuego de la lujuria y se transforme y renueve
en estas Provincias la libertad nefanda de Sodoma y
Gomorra, la perversión de Jerusalén, la relajación de
Samaria y la disolución de Nínive. Los sentidos se hallan
sin freno, el corazón sin custodia y el espíritu sin
moderación en medio de un aire contagioso y del todo
corrompido. La Religión se ha constituido fantasma y'
quimera. Si me es permitida la expresión diré que llegó al
estado sensible del abandono de la divina gracia. Los hijos
de este Reino andan vacilando y fluctuando entre la gracia
y el pecado; ya lloran con Pedro sus culpas, ya se glorian
con Heliogábalo en sus concupiscencias; esta semana son
del Dios, la otra del Diablo; este mes penitentes como
Magdalena, el otro escandalosos como Isabel. Su mal es
incurable. Ellos son parecidos a un pobre enfermo que la
ya muerte se mira próxima a dar el último golpe. Los pasos
ordinarios que le conducen al sepulcro son tres. El primero
274
EL VASALLO INSTRUIDO
es cuando la recaída le encuentra con débiles fuerzas y
por la misma razón le atormenta y le rinde más presto
que el accidente primero. El segundo es cuando los
remedios no / /
178r le aprovechan a causa de que su virtud es ninguna respecto
de la exaltación del achaque contagioso que le postra. El
tercero es cuando el médico lo abandona y desconfía de su
salud. ¿Cuántas veces los habitantes de este Nuevo Reino,
después de haber irritado la ira de Dios y haberse lavado en
el Jordán de la Penitencia volvieron a revolcarse en los
charquillos de agua turbia a llenar los baños de Babilonia,
llena de abominación? Ellos sufrieron ya los tres azotes
conque Dios acostumbra afligir y castigar a los Reinos.
Empezó el cielo a derramar sus iras en los años de mil
setecientos sesenta y cinco con el duro azote de los terremotos
y que sólo su nombre renueva el dolor y espanto en que se
contemplaban sus moradores. Hizo ostentación de su poder
la justicia de un Dios ofendido, renovando aquellos tiempos
de perturbación en que vieron las reliquias tristes de sus
ruinas, a la violencia de los temblores, la Inglaterera, Nápoles,
Asia, Antioquia, Dardania, Ponto y compañía. Continuó su
indignación en los de sesenta y seis con el contagio de las
viruelas. Tal era el estrago que causaron en el Reino que
parece quería acabar de una vez con los vivientes racionales,
hediondando y corrompiendo el aire por todas partes; sólo
en la jurisdicción de la villa del Socorro perecieron cuatro
mil según la exacta información que he tomado. Diga ahora
la Romania, la Italia, Babilonia, Grecia y Roma, si estos
desastres lastimosos y pestilenciales son producciones de la
justicia de Dios, que yo sólo tengo lugar para delinear con
negros borrones el orden de la justicia divina / /
178v en la continuación de sus justas cóleras en los años de setenta
y cinco y setenta y seis.En esta época se representó la fúnebre
tragedia de la general hambre que afligió y puso en
consternación asombrosa a todo el Reino; sólo la ronca voz y
desentonada podrá infundir horror en el corazón de los
lectores. A tanto extremo llegó la necesidad que no hallando
sustento con qué poder sustentar el espíritu vital entregaban
su alma en manos de la muerte o en las soledades del campo
o en el desamparo de los caminos en donde se hallaban hechos
275
CAPÍTULo X
espectáculos de dolor y compasión. Sólo la villa del Socorro
contó entre sus hijos más de cinco mil, que fueron víctimas
tristes de la muerte. Todo era conflicto, todo amargura y todo
aflicción. Por todas partes se miraba difundido el horror. Aquí
se descubrían unas tropas de niños o por mejor decir de
cadáveres animados que a porfía caminaban con tutumas en
las manos a recibir la sangre de los novillos cuando los
degollaban; y como si fiera el manjar más sabroso se
alimentaban con ella bebiéndola en el mismo estado que la
recibían. Allí se advertían muchos hinchados porque comían
de todas hierbas, buenas y malas, enfermas y ponzoñosas hasta
las raíces y troncos de los plátanos de que aun no se veían
hartos. En una parte se divisaban unos hinchados como
atabales de hidropesía, alimentándose de cueros secos y dando
las últimas boqueadas; en otra se presentaban a la vista unos
vivos esqueletos y éstos eran unas doloridas madres que,
rodeadas de sus hijos penetrados de / /
179r hambre, sin alientos para pedir algún alivio en su necesidad,
no podían subvenirlos sino con los caudalosos arroyos de
acibaradas lágrimas que destilaban sus ojos. Las calles
estaban contagiadas por la hediondez y corrupción del aire
que derramaban sus pestíferos alientos. Igual era su aflicción
a la de Numancia en tiempo del formidable asedio de grande
Scipion y a la de Samaria en el del Profeta Eliseo.
v
Contagios eran estos capaces de contener al más disoluto;
pero no bastaron para refrenar el impetuoso arranque de la
relajación y vicio que dominaba en el Reino. Parece que la
misma calamidad les franqueó el paso para mayores
insolencias
hasta caer en el extremo de todas las
abominaciones y de todos los males. Poco importa que la
mujer se queje en los dolores del parto si luego se consuela
con el fruto de bendición que Dios le manda. Si un arquitecto
arruina un edificio es para levantar una fábrica de
seguridades. Estos son los fines que se propone Dios en las
calamidades públicas. Aflige a los Pueblos para que conozcan ..
la causa de su opresión. Arruina y destruye para fundar
seguridad y reconocimiento
en los principios de la
276
EL VASALLO INSTRUIDO
destrucción. Solo este Reino se ha constituido Pueblo de dura
cerviz, despreciando el conocimiento de la verdadera causa
de sus calamitosos trabajos y continuando el despechado afán
en trabajar las cadenas de la prisión de su misma infelicidad.
Después de tantos destrozos, rofeos dignos del Dios fuerte y
terrible en las bata / /
179v Has¿quién no le contemplará humullado, religioso y político?
Así se debía discurrir, así pensar. Las amenazas del último
exterminio fueron freno de contención penitente a los
l"~inivitas. Una ciudad tan populosa, tan bárbara: poblada
de gentiles, selva que era enmarañada de culpas y vicios,
supo temer a Dios, hacer penitencia y transmutarse en floresta
hermosa de virtudes. El fuego que la debía devorar y
envolver en cenizas, la encendió en amor de Dios y en
amistad suya. El suceso feliz de su arrepentimiento es efecto
de la correspondiencia (sic) a la gracia que le daba golpes y
pulsaciones al corazón por medio de las voces de Jonás
Profeta. Este Reino en cuyas regiones se mira derramado con
tanto esplendor el celo de la Iglesia y del Trono Español, no
conoció por término de su monstruoso desorden y
abominable desconcierto el brazo armado de Dios ofendido;
continuó su malicia, tanto, que el Cielo no pudiendo contener
dentro de sus diques la justicia irritada, le afligió con el último
mal que es la Guerra Civil, tina de iniquidad y seminario de
crueldades. Más incrédulo que la misma barbarie, no quiso
afianzar los firmes propósitos de la enmienda y resistió
pertinazmente a los repetidos avisos con que ha procurado
disipar las densas nubes del error en que vive. El es parecido
al que duerme en un profundo letargo; éste no percibe ni el
estrépito de las aguas ni el rumor de los vientos, ni la ronca
voz de los truenos, ni tampoco ve la luz de los rayos. El Nuevo
Reino / /
180r no atiende a los clamores de Dios, al golpe de las amenazas,
al eco de las promesas, al estrépito de las voces y al rumor de
los truenos evangélicos. No repara los relámpagos de la
divina gracia, los rayos de su enojo, el fuego del infierno, el
espanto del juicio y el imperio de la muerte. Desprecia las
exhortaciones, mofa los buenos ejemplos, se burla de los
estímulos santos y cierra la puerta del corazón a las
inspiraciones soberanas. Los que viven en las catadupas (sic)
277
CAPÍTULo X
del Nilo por donde se despéña al mar están sordos a causa
de el estruendo de las aguas. ¿Qué importa que se repitan
golpes a una puerta con altos clamores si los de dentro traen
tal alboroto que no oyen las voces? El estruendo y tumulto
de los apetitos mal domados, de las pasiones tumultuadas,
de las aguas de abominación y de la impetuosa rebeldía a las
voces del Cielo no dejan herir el corazón del Reino pecador.
¿Cuántas veces como al hijo de la viuda de Naib le tocó Dios
el féretro con los trabajos y calamidades públicas? ¿Pero qué?
Quedó en flor la esperanza y se inutilizó la abundancia del
otolo de los frutos de la divina gracia. Se contemplaban acasos
y accidentes, los medios de la misericordia soberana. No se
puede pensar mayor engaño. No son las causas legítimas de
la carestía, los desconciertos de las estaciones de la muerte
desgraciada de los hijos, la alevosa estocada del enemigo; de
la pérdida de los intereses el borrascoso naufragio; y del fatal
acontecimiento en la guerra, el / /
180v descuido de las Generales y el sobrado ardor o la vil cobardía
de los soldados. Nuestros pecados son la causa. Nosotros
somos los arquitectos de nuesras ruinas, los autores de
nuestras miserias y los que preparamos la materia para
nuestra fatal desgracia. Ninguno se persuada que puede vivir
a su capricho y no experimentar el castigo; sembrar en su
corazón ofensas y no coger espinas. Lo dice el Espíritu Santo
en los proverbios. La opresión de los Israelitas con que les
afligió el furor de Chusan, Rey de Mesopotamia, de Eglón,
Rey de Moab, de Jabin, de los Cananeos, Madianitas y
Filisteos, no es acaso sino providencia de Dios irritado. La
ambición y soberanía de Serrageril fueron la vara de su furor
para castigar la rebeldía de IsraeJ24Este es el pensamiento
del Profeta Geremías y la agria reprensión que dió a los
Israelitas que atribuían los tristes sucesos de la peste, hambre
y guerra de Tito y Vespaciano al influjo de los astros.Se hallaba
en su tiempo tan afligido el Pueblo hebreo que no le faltaba
otra angustia qué sufrir. Sembraban y quedaba inutilizada
la cosecha; enfermaban sin esperanza de alivio; se hallaban
por todas partes rodeados de miserias y no hallaban fuerzas
24
Judit 3. & 4. & 6. & 12. Isaías 10. (180v
n.
278
EL VASALLO INSTRUIDO
para salir de la aflicción. Todos se constituyeron profesores
de la astrología. Cada uno discurriía para el hallazgo de la
causa de su infelicidad y opresión. Unos la atribuían a la
irregularidad del tiempo, otros a la languidez del terreno / /
181r y muchos a la influencia de las estrellas. Llega el Profeta y
oyendo la variedad de opiniones, enfadado de tanta dureza,
levantó el grito y así habló: j Qué tiempos! ¡Qué suertes !
¡Qué astros! Vuestros pecados, vuestras iniquidades son el
origen de tanta desolación, de tantos estragos y de tanta
miseria.25 No, nu es el mal gobierno de los Ministros del Rey,
no las nuevas imposiciones ni menos los nuevos Reglamentos
para la segura custodia de los Reales Ramos de Rentas, la
causa de la ingrata Rebelión. Su origen no es otro que haber
rendido indecoroso vasallaje al jefe tirano de la brutalidad,
de la injusticia, de la infiel profanación de la casa de Dios,
del escandaloso emborrachamiento y de la falta de Religión
que tan frecuente es en el Reino. No es la influencia de los
astros, no la malignidd del País, no la impericia de los
médicos, la causa del gravoso yugo de tantas aflicciones; pero
sí lo es nuestra viciosa frecuencia en los vicios más
abominables y nuestra lánguida negligencia en no evacuar
el embarazo de los inmoderados arranques de nuestra
despechada naturaleza. Tullido, paralítico y postrado en el
lecho de una criminal ociosidad, que es semilla fecunda de
la esterilidad del corazón, de la aridez del espíritu y de la
resistencia a la gracia. Toca Dios a los montes y exhalan humo.
Tócanos la gracia con pulsación más peregrina, y no prende
fuego; solo el contacto de la fimbria sana flujos de sangre y
aquel precioso don del Cielo no puede / /
181v sanar el flujo del desacato y del desorden religioso.Una
pequeña hacha da en tierra con el olmo más robusto y el
grande poderío de la gracia es inútil instrumento para rendir
al Reino relajado. Verdes leños y los más acuosos son sus
hijos, cuya caída va como disparada al Aquilón y son raros
los leños secos que van a caer al Austro. Cuando Babilonia
despreció los avisos del Cielo entonces fue que sufrió el duro
25
Jerem. Vie tue, V. cogitationes tue fecerunt hoc tibioHoc malitia tua, que
tetigit cortuum. (181r K).
CAPÍTIJLo X
279
golpe de la vibrante espada de sus justos enojos. Cuando
ella se gloriaba en sus abominables vicios entonces fue que
la absorbieron las aguas y quedó abolido su nombre. Las
repetidas experiencias que se tienen de las misericordias e
indignaciones del Cielo fundan pronósticos tristes del más
lastimoso abandono de la divina gracia. Demuestran la
reincidencia en los desconciertos primeros y estos son los
nuevos eslabones que forman la costumbre pecaminosa,
cadena pesada, lima tenaz, plomo gravoso, yugo insufrible
y paso seguro para el Infierno. ¿Qué mayor locura, qué
furioso frenesí el de aquellas criaturas que, después de la
tempestuosa noche de tantas muertes arrebatadas, ya por la
hambre, ya por el contagio, olvidadas de la reconciliación
con Dios, de los llantos fúnebres y lamentos tristes con que
publicaban su arrepentimiento, volvieron a sus execrables
iniquidades? ¿Después de los públicos castigos con que se
vio afligido el Reino, qué enmienda se ha visto de sus
abominables excesos? ¿Qué reforma de la relajación de sus
costumbres? ¿Qué satisfacción de sus / /
182r escándalos? ¿Qué restitución de los ajeno? ¿Qué abandono
de las torpezas? ¿Qué contención de sus enormes
brutalidades? Ha! que 10 que se ha presentado a la vista todo
es abominación, todo irregularidad y todo aparato y
prevención viciosa. Modas indecentes, desnudeces
escandalosas, aire afectado, cantares de amores, novelas
deshonestas, amistades sensuales, paseos de tropiezo,
familiaridades delincuentes, prostituciones envejecidas,
usurpaciones de derechos, fornicaciones frecuentes,
atropelamientos de injusticias y murmuraciones satíricas con
libertad para enervar la observancia de los preceptos más
sagrados. Todo es un formidable atrincheramiento contra el
poderío de la gracia. ¡Proposición funesta! j Consecuencia
terrible! ¿Qué cosa más tenue y delicada que un cabello? Por
sí solo nada puede. Júntese con otro, agréguense muchos
juntos y unidos entre sí se verá la fortaleza y el poder que
demuestran. Ellos serán capaces de quitar la vida a un
hombre y dejarle suspenso en una encina. Le sucedió a
Absalón. Por un pecado no se resiste a la gracia; vence ésta y
triunfa de la culpa. Multiplíquense pecados, repítanse las
culpas, acumúlense ofensas y se observará que se acampan
280
1~2v
l83r
26
EL VASALLO INSTRUIDO
contra el Cielo y triunfan del imperio de la gracia. La herida
fresca se deja tocar para que la curen; pero una vez cancerada
no da lugar a la medicina. Con la sal se preserva de corrupción
la carne; pero una vez corrompida y agusanada ya no
aprovecha, de nada sirve. Una conciencia re cien herida
admite la curación; pero ya cancerada con el vicio y con la
constumbre (sic)pecaminosa con dificultad se cura. Una sola
mirada de Cristo basta para bañar de amargura el corazón
de Pedro, y acordarle / /
la perpetuidad ue sus promesas. La continua exhalación dE'
rayos y rompimiento de truenos, de increpaciones y
amenazas fulminadas por Moisés es de ninguna virtud para
ablandar la dureza de corazón del Príncipe orgulloso del
Egipto, Faraón. Un solo Nathán consterna, espanta, humilla
y convierte a David adultero;y para convencer a Saul son
inútiles ministros, David, Jonatás y Samuel. ¿Y por aqué?El
haber profundizado en su corazón las raíces de la maldad es
la causa de tanta obstinación. Para curar las culpas radicadas
y envejecidas de muchos años son necesarias todas las gracias
y todas las lágrimas de Jesús, como en la resurrección de
Lázaro. Si este es el deplorable estado del Reino, si las
Repúblicas se hallan inundadas de vicios y abominaciones,
¿qué pronóstico tan funesto puede formarse de su Rebelión?
¿Será efecto del mal gobierno? ¿Dará esperanzas de la
enmienda? ¿Ofrecerá nueva reforma de costumbres? Yo
quiero suponer que los nuevos estatutos de la contribución
sean injustos; (lo niego) sin embargo, no se puede negar que
la intención del Ministro comisionado para este efecto fue
buena, santa y justa. ¿Se atribuirá la Rebelión al desconcierto
de sus providencias? ¿Se ignora acaso que los aciertos del
Gobierno son en beneficio del Público, y que Dios permite el
desconcierto en el superior para afligir al Pueblo cuando es
indigno de favor por sus pecados? Lo dice San Gregorio;26
No era santo el Rey Josías?; sin embargo erró una revolución
de importancia porque / /
quiso castigar al Pueblo pecador con la permisión de su yerro.
Fuera noble como cristiano pensamiento atribuirse al
Lib. 25. Moral, cap, 21, (182v L).
CAPÍ1'ULo X
281
desconcierto de su vida el azote de la Rebelión para aplacar
con sus lágrimas la ira de Dios, que esá ya en vísperas de dar el
último golpe y subvertir elReino,no dejando piedra sobre piedra
y aboliendo su nombre de la memoria de los vivientes. Los
anteriores estragos y castigos públicos fueron inútiles para la
reforma de sus costumbres; ya es necesario el milagro de la
gracia y las lágrimas de Jesús para que salga del sepulcro de la
corrupción del vicio. Se ha hecho insensible a los duros golpes
con que el Cielo, repetidas veces, ha intentado despertarle del
pesado letargo de la culpa en que duerme. A fuerza de palo
ofrece el nogal el fruto con que le ha ennoblecido la Naturaleza.
Sufre la vid la herida del acero y manifiesta su sentimiento con
llorar. Recibe el tronco el golpe de la hacha y acredita su
amargura con los sudores que destila. Sensibles trabajos, duros
golpes descargó la mano de Dios sobre este Reino. Más ingrato
que la vid y más silvestre que el nogal no ha ofrecido ni lágrimas
de reconciliación, ni frutos amargos de penitencia, ni aun flores
de contención, de virtud y de reforma de costumbres. El perro,
estimulado de su rabia se vuelve contra la mano del mismo
que le castiga. En los castigos que recibió de la poderosa mano
de Dios era consejo sabio la fuga por medio de la humillación y
penitencia. Audacia y avilantez soberbia ha sido convertirse
furioso y frenético contra el mismo dueño que les procuraba
con el azote la mayor felicidad. Sensible / /
183v desgracia es la de aquel que siendo su conciencia un cenegal
de corrupción y un muladar de inmundicia no experimenta
el castigo y se ha constituido indigno de las advertencias
saludables de Dios, que procura con ellas recogemos y
acariciamos.En pocas horas quitó la vida a setentamil del
ejército de David con el contagio de la peste por la
numeración que hizo del Pueblo con cierta especie de
vanidad. El emperador Augusto, habiendo cometido el
mismo delito, lo deja sin castigo porque lo reserva para mayor
escarmiento. El modo de que los niños huyan de algún peligro
y se refugien en los brazos de sus padres es prepararles
algunos espantajos, observa San Juan Crisóstoffio27 Los
rigores, las miserias
y calamidades
que aquí se
27
Lib. 1.De Prov. (183vM).
282
EL VASALLO INSTRUIDO
experimentaron son otras tantas prevenciones del Cielo para
que huyendo de la licenciosidad y del desenfreno de vida
busquemos a Dios y recobremos la salud que acabaron y
perdieron los pecados. Nosotros que fuimos asesinos de
nuestra alma y tiranos crueles de nuestra conciencia,
propinándole el veneno de la ingrata culpa, hemos de solicitar
la triaca más fructuosa que es la penitencia. Esto es lo que
cristianamente debía practicarse en esta parte del Nuevo
Mundo. Esta debía ser su prudente y sabia resolución. ¿Pero
yué? ErL vez de aplacar los justos y severos enojos de Dios
procuran su sólida amistad y estrechamos en sus cariñosos
brazos como perros rabiosos y enfurecidos se volvieron los
hijos de estas regiones contra su amoroso Padre, diciendo
con sus obras: / /
184r no hay Dios que nos juzgue. Continuaron el sistema de su
perdición, de su libertad y de su obstinada resistencia. Necia
y temeraria fue su conducta. Porque en verdad, ¿o son
cristianos o no lo son? Si no lo son, no son miembros de
Jesucristo; si lo son, es loca presunción retirarse de la
penitencia y no hacer caso de las aflicciones conque Dios los
visita. No se puede comprender que un clavo bien
amartillado en la tabla se saque con facilidad con darle
nuevos golpes, con repetir nuevos martillazos. ¿Cómo, pues,
podrán persuadirse poder extinguir en su corazón las
irritaciones de Dios cuando arde en él la hoguera de los malos
afectos, fomentando sus llamas con la nueva materia
combustible de la iniquidad, del despecho y del desorden?
Sólo el espíritu de ilusión y de vana esperanza en la infinita
misericordia les podrá inspirar su temerario arrojo.
VI
La Religión nos enseña que todas las cosas tienen su
determinado número, peso y medida. Los mares reconocen
por término de sus espumantes y soberbias olas las áridas
arenas de sus playas. Los árboles en llegando a cierto término
de altura allí forman su copa y no suben más alto. Por centro
y esfera propia tienen las aves la diáfana región del aire y los
brutos la tierra. El día tiene sus términos y medidas con la
noche. El Dios infalible en sus providencias tiene puestos
CAPtruLo X
283
sus decretos sobre la vida y acciones del hombre como
igualmente sobre el número de auxilios y gracias que le ha
de conceder. Con términos que una vez que se llene / /
l84v la medida de los pecados cesa la misericordia y tiene lugar
la justicia. Cumplido que sea el número de los auxilios Dios
se retira de la criatura y la deja en el estado miserable del
abandono. Siendo esto así, es vana esperanza confiar de la
misericordia divina para el mayor desahogo de sus
insolencias y atentados. Es afianzar más sus infelicidades y
miserias. Es verdad que Dios es infinito por lo respectivo a
su naturaleza; pero es limitada en orden a las producciones
creadas. Espera la misericordia de Dios al pecador,cizaña
perniciosa que es del evangelio; pero en llegando el tiempo
de la ira pierde el sufrimiento y renueva el tiempo de la
esclavitud a la que es necesario contener en el respeto con el
temor. No se descubre su poder sino entre formidables
tormentas, relámpagos, tepestades, rayos, torbellinos,
estragos, desolaciones, inundaciones de sangre y mortales
desgracias. Asegura Dios por Jeremíag28,el término señalado
para afilar mi espada, tomaré repentina venganza de mis
agravios. Echaré la hoz de mis justas iras sobre la semilla
perniciosa de los pecadores; porque se cumplió ya el tiempo
de la espera dice el Angel en el Apocalipsi (sic)Z9. Ya están
secas y en sazón en los soberanos juicios, repite a voz en grito
el Profeta Joel,3o.Ya no hay más plazos, es preciso morir a
manos de mi indignación, se imprimirá en las miserables
paredes el temeroso mane del Rey Baltasar. Morirá Saul a
manos de un amalecita, y descenderá precipitada de un
balcón la profana / /
l8Sr Isabel. Se dejará ver el mismo Dios no ya como en el Portal
de Belén, hecho niño, fajados sus brazos, sino como bravo
león de Judá, vibrando la espada de su justicia con el brazo
de su omnipotencia. No como amoroso pastor, buscando la
oveja perdida, sino como juez riguroso, constituyéndola
objeto de sus venganzas. Representará un Nilo de sus justas
indignaciones, que, después de haber paseado las campiñas
28
29
30
Cap. 25. (184vN).
Cap. 14.(184vO).
Cap. 13.(184vP).
284
EL VASALLO INSTRUIDO
del Egipto del Nuevo Reino, sufriendo tantos años el
desenfreno de los transgresores de su Ley santa, se convertirá
en un diluvio de su furor, siendo su misericordia margen
inútil para su avenida. El agua estancada, y por mucho
tiempo reprimida, causa lastimosos estragos y ruinas luego
que revienta y rompe las puertas de la opresión. ¿Con qué
ímpetu saldrá la ira divina cuando rompa los diques de la
tolerancia? Vosotros que no quisisteis vivir en mares de
clemencia pereceréis en abismos de justicia. Te acontecerá,
oh l~uevo Reirlo,lo que a Damasco, a Gaza, a Tiro y a Rdom,
a quienes había determinado sufrir tres pecados. Lo mismo
fue cometer el cuarto que inmediatamente experimentar los
castigos del Cielo. La vida y la misericordia son compañeras
inseparables.
Si de aquélla no se tiene seguridad,
con
mayoridad de razón no se debe fiar de ésta, o a los menos
igual vana esperanza será afianzarse en una que en otra. El
que no está acostumbrado a las navegaciones del mar, a una
mediana marea se turba y experimenta las inquietudes del
estómago; pero el que toda su vida está surcando mares,
manejando jarcias, disponiendo velas y gobernando / /
185v timones, no le alteran las olas ni le perturban las borrascas
más arriesgadas. La costumbre envejecida de abominación
y de vicio que se descubre en este Reino, la falta de Religión
que lo entorpece y la sobra de libertad que lo desenfrena no
le dejan conocer el riesgo en que vive. Ni le perturban, ni le
sorprenden,
ni le consternan, ni menos le reforman los
terremotos, los contagios, las hambres y las publicaciones
inquietas, tumultuarias y sediciosas. Esto no es otra cosa que
haber llegado al estado del abandono y llamar el último
exterminio. Si tan inundado se halla de iniquidad y de
desorden, bien podía el pasquinero y los que dieron calor a
la sedición haber primero procurado
la reforma de las
costumbres, ilustrado la Religión y la reconciliación con Dios,
y no haber tomado por pretexto de sus falsos designios y de
sus alevoso s atentados la tiranía y crueldad soñada de los
nuevos impuestos. A la plebe idiota, y que no sabe discurrir
lo malo de lo bueno, con facilidad se le persuade la verdad o
el engaño. Si le hubiera instruido en las verdades de la
Religión y en la fiel y práctica observancia en las leyes del
vasallaje, sin embargo de ser inconstante y nada segura,
CAPtruLO X
285
supiera que los pecados son los censos que imponen a Dios
para que les contribuya con públicas calamidades, con
miserias e infelicidades; y con este conocimiento solicitará el
remedio con lágrimas y penitencias. A mí, que no se me oculta
el espíritu de los autores de la facción, y de los partidarios
de ella / /
186r me es debido por razón del ministerio, prevenirla para que
en lo sucesivo no sea seducida y sepa elegir lo bueno y
reprobar lo malo. Los pecados del Pueblo son los que irritan
la ira de Dios y siempre debemos pensar que los de este Reino
fueron la causa de la Rebelión y de ningún modo las sabias
disposiciones
del Gobierno. Mis compañeros y yo
sacrificamos nuestro carácter a los insultos más sacrílegos
de los díscolos y sediciosos, enemigos crueles de la Patria.
Nos privamos de la dulzura apetecible del claustro
atrincherándonos en virtud del ministerio contra el desorden
e infelicidad; y aplicando nuesros talentos para deshacer
masa tan corrompida. No fue otro nuestro objeto que el
servicio de Dios, del Rey, del Público y el poder presentar a
los pies del Soberano un agradable sacrificio de nuestra
aplicación y celo. Todo esto de nada sirve si no se aplica el
más eficaz antídoto para cicatrizar enteramente la llaga, que
ya se había vuelto cancer en casi todo el Reino. Un efecto no
se puede destruir si no cesa la causa que lo produce. Por más
que se le corten las ramas al espino, siempre brotarán
vástagos espinosos que maltraten si no se le tronchan las
raíces. Los trabajos y perturbaciones
del Reino sonproducciones legítimas de la vida estragada, libertina,
desordenada y escandalosa que se vive. Si no se introduce
una verdadera reforma de costumbres, si no se destruye el
vicio, se arranca el desconcierto y se planta la Religión, el
temor santo y el buen orden, no dejarán de afligir los azotes
de Dios. Nada seguro estará el trono, no faltarán dentro de
poco tiempo guerras civiles y perturbaciones pú / /
186v blicas que destruyan el soslio.Las tradiciones pasan de padres
a hijos y ellas serán el seminario de atrocidades, de
inobediencias y de sacrílegas facciones. Dios estará sobre este
Reino como nube preñada para descargar las piedras de su
furor y acabarle con el último exterminio. Siempre he sido
opuesto a las embajadas de tristes anuncios y a formar
286
EL VASALLO INSTRUIDO
funestos pronósticos. El celo del ministerio no me permite
observar silencio. Me arrojo a sacrificar mis cortos talentos
para desviar el impetuoso arranque de la indignación de
Dios, proponiendo en el siguiente capítulo los medios más
afines con la reconciliación. Pienso con esto hacer un grande
servicio al Rey pues resulta no menos que la quietud, la paz
y el sosiego público.
287
CAPITULO XI
Demuestra el extremo de satisfacción y de fidelidad
que debe abrazar el Reino para reconciliarse con Dios
y con el Rey perfectamente
1
Es sabio consejo buscar el remedio en la fuente y atacar el
daño en su causa. Los fieles propósitos de la enmienda son
los correos que debemos mandar a Dios para calmar la
tormenta de sus iras. La penitencia ha de ser el iris de paz
que vincule alianzas entre Dios y el Nuevo Reino. Aquella
penitencia que / /
187r encomendaron los Profetas, que observaron los Patriarcas
y que abrazaron los Anacoretas, ha de ser el muro
incontrastable que impide la entrada a la indignación
divina. Ella ha de ser la sierpe de bronce que debemos
levantar en alto para manifestar a Dios la causa de los males
que nos afligen y solicitar de sola su mano poderosa el
remedio contra las venenosas picaduras de los trabajos y
castigos públicos. Ella debe ser el sacrificio que debemos
ofrecer en el altar del Jebuseo para que cesen los rigores y
las divinas opresiones con que nos aflige el Cielo. Es la
penitencia aquella noble virtud que inclina al hombre,
transgresor de la ley y precepto al dolor y detestación del
pecado cometido en cuanto es ofensa de Dios. Los actos
que la dividen son la contrición y satisfacción. Aquélla es
interior y exterior ésta: una y otra son necesarias en el Nuevo
Reino para la completa reconciliación con Dios y con el
Soberano. La necesidad de la penitencia nos la enseña el
Profeta Joel cuando nos dice: haced penitencia. El Profeta
Daniel, exhortando a Nabucodonosor a la reconciliación con
Dios, le persuade la penitencia. El mismo Cristo nos dice
EL VASALLO INSTRUIDO
288
por San Lucas: si no hiciéreis penitencia todos sin duda
pereceréis.) De aquí es que la satisfacción absolutamente es
indispensable a todos aquellos que se desviaron de la
observancia de la Ley. Consúltense los Padres de la Iglesia,
regístrense los concilios de Florencia y de Treinta (sic) y se
encontrará que la oración, la limosna y el ayuno son los
tres principales ejercicios a que se reducen todas las
maceraciones que afligen y acibaran el cuerpo. No hay
señales menos equívocas, / /
187,' no se reconoce efecto :másseguro de la sólida penitencia del
corazón que el espíritu de mortificación exterior. Los
zánganos en las colmenas fabrican los panales con diligencia
pero jamás los llenan de miel. La verdadera penitencia no
estriba en exterioridades; precisa es la mortificación interior
y la amargura del corazón. Ambas a dos deben ser fieles
compañeras y de esta bella e inseparable unión resulta la
agradable armonía en presencia de Dios. En la esfera de
graduación en que se reconoce la culpa ha de tener su lugar
la penitencia, pues ésta se ordena a recompensar las penas
que corresponden a aquélla.
11
Supuesta esta Doctrina teológica :¿qué aparato tan ruidoso
de maceraciones debe observarse en los cristianos de este
Reino? ¿Qué ásperos tratamientos deben dar a sus cuerpos
cuando las abominaciones son tan frecuentes? ¿Tancontinuos
los excesos? ¿Tan enormes los vicios? Hágase una exacta
observación de todas las edades, sexos, temperamentos,
condiciones y estados, por dentro y fuera, en público y en
secreto y se verá el espíritu de relajaciónentronizado y dando
nuevas providencias contra la abnegación de la propia
voluntad, contra la moderación de las pasiones y contra la
contención de los apetitos desordenados. ¿Cuántos Absalones
se presentan a la vista?¿Cuántos Jeroboanes? ¿Cuántos
Heliogábalos? Cuántos Acabes? ¿Cuántas Jezabeles?
¿Cuántos Cínes? ¿Cuántos Amanes? / /
1
Dan. c.4. v. 24. Luc. c. 13. Trident. sess. 6. c. 14. (187r Q).
CAPÍTULo XI
289
188r ¿Cuántos Balaames? ¿Cuántos Amones? ¿Cuántos Saules? La
soberbia, la arrogancia, la mentira, el engaño, la temosidad, la
irreligión, el ningún rubor, el lujo, la corrupción de costumbres,
la brutalidad, la profanación del santuario, la torpeza, la
embriaguez y otros males de igual o peor naturaleza tienen el
mejor acceso en el corazón de los cristianos de nuestros tiempos.
Este es el estado general del Reino. ¡Qué rigurosas penitencias
deben observarse! Qué asombroso estruendo de cadenas, rallos
y disciplinas debe oirse! ¿Pero qué? Ya veo que me había
digresado del asunto que trato. Hablaba de la relajada
abominación universal que se advierte en los Pueblos, en donde
se ven reunidos todos los monstruos de iniquidad que aun no
los sorprenden. Solo este respeto debía ser objeto de la más
extremada penitencia. Debo ceñirme al desorden particular que
con lágrimas en los ojos acabamos de sentir. De la general
sedición hablo, que perturbó todo elbuen orden de la República
civil y abrió nuevas puertas al desorden que tiene inundada la
cristiana (sic).Sin reparo de la Religión se hablaba mal de la
persona del Rey; se le notaba de tirano cruel y excomulgado,
siendo tan clemente y religioso; se maquinaba contra su legítima
autoridad y natural señorío en el grande Pasquín de la sedición
al que se le daban reverentes y obsequiosas adoraciones,
calificándole con los gloriosos títulos de Real Cédula, que no
merece. Se gritaba contra el gobierno, se hacían juntas y se
formaban tropas para la más sangrienta persecu / /
188v ción no sólo de los ministros regios sino también de los
notables, fieles y leales españoles, intentando su tirano
deguello y su cabal y entera ruina. Aquella hidalga nación,
aquellos sus legítimos hijos que bebieron el nectar de la
fidelidad y obediencia al Soberano, aun en la delicadeza de
su cuna: aquellas generosas ramas, cuyos troncos estas
bárbaras regiones, dieron nuevo ser de nobleza a sus familias,
iluminaron con las luces del Evangelio tan remotos climas y
que en su comparación ni hay Rey ni Nación que haya
sujetado tantas almas a la obediencia de Cristo, según la
expresión de Thomas Bocio (sic).2 Esta bella pOf<:ión,digo,
2
De sígnis eccles, apud Gonzal. De Avila in proem. lib. 1. de las Grandezas
de Madrid. (188v R).
EL VASALLO INSTRUIDO
290
era destinada al bárbaro sacrificio del sangriento deguello.
¿Pero en qué tiempo? Cuando se pensaba, habían ya cesado
las aguas de la inquietud, descansaba ya la Arca de la Paz y
tranquilidad pública sobre los montes no de Armenia sino
de Zipaquirá, en cuyas llanuras amaneció y se formó el iris
del sosiego y de segura alianza sin la hermosura y gala de
sus vistosos colores. Se firmaron unas Capitulaciones que
sin embargo de ser el arco de confederación le enlutaban con
los negros colores de radical Rebelión. Sobre este delito
levantaban torreones de 'viento de felices y ventajosas
esperanzas aquellos mismos que debían acreditar más su
constante reconocimiento y lealtad. No puedo correr la pluma
sin lastimar mi fiel corazón / /
189r al ver que los que son los faroles de la fe en los Pueblos
recibían las tropas levantadas y rebeldes con aplausos, con
aclamaciones, con repiques de campanas y con: me falta el
aliento para decido. No puede negarse que fue en extremo
tirana y cruel la resolución. Ya queda probado en otro
capítulo lo sumo de la gravedad de este delito; pero
agregadas estas últimas circunstancias
no deja de
ponderarse más la malicia del sacrilegio. San Gregario y
San Agustín nos aseguran que la penitencia ha de ser a
proporción de las culpas. Y siendo tan execrable y de tan
monstruosa enormidad la de la Rebelión, se concluye el
extremo de penitencia que se debe tomar en este Reino para
la perfecta reconciliación con Dios.
ID
Horrible gruta era aquella que nos recuerda San Juan Oímaco
en su escala mística, grada quinta. Llámase corcel de
penitentes; entraban en sus espantosas estancias y no salían
de sus horrorosas divisiones hasta que el Abad Isac, a cuya
obediencia estaban sujetos, tenía revelación del cielo, que ya
el decreto del perdón se había publicado. Pan yagua era su
escasa comida; continuos sus ayunos, frecuentes sus vigilias,
fervorosa su oración; éste hería sus carrillos, aquél mesaba
sus cabellos: quien despedazaba con crueles azotes sus
carnes, quien se revolvía entre penetrantes espinas. Montes
de ceniza, catastas / /
CAPtruLo XI
291
189v rimas de garfios y cadenas, lagunas de sangre, eran los objetos
de honor que se presentaban a la vista; sollozos, ayes, llantos
y suspiros, eran las voces que allí se percibían. Dios, piedad,
misericordia, eran los ecos que allí resonaban. Yo, si leo las
historias, me veo preocupado del espíritu de horror. Se me
presentaban espectáculos de una cruel carnicería y solo tengo
lugar para llorar tan rigurosas austeridades. Descubro a un
Talaleo (sic) que después de extenuar sus carnes entre día con
repetidos rigores, era su descanso de noche la dura cama,
alfombrada de penetrantes puas de acero. Advierto a un
Santiago Hermitaño sepultarse por espacio de diez años entre
los huesos de los muertos sin levantar la cabeza al cielo y sin
más sustento que las hierbas que naáan en la circunferencia
del sepulcro. Sola una culpa de fragilidad era la causa de tanto
rigor. Y siendo la Rebelión escuela de tiranos, fuente de
iniquidad, manantial de desorden, Vesubio de torpezas, puerta
de infidelidad y seminario de desconcierto e inhumanidad,
¿qué penitencia se observa? ¿Qué Davides penitentes se
encuentran? ¿Qué (palabra ilegible) llorosos? ¿Qué egipcíacas
en el Desierto? Su ejercicio se mira enteramente divertido. La
Rebelión tan cierta y la penitencia en tanto abandono, en tal
olvido? No hacer guerra ninguna a la necesidad de la
Naturaleza con abstinencias y rigores / /
190r es lo que a mí me admira y me confunde. Un General sufre
todas las incomodidades de las estaciones, las molestias de
las marchas, las faenas de las trincheras: olvida su descanso,
deja su casa, expone y sacrifica en mil peligros su vida. Los
más ásperos instrumentos de rigor no podrán jamás producir
en su cuerpo, ni más inquietud, ni más amargura, ni más
dolor. Sin embargo, ni se tiene tiempo ni valor, ni voluntad
para ser penitentes de la Religión y se tiene siempre de sobra
para ser anacoretas no de las Nitrias y Tebaidas pero sí del
mundo y del demonio. La preocupación falsa en que se vive
inspira horroroso espanto para el repudio de la austeridad y
administra débiles excusas, frívolos pretextos y disputas
ridículas para eludir su conveniente práctica. Si se trata de
penitencia, de limosnas, de ayunos, de oraciones y de
lágrimas, todo fastidia, todo se deja, todo enfada, todo se
abandona. Si se piensa en pasatiempos, en teatros, en músicas
profanas, todo complace, todo se sacrifica y todo es herencia
292
EL VASALLO INSTRUIDO
de la antigua serpiente, a cuya imitación se fabricaron las
flautas y otros instrumentos de lascivia, dice San Epifanio.3
Grande fue la necesidad de los coetáneos del Patriarca Noe.
Los anuncios que el Patriarca les daba de las iras del Cielo
fueron despreciados y desatendidos. Oían los repetidos
golpes en la fábrica del Arca, que eran otras tantas gracias y
voces conque Dios les hablaba al corazón. La vana esperanza
les hacía desconocer el proximo riesgo / /
190v de su última y fatal desgracia. Debiéndoles tener esto
temerosos y compungidos sólo trataban de fiestas, músicas,
banquetes, buenas comidas y de alegres concurrencias. Ellos
temían a la vista los infelices efectos y lastimosos estragos
del diluvio pero todo el objeto de su atención era el placer y
el regocijo. No se portaron asílos Ninivitas. Ala voz de Jonás
bajó el Rey de su trono, dejó el cetro, despojase de la púrpura,
se vistió de saco y sentado en un cenicero empezó a derramar
tristes lágrimas; y con tan superior ejemplo se llenó la ciudad
de reverente pavor, se vio preocupada de la consternación y
sin excepción de personas de todo sexo y de toda edad,
emprendieron con tanto dolor la penitencia que fue objeto
del asombro de todas las edades y de los siglos todos. Sus
lágrimas se proporcionaron
con las banderas de sus
escándalos, con la lascivia de la niñez, con la libertad del
mujerío, con la insolencia del sacerdocio y su temor y
penitencia los preservó de las amenazas con que Dios quería
vengar su causa. Los marineros que maniobraban las jarcias,
cables, entenas y velas de la nave en que navegaba Jonás
fugitivo, fueron asaltados del temor divino; y sin embargo
de ser Gentiles ofrecieron sacrificios al verdadero Dios,
después de haber calmado la borrascosa tormenta del mar.
Ejemplo es este de confusión vergonzosa para este Reino.
Aquí se percibieron repetidas veces los ecos de los golpes de
la justicia / /
19lr de Dios, que anuncian un diluvio de dolorosas ruinas y
últimas fatalidades. En el proceloso mar de este Reino iba
zozobrando la nave de la Religión, en donde navegaban
tantos Jonases rebeldes a la voluntad soberana, a todo viento
3
Lib. 1. Heres.25.(190rS).
CAPtruLO XI
293
y a todo naufragio, anegados todos en las soberbias olas de
la sedición. Lejos de imitar a los Ninivitas y a los tres niños
de Babilonia, que desatendieron las profanidades de las
fiestas públicas y no quisieron constituirse adoradores de la
soñada estatua de Nabuco, no temen la indignación divina,
desprecian sus avisos soberanos, no abrazan la penitencia ni
menos ofrecen amargos sacrificios para que los tristes
gemidos enternezcan la piedad eterna, aplaquen las
acibaradas lágrimas la justicia; e indultando a su contrición
las injurias hechas a Dios, reformen sus costumbres y mejoren
su vida. Temerarios secuces de los Pueblos de la Caldea,
Persia, Grecia y Roma que en medio del lamentable
pronóstico de la triste situación en que se hallaban los cuatro
Reinos de su última perdición, no conocieron la mano pesada
de Dios que iba a oprimirles, no procuraron retirarse de las
pomposas aclamaciones, de los públicos regocijos y de los
espléndidos banquetes con que recreaban el sentido y
lisonjeaban las pasiones. Despreciaron las lágrimas y
estimulados más del amor a los temporal que de la reflexión
a lo eterno, se entregaron a las públicas diversiones,
perdiendo de vista a Dios en tiempo que se dejaba ver con la
espada desnuda en la mano. Yo ignoro que pueda
contemplarse frenesí más furioso, ni delirio mayor que
pretender de Dios la reconciliación y //
191v la penitencia en el más reprensible abandono. Cuando este
Reino debía presentar a las Aras del Altar las públicas
perturbaciones que sufrió contemplando su origen de la
mano del Señor, en pena de sus culpas, que es una tácita
acusación de ellas, entonces dejó correr las riendas a sus
brutales pasiones y a los excesos más torpes, que de todo
abundaban menos de Religión. Repudió las amarguras del
Calvario y solo su objeto eran las delicias del Pamaso. Sus
entretenimientos no eran para desahogar su espíritu sino por
entretener el vicio y por ocuparle según los deseos
extravagantes de un corazón corrompido. Su única ocupación
era divertirse para vivir y no vivir para divertirse. Su espíritu
no se apacienta sino de ideas deliciosas, sensuales y nada
cristianas. A los paseos siguen los juegos, a los juegos los
espectáculos, a los espectáculos la licenciosidad, a la
licenciosidad las pecaminosas convenciones, a éstas los
EL VASALLO INSTRUIDO
294
amancebamientos, a los amancebamiento s los escándalos, a
los escándalos
las injusticias,
a las injusticias
las
murmuraciones, a las murmuraciones las falsas calumnias,
a éstas los pleitos y a los pleitos las venganzas. Esta es la
parte de tiempo que emplea para dar gracias al Rey por el
importante Indulto que le concedió.
IV
Estoy bien persuadido que son muy justas las / 1
192r gracias por un beneficio tan particular. Poderosos motivos le
asisten para estos esmeros de reconocimiento. El general
perdón será monumento inmortal de su gratitud. Se duda si
tales gracias serán agradables a Dios, que es el principal
ofendido, a causa del espíritu del particular gusto que las
anima y que no es capaz de endulzar las amarguras del alma.
Tales exterioridades son unas recreaciones desabridas y
materiales que contradicen el Evangelio, que embotan el
interior sosiego y vigilante atención para oir la voz de Dios.
En esta consideración no temeré asegurar que Dios no queda
stisfecho con las gratas demostraciones de esta naturaleza.
Son a la verdad una vulgar preocupación a favor de la
relajación que le engaña y adormece. La Real condonación
del agravio recibido sólo atiende a la superficie temporal, que
es la pena civil; la de Dios tiene por objeto la amargura del
corazón y el temor santo de la conciencia que es incompatible
con todo el aparato ruidoso de espectáculos y concurrencias
bulliciosas. Ellas, las más veces, son escollo de la inocencia,
sepulcro de la pureza, teatro de la soberbia y trofeo de los
apetitos mal dominados. Ellas son un compuesto de todos
los peligros, en donde el Infierno tiene prevenidas las
emboscadas y un compendio vivo de todos los arma..-nentos
más furiosos para el engaño del corazón, en donde existe
apagado el espíritu de Religión. ¿Cómo, pues, serán gratas a
Dios? ¿Se mudó acaso el Evangelio? ¿Tomó nuevo 11
192v aspecto el espíritu de Jesucristo? Sabemos que el alma sin
los brillos de la gracia es una tierra árida, inútil y seca que no
produce sino abrojos y espinas: que unos auxilios mal
correspondidos son talentos enterrados en el terreno lánguido
del desprecio que más irritan a Dios y de quienes es menester
CAPÍTULo
XI
295
dade terrible cuenta: que nosotros no podemos ser parte de
Dios y parte del mundo; porque sus máximas y leyes son
enteramente opuestas y contrarias entre sí: ¿cómo, pues, nos
podremos persuadir que las acciones de gracias al Soberano
son sacrificio de alabanza a Dios cuando están acompañadas
de un espíritu de alteración y falsa preocupación? Sin
penitencia no muda Dios de sentencia, ni se le obliga a que
suspenda el rigor, pues el arrepentimiento seguramente
desarma sus justos enojos. Un claro testimonio nos ofrece la
misma Escritura santa. Hidrópíca de ambición la tirana Isabel
intenta posesionarse de la viña de Nabot, después de su
muerte, sin tener derecho alguno la Reyna. Da su
consentimiento y usa de ella como propia el Rey Acab.
Indignado Dios de tanta maldad, manda al Profeta Elías que
le anuncie esta triste y temerosa embajada: "mataste y
poseíste; por eso lamerán los perros tu sangre donde lamieron
la de N abot. Segará Dios la espiga de tu posteridad. Hará tu
casa como la de Jeroboán y Baasa. En ese campo
despedazarán los perros a Isabel: de ti sucederá lo propio si
mueres en poblado; y si en los campos, serás mísero pasto
de las aves". / /
193r Con voces tan de trueno queda trastornado Achab: le procura
el espíritu de temor y toma el partido de aplacar a Dios con
la penitencia. Penetrado del más vivo dolor despedaza sus
vestiduras, se desnuda de toda la grandeza de majestad, se
retira de los obsequios de la corte y compungido se entrega a
Dios. Castigan rigurosos ciUcios su carne; descansan sus
huesos no sobre blanda pluma sino sobre la dura aspereza
de la tierra; los ayunos, las lágrimas, la ceniza, el cilicio conque
aflige y atormenta el cuerpo, reduciéndole a un vivo y
animado cada ver, son compañeras inseparables del amargo
aabar que martiriza a su alma. La viva meoria que tiene de
su maldad es una imagen espantosa que le inspira tanto rigor,
ya sea servil, ya sea de amor. Lo que es cierto es que el mismo
Dios aceptó su doloroso arrepentimiento, como se lo significó
al Profeta Elías. En el instante y feliz mom~mto que el
pervertido Rey se humilla y demuestra su arrepentimiento,
se muda el corazón de Dios y revoca el decreto de sus iras.
Suspende las aparentes materialidades del rigor y venganza
premiando un dolor sin faltar a la justicia; sin embargo de
296
EL VASALLO INSTRUIDO
ser remiso y no purificar del todo su corazón. No se le
ocultaban a Dios los ingratos delirios en los que se había de
precipitar Achab en lo sucesivo, y mucho menos los términos
de la infinita misericordia. Siendo tan poca duración sus
penitentes lágrimas hace que prevalezca su clemencia,
perdonándole sus desbarros durante su vida. Que la actual
penitencia suspenda / /
193v el castigo del pecado que se ha de cometer es cuanto tiene
que admirar lo inmenso de la infinita misericordia. Dios no
puede olvidar la justicia; pero su dilatación no se opone al
rigor de ella por ser dueño absoluto de su ejercicio. No se
ignora que los sacrílegos desordenes de la Rebelión
vulneraron principalmente a Dios, quien venga la causa
propia en la de los Reyes. Los agravios hechos a los Príncipes
los mira como propios. El amenaza con muerte violenta al
Pueblo rebelde que dice de su soberano: no queremos que él
reine sobre nosotros. Cuando la gente hebrea repudiaba el
gobierno dijo Dios a Samuel: no es a tí sino a mí a quien ellos
han despreciado. Dios es el autor de la Soberanía, del Poder,
del Imperio, de la Majestad y de la Gloria. El Evangelio
(palabra ilegible) en los Reyes la elección y la obra de Dios.
De su mano reciben la Autoridad y la Corona. La Religión
nos enseña que es el principal ofendido: que el delito de la
sedición clama por la venganza .De parte del Rey sabemos
que está condenado por el poderoso valimiento y eficaces
instancias del Príncipe caballero, Mesenas propio y verdadero
Padre de la Patria. Por lo que respecta a Dios enteramente
ignoramos si dispensó la gracia del perdón. La maldad fue
cierta y la penitencia es ninguna cuando debía ser la más
dolorida y asombrosa. El medio seguro para que Dios retire
la mano del castigo merecido son las lágrimas, la oración y
el cilicio. Estas son las armas poderosas para vencerle. ¿Pero
en dónde están éstas? se retiraron a la floresta más
abandonada de la Siria, en / /
194r donde habita Jerónimo; a las soledades de Arsinoe en donde
bebió el veneno de la culpa y la borró con la penitencia un
incauto Anacoreta; y a los desiertos de Egipto, en donde rasgó
sus carnes un Dicipido del gran Pacomio. Se reservaron las
lágrimas para el penitente Rey David, las que eran su ordinario
y cuotidiano alimento. Aquí se piensa aplacar la ira de Dios
CAPtruLo XI
297
con bailes, músicas, despechos, sensualidades, costumbres
viciosas y con todo género de exceso contra la Religión. Aquí
se eslabonan duras cadenas formadas de tantos eslabones
cuantas son las ingratas y repetidas culpas que se cometen.
Aquellas culpas digo; tiranas que ciegan a los infelices
pecadores, cazadoras que los enlazan, traidoras que los
engañan, corsarios que los esclvizan, homicidas que los matan.
Ellos son mar turbulento y tempestuoso que los anega, sima
profunda que los traga, aire corrupto que los infecciona, cáncer
que los corompe, viento que los trabuca y fuego abrasador
que los consume. Este es el uso que hacen de su libertad para
reconciliarse con Dios. ¿Qué mayor locura se puede pensar?
¿Qué mayor delirio? Basta ya de ingratitud, de ceguedad y de
preocupación.
Vosotros, que las ideas de dolor y
arrepentimiento las convertisteis en especácu10s públicos de
diversión y pasatiempo, volved, volved al centro de vuestra
felicidad, que es la humillación y conversión a vuestro Dios.
Es el Príncipe de la paz, de la misericordia y de la piedad. No
atenderá vuestras arrogancias y despechos; / /
194v os admitirá a la reconciliación. Vana soberbia fue la de Benadab
que con la fuerza de treinta y tres reyes llegó a envilecer el
ánimo de Acab. Acordó éste el infame borrón de infamia y
bajeza conque habría maculado la Majestad de Israel,
concediendo el oro, la plata, las mujeres y sus hijas que contenía
la formidable propuesta del Rey a Sitia; y con dictamen de los
ancianos y principales varones de la corte, resistió a las
insolentes embajadas de Benadab; este fue el motivo de haberse
declarado la guerra. Acometieron los israelitas con tanto
denuedo, espíritu y valor, que venturosas sus saetas mataron
los caballos de la vanguardia; con tan no esperado accidente
huyeron los del cuerpo de caballería, atropellando los primeros
cuarteles del ejército hasta la tienda de campaña de los Reyes.
Fueron preocupados del temor y confusión; se entregan a una
precipitada fuga y quedan vencedores del campo los de Israel.
Increible es el delirio del gentilismo. Se atribuye la derrota a
los Dioses tutelares de Israel, a cuya tutela estaban los montes,
en donde se había acampado el ejército de Sitia. Creía el consejo
que los valles favorecieron la causa de Benadab, haciendo
guerra civil en los campos elíseos o en el soñado Paraiso de
sus falsas deidades; y concluido el año de la perdida de la
298
EL VASALLO INSTRUIDO
batalla juntó sus tropas contra Achab, se traba sangrienta
acción y siempre propicia la fortuna quedó la victoria por los
israelitas. Se arrui / /
195r naron los muros de Aphec y entre sus lastimosos y trágicos
estragos se ocultó fugitivo Benadab. El fatal acontecimiento
de la guerra humilló la soberbia de los sirios; y desnudos ya
de toda ferocidad imploran el auxilio de Achab con
demostraciones penitentes; ofrece éste los derechos de la
humanidad, ampara al Rey de Siria, le introduce en su carroza
y hace ver a todas las Naciones la generosidad de un Príncipe
con los tratados de la paz tan ventajosa como útil y feliz a
ambas Naciones.4 Sean compañeros inseparables de nuestros
clamores y penitencias el espíritu y fervor de los hijos de Israel
cuando penetrados por todas partes de aflicción y congoja,
solicitaban el remedio del Cielo a instancias del sacerdote
Eliachim. No se funde nuestra reconciliación con Dios en puras
ceremonias, que éstas son aquella vana disposición que
reprendía el Profeta Isaías en los Moabitas; sea nuestro
reconocimiento una fiel producción de la amargura de nuestro
corazón; no merezca nuestra ingratitud aquella viva y dolorosa
memoria, tantas veces anunciada en el Deuteronomio, y
repetidas ocasiones verificada en todas las Naciones y siglos.
Aumentará el Señor vuestras plagas, haciéndolas grandes y
duraderas, enfermedades pésimas y perpetuas. Lejos de
pensar que los medios puramente humanos inclinen hacia
nosotros al Dios fuerte y terrible en las batallas, abracemos el
uso y obligación de merecer sus piedades y misericordias. Si
las calamidades públicas son las visitas que el Señor hace a su
amado Pueblo: si son los / /
195v despertadores de que se vale para los investigables pero
sobrios y sensibles decretos de su sabia providencia,
prevendremos el remedio con la sinceridad de nuestros
clamores,
gemidos
y penitentes
lágrimas.
No le
contemplaremos como fantasma de divinidad y como un Rey
de burlas; le temeremos sí, como Soberano poderoso y Dios
vengador. Nuestro principal cuidado será hacer ver a las
Naciones todas que somos la mejor porción de los hijos de
4
3. Reg. cap. 2. V. 21. & V.4. (195r S). (por error la S está repetida).
299
CAPtruLo XI
Aarón. Nos haremos terribles a los demonios y se mirará
lejos de nuestro espíritu la ingratitud, el desorden, la
abominación y el olvido de la contención. Ofrezca Salomón
víctimas a los ídolos, abrace Roboan una religión extranjera,
construya Jeroboán becerros de oro, consulte a Belcebú
(palabra ilegible), erija, en fin, Amón altares a Baal; que
nuestras lágrimas serán derramadas entre el vesh'bulo y el
altar. Ellas formarán el Diluvio, que deberá purificar los
afrentosos lunares de un Reino que se consituyó objeto de
sus iras. Nuestro arrepentimiento
destrurá las colunas
idólatras de Betel y contendrá en el interior de la coluna al
Angel del Señor. No se verán los lastimosos estragos de la
mortandad ni los desgraciados acontecimientos que aun
lloran las faldas del Sinaí. Nuestra reconciliación con Dios
será parto legítimo de un corazón arrepentido; y no será
menos propia la que procuraremos con particulares esmeros
de fidelidad con el invicto y grande Carlos III, Nuestro
Prpincipe amable, Nuestro Soberano augusto. / /
196r
v
Todos los derechos de la República y sociedad política en
ninguna parte logran mayor firmeza y estabilidad que en las
Leyes de la verdadera Religión. Todo lo que debemos a Dios,
a la Iglesia, al Rey, a la Patria, a las partes de la República y a
la masa común de los hombres se funda en sus principios.
Nadie puede ser buen cristiano sin que sea buen patricio, ni
buen ciudadano sin que observe fielmente las máximas y
preceptos del Evangelio. Son inseparables los espíritus de la
Potestad Divina y humana. Se hallan perfectamente unidos
con el vínculo más glorioso. Todo el confuso desorden y
sensible desconcierto que se ha visto en los Pueblos es efecto
del espíritu de preocupación, enemigo siempre irreconciliable
con el de la Religión. Todas las turbaciones populares y la
destrucción de la Paz y sosiego público son infelices
consecuencias de los que arrastrados o de la malicia o de la
más crasa ignorancia, viven con el vil conocimiento de que
la Majestad y autoridad pública no se mira autorizada por el
Evangelio. De todo el buen orden político y religioso son
autores los Príncipes; como igualmente defensores de la vida
300
EL VASALLO INSTRUIDO
y fortuna de sus vasallos si la conversión a Dios es legítima y
perfecta, lo será también la reconciliación con el Rey. Los
Príncipes temporales sólo miran en este particular los
intereses del Estado. El principal objeto de sus Reales
atenciones son las conveniencias y felicidades de la Corona.
La fidelidad y obediencia las contemplan como firmes
columnas de la sólida constancia, segura estabilidad y
conservación perpetua del Trono. Sus / /
196v Rentas Reales son perfecciones extrínsecas que le dan mayor
gralldeza y más brillante esplendor. ~Jo se ignora que el
religioso y sabio Monarca que nos gobierna emplea toda su
ocupación en nuestra propia felicidad, en el decoro de su
Monarquía y en la protección de su amado Pueblo. La
conmoción general del Reino le había colocado en la dura
precisión de renovar el tiempo de la opresión y esclavitud:
de hacerse respetar como Rey poderoso y vengador y de
elevar su fuerte brazo sobre los partidarios de la Rebelión
con la espada desnuda de su poder. Le precisó a la
devastación lastimosa de Provincias, a la inundación de
sangre del Reino y a la conversión en cenizas de los Pueblos.
Todo el Reino deberá ser un inmortal monumento, más
célebre que las Pirámides del Macabeo, de los rápidos
progresos de nuestra felicidad y subordinación. Deben
renacer en los hijos de este Reino estas nobles perfecciones
con más gloria que el sol cuando sale de un confuso eclipse.
Las pruebas más ilustres de reconciliación son las nada
equíocas demostraciones de obediencia y respeto al Rey y a
sus Ministros. De esta preciosa Margarita proceden
principalmente los bienes del Estado y las glorias de la
Nación; y por el contrario, de la licenciosa libertad todos los
mayores males de la República. Unos vasallos sin obediencia
Son horrendo fantasmón de vasallaje y constituyen un Rey
farsante y ridículo. ¿Qué otra cosa produce la inobediencia
que insolencias, sediciones, robos, incendios, escándalos,
muertes, violaciones de templos, profanaciones de lo sagrado,
desventuras y desconciertos? / /
197r Para que de nuevo se merezca la gracia del Príncipe, es
preciso que la fidelidad suba a las eminencias de la
seguridad de Sion. La constancia romana sea emuladora
del nuevo espíritu y vigoroso ardor que anima al Nuevo
CAPtruLo XI
301
Reino de Granada para emprender acciones las más heroicas
y gloriosas del fiel reconocimiento y defensa de los timbres
de la Nación. Llegará a lo sumo del heroismo el ejemplo de
subordinación que dejará a la posteridad, infundiendo tal
ardor en los pechos marciales de sus hijos y aun de las
Naciones extranjeras que harán vivir sus hazañas cuantos
aprendan fidelidad en sus lágrimas y valor en sus cenizas.
El será el que levantará las murallas de Sion con las ruinas
de Babel. El, el que adornará el tabernáculo con los despojos
de Egipto y fortificará a Judá con los caducos fragmentos
de Samaria. Es verdad que en su pasado alucinamiento,
cuando la Nobleza se hallaba preocupada de un vergonzoso
temor y cobardía, cuando los montes eran el abrigo de los
Netrales y miembros de su sociedad los peñascos y tierras,
levantó torres de viento de magníficas esperanzas,
intentnado negar al propio dueño y desmembrarse de una
Nación que le civilizó y dio la cultura de racionalidad y
Religioón que ahora goza. Pero también es verdad que ha
dado grandes comprobaciones y testimonios ilustres de su
verdadero arrepentimiento. Si las tinieblas del error fueron
el camino de su perdición, faltando a la obediencia de su
legítimo y jurado Rey: si han infamado sus hijos en lo más
apreciable del honor a su Nación, penetrados del espíritu
de la ínclita e innata fidelidad de los españoles a su Rey,
quieren mejorar el / /
197v Vasallaje, reformar su infiel relajación y dar la más completa
satisfacción a su Príncipe ofendido. Ya no son hombres sin
fe, gobernados por el falso celo de los espíritus partidarios
de la sedición que con el artificioso esplendor de los intereses
de la Religión concibieron el tirano, cruel y alevoso designio
de correr a las armas y sublevarse contra la más augusta
Majestad. Su fidelidad será inviolable y jamás se apartarán
de su memoria los derechos de la Corona. Inalterable en todo
tiempo será su obediencia y lejos de constituirla sacrílega y
afrentosa, será su disposición siempre pronta a sacrificar a
su Príncipe todo lo sagrado de las leyes de la Religión y del
Estado. Se demostrará este Nuevo Reino parte la más pingiie
de la herencia de su Soberano y Pueblo suyo invencible,
sabiendo sufrir con tolerancia cristiana y llevar con alegría
cuantos nuevos servicios le impusiese. Los mayores peligros
302
EL VASALLO INSTRUIDO
de perder la vida o los intereses no le permitirán como a
David, otra cosa que el esperar en paz, sin inquietud y
preparar sus apacibles manos para el sufrimiento religioso
cuando la opresión o la ira le quiera castigar con su espada
vengadora. El celo y actividad de su arrepentimiento sabrá
calmar los furiosos vientos y temibles olas de las maliciosas
e inopinadas conspiraciones que siempre intentarán los
espíritus inquietos después de una general pacificación. Ellos,
como hijos bastardos de la Patria su Madre común, no saben
alim~ntarse sino de novelas perjudiciales al buen 11
198r orden político y religioso. Ellos tienen todas sus delicias en
las alteraciones sediciosas, dándoles poco cuidado que en
cualquiera acontecimiento perezca todo después de ellos.
Ellos no pueden mirar sin envidia y despecho la quietud de
los Pueblos y la tranquilidad de la República. La idea de
piedad que el Rey ha formado les es motivo de la más
constante fidelidad a los vasallos arrepentidos. Les es suplicio
el más cruel y doloroso
cualquiera
desgraciado
acontecimiento
de alevosa facción contra la pública
autoridad. El más leve asomo de violenta contradicción y de
tumulto popular
los desazona
y punza. No hay
demostraciones menos equívocas de fidelidad, obediencia y
respeto al Rey y a sus Ministros que el confesarse partes de
un cuerpo mayor, atendiendo más a los intereses del Estado
que a los propios. Es prueba la más ilustre de la debida
suboridinación
al Soberano contemplarse
poseídos y
penetrados de esta gran máxima: o retirarse de sus negocios
o mirar en ellos el bien público. Las gracias de la Real persona,
y de nuestro buen Dios, no se franquean sino a aquellos que
después de haber conocido el horrendo sacrilegio de la
Rebelión, han procurado borrado con la sinceridad del
arrepentimiento; y han tomado por su principal y privativo
cargo adelantar los timbres de la Nación, promover las
grandezas del Estado, enriquecer el Real erario, hacer
respetables las armas del Rey y poner en el estado más
honroso y de poder la Monarquía. Si los Pueblos llegan a
persuadirse que se hallan con la indis / /
198v pensable obligación de martirizar sus carnes, reducir su
cuerpo a esclavitud, y tener su corazón penetrado del más
vivo dolor, no se dudará de su segura reconciliación con Dios.
CAPíTuLo XI
303
Si sus ánimos se hallan enteramente preparados hasta el
punto de obedecer al Soberano y a todos sus Ministros que
son los depositarios de su Real autoridad y vivas imágenes
de su augusta persona, y de reverenciarles y amarles,
mirando por la quietud pública y por los intereses de la
Corona sin menoscabo de los fueros de la Majestad y
Soberanía, no será extraña su perfecta reconciliación con el
Príncipe. Satisfarán a Dios y al Rey si cubren su Real erario
de todas las quiebras, atrasos y pérdidas que le ocasionaron
y causaron sus despechos en tiempo de la tempestad. Como
legítimo dueño gozaba de la legítima posesión de sus
derechos y no pudo ser despojado de ellos por aquellos que
se constituyeron jueces en causa propia. No se deben sentir
los males de la Nación sino en cuanto éstos os comprendan o
turben el sosiego de vuestra casa. El hombre civil no es otra
cosa que un buen ciudadano; y siempre os debéis vosotros
contemplar como miembro del Estado, conspirando al bien
público, lejos de perjudicar a nadie. Debe resplandecer en
vosotros aquel vleroso ardor o brío que el amor de la Patria
os haga invencibles. La Patria, la sociedad, serán las voces
de vuestras obras. La voluntad del Príncipe la contemplaréis
señora de todas las leyes y forma del gobierno. Vuestra
libertad no declinará y degenerará a la corrupción de las
costumbres. Gloriosamen / /
199r te la poseeréis pero siempre sujeta a la ley. Ilumine la gracia
al corazón y no serán objeto de temeroso cuidado los mayores
infortunios. Sólo el pecado es verdadero mal en este mundo.
Exceptuada
la culpa no hay calamidad
que deba
horrorizamos, afirma CicerÓn. Vengan adversidades de los
tiempos, llegue la oposición de las molestias, ocurran mil
angustias, abunden las fatigas, aumentense las ansias,
crezcan los dolores, lluevan enfermedades, enfurézcase el
fuego, brame el aire, encréspense las aguas, tiemble la tierra
y desplómese el cielo que ninguno de estos formidables
perjuicios, dice un grave autor, es verdadero mal si no se
asocia de la culpa. Todos los gravámenes del Estado son yugo
suave si les da el ser la penitencia y la reconciliación con
ambas Majestades. No perdamos de vista la grandeza de
ánimo de Nuestro Príncipe. Consevemos, pues, a tan augusto
Soberano, que cada día nos ofrece pruebas ilustres de su celo
304
EL VASALLO INSTRUIDO
en asegurar con perpetuidad la Religión y afianzar nuestra
dicha y tranquilidad.Su
cuidadosa protección levanta
nuestras miserias del seno de la barbarie y no ofrece a los
ojos del forastero sensibles deshechos y desgraciadas ruinas.
Su sabia y elevada política es la que lo ha hecho todo, la que
lo ha separado todo y la que ha restituido, conserva y
tranquiliza la quietud y público sosiego, que con violencia
arrancaron de su natural centro los díscolos y sediciosos,
enemigos crueles de la Patria. Su general Indulto sea el más
precioso monumento de nuestra gratitud. Conozcamos la
superior ventaja de que gozamos viviendo bajo las leyes / /
199v de un Príncipe que es en sí mismo nuestra obra. Consagremos
a sus derechos los más humildes respetos y los actos más
propios de la natural, sagrada y política obediencia.
Poderosos motivos nos asisten para estos gloriosos esmeros
de Religión. Estos serán demostrados en el siguiente capítulo.
305
CAPITULO XII
Trata del amor, obediencia y fidelidad
a los_Soberanos y a la Patria
1
Muchos están persuadidos que en el cuarto precepto de la
Ley Santa de Dios solamente están comprendidos los Padres
naturales. Este es un craso error que no se puede mirar sin
horror en el Cristianismo y aún en las naciones cultas. Las
escrituras infalibles dan el título de Padres a los superiores
de la Iglesia, a sus Pastores y Sacerdotes. Este es el tratamiento
que el Apóstol San Pablo les da en la epístola primera, que
escribió a los de Corintio. El mismo Dios en el Deuteronomio
y en el Eclesiástico les honra y distingue con tan bello y
lustroso título.! De este glorioso timbre gozan los
Emperadores, los Reyes, los Magistrados y todos aquellos
que gobiernan los Pueblos y Repúblicas. Lo dice Dios 11
200r en el antiguo Testamento.2 No se miran exc1uídos de esta
brillante divisa los tutores, ayos y maestros respecto de los
pupilos y discípulos. Sola una falsa preocupación y una
Filosofía errante pueden derramar máximas las más
perniciosas, conspirando a destruir la subordinación más
debida en esta materia y hacer los tronos un lugar propio de
alteración y desorden. La Religión, opuesta siempre a las
cavilaciones malignas del fanatismo, establece ser los
Príncipes y Soberanos Padres de la Patria. Ellos son Nuestros
Señores, nuestros Padres porque son los ungidos del Señor.
1
2
Deuther. C. 31. Ecles. C. 44. (199v T).
Reg. lib. 4. c. 5. & c.4. y 13. (200r U). En el texto original hay un salto de la
nota U a la nota X.
EL VASALLO INSTRUIDO
306
II
Uno mismo es el motivo de amor a los Padres y a los
Príncipes. Los que nos dieron el ser natural, esos mismos
son los Soberanos de su casa. ¿Qué otra cosa es un Reino si
no una dilatada familia de la que es Padre el Rey? El poder
Regio y Paternal ambos son una emanación de la Divina
Autoridad. Ellos tienen un mismo principio, una misma
extensión y una misma es su obligación. Si el espíritu de
illterés, de abominación o ambición de temor y aun de
arrogante presunción llevase a los hijos a la fidelidad con
sus Padres, sería sin duda efecto de la servidumbre, de la
ingratitud y de la desnaturalización. Lejos, pues, de toda
arrogancia contumaz, debemos respetar la Real persona con
un respeto proporcionado a la eminencia de su dignidad. El
Reyes viva imagen / 1
200v de Dios, Ministro suyo, Vicario y Depositario suyo en la tierra;
¿por qué no le ha de ser debida la veneración más profunda?
El Soberano está constituído en el trono por el mismo Dios;
es consagrado por su orden; es ángel tutelar de la Nación;
es, por último, aquel monarca a quien hemos jurado desde
nuestra cuna una amplia y absoluta obediencia; ¿por qué no
le hemos de contemplar objeto del mejor respeto? Los persas
formaron una perfecta idea de esta bella excelencia. Todo su
particular cuidado era inspirar en los primeros años el respeto
a la Majestad. Llegaba su atención y desvelo hasta el exceso,
miscuyéndose con la adoración y sujetándose por razón a
un imperio legítimo. El mismo espíritu gobernaba a los
griegos y siempre fue ventajoso y feliz el progreso de esta
educación. El mismo rumbo llevaron los romanos, venerando
a los soberanos con el último extremo de honor y veneración
aun en su República Gentil. Por los Príncipes se observa el
buen orden del sosiego público; se establecen las leyes más
justas; se conserva con el más vivo ejercicio la justicia
conmuta tiva; se castigan con el último rigor los excesos
reprensibles; se premian las acciones heróicas y las empresas
de valor; y por ellos logran la libertad los cuerpos, la
protección los Pueblos y la seguridad los Vasallos, sus
intereses y bienes de fortuna. Queda inutilizada y humillada
la injusta y tirana opresión que intentan los facinerosos, y 11
307
201r enemigos de la Nación. Este es un motivo poderoso que nos
conduce a venerar los Reyes, no sólo con demostraciones
exteriores sino también interiores en virtud del cuarto
precepto de la Ley de Dios. El Apóstol San Pedro nos dice3
"que homemos al Rey y que nos sujetemos a toda humana
criatura por Dios: o al Rey, corno al de mayor eminencia; o a
sus Ministros enviados por él, para el castigo de los malos y
para satisfacción de los buenos porque esta es la voluntad
de Dios"; en fin,conclúyase que no se puede mirar sino con
un sagrado y religioso respeto a los que representan a Dios y
nos hablan en su nombre. Al honor que merecen los Príncipes
y Magistrados es consiguiente la obediencia. No se halla
razón, ni autoridad, ni ejemplo que no la persuadan y
establezcan. Sin embargo de haber hablado en el cuerpo de
los antecedentes capítulos con alguna extensión de esta
indispensable y precisa obligación, me ceñiré ahora con
particular cuidado a persuadir su desempeño y la nada
equívoca aplicación que a todo buen Patricio intima la
Naturaleza, la Política y la Religión.
III
No hay Nación, por bárbara que sea, que no conozca la
necesidad de Reyes y Ministros que ejecuten y manden
observar el orden superior. Desde que empezaron a nacer
las Monarquías y florecer los 1m / /
201v perios se tuvo este conocimiento.Y si queremos registrar los
Anales aun hallaremos que en la primera edad, cuando se
ignoraba el gobierno monárquico, existía el mando de Adán
corno Padre principal de la familia. Todos conocemos en
nosotros mismos una luz impresa por el mismo Dios, Autor
de la Naturaleza, por la cual se subordina la voluntad
humana inferior a otra superior. Aun el gentilismo más cruel
e ignorante profesa sujeción a un cacique o capitán de su
misma especie, siendo el lugar propio de su vida, o lo áspero
de los montes o lo enmarañado de las selvas, o lo inaccesible
de los riscos, sin más instrucciones que las de su naturaleza.
3
S.Ped.epist. 1. c. 2. (201rX).
308
EL VASALLO INSTRUIDO
En el conjunto de los hombres se descubre un extraño y raro
modo de pensar. No es una misma su opinión. Es preciso
que haya un superior que decida la cuestión para la
conservación de la paz y quietud en aquellos miembros que
componen el Cuerpo de la República. La N aturaleza destierra
toda confusión y pide la seguridad del buen orden. Faltando
la superioridad
falta también la defensa del derecho
respectivo de los hombres. En este caso era abrir las puertas
a la discordia y a la fuerza. Se verían los hombres en la triste
situación de constituirse árbitros de su misma justicia y
sostenerla justamente a fuerza de armas y con sangrientos
choques de guerra. La superioridad es la barrera más fuerte
que contiene el despechado arrojo de los ánimos más feroces,
inquietos y díscolos. Ella / /
202r es el manantial de la conveniencia y de la felicidad de las
casas y sus familias. Por ella se conservan seguros los intereses
de los Individuos; se evitan los daños y cada uno reconoce la
pasión de sus derechos. La superioridad, pues, es de Derecho
natural; también divino porque Dios es el que crió la
superioridad y dió la potestad a los superiores, ya sean
soberanos ya no lo sean, para no dejarse conocer impróvido
en sus altas y eminentes disposiciones; y político porque las
leyes así lo determinaron y establecieron para conservar el
buen orden de la República, la seguridad del Trono, la
felicidad de la Nación y la vida de los vasallos. Inútil y vana
fuera la superioridad si los mismos derechos que la establecen
no fundaran la más ciega obediencia. Todas las felicidades
que aquélla ofrece serían imaginarias y todas las desolaciones
y ruinas lastimosas, hijas legítimas de la resistencia, serían
conocidas si no fuera obedecida. La Naturaleza, el bien
común, la Religión y la conservación humana claman sea
puesta en observancia la obediencia de los súbditos a los
superiores y de los vasallos al Rey. El orador de Roma nos
persuade esta verdad.4 "Sin obediencia, dice, ni casa, ni
ciudad, ni N ación, ni la naturaleza humana, ni el mundo
mismo pudiera mantenerse."
4
Cicer. lib. 3. de lego(202rY).
CAPÍTULo
XII
309
IV
No hay cosa más perfecta ni más digna de aplauso que obe / /
202v decer sin resistencia, sin tardanza, sin ficción y opuesta
voluntad. Es la obediencia, dice Justo Lipsio, el único apoyo
y estribo de las cosas humanas.5 Esta noble virtud es el alma
de las leyes, desaliento de las iniquidades, vida de las
virtudes, muerte de los vicios, reparo de la sumisión, destrozo
de la propia voluntad, unión de la discordia, paz de la guerra,
preservativo de lo santo, fuente de felicidad, seminario de
abundancia y medicina para todo lo bueno. La estabilidad
de toda buena conducta la fundó Dios con la subordinación.
Crezca la obediencia en este mundo y tomarán nuevo aspecto
las felicidades en los estados. El dictamen de la racionalidad
subordena las cosas entre sí con disposición tan primorosa
que todas se sujetan a la unidad de una cabeza.
v
¡Qué admirable se descubre la Naturaleza en sus sabias
providencias! El centro de todas sus leyes es la paz, la quietud,
el buen orden y la conservación del género humano. El
espíritu que las gobierna es el que no se turbe la armonía, no
se descomponga la jerarquía, no se altere el gobierno, no se
disipe la administración de justicia, no se de ocasión a los
robos, a las violencias, a las tiranías, a las opresiones, a las
ruinas, a las desolaciones y a las muertes más sensibles y
dolorosas. Ellas establecen la inalterable concordia de los
miembros entre sí y la perfecta subor / /
203r dinación de éstos a la cabeza. Los soberanos son los que
ocupan el trono, presiden en el solio y establecen las leyes
con relación al carácter de Dios, que representan.
La
Naturaleza los contempla cabezas de un cuerpo político,
cual es la N ación, de quien son miembros todos los que
habitan en su casa y viven bajo su protección. Una sola es
la vid; muchos son los sarmientos que la hermosean; pero
todos la reconocen por el más firme apoyo de su lozanía y
5
Lipsio,lib. 2. Doct, civil. c. 1. (202vZ).
310
EL VASALLO INSTRUlDO
por madre de todo el verdor de sus pámpanos y de toda la
belleza de sus racimos. Varias son las ramas que copan al
árbol y le ofrecen agradable a la vista; pero uno solo es el
tronco que las apoya y alimenta. Observense los orbes
celestes y se verá que todos rinden la marcha de su círculo
a la moción del primero, según el Peripato, contrario a las
más exactas y últimas observaciones. Jamás se quebrantó
en los cielos el gobierno pacífico que reconoce la Naturaleza
en su ajustado movimiento, mandándoles el móbil primero.
¡ Qué arreglo tan pacífico! ¡ Qué disposición tan primorosa
! j Qué subordinación de partes tan justa y tan bella! Siempre
próvida y sabia siempre en sus determinaciones nos lleva
con ellas al conocimiento de la obediencia natural al Rey.
Regístrense los palacios misteriosos pero admirables de las
abejas y en sus industriosos departamentos se observará la
más perfecta y regulada República. Allí se presentará a la
vista un ostentoso y magnífico Rey, a quien con natural
esmero obedecen las demás. Sólo conocen una cabeza y
siempre viven con arreglo a su República, y sin el más leve
asomo de discordante proceder. Sean las grullas objeto de
consideración y apren / /
203v deremos de ellas la lección para la debida subordinación al
Soberano. Ellas tienen sola una capitana, a quien siguen
todas las demás. Siempre se observan festivas con orden
admirable en el progreso de su marcha. No será extraña
naturaleza pensar que un imperio sólo pide un emperador,
una nación un rey, un ejército un general, un regimiento un
coronel, una casa un señor y un cuerpo humano una sola
cabeza. Sin la exacta subordinación de miembros a cabeza,
ni el cuerpo natural puede subsistir ni el político
conservarse. En medio de la ciega gentilidad conoció Séneca
este orden de la Naturaleza y para nuestro gobierno nos
dejó escritas estas palabras: "Esta obediencia es el vínculo
que une entre sí las partes de la República; este es el espíritu
vital que participan tantos millones de hombres que por sí
mismos sólo servirían de carga y de despojo si les faltase el
alma del Imperio."6 Todo sería desorden, todo confusión y
6
Seneca, Lib. de Clement. c. 4. (203vA).
CAPtruLo XII
311
todo dolorosa destrucción. Un cuerpo humano con dos
cabezas es monstruo el más horrible que degenera de su
propia especie. Toda su hermosura consiste en la perfecta
concordia de los miembros y en la relación que deben tener
con la cabeza, que sólo debe ser una; y ésta debe representar
todas las acciones del cuerpo, corriendo por su cuenta todo
el ejercicio relativo a la conservación del cuerpo de quien
es cabeza. Una nación se contempla como un cuerpo y este
cuerpo político, en sentir de Tiberi07, es uno y ha de tener
una cabeza para libertarse de la monstruosa hidra, que es
la censura, que / /
204r da la crítica censora a un cuerpo de dos cabezas. Es precepto
de la Naturaleza que se jure un solo monaraca que resuelva
y determine y en quien, como cabeza de la sociedad, resida
la autoridad pública y se presente a todo el cuerpo de la
Nación, siendo de su cargo los intereses, derechos y
obligaciones del Estado; y reuniendo en su Real persona el
poder y majestad que es relativo al cuerpo de quien es
cabeza. Querer en una corona manejar todos el gobierno de
ella es querer dar al traste y sufrir la irreparable decadencia
que experimentó la ciudad de Atenas luego que murió
Pericles. Un solio no es capaz de dos tronos, ni una mano
de empuñar dos cetros. Es preciso conservarse cada uno en
la esfera de su carácter. No todos vasallos ni todos reyes. Si
en una nave todos fuesen capitanes o pilotos ni habría
mando ni se conocería obediencia. Todo sería desarreglo y
todo asegurar el naufragio. Inútiles fueran los mandatos y
ridículas las ordenanzas; porque faltarían súbditos a quienes
mandar y ordenar. La Naturaleza, siempre atenta al bien
común y a la seguridad de la paz, aborrece tan falsos
principios. El seguimiento de este engañoso sistema llenaría
sin duda de confusiones y discordias a todo el mundo. Las
hostilidades, los disturbios, las guerras y cuantas sediciones
formentan (sic) los hombres, todas las produce la
inobediencia y la falta de subordinación en los inferiores a
los superiores y en los vasallo s al Rey. Si falta este orden, si
se desata en divisiones la unidad de este enlace, entonces
7
TIberio, lib. 2. No. 11 ff. de origine Juris. (203v B).
312
EL VASALLO INSTRUIDO
se asolarán los reinos, caerán las provincias, se arruinarán
las casas, se sufrirá la opresión, dominará la calamidad, se
destruirá la perfección del cuerpo humano y se oscurecerá
el esplendor. Todo será irregularidad, todo desconcierto y
todo turbación. No / /
204v florecerá la felicidad; se verán nacer los abrojos y no
podrá conservarse el gobierno útil de los hombres si los
príncipes desmerecen la obediencia de los vasallos. i
Qué cosa tan opuesta al orden natural! La obligación
de obedecer las leyes más sagradas y la autoridad para
compeler a los súbditos a su observancia, ambas a dos
originan de la Naturaleza que imprime tan importante
conocimiento en el entendimiento humano como tan
necesario para la sociedad y conservación
de la
comunidad de las gentes.El Derecho Natural dispone
que los hijos obedezcan a sus padres. La voz de éstos es
el órgano de las de aquéllos. Aunque sean muchos, uno
solo es el que manda y todos los demás obedecen. Todos
nacemos enfermizos en fuerza del contagio que la
naturaleza de Nuestro Padre Adán introdujo en la de
los hombres; y no hay medicina que más recobre la salud
que aquélla que receta la sujeción inalterable a todo lo
que manda la superioridad. Toda la corrupción que el
propio albedrío produce en la complexión de los hijos,
la conforta y fortalece el de los padres. Logran los hijos
una libertad pero sujeta a la Ley de la obediencia a sus
padres, porque son los señores de la casa y las cabezas
de la familia. En la casa de los soberanos nosotros somos
los hijos y ellos los padres y señores. N o hay más
diferencia que la extensión del poder. Los límites de una
casa particular son cortos y limitados a sola una familia.
Los de la casa del Príncipe son amplios y dilatados; no
están reducidos a sola una familia; son muchas las que
la componen y habitan. La voluntad del Rey, señora de
todas las leyes, es la forma de gobierno de su casa. Todos
los miembros de / /
205r una sociedad son los que componen el cuerpo político de la
Nación, de quien es cabeza el Soberano. La autoridad pública
que gobierna la sociedad civily ordena lo que cada individuo
debe obrar, está refundida en la persona del Rey, Señor
CAPtruLO
xn
313
Natural de toda la Nación. En los más remotos ángulos de
su casa se percibe su voz y debe ser obedecida. El Derecho
Natural convence que los miembros de un cuerpo obedezcan
a la cabeza que les preside ufana en el cenit del mando. Los
vasallos se someten como miembros de la sociedad a ser
gobernados por el soberano, como cabeza de ella, por haberle
confiado y depositado la autoridad soberana: ¿por qué no
les ha de ser debida la más ciega y rendida obediencia? Somos
miembros de su cuerpo nacional; somos hijos suyos,
cliéntulos suyos, favorecidos suyos y ovejas de su Real
aprisco: ¿por qué no le ha de ser natural la subordinación?
El hombre civil no es otra cosa que un buen ciudadano y que
siempre se debe contemplar como miembro del Estado,
conspirando al bien público, lejos de separarse de los fueros
del vasallaje. La Patria, Nuestra Madre común, pide pruebas
ilustres de la más rendida obediencia. Objeto de nuestro
particular cuidado será el sacrificio del interés particular y
aun de la propia vida al interés general y a la salud del Estado.
Inspira la natural gratitud en el corazón de los vasallos esta
invariable máxima: o retirarse de los negocios o mirar en ellos
el bien público. Vemos que los brutos, privados de
racionalidad, sienten en sí mismos una fuerza interior que
los conduce al obedecimiento de la voz de su amo, su
bienhechor. Las ovejas se retiran de los pastos venenosos,
dejan los prados más pingiies y floridos / /
20Sv y caminan obedientes al lugar que les destina la voz del
pastor. Los perros, luego que reconocen a su dueño, le siguen
y obedecen al reclamo del beneficio. No se puede pensar
mayor monstruosidad ni mayor delirio que siendo el
Monarca bienhechor de hombres, vasallos suyos, no sea
amado y naturalmente obedecido.Hace el oficio del buen
Pastor, nos defiende y no permite que seamos desollados,
víctima dolorosa del furor y tirana opresión. Su alto poder
sirve de freno a los enemigos de la Patria. No permiten sus
valerosos ejércitos y temibles escuadras que los sediciosos
perturben el Estado, acaloren el desorden, destruyan lo
bueno, impidan el ejercicio equitativo de la justicia,
desnaturalicen
las leyes, fomenten la relajación y
desconozcan la honestidad, la paz y concordia de la
República. Mucho nos interesa la protección del Rey. La
314
EL VASALLO INSTRUIDO
esperanza que concebimos de vivir seguros a la sombra del
Soberano no queda inutilizada como la del Pueblo de Dios
pasando en miserable e infeliz transmigración a Babilonia
con la falta del Rey lasias (sic). Nos prometemos con ella la
quietud y la seguridad. ¿Yno será esto motivo poderoso para
las pruebas más ilustres de subordinación y obediencia? ¿Qué
cosa más conforme al orden natural que el reconocimiento?
¿Qué cosa más justa y natural que la sujeción y obediencia a
un Protector de tan superior naturaleza?El Derecho Natural
es el que prescribe estas leyes. Todas las disposiciones tanto
canónicas como reales y civiles en él se fundan y establecen.
Hasta la misma Religión lo reconoce por origen de su Dogma
infalible. Todos intentan establecer y fundar / /
206r la subordinación de súbditos a superiores y de vasallos a
soberanos. En ella se apoya el alma del Reino y del Imperio
y por lo mismo es inabdicable de la persona del Rey ni contra
ella puede subsistir título alguno de prescripción, en frase
de Larrea.8 Poco importa que el gobierno temporal esté en
unas manos o en otras si el Derecho Natural es el mismo en
éste y en aquél. Que los soberanos sean Griegos o Latinos o
Gentiles, tiranos o benignos, buenos o malos, todos
igualmente son objeto de la obediencia indispensable de los
vasallos. Una misma es su obligación, uno mismo el orden y
una misma la ley. Comprende al Turco, al Moro, al Hereje, al
Judío, al Ateista y Libertino. "La potestad, dice el grande
Agustino9, de los reyes y emperadores no la atribuyamos sino
al verdadero Dios, que la felicidad del Reino eterno sólo la
concede a los buenos; pero el Reino temporal, a buenos y a
malos, según su beneplácito siempre justo. Quien la concedió
a Mano, él mismo se la dio a César; quien a Augusto, él mismo
a Nerón; quien a Vespasiano padre y hijo (sic), suavísimos
emperadores, él mismo a Domiciano cruelísimo; y para que
no sea necesario recorrerlos todos, el mismo Señor que dio el
Imperio al grande y piadosísimo Constan tino, se le dio al
impío apóstata Juliano." Queda convencida y demostrada
la obediencia tan debida a los Príncipes por el Derecho de la
8
9
Larrea Allegat. Fiscal. 1. parto decís Granat. 18. num. 14. (206r C).
S. Agust. lib. 5. De cívit. c. 21. (206r D).
CAPtruLo XII
315
Naturaleza. Oigase ahora a la Religión y se entenderán sus
voces las más vivas y penetrantes en este asunto.
VI
Fuera de toda la disputa es que la Religión es el canal puro, Y/ /
206v seguro por donde nos comunica Dios sus leyes y voluntad.
Nuestra Religión siempre ha sido, es y será una. Sus máximas
y preceptos jamás cambiarán el semblante; y siempre elevarán
a los Soberanos al más alto grado de majestad; ya los vasallos
a la mayor eminencia de gloria por la obediencia y amor filial
que ofrecerán a sus amados Príncipes. Gemirá el fanatismo
impío y cruel; y le hará conocer la Fe católica, que primero se
oscurecerá el sol, que desfalque de sus naturales quicios la
obediencia a los Reyes y la subordinación a la pública
autoridad. Ella sostiene que la fidelidad a los soberanos no se
debe mirar como una virtud puramene civil y política sino
también religiosa y cristiana; es deuda forzosa de Religión lo
que antes sólo era fruto de interés y temor. Lejos de levantar
los estandartes de la Rebelión no permite se instruya a Pueblos
vencidos vengar con negros atentados la pública libertad.
Asegura que los Reyes ocupan el lugar de Dios: que son su
imegen augusta; que de su mano soberana reciben la corona;
que su autoridad es una participación de su tierno Imperio,
su poder una parte de su omnipotencia y su majestad una
viva imagen de su divinidad; que Dios es la fuente de la
soberanía y el principio de toda dependencia. Enseña que los
Reyes son vicarios de Dios para hacer justicia en lo temporal y
dar a cada uno su derecho. Ni yo ni mis hijos, dijo Gedeón a
los hijos de Israel, empuñaremos el cetro y tendremos el
gobierno de vosotros; sólo el Señor ocupará el trono y os
dispensará las leyes. El Profeta Daniel, hablando con
Nabucodonosor, le aseguró que el Dios del cielo es el que le
cometió el Reino, el Imperio y la corona. A Pilatos le / /
207r contempla Jesucristo como ministro antes del Cielo que del
Imperio. No tuvieras le dice, poder alguno contra mi persona
si no te se hubiera (sic) participado del cielo. Es preciso, pues,
concluir con la fe de la Religión, que de Dios y no de otra
mano tienen los Príncipes su soberanía, aunque los medios
sean humanos y diversos. Se sabe que la voz del soberano es
1
EL VASALLO INSTRUIOO
316
la de Dios y sus órdenes se han de venerar como que es la
fuente de todas ellas. Por mí, dice Dios, reinan los Reyes y
por mí dominan los Príncipes. Conclusión, pues, forzosa: la
obediencia y respeto que debemos a Dios, la misma debemos
igualmente a los Monarcas porque son vivas imágenes suyas
y los instrumentos seguros de su gobierno.
VII
El viejo testa,"TI€nto, cua.ndo Dios hablaba por ministerio de
Angeles y no se dejaba ver sino entre nubes, rayos y truenos,
inculca la falsa Filosofía de los libertinos, que se oponen al
trono y quieren de una vez acabar con el solio. Varios son los
lugares de aquellos libros santos en donde se establece la
debida obediencia a los Reyes. En términos propios lo
significó el Profeta Samuel a los Israelitas cuando pidieron
Rey que los gobernase. lO El Profeta Baruc exhorta a los de
Judea que ofrezcan sacrificios por la vida y felicidad de
Nabuco, sin embargo de ser un Príncipe el más cruel que
conoció la Palestina Y El Profeta Jeremías, penetrado todo
del espíritu de Dios, centellea llamas de indignación contra
Sedecías, Rey de Jerusalén, por haber tomado las armas
contra su propio empe / /
207v radar. Le acusa la deslealtad y rebelión contra la persona
augusta de Nabucodonosor y le persuade de nuevo la
obediencia y sujeción a su Imperio.12 El Espíritu Santo en los
Proverbios nos previene el temor de Dios y del Rey y la
separación de los desleales a sus Reyes, que sediciosos y
amigos de novedad, intentan desnaturalizar el cetro.13
Esto es decimos que sacrifiquemos al Rey como a vicario de
Dios en la tierra, el temor, la obediencia, reverencia y amor.
Así expone este lugar santo de los Proverbios el grande
Cornelio Alapide. A la sombra de estas leyes, tan sagradas
como respetables, vivieron obdientes, como vasallo s muy
fieles al Príncipe orgulloso de Egipto, Faraón, Moisés y Josef.
10
11
12
13
Reg. lib. 1. c. 8. (207r E).
Baruc c. 1. (207r F).
Jerem. c. 17. (207vG).
Prov. c. 24. V. 21 & 22. Alapide ibidem. (207v H).
CAPtruLO XII
317
Iguales demostraciones de obediencia se registran en Josué
y Esdras.14 En todos tiempos se tuvo por invariable la
necesidad de esta virtud no solamente urbana sino también
religiosa. En Judá y en Israel ocuparon el trono, presidieron
en los solios y establecieron leyes Príncipes soberanos, que
lejos de oprimir al amado Pueblo de Dios, procuraron todo
el colmo de su felicidad y segura protección. No faltaron reyes
tiranos que le tiranizaron y oprimieron. Le hicieron sufrir la
cruel servidumbre y le constituyeron en el estado lastimoso
de la infelicidad.
Sin embargo, ni la opresión, ni la
servidumbre, ni la calamidad misma pudieron desterrar a
país forastero la sujeción, la fidelidad y la obediencia, que
era intimada por Dios a todo vasallo. Tan interesado se mira
Dios en la conservación de este buen orden que mira como
propios los agravios hechos a los Prin / /
208r cipes. La injuria que se hace a las sagradas imágenes; el audaz
ultraje que reciben es propio del prototipo que vivamente
representan. Es interés suyo vengar el agravio y redimir la
vejación que le ha hecho la inicua y sacn1ega acción del
desprecio y vituperio. La idolatría y otros despechados
arrojos de una pasión dominante y de un corazón iluso y
corrompido que directamente ofenden su Divina persona,
los toleró,disimuló y aun perdonó muchas vecees, pero,
ninguna deslealtad de vasallos a sus Príncipes se halla
disimulada por mucho tiempo en los libros canónicos; y que
por último no la haya mirado por objeto de su mayor
indignación, y de todo el rigor del castigo. Funestísimos,
fonnidables, tristes y aun horrorosos son aquellos tiempos
en los que, irritado el Cielo, ha dejado con sus justos enojos
ejemplo de obediencia a toda la posteridad. Aun vive, y vivirá
en los Anales de la inmortalidad el funesto acontecimiento
de la inobediencia de Coré, Datán y Abirón. Se rebelaron
éstos inconsideradamente
contra Moisés.Intentaron
tiranizarle el principado y sacerdocio, cuya posesión legítima
le había dado el mismo Dios; y no pudiendo tolerar atentado
tan audaz, mandó se abriese la tierra en espantosos
14
Exodo, c. 10. V. 29. Josue. c. 1. V. 16. Esdras, lib. 2. C. 5. V. 16. (207v Y). Esta
nota está marcada en el texto original con una Y en lugar de una I latina.
EL VASALLO INSTRUIDO
318
boquerones, que los sepultó y sumergió en el lugar propio
de la eterna confusión y desesperación. Se extendió este rigor
a los cómplices de la Rebelión; fueron víctima dolorosa del
Poder de Dios doscientos y cincuenta, a quienes consumió
un fuego abrasador que bajó del Cielo. La murmuración que
por esta causa hubo entre los del amado Pueblo, fue motivo
de formar partidos, solicitar bandos, fomentar facci / /
208v ones, reunir malcontentos y pronunciar voces de nuevo motín
contra Moisés y Aarón, censurándoles de vengativos contra
los Israelitas. No quedó indemnizada la temeridad de la
acción; fue objeto del furor soberano y murieron a su violencia
catorce mil y setecientos, como lo asegura el Libro santo de
los Números.15 Testimonios de los más abonados son las
márgenes del Jordán de la muerte desgraciada de cuarenta y
dos mil efrateos ,a causa de la Rebelión que levantaron contra
Jepte, su jefe y capitán, como lo refiere el Libro sagrado de
los jueces.16 ¿Quién quitó la vida a Sebá y Amosa?,
apandillados en guerra sediciosa contra David, su legítimo
Rey, sino el autor de la soberanía?17 ¿Quién a Abimelec,
Bagatán y Fares?18¿Quién a Absalón ya Jeroboán?19 Aquel
Dios que desde el cielo señorea las esferas, reina en las
Naciones, domina las gentes, se sienta en los tronos y quiere
ser respetado y obedecido en las personas de los depositarios
de su autoridad suprema en la tierra. Aquel Dios que
conserva con particular empeño a unos vicegerentes suyos
en el mando y superioridad de los Pueblos; y afianza sus
solio s con tanta seguridad que todo el universo los debe
contemplar inmobles (sic). Aquel Dios que a expensas de la
propia vida de los vasallos quiere la abundancia y felicidad
para su casa y que su gobierno sea dichoso y apacible. Aquel
Dios, en fin, que ha dado las mayores preeminencias a la / /
209r obediencia y la ha esmaltado con los mayores elogios. Esta
noble virtud es la que arrolla todos los peligros que ocurren
en la ejecución de las ordenes superiores para que el vasallo
15
16
17
18
19
n.
Numer. c. 26. V. V. 31. 35. 42. 49. (208v
Judic. c. 12. V. 6. (208v K).•
Reg. lib. 2. c. 20. (208vL).
Judic. C. 9. Esther. c. 2. V.13. (208v M).
Reg. lib. 2. c. 18. (208v N).
CAPÍTULo XII
319
obediente saque seguridades de los riesgos. ¿Quién inspiró
en los Israelitas aquel espíritu y valor para salir del Egipto
sino la obediencia? Al mandato de Moisés se arrojaron a las
aguas del Mar Bermejo sin el más leve asomo de temor
natural que pudiera ocuparlos el ningún uso del camino y el
riesgo de la represa de las aguas, inmediata y próxima al
más sensible y lastimoso naufragio. A la voz de Josué el
mismo Pueblo ejecuta igual arresto sin acobardar1e ni
precisarIe a una vergonzosa retirada, ni lo hinchado ni lo
rápido de las corrientes del Jordán. j Oh Naciones, escuchad
a la Religión como habla y obra en sus libros santos! j Oh
Sociedades y Pueblos, atended la voz de Dios para reunir
vuestras fuerzas, emplear vuestra política y aplicar vuestra
sabiduría para fundar vuestros Imperios; y establecer su
duración con las máximas invariables de la obediencia
establecida en el Antiguo Testamento! En él se brinda a todos
los Estados la más bella y agradable lección para conservar
el buen orden y concordia que los estableció.
VIII
El Nuevo Testamento es enteramente conforme con el antiguo
en este particular. Habla en términos propios de la ciega
obediencia que se debe a los Príncipes. Enseña la Religión
como dogma de Fe, que los Reyes y Magistrados no / /
209v solamente Cristianos sino también Infieles y Gentiles son
objeto de la más rendida obediencia y justa subordinación.
Que una Nación sea más culta que otra; que un Estado tenga
leyes más justas y arregladas que otro; en fin, todo es
sociedad. El libertino más incrédulo, el gentilismo más cruel
y el más bárbaro paganismo, viviendo en sociedad deben
reconocer en sus Príncipes respectivos una autoridad
superior comunicada por el mismo Dios, autor de la
Naturaleza. Deben contemplar en ellos la voluntad de Dios,
que les ha dado el poder y jurisdicción para el mando y
obligado a los súbditos a la obediencia. Aun los Cristianos
mismos están sujetos a esta ley, sin embargo del abuso de su
Potestad con opresiones y tiranías con que los aflijan,
ocupando el trono con pura y legítima elección o por derecho
hereditario. El Apóstol San Pablo nos dice, escribiendo a los
320
EL VASALLO INSTRUIDO
de Roma: "toda alma sea sujeta a las potestades más sublimes.
No hay poder si no viene de Dios; todas las cosas que tienen
ser son ordenadas por Dios. Y así, el que resiste a la Potestad
resiste a la ordenación de Dios. Los que resisten, ellos mismos
se preparan la condenación. Seréis, sigue el mismo Apóstol,
sujetos por necesidad, no solamente por la ira sino también
por la conciencia. Esta misma obediencia nos manda,
escribiendo a los éfesos, coloneses y a Tito. Pagad pues, dice,
a todos lo que debéis; a quien el tributo, tributo; a quien el
peC}iO, pecho; a quien el temor, temor; y a quien el honor,
honor; porque son Ministros de Dios."20El Apóstol / /
210r San Pedro expresamente manda la sujeción al Rey y a sus
Ministros:
"obedeced, pues (dice) a toda humana criatura por Dios; o
al Rey corno el de mayor eminencia, o a sus Ministros
constituidos por él en dignidad para castigo de los malos y
para gloria de los buenos; porque esta es la voluntad de Dios.
Temed, prosigue, a Dios y honrad al Rey; sed obedientes con
todo temor a los Príncipes o Señores no tan solamente buenos
sino también díscolos" Y Venid, pues ahora, filósofos
fanáticos; venid incrédulos; vosotros, que con vuestra
arrogante Filosofía llenáis el universo de máximas perniciosas
a la sociedad y opuestas al Trono, en donde reside el poder
de Dios, llena os de una vez de confusión. Venció la Religión,
manda la Ley nueva y su voz resuena en toda la redondez
del universo. El Evangelio y sus libros canónicos son objetos
de nuestro estudio y de nuestra admiración. Ellos son el
seminario infalible de la seguridad de los solios y la escuela
sana en dodne se aprende la independencia absoluta de los
Reyes en lo temporal. En ellos se enseña el modo invariable
del orden político; la sujeción y obediencia a los Soberanos
aun presidiendo en el solio de la tiranía y de la gentilidad; la
pronta y voluntaria contribución de los tributos, la veneración
y amor a los Príncipes seculares como al mismo Dios, de quien
es comunicada toda la jurisdicción y soberanía. En ellos se
20
Ad. Rom. c. 13. V. 1. Ad. Efesios, c. 6. V. 5. Ad coloss. c. 3. V. 22. Ad Titum.
c. 2. V. 9. (209v O).
21
Epist. 1. B. Peto C. 2. V. 13. 14. 17. 18. (21Or P).
CAPtruLo XII
321
reprueban las divisiones faccionarias y cismáticas entre los
mismos miembros de la sociedad; se establece la paz y la
quietud de los Pueblos; se dan reglas / /
210v para formar un buen ciudadano y se manda el amor a la
Patria. Todo Reino dividido, dice Jesucristo, en sí mismo
sufrirá la desolación; porque la concordia es el fundamento
y la división ha de ser forzosamente su ruina. La división
puede ser diferente según la diferencia de las causas, sean
éstas los Partidos y sediciones que han desolado muchos
Reinos o sean los intereses particulares que puedan armillar
a un Estado, todo es división. Esta es objeto de prohibición
porque es opuesta al buen orden, a la honestidad de
costumbres, a la contención civil, a la paz y concordia de la
República. Esta importante felicidad la consigue el Estado
con la subordinación de los inferiores a los superiores. Con
tan sana doctrina es forastera la destrucción y perversión en
los Reinos; y les es firme y estable la conservación. La Religión
en sus vivas persuasiones, en sus mandatos expresos, en sus
máximas infalibles, nos propone a los Príncipes verdaderos
Padres de la Patria. La Patria es el Reino, es el Estado, es el
cuerpo de la Nación, de quien somos miembros y donde
vivimos unidos con el vínculo de unas mismas leyes bajo el
gobierno de un mismo Príncipe. La Patria nos da una idea
de un padre, de unos hijos y de una familia sujeta a una
misma autoridad paternal. Nos habla de un Rey que mira a
sus Pueblos como a sus hijos; de unos Pueblos que aman a
su Rey como a su Padre y considerándose hijos de una misma
familia, se aman recíprocamente como hermanos. No se
conoce la perturbación, se observa el buen orden y rige la
subordinación. / /
21lr Uno es el móvil que les da el movimiento y uno mismo es el
fin que les gobierna. El Rey, la cabeza de la Nación, el Padre
de la Patria es el dulce objeto del amor, del respeto, de la
veneración, del honor y de la obediencia de los vasallos.
IX
El Estado, la Nación, el Reino, la Patria, nuestra Madre
común, hace que nuesros días sean felices y dichosos. Nuestra
Madre la Patria, (dejad que lo repita muchas veces) era como
322
EL VASALLO INSTRUIDO
211V
la divinidad romana, la que inspiraba a sus poetas, animaba
a sus oradores, esforzaba a sus tropas, hizo invencibles a sus
legiones, célebres a sus capitanes y era la acción de todo su
heroismo. La concordia de voluntades y la reunión de las
fuerzas de muchos en una misma sociedad precisa el cuerpo
Político de la Nación a la más vigorosa defensa y a la
conservación más segura de los bienes de los ciudadanos y
éstos a procurar el bien común de la Patria. Esta liberal y
común Madre nos sirve aun antes de nacer; nos forma
muraiia~, establece leyes, ordena esclladras, crea ejércitos:
fortifica plazas, fabrica arsenales, abastece almacenes,
prepara puertos, construye puentes, abre caminos, facilita el
comercio, procura la abundancia, fomenta la felicidad,
entabla academias, enseña las artes, vivifica las manufacturas,
da nuevo semblante a la agricultura, proporciona la casa para
el abrigo, el pan para el alimento; y de todas las felicidades y
riquezas que los individuos de la Nación reconocen en su
casa, es la causa la Patria. Ella hace que / /
vivamos seguros bajo la protección de las leyes y que
podamos viajar por todas las cuatro partes del mundo, en
los países extranjeros bajo la Fe de los tratados y en el país en
donde uno habita y es miembro del Estado, a la sombra de
las leyes patrias. Ellas son los guardias del día, los centinelas
de noche y las escoltas en todo tiempo. Por ellas viven seguros
y tranquilos los labradores en sus campos, los patricios en
sus pueblos, los navegantes en el mar, los caminantes en la
tierra y por ellas parece que se han desarmado todas las
pasiones. La libertad, el honor, la vida, la propiedad y
posesión de los intereses, todo es efecto de la Patria, nuestra
primera Madre. Las reglas de la Nación nos ponen en la
indispensable obligación de la más fina gratitud. La Religión
manda que cuanto sea de los vasallos, otro tanto sea sacrificio
justo y voluntario que merece la Patria. El mismo Dios, que
manda a obedecer a los Padres, obliga también obedecer a la
Patria. El mismo Dios que manda obedecer, enseña que ella
es nuestra y principal Madre, como lo asegura San Agustín.22
El mismo precepto de la caridad que manda nos amemos y
22
S. Agust. epist. 20. lib. 5. de civit. Dei. c. 18. (211v Q).
CApITuLo Xli
323
ayudemos unos a otros, como miembros de un mismo cuerpo,
piedras de un mismo edificio y ciudadanos de una misma
República, nos manda también amar la República, cuyos
miembros somos y obedecer sus leyes, que nos gobiernan.
Amor a Dios sobre todas las cosas y a los prójimos como a
nosotros mismos: amar más que a nosotros mismos a nuestra
Patria, anteponer / /
212r sus intereses a los nuestros y buscar antes el bien público
que nuestro particular interés; en esto consiste la perfección
de la caridad; y esto es la plenitud de la Justicia y de la Ley.
El grande Hornero enseñaba tanto la pureza y legitimidad
de la obediencia como la esencia de buen ciudadano; sus
poesías tienen por objeto el sacrificio de interés particular y
aun de la propia vida al interés general y a la salud del Estado.
Si la Religión manda en su establecimiento yen sus máximas
de eterna verdad el amor, el respeto y la obediencia a la Patria
¿con cuanta más propiedad al que es cabeza legítima de ella?
El Soberano es el verdadero Padre de la Patria, el depositario
de la monarquía, que manda lo que le parece útil para el
bien público; que mira por la conservación y perfección del
Estado; si la Religión manda en su establecimiento, que
precabe su decadencia, que vela por su seguridad y que
procura por todos los medios posibles la mayor felicidad de
la Nación, mande pues también la Religión, que le rindamos
obsequiosos nuestra libertad, nuestro honor, nuestros
intereses y nuestra vida, cuando lo pida la necesidad de la
Patria y los reglamentos del Estado. Sea porque Dios lo
manda, o por el más justo reconocimiento, o por nuestra
propia conveniencia y mejorada fortuna, todo es verdadero
y sagrado sacrificio. Vemos que la tierra refresca con vapores
al aire y éste le corresponde con abundantes lluvias que la
enriquecen y adornan con todo el primor de las flores y con
toda la delicadeza de los frutos. Observamos que los
miembros del cuerpo humano reciben del corazón la sangre
y los espíritus / /
212v que la vivifican; pero luego, reconocidos, se la devuelven
con una continua circulación. Nosotros, y todos los
individuos de la sociedad, debemos igualmente ofrecer al
corazón del Rey nuestra voluntad y nuestros intereses, que
son la sangre del Reino; y servirle con nuestros talentos,
324
EL VASALLO INSTRUIDO
nuestro trabajo y nuestra industria, que son los espíritus que
le animan como legítimo Padre de la Patria. Nada extraña
será esta doctrina si se contempla a Jesucristo todo empeñado
a confirmarla con su ejemplo. Se hizo hombre y fue tan buen
patricio que los Cafamaitas no hallaron mayor mérito para
recomendarle al Centurión que hacerle presente amaba a su
Pueblo. Si derramó tiernas lágrimas sobre Jerusalén fue para
llorar la ruina de su Patria.23 Como buen patricio no conocía
otra Patria que el cuerpo de su Nación; y como verdadero
Mesías miraba el bien común de todo el género huma.'1.o.
Advertid, oh materialistas, que vuestra Patria no es el pueblo
donde nacísteis, los campos que os alimentaron, el país donde
se fabricó el sepulcro de vuestros padres y la cuna de vuestros
hijos. La casualidad de haber nacido en esta o aquella ciudad
y la diferencia de provincias, unas más cercanas y otras más
remotas, en que se distribuye un Estado es muy material para
que por ella se dividan los corazones que deben estar unidos
en una misma Patria como en un centro común. Esto mismo
enseñaba a sus discípulos cuando les exhortaba a la fidelidad
que profesaba al Padre de la Patria. Les persuadía que había
venido a / /
213r construir deuda forzosa de Religión lo que puramente era
obligación urbana y civil. Les persuadía con su ejemplo el
respeto a los tronos, la seguridad de los solios, la firmeza de
los cetros y la obediencia a la autoridad soberana. Enseñaba
a las gentes la sujeción a los Príncipes, la consagración de la
Real persona y del poder supremo con su doctrina del cielo.
Su pronunciación primera fue la de un vasallo fiel; sus días
primeros fueron consagrados al establecimiento de las
coronas y sus primeros pasos fueron escuela de obediencia,
fidelidad, sufrimiento y veneración. El tributo, la ley, la
costumbre y la ceremonia, todo lo observó con el más puro y
legítimo escrúpulo de observancia. Dad al Cesar lo que es
del Cesar, dice por San Mate024 y a Dios lo que es de Dios. Si
registramos el Testamento Nuevo hallaremos a Jesucristo
23
24
Fuera de estar marcada en este punto del texto original una nota con la letra
R se omite, tal vez por error, toda referencia en el pie de página. (212v R).
S. Mat. c. 22. V.21. (213rS).
CAPtruLo XII
325
sujeto al tirano de Galilea, al César y a sus ministros en la
tirana y cruel persecución de Herodes, Rey de Judea y
tributario del Cesar Romano. Como ciudadano de la más
sincera tranquilidad, lejos de reunir díscolos, proteger
sediciosos y confirmar apandillados, fue modelo de perfecta
sumisión al orden universal y a la pública potestad. No se
ignora la grandeza del milagro que obró en el Desierto,
alimentando a la muchedumbre que iba en su seguimiento.
Agradecida la turba por tan portentoso hecho concibió el
temerario designio de colocarle en el trono. No se piense que
fomentó tan sacrílego atentado cometido contra el legítimo
soberano. Respetó la autoridad soberana, afianzó el trono
con su fuga y con ella condenó los sacn1egos arranques de
su reconocimiento. Dió / I
213v ejemplo a la turba de sujeción a la suprema autoridad y al
cumplimiento fácil de los fueros del vasallaje. Lo que deben
los hombres a Dios, al Rey, a la Patria y a sus mismos
compatriotas como miembros de la República y de la socedad
civil en ningunas leyes se afirman más que en estas de la
verdadera Religión y en la admirable conducta de Jesucristo.
Ninguno puede ser buen patricio sin ser buen cristiano; ni
buen cristiano sin la divisa de buen ciudadno.Se hallan muy
hermanados los fueros de la Potestad Regia con los de Cristo.
Los que se apartaron de su ley, a penas se halla quien no
haya turbado la tranquilidad de los Pueblos, desobedecido
a los monarcas y confundido todo el orden civil y político.
Confesad, pues, oh incrédulos; vosotros en vuestro modo de
pensar siempre crueles, impíos siempre que con falso colorido
de libertad evangélica acusáis y calumniáis a las máximas
evangélicas de contrarias a la obediencia, respeto, veneración
y fidelidad de los Príncipes temporales, confesad la falsa
preocupación que os engaña y pervierte. Jesucristo y su ley
santa demuestran vuestra ilusión y establecen dogma de la
Fe, la subordinación indispensable a los soberanos. Esta
Doctrina enseñan los Apóstoles y practicaron en todos
tiempos los hijos legítimos de la Iglesia. Gentiles eran los
emperadores,
enemigos de la Religión cristiana y
perseguidores tiranos de los profesores del evangelio; sin
embargo fueron modelo práctico de sufrimiento
y
subordinación. La fuerza del precepto divino era el plan de
326
EL VASALLO INSTRUIDO
sus operaciones. Vencían dificultades, facilitaban estorbos y
toda su ocupación se reducía a obedecer //
214r a los Príncipes fuera de aquello que era contrario a la Ley
santa de Dios. Los mismos soberanos del Japón y de otros
Reinos de la India, asegura Camelia Alapide25,hallaban más
fidelidad en sus súbditos Cristianos que en los Gentiles.
Apoyaban con mayor actividad la obediencia, la quietud,
conservación y aumento de los Estados. Los mismos
monarcas Gentiles hacían ostentación majestuosa de su poder
y gra!1deza, permitiendo a sus vasallos abrazasen aquella
Ley que enseñaba tan buena doctrina. Sea Tertuliano nuestro
maestro; y la defensa que hizo de los cristianos contra la
calumnia de los Gentiles sea la misma contra los incrédulos
de este tiempo. «¿Cómo decís que perdemos el respeto a los
emperadores, que no los veneramos y obedecemos? Sabed,
pues, que todos los días hacemos los Cristianos oración por
ellos, levantando al Cielo las manos abiertas y extendidas
para que conste que son inocentes; con la cabeza decubierta
porque no nos avergoncemos sin tener necesidad de quien
nos lo advierta porque no nos nace del corazón; pidámosle a
Dios que les de larga vida, dominación pacífica, corte segura,
ejércitos poderosos, consejeros fieles, Pueblo bueno, el mundo
en paz y todo lo que justamente desean como hombres y
como emperadores».En todas sus obras se halla derramada
esta doctrina. En una parte dice que el mismo que dio al
emperador el espíritu, le dio la Potestad y dominio; en otra,
que los Reyes se constiuyen por aquel mismo que hace nacer
los hombres: aquí que de aquél les viene el Poder, de quien
el espíritu; allí, que los Cristianos de ninguno son //
214v enemigos y mucho menos de los Reyes como que saben que
es constituido por Dios. En fin, enseña que de ninguno es
más propiamente el Rey que de los Cristianos como que su
Dios es quien le ha hecho tal. San Justino Mártir asegura que
los Cristianos adoran a Dios y obedecen en todo lo demás a
los emperadores. Orígenes acalora la obligación de obedecer
a los Reyes. Todos los Padres que vivieron en los primeros
siglos solamente niegan la adoración a los soberanos Gentiles
25
Comel. Alapide. in epist. ad romano e 13. (214rT).
CAPtruLo
xn
327
y lo que sea contra la Religión; en todo lo demás sostienen
ser voluntad de Dios y espíritu de su santa ley el que se les
obedezca; y que la soberanía dimana del mismo Dios.26 En
esto son conformes San Juan Crisóstomo, San Fulgencio y
los demás Padres de la Iglesia. Hablad ahora, incrédulos, y
reparad si esta Religión que perseguís es madre de la
discordia, campo fecundo de conspiraciones, fuente de
gavillas sediciosas y armería funesta para descoyuntar Reinos
y Monarquías. Su Doctrina es enteramente contraria a
vuestros sacrílegos designios y arrogantes presunciones.
Confesad el dogma, tan justo como útil a la causa pública y
advertid cómo lo apoya el Derecho Positivo.
x
Los cuerpos morales como los físicos se conservan por los
mismos medios que los formaron; y se destruyen por sus
contrarios. La unión que los estableció los conserva y la
discordia los destruye. Faltando en el cuerpo de la Re / /
21Sr pública este buen orden, toda la tranquilidad política y
jerárquica se perturba y todos los miembros del Reino se
descoyuntan mediante las facciones, motines y sediciones.
La conservación y felicidad de las Nciones pide la recíproca
relación de unos a otros y de todos juntos a la cabeza que los
gobierna. De la mutua correspondencia de los miembros
depende la soberanía de los Príncipes y lo sagrado de la
Religión. No hay Nación por inculta que sea que no se
gobierne por un agregado de leyes cuyo espíritu es la
obediencia de los vasallos al Rey. Sin más ley que la de la
Naturaleza miraron siempre con horror la inobediencia y la
conspiración. Roma, aquella señora de las gentes, aquella
dominadora del mundo, en varias leyes no sólo condenó a
muerte a los vasallos rebeldes que maquinaban tiranizar el
trono, sino que estableció la infamia y pérdida de muchos
derechos. La pureza y celo de la Religión, que tanto encarga
la veneración y respeto a lo sagrado y tanto se eclipsa con la
26
Tertul. Apolog. 30. ad calumniam ethnicorum. (214v U). Nuevamente en
el texto original hay un salto de la nota U a la nota X).
328
EL VASALLO INSTRUIDO
sedición, está derramando espuma de indignación contra los
que intentan acechanzas contra la Majestad aunque sea gentil
el rugido del Señor.En el Derecho Canónico son infinitos los
capítulos que hablan de tan indispensable obligación, como
es la de la obediencia y subordinación a los Reyes y de las
tristes consecuencias a que se exponen los alevosos que
ingratos se levantan contra el mismo Padre que los protege y
alimenta. Varios son los concilios que fulminaron rayos de
indignación contra los traidores a sus Príncipes. Los
celebrados concilios Toledanos: quinto, sexto, octavo y
décimo en España; el oxoniense en Inglaterra; el de / /
215v Aquisgrán, segundo en Alemania; el de Maguncia segundo;
el Meldense en Francia y el Lauriacense en la Austria. Hable,
hable por todos aquel digno de eterna memoria, aquel tan
célebre nacional y universal Concilio, digo, el cuarto de
Toledo que fue compuesto de sesenta y dos obispos y que
mereció presidido el oráculo de Sevilla, San Isidoro. En él se
atajó la sedición que se fomentaba en España sin otro objeto
que desnaturalizar del trono al verdadero y legítimo Rey,
Sisenando, para colocar bajo el solio a Suintila con el falso
colorido de que el derecho le llamaba. «En muchos, dice el
Concilio, ha llegado a tanto extremo su perfidia que con
desprecio violan la Fe, prometida con jurmento a sus Reyes;
y manteniendo en el corazón la traición, fingen con la boca
que se obligan a la fidelidad: juran a sus Reyes y rompen la
fe que les prometen sin temor de la estrechísima cuenta que
han de dar en el juicio de Dios, el cual echa su maldición y
conmina gravísimas penas contra los que autorizan con su
nombre la mentira que juran. ¿Qué esperanza podrán tener
estos Rebeldes Pueblos cuando sus enemigos les oprimían?
¿O qué Nación les dará crédito cuando le juren la paz? ¿Qué
contrato habrá que no rompan? ¿Qué capitulaciones
permanecerán firmes cuando no guardan fidelidad jurada a
sus propios Reyes? Oid nuestra sentencia: cualquiera que
temerariamente fuere osado a quebrantar el juramento de
fidelidad que ha hecho por el bien y conservación de la Patria
y Nación española / /
216r y por la salud y vida del Rey, apartándose de nosotros y de
los demás Pueblos de toda España, en cualquier género de
Rebelión y conjuración o que intente quitar la vida al Rey o
CAPtruLo XII
329
despojarle de su dignidad o como tirano presumiere usurpar
el trono, este tal sea descomulgado en la presencia de Dios
Padre y de sus santos ángeles y sea arrojado de la Iglesia
Católoca, la ~al profanó con sus perjurios y separado de
toda congregación con todos los que fueren cómplices en su
impiedad porque conviene que sea igual la pena de los que
son comprendidos
en el mismo pecado. Por 10 cual
amonestamos a toda la Iglesia de Cristo y al Pueblo para que
a ninguno esta tremenda y tan repetida sentencia le condene
en el juicio de Dios sino que guardando la debida fe y
prometida
fidelidad
a nuestro gloriosísimo
Rey y
Señor,Sisenando; y sirviéndole con verdadero amor, no sólo
nos conciliemos la misericordia y piedad divina sino que
también merezcamos la gracia del dicho Príncipe27; el Papa
Santo Calixto primero priva de su grado y declara infames a
aquellos clérigos y religiosos que conspiren en el abominable
delito de la inobediencia a los Soberanos.»28 En los errores
de (nombre confuso) y Juan de Us (sic) está condenada por
los Padres del Concilio celebrado en Constancia la perniciosa
Doctrina de aquellos que enseñan la licitud de la conspiración
contra los Príncipes, aunque su gobierno sea tirano, de
opresión y servidumbre. Todos debemos mirar con un celo
patriótico el bien común del Reino y de la Patria. La piedad,
la Religión y el Estado son sacrificio lastimoso de la
inobediencia, que lejos de concurrir a la felicidad de la causa
pública, la destruye y acaba. / /
216v
XI
Las leyes civiles y reales tienen por centro la paz y público
sosiego. No tienen otro objeto que el establecimiento de la
subordinación de súbditos a superiores y de vasallos a
monarcas. Ellas declaran la Rebelión delito de lesa Majestad
y el superior entre los de esta clase. Ellas advierten que la
sedición constituye al Estado entre la más triste y deplorable
situación: que sin la obediencia al Soberano no hay orden ni
27
28
Concil Tolet. IV.can. 75. (216r X).
Calixtus. 1.epist. 2. ad. epise. Galle. (216rY).
330
EL VASALLO INSTRUIDO
tranquilidad en los Pueblos; todo es bando y todo facción.
Por este motivo todas las Naciones han castigado con el
último rigor la falta de obediencia a los Príncipes. Es delito,
dice Pedro Gregario Tolosano, el más detestable rebelarse
contra su Pastor y defensor cual es el Rey; pues por ley
universal y eterna deben los inferiores obedecer a los
superiores; y los que así no lo hacen son peores que los brutos
en la irracional fiereza.29 En todos los Estados se han formado
reglamentos y todos ellos se gobiernan por un agregado de
Leyes muy conformes a la conservación de sus derechos
nacionales y a la mayor felicidad de sus respectivos intereses.
Ambos Pueblos, Americano y Español, se gobiernan por unas
Leyes las más sabias, justas y santas. El espíritu que las anima
es el más equitativo, que no pierde de vista el buen orden de
la República y la obediencia al Soberano. Sólo presentaré a
los lectores la prevención de la Ley quinta y su concordancia
con la Ley primera.3D Los Soberanos / /
217r son vicarios de Dios para hacer justicia en lo temporal. Son
Señores puestos en la tierra en lugar de Dios para hacer
justicia (palabras tachadas) y dar a cada uno su derecho. Son
alma, vida, corazón del Pueblo y cabeza de su Reino; y es
obligación nuestra y de todos sus vasallos obedecerle,
defender su homa, regalía y señoríos; y no permitir que
ninguno haga, diga ni aconseje lo contrario bajo la pena de
muerte al que contraviniere en ello. Es la potestad de nuestros
Reyes tan independente (sic), absoluta y completa sobre todos
los hijos de la Nación, tanto Españoles como Americnos, que
igualmente quedan comprendidos en lo temporal los obispos,
los clérigos, los regulares y seculares. Todos somos vasallos,
todos sus hijos concebidos en el seno de nuestra Madre
común, la Patria; y todos de un mismo modo estamos sujetos
al Monarca y a los Ministros Regios que en su Real nombre
29
30
Lib. 35. Sintagm. c. 4. n. 22. (216r Z).
Ley 1. lib. 1. tit. 2. (216vA). A partir de este punto del capítulo se reanuda
la señalización de notas recomenzando con la letra A para proseguir con el
resto de las letras del alfabeto; en el tramo del texto que aquí se inicia hay
varios errores (omisiones, inversiones) en la secuencia de los signos
a!fabéticos adoptados, errores que hemos corregido introduciendo la
señalización numérica.
CAPtruw
xn
331
gobiernan porque son vivas imágenes de su Poder soberano
y depositarios fieles de su Majestad augusta.
XII
Los fueros mismos del vasallaje nos llevan al conocimiento
legítimo de la forzosa obediencia a los Reyes. La naturaleza
de éste pide jurídicamente que luego que convienen los
hombres en elegir o reconocer a alguno por su Rey,
rindiéndole el debido homenaje, se obligan en aquel mismo
punto a obedecerle y guardarle fidelidad como igualmente
el mismo Príncipe se obliga a gobernarles con justicia y
defender el cuerpo de la sociedad. Este es un contrato oneroso
y hu / /
217v mano, que funda un derecho cierto y positivo que obliga a la
más importante y rigurosa observancia. Examínese el origen
de los Estados y se hará sensible esta obligación. Si Adán no
hubiera pecado seríamos todos felices, naceríamos iguales y
lograríamos una misma fortuna. La tierra sería para nosotros
como un patrimonio universal y sus bienes serían tan
comunes como el aire que respiramos. Contentos con lo
necesario y sin aspirar a lo superfluo, grandes sin vanidad, y
ricos sin avaricia, ni sentiríamos la insaciable sed de las
riquezas ni las necesidades de la pobreza. Viviríamos todos
seguros y tranquilos, lejos de sufrir la opresión y el perjuicio.
Se corrompieron los hombres y olvidados del interés común
en que consistía su felicidad siguieron sus particulares
intereses, de que se originó su miseria. Multiplicado el género
humano se multiplicaron
también sus pasiones y sus
intereses, ocasionando innumerables guerras, aquella inútil
palabra de tuyo y mío, semilla funesta de nuestros males.
Divididos así los hombres, los más fuertes oprimían a los
más flacos y conociendo éstos que su misma libertad los haóa
esclavos y que la independencia que tenían unos de otros
ocasionaba estos desconciertos, resolvieron congregarse en
una misma sociedad y unirse de tal modo que la seguridad
de los unos dependiera de la unión de los otros. Unidas en
estos términos las fuerzas de los hombres en el cuerpo de la
sociedad y comunicadas de éste a los miembros particulares,
lograba cada uno para su defensa y seguridad las fuerzas
332
EL VASALLO INSTRUIDO
unidas de todos. Qué estado tan calamitoso lograban los
hombres en aquella / /
218r infeliz época! Qué agregado de confusiones deplorables se
advertía en el mundo antes que se estableciera el orden civil
! Violencias y homicidios; incendios y sacrilegios; robos y
destrozos y cuantas calamidades puede ocasionar un
formidable ejército de pasiones desenfrenadas, eran objeto
triste que lloraba el universo. Ni había seguridad para la vida,
ni protección para los bienes, ni asilo para el honor. Pero,
estahlecida la Sociedad, el Reino, el Estado, la Nación y con
ella la legislación, se restablecieron los hombres en sus
derechos naturales, se transfiguró el mundo en semblante
más feliz y se mudó el teatro de las desgracias en espectáculo
de serenidad; sucedió la subordinación a la independencia,
el orden a la confusión, a las violencias la justicia y la pública
tranquilidad a las inquietudes. Desde aquel feliz instante
vivimos seguros bajo la protección de las leyes, a la sombra
del trono, a la inmediación de los Príncipes y al frente de los
ejércitos como igualmente de las escuadras. De esta concordia
de voluntades, de esta reunión de fuerzas, de este nuevo
establecimiento de sociedad pende nuestra conservación; esta
es la razón política del vasallaje y este el Derecho Positivo
que nos manda la obediencia invariable a los Príncipes
soberanos. No puedo mirar con indiferencia
la falsa
preocupación del fanatismo contumaz que sigue el sistema
problemático de la fidelidad y subordinación a los Reyes y
sus Ministros.
XliI
Qué confusa monstruosidad no lloraría el universo si los
vasallos llegasen a desconocer a sus soberanos, formando / /
218v alianzas sediciosas para desnaturalizarles el trono? Luego
que nuestro primer Padre rompió la equidad del mandato
todo fue desdichas, todo molestias y todo mortandad. La
inconsiderada resistencia de Adán al precepto de Dios fue
la que derribó las murallas de la justicia original, abriendo
el infausto portillo que dio paso a la muerte para entrar
muy ufana y orgullosa a representar su tirano señorío en el
teatro del mundo. La contumaz y obstinada voluntad en el
CAPITuLo XII
333
vasallo es un veneno que no le deja cosa buena; es la madre
de la inobediencia,
hija de la avilantez, hermana del
desorden, compañera de la disolución y la peste que todo
10 inficiona. Ella es el cáncer que a todos alcanza y la que
hace renacer aquellos tiempos de sangre, de ira y de
indignación. Aquellos tiempos de horror y confusión. Para
amansar a esta indómita fiera, asegura San Lorenzo
Justiniano*, se establecieron las Leyes y se promulgaron las
ordenanzas.
No se halla modo más saludable para
arredrar1a y corregirla que el de la obediencia. ¿Qué
movimientos tan ordenados se observaran en la máquina
política del cuerpo de la Nación si no la discordiasen los
ciudadanos con las Rebeliones? Mientras se mantuvo
nuestro ser en el primer hombre, sujeto a la ley que se le
impuso, todo era paraíso para el género, todo delicia, todo
placer. La docilidad obediente de la voluntad conserva el
buen oreden de la Monarquía; es la concordia de las
voluntades encontradas, cimiento de la paz, madre de los
aciertos y áncora de la seguridad. j Qué espectáculo / /
219r tan bello de un Estado donde los vasallos nunca se retardan
cuando oyen el acento del Soberano o del Ministro que manda!
j Donde en nada dudan, no examinan las causas del mandato,
aplican todo su talento con celo y vigilancia a practicar sus
respetables ordenes, en nada reparan, nada reflexionan, sólo
se ocupan en el más rendido obedecimiento, sólo porque
~ oyeron el orden superior ! j Donde los miembros que le
componen, sin embargo de ser tan diferentes los genios y modo
de pensar, no tienen más que una acción y una misma voluntad
! j Donde el grande se une con el pequeño, el noble con el
plebeyo, el rico con el pobre, el sabio con el idiota, el oficial
con el artesano, el sacerdote con el secular, siendo el punto
único de reunión la fidelidad al trono! j Donde la sangre no
circula en las venas de los miembros políticos sino para
derramar1a en servicio del Rey y de la causa pública! j Donde
todos hallan en su obediencia la verdadera felicidad y la
fortuna más ventajosa! Un instrumento de cuerda es dulce
En este punto del texto figura la letra B pero no figura en las notas de pie
de página. (218v B).
334
EL VASALLO INSTRUIDO
suspensión de los oyentes si las cuerdas guardan las leyes de
la perfecta armonía; pero si se destemplan y desentonan sus
voces hace tanta disonancia que, lejos de agradar al sentido,
pierde seguramente la estimación; y es asunto de enfadoso
entretenimiento. Son los Patricios cuerdas de la Sociedad
política. Sus ecos se perciben por la misma sensibilidad de las
acciones. Si la voz se desentona es porque los ciudadanos se
destemplan. Si las cuerdas guardan el punto de conformidad
resultará una perfecta consonancia. / /
219v De todo es causa la obediencia o la falta de subordinación.
Observese el buen orden en los Pueblos, destiérrese todo leve
asomo de Rebelión y no gemirá la Religión, la Naturaleza y
la Política más sana. Queda demostrado que los Príncipes
no reconocen superioridad en lo temporal; que Dios les dio
todo su poder y autoridad y que sola la Majestad divina es el
único juez que puede conocer de su causa. Queda persuadida
la necesidad de la obediencia a los Reyes y la absoluta
independencia de éstos, ya sean buenos, ya sean malos, ya
Gentiles, ya Cristianos. Todos igualmente son imágenes vivas
de Dios, ministros suyos y depositarios del dominio soberano
de Dios. Todos los derechos están en continuo movimiento
para la observancia de tan importante verdad. El de la
Naturaleza lo pide, el de la Religión lo manda y el de la
Política lo enseña. Apenas se hallará criatura alguna en el
universo que no conspire a su estable conservación. Los
vientos purifican el aire; éste mueve las aguas, las que
obedientes y respetuosas circulan y penetran la tierra para
fertilizada; el fuego fomenta a todas las criaturas y éstas le
alimentan y le sirven de pábulo para que no mueran. Por
último, todas miran en su ejercicio aquel centro que es el
punto de conservación que les impuso la Naturaleza, señora
del universo. ¿Qué desolaciones tan lastimosas se observaran
en esta tan primorosa máquina si faltara el buen orden y
relación de las partes que le adornan? ¿Qué estragos tan
sensibles y dolorosos? / /
220r Tan fuenstos efectos sufriera el cuerpo humano si los
miembros se separasen de aquella ley de subordinación que
reconocen en la superioridad de la Naturaleza. ¿Si las manos
propinaran el veneno a la lengua, qué decadencia tan triste
llorara? ¿Si los ojos no previnieran a los pies los escollos y
CAPtruLo XII
335
precipicios: qué destrozos tan lúgubres experimentara? Todo
el esplendor de una obra tan bella y perfecta seguramente se
oscureciera. Gimiera la Naturaleza, la Religión y la Política
consecuencias tan horrorosas en el Estado si los hijos de la
N ación olvidaran las obligaciones del Vasallaje, separándose
de tan importantes ocupaciones.
XIV
Lo áspero y duro de los mandatos jamás se tuvo por causa
justa y lícita de conspiración contra el Príncipe. El Señor,
celoso siempre del buen orden de su casa amenaza de que
pondrá superiores ásperos para castigo de la relajación y del
vicio. De lo contrario, tomarán ocasión los díscolos y
libertinos para llevar en bandos a las Provincias y en
continuas facciones a los Pueblos. Son gentes que se
gobiernan por su capricho, no reconocen más legislación que
la de sus pasiones, pescan en agua turbia y se alimentan con
el despechado furor de las inquietudes populares. Todo el
respeto y la justicia toda de las ordenes superiores se hallarían
sujetas al malicioso examen de una libertad adulterada y
corrompida.
Revolverían
genealogías,
registrarían
fundaciones, resuscitarían antigiiedades, fundarían nue / /
220v vos artículos, opinarían si era o no legítimo el derecho a la
Corona, tendrían avilantez para juzgar la causa de los Reyes,
negarles la obediencia, publicar que todos los miembros de
la Nación podían hacer lo mismo. ¿Qué monstruosidad tan
horible? ¿Qué irregularidad tan espantosa? ¿Qué frenesí tan
furioso? Era abrir la puerta a guerras civiles en la
Monarquía, dar ocasión a una general ruina. Ni los casados
tendrían seguras las mujeres de los adúlteros, ni a sus hijas
de los raptores, ni a sus casas de los salteadores, ni a sus
intereses de los ladrones. El santuario sufriría sacrílegas
irreverencias y dolorosos desacatos. La República advertiría
furiosas violencias, escándalos continuos y ríos de sangre
derramada en las calles y en las plazas. No sería lugar de
seguridad para la vida sino lo más espeso y enmarañado
de los bosques. El comercio sociable se conmutaría en el
brutal. La casa de la propia habitación sería el horror mismo
de las cavernas; serían las fieras compñeras inseparables
336
EL VASALLO INSTRUIDO
en la soledad y los cantos religiosos el dulce y sonoro canto
de las avecillas. En el antiguo testamento es bien ponderada
la tiranía del Rey Nabucodonosor en las devastaciones de
la Judea como igualmente la opresión y servidumbre que
afligía al Pueblo hebreo el mal gobierno de los otros Reyes.
No se contentaba con ser adorado sino que con inhumanas
y atroces penas mandaba que su imagen fuese objeto del
mismo sacrilegio. ¿Quién más cruel que Nerón en la ley de
gracia? / /
221r Era enemigo del nombre Cristiano,cabeza monstruosa de su
Patria, Roma; y cuando ella se abrazaba en vivas llamas,
lograba sus delicias al dulce eco de un sonoro instrumento.
Sin embargo de tan impío y cruel mando, los Israelitas y
primitivos Cristianos conocieron ser ley forzosa el obedecer
cuando no se trataba de idolatría. Los Príncipes son
independientes
absolutos en la tierra; sólo Dios puede
juzgarlos. El Concilio Parisiense que se celebró en el año de
setecientos veinte y nueve declara que la administración de
los Reinos se da a los Reyes por el mismo Dios y no por sus
progenitores.31 Los súbditos siempre están estancados en los
diques de la sujeción; y siempre fuera de la esfera de la
superioridad. No reside en ellos la facultad para conocer y
juzgar la causa de los Soberanos, y mucho menos la de sus
leyes y mandatos. La constitución del Estado y sus leyes son
la base del sosiego público, de la conservación del Estado y
de la quietud de los Pueblos: son el apoyo más firme de la
autoridad pública y de la libertad de los Patricios. La
inobservancia de esta constitución ¿qué otra cosa es sino una
ridícula fantasma (sic) y una vana invención? La resistencia
a estas leyes con temerario despecho ¿qué otra cosa es sino
declarar inútiles las disposiciones del trono y arrancar la
planta de las ideas más justas de la Patria? Al Pueblo le es
negado el examen de la ley. La detención en su examen le
extrae de la naturaleza de súbdito y le eleva a la eminencia
de legislador, como lo asegura S. Jaime32; en solo el solio se
halla el poder de investi / /
31
32
Concil. Canso lib. 1. C. 29. (22lr C).
Epist. C. 4. V. 11. (221r D).
CAPÍTULo XII
337
221v gar la justicia de las leyes; y en su observancia no se debe
buscar la razón sino la autoridad, dice S. Jerónimo.33 Los
vasallos no representan el papel de disápulos que desean
aprender y salir aprovechados
en las sutilezas de
entendimiento sino de súbditos que han de obedecer y
mejorarse en los afectos de la voluntad. La principal
obligación de un Estado consiste en conservarse y procurar
su mayor perfección. Su duración estriba en la conservación
de la Sociedad Política. Si ésta deja de ser, la Nación se
destruye; ni subsiste más aunque existan los individuos que
le dan ser. Esta dejará de subsistir siempre y cuando que las
leyes establecidas y arregladas por la autoridad pública
desmerezcan el dócil cumplimiento que debe observar la
sociedad. Vean pues los Pueblos si quedan con libertad de
repugnar al orden superior. Aun con justicia dudosa la
presunción está por parte de los mandatos y se deben
. obedecer con respeto y humildad, como enseña S.Agustín34;
en caso de parecer duras las leyes establecidas será la triaca
de esta amargura la oración, el sufrimiento santo, la
representación respetable y subordinada a la última
resolución superor; y por ningún caso la resistencia, la
venganza y la Rebelión. Los Pueblos oprimidos se
constituirán compañeros de Israel, que penetrado por todas
partes de tiranas opresiones en Egipto, levantaba el corazón
a Dios. El cielo siempre benigno a nuestras súplicas y
lágrimas, ataja el tratamiento cruel de los Prínci / /
222r pes, ablandando sus corazones como sucedió con Asuero
cuando irritado contra el Pueblo Hebreo por la maligna y
cruel relación de Amán había sellado ya el decreto de ser
víctima dolorosa del afilado Azero (sic). En ocurrencia de
dos males siempre conviene seguir el que menos
incomodidad y perjuicio ocasiona, como lo previene el
segundo Concilio de Toledo. Menos peruicio resulta a la
sociedad de obedecer los mandatos de aspereza y rigor que
de tomar las armas y sediciosamente atrincherarse contra la
Pública Autoridad. En la observancia de aquéllos, es verdad,
33
34
Dialog. 1. contra. Pelagran. (221vE).
Lib.22. contra Fausto. (221vF).
338
EL VASALLO INSTRUIDO
que se conoce la molestia, se siente la servidumbre y se sufre
la aflicción; pero no se destruye el buen orden, no se turba la
armonía, no se desconcierta la jerarquía, no se altera el
Gobierno, no se impide la administración de justicia y no se
da ocasión a robos, escándalos, rapiñas, muertes, violencias,
sacrilegios, estupros y una infinidad de males, producciones
propias, hijas legítims de la Rebelión. Esta casta de vtboras
racionales, olvidada de 10 que es y de 10 mucho que debe a la
Naturaleza, a la Religión ya la Política, rasga y destroza las
entra.'1.as de su madre la Nación. El detrimento y perjuicio
particular debe ceder al común y al que pueda extorsionar y
causar vejación a la causa pública y universal. La doctrina
contraria sería confirmar la solicitud de la legítima
usurpación de la Potestad superior, de invertir todo el orden,
Natural, Religioso y Político, dando facultad a los súbditos
para juzgar la bondad o malicia de las leyes; y comunicando
legislación a los vasallos para reunir malcontentos, alistar
tropas rebeldes, levantar Pueblos tranquilos, arrancar de sus
naturales quicios la quietud pú / /
222v blica y sembrar la infernal y perniciosa cizaña de la
inobediencia a los Soberanos y a sus ministros regios, a
quienes debemos obedecer en fuerza de los mismos
preceptos.
xv
Yoestoy con la constante resolución de continuar ese discurso
sin embargo de haberlo persuadido bastantemente y con la
mayor actividad en el capítulo que trata de la justicia de los
tributos. Es tanto el empeño del fanatismo cruel que brota
por horas nuevas cabezas esta hidra. Advierto que para
muchos será útil esta santa y ventajosa ocupación; pero
siempre servirá de instrumento a aquellos que incautos y
nada prevenidos con las luces de los derechos más claros y
respetables se dejaron engañar por los seductores y falsos
profetas. ¿Acaso porque no se puede sacar toda el agua al
navío perdonará la bomba a la que pudiere? ¿O porque pierde
la esperanza el enfermo de quedar con vista de lince ha de
dejar sin curación la catarata? Hablaré y mi voz resonará en
todo el Reino y en toda Nación. La innata obediencia que
CAPfTuLo )ffi
339
debemos al Soberano no puede conservarse sin el respeto,
veneración y sujeción a los decretos de sus ministros. En todos
los desgraciados acontecimientos de Motín y Rebelión se oye
y percibe el sacn1ego y temerario grito: Viva el Rey y muera
el mal Gobierno. Estas son las voces de las gentes
apandilladas, estos los gritos de las comunidades amotinadas
y estas las propensiones del Reino tumultuado. ¿Qué mayor
desa / /
223r tino se puede pensar? Viva el Rey, muriendo el Gobierno, es
temeridad, es loca presunción. Los Reyes vengan su causa
propia en la de sus ministros. Estos son los depositarios de
su autoridad soberana, los instrumentos de su voz Real y
vivas imágenes de su alto poder. La voz de éstos es la del
Príncipe y sus ordenes se han de atender como que dependen
de su regia voluntad. La pintura explica vivamente su
original; y siendo representada en los Ministros del Soberano
la Real persona se deja entender que el Pueblo debe igual
obediencia a los Vicarios de su gobierno que al mismo Rey.
Al modo que ninguno puede gloriarse buen cristiano sin ser
buen ciudadano por ser el Príncipe una viva imagen de Dios,
Vicario y Ministro suyo en 10temporal, así también ninguno
podrá contemplarse Vasallo fiel, Patricio bueno separándose
del respeto, subordinación y obediencia a la Real Justicia y a
los que en nombre del Rey la ejercen y administran. No se
ignora que la injuria o vejación que se hace a la imagen
termina en el prototipo. Habiendo el Pueblo de Dios pedido
a Samuel nuevo Rey que le gobernara le dijo el Señor fuerte
y terrible en las batallas que le oyera en todo. La separación
y repudio que hizo del antiguo gobierno fue una completa
abominación del Poder eterno y un vituperable desprecio
del gobierno de Dios pero no del mando de Samue1.35 No
será extraño pues, el decir que la muerte del Gobierno es la
del Rey; y maquinar acechanzas contra aquél es tiranizar a
éste. Un Rey sin ministros es 10 mismo que un cuerpo sin
alma: ni tiene acción ni tiene vida, es / /
223v frío cadáver. Sólo un espíritu de ilusión y de maliciosa
incredulidad podrá persuadir al vulgo, ignorante, ciego y
35
Reg. lib. 1. c. 8. V.5. & 7. (223r G).
340
EL VASALLO INSTRUIDO
encaprichado la vida del Rey con la muerte tirana de su
sabio gobierno. Le hará ver con falsos coloridos que un
órgano es capaz de recrear con su melodía al sentido,
faltándole las flautas, que son los instrumentos de su voz
dulce y agradable. Si el mal gobierno de los ministros del
Rayes la firmeza, el apoyo y la vara fundamental del
desenfreno, de la irregularidad, del despecho y de la
rebeldía ¿a qué fin atropellar la Regalía?, ¿a qué fin expoliar
el Real erario?, ¿a qué fin vilipendiar las armas del
Soberano?, ¿a qué fin romper las cárceles Reales, quebrantar
las prisiones, suspender el uso de la Justicia ordinaria,
hostilizar a los buenos Patricios, compelerles con violencias
a seguir el mando de nuevas banderas, constituirse jueces
de sí mismos, esablecer bastardos tribunales y manejar las
Rentas del Príncipe para llevar adelante la empresa de sus
alevoso s proyectos? ¿En dónde está el mérito de las leyes?
¿Qué se ha hecho el Derecho de las Representaciones? ¿En
dónde se halla el respeto del Trono? ¿En dónde vive la
última decisión del solio? ¿Y esto es pretender la vida del
Rey? Expresa contradicción y fatal consecuencia. Otros son
los designios y otras las ideas. El Trono no puede estar en
todas partes; y el oficio del Reyes administrar Justicia en
toda su casa, defender su familia, precaver su decadencia y
conservar su Real Patrimonio. Necesita ministros que
conozcan de lo justo; oficiales que ejecuten y soldados que
con valor hagan respetables el honor del / /
224r Cetro, la gloria de la Nación y conserven los derechos de la
Patria. Estos en sus respectivos ministerios y en sus
importantes ocupaciones miran lejos de sí el uso del comercio
y la ocupación de las artes para el conocimiento y
determinación de las causas; para el fácil y pronto
cumplimiento de los asuntos de su oficina, y para humillar
el orgullo nacional de otras Potencias en caso de invasión.
No es fácil ni aun conveniente que se mantengan sin salario
porque era exponerlos a sobornar la Justicia; adulterar el
derecho de las partes, faltar a su obligación y rendir las Plazas
con deshonor. Esta es la causa de la justicia de los tributos,
con el nombre de Alcabalas, Gabelas y Portazgos o Pechos
que le son debidos al Príncipe que está a la defensa y
protección del Reino como igualmente de la vida, honra y
CAPtruLo )(TI
341
hacienda de todos y cada uno de los individuos de la
Sociedad. Con ellos paga el salio (sic) o jornal a los
magistrados y otros jefes que tiene destinados para la
administración de Justicia y seguridad de todos. Sin ministros
no puede conservarse el buen orden en la Monarquía ni el
derecho respectivo de los hijos de la Nación. Sin ministros,
ni el Real erario puede subsistir ni el Reino libertarse de las
opresiones e insultos de las Naciones enemigas, como
también de los audaces arrojos de los díscolos y malcontentos
que perturban la república y ridiculizan las leyes que ordenan
la quietud pública. ¿Cómo, pues, se ha de negar la obediencia
a los magistrados Regios cuando ellos son ministros del Rey
e instrumentos
de su gobierno? Ellos no conocen
superioridad
sino en la persona del Rey, o de sus
comisionados para este / /
224v fin. Cualquiera otro que intente esta acción es transgresor de
todos los preceptos más respetables y sagrados.
XVI
Parece que mi pluma, movida de un natural impulso, corre
a su natural centro y desea penetrar el Trono español para
hablar a todos los hijos de la Nación. Las más gloriosas
prerrogtivas que desde su cuna se ha merecido nuestra patria
española son la fidelidad y la Religión. Siempre ha
representado el mejor semblante en el Teatro del Mundo y
ha dado ocasión para que las Naciones todas formasen la
idea más sublime de su católica fidelidad al Trono, como lo
asegura Salustio.36 Hablando éste de la conjuración de
Catilina no temió el decir que los españoles jamás
oscurecieron la nobleza de su espíritu con el negro vapor de
la Rebelión. Ellos estimaron en más el sufrimiento de las
agrias condiciones de muchos de sus soberanos que la
conspiración contra la Majestad. El César Romano se valía
de los españoles en quienes descubría una fiel e innata
obediencia al solio para centinelas seguras de su Realpersona.
Esta N ación tan noble, tan gloriosa, tan sabia, tan guerrera y
36
Salust. de conjurat. Catiline, fol. mihi. 8. (224vH).
EL VASALLO INSTRUIDO
342
tan amante de la felicidad pública, es la que como madre
fecunda ha fertilizado los campos con sus aplicaciones; ha
descubierto las sendas desconocidas en los mares del Nuevo
Mundo; ha enriquecido los Pueblos con insignes artesanos;
ha inspirado valor en los ejércitos con esforzados generales;
ha introducido en los gabinetes / /
225r el más ventajoso gobierno con célebres publicistas; ha hecho
respetables las escuadras con diestros argonautas; ha homado
las bibliotecas con famosos escritores; ha defendido la
Religión en los Anfiteatros más incrédulos con invictos
mártires y ha poblado los altares de esclarecidos santos. Esta
Nación ...¿pero a dónde voy? Perdonadme vosotras, oh
ilustres Naciones Europeas, que un transporte de amor a la
Patria me llevó más allá del Norte que lleva mi pensamiento.
No es mi ánimo religioso sepultar vuestras glorias nacionales.
Mi Nación no tiene necesidad de mis panegíricos. Ella por sí
sola se constituye gloriosa por la pública heroicidad de las
empresas y acciones de sus hijos. Sus timbres y elogios están
bastantemente
ponderados
y aplaudidos
por aquel
despertador de España, el célebre Padre Feijo; y nuevamente
los esclarece en su España Antigua y Moderna el nunca bien
aplaudido y siempre digno de eterna memoria Masdéu, de
Nación español y de nacimiento catalán. Hablo de aquella
antigua fidelidad e invariable obediencia de los españoles a
sus Príncipes para confundir a aquellos hijos bastardos, a
aquellos miembros corrompidos de la Sociedad que en el año
de ochenta y uno, olvidados de las glorias de sus Padres,
levantaron torres de magníficas pero vanas esperanzas contra
su Príncipe que en la actualidad ocupa legítimamente el
Trono. Oidme con gusto amados Americanos, vosotros que
os dejaste (sic) gobernar por un espíritu de ilusión y de
errónea preocupación.
xvn
La Patria, nuestra Madre Común es a quien debemos nuestro / /
225v amor, nuestros obsequios y nuestra vida; es todo el cuerpo
de la Nación y para nosotros España. Decir España es lo
mismo que decir un Reino dividido en varias Provincias,
poblado de varias ciudades, fortificado con varios puertos
CAPtruLo XII
343
y defendido con tantas plazas. El nombre de Patria nos da
una idea de un Padre, de unos hijos y de una familia: de un
Príncipe que atiende a todos sus vasallos como a sus amados
hijos y de unos vasallos que aman a su Príncipe como a su
legítimo Padre. El Rey no puede ocupar todos los términos
de su Reino, no puede pasear por todos los ángulos
espaciosos de su casa; su Trono está situado en un solo lugar
y su Real solio bajo un solo cielo. Mas en todas partes, en
los Reinos más remotos, en las Provincias más distantes y
en los Pueblos más separados reside su Real poder, se
conoce su autoridad, se deja ver su respeto, se hace visible
su protección y se descubre el valor de su espada desnuda,
que no la envaina con facilidad hasta tomar la justa
recompensa de los agravios hechos a sus vasallos, a su
Regalía y a su Real Corona. El Pueblo Americano y el
Español, ambos forman nuestra Nación y ambos a dos
deben reconocer por su legítimo Rey y Señor Natural al
Señor Don Carlos III (que Dios felicite por muchos años)
como hereditario trono que ocuparon sus progenitores por
sus gloriosas conquistas. El derecho de sucesión, de
proclamación y de haberle reconocido por tales todas las
Naciones sin intervención de reclamación alguna, le afianza
a Nuestro Soberano la seguridad invariable del trono, a
cuyas gradas se presentó el ju / /
226r ramento de fidelidad y vasallaje que se hizo a su Real Persona.
Todos somos hijos de un Padre, vasallos de un Rey, miembros
de un cuerpo, ramas de un tronco, ovejas de un rebaño y
cliéntulos de un Protector. La cuna de este nuevo hemisferio
sin embargo de ser diferente de la española no es motivo
para separamos de la común obligación. Pensar de otro modo
es incidir en el materialismo de los Nazarenos. Creían éstos
que siendo Nuestro Salvador oriundo de Nazaret eran los
primeros acreedores a sus gracias y beneficios y que su Patria
debía ser el Teatro de sus maravillas. Nuestra Patria es toda
la sociedad española; es todo el campo que cultiva y cuida el
porder español; es, en fin, aquella amplia y rica porción de
tierra en la que los intereses particulares no deben romper
los lazos de la sociedad y dividir los derechos comunes;
porque todos somos ciudadanos de una misma República.
Comunes son nuesras desgracias nacionales como también
EL VASALLO INSTRUIDO
344
nuestras conveniencias y felicidades. Común nuestro respeto,
amor, fidelidad y obediencia; ¿pero a quién?
XVIII
A un Rey el más pacífico que sólo arranca su espada y se
mueve a cólera por la gloria de sus armas y por los intereses
de su Nación. A un Rey que tiene por especial blasón el
promover la paz y solicitar por todos términos el mayor bien
de la CororLa. A un Rey que todo su principal cuidado es
promover la Religión, utilizar a su Pueblo que los(sic) protege
bajo la sombra de su espada y los (sic) defiende de las
hostilidades y vejaciones que sufren de la gente enemiga. A
un Rey / /
226v Principal, propugnador de la ley de Cristo y de su Iglesia y
único defensor de la República cristiana, cuya preeminencia
fue considerada en la Majestad del Señor Don Felipe Segundo
en la Real cédula expedida para las Indias a primero de
noviembre de mil quinientos noventa y uno como asegura
Fraso.37 A un Rey distinguido entre todos los Príncipes
cristianos con la gloriosa y singular divisa de legado nato en
las Indias cuya Regalía le da la jurisdicción y el uso de los
dos cuchillos que ejerce con la más completa, igual y
armoniosa consonancia. A un Rey que más aprecia la vida
de un ciudadano que la muerte de mil enemigos.su grandeza
de ánimo le hace invencible y amable en todo acontecimiento
o próspero o de contraria fortuna. Su Real ánimo estima más
que todos sus blasones el justo y heroico renombre de Padre
de la Patria. Estima con mayor aprecio la paz que todos los
trofeos de la guerra; y por no aventurar su pérdida desatiende
las más veces los arrojados insultos de las Naciones
extranjeras. La contempla por el mayor valor y por centro de
todas sus Reales disposiciones, recogiendo de ella dulces
frutos de seguridad. El amparo que tenemos en su Real
persona es mucho mayor que lo que puede la humana
fantasía alcanzar; su gobierno declina de sola la felicidad
37
La nota correspondiente a la letra I está marcada en el texto pero,
posiblemente por error, no está consignada en el pie de pagina. (226v I).
CAPITULO
xn
345
temporal y se conforma con los principios de la Religión.
Como buen Pastor procura por todos términos engordar los
intereses de sus vasallos, que son la sustancia que los alimenta
y les hace respetables aun a los Países forasteros. Desde aquel
feliz momento que se vio exaltada al Trono Español la augusta
casa de Barbón, sucesi / /
227r vamente mudaron semblante todas las cosas; pero su mayor
ventaja la conocemos nosotros y se ha hecho trascendental a
las demás Naciones en el reinado del Señor Don Carlos m.
Este sabio y generoso Monarca emplea todos los momentos
de oportunidad para acarrear al Estado la preferencia de la
balanza política. En poco tiempo ha desterrado de su casa la
ociosidad, seminario que es de todos los males y ha introducido
la ocupación. El celo del amor a su Nación le ha hecho
descubrir el modo de adelantar las ciencias y las artes,
promover la agricultura, adelantar las fábricas, felicitar al
comercio y poblar el mar de embarcaciones de guerra y de
comercio. Inútiles fueran las elevadas ideas de un Rey amante
de su Nación si no tuviera Ministros que le sepan proporcionar
las ocasiones y le hagan ver sin preocupación ni interés los
errores que hay que corregir y los Ramos que necesitan de
protección. Nuestro ilustrado Ministerio, lejos de ser sirenas
que intentan adormecer con el halago de sus lisonjas al
soberano, exponiéndolo a perderse a sí y a los suyos, mira
incesantemente por el más importante estado del Reino y lo
ha puesto en un grado de gloria, de opulencia y superioridad
que fuera objeto de admiración a nuestros Padres si se
levantasen en el día de hoy de la cuna de sus muertas cenizas.
j Oh y qué Rey tan bueno! j Oh y qué ministerio tan sabio! No
nace el sol tan glorioso después de un confuso eclipse como
sale nuestro ministerio a dejarse ver ilustre y brillante a los
ojos de todas las Naciones después de tantas tinieblas de
ociosidad que no dejaban a la Monar / /
227v quía española representar el estado más floreciente de
abundancia, poder y felicidad. Sus primeros desvelos fueron
la ocupación honesta de tanto pobre mendigo, cuyo origen
en unos era la falta de ocupación y en otros una necesaria
costumbre. Para la más exacta observancia de la utilidad de
sus proyectos :¿qué hospicios o casas de recogimiento no se
fabricaron en las ciudades y otros Pueblos grandes, en donde
346
EL VASALW
INSTRUIDO
pueden recogerse tantos zánganos de la República y
conservarse con el trabajo de sus manos aprendiendo aquellos
oficios tan útiles a sí como a todo el Público? Aquella
innumerable multitud de brazos que no tienen ni tierras para
cultivar ni oficios a qué aplicarse es indispensable que
hubieran continuado en el uso de su mendicidad. Las fábricas
o manufacturas son las que reparan tanto mal y las que
emiquecen la Nación. Su adelantamiento es conocido con la
sabia providencia que se ha tomado de aumentar los derechos
de entrada en los puertos de Espar,a a todas las manufacturas
extranjeras y conceder libertad de derechos a las nuestras
menos a las primerai materias de España a quienes aumentó
los derechos y libertó a las extranjeras a fin de que el Pueblo
Español tuviese en qué ocuparse, por ser necesario el que se
ocupen muchas manos en su beneficio. Todas las cosas tienen
su respectiva graduación y ninguna en sus principios logra
su última perfección. Nuestras fábricas españolas se hallan
en sus principios de fundación; pero miran ya de cerca el
último complemento de la conveniencia que se observa en
tiempo de Fernando Quinto y Carlos Primero. / /
228r
XIX
¿A quién debe la grandeza de mérito y respeto en que se
halla el gusto de las bellas letras sino al Rey y a su sabio e
ilustrado
ministro?
¿A quién los adelantamientos
admirables de las Matemáticas, de la Historia, elocuencia,
Música, escultura, pintura y arquitectura sino al Rey y su
celoso ministerio? ¿A quién los felices progresos de la
Medicina, cirujía, botánica y estudio de varias lenguas sino
al Rey y su grande ministerio? ¿A quién la apreciable teórica
y segura práctica de la Milicia y Marina por el
establecimiento de nuevos colegios y restauración vigorosa
de los antiguos sino al Rey y a las máximas de su ministerio?
A ellos conocen por sus patronos y fundadores
las
sociedades económicas de toda la España, siendo su origen
la célebre Vascongada; los Bancos Nacionales; el comercio
libre en las Américas; el nuevo establecimiento
de la
extinguida y celebrada Compañia de Caracas para hacer el
comercio en la China; y la rebaja de derechos en los
CAPtruLo XII
347
transportes o registros de la plata y del oro a España. A
ellos conocen por autores de sus utilidades públicas los
nuevos y espaciosos caminos que cruzan toda la España, la
ventajosa apertura de canales capaces de navegación, la
fuerte construcción de puentes y calzadas y la digna, y de
eterna memoria, población de los desiertos de Sierra Morena
y de la Provincia del Darien, arrojando de aquélla a los
prófugos, díscolos y salteadores de camino; y de ésta al
bárbaro y cruel gentilismo, enemigo irreconciliable de
Nuestra Nación, negándonos el humano cuartel que pide
el derecho público de humanidad. Esta es la continua / /
228v aplicación de Nuestro Santo Rey y esta la incesante ocupación
del ministerio español. Todas sus ideas son de asegurar la
sociedad, felicitar a las Provincias y proteger a los Pueblos.
Este celoso cuidado es el manantial perenne para tener listas
las escuadras, completos los ejércitos, provistos los arsenales,
ocupados los diques, sembrados los campos, ilustradas las
escuelas, ordenadas las Repúblicas y empleados los vasallos.
Este sabio gobierno es el que enseña a consevar los Pueblos
en paz y mandar a los soldados en guerra, haciendo
comprender que su Reino depende de un gobierno inmortal
y de una asistencia superior, que no se acaba en su vida.¿Qué
extravagancia tan ridícula y qué modo de pensar tan grosero
sería el de aquellos que intentasen separarse de tan altos
principios de amor, respeto, subordinación y obediencia a
un Príncipe en quien brillan toda la grandeza romana y toda
la felicidad francesa? No deberá ser inferior y de menos
quilates nuestra obligación para con sus ministros. Es verdad
que en muchas ocasiones se ofrece el vencimiento en la esfera
de la parte racional y debemos procurar la contumacia. Lo
más amable para el hombre es el uso libre de su propia
voluntad, enseña Santo Tomás,38y por lo mismo nada es más
violento a su naturaleza que la sujeción al dictamen ajeno en
la que admitida por Dios muere la propia voluntad. El
examen de las leyes no se ha de sujetar al juicio de nuestras
pasiones tumultuadas y apasionado capricho porque sería
en tal sistema renovar los tiempos de horror y de infelici / /
38
Apud. Robert. camaracens. in sua Aurifodin. (228vJ).
348
EL VASALLO INSTRUIDO
229r dad.Sería invertir el buen orden de la República y la perfecta
consonancia de los Pueblos. Sería conmutar la abundancia
en escasez y miseria; la fecundidad de los campos en
esterilidad de secos eriales; dejar las fábricas sin oficiales,
los puertos sin seguridad, las plazas sin defensa, el paso
libre para la destrucción de las cosas, para el rapto de las
casadas, violación de las vírgenes, ultraje de lo sagrado y
constituir las campañas teatro funesto del furor de un Santo
Rey, justamente irritado y puesto sobre las armas para
humillar el audaz orgullo de unos hijos bastardos y de unos
infieles vasallos. Verían nuestros ojos los lastimosos estragos
que con inexplicable dolor experimentó la Ciudad de Sikem
que pereció con todos sus habitantes por haber levantado
aquel sacrílego y temerario grito: ¿quién es Abimelék y
quién la Ciudad de Sikem para sujetarse a su mando? Verían
la sangre derramada de aquellos monstruos por mandato
de David a causa de haber ensangrentado sus manos en la
sangre de Isboset.39 Verían el justo sacrificio de Zambri a
las llamas más voraces por haber querido ocupar el Trono
con el homicidio de Ela, hijo de Basa.40Verían las sensibles
calamidades que sufrió el Imperio de Teodosio, el
desconcierto del orden civil; la perturbación
de las
Provincias, la confusión de los Pueblos y la desatención de
la autoridad superior por la temible sedición de los
Antioqueños, siendo la causa el tributo que les impuso, lejos
de esperar el consentimiento de la República, para la guerra
de Máximo, como lo refiere Teodoreto,41Verí / /
229v an, en fin, las deplorables ruinas de la Francia en tiempo de
Carlos VII; y los funestos estragos de Sila de quien dice
Séneca42que acabando de triunfar de la parte de Mario no se
cansó de degollar enemigos hasta que vino a faltarle sangre
que derramase su cólera. Sea nuestra obediencia ciega,
rendida y sin precipitadas excusas y será sin duda feliz nuesra
vida y dichosos nuestros días. Imitemos el ejemplo del militar
Chisanta que teniendo levantado el brazo y empezado el
39
40
41
42
2. Reg. c. 4. V. 12. (229r K).
3. Reg. c. 16. V. 10. (229r L).
Lib. 5. Histor. c. 19. (229r M).
Lib. 1. de Clement. c. 12. (229v R).
CAPÍTULo XII
349
impulso para herir a un soldado en un reencuentro, al oír el
clarín que convoca a retirada, detuvo su lanza dejándole con
vida por obedecer a la voz de la trompeta. No fue menos
grande la acción de los soldados de Pausanias que se dejaron
maltratar de los de Mardonio, sin darse a la defensa por tener
los primeros orden de aquel eperador para no resistir a la
invasión de los contrarios hasta concluir el sacrificio en que
se hallaban todos. Sea íntegro el sacrificio que hagamos a las
gradas del trono. No reservemos parte alguna para sacrificar
a Belial. Sea menor nuestra atención a los intereses propios
que a los del Estado. Sintamos los males de la Nación aun en
aquellos casos en los que no nos comprenden ni turban el
sosiego de nuestra casa. Pensemos que somos parte de un
cuerpo mayor y que la Patria es nuestra Madre común a quien
debemos más respeto que a nuestros mismos Padres. Tenga
lugar en nuestro corazón la firmeza y prevención de una
Política que sepa despreciar, arriesgar y defender lo que es
de su importancia; / /
230r y con mayor propiedad aquel valeroso ardor o brío que el
amor de la Patria nos haga invencibles. Su cuerpo es todo
nervioso y lleno de vigorosos espíritus y por lo mismo debe
ser la docilidad su inseparable compañero para que brille
más el conocimiento de sus acciones. Bizarra generosidad es
la que advertimos en los miembros del cuerpo humano. ¿Qué
parte hay en él que no ofrezca gustosa alguna porción de su
sangre para dar vida a todo el compuesto? No es de peor
condición el Cuerpo Político de la Nación. Toda su
conservación y preservación vital consiste en la concurrencia
de todos los miembros a la unidad y única conformidad de
temperamento, sirviendo cada uno de ellos con sus funciones
a la propia defensa. ¿Qué fuera del Estado si hallándose una
Provincia cubierta de cadáveres, inundada de sangre y
penetrada de estragos continuaran las otras en su natural
reposo dejando a la otra en su pavorosa y lastimosa
confusión? A pocas horas sufrirían ellas el azote de la guerra
y todas las infelicidades y aflicciones que igualmente son
comunes a vencidos y vencedores. El estrago de Marte no se
limita solamente a los términos de un campo en donde se
avistan los ejércitos y se destrozan efectivamente con sus
poderosos armamentos; lo sufren y padecen todos los demás
350
EL VASALLO INSTRUIDO
Pueblos que son miembros y parte del Estado combatido. La
distancia o carencia de la Provincia insultada y saqueada no
los releva de la ruina y calamidad que la redujo al estado
más deplorable de miseria, de opresión y servidumbre. Igual
parte tienen todos en la gloria / /
230v de las victorias y en el sensible dolor de la pérdida.
Cualquiera acontecimiento, o próspero o adverso, es objeto
de la común atención. Todas las Provincias de un Reino deben
conspirar a la contribución para la defensa vigorosa de la
causa pública y de cualquiera en particular. Hasta cuándo
pues, oh fanatismo cruel, hasta cuándo has de consevar las
armas contra máximas tan ciertas y principios de la mayor
firmeza y estabilidad? Hasta cuándo has de perseguir los
cetros, usurpar los tronos, manchar los solios, oscurecer la
Majestad y tiranizar los Reyes? En vano te afanas en
ocupaciones tan oscuras y en sembrar cizaña tan perniciosa.
A pesar tuyo se afianzará el trono, se asegurará el cetro, se
hermoseará
el solio y se respetará la Majestad. La
conservación y aun el aumento del Real Patrimonio es acción
obligatoria a todos nosotros. Las necesidades ordinarias de
Nuestro Rey en tiempo de paz se hacen extremas en tiempo
de guerra. Entonces es cuando se altera todo el orden
establecido y se hacen lícitas aun las más escrupulosas
invenciones. No bastan los comunes subsidios para subvenir
las necesidades públicas de la guerra y a todos los demás
males que dicen relación a tan contagiosa peste."Como
primera y última enfermedad de la Monarquía, dice el erudito
Abréu43, los pobres y aun los ricos fallecen a manos de la
impiedad de los contrarios o de la falta de caritativo socorro
de los amigos, aplicados solamente en tan pavorosa
consternación a su propio / /
23lr resguardo. La ocurrencia de una justa guerra (prosigue) en
que porque todo se altera, desfallecen las leyes, la agricultura
y todas las demás buenas artes; se aventura el honor del
soberano, la gloria de la Nación, el sosiego de los Pueblos y
la defensa de la tierra; justifica y hace lícito hasta el valerse
los Príncipes para la común conservación de las riquezas de
43
Vacantes de Indias, pago 369. num. 780. y pago 363. num. 762. (230v O).
CAPtruLo
xn
351
los templos, como lo reconoció el santo Rey Don Fernando".
Si esto es así con vosotros hablo: ¿qué agravio, qué acción
tan sacrílega emprendísteis contra la Augusta Majestad de
Vuestro Rey y señor natural el Señor Don Carlos nI y de su
Ministerio? Vosotros ultrajásteis a sus imagenes, a sus
Vicarios, a sus Depositarios de la Justicia. Vosotros no os
conformásteis con sus Reales ordenes, desnaturalizásteis su
poder soberano en el año de ochenta y uno, resistísteis a la
ordenación de Dios, os constituísteis partidarios de la
Rebelión, militásteis bajo las ordenes dE>los sediciosos,
patrocinando la Carta Circular de la conmoción contra las
Regalías, resistiendo abiertamente y con las armas en la mano
al nuevo Reglamento de los intereses reales, impuesto por
una causa tan justa como que es el empeño de la Nación, el
honor de la Corona y la gloria de las Armas Españolas.
¿Ignoráis acaso la guerra en que se miraba empeñado nuestro
soberano contra la Gran Bretaña? ¿Las gruesas cantidades
que sacó y agotaron su Real erario? ¿La precisión en que se
hallaba de conservar ordenadas sus escuadras en estos mares,
alistadas sus tropas y desnuda su valerosa espada? ¿Que no
le sufragaban / /
231v los réditos ordinarios de su Real Patrimonio? ¿Os parece que
esta urgencia no constituiría justos los tributos impuestos en
aquel tiempo? Si vosotros no debíais contribuir a tan justas
ideas de imposición sin duda debéis confesar no ser
miembros de la sociedad española ni vuestros Pueblos
merecerían la seguridad de la invariable protección de su
Rey; ni éste tendría necesidad de fabricar armadas, formar
ejércitos, fortificar plazas y presidirlos y asalariar minisros
en este Reino para dar providencias relativas a su custodia y
seguridad de la vida y caudales de sus naturales. Vuestra
casa, vuestros hijos, vuestras haciendas y lo más sensible de
todo, vuestras Iglesias, sus altares y vasos sagrados, serían
víctima dolorosa de la rabia y furor enemigo, si el respeto y
temor de la espada de Carlos nI no refrenara la émula porfía
de las incursiones enemigas que todo lo acabaran, todo lo
destruyeran
y todo lo profanaran sin respeto ni a la
inmunidad ni a lo sagrado de los tempi.os. Sin el auxilio del
Trono Español, ¿qué tragedia tan fúnebre se representara en
las costas y campos de este Reino? ¿Qué muertes, qué
352
EL VASALLO INSTRUIDO
violencias, qué sacrilegios se observaran? ¿Qué nefandos
despojos con el oro y plata ociosa de las Iglesias se
aumentarían después de hallarse abierto el camino sobre
vuestros fríos cadáveres? Los Romanos no dudaron despojar
sus templos gentilicio s de todas sus riquezas para arrancar
el asedio de Roma y redimir con ellas su total ruina que le
amenazaba Alarico. La defensa de los Reinos le pareció a
Augusto de tanta consideración / /
232r que entre otras cosas aplicó la décima parte de las herencias
y legados para la manutención de los ejércitos. Sólo los hijos
de este Reino negaron este auxilio; ¿pero a quién? A un Señor
Carlos I1I, que su paternal piedad le pone en la penosa
situación de procurar desvelado por cuantos medios le son
posibles el alivio de sus Vasallos Americanos: que se halla
empeñado en una guerra contra la Gran Bretaña, de cuyos
efectos felices depende vuestra propia seguridad y el honor
de toda la Corona; que todo su Real Erario 10 tiene empleado
en la fortificación de su Reino, en la custodia de sus
Provincias, en reforzar su poderoso ejército, en equipar sus
escuadras, no siendo otro el destino de estos armamentos
que la defensa de sus dominios y la protección de sus vasallos,
alejando de su casa a nuestros enemigos, que con inmortal
escarmiento llorarán implacables su vencimiento; que en
situación tan triste y de urgencia tan indispensable se vio
precisado a exigir el donativo, a ejercer la distribución con
tanta moderación como propia de su ánimo, verdaderamente
Real y magnánimo y a tomar a censo los caudales con la
annua pensión de cuatro por ciento en este Nuevo Reino de
Granada. Y con todo vosotros os negásteis y resististeis a tan
justas contribuciones no debiéndolo verificar; a vosotras
colinas y llanuras de Santa Fe y Zipaquirá, a vosotras plazas
y campos de Puente Real, tan antiguos como los de las villas
del Socorro, San Gil y otras Provincias, que fuísteis el teatro
donde se representó la tragedia más infame y vergonzosa
contra la pública / /
232v Autoridad, a vosotros os traigo por testigos del furioso
despecho que cegó a los Pueblos de este Reino, haciéndolos
olvidar su innata lealtad y derribar la fortaleza y seguridad
del trono. Ellos, como nuevos monstruos engendrados en el
seno de su madre, se conjuraron para desmembrada
y
CAPtruLO XII
353
despedazarla. No hallo voz que baste a explicar atrocidad tan
horrible. No pudieron soportar un Rey tan bueno: ¿qué digo
soportarle? Aun pasó más adelante su temerario despecho.
Intentaron arrojarle de su casa y separarlo de su propio lecho;
¿pero qué digo arrojarle? Le persiguieron con las armas en la
mano, vulnerando sus respetables retratos con inhumanos
golpes de lanzas y con la violencia de las balas arraigadas por
el cañón de los fusiles de su Real Armería que sus mismas
tropas, o por cobardes o por temerosas, entregaron a los
mismos enemigos del Rey con todos los pertrechos de la
expedición y los rindieron sin honor, con ignominia y sin
respeto a la Majestad, Poder y gloria de su dueño, lejos de
observar las leyes del armisticio. j Oh dolor! j Oh cobardía! j
Oh vergonzoso rendimiento! Mas, oh providencia soberana!
Faltaron al espíritu de Marte: lo juro por el valor de nuestros
gloriosos predecesores,
que expusieron sus vidas tan
gloriosamente en el principio de las conquistas; por los que
combatieron en la batalla de Almanza; por los que murieron
en la de Villaviciosa y por todos aquellos héroes valerosos que
merecieron ser sepultados en monumentos públicos. Ellos en
medio de sus cenizas muertas, aunque inmortales por sus
proezas y hazañas, dan a conocer su ira con voces agudas,
impetuosas / /
233r y violentas por acción tan extraña y forastera al valor español.
i Oh desventura, exclaman! La cólera nos arrebata de tal
modo que llega a delirio. No quisiéramos más en este infeliz
momento que se renovara aquel fatal tiempo a fin de que
mudara de semblante, transfigurándose los desgraciados
acontecimientos
en gloriosas victorias y en laureles
inmortales. Vomitaríamos contra los Rebeldes todo el fuego
de nuestro valor, humillaríamos su voluntaria arrogancia,
castigaríamos su despecho, les haríamos conocer el valor de
la espada del Rey, ahogaríamos las llamas de la sedición en
sus principios, restableceríamos en los Pueblos la Paz
profanada y derramaríamos la sangre de los autores de la
tirana facción; i ah! les despedazaríamos si se presentaran a
nuestra vista; les tomaríamos por medio del cuerpo y
levantándoles en alto azotaríamos el suelo con sus cabezas
hasta que les saltaran los sesos. Levantaremos la voz para
que todo el Pueblo Americano nos oiga. Aunque los desleales
354
EL VASALLO INSTRUIDO
encontraron el medio de cerrar las puertas nuestra voz
penetrará hasta los más remotos confines del Reino y la
consagraremos igualmente a la posteridad, la cual, sin temor
ni pasión, juzgará quiénes han sido los ingratos Vasallos y
quiénes los buenos ciudadanos. ¿Cómo ha de reposar nuestra
felicidad viendo un agravio tan grande que oscurece el honor
y gloria de las armas del soberano? ¿Disputarle el señorío
natural, oh Dios, en nuesra presencia? ¿Competir con un Rey
tan poderoso, Santo y Religioso unos Vasallos pobres,
infelices, cobardes, desarmados, cuando él solo sabe apagar
todo el ardor africano y (soste / /
233v ner) todo el ímpetu del orgullo británico en medio de las
olas? Que en tiempo de paz, de quietud y sosiego nacional,
cuando la particular atención del sabio gabinete español no
se hallaba ocupada en resistir otras fuerzas nacionales sino
en procurar por todos términos la pública felicidad del
Estado: cuando los ejércitos descansaban en sus cuarteles y
ancladas las escuadras en sus puertos se aseguraban, se
hubieran presentado las comunidades amotinadas a las
goteras de la corte, infundiendo el terror en la ciudad, el
sobresalto en los Ministros del Rey y el cuidado de la vida en
los buenos patricios, se graduara la acción de la ingratitud
mayor; porque se separaba de la voluntad de Dios y era
contraria al buen orden de la naturaleza y a la justicia de las
leyes. Sin embargo, provocásteis la espada del Rey a la más
justa recompensa del agravio. Renovásteis con gran dolor el
teatro triste de la guerra y os constituísteis objeto de las iras
de un Rey indignado y reducido a cólera. El os hubiera hecho
conocer el alto poder de su fuerte brazo para reprimir el
orgullo de los díscolos, la ambición de los malcontentos, la
audacia de los sacrí1egos, la animosidad de los valientes
(violentos?) y la insolencia de las Juntas, dando al traste con
todo el gobierno intruso haciéndole ver que hay un Rey más
grande, un Ministerio más sabio, un ejército más brioso, unas
escuadras más respetables y un General más guerrero.
Hubiérais sufrido el azote de la guerra, que es la madre de
todo los males, el último recurso de los perversos, la vindimia
del Diablo, el trono de la crueldad, el sepulcro de la
misericordia, libro de impiedades, diccionario de blasfemias,
academia de la / /
CAPtruLo XII
355
234r drones y una escuela de tiranos. Hubieran llorado vuestros
Pueblos al ver arroyos de sangre por las calles y al percibir los
tristes ecos de los lamentos y quejas que observó Roma pagana
en las sangrientas guerras civiles de Marío y Sila, César y
Pompeyo y de Octaviano y Marco Antonio si vuestro sacrílego
despecho contra la soberanía en tiempo de paz con las naciones
extranjeras acarreara una infinidad de calamidades y desgracias.
¿Qué horrorosos espectáculos y qué tragedias tan terribles y
espantosas se hubieran representado si la Rebelión hubiera
descubierto su monstruosidad en tiempo de guerra? ¿En tiempo
que toda la ocupación del gabinete es prevenir los ataques
enemigos, cortarles la retirada, vencerles por todos medios de
humanidad militar y tener en seguridad el Reino? ¿En tiempo
que los españoles sacrifican sus casas, intereses y aun sus vidas
para defender estas remotas partes del cuerpo y estos miembros
de la sociedad? ¿En un tiempo que precisaban al Rey a combatir
y estar con las armas en la mano dentro de su casa y fuera de
ella? Y con todo así fue. Aquellos estragos propios de un furor
tan justo y conforme a las leyes de la guerra no llegaron a entrar
por la puerta de vuestra casa; ni la confusión dolorosa y
sangrienta penetró a vuestras familias. No desmerecieron
vuestras infieles resoluciones el duro golpe de tan fatal desgracia.
Sólo pudo contenerlo el Abuer valido del Monarca. Colocó a
las gradas del trono con la ternura de verdadero padre sus
fervorosas súplicas y políticas instancias y volvieron felices y
gloriosas con la gracia de un general Indulto. Fue conocido el
alevoso atentado que cometísteis y que fue / /
234v efecto o de vuestra malicia o de vuestra ignorancia. Casi todo
el Reino ardía en voraces llamas de Rebelión; los más de los
Pueblos fueron miembros de las funestas inquietudes; pero
no todos tuvieron igual culpa. Muchos fueron engañados y
falsamente atraídos; otros violentados, siguiendo a los
principales jefes por motivos particulares o de inclinación, o
de respeto, o de amistad, o de parentesco, o de vana
esperanza. El escándalo fue general y el arrepentimiento debe
ser de satisfacción y completo. Bórrese con lágrimas la vileza
y bastardía del delito y afianzad con firmeza y sin
equivocación el amor, respeto, obediencia y fidelidad al
soberano, a sus Ministros y a la Patria no sólo por temor del
castigo sino también por obligación de la conciencia. Pagad
356
EL VASALLO INSTRUIDO
los tributos, conspirad al bien público, ofrecedle al Rey en
caso de urgencia vuestra vida, vuestros hijos y vuestros
intereses. Respetad sus ordenes, observad sus leyes, abrazad
gustosos sus reglamentos,
sea voluntaria
vuestra
contribución a todo lo que mandare la superioridad y haced
que el ejemplo de vuestra fidelidad penetre los gabinetes
extranjeros. Concurrid a la felicidad pública, que es interés
común a los Pueblos Americano y Español. Es obligación
nuestra mirar por la Patria porque todos somos hijos suyos y
miembru1:ide una misma sociedad. Nada es nuestro, todo es
de la Patria. Se observa que las abejas trabajan y se afanan en
formar los panales y llenados de miel; pero no la consumen
en su uso sino que se aprovecha en utilidad de los demás.
Debemos olvidamos de nosotros mismos, de las familias, del
reposo y de la propia seguridad 11
235r por el bien de la Patria y por la conveniencia de la causa
universal. El interés particular lo debemos sacrificar al bien
común como lo practicó, muriendo gustoso por conservar
la libertad de su Patria, Filipomenes, aquel último héroe de
la Grecia, igual en las virtudes civiles y militares a los más
grandes hombres de su País y en nada inferior a los mayores
capitanes de Roma. Desengañemos, amados Americanos,
desengañemos; el fin de la sociedad primitiva fue hacer a
los hombres útiles los unos a los otros y todos a la Patria.
Toda nuesra ocupación sea conforme a esta máxima tan
natural y tan justa. «En la República particular, decía Séneca,
donde la providencia me ha colocado, nada tengo mío que
no sea de mis conciudadanos. Sin ambición y sin envidia
veo sus tierras colmadas de abundantes frutos con el mismo
gusto que las mías propias y miro siempre las mías como
una especie de común, de que sólo me reservo el cuidado
de adelantar a beneficio de mis compatriotas y cuando la
providencia me pida la vida que me ha dado, tomaré a la
Patria por testigo de haber llenado mis días con ocupaciones
útiles a beneficio suyo y de mis conciudadanos».44 El cuerpo
de un Estado es como un cuerpo físico que se corrompe y
parece luego que le falta el calor natural. Este es en un Reino
44
Seneca, de otio sapo C.30 y 31. Idero de vita beata, c. 20. (235r P).
CAPITuLo XII
357
la industria y aplicación de sus naturales. Siéstos son activos
y laboriosos prospera el Estado; pero si no florece la
actividad y aplicación decae la Monarquía, se arruina y
representa un papel despreciable entre las demás naciones.
Tal es nuestra obligación a fin de que la nuestra se mire
ufana sentada en la eminencia del Poder y riqueza sobre
todas / /
235v las Potencias. Tal es el tributo que debemos a nuestra Patria
si no queremos llorar nuestra ruina con la suya. Todos
debemos servirla con nuestros talentos, nuestro trabajo y
nuesta industria que son los espíritus que le animan. Es
preciso trabajar todos y cada uno por el bien común. Cada
uno ejercite su actividad en el estado que le corresponde,
sin salir de la circunferencia de su círculo. Las aguas se
conservan con el movimiento y si éste les falta se corrompen.
N o es necesario que corran; basta que se muevan en sí
mismas como se observa en las lagunas agitadas de los
vientos. Todo individuo que en el centro de su familia viva
ejercitado, podrá contribuir a la común felicidad de la Patria
y al beneficio de sus compatriotas, ocupándose como las
abejas en su industria y labor. Los Romanos jamás
calificaron por heroicas las acciones si no se hacían en
utilidad de la cusa pública. ¿Qué conveniencia resulta de
correr los arroyuelos muy alegres y festivos, regocijando
sus frondosas riberas con el alegre murmullo de sus
cristalinas aguas estancadas en el cauce de su madre y
separadas de la tierra? El mismo sol que los vio nacer suele
verlos secarse; o a lo menos sus aguas desordenadas riegan
estériles cristales en lugar de fértiles arboledas; y por último
se pierden sin socorrer la necesidad de unos particulares ni
remediar la miseria pública. Juntos, pues, en un depósito
común y distribuidos con una economía prudente, son
remedio universal del Público. j Qué campos tan amenos!
i Qué huertas tan vistosas! j Qué cosechas tan abundantes!
j Qué prados tan floridos! Se mira forastera la esterilidad y
se contempla natural la abun 11
236r dancia. No seamos de aquellos monstruos políticos que
considerándose a sí mismos o cuando más a su familia como
el único centro de su corazón, ni tienen más Dios que su tesoro
ni hay en su errado concepto público ni particular acreedores
358
EL VASALLO INSTRUIDO
a SUS intereses. Huyamos de estas tierras malditas, donde
los rocíos más benéficos y las lluvias más copiosas no
producen sino espinas, abrojos y ortigas. Sus avaros
pensamientos serán su misma infelicidad, sus riquezas serán
su cruel martirio y la pública execración su más doloroso
castigo. Separémonos de el espíritu de aquellos que siendo
liberales con sus conciudadanos son miserables con su Patria.
Esta liberalidad a más de ser siempre injusta es muchas veces
inútil y los que hacen majestuosa ostentación de ella son
semejantes a ciertos autores que ponen gran cuidado en
trabajar cada una de las partes de sus obras y nada cuidan
del todo, un discurso con bellas figuras, insignes
descripciones, agradables imágenes, que todo sin unión que
es el vapor que oscurece todo el esplendor: agrada por partes
la composición pero fastidia y enfada por el todo a causa de
que le falta unidad. Debe observar el corazón como el ingenio
cierta especie de unidad que si la descuidamos, ni aprovechan
nuestros beneficios, ni agradan nuestras composiciones.
Padece el Estado una injusticia como la composición una
torpeza cuando se desatiende la relación de los miembros a
la Sociedad y de las partes al todo. Aventuramos nuestras
propias conveniencias y las felicidades de nuestra Patria.
Siempre nos debe a nosotros ani / /
236v mar el espíritu de los primeros Padres de la Iglesia que
celebraron como heroicas y dignas de imitación aquellas
acciones en que sacrifcaron los Gentiles sus intereses
personales al bien común de la Patria. El Papa San Clemente
Origenes, San Juan Crisóstomo, San Ambrosio y San
Agustín, todos conspiran en sus escritos al bien de la Patria;
algunos de ellos como San Clemente Orígenes y Agustino,
dan magníficos elogios a todos aquellos ilustres héroes que
sacrificaron a la Patria su vida como Decio, su libertad como
Regulo y sus hijos como Bruto, las injurias personales como
Camilo y las riquezas como Fabricio. Si aquellos árboles
plantados en los Montes de Gelboé, donde jamás cayó el
rocío ni la lluvia de la gracia ofrecían frutos tan sabrosos y
útiles a la causa pública, ¿por qué nosotros, plantados en el
campo ameno y fecundo a las orillas del Nilo de la caridad,
hemos de negar este mismo tributo a la tierra que nos
alimenta? El abandonar la causa común, anteponer los
CApÍTULo XII
359
intereses particulares al bien común de la Patria, a más de
ser un delito de lesa humnidad, en frase de Cicerón45, lo es
también de lesa caridad y de lesa justicia. Cada familia, dice
San Agustín46, tiene la misma relación con la Nación que
tiene la parte con el todo y el principio con su fin. De tal
modo debemos los hijos del trono Español conciliar los
intereses personales con los del Estado que siempre tengan
éstos la preferencia. La educación que todos deben dar a
sus hijos no ha de tener otro objeto que la utilidad de la
Corona. Deben los Padres preferir para su uso y el de sus
familias los / /
237r géneros del País a los extranjeros a fin de no empobrecer el
Reino y no dar lugar a la opulencia de los forasteros, tal vez
enemigos nuestros. Deben instruir a sus hijos que cuando se
trata del peligro de la Monarquía, deben ofrecer gustosos para
su defensa sus vidas, haciendas y todo lo de sus familias: no
hay obligaciones domésticas que puedan detenerlos en esta
ocasión, ni todas juntas pesan tanto como el peligro y defensa
de la Patria. Lloren los Padres, suspiren las mujeres, giman los
hijos, amenace a todos la pobreza; no importa, mayor desastre
será el triunfo de nuestros enemigos y con él la opresión y
servidumbre de nuestros compatriotas, la prescripción de
nuestros Magistrados, el desprecio de nuestras leyes, la
profanación de nuestros templos, el saqueo de nuestras casas
y el deshonor de nuestras familias. En tales urgencias todos
sin excepción debemos tomar las armas para vengar a nuestro
Dios, defender nuestra patria, reparar nuestro honor, afianzar
nuestro solio y asegurar nuestra vida; no olvidemos nuestras
obligaciones cristianas y civiles, no las de nuestras familias,
las de nuestrso conciudadanos y las de nuestro honor. Rehusar
servir a la Patria o hacer el servicio con cobardía, salvando la
vida con una vergonzosa
fuga, dejando a nuestros
compatriotas al furor sangriento de nuestros enemigos, debe
ser lenguaje forastero en la Sociedad Española. Vivir y
45
46
La nota marcada con la letra Q en el texto
en el pie de página. (236v Q).
Nuevamente, la nota marcada con la
correspondiente nota en el pie de página.
marcadas con la Q y la S falta en el texto
no tiene su correspondiente nota
letra S en el texto no tiene su
(236v S). Además, entre las notas
la correspondiente a la R.
360
EL VASALLO INSTRUIDO
sobrevivir a la ruina de la Patria es una vida más amarga,
insufrible y cruel que la misma muerte. Sería abrir la puerta a
los enemigos para desnudaras igno / /
237v miniosamente, despojaros de vuestras armas como indignos
de manejadas y después trataros con aquel desprecio que
merece vuestro temor y cobardía. Sería registrar el sepulcro
de vuestros Padres, la cuna de vuestros hijos, el tálamo de
vuestras mujeres y no poder sufrir la presencia de vuestros
miserables conciudadé'nos infelices por vuestra culpa y
perfidia. Seria huir de todos y pareceros que cada uno va en
seguimiento vuestro a reprehenderos la vileza e ingratitud
de vuestro corazón cobarde y sindicaros de su infelicidad y
opresión. Sería constituir insoportables las caricias de
vuestros hijos y la ternura de vuestras mujeres que os
causarían mortales agonías. El sueño que suele dar treguas a
las penas de los mortales aumentaría las vuestras y después
de algún momento de un reposo agitado os asustaría el
estruendo de las cadenas de nuesra Patria. Despertaríais
horrorizados y encontrarías (sic) a la realidad aun más
pavorosa que la imaginación y si por separarnos de las
trincheras os sepultáis en la soledad, allí mismo penetrarán
y turbarán vuestro sosiego los gritos que saldrán de vuestros
más venerables santuarios, profanados por insolentes
enemigos y hasta los sepulcros de vuestros mayores
abortarán funestas sombras que atemoricen los fementidos
y cobardes corazones de sus bastardos hijos.Mas si vosotros
como buenos Patricios perdéis la vida en defensa de la Patria,
lejos de vivir una vida ignominiosa y cobarde será eterna
vuestra fama y glorioso vuestro sepulcro. Vuestra memoria
será un monumento vivo y per / /
238r petuo en los leales pechos de vuestros compatriotas.
Grabado en los corazones de vuestros conciudadanos,
vuestro inmortal nombre se perpetuará de unos en otros y
quedará la posteridad penetrada del espíritu de tal valor
para imitarle en servicio del Estado. Por vuestro amor a la
Patria no serán desoladas las Provincias, arruinados los
Pueblos, saqueadas las casas, ultrajados los Santuarios y
deshonradas las familias. Sin él, turbarán nuestra quietud
los gritos horrendos de nuestros enemigos y gimiéramos la
esclavitud con todo el peso de sus ruidosas y formidables
CAPtruLo XII
361
cadenas. Sin él, vieramos hoy en el trono de la justicia
sentadas a la usurpación y tiranía, dando leyes de temor
con su Cetro de fierro y con sus armas sangrientas. Hasta
los rústicos labradores cuando cojan los deliciosos frutos
de sus arboledas fértiles y pingíies o cuando sentados en la
menuda hierba enjuguen el sudor de sus frentes, o fatigados
de sus laboriosas faenas descansen sobre sus arados,
levantarán sus ojos al Cielo y rogarán al Dios de los Reinos
colme de bendiciones
a vosotros que fuisteis los
instrumentos de su dicha y se confesarán deudores de la
felicidad de sus trabajos y pacífica posesión de la
abundancia de sus campos. Esta suerte os reserva la Patria,
nuestra Madre Común, como sus géneros defensores que
defendiéndola en sus peligros y socorriéndola en sus
urgencias cumplís la primera de vuestras obligaciones. Un
tan honroso ejercicioimporta más que cuantas preciosidades
ofrece el mundo porque asegura la vida, la honra, la libertad,
el interés, el domi / /
238v nio y unas recompensas
que podemos
llamar
ultramundanas. Si no queremos ver desolado el Reino y
las casas arruinadas, conservemos la unión de la Sociedad,
no haya división de intereses, cedan los particulares a los
públicos y sea uno mismo el interés del Soberano, el de la
Patria y el nuestro. Un mismo interés es efecto forzoso de
un mismo amor. Si tenemos éste, será compañera
inseparable la fidelidad y la obediencia y no podremos
negar aquél ni ésta a Dios que lo manda al Rey que lo
merece, al Reino que lo necesita y a la Naturaleza que 10
ordena. Todos estamos unidos bajo las leyes de una misma
Patria y con los vínculos de una misma Religión y por 10
mismo procuraremos la seguridad del Trono Español y la
gloria de nuestra nación. Sea el único blasón que nos
distinga el amor, respeto, obediencia y fidelidad al Rey y
a sus Ministros que nos gobiernan. Roguemos a Dios que
su vida sea feliz y dichosos sus días. Sean borrados de la
lista de los tiempos los días en que los hijos bastardos
intenten tiranizar al trono. Fulmine el Cielo rayos de
venganza contra los audaces titanes que amenazan al
Monte de el testamento. Disípense los desleales como
viento al menudo polvo y sientan la ruina que merecen
362
EL VASALLO INSTRUIDO
sus atentados. No permitamos a los enemigos de Nuestro
Santo Rey profanar su Real Solio, ni que sea el triunfo
prostituido a la iniquidad. Si en este capítulo he llegado a
conseguir llenar la idea de las leyes, natural, divina y
política, procurando todos guardar fide / /
239r lidad al Rey y a sus Ministros, obedecer a su autoridad y
respetar sus leyes no sólo por temor del castigo sino
también por obligación de la conciencia me prometo la
mayor felicidad por haber llenado las obligaciones del
Ministerio.
363
CAPITULO XIII
Demuestra el Dominio y Señorío natural
de los Reyes de España en la América
1
Al querer yo tomar la pluma en este capítulo se me representa
un ejército encuadronado de enemigos que condenen mi
ocupación y vituperen mi empeño. Pero mi carácter, mi amor
al Soberano y la recomendable obligación de buen ciudadano
no se acobardan por el formidable aparato de sus armas ni
me permiten el silencio. Me ponen en la dura necesidad de
convencerIes con la doctrina más sana como igualmente al
autor del Pasquín General, que es el nuevo Filósofo.Su
alevoso empeño es asegurar a los Pueblos que los Reyes de
España no son legítimos Señores de la América, que su
dominio en ella no es por derecho de heredad, que su
soberanía es efecto de una violenta usurpación y que el
natural y el legítimo señorío vive y se haIla en los hijos del
País: proposición monstruosa! Pero ella es hija de su bastardo
corazón y de su extravagante modo de pensar. Estas son sus
voces y estas sus expresiones estampadas en el General
Pasquín para la conmoción popular. ¿Esto qué otra cosa es
sino renovar aquel tiempo de desorden y confusión? ¿Qué
otra cosa es sino introducir en los Reinos el horror y la
calamidad? ¿Qué otra cosa es sino declarar por justa, lícita y
honesta la acción del tirani / /
239v cidio y regicidio? Por último:¿qué otra cosa es sino declarar
por justa, lícita y honesta acordar la incauta plebe la errónea,
herética y escandalosa doctrina de los Husitos y de Juan Parvo
teólogo de París, condenados por el Concilio General de
Constancia? Cómo pues podré yo contenerme en los diques
de el más profundo silencio habiendo hecho juramento
EL VASALLO INSTRUIDO
364
solemne de defender la doctrina contraria al tiempo de recibir
el título de Lector de Teología y siendo amante y legítimo
Vasallo de mi Rey? El pueblo ignorante, seducido y engañado
con doctrina tan perniciosa queda ya instruido e ilustrado en
los principios de la verdadera Religión, en aquella grande
empresa de la pacificación que cargó sobre mis hombros el
mandato expreso del Excelentísimo Señor Arzobispo Virrey.
Era ésta tan difícil que trataba nada menos que de reducir a su
deber, sin más armas que la palabra del Señor, a casi un Reino
entero, a innumerables gentes de~pedladasque mal contentas
de el suave yugo del Soberano habían sacudido el de toda
subordinación. Era ésta tan interesante que se procuraba por
este medio restituir a su legítimo dueño uno de sus más
preciosos dominios que se le usurpaba. La cualidad de fiel
Vasallo, mi apostólico ministerio, la honrosa elección que hizo
de mi persona el Excelentísimo Señor Góngora, el crédito de
mi Religión, todo me empeñaba a sacrificarme, pero lo que
más encendió mi celo en servicio de ambas Majestades fue el
juramento que se me mandó hacer y que efectivamente hice
de enseñar y hacer observar la doctrina contra el regicidio corno
circunstan / /
240r cia indispensable para obtener el oficio de Lector en el año
de 77, cuyas palabras se anotarán en el mismo lugar de la
cita.!; juramento verdaderamente que me empeñó a oponer
todos mis esfuerzos a la muerte civil que sacnlegamente
osaron dar a su Príncipe los Vasallos rebeldes abrogándose
su dominación en muchas de sus Provincias. ilustrado ya el
vulgo y conocido el error que les despechaba, intento
confundir en este capítulo al autor del Sacnlego Pasquín para
que entre en mejor acuerdo y no se pierda su alma.
II
Ignora acaso los inalterables y gloriosos títulos del dominio y
señorío natural de nuestros Reyes en el Nuevo Mundo? ¿Se le
oculta por ventura que son la salud del Pueblo y que esta es la
Tibi predpientes ut prius juramentum prestes docendi & observare faciendi
doctrinam adversus Regicidium, & Tiranicidium in Sessione xv. Concilij
Generalis Constant. diffinitam. (240r A).
CAPíTuLo XIll
365
ley suprema, a cuya dulzura de vida mira su poder soberano
como objeto de todas sus Reales disposiciones? ¿Que no son
invasores de las libertades de sus Vasallos, afectadores de la
libertad suprema, enemigos de la Patria y usurpadores de el
Reino? ¿Que su Real potestad es sacrosanta y que no son de la
naturaleza de aquellos Príncipes que sin título alguno,
gobernados de el espíritu de ambición, intentan entronizarse,
oprimiendo con una infinidad de crueldades 11
240v a la República? ¿Que lejos de intentar fuerzas y tiranías
gobiernan como Senores a quienes las leyes civiles no
contemplan hombres privados2, ni las divinas fieras
hambrientas3 contra quienes el consentimiento común arma
a los Reinos para su propia defensa? Yo convengo en que se
puede tiranizar a aquel Príncipe que por falta de título
legítimo se empeña en ocupar el trono con la fuerza de sus
armas, que sin ser llamado por Dios ni elegido el Reino, ni
por derecho de heredad, ni por la justicia de la guerra quiere
empuñar el cetro, convirtiendo la autoridad pública en solo
sus intereses, oprimiendo a los Pueblos con impuestos
superiores a sus fuerzas, maquinando contra la República e
infamando a la Majestad con su más tirana desenvoltura. En
este caso es justo invasor de la Sociedad, usurpa su poder y
no hay duda que en tan tristes circunstancias queda el Rey
no superior para resistirle, despojarle y aun condenarle a
muerte con el objeto de defender a la inocencia, a los intereses,
a la vida y a la libertad, redimiéndose por derecho natural
de su tirana opresión no pudiéndolo conseguir de otro modo.
Este pensamiento
es hijo legítimo de la sentencia de
Jozomer04 y del P. Sn. Gregorio Nacianceno sobre el
tiranicidio de Juliano ApóstataS, cuya suprema autoridad
había ya perdido por la apostasía tiránica y por haberse
declarado enemigo cruel de la Iglesia, blasfemando de Cristo
Señor nuestro y pretendiendo ex 11
2
3
4
5
L nec. Magistrat. 32. ff. de injuriis & ecofamas. (24Ov a). (ComO puede
observarse la nota A está repetida. En esta segunda nota la encontramos
con minúscula).
Proverb. 28. 15. de Macab. A. V.25. (24OvB).
Lib. 6. cap. 2. (240v C).
Oratorio in Iulianurn A. (240v D).
366
EL VASALLO INSTRUIDO
241r tinguir del mundo su santo nombre. Su muerte, o ya sea por
un ángel del cielo como quieren Santo Tomás y Baroni06, o
ya sea por Mercurio Soldado santo a quien Dios resucitó para
un hecho tan glorioso como quiere Martino Polan07, fue
celebrada por acción heroica; este pensamiento es hijo
legítimo del común de los Doctores, de la ley natural impresa
en el corazón de todos y de la voz que les está hablando
siempre al oído para que zumbando un sonido triste en el de
los tiranos de que está ya cerca el cuchillo, le molesten
inportunus suef'tos y suspendan la servidumbre.
Esta
resolución es tan cierta como antigua. Se halla confirmada
no menos que con la autoridad infalible de la Escritura Santa
y con los hechos de las historias profanas. En el libro Canónico
de los jueces es aplaudida la heroica acción de Aod a causa
de haber quitado la vida a Eglón, Rey de los Moabitas, por
haber oprimido al amado pueblo de Dios8; esta acción es
reputada por religiosa en toda la antigiiedad y su gratitud se
apoya con la autoridad de Jenofonte, quien con la sutileza
de su ingenio nos dejó escrito que lejos de cerrar las leyes las
puertas de los templos a los tiranicidas les levantaban estatua
en lo interior de ellos9, se premiaban con nobleza e intereses
las muertes de los invasores que sin título alguno intentaban
constituirse cabezas del 11
241v Reino según la autoridad de Heródoto, de Plutarco, de
Aristóteles, de San Basillo y de Santo TomáslO, ponderando y
celebrando éste a Bruto y a Casio por la muerte de Julio César,
tirano usurpador de la República. Aristóbulo inmortalizó su
fama en los Anales por haber libertado a su Patria de ls
insufrible opresión y servidumbre de treinta tiranos que la
afligían. La misma satisfacción merecieron Harmodio,
6
7
8
9
10
Sto. Tomás 22. Quest. 12. ame. 2. ad. 1. Baron. Tom. A. arma1.armo Christi
363. (241r E).
In Iuliano & ee. Da (241r e). (Nuevamente encontramos repetidas y en
minúscula la letra de la nota anterior).
Lib. Judie. cap. 3. (241r F).
Jenofonte in tirano. (241r G).
Herodot. lib. 3. Xiphilinum. Plutareo in Augusto, in Arato et Pigmaleonte.
Aristot. & Ethicor. 1º. et A. Politic. Cap. 1º. S. Basi1. Homil. in initium
Proverb. in princip. S. Tomas, in 2.0. AA. quaest. 2. amc. 2 ad. s. (241v H).
CAPtruLo XIII
367
Aristogitón y entrambos Brutos. Los Pretorianos fueron
celebrados en su osadía cuando Heliogábalo probó sus armas
y aun fue agradecida su muerte. Cayo murió a manos de
una conjuración y Domiciano a las de otra. Sien<;ionotoria la
invasión y que no tiene otro título que la ambición y las
fuerzas de sus armas, puede lícitamente la República repeler
las fuerzas, resistir al tirano y aun quitarle la vida, porque en
tales circunstancias no obra como señor sino como persona
privada y es prudente consejo atajar el daño en oportunidad
antes que llegue a hacerse incurable la llaga. Así como a un
particular le es lícito y permitido quitar la vida al invasor de
la propia repeliendo la fuerza, en los mismos términos podrá
una República invadida y oprimida por quien no es su
legítimo Rey.
III
Esta doctrina no tiene lugar en aquellos Príncipes que siendo
llamados a la Corona o por el mismo Dios, o por elección del
Reino, o por derecho de sangre, o por justa guerra, se sientan
en el trono, convirtiendo el poder soberano en convenien / /
242r cia propia y oprimiendo al Pueblo por la mala versación de
su gobierno.Los derechos de la Religión, de la Naturaleza
y de la Política, todos se convienen en esta materia tan
importante. Las opresiones, las tiranías y las persecuciones
no son capaces de desnaturalizar las glorias y justificados
títulos de Pastores del pueblo, de Padres de la República y
de Señores de el Reino con que les distinguen los derechos
más sagrados e inalterables. La vida de los Reyes es el alma
y trabazón de la República y ésta es superior a los intereses
de los Vasallos, de suerte que es menos mal sufrir la
violencia, el agravio y la servidumbre que dejar a la Patria
sin cabeza. Por malos que sean los Soberanos legítimos,
jamás se desnudan del título de Señores, no pierden la razón
o el ser de Príncipes y nunca gobiernan como personas
privadas dentro de su misma casa que es toda la sociedad,
al modo que los Padres naturales por el maltratamiento,
dura opresión de sus hijos y crueles vejaciones con ellos no
quedan privados de el ser de Padres y los hijos de la
obligación de tales. Los Príncipes Soberanos son puestos
368
EL VASALLO INSTRUIDO
por Dios en el Trono, no reconocen superioridad alguna en
la tierra que los juzgue en lo temporal sino al mismo Dios,
como queda probado en el último capítulo. Los Pueblos
oprimidos siempre son inferiores, no son facultativos a
juzgar la buena o mala conducta de los Reyes. Si son malos,
si continúan sus crueldades, si no cumplen con los pactos y
leyes de el Reino que han jurado. Dios es el único juez que
velará sobre la dureza de su gobierno, el que tomará a su
cargo la venganza o el que ablandará su corazón, como al
de Assuero, í í
242v cuando por las relaciones de Amán pensaba acabar con todos
los hebreos, haciéndoles
conocer el valor de su
espada. Cuando los Pueblos sientan el peso de la servidumbre
levantarán el corazón a Dios como los Israelitas en el
cautiverio de Egipto bajo el tirano yugo de Faraón, en sentir
de Santo Tomás.u Las desenvolturas de los Príncipes y su
duro gobierno no son efectos de la contingencia sino de los
más ocultos secretos de la Providencia. Dios los permite
muchas veces para vengar la abominación general de los
Pueblos y en este caso nuestro, recurso será a Dios que es el
tribunal a donde deben apelar los vasallos en medio de sus
opresiones como lo dice San Agustín.12 Ninguna causa puede
obrar fuera de la esfera de su actividad. Los superiores
siempre están colocados en una categoría más elevada que
la de los súbditos y esta es la causa por que la inferioridad
jamás puede tener influjo, ni acción, ni derecho para juzgar
y condenar a la superioridad. Yo convengo con los Pueblos
oprimidos que es ley dura y de servidumbre la de los
Príncipes tiranos pero ellos deben convenir conmigo que Dios
está sentado sobre los tronos: que desde estas alturas mira
las irregularidades
o injusticias de los Monarcas que
desnaturalizan las leyes de el Reino; pero también debemos
confesar que es él solo el único que puede conocer de su causa
porque no reconocen superior en la tierra en lo temporal y
que en ningún caso les es privativo despojarles de el cetro,
derribar / /
11
12
Lib. 1 de Regim. Prindp. cap. 65. (242v1).
Sn. Agust. de Civitate Dei. cap. 19. (242v
n.
CAPtruLo XlII
369
243r los del trono, tomar las armas contra su soberanía y
tiranizarlos porque son los ungidos del Señor. Confesamos
su tirano gobierno, sus injusticias, sus violencias y que
faltan a lo que tienen jurado desnaturalizando las leyes
del Reino; pero también debemos confesar que Dios es el
que tiene toda la potestad en el Cielo y en la tierra, que
está sentado en un trono más elevado al de los Reyes y
que como superior y fuente de toda soberanía atiende a la
infidelidad de los Príncipes, mira sus desenvolturas, sus
opresiones y tiranías tomando por su cuenta la venganza
y mandando en oportunidad el condigno castigo; porque
es el único tribunal a quien pertenece el conocimiento de
las causas del Soberano. Nosotros, si nos separamos de su
fidelidad y obediencia prescrita en la Religión, en la
Naturaleza y en la Política, sufriremos el azote de su alto
poder porque es la cabeza superior independiente que nos
gobierna. No podemos maquinar contra su vida y mucho
menos negarles la adoración y reverencia naturalmente
debida a los superiores. Tomar las armas para sacudir el
yugo de injustas contribuciones, con el pretexto de mirar
por la salud y sosiego de la República, es exasperar más
la llaga y aumentar el contagio. Las Escrituras, los
Concilios, el Vaticano, el Derecho Canónico, los Santos
Padres, los Doctores y las leyes Reales y Civiles, todos
convienen que la conjuración de los Vasallos contra su
legítimo Reyes delito el más atroz y que Dios lo castiga
con el último rigor / /
243v como queda probado en los capítulos antecedentes.
¿Cómo,pues, se contempla la rebelión remedio para atajar
las violencias y conservar la paz y libertad de el Reino? ¿Se
ignora acaso que no se ha de abrazar un medio de su
naturaleza malo para conseguir mayores bienes? ¿Si la
sublevación es intrínsecamente
mala, cómo podrá
considerarse medio oportuno para restablecer la libertad que
se supone oprimida?¿Si la sedición perturba el buen orden
de la República, introduce la confusión, derrama la sangre
inocente, desnaturaliza las leyes más sagradas, dirige su
despechado furor contra su legítimo Rey, a quien el mismo
Dios colocó en el Trono, cómo se ha de conocer permitida
como último recurso de la libertad?
EL VASALLO INSTRUIDO
370
N
La experiencia común es la verdadera madre de el desengaño.
Cuantas conjuraciones leemos en las historias son otros tantos
maniantales (sic) de desorden, confusión, robos, injusticias,
violencias y muertos. Los Reinos no mudan de semblante sin
una infinidad de desgracias, calamidades y turbaciones. Hablará
el Libro Canónico de los jueces y dirá que la furiosa conjuración
que los ciudadanos de Sikem levantaron contra Abimelec,
ocasionó una S<h"lgrienta guerra, que el Rey fue víctima lastimosa
de la muerte, la ciudad quedó desierta y sembrada de sal y sus
habitantes fueron sacrificio triste de las llamas y del cuchillo.La
causa de la conspiración era justificada a su / /
244r parecer, la tiranía era notoria, la opresión indubitable porque
trataba de la muerte inhumana y cruel de setenta Siquimitas;
¿pero qué utilidades y conveniencias acarreó a la ciudad? No
se ignoranP ¿Y qué diré de la conjuración de Roma contra el
tirano Nerón? Basta decir que le sustituyeron en el trono Othon
y Vitelio, iguales en la crueldad y si no le excedieron a lo menos
se contemplaron cancer pernicioso de la República. Aun llora
y llorará la Francia los estragos y calamidades que sufrió por
los tristes sucesos de Enrique III y de Enrique N, tiempo
verdaderamente funesto, pues en veinte años vio dos Príncipes
tiranizados con fierro por restaurar la libertad pública. El
primero murió al golpe de una puñalada que olvidado de su
carácter le dio un Fraile el año de mil quinientos ochenta y
nueve; el segundo rindió sus últimos alientos en manos de un
plebeyo en el año de mil seiscientos diez. j Qué guerras civiles
tan empeñadas! i Qué montes de cadáveres! i Qué arroyos de
sangre! i Qué violencias! i Qué conturbación! Esta confusión
la vio Francia hasta la reconciliación de Enrique N. No se habrá
visto siglo ni más cruel en la guerra ni más sangriento en la
Paz. Con razón refiere Suetonio14 que el César Romano deáa
que los Reinos nunca se trecan (sic) sin grandes turbaciones.
Ni la autoridad, ni la razón, ni el ejemplo, ni el disfraz de
resucitar la libertad / /
13
14
Lib. Judic. Cap. 9. (244rK).
Suetonio in Iuli. Cesar. cap. 86. (244r L).
CAPÍTULo XIII
371
. 244v oprimida permiten al Vasallo el regicidio, que es lo mismo
que tomar las armas contra los Reyes, contra la autoridad
infalible de las Escrituras Santas, contra la definición de los
Concilios y contra la sentencia de los Padres.
V
Los libros canónicos son tan expresos que sólo una voluntad
adulterada
y corrompida
puede vituperados.
Las
inhumanidades del impío Rey Acab y de la tirana Jezabel
son tan notorias en el libro cuarto de los Reyes que no hay
necesidad de referirlas. Sin embargo el valeroso capitán Yehú
miró la pública autoridad del Príncipe como sacrosanta en
los sentimientos de los Vasallos. Lejos de maquinar contra la
vida de el Rey para restablecer la seguridad del Reino, le dio
adoración y reverencia esperando a que el Profeta Eliseo le
consagrase en Rey por especial mandato de Dios;15¿quién
podrá ignorar la atroz ferocidad de Saul? Ochenta y cinco
sacerdotes vestidos con los ornamentos sagrados fueron
sangriento sacrificio de su despechado furor en odio de
Achimelec por la hospitalidad de David.16 No terminaron
aquí sus crueldades; pasaron más allá de lo que se puede
pensar. Ensangrentó su lanza con la sangre inocente, pasó a
cuchillo toda la ciudad de Nobe, hombres y mujeres, grandes
y pequeños / /
245r hasta los niños de pecho, ganados y animales de servicio.
Dejó en silencio la rabia y tirana persecución contra David,
escogido por Dios para ocupar el trono de Israel. De nada
sirven las violencias y opresiones de Saul; basta saber que es
el ungido de Señor (sic) y vicario suyo, con autoridad de
vida y muerte sobre los Vasallos para que David no use de
medios agrios para contener sus injusticias y servidumbres.
Suspende el golpe, retira la lanza, no quites la vida a Saul
porque es el Cristo de el Señor y no puede ejecutarse sin
ofensa a Dios dijo David a Abisay cuando intentó con su lanza
acabar de una vez con las inicuas persecuciones de un Rey
15
16
Lib. 4. Regum. cap. 9. v. 6. et 14. (244vM).
Lib. 1. Regum. Cap.22. v. 18 y 19. (244v N).
EL VASALLO INSTRUIDO
372
tan inhumano. Este es un hecho infalible cuya narración hace
el libro primero de los Reyes.l7 La destrucción de Jerusalén,
la ruina de sus murallas, el incendio de el templo, la
servidumbre de sus ciudadanos en Babilonia, la erección de
la estatua de oro y el duro mandato de su adoración, son
otros tantos auténticos testimonios de las crueldades de
Nabucodonosor: son otras tantas mudas voces que publican
las tiranías de un Emperador tan inhumano y perverso, cuyas
trágicas memorias nos acuerdan los Profetas Daniel y Baruc.18
Sin embargo, el Profeta Jeremías escribe a los cautivos en
Caldea amonestándoles
que rueguen a Dios por la
prosperidad de aquel Príncipe.19 Sedecías 11
245v es acusado de infiel y desleal a Nabucodonosor por el
Profeta Ezequiel, cuya infidelidad le hace reo de Estado y
le condena a muerte.20 San Pablo en su Epístola a Timoteo:
¿pero qué me canso yo en referir autoridades infalibles
cuando están ya referidas en el último capítulo que trata de
la obediencia a los Soberanos? ¿Qué objeto se propusieron
el Profeta Jeremías y San Pablo en sus respectivas cartas?
No otro que el sosiego de la República y la tranquilidad de
los Vasallos. La quietud de los Patricios buenos tiene su
dependencia de la seguridad de los tronos. Vuestra paz,
dice Jeremías, se apoya en la paz de Nabucodonosor. Por
malos y viciosos que sean los Reyes se halla en el sufrimiento
mayor tranquilidad que en la agria resolución de la rebeldía
y conjuración. Hablaron ya las Escrituras Santas; oigase
ahora la voz de los Concilios.
VI
El Concilio General de Constancia que se celebró en tiempo
de turbación y cisma para proveher (sic) de Pontífice cierto e
indubitable depuso a Juan XXIII,a Gregorio xn ya Benedicto
XIII que eran los tres Papas que disputaron la pureza y
legitimidad de la Silla.La paz era el centro de las
17
18
19
20
Lib. 1. Reg. cap. 26. V.9. (245r O).
Daniel cap. 6. Baruc cap. 1. (245r P).
Jeremías. cap. 29. (245r Q).
Ezequiel. cap. 17. (245v R).
CAPÍTULo XIII
373
determinaciones del Concilio y para su consecución eligieron
a Martino V, conviniéndose los vocales discordes. Este
Concilio fue aprobado por este legítimo Pontífice y por
Eugenio su sucesor en todos sus decretos fundados en
materia de fe y hechos conciliar / /
246r mente, excluyendo un decreto de la cuarta sesión en la que
se declaraba la superioridad del Concilio General al Papa.
La causa de anular la sesión IV fue por faltar en ella las partes
que seguían a Gregario y a Benedicto, como 10 asegura
Belannin021 por cuyo motivo lo que en ella se trató no fue
materia de Concilio General. En la sesión XXXXV (sic)
satisface a la demanda de los Embajadores del Rey de Colonia
y del Duque de Lituania que le pedían confirmase la
condenación del libro de Juan Falchemberg, hecha por el
mismo Concilio, diciendo que todos los Decretos del Concilio
Constaciense hechos en materia de fe y conciliarmente
quedaban confirmados. Siendo así, es doctrina errónea,
herética y escandalosa y preparada para turbar los Reinos y
confundir el buen orden de los Pueblos, introduciendo
fraudes, perjuicios, tosigos y conjuraciones en ellos, el afirmar
que el hombre privado puede matar al Príncipe tirano,
aunque lo haga sin ardides e infidelidades, valiéndose de
sola la fuerza que es lo que se trató en el Concilio y se
condenó. En esta condenación el espíritu genuino de los
Padres es contener el desenfreno de los Husitas, que
enseñaban podían los Príncipes ser despojados de el cetro
Real por cualquier delito que cometiesen. Pero el principal
cuidado de el Concilio era humillar la arrogancia de Juan
Parvo, teólogo parisiense que se empeñó en indemnizar la
muerte de Ludovico Aurelianense, ejecutada por Juan de
Burgundia en la misma ciudad con el falso dsifraz de ser
lícita la acción de oprimir al tirano sin necesidad de recurso
a la potestad / /
246v pública violando la religión del juramento. Las llamas de
indignación de los Concilios, los rayos de el Vaticano, la
decisión de los cánones contra los vasallos que toman las
armas contra su legítimo Rey por redimir la libertad del Reino
21
Lib, 2, de concilior autorit. cap. 19. (246r S).
374
247r
22
EL VASALLO INSTRUIDO
oprimido están ya alegados en el capítulo que trata de la
gravedad del delito que en sí contiene la rebelión. Sólo me
detendré ahora en citar a San Agustín quien hablando de la
ocasión que tuvo David de matar a Saul asegura que no lo
ejecutó por no quebrantar tan grande sacramento como
contenía la unción de Saul en Rey.* Cómo puedo yo poner
las manos en el ungido del Señor, decía David a sus
soldados.22 Por último, quiero poner la autoridad de Optato
Milevitano para conclusión de esta materia. «La ocasión, dice
este antiguo autor, de vencer tuvo David en su mano, incauto
a su parecer, seguro halló al enemigo sin trabajo y sin riesgo
de su propia sangre, pudo degollarle y comutar (sic) la guerra
de muchos en la muerte de uno. Sus soldados y la ocasión se
lo persuadían, la oportunidad incitaba a la victoria, ya había
comenzado a desenvainar el hierro, la mano armada corría
al cuello enemigo; pero obstaba la memoria de los Preceptos
Divinos y contradijo a los soldados y a las ocasiones y se
hubo como si dijera: sin causa me provocas victoria, en vano
me convidas a triunfos, ocasión; bien querría yo vencer al
enemigo pero he de / /
anteponer el cumplimiento de los mandatos de Dios, no he
de poner las manos a quien él ungió. Reprimió la mano, retiró
el cuchillo y respetando el óleo sacro con que Saul fue ungido
en Rey, le perdonó y libró aunque enemigo.» David no
conoció en las tiranías de Saul bastante causa para
destronizarle. Salón prohibió matar al que intentase colocarse
en el trono, fundado en que de lo contrario se abría la puerta
a muertes alevosas que con el pretexto de tiranía se
ejecutaban. ¿Y verdaderamente quién es capaz de refrenar
la insolencia y malicia de los mal contentos, amigos de la
independencia? ¿Quién podrá contener el furor y despecho
del pueblo libre para que continuamente no ande vacilando
entre conjuraciones? Si al Pueblo se le permitiera la muerte
de el Príncipe jamás hubiera seguridad en los tronos. Por
cualquiera leve motivo los enemigos de la paz ponderarían
En este lugar se registra en el texto la nota correspondiente a la letra T pero
se omite en las referendas del pie de página.
Lib. 1. Regum. cap. 24. V. 7. (246v U).
CApITuLo XIII
375
de tirana la ejecución de las leyes y la contribución necesaria
de los intereses para la dignidad del Soberano. Las leyes no
tendrían estabilidad, se faltaría a su respeto sagrado, no
habría obediencia, el gobierno de los reyes sería arbitrario
en el Pueblo y todo sería desorden y confusión.
Vil
Supuesta esta Doctrina, tan cierta como inalterable, dígame
el nuevo Filósofo que sigue el sistema de la razón: ¿En qué
concepto tiene a los Reyes de España? ¿Qué idea ha formado
de su gobierno? ¿Es de libertad o de servidumbre? ¿Si 10
primero, pues por qué / /
247v en su Pasquín General enseña al Pueblo idiota a darles una
muerte civil? Si 10 segundo: ¿en qué clase de tiranos los
coloca? ¿O los considera en el trono con títulos legítimos,
inalterables y gloriosos oprimiendo a sus vasallos con tributos
e inhumanas violencias y atrocidades? Si estos son sus
sentimientos ya queda convencido en el capítulo de la justicia
de las nuevas contribuciones, en donde queda probado que
lejos de ser ley dura y de opresión eran justas y suaves, que
procuraban la propia seguridad del Reino; porque nuestros
soberanos son el alma de la sociedad civil y la salud misma
de la Nación; sus personas son inviolables y sagradas; se
interesan en que sean veneradas y respetadas con una
perfecta seguridad pues de otro modo la quietud pública y
el bien del Estado estarían en un continuo peligro y
sobresalto, conforme a la ley quinta que declara a los
Príncipes vicarios de Dios en su Reino cuanto a lo temporal
y a la Doctrina de Salgado.23 y a las Escrituras Santas, los
Sagrados Concilios, las respetables autoridades de los
Doctores y las más serias reflexiones políticas, las anatemizan,
las condenan y declaran erróneas, heréticas, escandalosas y
opuestas a los derechos más sacrosantos de la Naturaleza,
de la Religión y de la Política. ¿O los contempla bajo del solio,
invasores de la libertad Americana, afecta t t
23
Ley 5. part. 2. titu. 1. Salgada cap. 1. 5. 42. (247v X). (Se omite la nota
correspondiente de la letra V).
EL VASALLO INSTRUIDO
376
248r dores del poder soberano, enemigos crueles de la Patria y
tiranos usurpadores del nuevo mundo, sin título alguno más
que el de una conocida ambición? Si este es su modo de pensar
vaya vengar la causa de mis Soberanos a quienes injuria y
con la barbarie más feroz insulta y maquina conjuración para
despojarles de su dominio y natural Señorío que gozan en
ambas Américas. Una ilusión es capaz de precipitar al corazón
más advertido. La falsa preocupación en que vive es la causa
de su error y engaño y aun de mayores desbarros sola su
dañada intendón es el origen de Írenesí tan furioso.
VIII
Varios son los títulos con que los Reyes de España ocupan el
trono gobernando
legítimamente
a ambos Pueblos,
Americano y Español, los cuales pueden verse en el Señor
Solórzano. Yono quiero hablar del derecho de ocupación ni
del rescate y compra; pero hablarán las N adones Extranjeras
de otro título o derecho superior de nuestros reyes que le
harán ver al nuevo Filósofo su vergonzosa confusión. Hablad
vosotras o Cortes de la Europa, o vosotras, digo, esforzadas
Potencias de Alemania, Francia, Nápoles¡ Holanda e
Inglaterra, que proclamadas por vuestros Vasallos descansáis
pacíficamente en vuestro real trono, recibís bajo del trono
sus adoraciones y conserváis el decoro soberano con la
fidelidad y obediencia a vuestras leyes majestuosas. El
derecho de proclamación afianza entre otras la seguridad de
el trono. ¿Será España de peor condición que las otras
Naciones? / /
248v ¿Se encontrarán otros cánones, otras decisiones, otras leyes,
otra Naturaleza, otra Religión, otra Política que la excluyan
de un derecho tan glorioso como el de proclamación?
¿España, cuyos Reyes son nada crueles, nada ásperos, nada
vengativos, todo piadosos, todo afables, todo dóciles, todo
amables, todo clementes, recomendables al mundo todo por
su cristiandad y amor a sus vasallos, no gozara del título de
proclamación para afianzar el feliz gobierno de la América
en la real prosapia de sus Príncipes? Las públicas
demostraciones de regocijo que ya cerca de tres siglos
manifestaron sin interrupción alguna los Reinos y las
CAPtruLoXIll
377
Provincias en sus continuas proclamaciones ¿qué otra cosa
son sino un inmortal monumento del dominio y Señorío
natural de España en este nuevo mundo? Juraron por
legítimos Reyes a los de España, prometieron reconocerlos
por tales, obedecerles y guardarles fidelidad de cuya
obligación nadie puede separarse sin violar la Religión, la
justicia y todas las leyes. La proclamación no es arbitraria; es
un vínculo fuerte, invencible, que une a todos los miembros
de la Sociedad mediante la solemnidad del juramento para
no ser libres en obedecer y defender la Corona. Si después
de una solemne proclamación se reservara en nosotros el
derecho de destronizar los Reyes, sería sin duda la más
horrible monstruosidad, sólo imaginable en las fieras. Es
sentimiento común, es ley universal que ninguno puede
constituirse juez en causa propia. La proclamación es púlica,
la certi / /
249r dumbre de su legítimo derecho reconocida en todas las cortes,
el valor del juramento indubitable :¿con qué título podrá el
vasallo eximirse de su observancia rigurosa? ¿Se toca por
ventura el conocimiento de la licitud del juramento? La
relajación o libertad de este acto de Religión no es privativa
de el vasallo ni del Pueblo ni aun del Reino. Esta es regalía
propia de el Romano Pontífice por ser materia puramente
espiritual. La declaración de las dudas sobre el valor del
juramento de fidelidad a los soberanos es propia de el Santo
Papa que por derecho divino y positivo le toca; de suerte
que a ninguno es concedido este poder y juicio como lo
declara Inocencio III en las turbaciones de Alemania por la
muerte de Enrico V (sic); sobre la elección de Emperador4
estas son sus voces. «Ninguno de sano juicio ignora que
pertenece a nuestro tribunal el declarar si este juramento es
lícito o ilícito y por consiguiente si se ha de observar o
no.»Gonzáles con su acostumbrada erudición ilustra este
texto del Derecho Canónico con otros capítulos de el derecho
y con la autoridad de Santo Tomás, Suares, Sánches y Azor
con quienes <:onduye que en juramelLtO$de esta gravedad,
24
Cap. Venerabilem. 34. de electione et electi potestate. S. (nombre confuso).
(249r V).
378
,EL VASALLO INSTRUIDO
que miran a la elección de Príncipes soberanos, es privativa
de solo el Papa la dispensación o relajacióny de ningún modo
pertenece a los Obispos25;todo juramento relativo a la / /
249v debida obediencia de los Soberanos se mira sujeto a la
declaración de la Santa Sede como efecto de la ley divina
en el libro Canónico del Deuteronomio.26 Mandó Dios a su
Pueblo que todas las causas dudosas las presentase en el
Tribunal de los sacerdotes donde presidía el Sumo de ellos
y estuviesen a su decisión bajo pena de muerte, cuya
autoridad se extendía particularmente a las causas sagradas
y espirituales que pertenecían a la Religión y culto divino
como legítimo intérprete de la ley divina. ¿Si esta ley tenía
lugar en la República Hebrea, ruda y menos política, con
cuánta más propiedad le debe tener en la Santa Iglesia y
República Cristiana la más política y bien ordenada? Al
Pontífice Sumo le es peculiar la decisión de todas las
controversias que miran a la Fe, a la Religión y buenas
costumbres y siendo el juramento de fidelidad que hacen
Iso vasallos a su Rey en su solemne proclamación no hay
duda que el Papa es el que únicamente puede conocer en
su causa. La ley del Deuteronomio es directiva y moral y
por lo mismo tiene lugar en la ley de gracia no por virtud
del testamento viejo, sino por virtud del Evangelio, dice el
docto SuaresP La razón es fuerte, clara, nada dudosa. La
materia de el juramento es espiritual y sacrosanta, como
dice Sairo28pertenece a la doctrina de la Fe, a las buenas
costumbres y a la sal / /
250r vación o ruina de las armas que peligra o se asegura en su
observancia; ¿quién si no el Pontífice podrá conocer en ella?
25
26
27
28
González ibi in notis num. 18. S. Tomás 22 q. 89. artie. 9. Suares de relig.
tomo 2. lib. 2. cap. 33. in fine. Sanches lib. 3. Summa. cap. 19. num. J y cap.
21. num. 2. Azor lib. 11. insto Moral. 1. Parte. cap.9. quaestio 4. (249r X).
(Por error se repite en esta nota la letra X).
Deuteronomio cap. 17. V. 9. et 10. (249v Y).
Suares in defensione Fidei. Contra anglicane sectae errores lib. 6. cap.7.
num.7. (249v A). (Nuevamente hay un error en el orden de las letras de las
notas: de la nota Y se salta en el texto a la nota A, omitiendo la Z).
Sairo de Sacram. tomo 1. disp. 1. num. 8. (249v a). (como al comienzo de las
notas de este capítulo la nota A esta repetida; la primera está indicada con
mayúscula y la segunda con minúscula).
CAPÍTULo
XIII
379
¿Quién sino el Papa podrá constituirse juez de estas
controversias? De lo contrario tenían puerta franca los cismas,
las perturbaciones y divisiones en los Estados, llenándose
de facciones tumultuarias los Reinos. Cada momento se
desnaturalizaría la obediencia a los Príncipes, faltarían los
vasallos a la fidelidad jurada a la Majestad si fuesen
arbitrarios en juzgar el valor de los juramentos que se hacen
en la proclamación. ¿Con doctrina tan constante y cierta cómo
se atreve el Nuevo Filósofo a repudiar los Reyes de España,
tantas veces proclamados y otras tantas jurada su fidelidad
y obediencia? ¿En dónde se halla la decisión de la Silla
Apostólica para la relajación de su juramento? ¿No se mira
éste confirmado por las Bulas de Alejandrjo VI? ¿No se hallan
autorizadas por la Iglesia Santa con la preeminencia gloriosa
de legados natos en la América? ¿No se hallan distinguidas
con el uso de los dos cuchillos con tan igual armonía su
consonancia? ¿No ejercen todos los actos de jurisdicción
contenciosa y voluntaria, gozando como legados natos de
autoridad coactiva, conociendo de las causas de las Iglesias
y Oérigos, así civiles como ordinarias, sin apelación a la Corte
de Roma? ¿Y todas estas gracias y privilegios de la Silla
Apostó / /
250v lica, qué otra cosa declaran sino la pureza y legitimidad
deJ29Dominio y señorío español en el nuevo Mundo? Esta
es una verdad que tiene por base fundamental
el
testimonio de la infalibilidad canónica, la decisión de la
Iglesia, la autoridad de sus doctores y la fuerza de al razón
y el ejemplo de los hechos de la Escritura Santa.
Consiguieron los Gabaonitas con engaños y mentiras que
Josué y los Israelitas les jurasen paces y alianzas;
conocieron el engaño y no se atrevieron a faltar al
juramento por la reverencia del nombre de Dios que se
interpone e invoca como se lee en el libro de Josué.30
Cuando Dios no se dejaba oir sino entre truenos y
relámpagos, cuando no se dejaba ver sino entre nubes,
29
30
Abréu, vacantes de Indias, parte 3. Artic. 1. pago 22 y 23. (25Ovb). (Esta
nota y la que le sigue están indicadas en el texto en letras minúsculas).
Josué cap. 9. V. 19. (25Ovc).
EL VASALLO INSTRUIDO
380
cuando todo era sombra y todo figura tratándose de
mentira y engaño, no se atrevieron los de Israel a violar la
Religión del juramento; y ahora que ya terminaron las
sombras, cesaron las figuras, que todo es realidad y que
ya Dios está cerca de nosotros, intenta el nuevo Filósofo
relajarse por sí mismo el juramento de fidelidad y
obediencia al Soberano que interviene en la proclamación,
arrojándose con temeraria osadía a despojarlo de su
natural Dominio y Señorío en este nuevo continente. Sólo
un espíritu de arrogante presunción podía cometer tan
horrendo atentado. / /
25lr Sola una errante Filosofía será capaz de intentar oscurecer el
título brillante de proclamación. Yo quisiera saber en qué
funda su grosero error y su loco desatino. ¿Será por ventura
su apoyo la ley de Dios y de la naturaleza que prohiben no
sean despojados de su trono los Reyes aunque sean bárbaros
y Gentiles; que los Indios fueron destronizados con violencia,
cuya guerra fue injusta; que los Españoles gobernados de su
ambición entraron como tiranos, usurpadores de estos
remotos Reinos y que el derecho natural no está sujeto a
prescripción, según la doctrina de Benedicto XIV? Si este es
el fundamento de su sistema, oigame con gusto, que con la
mayor imparcialidad vaya convencerle.
IX
Convencer a un incrédulo es la grande obra de los literatos.
Daré principio a mi empeño por la certidumbre de la
prescripción que nuestros Reyes han adquirido en América.
Los hombres se privaron gustosos de su natural libertad,
reduciéndose a vivir bajo de una sociedad civil sin otro objeto
que tener protección, seguridad en la justicia y disfrutar con
todo reposo lo que es propio de cada uno. Para esto es
necesario el establecimiento de buenas, justas y sabias leyes.
Sin este reglamento la confusión y el desorden se apoderarán
de el Reino, se extinguirán las virtudes civiles y la Patria
vendrá insensiblemente a perecer. Si los hombres no se
separasen de la rectitud y de I /
251v la justicia, no habría necesidad de leyes para el Gobierno de
los Pueblos; bastaría la ley de la naturaleza para la vida
CAPtruLoXIII
381
sociable. Muchas veces la misma ignorancia o malicia o
preocupación de los hombres la constituyen inútil y vana.
La formación de Leyes positivas es necesaria para ocurrir a
tanto mal y para que todos conozcan su derecho sin
equivocación. La rebeldía del corazón y la continua lucha de
las pasiones guian al hombre al precipicio. Es frágil barrera
para su contención el temor de Dios y el clamor de las leyes;
pero muchas veces el sobresalto de la pena y del castigo le
reducen a la observancia de su deber. Lo que no puede el
respeto de la ley naturall0 consigue una sanción penal y por
esta causa la ley natural se muda en civil. Cambiando las
leyes de semblante no hay duda que las leyes divinas y
naturales fundan el derecho de prescripción. Esto es tan
corriente y expreso en las leyes Reales y civilesque no necesita
de referirse. Es verdad que las leyes natural y divina no están
sujetas a prescripción a causa de que la natural es perpetua e
inmutable y la divina es indefectible como que depende de
la voluntad de Dios, a quien la indefectibilidad
e
inmutabilidad le es debida por esencia; pero esto se entiende
cuando no intervienen causas justas como lo haré ver en los
siguientes parágrafos para la más justa prescripción. España
las tuvo superabundantes pero yo quiero suponer que fuese
injusta la Conquista //
252r de la América, lo que niego sin embargo; ¿le faltarían títulos
inconcusos para el legítimo dominio y natural señorío en
ambas Américas? Es expreso en el Derecho quela posesión
inmemorial confiere un derecho cierto y más eficaz que el
que resulta del expreso consentimiento
y justifica
últimamente, haciendo legítimo el Dominio de las Casas
aunque por latrocinio y tiranía se hayan adquirido, en sentir
de Molina.31 Una prevaricación inicua y una usurpación
tirana suele transformarse y convertirse en justicia la más
segura y privilegiada y por lo mismo los imperios que tienen
por origen la agresión cruel, injusta y tirana por el largo
31
Molina de justi, et jure, trad. disp. 24. num. 11. Solorz. Lib. 1. Politic. cap.
11. V. 10 cual conviene y el sigo d. Luca. tomo 7. de alienat. discur. 3. num.
21. Ayrnon Graveta Conci!. 640. num. 10. De Solórzano, del Cardenal de
Luca y de Graveta. (252r D).
382
EL VASALLO INSTRUIDO
tiempo y duración se legitiman en sentencia de Schiara, de
San Jerónimo, de Freitas, de Séneca, de Suares y de la Púrpura
de Luca.32 La mayor parte de los Reinos se aumentó con la
usurpación, se mantuvo con la justicia y se legitimó con el
tiempo. No habría paz en el mundo si en el tribunal del
tiempo no se hubieran legitimado los Dominios y los Reinos;
porque apenas hay N ación que recibiese de sí misma la
Suprema Potestad sino de otra extranjera más poderosa. / /
252v Pero ya a todos los Reinos favorece la posesión inmemorial
confirmada por el consentimiento cOffi\ín de los Pueblos en
sentir de Saavedra, de Tácito, de Grocio, de Pufendorf y de
Tertuliano.33 El tiempo que ha mucho que pasó lo hemos de
juzgar como si no hubiera sido porque ya está como borrado
y consumido con el uso contrario y a éste nos hemos de
acomodar y ajustar pues nos importa poco saber ahora si
fuera más justo que imperara Pompeyo que César: sino vivir
en lo que hallamos y como lo hallamos sin andar
escudriñando los principios y raíces de los tiempos en los
cuales no podrán los hombres hallar más causa y firmeza
que la voluntad de Dios o su permisión, el cual se sirve que
observemos lo que vemos pasar en el siglo en que vivimos y
que es lo que nos da costumbres y leyes y en quien consiste
nuestra vida, nutrimento y esencia, dice Baldo, a quien refiere
Solórzano en su libro de Política.34 Quiero poner por último
la respetable autoridad de la Universidad de Salamanca en
la consulta que se le hizo sobre el derecho decimal de nuestros
Reyes, la que refiere el P. Diana.35 La costumbre, dice la
Universidad, y posesión inmemorial en semejantes casos se
equipara a la misma verdad, pacto, título y concesión expresa;
y obra lo mismo que el título / /
32
33
34
35
Shiara, teología bélica, tomo 1. lib. 1. Dificultas 26 n. 26. San Jeron. tomo 3.
quest. 6. in. Epist. ad Algasiam. Freitas de justi. Impera. Cap. 12. n. 13.
Seneca relato a Freitas. Suárez lib. 3. contra Reg. Angl. c. 2. n. 20. Cardinalis
de Luca discursu de alienat. 3. n. 21. (252r E).
Empresa 41. S. no es menor fol. 274: Corono Gotic. tom 1. en el Proem y cap.
1. de la. parte. en el princip. y en el tomo 2. fol. 109. Tacita. lib. 5. histor.
Tertuliano in Apologetico adversus gentes C. 25. Grotio de Jure Belli. lib. 2.
C. 4. S. 11. n. 1. Pufendorf. de. jure natur. et Gent. lib. 7. cap. 7. 5.4 (252v F).
Solorz. in Politic. lib. 4. cap. 11. S. lo cual conviene. (252v G).
Diana. tomo 10. tract. 15. resoluto 15. (252v H).
CAPfTULOXIII
383
253r original y es la más eficaz que se puede imaginar,contra quien
no se puede alegar cosa en contrario: es un título en blanco
firmado de Su Santidad donde se puede figurar todo cuanto
es necesario para obtener. En los Dominios de los Príncipes
aun los más justos no hallará el Filósofo curioso otro título
legítimo que el de la duración anticuada de su gobierno y
una observancia continuada de hacerse obedecer que es el
único refugio de los Soberanos, asegura Trobat.36 Los de
España, fuera de los títulos gloriosos, ciertos y nada confusos,
como lo demostraré, gozan la inmemorial posesión que les
justifica y legitima su Dominio y Señorío en la América. Hasta
ahora no se ha probado con evidencia por los enemigos de la
Nación Española la tirana invasión y la justicia de la
Conquista del nuevo mundo. ¿Cómo, pues, la insultan cada
momento y la califican de cruel usurpadora? ¿Ignoran acaso
que a España poseedora no le toca probar en juicio su legítima
autoridad en este continente y que es obligación de los
malcontentos hacer cierto y evidente el derecho contrario?
¿Que aun en caso dudoso, no alegando más que fútiles
probabilidades y estériles especulaciones por derecho común,
canónico y civil se ha de estar siempre a favor del poseedor?
Sus clamores injuriosos y sus satíricas equivocaciones no son
capaces de perturbar el derecho cierto que le da la posesión
de cerca de tres siglos sin repugnancia, sin contradicción
solemne y sin protesta formal / /
253v de daño y perjuicio. ¿Cuándo por parte de la América se ha
reclamado su natural Dominio y Señorío que tanto se
empeña el Filósofo en persuadir al vulgo ignorante que lo
deben obtener los hijos del País? ¿Qué nueva legislación es
esta? ¿Quien le confirió la autoridad o comisión para
reformar el mundo y para trastornar las Cortes? ¿No basta
a los Reinos para justificar su poder la posesión inevitable
por sí sola? Si sobre este fundamental principio no se
afianzan los tronos y se aseguran
los cetros ¿qué
confusiones,
qué desordenes,
qué conjuraciones
no
observara Roma, Viena, TurÍn, Nápoles, París, Haya,
Londres y toda la Europa? Si fuera lícito a los vasallos
36
Trobat. tomo 1 y 2. de efect. irnmemorial poses. (253r 1).
384
EL VASALLO INSTRUIDO
investigar antigiiedades, registrar archivos para perpetuar
los solios, para establecer la obediencia y para conservar la
tranquilidad
pública en los Estados, no hallaría (sic)
ciertamente otro título que el de las violencias dictadas por
la ambición y toleradas por la impotencia y el de la tiranía
e injusticia.
x
10 quisiera reconvenir a los Franceses en la persona de el
Abate Raynal que tanto se ensangrienta en publicar y
ponderar la tiranía de los españoles en la Conquista de la
América. ¿Con qué título conserva la Francia su Dominio en
su Reino? Sabemos muy bien que su origen fue una injusta
guerra. Estimulados los Franceses de su osadía negaron la
obediencia al Emperador Valentiniano en la sexta edad del
Mundo y, constituyéndose jefe / /
254r suyo Faramundo, se hicieron Señores de las Galias, vencieron
a los Godos en la Narbonense, a los Romanos en la Lugdunense
y Transalpina y en la Bélgica a los Borgoñones, despojándoles
con violencia y tirana injusticia del actual Dominio que
gozaban, establecieron a su arbitrio la sucesión de su Estado;
se declararon soberanos de las Provincias usurpadas sobre las
rizadas espumas del Río Sala quedando en todo aquel Reino
la Ley Sálica como sacramento de Francia. Lo asegura Garibay,
Faria y Salcedo.37 Aún lloran bajo sus cenizas muertas los
Godos, los Romanos y los Borgoñeses las rapiñas, violencias y
tiranas usurpaciones de los Franceses que sin más derecho
que el de las armas se apoderaron e hicieron dueños de tan
ricas Provincias. Convéngase igualmente los Ingleses con
Robertson que con el mayor esfuerzo acrimina la tirana
vejación de los españoles en la pacificación de la América y
traigan a la memoria el ningún título ni derecho para la
solicitud del Dominio que en el año 1653 y siguientes
pretendieron en el mar Británico, prohibiendo a los Holandeses
37
Garibay comp. Hist. de Esp. lib. 25. cap. 15. Faria in addits. ad. D. Covams.
ad. c. 1. Prado ad. 98. V. ex quibus num. 141 y 142. Salcedo. de lege polit.
lib. 2. cap. 14. num. 74. Mariana año 1653. V. Ingleses. (254r
n.
CAPtruLo
xm
385
su libre navegación hasta disputarlo con escuadras navales
bajo las ordenes de Milord Cromuel (sic), llegando el caso de
escribir el Secretario del Rey de Inglaterra un libro, cuyo título
es Mare Oausum. ¿Qué se ha hecho el Derecho natural que
permite a los hombres la libertad de navegar por los mares?
¿Qué otro título tuvo la Gran Bretaña para compeler a la
Holanda a batir su pabellón / /
254v y velas sino el mayor poder que es la suprema ley de los
Reyes en el año 1672? Las historias viven, el derecho de
sucesión clama y todo el mundo no ignora el título con que
los Reyes de Inglaterra reciben adoraciones bajo Solio y
gobiernan en la actualidad su Reino. Pero procedamos de
buena fe, dejemos ese asunto y volvamos los ojos a los
Sajones. ¿Con qué títulos atropellaron éstos las leyes del
trono, invadieron a vuestra Gran Bretaña y se hicieron
dueños de su pingiie patrimonio? ¿Con qué derecho vio la
Francia por espacio de diez siglos entronizada la prosapia
de los Pipinos y de los Capetos en su Reino sino con el de
una tirana invasión y cruel violencia? Si los Anales son voces
sonoras que se perciben por toda la redondez de la tierra y
éstos nos enseñan el origen de los derechos de Francia e
Inglaterra: ¿por qué sus literatos nos insultan y provocan a
la más justa cólera, intentando viciar los principios del
Señorío Español en la América? Los que tengan el tejado
de vidrio no echen piedras al del vecino. Recorranse todas
las historias, consultense todas las edades, hablen por sí
mismos los tronos y aunque insensibles dirán que el único
título que tuvieron sus Reyes para ocupados fue la
ambición, la injusticia y la mayor fuerza; que todos fueron
agresores de la Soberanía y más flaco poder. Hable, hable
Julio César y diga qué título tuvo para fundar su Imperio
sino el de una disfrazada violencia en la vacante de
Tarquino? Hable la Corona Gótica y diga qué título tuvo o
con qué derecho rom 11
255r pieron los Godos los vapores de el Norte y Septentrión y
abrazando el mundo con su fogoso ardor se apoderaron de
Wandalia, Scithia (sic), Tracia, Macedonia y de casi toda la
Europa, siendo triunfo de su valor y esclava de sus armas,
el Emporio del mundo, la Señora de las gentes y la nunca
bien aplaudida Roma? El Mar Ligúrico, el Tirreno, el Jónico
386
EL VASALLO INSTRUIDO
y Egeo, el Narbonense y Adriático, todos a una voz gritan
al mundo todo: Génova fue tirana, Roma usurpadora,
Grecia cruel, Francia injusta y Venecia opresora,
declarándose Señores absolutos, imponiendo peajes y
tributos y prohibiendo su navegación a las otras naciones
contra el derecho natural que francamente la permite en
sentir de Valenzuela.38 ¿Qué título tuvo el Grande Alejandro
para conquistar a todo el mundo con violencias sino la
fuerza de sus armas?Su dominio absoluto no reconocía otro
origen ni otro derecho que el que heredó de su padre Filipo,
quien con tiranías y crueldades venció a los atenienses.
Dicha conquista injusta, una invasión declarada y una
superioridad de fuerzas acompañada de incursiones las más
violentas son la causa de que sean glorioso Imperio suyo la
Grecia, la Asia y la Persia; y triunfo de su valor los obe1iscos
corintios, las babilónicas torres, los Alcázares persianos, las
pirámides de Memfis y los homenajes de Babilonia. Por
último, todas las Naciones, contemplando campo angosto
de su ambición las provincias de su mando, sin más título
que el de la injusticia de la guerra, el de la violencia y tiranía,
obrando la fuerza; lo que de / /
255v bía la razón se empeñaron en extender su señorío en otras
Repúblicas ajenas, haciéndolas tributarias de su valor. Los
más inhumanos y violentos despojos son el título de dominio
de los Asirios, Medas, Persas, Egipcios, Latinos, Albanos,
Sirios, Arabes, Partos y Moscovitas. Compañeros de sus
usurpaciones son Briton con los Ingleses, Lecho con los
Polacos y Bohemos, Atila con los Ungaros (sic), Magón con
los Suecos, Fregucio con los Escoceses, Laomedonte con los
Troyanos y Dano con los Dinamarqueses, como lo refiere
Saavedra.39 De suerte que si hemos de juzgar la legitimidad
de los tronos por su origen es necesario confundir el buen
orden, revolver todos los Reinos, destronizar a todos los Reyes
y colocar a los legítimos. Es necesario concluir que no hay
38
39
Valenzuela Consíl. 100. Exnum. 55. Sobre los Godos Corona Gótica 1 cap.1.
per totum. (255r K).
Corono Got. 1. Parto in prefat. SS. No habría paz. & c.l. n. 50 & c. 24. et j. n.
88. fol. 44. y 103. (255v L).
CAJ>truLO XIII
387
seguridad en los tronos pues los mal contentos, noticiosos
del título injusto y tirano de su establecimiento, sintiendo
sobre sus hombros el peso o gravamen de las contribuciones,
resistirían a la obediencia, se apartarían de la fidelidad a su
Soberano alegando ser ilegítimo. Es preciso concluir que las
leyes de la Sociedad y los reglamentos de los Pueblos serían
inútiles, vanos y de ninguna firmeza. Es indispensable
concluir que los preceptos infalibles del Evangelio serían
superfluos y que los Rayos del Vaticano contra los revoltosos
se mirarían con desprecio y servirían de torcedor inútil para
la contención. Que los vasallos fuesen vacilando
continuamente sobre el conocimiento de sus legítimos
Príncipes: j qué cosa más monstruosa! j Qué 11
256r modo de pensar más grosero! j Qué confusión tan
turbulenta! j Qué consecuencias tan funestas! Basta pues la
posesión inmemorial para la seguridad de los tronos. Basta
el consentimiento común de los Pueblos para venerar a los
Reyes como legítimos Señores y basta el reconocimiento de
las Cortes para que los vasallos se conserven en la
observancia más rigurosa de la fidelidad y obediencia a sus
Soberanos. La autoridad y los hechos de los Estados nos
llevan por la mano al conocimiento de las injustas
opresiones, violencias y tiranías de los Príncipes en el origen
de su Reinado, constituyéndose
agresores de los
patrimonios y aun de la vida de los otros más débiles y
menos fuertes sin más título que la mayor ventaja en las
fuerzas campales y navales; sin embargo se legitimaron
después por el tiempo y se hallan con el derecho inalterable
de pacífica posesión en su Corona. ¿Ya vista de esto aún
vivirá en los extranjeros el espíritu de partido o de
emulación para llenar al mundo todo de sátiras y
denigraciones en sus escritos contra los españoles en la
conquista de las Américas? ¿No se llenará de confusión
vergonzosa el nuevo Filósofo, persuadiendo que nustros
soberanos son ilegítimos señores del nuevo mundo y que
injustamente retienen en la actualidad estos Reinos los que
trayendo su causa de aquéllos los reconocen por autores de
su autoridad pública sin embargo de que los exaltó la
malicia o la fuerza o la tiranía; y los conservó y extendió el
poder que es la ley suprema de los 11
EL VASALLO INSTRUIDO
388
256v soberanos? ¿El largo tiempo de cerca de tres siglos no
bastará por sí solo a legitimar su dominio? Con un derecho
posesorio tan cierto como común a las otras Naciones,
autorizado con Bulas Pontificias, proclamado por sus
vasallos y reconocido por todas las Cortes, se atreverá
alguno a disputarles el título glorioso de su Soberanía en el
Pueblo Americano? Yo, lejos de pensar que el dominio y
señorío español en este nuevo continente fuese en sus
principios injusto, violento y tirano estoy en la constante
resolución de demostrar su justicia y legitimidad, mirando
con horror la usurpación y la violencia.
XI
Hasta ahora los Reyes de España no han contemplado a las
Américas campo o país delicioso sin dueño. Siempre
contemplaron legítimo Señor en un continente tan vasto,
pingiie y dilatado. Otra es la causa de su dominio en sus tierras.
Esto es propio de la Francia e Inglaterra, que en los indios de
la América Septentrional fueron desnaturalizados por estas
dos Naciones Europeas, haciéndose árbitros absolutos de sus
tierras por la superioridad de sus fuerzas, permitiéndoles
solamente el usufructo común a los brutos del campo y a las
aves del cielo. España, con título más glorioso cual es el de
una justa conquista posee legítimamente el nuevo mundo.
Jamás los Reyes Católicos se propusieron por objeto de la
justicia de sus armas la monstruosa infidelidad / /
257r (esta cara del folio está en blanco)
257v soberanos? El largo tiempo de cerca de tres siglos no bastará
por sí solo a legitimar su dominio? Con un derecho posesorio
tan cierto como común a las otras naciones, autorizado con
Bulas Pontificias, proclamado por sus vasallos y reconocido
por todas las Cortes, se atreverá alguno a disputarles el título
glorioso de su soberanía en el Pueblo Americano? Yo, lejos
de pensar que el dominio y señorío español en este nuevo
continente fuese en sus principios injusto, violento y tirano,
estoy con la constante resolución de demostrar su justicia y
legitrnidad mirando con horror la usurpación y la violencia.
CAPtruLoXIII
389
XI
(En esta cara del folio 257 se repite, con variaciones, el texto
que contiene el f. 256v; de ahí la reaparición del numeral XI).
Hasta ahora los Reyes de España no han contemplado a las
Américas campo o país delicioso sin dueño. Siempre
contemplaron legítimo Señor en un continente tan vasto,
pingiie y dilatado. Otra es la causa de su dominio en sus
tierras. Esto es propio de la Francia e Inglaterra, que en los
indios de la América Septentrional no contemplan la menor
idea de propiedad, diciendo y enseñando en sus libros que
sus tierras son vacantes sin dueño alguno y sin más título
que esta falsa preocupación se hicieron dueños de numerosas
Provincias reduciendo a axiomas de Política y de verdadera
Filosofía la conocida usurpación de su dominio y señorío.
Las leyes de propiedad comunes en Europa y conocidas por
la luz natural de los Bárbaros salvajes de la América
Septentrional fueron desnaturalizadas por estas dos Naciones
Europeas, haciéndose árbitros absolutos de sus tierras por la
superioridad de sus fuerzas, permitiéndoles solamente el
usufructo común a los brutos del campo y a las aves del cielo.
España con título más glorioso cual es el de una justa
conquista posee legítimamente el nuevo mundo. Jamás los
Reyes Católicos se propusieron por objeto de la justicia de
sus armas la monstruosa infidelidad 11
258r de los indios. Todo su principal cuidado era la promulgación
del Evangelio. La Iglesia no tiene armas carnales sino
espirituales para compeler a los Bárbaros a recibir la fe pero
tiene poder y derecho para debelar en algún modo a los que
con violencia procuran estorbar su justa propagación. Llegó
aquel tiempo feliz de haberse hecho hombre el hijo de Dios.
Quiso fundar su Reino y habiendo empobrecido al demonio
de víctimas, ofreció a todo el mundo la libertad sacándole
de la servidumbre tirana en que se hallaba. A mí se me ha
dado todo el poder en el cielo y en la tierra, dijo por San
Mateo; id pues y enseñad a todas las Naciones.40 Predicad el
40
Mat. Cap. 28. V. 18. et. 19. (258r M).
390
EL VASALLO INSTRUIDO
Evangelio a toda criatura, dijo en otra parte a sus apóstoles y
discípulos. Este es precepto divino que obliga en todo tiempo
y en toda edad. Nadie es facultativo en resistir a esta
predicción; todos, sin excepción, están igualmente obligados
a oirla y en aceptada son libres y voluntarios. La Iglesia puede
defender a sus ministros cuando son insultados y oprimidos
por esta causa; pero esta defensa, fundada en derecho natural,
no debe ejecutarse por mano de los ministros de el Santuario
sino por la de los Príncipes de la tierra a quienes pide auxilio
y confiere la cumisión para un objeto tan importante. Se
descubrió el nuevo mundo por el inmortal Colón. De orden
de los Católicos Reyes Don Fernando y Doña Isabel dan esta
cuenta a la Silla Apostólica y agradecida por el feliz
descubrimiento de un campo tan espacioso para / /
258v plantar la fe de Jesu Cristo, le comete el cuidado de mandar
varones apostólicos, sabios y prudentes para tan interesante
proyecto, declarándoles su dominio y natural señorío en
todas sus provincias, conforme a la línea de demarcación por
las justas causas de su protección. Se encargaron de la
promulgación del evangelio en regiones tan remotas; los
gastos eran de consideración; premeditaron
que era
L'1dispensable dar auxilio a los misioneros para evitar toda
especie de insulto, contradicción o muerte violenta. Muchas
de las Naciones salvajes, en medio de su barbarie feroz, se
entregaron voluntariamente al gobierno español, viendo
nuesras costumbres, piedad y buena fe. La verdadera
humanidad, que es la sirena encantadora de los corazones,
las conducía con la mayor suavidad a la sombra de el trono
español; esta cesión voluntaria o esta renuncia formal que
hacían jurando obediencia y fidelidad a los Reyes de España
es un título brillante de la legitimidad del dominio y señorío
que gozan nuestros Príncipes. Muchas otras naciones no
quisieron ver las luces del evangelio, resistieron a su
promulgación, les negaron el tránsito y las armas españolas
como protectoras de el derecho superior divino se pusieron
en defensa, defendieron la vida de los ministros de el Señor,
vencieron a los enemigos de la Religión, facilitaron la
promulgación de el Evangelio y justificaron la guerra
defensiva por la resistencia de los indios al expreso mandato
de Cristo / /
CAPÍTULO
XIII
391
259r Señor nuestro de enseñar a todas las gentes, de predicar
a toda criatura y al derecho de gentes, impidiendo la
entrada en su País y paso a otras Provincias interiores a
los promulgadores de la nueva ley de gracia. Si los
sucesores de los Apóstoles se hallan con la indispensable
obligación de anunciar el evangelio a toda nación y a toda
criatura, con igual impulso deben todos, o bárbaros, o
gentiles, o dóciles, o incrédulos, oir la predicación,
franquear los medios para este efecto y facilitar el campo
para desempeñada. De otro modo sería inútil y vano el
precepto de Jesu Cristo; porque si los que viven envueltos
en las pardas sombras de la barbarie más cruel e
inhumana tuviesen derecho a no oir la palabra de el
Señor, anunciada por legítimos ministros de el evangelio,
enviados por el Pontífice Romano ¿a qué fin promulgada?
Si el precepto divino prescribe que todo el mundo sea
campo glorioso
por donde deben caminar los
predicadores haciendo que su voz se oiga y resuene hasta
en el último rincón de la tierra: ¿qué título tenían los
infieles americanos para constituirse superiores a un
mandato tan justo, tan santo y tan útil como que trataba
no menos que de ilustrados en los principios de una
religión santa que les enseña el camino de la salvación,
que los separa de los escollos a que les conduce su
gentilismo cruel y les prepara una vida civil y cristiana?
Ellos faltaron en lo más sagrado, no dieron cumplimiento
a un derecho superior, resistieron a la ex / /
259v presa voluntad de Dios y negaron el tránsito a sus
embajadores, quienes les convidaban con la paz; y los Reyes
Católicos les ofreCÍan la seguridad de el buen trato y
cuidadosa protección. ¿Qué causas más justificadas para la
guerra? La justificación de el tránsito y la seguridad de los
de el País son las dos indispensables circunstancias que pide
la Escritura Santa para la justicia de la guerra. Si éstas
intervinieron en la pacificación de la América y si en
conquista justa todo lo que se ad<}uierelo hace suyo el
conquistador, reteniéndolo con título justo: ¿qué delirio tan
frenéticoes el de los enemigos de las glorias de nuestra nación
intentando oscurecer la legitimidad de el dominio y señorío
español en este nuevo mundo?
EL VASALLO INSTRUIDO
392
xn
La justicia de la conquista española en la América es tan
notoria que por sí misma se manifiesta. Fueron injuriadas
sus armas auxiliares con la repulsa de la entrada en algunas
naciones y del paso para otras. ¿Quién hay que ignora que
un Príncipe injuriado puede tomar las armas para vengar el
agravio inferido que es la ley suprema de los Reyes defender
sus derechos en el campo a tiro de cañón?La resistencia
aml.ada que l-Licieron los naturales de el País, negándoles 10
que el de gentes (sic) les concede, es justificada injuria para
que el soberano repelido pueda armarse en defensa contra
el que la fundó y fomentó; mayormente cuando el paso que
se so / /
260r licitaba era justificado por ser efecto de un precepto divino y
se les ofreáa la seguridad. Este es un hecho religioso y justo,
conforme a la voluntad de Dios expresa en el Deuteronomio.
Prometió Dios a Moisés los Reinos de Cananea, llegó con su
pueblo a las inmediaciones de las ciudades de Hesebón41,
corte de Sehón, Rey de los Amorreos, solicitó de su Real
Persona el permiso para el tránsito por sus tierras,
asegurándole que su pueblo no le ocasionaría perjuicio; se
negó a una solicitud tan justa y humana y se armó para
sostener la resistencia como lo refiere el libro canónico de los
números; empeñose el cielo en hacer glorioso a Moisés, le
habla con voz clara y le dice: comunica nuevo valor a tu
espíritu que te quiero entregar este Reino para que sea tu
posesión primera, como parece del Deuteronomio.42 Presentó
la Batalla Moisés, venció a Sehón, quitóle el Reino, despojóle
del trono, establece su dominio y señorío y forma la población
con la gente de su Pueblo. Igual choque y encuentro campal
tuvo con Og, Rey Amorreo, por la misma causa, a quien hizo
trofeo glorioso de sus armas, quedando muerto en el campo
de la batalla. Tomó posesión del Reino de Roasan (?), se
apoderó de su tierra y se reconoció su poder y autoridad
41
42
Num. 21. V. 21. (260r N).
Deuteronom. cap. 2. V.24 Y31. Ecce cepi tibi tradere Sehón et terram ejus.
incipe posidere. (260r O).
CAPtruLo Xlli
393
sobre ella, como lo refiere el libro de los números.43 El
Abulense no contempla bastante causa / /
260v para justificar una guerra en la resistencia de el paso al
Extranjero sin embargo de la seguridad ofrecida y que Moisés
sin otro título que el de la voluntad de Dios los expugna sin
hacerles agravio.44 La permisión de el tránsito es gracia y no
justicia, dice San Isidoro cuya autoridad se funda en el libro
de Job y en el de los jueces. 45Aquélla persuade que todo Reino
y toda nación tiene un derecho cierto para no permitir el
pasaje a ninglÍll extranjero y ésta condena a Moisés por haber
justificado su conquista gloriosa en la resistencia a los
amorreos, pues intentando el Rey de los Amonitas la
represalia de las tierras que el Pueblo de Dios quitó sin causa
a sus mayores, le satisface Gefte con la justicia de la conquista
por la voluntad de Dios que como Señor de los Reinos los
quita de las manos de unos y los deposita en las de otros.
Pero yo soy de parecer que tanto la voluntad de Dios como
la repulsa de la entrada son causas que justifican la conquista.
Si Dios quiere un fin precisamente quiere los medios. ¿Cómo
se ha de reducir a práctica la voluntad de Dios si se niegan
los medios que la facilitan? Si el tránsito es indispensable
para obedecer a la voz soberana, impidiéndose aquél se
resiste también a ésta y siendo esta causa justificada para la
guerra lo será sin duda también la negación del tránsito. A
más de cimentarse este / /
261r pensamiento con la autoridad de Soto, de Filón Judío, de
Josefo, de San Gregorio Niceno, de San Agustín, de Fr.Alonso
de Castro, de Covarrubias, de Gregorio de Valencia, del P.
Victoria, de Baltasar de Ayala, del Cardenal Belarrnino,46del
43
44
45
46
Num. cap. 21. V. 34. (26OrP).
Abulense super num. cap. 21. S. Isidorus. lib. 5 origino Cap. 2. (260v Q).
Job. Cap. 15. V. 19. Judic. cap. 11. V. 21. (26Ovr).
Soto. Lib. 5 de Justic. queso 3. artic. 5. in fine. Filon Judío lib. 2. de vita
Moys. pago 410. Fosefo. lib. 4. de antiquit. cap. 5. San Greg. lib. de Moysis.
San Agust. quaest. 44. in num. Fr. Alonso de Castro. lib. 2. de justa heretic.
punitione. cap. 4. Covarru. regul. pecatum. 2. p. &9. num. 4. Gregorio de
Valentia tomo 22. disp. 13. quaest. 16. puncto 2. Victoria relectione de Indiis
insularis 2 p. Concl. 1. 2. 5. Ayala lib. 1 de Jure et oficio belli cap. 2. num. 10
Belarmino in responsione ad apologiam pro iuramento fidelit. pago mihi
316. Ruperto Abad lib. 2 in num. cap. 14. (261r S).
394
EL VASALLO INSTRUIDO
Abad Ruperto y otros, lo autoriza la razón. Si los Reyes
Amorreos no hubieran resistido a la solicitud de Moisés y le
hubieran concedido el paso franco por sus tierras para la
Palestina, a donde iba por vocación de Dios, ciertamente no
les hubiera hecho guerra; hubiera sido pacífico el tránsito
corno lo había publicado por edicto público en los Reales de
su numeroso Pueblo; y no fueron despojados de su cetro y
natural señorío. Es consecuencia forzosa que por impedir
vanamente el paso los Amorreos, no contentos de la
seguridad, injuriaron a 1-foisés corl su resisteIlcia; )' por esta
causa merecieron la guerra, quedaron vencidos en campal
batalla y vinieron a hacer por fuerza lo que debieron haber
hecho de buena voluntad. Lo mismo practicó el invicto Judas
Macabeo con la ciudad de Efron (Eqrón?) después del
glorioso triunfo que consiguió / /
261v de Timoteo, Capitán de los Amonitas, por haberle disputado
el paso que pedía, arruinando sus muros y pasando a cuchillo
todos los hombres corno lo refiere el libro primero de los
Macabeos.47 Por el mismo título ocupó a Navarra el Católico
Rey Don Fernando y consiguieron sentencia favorable los
Esguízaros contra Sigismundo Archiduque de Austria, siendo
Luis XI Rey de Francia, el garante de la diferencia. Este es un
derecho tan cierto y universal que es de Gentes y no se puede
negar cuando se trata de seguridad y de paz. La razón es
porque cuando se dividieron los dominios y las tierras se
apropiaron a los hombres, siempre la peregrinación fue libre
y de derecho natural, sin la cual era imposible la conservación
de la Sociedad. Ningún Pueblo tenía dentro de sí todo lo
necesario a la subsistencia y, cerrando el paso al comercio, no
podían socorrerse las necesidades de unos a otros y vendrían
a perecer insensiblemente. ¿Cómo habría literatos si se cerraran
las puertas de las universidades? ¿Qué haría un Reino sobrado
de granos y escaso de metales si no tuviese paso franco para
vender aquéllos y comprar éstos en otros Reinos? La
peregrinación es necesaria, las marchas inexcusables y a su
consecuencia los caminos libres, francos y desembarazados.
Por la misma razón, al que se le defiende el tránsito se le / /
47
Lib. 1. Macabeo. c. 5. V. 48. (261v T).
CApÍTULo XIII
395
262r injuria y agravia, violando el derecho de Gentes, en sentir de
San Agustín48 y para vengar este agravio puede por el mismo
derecho armarse en guerra siendo Príncipe y remover el
obstáculo a fuerza de armas hasta vencer al enemigo y
apoderarse de su Reino, haciéndolo suyo por el derecho justo
de conquísta; de lo contrario sería vano todo derecho.
XIII
¿Y el título que tuvieron los españoles para la conquisla de
la América no es el mismo que tuvo Moisés contra los
Amorreos, Judas Macabeo contra la ciudad de Efron (Eqrón?)
y el Rey Don Fernando el Católico contra Don Juan Labrit,
Rey de Navarra, en frase de Belarmino ya citado? Si éste es
justo y glorioso conforme al derecho de Gentes, en sentir de
San Agustín, ¿por qué no lo ha de ser el de los españoles?
Fuera de la injuria que irrogaron al mandato de Dios, que
quiere sea llevada la ley de su evangelio hasta el último
cantón de la tierra, le recibieron también las armas de los
Reyes de España, cuyas tropas entraron de paz; y si en
repetidas ocasiones conservaron su respeto y honor en
campales reencuentros,
venciendo
a una infinitud
monstruosa de bárbaros, derramando su sangre, humillando
su bárbaro poder, despojándoles
de su dominio y
proclamando pos Soberanos a nuestros Príncipes, no fue otra
la causa que defender su propia vida, vencer la resistencia
del tránsito y vengar el agravio de su obstinación, negándole
el derecho de / /
262v humanidad y el paso común a todas las naciones. Léanse
todas las Historias de la América, aun las de los extranjeros,
y se verá que jamás publicaron los españoles guerra ofensiva
y que la que hicieron los conquistadores fue o por facilitar el
paso que se les negaba o por contener a las naciones rebeldes
que después de haber proclamado por su legítimo Rey a los
de España (sic), sacudían el suave yugo de la subordinación
y maquinaban con dolo y traición {xmtra la virla de los
48
S. Agust. quest. 44. in num. (262r V). (por una inversión de letras en el
texto figura primero la letra V y luego la letra U).
396
EL VASALLO INSTRUIDO
ministros del Señor y de las tropas de Su Majestad. ¿Se duda
acaso que el Soberano según todas las leyes de la guerra no
debe usar de moderación con los vasallos rebeldes? ¿Que
una vez proclamado y reconocido por tal tiene derecho para
sujetar al sedicioso, oprimirle y castigarle? No me detengo
en individualizar las repetidas rebeliones por no repetir lo
mismo que tienen dicho los Historiadores. Es verdad que el
Pontífice Paulo ID en el año de 1537 declaró que los Indios
por su infidelidad no podían ser despojados de sus bienes
porque verdaderaillente eran propios dueños de ellos. Jamás
España ha mirado a la misma infidelidad de los Indios por
título justo para ocupar sus tierras. La posesión legítima que
tomaban en nombre del Rey era o por vacantes, o por cesión
voluntaria o por justa conquista, siendo causa justificada la
resistencia de el paso para desposeerlas. En este sentido debe
entenderse la Bula de Paulo IlI. Nuestra Nación siempre, y
aun antes de dicha Bula, ha contemplado a los Indios en su
legítimo derecho y dominios sobre sus bienes. Léanse las
leyes sexta, décima y duodécima de partida y en ellas se verá
esta declaración. / /
263r Léanse las instrucciones que en el año 1502 dio la Corte a
Don Nicolás Ovando y por ellas se verá la libertad de los
Indios no pidiéndoles servicio alguno contra su voluntad y
pagándoles
cumplidamente
su trabajo. Esta misma
declaración se hizo en el año 1517por el Rey a consecuencia
de la consulta de los más célebres teólogos y juristas; y los
mismos efectos obró la disposición de Carlos V en el año
1531.Regístrese el tomo primero de las Cédulas impresas y
se verá que el principal objeto de los Reyes es la promulgación
del Evangelio, el buen trato, armonía y seguridad de los
Indios, lejos de toda especie de vejación para que por este
motivo no rehusasen recibir la fe. Léase a Solórzano en su
Política Indiana desde la página 53, columna primera, hasta
la 55, particularmente el número veinte y uno, en donde se
refieren las Cédulas con fecha 5 y último de diciembre de
1608, las cuales, hablando de la pacificción de los Indios
Chiriguanaes, se explican con estas voces que si éstos no son
rebeldes o enemigos de los vasallos del Rey o concurrieren
en esta conquista otros títulos que lo puedan justificar, no se
intente por fuerza de armas sino por medio de Religiosos y
CAPtruLo XIII
397
predicación evangélica, sin el auxilio de los soldados
conforme a las instrucciones antiguas; porque éstos a más
de atender a la defensa de los predicadores hacen violencias,
vejaciones y agravios a los Indios. En términos tan expresos
se conoce la sana intención de nuestros Príncipes en la
pacificación de los Indios Tojocies, que están más allá de los
Charcas en su Real Cédula o carta, su fecha en / /
263v Madrid a 17de Marzo de 1619,dirigida al Príncipe Esquilache,
Virrey de el Perú, dice así: y pues el principal intento es la
predicación del evangelio y 10 demás secundario; os encargo
que la conquista de las voluntades es la victoria preciosa en
el acatamiento de Dios y la más acepta al bien público y a mi
servicio.
XIV
¿Y quién a vista de unas disposiciones tan humanas como
útiles y honestas se arrojará a condenar de tirana nuestra
legislación? ¿Acaso el mal uso que en algunas ocasiones se
hizo de ellas o por algunos conquistadores, o soldados, o
gobernadores, o comenderos podrá enervar la fuerza de su
justicia y la honestidad de su espíritu? ¿Acaso la mala
versación de los hombres en la observancia de la ley oscurece,
ni es capaz de abolir su santidad? Aunque las manos de
algunos españoles eran las de (palabra ilegible) ¿la voz de
los Reyes no era la de Jacob? ¿Aunque el Profeta Moabita era
maldito de el Señor sin embargo dejaba de experimentar sus
bendiciones Israel? Poco importa que en la conquista se
ejecutasen algunas violencias y crueldades con tal que las
ordenes fuesen justas, pacíficas y bien ordenadas. El mal uso
de las Reales disposiciones no puede viciar la justicia de el
título posesorio y propietario del señorío español en América
como lo enseña Salmerón y Acosta.49 No es mi ánimo hacer
apología de la buena conduc / /
264r ta ,le los conquistadores pero sí demostrar que sus opresiones
nomeden condenar la justicia de la conquista. Confieso que
49
Salmeron tomo 12. tratad. 38. ad finem. Acosta de procuranda Indorum
salute lib. 2. cap. 2. y 3. num 12. (263v U).
398
EL VASALLO INSTRUIDO
Fr. Bartolomé de las Casas, Obispo de Chiapa, dió ansa a los
Filósofos para censuramos en su tratado de la conducta de
los conquistadores, que lo han impreso en cuatro idiomas, a
saber, en Latino, Italiano, Español y Veneciano. Crudelitates
Hispanorum in lndiis patrate. es el título del idioma latino.
n schiavo Indiano, es el veneciano, que se imprimió en
Venecia el año de 1636.Estos nuevos sistemáticos parece que
se han olvidado de las violencias y tiranías de su Nación y se
han empeñado en infamar por todo el mundo la bizarra y
generosa acción de los Españoles. Pudían estos académicos
observar un perpetuo silencio y no ponerme en la dura
necesidad de acordarles sucesos lastimosos y las sacrílegas
tiranías contra sus legítimos Reyes. Verdaderamente se me
añuda la garganta de dolor al verme precisado a reconvenir
a Robertson las turbaciones, violencias, injusticias y
crueldades con que fue exaltado al trono de la Gran Bretaña
Guillermo Nassau, Príncipe de Orange, declarándose jueces
de el monarca los súbditos y ley de los procesos su depravada
voluntad. Contra la piedad de Jacabo n, su legítimo Rey, por
haber promulgado un edicto en favor de los católicos se
sublevaron los Ingleses y a fuerza de armas le destronizaron
y juraron por Rey al Príncipe de Orange, que / /
264v era su yerno. Prevaleció la fuerza de éste; y atropellando los
fueros de la justicia, de la gratitud y de la afinidad, se aseguró
en el trono, usurpándole a su legítimo dueño por causa de
Religión, reinando con la injusticia que se deja entender a
vista de el legítimo Rey, refugiado en Francia hasta el año
1702, en que murió. Estas violencias son verdaderamente
tiranas y más frescas que las que supone con el Francés Raynal
en los conquistadores españoles. Díganme estos académicos:
¿en qué título fundaron sus naciones el dominio y señorío en
el Canadá, en la nueva Inglaterra y en la nueva Escocia? ¿Con
qué derecho legitimaron su posesión los holandeses y
dinamarqueses
en la nueva Holanda y en la nueva
Dinamarca? ¿Qué causas tuvieron para dominar las islas
Lucayas, las Bermudas y los establecimientos en tantas
ciudades, puertos y playas en el Africa y en el Asia? ¿Cuál es
el origen de estas Colonias? ¿No fue ciertamente la avaricia,
la ambición, la rapiña, la usurpación de unos nacionales
violentos, aventureros, sanguinarios y piratas invasores? ¿No
CAPITuLoXIll
399
fueron éstos aquellos Filibustieres (sic), cuya sociedad sin
orden, sin sistema, sin ley y sin sujeción fue la abominación
de su siglo y lo será de los tiempos venideros? Yo no niego
que entre los españoles se hallaría algún Nerón y algún
Diomiciano, separándose del espíritu y Religión de los
Católicos Reyes, pero su ambición no puede formar paralelo
con las atrocidades inhumanas de los compatriotas de los
académicos / /
265r las que hacen estremecer hasta los montes más insensibles
sólo oirlas? ¿Pero qué me canso yo en increpar a las naciones
extranjeras el origen de sus nuevas colonias? ¿Por ventura el
que ellas sean tiranas en sus conquistas disculparán la
injusticia de las de España si no tienen título que las
justifique? Jamás las naciones extranjeras podrán presentar
en tribunal alguno los títulos tan nerviosos del señorío en
América como mi Nación.
xv
¿Será bastante título la voluntad expresa de Dios? En el nuevo
mundo se conoció ésta distintamente para que España fuera
su legítima Señora. En la Isla Española lo conocía y confesó
su Rey Guarionex, en Mexico Montezuma, en Yucatán Chilan
Caníbal, en Misteca sus sacerdotes, mostrándoles el cielo a
los españoles pintados con la bandera o pendón de la cruz
mucho antes que viniese Hemán Cortés,en el Río de la Plata
Origuara en TIdore su Rey Almanzor, por cuyo motivo recibió
con particular complacencia a Magallanes y en el Perú
Viracocha Inca y su último Guainapac, si damos crédito al
grande y erudito Solórzano en su Política Indiana.50 Podía
agregar a este título el de donación que hizo Alejandro VI;
pero 10 dejo en silencio por no entretenerme en formar nuevo
artículo contra los nuevos Filósofos que lo mofan y
ridiculizan, bufoneándose con decir que el Papa no tiene / /
265v facultades para dar lo que no es suyo. Si es nula la donación
no lo será pues el derecho de protecci6n; y si aquélla se
50
SoIórzano Polit. Ind. lib. 1. cap. 9. pago 36. colum. 1. num. 5. (265r V).
(Nuevamente por error hay una secuencia de notas así: V-V-V).
400
EL VASALLO INSTRUIDO
ilegitima por falta de poder en el Pontífice deberá ser
también ilegítima la del Reino de Jerusalén a CarIo Magno,
la de Hibernia a Enrique II, Rey de Inglaterra en el
Pontificado de Adriano IV,la de las costas de Africa, desde
los cabos de Bojador y de Nom hasta toda la Guinea y otras
tierras a los Reyes de Portugal en el de Nicolás V; Calixto
III y Sixto IV,la del mar Adriático a los venecianos en el de
Alejandro III y la del Reino de Sicilia y Calabria al Conde
Rogerio en la (sic) de Gregorio VII y Urbano 11,con todo el
dominio y señorío temporaL ¿Por qué no se han de enfurecer
contra las demás naciones y sólo la española ha de ser objeto
de sus execraciones? Yo quiero suponer que estos últimos
títulos no afiancen la seguridad del trono español en estas
remotas regiones :¿pero el derecho de justificada conquista
dejará de inmortalizar la legitimidad de su dominio y
natural señorío? Yo estoy persuadido que los Académicos
tendrán por fantasía soñada o preocupación nacional el
derecho de protección o defensa de los ministros del
evangelio para la justicia de la conquista. Los Príncipes
pueden y aún deben sostener y hacer respetar los derechos
superiores con la fuerza de sus armas; por qué ocupar el
trono para edificación de los derechos natural y
Divino? ¿Qué cosa más conforme a la Religión y a la
naturaleza que el / /
266r derecho de protección? El evangelio era llevado al nuevo
mundo por unos varones religiosos, desvalidos, peregrinos,
asaltados a cada paso de las más violentas contradicciones.
¿No será prudencia en la Iglesia solicitar el auxilio de algún
Príncipe Cristiano, concediéndole el derecho de sujetar a
los agresores de la vida de sus misioneros? ¿De refrenar y
domar a los perseguidores de la Religión y a los violadores
injustos, furiosos y armados en guerra contra su mismo
protector? De defender a los predicadores cuando se
maquina sangre contra ellos o despojo de aquel país en
donde el derecho evangélico les permite el tránsito y la
predicación? ¿Renunciaron acaso por ser ministros de el
Santuario los derechos de la Naturaleza? ¿Si al oprimido se
le permite la defensa ¿por qué se ha de negar a los
predicadores este derecho de humanidad, mayormente
cuando la practican no por sí sino por mano de su soberano?
CAPÍTULO
xrn
401
¿Discurrían Raynal y Robertson acaso que la promulgación
de el evangelio ha de ser la misma que la de los apóstoles y
que si éstos eran enviados como mansos corderos entre
fieros lobos han de ser sus sucesores en la sencillez y
mansedumbre? Convengo con su modo de filosofar. No
deben los ministros evangélicos valerse de un medio tan
agrio y fuerte como el uso de las armas, manchando sus
manos con la sangre de sus enemigos; porque este es el
carácter del fanatismo musulmán. Confesamos, pues, de
común acuerdo que las ovejas se presentan en medio de los
peligros y pastan a la vista de hambrientas fieras pero no
embarazan la pro / /
266v tección y defensa de sus pastores. Su misma sencillez y
mansedumbre les da un derecho cierto e indubitable y les
autoriza para la justicia de su conservación a fin de no ser
despedazados
por la indómita fiereza de los lobos,
poniéndolos con la honda y el cayado en precipitada fuga,
apoderándose de sus madrigueras y quitándoles el dominio
de los montes, valles y cerros. ¿Y no es esto mismo 10 que
practicó en todos tiempos la Iglesia? ¿En qué tiempo se
observaron armadas las misiones de España, empuñando las
armas contra los falsos adoradores? Hablarán por todas las
misiones las Provincias de Mocas, de la California y del
Paraguay. Estas dirán a voz en grito que no fueron sojuzgadas
por ejércitosarmados, ni por soldados que derramasen sangre
americana sino por misioneros apostólicos que vertían la
suya. Hablará por los españoles un extranjero de fe y de
imparcialidad, quien desengañará a los incrédulos Filósofos,
que todo 10 reducen a sistema de capricho apasionado. «La
dulzura, dice Mr. Buffon, el buen ejemplo, la caridad y el
ejercicio de las virtudes constantemente practicado por los
españoles misioneros han ablandado a estos salvajes y
vencido su desconfianza y fiereza. Muchas veces fueron
espontáneamente a pedir que les enseñasen aquella ley que
hacía a los hombres tan perfectos y de hecho se sujetaron a
esta ley y se han unido en sociedad con subordinación a ella,
habiéndose puesto bajo la protección y gobierno de el Rey
Católico. Ninguna cosa es / /
267r tan gloriosa a la Religión, ninguna tan honorífica a la nación
española como el haber civilizado a estas naciones y echado
EL VASALLO INSTRUIDO
402
los cimientos de un Imperio con las solas armas de la
virtud" .51 Y si tal vez se ha visto algún indiscreto misionero,
corno Fr. Vicente Valverde, levantar la voz diciendo al arma,
al arma por haber el lnca arrojado al suelo con desprecio la
Biblia o breviario de dicho religioso ¿todos los demás no
fueron pacíficos, apostólicos, gobernados de el Espíritu Santo
de Jesu Cristo y no de el celo indiscreto de algunos de sus
discípulos que procuraban la venganza contra los
samaritanos? El mismo Robertson confiesa esta partida. Si
los predicadure~ fueron siempre ministros de la paz, quita..T1do
el azote de la mano a los opresores y ejecutores de violencias
y vejaciones ¿por qué se ha de ilegitimar la conquista? ¿Si
jamás tornaron las armas contra el bárbaro gentilismo,
matando e incendiando los campos y los pueblos ¿por qué
se ha de contemplar tirana la conquista? ¿Si las armas
españolas defendieron solamente la religión y no la
extendieron con su fuerza y respeto por qué se ha de llamar
injusta la conquista? Si el carácter de corderos y palomas que
representaron los apóstoles debe ser también de prudentes
y advertidos cornolas serpientes conforme a las prevenciones
de Jesu Cristo. Sila Iglesia es la que enseña y declara el sentido
genuino de el evangelio y ésta expone y decide legítimamente
que el derecho de protección y defensa / /
267v concedido a los Reyes Católicos y al espíritu de el evangelio
por qué se ha de criticar con la más agria mordacidad la
defensa que llevaron los misioneros en el tiempo de la
conquista? ¿Por qué han de contemplar vana, inútil y aun
superflua la protección española y por qué han de sentenciar
y declarar injusta la conquista por esta causa?
XVI
Hasta ahora todo son clamores y proposiciones injuriosas
las de los extranjeros contra nuestra nación pero no nos dan
una prueba positiva que nos convenza a cerca de la tiranía y
opresión en el origen del señorío español en la América, ¿pero
qué digo positiva? Ni aun probable la leemos en todos sus
51
Buffon historias natur. tomo 6. (267r X).
CAPITuLo
xm
403
libros. Yo les hago ver con autoridades, con derecho, con
razón y con ejemplo la evidente justicia de nuestra conquista
y que ella es título glorioso y justo de propiedad. Pero yo
quiero suponer que este derecho o título fuese dudoso, que
la justicia de la conquista no constase con evidencia y fuese
probable: ¿quién será el legítimo juez que decida la
controversia? ¿Quién el árbitro absoluto que declare o la
opresión que sufre violentamente el vencido o la legitimidad
y justicia del vencedor? Ni uno ni otro pueden ser jueces en
causa propia. Necesitan un superior que decida el punto; ¿y
quién mejor que el pontífice puede conocer de esta causa
por ser materia puramente espiritual en cuanto al juramento
de obediencia y fidelidad prometida? Y no es Alejandro VI
el que declaró el domi / /
268r nio y señorío en favor de España? ¿Y aun cuando los
Franceses e Ingleses quisiesen no reconocer por legítima esta
declaración de la Iglesia, no interviene el tratado común en
todas las cortes y el consentimiento del mismo pueblo
Americano que aseguran a España en sus derechos y posesión
pacífica de mucho tiempo que es un título evidente y nada
equívoco de su dominio y señorío natural? ¿Las voluntarias
renuncias de Montezuma y de otros, la voluntad expresa de
el mismo Dios, la resistencia pertinaz de los indios a
permitirles el paso, las repetidas violaciones de los tratados
antecedentes y de la fe pública, las invasiones violentas contra
las tierras ya cedidas y contra la vida de los españoles no son
otros tantos auténticos testimonios de la legitimidad de la
conquista apoyada con el derecho de las naciones? A ellos
les toca probar la notoria injusticia respecto a que contra todo
derecho natural intentan con sus escritos perturbar la paz de
mi nación tranquila y condenarla como injusta y bárbara
vencedora, procurando fomentar el fuego de la rebelión y
desconfianza en la noble y generosa lealtad de los vasallos
de el Rey de España. Pero nada podrán sus académicos
concluir contra los derechos de los soberanos de una nación
tan ilustre y generosa. A pesar suyo serán ellos todos para
sus amados americanos como lo serán éstos todos para su
rey español. Si el tirano invasor no adquiere derecho alguno
sobre las tierras que roba y oprime por el contrario el
conquistador legítimo que tiene motivos de una guerra
EL VASALLO INSTRUIDO
404
legítima y justificada, adquiere un glorioso título de
propiedad en todas las provincias / /
268v conquistadas. Y siendo justas y notorias las causas que los
Católicos Reyes tuvieron para la Conquista de la América,
no queda la menor duda que su dominio y señorío natural
en este nuevo mundo es legítimo y que nadie es capaz de
perturbarlo
ni enervarlo sino con la más temeraria
usurpación y con la tiranía más injusta, constituyéndose por
tan audaz arrojo objeto de su indignación y justa cólera.
XVII
Las glorias y brillanteces de España siempre fueron objeto
de la emulación extranjera. En el tiempo bárbaro se
contempló teatro funesto de tiranas conquistas y no menos
lo es en las naciones cultas. Sus Filósofos con el disfraz de
una justa imparcialidad intentan despedazarla con el humor
acre y mordaz de sus plumas. Su nueva legislación de moda
y de estado es propia de su libertinaje, condenando a la
España y a la Religión de crueles y tiranas usurpadoras de la
América. No discurren por las causas sino por los efectos. La
conducta de los conquistadores es el cimiento de su nueva
Filosofía. ¿Qué cosa más contraria a un sistema Filosófico?
Las transgresiones de las leyes humanas, y aun divinas, no
son capaces de inutilizar la virtud, justicia y honestidad que
les acompaña. Si sobre este falso principio hubiera yo de
fundar mi Filosofía: ¿qué cosas tan horrorosas no dijera de
Inglaterra, Francia, Holanda y de otras naciones? ¿Qué cálculo
tan espantoso de prevaricaciones, de abominaciones, de
inhumanidades y tiranías no presentara a los Literatos? El
sistema de su liber / /
269r tad les propone como única regla de su conducta el interés,
el deleite y la maledicencia contra la Religión. Yo pintaría a
los Ingleses hombres de proclamaciones sangrientas como
la (sic) de Mr. Schirley en el año de 1755y otras más modernas;
a los Franceses unos hombres opresores de los negros y que
a los indios los contempla sin un origen común a todos los
demás; a los holandeses unos hombres que tienen por Dios
el lucro y la ganancia y que cuando se trata de ésta todo lo
atropellan, abrasan y consumen. ¿Qué fuera del nuevo
CAPtruLoXIII
405
mundo si la feliz suerte de su descubrimiento hubiera tocado
al carácter de estos nacionales? La opresión y violencia que
observamos en sus Colonias son el pronóstico seguro de sus
producciones. Raynal- enemigo declarado de los españoles,
confiesa que la ferocidad de los Filibustierres (sic) produjo
los fenómenos más terribles que se han visto en la moral.
Unos hombres que dan la preferencia a una república de
castores sobre los indios, que persuaden que la razón no debe
preferir al instint052, que deciden estar los bárbaros
americanos en el estado de las bcstias53 que no descienden
de un Padre común; que Dios los crió como a los árboles y
los sembró por las vastas amplitudes de la América,
esparciéndolos como las plantas y animales54; que enseñan
ser el interés particular o real o imaginario y el deleite físico,
la regla de las acciones humanas y que el vicio y la virtud no
son sino preocupaciones de los hombres y sujetas a leyes
arbitrarias55; ¿unos hombres de esta naturaleza al ver montes
de oro y tanta riqueza a su vista / /
269v qué piraterías las más injustas, inhumanas y crueles no
hubieran cometido? ¿No son celebradas con los mayores
aplausos las famosas victorias de el Pirata Morgan a quien
autorizó y aún premió la Gran Bretaña? No la España ni la
Religión tienen este modo de pensar. De común acuerdo
tienen una causa común y uno mismo es el modo de
entrambas para justificarse con la mayor evidencia, como
queda demostrado. ¿Cuándo España ha sufrido con paciencia
las piraterías, las violencias y las injusticias? ¿Como muro
invencible no formó el Supremo Consejo de Indias en el año
1524y el tribunal de la Contratación en el de 1502por Real
Cédula de 1 de Febrero para conservar el buen orden, la
justicia y el mejor estado de ambas Américas? ¿No se
fundaron Iglesias en las nuevas provincias, se nombraron
52
53
54
55
Pope. Essay sur le hornme. (269rA).
Rousseau y sus secuaces de ¡'esprit. & oo. (269r B). (Las notas B, e, D,
figuran en el pie de pagina de esta cara del folio; las referencias
pertenecientes a las mismas figuran en el verso).
Philosophiae de l'Histoir. Chap. 2. Essay sur l'I-listoir. Generale. tomo 3.
chap. 115.tomo4. chap. 137. (269r C).
Hobbes y todos los materialistas (269r D).
406
EL VASALLO INSTRUIDO
obispos y arzobispos, se erigieron beneficios, se proveyó con
la mayor generosidad al decoro de el culto divino, se
establecieron tribunales superiores de justicia y se publicaron
Leyes municipales, cuyo código es el modelo más perfecto
de legislación y humanidad? ¿España no es la que fomenta
pensamientos los más nobles, sentimientos los más generosos
y profesa una religión la más pura que condena toda la
libertad desordenada, que manda la contención, la equidad
y la justicia? / /
270r ¿España no es la que ti~ne unos Reyes los más benignos, los
más santos y los más indulgentes con su Pueblo Americano?
¿España no es la que fomenta las misiones, corriendo por su
cuenta los gastos de tan feliz transporte, su conservación y
la de sus Iglesias? ¿España, en fin, no es la que tiene un sabio
gobierno, que toda su ocupación es mirar por la mayor
prosperidad
de sus vasallos, aliviar sus gravámenes,
introducir la abundancia, desterrar la ociosidad, fomentar la
agricultura, civilizar los Pueblos y hacerles felices? ¿Su
conquista no es la más justificada? Confesemos, pues, su
dominio y natural señorío en el nuevo continente de la
América. Esto no es objeto de preocupación nacional sino de
una verdadera Filosofía. Concordemos nuestras voluntades,
oh amadas naciones de Francia e Inglaterra. Conservemos
buena fe en los escritos y procuremos la seguridad de los
derechos respectivos a fin de que nuestros Reyes sean
venerados y obedecidos, conforme a los principios de la
Religión, de la Naturaleza y de la Política.
Este libro se terminó de imprimir
en el mes de octubre del año 2001
en los talle res gráficos de
Edi tara Guadalupe Ltda.
Bogotá. D.C., Colombia
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Bogotá en 1942. Hizo estudios de filosofía v letras en la Uni Vl.'p ..;idad N,lCion,lllk Colmnbi,l v lk histori,l L'Uro¡X',lmudern,l L'n1,1Lniversid,ld
de C,lrolin,l del Norte (Estddos Unidos). Su Llbor invl'stigativa Sl' h,l Cl'ntr,ldo en la histori,l de Colombia y, ~l<ll'ticularnwnte, en el ~ll'rí()do colonial.
,1
Entre sus primeros tr"b,'jos se ClIl'nta
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documental
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la historia
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COIl Ccrm,Úl Colmcnares
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Fdj<ll'do y publicad"cIl196K por la Universili.1d de los Andes. [>ostl'riornwnte L'scribitl ¡:¡ I\t'~g/lllrdo
('11 el N/ll'(lo
{\eillo di' Crllllada (Univl'rsid':ld N,lCion,l\ 197()), LJI,",1l1/0~,il' historia (ololliill (0IOJII/Ji17I117
(El ;\ncord Editorcs, 19,"\4) y
Dolh'l/r II 117 il/dl'f!('l/dl'l/cill
dI' CI/hll (El
Áncora Ed itores, 19H5). Varios a rtículos suyos, asimismo, han aparecido en
publicaciollL's como Cuodernos (010/11b Íi711os, /1/1/111 r io (0/0 II! {¡¡'1I110 dI' h is lo rillso(illl II dl' {n c/lfl/lrt7 v ;\10111/111 de Ilis/oríll
tic Colo!ll/Jill (Colcllltur,l).
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